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Ral´s Woman
Laurann Dohner
Letras de Corazón 2
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Letras de Corazón 3
A R G UM E N T O
Ariel no sabía que existían seres de otros planetas
hasta que fue se secuestrada y llevada desde la Tierra
alo que parecía ser una nave. Cuando los Anzons
declaran que la raza de los terrícolas son inútiles ella
se entera de su destino, ser el premio para el ganador
de una pelea brutal entre los grandes y musculosos
hombres de otro planeta.
Letras de Corazón 4
CAPÍTULO 1
Ariel miró hacia abajo. Había aprendido a no
levantar la mirada. La mejilla izquierda todavía le dolía
por los golpes que había recibido. Ella sabía que la
ayuda nunca llegaría. Todavía se encontraba en un
profundo estado de shock, por lo que con el pasar de
las horas se le hacía más difícil. Su vida había
terminado, cambiada para siempre, estaba segura que la
muerte vendría a saludarla muy pronto. Esto no podía
estar sucediendo. ¿Cuántas veces le había pasado por
la cabeza ese pensamiento desde el día en que había
sido secuestrada?
Su mirada se desvió por todo el suelo de la cueva.
Alguien había barrido cuidadosamente la suciedad y los
escombros hasta dejarlo casi limpio. Había luces en el
techo por lo que la habitación estaba bien iluminada.
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Oyó pisadas acercándose y el miedo se apodero de
ella. ¿Y ahora qué? La idea surgió un momento antes
de que uno de los hombres que la había llevado a la
habitación entrara en la sala.
— Inútil — dijo en voz baja.
Ella levantó la mirada. Ese hombre no era
humano. El shock de saber que no era humano no se
había desvanecido todavía. Días atrás, si le hubieran
dicho que existían otras razas se habría reído y le
habría dicho que de que película lo había sacado. Ya no
era gracioso.
Su mirada recorrió al hombre de piel azulada.
Sus ojos eran amarillos. Era como una serpiente y su
voz era tenue de una manera espeluznante, enviando
escalofríos por su columna.
— ¿Me has oído, terrícola? Eres inútil.
Ella asintió, no hablaría. Sabía que si lo miraba
mucho tiempo o si hablaba, recibiría un nuevo golpe en
la cara. Ellos eran Anzons. Eso fue lo que le dijeron
cuando la atraparon en los bosques cerca de su casa.
Los días que había pasado cautiva se sentían una
eternidad para ella.
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Escucho otra serie de pasos. Levantó la vista. Las
hembras de su especie tenían los mismos ojos
misteriosos de color amarillo y el tono azulado de la
piel. Tenían pechos y parecía que solo les crecía el
cabello en una franja de la parte superior de la cabeza
a la parte inferior de su cuello, su estructura corporal
no era tan distinta. Todos ellos eran delgados y largos.
— Se ha confirmado — susurró la mujer. — Ella
no es capaz de reproducirse con nuestros hombres.
Los humanos no son la respuesta que buscamos.
— Podríamos darles algún alivio a nuestros
machos con ella. No es horrible a la vista y su forma es
bastante similar a la nuestra.
La mujer susurró en voz alta. — El examen físico
que le hice mientras estaba inconsciente dice lo
contrario. Ella moriría.
— Es inútil de todos modos.
La mujer frunció el ceño. — ¿Dónde está tu
compasión, Yoz? Sería una tortura para ella. La cáscara
dura en la punta de tu sexo la desgarraría por dentro.
Se desangraría y el dolor sería — La mujer se
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estremeció. — No se lo desearía incluso a un enemigo.
No estamos en guerra con su mundo.
— Va a morir de todas formas y siento curiosidad.
— Yoz — susurró la mujer. — No lo permitiré.
Tengo otro propósito para ella.
— Necesitamos un trabajador?
— No. Pensé que podíamos premiar a uno de los
mineros con ella. Es probable que no sean compatibles
para reproducirse, pero sexualmente no sería
perjudicial entregarla a uno de ellos.
Yoz siseó. — Vhal, eso es asqueroso. Eso es
crueldad. Son tan horribles.
— Pero ellos no la mataran y tienen el pelo como
el de ella.
El hombre soltó un bufido. Ariel sintió sus ojos en
ella. — Ella tiene poco pelo en el cuerpo. Ellos tienen
más pelo. También son mucho más grandes. La textura
de su piel se ve igual, aunque...
— Ya he hablado de esto con Mon y estuvo de
acuerdo. Está hecho. Llévala a las minas ahora. Mon le
espera.
Letras de Corazón 8
El miedo golpeó a Ariel profundamente. Sacudió su
cabeza y fijó los ojos en la mujer. — ¿Qué está
pasando? Por favor, dígame algo. Por favor.
El hombre silbó furiosamente a Ariel. La mujer-
Vhal- la agarró del brazo y sacudió la cabeza. Su cara
estaba llena de compasión cuando la entregó al hombre.
Vhal caminó delante, Ariel parpadeó un par de veces,
una lengua como de lagarto atravesó sus delgados
labios azules. Ella miró a Ariel.
— Fuiste capturada en tu planeta cuando pasamos
por él. Nuestros machos superan en número a
nuestras hembras dieciocho a uno. Por lo que estamos
frente a una eventual extinción si no encontramos una
raza de hembras para reproducirse con nuestros
machos. Nuestros cuerpos femeninos sólo soportan una
o dos fecundaciones en nuestras vidas. Ponemos los
huevos y luego los jóvenes salen del cascarón. Sólo
tenemos entre tres a seis niños por cada fecundación.
Te hicimos pruebas y no eres compatible con nuestra
especie
Ariel se quedó atónita. — ¿Puedo ir a casa por
favor?
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— Lo siento pero no. Estamos en un gran... —
Ella frunció el ceño. — Se diría que es un asteroide.
Enviamos a nuestras naves a planetas habitables.
Somos muy cuidadosos con nuestro combustible.
Nuestra misión es muy importante y tenemos que
completarla antes de que se nos permita regresar a
nuestro planeta. Si no encontramos hembras
reproductoras compatibles eventualmente moriremos a
causa de la vejez buscándolas. Es imperativo salvar a
nuestra raza. Hay otras estaciones como esta por ahí en
busca de hembras. Si las encontramos necesitaremos
todo nuestro combustible para llevarlas a nuestro
planeta.
Los ojos azul claro de Ariel se llenaron de
lágrimas. —Así que nunca volveré a ver mi hogar otra
vez?—
—Lo siento.— La voz de La mujer sonaba triste.
—Tenemos mineros, que explotan este asteroide, nos
dan combustible y más espacios para vivir. Serás
otorgada a uno de ellos por ese duro trabajo. Son
Zorn. Otra raza de gente que poseemos. —
Poseen? Ella no dejo pasar el término. El horror
inundo a Ariel. —¿Qué será de mí?—
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La mujer parpadeó. —Tratan bien a las pocas
mujeres que tienen. Ellos no comparten a sus mujeres
por lo que serás otorgada solo a uno de ellos. El
implante en tu oído te permitirá comunicarte con el
macho al que serás otorgada.
Nuestro comandante siente placer por los deportes
por lo que el ganador te conseguirá. Les ofrece
recompensas. Tú eres el premio.
Ella miró a la mujer. —Por favor... no.
La mujer asintió con la cabeza. —Es mejor que lo
que Yoz tenía pensado para ti en el almacén. Una unión
sexual con uno de los de mi especie te mataría
dolorosamente. —La mujer se volvió. —Llévala, Yoz—.
Ariel quería pelear, pero sabía que sería inútil. El
hombre media seis pies de alto (1,80 cm) y era
condenadamente fuerte, a pesar de ser tan delgado.
Agarró la cadena que ataba su muñeca y los grilletes
que la unían a la pared se abrieron por medio de
alguna fuerza extraterrestre. Se alejó, sin esperar a ver
si Ariel lo seguía o no. Ella se puso de pie rápidamente
para no ser arrastrada. El hombre tenía las piernas
largas. Su torso no era tan largo, pero sus piernas
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eran mucho más largas que las humanas.
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plataforma redujo la velocidad para hacer una parada.
Vio más pasillos de piedra.
Yoz caminó fuera de la plataforma. —Ven rápido.
Me llaman. —El hombre se tocó la oreja. —Estoy
cerca de allí, Mon.—
Ariel tragó. No vio ningún tipo de dispositivo en la
oreja del hombre, sólo su piel. Una vez más se toco su
oreja, lo había hecho muchas veces desde que se
despertó luego de ser raptada. Estaba tan asombrada
por lo que la rodeaba que en un primer momento no se
había fijado en que los labios de los extraterrestres no
se movían correctamente para formar las palabras que
ella escuchaba en su oído. Sólo por un oído. Ella había
sido informada que le habían implantado algo para que
pudiera entender su lengua. Yoz también debía de tener
algún tipo de dispositivo de comunicación de doble vía
en su oído.
Vio una gran puerta y Yoz se detuvo para poner su
mano en ella. Los Anzons sólo tenían cuatro dedos ya
que no poseían pulgares. La puerta se abrió y una
corriente de aire frío los golpeo a ambos. Ariel se
estremeció. Yoz empezó a caminar.
Letras de Corazón 13
—Date prisa o la puerta te aplastará—, dijo entre
dientes.
Ella corrió hasta alcanzarlo. Oyó un gemido y
volvió la cabeza hacia atrás. La puerta se cerró
completamente con un golpe muy fuerte. Ella se
estremeció. Los pasillos eran más amplios aquí, oyó
algo que envió de nuevo un escalofrió por su espalda.
Sonaba como gruñidos.
—Ya ha comenzado—, susurró Yoz. La emoción lo
hacía hablar más rápido.
Doblaron en una esquina y el techo desapareció. El
corredor terminaba en una gran caverna. Vio a más
gente de la especie de Yoz de pie allí. Estaban mirando
abajo en el suelo de la caverna. Yoz empujo a un macho
para abrirse paso. Ariel no tuvo más remedio que
seguirlo por la cadena en su muñeca. Ella vio a los
extraterrestres azules mirándola, pasó enfrente de al
menos veinte de ellos. Estos extraterrestres llevaban
ropa negra que parecían escudos, también vio las armas
atadas a la cintura.
Yoz se acercó a un extraterrestre muy alto. Que
llevaba el uniforme negro con armas alrededor de su
cintura. Este volvió la cabeza y miró a Ariel con un par
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de fríos ojos amarillos. Su fría mirada le recorrió el
cuerpo, luego se dirigió a Yoz.
—Desnúdala y encadénala a la plataforma—.
Yoz vaciló. —Completamente?—
—Está usando algo debajo de su ropa?—
—Hay pequeñas cubiertas sobre sus pechos y
sexo—.
—Déjaselos. No quiero un motín—.
Yoz asintió con la cabeza y tiró a Ariel en una
plataforma. No tenía rieles. Sólo una larga franja de
suelo y luego una plataforma redonda abierta, tenía dos
barras que subían del suelo. Yoz la coloco en el centro
de la plataforma.
—No te muevas y sostente.—
Ella tenía miedo. —Sostenerme?—
—No te muevas. Si te caes te mueres—.
Trató de mirar por encima de la plataforma de
abajo. Yoz la agarro por la garganta y la obligó a
colocarse de nuevo en el centro de la plataforma.
—Haz lo que te dicen.—
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Se quedo quieta e irguió la cabeza. Yoz le soltó la
garganta, tomó la cuerda y tiró de ella hacia arriba para
que sus brazos se elevaran. Le amarro la muñeca a una
de las barras. Ella se volvió y sus ojos lo siguieron. Él
levantó la mano y uno de los extraterrestres le lanzó
otra correa. Yoz la atrapó y se la amarró a la otra
muñeca, para luego atársela a la otra barra. Tenía los
brazos por encima de la cabeza. No era incomodo, pero
sólo se podía mover unos centímetros.
Yoz se puso delante de ella para mirar sus ojos
asustados. —Siento lastima por ti—.
Se quedó sin aliento cuando él le agarro la camisa
y la desgarro por la mitad –él era fuerte. Ella era
incapaz de detenerlo, así que este le arranco el material
de su cuerpo. Se agachó para meter sus dedos dentro
de la cintura de la falda. Sus uñas afiladas tiraron de
la banda de la falda de adentro hacia afuera. Esta se
desgarró por lo que Ariel quedó únicamente en
sujetador y bragas. Yoz la miró con lástima. Sacudiendo
la cabeza, se alejó de ella.
Ariel volvió la cabeza para seguir al extraterrestre.
Yoz regresó con sus compañeros extraterrestres. La
plataforma se elevó y de repente cayó rápidamente. Se
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quedó sin aliento al sentir la caída, luchando contra el
grito que quería salir. La plataforma se desaceleró con
una sacudida que le revolvió el estómago.
Probablemente había caído unos cincuenta metros en
tan sólo unos segundos.
No podía dejar de mirar alrededor. Vio a un
grupo de unos ochenta hombres. Definitivamente eran
hombres. Estaba teniendo el primer encuentro con lo
que debería de ser la raza Zorn. Se veían enormes.
Tenían el cabello normal. Se acordó del comentario de
los extraterrestres. Los hombres tenían el pelo largo y
espeso, les caía por la espalda hasta la cintura. Tenían
torsos velludos. Podía comprobarlo porque ninguno de
ellos vestía camisetas. Tenían la piel oscura color café,
profundamente bronceada, y músculos enormes.
Ella miró a uno que se encontraba delante del
resto. Lo miró a la cara. Parecía casi humano. La
diferencia era que su nariz era más plana y más ancha
que la de un humano. Tenía pómulos altos y labios
gruesos. Los labios se abrieron y vio los dientes
afilados. El terror la golpeó. Casi parecía como si
alguien hubiera combinado a un humano y a un animal.
Sus ojos se clavaron en los dientes afilados antes de
mirar a otro hombre que se le estaba acercando.
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La luz atrapada en sus ojos – azul eléctrico
brillante. Un color que nunca había visto antes era tan
azul- casi brillaba. Aterrorizada, Ariel comenzó a
respirar más rápido. Dejó que los sonidos a su
alrededor penetraran en su terror. Los hombres fueron
gruñendo como animales viciosos. Cerró los ojos.
Luchó contra las ataduras en sus muñecas, pero no
pudo liberarse de las correas, continuo con los brazos
por encima de la cabeza.
—El ganador se la lleva—, susurró una voz
profunda desde arriba. —Quiero que la lucha sea de
cuatro en cuatro. Limpien la zona y escojan a los
combatientes. —
Ariel obligó a sus ojos a permanecen abiertos. No
quería mirar, pero tenía que hacerlo. El gruñido se
había detenido. Vio a los hombres moviéndose en las
sombras. No podía ver nada más allá de la zona bien
iluminada delante de ella. Respiro hondo para tratar de
calmarse. Estos hombres-animales iban a luchar por
ella.
Parecían salvajes. Se la comería el ganador? Sería
la cena? No sabía que sería peor, la idea de que
estaban luchando por ella para comérsela o para tener
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relaciones sexuales. Cuatro hombres salieron de las
sombras. Ella los miró fijamente. Pero ellos miraron
hacia arriba.
—Comiencen—, exigió la voz masculina desde
arriba.
Los hombres se dividieron en parejas para
atacarse unos a otros. Usaron puños y patadas. Oyó los
golpes de carne contra carne, gruñidos roncos. Dos
hombres cayeron. Los otros dos se volvieron uno
contra otro. Uno de los hombres hizo un movimiento
en redondo que arrojó al otro hombre fuera de la zona
iluminada. No regresó. El último hombre caminó al
costado de la zona de combate. Esperó, cruzando los
brazos sobre el pecho.
Cuatro hombres más salieron. Empezó de nuevo.
Ariel se estremeció ante la brutalidad de la batalla.
Estos hombres no estaban jugando. La sangre salpicó
en el suelo. Oyó como se le quebraba el brazo a un
hombre. Era así de crudo. El hombre gritó mientras se
sostenía el brazo. Alguien vino de las sombras para
llevárselo. El hombre que había ganado ese combate
espero a los otros dos para terminar. Cuando uno
continuo los dos se atacaron entre ellos.
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Ariel cerró los ojos. No quería ver más. Los
sonidos de la lucha continuaron. Era un sonido brutal.
Finalmente el silencio llenó sus oídos. Abrió los ojos de
la curiosidad. Los hombres grandes y musculosos
estaban esperando en la banca. Algunos de ellos
estaban manchados de sangre. Algunos de los hombres
miraron a los demás y se alejaron en la oscuridad para
retirarse de la lucha. Ariel contó al resto de los
hombres que estaban allí esperando para pelear.
—Comiencen—, ordenó la voz de lo alto.
Los dieciséis terminaron en la zona de combate.
Luchaban en grupos. Rugidos y gruñidos estallaban
mientras peleaban. Los heridos fueron arrastrados
hacia las sombras. El combate se redujo a tres
hombres. Dos de ellos trabajaron en equipo para atacar
al más grande.
Ariel estudió al hombre solitario que era atacado
por los otros dos. Él era condenadamente grande. Era
más grande que sus rivales por unos cuantos
centímetros, tanto de altura como de brazos y hombros.
Luchó con asombrosa rapidez mientras esquivaba los
puños y los pies. Le dio un puñetazo a uno de los
hombres en la cara. Ariel oyó cuando algo se rompía.
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El hombre golpeado regresó tambaleándose, y colapso
en el suelo. Vio sangre en la cara del hombre caído.
Este gimió y rodó a un lado con las manos en la cara.
No se levantó.
Sus ojos viajaron hacia los dos últimos hombres
en combate. El más grande lanzó una patada para
golpear al otro en el pecho. El hombre se quedó sin
aliento y se aferró a sus costillas. Se dejó caer de
rodillas mientras la sangre goteaba de su boca. Miró
hacia abajo antes de caer boca abajo. El hombre
solitario se quedó gruñendo. Echó la cabeza hacia atrás
rugiendo en la caverna. Ariel deseaba poder taparse los
oídos para poder acallar ese ruido aterrador. El rugido
del hombre se fue deteniendo a medida que se daba la
vuelta para mirar hacia los extraterrestres azules.
—Ella es tuya, Ral—, susurró el extraterrestre
por encima de ella. —Libérenla para él.—
Ariel sintió terror cuando el hombre llamado Ral
se dirigió hacia la plataforma. Oyó que alguien se movía
cerca de ella. Desde la oscuridad, uno de los hombres
azules con un uniforme negro apareció detrás de ella.
Le agarró la muñeca, liberándola de un tirón, para
luego dirigirse hacia la otra y liberarla también.
Letras de Corazón 21
La sangre corrió de nuevo por sus brazos cuando
los bajó a sus costados. Tenía la sensación de que
miles de alfileres le pinchaban. Abrió la boca cuando el
hombre azul la tomó de los brazos con firmeza. La
empujó hacia adelante hasta que se encontró mirando al
ganador unos centímetros por debajo de su mirada. El
tenía que medir como seis pies y medio de alto en
contra de sus cinco pies con tres.
Ella lo reconoció al instante por sus ojos. Los ojos
azules eléctricos parecía que brillaban. Respiraba con
dificultad. Vio los dientes afilados asomándose a través
de sus labios carnosos, su nariz aplastada. Un gruñido
suave escapó de su garganta. Sus manos eran grandes
y calientes cuando la agarró por las caderas. Él la tomó
de la plataforma, volteándola hacia la oscuridad de la
caverna. Gruñó.
Las rodillas de Ariel empezaron a ceder. Se habría
estrellado contra el suelo de piedra, si las grandes
manos del hombre no la hubieran aferrado lo
suficientemente fuerte para sostenerla. Él le dio la
vuelta y la miró.
—Mía—, gruñó.
Letras de Corazón 22
Ariel abrió la boca pero no le salió nada. El
hombre la levantó por lo que estuvieron cara a cara.
Automáticamente se puso las manos en los pechos para
que la parte superior de su cuerpo no chocara contra
su torso. Sus manos estaban pálidas en comparación
con las de él que eran de color marrón oscuro. Tocó
sus duros músculos y lo miró a los ojos. Tenía unas
pestañas largas y gruesas que hacían juego con su
espesa melena de color negro. Su piel estaba más
caliente que la de ella por mucho.
—Mía—, le gruñó.
Ariel quedó sin aliento cuando la lanzó encima de
su hombro. Un brazo musculoso atrapo sus piernas
contra su torso, mientras que una mano firme la agarró
por el culo, sosteniéndola en su lugar. Salió de la
plataforma y se dirigió a la oscuridad con ella. Ariel no
podía ver nada. Cerró los ojos y luchó contra el terror
que sentía. ¿Qué haría con ella?
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CAPÍTULO 2
Ariel podía olerlo, no olía mal. En realidad olía
bien teniendo en cuenta que había estado luchando. Se
dio cuenta de que el cabello le caía hasta la cintura. A
primera vista, había pensado que tenía la espalda
peluda, pero no el pelo le crecía desde la cabeza. Era
más suave al tacto de lo que parecía.
Oía gruñidos mientras se alejaban rápidamente.
Deseó que no estuviera tan oscuro para poder ver. Una
débil luz comenzó a penetrar mientras caminaba, por lo
que podía ver paredes rugosas. La luz se hizo cada vez
más brillante hasta que pudo ver el suelo. Se trataba de
una piedra irregular, no suave como los pasillos que
había visto anteriormente.
Letras de Corazón 24
—Ganaste—, gruñó una voz suavemente. —¿A
quién se la darás, Ral?—
Ral se detuvo. —Ella es mía—.
Hubo una pausa. —Pero siempre regalas lo que
ganas. He estado esperando por más tiempo. —
—No a ella—, gruñó Ral. —Esta es mía.—
—Pero-—
—Basta—, gruñó Ral. —Muévete o te moveré.—
Oyó el gruñido del hombre. —Por lo menos la
compartirás?—
—No.—
Esa simple palabra alivio a Ariel. No deseaba ser
compartida. El hombre que la sujetaba gruñó. —Salgan
de mi camino. Si querían una mujer debieron
esforzarse más para ganar —.
—Pero-—
—Muévete—, gruñó Ral. —¡Fuera de mi
camino.—
Letras de Corazón 25
El hombre debió haberse movido fuera del camino
de Ral, ya que comenzaron a moverse de nuevo. Oyó
voces suaves pero no se atrevió a mirar. Tenía miedo
de que lo que estaba a su alrededor fuera algo que no
quisiera ver. Ral doblo varias veces antes de detenerse.
Sus manos la soltaron, pero la mantuvo sobre su
hombro. Rozó la roca. Él se movió y se volvió rozando
de nuevo la roca. Él la agarró de nuevo para que no
cayera. La habitación estaba en penumbra. Ral se
inclinó lentamente.
Ariel toco la roca con sus pies descalzos. Él quitó
el brazo alrededor de sus piernas y le soltó la mano
que tenía en el culo. La incorporó hasta que quedaron
cara a cara. Ariel levantó la barbilla y lo miró a los ojos
antes de volver su atención alrededor en la sala.
Era un espacio pequeño. Ásperas paredes de roca
les rodeaban. Un colchón con mantas gruesas en una
esquina y un montón de ropa en la otra. Vio una puerta
áspera hecha de una hoja delgada de roca. Era la única
manera de entrar o salir.
—¿Cómo te llamas?— Su voz profunda, cuando
gruñó las palabras.
Letras de Corazón 26
Ella empezó, con los ojos buscó su mirada. —
Ariel—.
Él parpadeó, sus ojos brillando. Ella tragó saliva,
buscó sus ojos con los suyos. Una respiración profunda
hizo a su enorme pecho expandirse aún más.
—Me llamo Ral. Soy Zorn. ¿Qué eres? —
—Humana. Soy de la Tierra. —
—Ellos te secuestraron de tu planeta, verdad?—
Ella asintió con la cabeza. —Hace unos días me
dijeron que estaban buscando nuevas especies para
reproducirse, pero no soy compatible con ellos. —
Sus ojos recorrieron su cuerpo. —Quítate la
ropa.—
Ariel retrocedió. El miedo la golpeo. —No.—
Él frunció el ceño. —Ahora—.
Retrocedió más lejos, moviendo la cabeza. —¿Qué
quieres?—
—Ver si eres compatible conmigo.—
Su garganta se secó. —No.—
Letras de Corazón 27
Gruñó en voz baja. —No te haré daño. Quiero ver
si somos compatibles—.
Ella sacudió la cabeza y buscó una vía de escape.
El hombre se movió rápido para agarrarla por la
cintura. En cuestión de segundos la tenía de espaldas
sobre el colchón. Este era suave y olía a él. Se
acomodo a horcajadas sobre sus caderas, y la agarró
por las muñecas. Luchó, pero él era mucho más fuerte.
Junto sus muñecas y las agarro con una de sus
grandes manos.
Ella miró sus manos. Eran como las de ella pero
más grandes. Tenía piel áspera en la palma de la mano
y las yemas de sus dedos. Alargó la mano hacia su
cintura para tirar de la soga que sostenía sus
pantalones. Se la enrolló alrededor de sus muñecas y le
empujó las manos sobre su cabeza.
—No te muevas—.
Estaba aterrorizada. —Por favor no me hagas
daño—.
Él parpadeó y frunció el ceño. —No tengo ninguna
intención de hacerte daño.—
Letras de Corazón 28
Ella no movió sus brazos. El hombre era
demasiado fuerte y grande. Sabía que no tenía ninguna
posibilidad de ganar en una pelea con él. Sus ojos se
fijaron en su sostén cuando llegó a ella. Ariel se puso
tensa. El hombre se apoderó del material entre sus
pechos y con un tirón el sujetador quedó destrozado.
Empujó las copas del sujetador a un lado para poder
contemplar sus pechos. Gruñó en voz baja.
—Iguales—.
Ella luchó contra el impulso de moverse. Su
corazón latía con fuerza y ella estaba luchando contra
el impulso de llorar. —¿Qué son iguales?
—Tus pechos son como los de nuestras
mujeres.— Se deslizó por ella hasta que se sentó a
horcajadas en sus muslos. Echó un vistazo a su ropa
interior y la alcanzó.
—No—, declaró Ariel en voz baja.
Se quedó paralizado. Levantó sus ojos para
encontrarse con los de ella. Sus intensos ojos se
redujeron ligeramente. —Quiero asegurarme de que no
te haré daño.—
Letras de Corazón 29
Ariel se puso tensa cuando el hombre le agarró la
ropa interior y la rasgó. Desplazó su cuerpo,
levantándolo unos centímetros. La agarró por los
muslos, separándoselos para poner una de sus rodillas
entre las suyas. Se movió de nuevo hasta quedar
sentado sobre sus talones con su cuerpo entre sus
piernas abiertas. Toda la atención de Ral estaba
centrada en el lugar donde acababa de estar su ropa
interior.
Gruñó en voz baja y levantó sus ojos. —Explícame
cómo se tienen relaciones sexuales en tu mundo—.
Ariel le suplicó con la mirada. —No hagas esto—.
—Estamos haciendo esto. Te deseo. —Él llegó a la
cintura de sus pantalones. —Voy a tratar de tener
relaciones sexuales a tu manera, pero si no me dices lo
que quiero saber entonces vamos a tener relaciones
sexuales a mi manera.—
Su corazón latía con fuerza. —No sé qué decir.—
-Gruñó. —¿Has compartido tu cuerpo con un
hombre antes?—
—Sí—. Le templo la voz.
Letras de Corazón 30
—¿Cómo tú y tus hombres tienen relaciones
sexuales?—
—Mira, hasta que fui secuestrada no tenía ni idea
de que existían personas de otros planetas. Por favor,
no hagas esto—.
Inclinó la cabeza. —Tu mundo no hace viajes al
espacio?—
—Lo hacemos, pero no hay ningún planeta lo
suficientemente cerca como para que podamos llegar a
donde la vida existe. Nos fijamos en los planetas
cercanos. Pero no existe vida en ellos. —
—La vida existe en muchos otros mundos.— Él
extendió sus piernas. Sus ojos vagaron por su cuerpo.
—Dime lo que te excita. Esto va a pasar así que dime
lo que necesitas para disfrutarlo. —
Ella tenía miedo.
-Gruñó. —Te deseo. Muéstrame lo que te gusta o
no disfrutarás de lo que te voy a hacer. —
Reprimió un sollozo y asintió con la cabeza. Sus
ojos viajaron por su cuerpo. —¿Qué haces para tener
sexo?—
Letras de Corazón 31
Abrió sus pantalones. Ariel quedó sin aliento. Ella
miró su polla. Un leve miedo la golpeó. Era muy similar
a la de un humano sólo que un poco más grande, más
gruesa, y la cabeza de su pene era más grande.
—¿Me veo como tus hombres?—
Tragó saliva. —Eres un poco más grande.—
La tocó, extendiendo sus labios con los dedos, y
miró entre sus pliegues. Con la otra mano exploró su
raja. Hundió un dedo en su coño. Ariel quedó sin
aliento. El hombre tenía los dedos gruesos. Empujó
más profundamente y gruñó.
—Me puedes recibir.—
—Por favor, no hagas esto—, susurró.
Él negó con la cabeza hacia ella. —Está
sucediendo. Tengo una gran necesidad. No tiene ningún
sentido luchar, así que muéstrame lo que te excita o
dímelo. —
—Libérame las muñecas. Por favor? —dijo con
voz temblorosa.
Él asintió con la cabeza. Le tendió la mano
después de haber retirado el dedo de su interior. Ella
Letras de Corazón 32
levantó los brazos para mantenerlos fuera del alcance
de él. Se desabrochó el cinturón de soga atado por las
muñecas y lo tiró. Él gruñó ella.
—Muéstrame. Tócate a ti misma como te gusta
que te toquen. —
Ella lo miró a los ojos. —Por favor, no hagas
esto—.
Él volvió a gruñir y se inclinó hasta que sólo un
pie los separaba. —Has sido raptada. Ahora eres una
esclava como nosotros. No te permitirán regresar a
casa. Me perteneces. Yo te protegeré y te alimentaré.
Seré el único hombre que te toque. A cambio me darás
placer. —Sus ojos se estrecharon. —No te haré daño
si me muestras cómo te gusta ser tocada. Muéstrame lo
que te gusta, y así ambos compartiremos el placer o
puedes arriesgarte a que te lastime cuando tome mi
placer. Nos entendemos? Yo soy tu vida ahora. —
Ella parpadeó para contener las lágrimas calientes
y asintió con la cabeza. —Entiendo—.
—Tócate y muéstrame como sientes placer.—
Ella estaba temblando cuando puso su dedo en la
boca. Mojó su dedo y lo introdujo entre ellos. Él se
Letras de Corazón 33
echó hacia atrás para obtener una mejor visión de ella.
Extendió sus muslos más ampliamente. Sus ojos
pegados a ella cuando ella utilizó su otra mano esparcir
la humedad. Ella tocó su clítoris con la yema del dedo y
dibujó círculos lentos.
Cerrar los ojos lo hizo más fácil para ella. Nunca
se había masturbado delante de alguien antes. Estaba
avergonzada. Estaba teniendo dificultades para superar
su miedo. Al abrir los ojos, ella le miró. Él estaba
mirando la forma en que movía los dedos en pequeños
círculos sobre su clítoris. Su respiración se hizo más
fuerte, su pecho subía rápido y duro, y una mirada de
hambre enmascaraba sus rasgos.
De repente él metió el dedo dentro de su coño de
nuevo. Empujó otro dedo unos segundos más tarde. Él
levantó su dedo lentamente en su interior mientras ella
se frotaba su clítoris. La sensación le hizo respirar más
fuerte. Ella gimió y él le gruñó en voz baja.
Ella se estaba excitando cada vez más, mientras
que su miedo disminuía y la sensación de que el la
estuviera jodiendo con los dedos mientras ella se
frotaba el clítoris la hacía estar cada vez más cerca.
Incluso sus suaves gruñidos la excitaban. Se sentía
Letras de Corazón 34
perversa, pero se sentía tan bien que decidió no
prestarle atención. Se frotó más rápido el clítoris,
gritando cuando llegó al clímax. Un gemido retumbó
desde la parte posterior de su garganta mientras
lentamente retiraba los dedos.
—Te siento. Estás pulsando contra mis dedos.
Ahora estás mojada, lista para mí.—
Él la agarró por las caderas mientras se movía
hacia atrás y la volteaba. Ella jadeó por su fuerza. Ral
separó sus muslos y se movió de nuevo entre ellos. Se
sentó sobre los talones con las rodillas juntas. La
agarró por la cintura y la levanto del colchón. Ella
apretó en un puño las sabanas. El interior de sus
muslos estaba contra el exterior de las piernas de él. Él
la tenía boca abajo cuando tiró de sus caderas hasta
presionar su polla contra su coño mojado. Empujó con
lentitud.
Ariel apretó las sábanas en un puño y gimió. Él
era grueso y no se detuvo mientras lentamente
empujaba en su interior. Él la estaba obligando a
aceptarlo. Era tan grueso que casi dolía. Le arrancó un
gruñido mientras empujaba más profundamente. Ariel
se encontró presionando contra su cuerpo con él
Letras de Corazón 35
completamente enterrado en ella dudó. La sensación de
estar estirada por su polla gruesa fue abrumadora.
Le soltó las caderas y le tomó el culo. Sus manos
ásperas frotándole la piel gruñó.
—Tan bueno. Tan húmedo. Tan suave. Señor de
las Lunas, mujer. —
Ella gimió cuando él se retiró unos centímetros y
empujó de nuevo. Al inició se movió lentamente y luego
aumentó el ritmo. Sus manos se deslizaron de su culo
a sus caderas para envolverlas y agarrarla con firmeza.
Ral levantó sus caderas a unos cuantos centímetros por
encima de su regazo. Él comenzó a penetrar con más
fuerza y rapidez.
Las sensaciones hicieron jadear y gemir a Ariel. Él
le estaba haciendo sentir más placer del que jamás
había experimentado antes. Deslizó una mano alrededor
de su vientre. Le tomó el montículo y encontró su
clítoris con los dedos. Dos gruesos dedos rozaron su
sensible clítoris con cada movimiento que hacía. Ella
estaba muy mojada, y con la cara hacia abajo, podía
sentir su humedad deslizándose por sus muslos. Ella
estaba sobrecargada por el placer primario. Se corrió
tan fuerte que gritó.
Letras de Corazón 36
El hombre detrás de ella rugió cuando su cuerpo
se sacudió violentamente. Ariel sintió el chorro de
esperma caliente en su interior en ráfagas fuertes. Ral
aminoró el paso, finalmente se detuvo. Los dos estaban
sin aliento.
—Eres mía, te cuidaré,— gruñó en voz baja.
Ariel cerró los ojos. Ella se estremeció. Dejarse
seducir por un aterrorizante y sexy extraterrestre le dio
el mejor sexo de toda su vida. Ella luchó contra las
lágrimas. Dios, su vida era tan jodida.
El hombre sacó su polla lentamente de su cuerpo.
Se desplomó en la cama junto a ella y la atrajo a sus
brazos. Le hizo enfrentarse a él. Abrió los ojos para
mirar a su rostro enrojecido. Frunció el ceño mientras
estudiaba sus ojos.
—Tus ojos están húmedos.—
—Lágrimas—.
—¿Qué son?—
Ella parpadeó de nuevo. —Cuando los seres
humanos estamos tristes o heridos lloramos. Nuestros
ojos se llenan de lágrimas y estas se derraman por
nuestras mejillas. —
Letras de Corazón 37
Él frunció el ceño. —Te he hecho daño? Pensé
que lo disfrutabas. —
—Lo hice.— No iba a mentirle. —Lo disfruté
mucho. Pero ni siquiera te conozco.—
Se frotó la cadera con su mano grande. —Esto te
dolió porque no me conocías antes de tener relaciones
sexuales?—
Ella asintió con la cabeza. —Nunca he permitido
que nadie me toque sin estar enamorados antes.—
—Estar qué?— Miró confundido.
Se mordió el labio por un segundo. —Cuando tu
quieres pasar toda tu vida con una persona porque
tienes tantos sentimientos que no podrías vivir sin ella.
Cuando ella es todo para ti. Eso es estar enamorado.
—
Él asintió con la cabeza. —Entonces no llores.
Estamos enamorados. Tú eres mía. Nunca te dejaré ir.
Vas a pasar tu vida conmigo y con nadie más. Ahora
soy todo para ti y tu todo para mí. Moriría por
protegerte y mantenerte a salvo. Siempre te voy a
cuidar. —
—No creo que lo entiendas.—
Letras de Corazón 38
Él arqueó una ceja negra. —Creo que tu no
entiendes. Eres mía para toda la vida. Te reclamé. Te
he ganado. Te protegeré. Vamos a criar a menudo y
estoy ansioso de que mi semilla eche raíces en ti—
—Tu semilla eche raíces?—
Le tocó el vientre. —Espero que mi semilla te haga
crecer con mis hijos.—
La impresión la atravesó. —Quieres dejarme
embarazada?—
—No hay traducción para embarazada. Es sólo
una palabra —. (Nota de la correctora: esto lo dice el
traductor en el oído de Ral)
—¿Quieres tener un bebé?—
Se encogió de hombros. —Hijos—.
Ella asintió con la cabeza. —Un bebé—.
—Sí. Me gustaría que tengas uno conmigo.
Muchos conmigo. —
—¿Qué pasa si no somos compatibles?—
—No me daré por vencido. Eres mía. Tomamos
una mujer para estar con ella de por vida. Te he
Letras de Corazón 39
tomado. Tú eres mía sin importar si tenemos hijos o
no. —
Ella lo miró fijamente. Gruñó en voz baja.
—Te deseo de nuevo. Túmbate sobre el estómago.
—
Él cayó de rodillas de nuevo y se sentó con las
piernas dobladas. Él le acarició los muslos. —
Levanta—.
Ella dudó. —¿Siempre tienes sexo de esta
manera?—
—Sí. Tu no?—
—A veces. A nosotros nos gustan diferentes
posiciones. —
—Pero no puedo alcanzar tu unis en cualquier
otra posición.—
—Unis?—
—El Unis es lo que te hace disfrutar del sexo. Sin
él no puedes disfrutar del sexo en absoluto. —
Ella lo miró. —Yo no creo que tenga un unis yo
disfruté del sexo contigo.—
Letras de Corazón 40
De repente se apoderó de ella. La hizo rodar sobre
su estómago. —Relájate—.
Se quedó sin aliento cuando él empujó dos dedos
dentro de su coño. Estaba empujando profundamente
en ella, hacia su espina dorsal. Él retorcía los dos
dedos, en busca de algo. Ariel luchó.
—Eso duele—.
Retiró sus dedos. Ella oyó su gruñido. Volvió la
cabeza para mirar hacia él. Una mirada confusa en su
rostro rugoso.
—No tienes uno.—
—¿Qué es?—
—Es algo duro, un conjunto de nervios en forma
de dedo que tengo que frotar durante las relaciones
sexuales.—
Se dio la vuelta sobre su espalda. Ella abrió las
piernas para que él tuviera una buena vista de ella. Vio
cómo bajaba la mirada. —¿Ves esto?— Ella tocó su
clítoris. —Creo que es donde está mi unis. El otro lado
está en mi interior y es otro punto de placer. Cuando
me acaricias estos lugares haces que me corra.—
Letras de Corazón 41
El deseo era evidente en sus rasgos. Él coloco un
dedo en su clítoris. Ariel gimió. Ral gruñó bajo en
respuesta. Ariel levantó sus caderas y se acercó a él.
Se coloco en su regazo.
—Tómame de esta manera, mientras me tocas.—
Vio shock, pero demasiado interés en su cara
expresiva. Él agarró su eje duro, frotándolo contra su
raja. Ella estaba muy mojada. Gimió mientras empujaba
dentro de ella. Su dedo jugaba con su clítoris cuando
empezó a mover las caderas.
—Señor de las Lunas—, se quejó. —Esto se
siente condenadamente bien.—
Ariel plantó los pies en el colchón para encontrarse
con las caderas de él en cada golpe. Se agarró a los
lados de sus pantorrillas para obtener mayor
accesibilidad para moverse más rápido en él. Sabía que
no iba a durar mucho tiempo. El hombre no dejaba de
acariciar su clítoris mientras se empalaba rápido y
profundo en ella. Ella se puso tensa. Sintió que su
cuerpo se convulsionaba en drásticas contracciones
contra su polla. Ariel gritó mientras se corría.
Letras de Corazón 42
Sus ojos se abrieron y ella se quedó mirando a
Ral, viendo como echaba la cabeza hacia atrás. Sus
rasgos tensos y abrió la boca. Ella vio los dientes
afilados entre sus labios abiertos, gruñó
profundamente. La polla de Ral pulsó con fuerza dentro
de ella y sintió como su semen se vertía profundamente
cuando se corrió.
Los dos estaban jadeando. Ral abrió los ojos y
bajó la cabeza, mirando a Ariel. Una sonrisa se dibujó
en su rostro.—Eres increíble—.
—Tu también.—
Letras de Corazón 43
CAPÍTULO 3
—Despierta—.
Ariel abrió los ojos y volvió la cabeza. Ella había
estado durmiendo sobre su estómago. Ral ya estaba
sentado y le sonrió.
—Es hora de comer y de ir a trabajar. Tienes que
venir conmigo. —Estiró la mano para acariciarle el pelo
rubio sobre la mejilla. Enrollo un dedo alrededor de
uno de sus rizos y luego se trasladó a lo largo de su
cuello antes de alejarse.—Es hora de trabajar.—
Ella asintió con la cabeza. —¿Qué hacemos para
trabajar?—
Se puso de pie, estirando su cuerpo desnudo. Ariel
tragó. El hombre era hermoso y su cuerpo musculoso
era la perfección. Él se adelantó y se inclinó. Ariel
Letras de Corazón 44
apreció la vista de su culo musculoso. Buscó un poco
de ropa y se volvió hacia la cama.
—Estarás cerca de mí. Me puedes traer agua
cuando la necesite. —
Ella asintió. —Está bien.— Se arrastró fuera de
la cama.
Ral le entregó ropa de su pila. La camisa y los
pantalones eran enormes. Ella los miró con las cejas
levantadas. Ral se echó a reír.
—Voy a conseguirte ropa más pequeña muy
pronto. Esto es lo que tengo. —
Se los puso. Los pantalones eran demasiado
grandes y se le cayeron de las caderas. Ral cayó de
rodillas delante de ella, aún desnudo, y utilizó el
cinturón de soga que había usado en sus muñecas para
envolverlo alrededor de su cintura. El pantalón quedó
arriba. La camisa casi le llegaba a las rodillas. Deseó
que no hubiera destruido su ropa interior.
—Tengo que ir al baño—.
—Baño?—
Ella se sonrojó un poco. —Tengo que hacer pis.
Tengo líquido en el interior que debo liberar—.
Él sonrió. —Orinar—.
Letras de Corazón 45
—Sí—.
Él asintió con la cabeza. —Vamos a orinar antes
del desayuno.—
—De acuerdo—.
Él se puso de pie para ponerse los pantalones. No
tenía zapatos. Se inclinó y recogió lo que parecía un
cepillo para el cabello. Se cepilló el pelo largo antes de
caminar detrás de ella. Sus manos eran suaves cuando
le cepilló el cabello. Arrojó el cepillo hacia abajo en la
pila de ropa y se dirigió a la puerta, empujándola para
abrirla. Ral le tendió la mano cuando se volvió para
mirarla. Se acercó a él y le puso su pequeña mano en la
suya más grande.
—Ven—.
El pasillo estaba poco iluminado y vacío de otras
personas. Él la condujo por un pasillo sinuoso. Un arco
abierto los llevó a una habitación grande. Vio un cuarto
de baño primitivo con duchas abiertas, algunos baños
de aspecto extraño y tres cascadas que salían de
agujeros en la pared. Se acercó a uno de los baños
para estudiarlo. Casi parecía como urinarios.
Él se rió entre dientes. —No son como los de tu
mundo?—
Ella sacudió la cabeza. —No.—
Letras de Corazón 46
Él sonrió. —Voy a vigilar la puerta.— Murió su
sonrisa. —Nunca permitiré que otro hombre vea tu piel
desnuda.— Entrecerró los ojos brillantes. —Ellos
querrían tener sexo contigo, entonces tendría que
matarlos. Si otro trata de tocarte, grita para mí. Nunca
te alejes de mi lado—.
Ella asintió —No quiero que nadie me vea sin
ropa ni me toque sólo tú.—
Él relajo su cuerpo. —Ve. Yo estaré en la puerta
para no dejar entrar a nadie —
Ella usó el baño de manera rápida y ató el
cinturón. —Ral? Ya he terminado—.
Regresó a la habitación y se dirigió a una mini
cascada. Se quitó el pantalón. Ella lo observó. Volvió la
cabeza para sonreírle mientras utilizaba la pared. Él
parecía más divertido que curioso. Cerró sus
pantalones y se acercó a ella. Le tomó la mano,
llevándola a un lavabo, para que ambos pudieran
lavarse las manos.
Él la llevó por los pasillos que se retorcían y
giraban. Olía a algo bueno que hizo que su estómago
gruñera en voz alta. Ral volvió la cabeza para mirarla.
—Tienes mucha hambre?—
Ella asintió. —No he comido en mucho tiempo. Me
muero de hambre. —
Letras de Corazón 47
—No te han alimentado desde que te raptaron de
tu planeta?—
—Ellos me dieron de comer una vez cuando me
atraparon. Hace días. —
La rabia endureció su rostro. —Los odio—.
Comprendió que ella también odiaba a lo Anzons.
Entraron en una habitación grande. Había mesas
colocadas y vio a unos cincuenta hombres, pero sólo
dos mujeres. No podía dejar de mirar a las mujeres.
Sus características les revela como Zorn. Se dio cuenta
de lo que eran, por su nariz ancha y plana. Ellas tenían
pechos y rasgos faciales más pequeños que los
hombres. Eran atractivas. La mujer miró a su espalda.
Ariel les dio una sonrisa. Ambas mujeres Zorn
desviaron la mirada. Ariel suspiró. No parecía que
fuera a haber amistad entre ellas.
A un lado había una mesa estilo buffet. Un hombre
Zorn estaba sirviendo. Se quedó mirando abiertamente
a Ariel. Su mano se tensó sobre la de Ral. Él le sonrió.
—Ellos son curiosos. Nunca hemos visto una
homínido antes —.
—Humano—.
Se rió entre dientes. —Humano—.
Ella le sonrió. —Correcto—.
Letras de Corazón 48
—Del planeta Tierra.—
—Sí. Te acuerdas—.
Él se detuvo en la mesa, estudiándola. —
¿Reconoces algo que puedas comer?—
Estudió la comida también y sacudió la cabeza. —
No.—
—Este.—, Señaló. —Es muy dulce. Este es
amargo. Esto es extremadamente caliente para tu boca.
—Siguió señalando las cosas de la mesa y explicar su
sabor. Se decidió por un par de cosas para probar. Ral
cargado con dos platos y se dirigió a una mesa donde
nadie sentado.
—Siéntate. Yo traeré nuestras bebidas. —
Se sentó con los dos platos y esperó. Ral volvió en
un instante. Puso las tazas llenas de agua por sus
platos. Sonrió. —Come, Ariel.—
Le encantaba la forma en que decía su nombre.
Sonaba como —Ori Al—. Probó la comida y le dio una
sonrisa a Ral. Está delicioso. Él pareció aliviado cuando
comió su propia comida. A veces cogía algo de su plato
para que ella lo probara. Decidió que no le gustaba lo
que parecía ser un banano de color rojo. Hizo que
sintiera la boca en llamas y casi se atraganta. Tuvo que
beber agua.
Letras de Corazón 49
Cuando terminaron de comer Ral la llevó a un
pasillo ancho. Hizo una pausa. —Quédate conmigo. No
te alejes de a mí. Es peligroso. —
Ella asintió y sintió un poco de miedo. —Qué es
peligroso?—
—Mi pueblo fue tomado por la fuerza de nuestro
planeta de caza. Somos fuertes y resistentes.
¿Entiendes? Había pocas mujeres con nosotros. Una
mujer es poco frecuente y muy querida aquí. Algunos
estarán enojados por haber perdido ayer, cuando
luchamos por ti. Ellos van a querer tocarte. Si se
desata una pelea ponte detrás de mí. No voy a perder.
Soy resistente. Ganaré—.
Ella asintió. Él le acarició la mejilla.
—Algunos Zorn piensan que sólo gane para
montarte, para saciar mi necesidad de una mujer.
Podrían pensar que no voy a derramar su sangre por
una extranjera. Con el tiempo se darán cuenta de que
estoy ligado a ti y no se atreverán a desafiarme por tu
cuerpo —.
—Ligado a mi?—
Él sonrió. —Enamorados—.
Ella le devolvió la sonrisa. —De acuerdo—.
Letras de Corazón 50
—Ellos me ofrecerán cosas para tenerte. No voy a
venderte por nada así que no te preocupes si los oyes
hacerme ofertas. Eres mía. Y seguirás siendo mía. —
Ariel le puso la mano sobre su velludo pecho
desnudo. Los hombres no llevaban camisetas, pero era
obvio que le pertenecía desde que llevará la de él. —
Confío en ti.—
Sonrió. —Bien. Tenemos que irnos. Quédate cerca
de mí. —
Las minas eran una zona cavernosa grande, donde
los hombres iban minando las paredes rodeadas de
rocas para agrandar el espacio. Algunos hombres
colgaban de la cintura con cuerdas a lo largo de las
paredes utilizando las herramientas para romper
grandes trozos sueltos. Ral sentó a Ariel en una gran
roca, le guiño un ojo y luego se fue a trabajar. Recogió
los pedazos del piso para cargarlos en máquinas que
rodaban fuera de la vista cuando Ral pulsaba un botón
que decía que el carro estaba lleno, luego en su lugar
aparecía uno vacío.
Después de un tiempo Ariel se levantó para estar
más cerca de Ral. Ella recogió los pedazos pequeños y
empezó a trabajar con él. Ral la miró con una sonrisa
sorprendido. Ella le devolvió la sonrisa. Trabajaron
juntos durante horas. Descubrió a tres mujeres Zorn
en la caverna. Estaban sentadas en rocas, pero ellas no
Letras de Corazón 51
ayudaban a sus hombres. Ella captó muchos ojos
mirándola.
Un zumbido sonó en la habitación. Ral arrojó una
piedra del tamaño de un balón de baloncesto dentro del
carro. Se dio la vuelta. —Hemos terminado. Nuestro
turno ha terminado. Gracias por ayudarme. —
—No puedo levantar los grandes como tú, pero
soy buena con los pequeños trozos—.
Se echó a reír. —Hambrienta?—
—Sí. Me muero de hambre. —
Él la llevó de nuevo a la gran sala para comer.
Ahora estaba llena. Ral la cogió del brazo tirando con
fuerza contra su costado. Sabía que estaba en peligro.
Ella podía verlo en la manera en que Ral miraba a
todos los hombres a su alrededor. Se trasladaron hasta
la mesa del buffet. Ral llenó los platos de ambos, le
entregó a Ariel el suyo y fueron por el agua juntos esta
vez. Él la llevó a la mesa. Estaba lleno de gente. Dejó el
agua y se sentó. Abrió las piernas.
—Siéntate en mi regazo.—
Ella se colocó en su regazo luego de bajar la
comida. Se deslizó entre sus piernas para sentarse en
el banquillo. Un hombre que se sentó al lado de ellos
inhaló con fuerza y volvió la cabeza. Ariel miró como
brillaban los ojos de color verde. El hombre aspiró otra
Letras de Corazón 52
vez y gruñó. Ariel apartó la mirada de la suya. Podía
sentir tenso a Ral así como su gruñido.
—Mía—.
El hombre al lado de ellos avanzó alrededor de un
pie de distancia. Ral se apoyó en Ariel para que sus
labios se presionaran en su oreja. Él dijo algo en
suaves gruñidos. Frunció el ceño, dándose cuenta de
que estaba hablándole en el oído equivocado. Volvió la
cabeza para poder mirarlo. Señaló su otro oído.
—Este es el único que implantaron. No entendí
nada de lo que me has dicho. —
Él frunció el ceño. —Sólo implantaron uno de tus
oídos?—
Ella asintió. —Dije no sostengas la mirada de
nadie más y come rápido.—
Ella asintió y se volvió hacia su comida. Comió
rápido. Ral devoró la suya. Se frotó el brazo. Bajó la
cara otra vez, junto a su oído implantado esta vez, para
susurrarle.
—Lista para irnos?—
—Sí—.
—Vamos a ir a la sala de orinar y luego a nuestra
habitación.—
Letras de Corazón 53
—Suena bien—.
Ral se levantó y ayudó a Ariel a levantarse. Él la
atrajo hacia su lado. Se dirigieron a la puerta. Estaban
casi fuera de la sala, cuando tres hombres se
interpusieron en su camino. Ral se tensó, colocando a
Ariel detrás de él. -Gruñó a los tres hombres.
—Muévanse—.
Uno de los hombres frunció el ceño. —Compártela.
Tenemos necesidades y es de especie diferente. Ella no
es una mujer Zorn —.
—Ella es mía. Ya nos hemos ligado —, gruñó Ral.
—Aléjate de mi mujer, o te mataré para protegerla.—
Ariel volvió la cabeza. Algunos hombres más se
habían acercado. Miraron abiertamente su cuerpo. No
le gustaba el hambre en sus rostros. Ella se acercó
más a Ral, tratando de moldearse a su espalda con el
miedo creciendo. Él volvió la cabeza y gruñó. Los
hombres se movieron de nuevo, pero no lo
suficientemente lejos como para qué Ariel estuviera
cómoda. Ral volvió la cabeza para hacer frente a los
tres hombres delante de ellos.
—Gru, si haces esto morirás. ¿Me entiendes? Le
he dado mucho a nuestra gente. La conservaré. Mataré
a cualquiera que intente quitármela. No la compartiré.
Letras de Corazón 54
Está ligada a mí. —Miró a los hombres con Gru. —
Los voy a matar a todos si no retroceden ahora—.
—Entonces uno de nosotros morirá pero la
queremos.— Gruñó Gru.
Ral gruñó de nuevo. Volvió la cabeza. —Rham,
Ber, Hosh, protéjanla—.
Tres hombres grandes avanzaron apartando a los
hombres en su camino. Ral miró a los ojos de Ariel. —
Mi paquete. Ellos te protegerán. Ve con ellos. —
El terror la golpeó duro. —Ral-—
—Estarás a mi vista. Ellos se asegurarán de que
estés allí. —
Los tres hombres rodearon a Ariel. Uno de ellos la
cogió del brazo y la hizo a un lado contra la pared. Ella
miró a los tres hombres que la protegían
preguntándose qué significaba ser un paquete para los
Zorn. Se oyó un rugido y dirigió la cabeza hacia Ral.
Cuatro hombres lo atacaron en lugar de tres.
El horror se precipitó por ella. Ella miró a uno de
los tres hombres que la protegían. —No lo puedes
ayudar a luchar?—
El hombre sacudió la cabeza. —Eres la mujer por
la que Ral está luchando. Nosotros sólo te protegemos.
Es nuestra costumbre —.
Letras de Corazón 55
—Su costumbre apesta—, susurró. La golpeó el
terror al observar a Ral luchar.
Ral era muy bueno. Había cuatro hombres
rodeándolo. Dos de ellos lo tomaron por los brazos,
mientras que el tercer hombre lo apresaba por detrás.
El cuarto hombre se le acercó de frente. Era Gru. Ariel
jadeó y trató de llegar a Ral. Quería saltar sobre uno
de esos bastardos. Ral necesitaba ayuda. Uno de los
hombres que la protegían la agarró del brazo tirándola
de espaldas.
—Detente—. Habló en voz baja. —Ral no necesita
ayuda.—
Ral echó atrás la cabeza que se estrelló contra la
cara del hombre detrás de él. Levantó ambos pies al
mismo tiempo para patear en el pecho al hombre que
teñía al frente. Los hombres que tenían agarrado a Ral
de los brazos se tambalearon hacia atrás tratando de
mantenerlo agarrado. Sacó a ambos de balance.
Gru rugió de dolor cuando Ral le pateó el pecho.
Su cuerpo voló hacia atrás, golpeando con fuerza en
una pared de roca en bruto. Cuando los pies de Ral
tocaron el suelo tiró de los brazos al mismo tiempo.
Haciendo que los dos hombres que le sostenían los
brazos perdieran el equilibrio y chocaran entre sí. Con
uno de sus brazos libres golpeó el rostro del hombre
más cercano a él.
Letras de Corazón 56
Fue brutal. Fue sangriento. Ral les dio una paliza
a los cuatro. Los hombres en el suelo estaban
ensangrentados y algunos tenían huesos rotos. Ariel se
enteró de que los Zorn también luchaban con los
dientes. Ral había roto el brazo de un hombre cuando
este había tratado de golpearlo en el rostro. Ral se
volvió y gruñó alrededor de la habitación. Se acercó y
tomó a Gru por el pelo. Tiró al hombre sobre sus pies.
—Ella es mía. Te dije que te costaría la vida, Gru.
—Ral miró alrededor del cuarto. —Mataré a cualquiera
que se atreva a tocar a la mujer a la estoy ligado—.
Ariel casi se viene abajo cuando vio la presión que
Ral estaba ejerciendo en el cuello de Gru. Simplemente
lo retorcido y escuchó el pop del cuello al romperse.
Ral soltó el cuerpo de Gru. Se agachó y agarró al
siguiente hombre. El hombre gimió.
—Por favor, Ral-—
Ral le rompió el cuello. Y lo arrojó a un lado. Ariel
cerró los ojos luchando contra un sollozo. Escuchó dos
pop más. Los dos hombres restantes también habían
rogado por su vida. Ral no habían vacilado en matarlos.
—Ella es mía—, bramó.
Los ojos de Ariel se abrieron de golpe, cuando una
mano se apoderó de ella. Un Ral ensangrentado jadeaba
mientras se sacudía la mano. Ella tropezó detrás de él
Letras de Corazón 57
cuando no le dio otra opción. La sacó de la sala,
rodearon a los cadáveres de los hombres que habían
luchado, y caminaron por el pasillo. No se detuvo hasta
que llegó al cuarto de baño. La metió en el interior.
Dos hombres ocupaban la habitación. Ral les gruñó.
—Fuera. Baras, vigila la puerta. —
Uno de los hombres asintió con la cabeza, mirando
a Ariel. —¿Estás bien, Ral?—
—Tuve que matar a cuatro hombres lo
suficientemente estúpidos como para tratar de quitarme
a mi mujer.—
El hombre palideció. —Voy a vigilar la puerta.—
—Apreciada—, dijo en voz baja Ral.
Él miró a Ariel. Ella lo miró con temor. Él frunció
el ceño. —¿Por qué me miras así?—
—Mataste a los cuatro hombres.—
Él le gruño suavemente a ella. —No sé cómo son
las cosas en tu planeta, pero ya no estás en él, Ariel. Si
no los mataba tendría que haber luchado cada día con
ellos para conservarte. ¿Preferirías que hubiera dejado
que te llevaran? ¿Sabes lo que habrían hecho contigo?
Habrían usado tu cuerpo hasta cansarse y luego te
habrían pasado a otros hombres. Eres pequeña. No
Letras de Corazón 58
sobrevivirías por mucho tiempo. Ellos te lastimarían.
Eres mía. Tú y yo estamos enamorados. ¿Entiendes? —
Ella asintió con la cabeza. —Es sólo que...— Ella
luchó contra las lágrimas. —Me dio miedo, no estoy
acostumbrada a tanta violencia. Me doy cuenta de que
no tenías otra opción y te agradezco lo que hiciste por
mí. Realmente lo hago. Sólo estoy impresionada—.
Suspiró cambiando su brazo de posición. —Voy a
lavarme. Quítate la ropa. Nos bañaremos juntos—.
Se desnudó rápidamente. Ella no dejaba de mirar a
la puerta. Ral se rió entre dientes. —Baras no dejará
entrar a nadie. La mayor parte de mi pueblo me tiene
miedo. Yo soy más fuerte que todos. —
—Luchas muy bien—.
—Yo soy un...— Vaciló. —No sé cómo
explicártelo. En mi planeta algunos son más fuertes que
otros. Yo soy de la familia de los más fuertes. Mi padre
dirige nuestro planeta—.
Ella se quedó atónita. —Como un rey?—
—No conozco esa palabra. Mi padre es el más
fuerte. Lidera a todos los de nuestro pueblo. —
—Mierda. Eres como un príncipe—.
Se encogió de hombros. —No entiendo ese
término, pero mi gente me sigue aquí. A veces, algunos
Letras de Corazón 59
de ellos se ponen estúpidos. Se olvidan que pelean con
el mejor. Es nuestra costumbre. El más fuerte lidera al
más débil. Yo soy el más fuerte de mi gente aquí. —
—¿Entonces por qué te retaron?—
—Para conseguirte...— Vaciló. —No nos gusta
lesionarnos unos a otros, pero somos muy buenos
infligiendo el suficiente daño como para que parezca
real. A veces fingimos que tenemos huesos rotos. Pero
otras veces la lucha es real. Algunos pelearon de
verdad por ti. Yo siempre gano las luchas y le entrego
el premio a uno de mi pueblo que se lo merezca. Esta
vez me quede con él. —
Se sorprendió cuando Ral tiró su cuerpo desnudo
dentro de la ducha agitó una mano contra la pared.
Una cascada de agua caliente cayó desde arriba en
forma de lluvia dentro de la ducha. Ariel se sorprendió.
Ral se rió entre dientes. —El agua nos limpia.
Simplemente frota tu piel. —
—No hay nada con lo que lavarnos el cabello?—
Tocó la lluvia. —También te limpia el cabello. Hay
sustancias químicas en ella. No la tomes por que no
sabe bien. No te dañará los ojos si entra en contacto
con ellos.—
—Así que toda la pelea para conseguirme, fue
falsa?—
Letras de Corazón 60
Dudó. —Aprendimos tiempo atrás cuando fuimos
capturados, que si no mostrábamos una lucha real los
Anzons nos quitaban el alimento para que peleáramos
de verdad.
Algunos pelean de verdad para intentar ganar los
premios que desean con mucha codicia. Yo regalo mi
premio al que considero que más se lo merece. Muchos
pelearon de verdad por ti hoy. Fueron estúpidos al
intentar arrebatarte de mi lado. No hubiera dejado que
te tuvieran. Ellos sabían que no lo permitiría y que no
eran merecedores de luchar conmigo —.
—Es por eso que el hombre te detuvo para
preguntarte a quien me ibas a entregar—.
Él asintió con la cabeza. —A Gru no le gustó que
te conservara, pero me he ganado con creces el
derecho a tenerte. Él pensaba que merecía tenerte —.
—Has ganado a otras mujeres?—
—Sí—.
Los celos la golpearon. —Te acostaste con
ellas?—
Él la miró con los párpados entrecerrados. —No.
Se las entregue de inmediato a los hombre que
considere se las merecían. —Le rodeó el rostro con las
manos y le pasó el pulgar por la mejilla. —Eres la
única mujer que ha estado en mi cama desde que
Letras de Corazón 61
fuimos sacados de nuestro planeta. Eso fue hace seis
meses. —
Ella se sorprendió. —¿Por qué me conservas?
¿Por qué no conservaste a ninguna de esas otras
mujeres? —
Sonrió. —Me sentí atraído por ti con tanta fuerza
que lo sentía en mi sangre desde que puse los ojos en
ti. Tenía que tenerte. —
Ella asintió. —Me alegro—.
—Yo también me alegro. Vamos a nuestra
habitación. Siento la necesidad de estar de nuevo
contigo y no creo que sea seguro para nosotros hacerlo
aquí—.
Letras de Corazón 62
CAPÍTULO 4
Ral cerró la puerta. —Quítate la ropa.—
Se desnudó rápidamente. Observó a Ral quitarse
los pantalones. Él ya estaba despierto. Caminó hasta el
colchón y se sentó sobre sus piernas. La acomodo en
su regazo.
—¿Arriba o abajo. Tú eliges. —
Ariel sonrió. —¿Siempre lo haces sentado?—
—Tu especie no lo hace?—
—No. Extiéndete sobre la espalda para mí. —
Él dudó, pero luego se echó hacia atrás. Ella se
dejó caer de rodillas para subir a través del colchón.
Sus manos le masajearon el pecho mientras ella se
sentaba a horcajadas en su regazo. El deseo ardía en
sus ojos mientras la miraba en silencio. No protestó.
Letras de Corazón 63
Ella se inclinó sobre él abriendo la boca. Le pasó la
lengua por el pecho. Al instante su cuerpo se tensó.
Gruñó y arqueó su espalda para que su cuerpo
estuviera más cerca de su boca.
Ella lo tomó como una buena señal. Le pasó la
lengua por los pezones y los succiono dentro de su
boca. Deslizó las manos en su pelo con un gemido. —
Señor de las Lunas—, susurró.
Ariel sonrió y liberó su pezón. —¿Quién es él?—
Ral rió entre dientes. —El protector y vigilante de
mi planeta—.
—Dios—.
—Es él el que protege y vela por tu planeta?—
Ella dudó. —Es el Señor de las lunas una persona
de carne y hueso, que respira o una creencia?—
—Una creencia.—
Ella asintió con la cabeza. —Yo tengo a Dios.—
—Haz eso otra vez con tu boca.—
Ella bajó la cabeza para jugar con su pezón en la
boca. Trazó un camino de besos en su pecho para
luego atender al otro pezón. Se echó hacia atrás una
pulgada para soplar aire en la piel mojada. Ella sonrió
mientras sus pezones se arrugaban. Ral se quejó.
Letras de Corazón 64
—Te necesito—.
Ella agarró su gruesa erección en la mano. Estaba
excitada y húmeda. Lo miró a los ojos mientras
ajustaba sus caderas. Gimió mientras se deslizaba hacia
abajo, aceptándolo en su cuerpo. Se sentía muy bien, se
deslizó hasta tenerlo enterrado profundamente dentro
de ella. Ral gruñó bajo.
—Ariel, se siente increíble—.
—Espera.— Se movió sobre él montándolo.
Ral se apoderó de sus caderas, movió la cabeza
hacia atrás. Empujó sus caderas hacia arriba mientras
ella descendía. Se movieron más rápido juntos y el
placer aumentó.
—Tócame—, jadeó. —Estoy muy cerca.—
Él liberó su cadera, de manera que su mano
quedará libre para tocar su clítoris, frotándolo entre los
dedos. Eso fue todo Ariel gritó cuando se corrió duro.
Ral gruñó y echó la cabeza atrás, su cuerpo se sacudió
y pulso profundamente dentro de ella. Ella se dejó caer
sobre su pecho.
Ariel sonrió contra su piel. —Así que... fue tan
bueno como cuando lo haces sobre tus piernas?—
—Mejor—. Rió entre dientes.
Letras de Corazón 65
—Las mujeres Zorn no disfrutan del sexo a menos
que lo hagan de esa manera?—
Le frotó el trasero con las manos. —Su unis sólo
puede ser frotado por nuestro Hais y esa es la posición
que funciona—.
—Hais?—
Él les dio la vuelta para Ariel quedará atrapada
debajo de su cuerpo. Se retiró de ella lentamente y cayó
de rodillas. Agarró su polla, tocando el borde superior
de la misma. —Hais. Lo sientes. Es más duro que la
parte de abajo. —
Le exploró la punta de la polla. Ral tenía una zona
dura en la cabeza de su polla. Ella lo vio temblar
mientras la frotaba con la punta de los dedos. Cerró
los ojos con un gemido.
—Área sensible?—
—Mucho—.
Ella deslizó sus dedos por la parte inferior. —
¿Qué tal aquí?—
—Se siente bien, pero el hais es la zona más
sensible.—
—Dentro de mí lo rozas sin importar la posición
en la que estés— Ella lo liberó y retrocedió.
Letras de Corazón 66
Ral asintió con la cabeza. —Cuando los hombres
Zorn castigan a sus mujeres tienen sexo en una
posición que les impida obtener placer a ellas.—
—No entiendo—.
Él sonrió. —Somos una sociedad dominada por
hombres.—
—Todavía no lo entiendo.—
La tomó en brazos para que se acurrucara junto a
él. —Si una mujer es muy caprichosa y necesita un
recordatorio de que el hombre está a cargo tienen sexo
sin que ella obtenga su placer hasta que se someta a
él.—
—Le hace daño a la mujer?—
—No. Imagínate que hacemos el amor, pero no
permito que te corras. —
—Eso es malo.—
Se echó a reír. —Es una lección. Cuando una
mujer se somete dejamos que se corra. —
Ella le frotó el pecho con los dedos. Ariel amaba
tocarlo. —Eso no funciona conmigo.—
—Encontraré la manera. ¿Qué pasaría si no te
froto el unis? —
—Todavía disfrutaría, pero no tanto. —
Letras de Corazón 67
—¿De qué otra forma te gusta ser amada?—
—¿Ustedes tienen sexo oral?—
Él la miró confundido.
Ella sonrió. —Con tu boca en mi unis o mi boca
en tu hais.—
La mirada confusa desaparecido. Asintió con la
cabeza. —Las mujeres pueden, pero a menos que un
hombre tenga una lengua muy larga, no podemos llegar
a un unis con la boca. Son cerca de seis pulgadas
dentro de una mujer. —
—Eso es una mierda para las mujeres Zorn.—
—Ellas disfrutan de la estimulación con el dedo.—
Su mano recorrió su cuerpo. Se detuvo en la cadera.
—Tu unis es muy accesible.—
Ella asintió.
La levantó, a recostando a Ariel sobre la espalda, y
le sonrió. —Vamos a ver cómo funciona esto.—
Ella dudó. —Primero debo tomar una ducha.—
Se rió entre dientes. —Porque me saborearé en ti?
No me importa. —Se deslizó por ella y le separó los
muslos. —Quiero experimentar contigo.—
Ella extendió más ampliamente sus muslos. —Lo
que quieras.—
Letras de Corazón 68
Ral se movió entre sus muslos estudiando su
cuerpo de cerca. Bajó la cabeza para mirar entre sus
piernas abiertas. Los dedos separando sus labios para
obtener una visión perfecta de su clítoris.
—Hermoso.—
Ariel se echó a reír. —¿Crees que soy bonita allá
abajo?—
Inhaló. —También hueles muy bien.— Su boca
descendió y su lengua le tocó el clítoris. Se lo chupó.
Ariel gimió. Su boca la liberó.
—Bueno?—
—Sí—.
—Sabes deliciosa. Voy a hacer contigo lo que
quiera para ver tu reacción. —
—No puedo esperar—, dijo ella sin aliento.
Ral le lamió y chupó. Él utilizó sus dientes para
raspar suavemente su clítoris. Ariel gimió más fuerte y
agarro en un puño la sábana.—Ral, se siente tan
condenadamente bien.—
Gruñó, vibrando a través de ella. Su boca jugando
con su clítoris sin piedad. No pasó mucho tiempo para
que Ariel gritara su nombre al correrse.
Letras de Corazón 69
Ral levantó la cabeza de entre sus muslos
húmedos. —Quiero hacer esto a menudo.—
—Cuando quieras.— Levantó la cabeza, sonriendo
a él. —Tu turno. Túmbate sobre la espalda. —
Se rió entre dientes mientras se tumbaba sobre su
espalda. Ariel se levantó y se metió entre sus muslos.
Ella miró su erección.
—Dime lo que te gusta.—
—Muéstrame que les gusta a los hombres de tu
planeta.—
Se lamió los labios, se apoderó de él y le pasó la
lengua por encima de la polla. Él gimió suavemente,
apretando las mantas. Los músculos de todo su cuerpo
se tensaron.
—Bien—, gruñó.
Le pasó la lengua por la parte inferior de su eje y
lo lamió hacia arriba. Ella envolvió sus labios alrededor
de su polla y la tomó en su boca. Gimiendo en voz alta,
Ral apretó las sábanas.
—Señor de las Lunas. Se siente tan bien. —
Ariel lo tomó poco a poco más profundo. El cuerpo
de Ral se retorcía poco a poco conforme Ariel se movía
más rápido, lo chupó más duro, y utilizó su lengua para
torturarlo sin piedad. Ral se sacudió. Ariel tragó
Letras de Corazón 70
cuando él se corrió en su boca. Su semen era más
cálido que cualquier otra cosa que había probado antes
y su sabor era dulce como un caramelo. Ella gimió y lo
mantuvo en su boca hasta que expulsó hasta la última
gota. Ral tomó un tembloroso suspiro.
—Me estás matando—.
Ella lo liberó. La mirada aturdida en su rostro la
hizo sonreír. —¿Te gustó?—
Él le tiró encima de él. —Me gusta más tu forma.
Señor de las Lunas, fue increíble. —
—Qué fue diferente?—
—Nuestras mujeres sólo lamen la parte superior.
Ellas no nos toman en la boca. Tu manera es... —Se
estremeció. —Muchísimo mejor.—
Ella se acurrucó junto a Ral. —Tenemos buen
sexo juntos.—
Se echó a reír. —Lo tenemos. Estoy listo para
dormir. ¿Estás lista para dormir? Nosotros no
dormimos muy bien la noche pasada —.
—Ummm. Alguien me lo impidió. —
Ella se acurrucó más cerca de Ral. Ariel cerró los
ojos sintiéndose felizmente saciada envuelta en los
brazos de Ral. Los dos estaban a punto de quedarse
dormido cuando alguien golpeó la puerta.
Letras de Corazón 71
Ral-gruñó mientras movía a Ariel. Agarró la manta
y cubrió su cuerpo por completo desde el cuello hasta
los pies. —Quédate—, le ordenó. Saltó de la cama,
agarró los pantalones y se los puso.
Ariel cogió la manta sobre su cuerpo, sintiendo un
poco de temor. Había más hombres en la puerta
queriendo luchar con Ral por ella? Ral empujó la puerta
y miró a quienquiera que estuviera allí. Ariel no pudo
ver porque el cuerpo de Ral le bloqueaba la vista. Oyó
una suave voz masculina, pero no pudo distinguir las
palabras.
—Estaré allí en cuestión de minutos.— Él cerró la
puerta. —Vístete, Ariel. Tenemos que irnos rápido. —
Ella se alarmó, pero salió de la cama para vestirse
rápidamente. Ral le ayudó con su cinturón. Ella lo miró.
—¿Qué está mal?—
—Tenemos que ir a una reunión. Es muy
importante. Uno de mis pack oyó algo que necesita
compartir —
—¿Qué significa pack? No entiendo el término. —
—Significa fiel a mí y a mi familia. Personas
dignas de confianza que no me traicionaran. Se han
ganado mi confianza y la de mi familia. Es un lazo de
amistad profundo. ¿Entiendes? —
—Sí—.
Letras de Corazón 72
Ral se apoderó de su rostro y la miró. —¿Estas
enamorada de mí, Ariel?—
Ella lo miró fijamente. Sabía lo que le estaba
pidiendo, incluso si sus palabras no fueron exactamente
así. Quería saber si sentía algo por él. Ella asintió. No
estaba segura de cómo había sucedido, pero ella lo
amaba. Había matado por protegerla y conservarla. Le
hizo reír. Hizo el amor con ella. Cómo no iba a amarlo?
—Te amo—.
—¿Puedo confiar en ti?—
Ella asintió, sin apartar la mirada de sus ojos. —
Sí—.
—No tenía ninguna duda pero tenía que
preguntar. Vámonos. Esto es muy importante. —
Abrió la puerta y la tomó de la mano. Caminaba
tan rápido que Ariel tuvo que correr para mantenerse
al lado de él o corría el riesgo de ser arrastrada.
Terminaron en un cuarto de dormir muy similar al que
compartía con Ral. La habitación estaba llena de
hombres. Ral puso a Ariel delante de él, sus brazos
rodeándola posesivamente. La puerta se cerró detrás de
ellos.
—Que fue lo que escuchaste que nos puede
ayudar?— Ral bajo la voz.
Letras de Corazón 73
Un hombre se levantó. Él le asintió a Ral y sus
ojos se dirigieron hacia Ariel. —Podemos confiar en
ella?—
—Está ligada a mí—, gruñó Ral. Su voz sonaba
enojada. —No insultes a mi mujer.—
El hombre palideció. —No quise insultar a tu
mujer.— Bajó la mirada.
—Habla—, suspiró Ral.
El hombre asintió, mirando hacia arriba otra vez
directamente a los ojos de Ral. —Están preparando
una de las naves grandes. Hay un planeta grande que
van a visitar para obtener más mano de obra. Su plan
es que la nave sea el hogar de ellos hasta que cavemos
lo suficiente para meterlos aquí con nosotros—.
Ral sonrió. —¿Cuándo?—
El hombre le devolvió la sonrisa. —Se van mañana
por la mañana en el primer turno. Es perfecto. Están
conspirando para raptar a unos cuantos cientos de
trabajadores—.
La sonrisa de Ral se desvaneció. Miró a los
hombres a su alrededor. —Nuestro tiempo ha llegado.
Esto es todo. Hagan todos los arreglos necesarios y
háganlos rápido. No les digan a los otros lo que va a
suceder. Vamos a sorprenderlos. Todos ustedes saben
lo que tienen que hacer. Nos levantaremos dos horas
Letras de Corazón 74
antes del primer turno para prepararnos. —volvió su
mirada hacia el hombre. —Está todo en orden?—
—Sí—.
Ral se rió entre dientes. —Estamos muy cerca—.
Los hombres estaban todos sonriendo. Ariel miró a
cada uno de ellos. ¿Por qué estaban tan entusiasmados
con los nuevos prisioneros. Tal vez tenían la esperanza
de que la mayoría de los prisioneros fueran mujeres.
Tal vez se sentían solos y querían caras nuevas.
Regresaron en silencio hasta su habitación. Ral cerró la
puerta.
—Desvístete.— El hambre ardía en sus ojos.
Se desnudó. Ral la agarró y la acomodó contra su
cuerpo. Sus miradas se encontraron. Estaban casi
nariz con nariz.
—Si lo hacemos de pie lo disfrutarás?—
—Sí—.
Él le gruñó suavemente. Ariel enredo sus piernas
alrededor de las caderas de Ral y sus brazos alrededor
de su cuello. Ral entró en ella en un santiamén. A Ariel
le encantaba la sensación de él en su interior
colmándola. Se movió, la agarró por el culo y empujó
arriba y abajo meciéndose. Ariel escondió la cara en su
hombro gimiendo en voz alta. No estaba segura de lo
Letras de Corazón 75
que había sacado la vena salvaje en Ral, pero lo estaba
disfrutando.
—Señor de las Lunas—, susurró después de
correrse y de que Ral estallara dentro de ella lo
suficiente fuerte como para que ella lo sintiera.
Ral se rió entre dientes. —Exactamente. Señor de
las Lunas eso fue bueno. —
Salió de su cuerpo y la bajó al suelo. Le dio un
beso antes de alejarse. —Tenemos que dormir.—
Ariel asintió y se metió en la cama. Ella alzó las
mantas para Ral. —Métete—
Sonrió y la atrajo a su cuerpo hasta que la cabeza
de Ariel descansó sobre su pecho. —Yo enamorado de
ti, Ariel.—
Ella se rió de su pronunciación. —Yo también
estoy enamorada de ti, Ral—.
—Estoy enamorado de ti. Mejor? —Él le frotó la
espalda con los dedos.
—Perfecto—, dijo con sinceridad. La alegría
rompió través de ella. Ral la amaba.
Letras de Corazón 76
CAPÍTULO 5
—Despierta—.
Ariel abrió los ojos. —Maldita sea que temprano te
levantas. Dormimos mucho? ¿Cómo sabes qué hora es?
—
—Lo he oído. Tenemos patrullas en el pasillo nos
dicen la hora. Mi oído es agudo. Vístete rápido.
Tenemos que darnos prisa. Tenemos mucho que hacer.
—
Se vistió mientras Ral se ponía una camisa. Ella lo
observó. —Llevas camisa hoy?—
—¿Dónde vamos hoy es más frío que en las minas
—.
Letras de Corazón 77
—De acuerdo—.
Ral agarró la manta de la cama. Ariel vio como
volcaba toda la ropa que tenía apilada en el suelo
dentro de la manta. Algo estaba definitivamente mal con
Ral, pero no le decía lo que estaba pasando. Levantó la
bolsa de ropa, se la echó al hombro y abrió la puerta.
Le tomó la mano.
—Quédate a mi lado. No importa lo que pase,
quédate conmigo. Estas ligada a mí. Y yo a ti.
Permaneceremos juntos —.
—De acuerdo. No saldré de tu vista y me quedaré
muy cerca de ti en todo momento. —
—Perfecto.—
La llevó al baño. Ral les ordeno a los cuatro
hombres que se encontraban dentro que salieran para
que ella pudiera tener privacidad. Cuando terminó, Ral
se acercó a utilizar el baño. Tres hombres lo siguieron
dentro, por lo que Ral la atrajo hacia su cuerpo y
sacudió la cabeza para que no mirara. Ella volvió los
ojos, pero mantuvo su mirada en Ral. No quería ver a
los tres hombres orinar.
Le dio privacidad a Ral, sin salir de su vista. Se
lavaron antes de salir del baño. Ral se la llevó al
comedor.
Letras de Corazón 78
—Come rápido.— Él le entregó los platos con
comida y las tazas con agua. Miró alrededor. Estaba
lleno, a diferencia de la mañana anterior. La habitación
estaba inusualmente tranquila. Ral se sentó en el
banquillo al final de la mesa, extendiendo sus muslos
anchos. Se movió en el banquillo para dar lugar a que
Ariel se sentara.
Sin que él tuviera que decirle, Ariel se deslizó
sobre su regazo. Comían rápidamente. Ral hizo un
gesto a los hombres a su alrededor. Ella levantó la
vista. La gente de Ral estaba tensa. Casi podía sentirse
en el aire. Se preguntó qué demonios estaba pasando.
Ella miró a Ral. Él la miró y sonrió.
—Ral?—
—Confía en mí y pregunta después—.
Cerró la boca y asintió con la cabeza. Ral quería
que estuvieran en movimiento. Salieron del comedor.
Sin embargo no se dirigieron hacia la mina. Agarró la
manta sobre el hombro, tomó su mano y se dirigió
hacia las puertas marcadas con palabras que no sabía
leer. Las marcas en forma de rasguños parecían
moverse. Apretó la mano en que sostenía la de ella e
hizo una pausa para mirarla.
—Quédate conmigo. Si algo sale mal, tendremos
que correr. Corre conmigo. Prométemelo, Ariel. No voy
a perderte y moriré si te separan de mí, porque voy a
Letras de Corazón 79
luchar para mantenerte sin importar las probabilidades.
—
El miedo la golpeó. ¿Qué demonios estaba
pasando? Ral abrió la puerta que daba a un pasillo
pequeño. Ral la tiró hacia delante y casi corrió por el
pasillo. Terminó en una de esas cosas con forma de
plataforma elevadora con las paredes de piedra en
bruto. Ral se subió tirando de ella en sus brazos.
—No toque las paredes.—
—No lo haré.— Se estremeció. —Sería como
tocar un rallador de queso eléctrico por la velocidad a
la que estas cosas se mueven arriba y abajo.—
—Un rallador de queso?—
—No importa. Estaba hablando conmigo misma.
—
La plataforma se detuvo. Ral, olió el aire mientras
la empujaba hacia adelante. Bajaron corriendo las salas
hasta que llegaron a otra puerta grande. Se parecía a la
puerta que había atravesado con Yoz el día en que la
llevaron a la mina. La puerta se agitó antes de abrirse.
Ariel estaba un poco sorprendida de ver a uno de los
hombres Ral ante ellos.
—Estamos listos. Te seguimos. —
Letras de Corazón 80
Ral asintió y se fue sin previo aviso. Apretó la
mano sobre Ariel mientras la ponía detrás de él.
Corrieron a través de la gran sala a otra puerta
grande. Ral se detuvo y miró hacia atrás. Ariel miró
por encima del hombro para ver a decenas de Zorn
entrar en la gran sala con más Zorn sobre sus talones.
La sala se llenó de Zorn.
El hombre que permitía la entrada en el cuarto,
finalmente cerró la puerta. Tenía que haber más de cien
Zorn en la habitación con algunas otras especies que
no había visto antes. Los otros no Zorn parecían tan
confundidos como ella. Sólo había un puñado de ellos,
todas mujeres.
—Vamos a hacer esto.— Ral asintió con la cabeza.
Las puertas se abrieron. Ariel giró para ver lo
había en la habitación a la que se dirigían. Se quedó
sin aliento al observar la nave más grande que había
visto estacionada en lo que parecía ser el espacio
abierto. Entonces vio la cúpula de cristal apenas
perceptible con el espacio profundo como fondo.
Había más hombres Zorn por la nave. Todos se
agitaron. Como una estampida, los Zorn comenzaron a
correr. Ral apretó su mano y tiró de ella más cerca de
su cuerpo. Corrieron juntos hacia la nave.
Era una nave espacial. Ella lo entendía. Se
preguntó acerca de lo que iba a suceder. La
Letras de Corazón 81
comprensión la golpeó conforme se fueron acercando a
la nave. Estaban tratando de escapar. La sorpresa la
golpeo a medida que corrían por la rampa y el vientre
de la nave.
Parecía un amplio espacio de carga. Más Zorn
esperaban dentro. Ral se mantenía en movimiento,
tirando de Ariel, mientras corrían a través del área de
carga hacia un pasillo de metal.
—Por aquí, Argis Ral—, gritó un hombre. —Nos
estamos preparando para el vuelo.—
Ral ni siquiera perdía el aliento mientras corrían.
—¿Has dañado los otros barcos?—
—Sí—, gruñó el otro Zorn que corría junto a
ellos. —No van a ser capaces de seguirnos. No por
mucho tiempo. —
Jadeando, y con un dolor en el costado, Ariel
comenzó a disminuir el paso. Ral gruñó. Se detuvo y
giró, empujando la manta y la ropa al otro hombre le
soltó la mano a Ariel y en un instante la levantó por la
mitad. Sus caderas golpearon duro el hombro Ral. Él
se dio la vuelta y echó a correr otra vez mientras la
sostenía con fuerza contra su cuerpo.
Terminaron en un elevador. Ral se quedó con el
otro hombre Zorn conforme el ascensor ascendía. Ariel
Letras de Corazón 82
se quitó el pelo de la cara para mirar al hombre Zorn
de pie a pocos metros de ella y Ral.
—El barco está lleno—. El Zorn se tocó la oreja.
Ariel vio un dispositivo de metal en la oreja del hombre.
—Ellos están asegurando las puertas de carga.
Estamos listos. —
—Salgamos de aquí—, gruñó Ral. —No me
esperes a llegar al centro de mando—.
—Despegue—, ordenó el Zorn. —Argis Ral ha
ordenado el despegue.—
Los motores de la nave no sonaban fuerte, pero
aún así Ariel los oía por la vibración. La puerta del
ascensor se abrió cuando se detuvo. Ral se trasladó
rápidamente a la habitación. Se inclinó para depositar a
Ariel en sus pies con suavidad. Él la cogió del brazo y
la hizo girar.
Ariel se quedó con los ojos abiertos por el
asombro al ver la gran ventana. La habitación era una
especie de centro de control. Cinco Zorn se
encontraban en los controles. Ral se movió al asiento
largo llevando a Ariel con él. Se sentó, tirando de ella
en su regazo. Envolvió su brazo alrededor de la cintura
de Ariel para asegurar que no se pudiera mover.
—Informe—, ordenó Ral.
Letras de Corazón 83
—Se activó la alarma cuando la nave se encendió,
pero hemos reemplazado sus sistemas.— El hombre
detrás de ellos gruñó. —La cúpula se está retrayendo.
Cuarenta segundos para el despegue. —
Ral gruñó. —Más rápido, maldita sea.—
—Eso es lo más rápido que podemos ir. La cúpula
se ha comenzado a abrir. No pueden llegar a la nave.
Los sellos de presión se rompieron. Serían absorbidos
por el muelle, incluso si pudieran pasar por alto las
medidas de seguridad. —
Ral asintió con la cabeza. —¿Qué pasa con sus
defensas?—
—Están destruidas.— El hombre sentado en una
silla a su derecha rio. —Nosotros las volamos cuando
dio la orden de despegar. Esos hijos de puta azules
están ocupados en este momento lidiando con los
incendios que provocamos. Vamos a ser claros. No nos
pueden detener—.
Ral asintió con la cabeza. Los ojos de Ariel volaron
hacia su mirada. Él no la miró. Parecía triste mientras
miraba por la ventana.—Hasta no estar libres y
tranquilos no me sentiré demasiado confiado, Avi. Viz,
tienes acceso a su sistema de navegación? ¿Sabemos
dónde estamos y cómo llegar a casa? —
Letras de Corazón 84
—Sí, Argis Ral. Estamos a tres semanas de casa a
plena capacidad. —
Ral cerró los ojos y sonrió. —Casa—. Sus ojos se
abrieron de golpe. —tiempo?—
—Diez segundos. Estamos listos. Alertaré al
pueblo para que espere. —
Ral apretó a Ariel con más fuerza contra su
cuerpo. —Espera, Ariel. Este barco tiene motores
fuertes y no tendremos una salida fácil. Queremos
causar daño cuando nos vayamos. Quemar su muelle de
embarque. —
Ella le echó los brazos alrededor del cuello para
aferrarse con más fuerza a él. Los motores de la nave
vibraron más fuerte cuando la nave salió disparada
hacia adelante en el espacio. Su cuerpo fue lanzado
hacia Ral. Él la sostuvo con más fuerza. Volvió la
cabeza para mirar como la nave volaba en el espacio.
—Ellos tienen un arma que no exploto—, espetó
un hombre. —Maniobras evasivas—.
Ral gruñó. —¿Podemos evitar ser golpeados?—
El hombre se rió. —No hay problema. Estaremos
fuera de alcance dentro de tres, dos, uno, ahora.
Somos libres—.
Letras de Corazón 85
Ral se echó a reír. Él cargo a Ariel en sus brazos
mientras se levantaba. Él le sonrió. —Somos libres, mi
Ariel.—
La sorpresa golpeó a Ariel. Ella miró a Ral. Le
guiñó un ojo. —Abran las comunicaciones completas de
la nave.— Él sentó suavemente a Ariel en el asiento
que había dejado vacante.
Ariel se fue recuperando del golpe. Habían
escapado de la Anzons. Sin siquiera saberlo. Por eso la
reunión de la noche anterior. El Zorn no se había
entusiasmado con los nuevos prisioneros. Sino que
había estado entusiasmado con el hecho de tener una
gran nave lista para usarla en el escape. El dolor se
apoderó de Ariel. ¿Por qué Ral no le dijo? No confiaba
en ella?
—Este es Argis Ral—, gruñó Ral. —Somos
libres. En tres semanas estaremos regresando a casa.
Veremos Zorn otra vez. —
Los hombres echaron hacia atrás la cabeza y
gritaron en voz alta. Ariel se estremeció. Ral le sonrió
ampliamente. Él se pasó la mano por la garganta. El
hombre de la izquierda asintió.
—Las comunicaciones están apagadas, Argis Ral—
.
Letras de Corazón 86
Ral miró a uno de sus hombres. —Alguna
persecución?—
—No, Argis Ral. Los dañamos demasiado bien. —
Ral asintió. —Estate atento. No quiero sorpresas.
—
—Sí, Argis Ral—.
Ral se volvió para mirar a la ventana que daba
espacio. Cruzó los brazos sobre su pecho musculoso.
La satisfacción en su rostro era evidente.
Ariel se trago. —Ral?—
Él le sonrió. —¿Sí?—
—¿Me llevaras a casa?—
Él asintió. Se acercó y agachó frente a ella. Sus
manos se apoderaron de su rostro con suavidad.—
Estamos ligados. Serás muy bien recibida en mi planeta
—.
—Me refiero a la Tierra—, susurró.
La sonrisa de Ral murió. —Estamos ligados, Ariel.
No sabemos dónde está tu mundo o incluso en dónde
buscar. Lo siento. Mi casa es ahora tu hogar. —
Ella asintió se sentía un poco entumecida. ¿Qué
otra cosa podía hacer? Ral le sonrió y la liberó para
Letras de Corazón 87
que se pusiera de pie. Se dirigió hacia una de las
estaciones y habló en voz baja a uno de sus hombres.
Ariel se sentó en la silla que le habían puesto y se
limitó a observar a Ral. La llevaba a su planeta. No iba
a regresar jamás a la Tierra. El dolor y el enojo la
llenaron cuando se dio cuenta de que los hombres de
Ral tenían acceso al sistema de navegación Anzons para
encontrar su mundo, pero que ni siquiera lo iban a
buscar. Cerró los ojos y luchó contra las lágrimas que
queman detrás de sus párpados.
Finalmente abrió los ojos y miró hacia el espacio
cuando tuvo sus emociones bajo control. De vez en
cuando volvía la cabeza para ver a Ral. Parecía
emocionado mientras se movía por la habitación de una
estación a otra. Finalmente, se dirigió hacia ella y le
tendió la mano. Habían pasado horas.
—No estamos siendo perseguidos. No tienen nada
más rápido que nuestra nave y hemos estado atentos a
ellos. Hicimos una escapada perfecta. He memorizado el
plano de la nave. Vamos a los dormitorios del líder. —
—Está bien.— Dejó que él la levantara.
Ral recuperó la sabana con la ropa en la puerta.
Se fueron del cuarto de control y caminaron por un
pasillo. Ral se detuvo en una puerta y la abrió. No
estaba cerrada con llave. Ral entró primero y dejó caer
Letras de Corazón 88
su ropa. Las luces se prendieron de forma automática.
Ariel miró el cuarto.
—Bonito—. La habitación era enorme y parecía
equipada con todas las comodidades de los Anzons.
—Nos metieron en las habitaciones de roca con
alfombras gruesas.— Ral parecía enojado. —Sin
embargo, vivían con lujo.—
Ariel miró la habitación de nuevo. Tenía una sala
de estar con cómodos sillones y luego había una zona
de dormitorio con una cama grande. En una de las
paredes había una ventana. Era hermoso. Cuando se
acostara en la cama tendría la vista del espacio para
disfrutar. Ral la alcanzo, y la envolvió entre sus brazos.
—Amarás Zorn.—
Cerró los ojos. —Podrías encontrar la Tierra si
quisieras.—
—No puedo permitir que regreses a la Tierra.—
—No entiendo—.
Él la apretó con más fuerza. —Yo podría
encontrar tu planeta, pero no puedo dejarte de lado
ahora Ariel. Estoy enamorado de ti. Tú lo eres todo
para mí. Estamos ligados —.
—¿Qué significa eso? ligados? —
Letras de Corazón 89
—Significa que te he tomado como mía. Significa
que estaremos juntos hasta la muerte. Dedicare mi vida
a la tuya. —
—¿Quieres decir que estamos casados?—
—Casados?—
—Eso significa comprometidos el uno con el otro
hasta la muerte.—
—Sí. Entonces eso es lo que significa. Estas
ligada mí, Ariel. Nunca te arrepentirás. —
—¿Qué es Argis?—
—Mi título real.—
—Y Ral?—
—Mi nombre—.
—¿Debo llamarte Argis Ral ahora como todo el
mundo?—
Él sonrió. —Estas ligada a mí. No es necesario
que me llames por mi título. Nunca. Cuando fuimos
capturados y llevados, ordené a mi gente a abandonar
el título para proteger mi identidad. Yo era sólo un
Zorn de muchos. —
—Si los Anzons te capturaron una vez, podrían
regresar a tu planeta para llevarte otra vez?—
Letras de Corazón 90
—No. No nos capturaron de nuestro planeta. Nos
capturaron en otro que estábamos visitando. Era
nuestro planeta caza. Los Anzons cometieron muchos
errores con nosotros. Pensaban que no éramos lo
suficientemente inteligentes como para hacer frente a la
tecnología y que no éramos dignos de ver, incluso de
cerca. Les permitimos que pensaran eso. Funcionó para
tener una buena oportunidad de escapar. —
—¿Qué es un planeta caza?—
—Mi raza vacaciona en nuestro planeta caza. Es
un planeta primitivo sin civilización. La nave que nos
llevó nos dejó por una semana. Los Anzons pensaron
que éramos una especie muy primitiva, sin tecnología,
porque no la permitimos por razones de caza. Ya que
podría arruinar las vacaciones si la tecnología nos
permite envenenar el planeta y a los animales que
cazamos por deporte. Ahora los Anzons están
aprendiendo seriamente cómo nos subestimaron. —Él
se rió entre dientes.
—Así que no pueden venir detrás de nosotros a
Zorn?—
Los increíbles ojos azules de Ral se veían
divertidos. —No. Tenemos naves mucho mejores que
esta y un sistema de defensa que no les permitiría
llegar cerca de nuestro planeta. Sólo nos capturaron
porque estábamos en nuestro planeta caza. Cuando
Letras de Corazón 91
vuelva a casa voy a tomar las medidas necesarias para
defender el planeta caza para que lo que nos sucedió
nunca vuelve a ocurrir. —
Letras de Corazón 92
CAPÍTULO 6
Ariel estaba nerviosa. Se sentó entre los muslos de
Ral mirando el planeta al que se acercaban. Zorn no
era un planeta azul y blanco. Era de tonos rojos y tenía
tres grandes lunas rodeándolo.
Ral asintió con la cabeza a uno de sus hombres.
—Abre comunicaciones—.
—Sí, Argis Ral—.
—Este es Argis Ral—, gruñó. —Hemos vuelto a
casa. Alerta a Hyvin Berrr —.
Un hombre gruñó en respuesta. —Argis Ral?
Confirme su identidad. —
Letras de Corazón 93
Ral emitió algunos gruñidos. El traductor no le dio
a Ariel una traducción.
—Bienvenido a casa, Argis Ral.— El hombre
sonaba feliz. —Su padre estará muy contento. Lo
hemos buscado y a nuestra gente, pero sin éxito. —
—Hemos escapado de nuestros captores.— Ral
abrazó a Ariel. —Vamos a necesitar transporte.—
—Inmediatamente, Argis Ral—, dijo el hombre.
Ellos pusieron la nave en órbita sobre el planeta y
Ariel no pudo dejar de ver Zorn. Se veía tan diferente
de la Tierra-no es que ella hubiera visto realmente la
Tierra desde el espacio, sólo en películas y fotos. Zorn
era definitivamente diferente. El planeta se veía más
grande que cualquier fotografía de la Tierra. Ella tragó.
—¿Estás bien, Ariel?— Ral gruñó suavemente en
su oído.
—Sí. Sólo estoy nerviosa. ¿Cómo es? —
Se rió y la abrazó con fuerza. —Te va a gustar.
Es hermoso. —
Eso fue todo lo que alguna vez le dijo de su
planeta. En las últimas tres semanas, mientras que
viajaban a Zorn Ral había estado ocupado. Él la había
dejado prácticamente sola en el cuarto del líder, pero
llegaba en la noche para hacer el amor y dormir. Había
Letras de Corazón 94
evitado todas sus preguntas y la estaba empezando a
preocupar. El qué sólo dijera que su planeta era
hermoso no la aliviaba mucho. Ral la levantó y la llevó a
las entrañas de la nave con la mano en la suya. Vio a la
mayoría de su pueblo reunido allí. Se veían
inusualmente felices y emocionados, de pie en grupos.
Ral les sonrió y asintió mientras atraía a Ariel.
—Estamos en casa. Ha pasado mucho tiempo
desde que han visto a sus familias y amigos—.
Ariel también perdió su hogar y su familia, pero de
todas formas le sonrió. Ral era su mundo ahora. Ir a
casa significaba que tendría que dejarlo. Después de
casi un mes que habían pasado juntos no podía
imaginar la vida sin él.
—Ellos han enviado naves de transporte para
llevarnos al planeta. Esta nave es demasiado grande
para los muelles de embarque de nuestro planeta. —
Miró alrededor de la nave. —¿Qué pasará con
ella?—
Sonrió. —La conservaremos. Ellos nos capturaron.
Nosotros tomamos su nave. —
Un fuerte ruido asustó Ariel. Ral se rió entre
dientes. —Nuestro transporte se está acoplando.—
Hizo un gesto con la cabeza hacia la esquina. —Vamos
Letras de Corazón 95
a ir primero. Mi padre y mis hermanos van a estar muy
ansiosos por verme. —
Se aferró fuertemente a su mano, mirándolo a la
cara. —¿Cómo se sentirán acerca de mí?—
—Estamos ligados. Tendrán que aceptarlo —.
—Tu padre puede desligarnos? Dijiste que era el
líder de tu mundo. —
Ral frunció el ceño. —No lo hará.—
El terror invadió a Ariel. Ral no dijo que el
hombre no pudiera desligarlos. Había dicho que no lo
haría lo que implicaba que era posible. ¿Qué pasaba si
su padre quería a Ariel fuera de la vida de Ral? ¿Qué
sería de ella?
Las puertas se abrieron para ellos y grandes
hombres Zorn vestidos con uniformes negros entraron.
Ral sonrió. Él caminó hacia delante, arrastrando a
Ariel detrás de él mientras cerraba el espacio entre él y
los recién llegados.
—Argernon.— Rió Ral. —Has venido hasta aquí
para verme.— Ral libero a Ariel para dar al hombre un
abrazo de oso.
Ariel vio el parecido entre los dos hombres.
Argernon mantuvo la sonrisa mientras liberaba a Ral.
Letras de Corazón 96
—Te ves bien hermano. Teníamos miedo de que
hubieras muerto. —
Ral se echó a reír. —Soy demasiado malo para
morir.— Ral se volteo, buscando a Ariel. Él la atrajo
hacia adelante.
Ariel se quedó mirando al gran Zorn. Ella vio
como se le abrían los ojos al devolverle la mirada. Su
boca se abrió, pero de inmediato la se cerró de golpe.
Sus ojos fueron hacia Ral.
—Huele fuertemente a ti.—
—Esta es Ariel. Estoy ligado a ella. —
El horror transformó las facciones de Argernon.
—Estas ligado al enemigo?—
Ral gruñó. —Ella no es el enemigo.—
—Ella es una de tus captores—.
—No. Ella fue capturada de su mundo, así como
nosotros. —
Argernon todavía se veía enojado. —Es de otro
mundo. No te puedes enlazar a una de otro mundo.
Padre no lo permitirá. —
Ral gruñó ferozmente. —Ya está hecho. Ella es
mía. Estamos ligados—.
Letras de Corazón 97
Argernon dio un paso atrás. Él alzó las manos. —
Bueno se lo dejó a Padre.— Sus ojos se dirigieron a
Ariel. —Ella es muy pequeña y pálida—.
—Ella es mía.— Gruñó Ral a su hermano. —
Nadie la alejara de mí.—
Argernon parecía preocupado y un poco enojado.
—¿Es sexualmente compatible? ¿Puede llevar a tus
hijos? —
Ral vaciló. —No sé, ni me importa. Ella es mía—.
Argernon suspiró profundamente. —Vámonos.
Padre tiene un fuerte deseo de verte rápidamente. —
Sus ojos se volvieron a Ariel.—Puede ella
entendernos?—
—Sí—. Ral centraba su atención en Ariel. —Habla
a mi hermano para que vea si los traductores Zorn
trabajar con tu idioma.—
Ariel trago. —Hola, Argernon. Es un placer
conocerte. —
Argernon frunció el ceño. Sus ojos se dirigieron a
Ral. Él negó con la cabeza. —No puedo entenderle.
Ella habla en voz baja. Ella no habla como nosotros. —
Ral frunció el ceño irritado. —Vamos a tener que
poner a alguien en esto. Los traductores que pusieron
Letras de Corazón 98
en nosotros funcionan. Vamos a tener que modificar
nuestros traductores Zorn para su lengua. —
—Esto no es aceptable—, gruñó Argernon. —
Trajiste a una mujer a casa que ni siquiera puede
hablar o entendernos.—
Ariel miró a Ral. —Yo le entiendo.—
Ral asintió con la cabeza. —Bueno—.
—¿Qué te dijo?— Parecía Argernon sombrío.
—Se puede entender perfectamente. Vamos. Ponte
en contacto con alguien y hazlo trabajar en esto
inmediatamente. Quiero que mi mujer sea capaz de
hablar para que todos puedan entenderla y no sólo la
Zorn en esta nave. —
Argernon parecía furioso. Sus ojos azules
brillantes se dirigieron a Ariel por un segundo, podía
sentir su mirada directa haciéndola sentir incómodo. Él
hizo un gesto con los ojos a su hermano. Asintió antes
de que el hombre se diera la vuelta y atravesara la
puerta por la que había venido.
El transporte era del tamaño de un autobús de la
Tierra. Ral puso a Ariel sobre su regazo para que los
Zorn llenaran los asientos. Las puertas se cerraron y
volaron hacia el planeta. Ral la abrazó con fuerza
sujetándola. Cuando chocaron contra la atmósfera el
transportador se sacudió, fue un viaje difícil. Ral se rió
Letras de Corazón 99
de su miedo y la abrazo con más fuerza, acariciando su
mejilla con la suya, le susurró al oído malo. En voz
baja- ella gruño.
Ella no le recuerdo que no le podía entender, ella
sabía la esencia de lo que había dicho. Él le estaba
asegurando que era seguro. El transporte no tenía
ventanas por lo que no llegó a ver nada. Ral la soltó
del asiento y le cogió la mano para llevarla fuera.
Ella supo inmediatamente quién era el padre y
hermanos de Ral. El padre de Ral se parecía tanto a él
que no necesitaba una presentación para conocer su
identidad. Los cuatro hombres más jóvenes que
rodeaban a su padre compartían un fuerte parecido
familiar. Ral mantuvo el agarre en su mano hasta llegar
frente a su padre. Ral soltó la mano de Ariel para
agarrar al hombre mayor en un abrazo de oso.
Ariel no se movió ni un centímetro mientras
observaba a Ral abrazando a cada uno de los miembros
de su familia. Los hombres parecían muy contentos de
tenerlo de vuelta. Uno de los hermanos de Ral dirigió
su atención a Ariel. Frunció el ceño y sus ojos se
volvieron hacia Ral.
—¿Qué es?—
Ral se echó hacia atrás de los brazos de su
hermano. Se volvió, sonriente, y llegó a Ariel. —Esta es
Ariel. Estoy ligado a ella. —
Fin
Letras de Corazón 196