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Evelio Cabrejo Parra

Psicoanalista y lingüista colombiano radicado en Francia, donde es profesor de


psicolingüística, Director Adjunto y responsable del programa de ciencias del lenguaje
del Departamento de Formación e Investigación en Lingüística de la Universidad París
VII- Denis Diderot. Vicepresidente de Acciones Culturales contra las Exclusiones y las
Segregaciones, acces, que en Francia lleva libros y lectura a comunidades vulnerables
(www.acces.org). Cuenta con numerosas publicaciones alrededor de la lectura, el
lenguaje y la infancia.

Competencias de los bebés y disponibilidad


síquica de los adultos: una alianza indispensable
La primera infancia es actualmente un campo de investigación
interdisciplinaria, la sociología, la psicolingüística, la lingüística, el
psicoanálisis y la antropología, entre otras, tienen un interés muy
particular en este periodo de la vida en el que se establecen las bases de
la constitución del destino individual y social del ser humano.

Cuando nos acercamos a la primera infancia descubrimos de inmediato


que un bebé es un nido de competencias y que habría dos preguntas
fundamentales que formularnos: ¿Cuáles son sus competencias
naturales? y ¿cómo podemos nutrirlas, alimentarlas, para asegurarle a
ese bebé un despliegue normal de sus posibilidades psíquicas? Estas dos
inquietudes deben estar presentes en todas las personas que están junto
a un bebé, en la familia, en la escuela y en toda la sociedad; se trata de
reforzar competencias naturales, distintas de aquellas que adquirimos a
través de formaciones orientadas a éxitos profesionales, empresariales o
comerciales.

Del infans al ser de lenguaje

La exploración de las competencias lingüísticas precoces del bebé revela


que los recién nacidos traen consigo capacidades de percepción auditiva
bien estructuradas. Dichas capacidades permiten a los niños entrar
naturalmente en el proceso de adquisición del lenguaje. ¿En qué
consisten tales competencias?

Si no tiene problemas de audición, el bebé viene al mundo equipado con


la capacidad auditiva de diferenciar todo lo que es fonológico en las
lenguas naturales. Es decir, un bebé escucha las sílabas da y ta como
dos cosas distintas, no hay que explicarle que dichos sonidos son
diferentes así sean muy cercanos. acústicamente. Desde este punto de
vista, un bebé y un adulto son iguales. Sin esta capacidad de
discriminación auditiva, altamente sofisticada, la adquisición de la lengua
oral no sería posible. El papel de adulto consiste en poner a disposición
del bebé elementos culturales que le permitan ejercer sus capacidades de
diferenciar sonidos lingüísticos. Toda lengua contiene materiales
especializados en esta función: los arrullos y canciones de cuna calman y
satisfacen musicalmente al bebé al mismo tiempo que le permiten
dinamizar sus capacidades de percepción escuchando las diferencias
rítmicas que los caracterizan. Y por supuesto, desde los primeros días de
la vida hay que hablarle al niño como si él entendiera todo; la madre o el
padre que llega a casa después de un largo día de trabajo puede y debe
dialogar con el bebé; puede contarle lo que vivió durante el día
incluyendo alegrías y sufrimientos, puesto que los pequeñitos son
verdaderos expertos en interpretar, a través de la entonación de la voz, el
estado afectivo del que habla. En el campo de la afectividad, el bebé
comprende mejor que los demás. Hablarle como si comprendiera todo es
una manera de llevar al bebé más lejos de lo que puede ir en ese
momento, es indicarle psíquicamente hacia dónde deberá orientar sus
actividades de comprensión del lenguaje durante toda su vida, es abrirle
un camino en el cual debe avanzar lo más rápido posible, es avanzar el
campo en el cual se va a jugar su destino como ser de lenguaje pues
pasamos nuestra vida tratando de comprender a los demás y, al mismo
tiempo, pidiéndoles que nos comprendan. Más allá de lo que acabo de
describir, se esconden los procesos inherentes a la construcción del
sujeto humano. Hablarle al bebé que acaba de nacer es elevarlo a la
categoría de ser de lenguaje, es dirigirse a alguien que está ahí, es
hacerlo existir a través del lenguaje. Hacer existir al otro a través del
lenguaje es una operación que permanecerá vigente toda la vida. Esta es
la razón profunda por la cual el adulto se siente negado en su existencia
cundo alguien se niega a dirigirle la palabra.

La función de la disponibilidad psíquica de los adultos consiste en


satisfacer las necesidades biológicas del infons (como llamaban los
latinos al que no hablaba todavía), y en poner a su disposición los
elementos culturales necesarios para su propia construcción psíquica. De
la misma manera que el cuerpo necesita alimentos para desarrollarse, la
psiquis es el resultado de una serie de procesos cuya alimentación es
simbólica y netamente cultural. El rol del adulto es el de dar indicaciones
variadas para que todo psiquismo en construcción pueda encontrar
orientación a través del patrimonio cultural que constituye el alma de una
cultura y que se transmite de generación en generación. La lengua entra
y juega el papel central en estos procesos de transmisiones culturales.
Para completar su función de engendrar, todo padre y toda madre debe
transformar a su bebé de infons en ser de lenguaje. Los elementos
culturales deben estar presentes desde los primeros días de la vida
puesto que los pequeños, para desarrollarse normalmente, necesitan:
leche, caricias y lenguaje.

Interiorización de ritmos

Los bebés, desde que nacen, son sensibles a la voz, a la música; los niños
son receptivos a todo lo que es rítmico, por eso hay que fomentar esta
habilidad hablándoles, arrullándolos, cantándoles nanas, canciones de
cuna, pero también hay que permitirles interiorizar ritmos alimentarios;
ritmos de presencia y de ausencia - no se deja al bebé solo todo el tiempo,
como tampoco se le mantiene en el regazo materno permanentemente-
Cuando se está en presencia de un bebé se le puede arrullar y acariciar
lingüísticamente a través de las modulaciones de la voz. También se
puede alimentar su sensibilidad a la voz leyéndole textos variados,
poéticos y literarios; no pretendo afirmar que los bebés comprenden el
contenido semántico de tales textos pero se sabe que los pequeñitos
escuchan gustosamente el encuentro armonioso de las palabras que en sí
es una forma de música.

Las observaciones realizadas para comprender los primeros


comportamientos muestran que los recién nacidos son capaces de captar
e interiorizar ritmos de tipo diferente. Los ritmos alimentarios, por
ejemplo, juegan un rol muy importante en la organización psíquica. Si el
bebé es alimentado cada dos horas, gracias a la repetición él incorpora
dichas secuencias temporales, y se constata que el pequeño se despierta
o se manifiesta a su manera un poco antes. Tales comportamientos, que
con frecuencia pasan desapercibidos, son muy importantes porque
significan que el ritmo propuesto ha sido captado, interiorizado y
utilizado mentalmente. Estos ritmos deben ser respetados por los adultos,
puesto que gracias a esas regularidades, el bebé poco a poco va
construyendo una temporalidad psíquica que le permite estructurar y
desarrollar la actividad de pensar; es decir, que a partir de un momento
sabe que va a ser alimentado antes de serlo. No hay operación más
compleja que esta, prever lo que va a ocurrir antes de que suceda. Esta
temporalidad es fundamental, es una manera de inyectar tiempo a la
psiquis humana, un tiempo cultural, una música de la familia, una música
de la cultura del bebé. Esto es algo que el niño interioriza, que le permite
empezar a pensar, y toda la clave es que ese cuadro interior sea
respetado al principio de la vida; después siguen los juegos, pero al
comienzo de la existencia hay que darle la posibilidad de interiorizar algo
rítmico, para que pueda crear una actividad psíquica orientada a
desarrollar su autonomía interna. Es muy difícil explicar a qué nos
referimos con poder pensar, digamos que el bebé entra en una
temporalidad dentro de la cual puede hacer existir algo en su espíritu. Es
igualmente difícil hacer inteligible el concepto de tiempo. Para el filósofo
Kant, el tiempo es un a priori del espíritu pero los bebés nos han
enseñado que ellos construyen el tiempo psíquico en sus primeros días
de la vida al mismo tiempo que se ligan afectivamente a alguien. Las
caricias, la alimentación, la voz, la presencia, la ausencia, producen
efectos que quedan inscritos en la profunda intimidad del sujeto en
construcción. Dichos efectos se inscriben bajo forma de huellas
psíquicas. El bebé tiene la capacidad extraordinaria de activar esas
marcas para poner en movimiento su actividad psíquica de pensamiento,
deseando que las experiencias de satisfacción vividas con alguien se
repitan. La puesta en movimiento de la memoria permite el sujeto
recodar que él ha vivido algo agradable con alguien (pasado) yal desear
que lo vivido se repita crea automáticamente una forma de futuro. Estos
son los parámetros que dan origen al tiempo psíquico. Esas primeras
experiencias de satisfacción vividas se realizan a través de una relación
con el otro. Es así también como el otro comienza a construirse y a ser
parte de la psiquis humana.

Construcción de la representación del otro y espera gozosa


La construcción de la representación simbólica del otro es una de las
operaciones más complejas que podemos elaborar y el bebé lo hace con
rapidez. El enigma del lenguaje, desde el punto de vista psíquico, está
ligado a la representación de ese otro. Este tipo de representación
constituye la base de los procesos de humanización y da origen a la
posibilidad del lenguaje. El llanto existe al nacer como reflejo natural
pero pronto el bebé lo utiliza para llamar a alguien. Este llanto dirigido a
otra persona pone en movimiento el lenguaje. El pequeño busca a
alguien exterior porque ha logrado construir una representación
simbólica del otro dentro de sí mismo, lo cual crea la posibilidad de la
demanda. Es muy importante y vital que dicha representación sea vivida
como positiva, permitiendo al niño vivir con placer las relaciones con los
demás. Gracias a la repetición de momentos agradables compartidos con
alguien, el bebé crea psíquicamente la espera gozosa: desea
íntimamente que dichos momentos relacionales se repitan . Si
promovemos la construcción de esta espera gozosa contribuimos a la
creación de una psiquis armoniosa en su interior.

En la interacción con el bebé, el destino del otro puede tomar caminos


diferentes:
l. Que el otro tenga una connotación positiva, a la que me vaya referir.
2. Que el otro tenga una connotación negativa y en ese caso el bebé
quiera huir de quien no le conviene, pero esto es imposible. Lo simbólico
no es susceptible de evadirse. También sucede que el niño trate de
deshacerse mentalmente de ese otro, sin poder lograrlo. Estos procesos
son fuente de grandes sufrimientos psíquicos y a veces de patologías
mentales, tema que no trataremos en esta ocasión.

De la mirada conjunta a la lectura compartida

La representación positiva del otro constituye la base fundamental sobre


la cual se construirá el devenir del sujeto desde el punto de vista
individual y social. Las posibilidades de actividades compartidas
comienzan a emerger poco a poco, el bebé se vuelve sensible a lo que los
demás le presentan y hacia los cuatro meses, cuando puede tener su
cabecita erguida, empieza a cooperar. Los adultos deben acompañar al
pequeño para que su desarrollo mental se realice de manera placentera.
Antropológicamente, el sonajero y el móvil son juegos universales para
atraer a los bebés, para que fijen su mirada y su pensamiento sobre algo
preciso; al principio de la vida, la comunicación entre el adulto y el bebé
se real iza de rostro a rostro pero es necesario sacarlo de esta
comunicación simbiótica para llevarlo a conocer el mundo exterior donde
se va a mirar algo que no es ni tú ni yo. Los libros pueden jugar un papel
muy importante para crear y alimentar esta nueva forma de
comunicación bajo la forma de mirada conjunta.

Para los bebés, los libros son objetos como los demás. Los pequeños
utilizan los mismos esquemas de acción que les sirven para explorar los
objetos: los llevan a la boca, los muerden, los chupan, los sacuden, los
mueven, los cambian de lugar, etc. El libro objeto va a pasar por una
serie de evoluciones para transformase en objeto de cultura. Lo propio
de un objeto, desde el punto de vista visual, es que continúa siendo él
mismo cuando se le hace girar en el espacio en diferentes direcciones,
pero la utilización cultural del libro en la lectura implica que el lector lo
coloque y lo examine visualmente de una manera muy especial. Las
prácticas de lectura nos hacen descubrir diferentes organizaciones del
objeto libro. Los japoneses, los chinos y los árabes no leen como
nosotros puesto que los movimientos y las pausas de la mirada no están
organizados de la misma manera. Los bebés descubren dichas sutilezas
gracias a la mirada conjunta real izada en compañía de un lector adulto.
Los pequeños empiezan a amar los libros de imágenes rápidamente y les
encantan que les cuenten historias. El libro facilita la instalación y
regulación de actividades compartidas permitiendo observar
conjuntamente las imágenes con sus formas y colores. Todo esto da
acceso a la geometría de los objetos, necesaria para construir
significantes portadores de contenido referencial. Se debe también nutrir
las necesidades rítmicas y poéticas del bebé, utilizando la experiencia
humana contenida en el folclor. Como lo mencionamos antes, en todas las
lenguas existen arrullos, nanas y canciones de cuna indispensables para
satisfacer armoniosamente las necesidades psíquicas de los bebés. Estos
pequeños cantos constituyen la primera literatura-poética que todo ser
humano encuentra en la cultura que los trae al mundo. Las nanas, los
arrullos y las canciones de cuna son portadoras del alma poética de cada
lengua.

Balbuceo y función poética del lenguaje

Al nacer el bebé es activo auditivamente pero no puede hablar. Los


diferentes elementos que describimos antes son necesarios para que el
pequeño pueda entrar de modo activo en la lengua. Esta entrada se
realiza gracias al balbuceo.

Para que un bebé pueda empezar a balbucear to to to do do do mo mo


mo, es necesario que haya oído hablar a alguien, que haya captado rasgos
acústicos armoniosos de las voces que le rodean. Primero se realiza un
proceso de inscripción psíquica de rasgos acústicos que luego el sujeto
reutiliza para emerger lentamente como sujeto enunciador, aquí
comienza el balbuceo, el to to to el do do do.

Pero, ¿qué es el balbuceo? Es la repetición de la misma sílaba. En


todas las lenguas existe una estructura si lábica que constituye la matriz
de la prosodia y la musicalidad de la lengua. La repetición de sílabas
engendra ya una música, es un juego de tiempo cultural. El balbuceo es
un periodo universal en el proceso de adquisición del lenguaje que
permite al bebé dar sus primeros pasos en la lengua. Gracias al
balbuceo, los pequeños se apropian de la prosodia de la lengua, ellos
construyen su propia voz apoyándose sobre las voces que han escuchado
y, lingüística- mente, el balbuceo contiene ya la posibilidad de la poesía.

La repetición de sílabas es utilizada en todas las lenguas para crear ritmo


poético. Como en el juego con los dedos de " Este dedito compró un
huevito", en donde dedito y huevito, ita, ita, es un to, to, to. Es una
repetición sonora por la estructura de la lengua y esto le gusta al bebé,
porque él puede hacer esta música y con ella el adulto le propone juegos
culturales para que vaya más al lá. La musicalidad que encontramos en
ded-ito y huev-ito, que es el to, to, to del bebé, desaparece en otro
idioma cuando se traducen esas palabras. El bebé disfruta la poesía
porque ella está contenida en su propio balbuceo bajo la forma de
repetición de sílabas. Se deben buscar cantos para ofrecérselos al bebé y
los de este tipo están presentes en todas las lenguas; en Colombia hay
mucho material basado en este principio, como por ejemplo Aserrín
oserrón, para rendir homenaje al gran poeta José Asunción Silva, que nos
dejó esa música extraordinaria.

Aserrín aserrán, los maderos de San Juan, piden queso piden pan ...
aserrán, San Juan, pan, sílabas que se repiten, como en lo de rique
alfeñique, esa música es indispensable para alimentar las necesidades
psíquicas del bebé. Hay muchos ejemplos de otro tipo como el de
Federico García Lorca, Corre que te pillo, corre que te agarro, mira que
te lleno lo cara de barro, este tipo de juego de palabras agrada al adulto
y al bebé. Lo que hace García Lorca es que a veces mezcla tanto lo que le
gusta a niños como lo que prefieren los adultos, como en Los reyes de lo
baraja, la primera estrofa es: Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene
cuatro, con la primera frase si tu madre quiere un rey el autor nos lleva
al reino fantasmagórico del imaginario femenino pero la copla de
inmediato nos desliga de esta idea al decir: aquí tiene cuatro, haciendo
alusión a los reyes de la baraja, pasando así de un juego de
representaciones fantasiosas a algo real, a un simple juego de naipe.
Entonces, Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro, rey de oros,
rey de copas, rey de espadas y rey de bastos ... ¡juego de adultos! Y
luego viene lo infantil: Corre que te pillo, corre que te agarro, mira que
te lleno la cara de barro, y de nuevo combina lo infantil con lo adulto al
decir: Del olivo me retiro, del esparto yo me aparto, del sarmiento me
arrepiento, de haberte querido tanto. Este autor genial, conserva vivo
tanto lo infantil como lo adulto. Si nos agradan estos juegos de palabras,
si nos gustó el arrullo que escuchamos cantar al principio de la
ceremonia de inauguración de este congreso ["Señora Santa Ana"
interpretado por María Mulata], es porque hay un niño en nosotros y
precisamente la literatura es una forma de mantener vivo a ese niño.
Todos los adultos tienen la obligación de no dejar morir al niño que
fueron y por eso cuando cantamos a los bebés recordamos al que está en
nuestro interior, es ahí donde reside el placer de la disponibilidad
psíquica. Cada vez que consagramos unos minutos para jugar con estas
estrofas en compañía de un bebé, él se siente feliz, lo llevamos a la
estructura de la lengua, reconocemos su balbuceo y, al mismo tiempo,
nuestro bebé interior se conmueve, impedimos que se duerma y, si lo
está, lo despertamos. El sujeto adulto que se desliga por completo de su
ser infantil es un muerto-vivo.

Resumiendo, considero que cuando se está con bebés se les puede leer
una gran variedad de textos. Pero seamos claros: los niños y las niñas
son profundamente sensibles a la calidad estética del material literario y
poético que les suministramos. Todas estas lecturas, sin darnos cuenta,
llevan a los niños muy lejos en su desarrollo psíquico permitiéndoles
utilizar el lenguaje para captar y jugar de modo placentero a través de
puras representaciones mentales.

De la atención conjunta al juego de representaciones mentales

Desde hace mucho tiempo la medicina nos enseña qué necesita el


organismo para su desarrollo, pero a veces somos un poco analfabetas
cuando se trata de la psiquis.

Para que la transmisión de la cultura se realice en buenas condiciones es


necesario que los pequeños hayan vivido psíquicamente el placer de
imaginar. Los juegos gratuitos y las actividades compartidas con adultos
generosamente disponibles permiten al bebé viajar de manera placentera
de lo concreto a lo abstracto, de la mirada conjunta del libro compartido a
pensar y nombrar lo que se está viendo. Poco a poco se crea lo que los
psicólogos llaman la atención conjunta, es decir, pensar en la misma
dirección, co-pensar, pensar con el otro, pensar en eco con el
pensamiento de los demás, es decir poder dialogar y para lograrlo es
necesario que el otro sea agradable, de lo contrario el niño huye. El
pequeño entra en un proceso complejo de co-pensamiento, es una
especie de actividad compartida que permite crear y trabajar a partir de
representaciones mentales. Es jugar con representaciones mentales a
través del lenguaje. Sin este juego colectivo la educación no es posible,
ningún conocimiento se puede transmitir, ¿cómo podrá aprender a leer o
a escribir el niño si no piensa en la misma dirección del que le quiere
transmitir dicho saber? Se deberían hacer ejercicios de atención
conjunta porque, por lo general, los adultos no la perciben, la atención
conjunta no se ve y, en este sentido, hay muchos fracasos escolares
porque algunos niños no escuchan cuando se les habla y van
frecuentemente, a través del pensamiento, en otra dirección. Estos
procesos importantes, y a la vez banales, deben nutrirse, debe existir
disponibilidad psíquica para que el niño pueda ejercitar la mirada y la
atención conjunta, lo cual facilitará enormemente su escolarización.

Cómo leer con el bebé

Con la lectura en voz alta enseñamos muchas cosas al niño: cómo se


organiza el espacio interno del libro según la cultura a la que
pertenecemos, en qué dirección se desplaza el movimiento ocular cuando
se está leyendo. Todo esto se transmite con la mirada. Por esto es que
los bebés miran al adulto cuando lee, porque en el rostro hay mucha
información que ellos son expertos en interpretar. Al principio el adulto
que pasa las páginas introduce una acción que está ligada a una
propiedad del libro y el bebé rápidamente estará fascinado pasando
páginas y páginas; pasar páginas puede convertirse en un ejercicio muy
lúdico para el pequeño pero generalmente es sinónimo de pérdida de
tiempo para el adulto.
La lectura es una propiedad del lenguaje que implica un largo proceso de
elaboración, y hay que evitar el afán y las tentaciones didácticas de tipo
escolar. La apropiación física del libro es necesaria para luego
transformarlo en objeto cultural.

Es en estos momentos los adultos deben dar prueba de una gran


disponibilidad psíquica y permitir al bebé regir a su manera la
temporalidad compartida con el adulto. Es como cuando empieza a
caminar: hay que dejar que se ponga de pie para comenzar pero no se le
puede dejar solo, es preciso sostenerlo todavía, y se cae y levanta varias
veces; la presencia y ayuda del adulto es preciosa en esos momentos de
nuevas y difíciles adquisiciones. Estos son procesos de disponibilidad
psíquica que permiten al sujeto crecer con el apoyo de otro.

Al leer en voz alta se le indica igualmente algo muy importante al bebé y


es que en un texto hay significado. Explicar qué es el significado en sí es
imposible, actualmente ninguna teoría puede hacerlo, sin embargo, la
psiquis humana construye significado desde el principio de la vida, el
bebé lo hace durante la lectura gracias a la entonación de la voz, sin
explicarle: se da cuenta de que la voz es tierna o no, agresiva o no.

Todas las lenguas tienen una manera específica de acariciar


lingüísticamente al bebé; los franceses dicen gili gilí gili, pero no gulu
gulu gulu, utilizan la sílaba más clara de la lengua, un tototó musical,
para hacerle cosquillas. En el idioma español se utilizan mucho los
diminutivos: la naricita, la boquita, la carita, es una forma de arrullar a
un bebé lingüísticamente. No es posible, en cambio, usar muchos
diminutivos con un adolescente pero a los pequeños les gusta, es como
alargar las palabras, dedicarles más tiempo, y simultáneamente se les
dan pequeñas reglas gramaticales: cada vez que hay un ito, ita, una
palabra termina. Se les enseñan muchas cosas, con ternura, y reitero que
los bebés necesitan leche, caricias y lenguaje poético. Los niños son
poetas, músicos en estado puro que a los siete meses ya identifican a qué
cultura pertenecen al producir los sonidos de la lengua de la comunidad
lingüística que los trajo al mundo. Sonidos que constituyen el alma y
música de la lengua. Los trabajos de investigación fonéticos demuestran
que analizando acústicamente el balbuceo se puede identificar la lengua
que está aprendiendo el bebé: La lengua marca simbólicamente para
siempre, se diría que el ser humano está destinado a sal ir del vientre de
la madre para caer en el de la lengua y de este no saldrá nunca.

Viajar psíquicamente a través de la lengua oral

Aprendemos las primeras palabras con la alegría de las actividades


compartidas y sobre todo cuando el bebé empieza a mostrar los objetos
que le interesan del mundo exterior. El acto de mostrar señala que el
bebé tiene una experiencia, un evento, en su psiquis, y que la puede
poner en escena. Esta operación es necesaria para que los sonidos y las
palabras puedan después contener conceptos. Es una banalidad decir
que la palabra mesa, siendo un simple sonido, contiene el concepto de
mesa. Todo esto es bastante misterioso. ¿Cómo es posible que el
lenguaje sea una serie de sonidos que contienen el pensamiento que la
humanidad ha construido y construirá a través del tiempo?

Por circunstancias fortuitas de la vida, hay niños cuyas palabras están


vacías y llenarlas es complejo. Entonces, la lectura ayuda a construir
esas palabras, al formar aquello que los psicolingüistas denominamos
léxico mental. Los pequeñitos comienzan utilizando oposiciones
musicales antes de utilizar los juegos morfológicos ligados a estructura
de las palabras. Gracias a la musicalidad el bebé distingue canto de
cantó, cada de nada. Los adultos distinguen tales palabras por su
significado mientras que los bebés las diferencian por la musicalidad. El
léxico mental del niño integra la música de la lengua, necesaria para
luego crear una segunda armonía, lo semántico: el contenido que empieza
a llenar esas cajitas sonoras que son las palabras. Nuestro trabajo
consiste en que el niño descubra no sólo que las palabras contienen
significado, sino que en esas cajitas sonoras se guardan muchos
significados.

Es posible jugar con las palabras y con rapidez los niños entran
lúdicamente en este juego. Les doy un ejemplo: un día, en Francia, al
jugar con niños de cinco años a las palabras, nos dimos como consigna
que al escuchar una palabra, cada uno tenía derecho a decir lo que
comprendía al escucharla, pero una vez que alguien había escogido un
significado, este no se podía repetir. Empezamos a jugar en francés con la
palabra forét, bosque, “¿Qué es bosque?” Alguno dijo: "Bosque es
donde hay árboles", efectivamente tener árboles es una de las
propiedades del bosque. Un bosque sin árboles es imposible. Después
otros dijeron: "En el bosque se recoge leña", "En el bosque se camina",
aquí se observan algunas de las prácticas culturales de la familia como
los paseos para recoger champiñones, honguitos. Los que no habían
hablado se rascaban la cabeza porque no sabían qué decir: "Ah, es para
que los pájaros se puedan esconder", afirmó otro niño, haciendo de
nuestro juego de palabras algo poético, y uno más remató: "Es en donde
se puede jugar". Este pequeño juego nos demuestra que el sonido
bosque contiene ya muchos significados para esos niños, que continuarán
llenándolo a medida que sus prácticas, experiencias culturales y
cognoscitivas lo permitan. La verdadera definición de significante
lingüístico sería que es una cajita sonora que no se llena nunca. A veces,
el escritor hace trabajar al lenguaje para hacerle decir al significante algo
que todavía no se ha dicho, como el niño que acompaña a su padre al
mecánico y escucha cuando pide que le cambie las bujías al carro; el
pequeño pregunta: "¿Qué son bujías?". Ese niño sabe que el carro tiene
motor y llantas pero bujías, no, para saberlo es preciso estar imbuido en
una cultura, tener muchos conocimientos puesto que un auto puede tener
miles de propiedades, imagínense cuántas propiedades puede un
mecánico observar en un carro... igual ocurre con un significante. Por lo
tanto, es necesario enseñara los niños no sólo palabras sino la forma de
llenarlas: ese es nuestro verdadero trabajo con los pequeños, quienes a
partir de los tres años son capaces de producir y aprender palabras con
una rapidez que desconcierta a los investigadores que consagran su vida
a comprender los procesos de adquisición del lenguaje. Podemos
inclusive ir mucho más lejos. Podemos hacer comprender a los niños que
dentro de la lengua ellos mismos son cajitas sonoras. Que el NOMBRE
y el APELLIDO que los identifican les pertenecen y que ellos los van a
llenar de cosas bellas durante la vida.

Hay significantes grandes, como José Asunción Silva, quien llenó bien su
caja pero tal vez no lo hizo por completo. Cada uno de nosotros tiene una
historia, un cuento, nuestro significante es un cuento. Como sujetos del
lenguaje somos significantes y todo lo que tenemos que hacer es trabajar
para dejar algo en esa cajita. Al bebé hay que darle la posibilidad de
tener acceso al relato, al cuento que somos. Y hay que leerle textos
porque la lengua de la vida cotidiana está llena de órdenes permanentes:
"Ven acá", "abre la boca", "cómete esto", "muestra", etcétera. Y cuando el
niño empieza a gatear toca y desplaza todo lo que encuentra en su
camino. La angustia del adulto es tan grande que le dice "no" a
todo lo que el niño quiere manipular y explorar: "no toques", "ven
acá", "haz esto", órdenes y más órdenes. Todas estas limitaciones
posiblemente son necesarias para educar y evitar accidentes, pero
debemos darles a los pequeños la posibilidad de escuchar otros tipos de
lenguaje. El relato es la manera más adecuada para sacar a los niños del
imperio y la rigidez de la lengua de la vida cotidiana, ellos comprenden
rápidamente la diferencia entre una lengua para obedecer y una lengua
para el placer de escuchar. A través de las órdenes el deseo del adulto
entra en la psiquis del bebé limitándole su propio deseo, pero gracias a
los cuentos, las historias, la poesía y la literatura en general, el pequeño
recibe materiales culturales que le permiten ejercer su capacidad de
escucha con absoluta libertad psíquica. El sujeto es libre de escuchar
puesto que es muy difícil impedirle oír u obligarlo a hacerlo; yo no lo
podría hacer con nadie, porque es ahí en donde todavía existe libertad y
donde la etimología de libro se confunde con lo que es, liberta, libertatis,
liber, libro. Todo sujeto equilibrado debe integrar prohibiciones que
regulan su deseo culturalmente pero también tiene derecho a vivir
instantes de libertad psíquica absoluta y es por eso que nosotros en
ACCES les leemos en voz alta a los niños y niñas sin hacerles preguntas
ni pedirles resúmenes acerca del material escuchado. El resumen puede
ser útil más tarde, en una situación escolar; pero sabemos que se trata de
una actividad mental muy compleja: antes de poder realizarla, el niño
necesita haber encontrado y vivido íntimamente el placer del texto oral.
Dicho placer es un excelente antecedente para luego realizar de manera
placentera las actividades de leer y escribir.

De lo oral al escrito

El niño tiene la competencia natural de construir significado desde el


inicio de la vida pues descubre rápidamente que los movimientos de los
labios, las expresiones del rostro y las modulaciones de la voz producen
significado.
El proceso de construcción de significado se transfiere a los textos
gracias a la lectura compartida en voz alta. Saber que los textos y las
imágenes son portadores de significado es todo un descubrimiento para
los pequeños cuyas familias les dan semejante oportunidad pues en este
descubrimiento reside el enigma de la escritura. El niño crea así el deseo
de saber lo que esconden los textos, quiere saberlo todo y pide que le
digan lo que dicen las etiquetas y muchos otros textos que caen en sus
manos. El "¿Qué dice acá, qué dice acá, qué dice acá?" se puede volver
fatigante. Es necesario que el adulto que lo acompaña tenga
disponibilidad psíquica y paciencia. Yo recuerdo que cuando mis niños
tenían dos o tres años y los llevaba a la guardería, me tocaba leer y
traducirles toda la publicidad que veíamos en el metro. Frecuentemente
encontré fórmulas publicitarias muy difíciles de manejar
lingüísticamente, como "Todavía no tenemos el sol", ¿qué quería decir
eso? Lo exploramos juntos, en vez de decirles: "Deja eso, no es
importante", porque hay que tener en cuenta que cuando el niño
descubre la lengua escrita se le despierta una inmensa sed de leer y
comprender. Este es un momento maravilloso que no debemos dejar
pasar desapercibido pues es durante este periodo que se crean lectores
antes de aprender a leer formalmente en la escuela. La disponibilidad
psíquica del adulto permitirá a estos niños revivir el placer de lo oral a
través de lo que el texto escrito les comunica. Aprender a leer y a
escribir sin saber que en los textos hay significado no tiene sentido.
Cuando un niño ha descubierto la propiedad significativa de la escritura,
decodificar se convierte en un juego que le permite comprender
placenteramente. Pero si el niño no sabe que hay significado en los
textos, ¿para qué aprende a leer?, ¡qué sufrimiento!, la actividad de
decodificación se convierte en tortura psíquica y es ahí donde el libro,
que es fuente de placer para algunos, se transforma en humillación para
otros y depende de nosotros evitar esa catástrofe psíquica.

En todos los sistemas de educación hay muchos niños que salen de la


escuela sin saber leer y escribir, porque un libro no les gustó, porque al
niño sus padres no le han enseñado el espacio cultural del libro, porque
hay pequeños que empiezan la decodificación del escrito ignorando que
la escritura contiene sentido, porque no saben que para leer tienen que
aprender a focalizar visualmente algo tan pequeño como una sílaba. Sin
fijar la mirada en la sílaba es imposible pronunciarla. Todos estos son
preámbulos indispensables para entrar en buenas condiciones en la
lectura formal.

Yo vi una niña de 17 meses que abría un libro y decía: "aaaa aaa", trataba
de leer, era una lectora antes de saber leer, eso es lo que tenemos que
hacer con la lectura en alta voz: promover lectores que saben que los
textos tienen significados, que conocen la organización del espacio en el
libro, que hay que leer en determinada dirección. Nuestros programas de
lectura deben estar orientados a que los niños descubran rápidamente
todos estos detalles. Estoy convencido de que el programa de
Fundalectura Leer en Familia va en este sentido. Para realizar tales
ambiciones, los programas de lectura en la primera infancia necesitan
tres aliados: las bibliotecas, porque ahí es donde está una gran parte de
patrimonio de la nación, al que se puede tener acceso gratuito, las
familias y los bebés (estos, en el orden institucional, son los terceros pero
para mí son los primeros).

ACCES hace sus prácticas de lectura el presencia de padres,


bibliotecarios pediatras, personal de sala-cunas. Toda persona que
trabaje con la primera infancia es bienvenida a nuestras sesiones de
lectura, no queremos leer sólo para los niños, por el contrario,
convocamos a todos los aliados porque sabemos que los padres son
quienes descubren qué le interesa a un niño lector, los pequeños
manifiestan qué les gusta y quieren que se les lea repetidamente. Los
padres que saben que sus hijos se interesan en algún libro no son
indiferentes y a veces preguntan en dónde pueden conseguir los libros
que sus bebés prefieren. Hay personas que sienten mucho el hecho de
que los libros sean tan costosos y en ese sentido las bibliotecas cumplen
una buena función. Además, actualmente se está haciendo mucho
progreso en la formación de los bibliotecarios, invitándolos a buscar las
familias con bebés para invitarlas a venir a las bibliotecas y recibirlas con
calidez. Ciertas familias privadas de libros descubren con alegría que las
bibliotecas permiten llevar gratuitamente libros para los niños a casa,
respetando el contrato de devolverlos para cambiarlos por otros y así
sucesivamente. La biblioteca da así acceso a familias pobres a formas
culturales variadas: libros, música, videos.

El trabajo de ACCES con las bibliotecas está actualmente orientado a que


en toda biblioteca se organice un espacio de lectura para bebés. El tema
de lectura y primera infancia deberá hacer porte de los programas de
formación de los futuros bibliotecarios.

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