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La tarea del traductor de Walter Benjamin

Aura García-Junco Moreno

“Si digo estar cerca del texto, como es un texto sobre la traducción, necesitaré - y

por esto tengo todos estos libros- traducciones de este texto, porque si se tiene un

texto que dice que es imposible traducir, está bien ver qué pasa cuando este texto

es traducido. Y las traducciones confirman brillantemente, más allá de cualquier

expectativa que yo haya podido tener, que es imposible traducir.”1

Estas son algunas de las palabras con las que Paul de Man abre su

conferencia sobre La Tarea del traductor. Ya desde ahí podemos ver una

contradicción aparente, ya que si Benjamin escribe un texto llamado La tarea del

traductor, se espera que de inicio no la declare como algo fallido. Como señalan

varios autores,2 podríamos empezar por el título mismo del ensayo para encontrar

la paradoja. La palabra Aufgabe no sólo significa tarea o actividad, sino también

rendición o fracaso. A quienes no conocen el idioma de Benjamin, esta sutileza se

les escapa y como traductor que era (el ensayo, fue escrito como introducción a

una traducción suya de Baudelaire) seguramente vislumbró este hecho que pone

en evidencia lo que él mismo dice: la imperfección e incompletud de las lenguas.3

Benjamin no da por sentado el lenguaje, no toma de facto lo que las teorías de la


1
Paul de Man, “Conclusiones: La tarea del traductor de Walter Benjamin“, en La
resistencia a la teoría, p. 115
2
Por ejemplo De Man en la conferencia anteriormente citada y Fabio Vélez en
Traductores, Traidores y otros malhechores. La falla descubierta por “la Tarea del
traductor”, en http://www.um.es/tonosdigital/znum14/secciones/estudios-26-
traidores.htm
3
Al respecto de esto, Benjamin señala: “Tomadas aisladamente, las lenguas son
incompletas y sus significados nunca aparecen en ellas en una independencia relativa,
como en las palabras aisladas o proposiciones…” Walter Benjamin, “La tarea del
traductor“, reunido en Miguel Ángel Vega, Textos clásicos de la traducción, p. 134
traducción tradicionales señalan,4 sino que postula una teoría de los lenguajes que

está íntimamente relacionada con la traducción. Su noción de traducción es

indisoluble de su concepción del lenguaje; no se puede hablar de una sin tomar en

cuenta la otra. Y es precisamente en la mediación de ambas donde se encuentra

la falla de la traducción. Refiriéndose a la traducción Benjamin dice: “La traducción

sirve, pues, para poner de relieve la íntima relación (parentesco) que guardan los

idiomas entre sí. No puede revelar ni crear por sí misma esta relación íntima, pero

sí puede representarla.”5 El objetivo enunciado es completamente atípico en las

teorías convencionales de la traducción, ya que éstas se enfocan en cuestiones

pragmáticas e inmediatas, mientras que ese “poner de relieve” se aleja de la obra

para enfocarse en el lenguaje; de esta manera, en otra aparente contradicción (si

decimos que la traducción está condenada al fracaso), la traducción tiene un lugar

mucho más importante que el de simple intermediario entre un texto de partida y

uno de llegada. La labor crucial de la traducción, es acercar las formas de

entender, divergentes en cada lenguaje, a lo entendido, referente idéntico para

todos. Es esa incompletud del leguaje caído (y por caído, imperfecto) la que debe

mitigarse eventualmente en el futuro mesiánico que Benjamin atribuye a los

lenguajes. Por medio de la traducción se completan (representan al menos) los

modos de entender, ya que aspira a lo pensado por el original. Así, conjuntando

los modos de entender puestos en relieve, eventualmente se puede aspirar a lo

4
Al hablar la semejanza entre las lenguas que la traducción pone en relieve, Benjamin
menciona que aunque lo parezca no se trata de una teoría tradicional de la traducción:
“Si el parentesco de los idiomas ha de confirmarse en las traducciones, ¿cómo puede
hacerlo si no es transmitiendo con la mayor exactitud posible la forma y el sentido del
original? Naturalmente, ésta teoría no podría expresar el concepto de dicha exactitud,
ya no lograría expresar lo que es esencial en una traducción.” Ibid, p. 131.
5
Ibid. P. 131
que llama lengua pura, que sería una igualdad entre lo entendido, los modos de

entender de todas las lenguas: el lenguaje prístino bíblico. Según Benjamin, los

lenguajes mismos tienden desde su incompletud a eso; dentro de sus diferentes

formas ya se alberga esta misma intención mesiánica.

En esta visión a vuelo de pájaro, sigue siendo difícil entender lo que

Benjamin comprende por la relación de original-traducción que es el meollo de la

labor de traductor. Esto lleva a otro de los conceptos centrales del complicado

texto: la vitalidad de la traducción. La idea misma de que mediante ésta, el original

logra pervivir. En palabras de Fabio Velez Bertomeu: “éste [el original] no

“sobrevive” (überleben) sin más (como un objeto, completo e idéntico asimismo),

sino que, más bien, “pervive” (fortleben); es decir, vive entre la vida y la muerte, a

saber, en la interrumpida renovación de sí mismo.” 6 Esta expansión histórica de un

original más bien cambiante (para Benjamin el original nunca es el mismo a través

del tiempo) pone en relieve la enorme importancia de la traducción, que a su vez

debe ser renovado, porque la lengua del traductor a su vez cambiante. 7 Quizá sea

por eso que en “Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los hombres”

apunta: “La traducción, es la transferencia de un lenguaje a otro a través de una

continuidad de transformaciones. La traducción entraña una continuidad

transformativa”.8

6
Fabio Velez, opus sit
7
Walter Benjamin, opus sit p. 132
8
Walter Benjamin, “Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos“,
en Para una crítica de la violencia y otros ensayos, p. 69
Se podría hondar mucho más sobre todos estos puntos, pero no es el objetivo de

este trabajo; si se trata de definir exactamente cuál es la aportación de Benjamin

en este texto, creo que el mérito máximo, son los abismos que abre. El texto de

Benjamin se revela enorme, con tantas dimensiones que es difícil de retener por

completo. En palabras de De Man “Siempre que vuelvo a este texto, siento que

más o menos lo tengo, luego lo leo de nuevo y de nuevo no lo comprendo”. 9

Hablar de una sola faceta es imposible porque todo está íntimamente ligado, no

sólo con el texto mismo, sino con el pensamiento en general de Benjamin.

Independientemente de que el lector conozca o no más ampliamente de este

pensador, La tarea del traductor da una sensación de desbordamiento que excede

el ensayo y hace buscar la manera de llenar los vacios.

A aquél lector que tenga una visión moderadamente amplia acerca de la

traducción (y en esta carrera, creo que todos la tenemos), los conceptos

manejados por Benjamin le sonarán alienantes, difíciles de entrever y mucho más

de aplicar. Es incluso posible que a otros les resulten chocantes. Paul de Man

señala ya entonces (la conferencia citada fue impartida en 1983), que el texto fue

criticado por ser considerado retrógrada; algunos incluso alegan que regresa aún

más atrás de Kant, ya que confiere al lenguaje un carácter notoriamente

religioso.10 Sin embargo, a pesar de estar o no de acuerdo con la concepción de

Benjamin, y más aún, la manera de presentarla, estos abismos son material

fecundo para replantear, defender o discutir las teorías de la traducción más

comunes; para entrever una profundidad del lenguaje que se escapa y sentir de
9
Paul le Man, Opus sit, p.159 – Aunque Le Man habla del atractivo mesiánico
específicamente, creo que la cita es aplicable a muchas otras facetas del texto.
10
Ibid, p. 119
nuevo la literatura sin el halo de frialdad con que muchas veces la cubre la teoría.

La sacralidad que Benjamin atribuye a la literatura, al poeta, los reviste de una

esencia espiritual y divina, enalteciendo lo “intangible, secreto, poético”. En este

mismo sentido, la dignificación de la traducción (y con ella del traductor),

correspondiente a la abolición de la idea de que la traducción “le hace un favor” a

la obra y de que es una simple comunicación, un intermediario entre una partida a

una llegada.

Benjamin y San Jerónimo

De hacerse una contrastación entre los textos de San Jerónimo y Benjamin, se

tendrá que tomar en cuenta de inicio que no son de la misma índole. Es imposible

aplicar como tal el texto de Benjamin al de Jerónimo a menos que se contraste el

original con alguna traducción y aún haciéndose así, habría problemas ya que

Benjamin apunta a la imposibilidad de la traducción y jamás habla de algo

concreto con respecto a la praxis.

Si, por otro lado, se trata de contrastar ambas teorías, se topará de inicio con la

complicación de que la epístola de San Jerónimo no es una teoría. La epístola no

está estipulada en términos abstractos, sino que se avoca a la concreción y la

práctica de la traducción. En este texto, nos señala una preferencia a la hora de

traducir y la sustenta mediante ejemplos; es más bien una discusión con otros

traductores.

A pesar de esto, hay ciertas nociones que sí pueden ser comparadas. Ambos

traductores sostienen un breve debate acerca de las dos vertientes típicas que se
discuten en la traducción: palabra por palabra contra sentido, literal contra literaria.

Mientras que Benjamin primero parece defender la traducción por sentido -ya

antes ha dicho que la traducción de cada palabra rara vez reproduce por completo

la idea del original-, termina por deleznar ambas diciendo que “es preferible que la

traducción, en vez de identificarse con el sentido del original, reconstituya hasta

los menores detalles del pensamiento de aquél en su propio idioma, para que

ambos […] puedan reconocerse como un lenguaje superior.”11

San Jerónimo, en cambio es muy categórico al decir que prefiere la traducción por

sentido: "…en lo que a mí respecta, no sólo reconozco sino que declaro

abiertamente, sin ambages, que cuando traduzco a los griegos -dejando de lado

las sagradas Escrituras, en las que el mismo orden de palabras es misterio- no

busco expresar una palabra con otra, sino recoger la idea del original."12 Para

reforzar su planteamiento, se sirve de citas de Cicerón y Horacio, que van

explícitamente en contra de verter palabra por palabra.

Volviendo a las palabras de Jerónimo, hay que poner especial énfasis en la última

parte: recoger la idea del original. Hay una similitud en el planteamiento de

Benjamin de que el lenguaje debe tender a lo pensado; de manera amplia, esto

puede ser referido a la traducción por sentido, aunque como ya vimos antes,

Benjamin niega categóricamente esto.

Cuando se trata de escrituras sagradas, ambos atribuyen a estas una

naturaleza ajena a los demás textos. Como conclusión a La Tarea del Traductor,

Benjamin dice que las Escrituras sagradas albergan en su versión interlineal la

11
Walter Benjamin, “La tarea del traductor“, Textos clásicos de la traducción, p. 139
12
Jerónimo, V, 2
imagen primigenia o ideal de toda traducción, basándose en el supuesto de que

cada texto alberga entre sus líneas su propia traducción;13 San Jerónimo ve

también esta traducción ideal que las palabras sagradas recogen en sí mismas: el

mismo orden de las palabras es misterio.

Al final, se trata de comprar dos textos que aunque tienen un sujeto en

común: la traducción, son por completo ajenos el uno del otro. Se podría tomar a

San Jerónimo como parte de la gran línea que forma la teoría clásica de la

traducción y a Benjamin como una ruptura en ésta.14

Enfrentarse a La Tarea del Traductor de Walter Benjamin es una experiencia

extraña y complicada; la obra en sí no es sólo una teoría de la traducción, sino

también una poética, teoría del lenguaje y sacralización de la literatura. Benjamin

desafía la teoría clásica de la traducción y se pronuncia en contra de la traducción

hecha para el receptor, de la literal, de la literario, de la que es por sentido… en

fin, de todas las traducciones que se conciben posibles, para revestir todo de una

complejidad filosófica y especulativa.

BIBLIOGRAFÍA
13
Walter Benjamin, opus sit p. 143
14
Benjamin se señala a sí mismo como una ruptura al referirse repetidas veces a la
Teoría clásica de la traducción y alejarse de ella. Cfr. opus sit pp. 131, 138.
BUSCH, Kathrin, "Lenguaje de las cosas y magia del lenguaje. Sobre la idea de
efectividad latente en Walter Benjamin", trad. Gala Pin Ferrando y Gloria Mèlich Bolet en
http://translate.eipcp.net/transversal/0107/busch/es#redir

BENJAMIN, Walter, “La tarea del traductor“, reunido en Miguel Ángel Vega, Textos
clásicos de la traducción, Cátedra, 1994.

BENJAMIN, Walter, “Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los


humanos“, en Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Madrid,Taurus, 1998.

DE MAN, Paul, “Conclusiones: La tarea del traductor de Walter Benjamin“, en La


resistencia a la teoría, Trad. Enela Elorriaga y Oriol Francés, Visor, Madrid, 1990.

JERÓNIMO, San, "Epistula LVII. Ad Pammachium. Liber de optimo genere


interpretandi/ Carta LVII a Pammaquio, sobre el mejor género de traducción", en Lafarga,
F. (ed.), El discurso sobre la traducción en la historia. Antología bilingüe, Barcelona: EUB,
1996, trad. José Ignacio García Armendariz.

VÉLEZ, Fabio, Traductores, Traidores y otros malhechores. La falla descubierta por


“la Tarea del traductor”, en http://www.um.es/tonosdigital/znum14/secciones/estudios-26-
traidores.htm

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