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Letras de Corazón

Ral´s Woman

Laurann Dohner
Letras de Corazón 2
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A R G UM E N T O
Ariel no sabía que existían seres de otros planetas
hasta que fue se secuestrada y llevada desde la Tierra
alo que parecía ser una nave. Cuando los Anzons
declaran que la raza de los terrícolas son inútiles ella
se entera de su destino, ser el premio para el ganador
de una pelea brutal entre los grandes y musculosos
hombres de otro planeta.

Ral es un guerrero Zorn. También ha sido


secuestrado por los Anzons, junto con su tripulación.
Forzados a la esclavitud, tienen una cosa en mente la
liberación de su pueblo. Es decir, hasta que ve a la
pequeña mujer humana y el estará dispuesto a
luchar para ganarla. No sólo quiere su cuerpo también
quiere su corazón para siempre.

En las manos de ese ser de otro planeta ,Ariel


está a punto de descubrir lo agradable que puede ser
su cautiverio.

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CAPÍTULO 1
Ariel miró hacia abajo. Había aprendido a no
levantar la mirada. La mejilla izquierda todavía le dolía
por los golpes que había recibido. Ella sabía que la
ayuda nunca llegaría. Todavía se encontraba en un
profundo estado de shock, por lo que con el pasar de
las horas se le hacía más difícil. Su vida había
terminado, cambiada para siempre, estaba segura que la
muerte vendría a saludarla muy pronto. Esto no podía
estar sucediendo. ¿Cuántas veces le había pasado por
la cabeza ese pensamiento desde el día en que había
sido secuestrada?
Su mirada se desvió por todo el suelo de la cueva.
Alguien había barrido cuidadosamente la suciedad y los
escombros hasta dejarlo casi limpio. Había luces en el
techo por lo que la habitación estaba bien iluminada.

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Oyó pisadas acercándose y el miedo se apodero de
ella. ¿Y ahora qué? La idea surgió un momento antes
de que uno de los hombres que la había llevado a la
habitación entrara en la sala.
— Inútil — dijo en voz baja.
Ella levantó la mirada. Ese hombre no era
humano. El shock de saber que no era humano no se
había desvanecido todavía. Días atrás, si le hubieran
dicho que existían otras razas se habría reído y le
habría dicho que de que película lo había sacado. Ya no
era gracioso.
Su mirada recorrió al hombre de piel azulada.
Sus ojos eran amarillos. Era como una serpiente y su
voz era tenue de una manera espeluznante, enviando
escalofríos por su columna.
— ¿Me has oído, terrícola? Eres inútil.
Ella asintió, no hablaría. Sabía que si lo miraba
mucho tiempo o si hablaba, recibiría un nuevo golpe en
la cara. Ellos eran Anzons. Eso fue lo que le dijeron
cuando la atraparon en los bosques cerca de su casa.
Los días que había pasado cautiva se sentían una
eternidad para ella.

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Escucho otra serie de pasos. Levantó la vista. Las
hembras de su especie tenían los mismos ojos
misteriosos de color amarillo y el tono azulado de la
piel. Tenían pechos y parecía que solo les crecía el
cabello en una franja de la parte superior de la cabeza
a la parte inferior de su cuello, su estructura corporal
no era tan distinta. Todos ellos eran delgados y largos.
— Se ha confirmado — susurró la mujer. — Ella
no es capaz de reproducirse con nuestros hombres.
Los humanos no son la respuesta que buscamos.
— Podríamos darles algún alivio a nuestros
machos con ella. No es horrible a la vista y su forma es
bastante similar a la nuestra.
La mujer susurró en voz alta. — El examen físico
que le hice mientras estaba inconsciente dice lo
contrario. Ella moriría.
— Es inútil de todos modos.
La mujer frunció el ceño. — ¿Dónde está tu
compasión, Yoz? Sería una tortura para ella. La cáscara
dura en la punta de tu sexo la desgarraría por dentro.
Se desangraría y el dolor sería — La mujer se

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estremeció. — No se lo desearía incluso a un enemigo.
No estamos en guerra con su mundo.
— Va a morir de todas formas y siento curiosidad.
— Yoz — susurró la mujer. — No lo permitiré.
Tengo otro propósito para ella.
— Necesitamos un trabajador?
— No. Pensé que podíamos premiar a uno de los
mineros con ella. Es probable que no sean compatibles
para reproducirse, pero sexualmente no sería
perjudicial entregarla a uno de ellos.
Yoz siseó. — Vhal, eso es asqueroso. Eso es
crueldad. Son tan horribles.
— Pero ellos no la mataran y tienen el pelo como
el de ella.
El hombre soltó un bufido. Ariel sintió sus ojos en
ella. — Ella tiene poco pelo en el cuerpo. Ellos tienen
más pelo. También son mucho más grandes. La textura
de su piel se ve igual, aunque...
— Ya he hablado de esto con Mon y estuvo de
acuerdo. Está hecho. Llévala a las minas ahora. Mon le
espera.

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El miedo golpeó a Ariel profundamente. Sacudió su
cabeza y fijó los ojos en la mujer. — ¿Qué está
pasando? Por favor, dígame algo. Por favor.
El hombre silbó furiosamente a Ariel. La mujer-
Vhal- la agarró del brazo y sacudió la cabeza. Su cara
estaba llena de compasión cuando la entregó al hombre.
Vhal caminó delante, Ariel parpadeó un par de veces,
una lengua como de lagarto atravesó sus delgados
labios azules. Ella miró a Ariel.
— Fuiste capturada en tu planeta cuando pasamos
por él. Nuestros machos superan en número a
nuestras hembras dieciocho a uno. Por lo que estamos
frente a una eventual extinción si no encontramos una
raza de hembras para reproducirse con nuestros
machos. Nuestros cuerpos femeninos sólo soportan una
o dos fecundaciones en nuestras vidas. Ponemos los
huevos y luego los jóvenes salen del cascarón. Sólo
tenemos entre tres a seis niños por cada fecundación.
Te hicimos pruebas y no eres compatible con nuestra
especie
Ariel se quedó atónita. — ¿Puedo ir a casa por
favor?

Letras de Corazón 9
— Lo siento pero no. Estamos en un gran... —
Ella frunció el ceño. — Se diría que es un asteroide.
Enviamos a nuestras naves a planetas habitables.
Somos muy cuidadosos con nuestro combustible.
Nuestra misión es muy importante y tenemos que
completarla antes de que se nos permita regresar a
nuestro planeta. Si no encontramos hembras
reproductoras compatibles eventualmente moriremos a
causa de la vejez buscándolas. Es imperativo salvar a
nuestra raza. Hay otras estaciones como esta por ahí en
busca de hembras. Si las encontramos necesitaremos
todo nuestro combustible para llevarlas a nuestro
planeta.
Los ojos azul claro de Ariel se llenaron de
lágrimas. —Así que nunca volveré a ver mi hogar otra
vez?—
—Lo siento.— La voz de La mujer sonaba triste.
—Tenemos mineros, que explotan este asteroide, nos
dan combustible y más espacios para vivir. Serás
otorgada a uno de ellos por ese duro trabajo. Son
Zorn. Otra raza de gente que poseemos. —
Poseen? Ella no dejo pasar el término. El horror
inundo a Ariel. —¿Qué será de mí?—

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La mujer parpadeó. —Tratan bien a las pocas
mujeres que tienen. Ellos no comparten a sus mujeres
por lo que serás otorgada solo a uno de ellos. El
implante en tu oído te permitirá comunicarte con el
macho al que serás otorgada.
Nuestro comandante siente placer por los deportes
por lo que el ganador te conseguirá. Les ofrece
recompensas. Tú eres el premio.
Ella miró a la mujer. —Por favor... no.
La mujer asintió con la cabeza. —Es mejor que lo
que Yoz tenía pensado para ti en el almacén. Una unión
sexual con uno de los de mi especie te mataría
dolorosamente. —La mujer se volvió. —Llévala, Yoz—.
Ariel quería pelear, pero sabía que sería inútil. El
hombre media seis pies de alto (1,80 cm) y era
condenadamente fuerte, a pesar de ser tan delgado.
Agarró la cadena que ataba su muñeca y los grilletes
que la unían a la pared se abrieron por medio de
alguna fuerza extraterrestre. Se alejó, sin esperar a ver
si Ariel lo seguía o no. Ella se puso de pie rápidamente
para no ser arrastrada. El hombre tenía las piernas
largas. Su torso no era tan largo, pero sus piernas

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eran mucho más largas que las humanas.

Yoz la llevó a través de pasillos de piedra. Ariel se


quedó sin aliento al ver una gran ventana de lo que
parecía ser vidrio grueso. Miró más allá de la ventana,
literalmente hacia el espacio exterior. Vio un mar negro
repleto de estrellas. Yoz le dio un tirón a la cadena que
la hizo tropezar hacia delante. El dolor se disparó por
su brazo.
—Hermoso—, susurró. —Pero míralo después. Lo
verás lo suficiente como para hartarte rápidamente.
Estoy cansado de verlo.
La llevó a lo que parecía ser un ascensor. Se
trataba más de un tubo redondo. No había paredes
sujetas a la plataforma. Yoz se apoderó de la parte de
atrás de su cuello y la aferró. De pronto la plataforma
cayó bajo sus pies a una velocidad alarmante.
El miedo se apoderó de Ariel. Veía como la piedra
que los rodeaba pasaba rápidamente. Estaba segura de
que si tocaba una de las paredes de roca se lastimaría
la piel, la plataforma los condujo a las entrañas del
asteroide. El hombre no soltó su cuello hasta que la

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plataforma redujo la velocidad para hacer una parada.
Vio más pasillos de piedra.
Yoz caminó fuera de la plataforma. —Ven rápido.
Me llaman. —El hombre se tocó la oreja. —Estoy
cerca de allí, Mon.—
Ariel tragó. No vio ningún tipo de dispositivo en la
oreja del hombre, sólo su piel. Una vez más se toco su
oreja, lo había hecho muchas veces desde que se
despertó luego de ser raptada. Estaba tan asombrada
por lo que la rodeaba que en un primer momento no se
había fijado en que los labios de los extraterrestres no
se movían correctamente para formar las palabras que
ella escuchaba en su oído. Sólo por un oído. Ella había
sido informada que le habían implantado algo para que
pudiera entender su lengua. Yoz también debía de tener
algún tipo de dispositivo de comunicación de doble vía
en su oído.
Vio una gran puerta y Yoz se detuvo para poner su
mano en ella. Los Anzons sólo tenían cuatro dedos ya
que no poseían pulgares. La puerta se abrió y una
corriente de aire frío los golpeo a ambos. Ariel se
estremeció. Yoz empezó a caminar.

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—Date prisa o la puerta te aplastará—, dijo entre
dientes.
Ella corrió hasta alcanzarlo. Oyó un gemido y
volvió la cabeza hacia atrás. La puerta se cerró
completamente con un golpe muy fuerte. Ella se
estremeció. Los pasillos eran más amplios aquí, oyó
algo que envió de nuevo un escalofrió por su espalda.
Sonaba como gruñidos.
—Ya ha comenzado—, susurró Yoz. La emoción lo
hacía hablar más rápido.
Doblaron en una esquina y el techo desapareció. El
corredor terminaba en una gran caverna. Vio a más
gente de la especie de Yoz de pie allí. Estaban mirando
abajo en el suelo de la caverna. Yoz empujo a un macho
para abrirse paso. Ariel no tuvo más remedio que
seguirlo por la cadena en su muñeca. Ella vio a los
extraterrestres azules mirándola, pasó enfrente de al
menos veinte de ellos. Estos extraterrestres llevaban
ropa negra que parecían escudos, también vio las armas
atadas a la cintura.
Yoz se acercó a un extraterrestre muy alto. Que
llevaba el uniforme negro con armas alrededor de su
cintura. Este volvió la cabeza y miró a Ariel con un par

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de fríos ojos amarillos. Su fría mirada le recorrió el
cuerpo, luego se dirigió a Yoz.
—Desnúdala y encadénala a la plataforma—.
Yoz vaciló. —Completamente?—
—Está usando algo debajo de su ropa?—
—Hay pequeñas cubiertas sobre sus pechos y
sexo—.
—Déjaselos. No quiero un motín—.
Yoz asintió con la cabeza y tiró a Ariel en una
plataforma. No tenía rieles. Sólo una larga franja de
suelo y luego una plataforma redonda abierta, tenía dos
barras que subían del suelo. Yoz la coloco en el centro
de la plataforma.
—No te muevas y sostente.—
Ella tenía miedo. —Sostenerme?—
—No te muevas. Si te caes te mueres—.
Trató de mirar por encima de la plataforma de
abajo. Yoz la agarro por la garganta y la obligó a
colocarse de nuevo en el centro de la plataforma.
—Haz lo que te dicen.—

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Se quedo quieta e irguió la cabeza. Yoz le soltó la
garganta, tomó la cuerda y tiró de ella hacia arriba para
que sus brazos se elevaran. Le amarro la muñeca a una
de las barras. Ella se volvió y sus ojos lo siguieron. Él
levantó la mano y uno de los extraterrestres le lanzó
otra correa. Yoz la atrapó y se la amarró a la otra
muñeca, para luego atársela a la otra barra. Tenía los
brazos por encima de la cabeza. No era incomodo, pero
sólo se podía mover unos centímetros.
Yoz se puso delante de ella para mirar sus ojos
asustados. —Siento lastima por ti—.
Se quedó sin aliento cuando él le agarro la camisa
y la desgarro por la mitad –él era fuerte. Ella era
incapaz de detenerlo, así que este le arranco el material
de su cuerpo. Se agachó para meter sus dedos dentro
de la cintura de la falda. Sus uñas afiladas tiraron de
la banda de la falda de adentro hacia afuera. Esta se
desgarró por lo que Ariel quedó únicamente en
sujetador y bragas. Yoz la miró con lástima. Sacudiendo
la cabeza, se alejó de ella.
Ariel volvió la cabeza para seguir al extraterrestre.
Yoz regresó con sus compañeros extraterrestres. La
plataforma se elevó y de repente cayó rápidamente. Se

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quedó sin aliento al sentir la caída, luchando contra el
grito que quería salir. La plataforma se desaceleró con
una sacudida que le revolvió el estómago.
Probablemente había caído unos cincuenta metros en
tan sólo unos segundos.
No podía dejar de mirar alrededor. Vio a un
grupo de unos ochenta hombres. Definitivamente eran
hombres. Estaba teniendo el primer encuentro con lo
que debería de ser la raza Zorn. Se veían enormes.
Tenían el cabello normal. Se acordó del comentario de
los extraterrestres. Los hombres tenían el pelo largo y
espeso, les caía por la espalda hasta la cintura. Tenían
torsos velludos. Podía comprobarlo porque ninguno de
ellos vestía camisetas. Tenían la piel oscura color café,
profundamente bronceada, y músculos enormes.
Ella miró a uno que se encontraba delante del
resto. Lo miró a la cara. Parecía casi humano. La
diferencia era que su nariz era más plana y más ancha
que la de un humano. Tenía pómulos altos y labios
gruesos. Los labios se abrieron y vio los dientes
afilados. El terror la golpeó. Casi parecía como si
alguien hubiera combinado a un humano y a un animal.
Sus ojos se clavaron en los dientes afilados antes de
mirar a otro hombre que se le estaba acercando.

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La luz atrapada en sus ojos – azul eléctrico
brillante. Un color que nunca había visto antes era tan
azul- casi brillaba. Aterrorizada, Ariel comenzó a
respirar más rápido. Dejó que los sonidos a su
alrededor penetraran en su terror. Los hombres fueron
gruñendo como animales viciosos. Cerró los ojos.
Luchó contra las ataduras en sus muñecas, pero no
pudo liberarse de las correas, continuo con los brazos
por encima de la cabeza.
—El ganador se la lleva—, susurró una voz
profunda desde arriba. —Quiero que la lucha sea de
cuatro en cuatro. Limpien la zona y escojan a los
combatientes. —
Ariel obligó a sus ojos a permanecen abiertos. No
quería mirar, pero tenía que hacerlo. El gruñido se
había detenido. Vio a los hombres moviéndose en las
sombras. No podía ver nada más allá de la zona bien
iluminada delante de ella. Respiro hondo para tratar de
calmarse. Estos hombres-animales iban a luchar por
ella.
Parecían salvajes. Se la comería el ganador? Sería
la cena? No sabía que sería peor, la idea de que
estaban luchando por ella para comérsela o para tener

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relaciones sexuales. Cuatro hombres salieron de las
sombras. Ella los miró fijamente. Pero ellos miraron
hacia arriba.
—Comiencen—, exigió la voz masculina desde
arriba.
Los hombres se dividieron en parejas para
atacarse unos a otros. Usaron puños y patadas. Oyó los
golpes de carne contra carne, gruñidos roncos. Dos
hombres cayeron. Los otros dos se volvieron uno
contra otro. Uno de los hombres hizo un movimiento
en redondo que arrojó al otro hombre fuera de la zona
iluminada. No regresó. El último hombre caminó al
costado de la zona de combate. Esperó, cruzando los
brazos sobre el pecho.
Cuatro hombres más salieron. Empezó de nuevo.
Ariel se estremeció ante la brutalidad de la batalla.
Estos hombres no estaban jugando. La sangre salpicó
en el suelo. Oyó como se le quebraba el brazo a un
hombre. Era así de crudo. El hombre gritó mientras se
sostenía el brazo. Alguien vino de las sombras para
llevárselo. El hombre que había ganado ese combate
espero a los otros dos para terminar. Cuando uno
continuo los dos se atacaron entre ellos.

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Ariel cerró los ojos. No quería ver más. Los
sonidos de la lucha continuaron. Era un sonido brutal.
Finalmente el silencio llenó sus oídos. Abrió los ojos de
la curiosidad. Los hombres grandes y musculosos
estaban esperando en la banca. Algunos de ellos
estaban manchados de sangre. Algunos de los hombres
miraron a los demás y se alejaron en la oscuridad para
retirarse de la lucha. Ariel contó al resto de los
hombres que estaban allí esperando para pelear.
—Comiencen—, ordenó la voz de lo alto.
Los dieciséis terminaron en la zona de combate.
Luchaban en grupos. Rugidos y gruñidos estallaban
mientras peleaban. Los heridos fueron arrastrados
hacia las sombras. El combate se redujo a tres
hombres. Dos de ellos trabajaron en equipo para atacar
al más grande.
Ariel estudió al hombre solitario que era atacado
por los otros dos. Él era condenadamente grande. Era
más grande que sus rivales por unos cuantos
centímetros, tanto de altura como de brazos y hombros.
Luchó con asombrosa rapidez mientras esquivaba los
puños y los pies. Le dio un puñetazo a uno de los
hombres en la cara. Ariel oyó cuando algo se rompía.

Letras de Corazón 20
El hombre golpeado regresó tambaleándose, y colapso
en el suelo. Vio sangre en la cara del hombre caído.
Este gimió y rodó a un lado con las manos en la cara.
No se levantó.
Sus ojos viajaron hacia los dos últimos hombres
en combate. El más grande lanzó una patada para
golpear al otro en el pecho. El hombre se quedó sin
aliento y se aferró a sus costillas. Se dejó caer de
rodillas mientras la sangre goteaba de su boca. Miró
hacia abajo antes de caer boca abajo. El hombre
solitario se quedó gruñendo. Echó la cabeza hacia atrás
rugiendo en la caverna. Ariel deseaba poder taparse los
oídos para poder acallar ese ruido aterrador. El rugido
del hombre se fue deteniendo a medida que se daba la
vuelta para mirar hacia los extraterrestres azules.
—Ella es tuya, Ral—, susurró el extraterrestre
por encima de ella. —Libérenla para él.—
Ariel sintió terror cuando el hombre llamado Ral
se dirigió hacia la plataforma. Oyó que alguien se movía
cerca de ella. Desde la oscuridad, uno de los hombres
azules con un uniforme negro apareció detrás de ella.
Le agarró la muñeca, liberándola de un tirón, para
luego dirigirse hacia la otra y liberarla también.

Letras de Corazón 21
La sangre corrió de nuevo por sus brazos cuando
los bajó a sus costados. Tenía la sensación de que
miles de alfileres le pinchaban. Abrió la boca cuando el
hombre azul la tomó de los brazos con firmeza. La
empujó hacia adelante hasta que se encontró mirando al
ganador unos centímetros por debajo de su mirada. El
tenía que medir como seis pies y medio de alto en
contra de sus cinco pies con tres.
Ella lo reconoció al instante por sus ojos. Los ojos
azules eléctricos parecía que brillaban. Respiraba con
dificultad. Vio los dientes afilados asomándose a través
de sus labios carnosos, su nariz aplastada. Un gruñido
suave escapó de su garganta. Sus manos eran grandes
y calientes cuando la agarró por las caderas. Él la tomó
de la plataforma, volteándola hacia la oscuridad de la
caverna. Gruñó.
Las rodillas de Ariel empezaron a ceder. Se habría
estrellado contra el suelo de piedra, si las grandes
manos del hombre no la hubieran aferrado lo
suficientemente fuerte para sostenerla. Él le dio la
vuelta y la miró.
—Mía—, gruñó.

Letras de Corazón 22
Ariel abrió la boca pero no le salió nada. El
hombre la levantó por lo que estuvieron cara a cara.
Automáticamente se puso las manos en los pechos para
que la parte superior de su cuerpo no chocara contra
su torso. Sus manos estaban pálidas en comparación
con las de él que eran de color marrón oscuro. Tocó
sus duros músculos y lo miró a los ojos. Tenía unas
pestañas largas y gruesas que hacían juego con su
espesa melena de color negro. Su piel estaba más
caliente que la de ella por mucho.
—Mía—, le gruñó.
Ariel quedó sin aliento cuando la lanzó encima de
su hombro. Un brazo musculoso atrapo sus piernas
contra su torso, mientras que una mano firme la agarró
por el culo, sosteniéndola en su lugar. Salió de la
plataforma y se dirigió a la oscuridad con ella. Ariel no
podía ver nada. Cerró los ojos y luchó contra el terror
que sentía. ¿Qué haría con ella?

Letras de Corazón 23
CAPÍTULO 2
Ariel podía olerlo, no olía mal. En realidad olía
bien teniendo en cuenta que había estado luchando. Se
dio cuenta de que el cabello le caía hasta la cintura. A
primera vista, había pensado que tenía la espalda
peluda, pero no el pelo le crecía desde la cabeza. Era
más suave al tacto de lo que parecía.
Oía gruñidos mientras se alejaban rápidamente.
Deseó que no estuviera tan oscuro para poder ver. Una
débil luz comenzó a penetrar mientras caminaba, por lo
que podía ver paredes rugosas. La luz se hizo cada vez
más brillante hasta que pudo ver el suelo. Se trataba de
una piedra irregular, no suave como los pasillos que
había visto anteriormente.

Letras de Corazón 24
—Ganaste—, gruñó una voz suavemente. —¿A
quién se la darás, Ral?—
Ral se detuvo. —Ella es mía—.
Hubo una pausa. —Pero siempre regalas lo que
ganas. He estado esperando por más tiempo. —
—No a ella—, gruñó Ral. —Esta es mía.—
—Pero-—
—Basta—, gruñó Ral. —Muévete o te moveré.—
Oyó el gruñido del hombre. —Por lo menos la
compartirás?—
—No.—
Esa simple palabra alivio a Ariel. No deseaba ser
compartida. El hombre que la sujetaba gruñó. —Salgan
de mi camino. Si querían una mujer debieron
esforzarse más para ganar —.
—Pero-—
—Muévete—, gruñó Ral. —¡Fuera de mi
camino.—

Letras de Corazón 25
El hombre debió haberse movido fuera del camino
de Ral, ya que comenzaron a moverse de nuevo. Oyó
voces suaves pero no se atrevió a mirar. Tenía miedo
de que lo que estaba a su alrededor fuera algo que no
quisiera ver. Ral doblo varias veces antes de detenerse.
Sus manos la soltaron, pero la mantuvo sobre su
hombro. Rozó la roca. Él se movió y se volvió rozando
de nuevo la roca. Él la agarró de nuevo para que no
cayera. La habitación estaba en penumbra. Ral se
inclinó lentamente.
Ariel toco la roca con sus pies descalzos. Él quitó
el brazo alrededor de sus piernas y le soltó la mano
que tenía en el culo. La incorporó hasta que quedaron
cara a cara. Ariel levantó la barbilla y lo miró a los ojos
antes de volver su atención alrededor en la sala.
Era un espacio pequeño. Ásperas paredes de roca
les rodeaban. Un colchón con mantas gruesas en una
esquina y un montón de ropa en la otra. Vio una puerta
áspera hecha de una hoja delgada de roca. Era la única
manera de entrar o salir.
—¿Cómo te llamas?— Su voz profunda, cuando
gruñó las palabras.

Letras de Corazón 26
Ella empezó, con los ojos buscó su mirada. —
Ariel—.
Él parpadeó, sus ojos brillando. Ella tragó saliva,
buscó sus ojos con los suyos. Una respiración profunda
hizo a su enorme pecho expandirse aún más.
—Me llamo Ral. Soy Zorn. ¿Qué eres? —
—Humana. Soy de la Tierra. —
—Ellos te secuestraron de tu planeta, verdad?—
Ella asintió con la cabeza. —Hace unos días me
dijeron que estaban buscando nuevas especies para
reproducirse, pero no soy compatible con ellos. —
Sus ojos recorrieron su cuerpo. —Quítate la
ropa.—
Ariel retrocedió. El miedo la golpeo. —No.—
Él frunció el ceño. —Ahora—.
Retrocedió más lejos, moviendo la cabeza. —¿Qué
quieres?—
—Ver si eres compatible conmigo.—
Su garganta se secó. —No.—

Letras de Corazón 27
Gruñó en voz baja. —No te haré daño. Quiero ver
si somos compatibles—.
Ella sacudió la cabeza y buscó una vía de escape.
El hombre se movió rápido para agarrarla por la
cintura. En cuestión de segundos la tenía de espaldas
sobre el colchón. Este era suave y olía a él. Se
acomodo a horcajadas sobre sus caderas, y la agarró
por las muñecas. Luchó, pero él era mucho más fuerte.
Junto sus muñecas y las agarro con una de sus
grandes manos.
Ella miró sus manos. Eran como las de ella pero
más grandes. Tenía piel áspera en la palma de la mano
y las yemas de sus dedos. Alargó la mano hacia su
cintura para tirar de la soga que sostenía sus
pantalones. Se la enrolló alrededor de sus muñecas y le
empujó las manos sobre su cabeza.
—No te muevas—.
Estaba aterrorizada. —Por favor no me hagas
daño—.
Él parpadeó y frunció el ceño. —No tengo ninguna
intención de hacerte daño.—

Letras de Corazón 28
Ella no movió sus brazos. El hombre era
demasiado fuerte y grande. Sabía que no tenía ninguna
posibilidad de ganar en una pelea con él. Sus ojos se
fijaron en su sostén cuando llegó a ella. Ariel se puso
tensa. El hombre se apoderó del material entre sus
pechos y con un tirón el sujetador quedó destrozado.
Empujó las copas del sujetador a un lado para poder
contemplar sus pechos. Gruñó en voz baja.
—Iguales—.
Ella luchó contra el impulso de moverse. Su
corazón latía con fuerza y ella estaba luchando contra
el impulso de llorar. —¿Qué son iguales?
—Tus pechos son como los de nuestras
mujeres.— Se deslizó por ella hasta que se sentó a
horcajadas en sus muslos. Echó un vistazo a su ropa
interior y la alcanzó.
—No—, declaró Ariel en voz baja.
Se quedó paralizado. Levantó sus ojos para
encontrarse con los de ella. Sus intensos ojos se
redujeron ligeramente. —Quiero asegurarme de que no
te haré daño.—

Letras de Corazón 29
Ariel se puso tensa cuando el hombre le agarró la
ropa interior y la rasgó. Desplazó su cuerpo,
levantándolo unos centímetros. La agarró por los
muslos, separándoselos para poner una de sus rodillas
entre las suyas. Se movió de nuevo hasta quedar
sentado sobre sus talones con su cuerpo entre sus
piernas abiertas. Toda la atención de Ral estaba
centrada en el lugar donde acababa de estar su ropa
interior.
Gruñó en voz baja y levantó sus ojos. —Explícame
cómo se tienen relaciones sexuales en tu mundo—.
Ariel le suplicó con la mirada. —No hagas esto—.
—Estamos haciendo esto. Te deseo. —Él llegó a la
cintura de sus pantalones. —Voy a tratar de tener
relaciones sexuales a tu manera, pero si no me dices lo
que quiero saber entonces vamos a tener relaciones
sexuales a mi manera.—
Su corazón latía con fuerza. —No sé qué decir.—
-Gruñó. —¿Has compartido tu cuerpo con un
hombre antes?—
—Sí—. Le templo la voz.

Letras de Corazón 30
—¿Cómo tú y tus hombres tienen relaciones
sexuales?—
—Mira, hasta que fui secuestrada no tenía ni idea
de que existían personas de otros planetas. Por favor,
no hagas esto—.
Inclinó la cabeza. —Tu mundo no hace viajes al
espacio?—
—Lo hacemos, pero no hay ningún planeta lo
suficientemente cerca como para que podamos llegar a
donde la vida existe. Nos fijamos en los planetas
cercanos. Pero no existe vida en ellos. —
—La vida existe en muchos otros mundos.— Él
extendió sus piernas. Sus ojos vagaron por su cuerpo.
—Dime lo que te excita. Esto va a pasar así que dime
lo que necesitas para disfrutarlo. —
Ella tenía miedo.
-Gruñó. —Te deseo. Muéstrame lo que te gusta o
no disfrutarás de lo que te voy a hacer. —
Reprimió un sollozo y asintió con la cabeza. Sus
ojos viajaron por su cuerpo. —¿Qué haces para tener
sexo?—

Letras de Corazón 31
Abrió sus pantalones. Ariel quedó sin aliento. Ella
miró su polla. Un leve miedo la golpeó. Era muy similar
a la de un humano sólo que un poco más grande, más
gruesa, y la cabeza de su pene era más grande.
—¿Me veo como tus hombres?—
Tragó saliva. —Eres un poco más grande.—
La tocó, extendiendo sus labios con los dedos, y
miró entre sus pliegues. Con la otra mano exploró su
raja. Hundió un dedo en su coño. Ariel quedó sin
aliento. El hombre tenía los dedos gruesos. Empujó
más profundamente y gruñó.
—Me puedes recibir.—
—Por favor, no hagas esto—, susurró.
Él negó con la cabeza hacia ella. —Está
sucediendo. Tengo una gran necesidad. No tiene ningún
sentido luchar, así que muéstrame lo que te excita o
dímelo. —
—Libérame las muñecas. Por favor? —dijo con
voz temblorosa.
Él asintió con la cabeza. Le tendió la mano
después de haber retirado el dedo de su interior. Ella

Letras de Corazón 32
levantó los brazos para mantenerlos fuera del alcance
de él. Se desabrochó el cinturón de soga atado por las
muñecas y lo tiró. Él gruñó ella.
—Muéstrame. Tócate a ti misma como te gusta
que te toquen. —
Ella lo miró a los ojos. —Por favor, no hagas
esto—.
Él volvió a gruñir y se inclinó hasta que sólo un
pie los separaba. —Has sido raptada. Ahora eres una
esclava como nosotros. No te permitirán regresar a
casa. Me perteneces. Yo te protegeré y te alimentaré.
Seré el único hombre que te toque. A cambio me darás
placer. —Sus ojos se estrecharon. —No te haré daño
si me muestras cómo te gusta ser tocada. Muéstrame lo
que te gusta, y así ambos compartiremos el placer o
puedes arriesgarte a que te lastime cuando tome mi
placer. Nos entendemos? Yo soy tu vida ahora. —
Ella parpadeó para contener las lágrimas calientes
y asintió con la cabeza. —Entiendo—.
—Tócate y muéstrame como sientes placer.—
Ella estaba temblando cuando puso su dedo en la
boca. Mojó su dedo y lo introdujo entre ellos. Él se

Letras de Corazón 33
echó hacia atrás para obtener una mejor visión de ella.
Extendió sus muslos más ampliamente. Sus ojos
pegados a ella cuando ella utilizó su otra mano esparcir
la humedad. Ella tocó su clítoris con la yema del dedo y
dibujó círculos lentos.
Cerrar los ojos lo hizo más fácil para ella. Nunca
se había masturbado delante de alguien antes. Estaba
avergonzada. Estaba teniendo dificultades para superar
su miedo. Al abrir los ojos, ella le miró. Él estaba
mirando la forma en que movía los dedos en pequeños
círculos sobre su clítoris. Su respiración se hizo más
fuerte, su pecho subía rápido y duro, y una mirada de
hambre enmascaraba sus rasgos.
De repente él metió el dedo dentro de su coño de
nuevo. Empujó otro dedo unos segundos más tarde. Él
levantó su dedo lentamente en su interior mientras ella
se frotaba su clítoris. La sensación le hizo respirar más
fuerte. Ella gimió y él le gruñó en voz baja.
Ella se estaba excitando cada vez más, mientras
que su miedo disminuía y la sensación de que el la
estuviera jodiendo con los dedos mientras ella se
frotaba el clítoris la hacía estar cada vez más cerca.
Incluso sus suaves gruñidos la excitaban. Se sentía

Letras de Corazón 34
perversa, pero se sentía tan bien que decidió no
prestarle atención. Se frotó más rápido el clítoris,
gritando cuando llegó al clímax. Un gemido retumbó
desde la parte posterior de su garganta mientras
lentamente retiraba los dedos.
—Te siento. Estás pulsando contra mis dedos.
Ahora estás mojada, lista para mí.—
Él la agarró por las caderas mientras se movía
hacia atrás y la volteaba. Ella jadeó por su fuerza. Ral
separó sus muslos y se movió de nuevo entre ellos. Se
sentó sobre los talones con las rodillas juntas. La
agarró por la cintura y la levanto del colchón. Ella
apretó en un puño las sabanas. El interior de sus
muslos estaba contra el exterior de las piernas de él. Él
la tenía boca abajo cuando tiró de sus caderas hasta
presionar su polla contra su coño mojado. Empujó con
lentitud.
Ariel apretó las sábanas en un puño y gimió. Él
era grueso y no se detuvo mientras lentamente
empujaba en su interior. Él la estaba obligando a
aceptarlo. Era tan grueso que casi dolía. Le arrancó un
gruñido mientras empujaba más profundamente. Ariel
se encontró presionando contra su cuerpo con él

Letras de Corazón 35
completamente enterrado en ella dudó. La sensación de
estar estirada por su polla gruesa fue abrumadora.
Le soltó las caderas y le tomó el culo. Sus manos
ásperas frotándole la piel gruñó.
—Tan bueno. Tan húmedo. Tan suave. Señor de
las Lunas, mujer. —
Ella gimió cuando él se retiró unos centímetros y
empujó de nuevo. Al inició se movió lentamente y luego
aumentó el ritmo. Sus manos se deslizaron de su culo
a sus caderas para envolverlas y agarrarla con firmeza.
Ral levantó sus caderas a unos cuantos centímetros por
encima de su regazo. Él comenzó a penetrar con más
fuerza y rapidez.
Las sensaciones hicieron jadear y gemir a Ariel. Él
le estaba haciendo sentir más placer del que jamás
había experimentado antes. Deslizó una mano alrededor
de su vientre. Le tomó el montículo y encontró su
clítoris con los dedos. Dos gruesos dedos rozaron su
sensible clítoris con cada movimiento que hacía. Ella
estaba muy mojada, y con la cara hacia abajo, podía
sentir su humedad deslizándose por sus muslos. Ella
estaba sobrecargada por el placer primario. Se corrió
tan fuerte que gritó.

Letras de Corazón 36
El hombre detrás de ella rugió cuando su cuerpo
se sacudió violentamente. Ariel sintió el chorro de
esperma caliente en su interior en ráfagas fuertes. Ral
aminoró el paso, finalmente se detuvo. Los dos estaban
sin aliento.
—Eres mía, te cuidaré,— gruñó en voz baja.
Ariel cerró los ojos. Ella se estremeció. Dejarse
seducir por un aterrorizante y sexy extraterrestre le dio
el mejor sexo de toda su vida. Ella luchó contra las
lágrimas. Dios, su vida era tan jodida.
El hombre sacó su polla lentamente de su cuerpo.
Se desplomó en la cama junto a ella y la atrajo a sus
brazos. Le hizo enfrentarse a él. Abrió los ojos para
mirar a su rostro enrojecido. Frunció el ceño mientras
estudiaba sus ojos.
—Tus ojos están húmedos.—
—Lágrimas—.
—¿Qué son?—
Ella parpadeó de nuevo. —Cuando los seres
humanos estamos tristes o heridos lloramos. Nuestros
ojos se llenan de lágrimas y estas se derraman por
nuestras mejillas. —

Letras de Corazón 37
Él frunció el ceño. —Te he hecho daño? Pensé
que lo disfrutabas. —
—Lo hice.— No iba a mentirle. —Lo disfruté
mucho. Pero ni siquiera te conozco.—
Se frotó la cadera con su mano grande. —Esto te
dolió porque no me conocías antes de tener relaciones
sexuales?—
Ella asintió con la cabeza. —Nunca he permitido
que nadie me toque sin estar enamorados antes.—
—Estar qué?— Miró confundido.
Se mordió el labio por un segundo. —Cuando tu
quieres pasar toda tu vida con una persona porque
tienes tantos sentimientos que no podrías vivir sin ella.
Cuando ella es todo para ti. Eso es estar enamorado.

Él asintió con la cabeza. —Entonces no llores.
Estamos enamorados. Tú eres mía. Nunca te dejaré ir.
Vas a pasar tu vida conmigo y con nadie más. Ahora
soy todo para ti y tu todo para mí. Moriría por
protegerte y mantenerte a salvo. Siempre te voy a
cuidar. —
—No creo que lo entiendas.—

Letras de Corazón 38
Él arqueó una ceja negra. —Creo que tu no
entiendes. Eres mía para toda la vida. Te reclamé. Te
he ganado. Te protegeré. Vamos a criar a menudo y
estoy ansioso de que mi semilla eche raíces en ti—
—Tu semilla eche raíces?—
Le tocó el vientre. —Espero que mi semilla te haga
crecer con mis hijos.—
La impresión la atravesó. —Quieres dejarme
embarazada?—
—No hay traducción para embarazada. Es sólo
una palabra —. (Nota de la correctora: esto lo dice el
traductor en el oído de Ral)
—¿Quieres tener un bebé?—
Se encogió de hombros. —Hijos—.
Ella asintió con la cabeza. —Un bebé—.
—Sí. Me gustaría que tengas uno conmigo.
Muchos conmigo. —
—¿Qué pasa si no somos compatibles?—
—No me daré por vencido. Eres mía. Tomamos
una mujer para estar con ella de por vida. Te he

Letras de Corazón 39
tomado. Tú eres mía sin importar si tenemos hijos o
no. —
Ella lo miró fijamente. Gruñó en voz baja.
—Te deseo de nuevo. Túmbate sobre el estómago.

Él cayó de rodillas de nuevo y se sentó con las
piernas dobladas. Él le acarició los muslos. —
Levanta—.
Ella dudó. —¿Siempre tienes sexo de esta
manera?—
—Sí. Tu no?—
—A veces. A nosotros nos gustan diferentes
posiciones. —
—Pero no puedo alcanzar tu unis en cualquier
otra posición.—
—Unis?—
—El Unis es lo que te hace disfrutar del sexo. Sin
él no puedes disfrutar del sexo en absoluto. —
Ella lo miró. —Yo no creo que tenga un unis yo
disfruté del sexo contigo.—

Letras de Corazón 40
De repente se apoderó de ella. La hizo rodar sobre
su estómago. —Relájate—.
Se quedó sin aliento cuando él empujó dos dedos
dentro de su coño. Estaba empujando profundamente
en ella, hacia su espina dorsal. Él retorcía los dos
dedos, en busca de algo. Ariel luchó.
—Eso duele—.
Retiró sus dedos. Ella oyó su gruñido. Volvió la
cabeza para mirar hacia él. Una mirada confusa en su
rostro rugoso.
—No tienes uno.—
—¿Qué es?—
—Es algo duro, un conjunto de nervios en forma
de dedo que tengo que frotar durante las relaciones
sexuales.—
Se dio la vuelta sobre su espalda. Ella abrió las
piernas para que él tuviera una buena vista de ella. Vio
cómo bajaba la mirada. —¿Ves esto?— Ella tocó su
clítoris. —Creo que es donde está mi unis. El otro lado
está en mi interior y es otro punto de placer. Cuando
me acaricias estos lugares haces que me corra.—

Letras de Corazón 41
El deseo era evidente en sus rasgos. Él coloco un
dedo en su clítoris. Ariel gimió. Ral gruñó bajo en
respuesta. Ariel levantó sus caderas y se acercó a él.
Se coloco en su regazo.
—Tómame de esta manera, mientras me tocas.—
Vio shock, pero demasiado interés en su cara
expresiva. Él agarró su eje duro, frotándolo contra su
raja. Ella estaba muy mojada. Gimió mientras empujaba
dentro de ella. Su dedo jugaba con su clítoris cuando
empezó a mover las caderas.
—Señor de las Lunas—, se quejó. —Esto se
siente condenadamente bien.—
Ariel plantó los pies en el colchón para encontrarse
con las caderas de él en cada golpe. Se agarró a los
lados de sus pantorrillas para obtener mayor
accesibilidad para moverse más rápido en él. Sabía que
no iba a durar mucho tiempo. El hombre no dejaba de
acariciar su clítoris mientras se empalaba rápido y
profundo en ella. Ella se puso tensa. Sintió que su
cuerpo se convulsionaba en drásticas contracciones
contra su polla. Ariel gritó mientras se corría.

Letras de Corazón 42
Sus ojos se abrieron y ella se quedó mirando a
Ral, viendo como echaba la cabeza hacia atrás. Sus
rasgos tensos y abrió la boca. Ella vio los dientes
afilados entre sus labios abiertos, gruñó
profundamente. La polla de Ral pulsó con fuerza dentro
de ella y sintió como su semen se vertía profundamente
cuando se corrió.
Los dos estaban jadeando. Ral abrió los ojos y
bajó la cabeza, mirando a Ariel. Una sonrisa se dibujó
en su rostro.—Eres increíble—.
—Tu también.—

Letras de Corazón 43
CAPÍTULO 3
—Despierta—.
Ariel abrió los ojos y volvió la cabeza. Ella había
estado durmiendo sobre su estómago. Ral ya estaba
sentado y le sonrió.
—Es hora de comer y de ir a trabajar. Tienes que
venir conmigo. —Estiró la mano para acariciarle el pelo
rubio sobre la mejilla. Enrollo un dedo alrededor de
uno de sus rizos y luego se trasladó a lo largo de su
cuello antes de alejarse.—Es hora de trabajar.—
Ella asintió con la cabeza. —¿Qué hacemos para
trabajar?—
Se puso de pie, estirando su cuerpo desnudo. Ariel
tragó. El hombre era hermoso y su cuerpo musculoso
era la perfección. Él se adelantó y se inclinó. Ariel

Letras de Corazón 44
apreció la vista de su culo musculoso. Buscó un poco
de ropa y se volvió hacia la cama.
—Estarás cerca de mí. Me puedes traer agua
cuando la necesite. —
Ella asintió. —Está bien.— Se arrastró fuera de
la cama.
Ral le entregó ropa de su pila. La camisa y los
pantalones eran enormes. Ella los miró con las cejas
levantadas. Ral se echó a reír.
—Voy a conseguirte ropa más pequeña muy
pronto. Esto es lo que tengo. —
Se los puso. Los pantalones eran demasiado
grandes y se le cayeron de las caderas. Ral cayó de
rodillas delante de ella, aún desnudo, y utilizó el
cinturón de soga que había usado en sus muñecas para
envolverlo alrededor de su cintura. El pantalón quedó
arriba. La camisa casi le llegaba a las rodillas. Deseó
que no hubiera destruido su ropa interior.
—Tengo que ir al baño—.
—Baño?—
Ella se sonrojó un poco. —Tengo que hacer pis.
Tengo líquido en el interior que debo liberar—.
Él sonrió. —Orinar—.

Letras de Corazón 45
—Sí—.
Él asintió con la cabeza. —Vamos a orinar antes
del desayuno.—
—De acuerdo—.
Él se puso de pie para ponerse los pantalones. No
tenía zapatos. Se inclinó y recogió lo que parecía un
cepillo para el cabello. Se cepilló el pelo largo antes de
caminar detrás de ella. Sus manos eran suaves cuando
le cepilló el cabello. Arrojó el cepillo hacia abajo en la
pila de ropa y se dirigió a la puerta, empujándola para
abrirla. Ral le tendió la mano cuando se volvió para
mirarla. Se acercó a él y le puso su pequeña mano en la
suya más grande.
—Ven—.
El pasillo estaba poco iluminado y vacío de otras
personas. Él la condujo por un pasillo sinuoso. Un arco
abierto los llevó a una habitación grande. Vio un cuarto
de baño primitivo con duchas abiertas, algunos baños
de aspecto extraño y tres cascadas que salían de
agujeros en la pared. Se acercó a uno de los baños
para estudiarlo. Casi parecía como urinarios.
Él se rió entre dientes. —No son como los de tu
mundo?—
Ella sacudió la cabeza. —No.—

Letras de Corazón 46
Él sonrió. —Voy a vigilar la puerta.— Murió su
sonrisa. —Nunca permitiré que otro hombre vea tu piel
desnuda.— Entrecerró los ojos brillantes. —Ellos
querrían tener sexo contigo, entonces tendría que
matarlos. Si otro trata de tocarte, grita para mí. Nunca
te alejes de mi lado—.
Ella asintió —No quiero que nadie me vea sin
ropa ni me toque sólo tú.—
Él relajo su cuerpo. —Ve. Yo estaré en la puerta
para no dejar entrar a nadie —
Ella usó el baño de manera rápida y ató el
cinturón. —Ral? Ya he terminado—.
Regresó a la habitación y se dirigió a una mini
cascada. Se quitó el pantalón. Ella lo observó. Volvió la
cabeza para sonreírle mientras utilizaba la pared. Él
parecía más divertido que curioso. Cerró sus
pantalones y se acercó a ella. Le tomó la mano,
llevándola a un lavabo, para que ambos pudieran
lavarse las manos.
Él la llevó por los pasillos que se retorcían y
giraban. Olía a algo bueno que hizo que su estómago
gruñera en voz alta. Ral volvió la cabeza para mirarla.
—Tienes mucha hambre?—
Ella asintió. —No he comido en mucho tiempo. Me
muero de hambre. —

Letras de Corazón 47
—No te han alimentado desde que te raptaron de
tu planeta?—
—Ellos me dieron de comer una vez cuando me
atraparon. Hace días. —
La rabia endureció su rostro. —Los odio—.
Comprendió que ella también odiaba a lo Anzons.
Entraron en una habitación grande. Había mesas
colocadas y vio a unos cincuenta hombres, pero sólo
dos mujeres. No podía dejar de mirar a las mujeres.
Sus características les revela como Zorn. Se dio cuenta
de lo que eran, por su nariz ancha y plana. Ellas tenían
pechos y rasgos faciales más pequeños que los
hombres. Eran atractivas. La mujer miró a su espalda.
Ariel les dio una sonrisa. Ambas mujeres Zorn
desviaron la mirada. Ariel suspiró. No parecía que
fuera a haber amistad entre ellas.
A un lado había una mesa estilo buffet. Un hombre
Zorn estaba sirviendo. Se quedó mirando abiertamente
a Ariel. Su mano se tensó sobre la de Ral. Él le sonrió.
—Ellos son curiosos. Nunca hemos visto una
homínido antes —.
—Humano—.
Se rió entre dientes. —Humano—.
Ella le sonrió. —Correcto—.

Letras de Corazón 48
—Del planeta Tierra.—
—Sí. Te acuerdas—.
Él se detuvo en la mesa, estudiándola. —
¿Reconoces algo que puedas comer?—
Estudió la comida también y sacudió la cabeza. —
No.—
—Este.—, Señaló. —Es muy dulce. Este es
amargo. Esto es extremadamente caliente para tu boca.
—Siguió señalando las cosas de la mesa y explicar su
sabor. Se decidió por un par de cosas para probar. Ral
cargado con dos platos y se dirigió a una mesa donde
nadie sentado.
—Siéntate. Yo traeré nuestras bebidas. —
Se sentó con los dos platos y esperó. Ral volvió en
un instante. Puso las tazas llenas de agua por sus
platos. Sonrió. —Come, Ariel.—
Le encantaba la forma en que decía su nombre.
Sonaba como —Ori Al—. Probó la comida y le dio una
sonrisa a Ral. Está delicioso. Él pareció aliviado cuando
comió su propia comida. A veces cogía algo de su plato
para que ella lo probara. Decidió que no le gustaba lo
que parecía ser un banano de color rojo. Hizo que
sintiera la boca en llamas y casi se atraganta. Tuvo que
beber agua.

Letras de Corazón 49
Cuando terminaron de comer Ral la llevó a un
pasillo ancho. Hizo una pausa. —Quédate conmigo. No
te alejes de a mí. Es peligroso. —
Ella asintió y sintió un poco de miedo. —Qué es
peligroso?—
—Mi pueblo fue tomado por la fuerza de nuestro
planeta de caza. Somos fuertes y resistentes.
¿Entiendes? Había pocas mujeres con nosotros. Una
mujer es poco frecuente y muy querida aquí. Algunos
estarán enojados por haber perdido ayer, cuando
luchamos por ti. Ellos van a querer tocarte. Si se
desata una pelea ponte detrás de mí. No voy a perder.
Soy resistente. Ganaré—.
Ella asintió. Él le acarició la mejilla.
—Algunos Zorn piensan que sólo gane para
montarte, para saciar mi necesidad de una mujer.
Podrían pensar que no voy a derramar su sangre por
una extranjera. Con el tiempo se darán cuenta de que
estoy ligado a ti y no se atreverán a desafiarme por tu
cuerpo —.
—Ligado a mi?—
Él sonrió. —Enamorados—.
Ella le devolvió la sonrisa. —De acuerdo—.

Letras de Corazón 50
—Ellos me ofrecerán cosas para tenerte. No voy a
venderte por nada así que no te preocupes si los oyes
hacerme ofertas. Eres mía. Y seguirás siendo mía. —
Ariel le puso la mano sobre su velludo pecho
desnudo. Los hombres no llevaban camisetas, pero era
obvio que le pertenecía desde que llevará la de él. —
Confío en ti.—
Sonrió. —Bien. Tenemos que irnos. Quédate cerca
de mí. —
Las minas eran una zona cavernosa grande, donde
los hombres iban minando las paredes rodeadas de
rocas para agrandar el espacio. Algunos hombres
colgaban de la cintura con cuerdas a lo largo de las
paredes utilizando las herramientas para romper
grandes trozos sueltos. Ral sentó a Ariel en una gran
roca, le guiño un ojo y luego se fue a trabajar. Recogió
los pedazos del piso para cargarlos en máquinas que
rodaban fuera de la vista cuando Ral pulsaba un botón
que decía que el carro estaba lleno, luego en su lugar
aparecía uno vacío.
Después de un tiempo Ariel se levantó para estar
más cerca de Ral. Ella recogió los pedazos pequeños y
empezó a trabajar con él. Ral la miró con una sonrisa
sorprendido. Ella le devolvió la sonrisa. Trabajaron
juntos durante horas. Descubrió a tres mujeres Zorn
en la caverna. Estaban sentadas en rocas, pero ellas no

Letras de Corazón 51
ayudaban a sus hombres. Ella captó muchos ojos
mirándola.
Un zumbido sonó en la habitación. Ral arrojó una
piedra del tamaño de un balón de baloncesto dentro del
carro. Se dio la vuelta. —Hemos terminado. Nuestro
turno ha terminado. Gracias por ayudarme. —
—No puedo levantar los grandes como tú, pero
soy buena con los pequeños trozos—.
Se echó a reír. —Hambrienta?—
—Sí. Me muero de hambre. —
Él la llevó de nuevo a la gran sala para comer.
Ahora estaba llena. Ral la cogió del brazo tirando con
fuerza contra su costado. Sabía que estaba en peligro.
Ella podía verlo en la manera en que Ral miraba a
todos los hombres a su alrededor. Se trasladaron hasta
la mesa del buffet. Ral llenó los platos de ambos, le
entregó a Ariel el suyo y fueron por el agua juntos esta
vez. Él la llevó a la mesa. Estaba lleno de gente. Dejó el
agua y se sentó. Abrió las piernas.
—Siéntate en mi regazo.—
Ella se colocó en su regazo luego de bajar la
comida. Se deslizó entre sus piernas para sentarse en
el banquillo. Un hombre que se sentó al lado de ellos
inhaló con fuerza y volvió la cabeza. Ariel miró como
brillaban los ojos de color verde. El hombre aspiró otra

Letras de Corazón 52
vez y gruñó. Ariel apartó la mirada de la suya. Podía
sentir tenso a Ral así como su gruñido.
—Mía—.
El hombre al lado de ellos avanzó alrededor de un
pie de distancia. Ral se apoyó en Ariel para que sus
labios se presionaran en su oreja. Él dijo algo en
suaves gruñidos. Frunció el ceño, dándose cuenta de
que estaba hablándole en el oído equivocado. Volvió la
cabeza para poder mirarlo. Señaló su otro oído.
—Este es el único que implantaron. No entendí
nada de lo que me has dicho. —
Él frunció el ceño. —Sólo implantaron uno de tus
oídos?—
Ella asintió. —Dije no sostengas la mirada de
nadie más y come rápido.—
Ella asintió y se volvió hacia su comida. Comió
rápido. Ral devoró la suya. Se frotó el brazo. Bajó la
cara otra vez, junto a su oído implantado esta vez, para
susurrarle.
—Lista para irnos?—
—Sí—.
—Vamos a ir a la sala de orinar y luego a nuestra
habitación.—

Letras de Corazón 53
—Suena bien—.
Ral se levantó y ayudó a Ariel a levantarse. Él la
atrajo hacia su lado. Se dirigieron a la puerta. Estaban
casi fuera de la sala, cuando tres hombres se
interpusieron en su camino. Ral se tensó, colocando a
Ariel detrás de él. -Gruñó a los tres hombres.

—Muévanse—.
Uno de los hombres frunció el ceño. —Compártela.
Tenemos necesidades y es de especie diferente. Ella no
es una mujer Zorn —.
—Ella es mía. Ya nos hemos ligado —, gruñó Ral.
—Aléjate de mi mujer, o te mataré para protegerla.—
Ariel volvió la cabeza. Algunos hombres más se
habían acercado. Miraron abiertamente su cuerpo. No
le gustaba el hambre en sus rostros. Ella se acercó
más a Ral, tratando de moldearse a su espalda con el
miedo creciendo. Él volvió la cabeza y gruñó. Los
hombres se movieron de nuevo, pero no lo
suficientemente lejos como para qué Ariel estuviera
cómoda. Ral volvió la cabeza para hacer frente a los
tres hombres delante de ellos.
—Gru, si haces esto morirás. ¿Me entiendes? Le
he dado mucho a nuestra gente. La conservaré. Mataré
a cualquiera que intente quitármela. No la compartiré.

Letras de Corazón 54
Está ligada a mí. —Miró a los hombres con Gru. —
Los voy a matar a todos si no retroceden ahora—.
—Entonces uno de nosotros morirá pero la
queremos.— Gruñó Gru.
Ral gruñó de nuevo. Volvió la cabeza. —Rham,
Ber, Hosh, protéjanla—.
Tres hombres grandes avanzaron apartando a los
hombres en su camino. Ral miró a los ojos de Ariel. —
Mi paquete. Ellos te protegerán. Ve con ellos. —
El terror la golpeó duro. —Ral-—
—Estarás a mi vista. Ellos se asegurarán de que
estés allí. —
Los tres hombres rodearon a Ariel. Uno de ellos la
cogió del brazo y la hizo a un lado contra la pared. Ella
miró a los tres hombres que la protegían
preguntándose qué significaba ser un paquete para los
Zorn. Se oyó un rugido y dirigió la cabeza hacia Ral.
Cuatro hombres lo atacaron en lugar de tres.
El horror se precipitó por ella. Ella miró a uno de
los tres hombres que la protegían. —No lo puedes
ayudar a luchar?—
El hombre sacudió la cabeza. —Eres la mujer por
la que Ral está luchando. Nosotros sólo te protegemos.
Es nuestra costumbre —.

Letras de Corazón 55
—Su costumbre apesta—, susurró. La golpeó el
terror al observar a Ral luchar.
Ral era muy bueno. Había cuatro hombres
rodeándolo. Dos de ellos lo tomaron por los brazos,
mientras que el tercer hombre lo apresaba por detrás.
El cuarto hombre se le acercó de frente. Era Gru. Ariel
jadeó y trató de llegar a Ral. Quería saltar sobre uno
de esos bastardos. Ral necesitaba ayuda. Uno de los
hombres que la protegían la agarró del brazo tirándola
de espaldas.
—Detente—. Habló en voz baja. —Ral no necesita
ayuda.—
Ral echó atrás la cabeza que se estrelló contra la
cara del hombre detrás de él. Levantó ambos pies al
mismo tiempo para patear en el pecho al hombre que
teñía al frente. Los hombres que tenían agarrado a Ral
de los brazos se tambalearon hacia atrás tratando de
mantenerlo agarrado. Sacó a ambos de balance.
Gru rugió de dolor cuando Ral le pateó el pecho.
Su cuerpo voló hacia atrás, golpeando con fuerza en
una pared de roca en bruto. Cuando los pies de Ral
tocaron el suelo tiró de los brazos al mismo tiempo.
Haciendo que los dos hombres que le sostenían los
brazos perdieran el equilibrio y chocaran entre sí. Con
uno de sus brazos libres golpeó el rostro del hombre
más cercano a él.

Letras de Corazón 56
Fue brutal. Fue sangriento. Ral les dio una paliza
a los cuatro. Los hombres en el suelo estaban
ensangrentados y algunos tenían huesos rotos. Ariel se
enteró de que los Zorn también luchaban con los
dientes. Ral había roto el brazo de un hombre cuando
este había tratado de golpearlo en el rostro. Ral se
volvió y gruñó alrededor de la habitación. Se acercó y
tomó a Gru por el pelo. Tiró al hombre sobre sus pies.
—Ella es mía. Te dije que te costaría la vida, Gru.
—Ral miró alrededor del cuarto. —Mataré a cualquiera
que se atreva a tocar a la mujer a la estoy ligado—.
Ariel casi se viene abajo cuando vio la presión que
Ral estaba ejerciendo en el cuello de Gru. Simplemente
lo retorcido y escuchó el pop del cuello al romperse.
Ral soltó el cuerpo de Gru. Se agachó y agarró al
siguiente hombre. El hombre gimió.
—Por favor, Ral-—
Ral le rompió el cuello. Y lo arrojó a un lado. Ariel
cerró los ojos luchando contra un sollozo. Escuchó dos
pop más. Los dos hombres restantes también habían
rogado por su vida. Ral no habían vacilado en matarlos.
—Ella es mía—, bramó.
Los ojos de Ariel se abrieron de golpe, cuando una
mano se apoderó de ella. Un Ral ensangrentado jadeaba
mientras se sacudía la mano. Ella tropezó detrás de él

Letras de Corazón 57
cuando no le dio otra opción. La sacó de la sala,
rodearon a los cadáveres de los hombres que habían
luchado, y caminaron por el pasillo. No se detuvo hasta
que llegó al cuarto de baño. La metió en el interior.
Dos hombres ocupaban la habitación. Ral les gruñó.
—Fuera. Baras, vigila la puerta. —
Uno de los hombres asintió con la cabeza, mirando
a Ariel. —¿Estás bien, Ral?—
—Tuve que matar a cuatro hombres lo
suficientemente estúpidos como para tratar de quitarme
a mi mujer.—
El hombre palideció. —Voy a vigilar la puerta.—
—Apreciada—, dijo en voz baja Ral.
Él miró a Ariel. Ella lo miró con temor. Él frunció
el ceño. —¿Por qué me miras así?—
—Mataste a los cuatro hombres.—
Él le gruño suavemente a ella. —No sé cómo son
las cosas en tu planeta, pero ya no estás en él, Ariel. Si
no los mataba tendría que haber luchado cada día con
ellos para conservarte. ¿Preferirías que hubiera dejado
que te llevaran? ¿Sabes lo que habrían hecho contigo?
Habrían usado tu cuerpo hasta cansarse y luego te
habrían pasado a otros hombres. Eres pequeña. No

Letras de Corazón 58
sobrevivirías por mucho tiempo. Ellos te lastimarían.
Eres mía. Tú y yo estamos enamorados. ¿Entiendes? —
Ella asintió con la cabeza. —Es sólo que...— Ella
luchó contra las lágrimas. —Me dio miedo, no estoy
acostumbrada a tanta violencia. Me doy cuenta de que
no tenías otra opción y te agradezco lo que hiciste por
mí. Realmente lo hago. Sólo estoy impresionada—.
Suspiró cambiando su brazo de posición. —Voy a
lavarme. Quítate la ropa. Nos bañaremos juntos—.
Se desnudó rápidamente. Ella no dejaba de mirar a
la puerta. Ral se rió entre dientes. —Baras no dejará
entrar a nadie. La mayor parte de mi pueblo me tiene
miedo. Yo soy más fuerte que todos. —
—Luchas muy bien—.
—Yo soy un...— Vaciló. —No sé cómo
explicártelo. En mi planeta algunos son más fuertes que
otros. Yo soy de la familia de los más fuertes. Mi padre
dirige nuestro planeta—.
Ella se quedó atónita. —Como un rey?—
—No conozco esa palabra. Mi padre es el más
fuerte. Lidera a todos los de nuestro pueblo. —
—Mierda. Eres como un príncipe—.
Se encogió de hombros. —No entiendo ese
término, pero mi gente me sigue aquí. A veces, algunos

Letras de Corazón 59
de ellos se ponen estúpidos. Se olvidan que pelean con
el mejor. Es nuestra costumbre. El más fuerte lidera al
más débil. Yo soy el más fuerte de mi gente aquí. —
—¿Entonces por qué te retaron?—
—Para conseguirte...— Vaciló. —No nos gusta
lesionarnos unos a otros, pero somos muy buenos
infligiendo el suficiente daño como para que parezca
real. A veces fingimos que tenemos huesos rotos. Pero
otras veces la lucha es real. Algunos pelearon de
verdad por ti. Yo siempre gano las luchas y le entrego
el premio a uno de mi pueblo que se lo merezca. Esta
vez me quede con él. —
Se sorprendió cuando Ral tiró su cuerpo desnudo
dentro de la ducha agitó una mano contra la pared.
Una cascada de agua caliente cayó desde arriba en
forma de lluvia dentro de la ducha. Ariel se sorprendió.
Ral se rió entre dientes. —El agua nos limpia.
Simplemente frota tu piel. —
—No hay nada con lo que lavarnos el cabello?—
Tocó la lluvia. —También te limpia el cabello. Hay
sustancias químicas en ella. No la tomes por que no
sabe bien. No te dañará los ojos si entra en contacto
con ellos.—
—Así que toda la pelea para conseguirme, fue
falsa?—

Letras de Corazón 60
Dudó. —Aprendimos tiempo atrás cuando fuimos
capturados, que si no mostrábamos una lucha real los
Anzons nos quitaban el alimento para que peleáramos
de verdad.
Algunos pelean de verdad para intentar ganar los
premios que desean con mucha codicia. Yo regalo mi
premio al que considero que más se lo merece. Muchos
pelearon de verdad por ti hoy. Fueron estúpidos al
intentar arrebatarte de mi lado. No hubiera dejado que
te tuvieran. Ellos sabían que no lo permitiría y que no
eran merecedores de luchar conmigo —.
—Es por eso que el hombre te detuvo para
preguntarte a quien me ibas a entregar—.
Él asintió con la cabeza. —A Gru no le gustó que
te conservara, pero me he ganado con creces el
derecho a tenerte. Él pensaba que merecía tenerte —.
—Has ganado a otras mujeres?—
—Sí—.
Los celos la golpearon. —Te acostaste con
ellas?—
Él la miró con los párpados entrecerrados. —No.
Se las entregue de inmediato a los hombre que
considere se las merecían. —Le rodeó el rostro con las
manos y le pasó el pulgar por la mejilla. —Eres la
única mujer que ha estado en mi cama desde que

Letras de Corazón 61
fuimos sacados de nuestro planeta. Eso fue hace seis
meses. —
Ella se sorprendió. —¿Por qué me conservas?
¿Por qué no conservaste a ninguna de esas otras
mujeres? —
Sonrió. —Me sentí atraído por ti con tanta fuerza
que lo sentía en mi sangre desde que puse los ojos en
ti. Tenía que tenerte. —
Ella asintió. —Me alegro—.
—Yo también me alegro. Vamos a nuestra
habitación. Siento la necesidad de estar de nuevo
contigo y no creo que sea seguro para nosotros hacerlo
aquí—.

Letras de Corazón 62
CAPÍTULO 4
Ral cerró la puerta. —Quítate la ropa.—
Se desnudó rápidamente. Observó a Ral quitarse
los pantalones. Él ya estaba despierto. Caminó hasta el
colchón y se sentó sobre sus piernas. La acomodo en
su regazo.
—¿Arriba o abajo. Tú eliges. —
Ariel sonrió. —¿Siempre lo haces sentado?—
—Tu especie no lo hace?—
—No. Extiéndete sobre la espalda para mí. —
Él dudó, pero luego se echó hacia atrás. Ella se
dejó caer de rodillas para subir a través del colchón.
Sus manos le masajearon el pecho mientras ella se
sentaba a horcajadas en su regazo. El deseo ardía en
sus ojos mientras la miraba en silencio. No protestó.

Letras de Corazón 63
Ella se inclinó sobre él abriendo la boca. Le pasó la
lengua por el pecho. Al instante su cuerpo se tensó.
Gruñó y arqueó su espalda para que su cuerpo
estuviera más cerca de su boca.
Ella lo tomó como una buena señal. Le pasó la
lengua por los pezones y los succiono dentro de su
boca. Deslizó las manos en su pelo con un gemido. —
Señor de las Lunas—, susurró.
Ariel sonrió y liberó su pezón. —¿Quién es él?—
Ral rió entre dientes. —El protector y vigilante de
mi planeta—.
—Dios—.
—Es él el que protege y vela por tu planeta?—
Ella dudó. —Es el Señor de las lunas una persona
de carne y hueso, que respira o una creencia?—
—Una creencia.—
Ella asintió con la cabeza. —Yo tengo a Dios.—
—Haz eso otra vez con tu boca.—
Ella bajó la cabeza para jugar con su pezón en la
boca. Trazó un camino de besos en su pecho para
luego atender al otro pezón. Se echó hacia atrás una
pulgada para soplar aire en la piel mojada. Ella sonrió
mientras sus pezones se arrugaban. Ral se quejó.

Letras de Corazón 64
—Te necesito—.
Ella agarró su gruesa erección en la mano. Estaba
excitada y húmeda. Lo miró a los ojos mientras
ajustaba sus caderas. Gimió mientras se deslizaba hacia
abajo, aceptándolo en su cuerpo. Se sentía muy bien, se
deslizó hasta tenerlo enterrado profundamente dentro
de ella. Ral gruñó bajo.
—Ariel, se siente increíble—.
—Espera.— Se movió sobre él montándolo.
Ral se apoderó de sus caderas, movió la cabeza
hacia atrás. Empujó sus caderas hacia arriba mientras
ella descendía. Se movieron más rápido juntos y el
placer aumentó.
—Tócame—, jadeó. —Estoy muy cerca.—
Él liberó su cadera, de manera que su mano
quedará libre para tocar su clítoris, frotándolo entre los
dedos. Eso fue todo Ariel gritó cuando se corrió duro.
Ral gruñó y echó la cabeza atrás, su cuerpo se sacudió
y pulso profundamente dentro de ella. Ella se dejó caer
sobre su pecho.
Ariel sonrió contra su piel. —Así que... fue tan
bueno como cuando lo haces sobre tus piernas?—
—Mejor—. Rió entre dientes.

Letras de Corazón 65
—Las mujeres Zorn no disfrutan del sexo a menos
que lo hagan de esa manera?—
Le frotó el trasero con las manos. —Su unis sólo
puede ser frotado por nuestro Hais y esa es la posición
que funciona—.
—Hais?—
Él les dio la vuelta para Ariel quedará atrapada
debajo de su cuerpo. Se retiró de ella lentamente y cayó
de rodillas. Agarró su polla, tocando el borde superior
de la misma. —Hais. Lo sientes. Es más duro que la
parte de abajo. —
Le exploró la punta de la polla. Ral tenía una zona
dura en la cabeza de su polla. Ella lo vio temblar
mientras la frotaba con la punta de los dedos. Cerró
los ojos con un gemido.
—Área sensible?—
—Mucho—.
Ella deslizó sus dedos por la parte inferior. —
¿Qué tal aquí?—
—Se siente bien, pero el hais es la zona más
sensible.—
—Dentro de mí lo rozas sin importar la posición
en la que estés— Ella lo liberó y retrocedió.

Letras de Corazón 66
Ral asintió con la cabeza. —Cuando los hombres
Zorn castigan a sus mujeres tienen sexo en una
posición que les impida obtener placer a ellas.—
—No entiendo—.
Él sonrió. —Somos una sociedad dominada por
hombres.—
—Todavía no lo entiendo.—
La tomó en brazos para que se acurrucara junto a
él. —Si una mujer es muy caprichosa y necesita un
recordatorio de que el hombre está a cargo tienen sexo
sin que ella obtenga su placer hasta que se someta a
él.—
—Le hace daño a la mujer?—
—No. Imagínate que hacemos el amor, pero no
permito que te corras. —
—Eso es malo.—
Se echó a reír. —Es una lección. Cuando una
mujer se somete dejamos que se corra. —
Ella le frotó el pecho con los dedos. Ariel amaba
tocarlo. —Eso no funciona conmigo.—
—Encontraré la manera. ¿Qué pasaría si no te
froto el unis? —
—Todavía disfrutaría, pero no tanto. —

Letras de Corazón 67
—¿De qué otra forma te gusta ser amada?—
—¿Ustedes tienen sexo oral?—
Él la miró confundido.
Ella sonrió. —Con tu boca en mi unis o mi boca
en tu hais.—
La mirada confusa desaparecido. Asintió con la
cabeza. —Las mujeres pueden, pero a menos que un
hombre tenga una lengua muy larga, no podemos llegar
a un unis con la boca. Son cerca de seis pulgadas
dentro de una mujer. —
—Eso es una mierda para las mujeres Zorn.—
—Ellas disfrutan de la estimulación con el dedo.—
Su mano recorrió su cuerpo. Se detuvo en la cadera.
—Tu unis es muy accesible.—
Ella asintió.
La levantó, a recostando a Ariel sobre la espalda, y
le sonrió. —Vamos a ver cómo funciona esto.—
Ella dudó. —Primero debo tomar una ducha.—
Se rió entre dientes. —Porque me saborearé en ti?
No me importa. —Se deslizó por ella y le separó los
muslos. —Quiero experimentar contigo.—
Ella extendió más ampliamente sus muslos. —Lo
que quieras.—

Letras de Corazón 68
Ral se movió entre sus muslos estudiando su
cuerpo de cerca. Bajó la cabeza para mirar entre sus
piernas abiertas. Los dedos separando sus labios para
obtener una visión perfecta de su clítoris.
—Hermoso.—
Ariel se echó a reír. —¿Crees que soy bonita allá
abajo?—
Inhaló. —También hueles muy bien.— Su boca
descendió y su lengua le tocó el clítoris. Se lo chupó.
Ariel gimió. Su boca la liberó.
—Bueno?—
—Sí—.
—Sabes deliciosa. Voy a hacer contigo lo que
quiera para ver tu reacción. —
—No puedo esperar—, dijo ella sin aliento.
Ral le lamió y chupó. Él utilizó sus dientes para
raspar suavemente su clítoris. Ariel gimió más fuerte y
agarro en un puño la sábana.—Ral, se siente tan
condenadamente bien.—
Gruñó, vibrando a través de ella. Su boca jugando
con su clítoris sin piedad. No pasó mucho tiempo para
que Ariel gritara su nombre al correrse.

Letras de Corazón 69
Ral levantó la cabeza de entre sus muslos
húmedos. —Quiero hacer esto a menudo.—
—Cuando quieras.— Levantó la cabeza, sonriendo
a él. —Tu turno. Túmbate sobre la espalda. —
Se rió entre dientes mientras se tumbaba sobre su
espalda. Ariel se levantó y se metió entre sus muslos.
Ella miró su erección.
—Dime lo que te gusta.—
—Muéstrame que les gusta a los hombres de tu
planeta.—
Se lamió los labios, se apoderó de él y le pasó la
lengua por encima de la polla. Él gimió suavemente,
apretando las mantas. Los músculos de todo su cuerpo
se tensaron.
—Bien—, gruñó.
Le pasó la lengua por la parte inferior de su eje y
lo lamió hacia arriba. Ella envolvió sus labios alrededor
de su polla y la tomó en su boca. Gimiendo en voz alta,
Ral apretó las sábanas.
—Señor de las Lunas. Se siente tan bien. —
Ariel lo tomó poco a poco más profundo. El cuerpo
de Ral se retorcía poco a poco conforme Ariel se movía
más rápido, lo chupó más duro, y utilizó su lengua para
torturarlo sin piedad. Ral se sacudió. Ariel tragó

Letras de Corazón 70
cuando él se corrió en su boca. Su semen era más
cálido que cualquier otra cosa que había probado antes
y su sabor era dulce como un caramelo. Ella gimió y lo
mantuvo en su boca hasta que expulsó hasta la última
gota. Ral tomó un tembloroso suspiro.
—Me estás matando—.
Ella lo liberó. La mirada aturdida en su rostro la
hizo sonreír. —¿Te gustó?—
Él le tiró encima de él. —Me gusta más tu forma.
Señor de las Lunas, fue increíble. —
—Qué fue diferente?—
—Nuestras mujeres sólo lamen la parte superior.
Ellas no nos toman en la boca. Tu manera es... —Se
estremeció. —Muchísimo mejor.—
Ella se acurrucó junto a Ral. —Tenemos buen
sexo juntos.—
Se echó a reír. —Lo tenemos. Estoy listo para
dormir. ¿Estás lista para dormir? Nosotros no
dormimos muy bien la noche pasada —.
—Ummm. Alguien me lo impidió. —
Ella se acurrucó más cerca de Ral. Ariel cerró los
ojos sintiéndose felizmente saciada envuelta en los
brazos de Ral. Los dos estaban a punto de quedarse
dormido cuando alguien golpeó la puerta.

Letras de Corazón 71
Ral-gruñó mientras movía a Ariel. Agarró la manta
y cubrió su cuerpo por completo desde el cuello hasta
los pies. —Quédate—, le ordenó. Saltó de la cama,
agarró los pantalones y se los puso.
Ariel cogió la manta sobre su cuerpo, sintiendo un
poco de temor. Había más hombres en la puerta
queriendo luchar con Ral por ella? Ral empujó la puerta
y miró a quienquiera que estuviera allí. Ariel no pudo
ver porque el cuerpo de Ral le bloqueaba la vista. Oyó
una suave voz masculina, pero no pudo distinguir las
palabras.
—Estaré allí en cuestión de minutos.— Él cerró la
puerta. —Vístete, Ariel. Tenemos que irnos rápido. —
Ella se alarmó, pero salió de la cama para vestirse
rápidamente. Ral le ayudó con su cinturón. Ella lo miró.
—¿Qué está mal?—
—Tenemos que ir a una reunión. Es muy
importante. Uno de mis pack oyó algo que necesita
compartir —
—¿Qué significa pack? No entiendo el término. —
—Significa fiel a mí y a mi familia. Personas
dignas de confianza que no me traicionaran. Se han
ganado mi confianza y la de mi familia. Es un lazo de
amistad profundo. ¿Entiendes? —
—Sí—.

Letras de Corazón 72
Ral se apoderó de su rostro y la miró. —¿Estas
enamorada de mí, Ariel?—
Ella lo miró fijamente. Sabía lo que le estaba
pidiendo, incluso si sus palabras no fueron exactamente
así. Quería saber si sentía algo por él. Ella asintió. No
estaba segura de cómo había sucedido, pero ella lo
amaba. Había matado por protegerla y conservarla. Le
hizo reír. Hizo el amor con ella. Cómo no iba a amarlo?
—Te amo—.
—¿Puedo confiar en ti?—
Ella asintió, sin apartar la mirada de sus ojos. —
Sí—.
—No tenía ninguna duda pero tenía que
preguntar. Vámonos. Esto es muy importante. —
Abrió la puerta y la tomó de la mano. Caminaba
tan rápido que Ariel tuvo que correr para mantenerse
al lado de él o corría el riesgo de ser arrastrada.
Terminaron en un cuarto de dormir muy similar al que
compartía con Ral. La habitación estaba llena de
hombres. Ral puso a Ariel delante de él, sus brazos
rodeándola posesivamente. La puerta se cerró detrás de
ellos.
—Que fue lo que escuchaste que nos puede
ayudar?— Ral bajo la voz.

Letras de Corazón 73
Un hombre se levantó. Él le asintió a Ral y sus
ojos se dirigieron hacia Ariel. —Podemos confiar en
ella?—
—Está ligada a mí—, gruñó Ral. Su voz sonaba
enojada. —No insultes a mi mujer.—
El hombre palideció. —No quise insultar a tu
mujer.— Bajó la mirada.
—Habla—, suspiró Ral.
El hombre asintió, mirando hacia arriba otra vez
directamente a los ojos de Ral. —Están preparando
una de las naves grandes. Hay un planeta grande que
van a visitar para obtener más mano de obra. Su plan
es que la nave sea el hogar de ellos hasta que cavemos
lo suficiente para meterlos aquí con nosotros—.
Ral sonrió. —¿Cuándo?—
El hombre le devolvió la sonrisa. —Se van mañana
por la mañana en el primer turno. Es perfecto. Están
conspirando para raptar a unos cuantos cientos de
trabajadores—.
La sonrisa de Ral se desvaneció. Miró a los
hombres a su alrededor. —Nuestro tiempo ha llegado.
Esto es todo. Hagan todos los arreglos necesarios y
háganlos rápido. No les digan a los otros lo que va a
suceder. Vamos a sorprenderlos. Todos ustedes saben
lo que tienen que hacer. Nos levantaremos dos horas

Letras de Corazón 74
antes del primer turno para prepararnos. —volvió su
mirada hacia el hombre. —Está todo en orden?—
—Sí—.
Ral se rió entre dientes. —Estamos muy cerca—.
Los hombres estaban todos sonriendo. Ariel miró a
cada uno de ellos. ¿Por qué estaban tan entusiasmados
con los nuevos prisioneros. Tal vez tenían la esperanza
de que la mayoría de los prisioneros fueran mujeres.
Tal vez se sentían solos y querían caras nuevas.
Regresaron en silencio hasta su habitación. Ral cerró la
puerta.
—Desvístete.— El hambre ardía en sus ojos.
Se desnudó. Ral la agarró y la acomodó contra su
cuerpo. Sus miradas se encontraron. Estaban casi
nariz con nariz.
—Si lo hacemos de pie lo disfrutarás?—
—Sí—.
Él le gruñó suavemente. Ariel enredo sus piernas
alrededor de las caderas de Ral y sus brazos alrededor
de su cuello. Ral entró en ella en un santiamén. A Ariel
le encantaba la sensación de él en su interior
colmándola. Se movió, la agarró por el culo y empujó
arriba y abajo meciéndose. Ariel escondió la cara en su
hombro gimiendo en voz alta. No estaba segura de lo

Letras de Corazón 75
que había sacado la vena salvaje en Ral, pero lo estaba
disfrutando.
—Señor de las Lunas—, susurró después de
correrse y de que Ral estallara dentro de ella lo
suficiente fuerte como para que ella lo sintiera.
Ral se rió entre dientes. —Exactamente. Señor de
las Lunas eso fue bueno. —
Salió de su cuerpo y la bajó al suelo. Le dio un
beso antes de alejarse. —Tenemos que dormir.—
Ariel asintió y se metió en la cama. Ella alzó las
mantas para Ral. —Métete—
Sonrió y la atrajo a su cuerpo hasta que la cabeza
de Ariel descansó sobre su pecho. —Yo enamorado de
ti, Ariel.—
Ella se rió de su pronunciación. —Yo también
estoy enamorada de ti, Ral—.
—Estoy enamorado de ti. Mejor? —Él le frotó la
espalda con los dedos.
—Perfecto—, dijo con sinceridad. La alegría
rompió través de ella. Ral la amaba.

Letras de Corazón 76
CAPÍTULO 5
—Despierta—.
Ariel abrió los ojos. —Maldita sea que temprano te
levantas. Dormimos mucho? ¿Cómo sabes qué hora es?

—Lo he oído. Tenemos patrullas en el pasillo nos
dicen la hora. Mi oído es agudo. Vístete rápido.
Tenemos que darnos prisa. Tenemos mucho que hacer.

Se vistió mientras Ral se ponía una camisa. Ella lo
observó. —Llevas camisa hoy?—
—¿Dónde vamos hoy es más frío que en las minas
—.

Letras de Corazón 77
—De acuerdo—.
Ral agarró la manta de la cama. Ariel vio como
volcaba toda la ropa que tenía apilada en el suelo
dentro de la manta. Algo estaba definitivamente mal con
Ral, pero no le decía lo que estaba pasando. Levantó la
bolsa de ropa, se la echó al hombro y abrió la puerta.
Le tomó la mano.
—Quédate a mi lado. No importa lo que pase,
quédate conmigo. Estas ligada a mí. Y yo a ti.
Permaneceremos juntos —.
—De acuerdo. No saldré de tu vista y me quedaré
muy cerca de ti en todo momento. —
—Perfecto.—
La llevó al baño. Ral les ordeno a los cuatro
hombres que se encontraban dentro que salieran para
que ella pudiera tener privacidad. Cuando terminó, Ral
se acercó a utilizar el baño. Tres hombres lo siguieron
dentro, por lo que Ral la atrajo hacia su cuerpo y
sacudió la cabeza para que no mirara. Ella volvió los
ojos, pero mantuvo su mirada en Ral. No quería ver a
los tres hombres orinar.
Le dio privacidad a Ral, sin salir de su vista. Se
lavaron antes de salir del baño. Ral se la llevó al
comedor.

Letras de Corazón 78
—Come rápido.— Él le entregó los platos con
comida y las tazas con agua. Miró alrededor. Estaba
lleno, a diferencia de la mañana anterior. La habitación
estaba inusualmente tranquila. Ral se sentó en el
banquillo al final de la mesa, extendiendo sus muslos
anchos. Se movió en el banquillo para dar lugar a que
Ariel se sentara.
Sin que él tuviera que decirle, Ariel se deslizó
sobre su regazo. Comían rápidamente. Ral hizo un
gesto a los hombres a su alrededor. Ella levantó la
vista. La gente de Ral estaba tensa. Casi podía sentirse
en el aire. Se preguntó qué demonios estaba pasando.
Ella miró a Ral. Él la miró y sonrió.
—Ral?—
—Confía en mí y pregunta después—.
Cerró la boca y asintió con la cabeza. Ral quería
que estuvieran en movimiento. Salieron del comedor.
Sin embargo no se dirigieron hacia la mina. Agarró la
manta sobre el hombro, tomó su mano y se dirigió
hacia las puertas marcadas con palabras que no sabía
leer. Las marcas en forma de rasguños parecían
moverse. Apretó la mano en que sostenía la de ella e
hizo una pausa para mirarla.
—Quédate conmigo. Si algo sale mal, tendremos
que correr. Corre conmigo. Prométemelo, Ariel. No voy
a perderte y moriré si te separan de mí, porque voy a

Letras de Corazón 79
luchar para mantenerte sin importar las probabilidades.

El miedo la golpeó. ¿Qué demonios estaba
pasando? Ral abrió la puerta que daba a un pasillo
pequeño. Ral la tiró hacia delante y casi corrió por el
pasillo. Terminó en una de esas cosas con forma de
plataforma elevadora con las paredes de piedra en
bruto. Ral se subió tirando de ella en sus brazos.
—No toque las paredes.—
—No lo haré.— Se estremeció. —Sería como
tocar un rallador de queso eléctrico por la velocidad a
la que estas cosas se mueven arriba y abajo.—
—Un rallador de queso?—
—No importa. Estaba hablando conmigo misma.

La plataforma se detuvo. Ral, olió el aire mientras
la empujaba hacia adelante. Bajaron corriendo las salas
hasta que llegaron a otra puerta grande. Se parecía a la
puerta que había atravesado con Yoz el día en que la
llevaron a la mina. La puerta se agitó antes de abrirse.
Ariel estaba un poco sorprendida de ver a uno de los
hombres Ral ante ellos.
—Estamos listos. Te seguimos. —

Letras de Corazón 80
Ral asintió y se fue sin previo aviso. Apretó la
mano sobre Ariel mientras la ponía detrás de él.
Corrieron a través de la gran sala a otra puerta
grande. Ral se detuvo y miró hacia atrás. Ariel miró
por encima del hombro para ver a decenas de Zorn
entrar en la gran sala con más Zorn sobre sus talones.
La sala se llenó de Zorn.
El hombre que permitía la entrada en el cuarto,
finalmente cerró la puerta. Tenía que haber más de cien
Zorn en la habitación con algunas otras especies que
no había visto antes. Los otros no Zorn parecían tan
confundidos como ella. Sólo había un puñado de ellos,
todas mujeres.
—Vamos a hacer esto.— Ral asintió con la cabeza.
Las puertas se abrieron. Ariel giró para ver lo
había en la habitación a la que se dirigían. Se quedó
sin aliento al observar la nave más grande que había
visto estacionada en lo que parecía ser el espacio
abierto. Entonces vio la cúpula de cristal apenas
perceptible con el espacio profundo como fondo.
Había más hombres Zorn por la nave. Todos se
agitaron. Como una estampida, los Zorn comenzaron a
correr. Ral apretó su mano y tiró de ella más cerca de
su cuerpo. Corrieron juntos hacia la nave.
Era una nave espacial. Ella lo entendía. Se
preguntó acerca de lo que iba a suceder. La

Letras de Corazón 81
comprensión la golpeó conforme se fueron acercando a
la nave. Estaban tratando de escapar. La sorpresa la
golpeo a medida que corrían por la rampa y el vientre
de la nave.
Parecía un amplio espacio de carga. Más Zorn
esperaban dentro. Ral se mantenía en movimiento,
tirando de Ariel, mientras corrían a través del área de
carga hacia un pasillo de metal.
—Por aquí, Argis Ral—, gritó un hombre. —Nos
estamos preparando para el vuelo.—
Ral ni siquiera perdía el aliento mientras corrían.
—¿Has dañado los otros barcos?—
—Sí—, gruñó el otro Zorn que corría junto a
ellos. —No van a ser capaces de seguirnos. No por
mucho tiempo. —
Jadeando, y con un dolor en el costado, Ariel
comenzó a disminuir el paso. Ral gruñó. Se detuvo y
giró, empujando la manta y la ropa al otro hombre le
soltó la mano a Ariel y en un instante la levantó por la
mitad. Sus caderas golpearon duro el hombro Ral. Él
se dio la vuelta y echó a correr otra vez mientras la
sostenía con fuerza contra su cuerpo.
Terminaron en un elevador. Ral se quedó con el
otro hombre Zorn conforme el ascensor ascendía. Ariel

Letras de Corazón 82
se quitó el pelo de la cara para mirar al hombre Zorn
de pie a pocos metros de ella y Ral.
—El barco está lleno—. El Zorn se tocó la oreja.
Ariel vio un dispositivo de metal en la oreja del hombre.
—Ellos están asegurando las puertas de carga.
Estamos listos. —
—Salgamos de aquí—, gruñó Ral. —No me
esperes a llegar al centro de mando—.
—Despegue—, ordenó el Zorn. —Argis Ral ha
ordenado el despegue.—
Los motores de la nave no sonaban fuerte, pero
aún así Ariel los oía por la vibración. La puerta del
ascensor se abrió cuando se detuvo. Ral se trasladó
rápidamente a la habitación. Se inclinó para depositar a
Ariel en sus pies con suavidad. Él la cogió del brazo y
la hizo girar.
Ariel se quedó con los ojos abiertos por el
asombro al ver la gran ventana. La habitación era una
especie de centro de control. Cinco Zorn se
encontraban en los controles. Ral se movió al asiento
largo llevando a Ariel con él. Se sentó, tirando de ella
en su regazo. Envolvió su brazo alrededor de la cintura
de Ariel para asegurar que no se pudiera mover.
—Informe—, ordenó Ral.

Letras de Corazón 83
—Se activó la alarma cuando la nave se encendió,
pero hemos reemplazado sus sistemas.— El hombre
detrás de ellos gruñó. —La cúpula se está retrayendo.
Cuarenta segundos para el despegue. —
Ral gruñó. —Más rápido, maldita sea.—
—Eso es lo más rápido que podemos ir. La cúpula
se ha comenzado a abrir. No pueden llegar a la nave.
Los sellos de presión se rompieron. Serían absorbidos
por el muelle, incluso si pudieran pasar por alto las
medidas de seguridad. —
Ral asintió con la cabeza. —¿Qué pasa con sus
defensas?—
—Están destruidas.— El hombre sentado en una
silla a su derecha rio. —Nosotros las volamos cuando
dio la orden de despegar. Esos hijos de puta azules
están ocupados en este momento lidiando con los
incendios que provocamos. Vamos a ser claros. No nos
pueden detener—.
Ral asintió con la cabeza. Los ojos de Ariel volaron
hacia su mirada. Él no la miró. Parecía triste mientras
miraba por la ventana.—Hasta no estar libres y
tranquilos no me sentiré demasiado confiado, Avi. Viz,
tienes acceso a su sistema de navegación? ¿Sabemos
dónde estamos y cómo llegar a casa? —

Letras de Corazón 84
—Sí, Argis Ral. Estamos a tres semanas de casa a
plena capacidad. —
Ral cerró los ojos y sonrió. —Casa—. Sus ojos se
abrieron de golpe. —tiempo?—
—Diez segundos. Estamos listos. Alertaré al
pueblo para que espere. —
Ral apretó a Ariel con más fuerza contra su
cuerpo. —Espera, Ariel. Este barco tiene motores
fuertes y no tendremos una salida fácil. Queremos
causar daño cuando nos vayamos. Quemar su muelle de
embarque. —
Ella le echó los brazos alrededor del cuello para
aferrarse con más fuerza a él. Los motores de la nave
vibraron más fuerte cuando la nave salió disparada
hacia adelante en el espacio. Su cuerpo fue lanzado
hacia Ral. Él la sostuvo con más fuerza. Volvió la
cabeza para mirar como la nave volaba en el espacio.
—Ellos tienen un arma que no exploto—, espetó
un hombre. —Maniobras evasivas—.
Ral gruñó. —¿Podemos evitar ser golpeados?—
El hombre se rió. —No hay problema. Estaremos
fuera de alcance dentro de tres, dos, uno, ahora.
Somos libres—.

Letras de Corazón 85
Ral se echó a reír. Él cargo a Ariel en sus brazos
mientras se levantaba. Él le sonrió. —Somos libres, mi
Ariel.—
La sorpresa golpeó a Ariel. Ella miró a Ral. Le
guiñó un ojo. —Abran las comunicaciones completas de
la nave.— Él sentó suavemente a Ariel en el asiento
que había dejado vacante.
Ariel se fue recuperando del golpe. Habían
escapado de la Anzons. Sin siquiera saberlo. Por eso la
reunión de la noche anterior. El Zorn no se había
entusiasmado con los nuevos prisioneros. Sino que
había estado entusiasmado con el hecho de tener una
gran nave lista para usarla en el escape. El dolor se
apoderó de Ariel. ¿Por qué Ral no le dijo? No confiaba
en ella?
—Este es Argis Ral—, gruñó Ral. —Somos
libres. En tres semanas estaremos regresando a casa.
Veremos Zorn otra vez. —
Los hombres echaron hacia atrás la cabeza y
gritaron en voz alta. Ariel se estremeció. Ral le sonrió
ampliamente. Él se pasó la mano por la garganta. El
hombre de la izquierda asintió.
—Las comunicaciones están apagadas, Argis Ral—
.

Letras de Corazón 86
Ral miró a uno de sus hombres. —Alguna
persecución?—
—No, Argis Ral. Los dañamos demasiado bien. —
Ral asintió. —Estate atento. No quiero sorpresas.

—Sí, Argis Ral—.
Ral se volvió para mirar a la ventana que daba
espacio. Cruzó los brazos sobre su pecho musculoso.
La satisfacción en su rostro era evidente.
Ariel se trago. —Ral?—
Él le sonrió. —¿Sí?—
—¿Me llevaras a casa?—
Él asintió. Se acercó y agachó frente a ella. Sus
manos se apoderaron de su rostro con suavidad.—
Estamos ligados. Serás muy bien recibida en mi planeta
—.
—Me refiero a la Tierra—, susurró.
La sonrisa de Ral murió. —Estamos ligados, Ariel.
No sabemos dónde está tu mundo o incluso en dónde
buscar. Lo siento. Mi casa es ahora tu hogar. —
Ella asintió se sentía un poco entumecida. ¿Qué
otra cosa podía hacer? Ral le sonrió y la liberó para

Letras de Corazón 87
que se pusiera de pie. Se dirigió hacia una de las
estaciones y habló en voz baja a uno de sus hombres.
Ariel se sentó en la silla que le habían puesto y se
limitó a observar a Ral. La llevaba a su planeta. No iba
a regresar jamás a la Tierra. El dolor y el enojo la
llenaron cuando se dio cuenta de que los hombres de
Ral tenían acceso al sistema de navegación Anzons para
encontrar su mundo, pero que ni siquiera lo iban a
buscar. Cerró los ojos y luchó contra las lágrimas que
queman detrás de sus párpados.
Finalmente abrió los ojos y miró hacia el espacio
cuando tuvo sus emociones bajo control. De vez en
cuando volvía la cabeza para ver a Ral. Parecía
emocionado mientras se movía por la habitación de una
estación a otra. Finalmente, se dirigió hacia ella y le
tendió la mano. Habían pasado horas.
—No estamos siendo perseguidos. No tienen nada
más rápido que nuestra nave y hemos estado atentos a
ellos. Hicimos una escapada perfecta. He memorizado el
plano de la nave. Vamos a los dormitorios del líder. —
—Está bien.— Dejó que él la levantara.
Ral recuperó la sabana con la ropa en la puerta.
Se fueron del cuarto de control y caminaron por un
pasillo. Ral se detuvo en una puerta y la abrió. No
estaba cerrada con llave. Ral entró primero y dejó caer

Letras de Corazón 88
su ropa. Las luces se prendieron de forma automática.
Ariel miró el cuarto.
—Bonito—. La habitación era enorme y parecía
equipada con todas las comodidades de los Anzons.
—Nos metieron en las habitaciones de roca con
alfombras gruesas.— Ral parecía enojado. —Sin
embargo, vivían con lujo.—
Ariel miró la habitación de nuevo. Tenía una sala
de estar con cómodos sillones y luego había una zona
de dormitorio con una cama grande. En una de las
paredes había una ventana. Era hermoso. Cuando se
acostara en la cama tendría la vista del espacio para
disfrutar. Ral la alcanzo, y la envolvió entre sus brazos.
—Amarás Zorn.—
Cerró los ojos. —Podrías encontrar la Tierra si
quisieras.—
—No puedo permitir que regreses a la Tierra.—
—No entiendo—.
Él la apretó con más fuerza. —Yo podría
encontrar tu planeta, pero no puedo dejarte de lado
ahora Ariel. Estoy enamorado de ti. Tú lo eres todo
para mí. Estamos ligados —.
—¿Qué significa eso? ligados? —

Letras de Corazón 89
—Significa que te he tomado como mía. Significa
que estaremos juntos hasta la muerte. Dedicare mi vida
a la tuya. —
—¿Quieres decir que estamos casados?—
—Casados?—
—Eso significa comprometidos el uno con el otro
hasta la muerte.—
—Sí. Entonces eso es lo que significa. Estas
ligada mí, Ariel. Nunca te arrepentirás. —
—¿Qué es Argis?—
—Mi título real.—
—Y Ral?—
—Mi nombre—.
—¿Debo llamarte Argis Ral ahora como todo el
mundo?—
Él sonrió. —Estas ligada a mí. No es necesario
que me llames por mi título. Nunca. Cuando fuimos
capturados y llevados, ordené a mi gente a abandonar
el título para proteger mi identidad. Yo era sólo un
Zorn de muchos. —
—Si los Anzons te capturaron una vez, podrían
regresar a tu planeta para llevarte otra vez?—

Letras de Corazón 90
—No. No nos capturaron de nuestro planeta. Nos
capturaron en otro que estábamos visitando. Era
nuestro planeta caza. Los Anzons cometieron muchos
errores con nosotros. Pensaban que no éramos lo
suficientemente inteligentes como para hacer frente a la
tecnología y que no éramos dignos de ver, incluso de
cerca. Les permitimos que pensaran eso. Funcionó para
tener una buena oportunidad de escapar. —
—¿Qué es un planeta caza?—
—Mi raza vacaciona en nuestro planeta caza. Es
un planeta primitivo sin civilización. La nave que nos
llevó nos dejó por una semana. Los Anzons pensaron
que éramos una especie muy primitiva, sin tecnología,
porque no la permitimos por razones de caza. Ya que
podría arruinar las vacaciones si la tecnología nos
permite envenenar el planeta y a los animales que
cazamos por deporte. Ahora los Anzons están
aprendiendo seriamente cómo nos subestimaron. —Él
se rió entre dientes.
—Así que no pueden venir detrás de nosotros a
Zorn?—
Los increíbles ojos azules de Ral se veían
divertidos. —No. Tenemos naves mucho mejores que
esta y un sistema de defensa que no les permitiría
llegar cerca de nuestro planeta. Sólo nos capturaron
porque estábamos en nuestro planeta caza. Cuando

Letras de Corazón 91
vuelva a casa voy a tomar las medidas necesarias para
defender el planeta caza para que lo que nos sucedió
nunca vuelve a ocurrir. —

Letras de Corazón 92
CAPÍTULO 6
Ariel estaba nerviosa. Se sentó entre los muslos de
Ral mirando el planeta al que se acercaban. Zorn no
era un planeta azul y blanco. Era de tonos rojos y tenía
tres grandes lunas rodeándolo.
Ral asintió con la cabeza a uno de sus hombres.
—Abre comunicaciones—.
—Sí, Argis Ral—.
—Este es Argis Ral—, gruñó. —Hemos vuelto a
casa. Alerta a Hyvin Berrr —.
Un hombre gruñó en respuesta. —Argis Ral?
Confirme su identidad. —

Letras de Corazón 93
Ral emitió algunos gruñidos. El traductor no le dio
a Ariel una traducción.
—Bienvenido a casa, Argis Ral.— El hombre
sonaba feliz. —Su padre estará muy contento. Lo
hemos buscado y a nuestra gente, pero sin éxito. —
—Hemos escapado de nuestros captores.— Ral
abrazó a Ariel. —Vamos a necesitar transporte.—
—Inmediatamente, Argis Ral—, dijo el hombre.
Ellos pusieron la nave en órbita sobre el planeta y
Ariel no pudo dejar de ver Zorn. Se veía tan diferente
de la Tierra-no es que ella hubiera visto realmente la
Tierra desde el espacio, sólo en películas y fotos. Zorn
era definitivamente diferente. El planeta se veía más
grande que cualquier fotografía de la Tierra. Ella tragó.
—¿Estás bien, Ariel?— Ral gruñó suavemente en
su oído.
—Sí. Sólo estoy nerviosa. ¿Cómo es? —
Se rió y la abrazó con fuerza. —Te va a gustar.
Es hermoso. —
Eso fue todo lo que alguna vez le dijo de su
planeta. En las últimas tres semanas, mientras que
viajaban a Zorn Ral había estado ocupado. Él la había
dejado prácticamente sola en el cuarto del líder, pero
llegaba en la noche para hacer el amor y dormir. Había

Letras de Corazón 94
evitado todas sus preguntas y la estaba empezando a
preocupar. El qué sólo dijera que su planeta era
hermoso no la aliviaba mucho. Ral la levantó y la llevó a
las entrañas de la nave con la mano en la suya. Vio a la
mayoría de su pueblo reunido allí. Se veían
inusualmente felices y emocionados, de pie en grupos.
Ral les sonrió y asintió mientras atraía a Ariel.
—Estamos en casa. Ha pasado mucho tiempo
desde que han visto a sus familias y amigos—.
Ariel también perdió su hogar y su familia, pero de
todas formas le sonrió. Ral era su mundo ahora. Ir a
casa significaba que tendría que dejarlo. Después de
casi un mes que habían pasado juntos no podía
imaginar la vida sin él.
—Ellos han enviado naves de transporte para
llevarnos al planeta. Esta nave es demasiado grande
para los muelles de embarque de nuestro planeta. —
Miró alrededor de la nave. —¿Qué pasará con
ella?—
Sonrió. —La conservaremos. Ellos nos capturaron.
Nosotros tomamos su nave. —
Un fuerte ruido asustó Ariel. Ral se rió entre
dientes. —Nuestro transporte se está acoplando.—
Hizo un gesto con la cabeza hacia la esquina. —Vamos

Letras de Corazón 95
a ir primero. Mi padre y mis hermanos van a estar muy
ansiosos por verme. —
Se aferró fuertemente a su mano, mirándolo a la
cara. —¿Cómo se sentirán acerca de mí?—
—Estamos ligados. Tendrán que aceptarlo —.
—Tu padre puede desligarnos? Dijiste que era el
líder de tu mundo. —
Ral frunció el ceño. —No lo hará.—
El terror invadió a Ariel. Ral no dijo que el
hombre no pudiera desligarlos. Había dicho que no lo
haría lo que implicaba que era posible. ¿Qué pasaba si
su padre quería a Ariel fuera de la vida de Ral? ¿Qué
sería de ella?
Las puertas se abrieron para ellos y grandes
hombres Zorn vestidos con uniformes negros entraron.
Ral sonrió. Él caminó hacia delante, arrastrando a
Ariel detrás de él mientras cerraba el espacio entre él y
los recién llegados.
—Argernon.— Rió Ral. —Has venido hasta aquí
para verme.— Ral libero a Ariel para dar al hombre un
abrazo de oso.
Ariel vio el parecido entre los dos hombres.
Argernon mantuvo la sonrisa mientras liberaba a Ral.

Letras de Corazón 96
—Te ves bien hermano. Teníamos miedo de que
hubieras muerto. —
Ral se echó a reír. —Soy demasiado malo para
morir.— Ral se volteo, buscando a Ariel. Él la atrajo
hacia adelante.
Ariel se quedó mirando al gran Zorn. Ella vio
como se le abrían los ojos al devolverle la mirada. Su
boca se abrió, pero de inmediato la se cerró de golpe.
Sus ojos fueron hacia Ral.
—Huele fuertemente a ti.—
—Esta es Ariel. Estoy ligado a ella. —
El horror transformó las facciones de Argernon.
—Estas ligado al enemigo?—
Ral gruñó. —Ella no es el enemigo.—
—Ella es una de tus captores—.
—No. Ella fue capturada de su mundo, así como
nosotros. —
Argernon todavía se veía enojado. —Es de otro
mundo. No te puedes enlazar a una de otro mundo.
Padre no lo permitirá. —
Ral gruñó ferozmente. —Ya está hecho. Ella es
mía. Estamos ligados—.

Letras de Corazón 97
Argernon dio un paso atrás. Él alzó las manos. —
Bueno se lo dejó a Padre.— Sus ojos se dirigieron a
Ariel. —Ella es muy pequeña y pálida—.
—Ella es mía.— Gruñó Ral a su hermano. —
Nadie la alejara de mí.—
Argernon parecía preocupado y un poco enojado.
—¿Es sexualmente compatible? ¿Puede llevar a tus
hijos? —
Ral vaciló. —No sé, ni me importa. Ella es mía—.
Argernon suspiró profundamente. —Vámonos.
Padre tiene un fuerte deseo de verte rápidamente. —
Sus ojos se volvieron a Ariel.—Puede ella
entendernos?—
—Sí—. Ral centraba su atención en Ariel. —Habla
a mi hermano para que vea si los traductores Zorn
trabajar con tu idioma.—
Ariel trago. —Hola, Argernon. Es un placer
conocerte. —
Argernon frunció el ceño. Sus ojos se dirigieron a
Ral. Él negó con la cabeza. —No puedo entenderle.
Ella habla en voz baja. Ella no habla como nosotros. —
Ral frunció el ceño irritado. —Vamos a tener que
poner a alguien en esto. Los traductores que pusieron

Letras de Corazón 98
en nosotros funcionan. Vamos a tener que modificar
nuestros traductores Zorn para su lengua. —
—Esto no es aceptable—, gruñó Argernon. —
Trajiste a una mujer a casa que ni siquiera puede
hablar o entendernos.—
Ariel miró a Ral. —Yo le entiendo.—
Ral asintió con la cabeza. —Bueno—.
—¿Qué te dijo?— Parecía Argernon sombrío.
—Se puede entender perfectamente. Vamos. Ponte
en contacto con alguien y hazlo trabajar en esto
inmediatamente. Quiero que mi mujer sea capaz de
hablar para que todos puedan entenderla y no sólo la
Zorn en esta nave. —
Argernon parecía furioso. Sus ojos azules
brillantes se dirigieron a Ariel por un segundo, podía
sentir su mirada directa haciéndola sentir incómodo. Él
hizo un gesto con los ojos a su hermano. Asintió antes
de que el hombre se diera la vuelta y atravesara la
puerta por la que había venido.
El transporte era del tamaño de un autobús de la
Tierra. Ral puso a Ariel sobre su regazo para que los
Zorn llenaran los asientos. Las puertas se cerraron y
volaron hacia el planeta. Ral la abrazó con fuerza
sujetándola. Cuando chocaron contra la atmósfera el
transportador se sacudió, fue un viaje difícil. Ral se rió

Letras de Corazón 99
de su miedo y la abrazo con más fuerza, acariciando su
mejilla con la suya, le susurró al oído malo. En voz
baja- ella gruño.
Ella no le recuerdo que no le podía entender, ella
sabía la esencia de lo que había dicho. Él le estaba
asegurando que era seguro. El transporte no tenía
ventanas por lo que no llegó a ver nada. Ral la soltó
del asiento y le cogió la mano para llevarla fuera.
Ella supo inmediatamente quién era el padre y
hermanos de Ral. El padre de Ral se parecía tanto a él
que no necesitaba una presentación para conocer su
identidad. Los cuatro hombres más jóvenes que
rodeaban a su padre compartían un fuerte parecido
familiar. Ral mantuvo el agarre en su mano hasta llegar
frente a su padre. Ral soltó la mano de Ariel para
agarrar al hombre mayor en un abrazo de oso.
Ariel no se movió ni un centímetro mientras
observaba a Ral abrazando a cada uno de los miembros
de su familia. Los hombres parecían muy contentos de
tenerlo de vuelta. Uno de los hermanos de Ral dirigió
su atención a Ariel. Frunció el ceño y sus ojos se
volvieron hacia Ral.
—¿Qué es?—
Ral se echó hacia atrás de los brazos de su
hermano. Se volvió, sonriente, y llegó a Ariel. —Esta es
Ariel. Estoy ligado a ella. —

Letras de Corazón 100


El anciano gritó-se veía furioso. Ariel se quedó
sin aliento cuando casi se cae de culo al tambalearse
hacia atrás intentando poner distancia del hombre. Ral
la agarró por la cintura y la atrajo contra su cuerpo.
Gruñó a su padre.
—¿Qué fue eso?—
—No estás ligado a eso.— Gruñó el padre Ral.
Ral apretó la boca en una línea sombría. —Ella es
de la Tierra. Es humana. Fue capturada de su planeta
por los Anzons que capturaron a nuestro pueblo. Me
he unido a ella. Ella es mía. Nunca le ruja otra vez,
Padre. —
—Es pequeña y débil. Mira su piel. Es clara. —
Hyvin Berrr miró a Ariel mientras hablaba. Si las
miradas mataran ella sabía que acababa de tomar su
último aliento. Este hombre gobernaba Zorn según Ral.
Si el hombre mayor deseaba su muerte tenía el
presentimiento de que no le quedaba mucho tiempo de
vida.
—Ella es hermosa y valiente. No me importa lo
que usted piense. Estoy ligado a ella. —Ral gruño las
palabras a su padre. Su cuerpo estaba tenso y su
agarre en probablemente le provocaría moretones. —
Ella es mía y no voy a dejar que la alejen de mí.—

Letras de Corazón 101


Su padre le lanzó una mirada feroz a Ariel. —
¿Qué tipo de influencia tiene ella en ti?— Giró la
cabeza para mirar a una mujer Zorn.—Llévala al
médico. Quiero saber si ella está haciéndole algo a mi
hijo para que pierda la cabeza —.
Ral gruñó. —No.—
Argernon se puso entre padre y hermano. —Que
sea examinada. Estarás a su lado, Ral. Esto hará que
padre vea que no te ha embrujado. También puedes
hacer que su traductor sea evaluado para ver si se
puede ajustar para que otras personas además de los
de la nave puedan entenderla. —
A Ral le costaba respirar y evidentemente, todavía
estaba furioso. Señaló a Argernon. Sus ojos se
dispararon a su padre. —Si usted intenta alejarla de mí
voy a tomar esa nave y vamos a ir a su mundo. Usted
me perderá para siempre. —
Ral agarró la mano de Ariel y salieron. Ella tenía
que correr para seguir el ritmo de sus pisadas. Ariel
tuvo una visión de la cara furiosa de Hyvin Berrr antes
de que se perdiera de vista. Siguieron a la mujer Zorn
hacia el médico.
Ariel miró a su alrededor. Era hermoso. Los
edificios eran en su mayoría negros y el cielo tenía un
tinte rojo que le recordaba una puesta de sol en casa,
solo que todo el cielo era una luz roja. La tierra era de

Letras de Corazón 102


un rojo oscuro y la hierba morada. Se acercó a un
pequeño puente y se detuvo.
Ral se detuvo con ella. Siguió la dirección de su
mirada. —¿Qué pasa?—
—El agua es de un color púrpura oscuro.—
—¿De qué color es el agua en tu planeta?—
—Clara, pero nuestros océanos son de color
azul.—
Se frotó su mano en la suya. —Suena bien—.
—Estoy contenta de poder respirar. Estaba un
poco preocupada por eso. —
Se rió entre dientes. —Yo no. Respiramos lo
mismo. Vamos. —
La mujer Zorn estaba esperando. Sus ojos estaban
fijos en Ariel. La mujer la miró como si fuera un error.
Ariel suspiró. Ella habló en voz baja.
—No creo que le guste a tu gente.—
—Te ves diferente, pero eres hermosa a la vista.—
Ella lo miró a los ojos. —¿Eso crees.—
—Ellos piensan lo mismo. Que simplemente eres
diferente y que no han visto una piel tan pálida antes
—.

Letras de Corazón 103


—¿Qué está diciendo?—, Preguntó la mujer Zorn
suavemente.
Ral dirigió su atención a la mujer. —Ella piensa
que no te gusta. Le estaba explicando que simplemente
tienes curiosidad. —
La mujer miró a Ariel y asintió con la cabeza. —
Ella nos puede entender, pero yo no puedo entenderla.
Ella habla tan suave y extraño, pero es agradable al
oído. —
—Nos dimos cuenta de eso.— Ral se rió entre
dientes.
En el interior del edificio médico fueron
conducidos al segundo piso. La mujer sonrió a Ariel.
Era una sonrisa forzada en su opinión.
—Yo soy un sanador y un científico. ¿Me
entiendes? Soy Ahhu —.
Ariel asintió con la cabeza.
La mujer parecía aliviada. Miró a Ral. —¿Te
quedarás por lo que puedes traducir?—
—No voy alejarme de Ariel.—
—Puede quitarse la ropa? Me gustaría examinarla.

Letras de Corazón 104


Ariel se puso tensa. —Ahora me siento como un
insecto.—
—¿Qué es eso?— Ral arqueo la ceja.
Ella miró a sus ojos curiosos. —Como un
experimento científico. Es una mejor descripción? —
Ral la tomó en sus brazos para darle un abrazo.
—Sé que esto es difícil para ti, Ariel. Lo siento. —
Ella asintió contra su pecho y dejó que la
comodidad la invadiera por un momento. Ariel se retiró.
—Todo está bien.— Se quitó la ropa. Ahhu la miró con
abierta curiosidad. Ariel se ruborizó y vio como la
mirada de la mujer, recorría cada centímetro de ella.
—Tuvieron relaciones sexuales.— Ahhu miró a
Ral. —Correcto?—
—Sí. Te dije que estoy ligado a ella. —
Ahhu asintió con la cabeza. —¿Cómo es
físicamente diferente de nuestras mujeres?—
—Además de su aspecto obvio?— Gruñó Ral.
—Además—.
—Está bien—, suspiró Ariel. —No te enojes—.
Estaba enojado. Ariel lo podía ver. Ral miró a la
mujer Zorn. —Su unis está en el frente.—

Letras de Corazón 105


—No entiendo—.
—Su unis está en el frente, expuesto entre sus
piernas cuando se separan—.
Los ojos del científico Zorn viajaron a Ariel. —
Puedo verlo?—
Ariel sabía que Ahhu tenía que examinar, pero aún
así sentía vergüenza. Ella se subió a la mesa de examen
y abrió los muslos, pero cerró los ojos para no tener
que ver como la miraba. Cuando sintió una mano sus
ojos se abrieron de golpe y empezó a poner distancia.
Cuando vio que era Ral el que la tocaba se relajó al
instante. Extendió sus labios inferiores con los dedos
para exponer mejor su sexo. Los ojos de Ral estaban
cerrados junto con los de Ariel.
—Mira, pero no toques, Ahhu.—, Advirtió Ral. —
La estás haciendo sentir incómoda y tienes que tratarla
con el respeto que se merece mi mujer.—
La mujer bajó la cabeza en un gesto de
asentimiento. —Por supuesto, Argis Ral—.
Ariel vio Ahhu mirando cada centímetro expuesto.
La mujer alcanzó algo. Ral gruñó. Estaba furioso.
—No.—
Ahhu se congeló. —Quería documentarlo—.

Letras de Corazón 106


—No vas a tener la documentación de la
sexualidad de mi mujer para compartir con otros
científicos. Deja eso ahora. —Gruñó.—Ningún otro
hombre verá a mi mujer así, sólo yo.—

Ahhu colocó el dispositivo electrónico abajo. Se


acercó a estudiar a Ariel. Ella estaba fascinada. —Su
color es diferente. Ella es de color rosa. —
—Ella es más suave en el interior también.— Ral
libero a Ariel y deslizó su mano sobre ella, ahuecando
su montículo para cubrir su sexo. —Has visto lo
suficiente.—
La mujer retrocedió. —Puede entrar en tu mente?
Cualquier signo de habilidades como esa? —
—No.— La mano de Ral abandono su montículo
para ayudarla a incorporarse. Le entregó su ropa de
nuevo y empezó a ayudarla a vestirse.—Ella no tiene
habilidades para controlarme.—
Ahhu con el ceño fruncido. —Entonces ¿por qué
te ligaste a ella?—
Ral levantó a Ariel de la mesa para ayudarla a
ponerse los pantalones. —Verla fue suficiente. Me sentí
atraído por su frágil belleza. Olía bien y yo le quería
profundamente. Cuando estábamos solos llegue a
conocerla muy bien. Sabía que era mía y tenía que

Letras de Corazón 107


conservarla. Yo sabía que ella era la mujer a la que
quería estar ligado—.
La científica estudió a Ral. —Te complace?—
Ral asintió. Ahora que Ariel estaba vestida la ira
de Ral pareció disiparse. —Más de lo que he sido
complacido en mi vida.— Miró hacia abajo a Ariel. —
Deja que mire tu implante.— Miró a Ahhu. —¿Puedes
descargar el programa y la carga su lenguaje en
nuestros traductores para que todos los Zorn la
entiendan? ¿Cuánto tiempo llevará? —
Ahhu se acercó a una pared y tomo otro
dispositivo. Se acercó a Ariel. —Dile que se siente.—
Ariel se sentó —Por favor, recuérdale que la
puedo entender.—
Ral se rió entre dientes. —Ella te puede entender,
Ahhu. Simplemente tú no puedes entenderla. —
La mujer buscó el dispositivo en el oído malo. Ariel
señaló. —Este—.
La mujer se movió y buscó en la oreja derecha. La
mujer leyó la pequeña pantalla y frunció el ceño. Miró a
Ral. —Deja que te vea.—
Ahhu escaneo ambos oídos en Ral y frunció el
ceño. —Pusieron un nuevo implante en la oreja
izquierda, Argis Ral. Me gustaría retirar el implante del

Letras de Corazón 108


otro mundo, de ti. No sabemos lo que su tecnología
puede hacer. Podría ser peligroso. —
—No. Si lo haces no podré entender a Ariel. —
—Tu padre pedirá que se remuevan todos los
implantes del otro mundo. No sabemos si contienen
dispositivos de seguimiento o incluso tendencias
perjudiciales. Ellos podrían liberar veneno —.
—¿Cuáles son las probabilidades?—
La mujer vaciló. —Bien. Recuérdame la historia—.
Ariel frunció el ceño. Ella miró a los ojos Ral. —
No vamos a ser capaces de entendernos el uno al otro,
cómo haremos?—
— Los traductores Zorn, obviamente, no saben
cuál es tu idioma o seríamos capaces de entenderlo —.
—Por lo menos vamos a sacarlos para las
pruebas. Es posible que podamos descargar su
programa para adaptarlo a los traductores Zorn —,
dijo Ahhu suavemente.
Ral frunció el ceño. —Elimina los otros implantes
de nuestro pueblo y prueba con ellos.—
—Todos deben ser removidos, Argis Ral. Te juro
que voy a trabajar muy duro para encontrar el camino
para que nuestros traductores logren entender a tu
mujer—.

Letras de Corazón 109


Ral gruñó. No iba a haber traducción. —Déjanos y
cierra la puerta. Necesitamos tiempo juntos. —
Ahhu asintió con la cabeza. —Los otros Zorn
recuperados están llegando en estos momentos. Voy a
remover sus implantes en primer lugar. —Salió de la
habitación.
Ral miró a los ojos de Ariel. —Tenemos que hacer
esto. Ella podría estar en lo cierto. Nos han ocurrido
situaciones similares antes cuando algunos de nuestros
guerreros fueron capturados por la especie de otro
mundo. Estos les pusieron implantes extraterrestres
que liberaron veneno los mato a todos. Ocurrió días
después de que escaparon. —
—Pero hemos estado viajando durante tres
semanas.—
—Hemos estado a bordo de su nave. Estamos
fuera del alcance de cualquier señal de que podrían
haber enviado ahora que estamos en el planeta. Es más
seguro si hacemos esto. No voy a correr el riesgo con
tu vida o la mía. —
—Entiendo—.
Ral alcanzado por ella. —No importa si podemos
hablar o no.— Él la tomó en sus brazos. —Sabemos lo
que ocurre entre nosotros.—
—Lo sabemos—.

Letras de Corazón 110


—Voy a cuidar de ti. No debe ser demasiado difícil
para ellos conseguir un traductor que funcione.
Tenemos la nave Anzons, así como sus programas.
Vamos a encontrar tu idioma y trabajar con nuestros
traductores. Podemos hacer esto juntos, Ariel. —
—Podemos hacer esto—, se hizo eco de él,
esperando que los dos tuvieran razón.
—No pasará mucho tiempo antes de que podamos
volver a entendernos.—
Ariel lo miró a los ojos y tomó su cara con las
manos. —Te quiero—. Una de sus manos bajó de su
cara a su corazón. —Te quiero tanto, Ral.— Ella le
tocó el pecho. No estaba segura de si su corazón se
encontraba en el lugar donde tocó, pero ahí había oído
un ruido debajo de su oreja cuando dormían. —De mi
corazón al tuyo—.
Ral sonrió. —Estoy enamorado de ti también,
Ariel.—
Ella forzó una sonrisa que no sentía. Tenía un
poco de miedo de no poder hablar con Ral por unos
días. Ariel se preguntó si Ral también se estaba
haciendo el valiente. Ella sólo tenía que tener un poco
de fe de que harían que funcionara de alguna manera.

Letras de Corazón 111


—Eso sí, no me des de comer cosas calientes que
hacen que me queme la boca. No voy a ser capaz de
entenderte cuando me describas mi elección de
alimentos. —
Se echó a reír. —Voy a recordar. Yo me ocuparé
de ti. —

Letras de Corazón 112


CAPÍTULO 7
Ariel odiaba no poder hablar con Ral. Después de
que retiraran sus implantes, la habían llevado al
exterior, donde los esperaba un conductor. Habían
dejado la ciudad por una zona boscosa. La casa de Ral
estaba a la orilla de un pueblo. Otras grandes casas
estaban a la vista, pero estaban lo suficientemente
distantes como para tener privacidad.
Ral tenía una hermosa casa, aunque las casas Zorn
no eran como las casas de la Tierra. Las casas Zorn
estaban hechas de una piedra muy roja. Las paredes
eran lisas al tacto, como si hubieran sido pulidas.
Tenían muebles de madera, pero los colores no venían
de ningún tipo de árboles que Ariel hubiera visto
jamás-tonos de rojo y púrpura profundo, algunos

Letras de Corazón 113


incluso negros. El material de tela en los sillones y en
la ropa Zorn era grueso y suave como de mezclas de
algodón.
Ral le dio un recorrido a Ariel por cada habitación
de la casa. Él le sonrió cuando la llevó a una última
habitación de gran tamaño. Ella gruño en voz baja
cuando él la llevó en sus brazos, hasta la cama. Él le
devolvió el gruñido. Ella sabía que él estaba hablándole,
no era sólo un gruñido, pero no lo podía entender.
Sus ojos se encontraron con los de Ral. Le tocó la
garganta con el dedo y lo pasó por su boca. Él le
gruñó.
—¿Quieres oír cómo suena mi voz cuando hablo
sin el traductor?—
Asintiendo con la cabeza, Ral sonrió. Había
entendido lo que estaba pidiéndole o tal vez sólo quería
animarla a seguir hablando.
—Me encanta tu casa. Es más grande de lo que
pensé que iba a ser y me encantan los tonos más
oscuros. Nunca me gustó mucho el color rojo, ni
conocía tantos matices de rojo, pero están ahí. Me
encantan. Nunca pensé que el morado estaría en la
casa de un hombre heterosexual, pero no estamos en la
Tierra. El morado es definitivamente sexy en torno a un
trozo caliente como tú—.

Letras de Corazón 114


Ral se rió entre dientes. No era necesaria ninguna
traducción para ese sonido. Sus ojos brillaban con
increíble atracción, bajó la cabeza. Rozó sus labios
contra los de ella. Ariel le echó los brazos alrededor de
su cuello para tirar de él más cerca. Ella era adicta al
sexo con ese hombre desde que lo conoció. Ellos no
tenían problemas de comunicación cuando se tocaban.
Ambos sabían exactamente lo que estaban diciendo con
la profundidad del beso. Ellos se deseaban.
Un fuerte zumbido sonó. El cuerpo de Ral se
tensó. Rompió el beso, de mala gana tirando de la boca
de ella. Gruñó algo mientras salía de encima de ella.
Echó un vistazo a su cuerpo con una mirada
hambrienta. Levantó la palma de la mano hacia ella, y
se dio la vuelta saliendo de la habitación. Ella se quedó
en la cama como su mano le indicó.
Pasaron unos minutos hasta que Ariel escuchó un
fuerte sonido. Sonaba como vidrio rompiéndose. Los
gruñidos fueron lo siguiente. Saltó de la cama para
salir corriendo de la habitación. El pánico se apoderó
de ella-algo andaba mal. Ella se detuvo al ver la sala
de estar.
Ral se enfrentaba a una mujer Zorn con gruñidos.
La mujer era alta y musculosa. Era una mujer atractiva.
Cabello castaño oscuro corría por la espalda hasta las
rodillas. Gran parte de su cuerpo atlético se mostraba

Letras de Corazón 115


por el vestido que llevaba, de corte bajo en sus pechos
y alto en sus piernas bien torneadas.
La mujer agarró el brazo de Ral con un gruñido.
Dio una palmada en su mano, gruñendo algo nuevo
hacia ella que no sonaba bien. La mujer dejó caer la
mano. Se miraron el uno al otro. Las ventanas de la
nariz de la mujer se abrieron. Volteo la cabeza en su
dirección. Ariel no necesitó un traductor para entender
que la mujer la odiaba. La rabia era evidente. La mujer
gruñó y dio un paso en la dirección de Ariel.
Ral se interpuso en el camino de la mujer. Siguió
gruñéndole a la mujer por un tiempo. Ariel sabía que
estaba enojado por su tono. Era evidente que estaban
discutiendo. Ral señaló la puerta principal y gruñó.
Nope, pensó Ariel. No necesitaba traducción. La
mujer estaba furiosa con Ral porque estaba con ella y
porque quería que se fuera. La mujer no se iba. En
lugar de eso se abalanzó sobre Ral. Él dio un paso
atrás cuando la mujer lo atacó y la tomó por los puños
y la lanzó lejos de él, aterrizando de culo cerca de la
puerta. Ral gruñó una vez más, apuntando a la puerta
principal.
Ariel podía verla ahora. La mujer le lanzó una
mirada y gruñó en voz baja. Se puso de rodillas y se
cogió el dobladillo del vestido. En estado de shock,
Ariel vio como la mujer se sacaba el vestido de un tirón

Letras de Corazón 116


por la cabeza. Parecía que las mujeres Zorn no llevaban
ropa interior porque la mujer estaba completamente
desnuda.
Las mujeres Zorn no eran tan diferentes. Sus
pechos eran iguales, pero entre sus piernas eran
ligeramente diferentes. La mujer, obviamente, carecía de
la máquina de afeitar que tanto necesitaba. Le daba un
nuevo significado a la palabra peludo. Los ojos de la
mujer estaban centrados en Ral cuando extendió las
manos. Gruño suavemente, bajando la cabeza. Se
inclino hasta que sus pechos tocaron el suelo y puso su
culo en alto entendiendo sus piernas.
—Oh, mierda no—, exclamó Ariel. Se sorprendió,
pero de nuevo no necesitaba de traductor para
entender que la mujer se estaba ofreciendo
sexualmente.
Ral le frunció el ceño a Ariel. Ella lo miró a los
ojos. Él le señaló la habitación. El dolor la atravesó.
¿Iba a aceptar la oferta de esa perra? Quería que Ariel
regresara a la habitación. Eso estaba claro. Ella negó.
Sintió una ráfaga de emociones, pero los celos y el
dolor fueron los más fuertes. La ira y la sorpresa
estaban en segundo lugar. Ral respiró hondo y continuó
frunciéndole el ceño. Le señaló de nuevo la habitación.

Letras de Corazón 117


—Vete a la mierda—, Negó con la cabeza,
cruzando los brazos. —Si tocas a esa perra me voy de
aquí—.
Ariel vaciló y luego señaló a la mujer. Señaló a la
puerta. Señaló a Ral y le mostró la mano. Luego lo
señaló a él y después a la mujer. Se señaló a sí misma
y a la puerta. Ella esperaba que él entendiera lo que
estaba diciendo. Dejó salir su ira y le gruñó.
Ral seguía con el ceño fruncido. Parecía
confundido. Ariel levantó la vista para mirarlo a los
ojos. Se señalo a sí misma y luego a él. Ella señaló a la
mujer y luego él. Ella negó con la cabeza l. Él sabía lo
que quería decir, el movimiento de cabeza era
universal. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Si tocaba a
esa mujer lo dejaría. No le importaba lo que podría
ocurrirle en su planeta. No iba a quedarse con un
hombre que se acostaba con otra mujer.
El ceño de Ral se suavizó. Señalo a la mujer,
negando con la cabeza. Se tocó el corazón y luego el de
ella. Suspiró cuando sus ojos dejaron los de ella para
mirar hacia la mujer desnuda inclinada en el suelo. –Le
gruñó algo.
Ariel vio la respuesta de la mujer. La mujer gruñó
mientras se levantaba del piso. Parecía enojadísima
cuando recogió su vestido. Se lo puso por encima de la

Letras de Corazón 118


cabeza mientras se ponía de pie. Gruñó antes de
abalanzarse sobre Ariel.
Ral se movió rápidamente y envolvió su brazo
alrededor de Ariel sacándola del alcance de la mujer
furiosa. Colocó a Ariel detrás de él todavía rodeándola
con el brazo y empujó a la mujer hacia la puerta con el
otro brazo. Gruñó cuando liberó a Ariel.
La mujer se abalanzó de nuevo sobre Ariel, pero
Ral la agarró por la garganta. La levantó del suelo,
abrió la puerta principal y la lanzó fuera. En cuestión
de segundos la mujer se levantó lesionada intentando
entrar, pero Ral le cerró la puerta en la cara. Sus ojos
azules se reunieron con los de Ariel.
Ariel quedó sin aliento cuando Ral la agarró.
Gruño suavemente mientras la levantaba y la llevaba al
dormitorio. Detrás de ellos, la mujer golpeaba
fuertemente la puerta. Tocaba el timbre molesta. Ral la
ignoró mientras se dirigían al dormitorio. Se volvió
cerrando la puerta de una patada. Casi silenciando el
sonido de la mujer golpeando la puerta principal. Se
acercó depositando a Ariel suavemente en la cama.
Se desvistió mientras Ral hacia lo mismo. El alivio
inundó a Ariel. Él la quería. Había echado a patadas a
la otra mujer de su casa. Él subió a la cama y se puso
de espaldas. Sonrió gruñéndole suavemente. Le acarició

Letras de Corazón 119


los muslos, dándole esa mirada que tanto conocía. Su
posición favorita era con ella arriba montándolo.
Ella se colocó encima manteniendo su erección
detrás de ella. Sonrió mientras le acariciaba el pecho.
El hombre tenía un cuerpo para lamer por lo que no
dudó en hacerlo. Bajó la cabeza y comenzó con su
pezón derecho. Los gemidos también eran universales.
Ral tenía la respiración pesada después de unos
minutos de usar la lengua y los dientes en él.
Ral se apoderó de sus caderas, levantándola. Se
quedó sin aliento. Su fuerza siempre la sorprendía, él
la bajo lentamente sobre su polla. Extendiéndole las
piernas un poco más. Estaba mojada y lista para él
cuando la penetró. Ella echó la cabeza hacia atrás
gimiendo mientras el establecía el ritmo en su interior.
La sensación era increíble.
Ariel montó a Ral lentamente. Giraba sus caderas
mientras se movía arriba y abajo sobre Ral por lo que
cada pulgada de su grosor le acariciaba los nervios
internos llevándola cada vez más cerca. Cerró los ojos.
Ral le pasó las manos sobre el cuerpo hasta la V entre
sus muslos para acariciar su clítoris. Él gruño cuando
le acaricio el nudo sensible. La mirada en sus ojos le
dijo que lo que fuera que intentaba decirle era algo
bueno. Se podía imaginar lo que estaba pensando.
Seguramente pensaba que estaba muy mojada y
apretada. Sabía que le encantaba la forma en que su

Letras de Corazón 120


cuerpo lo rodeaba mientras su verga entraba y salía.
Apretó los músculos internos mientras se movía más
rápido.
Ariel se corrió con un grito. El clímax la golpeó
cuando Ral le froto el clítoris más rápidamente,
ejerciendo más presión. Ral palpitó dentro de ella
mientras explotaba. Se dejó caer sobre su pecho.
Ral le acarició la espalda. Ariel amaba la textura
rugosa de su mano sobre la piel, se estremeció. Él
comenzó a endurecerse de nuevo dentro de ella, era
impresionante su tiempo de recuperación. Los hombres
Zorn se parecían mucho a los hombres humanos en
muchos aspectos, pero al mismo tiempo eran muy
diferentes en otros. Ral tenía la resistencia de al menos
cinco hombres humanos. Le dio la vuelta suavemente
hasta colocarla debajo de él.
Ariel le sonrió. —Te quiero—.
Ral la miró y ladeó la cabeza. Ariel tocó su
corazón y luego el suyo. Una sonrisa se dibujo en su
rostro. Movió las caderas penetrándola. Se movió
rápido y duro. Ariel envolvió las piernas alrededor de
su cintura, para que sus talones pudieran seguir el
movimiento de su culo. Se aferró a él respondiendo al
movimiento de sus caderas. El éxtasis fluía a través de
su cuerpo, sus músculos internos temblando alrededor
de su polla, gritó minutos después corriéndose duro.

Letras de Corazón 121


Ral la siguió y se desplomó sobre ella. Tuvo cuidado de
no aplastarla. La besó en el cuello con un gruñido
suave.
Ella tuvo que admitir que el suave gruñido tuvo el
mismo efecto en ella que si le hubiera dicho palabras
de amor. Le acarició el pelo mientras sus dedos se
deslizaron en su espesa cabellera. Le encantaba su pelo
largo. Nunca creyó que encontraría sexy el pelo largo
en un hombre, pero todo lo relacionado con Ral la
excitaba.
Él salió de Ariel. Sonrió y le tendió la mano para
ayudarla a levantarse de la cama. La llevó en silencio al
baño donde se bañaron juntos. Ella amaba bañar a Ral.
Le encantaba pasar sus manos jabonosas por sus
músculos.
Se tocaban con algo más que el deseo de limpiar.
Su cuerpo se calentó y sonrió cuando la polla de Ral
creció excitada. Ella dejó que sus manos jabonosas
vagaran por los músculos de su estomago trazando un
camino hasta que su mano asió su carne dura. Cuando
sus manos se cerraron en torno a él, sus dedos lo
exploraron.
Ral se apoyó contra la pared con los ojos
entrecerrados por la lujuria. Ariel vio su expresión
cuando ella lo frotó y le recorrió las bolas con las uñas.
Ral cerró los ojos y dejó escapar un gemido. Echó la

Letras de Corazón 122


cabeza hacia atrás. Sus labios se abrieron para que
pudiera ver sus dientes afilados. Sus dientes una vez la
había asustado. Ahora sabía la maravillosa sensación
que producían cuando los tenía sobre la piel.
Ral se corrió con un rugido. Se sacudió por la
violencia de su liberación. Ariel le sonrió cuando por fin
abrió los ojos. Su sonrisa era amplia y feliz, ya que se
quedó mirándola. Él se acercó y le tomó la cara con
ambas manos. Bajó la cabeza para frotar sus labios
contra los de ella. Se vistieron en el dormitorio.
Mientras se vestía la irritación se apoderó de ella
la mujer de fuera no se había rendido. El timbre de la
puerta aún sonaba acompañado por los golpes
ocasionales de la mujer dando patadas o puñetazos a la
puerta. Ral observó a Ariel. Él se tocó el corazón y
luego el de ella. Salió de la habitación. Ariel le siguió.
Ella se sorprendió cuando lo vio abrir la puerta y
hacerse a un lado. La mujer irrumpió en la casa
gruñéndole a Ral. Sus ojos entrecerrados. El odio
brotaba de sus entrañas cuando le lanzó una mirada a
Ariel. La mujer volvió la cabeza en dirección a Ral,
cuando ella le habló en voz baja.
La mirada de Ral se volvió hacia Ariel se tocó el
pecho y la señaló. Le estaba diciendo que la amaba.
Ariel frunció el ceño y sus ojos volvieron a la mujer. Si

Letras de Corazón 123


él la amaba, ¿por qué diablos permitió que la mujer
entrara de nuevo en la casa?
La mujer se dejó caer de rodillas y buscó de nuevo
su vestido. Ella empezó a tirar de él. La ira atravesó a
Ariel. Si Ral pensaba que podía tener a ambas, estaba a
punto de descubrir la realidad. Ariel atravesó la puerta
principal. S e iba. No le importaba lo que su pueblo
tuviera contra ella. Probablemente terminaría en el
centro médico como un conejillo de indias, pero sería
mejor que ver a Ral tocar a otra mujer.
Vio como Ral frunció el ceño cuando pasó junto a
él. Salió furiosa por la puerta y la cerró de golpe. Se
quedó mirando, todo era ajeno a ella en Zorn. Casi
todo teñido de rojo. Comenzó a caminar por la calle,
luchando por contener las lágrimas. Ral la había llevado
a su mundo, negándole regresar a su hogar, y ahora la
descartaba. Tal vez descartada no era la palabra
correcta, admitió. Él no le había pedido que se fuera.
Sólo trajo a una mujer desnuda a sus vidas.

Oyó un rugido segundos antes de que la puerta


principal se abriera. Ariel no se volvió. No iba a correr
aunque tuviera un poco de miedo. Sonaba que Ral
estaba muy enojado. Bueno, se sentía terriblemente
mal, pensó. Estaba herida por sus acciones y furiosa
con él. Ella no era de la clase que compartía. Estaría

Letras de Corazón 124


condenada si se quedaba con un hijo de puta que
estuviera medio tiempo con ella y el otro medio tiempo
con la otra. Llegó a la calle antes que Ral la agarrará
del brazo y la girara para que lo encarara.
Ariel vio la confusión y la rabia en el rostro de
Ral. Él le habló. Ella se encogió de hombros. —No
entiendo una mierda de lo has dicho y sé que no me
entiendes, vete a la mierda. No voy a estar allí,
mientras te jodes a otra mujer. Púdrete, amigo. Me voy
de aquí. No me mires así yo no soy la que tengo a un
hombre desnudo de rodillas en mi casa, idiota. —
La miro condenadamente frustrado. Ariel tiró duro
para liberar su brazo se volvió para empezar a caminar
de nuevo. Pero Ral rugió de rabia y la agarró de nuevo.
Todo lo que Ariel podía hacer era jadear mientras la
giraba y la colocaba sobre su hombro. Dos brazos
fuertes se enredaron alrededor de sus muslos mientras
caminaba de nuevo hacia la casa. Había dejado la puerta
principal abierta.
La coloco suavemente en el piso de la sala de
estar. La perra estaba todavía de rodillas en el suelo,
aún desnuda, y, obviamente, a la espera de que Ral la
montara. Ral la fulminó con la mirada cuando se tocó
el corazón y le rozó el pecho a Ariel con la punta de
los dedos.

Letras de Corazón 125


—¿Me amas? Quieres que recuerde que estamos
ligados? ¿Qué demonios significa eso? Maldito seas,
Ral! —Ella señaló a la mujer desnuda en el suelo y
sacudió la cabeza. —De ninguna condenada manera
nos tendrás a ambas, imbécil. Si joder con quien sea es
la versión de tu mundo de una relación, entonces
olvídalo. Deja que tu padre no desligue. No me
quedaré—.
Ral gruñó suavemente. Se dio la vuelta y caminó
hacia el dispositivo de comunicación en la pared. Era
algo así como un teléfono inalámbrico amplificado. Ella
lo escuchaba hablar con alguien ya que el dispositivo
estaba en alta voz. Hablaba con una mujer. Minutos
más tarde se veía frustrado. Sus ojos fueron a Ariel,
hizo otra llamada esta vez a un varón. Cuando colgó
miró a la mujer desnuda. – Le gruñó algo.
Lo que sea que dijo, no hizo feliz a la mujer. Le
lanzó una mirada asesina a Ariel, y finalmente se
levantó. Se puso el vestido de nuevo. Ral la iba a echar.
Finalmente debió de haber entendido el mensaje de si-
tocas-a-esa-mujer-me-largo-de-aquí. Sin embargo
la mujer no se fue. Sino que se dirigió a la cocina.
Ariel apretó los dientes. Ral se colocó delante de
ella, con el ceño fruncido. Sus ojos se suavizaron
mientras le frotaba los brazos con sus manos grandes
y calientes. Fue un gesto reconfortante. Ariel no sabía
qué demonios estaba pasando, pero no estaba feliz.

Letras de Corazón 126


Se sacudió para salir de su abrazo. Él frunció el
ceño y alargó la mano hacia ella. Su mano fue suave al
tomarla del brazo. La llevó a la puerta principal. La
sorpresa la atravesó. Iba a echarla? Acababa de
perseguirla y llevarla de vuelta para echarla ahora.
Abrió la puerta, y salió, cerrando detrás de ellos. Se
dirigió con ella hacia la calle. Ella vio un vehículo
aproximándose.
El dolor la atravesó. Ral pensaba deshacerse de
ella inmediatamente. El vehículo se detuvo y Ral
mantuvo su agarre en ella mientras abría la puerta del
auto. La empujó suavemente al interior del vehículo.
Ariel luchó contra las lágrimas mientras subía al
interior del vehículo. Se sentó rígida y se quedó
boquiabierta cuando Ral la empujó para que le hiciera
espacio. Se subió con ella. Cerró la puerta. Ariel le
miró sin ninguna idea de lo que estaba pasando. No se
estaba deshaciendo de ella.
Él se tocó el corazón y luego el de ella. La atrajo a
su regazo para sostenerla mientras hablaba con el
conductor. El vehículo se fue. Ariel se acurrucó en sus
brazos. No tenía idea de a dónde iban, pero estaban
juntos. Se sintió aliviada de que no se deshiciera de
ella. Además estaba confundida, enojada y quería
respuestas.

Letras de Corazón 127


Ral la sostuvo mientras hacían el largo viaje de
regreso a la ciudad. El conductor se detuvo frente al
edificio médico. Ral la levantó de su regazo, para salir
del auto. Le tendió la mano. Ariel la tomó. Esperaba
que tuvieran listo su traductor. Realmente necesitaba
hablar con Ral.
Dentro vio a otros Zorn. Ral mantuvo su brazo en
ella y avanzó por el pasillo. Vio a Ahhu caminar a su
encuentro. Ahhu le sonrió a Ral, pero le dirigió una
mirada sombría a Ariel. Ral le gruñó a la mujer. Y ella
le devolvió el gruñido. Ariel no entendía ni una maldita
palabra, pero deseaba entenderles para enterarse de lo
que estaba sucediendo. Ahhu se dio la vuelta. Ral
aferró a Ariel, cuando ambos siguieron a la mujer
Zorn.
Ahhu les hizo pasar de nuevo a una sala de
examen. Ariel observó a la mujer caminar hasta lo que
parecía ser un equipo. Ral cerró la puerta detrás de
ellos. Le habló a la mujer mientras ella trabajaba en el
equipo. Finalmente Ahhu se volvió hacia ellos.
—¿Puedes entenderme ahora?— Dirigió la mirada
a Ariel.
Se lleno de alegría. —¡Sí!—
Ral rió entre dientes. —Nosotros también
podemos entenderte. He echado de menos tus palabras.
—Le sonrió.

Letras de Corazón 128


—Este es un programa del traductor que te
extrajimos—, explicó Ahhu. —El conis lo reproduce
para nosotros. No lo hemos resuelto completamente, así
todavía no tenemos un nuevo implante para darte, pero
aquí puedes hablar. —
Los ojos de Ral recorrieron a Ariel y luego miró a
la otra mujer. —¡Maldita sea, Ahhu. No ser capaces de
entendernos todo el tiempo. Nos está causando
problemas. —
—Puedo copiarte el programa para que lo
reproduzcas en alguna habitación de tu casa. Es difícil
agregarle un programa extraño a nuestro implante
traductor. Porque no lo reconoce. La única razón por la
que funciona es porque el conis ejecuta casi cualquier
tipo de programa. —
—Conis?—, dijo Ariel en voz baja.
Ahhu señaló el aparato. Ariel asintió con la cabeza.
—Entiendo.— Miró a Ral.—¿Tienes un conis en
casa? No recuerdo haber visto uno —.
—Puedo conseguir uno.— Miró a Ahhu. —
Déjanos por favor. Consígueme una copia del programa.
Dile a Abroo que necesito un conis inmediatamente para
llevar a casa—.
Ahhu vaciló. —Mientras estén aquí, tengo que
hacerles más pruebas.—

Letras de Corazón 129


—No,— gruñó Ral.
—Tu padre lo ha ordenado, Ral. Él está muy
preocupado. —
Ral gruñó de nuevo. No hubo traducción, pero Ral
tenía cara de estar muy cabreado. —No necesita
preocuparse.—
—Él está muy preocupado. Permíteme realizar las
pruebas. No puedes hacerlo cambiar de opinión tan
fácilmente. Él ordenó que las especies de otros planetas
abandonaran el nuestro, Argis Ral. Él ordenará que
ella se vaya. Permíteme realizar las pruebas para
demostrarle que no hay peligro para tu salud y
bienestar. —
La rabia lo invadió. —Él ordenó que las mujeres
de otros planetas vinculadas a nuestros hombres se
fueran?—
Ahhu vaciló. —Ninguno de ellos estaba vinculado
con las mujeres, Ral. Sólo tú te vinculaste. Ellos sólo
compartían sexo. Los otros hombres renunciaron
fácilmente a esas mujeres. Están trabajando para
encontrar los planetas a los que pertenecen para
devolverlas. —
—No voy a renunciar a ella. Si le ordenan que
salga de nuestro mundo, entonces me voy con ella.
Déjanos. —Hizo una pausa. —¿Qué pruebas hay que

Letras de Corazón 130


hacer ahora? No permitiré que sea herida de ninguna
manera. —
Ahhu se dirigió a un gabinete. Y extrajo un par de
cosas antes de ponerlas sobre la mesa. Miró a Ral. —
Tu padre ha exigido que me asegure de que no tiene
control sexual sobre ti. Necesito sus fluidos sexuales
para hacerles pruebas y asegurarme de que no
funcionan como droga para tu sistema. También voy a
necesitar tus fluidos sexuales para hacerles pruebas y
ver si sus fluidos causan alguna reacción en tu propio
cuerpo. —
Ral gruñó. —Bien—.
—No se pueden mezclar los fluidos. ¿Será eso un
problema? —Los ojos de Ahhu se dirigieron a Ariel. —
Ella tiene fluidos?—
—Sí, sal. Yo me ocuparé de las pruebas. Cierra la
puerta al salir. —
Ahhu asintió y salió de la habitación. Se oyó un
fuerte clic desde el otro lado. Ral suspiró cuando se dio
la vuelta, toda su atención estaba en Ariel.

Letras de Corazón 131


CAPÍTULO 8
—¿Por qué trataste de irte de mi casa? ¿Qué hice
que te enojo tanto? —
Ariel cruzó los brazos sobre su pecho cuando lo
miró. —No comparto. Pensé que el vínculo significaba
lealtad. No permitiré que te cojas a otras mujeres. Me
iré, Ral. Si tocas a esa mujer juró que me iré. —
Él ladeó la cabeza. —Ya veo.—
—¿Lo ves? Es todo lo que tienes que decir?
Déjame decirte algo, Ral. Yo soy humana. Tú Zorn. Sé
que hay algunas diferencias, pero no voy a estar con un
hombre que tiene relaciones sexuales con otras
mujeres. No va a suceder. Si te quieres coger a esa

Letras de Corazón 132


perra... esa mujer... hazlo, pero no me tocarás nunca
más —.
—Eso no fue un problema mientras estábamos
presos. Las mujeres eran escasas. Pero en mi mundo
está permitido que un hombre se acueste con varias
mujeres. No la invite a nuestra casa. Mi padre me la
envió. Él quería que me uniera a ella. Pero yo le dije
que no estaba interesado. No he querido estar con ella,
Ariel. —
—La dejaste regresar después de haberla echado.
Se quitó el vestido y tu no hiciste nada para que se lo
pusiera de nuevo —.
—Es común que los de mi especie anden
desnudos en casa. —
—Se va o lo hago yo, Ral. Es así de simple. Me
heriste. —Ella se apartó de él para mirar por la
ventana. —Realmente me lastimaste. ¿Cómo te sentirías
si yo tuviera sexo con otro hombre? —
Ral gruñó. En cuestión de segundos estaba
tocándola, la agarró por los brazos para girarla hacia
él. —Mataría—.

Letras de Corazón 133


—Así es como me siento, maldita sea. ¿Sabes, la
rabia que sientes en este momento cuando piensas en
otro hombre tocándome? Yo siento la misma rabia
cuando pienso en ti con otras mujeres. —
—Nuestra cultura es diferente, pero lo entiendo.—
Sus ojos se suavizaron. —Te prometo no tocar a
ninguna otra mujer. No era mi intención hacerte daño,
Ariel. No quise lastimarte. Yo no la quiero. Le dije que
no. Tú eres a la única que quiero en mi cama.
Simplemente no pensé que consideraras ofensivo que
estuviera desnuda. Ahora lo sé. No más mujeres
desnudas en nuestra casa. —
Ariel lo miró fijamente. —¿Deseaste tener sexo con
ella?—
Él no apartó la mirada. Sus ojos estaban fijos en
los ojos de Ariel. —No. Le dije que no. Y sigo sin
quererlo. Tú eres la única que me pone duro, Ariel.
Eres diferente a las mujeres de mi mundo y soy adicto
a esas diferencias. Podría tocar a otra mujer, pero no
sentiría nada... —Vaciló. —Tú eres lo único que me
importa. He sido claro? Eres a la única mujer que
quiero tocar. —
—Ella se va.—

Letras de Corazón 134


Dudó. —Me la regalaron. Si la echo no tendría
donde vivir. Tendría hambre y moriría sin mi
protección. Sería cruel. —
—Dásela a otra persona. No la quiero con
nosotros. —
Él le acarició la mejilla. —Voy a dársela a alguien
más. Buen plan. Necesitamos ayuda en casa, pero voy a
encontrar a una mujer mayor para que viva en una
habitación de casa y se encargue de las tareas del
hogar. Así no tendrás que preocuparte de que me
acueste con ella y además las mujeres mayores no
andan desnudas por la casa. Les da frío. —
—No tenías ayuda antes.—
Su sonrisa murió. —La tenía. Pero me deshice de
ella antes de llevarte a casa. —
Ariel le miró. Él miró a lo lejos y luego la volvió a
mirar. Parecía un poco avergonzado. —Compartía la
cama con dos mujeres. No quiero hacerte enojar o
herirte, pero antes no estaba vinculado. Tengo un
fuerte impulso sexual. Sabía que tendría problemas si
no se las daba a alguno de mis hermanos. Se pusieron
felices cuando las eche para compartir mi cama contigo.

Letras de Corazón 135


No tengo ningún deseo de tener relaciones sexuales
con otras mujeres desde que estoy vinculado contigo.
Me has arruinado. —
Ella sonrió. —Perfecto—.
Se echó a reír. —Tener ayuda en casa será bueno.
No sabes cómo servir la comida. Y no quiero que vayas
a la tienda. Me preocuparía y las mujeres son las que
hacen la compra. Tenemos un sexo genial, pero
moriríamos de hambre. —
—No podemos permitir eso—.
—¿Estás bien sabiendo que tuve dos mujeres
antes que tú?—
—No estoy demasiado emocionada. Pero me alegro
de que te deshicieras de ellas. —Se colocó más cerca
de él por lo que estuvieron pecho a pecho. Le abrió la
camisa para acariciarlo. —Lo digo en serio, aunque si
tocas a otra mujer te dejo, Ral. Seré fiel, pero deseo
que tú también lo seas. —
—Esa es una promesa que puedo hacerte.—
Ella sonrió. —Es un acuerdo entonces.— Vaciló-.
—¿Qué es exactamente lo que nos hace estar
vinculados? ¿Es como una ceremonia? —

Letras de Corazón 136


—Yo no salí de ti.—
—No entiendo—.
—Te doy mi semilla. La pongo dentro de ti. —
—Oh.— Frunció el ceño. —No hacías eso con las
otras mujeres?—
—No. Nos salimos antes de derramar nuestra
semilla. Contigo vacío mi semilla en lo profundo de tu
cuerpo. Eso nos hace estar vinculados. —Su mano le
frotó el vientre. —También bebiste mi semilla. Nuestras
mujeres no hacen eso. Se alejan antes de que la
derramemos. Te dije que no la tomaras, pero de todas
formas lo hiciste. —Sonrió ampliamente. —Es
increíble—.
—Así que eso nos hace estar vinculados.—
Él asintió. —Estás ligada a mí. Te estoy ofreciendo
a mis hijos con mi semilla. —
—Si soy capaz de tener hijos contigo.—
Él asintió con la cabeza. —Si puedes. Sólo el
tiempo nos dirá si es posible. —

Letras de Corazón 137


La idea de quedar embarazada de Ral no la
asustaba. Aunque debería. Ariel le sonrió. —Me alegra
que podamos hablar.—
—Cuando nos vayamos vamos a tomar el
programa y una conis para que podamos comunicarnos
en nuestro dormitorio.—
—Ese es el único lugar en el que no necesitamos
hablar.— Ella se rió.
—Vamos a tomar las muestras e irnos.— Él
retrocedió por lo que Ariel lo dejó en libertad. —
Desnúdate y recuéstate—.
Ariel miró con inquietud la sala.
—No seremos interrumpidos.—
Ariel se quitó la ropa. Ral hizo lo mismo. Miró a la
camilla con una sonrisa. —Es un poco pequeña para
los dos.—
—Sólo uno de nosotros la necesita. Ellos quieren
nuestros fluidos. —Dejó caer su mirada. —Te pondré
muy húmeda y tomaré una muestra para ellos. Tú
puedes ponerme en tu boca para recolectar mi semilla.
Yo te avisará antes de encontrar correrme. —

Letras de Corazón 138


—¿Quién va primero?— Los ojos de Ariel,
vagaron por su cuerpo musculoso. Le encantaba ver
cada pulgada de él duro. Con los ojos bajos a su gran
erección y sonrió. —Te ves muy ansioso. Serás el
primero? —
—Si. Me pondré duro de nuevo por tu sabor, y te
voy a querer después. —
Ariel sonrió ampliamente. —Bien—. Tomo una
almohada de la camilla. La dejó caer al piso y se puso
de rodillas sobre ella. Movió los dedos hacia él. —Ven
aquí—.
Él se movió hacia adelante. Ariel se apoderó de su
verga la quería más cerca. La envolvió con una mano y
con la otra le masajeo los testículos, se puso más dura.
Ral gruñó.
—Tu primero—.
Ella sacudió la cabeza. —Tu primero. Luego será
mi turno—.
—Te deseo—.
—Primero recolectemos las muestras. Luego me
tendrás. —

Letras de Corazón 139


Vio el fuerte deseo en su mirada. Su polla saltó en
la mano. —Buen plan.—
—Tengo mis momentos. Entonces, ¿dónde está la
copa de recolección? —
Se dio la vuelta para llegar a ella. La levantó.
Abrió el recipiente y se coloco en la camilla de pie ante
Ariel. Ella bajó la cabeza abriendo la boca.
—Así es como lo hacen las mujeres Zorn?— Ella
lamió la piel dura en la parte superior de su cabeza.
—Sí—, se quejó. —Se siente tan bien.—
—Dime como te gusta más.— Ella abrió la boca
para introducirlo dentro. Relajó la mandíbula y lo llevó
más profundo. Dejó que su lengua se burlara de él.
Rápidamente se dio cuenta de su lengua sólo podía
lamer la parte inferior de él. La parte superior de la
boca frotaba su punto más sensible. Ral gruñó mientras
frotaba los lados de su cara suavemente.
—Esto es delicioso. Me encanta. —
Ariel lo miró cuando lo sacó de su boca. —Tengo
una mejor idea. Quiero probar algo—.
Él arqueó una ceja. —¿Qué quieres probar?—

Letras de Corazón 140


Usando sus brazos ella se tiró a sus pies. Ella se
rió de su mirada confusa. —Acuéstate sobre la espalda
para mí.—
Él subió a la camilla. Parecía nervioso, pero lo
intentaba. Ariel guardó el vaso de muestras, cuando su
pierna desnuda lo golpeó y lo tiró encima. Volvió la
cabeza para mirarla.
—Quiere arquearte sobre mí?—
Ella sacudió la cabeza y se subió a la mesa con él.
—Quiero probar una nuevo posición, así que
colabora.— Ella lo montó para que su culo estuviera
frente a él y avanzó de nuevo hasta que se encontraron
haciendo el sesenta y nueve. Sus rodillas terminaron
cerca de las axilas de él. Ral gruñó. Sus manos
temblaron ligeramente cuando se apoderó de los muslos
de Ariel.
—Señor de las Lunas, Ariel. Me encanta esta vista
de ti. —Deslizó sus manos por sus muslos hasta
obtener una buena visión de su coño. Uno de sus
pulgares rozó su clítoris.
Ariel se quejó. —¿Has eso. Atorméntame. Pero
recuerda no me hagas llegar. Dime lo que sientes. —

Letras de Corazón 141


Lo llevó a su boca. Ella disfrutaba de la dureza de
su hais, disfrutaba de su sabor mientras lo
atormentaba con su lengua. Su pre-eyaculación sabía a
caramelo. Gimió mientras disfrutaba el su sabor.
Inspiro, llevándolo más profundamente en su boca,
moviendo la lengua sobre su hais para sacar más dulce.
La mano en el muslo se apretó casi dolorosamente
cuando Ral se quejó en voz alta. Su cuerpo se tensó
debajo de ella. Acarició más fuertemente su clítoris,
antes de deslizarse más arriba. Él empujó el pulgar en
su coño. La estaba jodiendo con el pulgar, rozando su
punto G.
Ariel se quejó contra su polla. Ral gimió. No
estaba segura de que fuera posible pero Ral comenzó a
ponerse más duro en su boca. Su polla se sentía más
hinchada y caliente mientras continuaba atormentándola.
Su eje estaba rígido como el acero. Sabía que no iba a
durar mucho más tiempo. Los músculos inferiores del
estomago de Ral comenzaron a temblar contra su
pecho. Hizo un ruido que sonaba como a un quejido.
Dejó de acariciarla para sujetar sus muslos.
Ella lo dejó en libertad. Ariel volvió la cabeza
sobre su hombro y levantó la parte superior del cuerpo

Letras de Corazón 142


para ver por encima de su culo. Los ojos de Ral
estaban fuertemente cerrados y su boca ampliamente
abierta. Sus afilados dientes estaban expuestos. Parecía
dolorido.
—Te hago daño? Oh, Ral. Lo siento mucho. —
Levantó la cabeza abriendo los ojos de golpe. El
azul de sus ojos estaba tan oscuro que parecía que
habían perdido su brillo—. No me haces daño. Señor
de las Lunas.
Pero tienes que parar. Voy a correrme. Lo que
haces se siente tan bien que pierdo el control muy
fácilmente. Casi me corro en tu boca. Es demasiado. —
El alivio la invadió. Pensaba que le había hecho
daño. Se rió. —Demasiado?—
—Tus palabras me excitan. Me dan ganas de
correrme rápido. —
—Está bien. Entonces hagámoslo como antes. —
—No. Solo prepárate. Estoy listo para correrme.

Cogió la copa de recolección y lamió la punta de su
polla. Se estremeció debajo de ella. Ella lo metió en su

Letras de Corazón 143


boca. Usando su lengua y sus labios hizo un poco de
succión. Ral gimió.
—Ahora—.
Ella lo sacó de la boca para poner la copa justo a
tiempo para coger su semilla. Recolecto la mayor parte.
Cerró la tapa del recipiente. Ral seguía estando duro.
Abrió la boca y lo lamió como un helado. Ella cerró los
ojos. Él sabía cómo algodón de azúcar derretido. Era
mejor que el postre.
—Señor de las Lunas—, susurró Ral. —Detente,
Ariel. No puedo soportarlo. —Su cuerpo se estremeció.
—Me haces sentir tan bien que casi duele—.
Ella lo liberó. Se movió con cuidado para que la
copa de la muestra no derramara. Vio la cara de Ral,
mientras se apartaba de la camilla. Estaba ruborizado.
Tenía una sonrisa en sus labios mientras se sentaba.
—Estoy enamorado de ti—, dijo en voz baja. —
Me acabas de recordar los buenos momentos. Este es
uno de esos momentos—.
Ella puso la copa de recolección en la mesa y se
sentó en la otra camilla. Se volvió hacia él sonriendo.

Letras de Corazón 144


—Tenemos una de las muestras. ¿Dónde me quieres?

Ral se bajó de la camilla para llegar hasta ella.
Ariel siempre se asombraba de su fuerza cuando la
levanto en brazos. Estaban casi al mismo nivel. Le
plantó un tierno beso y la recostó en la camilla. La
soltó y fue a los pies de la camilla para luego agarrarla
por los tobillos. Sonrió mientras le daba un tirón para
colocarle el culo en el borde de la camilla. Le soltó los
tobillos.
—Extiende tus muslos.—
Ariel abrió ampliamente sus muslos, agarrándose
las rodillas. Vio cómo los ojos de Ral tomaban nota de
cada centímetro de su cuerpo. Nunca había sido
consciente de su cuerpo. Pero ahora lo era. La
expresión de Ral se encendió. Se dejó caer lentamente
sobre sus rodillas y le acarició el interior de los
muslos.
—Me pongo puro cuando te veo así. Estás tan
rosada y húmeda por mí. Me pongo duro con el sabor y
aroma de tu excitación. Estas lista para mí. —
—Siempre para ti—, susurró.

Letras de Corazón 145


Ral bajó la cabeza. Ariel cerró los ojos. Deslizó las
manos sobre sus muslos y con los dedos pulgares le
abrió los labios vaginales para obtener una mejor
visión. Vaciló un momento antes de descender su boca.
Con el primer toque de su lengua Ariel gimió en voz
alta.
Ral no tuvo piedad. Su lengua encontró su clítoris
inmediatamente. Le pasó la lengua con trazos duros. El
placer atravesó su cuerpo. El hombre no sabía qué era
un clítoris cuando la conoció pero había aprendido a
manejarlo como un profesional.
Lo chupó y lamió. Una de sus manos se movió y
ella empujó sus caderas mientras empujaba un dedo en
su interior. Empujó otro dedo y los retorció en el
interior para encontrar el lugar correcto. Ariel gimió en
voz alta cuando lo encontró. Ral comenzó a bombear
dentro de ella con movimientos rápidos, mientras su
lengua lamia y atormentaba su clítoris.
Ariel gritó. No iba a durar mucho tiempo más. Él
sabía muy bien cómo tocarla. Gimió debajo de él. Él no
se detuvo. Sus dos dedos se movían cada vez más
rápido, succionó su clítoris cuando tuvo uno de los
orgasmos más poderosos de su vida. Continúo

Letras de Corazón 146


atormentándola hasta que ella le pidió que se detuviera.
El placer se estaba convirtiendo en dolor. Se detuvo al
instante. Su cara levantada mientras lentamente retiraba
los dedos.
—Te quiero ahora—, gruñó.

Ariel abrió los ojos. Vio como Ral se giraba para


agarrar una de las cosas con forma de hisopo que
Ahhu había dejado. Él la miró y luego bajó a su sexo.
Él utilizó el hisopo rápidamente antes de meterlo en la
bolsa de muestreo. Lo tiró encima de la pequeña mesa.
Sus manos se apoderaron de ella.
Ariel quedó sin aliento cuando él la levantó de la
mesa. Ella lo envolvió con brazos y piernas. Quedaron
cara a cara. Sus miradas se encontraron durante unos
segundos. Ral gruñó profundamente mientras la
besaba. Fue un beso salvaje con mucha pasión detrás.
Ella gimió cuando uno de sus dientes le rozó el labio
inferior. El sabor de su sangre parecía que aumentaba
la pasión de Ral. Metió una mano entre sus cuerpos
para guiar su polla. La cabeza presionando su entrada.
Ella sabía que estaba empapada mientras se frotaba
arriba y abajo contra su polla.

Letras de Corazón 147


Ella esperaba que él entrara rápido y duro, pero
entro lentamente mientras se deslizaba en su
profundidad. Ella gimió. Cambió de posición para
abarcarle el culo con ambas manos. Rompió el beso
para mirarla a los ojos.
—Dime si te lastimo—, gruñó.
Ariel asintió. Ral comenzó a moverse. Él se movió
rápido y duro. Ariel apoyo la cabeza en su hombro.
Gritó por la maravillosa sensación de tener a Ral en su
interior. Él la llenaba, la hacía sentir increíble mientras
se frotaba contra todos los nervios dentro de su coño.
Él se movió más rápido y profundo. No le dolió. Se
sentía tan bien, sus gemidos se convirtieron en sollozos
de placer.
Su cuerpo comenzó a tensarse y luego su boca se
abrió sobre su hombro. Lo mordió, gritando contra su
piel, se corrió duro. Los músculos de su interior se
apretaron entorno a su polla. Ral echó la cabeza atrás.
Gruño cuando se corrió. Se sacudió violentamente
mientras la llenaba.
Se dio cuenta de que le estaba enterrando los
dientes en el hombro. Lo liberó y abrió los ojos. Vio las
marcas de los dientes en su piel, por suerte no le había

Letras de Corazón 148


hecho sangrar. Levantó los ojos y se encontró con los
de Ral. Se rió entre dientes.
—Señor de las Lunas, Ariel. Nada se compara
contigo—.
—Wow—.
—¿Qué significa eso?—
—Increíble. Maravilloso. Impresionante. Te amo.

Se echó a reír. Su mirada bajó hasta su boca y su
sonrisa desapareció. —Te hice sangrar el labio. Lo
siento. Está un poco hinchado. —
—Estoy bien. No te preocupes. Yo también te
mordí. Me alegro de no haberte echo sangrar. —
Se encogió de hombros. —No me hubiera
importado que lo hicieras. Sería un honor que me
marcaras con tus dientes. —Su mirada se dirigió a su
boca y se rió. —Sin embargo, tus dientes no son los
suficientemente fuertes para dañar mi piel.— Abrió la
boca para mostrarle sus dientes más afilados.—
Necesitarías unos como estos.—

Letras de Corazón 149


Ariel negó con la cabeza mientras le sonreía. —Te
hubiera hecho daño si tuviera unos dientes como
esos.—
Salió de encima de ella, sin dejar de sonreír. —
Hay que vestirse ahora. Quiero llevarte a casa. —
—Quiero ir a casa contigo.—
—No habrá otra mujer, Ariel. Te lo prometo—.
Ella lo miró a los ojos. —Me partirías el
corazón.—
—Entiendo. Si me dejas tú también me partirías
corazón. —

Letras de Corazón 150


CAPÍTULO 9
La nueva mujer era mucho mejor que la anterior.
Ariel sonrió a la anciana Zorn. Ella estaba en excelente
forma para su avanzada edad, tenía el pelo largo y
blanco, las arrugas cubrían su rostro y llevaba ropa.
Erra era dulce. La primera reacción al ver a un
ser humano había sido una gran sonrisa. Le había
dicho algunas palabras, pero Ariel no las pudo entender
por qué el conis estaba instalado en el dormitorio y
ellos estaban en la sala. La mujer mayor se acercó a
ella lentamente. Ral le había asentido desde la puerta
con una sonrisa para decirle que estaba bien.

Letras de Corazón 151


Ariel se sintió pequeña. Todos los adultos Zorn era
unas buenas ocho pulgadas más altos que ella. Incluso
Erra era mucho más alta. La mujer había caminado
hasta Ariel, dándole el equivalente a un abrazo de oso,
sin apretarla demasiado fuerte. La sorprendió pero se
recupero lo suficientemente rápido para devolverle el
abrazo.
Erra había retrocedido y comenzado a tocar Ariel.
Ariel no se movió mientras la mujer le rozaba la mejilla
y luego el cabello. Miró a los ojos color marrón de
Erra. Había visto la curiosidad en sus profundidades.
Ella era una extranjera y a Ral le gustaba decirle que
era tan linda como una horma.
Una horma era una criatura pequeña que para
Ariel era algo así como la versión Zorn de un mono.
No estaba segura si le gustaba la comparación, pero
cuando Ral había puesto la foto de uno de ellos en el
conis había entendido. Tenían grandes ojos azules, eran
unas hermosas criaturas blancas. Había peores cosas
con las que ser comparada.
A Erra le encantaba mimarla. A veces, Ariel se
sentía como una muñeca. Erra la seguía a la habitación
para que pudieran hablar con el conis. Mientras

Letras de Corazón 152


estaban en el dormitorio Erra agarraba un cepillo y le
cepillaba su largo pelo rubio a Ariel. También le
gustaba ponerle loción en la piel. Le dijo que tenía la
piel tan suave que temía que se le lastimara si no se
ponía loción constantemente. Ariel también la sintió
como una madre. Le gustaba.
—Debes quitarte la ropa.— Erra hizo un gesto
hacia el cuerpo de Ariel. —Te escondes de Argis
Ral.— —¿Eres tan diferente a nuestras mujeres?—
—Me gusta la ropa. No la utilizo cuando duermo
con Ral —.
—Nuestras mujeres están desnudas en casa. Ral
agradecería que anduvieras desnuda. Tú eres su
vínculo. No conoces nuestra cultura. —Erra le sonrió.
—Estaría muy complacido al final del día al verte
desnuda esperando en la puerta. Es nuestra costumbre.
Cubrirse de los otros hombres, pero nunca en tu
propia casa. —
—Yo no soy Zorn. No soy tan diferente
físicamente. Simplemente no me siento cómoda
caminando desnuda. Mi cultura siempre lleva ropa a
menos que estemos solas, vayamos a tener sexo, a
dormir o a ducharnos. —

Letras de Corazón 153


Erra suspiró. —Estás vinculada a Ral. Él es Zorn.
Ahora tú también eres Zorn. —
Ariel pensó en eso y se dirigió al armario. Ral le
había traído ropa por lo que el armario estaba lleno.
Había dejado pasar el hecho de que la ropa era del
tamaño de una Zorn adolescente. A Erra le parecía
divertido burlarse de que Ariel fuera mucho más
pequeña que las mujeres Zorn. Ariel le pidió algo para
cortar la mayoría de atuendos en su armario. Ella era
decente, pero mostró un poco más de piel. Se miró en
el espejo cuando terminó.
Las mujeres Zorn llevaban sus vestidos a la altura
de la rodilla. Si llevaban sujetador o ropa interior ella
no los había visto nunca. Algunas mujeres que trabajan
con Ahhu en el centro médico llevaban pantalones
anchos y camisas. Ariel tenía poca experiencia con las
mujeres Zorn. Ral la mantenía en casa, no le permitía
salir sin él.
Como ella había cortado el vestido este le quedó
como un mini vestido. Le había arrancado las mangas
y lo había cortado para que le quedara más escotado.
Incluso había cortado unos centímetros en sus caderas
para que sus muslos se vieran. Tendría que tener

Letras de Corazón 154


cuidado al sentarse. Ella estaba totalmente desnuda
bajo el vestido. Se veía bien. Nunca lo usaría fuera de
casa, pero esperaba que a Ral le gustara. Por el
momento no estaba dispuesta a andar desnuda.
Erra vio a Ariel cuando salió de la habitación. Ariel
le sonrió a la mujer y dio un giro para que la
contemplara. Erra la miró con las cejas arqueadas.
Miró la altura del vestido y sonrió. Miró a los ojos de
Ariel y levantó la mano poniendo en alto el dedo pulgar.
Ariel se echó a reír. Ella le había enseñado ese gesto.
Ral trabajado seis horas al día, cuatro días
seguidos. Tenía tres días de descanso. Él era una
especie de juez. Ral le explicó que escuchaba a su gente
y se ocupaba de sus asuntos. Juró que amaba hacerlo.
Ariel lo extrañaba cuando estaba en el trabajo. Erra
apenas le permiten hacer algo en la casa. Normalmente
Ariel dormía la siesta o seguía a Erra alrededor de la
casa para observar y aprender lo que la mujer hacía.
Desde que Ral no le permitió salir de la casa a
Ariel, salir al jardín era la única manera que tenía de
tomar aire fresco. Cuando ella le preguntaba a Ral que
por que no podía ir de compras con Erra o por qué no
se le permitía salir de la casa, él evadía las preguntas.

Letras de Corazón 155


Siempre le distraía. Ral era muy bueno cuando pasaban
tiempo en el jardín. Tenía un bonito arrollo de color
rojo, árboles negros y púrpura. Un alto muro
alrededor. Siempre terminaba llevándola a la cama.
Después de unas horas con Ral terminaba tan agotada
que se olvidaba de cuestionarlo.
Miró el reloj. Ella había aprendido a leer la hora
Zorn con la ayuda de Ral. Sabía que él estaría en casa
pronto. Cuando la pequeña flecha golpeó el símbolo de
aspecto de ave el ya debería de estar en casa. Se
mordió el labio. ¿Qué le estaba escondiendo? Tenía que
estarle escondiendo algo. ¿Estaba ella en peligro de su
pueblo? Por eso no le permitía salir de casa? Tal vez
era un simple caso de preocupación por ella. Ya que ella
no podía comunicarse con nadie.
Sólo había pasado un poco más de una semana
desde la visita al centro médico. Los Zorn aún no
habían puesto a trabajar el programa de traducción de
los Anzons dentro de los traductores Zorn. Ella
suspiró. Tal vez había computadoras inalámbricas, uh,
conis, con los que podría caminar, para entenderle a
todo el mundo. El conis era del tamaño de un televisor
de trece pulgadas. Se preguntó si los Zorn tenían
carretillas. Se rió de la idea de cargar con una.

Letras de Corazón 156


A Ral se le hacía tarde. La flecha estaba
moviéndose del símbolo del ave al de la serpiente. Ella
frunció el ceño. Siempre estaba en casa cuando la
flecha estaba en el símbolo ave. Fue en busca de Erra.
Ella encontró a la mujer lavando la ropa. Ariel la
saludó y le hizo el signo de —tenemos que hablar—.
Erra la siguió a través de la casa.
—Es tarde. Estoy preocupada. —
Erra miró al reloj. —Tal vez se fue con los
hombres. A ellos les gusta beber Amond mientras
hablan de cosas como la vinculación masculina. —
Amond era probablemente como la cerveza. Ariel
no se molestó en preguntarle a Erra. Los hombres eran
hombres en cualquier planeta. —¿No se le ocurrió
utilizar el dispositivo y hacerme una llamada para
decirme que no iba a venir a casa?—
Erra sonrió. —Los hombres en tu mundo hacen
eso?—, Se rió. —Las mujeres mandan allá, ¿no? La
idea de que uno de nuestros hombres llame para pedir
permiso para salir con otros hombres es divertida. —

Letras de Corazón 157


Ariel suspiró. —Genial. Entonces los hombres de
este mundo no llaman para decir que van a llegar
tarde? —
—No. Echaras a perder a Ral. Si otros hombres
vieran la forma en que lo hechas a perder se burlarían
sin piedad. Hiciste que echara a las dos ayudantes que
tenía en casa y se negó a vincularse con la mujer que
su padre envió. Ella era deseada por muchos hombres.
Por eso se le ofreció. —
Ariel le frunció el ceño a Erra.
—Es cierto. Él rechaza a todas las mujeres. Ellas
son atraídas por él y lo buscan cuando está fuera. Es el
heredero, Ariel. Eso significa que va a liderar este
mundo cuando su padre se retire o muera. Es muy
poderoso y querido. La mayoría de hombres en su
posición tienen por lo menos tres mujeres en su cama,
si no más. Él está vinculado contigo, pero los hombres
siempre comparten el sexo con otras mujeres además
de su vinculada. Una vinculada es la favorita del
hombre a la cual le regala su semilla. Es un gran honor
estar vinculada. Nuestros hombres tienen fuertes
necesidades sexuales que una sola mujer no puede
satisfacer. Ral se niega a todo eso por ti. —

Letras de Corazón 158


—Yo satisfago todas sus necesidades—.
Erra sonrió. —Lo sé. Los he escuchado—.
Un rubor cubrió las mejillas Ariel. —Lo siento.—
—No deberías. Haces a Argis Ral muy feliz. La
mayoría de nuestras mujeres trabajan. Él no quiere que
salgas de casa. Es muy posesivo y protector contigo. Lo
he visto contigo y te presta toda su atención. Nuestros
hombres sólo nos prestan toda su atención durante el
sexo. Pero él siempre te la da. —
—Tal vez él cree que no hay un trabajo que yo
podría hacer.—
—Tu eres muy inteligente. Hay trabajos que
podrías hacer sin necesidad de hablar ni que te hablen.
El quiere cuidarte y conservarte sólo para sí mismo.
Todos los hombres vinculados son posesivos y
protectores, pero Ral lo lleva a otro nivel. Todo el
mundo lo sabe. —
Ariel suspiró.
—Has estado con Argis Ral el tiempo suficiente
para concebir. ¿Sabías que los hombres vinculados se
libran del vínculo si sus mujeres no pueden concebir?
Es una de las pocas formas de romper el vínculo. Pero

Letras de Corazón 159


Argis Ral no tiene ninguna intención de dejarte en
libertad. Lo que quiere decir que te quiere con él hasta
la muerte. —
La ira de Ariel se fue. Que importaba si había
salido con los demás chicos. Él había renunciado a
mucho por ella. No era humano después de todo. Se
dio cuenta que habrían diferencias culturales. Había
renunciado a mucho de su cultura para hacerla feliz.
Ella asintió con la cabeza.
—Creo que voy a jugar con el conis y tratar de
aprender más.—
Erra asintió. Sonó el timbre. Ariel suspiró. Ral no
lo usaba, él solo entraba. Erra se dirigió a toda prisa
para ver quién estaba en la puerta. Ariel vaciló y luego
siguió a la mujer. ¿Y si algo le había sucedido a Ral? El
miedo la atenazó. Tal vez por eso no había vuelto a
casa.
Cuatro hombres grandes estaban en la puerta.
Erra les gruñó algo. Ariel se abrazó el cuerpo. Rezaba
para que los hombres no le hubieran dado malas
noticias a Erra sobre Ral. Estaba herido? Muerto?

Letras de Corazón 160


Sus rodillas casi se doblan ante el pensamiento.
Amaba a Ral. Era su mundo. No lo podía perder. Se
moriría si no pudiera estar con él otra vez. Lo amaba
mucho. Se sorprendió por la profundidad de su amor
hacia Ral.
Uno de los hombres en la puerta le gruñó de
nuevo a Erra. Cambió su cuerpo y sus ojos se
encontraron con los de Ariel. De repente empujó a
Erra. Ella gruñó, tratando de empujar al hombre de
vuelta. Pero era demasiado fuerte. Empujó a Erra con
tanta fuerza que la golpeó contra el suelo. Ariel abrió la
boca y al instante salió en dirección a Erra para
ayudarla a levantarse. Los otros tres hombres entraron
en la casa. El último de ellos cerró la puerta detrás de
él.
Erra siseó y sacudió la cabeza en dirección a Ariel.
Ariel vio el terror en los ojos de la mujer cuando sus
miradas se encontraron. Ariel se detuvo en seco. Erra
le gruñó algo y señaló hacia la habitación. Erra se puso
en pie antes de lanzarse a sí misma contra el hombre
que la había derribado. Él había comenzado a caminar
hacia Ariel. La mujer mayor se abalanzó sobre el
hombre de atrás gritando.

Letras de Corazón 161


El hombre se dio la vuelta rápidamente. El
poderoso movimiento envió a Erra volando de espaldas
con un golpe duro contra la pared. Su cuerpo cayó al
suelo. Erra no se movió, pero Ariel vio que aún
respiraba. Un suave gemido vino de Erra un segundo
después. Sus brazos se movían.
El terror había congelado a Ariel. Los cuatro
hombres volvieron su atención hacia ella. Vio al que se
hallaba cerca de la puerta agarrarse la camisa. Él la
abrió. Sus ojos volaron hacia otro. Este alargó la mano
hacia la parte delantera de sus pantalones. Los abrió
para revelar que estaba excitado. Estaba malditamente
claro lo que harían con ella si la alcanzaban. Miraron
su cuerpo de arriba abajo. Le gruñeron, mientras se
separaban para rodearla.
Ariel gritó mientras corría por su vida. Llegó a la
habitación y cerró la puerta detrás de ella y la cerró
con llave. No tenía ningún lugar adonde ir. Llegó a la
puerta del baño y se volvió. Algo golpeó la puerta del
dormitorio. La puerta era gruesa y el seguro estaba
puesto, pero dudaba que alguna de esas cosas
mantuviera a esos hombres fuera por mucho tiempo.

Letras de Corazón 162


No sabía qué hacer. Estaba aterrorizada. La iban a
violar. Lo sabía. Habían lastimado a Erra, que la había
intentado defender. Se preguntó si Erra estaba
realmente herida o si sería capaz de conseguir ayuda.
Algo golpeó la puerta y esta crujió en voz alta. La
gruesa madera se estaba rompiendo. Sus ojos
recorrieron frenéticamente la sala. Si Ral mantenía
armas en la habitación nunca las había visto. En lugar
de eso tomó más ropa y la abrazó a su cuerpo.
Oyó un gruñido más fuerte cuando algo golpeó de
nuevo la puerta. Vio como esta se astillaba. Ella
sollozaba, se refugió en el cuarto de baño. Cerró la
puerta con seguro. Temblaba mientras se ponía los
pantalones y se colocaba una de las grandes camisas de
Ral. Si tenía que luchar contra ellos no quería hacerlo
casi desnuda.
Evaluó frenéticamente el baño en busca de una vía
de escape- no había ventanas. Tal vez debería haber
intentado escapar por la ventana del dormitorio, pero
sólo hubiera llegado hasta el patio trasero. El muro que
rodeaba la casa era demasiado alto para subirlo y no
había ninguna puerta. La habrían atrapado. Por lo
menos en el baño tenía otra puerta entre ella y los
hombres.

Letras de Corazón 163


Oyó cuando la puerta del dormitorio se rompió.
Ariel buscó entre los cajones en busca de un arma.
Encontró las tijeras de corte que Ral utiliza para
recortarse el pelo. Ella las tomó. Eran como unas
tijeras largas un poco curvadas y extremadamente
filosas. Retrocedió hasta la ducha y cerró la puerta de
vidrio. No tenía forma de cerrarla, pero hacía que sólo
hubiera una pequeña abertura por lo que sólo un
hombre sería capaz de entrar en la ducha para tratar
de agarrarla. Se apoderó de las tijeras en un apretón
de muerte.
Atacaron a la puerta del baño. Sabía que no
sobreviviría si la alcanzaban. Sería una manera horrible
de morir. Ral siempre había sido amable con ella y ella
no se podía imaginar como hubiera sido si él no
hubiera tenido cuidado. Los hombres Zorn eran
grandes y fuertes por naturaleza. A los cuatro hombres
tras ella, obviamente, eso no les importa. Ella sabía que
Ral mataría a cada uno de ellos cuando se enterará de
lo que habían hecho.
Sus pensamientos se dirigieron a Ral. La agonía la
atravesó. Él la lloraría. Sabía que él la amaba. Oró para
que él no se sintiera culpable. Si hubiera venido
directamente a casa habría estado allí para defenderla.

Letras de Corazón 164


Ella lo había visto pelear contra cuatro hombres antes.
Los cuatro hombres que entraron en la casa no se
veían diferentes a los que la habían intentado alejar de
Ral en el asteroide. Ral podría acabar con estos
cabrones fácilmente. La puerta del baño se rompió. El
tiempo de Ariel se había terminado. Ellos estaban en el
cuarto de baño. El hombre que había atacado a Erra
abrió la puerta de cristal. Metió la mano para agarrarla.
Ariel gritó y, utilizó las tijeras como un cuchillo, se
lanzó hacia adelante y lo apuñaló en el pecho.
El mango de las tijeras se le incrustó en la piel,
pero sin cortarla. Sintió la sangre caliente corriendo
por sus manos. Volvió a gritar cuando el hombre gruño
de dolor. Se tambaleó hacia atrás con las tijeras
incrustadas profundamente en el pecho.
Ella se echó hacia atrás y golpeó la pared de la
ducha lo suficientemente fuerte como para sacarle el
aliento. Se quedó mirando la cara del hombre mientras
este se tambaleaba hacia atrás hacia sus compañeros.
Miró las tijeras que sobresalían de su pecho. Vio la
sorpresa en su rostro. Se quedó en silencio antes de
derrumbarse de rodillas. Sus compañeros se
congelaron en estado de shock, al mirar cómo salía la
sangre del pecho de su compañero.

Letras de Corazón 165


El herido cayó hacia delante. Y no se movió más.
Las tijeras se incrustaron más profundamente por que
cuando se cayó pudo ver las puntas que saliendo de su
espalda. Estaba sin camisa. La sangre corrió de la
herida, por toda su espalda hasta el piso del baño. Uno
de los atacantes echó la cabeza hacia atrás, aullando.
Ariel gritó. Los tres hombres se quedaron en silencio.
Ella vio en sus expresiones que iban a hacerla sufrir
antes de matarla. No tenía ninguna duda de eso.
Uno de los hombres pasó por encima de su amigo
caído para llegar a la ducha. Agarró a Ariel por la parte
delantera de la camisa de Ral. Oyó como el hombre
partía el material de un tirón. Su pie chocó contra la
parte inferior de la ducha. El dolor se disparó por el
pie mientras la arrastraba hacia adelante. Sus pies
golpearon el cuerpo del hombre caído, mientras la
arrastrada gritando del cuarto de baño.
Los pies de Ariel abandonaron el suelo y el
hombre la tiró en la cama. La lanzó tan duro que
reboto cayendo al otro lado. Golpeó fuertemente el
suelo. El dolor estalló en su cadera, el muslo y el brazo
que fue el que recibió casi todo el impacto. Por debajo
de la cama los podía ver moviéndose. Sabía que si
permanecía ahí moriría.

Letras de Corazón 166


Se metió debajo de la cama. Las camas Zorn no
eran tan diferentes a las de la Tierra sólo eran más
altas y con marcos más gruesos. Avanzó hacia el centro
de la gran cama y se quedó jadeando. Se acercó y
agarró las barras de la estructura. Sus dedos apenas
tuvieron tiempo de apretar las barras antes de que una
gran mano se cerrara sobre su tobillo.
Ella gritó de dolor cuando uno de los hombres
trató de arrastrarla fuera. Casi arranca una de las
barras de la cama. El hombre tiró de ella lo suficiente
duro como para que sus pies ya no estuvieran bajo la
cama y sus brazos dolieran por el esfuerzo de
mantenerlos estirados. Pero ella se negaba a soltarse
—Sácala de ahí—, espetó uno de los hombres.
El conis continuaba encendido. Traducía todo lo
que se hablará en el cuarto. Ella los podía entender por
lo que ellos podrían entenderla. Sabía que
probablemente no ayudaría, pero tenía que intentarlo.
La mano alrededor de su tobillo aumento la presión
hasta que gritó de dolor. Sentía como si estuviera
aplastándole el tobillo. El muy cabrón lo hacía a
propósito para hacerle daño y que no pudiera escapar.
El dolor era suficiente para hacerla gritar.

Letras de Corazón 167


—Ral te va a matar. No hagas esto —.
—Ral está ocupado—, espetó otro hombre. —
Vamos a prender fuego a la casa cuando hayamos
terminado contigo y no habrá olor de nosotros que
rastrear—.
—Sacarla ahora. No tenemos mucho tiempo—.
El hombre le dio un fuerte tirón al tobillo. Ariel
gritó de nuevo. Sus dedos estaban rotos dolorosamente
por sujetarse de la barra. El hombre la sacó
brutalmente de debajo de la cama. Ella miró a los tres
hombres Zorn medios desnudos. El que la tenía
agarrada del tobillo no la soltó. Con la mano que tenía
libre le agarró el pantalón y dio un fuerte tirón.
Ariel le dio una patada a él con su pie libre. El
hombre Zorn era monstruosamente alto, por lo que no
pudo alcanzar sus bolas. Sus piernas eran demasiado
cortas. Ella se las arregló para patearlo en el muslo.
Ella gritó cuando le bajó los pantalones. Ella trató de
rodar y agarrarse la cama. Si sólo pudiera salir y
arrastrarse de nuevo debajo de la cama podría retrasar
sólo un poco más el ser violada.

Letras de Corazón 168


Dos de los hombres se agacharon, agarrándola de
los brazos. La levantaron y la lanzaron sobre la cama.
El hombre que agarraba su tobillo puso una rodilla en
el extremo de la cama entre sus muslos. Ella tiró de su
pierna libre hasta el pecho y de puro terror encontró la
fuerza para patearlo de nuevo. Esta vez lo pateo más
duro y en un mejor lugar. Echó la cabeza para atrás
cuando su pie lo golpeo en la mandíbula. Su agresor
soltó el agarre sobre su tobillo al recibir el impacto.
Por desgracia, no le había roto el cuello, porque rugió
de dolor.
Oyó otro estruendo, que sonó cerca. Vio a los
hombres que todavía tenían sus brazos dirigir sus
cabezas en dirección a la puerta del dormitorio. Ariel
no perdió el tiempo mirando que les llamaba la
atención. Movió de nuevo su pie libre hacia el pecho. Se
estaba haciendo daño. Debía de tener el tobillo roto, o
por lo menos un esguince, pero hizo caso omiso del
dolor. Ella miró hacia abajo. El hombre que había
pateado en la mandíbula se la sostenía con una mano
mientras que con la otra le aferraba el tobillo. Tomando
aire, lo pateo lo más fuete que pudo. Lo clavo
directamente en su entrepierna.

Letras de Corazón 169


Había dado en el blanco. Vio como abría la boca.
El agarre en su tobillo se había ido de repente,
mientras se tomaba la delantera de sus pantalones.
Cayó lentamente hacia atrás hasta chocar contra el
suelo. Soltó un chillido agudo. La alegría la golpeó en
un segundo. Esa vulnerabilidad de los hombres era
universal sin importar su planeta de origen.
Ariel se volvió tratando de patear a otro de los
hombres que la sujetaban, pero ambos la soltaron. Se
alejaron de la cama antes de que ella tuviera la
oportunidad. El terror estaba grabado en sus rostros
mientras miraban hacia la puerta rota del dormitorio.
Sus ojos siguieron los suyos. Ral irrumpió en el
dormitorio.
Una rabia como nunca antes le desfiguró las
facciones. Rugió. Le dolieron los oídos. El conis no
tradujo. No necesitaba que le dijeran el significaba de
ese sonido. Los ojos de Ral buscaron a Ariel. Vio como
sus ojos le recorrían el cuerpo. Él se movió rápido para
atacar al hombre más cercano a él. Atacó al hombre a
la derecha de ella.
Algo caliente la roció. Miró su brazo y vio puntos
rojos brillantes por su cuerpo. Su cerebro registró que

Letras de Corazón 170


era sangre. Sus ojos miraron en estado de shock a Ral
y al hombre. Vio el destello de una hoja de metal en la
mano de Ral. El intruso grande cayó de rodillas. Vio
que tenía la garganta cortada. Se inclinó hacia delante.
Ral volvió a rugir mientras se dirigía hacia el otro
hombre, incluso antes de que el primero tocara el piso.
El segundo hombre ni siquiera tuvo tiempo de hacer
algún sonido antes de que Ral estuviera sobre él. Ral
levantó su brazo lleno de sangre y lanzó un gruñido.
Se hizo el silencio un segundo antes de que escuchara
un gemido suave al final de la cama.
Ral se levantó del suelo solo. Caminó lentamente
hacia el final de la cama. Miró hacia el hombre que
Ariel había pateado en la entrepierna. Vio a Ral
agacharse. Su expresión estaba transformada en pura
rabia. Escucho un gemido, más fuerte esta vez,
proveniente del hombre. Ral lo levanto por el pelo y
Ariel vio como le cortaba la garganta, arrojando su
cuerpo a un lado. Ral respiraba con dificultad. Estaba
manchado de sangre- en las manos, la hoja que
sostenía y en su ropa. Se volvió a mirar a Ariel.
—Estoy bien—, se le quebró la voz. —Llegaste
justo a tiempo—.

Letras de Corazón 171


Ral dejó caer la cuchilla sobre la cama al llegar a
ella. Ariel no se inmutó, cuando Ral fue por ella con las
manos ensangrentadas. Con suavidad, la levantó en sus
brazos y la abrazó fuertemente contra su pecho
ensangrentado. Hundió la cara en su garganta. Todavía
estaba respirando con dificultad y temblaba de furia.
Ariel no dudó. Le echó los brazos al cuello para
aferrarse a él por salvar su vida. Ral la había salvado
una vez más. Había matado por ella. Sobrevivieron y
estaban los dos juntos.

Letras de Corazón 172


CAPÍTULO 10
Ral se negó a dejarla en el suelo, se negó a
apartarse de su lado. A Ariel no le importaba en
absoluto. Se sentó en el sofá con Ariel firmemente en
su regazo. Los brazos de Ral estaban alrededor de ella,
sosteniéndola con fuerza. Después de una ducha,
estaban limpios con el pelo mojado y la ropa fresca. Los
muertos habían sido retirados de su casa. Había tenido
suerte. Además de algunos moretones, sólo se había
torcido el tobillo. No tenía nada roto.
La fuerza policial Zorn había ido y venido. Ahhu
había llegado para el tratamiento de las lesiones. Erra
estaba herida, pero estaba bien. Había ido en busca de
ayuda, pero Ral había llegado a casa antes de que los

Letras de Corazón 173


vecinos pudieran correr al rescate de Ariel. El conis
había sido trasladado a la sala. El dormitorio estaba
manchado de sangre y fuera de servicio hasta que lo
limpiaran.
—No entiendo cómo se atreven—, dijo en voz baja
Erra. —Eres el Argis Ral.— Erra tenía una bolsa de
hielo en la protuberancia a un lado de su frente. —Era
una sentencia de muerte tanto si violaban a Ariel como
si no.—
Ral aflojo su agarre sobre Ariel y le tomó
suavemente la mandíbula. Volviéndole la cara para que
lo mirará. —Sé por qué sucedió esto. Sé que te
enfadarás. Yo estoy enfurecido. Cuando tomamos las
pruebas en el centro médico nos grabaron sin nuestro
consentimiento. Alguien con acceso a la grabación la
puso a disposición de cualquiera con acceso a un conis.
Muchos nos vieron. —
Ariel parpadeó. Estaba horrorizada. La sangre
huyó de su rostro, se sentía un poco mareada. Su
corazón casi se detuvo. Lo miró a los ojos y vio la ira
reflejada en ella. Él asintió.

Letras de Corazón 174


—Probablemente muchos hombres vieron nuestra
grabación. Creo que por eso se atrevieron a venir.
Vieron cómo es entre nosotros. —
—Oh Dios—, suspiró. —Estoy en un video porno
en Internet contigo.—
Él frunció el ceño. —Yo...—
—Lo sé. No entiendes, pero yo sí. Todo el que
tenga un conis puede ver lo que hicimos, ¿verdad?
Nosotros desnudos haciendo lo que hicimos en el
centro médico? —
—Yo lo había eliminado del archivo.—
—Pero una vez que está en el conis está fuera de
tu control. No puedes hacer que la gente deje de verlo.

Él frunció el ceño. —Eso no es cierto. Una vez
que se retira el archivo nadie puede verlo, se va del
conis —.
—No es posible que alguien lo descargue para
verlo más tarde o ponerlo de vuelta en el conis?—
—Nuestro conis no funciona así. Tiene que estar
en el archivo para poder verlo en el conis —.

Letras de Corazón 175


Se sintió aliviada. —¿Estás seguro?—
—Positivo. Es por eso que se me hizo tarde. Me
dijeron del problema y fui a resolverlo. Toda la
grabación de nosotros fue destruida. Me hace rabiar el
sólo pensar que esos hombres te vieron desnuda. Ellos
vieron lo que yo veo cuando te toco. Lo que es sólo
mío. Quiero matar a todos los que miren tu hermoso
cuerpo. —
Ella cerró los ojos. Los abrió después de tomar
una respiración profunda. —Entonces, ¿por qué
atacaron? No entiendo. —
—Eres muy receptiva a mi tacto, eres diferente a
nuestras mujeres. Haces que los hombres se pongan
duros, Ariel. Duros y muy estúpidos, si pensaron que
podían tocarte después de mi. Mataré a cualquiera que
lo intente de nuevo. Te dejaba en casa por miedo a que
atrajeras con tu mirada a otros machos. Tenía miedo de
que alguno de ellos pudiera asustarte al acercarse a
hablarte, pero nunca pensé que alguno se atrevería a
venir tras de ti de esta manera. Eres mía. —
La puerta se abrió de repente. Ariel quedó sin
aliento cuando fue trasladada detrás de Ral tan rápido
que el mundo giró a sus pies. Ral le gruño a los recién

Letras de Corazón 176


llegados. Se colocó entre Ariel y la puerta para
protegerla. Podía ver como Ral tensaba el cuerpo.
Se relajó lentamente y luego se sentó. Volvió a
colocar a Ariel sobre su regazo. Su comportamiento la
dejó sorprendida. Inmediatamente sintió ansiedad. Seis
hombres entraron en la habitación. Ariel reconoció a
los tres hermanos de Ral y a Berrr Hyvin. Los otros
dos hombres eran extraños, pero estaban vestidos como
guardias con armas en sus caderas. Cerraron la puerta
cuando todos estuvieron dentro.
—¿Qué quieres?— Ral miró a su padre. —Estoy
furioso contigo. Ordenaste realizar esas pruebas.
Ordenaste que nos monitorearan sin nuestro
consentimiento. Esto es culpa tuya. —
Hyvin Berrr bajó un poco la cabeza. Sus ojos, tan
parecidos a los Ral, miraban la furia de su hijo —No
pensé que alguien pudiera robarse la grabación y
ponerla en el conis a la vista de todos. No era mi
intención. Eres el que tomará mi lugar algún día para
liderar Zorn. Tenía que asegurarse de que no te
estuvieran controlando. Quería hacerle pruebas a ella.
Para descubrir cómo te estaba controlando—.
Ral gruñó. —La pusiste en peligro—.

Letras de Corazón 177


El hombre bajó la vista, mirando al suelo y luego
retrocedió. —Lo sé. No tengo excusa. Te pido
disculpas. Sé que no te está controlando. Revise la
grabación y el resultado de las pruebas, no hay control
químico —.
—Mierda—, suspiró Ariel. —Ay alguien que no
nos haya visto teniendo relaciones? —
—Yo—, dijo Erra en un tono muy suave.
Ariel le dirigió una mirada de agradecimiento. —
Gracias—.
—Todos lo vimos—, dijo Argernon con un
gruñido. Le lanzó a su padre una mirada fría. —No
sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar en esa
reunión, si lo hubiera sabido no hubiera ido. Él nos
llamó a todos para con la excusa de evaluar una
amenaza—.
Todo el color abandono el rostro Ariel. —Genial—
. Miró a Ral. —Creo que todos en tu familia nos han
visto haciendo el amor.—
Ral gruñó y miró a sus hermanos y a su padre. —
Estoy furioso—.

Letras de Corazón 178


—No te culpo—, dijo Hyvin Berrr en silencio. —
Estoy muy apenado, Ral. No fue mi intención poner en
peligro a ninguno de los dos de ninguna manera. No
fue mi intención que esto sucediera. Iba a ser un
asunto familiar privado. Hemos visto la grabación y nos
dimos cuenta de que lo que había entre ambos no era
un asunto de control. —
Uno de los hermanos resopló. —Ella me podía
controlar si-—
Argernon estampó el puño en la boca. —Es la
mujer vinculada a nuestro hermano. Respétala—.
El hermano más joven hizo una mueca y se dio
una palmada por encima de su labio partido, ahora
sangrando. Asintió y bajó los ojos. Argernon suspiró.
Echó un vistazo a Ral.
—Lo que Padre está diciendo es que no sabe
cómo hacer para arreglar las cosas. No sólo le ha
causado problemas a tu vinculada haciendo que otros
hombres la desearan-—
—Desesperadamente—, dijo el hermano menor.
Argernon gruñó. —Sigue hablando, si quieres
perder algún diente.— Sus ojos volvieron a Ral. —

Letras de Corazón 179


Padre realmente ha hecho un lío. Por desgracia, la
grabación fue vista por muchos hombres. Se han
generado muchos problemas. Necesitamos tu ayuda.
Necesitamos que dejes a un lado la rabia porque no se
está creando un serio problema con nuestra gente. —
Ral se tensó. Las emociones se filtraban a través
de su rostro. Parecía molesto cuando le dirigió una
mirada a su padre antes de centrar toda su atención en
su hermano.
—¿Cuál es el problema?—
Argernon vaciló. Sus ojos parpadearon hacia Ariel
y luego de vuelta a Ral. —Ellos quieren una como ella.
Algunos demandan que les permitamos ir al planeta de
ella para encontrar mujeres con las que puedan
vincularse—.
Ariel sabía que no era la única sorprendida por
esa declaración. Oyó el silbido de Ral y sintió como se
tensaba su cuerpo. Se relajó un segundo más tarde,
sacudiendo la cabeza.
—Diles que no estamos en la esclavitud. Lo que
quieren está mal. No iremos a otro planeta a robar
mujeres. Tenemos una gran población de mujeres aquí.

Letras de Corazón 180


Nuestros hombres superan en número a nuestras
mujeres, pero no es un problema —.
—Lo intentamos.— dijo el hermano que no había
hablado todavía. —Ellos están dispuestos a la rebelión,
Ral. Tenemos una guerra en nuestras manos. Ellos
pueden atacar a nuestra familia en grupo y despojarnos
del poder. Muchos desean traer a su especie aquí.
Quieren una como ella. —
—No soy un maldito juguete,— Ariel estaba
furiosa. —Ral tiene razón. No pueden ir a mi planeta
para secuestrar a las mujeres —.
—Ellas no son iguales a nuestras mujeres.—
Gruñó Ral.
El hermano más joven soltó un bufido. —No me
digas.— Su labio había dejado de sangrar. —Ella está
construida para el disfrute puro. Es mucho mejor que
nuestras mujeres. Era excitante sólo el hecho de mirar
cuando estaba entre tus brazos. —
Hyvin Berrr volvió esta vez a darle un puñetazo.
El padre le golpeó con fuerza suficiente para hacer
tambalear. Hyvin Berrr gruñó.

Letras de Corazón 181


—Basta.— Se volvió para dar a Ariel una mirada
de disculpa. —Es joven y su boca está a cargo de su
región inferior. Por favor, perdona su juventud. —
Ral levantó a Ariel de su regazo y suavemente la
sentó junto a él. Poco a poco se puso de pie para mirar
a su hermano menor.—Una palabra más para
avergonzar a Ariel y yo te golpeare.— Miró a su padre.
—Ellos no entienden que es diferente en muchos
sentidos además del sexual.—
Hyvin Berrr vaciló. —¿Cómo cuales?—
—Ellas no comparten el sexo con otros—, dijo Ral
en un tono tranquilo. Le dirigió una mirada a su
hermano menor. —Eso significa que sólo tendrás sexo
con una mujer hasta la muerte.— Miró de nuevo a su
padre. —Es consciente de su cuerpo desnudo. No va a
ir desnudo a menos que estemos solos. Es su manera.
Necesitan tener fuertes emociones hacia un hombre
para tener relaciones sexuales con él. Ella necesita un
fuerte compromiso y mi atención para ser feliz. Estoy
feliz de hacerlo, pero ellos lo estarán? —

Letras de Corazón 182


Ral dirigió la mirada hacia el hermano que sólo
había hablado una vez. —Rever, son muy
incontrolables. A mí me parece refrescante, pero la
mayoría de los hombres estarían en desacuerdo con
una mujer que no se somete, ni cumple sus demandas.
Su raza se resiste por lo que he aprendido de ella. Ella
no ha concebido por lo que es probable que no seamos
compatibles. A mi no me importa. La quiero más que a
nada. Sé que muchos hombres demandan para
vincularse que las mujeres sean capaces de
proporcionarles descendencia. —
Argernon sonrió. —Daremos a conocer esta
información. Les haremos meditar sobre el deseo de
una mujer como ella, sin importar cuán interesados
estén sexualmente. Puede que funcione. De lo contrario,
tendremos que enfrentar este problema—.
Rever se encontró con los ojos de Ariel. —Es tu
mundo muy diferente al nuestro?—
Ella dudó. —El agua es azul y como el cielo. Sólo
tenemos una luna. Los árboles son de color marrón en
su mayoría. Hombres y mujeres son iguales. Las
mujeres lucharon por ese derecho. Amamos una buena
pelea. Tenemos un historial de defendernos cuando

Letras de Corazón 183


somos atacadas. Si yo no amara a Ral tendrían serios
problemas conmigo. —
—Ella mató a uno de sus agresores—, dijo Ral en
voz baja. —Van a matar por protegerse a sí mismas.
Son un pueblo fuerte. Ellas merecen nuestro respeto.
Si algunos de nuestros hombres desean encontrar a la
mujer con que vincularse, tiene que ser de manera
voluntaria por parte de la mujer. —
—De acuerdo—, gruñó Hyvin Berrr. —Les
daremos los hechos de tus mujeres, junto con los
inconvenientes. Vamos a decirles que si desean intentar
vincularse a una mujer de tu raza, primero debe
obtener el consentimiento de ella. —El hombre miró a
Ariel. —¿Tu gente sabe de nosotros?—
—Creemos que estamos solos en el universo.
Tenemos la sospecha y la esperanza de que existan
personas en otros planetas, pero no creo que estemos
listos para que alguien venga a hablar abiertamente con
nosotros. Les daría miedo y mi gente es peligrosa
cuando tiene miedo. La mayoría ataca cuando tiene
miedo. Mi planeta está dividido por muchos líderes y no
todos son de la misma opinión. Todavía tenemos peleas
entre nosotros que a veces se convierten en guerras.

Letras de Corazón 184


Creo que los atacarían si supieran que están allí.
Todavía no tenemos la tecnología para viajar muy lejos
en el espacio. Pero estamos trabajando en ello. Un día,
tal vez, pero no creo que mi pueblo esté listo para
tener el primer contacto con tu raza —.
—¿Qué sugieres?—
Ella dudó. Sus ojos fueron a Ral. Ella lo amaba. Él
era todo para ella. Si algunos de sus hombres estaban
dispuestos a amar a una de su especie tanto como ella
lo amaba a él, quien era ella para interponerse en el
camino. Volvió sus ojos a mirar al padre de Ral de
nuevo.
—Prométeme que las mujeres que traigan vendrán
porque así lo desearon?—
—Te lo juro.—
—Tendrán que ir a zonas remotas para encontrar
mujeres y no permitir que mi gente sepa que están ahí.
Tendrán que ocultar su visita. Tenemos grandes
sistemas de comunicación con dispositivos portátiles
para pedir ayuda si es necesario. Tenemos ojos
mecánicos en el espacio alrededor de mi planeta que
sigue el movimiento. Tenemos armas. Tendrán que ir en

Letras de Corazón 185


una nave pequeña en la noche. Hay toneladas de
avistamientos de naves espaciales en la noche en zonas
alejadas de los Estados Unidos. La gente piensa que
están locos cuando alguien dice que vio a uno. En
realidad, nadie lo toma en serio si no tienen pruebas.
No les den ninguna. También hablan muchos idiomas
diferentes. Yo hablo inglés. Tendrán que asegurarse de
buscar una mujer que hable este idioma para que
puedan entenderla. Soy de los Estados Unidos. —
—Bueno a trabajar.— Asintió Hyvin Berrr a su
hijo. —Yo arme este lío y lo voy a arreglar, Ral. He
puesto guardias alrededor de tu casa para proteger a
tu vinculada. Le he pedido a Rever que se haga cargo
de tus obligaciones por un par de semanas para que
puedas pasar más tiempo con tu vinculada y calmar la
angustia que pasó aquí hoy. Nunca quise que esto
sucediera. Te ofrezco mi más profunda disculpa, hijo.
Voy a arreglar esto de alguna manera para ti. —
Ral suspiró. —Aceptas a Ariel como mi
vinculada?—
Hyvin Berrr hizo una profunda reverencia. —Lo
hago, hijo mío.— Sus ojos se volvieron a Ariel. —

Letras de Corazón 186


Estás obligada a permanecer con mi hijo. Te pido
disculpas. —
—Gracias—, le susurró Ariel.
—Podrías compensarnos priorizando el programa
de traducción para que Ariel y yo podamos hablar todo
el tiempo y no sólo en un cuarto con el programa
corriendo en el conis—.
Hyvin Berrr asintió a Ral. —Considéralo hecho.
Voy a informar a los médicos para que pongan a todo el
personal en el proyecto antes de que termine el día. —
—Gracias, padre. Gracias por los guardias, así me
ayudas a proteger a Ariel. —
Ral apretó a Ariel contra su cuerpo. Se quedó en
silencio, cuando su familia y los guardias se fueron.
Ariel le sonrió a Erra cuando la mujer se levantó en
silencio y caminó hacia la cocina que estaba al otro lado
de la casa. Ariel y Ral quedaron solos en la sala de
estar. Suspiró.
—Mi familia hizo nuestra vida un lío.—
Ariel soltó un bufido. —Hay algo que los seres
humanos y los Zorn tienen en común. Las familias

Letras de Corazón 187


pueden meter la pata en grande cuando piensan que
están haciendo lo correcto. —
Él frunció el ceño. Abrió la boca.
Ella se rió. —Lo sé. Te enrede. Es cosa universal
que las familias tratando de proteger a los seres
queridos hagan un lío más grande.—
Él sonrió. —Los seres humanos también lo
hacen?—
—Oh, sí.— Ella le sonrió. Su sonrisa se murió
con un pensamiento. —¿Cuántas personas crees que
nos vieron haciendo el amor?—
Se encogió de hombros. —Lamento que pusieran
la grabación en el conis pero ya está hecho. No
tenemos forma de cambiar eso. —
—Por lo menos tu padre nos ha aceptado.—
—Si hubiera sabido que eso era lo que hacía falta
para que nos aceptará, lo habría invitado para que nos
viera haciendo el amor. Desde que regresamos, ha
estado mandándome mujeres al trabajo para tratar de
alejarme de ti. Realmente me hizo enojar. —
—Nunca me dijiste nada—.

Letras de Corazón 188


—¿Me hubieras dejado ir al trabajo? Tenía cosas
que hacer —.
—No tienes trabajo por un par de semanas. Ya
has oído a tu padre. Él está haciendo que tu hermano
cubra tus obligaciones. —
Una sonrisa atravesó la cara de Ral. —Eso
significa que podemos estar solos y tu estarás desnuda
para mí.— Se puso en pie balanceándola en sus brazos
y comenzó a caminar hacia la habitación. Se paralizó.
La rabia cruzó su rostro. —Nuestra habitación ha sido
destruida.—
—La habitación de invitados—.
Él asintió. —Mañana tendré el dormitorio limpio y
arreglado. Vamos a recuperar nuestra habitación. —
Ella le echó los brazos alrededor del cuello. —Te
amo, Ral—.
Inclinó la cabeza para besarla. Sus ojos brillaban.
—Yo también te amo, Ariel. Te lo demostrare durante
horas. —

Letras de Corazón 189


CAPÍTULO 11
Ariel estaba nerviosa. No sabía que le estaba
sucediendo. Miró a Ral. En realidad parecía asustado
por ella. Él le agarró la mano.
—Si no te pueden ayudar podemos estar en tu
planeta en una semana. Mi padre me dijo que con la
descripción que nos diste de tu planeta buscaron en el
sistema de navegación de los Anzons y creemos que
hemos encontrado la Tierra. Si viajamos rápido
podemos estar ahí en una semana, para que uno de tus
médicos pueda verte. No permitiré que te mueras, Ariel.
Tú eres todo para mí. —

Letras de Corazón 190


Ariel luchó contra las lágrimas. Se sentía fea.
Tenía fiebre. Parecía una mancha roja, como si se
hubiera quemado levemente. También estaba
experimentando hinchazón. Era como síntomas del
SPM, pero peor. Su estómago estaba hinchado, sus
pechos le dolían y sus dedos estaban hinchados.
—No creo que esto me mate. Creo que tengo
algún tipo de reacción alérgica. Probablemente lo causo
algo que comí. —
Ral gruñó en voz baja. —Está sufriendo. Odio
esto. No te sientes bien. Tu piel está caliente como la
mía, cuando normalmente es más fría. Y también la
tienes roja. Sé que te duelen los pechos y los tienes
más sensibles. —
Ella le sonrió. —¿Siempre me ves con detalle?—
Él le devolvió la sonrisa. —Siempre tienes toda mi
atención cuando juegas con la ropa, en especial cuando
te la quitas.—
Ahhu era el médico asignado a Ariel. Era la mejor
en su campo y se hacía cargo de toda la familia Berrr.
Entró sonriendo. Ariel se relajó en la camilla. Si Ahhu

Letras de Corazón 191


sonreía después de realizar todas las pruebas entonces
tenía algo para lo que existía cura.
—Recuéstate—, le ordenó Ahhu. —He encontrado
la causa de tu malestar. Es la primera vez que tenemos
que observar tan de cerca, pero creo que vas a estar
bien. —
Ariel se relajó. Ahhu encendió una pantalla en la
pared y abrió una cabina debajo de la mesa de examen.
Sostuvo una especie de barra. Ella sonrió mientras la
levantaba hacia Ariel. Ariel casi protesta cuando la
mujer le destapo la mitad baja de su cuerpo. Ahhu
movió la barra sobre la piel expuesta de Ariel.
—Mira—. Ahhu señaló a la pantalla.
Ariel se quedó mirando las sombras en la pantalla.
Se veía como niebla verde sólo que más oscura. Oyó
reír a Ahhu.
—¿Ves lo que veo?—
—Verde. Eso es lo que veo. —Ariel le echo un
vistazo a Ral. —¿Sabes de lo que está hablando?—
Sacudió la cabeza y le gruñó a Ahhu. —¿Qué
es?—

Letras de Corazón 192


Ahhu rió pulsando un botón de la barra. Se acercó
a la imagen congelada. —Ven esa masa oscura aquí?
Es la cabeza. Aquí está el cuerpo. Aquí un brazo y aquí
las piernas dobladas. —Ella les sonrió. —Felicidades
estas gestando una nueva vida.—
La sorpresa golpeó a Ariel. Se quedó mirando la
pantalla y vio la forma del bebé ahora que se lo habían
señalado. Las lágrimas le llenan los ojos. Había llorado
de felicidad la semana pasada cuando le habían
implantado el par de traductores. Había pensado que
eran las mejores noticias que le podían haber dado,
pero se equivoco, estas la superaban por mucho. Sus
ojos volaron hacia Ral.
Tenía la vista fija en la pantalla en estado de
shock. Vio que había dejado la boca abierta. Tragó
saliva y luego echó la cabeza hacia atrás soltando un
rugido que hizo saltar a Ariel. Se asustó mucho. Ella lo
miró cuando agacho la cabeza hacia ella. Su sonrisa
extremadamente ancha. La emoción y la felicidad
estaban claras en sus ojos.
—Hemos hecho un hijo juntos—.
Ella se rió. —Lo sé. Oh, Ral. Te amo. —

Letras de Corazón 193


Ral la besó. Su sonrisa murió y levantó la cabeza
hacia Ahhu. —¿Está en peligro? No está bien. Si el
bebé arriesga su vida debes salvar a Ariel. Ella es lo
más importante para mí. —
La sorpresa golpeó a Ariel. No había pensado en
eso. Volvió la cabeza y miró a los ojos de Ahhu. La
mujer sonrió.
—No te preocupes, Argis Ral. He hecho las
pruebas. El niño es fuerte y saludable. Yo creo que ella
tiene fiebre porque nuestro cuerpo es más caliente por
lo que el bebé lo debe de estar calentando. Ella no está
en peligro. Vamos a enfriar su cuerpo un poco. Eso
ayudará a restablecer su color y temperatura a la
normalidad. La vamos a seguir muy de cerca. La
hinchazón es normal en nuestras mujeres. Es la
manera del cuerpo de asegurarse que tiene los líquidos
necesarios. A las mujeres de tu especie les ocurre lo
mismo? —
Ariel frunció el ceño. —Creo que no. He oído
hablar de la hinchazón tardía en el embarazo. ¿De
cuánto estoy? Puedes decírmelo? —
Ahhu asintió con la cabeza. —Dos ciclos de
luna.—

Letras de Corazón 194


De dos meses. Ariel sonrió. —¿Y cuántos ciclos de
luna dura la gestación de sus mujeres? En mi planeta
es de nueve. —
—Ocho—.
Ral suspiro de alivio. —Por lo tanto, no es tan
diferente?—
Ahhu sonrió. —Estoy segura de que estarás bien.
Te embarazaste. Eso significa que son compatibles.
Esta es una buena noticia. Tu padre se emocionará,
Argis Ral —.
Ral se rió entre dientes. Sonrió a Ariel. —Él
siempre ha deseado nietos. Serás muy mimada por él.
Prepárate—.
Ariel se echó a reír. —Vamos a hacer una lista de
las cosas que nos puede dar.—
Ral se echó a reír. —Pregúntale si puedo tener
más tiempo de trabajo—.
Ahhu se echó a reír. —Los dejo en paz. Tengo que
informarle a tu padre. Esto significa que las mujeres
humanas son sexualmente compatibles. Para cualquier
hombre que quisiera vincularse con un ser humano
esto será un motivo de alegría. —dijo esto y se fue.

Letras de Corazón 195


Ral levantó a Ariel en sus brazos y se sentó con
ella en su regazo. Echó un vistazo a la pantalla con su
bebé todavía ahí. Él sonrió mientras sus ojos se
dirigían a su estómago.
—Ahora lo tenemos todo, Ariel. Yo soy el hombre
más feliz de Zorn —.
Ariel le echó los brazos al cuello y se movió en su
regazo. La polla de Ral se endureció contra su culo.
Ral siempre la querría. —Lo tenemos todo. Yo soy la
mujer más feliz de Zorn —.
Ral la sostuvo contra su pecho. —Vamos a casa.
Quiero mostrarte mi amor. —
Ella se echó a reír. —Camina rápido.—

Fin
Letras de Corazón 196

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