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Interiorización de ritmos
Los bebés, desde que nacen, son sensibles a la voz, a la música; los niños
son receptivos a todo lo que es rítmico, por eso hay que fomentar esta
habilidad hablándoles, arrullándolos, cantándoles nanas, canciones de
cuna, pero también hay que permitirles interiorizar ritmos alimentarios;
ritmos de presencia y de ausencia - no se deja al bebé solo todo el tiempo,
como tampoco se le mantiene en el regazo materno permanentemente-
Cuando se está en presencia de un bebé se le puede arrullar y acariciar
lingüísticamente a través de las modulaciones de la voz. También se
puede alimentar su sensibilidad a la voz leyéndole textos variados,
poéticos y literarios; no pretendo afirmar que los bebés comprenden el
contenido semántico de tales textos pero se sabe que los pequeñitos
escuchan gustosamente el encuentro armonioso de las palabras que en sí
es una forma de música.
Para los bebés, los libros son objetos como los demás. Los pequeños
utilizan los mismos esquemas de acción que les sirven para explorar los
objetos: los llevan a la boca, los muerden, los chupan, los sacuden, los
mueven, los cambian de lugar, etc. El libro objeto va a pasar por una
serie de evoluciones para transformase en objeto de cultura. Lo propio
de un objeto, desde el punto de vista visual, es que continúa siendo él
mismo cuando se le hace girar en el espacio en diferentes direcciones,
pero la utilización cultural del libro en la lectura implica que el lector lo
coloque y lo examine visualmente de una manera muy especial. Las
prácticas de lectura nos hacen descubrir diferentes organizaciones del
objeto libro. Los japoneses, los chinos y los árabes no leen como
nosotros puesto que los movimientos y las pausas de la mirada no están
organizados de la misma manera. Los bebés descubren dichas sutilezas
gracias a la mirada conjunta real izada en compañía de un lector adulto.
Los pequeños empiezan a amar los libros de imágenes rápidamente y les
encantan que les cuenten historias. El libro facilita la instalación y
regulación de actividades compartidas permitiendo observar
conjuntamente las imágenes con sus formas y colores. Todo esto da
acceso a la geometría de los objetos, necesaria para construir
significantes portadores de contenido referencial. Se debe también nutrir
las necesidades rítmicas y poéticas del bebé, utilizando la experiencia
humana contenida en el folclor. Como lo mencionamos antes, en todas las
lenguas existen arrullos, nanas y canciones de cuna indispensables para
satisfacer armoniosamente las necesidades psíquicas de los bebés. Estos
pequeños cantos constituyen la primera literatura-poética que todo ser
humano encuentra en la cultura que los trae al mundo. Las nanas, los
arrullos y las canciones de cuna son portadoras del alma poética de cada
lengua.
Aserrín aserrán, los maderos de San Juan, piden queso piden pan ...
aserrán, San Juan, pan, sílabas que se repiten, como en lo de rique
alfeñique, esa música es indispensable para alimentar las necesidades
psíquicas del bebé. Hay muchos ejemplos de otro tipo como el de
Federico García Lorca, Corre que te pillo, corre que te agarro, mira que
te lleno lo cara de barro, este tipo de juego de palabras agrada al adulto
y al bebé. Lo que hace García Lorca es que a veces mezcla tanto lo que le
gusta a niños como lo que prefieren los adultos, como en Los reyes de lo
baraja, la primera estrofa es: Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene
cuatro, con la primera frase si tu madre quiere un rey el autor nos lleva
al reino fantasmagórico del imaginario femenino pero la copla de
inmediato nos desliga de esta idea al decir: aquí tiene cuatro, haciendo
alusión a los reyes de la baraja, pasando así de un juego de
representaciones fantasiosas a algo real, a un simple juego de naipe.
Entonces, Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro, rey de oros,
rey de copas, rey de espadas y rey de bastos ... ¡juego de adultos! Y
luego viene lo infantil: Corre que te pillo, corre que te agarro, mira que
te lleno la cara de barro, y de nuevo combina lo infantil con lo adulto al
decir: Del olivo me retiro, del esparto yo me aparto, del sarmiento me
arrepiento, de haberte querido tanto. Este autor genial, conserva vivo
tanto lo infantil como lo adulto. Si nos agradan estos juegos de palabras,
si nos gustó el arrullo que escuchamos cantar al principio de la
ceremonia de inauguración de este congreso ["Señora Santa Ana"
interpretado por María Mulata], es porque hay un niño en nosotros y
precisamente la literatura es una forma de mantener vivo a ese niño.
Todos los adultos tienen la obligación de no dejar morir al niño que
fueron y por eso cuando cantamos a los bebés recordamos al que está en
nuestro interior, es ahí donde reside el placer de la disponibilidad
psíquica. Cada vez que consagramos unos minutos para jugar con estas
estrofas en compañía de un bebé, él se siente feliz, lo llevamos a la
estructura de la lengua, reconocemos su balbuceo y, al mismo tiempo,
nuestro bebé interior se conmueve, impedimos que se duerma y, si lo
está, lo despertamos. El sujeto adulto que se desliga por completo de su
ser infantil es un muerto-vivo.
Resumiendo, considero que cuando se está con bebés se les puede leer
una gran variedad de textos. Pero seamos claros: los niños y las niñas
son profundamente sensibles a la calidad estética del material literario y
poético que les suministramos. Todas estas lecturas, sin darnos cuenta,
llevan a los niños muy lejos en su desarrollo psíquico permitiéndoles
utilizar el lenguaje para captar y jugar de modo placentero a través de
puras representaciones mentales.
Es posible jugar con las palabras y con rapidez los niños entran
lúdicamente en este juego. Les doy un ejemplo: un día, en Francia, al
jugar con niños de cinco años a las palabras, nos dimos como consigna
que al escuchar una palabra, cada uno tenía derecho a decir lo que
comprendía al escucharla, pero una vez que alguien había escogido un
significado, este no se podía repetir. Empezamos a jugar en francés con la
palabra forét, bosque, “¿Qué es bosque?” Alguno dijo: "Bosque es
donde hay árboles", efectivamente tener árboles es una de las
propiedades del bosque. Un bosque sin árboles es imposible. Después
otros dijeron: "En el bosque se recoge leña", "En el bosque se camina",
aquí se observan algunas de las prácticas culturales de la familia como
los paseos para recoger champiñones, honguitos. Los que no habían
hablado se rascaban la cabeza porque no sabían qué decir: "Ah, es para
que los pájaros se puedan esconder", afirmó otro niño, haciendo de
nuestro juego de palabras algo poético, y uno más remató: "Es en donde
se puede jugar". Este pequeño juego nos demuestra que el sonido
bosque contiene ya muchos significados para esos niños, que continuarán
llenándolo a medida que sus prácticas, experiencias culturales y
cognoscitivas lo permitan. La verdadera definición de significante
lingüístico sería que es una cajita sonora que no se llena nunca. A veces,
el escritor hace trabajar al lenguaje para hacerle decir al significante algo
que todavía no se ha dicho, como el niño que acompaña a su padre al
mecánico y escucha cuando pide que le cambie las bujías al carro; el
pequeño pregunta: "¿Qué son bujías?". Ese niño sabe que el carro tiene
motor y llantas pero bujías, no, para saberlo es preciso estar imbuido en
una cultura, tener muchos conocimientos puesto que un auto puede tener
miles de propiedades, imagínense cuántas propiedades puede un
mecánico observar en un carro... igual ocurre con un significante. Por lo
tanto, es necesario enseñara los niños no sólo palabras sino la forma de
llenarlas: ese es nuestro verdadero trabajo con los pequeños, quienes a
partir de los tres años son capaces de producir y aprender palabras con
una rapidez que desconcierta a los investigadores que consagran su vida
a comprender los procesos de adquisición del lenguaje. Podemos
inclusive ir mucho más lejos. Podemos hacer comprender a los niños que
dentro de la lengua ellos mismos son cajitas sonoras. Que el NOMBRE
y el APELLIDO que los identifican les pertenecen y que ellos los van a
llenar de cosas bellas durante la vida.
Hay significantes grandes, como José Asunción Silva, quien llenó bien su
caja pero tal vez no lo hizo por completo. Cada uno de nosotros tiene una
historia, un cuento, nuestro significante es un cuento. Como sujetos del
lenguaje somos significantes y todo lo que tenemos que hacer es trabajar
para dejar algo en esa cajita. Al bebé hay que darle la posibilidad de
tener acceso al relato, al cuento que somos. Y hay que leerle textos
porque la lengua de la vida cotidiana está llena de órdenes permanentes:
"Ven acá", "abre la boca", "cómete esto", "muestra", etcétera. Y cuando el
niño empieza a gatear toca y desplaza todo lo que encuentra en su
camino. La angustia del adulto es tan grande que le dice "no" a
todo lo que el niño quiere manipular y explorar: "no toques", "ven
acá", "haz esto", órdenes y más órdenes. Todas estas limitaciones
posiblemente son necesarias para educar y evitar accidentes, pero
debemos darles a los pequeños la posibilidad de escuchar otros tipos de
lenguaje. El relato es la manera más adecuada para sacar a los niños del
imperio y la rigidez de la lengua de la vida cotidiana, ellos comprenden
rápidamente la diferencia entre una lengua para obedecer y una lengua
para el placer de escuchar. A través de las órdenes el deseo del adulto
entra en la psiquis del bebé limitándole su propio deseo, pero gracias a
los cuentos, las historias, la poesía y la literatura en general, el pequeño
recibe materiales culturales que le permiten ejercer su capacidad de
escucha con absoluta libertad psíquica. El sujeto es libre de escuchar
puesto que es muy difícil impedirle oír u obligarlo a hacerlo; yo no lo
podría hacer con nadie, porque es ahí en donde todavía existe libertad y
donde la etimología de libro se confunde con lo que es, liberta, libertatis,
liber, libro. Todo sujeto equilibrado debe integrar prohibiciones que
regulan su deseo culturalmente pero también tiene derecho a vivir
instantes de libertad psíquica absoluta y es por eso que nosotros en
ACCES les leemos en voz alta a los niños y niñas sin hacerles preguntas
ni pedirles resúmenes acerca del material escuchado. El resumen puede
ser útil más tarde, en una situación escolar; pero sabemos que se trata de
una actividad mental muy compleja: antes de poder realizarla, el niño
necesita haber encontrado y vivido íntimamente el placer del texto oral.
Dicho placer es un excelente antecedente para luego realizar de manera
placentera las actividades de leer y escribir.
De lo oral al escrito
Yo vi una niña de 17 meses que abría un libro y decía: "aaaa aaa", trataba
de leer, era una lectora antes de saber leer, eso es lo que tenemos que
hacer con la lectura en alta voz: promover lectores que saben que los
textos tienen significados, que conocen la organización del espacio en el
libro, que hay que leer en determinada dirección. Nuestros programas de
lectura deben estar orientados a que los niños descubran rápidamente
todos estos detalles. Estoy convencido de que el programa de
Fundalectura Leer en Familia va en este sentido. Para realizar tales
ambiciones, los programas de lectura en la primera infancia necesitan
tres aliados: las bibliotecas, porque ahí es donde está una gran parte de
patrimonio de la nación, al que se puede tener acceso gratuito, las
familias y los bebés (estos, en el orden institucional, son los terceros pero
para mí son los primeros).