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a educación en los tiempos de Rómulo

18 febrero, 2011

El 15 de enero de 1964, Día del Maestro, el Presidente Rómulo Betancourt manifestó lo siguiente:
“Estos cinco años de gobierno constitucional han significado un avance agresivo que, con orgullo
venezolano, podemos decir que no ha sido superado en el mismo lapso en ningún país de América
Latina, en ninguna época, en lo que a educación se refiere… Y paralelamente, sin roces y sin
fricciones, cumpliendo su función educadora, ha crecido también en todos los niveles la educación
privada, al amparo de la libertad de enseñanza que garantiza la Constitución de nuestro país”.

opinan los foristas

Traducidos a cifras estos impresionantes avances en la educación nacional, se pueden apreciar


mejor. En educación primaria, base de todo sistema educativo, cimiento de nuestra estructura
pedagógica bien orientada, la matrícula se elevó en casi 600.000 alumnos, en más de un 68% con
respecto a las cifras de 1957-58. Las escuelas aumentaron en 4.324 para un 65%; y los maestros en
17.170, o sea un 82%.

Se necesitó formar con urgencia maestros para dotar a las escuelas que comenzamos a sembrar
de un extremo a otro de nuestra dilatada geografía. Y así la matrícula en las escuelas normales
creció verticalmente, en un 248%. La escuelas normales aumentaron en 67, o sea un 98%; y los
profesores de ellas en más de 1.000, o sea un 133%. Y se ubicaban millares de graduados en las
nuevas escuelas.

En educación secundaria la matrícula aumentó en casi 85.000 alumnos, o sea un crecimiento de


153%. Se aumentaron los liceos en 175, o sea un 58%; y los profesores en casi 3,000, un aumento
del 83%.

Al inicio del gobierno, si algún área de la educación estaba desasistida de preocupación estatal, era
el área de la educación técnica. No existían sino escasísimas escuelas artesanales y muy pocas
escuelas técnico-industriales. Entonces no encontraban dónde adquirir destrezas, dónde formarse
como obreros calificados, muchos de los 85.000 a 100.000 jóvenes que anualmente se
incorporaban al mercado de trabajo. Sin saber nada, no había empleo. La matrícula en las escuelas
técnicas aumentó en 202%. Se crearon 102 escuelas más y el profesorado se incrementó en 149%.

Coetáneamente con esta acción desarrollada en las escuelas artesanales y técnicas, en las escuelas
de comercio y en otras escuelas vocacionales, se realizaba la excelente labor de formación de
mano de obra calificada en el Instituto Nacional de Capacitación Educativa (INCE), donde cada año
salía una nueva fragua de venezolanos preparados en áreas específicas.

En los institutos pedagógicos, donde se forma personal de profesores para la educación


secundaria, la matrícula creció también en una forma impresionante. Aumentó en 673%. Se creó
además el Instituto Pedagógico de Barquisimeto y se aumentó el número de profesores en un
212%.

En cuanto a la educación superior, a la que se imparte en las universidades para dotar al país de
los equipos científicos que necesita, para aportarle al país médicos, ingenieros, odontólogos,
economistas, químicos, psicólogos, la matrícula creció en 210%. Los alumnos en 21.000 y los
profesores incrementaron en un 139%.

Nunca en la historia de Venezuela se había construido mayor número de edificaciones escolares


que en estos cinco años corridos de 1959 a 1964. Se hizo más en estos cinco años de los que se
hizo en los transcurridos entre 1904 y 1958, ambos inclusive. Hasta 1958 se habían construido en
el país 5.600 aulas para 284.000 alumnos. De 1959 a 1963 se construyeron 6.300 aulas para alojar
a 315.000 alumnos, o sea, que durante este período constitucional se construyó más que en los
cincuenta años que precedieron a este quinquenio.

Esfuerzos continuados y serios se hicieron para terminar con la vergüenza venezolana del
extraordinario volumen de población adulta que no sabía leer ni escribir. En cinco años se
disminuyó en un 30% el número de analfabetos adultos.

Pero no sólo de la escuela y del niño se preocupó el Estado. También lo hizo en cuanto al
mejoramiento profesional del magisterio y del mejoramiento de sus condiciones de vida. Para
1958, el 68% de los maestros de primaria no eran titulados. Esto motivó a la reforma del
Reglamento del Instituto de Mejoramiento Profesional, para atender en forma más eficaz las
necesidades de la profesionalización del magisterio. Esto permitió para 1961 y 1962 una matrícula
de 12.000 maestros alumnos, en los cursos regulares de profesionalización del instituto.

En cuanto a previsión y asistencia social del magisterio, de 20.000 afiliados que tenía el IPAS, se
pasó a 40.000. Para 1959 el IPAS no contemplaba entre sus prestaciones las correspondientes a los
créditos hipotecarios para el magisterio. El magisterio, como la clase media y la clase obrera y
campesina del país, sufría una de las situaciones más negativas en Venezuela, nación tan
extraordinariamente rica en petróleo y en hierro, pero con una renta nacional injustamente
distribuida: el problema de la vivienda ajena, alquilada, o de la vivienda propia en condiciones
inhabitables. Hasta 1963 el IPAS concedió 853 créditos para la adquisición de viviendas y casi 1.500
créditos especiales para mejoramiento, construcción de vivienda y cancelación de hipotecas. Y en
cooperación con el Banco Obrero y con el Instituto de la Vivienda Popular, entidad no lucrativa, se
hicieron los planes a largo plazo para ayudar en la solución de este problema. También se
constituyó la Caja de Ahorro y Préstamos del Magisterio, dentro del Sistema Nacional de Ahorro y
Préstamo.

En lo cuantitativo los éxitos alcanzados en esta gestión de gobierno, con la decidida cooperación
del magisterio en las escuelas públicas y privadas en todos los niveles, fue impresionante. De ahí
que estuviera más despejado el camino para agregar a lo cuantitativo lo cualitativo: estudiar las
metas trazadas y mejorarlas, estudiar las normas que se seguían en las escuelas normales; si los
métodos pedagógicos eran los más adecuados; si se lograba la suficiente atención del alumnado a
la enseñanza que se les impartía. En síntesis, hacer un examen de conciencia sobre lo negativo y lo
positivo en cuanto a la calidad de la educación que se estaba dando en Venezuela. En esa tarea,
función de primer rango le correspondía a los educadores, porque eran ellos quienes habían
acumulado, en su diaria actividad docente, experiencias aprovechables por el Ministerio de
Educación.

Dijo Rómulo: “El maestro debe también cumplir una tarea de colaboración en este empeño ya
iniciado, con éxito evidente, para comprometer a la comunidad en la solución de sus propios
problemas. Terminar con esa concepción paternalista del gobierno y del Estado que tenía el
pueblo de Venezuela, que todo lo esperaba de la acción pública. Se ha comprobado que sólo
estaba esperando el venezolano que se apelara a su sentido cívico y a su preocupación comunal,
para cumplir tareas. En innumerables sitios de Venezuela basta con que el INOS envíe las tuberías
para que sean los mismos vecinos quienes construyen el acueducto rural; o que el Ministerio de
Obras Públicas envíe los materiales, para que se edifique por los propios vecinos la escuela rural.
En mis recorridos por Venezuela he encontrado en algunos sitios que son los maestros los líderes
de la comunidad; en otras partes es el cura del pueblo, o el barbero, o el director de orquesta. En
todo caso, hombres y mujeres que ejercen un liderato saludable, por encima de las discordias
partidistas, uniendo a todos los grupos en el empeño de la autosolución de sus problemas. Ahora
existe una Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y el Avance Municipal, dotada de fondos
suficientes, capaz de asistir con aportes materiales de construcción y económicos a aquellas
colectividades donde los ciudadanos se empeñen en solucionar ellos mismos los problemas
pequeños de cada localidad, que no pueden ser resueltos por los ministerios nacionales… El
maestro de escuela no puede eludir el reto de formar en las nuevas generaciones de nuestro país
un sentido de amor y de responsabilidad hacia Venezuela, de fe en sus instituciones democráticas,
de capacidad de servicio a la colectividad. Estoy seguro de que eso lo están haciendo los maestros
de Venezuela y por eso son cada día menos quienes están escuchando el llamado delirante que les
viene de una isla del Caribe, pretendiendo sustituir nuestra autonomía histórica por la sujeción a
una potencia totalitaria… Estoy viviendo buenos días de mi vida. Creí en Venezuela, tuve fe en sus
instituciones, confianza en su pueblo, seguridad en la lealtad de sus Fuerzas Armadas, y todo eso
tuvo dramática demostración, que ha causado un pálpito de emoción en el mundo…”

Uslar Pietri y la educación

MAYO 31, 2006 ANALÍTICA

En un discurso, pronunciado en la Universidad de los Andes en 1963 y titulado “Una educación


para la vida”, Arturo Uslar Pietri sintetizaba algunas preguntas que ahora, luego de 33 años,
adquieren una presión apremiante y promueven una vigencia estremecedora. Cuatro eran las
interrogantes: “¿Qué estamos haciendo con nuestros jóvenes? ¿De cuáles sistemas y dispositivos
disponemos para recibirlos, guiarlos e incorporarlos atinadamente a una vida útil para ellos y a
una obra de desarrollo correcto del país? ¿Estamos listos para manejar y dirigir ese inmenso
capital de juventud, de energía, de esperanza o, por el contrario, no podremos hacer otra cosa que
despilfarrarlo, desaprovecharlo o, lo que aún sería peor, convertirlo en factor negativo y en lastre
para el avance social y económico de la nación? ¿Tiene nuestra educación una respuesta adecuada
que ofrecerle a las ansias y a las premuras con que esa ávida y material muchedumbre surge en el
horizonte de nuestro quehacer histórico?” Más dolor que aliento producen las posibles respuestas
a estas preguntas, ya que es mucha la desesperanza que resulta de observar que, si durante
muchos años se cometió el error de formar consumidores de riqueza y de conocimiento ahora, en
lugar de reorientar el esfuerzo hacia la idea de productores de riqueza y conocimiento, se
privilegian las intenciones adoctrinadoras y revanchistas. El drama de nuestros días es que
estamos siendo testigos de visiones regresivas que intentan convertir el pasado en la legítima
perspectiva del país. En el marco de esta extemporánea distorsión se hace necesaria la evocación
de quien –junto con Simón Rodríguez, Andrés Bello, Cecilio Acosta y Luis Beltrán Prieto? constituye
uno de los más emblemáticos educadores de Venezuela.

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Arturo Uslar Pietri no fue exclusivamente un educador pero fue esencialmente un educador. En
efecto, él no estuvo encerrado, de manera absoluta y excluyente, en ninguna de las disciplinas
intelectuales que cultivó, más bien, fue un hombre polifacético. Sin embargo, el amplio dominio
de tantos campos del saber lo ejerció con la intención reiterada, y casi obsesiva, de comunicar,
transmitir y transferir, con lo cual demostraba que la vocación educadora constituía el núcleo
desde el cual emanaban las fuerzas centrífugas y centrípetas de su esfuerzo humano. Todo lo que
sabía, lo sabía, porque sabía que la educación era el mejor medio para saber de si mismo y de su
tiempo. Pero, asimismo, todo lo que sabía, lo sabía, porque sabía que la educación era también el
mejor medio para relacionarse con los demás y para crecer con los otros. Desde esta perspectiva
se entiende que Arturo Uslar Pietri no vio a la educación solamente como un educador, la
acometió como todo lo que era y desde todo lo que pensaba. Reflexionó sobre ella con todo lo
que sentía y a partir de todo lo que aspiraba. La entendió como una expresión relacionada con el
origen de todo, como un acontecimiento asociado con la naturaleza de todo y como una
referencia vinculada con el destino de todo.

Al sistematizar formalmente sus actividades y aportes en materia de educación, tendríamos que


recordar que en 1937 fue designado profesor de la cátedra de Economía Política de la Facultad de
Derecho de la U.C.V. Esta dedicación por la economía derivó en la creación de la Facultad de
Economía en 1938. El ejercicio de dicha cátedra le permitió organizar una copiosa información
sobre la materia con lo cual compensó la ausencia de textos producidos en el país. Ello lo condujo
a la publicación de un libro académico de titulo “Sumario de la economía”. También, dentro del
mundo universitario, fue fundador de la cátedra de Literatura Venezolana de la U.C.V. y autor de
otros dos textos académicos: “Breve historia de la novela hispanoamericana” y “Sumario de la
civilización occidental”.

Desde el mismo año que comienza su labor docente, se entrega con una devoción y una
dedicación ininterrumpida a escribir y opinar sobre la educación. Su primer artículo fue sobre la
escuela rural y lo publicó en la revista Elite. Desde ese momento no abandonará la reflexión
continua sobre los temas del niño, del maestro, de la escuela, de la calidad de la educación y, en
general, del impacto de estos asuntos en el destino de Venezuela. Esa identificación intelectual y
afectiva lo conducen al Ministerio de Educación durante el periodo presidencial del General
Eleazar López Contreras. Asumió la responsabilidad del Ministerio siendo muy joven y con las
limitaciones asociadas a la segunda guerra mundial. Ejerció esta cartera desde el 19 de julio de
1939 hasta el 3 de marzo de 1941. Durante estos escasos veintidós meses desarrolló iniciativas y
concretó realizaciones de fuertes repercusiones. Algunas cifras muestran resultados reveladores:
en 1936, el índice de analfabetismo en Venezuela superaba el 70% de la población adulta,
mientras que para 1941 se había reducido a 57%. En 1936, sólo estaba inscrita en las escuelas 20%
de la población en edad escolar, mientras que para 1941 se contaban 4.663 planteles federales.
Asimismo, puede destacarse que para el año 1935 habían dos escuelas normales federales y un
plantel privado con apenas 141 inscritos, en cambio para 1940 funcionaban cinco establecimientos
federales y catorce privados, con un total de 1.105 estudiantes.

Pero su aporte rebasaba lo simplemente cuantitativo. Cabe reseñar, en una dimensión cualitativa,
que impulsa y crea escuelas normales con la clara intención de favorecer la calidad del trabajo
docente. Paralelamente y con el mismo propósito, promueve la capacitación de los maestros en
ejercicio mediante actividades que van, desde cursos de verano, hasta iniciativas por
correspondencia. A estos esfuerzos se añade su renovado empeño por especializar la enseñanza
en el campo dentro del foco de vincular la educación a las características regionales y a las
exigencias propias de los ambientes rurales. Con esta idea concibe una escuela normal rural con lo
cual se convierte en un antecesor de las políticas de regionalización. En el orden de sus
contribuciones deben subrayarse sus gestiones para la aprobación de la Ley de Educación de 1940,
esfuerzo en el cual no había alcanzado éxito su antecesor, Enrique Tejera. Arturo Uslar Pietri le
imprime su visión a esta Ley, muy especialmente en una de sus ideas más consecuentes: convertir
la escuela primaria en “la clave, la esencia y la condición necesaria de todo sistema educacional”.
En este proyecto se estableció la gratuidad y obligatoriedad de la educación primaria elemental. La
Ley entró en vigencia en septiembre de 1941.

Debe destacarse, desde una perspectiva propiamente pedagógica, su preocupación por estimular
la dedicación y el rendimiento estudiantil. Amparado en esta idea establece el requisito de
efectividad y buena conducta para repitientes y fomenta el reconocimiento a los estudiantes de
mejores promedios. Asimismo, estimula el concepto vocacional y la orientación de la educación
hacia las necesidades del desarrollo del país. Para ello, establece dos ciclos para la educación
media: uno dedicado al bachillerato general con una duración de cuatro años, y otro de
especialización preuniversitaria, de dos años. Las ideas de diversificación también fueron objeto
de un importante impulso. En varias ocasiones sostuvo que el concepto unilateral y lineal del
sistema educativo encerraba la secuencia de los estudios e impedía salidas eficientes hacia
profesiones prácticas. Inspirado en esta razón, promovió la expansión de los programas de las
escuelas técnicas, especialmente las relacionadas con la educación técnica industrial, la de artes y
oficios para mujeres, y la de artes plásticas y aplicadas.

La idea básica que sirvió de marco a sus reflexiones y acciones a favor de la educación siempre fue
la de vincular la educación con la vida, es decir, con la realidad histórica, económica, social e
individual de las personas. En más de una oportunidad, sostuvo que la misión que ella debe asumir
es la de “enseñar a vivir”. Quizá, esta sentencia fue la que lo llevó a ejercer su magisterio en
espacios más abarcadores que los proporcionados por los recintos de la educación formal. Por eso,
ejerció su vocación educadora y asumió sus acciones pedagógicas, también por las vías de la
comunicación social así como mediante los recursos propios del ensayo y de la divulgación
periodística.

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Uno de los esfuerzos más sostenidos e influyentes de la historia del medio televisivo y radial se
asocia con el programa “Valores Humanos”. Visto en retrospectiva, se hace posible establecer la
explícita correspondencia entre la educación y los valores humanos y los valores humanos para la
educación. Estas dos vertientes se conjugaban en una cita semanal que convocaba un público
plural en edades e intereses. Algo superior a la nostalgia se siente cuando recordamos un esfuerzo
tan orgánico e influyente como aquel que desarrolló Uslar Pietri, desde el 25 de noviembre de
1953 hasta 1987. Las emisiones de cada programa se introducían con la célebre expresión “Amigos
invisibles”, luego de la cual se disfrutaba de una disertación tan amena como densa y tan erudita
como didáctica. Políticos, artistas, músicos, poetas, novelistas, científicos y sacerdotes, así como
algunos temas asociados a asuntos palpitantes, fueron abordados con una magistral capacidad
divulgativa y educativa. Esto era posible, además, por el dominio del complejo y exigente medio
televisivo, así como por un extraordinario control del tiempo, con lo cual siempre aseguraba un
redondeo preciso de las ideas y un establecimiento de conclusiones enriquecedoras. El tejido
impecable de los argumentos se animaba con apoyos visuales, tales como mapas, fotos, imágenes,
diagramas y otros recursos, que ilustraban adecuadamente la secuencia de los comentarios. Todo
esto transcurría sin que mediaran lecturas ni esquemas que pautaran el desenvolvimiento de los
discursos. Libertad, dominio y seguridad eran las únicas guías que orientaban sus exposiciones. Las
versiones transcritas de estos programas fueron publicadas, en varios tomos por Ediciones Edime.
En la edición de 1968 se lee el siguiente testimonio de Uslar Pietri: “VALORES HUMANOS
constituye para mí una experiencia preciosa… Este tipo de comunicación directa abre nuevas
posibilidades a la difusión de lo conocimientos, que alcanzan a un público más vasto, de una
manera más poderosa y actuante que la del periódico, la escuela y el libro. La utilización adecuada
de este nuevo instrumento puede cambiar todo el panorama de la educación de masas”. Es
ilustrativo recordar que el intelectual colombiano, Germán Arsiniégas expresó sobre este
programa lo siguiente: “…No hay venezolano, desde que Venezuela existe, que haya sido más oído
que él… Escuché durante mi estancia en Venezuela las charlas de Arturo por la televisión y no
conozco ningún otro expositor que llegue más directamente a un auditorio más grande con un
encanto mayor”.

Pero la acción y la influencia educativa de Uslar Pietri también encontró un poderoso medio en los
espacios de opinión de la prensa. Su primera opinión formal sobre educación se produjo en un
artículo titulado “Conciencia general” en el Diario Ahora (Caracas, 2 de febrero de 1936). Luego
escribió seis ensayos que fueron publicados en la revista Elite durante 1936 y 1937, los cuales
estaban dedicados a: “Matamos sistemáticamente al venezolano”, “La crisis de la
responsabilidad”, “El libro venezolano”, “Rumbo a las asociaciones culturales”, “Una escuela rural”
y “La historia y la cultura”.

Después se produce un paréntesis dentro del cual desaparece el tema educativo, para aflorar
nuevamente en junio de 1948, cuando escribe un artículo sobre “La crisis de la universidad
venezolana” en el diario El Nacional. Desde ese momento sus reflexiones sobre el tema educativo
se extendieron a lo largo de toda su vida. Estas aproximaciones siempre estuvieron presididas por
la idea de una educación para la vida y, especialmente, para la vida productiva, la cual debe incluir
la preparación tecnológica y la sintonía con las necesidades del país. Con base en estas referencias,
precisó reiterados diagnósticos que criticaron la instrucción libresca y tediosa de la escuela
tradicional, en donde ni siquiera se enseñaba a hablar y a escribir. Asimismo rechazó los métodos
memorísticos que abusan de la repetición de las reglas que no se asimilan y que distancian a los
estudiantes de las vivencias de aprendizaje. A esta escuela distorsionada se añade la antiescuela
de la calle que, sin embargo, atrae más al joven que la propia escuela.

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Otro aspecto de preocupación para Arturo Uslar Pietri fue el de relacionar la educación con los
avances científicos y tecnológicos, así como con la paradójicas realidades internacionales. En este
sentido, propuso una concepción de la escuela como puente hacia la sociedad global y amparado
en esta idea, defendió en su oportunidad (1989) el informe coordinado por Edgar Faure para la
UNESCO. Su opción fue coincidente: no sólo aprender a aprender, o aprender a hacer, se requiere
que el ser humano aprenda a ser. Igualmente, Uslar Pietri tuvo una anticipada comprensión de la
importancia de la informática. En 1978, publicó un artículo titulado “Informática y poder” en el
cual visualizó el papel de los bancos de datos como fuente de poder en el futuro. También
prefigura la necesidad de recurrir a la informática en la escuela para evitar anacronismos y
divorcios entre la tecnología y la educación. En el orden de estos temas palpitantes, abordó
igualmente la relación entre la escuela y el ambiente. Desde los inicios de sus reflexiones sobre la
educación enfatizó la ausencia de un componente ecológico en la escuela, así como la significación
de los recursos naturales para el presente y futuro del país.

Las ideas educativas de Uslar Pietri alcanzaron un ámbito mayor al del artículo ocasional. En su
extensa bibliografía pueden observarse libros con particulares focos educativos. Se recuerdan, en
este sentido, títulos como: “Materiales para la construcción de Venezuela” (1955); “Educar para
Venezuela” (1982); “De una a otra Venezuela” (1992); “Fachas, fechas y fichas” (1982); “Oraciones
para despertar” (1968); “Vista desde un punto” “(1971); “Mensaje a los maestros” (1975); y “La
isla de Robinsón” (1982), entre otros.

No pueden dejar de recordarse diversas intervenciones, discursos y documentos dedicados al


tema de la educación. De manera particular debe destacarse el “Informe de la Comisión
Presidencial para el Estudio del Proyecto Educativo Nacional”. Esta comisión fue presidida por él,
desde su constitución en 1985 hasta la presentación del informe en 1986. Luego de un detallado
recorrido diagnóstico, el Informe precisa que surge la necesidad de un PROYECTO EDUCATIVO
NACIONAL como respuesta a la crisis de la educación y de la sociedad venezolana. Este proyecto
sostiene que una filosofía educativa deberá fundamentarse en las siguientes orientaciones: 1) Que
se entienda que la educación tiene un “doble papel, de un lado, ella cumple una función
formadora del ser social, por otra parte, la educación también tiene una función de transmisora a
tono con sus nuevas exigencias sociales. La escuela, la familia, los medios de comunicación social,
la iglesia y los partidos políticos, entre otras, son instituciones que participan en esas funciones”.
2) Que se desarrolle “una educación que no deje sin destino útil y deseable a ningún ser humano y
que corresponda al concepto expresado hace tanto tiempo por Simón Rodríguez de enseñar a las
gentes a vivir”. 3) Que se acepte que “la educación no puede ni debe reservarse sólo para los
mejores dotados, ni tampoco puede pretender educar a todos de igual manera. La educación para
ser efectivamente igualitaria debe ser compensadora y descubridora de vocaciones y aptitudes,
que debe contribuir a desarrollar”. 4) Que se enfatice a la educación como “una fundamental
posibilidad de todo el ser humano; cualquier que sea su edad ella le acompaña desde la cuna hasta
la tumba. Por ello la educación debe preparar para la vida y para el trabajo, logrando así una
formación integral del hombre, que le permita adaptarse a un mundo en permanente
transformación”. Para culminar estas orientaciones se puntualiza que todo el esfuerzo educativo
debe proyectarse hacia “el desarrollo de espíritus libres, con criterios abiertos a la duda, y en
permanente búsqueda del conocimiento, estimulando el ejercicio del criterio propio que permita
el cuestionamiento de cualquier formulación dogmática”.

El haber tomado contacto, aunque sea de manera muy apresurada, con los propósitos y
propuestas, así como con los deseos y visiones que Arturo Uslar Pietri tuvo sobre el tema
educativo, nos deja la sensación de que ellos, además de continuar pendientes, se han hecho más
severos. Pero, lo más doloroso es que incluso, ahora, se está desmontando hasta la plataforma
sobre la cual él afianzó sus exhortaciones. Esta dramática realidad nos obliga a aceptar que,
además de pensar con Uslar, en cómo reconstruir a Venezuela, nos toca previamente evitar que
siga siendo desconstruida.

Luis Beltren PRIETO Figueroa

Luis Beltrán Prieto Figueroa y su Concepción de la Educación

La filosofía de la educación venezolana ha pasado por distintas etapas, según los distintos
regímenes de gobierno, contextos sociopolíticos, ideologías imperantes, etc. Cada uno imprime en
el sistema educativo una huella que es fácil de dilucidar con sólo hacer una revisión somera de las
estrategias de enseñanza y los roles del docente, del alumno y del Estado.
Sin embargo, cuando finalizaba el régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez y en Venezuela
renacía la esperanza de una nueva forma de sociedad libre y con garantías del Estado, surge un
docente comprometido con el mejoramiento del sistema educativo y la dignificación del maestro,
proponiendo una nueva visión del proceso de enseñanza y aprendizaje. Este maestro, surgido del
pueblo, fue Luis Beltrán Prieto Figueroa.
El Maestro Prieto, realizó importantes aportes al sistema educativo venezolano. La Federación
Venezolana de Maestros, el Proyecto de Ley Orgánica de Educación Nacional del año 1948, gran
cantidad de obras escritas dirigidas al mejoramiento del ejercicio docente, participación activa en
la política del país, especialmente durante los turbios años desde 1941 a 1948, y sobre todo la
introducción del concepto de Estado docente, basado en el pensamiento de Herman Heller y su
Estado social.
La intención de esta investigación fue la de rescatar el pensamiento filosófico de una de las
mentes más brillantes y productivas que ha tenido el país y que en su momento no fue apreciado,
entendiendo que la sociedad y el Estado no estaban preparados para estas ideas tan novedosas,
que aún mantienen gran vigencia y cobran mayor sentido. Se presenta un breve recuento de su
vida y obra dentro del campo educativo, así como de sus principales aportes a éste; hace mención
de su filosofía de la educación y de los roles de sus principales actores: docente, alumno, escuela y
Estado, y cómo están interrelacionados entre sí.

LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA


Biografía

Luis Beltrán Prieto Figueroa nació en la ciudad de La Asunción en el estado Nueva Esparta, el 14 de
marzo de 1902. Realizó sus estudios primarios y parte del bachillerato en la Escuela Federal
Francisco Estéban Gómez. Culminó su educación secundaria en la capital del país, en el Liceo
Caracas, bajo la tutela del maestro Rómulo Gallegos.
En 1934, Prieto Figueroa finalizó sus estudios en Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad
Central de Venezuela, y comenzó una intensa actividad política. En 1936 fundó el partido
Organización Venezolana (Orve) y el Partido Democrático Nacional (PDN). Fue senador de Nueva
Esparta entre 1936 y 1941, y nuevamente entre 1959 y 1969. Formó parte de la comisión
redactora de la Constitución Nacional en 1936 y de la Carta Magna en 1961.
En 1941, Prieto Figueroa fundó quizás el partido más conocido de toda Venezuela, Acción
Democrática (AD). Fue su secretario general entre 1958 y 1959 y lo presidió entre 1963 y 1967,
año en el que se separó del partido y formó el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), el cual
dirigió casi hasta su muerte.
Prieto Figueroa fue además secretario general de la Junta de Gobierno desde 1945 hasta 1948, así
como Ministro de Educación entre 1947 y 1948, siendo en este período coautor del primer
proyecto de Ley de Educación. El golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948 lo llevó al exilio,
hasta el restablecimiento de la democracia en 1958.
En este período lejos del país fue profesor de la Universidad de la Habana, y se dedicó
incansablemente a la labor educativa como jefe de misión de la UNESCO en Costa Rica y
Honduras.
A su regreso continuó su labor política y educativa. En 1959 fundó el Instituto Nacional de
Cooperación Educativa (INCE). Luego promovió la publicación de las obras completas de Simón
Bolívar y de Andrés Bello, fue coautor de la Ley de Educación vigente, promulgada el 9 de julio de
1980, y estuvo siempre presente en las comisiones presidenciales de educación.
Prieto Figueroa murió el 23 de abril de 1993. Su constante labor a favor de la educación en
Venezuela lo hace merecerse el título de “maestro de maestros”.

APORTES EN LA EDUCACIÓN

Luego de la muerte de Juan Vicente Gómez, el nievo gobierno, asumido por Eleazar López
Contreras, provee a la población algunas de las libertades de las que carecieron en el gobierno
anterior. Libertad de prensa, de manifestar, de reunirse, fueron las primeras luces de una nueva
era en el país. Sin embargo, la libertad de organización fue el derecho que marcó un hito en el
proceso de transición que vivía el país. Partidos políticos y sindicatos se organizaron rápidamente,
aunque no con muy buenos ojos para el estado por cuanto se apoyaron en la nueva corriente de
pensamiento político y social: el comunismo.
Entre las organizaciones fundadas durante este período está el gremio de profesores; es a partir
de entonces cuando la sociedad comienza a tomar conciencia sobre la importancia de la educación
como función decisiva para lograr cualquier propósito de cambio o de renovación nacional.
Las ideas transformadoras necesarias para llevar a la educación a un nivel más elevado, fueron
impulsadas entre otros por el Profesor Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien funda en 1932 la
Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP), dedicada al estudio de las
ideas y movimientos pedagógicos que, para la época, ya tenían positiva acogida en algunos países
de Europa y en los Estados Unidos, así como sus postulantes: John Dewey y Jean Piaget.
Cuando el número de representaciones de la SVMIP alcanzó una proporción significativa a nivel
nacional, surgió la necesidad de revisar su estructura e infundirle una organización más dinámica y
mejor identificada con los deseos de llevar a cabo funciones específicas dirigidas al bienestar de
los maestros, de la cultura y de los niños. Para concretar este propósito, se convocó en agosto de
1936, la Primera Convención Nacional del Magisterio Venezolano, celebrada en Caracas entre el
25 de agosto y el 5 de septiembre de dicho año. Este evento constituyó la primera movilización
nacional de profesionales, realizada en el país hasta esa fecha. Su éxito fue tan rotundo, que dio
paso para impulsar la conveniencia de imprimirle carácter gremial a la anterior Sociedad
Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, aspiración que al fin se concreta con la creación
de la Federación Venezolana de Maestros, cuyo primer Presidente sería el doctor Luis Beltrán
Prieto Figueroa.
Más allá del ejercicio docente, el maestro Prieto se presentó como un fecundo escritor y
comunicador de esas ideas sobre las nuevas formas de enseñar a través de la exaltación de los
valores que todo docente debe cultivar. Esta muestra de su condición de educador – comunicador,
comienza a revelarse en 1936, cuando hace entrega, en su primer libro. Se trata de una nueva
trayectoria que se inicia con su obra Psicología y Canalización del Instinto de Lucha.
Es ésta una publicación en la cual incursiona dentro de cierta temática social muy propia de la
Venezuela postgomecista. En ella, Prieto plantea con indiscutible preocupación pedagógica, los
riesgos previsibles para el futuro del país, si no se aborda de manera científica el estudio de las
peligrosas manifestaciones de violencia presentes en algunos sectores de la sociedad, como
desbordamientos de muchas tensiones reprimidas en la población, a causa de tantos años de
represión padecidos durante la larga tiranía de Gómez.
Dada su sensible actitud de educador, alza la voz a tiempo para advertir que, ante los impulsos
desbordados de un pueblo reprimido durante veintisiete años, no son propiamente las medidas
compulsivas las que puedan garantizar efectividad en las nuevas tareas hacia las cuales se aspira
orientar al país. Cualquier procedimiento represivo que se adopte, en lugar de ser una respuesta
apropiada para calmar o neutralizar la intensidad de la violencia, probablemente pueda
transformarse más bien, en un estímulo para aumentarla, sin esperanzas de garantizar después
mayores posibilidades de control, cuando las consecuencias generadas o desencadenadas por su
causa, en el futuro inmediato o lejano, ya hayan tomado proporciones de calamidad irreversible.
Gracias a la firmeza de dichos principios, logró mantenerse consecuente en la convicción de
revalorizar la importancia del hombre, como factor esencial de todo proceso de transformación
social. Por eso perseveró en defender la necesidad de canalizar los esfuerzos del ser humano,
primordialmente, hacia propósitos que permitieran alcanzar la superación de sus precarias
condiciones de vida. En conformidad con esta posición, no llegó a vacilar nunca en la necesidad de
orientar el rumbo de sus expectativas, hacia la meta del quehacer educativo.
Otro de sus grandes aportes en materia educativa, además de su legado bibliográfico, fue la
creación del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) en 1959. En su labor como
jurisconsulto integró la Comisión Redactora del Proyecto de Constitución Nacional (1936) y de la
Carta Magna de 1961. Asimismo, fue coautor del primer proyecto de Ley de Educación (1948) y de
la Ley de Educación vigente, promulgada el 9 de julio de 1980. En 1986 formó parte de la Comisión
Presidencial del Proyecto Educativo Nacional coordinada por el doctor Arturo Uslar Pietri.
Además de los aspectos anteriores, Prieto tuvo otras iniciativas de carácter institucional: Consejo
Nacional de Universidades; Patronato de Roperos Escolares y Comedores Escolares; la primera
escuela de Teatro de Venezuela (1947); el Taller Libre de Arte (1948); el Instituto de
Profesionalización del Magisterio (1947), actual Instituto de Mejoramiento Profesional; adscribió
la Radio Nacional, fundada en 1946, al Ministerio de Educación (1947), modernizando sus
instalaciones.
En este último año incrementó la subvención por parte del Estado a la Orquesta Sinfónica de
Venezuela, subvención existente desde 1936, e impulsó la creación del Servicio de Investigaciones
Folklóricas Nacionales y el órgano divulgativo del mismo, la Revista Venezolana de Folklore, cuyo
primer número corresponde al lapso enero-junio de 1947. Mediante una resolución del 10 de julio
del mismo año, transformó la vieja Escuela de Artes y Oficios para Hombres en Escuela Técnica
Industrial.

CONCEPTO FILOSÓFICO DE LA EDUCACIÓN


“Humanismo Democrático”

Para Luis Beltrán Prieto Figueroa, la educación está destinada a la formación integral del hombre
con énfasis en el desarrollo humanístico, acorde con el contexto social específico, y su proyecto
educativo estaba dirigido a la formación de hombres libres con herramientas para desarrollarse
económica y socialmente dentro de la sociedad.
En el Proyecto de Ley Orgánica de Educación Nacional (1948), planteaba en la exposición de
motivos los siguientes principios:
La filosofía de la educación nacional que fundamenta este proyecto puede sintetizarse en una
expresión de neto contenido: Humanismo democrático. Formar al hombre en la plenitud de sus
atributos físicos y morales, ubicado perfectamente en su medio y en su tiempo como factor
positivo del trabajo de la comunidad, tiene que ser la meta de un sistema educativo moderno. La
educación venezolana ha de ser, por tanto, humanista, desde las escuelas primarias hasta los
institutos superiores (Proyecto de Ley Orgánica de Educación. 1948:4-5)
Prieto definió una nueva idea de lo que debía ser la educación en el país y del rol que debía tener
el Estado como actor docente en la construcción de una sociedad más equitativa y democrática,
así como de los maestros como ejes impulsores de la educación de masas. Conocedor de la
realidad venezolana, fue pilar fundamental en la implantación y desarrollo de nuevos esquemas en
el proceso educativo venezolano. Definió lo que significa el Estado docente, las concepciones
sobre la gratuidad de la enseñanza y el rol de la educación privada.
En la “Ley Orgánica de Educación” de 1948, se establecieron siete objetivos fundamentales:
• Lograr el desarrollo armonioso de la personalidad.
• Formar ciudadanos aptos para la vida y para el ejercicio de la democracia.
• Fortalecer los sentimientos de la nacionalidad.
• Acrecentar el espíritu de solidaridad humana y fomentar la Cultura.
• Valorizar el trabajo como deber cívico fundamental.
• Aprovechar las riquezas naturales.
• Desarrollar la capacidad productora de la nación. (LEY ORGANICA DE EDUCACION DE 1.948,
Artículo 2º, Caracas).

El Estado Docente

Prieto hace uno de los más importantes aportes teóricos sobre la educación venezolana,
expuestos en la tesis del Estado docente, la cual elaboró a partir del concepto Estado social de
Hermann Heller, de la escuela política alemana. Esta tesis la expuso en una conferencia dictada en
la escuela normal Miguel Antonio Caro (agosto 1946), cuando expresó que “todo Estado
responsable y con autoridad real asume como función suya la orientación general de la educación.
Esa orientación expresa su doctrina política y en consecuencia, conforma la conciencia de los
ciudadanos”. De acuerdo con lo anterior, la educación debía responder al interés de la mayoría y
en tal sentido habría de ser democrática, gratuita y obligatoria combinando la igualdad de
oportunidades y la selección sobre la base de las capacidades del individuo. Por lo tanto, la
educación es función esencial del Estado, y debe buscar dignificar la profesión docente.

El Alumno

Durante los últimos años de las primeras tres décadas del siglo veinte las generaciones
emergentes del país, comprendidas desde la infancia hasta los grupos de mayor madurez,
especialmente las correspondientes a la juventud, enfrentaban la realidad de haber sido formados
dentro de una tradición sociocultural basada en principios autoritarios, propios del sistema
sociopolítico que venía rigiendo el comportamiento del país.
Entre los propósitos de mayor valoración social perseguidos por la educación de aquella época
estaban la obediencia, el respeto y la sumisión irrestricta a los criterios de la autoridad, ya fuera
ésta relativa al hogar o al resto de las instancias socioculturales o políticas de la colectividad,
resaltando como normas de conducta a ser perseguidas por el sistema. Entonces, es fácil suponer
la magnitud del grado de rigidez predominante en la clase de educación que se debía impartir en
aquellos tiempos para poder proporcionar de manera consecuente el tipo de ciudadano requerido
por la sociedad de entonces.
En virtud de tal preocupación hombres de una mentalidad tan progresista y revolucionaria en el
ámbito cultural, social y político como lo fue el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, no pudieron eludir
la necesidad de plantear una nueva orientación para la educación que debía implantarse en el
país, con el fin de hacer posible una nueva sociedad totalmente distanciada en inquietudes
culturales e ideales políticos y sociales, de aquella que predominó durante la dictadura de Juan
Vicente Gómez.
Por tal motivo, así como estuvo consciente siempre de la necesidad de formar un magisterio con
nueva mentalidad para asumir las responsabilidades del desarrollo futuro del país, asumió de igual
modo la tarea de luchar por una educación más a tono con los requerimientos nacionales. Se
trataba de un enfoque diferente, según el cual la actividad del educador debía desarrollarse como
una función formativa, cuyo mayor énfasis radicaba en el respeto a la personalidad del educando.
Con esta nueva concepción, los intereses del niño y su naturaleza psicofísica pasan a ser los
principales elementos a tener en cuenta para determinar las condiciones y propósitos en los que
deberá inspirarse el proceso de su formación. El niño es ahora el ser y el sujeto que protagoniza el
proceso educativo y no propiamente, como hasta entonces venía ocurriendo, el objeto de la
educación. Ahora es un ente propio y autónomo, con esencia y facultades muy bien definidas,
para que no se lo continúe considerando sólo como un instante en la vida del hombre.
Ésta pasará a ser una concepción de implicaciones y consecuencias técnicas tan novedosas en
cuanto a enfoques y procedimientos pedagógicos, que sus efectos no tardarán mucho en hacerse
sentir en la educación, mediante cambios absolutamente radicales en los métodos de enseñanza,
hasta favorecer el justo reconocimiento y respeto de la personalidad y naturaleza psicosocial del
niño, para lograr de este modo, que se definan y pongan en práctica los principios y normas que
deberán regir en el proceso formativo de su personalidad.

El Maestro

La tesis sostenida por el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa sobre el rol del maestro en la
conformación del futuro de Venezuela, se manifiesta como una posibilidad estrechamente
vinculada con el progreso de su educación, cuyo logro será cada vez más efectivo y duradero en
aquella medida en que los maestros sean capaces de luchar con voluntad para elevar el nivel
cultural de sus habitantes.
El maestro debe desempeñarse como un orientador social nato y como consecuencia lo fuerza a
tener que cumplir obligaciones profesionales de tan compleja naturaleza que no son fáciles de
asumir por ninguno de los otros conductores cívicos de la sociedad. Es el maestro quien tiene
capacidad y formación para influir en el comportamiento humano y están capacitados para
desarrollar las facultades creativas de los hombres, para hacerlos actuar en la dirección correcta;
en una palabra, para educarlos.
En su libro El Concepto del líder, el maestro como líder (1969), Luis Beltrán Prieto Figueroa
expresaba lo siguiente:
No puede ser educador quien ha perdido la capacidad para aprender. No puede ser educador
quien no sienta la inquietud de renovación permanente, porque la educación es eso, un proceso
de cambio y de transformaciones en el cual nosotros cambiamos con el mundo al mismo tiempo
que intervenimos en el cambio en éste realizado. Educar es auto educarse.
En este sentido, el Maestro Prieto estudió la situación relacionada con el proceso evolutivo de la
educación, tomando en cuenta la debilidad existente entre la identidad nacional y sus raíces, con
las exigencias del presente y más aún por su escasa visión proyectiva como servicio que debe estar
siempre en guardia contra la obsolescencia y, por consiguiente, intuir y adelantarse a los
requerimientos del futuro.
Propugna y estimula el liderazgo del educador para que sepa descubrir y encauzar de manera
positiva todas las reservas de creatividad encerradas en el mundo de los jóvenes. Para que
descubra y se aproveche de la facultad renovadora de la educación y una vez ya en posesión de tal
seguridad procurar juntos, maestros y alumnos, sentir la satisfacción de saberse actualizados para
inspirarse un recíproco entusiasmo de superación permanente.

La Escuela Renovada. Métodos de Enseñanza

Para el Maestro Prieto la escuela renovada no consiste sólo en una transformación de métodos y
procedimientos, esto apenas son los medios; la Escuela Renovada es la creación de un espíritu. Si
la escuela antigua fue expresión de regímenes autocráticos, la educación renovada, que aspira a
incorporar a todos los hombres a la vida libre de la colectividad, es democrática, y por tanto pide
la intervención de los alumnos en su propia educación, dejando al maestro la función de guía
inteligente, que condiciona la experiencia y hace factible una auto dirección de los espíritus
infantiles, que marchan a la integración.
Sólo se aprende lo que se practica y por ello es necesario auspiciar la introducción de las prácticas
democráticas en la escuela; si el mundo ha de ser democrático, el pueblo precisa aprender a serlo;
y cualquiera que sea el régimen educativo será preciso que se enseñe, en cualquier lugar y de
cualquier modo. Hay un modo de enseñarlo y la escuela precisa practicarlo.

CONCLUSIONES

1) El Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa fue un educador de avanzada que propuso estrategias en el
ámbito educativo, las cuales permanecen vigentes y que a pesar de la simplicidad con que planteó
su filosofía, aún se intentan concretar sin resultados óptimos, quizá por falta de un verdadero
compromiso de cambio.
2) Sus aportes fueron numerosos, especialmente dirigidos hacia la dignificación de la profesión
docente a través de su continua formación, concientización y compromiso con sus funciones,
liderizando el proceso de descubrir y encauzar el potencial que cada estudiante posee para su
desarrollo humano y el de la sociedad.
3) Fue el primero en reconocer que los estudiantes no son objetos de la educación sino más bien
sujetos protagonistas activas de este proceso y por lo tanto es necesario considerar sus
individualidades, en oposición al modelo autoritario que prevaleció durante todo el siglo XIX e
inicios del XX.
4) Afirmó la necesidad de que la educación se masificara, y que fuese herramienta para que la
sociedad evolucionara hacia el progreso; este progreso debe ser cónsono con las políticas del
Estado, el cual debe asumir su cuota de responsabilidad dentro del sistema educativo

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