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A primera instancia se denota que las acciones o funciones cardinales que conforman la
historia – 17 en total –, además de ser exiguas, se encuentran dispersas de sí. El primer párrafo
conforma la primera función cardinal puesto que, a pesar de no ser una acción propiamente dicha,
desencadena los acontecimientos siguientes: “Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y
antigua... guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda
la infancia”. La segunda función cardinal se sitúa junto al final de la primera. Mas la tercera, cuarta,
quinta y sexta secuencia se encuentran hasta el sexto párrafo del cuento; la séptima en el séptimo
párrafo, y desde la octava hasta la décimo segunda en el décimo quinto. Por último, la décimo
tercera y décimo cuarta función cardinal están ubicadas en el último párrafo.
Las funciones cardinales tres, cuatro, cinco y seis conforman – lo que denomina C. Bremont
– la primera secuencia. Ésta es una sucesión lógica de los núcleos unidos por una relación de
acción-causa. Entre ellas forman la noción de un microrrelato pues, tiene una acción que da pie a
la consecuencia final, por lo tanto la función cardinal tres es el principio y la seis es el final. El
núcleo número 3 inicia “fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble…”; el
protagonista realiza una acción que inaugura el acontecimiento. El núcleo seis inicia “Me tiré
contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe, apoyando el cuerpo,…”; el
verbo cerrar indica que el acontecimiento concluye en el punto de partida.
En la segunda secuencia el núcleo ocho inaugura el acontecimiento: “De noche siento sed,
y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua.” El núcleo
doce finaliza la secuencia: “Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán”. Aunque en
ambas secuencias se pudiera establecer una relación paradigmática debido a que la última función
cardinal que las compone está conformada por el verbo cierre y el sustantivo puerta; sin embargo
el inicio de ambas situaciones difiere en cuanto el contexto inicial como la consecuencia que las
precede.
Si bien la historia está conformada por los núcleos cardinales, el resto del texto lo forman
las catálisis. Estas alargan el paso de un núcleo a otro, además de ser prescindibles deben su
existencia a las funciones cardinales. En ellas se describen lugares y acciones que separan dos
puntos importantes. Sin embargo para realizar el análisis de la dirección de investigación de
Todorov, se consideran todas las acciones puesto que de ellas se desprende su lógica dentro del
relato. En las repeticiones se establecen tres tipos de: figuras retóricas, gradación y paralelismo.
En “Casa tomada” el uso de figuras retóricas es escaso, mas un ejemplo claro es la antítesis
utilizada para describir una evolución de sonido que al mismo tiempo disminuye: “Los ruidos se
oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras.” El uso del paralelismo es explicado
anteriormente en la comparación de las secuencias. Es la gradación la que ocupa una función
importante en la estructura del cuento. En las primeras dos funciones cardinales el narrador informa
al lector de su vida cotidiana a lado de su hermana, al encontrarse con la tercera función cardinal –
e inicio de la primera secuencia – la monotonía es irrumpida bruscamente por “sonidos”. Al
finalizar el acontecimiento de la secuencia, el narrador comenta las acciones/consecuencias que lo
llevan a establecerse tanto física como psicológicamente. Sin embargo este respiro se vuelve a
interrumpir en la octava secuencia que, no sólo evita la monotonía, sino que no permite una
reintegración al ambiente construido en el discurso.
Una vez expuestas las funciones distribucionales, siguen las funciones integradoras:
indicios e informantes. Estas funciones son esenciales para la interpretación de los textos. Los
indicios toman un protagonismo en “Casa tomada”; conforman la ambigüedad del cuento. Al ser
conformados por frases, la estructura de esta debe someterse a un análisis lingüístico y
paradigmático. Mismo análisis debe ser realizado en la mayoría de los informantes señalados en el
relato. Si bien, varios son sólo nombres y números, debe prestarse atención a los objetos que
ambientan la casa. Objetos como “puerta de roble”, “cómoda de alcanfor”, “sala con gobelinos”,
etc., prestan plurisignificación a la historia, dado a que todos los objetos juntos en un espacio de
análisis constituyen el aura del relato.