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El artículo sostiene que la confrontación entre los sistemas de salud pública, propios de los estados
de bienestar y la medicina privatizada, si bien responden a fines diversos, comparten la lógica de la
reproducción ampliada aplicada al ejercicio médico. La critica del modelo biomédico público o
privado retoma los cuestionamientos que formulara Illich en los setenta. Concluye analizando la
relación entre las llamadas medicinas alternativas con el movimiento alternativo en general.
El Contexto
La practica médica en el pasado Siglo ha transitado del ejercicio liberal de la profesión a su
inclusión en los llamados Sistemas de Salud Publica y mas recientemente al negocio de la
salud, o con mayor precisión descriptiva al negocio de la enfermedad y la estética. Estas
transformaciones corresponden con cambios relativos al modelo o la forma que adopta la
sociedad industrial moderna, que ha transitado por etapas sucesivas. El llamado Estado de
Bienestar o Interventor tuvo su auge a nivel mundial –aunque en algunos países no mas
allá del discurso−, desde finales de la segunda guerra mundial, su decadencia comienza
según algunos analistas, con la crisis del petróleo de 1973 (Aglietta, 1979). Su acta de
defunción se firma con el Consenso de Washington en 1982, a partir del cual predominaría
el denominado neoliberalismo (Bustelo, 2003).
En cada etapa predomino un sistema médico, que a primeras luces aparecen como
contrapuestos, el uno basado en premisas garantistas, pues parte de considerar a la salud
como un derecho inalienable de la condición ciudadana, mientras que la lógica de
mercado oferta servicios de salud como una mercancía mas, con sus niveles de calidad y
status en función de lo que el cliente – que ya no paciente-, pueda pagar.
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La solidaridad implica la del sano con el enfermo, la del joven con el anciano (intergeneracional u
horizontal), pero también entre las personas de diferentes ingresos, de los que más tienen a los que menos
tienen (intra generacional o vertical), incluso solidaridad geográfica entre regiones con más recursos y otras
más pobres ( OIT, 2002).
Estado de bienestar: Salud pública y solidaridad
El derecho a la salud, ha sido reconocido como tal por todos los países, sin embargo la
forma de garantizar ese derecho varia considerablemente. La Constitución de la
Organización Mundial de la Salud postula que: “El goce del grado máximo de salud que se
pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de
raza, religión, ideología política o condición económica o social) (Organización Mundial de
la Salud, 2007). Para concretar tal postulado se agregó que:
El derecho a la salud obliga a los Estados a generar condiciones en las cuales todos
puedan vivir lo más saludablemente posible. Esas condiciones comprenden: la
disponibilidad garantizada de servicios de salud, condiciones de trabajo saludables y
seguras, vivienda adecuada y alimentos nutritivos. El derecho a la salud no se limita al
derecho a estar sano (2007).
De estos elementos constituyentes del derecho a la Salud interesa en este caso, lo relativo
a la disponibilidad garantizada de servicios de salud. El Artículo 12 del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966) establece como condiciones que
aseguren el acceso de todos a la atención de salud: la disponibilidad (número suficiente de
establecimientos, bienes y servicios públicos de salud); Accesibilidad (no discriminación,
accesibilidad física asequibilidad económica); Aceptabilidad (ética médica y culturalmente
apropiados); y Calidad.
El pleno derecho se interpreta como sistema universal, que supone que todo
ciudadano por el hecho de serlo tiene acceso a la oferta completa de los servicios de
salud. El estado absorbe el costo de mantener el sistema de salud con cobertura universal,
mediante la recaudación impositiva, mecanismo conocido como de solidaridad
generalizada (Bustelo E. , 1997). Entre los países con cobertura universal destacan los
Nórdicos, Nueva Zelanda y Canadá.
La mayoría de los países tienen sistemas parciales, es decir que el acceso a los
servicios de salud se encuentra condicionado por el estatus laboral, y por tanto su
cobertura se encuentra condicionada. En México por ejemplo se los denomina
derechohabientes, derecho que se concede a quien se encuentra inscripto y aporta a uno
de los dos grandes sistemas de Seguridad Social. El término resulta significativo en tanto sí
se reconoce la existencia de derechohabientes, en contrapartida implica que hay no
derechohabientes, es decir personas que no tienen derecho a los servicios de salud, hecho
que contradice flagrantemente la garantía constitucional a la salud.
Los sistemas parciales prestan servicios de salud a quienes son sus afiliados,
condición a la que se accede por el status laboral, generalmente en condición de
dependencia. En este caso opera la solidaridad intergeneracional-gremial, donde con las
cotizaciones de los trabajadores activos se cubren las necesidades de los pasivos y en el
caso de la salud que los trabajadores sanos contribuyen al pago de los tratamientos de los
enfermos. Esta es la forma como han funcionado los sistemas de salud para trabajadores
ya en la forma de grandes sistemas nacionales y de los estados o provincias (en el caso de
México el IMSS2 –- y el ISSSTE3) el medicare en EUA, o las Obras Sociales Sindicales que
operan con las aportaciones patronales, de los trabajadores y en ocasiones subsidio
público.
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El Instituto Mexicano del Seguro Social, al que deberían por ley estar afiliados todos los trabajadores en
relación de dependencia.
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Instituto de Seguridad Social para los Trabajadores del Estado.
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En el caso de Argentina para 2003: “Aproximadamente 56 % de la población cuenta con algún mecanismo
de seguro social, ya sea obra social sindical, provincial o PAMI, en tanto 10 % de los individuos aportan a una
cobertura prepaga de seguro individual. Aproximadamente 34 % no tienen seguros formales y, por lo tanto, su
cobertura se realiza a través del sistema público (hospitales y centros de atención primaria de salud (Maceira,
2009/2)). En México, el 62% de la población declara ante el censo general de Población no contar con ningún
tipo de seguridad social.
de Bienestar las tasas de crecimiento de las prestaciones de salud, supero en la mayoría
de los países a la del crecimiento de la economía (Illich, 2006)
Los enormes sistemas de Salud Pública han sido criticados por la calidad de los
servicios, caracterizada por la atención burocrática, lenta e impersonal. La quiebra de
estos sistemas se ha tratado de atribuir al incremento de los beneficiarios pasivos –mas
jubilados que activos− y a la prolongación de la expectativa de vida y en consecuencia el
incremento de personas de la tercera edad con mayores requerimientos de atención
médica (Salas Lizaur, 2006). Efectivamente la lógica de solidaridad intergeneracional,
suponía la existencia de un número mayor de activos cotizando, que pasivos en retiro, es
decir que la masa de trabajadores tendería al crecimiento constante. Los argumentos
sobre el crecimiento de los trabajadores pasivos evitan mencionar que la verdadera
disminución de las cotizaciones se debe a la disminución de los activos, por la confluencia
de factores que llevan a la baja del empleo: por la robotización de actividades, la
desregulación laboral (trabajo en negro),el incremento de la informalidad y el desempleo.
La falta de empleo constituye el factótum de la disminución de las aportaciones de
trabajadores como patronales, y no a la inversa.
Las diferentes versiones de la Salud Pública, desde hace años sufren embates,
críticas y presiones para que transiten a las cuentas individualizadas ya en sus versiones de
Prepagas o de Seguros de Gastos Médicos.
Por lo general las aseguradoras encuentran motivos para no cubrir la totalidad del
gasto médicos y desde el contrato se establecen cuales enfermedades se encuentran
cubiertas y cuales no y la temporalidad de la cobertura de manera que no se logra una
protección total y lo que es mas grave puede interrumpirse cuando mas se necesita, en
caso de una enfermedad prolongada.
Es decir que las prepagas y el sistema de los seguros médicos, de los cuatro
principios establecidos por la OMS: disponibilidad; Accesibilidad); Aceptabilidad; y Calidad,
no cubren el principal que es el de accesibilidad, en la medida en que discriminan tanto por
condiciones físicas (edad, enfermedad previa o prolongada) y por capacidad económica.
Evidentemente no garantizan el Derecho a la Salud en los términos definidos por la OMS y
esto es así, porqué el motivo que anima a los sistemas individualizados, no es el de
satisfacer el derecho a la salud sino el de hacer negocio.
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Cuando el paciente paga al facultativo u hospital y la aseguradora le reintegra al asegurado la erogación o
una parte de la misma.
La selección de clientes por nivel adquisitivo, el rechazo por presentar condiciones
de salud vulnerables, el incremento de precios y las diferencias en la calidad de los
servicios de acuerdo con el poder adquisitivo han sido considerados como desviaciones de
los sistemas de prepagas, y no como condiciones intrínsecas de su orientación mercantil.
Para controlar tales desviaciones, se ha propuesto la existencia de instancias reguladoras,
como las gerenciadoras de la reforma sanitaria propuesta por Obama en EUA, a la que le
antecede la ley Romey en Masachusets (O´Donell, 2012). Esta nueva instancia, al igual que
otros entes reguladores suelen implicar burocráticos y costosos sistemas de control, que
contradicen el impulso inicial orientado a disminuir el gasto público.
Tanto las formas reciprocas como las redistributivas, priorizan supuestamente los
fines colectivos y corporativos sobre los individuales, mientras el mercado resulta
indiferente ante lo social o marcadamente individualista. En cuanto a las formas
institucionales, la reciprocidad requiere de organizaciones sociales, ya sean de parentesco,
territoriales y gremiales y la redistribución suele presuponer un estado, en ambos casos
instituciones concretas y por lo general visibles, mientras que en el intercambio los
mecanismos formadores de precios tienden a invisibilizarse. Si bien la Salud Publica y los
sistemas privados aparecen como opuestos en cuanto a las formas de integración y en
formas institucionales, en su operación ambos responden a la lógica de la producción
industrial en serie, o a escala.
Esta posibilidad de tratamiento industrial del cuerpo y la salud tiene sus antecedentes, en
primer lugar en la actual extensión de las "analíticas" y los "exámenes" a mansalva que
han convertido a los médicos en técnicos lectores de indicadores incapaces ya de leer los
síntomas en el propio cuerpo del paciente (el encuentro médico-paciente se ha convertido
en una relación mediada por la pantalla del ordenador) y, en segundo lugar, en la
privatización de los servicios de salud públicos que, entre otras cosas, anuncian ya la
proletarización de la clase médica (Suricato, 2011).
Los médicos no son contratados por sus servicios profesionales, con salvedad de
áreas especificas como urgencias, sino que generalmente son arrendatarios de locales o
servicios terciarizados. En vez de la relación salarial propia del EB, el médico conserva su
apariencia como profesional independiente, o en el ejercicio liberal de la profesión sin
embargo poco a poco deberá adaptarse a las exigencias de un sistema que tiene como fin
la rentabilidad.
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En el caso de México, uno de las cadenas de Hospitales mas conocidas forma parte de un corporativo dueño
de cadenas de medios, y de hoteles sus cuatro áreas de negocio: Hospitales Ángeles, Hoteles Camino Real,
Grupo Financiero Multiva y Grupo Imagen, empresa multimedia que opera Imagen Informativa 90.5 FM,
Reporte 98.5, Excélsior y Cadena Tres. Poseen más de 14 compañías dispersadas en sectores de turismo,
salud, finanzas y de comunicaciones.
centers. El secreto consiste en no perder un minuto para alcanzar metas de atención. Los
tiempos y los movimientos se encuentran estrictamente calculados para ello.
La Iatrogénesis médica
Hace ya mas de 40 años, cuando el Sistema de salud pública se encontraba en su cenit, y
la opinión pública le adjudicaba resultados milagrosos, Ivan Ilich, escribiendo sin cesar lo
que él denomina sus panfletos, advertía sobre los riesgos de la salud transformada en
empresa científica. De las 761 páginas de sus Obras Reunidas, el tema que denomina
némesis médica comprende 228, hecho significativo de la importancia del tema en su
pensamiento. Comienza con una frase demoledora “La medicina institucionalizada ha
llegado a ser una grave amenaza para la salud (2006:535).
En su opinión el sistema de salud basado en los médicos resulta patógeno por 3 motivos:
los daños clínicos que provocan superan los posibles beneficios, provocan la sensación de
una sociedad insalubre, y sobre todo por expropiación del poder del individuo para
sanarse a sí mismo y modelar su ambiente. Con profusión de fuentes históricas,
antropológicas y médicas, Illich va a demostrar que la medicalización forzosa, ha creado
una sociedad morbosa, pero sobre todo dos cosas 1) no ha resultado efectiva, y 2 por el
contrario resulta negativa, para argüir que la única forma de combatirla es recuperar el
poder delegado en ella por la sociedad.
La insistencia del gremio médico sobre su propia idoneidad para curar a la misma medicina
se basa en una ilusión. El poder profesional es el resultado de la delegación política de la
autoridad autónoma a las ocupaciones de salud, realizada durante nuestro siglo por otros
sectores de la burguesía universitaria (2006:237).
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Utilizo las cursivas en tanto el autor considera como el principal argumento de su libro que los restaurantes
de comida rápida y sus clones “no son sistemas razonables, y ni siquiera racionalizados…, perjudican
seriamente a la salud de sus clientes y usuarios, así como su entorno, son deshumanizantes” (2005:181) y
agrega que la racionalidad de la cadena se consigue a costa de la racionalidad de aquellos que están sujetos a
ella.
prescripción están matando a alrededor de 106.000 norteamericanos al año” (RAFI, 1999),
drogas legales que se relacionan con el incremento de las adicciones, como las
anfetaminas, que circulaban libremente hasta hace no mucho (Romani, 23-07-12),
asimismo de realizar pruebas en seres humanos, e inclusive de generar epidemias para
incrementar ventas (Wallace, 2009) (Gelman, 2010) (Mae-Wan-Ho, 1998). En este caso la
lógica de la ganancia domina, sobre la necesidad de la atención masiva, y puede leerse
como necesidad de venta masiva. Independientemente de las suspicacias no verificables,
existen verdades evidentes: constituyen monopolios gigantes, patentan las medicinas, y
las drogas generan otras enfermedades al tiempo que generan adicción.
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