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Introducción / 9
Agradecimientos / 13
◗ Capítulo I
Colonizar la(s) fatalidad(es) / 15
1. El acontecimiento irruptivo en la ciudad fronteriza / 17
2. Cartografía analítica para ubicar la relación violencia sistémica-miedos / 23
2.1 Violencia sistémica: más allá de los límites de la agresión / 24
2.2 Paroxismo de los miedos: entre ruegos y conjuros,
hierofanía del resguardo / 29
2.3 Colonizar la fatalidad. Por una matriz teórico-conceptual / 39
2.3.1 Interpelación ideológica / 39
2.3.2 Socialidad de resguardo / 42
2.3.3 Zonas de contención / 44
3. Recorrido metodológico / 45
3.1 Observación etnográfica / 48
3.2 Entrevistas a profundidad / 50
3.3 Territorialidades antropofóbicas / 50
3.4 Revisión hemerográfica / 51
◗ Capítulo II
Zonas de contención. El contexto de la violencia
sistémica en la frontera norte de México / 55
1. El contexto global de la securitización / 58
1.1 La estrategia de contención de “Las ventanas rotas” / 61
1.2 Espacios seguros urbanos: El discurso del Banco Mundial / 64
2. Violencia sistémica y Estado penal: Estrategias de “Mano Dura”
del Plan Mérida y Operativo Conjunto Chihuahua-Juárez / 68
2.1 La Iniciativa Mérida / 69
2.2 El Operativo Conjunto Chihuahua-Juárez / 75
2.3. Estrategia en crisis: El Estado penal anulado
y prácticas de contención policial / 80
3. Del fetichismo de la securitización al cinismo punitivo:
el dominio de la zona de contención / 82
◗ Capítulo III
Pasajes de la Fatalidad. La producción
mediática de la violencia sistémica / 87
1. Frescos de Rebato: La producción mediática institucional / 92
1.1 Paisaje uno: “Retóricas mediáticas de la violencia” / 94
1.2 Paisaje dos: “Publicitación de la mano dura” / 95
1.3 Paisaje tres, el marco mediático cínica / 96
2. Escenificaciones de la paralegalidad clandestina / 99
2.1. Video “rendición de cuentas y ejecución” / 100
2.2 Publicitando la presunta criminalidad / 102
2.2.1 Correos de alarma / 103
2.2.1.1 Correo uno (copiado textualmente) / 104
2.2.1.2 Correo dos (copiado textualmente) / 106
3. La producción mediática de la fatalidad / 109
◗ Capítulo IV
Etnografía de la fatalidad: paisajes de la violencia
sistémica y sus miedos en la ciudad fronteriza / 113
◗ Capítulo V
Acción colectiva y resistencia: en busca
de una socialidad de reconocimiento / 137
1. Episodios de barbarie / 141
1.1 Centro de rehabilitación para las adicciones “El aliviane” / 141
1.2 Villas de Salvárcar / 143
1.3 Horizontes del Sur / 145
2. Acción colectiva y protesta social: dramatizando la dignidad / 146
2.1 “Todos somos Manuel” / 148
2.2 “Porque eran estudiantes, no pandilleros” / 153
2.3 “Si le dan a uno, nos dan a todos” / 159
2.4 Acción colectiva y protesta. La expresividad de la resistencia / 160
3. En busca de una socialidad de reconocimiento / 168
◗ Capítulo VI
Epílogo. Urben dolore, mortem cotidie / 173
1. Muerte y cotidianeidad: el deambular de las keres / 174
2. “Aquí están, mátenlos” Ritualidades de ejecución / 179
3. Imaginarios de ejecución. “Eran delincuentes, se lo merecían” / 181
Bibliografía / 183
Introducción
El concepto de ciudad se degrada (De Certau, 2000), el anclaje teórico-
conceptual, que ubicaba a la ciudad como escenario de movimientos defini-
dos desde lógicas entronizadas por la modernidad, hace varios años que exige 9
ser replanteado. La labor de los relatores de las dimensiones en el estudio de la
ciudad como escenario de revaloración, lleva a reconstruir posibles alternati-
vas de viaje que generan los mapas de aproximación conceptual. Esto tiene el
fin de instaurar nuevamente una representación de la realidad fundamentada
en la reapropiación del espacio urbano como escenario de reconocimiento y
solidez del tejido social.
Mapear la ciudad desde los límites disciplinares, es una búsqueda por las
fragmentaciones y manifestaciones de ruptura que desdibujan marcos de re-
ferencia que han anclado los principios de legitimidad programables y funda-
cionales de proyectos hegemónicos, que en gran medida han establecido el
rumbo de aproximación al estudio y entendimiento del fenómeno urbano. La
ciudad habla, se muestra, pero también se esconde, se reagrupa, se pierde.
Adentrarse en los caminos de vereda es comenzar por descubrir y visibili-
zar historias al ras del suelo: el tejido de los lugares antropológicos; las huellas
del caminante; el discurso que da lugar al vacío doctrinario convirtiéndose en
relato, en las fabricaciones potencialmente subversivas que constituyen espa-
cios de legitimidades alternas. Es hablar de los pasos perdidos, del proceso del
caminante que genera representaciones a partir de sus huellas y sus trayecto-
rias: mapas escondidos de la ciudad.
Caminar es al sistema urbano lo que la enunciación es a la lengua: un
proceso de apropiación de límites topográficos. También es la posibilidad de
desplazar, inventar o generar atajos, desviaciones e improvisaciones del andar.
El caminante transforma en otra cosa cada significante espacial. En esta po-
sibilidad se construye el relato, instrumento de poder que visibiliza el habitar
vuelto narrativa, y el susurro como rebeldía a los códigos sonoros constituidos
en marcos de dominio. Existe una urgente necesidad de despertar las historias
que duermen en las calles.
15
Colonizar la(s) fatalidad(es)
2 En su texto, Reguillo plantea tres ejes para ubicar su propuesta de antropología del
acontecimiento: a) la construcción analítica de la categoría de actor urbano, que tradicional-
mente se ha caracterizado por otorgar una simple aproximación funcional a éste,
a partir del uso de términos como habitante, poblador, usuario, manifestando una
notable ausencia de dispositivos reflexivos que hagan explícito el concepto de actor
que se privilegia: “el vecino, poblador, damnificado, espectador, público, víctima,
usuario, son soportes empíricos de sujetos que participan del proyecto urbano, pero
estos individuos empíricos (individuales o colectivos) actualizan y dramatizan (po-
nen en escena) un conjunto complejo de competencias que modalizan y organizan
su relación con el mundo social” (Reguillo, 2005, p. 323); b) la relación entre ciudad y
acontecimiento, sin perder de vista la dimensión territorial, comprendiendo a la ciudad
como espacio socialmente construido; el acontecimiento irruptivo, el desastre, per-
mite un nuevo tipo de observador, modifica la percepción vivencial de la ciudad, y
aquí tienen un juego clave los medios que potencializan los modos de representar
el escenario urbano: “los medios, especialmente la televisión, han sido capaces de
hacer visible la ciudad, de darle coherencia al relato del fragmento” (Reguillo, 2005,
p. 329), y en relación con el acontecimiento irruptivo, permiten otorgar densidad a
la fatalidad como reducto de significación; es decir, la ciudad actual no puede ser
pensada sin la referencia a los medios; c) la gestión del riesgo, que hace referencia a
la visibilidad entre los llamados “saberes expertos” y el ciudadano común ante el
desmoronamiento de una institucionalidad sostenida en el riesgo calculado. A me-
dida que el acontecimiento irruptivo permea como fatalidad, se observan prácticas
de respuesta colectiva que desde la clandestinidad buscan establecer tácticas de
resistencia ante la crisis del orden formal, tradicional e institucional. Estos tres ejes
están estrechamente relacionados con la columna vertebral del trabajo que coloca
a la relación violencia sistémica-miedos y ciudad, como el eje analítico clave para
comprender cómo se construye la fatalidad.
no castigan a los culpables, ¿crees tú que la gente tiene derecho o no de hacer jus-
ticia por su propia mano?”, a nivel Nacional, de los hombres encuestado el 40.5%
respondieron sí; de las mujeres, el 40.5% y del total de los encuestados, el 40.4%
contestaron sí a la pregunta. (http://cendoc.imjuventud.gob.mx/investigacion/
encuesta.html)
11 Ya lo veremos en el siguiente capítulo, el peso de la violencia, como recurso que
dinamiza prácticas y representaciones que rompen con el dominio de lo institucio-
nalizado, hace referencia a lógicas de paralegalidad. “El problema de las violencias
contemporáneas no estriba tanto en la ilegalidad, como en su enorme poder para
construir formas paralelas de legalidad, poder que proviene de su capacidad para
instalarse como relato inevitable que interpela no a la comunidad, sino al indivi-
duo” (Reguillo, 2005). Narcotráfico y crimen organizado son actores que atraen
a una gran cantidad de individuos que, desprovistos de la certidumbre —no solo
político, social, sino también económica y sobre todo cultural— ven en éstos la
posibilidad de restituir, aunque sea por momentos breves —el promedio de vida de
los jóvenes que ingresan al narcotráfico como narcomenudistas o sicarios no pasa
de los 23 años—, gran parte de lo que la institucionalidad moderna les ha negado.
“Cuando lo público pierde su fuerza articuladora, cuando se desdibujan las razo-
nes para estar juntos, cuando el sentido de lo que significa la vida se desdibuja, las
violencias se fortalecen alimentándose a sí mismas del exceso retórico que sustituye
la institucionalidad erosionada” (Reguillo, 2005; p. 402)
• Espacios del miedo. Por espacios del miedo se hace referencia a esos
escenarios donde los miedos se colocan y reproducen a partir de tres 35
propiedades: a) territorialidad, todo escenario es un lugar y se ubica
espacialmente, comprende límites reales y formales, que establecen
las prácticas y narrativas de resguardo; b) infraestructura, que no
sólo se refiere a la urbana —calles, baldíos, casas abandonadas—,
sino también al equipamiento de la “protección”, a esos recursos
de resguardo que tienen en los amuletos su referente principal, es
decir, nos hallamos ante una infraestructura material y simbólica
que constituye las provisiones que permitirán transformar a la ame-
naza manifiesta en la angustia en miedos identificables; y c) despla-
zamientos-movilidades, entendida como las estrategias de los sujetos
para colocarse frente al miedo y que se define por el dinamismo que
exige una creatividad angustiante ante la amenaza latente que se
traduce en diversas estrategias de resguardo que van desde sofisti-
cadas estructuras de vigilancia, hasta la improvisada colocación de
obstáculos como piedras y tambos rellenos de cemento.
• Agentes del miedo. Lo que coloca la desconfianza en todo aquel, y más
siendo extranjero, cuya imprevisibilidad es amenazante a la segu-
ridades individuales.13 Como vimos en el apartado anterior de la
violencia simbólica, la figura del “chivo expiatorio” es fundamental
para visualizar la angustia latente y darle certeza a la amenaza con-
virtiendo la angustia en miedo al colocar en ese otro amenazador
la carga de los males de la colectividad. Por agentes del miedo ha-
cemos referencia a toda figura o actor que se coloca en relación a la
13 La máxima Bizantina “si un extranjero viene a tu ciudad, se relaciona contigo y se
entiende contigo, no te fíes de él; al contrario, es cuando hay que tener más cuidado”
(Deleumeau, 2005). Incluso, no sólo del extraño habría que desconfiar por su simple
condición de sospecha, sino también del prójimo, del vecino. Aquellos que, denun-
ciados por no acatar las normas impuestas del resguardo y la desconfianza, eran
acusados de “herejía” y “brujería” y cuyos pasos se habían espiado cotidianamente.
3. Recorrido metodológico
Entodoacontecimientoirruptivoseentremezclanunaracionalidadhistórica
—articulación estructural de larga duración— y una racionalidad de la co-
municación —modos de decir, representar y metaforizar el acontecimiento—
(Reguillo, 2005).17 Olvidar que los escenarios urbanos son una construcción
histórica y política, es exponernos a quedar limitados por visiones que redu-
cen a lo particular —“efectos de barrio” (Wacquant, 2005)— descripciones
que asumen que, en lo íntimo de las particularidades, se ubica el “corpus
explicativo” del fenómeno.
18 Para Foucault (1985), los discursos son dominios prácticos, limitados por sus reglas
de formación y sus condiciones de existencia. Con el término “Formaciones discur-
sivas” hace referencia al conjunto de reglas anónimas e históricamente determina-
das que se impone a todo sujeto hablante, y que delimita el ámbito de lo enunciable
y lo no enunciable en un momento y en un espacio.
19 Bourdieu (1995) ha planteado severas críticas a la ingenuidad que supone asumir que
la eficacia simbólica del discurso está en el propio discurso, desestimando la relación
entre las propiedades del mismo, las propiedades de quienes son sus portadores o
ejecutores y las propiedades de las instituciones en las que se inscriben los discursos.
55
Zonas de contención.
El contexto de la violencia sistémica
en la frontera norte de México
De esta guerra no sólo va a resultar miles de muertos,
Y jugosas ganancias económicas. También, y
sobre todo, va a resultar una nación destruida,
despoblada, rota irremediablemente…
Under The Merida initiative, the governments of the United States and Mexico have
formed a partnership to meet the threats emanating from narcotics traffickiers and cri-
minal organizations, threats that directly affect both countries. The Merida Initiative
incorporates enhanced bilateral cooperation and recognition as shared responsibility. The
Initiative will broaden ongoing efforts by U.S. law enforcement agencies to help Mexico
strengthen policing, reduce corruption in the police forces, and improve the accountability
and transparency of Mexican security forces, while promoting human rights protection,
strengthening Mexico´s judicial institutions, and addressing demand reduction in Mexico.
( http://www.wilsoncenter.org)
Son las siete de la mañana, se observa uno de los tantos edificios abando-
nados por empresas maquiladoras, que bajo el argumento de la violencia
en la ciudad o de la crisis económica que azotó la economía global, en el
2008 y 2009, y que el gobierno municipal con la finalidad de poder recibir
a los contingentes militares que cada semana llegan a esta ciudad, renta y
acondiciona improvisadamente como cuarteles militares. La escena llama
la atención en aquella zona que era el recibidor al cual llegaban directivos
empresariales para proyectar en la empresa la producción a generar en los
próximos meses, y en la que ahora se observan militares con armas de fuego
de alto calibre protegidos por muros de costales de arena, así como vehículos
atrincherados, apostados para responder ante cualquier amenaza o atenta-
do que se presente. En el fondo, se puede observar por una reja resguardada
por varios militares acompañados por perros adiestrados, una serie de baños
y regaderas improvisadas donde éstos realizan su aseo diario, así como una
pequeña canasta de basquetbol en la que se distraen jugando entre ellos
mientras tienen su tiempo de descanso. Cada dos o tres horas, se observa la
80
87
Pasajes de la fatalidad
La producción mediática
de la violencia sistémica
“Si la televisión atrae,
es porque la ciudad expulsa”
Uno de los puntos que definió la relación entre los estudios de la comuni-
cación y el de lo cultural, fue trasladar la atención en los medios como actores
de “manipulación”, a las formas de apropiación, a las “artes de hacer” (como
diría Michel de Certau en La invención de lo cotidiano) a partir de tácticas o estra-
tegias generadas por el habitante, producidas o reproducidas en relación con
el discurso mediático. Cuando el evento dramatizado por el relato mediático
se anecdotiza, nos enfrentamos a un grave problema de fetichización de la vio-
lencia. La espectacularización de la violencia que domina cada vez más a la
socialidad de resguardo está provocando un achicamiento de la ciudad que
induce al repliegue sobre el mundo de protección y la sospecha. Ha transfor-
mado la lógica del panóptico de Foucault, en el que unos cuantos observaban
y vigilaban a otros muchos, por el sinóptico en el que muchos miran y se
deleitan con el sufrimiento de unos pocos: las emotividades han dominado el
espacio de escenificación mediática opacando o anulando una racionalidad
crítico-reflexiva que permita abordar el acontecimiento y sus implicaciones
más allá de la simple asimilación anecdótica. Ante el acoso publicitario de
medios nutridos y, a la vez, promotores de una socialidad de resguardo, el
espectador se enfrenta a una angustiante dependencia de códigos interpretati-
vos que colocan a la fatalidad como el único gran marco posible.
47 Uno reciente fue el titulado “Inside Mexico´s Drugs War”, realizado por la página web
www.msnbc.com, en la que una serie de reportajes realizados por un periodista
norteamericano muestra cómo se “infiltró” en operativos llevados a cabo por la
policía federal, principalmente en ciudades del norte de México. Ver (http://www.
msnbc.msn.com/id/3032600/)
México vive una situación sin precedentes por los niveles y las
formas que ha adoptado la violencia que proviene de la delin-
98 cuencia organizada. Esta situación ha puesto a prueba la capa-
cidad del Estado para combatir a los grupos que han hecho del
terror su modo de operar. El poder intimidatorio y corrupto se
ha constituido en una amenaza a las instituciones y prácticas
que sustentan nuestra vida democrática,
El reto que hoy enfrentamos los medios es seguir informando
a la sociedad en un contexto de alto riesgo… no dejar que el
terror vaya dejando plazas informativas. Hoy la libertad de
expresión está amenazada; y
Los medios tenemos la responsabilidad de actuar con profesio-
nalismo y de preguntarnos sobre las implicaciones potenciales
que tiene el manejo de la información… los periodistas y sus
casas editoriales debemos estar conscientes de que los hechos
pueden tener como fin primordial, convertirnos en instrumen-
tos involuntarios de la propaganda del crimen organizado…
cómo consignar hechos con valor periodístico y a la vez limitar
los efectos estrictamente propagandísticos de los mismos… to-
dos los países en los que hay grupos que usan tácticas terroris-
tas lo enfrentan y en muchos de ellos han definido principios y
criterios editoriales…
TIPS:
1. Se tolerante. Si vas manejando y ves que alguien viene pitándo-
te o te quiere rebasar, hazte a un lado, no sabes quién es, ni por-
qué es su prisa. Deja de pelear porque alguien viene alentando el
tráfico o porque se te cerró, mejor respira profundamente, cuen-
ta hasta 10, y VALORA TU VIDA. Evita la bronca, no sabes si
el que vas a golpear tiene otros compañeros en otro vehículo atrás
o adelante y andan armados.
113
Etnografía de la fatalidad:
paisajes de la violencia
sistémica y sus miedos
en la ciudad fronteriza
A padres de familia
Debido a los acontecimientos del día de ayer, que desconocemos y
simplemente al igual que ustedes estamos sorprendidos, las autorida-
des del plantel respaldados por las Autoridades de la Secretaría de
Yo soy católica, creo en Dios, y creo que lo único que me queda es enco-
mendarme todos los días a él… No hay quien nos pueda ayudar o salvar
de no caer muertos en la calle, sólo Dios y la Virgencita… Soy creyente, y si
los que están asesinando en la calle, o los soldados y los policías, creyeran en
Dios y en la Virgen, la ciudad sería otra (Joven operaria de maquiladora).
A mi hermano lo mataron unos días después de que salió del penal, es-
taba preso por vender droga, pero creo que lo mataron los de su propio
La llegada del ejército y de los federales nos hace ver que estamos en un
punto que ya no se puede más en la ciudad… Nos hace ver la realidad de
la situación en la que estamos… Son medidas extremas, pero necesarias, y
espero que sí puedan realizar algo… No creo que puedan erradicar todo,
pero generar que la gente se sienta segura, protegida (Joven universitario).
Yo sí vivo con mucho miedo, sobre todo porque soy mujer, porque desgra-
ciadamente es con las mujeres con las que más se abusa: las violaciones
y asesinatos a mujeres jóvenes como yo, continúan… En Ciudad Juárez,
que una sea mujer, pobre y ande en “la Ruta” es probabilidad de que te
violen o asesinen (Joven universitaria).
2. Horizontes de reclusión
Los procesos de restricción, relacionados a la exclusión y la segregación de
la socialidad de resguardo, nos muestran una ciudad amurallada, no sólo en
la representación que de ésta generan diversos actores que la viven, sino en
la escenificación de prácticas y producción de lugares de encierro que nos
colocan frente a un escenario propio de la fatalidad.56 La cada vez mayor
privatización del espacio público de la ciudad, fortalecido por instrumen-
tos de securitización que constituyen eficientes dispositivos de exclusión,
han provocado el adelgazamiento del lugar de encuentro, convirtiéndola
en una maquinaria punitiva carcelaria (Reguillo, 2006).
56 Varios estudios (Eloy Méndez, 2003, 2004) han trabajado el tema de los fraccio-
namientos cerrados a partir de la sociología urbana en el contexto de las ciudades
fronterizas del norte de México.
Con todo esto del Chapo y del hijo del Chapo, que se vienen todos a
matar, los sicarios y todo eso, pues se vuelve bien insegura la ciudad… Le
tengo miedo a los drogadictos que andan en la calle, sólo llegan con un
“fierro” y te lo encajan en la espalda para quitarte todas tus cosas y si te
mueres desangrado ni modo… Yo, cuando voy en la calle, en el carro, no
No sé qué esté sucediendo en la ciudad […] todos los días hay muertos,
asesinados en las calles. Tenemos muchos soldados y policías y siguen los
muertos, creo que detrás de los homicidios están los soldados. Qué casua-
lidad que llegan sólo a resguardar el lugar del crimen y nunca detienen [a
nadie]. [Como] lo que pasó con los jóvenes asesinados en Villas de Salvár-
car: resulta que llegaron mucho después […] varios de los presentes mani-
festaron que los que dispararon tenían aspecto de soldados. Yo sí creo que
son ellos los que están haciendo todo esto, como no pueden detener a tanto
malandro, quieren limpiar la ciudad matándolos […] inclusive yo les tengo
más miedo a éstos, porque los narcos te matan y se acabó, te rafaguean,
pero el ejército o los federales te siembran armas o drogas, te detienen,
desaparecen, torturan… (Joven operario de maquiladora).
137
Acción colectiva y resistencia:
en busca de una socialidad
de reconocimiento
Es necesario un mito movilizador, una imagen de futuro.
Benjamín Arditi
SCI Marcos
58 Vimos en el segundo capítulo que, desde la puesta en marcha del Operativo Con-
junto Chihuahua-Juárez en marzo de 2008, miles de integrantes de la policía federal
y del Ejército se han encargado de realizar diversas actividades, algunas propias de
sus facultades legalmente, pero también han participado en una estrategia de “lim-
pieza” que ha llevado a cientos de desapariciones forzadas y asesinatos. Ahora bien,
ambos organismos de seguridad han estado presentes constantemente en la ciudad,
lo que no significa que en algunos breves momentos hayan favorecido la puesta en
marcha de proyectos que buscan apoyar a la desprotección e inseguridad que vive la
ciudad (ejemplo de ello fue el plan “Todos somos Juárez”).
Ante estas tres lógicas que enfrentan la ruta analítica, se presentan inte-
rrogantes de cómo razonar el acontecimiento irruptivo más allá de sus impli-
caciones inmediatas y su rango de acción en un espacio colectivo restringido;
cómo considerar el dolor de las víctimas, sin violentarlas, trayendo el acon-
tecimiento hacia una esfera pública que logre trascender la interpretación
“numinosa” y que configure un campo discursivo que reactive la dimensión
política. Dar tiempo, una pausa, a la irrupción de la fatalidad, es una condi-
ción prioritaria en esta necesidad apremiante de restituir sentido a una socia-
lidad de reconocimiento.59 Trasladar el análisis a la capacidad de dramatizar
el espacio político como alternativa de respuesta de una colectividad que se
resiste a resignarse a la fatalidad dominante, constituye uno de los centros de
análisis que nos exige voltear la mirada al lenguaje estético-simbólico que ope-
ra como un enlace entre la vida cotidiana y una potencialidad de protesta. El
problema radica en que la expresividad colectiva manifestada en el performance
y en sus dispositivos de visibilidad —como las marchas y manifestaciones—,
si no viene acompañada de un cambio radical de lo institucional, se puede
perder en una simple escenografía de protesta que termina reduciéndose. Si la
59 Una de las características constantes en los últimos meses. es el surgimiento de un
tipo de analista que ante la vorágine del acontecimiento irruptivo y una celeridad
propia de nuestra simplicidad busca respuestas rápidas y dan alternativas “fast food”.
1. Episodios de barbarie
Los apartados anteriores ubicaron, a partir de relatos-narraciones, así como
prácticas (estrategias-tácticas), paisajes que permiten plasmar la relación
compleja que presentan una violencia sistémica y sus miedos. Con el fin de
favorecer la elaboración de una matriz interpretativa que logre articular los
diversos niveles de análisis (representaciones y prácticas), a continuación
presentamos tres eventos que permiten armar trayectos comprensivos del
acontecimiento irruptivo de la fatalidad:
61 A los pocos días de ocurrir la masacre em “El aliviane”, varios grupos, principal-
mente religiosos —de iglesias cristianas— promovieron un ayuno masivo para pedir
por la salvación y la paz de la ciudad. En una de las participaciones, uno de los
pastores convocantes, sostuvo que lo que ocurrió con los jóvenes acribillados era una
“llamada de atención” por parte de Jehová para “redimir el camino y pedir perdón
por nuestras malas obras” (Nota Diario de Campo, 18 de octubre de 2009).
2.3 “Si le dan a uno, nos dan a todos”
Para finalizar, el tercer evento está relacionado con la agresión directa que
organismos de seguridad —en este caso, la Policía Federal— han eviden-
ciado a lo largo de la implementación del OCCH-J. Darío, estudiante de
Sociología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en la marcha
Onceava Kaminata contra la Muerte recibió un disparo por la espalda por parte
de un miembro de la Policía Federal que, bajo el argumento de sufrir agre-
siones de varios asistentes a la manifestación, disparó su arma contra los
jóvenes que se encontraban dentro de las instalaciones universitarias. A las
pocas horas, se dio a conocer lo acontecido a Darío por diversos medios,
principalmente el Internet y las redes sociales, y se convocó, por estudiantes
y algunos docentes, a una marcha para exigir que se esclareciera el aconte-
cimiento y, principalmente, la salida de la Policía Federal y de los militares.
La marcha se llevó a cabo el 03 de noviembre de 2010 en varias avenidas de
la ciudad, saliendo y terminando en instalaciones de la propia universidad,
y valiéndose igual que en los casos anteriores del uso de mantas y cartulinas
con diversas frases como “Si le dan a uno, nos dan a todos”, “Por qué nos asesinan
67 Salazar (2009) hace referencia a este concepto retomando dos textos centrales: por
un lado el de Acción colectiva, vida cotidiana y democracia del italiano Alberto Melucci
(1999), y por el otro de La construcción simbólica de la ciudad de Rossana Reguillo
(1996).
173
Epílogo. Urben dolore,
mortem cotidie
Imagínense un grupo de hombres en cadenas,
todos condenados a muerte,
de los cuales diariamente unos son degollados
a la vista de los demás.
Los que quedan ven su propia condición
en la de sus semejantes, y se miran unos a otros,
anticipando que les va a tocar su turno:
ésta es la condición humana
Pascal
Juana María, joven de catorce años de edad que apenas estaba estudian-
do el sexto año de la primaria por motivos económicos (integrante de una
familia de 9, en la que el padre abandonó a la madre y desde pequeños
han tenido que laborar en diversas actividades para apoyar el gasto de la
familia), salía aproximadamente a las 10 de la noche de una tienda de su-
permercado en la que trabajaba como ayudante de limpieza al terminar
su escuela por las mañanas. Al salir, y por las condiciones de la ciudad
caracterizada por una infraestructura carente ejemplificada en zonas sin
alumbrado público, grandes terrenos baldíos, y nula vigilancia de seguri-
dad pública, en un trayecto aproximado de tres cuadras por el que tenía
que transitar para llegar a la casa de su abuela con la que dormía entre
semana, en varias ocasiones se había percatado de un grupo de jóvenes
drogados que se juntaban para tomar cerveza. Al tratar de caminar rá-
pidamente, uno de éstos corrió a alcanzarla mientras ella golpeaba con
desesperación varias rejas de algunas casas que se encuentran esparcidas
en la calle (la versión de lo ocurrido a Juana María es resultado de la
declaración que una señora anciana, habitante de una de estas casas,
dio al agente del ministerio público, y al preguntarle porque no abrió la
puerta, su respuesta fue por temor). Juana María fue alcanzada, golpeada
y violada.70
72 Carlos Vilas nos plantea una aclaración pertinente, el carácter de privado indica
que la acción violenta realizada por individuos carece de una propiedad pública que
les permita asumirse como ejecutores de un acto de justicia legal; implica un acto de
violación a la legalidad asumida y otorgada al Estado.
3. Imaginarios de ejecución.
“Eran delincuentes, se lo merecían” 181