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Ramón Morral
Prólogo
Abreviaturas
1. INTRODUCCIÓN. FUENTES LEGALES Y EVOLUCIÓN
2. LA REALIDAD CONCURSAL ESPAÑOLA
3. NOTAS GENERALES DEL SISTEMA CONCURSAL ESPAÑOL
4. PRESUPUESTOS DE LA DECLARACIÓN DE CONCURSO
A) Presupuesto subjetivo: la condición de deudor
B) Presupuesto objetivo: la insolvencia
C) Solicitud
5. LOS ACUERDOS DE REFINANCIACIÓN. INTRODUCCIÓN
6. EL ACUERDO DE REFINANCIACIÓN NO HOMOLOGADO
7. EL ACUERDO DE REFINANCIACIÓN HOMOLOGADO
8. EL PROCEDIMIENTO DE DECLARACIÓN DEL CONCURSO
A) Jurisdicción y competencia
B) La fase procesal desde la solicitud hasta la declaración de concurso
C) Medidas cautelares
9. EFECTOS INMEDIATOS DEL AUTO DE DECLARACIÓN DEL
CONCURSO
10. LA ADMINISTRACIÓN CONCURSAL
A) Concepto, estructura, funciones y naturaleza jurídica
B) Nombramiento, aceptación, separación y retribución del administrador concursal
C) Nombramiento de auxiliares delegados
D) Actuación y responsabilidad de los administradores concursales
E) El informe del administrador concursal
11. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DEL CONCURSO
A) Efectos sobre los derechos y libertades fundamentales del concursado
B) Efectos sobre el patrimonio del deudor. El derecho a alimentos
C) Efectos sobre la actividad profesional o empresarial del deudor
D) Efectos sobre el concursado persona jurídica
E) Efectos sobre los acreedores
F) Efectos sobre los contratos
G) La rehabilitación de los contratos
12. LA MASA ACTIVA. COMPOSICIÓN
A) Acciones de reintegración de la masa activa. Acciones rescisorias y acciones de impugnación
B) La separación de bienes de la masa (separatio ex iure dominii)
C) Deudas de la masa activa
13. LA MASA PASIVA
A) La comunicación de créditos
B) Comunicación posterior de créditos
C) El reconocimiento de los créditos: La lista de acreedores. Clasificación de los créditos
concursales
D) Impugnación de la lista de acreedores
E) Régimen de los créditos concursales. Créditos privilegiados, ordinarios y subordinados
14. LAS SOLUCIONES DEL CONCURSO. INTRODUCCIÓN:
CONVENIO VERSUS LIQUIDACIÓN
15. EL CONVENIO. EL SUPUESTO DE CONVENIO ANTICIPADO
16. LA LIQUIDACIÓN
A) Concepto y legitimación. Efectos
B) Operaciones de liquidación
C) El pago ordenado a los acreedores
17. LA CALIFICACIÓN DEL CONCURSO
18. CONCLUSIÓN Y REAPERTURA DEL CONCURSO
19. VALORACIÓN DEL SISTEMA CONCURSAL ESPAÑOL Y
REFORMA DE LA REFORMA
A) La par conditio creditorum
B) La administración concursal
C) La liquidación
Bibliografía
Índice de materias
Índice de disposiciones citadas
Créditos
PRÓLOGO
Barcelona, festividad de San Jordi, dia del llibre i de la rosa, 23 de abril de 2012
ABREVIATURAS
AC Actualidad Civil
art/s. artículo/s
CC Código Civil
CE Constitución española
cit. citado
Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
CNUDMI
Internacional
FD fundamento de derecho
FJ FJ fundamento jurídico
RD Real Decreto
TS Tribunal Supremo
ult. loc.
último lugar citado
cit.
1. INTRODUCCIÓN. FUENTES LEGALES Y
EVOLUCIÓN
1 Interesa añadir que, a lo largo de esos ocho años, la Ley Concursal ha sido modificada en diversas
ocasiones, incluso antes de su entrada en vigor el 1 de septiembre de 2004. Las normas reformadoras han
sido: Ley 36/2003, de 11 de noviembre, de medidas de reforma económica (BOE n.º 271, de 12 de
noviembre de 2003); Real Decreto Legislativo 6/2004, de 29 de octubre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley de ordenación y supervisión de los seguros privados (BOE n.º 267, de 5 de noviembre
de 2004); Real Decreto Legislativo 7/2004, de 29 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido del
Estatuto Legal del Consorcio de Compensación de Seguros (BOE n.º 267, de 5 de noviembre de 2004);
Real Decreto-ley 5/2005, de 11 de marzo, de reformas urgentes para el impulso a la productividad y para
la mejora de la contratación pública (BOE n.º 62, de 14 de marzo de 2005); Ley 6/2005, de 22 de abril,
sobre saneamiento y liquidación de las entidades de crédito (BOE n.º 97, de 23 de abril de 2005); Ley
25/2005, de 24 de noviembre, reguladora de las entidades de capital-riesgo y sus sociedades gestoras
(BOE n.º 282, de 25 de noviembre de 2005); Ley 30/2007, de 30 de octubre, de Contratos del Sector
Público (BOE n.º 261, de 31 de octubre de 2010); Real Decreto-ley 3/2009, de 27 de marzo, de medidas
urgentes en materia tributaria, financiera y concursal ante la evolución de la situación económica (BOE n.º
78, de 31 de marzo de 2009); Real Decreto-ley 9/2009, de 26 de junio, sobre reestructuración bancaria y
reforzamiento de los recursos propios de las entidades de crédito (BOE n.º 155, de 27 de junio de 2009);
Ley 13/2009, de 3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para la implantación de la nueva
Oficina judicial (BOE n.º 266, de 4 de noviembre de 2009); Ley 4/2010, de 10 de marzo, para la Ejecución
en la Unión Europea de Resoluciones Judiciales de Decomiso (BOE n.º 6, de 11 de marzo de 2010); Ley
11/2011, de 20 de mayo, de Reforma de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje y de Regulación
del Arbitraje Institucional en la Administración General del Estado (BOE n.º 121, de 21 de mayo de 2011);
Ley 38/2011, de 10 de octubre, de reforma de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal (BOE n.º 245, de 11
de octubre de 2011).
2 Unida a esta inquietud de conservación de la empresa, no debe olvidarse que la satisfacción de los
acreedores es otra de las preocupaciones importantes o, esenciales, como se ha afirmado entre nuestra
mejor doctrina. Así, M. OLIVENCIA, «La satisfacción de los acreedores, fin esencial del concurso», en
A. ROJO y E. BELTRÁN (dirs.), Los acreedores concursales, II Congreso Español de la Insolvencia,
Thomson-Cívitas, Cizur Menor, 2010, pp. 31 ss.
2. LA REALIDAD CONCURSAL ESPAÑOLA
— Unidad legal, porque sólo hay una ley, la Ley Concursal, que deroga los
preceptos de la LEC, CC, CdC y LSP.
— Unidad de disciplina, porque ya no se distingue entre deudores civiles y
mercantiles: el concurso se aplica a cualquier deudor (art. 1.1 LC) 3. Sin
embargo, este modelo no está exento de dificultades, como se ha demostrado
desde el primer momento con relación al concurso de las personas físicas no
empresarios o profesionales y así lo viene constatando la doctrina más
autorizada 4. Asimismo, no hay que olvidar que el debate está abierto con
relación a las entidades deportivas. Lo que permite cuestionar la bondad
inicial del modelo escogido por el legislador 5.
— Y unidad de procedimiento, porque los anteriores se reducen a uno: el
concurso, aunque permite tramitar o abrir piezas separadas 6. El procedimiento
tiene una fase común pero desemboca en dos soluciones distintas: convenio o
liquidación.
3 Lo que constituye un ejemplo más de la tendencia a la unificación del derecho privado. Sin embargo,
con independencia de la previsión de un procedimiento abreviado, este modelo no está exento de
problemas y carencias como ha demostrado la puesta en práctica de esta nueva disciplina. Basta con citar
tres ejemplos:
1.º No se prevé la superación de los límites de quita y espera del artículo 100 LC en las propuestas de
convenio para las personas físicas. Sí, en cambio, para las empresas.
2.º No se prevé la posible extinción de las deudas por carencia de activo. Lo que a la práctica sí se
produce con la extinción de la sociedad a la conclusión del concurso por carencia de activo.
3.º No existe un régimen que prevea la suspensión de la ejecución hipotecaria tratándose de vivienda
familiar del deudor concursado de forma similar a lo que ocurre con aquellas fincas hipotecadas del deudor
sujetas a su actividad profesional o empresarial o a una unidad productiva.
De ahí que el debate de regular con ciertas especialidades el concurso con relación a consumidores o
personas naturales es probablemente necesario. Al respecto, la propia LC ya se hace eco de la situación y,
por tanto, la Disposición Adicional única de la Ley 38/2011 prevé que el Gobierno remita en el plazo de
seis meses a las Cortes Generales un informe sobre la aplicación y los efectos del conjunto de medidas
adoptadas para mejorar la situación de las personas físicas y familias en dificultades.
4 En efecto, la problemática es tema de debate en la doctrina nada más aprobarse la LC. Véase, sin
ánimo exhaustivo, J. TOMILLO URBINA y J. ÁLVAREZ RUBIO (coords.), El futuro de la protección
jurídica de los consumidores, Actas del I Congreso Euroamericano de protección jurídica de los
consumidores, Thomson-Cívitas, Cizur Menor, 2008, pp. 199-375, donde puede encontrarse un elenco
importante de trabajos sobre esta cuestión. No obstante, entre otros muchos, véase asimismo, I.
QUINTANA CARLO, «El sobreendeudamiento de los consumidores y la ley concursal», en AAVV,
Estudios sobre la Ley Concursal. Libro homenaje a Manuel Olivencia, t. II, Marcial Pons, Madrid,
2005, pp. 2255 ss.; A. BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO, «El presupuesto objetivo del concurso. En
particular, el problema del sobreendeudamiento de los consumidores», en Las claves de la Ley
Concursal, Aranzadi, Cizur Menor, 2005, pp. 26 ss., y J. PULGAR EZQUERRA, «Concurso y
consumidor en el marco del Estado social del bienestar», RDCP, n.º 9, 2008, pp. 43 ss.
5 La Disposición Adicional 2.ª bis de la Ley 38/2011 prevé que en el plazo de seis meses a la desde su
entrada en vigor el Gobierno deberá remitir a las Cortes Generales un proyecto de ley sobre
especialidades del tratamiento de la insolvencia de las sociedades y asociaciones deportivas profesionales
y de los créditos salariales de sus deportistas.
6 Por ejemplo, el artículo 21.1.7.º LC con relación a la disolución de la sociedad de gananciales ex artículo
77.2 LC, o los incidentes a los efectos, entre otros, de calificar el concurso como fortuito o culpable.
Además, se tipifica una fase preconcursal.
4. PRESUPUESTOS DE LA DECLARACIÓN DE
CONCURSO
C) SOLICITUD
7 Señalan los profesores Ángel ROJO y Emilio BELTRÁN que no constituyen presupuesto de la
declaración del concurso la existencia de una «pluralidad de acreedores» (en contra, P. J. VELA, «La
pluralidad de acreedores como requisito del concurso», ADC, n.º 11, 2007, pp. 221 ss.) ni la existencia de
«masa activa suficiente», aunque lo puedan ser en sentido amplio. No obstante, con relación a la pluralidad
de acreedores admiten que «el Juez deberá declarar el concurso, salvo en aquellos supuestos, ciertamente
excepcionales, en que pudiera resultar manifiesta la inexistencia de otros acreedores resultantes incluso
del propio procedimiento (fundamentalmente, por el ejercicio de acciones de reintegración)» (A. ROJO y
E. BELTRÁN, en A. MENÉNDEZ y A. ROJO (dirs.), Lecciones de Derecho mercantil. El Derecho
concursal (adaptación de las Lecciones 42, 43 y 44 a la Ley 38/2011, de 10 de octubre, de reforma
de la Ley Concursal), 9.ª ed., Cívitas-Thomson Reuters, Cizur Menor, 2012, p. 31).
11 Con relación a esta cuestión, y sobre la base de los artículos 176.1 3.º y 176 bis.4 LC, sostienen ROJO
y BELTRÁN que, en rigor, no constituye presupuesto de la declaración de concurso la existencia de masa
activa por lo que el juez deberá declarar el «concurso sin masa» (A. ROJO y E. BELTRÁN, en A.
MENÉNDEZ y A. ROJO (dirs.), Lecciones de Derecho mercantil, cit., pp. 31 y 32).
12 En el sentido expuesto y, por tanto, de concurso sin masa activa, vid. las consideraciones efectuadas
por J. PULGAR EZQUERRA, «La inexistencia o insuficiencia de masa activa en sede de declaración del
concurso de acreedores», en Estudios de Derecho de sociedades y Derecho concursal. Libro
homenaje al Profesor Rafael García Villaverde, t. III, Marcial Pons, Madrid, 2007, pp. 2007 ss., quien
defiende la viabilidad del concurso en estos casos, entre otras razones, por tratarse de un deber del deudor,
en caso de concurso voluntario, como por el hecho de que se abre la posibilidad del ejercicio de acciones
de reintegración o de responsabilidad que eventualmente pueden suponer la existencia de masa activa.
Finalmente, parece mantener una posición opuesta F. BLASCO, «Inexistencia e insuficiencia de activo. El
llamado concurso sin masa», ADC, n.º 18, 2009-3, pp. 171 ss., que si bien reconoce que la inexistencia de
activo no se configura como un presupuesto del concurso considera que se ofrece, sin embargo, como una
carga del solicitante de tal manera que, si no puede acreditar la existencia de masa, no procede el
concurso.
1.º El acuerdo debe ser suscrito, al menos, por tres quintos del pasivo del
deudor, esto es, el 60 por 100. En el caso de acuerdos de grupo, dicho
porcentaje deberá concurrir de forma individual, esto es, con todas y cada una
de las sociedades afectadas y en forma consolidada, es decir, en relación con
los créditos de cada grupo o subgrupo afectados. En todo caso, se excluirán
del cómputo del pasivo los préstamos y créditos concedidos por sociedades
del grupo.
2.º El acuerdo debe ser informado favorablemente por un experto
independiente designado por el Registro Mercantil. Si el acuerdo afecta a un
grupo de sociedades, el informe podrá ser único para todas ellas. El informe
debe contener un juicio técnico sobre la suficiencia de la información
proporcionada por el deudor, sobre el carácter razonable y realizable del plan
y sobre la proporcionalidad de las garantías conforme a condiciones normales
de mercado en el momento de la firma del acuerdo. No debe realizarse, por
tanto, una suerte de auditoría, sino una evaluación de conformidad con la
información proporcionada. Si el informe contiene reservas o limitaciones de
cualquier clase, su importancia debe ser expresamente evaluada por los
firmantes del acuerdo.
3.º El acuerdo se ha de formalizar en instrumento público, al que se unirán
todos los documentos que justifiquen su contenido y el cumplimiento de los
dos requisitos anteriores.
a) En primer lugar, que el acuerdo haya sido adoptado por el 75 por 100
del pasivo titularidad de entidades financieras (Disp. Adic. 4.ª1 LC).
b) En segundo lugar, que no suponga un sacrificio desproporcionado para
las entidades financieras acreedoras que no lo suscribieron (Disp. Adic. 4.ª3 I
LC).
c) En tercer y último lugar, que el deudor no haya solicitado una
homologación dentro del año anterior (Disp. Adic. 4.ª7 LC).
i) que las esperas que se hubieran pactado, que pueden ser de hasta un
máximo de tres años (Disp. Adic. 4.ª3.II LC), se extienden a las restantes
entidades financieras acreedoras no participantes o disidentes cuyos créditos
no estén dotados de garantía real (Disp. Adic. 4.ª1, in fine, LC); y
ii) que podrá acordarse la paralización de ejecuciones singulares por un
plazo de espera previsto en el acuerdo de refinanciación no superior a los tres
años (Disp. Adic. 4.ª2.II, in fine, y 3.II, in fine, LC).
A) JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA
C) M EDIDAS CAUTELARES
Esos tres requisitos, anudados entre sí, son los presupuestos necesarios
para la imputación de la responsabilidad civil. En ese caso el administrador
concursal responde de los daños a la masa, al deudor, a los acreedores o a los
terceros (art. 36.1 LC).
Los administradores concursales responden solidariamente con los
auxiliares delegados, salvo que prueben haber empleado toda la diligencia
debida para prevenir o evitar el daño. La acción de responsabilidad
prescribirá a los cuatro años, contados desde que el actor tuvo conocimiento
del daño o perjuicio, y se sustanciará ante el juez que conozca o haya
conocido del concurso.
El administrador tiene expresamente prohibido adquirir bienes de la masa
activa, incluyendo las efectuadas por persona interpuesta y las realizadas en
subasta pública. La sanción es grave pues deberán reintegrar los bienes a la
masa, sin contraprestación, y si fuera acreedor perderá el crédito (art. 151
LC).
Por lo que respecta al funcionamiento de la administración concursal, el
artículo 35 LC ha sido modificado sustancialmente debido al cambio de la
estructura de la administración concursal, que, como se ha indicado, pasa a ser
unipersonal y, excepcionalmente, estará compuesto por dos miembros. En ese
caso, cuando la administración concursal esté integrada por dos miembros, las
funciones se ejercerán de forma mancomunada, salvo que el juez disponga la
solidaridad. En caso de disconformidad entre administradores, resolverá el
juez (art. 35.2 LC). De ese modo se impide el bloqueo del funcionamiento del
órgano. Asimismo, las decisiones y los acuerdos de la administración
concursal que no sean de trámite o de gestión ordinaria se consignarán por
escrito y serán firmados, en su caso, por todos sus miembros (art. 35.3 LC).
Este punto se ha modificado en el sentido de haber suprimido la referencia a la
documentación de los acuerdos en libros legalizados por el secretario del
juzgado, probablemente debido a la simplificación de la composición de la
administración concursal. Sin embargo, la LC sigue guardando silencio con
relación a qué debe entenderse por «decisiones y acuerdos que no sean de
trámite o gestión ordinaria», pues sólo éstos deberán consignarse por escrito y
firmarse.
La actuación está sometida a la supervisión del juez, pudiendo requerir
información o una memoria sobre el estado de la fase del concurso.
17 Aspectos que fueron criticados sumariamente por I. ARROYO en el prólogo a la tercera edición de
Legislación concursal, Tecnos, Madrid, 2010, pp. 14-15.
18 Antes de la reforma, cabe recordar las valiosas aportaciones de L. J. PORFIRIO CARPIO, El acceso
a la administración concursal. Examen del artículo 27 de la Ley Concursal, Tirant lo Blanch,
Valencia, 2005, e I. TIRADO MARTÍ, «El sistema de elección de los administradores concursales», ADC,
n.º 3, 2004, pp. 203 ss.
20 La LC añade el artículo 27 bis, que, concretamente, considera concursos de especial trascendencia los
que concurra uno de los siguientes supuestos:
1.º Que la cifra de negocio anual del concursado haya sido de cien millones de euros o superior en
cualquiera de los tres ejercicios anteriores a aquél en que sea declarado el concurso.
2.º Que el importe de la masa pasiva declarada por el concursado sea superior a cien millones de
euros.
3.º Que el número de acreedores manifestado por el concursado sea superior a mil.
4.º Que el número de trabajadores sea superior a cien o lo haya sido en alguno de los tres ejercicios
anteriores a la declaración del concurso.
21 La LC guarda silencio sobre el significado de concurso con «causa de interés público». A la vista del
artículo 27 bis, último párrafo, un «concurso de especial trascendencia» no tiene por qué ser de interés
público por cuanto el mismo precepto aclara que no es necesaria la concurrencia de ninguno de los
supuestos tasados para la consideración de concurso de especial trascendencia para que pueda existir
causa de interés público. En consecuencia, deberá estarse al supuesto concreto. Por ejemplo, casos
conocidos como los concursos de compañías aéreas de Air Madrid, Air Comet o el más reciente de
Spanair, podrían considerarse como concursos de interés público debido a tipo de actividad de los
concursados y por la afectación muy importante de un gran número de consumidores.
22 Cabe recordar que, para el caso de concursos con masa insuficiente para retribuir a la administración
concursal, el apartado c) del artículo 34.2 LC contempla, dentro de la regla de la «efectividad», que se
garantizará el pago de un mínimo retributivo establecido reglamentariamente mediante una cuenta
arancelaria nutrida con aportaciones obligatorias de los administradores concursales detraídas de las
retribuciones que perciban en los concursos en los que actúen.
23 BOE n.º 216, de 7 de septiembre de 2004. Un análisis del mismo, en L. A. SOLER PASCUAL, «La
retribución del administrador concursal. Análisis del Real Decreto 1.860/2004, de 6 de septiembre, por el
que se establece el arancel de derechos de los administradores concursales. La retribución de los
auxiliares delegados y los expertos independientes», RDCP, n.º 3, 2005, pp. 39 ss. También, P. VILA
FLORENSA, en J. M. SAGRERA TIZÓN, A. SALA REIXACHS y A. FERRER BARRIENDOS,
Comentarios a la Ley Concursal, t. III, apéndice III, Bosch, Barcelona, 2004, pp. 2365 ss.
26 Apunta igualmente I. TIRADO MARTÍ, Los administradores concursales, cit., p. 172, que la LC
guarda silencio respecto de las exigencias del artículo 27.1 LC, que entiende no resultan aplicables a los
auxiliares delegados. Consecuentemente, no se exige que tengan una formación determinada.
27 Al respecto, véase en los términos expuestos, J. M.ª GARRIDO, «Comentario al artículo 94», en A.
ROJO y E. BELTRÁN (dirs.), Comentario de la Ley Concursal, t. I, Thomson-Cívitas, Madrid, 2004, p.
1.697; E. VALPUESTA GASTAMINZA, «Comentario al artículo 94», en F. CORDÓN MORENO (dir.),
Comentarios a la Ley Concursal, 2.ª ed., Thomson-Aranzadi, Cizur Menor, 2010, p. 1086.
11. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DEL
CONCURSO
Por otra parte, si, en cambio, el juez acuerda la resolución del contrato,
quedan extinguidas las obligaciones pendientes de vencimiento (art. 62.4.I LC)
pero, con relación a las vencidas, habrá que distinguir según el
incumplimiento sea anterior o posterior a la declaración de concurso. Si es
anterior, el crédito de la parte in bonis, es decir, de la parte no concursada, se
incluye en la masa pasiva del concurso como un crédito concursal,
indemnización de daños y perjuicios incluida, en su caso. Si es posterior, el
crédito de la parte in bonis y, en su caso, la indemnización de daños y
perjuicios van a cargo de la masa (art. 62.4.II LC).
28 Con relación a los efectos del concurso sobre los derechos y libertades del concursado, el artículo 41
LC se remite a la Ley Orgánica 8/2003, de 9 de julio, para la reforma concursal, por la que se modifica la
Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial (BOE n.º 164, de 10 de julio de 2003), cuyo artículo
1.º amplía con mayor detalle el régimen de derechos y libertades del deudor en caso de concurso.
Regulación que se fundamenta en el mandato constitucional del artículo 81 de la Carta Magna al
determinar que el desarrollo de los derechos fundamentales y las libertades públicas debe regularse
mediante Ley Orgánica. De ahí que la LC, con rango de ley ordinaria, no pueda regular tales derechos y
libertades esenciales pues, constitucionalmente, tienen reserva de ley orgánica.
29 Véase, no obstante, con relación al régimen anterior, M. CUENA CASAS, «El derecho de alimentos
en el concurso de acreedores», ADC, n.º 20, 2010-2, pp. 65 ss.
34 El régimen de desembolsos pendientes está regulado en los artículos 81 a 85 LSC, que, por tanto,
resultarán aplicables en lo que no sea incompatible en caso de reclamación por la administración
concursal. Se refieren únicamente para el caso de sociedades anónimas, tipo social en el que se permite el
desembolso mínimo en el momento fundacional o de aumento del capital social (art. 79 LSC). Con relación
a las prestaciones accesorias, tanto para la sociedad anónima como para la sociedad limitada, su régimen
se encuentra en los artículos 86 a 89 LSC.
35 La mediación ha sido regulada recientemente a través del Real Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de
mediación en asuntos civiles y mercantiles (BOE n.º 56, de 6 de marzo de 2012).
36 Sobre la referencia al momento en que debe entenderse que existe el embargo, vid. F. RAMOS
MÉNDEZ, Enjuiciamiento civil, t. I, Atelier, Barcelona, 2008, pp. 208-209.
37 En general, sobre los efectos del concurso en las distintas garantías, vid. ampliamente A. CARRASCO
PERERA, Los derechos de garantía en la Ley Concursal, 3.ª ed., Thomson-Cívitas, Cizur Menor, 2009.
41 Al respecto, véanse las reflexiones que sobre esta cuestión realiza C. SALINAS ADELANTADO,
«Principios básicos aplicables a los efectos del concurso sobre los contratos», ADC, n.º 24, 2011, pp. 99 ss.
43 No obstante, existen excepciones en nuestra legislación que permiten la extinción del contrato por
causa del concurso de una de las partes, por lo que no será de aplicación lo establecido por los artículos 61
y 62 LC. Por ejemplo, en materia de contrato de agencia mercantil, el artículo 26 LCA permite dar por
finalizado el contrato en caso de concurso de la otra parte.
44 Con esta nueva redacción, la LC tiene en cuenta las posibles diferentes dimensiones de una empresa,
lo que no sucedía en la redacción anterior, siendo objeto de crítica por la doctrina que se había ocupado de
esta cuestión. Al respecto, A. V. SEMPERE NAVARRO, «Apuntes laborales sobre lo colectivo y lo
individual en la Ley Concursal», RDCP, 3, 2005, pp. 107 ss. En todo caso, una primera aproximación,
especialmente desde la perspectiva judicial, sobre la problemática laboral del concurso tras la aprobación
de la LC, puede verse en J. GULLÓN RODRÍGUEZ y E. PALOMO BALDA (dirs.), Aspectos
laborales de la Ley Concursal: especial referencia al Fondo de Garantía Salarial (FOGASA),
Cuadernos de Derecho Judicial, XXI, CGPJ, Madrid, 2005. Más concretamente, véanse los trabajos de A.
MONTOYA, «El expediente de regulación de empleo en el concurso de acreedores (Sobre las
extinciones, suspensiones y modificaciones de contratos de trabajo en situaciones concursales», pp. 419
ss.; I. GARCÍA-PERROTE, «La negociación del expediente de regulación de empleo en el concurso», pp.
449 ss., y F. CAVAS, «La resolución de los expedientes de regulación de empleo por causas económicas,
técnicas, organizativas y productivas», pp. 483 ss., los tres publicados en A. ROJO y E. BELTRÁN (dirs.),
Los acreedores concursales, II Congreso Español de la Insolvencia, Thomson-Cívitas, Cizur Menor,
2010.
45 Tampoco ha sido objeto de gran atención doctrinal. No obstante, se ha ocupado de esta cuestión M.
GÓMEZ MENDOZA, «La rehabilitación de créditos en el concurso», RDCP, n.º 6, 2007, pp. 43 ss.
12. LA MASA ACTIVA. COMPOSICIÓN
a) Acciones rescisorias
b) Acciones de impugnación
Los titulares de bienes que estén en poder del concursado están facultados
para reclamar su entrega. Se trata de un derecho de separación para restituir a
sus legítimos titulares los bienes en poder del concursado (art. 80.1 LC).
Derecho que suele conocerse bajo la expresión latina separatio ex iure
dominii. El apartado primero del artículo 80 LC se refiere a «bienes», sin más
explicaciones. Por tanto, la LC deja abiertas las posibilidades. Puede tratarse,
por tanto, de bienes muebles o inmuebles e incluso de derechos, que sí se citan
en el artículo 81.1 LC. Por ejemplo, derechos de propiedad industrial o
derechos de crédito, por citar dos ejemplos.
Es posible, en efecto, que el concursado esté en posesión de maquinaria u
otros bienes pertenecientes a terceros, que, por tanto, no deberán incluirse en
el inventario que elaborará la administración concursal (art. 82.5 LC),
pudiendo ser reclamados por sus legítimos propietarios. Sin embargo, la LC
exige que el concursado no tenga sobre tales bienes derecho de uso, garantía o
retención (art. 80 LC). Lo que sucedería, verbigracia, en el caso de posesión
de bienes a título de arrendatario, usufructuario o depositario o como
consecuencia de la ejecución de una obra en bien mueble de tercero (art. 1.600
CC). Fuera de esos supuestos el legítimo propietario podrá reclamar la
devolución de sus bienes. Por ejemplo, materias primas entregadas al
concursado en el marco de un contrato de arrendamiento de obra por empresa
con entrega de materiales.
Con relación al procedimiento para solicitar la entrega de los bienes, la
LC únicamente señala que serán entregados por la administración concursal,
por lo que bastará un escrito presentado en sede judicial con traslado a la
administración concursal o directamente a dicho órgano. Contra la decisión
denegatoria de la administración concursal el interesado deberá plantear
incidente concursal. Al respecto debe indicarse que el silencio de la
administración concursal ante el requerimiento de entrega efectuado debe
entenderse como una decisión denegatoria. Consecuentemente, en sede de
incidente concursal, tratándose de bienes legítimos del tercero, el juez debe
condenar a la administración concursal a su entrega con imposición de las
costas procesales.
Con todo, puede darse la circunstancia de que no sea posible la separación
por haber enajenado el concursado los bienes a tercero. En este caso el titular
perjudicado puede optar entre exigir la cesión de la contraprestación, si el
adquirente todavía no la hubiere realizado, o comunicar a la administración
concursal el importe al objeto de que sea incluido en la lista de acreedores
como un crédito concursal ordinario. Lo que deberá hacer en el plazo de un
mes desde la aceptación por la administración concursal o desde la resolución
judicial que hubiere reconocido los derechos del titular perjudicado. El
importe del crédito será el valor que tuvieran los bienes o derechos en el
momento de la enajenación o en otro posterior a elección del solicitante, más
el interés legal (art. 81 LC).
1.º Los créditos salariales por los últimos treinta días de trabajo efectivo y
en cuantía que no supere el doble del salario mínimo interprofesional.
2.º Los créditos por salarios e indemnizaciones en la cuantía que resulte de
multiplicar el triple del salario mínimo interprofesional por el número de días
de salario pendiente de pago.
3.º Los créditos por alimentos del artículo 145.2 LC, en cuantía que no
supere el salario mínimo interprofesional.
4.º Los créditos por costas y gastos judiciales del concurso.
5.º Los demás créditos contra la masa.
Debe advertirse que, como indica el inciso final del párrafo segundo del
artículo 176 bis.2 LC, tales créditos deberán satisfacerse salvo los créditos
imprescindibles para concluir la liquidación. Es decir, el pago de créditos
contra la masa requerirá previamente atender los gastos necesarios para
convertir en líquido los activos del concursado. Sólo después procederá el
pago conforme al orden indicado.
Finalmente, en caso de liquidación resulta aplicable el artículo 154 LC, en
el que destaca el carácter prededucible de los créditos contra la masa, tal y
como hemos indicado. A tal fin señala el precepto que «se deducirá de la masa
activa los bienes y derechos necesarios para satisfacer los créditos contra
ésta». Tras lo cual deberá procederse al pago en los términos y en el orden
que se ha expuesto. En todo caso, quedan a salvo los bienes y derechos con
privilegio especial que, por tanto, quedan reservados para satisfacer los
créditos de los acreedores titulares de dichos privilegios. Por ejemplo, las
entidades financieras respecto de las fincas gravadas con hipotecas
constituidas a su favor.
En suma, como se ha dicho, su carácter de deudas de la masa les confiere
un carácter superprivilegiado: cobran íntegra e inmediatamente, no se someten
al convenio (no sufren aplazamientos ni descuentos) y, en caso, de liquidación
son preferentes (es el efecto de prededucción, ex art. 154.1 LC).
A) LA COMUNICACIÓN DE CRÉDITOS
La Ley 38/2011 ha añadido el artículo 96 bis LC, que pretende resolver una
situación en cierto modo perturbadora que tiene lugar cuando se produce la
comunicación tardía del crédito. Es decir, fuera del plazo de un mes
concedido. Este problema surge, por ejemplo, en los casos de acreedores
extranjeros que ostentan créditos nacidos como consecuencia del suministro de
mercancías a una sociedad española. El desconocimiento de la situación
concursal conlleva, como es lógico, la falta de la comunicación del crédito. En
no pocas ocasiones, incluso la sociedad extranjera había iniciado una
reclamación judicial en su país que se pretende ejecutar en España, sea por la
vía del exequátur o la de la ejecución del título judicial europeo, con la
sorpresa de que la sociedad española está en concurso.
La LC pretende resolver supuestos como el expuesto permitiendo la
comunicación tardía del crédito, si bien con limitaciones. Así, se podrán
presentar comunicaciones desde la conclusión del plazo de impugnación de la
lista de acreedores y hasta la presentación de los textos definitivos. En
principio estos créditos deben reconocerse como subordinados (art. 92.1.º
LC); sin embargo, excepcionalmente se clasificarán según su naturaleza si el
acreedor justifica no haber tenido noticia antes de su existencia. La decisión
de la administración concursal al poner de manifiesto los textos definitivos
será impugnable.
49 En general, sobre las implicaciones entre concurso y fianza y, en particular, sobre el supuesto referido,
véase A. B. PERDICES HUETOS, Fianza y concurso. Las garantías personales en la Ley
Concursal, Thomson-Cívitas, Cizur Menor, 2005, pp. 100 ss.
50 La STS de 28 de septiembre de 2010 (RJ\2010\7146) declara en su FD 2.º que, por más que la
administración concursal haya incluido una lista de deudores, no es razonable que éstos tengan que
presentar, en su caso, demanda incidental, entrando en juego el carácter preclusivo que para los
acreedores tiene el plazo de diez días para impugnar.
51 Sobre esta particular forma de apelación no exenta de crítica, véanse C. SENÉS MOTILLA, «La
integración legal de la “apelación más próxima” en el proceso concursal», ADC, n.º 20, 2009-3, pp. 115 ss.;
J. LÓPEZ SÁNCHEZ, «El régimen de apelación diferida hasta la apelación más próxima y la
conveniencia de su sustitución por una suspensión de la tramitación de la apelación», ADC, n.º 21, 2010-3,
pp. 177 ss.
52 Sobre esta problemática, véase F. J. ARIAS VARONA, «¿Cuál es la posición de los titulares de
créditos garantizados por sujetos especialmente relacionados con el deudor?», RDCP, n.º 2, 2005, pp. 333
ss. En la jurisprudencia, véase la STS de 10 de octubre de 2011 (JUR\2011\368881), en la que un derecho
real de hipoteca de una entidad financiera de importe 11.160.694 euros fue calificado como subordinado al
haber desempeñado en los últimos años el cargo de miembro del consejo de administración de la entidad
concursada.
14. LAS SOLUCIONES DEL CONCURSO.
INTRODUCCIÓN: CONVENIO VERSUS
LIQUIDACIÓN
53 Según la STS de 25 de octubre de 2011 (RJ\2012\434), FD 2.º, «el papel que corresponde al juez en
dicha aprobación no es la de creador de la regla negocial, sino la de controlador de su legalidad».
55 Señala A. ROJO, ult. loc. cit., p. 144, que mantener la propuesta evita al juez que tenga que dictar una
nueva resolución de admisión a trámite y un nuevo informe de evaluación de la administración concursal.
Asimismo, recuerda que, conforme prevé el artículo 110.2 LC, se consigue que las adhesiones que se
hubieran producido se tengan en cuenta para el cómputo del quórum de la junta de acreedores y se
cuenten como votos a favor de cara al cómputo del resultado de la votación salvo, claro está, que los
adheridos asistan a la junta.
B) OPERACIONES DE LIQUIDACIÓN
57 Constituye ejemplo paradigmático, por el carácter mediático que ha tenido, la adquisición por la alianza
formada por Cobega, S.A., la cervecera Damm y Victory Turnaround de la adquisición de la unidad
productiva Cacaolat, que pertenecía a la concursada Nueva Rumasa. Decisión adoptada en el seno del
Juzgado Mercantil n.º 6 de Barcelona.
17. LA CALIFICACIÓN DEL CONCURSO
1.º Cuando el convenio fije, para todos los acreedores o para los de una o
varias clases, una quita superior al tercio del importe total de los créditos o
una espera superior a tres años.
2.º En todos los supuestos de apertura de la liquidación, incluido
naturalmente el incumplimiento del convenio (art. 167.1.II LC).
— Por una parte, cuando el juez estime que ha existido dolo o culpa grave
(art. 164.1 LC): es la situación general u ordinaria.
— Por otra parte, el juez está obligado a declarar el concurso culpable si
se producen alguno de los hechos tipificados legalmente (art. 164.2 LC): son
los supuestos especiales de culpabilidad 58. En resumen, estos supuestos son
los siguientes:
59 Según la STS de 16 de enero de 2012 (JUR\2012\61918), FD 9.º, el artículo 165 LC es una norma
complementaria del artículo 164.1 LC y, por tanto, no constituye un tercer criterio respecto de los
apartados 1 y 2 del artículo 164 LC.
60 Los supuestos que contempla el artículo 164.2 LC son, en cambio, presunciones iuris et de iure, esto
es, no admiten prueba en contra. Al respecto, sobre ambas presunciones, véase P. G. BENAVIDES
VELASCO y S. GUERRERO PALOMARES, «La calificación jurídica de las previsiones de los artículos
164 y 165 de la Ley Concursal y sus relaciones con el concurso culpable», RDCP, n.º 13, 2010, pp. 175 ss.
18. CONCLUSIÓN Y REAPERTURA DEL
CONCURSO
Por otra parte, también puede acordarse la conclusión del concurso por
insuficiencia de masa en el mismo auto de declaración del concurso cuando el
juez aprecie de forma evidente la carencia de patrimonio para satisfacer los
créditos contra la masa y que ni es previsible el ejercicio de acciones de
reintegración, de impugnación o de responsabilidad de terceros. Esto ya se
expuso en el capítulo 4 de esta obra al tratar el presupuesto de la insolvencia.
Con el auto firme que declara la conclusión del concurso se levantan todas
las limitaciones impuestas al concursado, salvo las indicadas en la sentencia
de concurso culpable. Pero los créditos no satisfechos perviven, pudiendo los
acreedores iniciar ejecuciones singulares (art. 178.2 LC)61. No obstante, esta
posibilidad deviene una quimera en el caso del concursado persona jurídica,
puesto que la conclusión del concurso por liquidación o insuficiencia de la
masa activa comporta su extinción y la cancelación de su inscripción en los
registros públicos (art. 178.3 LC). Como es lógico, sólo la muerte o la
declaración de fallecimiento de la persona natural concursado impide su
responsabilidad, pero esto no impide que el procedimiento concursal pueda
seguir adelante como concurso de la herencia (arts. 3.4 y 182 LC).
Por lo que concierne a la reapertura del concurso, se regula en los
artículos 179 a 181 LC. Está prevista para los casos de conclusión del
concurso sin satisfacción total o parcial de los acreedores. La reapertura del
concurso se produce en los casos siguientes:
61 No obstante, el Auto de 26 de octubre de 2010, dictado por el Juzgado Mercantil n.º 3 de Barcelona,
declaró la extinción de las deudas de la persona natural concursada tras la liquidación de su patrimonio. El
auto ha sido objeto de acertada crítica por C. GÓRRIZ LÓPEZ, «Extinción de los créditos concursales no
satisfechos durante el concurso (Comentario del Auto del Juzgado de lo Mercantil n.º 3 de Barcelona, de
26 de octubre de 2010)», ADC, en prensa.
19. VALORACIÓN DEL SISTEMA CONCURSAL
ESPAÑOL Y REFORMA DE LA REFORMA
B) LA ADMINISTRACIÓN CONCURSAL
iii) Con ser grave lo anterior, pues las soluciones legales de nombramiento
de dos administradores y el cálculo de su remuneración son contrarios a la
contención del gasto y a la justicia del reparto, más criticable nos parece la
pérdida de la administración del concursado, es decir, que la administración
pase del concursado a los administradores nombrados judicialmente.
El tema es ciertamente delicado y nos limitamos a describir los
argumentos, remitiendo al lector a estudios más documentados. Es sabido que
la Ley Concursal establece la doble posibilidad de nombrar administradores
con o sin pérdida de la administración por parte del concursado: intervención
o suspensión. Por tanto, en los casos en que el juez decide mantener la misma
administración y nombrar administradores con funciones de supervisión, el
problema denunciado no se plantea.
No es menos cierto, sin embargo, que la experiencia, nuevamente la terca
realidad, ha demostrado que en la mayoría de los casos se entrega la
administración a los administradores concursales, apartando completamente a
los gestores sociales de la gestión de la compañía en concurso. Las
estadísticas acreditan la realidad de esa afirmación. Por tanto, admitida esa
premisa fáctica, es igualmente cierto que no siempre el cese de los antiguos
administradores y sus equipos respectivos, sustituidos con la llegada de los
nuevos dirigentes concursales, ha servido para agilizar, o incluso mejorar, la
gestión de la compañía, objetivo irrenunciable en todo procedimiento
concursal.
Ningún administrador quiere llevar a su compañía a una situación de
concurso, salvo casos aislados de negligencia y consiguiente responsabilidad.
La mayoría de las crisis de las empresas son consecuencia de factores ajenos
a la buena o mala gestión de sus administradores. Razones de mercado,
pérdida no deseada —ni siquiera negligente— de competitividad, desarrollos
tecnológicos, aparición de nuevos modelos de negocio, globalización,
irrupción de países emergentes, coyunturas políticas y un sinfín de causas
complejas, que, por conocidas, no terminan de explicar suficientemente el
secreto del mundo de los negocios. ¿Por qué unas empresas triunfan y otras
análogas no?
Sin ánimo de simplificar, resulta inaceptable afirmar de forma generalizada
que la empresa entra en concurso por culpa de sus gestores. Sólo en algunos
casos. Sin embargo, parece que el legislador está pensando en esa hipótesis
pues el cambio de administradores es la solución, generalmente impuesta, a la
empresa en situación de insolvencia. Y no falta lógica en esa decisión porque,
presumiendo que los administradores sociales fueron los culpables de la
insolvencia, deben ser relevados del cargo y, por tanto, se han de nombrar los
nuevos y más competentes administradores concursales.
Pero la lógica no termina ahí. Porque si el legislador está pensando en ese
supuesto generalizado, es decir, el traspaso de la administración, es porque la
causa o las causas de la crisis son imputables a los viejos administradores, y,
por tanto, el legislador debería ser más congruente y deducir simultáneamente
la presunción de responsabilidad. Circunstancia que no sucede
automáticamente, sino a posteriori y cumplida una de las dos condiciones para
la apertura o formación de la sección sexta de calificación. Una: la aprobación
judicial de un convenio en el que se establezca, para todos los acreedores o
para los de una o varias clases, una quita superior a un tercio o una espera
superior a tres años. Y dos: en todos los supuestos de apertura de la fase de
liquidación.
Y si no es así, se debe legislar de otro modo. Concretamente, a nuestro
juicio, se deben mantener los mismos administradores sociales y nombrar un
administrador concursal con facultades de control, supervisión o intervención,
pero no de administración. Y, excepcionalmente, cuando haya presunción de
responsabilidad, nombrar administradores con facultades plenas de gestión.
Admitida nuestra propuesta, queremos salir al paso de una posible crítica
infundada. Se podrá alegar, en efecto, la presunción de inocencia y, por tanto,
la imposibilidad de cesar a los administradores porque sus conductas
fraudulentas o culpables, es decir, su responsabilidad, se fijarán al final del
procedimiento. O, dicho de otro modo, quedan fuera todos los casos en que no
hay motivo para abrir la pieza o sección de calificación y, desde luego, los
que concluyen con exculpación. En definitiva, como falta el presupuesto (culpa
o fraude) la medida llega tarde.
Frente a esa posible crítica, la respuesta está en la regulación de la
institución de las medidas cautelares, cada vez más necesarias en cuestiones
mercantiles, por cierto bien reguladas en la ley procesal, salvo el recurso de
apelación, que debe ser suprimido pues siempre llega tarde y desestabiliza al
juez de primera instancia que adoptó la medida cautelar.
El juez del concurso puede citar a las partes para que, con la celeridad
propia de la pieza cautelar, le ilustren sobre el fumus que asiste al solicitante
de la petición. En conclusión, el juez puede cautelarmente adoptar la medida
más conveniente, eso sí, una vez probada o no la presunción de
responsabilidad. Dispone, además, de la discrecionalidad razonable a la hora
de fijar o no la fianza, reforzando así el equilibrio de la medida cautelar. Y
más adelante, sustanciada la sección sexta, se decidirá definitivamente sobre
la responsabilidad de los administradores.
C) LA LIQUIDACIÓN
62 Cabe recordar que, durante los debates parlamentarios, el Grupo Federal de Izquierda Unida propuso la
creación de un «Cuerpo de Peritos Mercantiles Judiciales» mediante pruebas de acceso a dicho cuerpo.
Véase, al respecto, BOCG, Congreso de los Diputados, VII Legislatura, Serie A, n.º 101-15, 2 de
diciembre de 2002, p. 116, enmienda n.º 54. El problema del modelo de la administración concursal es
cuestión que no ha pasado desapercibida por nuestra doctrina. Antes de la entrada en vigor de la LC y con
relación a la sindicatura de la quiebra, puede verse al respecto I. TIRADO MARTÍ, «La sindicatura
concursal», en A. ROJO (dir.), La reforma de la legislación concursal, Marcial Pons, Madrid, 2003, pp.
151 ss., in totum. Vigente la LC, véase del mismo autor Los administradores..., cit., pp. 369 ss.
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64. Las referencias están hechas a capítulo y, en su caso, apartado, incluidas las notas que pertenezcan a
éste.
Edición en formato digital: enero de 2013
www.tecnos.es