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Apelando al carácter del Señor: un Dios que perdona la maldad, que pasa por alto el delito

y no siempre estará airado.


El hombre tratando de resolver las cosas de manera externa sin examinar el corazón. Ese
fue el error de Israel, quisieron esconder sus errores delante de Dios en lugar de querer
resolverlo.
El error de Israel fue que quisieron esconder sus errores delante de Dios, en lugar de querer
resolverlos con Él. Este es nuestro problema en todas las condiciones que nos afectan, que
no queremos encontrar salida en Él.
Israel no puede enmendar la falta de justicia, misericordia y humildad queriendo comprar a
Dios. Pero Él no se puede comprar
Lo que damos a Dios no es una transacción, no es una indulgencia
Dar a Dios es cuestión de respeto, no de querer comprar su voluntad.
Miqueas encierra en tres versículos
No hay nada en nosotros para poder resolver la condición en la que estamos, pero Israel
logró hacer algo que todos debemos hacer: dirigirnos al Señor.
Israel se dirigió al Señor sabiendo que no hay nada que podamos presentarle para cambiar
nuestra mala condición. Lo único que tenían por seguro era apelar al carácter del Señor.
El enojo del Señor dura cuatro generaciones, pero su misericordia dura para siempre.
La ira del Señor tiene fecha de vencimiento, pero su misericordia nunca deja de estar para
nosotros.
No hay nadie sobre la tierra que pueda resolver las situaciones que atravesamos.
Que no haya nadie sobre la tierra que pueda resolver nuestra situación, no quiere decir que
todo se ha acabado; está el Señor para sacarnos de allí. Pero debemos buscarlo y volvernos
a Él.
Los profetas nos enseñan que, con Dios, siempre tenemos la oportunidad de volver a
comenzar.
Algo verdadero en la vida no es algo ausente de contradicciones, sino algo o alguien de
quién podemos fiarnos, porque no nos va a quedar mal.
Alguien verdadero es alguien fiel
La mejor traducción hebrea de verdad es fidelidad; es decir que podemos confiarnos de
alguien, porque no nos va a dejar perder.
Fidelidad es la capacidad de responder ante la urgencia y necesidad de alguien.
El amor no es asunto de sentimientos, sino de emprender acciones concretas que
benefician a la otra persona.
El juramento es el momento que hace irrevocable la palabra empeñada. Es el empeño de la
vida con la pena de que, si se quebranta, viene una pena.
No solo Caleb y Josué lograron entrar a la tierra prometida, sino también Jacob y José que
fueron llevados por la misericordia y la fidelidad de quienes habían empeñado su Palabra.
Nuestro Dios no pone en juego su Palabra ni siquiera porque estemos mal delante de Él. Su
misericordia y fidelidad nunca fallará.
Podemos fallar delante del Señor, pero Él sigue siendo Dios y su naturaleza es ser fiel, por
eso podemos apelar a su fidelidad para vivir
Las cosas siempre se pueden resolver con Dios, porque, aunque nos movemos de nuestro
lugar de fidelidad, Él sigue siendo fiel.
Los seres humanos obran según lo que los demás hacen, si les dañan, se mueven y se alejan;
pero con Dios las cosas son diferentes, porque, aunque nos alejemos de Él, siempre se
mantiene fiel.
Israel sabía que el juramento de Dios a su fidelidad y misericordia nunca fallaría, por eso,
aunque se habían alejado de Él, tenían la esperanza de encontrar restauración.
¿Qué tan segura es nuestra condición actual de vida? ¿Cómo está el muro de los estudios,
el trabajo o la familia? Pues, aunque los muros se estén desmoronando, con la misericordia
y la fidelidad de Dios podemos ver como son levantados.
Dios sigue siendo misericordioso, fiel y leal en Cristo Jesús.
Quizá no hay nadie que nos pueda ayudar o ni lo quieren hacer, pero la misericordia y la
fidelidad del Señor sí puede levantarnos y cambiar cualquier condición.
Vamos al Señor y digámosle que no tenemos nada más que su misericordia.

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