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- “Cómo olvidarla”…

Si a cada momento la tenía junto a mí, si desde que la conocí supe que quería pasar el
resto de mi vida a su lado, pero se fue… No, no lo entiendo, solo sé que duele, si, duele
saber que ya no está…
No me importaba la razón por la que se fue sin decir nada, fuera de una o de otra manera
lo que dolía era saber que no la volvería a ver, y que mi corazón había quedado echo mil
pedazos a causa de su ausencia, porque la amaba, pero a ella no le importo y me dejo, se
fue, quien sabe a dónde, quien sabe porque, pero de algo estoy seguro y es que no soporto
estar un minuto más sin ella, de algo estoy seguro y es que la encontrare, iré tras las
huellas de su amor…
-Amadeo, era bajo de estatura, pero con una mente brillante, de ojos claros como una
mezcla fascinante de miel y menta y un gran corazón, creció en una pequeña aldea con
sus abuelos donde aprendió sus primeras palabras y a dar sus primeros pasos. Su abuela
Ester, era quien más tiempo le dedicaba al pequeño, a quien llevaba consigo a todos lados,
aunque eso significara tener que cargarlo de regreso a casa cuando este se quedaba
dormido. Su abuela le recitaba muchas poesías a pesar de su gran limitación de no saber
leer, le hablaba de su fe y, le cantaba por las tardes, cuando el sol se ocultaba entre las
colinas, y las nubes se bañaban de un precioso color rojo y amarillo siendo arrastradas
por el suave viento del verano, cuando la noche acariciaba con su oscuridad las hojas de
los árboles y cada parte de la pequeña aldea. Entre canciones penetrantes a los oídos del
pequeño que, recostado en el pecho de su abuela, el sueño invadía sus ojos, y su cuerpo
se entregaba a ese descanso silencioso pero necesario para recuperar las energías que al
siguiente día gastaría. Su abuela lo veía y declaraba palabras de amor y prosperidad para
el pequeño, ella como era una mujer muy devota a su religión y sus valores le enseño a
su nieto todo lo bueno que ella pudo a tan corta edad. El joven amadeo creció rodeado
también de a su Abuelo materno José y su hermana mayor Ada, así como de muchos
primos y tíos que hacían de su vida algo muy acogedor y cómodo. Como muchos niños
de su edad él quería vivir y disfrutar de su niñez, pero siempre regresaba aquel tormento
a su vida, que lo tiraba sin lastima de el en cama a su corta edad sufriendo y volviéndolo
un niño reprimido, inseguro y poco sociable. Su sueño era ser músico, cada vez que él
podía se hacía de pequeñas tablas de madera y les cruzaba de lado a lado a lo largo varias
hiladas de hule como si se tratara de tan bello instrumento, y se dedicaba por horas
imaginando ser un músico prodigio y que con sus bellas melodías cautivaba los corazones
de las aquellas almas más sedientas del amor y la pasión.
Una tarde de invierno, cuando las nubes descargaban toda su furia sobre aquellas tierras
de la aldea, y cuando los truenos y relámpagos manifestaban su poderío, el pequeño cayo
muy enfermo, estando toda la noche despierto con sus pies sobre la pared debido a la
desesperación , y otras veces sobre su abuela que como podía le consolaba al ver sus
pequeños labios morados y su mirada tierna y perdida, su pechito reprimido y sus
pulmones apretujados en su cuerpo que suplicaban respirar, fue tan larga la noche pero
amaneció y su deteriorado estado de salud obligo a que su familia tomara la decisión de
salir de emergencia para la ciudad más cercana, donde le darían el tratamiento necesario
para que el recuperara por lo menos su capacidad para respirar. Así pasaría los próximos
once años de su vida sometido a tan cruel enfermedad, pero aprendió a vivir con tal
desdicha.
Después de cinco años con sus abuelos emprendió su viaje a casa de su mama, donde una
nueva vida con nuevos sueños y nuevas metas empezarían a la edad de seis años.
- ¡Qué bonita esta la casa de mi mama! -dijo amadeo a su abuelo José, quien también
cuando podía lo llevaba consigo a sus viajes a la ciudad. – Si mijo- le dijo su abuelo. –
Aquí es donde vivirás de ahora en adelante- con una lagrima entrelazada entre sus ojos y
su corazón, al saber que su nietecito ya no viviría más con él.
Amadeo como era un pequeño muy inquieto y detallista se emocionó tanto al ver la luz
de los focos y recordar que en casa de sus abuelos eran humaredas que provocaban lo
viejos candiles y que en ellos le encantaba quemarle las patas a las famosas arañas
patonas, entre estos y otros recuerdos que también le conmovían y le entraba la nostalgia,
pero al ver la televisión se le quito todo aquel sentimiento de tristeza y empezó a ver una
novela que llamaba dos mujeres y un camino, algo que le llamo tanto la atención por ser
el protagonista un camionero, y porque una de las mujeres que tenía era muy bonita. Así
lo encontró su mama al llegar después de su trabajo.
Él se alegró mucho al ver a su mama, y la abrazo con todas sus fuerzas, recordando cuando
la esperaba con ansias el dia que ella llegaría, y también cuando se sentía desconsolado
si ella por algún atraso que tenía no podía llegar ese día.
-Te amo mami- le dijo con voz suave.
-yo también te amo- dijo su madre al ver a su hijo ya muy grande. A quien también le
entro nostalgia al ver que su hijo había crecido mucho pero que no estuvo para verlo
crecer como ella lo hubiera deseado; por la cobardía del padre de Amadeo ella tuvo que
enfrentarse sola a la vida y criar a sus dos hijos y no podía cuidar de ellos en la ciudad
por la difícil situación que enfrentaba en aquel entonces.
Amadeo creció y se convirtió en un hombre, ya a su edad de 17 años dejando atrás su
pasado pueblerino y con muchos otros intereses de su edad, empezó poco a poco a sentir
cosas extrañas jamás experimentadas, sentía como la soledad, la tristeza, el vacío y el
amor lo golpeaban como nunca antes.
- esa muchacha me gusta mucho- pensaba dentro de sí.
-Ella era una chica que apenas había conocido días antes en un concierto que entre amigos
habían llevado a cabo en la ciudad por mera diversión, él era el guitarrista de la banda,
bueno al menos así la llamaba porque tan solo contaban con unos instrumentos a medio
morir y con la presencia de unas diez personas por mucho en sus presentaciones, de las
cuales seis casi siempre eran de sus amigos más cercanos. La joven era de cuerpo fino y
muy delgada, de un aspecto angelical, sus mejillas rosadas, sus ojos café y tiernos le
desencadenaban una serie de hormigueos y nervios inexplicables al acercársele y
solamente podía balbucear. Belinda como se llamaba la niña de sus ojos acudía con
regularidad a sus eventos, no se sabe si lo hacía por diversión o porque tenía algún interés
en ese tipo de eventos o en alguien en especial como se lo imaginaba Amadeo.
Al llegar a su casa después de la cena se llenaba de ilusiones al recostarse sobre su cama,
imaginando dedicarle una canción y declarar su amor a esa preciosa chica, planeaba
palabra por palabra lo que le diría e incluso creaba las posibles escenas de amor que se
llevarían a cabo en esos momentos mágicos tomado de la mano de su amada.
-solo necesito una oportunidad –se dijo así mismo cuando entre canciones y un coctel de
sentimientos y sensaciones se quedó dormido.
A la mañana siguiente después de clases y de pasarla bien con sus compañeros, se retiró
de su colegio y prefirió salir y averiguar más de esa joven; Estaba decidido a darlo todo
por conquistar su amor.
Al llegar a una gasolinera cerca de su casa, se empezó a sentir mal, sus latidos se
aceleraban cada vez más y sus pasos se acortaban con tal debilidad que apenas podía
quedarse de pie, perdía por momentos el equilibrio y como pudo se logró arrimar a una
acera donde se sentó y le pidió a Dios que le ayudara porque sentía que moriría.
-Dios ayúdame, no puedo sentir mis manos y mis pies no resisten el peso de mi cuerpo,
apenas puedo mantenerme de pie, mi corazón late sin control, necesito agua, necesito
ayuda, dame fuerzas por favor para poder llegar a mi casa. – después de unos minutos se
puso de pie y haciendo un gran esfuerzo logro caminar media cuadra cuando cayó
desmayado en el medio del pavimento, sucio, arenoso y caliente, la gente se alboroto al
verlo caer y llenos de temor gritaban que le ayudaran, de repente entre la multitud se
acercó alguien que decía conocerlo, quien al verlo tirado sin conocimiento rompió una
bolsa con agua que llevaba consigo y la derramo en su cabeza, diciéndole con palabras
desesperadas:
-amadeo, amadeo reacciona, Amadeo…
-amadeo logro volver en sí, y entre miradas borrosas por su desconcierto, por el sol y por
la gran multitud que había, - le pregunto:
- ¿Quién eres?
-soy Belinda amadeo-
-Amadeo al escuchar el nombre de su amada provenir de ella misma, no sabía si seguir
haciéndose el desmayado, o levantarse inmediatamente y decir que no pasaba nada como
cualquier machín de la zona lo haría, pero su debilidad era tan grande que no pudo decir
más que:
-Hola.
-Hola –contesto ella.
-que es lo que te ha pasado? - pregunto Belinda.
-Pues no lo sé – dijo amadeo- Quien solo recordaba con temor esas sensaciones terribles
antes de sufrir su desmayo.
-Bueno te llevare a casa, dime dónde vives así le diré a mi hermana que te llevemos para
que descanses. –estás segura? –pregunto Amadeo- claro que si -respondió ella.
-Bueno está bien vámonos- dijo amadeo- luego de encontrase con la hermana de Belinda
ella se lo presento y le dijo:
- él es amadeo el muchacho de la guitarra del concierto del otro día en la plaza.
-ella lo reconoció y al ver su estado inmediatamente le pregunto su dirección donde lo
llevaron antes de que el tuviera una recaída, al llegar a su casa Amadeo agradeció a la
hermana de Belinda por haberle ayudado y a Belinda como era de esperarlo solo le dirigió
una sonrisa coqueta y una mirada que prácticamente le revelaba los más profundos deseos
de su corazón por ella.
-te veo pronto –le dijo Belinda quien no se explicaba lo que sentía al haber estado tan
cerca de Amadeo y después de esa despedida entre miradas cruzadas, cerró la puerta del
auto y se fue.

Amadeo cansado y muy mal, se sentó en el sofá de casa muy feliz por haber visto el amor
de su vida, pero a la vez apenado por las circunstancias en que se encontraron. La casa
estaba vacía no había nadie más que su perro y su gato Abel que desde que lo escuchaban
llegar se ponían como locos esperando lamerle y ronronear en tres sus piernas. Amadeo
se fue a su cuarto donde se quedó dormido por dos horas antes de escuchar que su mama
entrara desesperada preguntándole como estaba, que se había dado cuenta de lo sucedido
y que necesitaban ir al médico inmediatamente. Amadeo como de costumbre y porque la
vida le había marcado tanto en su niñez no estaba muy ganoso de ir, pero al reconocer su
estado de salud salió con su mama quien les encargo a sus dos hermanas que ordenaran
el desorden que amadeo acostumbraba dejar y que limpiaran la casa para cuando ella
regresara ya que vendrían a visitar a amadeo, el que quedo sorprendido y pregunto:
- ¿Quién vendrá a la casa mama?
-ella entre sonrisas secretas le dijo- es una sorpresa.
Amadeo quien no disfrutaba mucho de las sorpresas, por recordar las bromas pesadas que
le hacían sus primos en la aldea, recordó cuando a uno de sus primos le pago cinco
lempiras por un papelote, el cual tan solo comenzó a elevarse cuando su primo lo derribo
de una pedrada y moría de risa. También recordaba cuando el único regalo que le dieron
en uno de sus cumpleaños el cual llevo con tanta emoción hasta su cuarto, lo abrió y lo
que encontró fue un calzoncillo de apiernan. – llegamos le dijo su mama –el reacciono de
sus recuerdos, salieron del auto y se aproximaron a la clínica del Dr. Roger. Quien al
verlo entrar recordaba a Amadeo desde su niñez cuando entraba muy grabe por el asma
que padecía.
-Hola Señora Flores, que tal Amadeo- pregunto.
-Hola Dr. Roger – respondió la madre de amadeo.
-Mucho gusto Dr. – respondió amadeo un poco temeroso.
-dime amadeo cómo te sientes, tu mama ya me ha contado lo que te paso hoy al mediodía,
podrías decirme que fue lo que sentiste?
-claro doctor, primero me sentí muy mal, el corazón me latía muy fuerte, mis piernas se
debilitaron, no podía sentir mis manos, me costaba respirar y estos moretones que han
aparecido en mi pecho. –el doctor se quedó muy pensativo a la vez que, hacia el chequeo
básico de Amadeo, después le pidió a su mama que hablaran a solas y salieron de la
oficina donde Amadeo quedo encantado al encontrarse e libro del Alquimista de Paulo
Coelho que tanto le gustaba. Se sentó a recordad cuando lo leyó por primera vez. Mientras
tanto su mama y el doctor platicaban.
-Dígame doctor que piensa usted de todo esto.
-Mire señora flores no estoy completamente seguro de lo que le voy a decir, pero su hijo
es un probable leucémico. –después de escuchar esas palabras tan desgarradoras de parte
del doctor, la mama de Amadeo se sentó a llorar en una banca del pacillo de la clínica,
mientras el, solo la miraba con dolor, porque en el pasado había sufrido algo similar con
uno de sus hijos. – tranquila señora flores, nada está comprobado, para ello debemos
hacerle unos exámenes a Amadeo, le haremos un recuento sanguíneo completo y la
citometria de flujo para empezar, luego si no tenemos datos muy claros aspiración y
biopsia de la medula ósea y otras pruebas genéticas según el caso lo estime. –está bien
doctor haremos todo lo que usted diga- bueno vámonos amadeo espera.
-regresaron nuevamente a la clínica donde se encontraba amadeo y no muy alegre por
saber que algo ocurría prefirió no preguntar y salieron después de despedirse de su doctor.
Durante el viaje de regreso a casa ni él ni su mama dijeron una sola palabra, el uno por
no querer saber lo que ocurría pero que se imaginaba no era algo sencillo y la otra por
saber que su hijo comenzaba a morir segundo a segundo y que no era nada fácil si quiera
imaginar la vida sin él. En el camino se encontraron con un señor tirado en el suelo, por
lo que detuvieron el auto para auxiliarlo, el anciano era de aproximadamente unos sesenta
años, de pelo casi transparente que dejaba al descubierto todo su cráneo, le faltaba un
lente de sus anteojos y explico que lo acababan de asaltar y que al resistirse le empujaron
y sus lentes cayeron rompiéndose y dejándole como él lo diría con una vista a medias.
Solamente su buen humor y su gran fortaleza a pesar de su edad le hicieron reponerse
fácilmente, por lo que agradeció mucho a Amadeo y su madre la ayuda que le habían
brindado, se despidió de ellos y tomo un taxi deseándoles una feliz noche y que jamás los
olvidaría. La lluvia caía sobre la ciudad de Bersalle, la cual no era una ciudad muy grande
pero contaba con una estructura maravillosa y sus calles bien organizadas, la gente era
muy amable y educada, pero no muy segura. La sociedad estaba llena de pensamientos
ideológicos tanto de la derecha como de la izquierda temas que llamaban mucho la
atención de amadeo, pero no tanto como aquel recuerdo glorioso de aquella tierna joven
que día a día le invadía sus pensamientos, acosaba sus sueños e incluso serbia de fuente
de inspiración al momento de escribir. Cuando estaban por llegar a casa la madre de
Amadeo le despertó diciéndole que cubriera bien su cuello y su cabeza porque el frio
estaba golpeando mucho esa noche, ya eran como las ocho de la noche y su casa no
parecía casual, algo estaba ocurriendo allí dentro parecía que una venta de garaje se estaba
llevando a cabo en ese momento, pero al abrir la puerta de su casa su sorpresa fue, ver a
Belinda junto a sus dos hermanas y toda la familia esperando por él. Sintió como un nudo
se le hacía en la garganta, atónito por ver a Belinda más que al resto de su familia, dio un
paso dentro de su casa y saludo a sus tíos y primos presentes, para disimular un poco las
ganas de irse directamente donde Belinda. Ella feliz de verlo le pregunto:
-como te fue con el médico, que te dijo?
-Bien Belinda no es nada grabe solamente me desmaye por no haber comido nada, no es
algo para alarmarse.-Belinda no muy convencida de lo que amadeo le había dicho le pidió
que salieran a caminar un rato. -Luego de haber comido un poco abrigarse, salieron a
caminar por la avenida los poetas, una avenida muy famosa pues se dice que fue en honor
a muchos poetas como Neruda, Benedetti, que se construyó, por lo que amadeo amaba
esa avenida y la recorría todos los días creyendo que eso le daría la inspiración que
necesitaba para escribir esa novela que soñaba por años, y que le haría un gran escritor.
Después de un rato sin mediar palabra Amadeo rompió el hielo y le hizo una confesión a
Belinda:}
-Sabes Belinda aún recuerdo esa primera vez cuando te vi, parecías una joven común
como todas las demás, pero me equivoque, tú tienes algo que te hace única, eres una mujer
muy sincera, eres cariñosa, te gusta ayudar mucho en ese asilo del que tanto me habla,
para mí no era fácil poder asimilar como una joven tan linda de tu edad disfrutara tanto
ayudar a los más necesitados, pero hoy que tuve la oportunidad de hacerlo me di cuenta
de la gran satisfacción que es poder hacerlo y de lo bella que tú eres.
-Belinda al escuchar esas palabras se sonrojo, sin poder ocultar ese sentimiento que en
horas tempranas había tenido al ver a los ojos de amadeo, enrollo entre los dedos su
precioso cabello de color negro, su sonrisa cautivaba el corazón de amadeo, él no sabía
cómo explicar en ese momento lo que ella causaba dentro de sí, pero se acercó a ella y le
dijo nuevamente:
}-Belinda quisiera poder pasar más tiempo contigo, conocerte más, compartir los
pasatiempos que a ti te gusta tanto disfrutar, eres muy hermosa, no sabría explicártelo,
solo quiero que me des la oportunidad de contar contigo y que tu cuentes conmigo, que
sepas que siempre estaré cuando me necesites y que siempre quiero que estés cuando yo
te necesite. –Belinda asintió con su cabeza y le dio un beso en la mejilla y a su vez con
una voz tan dulce y suave le dijo:
-siempre estaré para ti Amadeo, creo que hoy te he demostrado que me interesas por eso
decidí venir a verte y saber cómo seguías después de lo que te paso al mediodía. – Amadeo
muy apenado al recordar su desventurado desmayo se sintió muy feliz, por lo que después
de dar una vuelta en toda la cuadra regresaron a su casa donde ya esperaba la hermana de
Belinda por ella. Al momento de despedirse se abrazaron como si nunca se volverían a
ver, sus corazones se habían eclipsado provocando que sus pensamientos se dirigieran el
uno para el otro y que sus corazones latieran sincronizados como una sinfonía de amor
tan perfecta que el mismo Dios había compuesto solamente para ellos dos, luego de decir
adiós todos entraron en la casa para ir a descansar.
Esa noche Amadeo no podía dormir, no porque algún malestar le impidiera sino más bien
porque una sensación nunca antes sentida, le hacía estar idiotizado, perplejo y
esperanzado, él, estaba enamorado. Al solo pensar en Belinda su corazón se aceleraba, su
pecho se contraía y su en su estómago sentía un cosquilleo que le sacaba sonrisas a las
dos de la madrugada lo como si se tratara de un loco suelto en medio del manicomio,
cuando todos dormían como si jamás volverían a despertar. Amadeo encendió la luz de
su cuarto decidió escribir una canción para dedicársela a Belinda la próxima vez que la
mirara, tuvo una especie de revelación al escribirla, como si le dictaban palabra por
palabra, cuando eran las cinco de la mañana los rayos del sol invadían su privacidad
iluminando cada rincón oscuro de aquella fría habitación, abrió la ventana al son de los
cantos matutinos de los pocos gallos y los casi ya extintos pájaros leyó la obra que había
escrito imaginándose la presencia de Belinda al momento que leía lo que según su
inspiración decía así:

ÁNGEL

Te quiero con toda mi alma,


con todas las fuerzas que nacen muy dentro de mi corazón.
Y espero que tomes la nota,
que lo que estoy diciendo no solo es por decirlo, sino que es verdad.
Y es que te amo, eres lo mejor que nuestro Dios me pudo dar,
no hay otro ángel como tú, no hay otro ángel.

Mi mente vuela al verte sonreír,


Me la paso llorando al verte sufrir.
Y aunque no te des cuenta que lo que te pasa a ti,
Es como que me esté sucediendo a mí.

Siento que mi vida se destruye, si tu no estas junto a mí.


Porque tú eres lo único que tengo en mi.

-Al terminar de leer su prodigiosa obra y de imaginar las mejillas sonrojadas de Belinda
al escucharlo, regreso a su cama donde durmió casi todo el mediodía sin siquiera sentir
un poco el alboroto que sus dos hermanas hacían al limpiar y ordenar la casa.
Belinda era una joven, que dedicaba gran parte de su tiempo a sus estudios, a servir en el
asilo San Pablo Apóstol, y a cuidar de su pequeña hermanita Alice. Al igual que Amadeo
estaba en el último año de secundaria, excelencia académica y un sin número de
reconocimientos por participaciones en los eventos de diseño hacía de ella una chica muy
admirable y encantadora.
Una mañana se encontró con Amadeo y le saludo, tres días habían pasado desde la última
vez que estuvieron juntos aquella noche en su casa, y le dijo:
-amadeo como estas, te vez muy bien
-gracias Belinda, pues, como lo dice tu nombre, tú estás muy linda -un poco apenado por
la reacción que podría tener Belinda.
-gracias amadeo, me da gusto tenerte de regreso a clases, estos días atrás fueron
desoladores en este salón, solo pensaba en ti y en como estarías.
-Amadeo se llenó de tanta ilusión al escuchar esas palabras suplicantes de cariño y
atención como él pensaba, que le pidió a Belinda le acompañara el viernes a las siete de
la noche a la presentación de una obra en el teatro de la ciudad, para recompensar su
sufrimiento, no sin dejar de imaginarse todo lo que haría y le diría esa noche.
Al salir de clases, se dieron un fuerte abrazo y un beso inesperado, que lleno sus vidas de
ilusión y felicidad, era su primera vez, sus labios se rosaban suavemente entre nerviosas
caricias y sus corazones latían muy fuerte, pero a ellos no les importo ya que fue en ese
momento que sus vidas quedaron completamente ligadas a un amor eterno, un amor que
ni la muerte podría separar como se lo decían al oído, su felicidad en ese momento fue
tanta que decidieron caminar juntos a casa y platicar. Ya era la época del año cuando los
arboles de acacia florecen, y las calles se llenan de flores y humedad, pero eso no
importaba porque el amor de Amadeo y Belinda estaba echo para resistir cualquier clima
tempestuoso, donde ni el frio ni el calor les separaría jamás, se juraron amarse para
siempre aquella tarde de enero a la orilla de un pequeño lago, donde los turistas adoraban
subir a sus canoas y declararse su amor. Se decía que aquella ciudad era mágica, porque
el amor que allí nacía duraba para siempre.
Llego el día de la presentación en el teatro de la ciudad, Amadeo paso por Belinda muy
temprano para poder encontrar asientos en un cómodo lugar donde les permitiera disfrutar
del evento, pero no tan al frente de modo que pudiera robarle un beso cada vez que él
tuviera una oportunidad. Pendiente más de contemplar a Belinda que de la obra de teatro
no logro entender la trama de la presentación al punto que si Belinda le comentaba algo
solo sonreía como si fuera un idiota, y asentía con su cabeza como si ella le hablaran en
una lengua que él jamás había escuchado.
Se le hizo muy corto aquel tiempo en el teatro junto al amor de su vida, que deseaba nunca
hubiera terminado, tomándola de la mano salieron del edificio donde ya estaba Eliza la
hermana de Belinda esperando por ella, amadeo disimulando hacer una llamada para que
fueran por el escuchó la voz de Eliza que le ofreció llevarlo a su casa el cual sin pensarlo
y sin que terminaran de decírselo subió al auto como si hubiera estado suplicándole a
Dios se lo propusieran. De regreso a casa una tormenta de granizo azoto la ciudad con
tanta fuerza que, las ramas de muchos árboles yacían en las orillas de las calles o tendidas
sobre los cables de energía eléctrica, los vidrios de muchos automóviles estaban
quebrados y rótulos de anuncios publicitarios caían ante sus ojos, en un abrir y cerrar de
ojos y sin poder evitarlo las enormes bolas de granizo dieron en el auto que ellos se
conducían provocando que del tremendo susto Eliza perdiera el control , las llantas del
coche rechinaban al deslizarse sobre el húmedo pavimento y los parabrisas se movían con
tanta rapidez al punto que se salieron del vidrio del carro perjudicando aún más la
visibilidad, Eliza con gran esfuerzo hacia todo lo posible por estabilizarlo pero le fue muy
difícil al punto que se fue a estrellar en el parachoques de otro automóvil que estaba
aparcado a la orilla de la calle.
Al pasar unos minutos después del golpe reaccionaron de tremendo susto, y se
preguntaban unos a otros si estaban bien, a lo cual dijeron que, si, Belinda medio aturdida
y Eliza nerviosa con los brazos temblorosos abrazaron a Amadeo y lloraron como dos
niñas asustadas, por lo que ni él se pudo contener y lloraron como tres nenitas después de
comprobar que gracias a Dios estaban vivos. Cuarenta minutos duro la tormenta de
granizo y durante ese tiempo permanecieron dentro del auto pensando que les dirían a sus
padres, cuando todo paso aun sin saber que hacer llamaron a sus familiares y decidieron
contarles lo de su accidente, los padres de Eliza y Belinda llegaron por ellas desesperados
y asustados al igual la señora flores tocando y sobando a amadeo le preguntaba una y mil
veces si estaba bien, después de contarles con lujo de detalles todo a sus padres, Belinda
y amadeo se despidieron y se prometieron que la próxima cita sería mucho mejor, pero
que por ahora solo debían ir a casa a descansar.
Amadeo le miro, y le acaricio y tomándola de su mentón le dio un beso, beso que
estremeció sus emociones y que quedaría marcado para siempre en sus memorias. Le dijo
adiós a Belinda y un te amo suavecito en el oído y se marchó.
Pasaron muchos días y el evento más esperado de los estudiantes de último año de la
escuela de secundaria Central se hizo realidad, amadeo en una romántica muestra de amor
pidió a Belinda fuera al baile de graduación con él, y entre gritos de los compañeros ella
acepto. Por lo que ese día era tan especial para ellos como si de su boda se tratase,
emocionados por su fiesta de ultimo año pasaron muchos días buscando su ropa perfecta
y practicando algunas sorpresas que les darían a sus compañeros ese maravilloso día,
después de quince días y una constante y ansiosa agonía allí estaba belida vestida de rosa,
su vestido era tan hermoso le llegaba a las rodillas ,un collar, aritos de diamantes y un
maquillaje tan delicado embellecían su rostro como el de un ángel , amadeo con su típico
traje negro y zapatillas bien lustradas, un buen corte de pelo y por su puesto bien bañado
no se quedó atrás, al verla quedo perplejo de tanta belleza y tomándola de su mano se
fueron camino al colegio muy alegres y ansiosos de empezar su fiesta de graduación. Esa
noche fue maravillosa, ellos bailaron al ritmo de canciones hermosas y exquisitos vals,
por lo que todos se admiraban de sus destrezas, lo que no sabían era lo duro que habían
practicado todas las tardes antes de ese día en casa de Belinda, quiénes con la ayuda de
su madre aprendieron a moverse con cierto grado de habilidad e impresionaron a los
presentes robándose la atención de todos los presentes y en un círculo humano bailaban
como dos príncipes que entre pasos seductores hacían su danza majestuosa del amor, no
sin darse uno y otro beso cada vez que la multitud se los pedía. Cuando ya eran como las
once y media ambos salieron a tomar un poco de aire fresco bajo la luz de la luna y las
estrellas que adornaban esa noche, donde Belinda le pidió a amadeo que tocara su corazón
y le dijo:
-mi corazón late, late muy fuerte por ti, ya hace un año que te conocí y me enamore de ti
como una loca, he dedicado mucho de mi tiempo para comprender que quiero a tu lado y
me he dado cuenta que quiero pasar el resto de mi vida junto a ti, graduarme de psicóloga
y tener tres hijos, que tengamos un negocio propio y que tú seas un gran abogado y que
claro esta jamás dejes la música de lado o escribir esas frases tan bellas que escribes.
-amadeo se le quedo viéndola y le dijo:
-sabes amor tu y yo estamos conectados en una red de sentimientos y emociones que nos
hacen pensar igual, es por eso que en este lugar y a esta hora quiero pedirte algo…
-amadeo se llevó la mano a la bolsa de su saco y tomo un anillo que traía consigo, Belinda
entre lágrimas de felicidad, emoción y, una sonrisa incomparable le dijo:
-amadeo que haces mi amor - amadeo le dijo:
-Belinda Sáenz, quieres ser mi esposa, quieres ser la madre de mis hijos y compartir el
resto de nuestras vidas juntos?
-Belinda sin pensarlo dijo que, si y se abalanzó sobre el dándole muchos besos y
acariciando su pelo eternizaron aquella noche, hasta que la hora de finalizar el evento les
separo cuando cada uno fue con sus padres quienes les esperaban para regresar a casa.
Eran las once de la noche cuando amadeo sintió una sensación muy temerosa como si de
un mal acontecimiento se tratara, se sentía desesperado por lo que decidió levantarse a la
cocina por un vaso de leche caliente y un poco de miel para poder dormir, se quedó
sentado en el comedor muy pensativo y apesarado de algo que ni siquiera podía entender,
era una noche despejada, las estrellas brillaban en el profundo cielo y destellaban con
tanta intensidad como si lloraran desconsoladas de dolor, amadeo intentaba descifrar ese
lenguaje celestial buscando una explicación, veía las calles desoladas tristes y vacías, los
arboles con sus hojas recogidas como si unos a otros se miraran adoloridos, se mantenían
callados, no hacían los festines que el viento les provocaba con sus vuelos majestuosos al
amanecer, la naturaleza parecía estar de luto y amadeo lo sabía, amadeo sabía que algo
no andaba bien. Decidió volver a la cama y como pudo peleo con el sueño y se quedó
dormido, la mama de Amadeo le despertó no muchos minutos después de que el apenas
conciliara el sueño, ella estaba allí, sentada a la orilla de su cama, conmovida, llorando
con tanto dolor en su corazón que no encontraba palabras para explicarle a Amadeo lo
que había pasado. Luego de que amadeo insistiera y con lágrimas en sus ojos le pregunto.
- ¿Mama que pasa, porque estas llorando, dime mama, que está pasando?
-La mama de amadeo le dijo:
-Belinda hijo,
-que le paso a Belinda mama-pregunto
-Belinda murió hijo…
-Que? … como dices eso mama, quien te lo dijo, debe ser una broma… si eso debe ser
una broma.
-no hijo nos acaban de llamar sus padres, dijeron que salieron muy temprano de viaje, que
debían irían fuera de la ciudad porque las circunstancias lo ameritaban, era tanto su dolor
que lo último que me dijeron fue que tuvieron un accidente antes de llegar a la curva del
City cuando un carro les salió por uno de los túneles como loco y choco la parte trasera
del auto donde Belinda iba recostada, el fuerte impacto dio directamente en su cabeza, la
ambulancia le traslado inmediatamente al hospital, pero nos avisaron hace unos minutos
que falleció al no poder resistir la operación en su cabeza…
-Noooo…. Noooo… porque Dios… -Gritaba amadeo sin poder controlar el llanto y aquel
dolor que sentía dentro de si tras desgarradora noticia. –Belinda mi amor… porque….
-Amadeo salió a la parte de atrás de su casa donde se tiro al suelo y lloro por horas, nadie
se atrevía a decirle nada por lo que decidieron dejarle solo y que se desahogara de todo
ese dolor.
- Dios yo lo sentí, sentí esa angustia dentro de mí, sentí esa desesperación y la sentí en
todo, todo me lo decía, pero porque no lo pude entender, porque no pude saberlo y evitar
que salieran de viaje, Belinda estaría aquí, viva y yo estaría feliz al tenerla junto a mí.
-Después de llorar y gritar como loco, Amadeo entro a su casa donde su familia le
esperaba listos para acudir al velatorio de Belinda que se llevaría a cabo en su casa todo
ese día y toda la noche y al día siguiente la sepultarían en Jardín de los Ángeles donde
descansaría en paz para siempre, donde ni el dolor, ni la enfermedad, ni las tristezas ni la
soledad le lastimarían nunca más. Partieron entonces sin perder más tiempo, amadeo que
escuchaba una melodía preciosa de Richard Clayderman “Balada para Adelina” que tanto
disfrutaban escuchar Belinda y él aquellas tardes a solas, mientras se acariciaban y
dejaban que sus corazones se ilusionaran con ese amor tan puro, inocente y real. Mientras
la escuchaba con sus audífonos puestos y con lágrimas en sus ojos se juró no olvidar
nunca aquella promesa que se hicieron de amarse por siempre y que ni la muerte los
separaría; luego al llegar a la casa y ver la multitud amadeo se estremeció y lloro, lloro
como nunca antes había llorado en su vida, él había caído a su terrible realidad, de que
ya no encontraría a su amada esperándolo a la puerta con esa sonrisa coqueta, esas
mejillas sonrojadas y ojos preciosos agradecidos por su presencia, sino que la vería
tendida en un féretro, sin vida, fría, callada, en un profundo sueño sin respirar ni poderle
ver a los ojos y decirle te amo. Al entrar y verla por primera vez en esa condición luego
de despedirse aquella noche, sintió como su pecho se desplomo, sus manos empezaron a
temblar y sus lágrimas no le dejaban verla con claridad, le decía:
-amor, que nos pasó mi vida, porque te me fuiste, no sabes que me haces mucha falta y
que ya no podre vivir sin ti, amor de mi vida háblame, háblame porque es tu voz y tu
sonrisa la que le dan vida y aliento a mi existencia, que, si tu no estas no quiero nada,
hubiera muerto yo y no tú, porque no tendría que sentir como te me vas sin poder evitarlo,
como te me vas sin poder decirte una vez más y mirarte a los ojos, lo mucho que te amo,
que siempre serás la única y jamás te dejare de amar.}
Nunca te olvidare Belinda, nunca serás un recuerdo siempre serás mi presente, Te amo,
Siempre te amare.
-Eliza al ver a amadeo corrió hacia donde estaba él, y lo abrazo, lloraron juntos porque
aun desconcertados no lo podían creer si apenas ayer ella corría, jugaba, sonreía y gritaba
cuando algo no le gustaba, si apenas ayer ella respiraba y les abrazaba con ese cariño que
le caracterizaba.
-mi hermanita amadeo, se nos fue, se nos fue…
-amadeo no pudo decir nada, solo lloro lagrima tras lagrima que bañaba sus mejillas
sollozaba y se desconcertaba al no creer lo que ante sus ojos tenia, Belinda como una
princesa recostada y bien arreglada no podía escuchar, no podía consolarlos, solamente
podía verles desde otra dimensión en la cual ella tenía acceso a todos los corazones y a
todos los lugares, era una dimensión desconocida para los vivos pero que en algún
momento el resto de los mortales podremos accesar. Ella le dijo al oído como si
escucharle podría, -amadeo no llores, -el reacciono de repente y volteo como si a Belinda
había escuchado. – qué te pasa?-le dijo Eliza.- no nada- le dijo amadeo pero dentro de si
se dijo, Belinda me llama, escuche su voz, es ella, juraría que escuche su voz.
-Amadeo no llores-escucho nuevamente al salir de donde se encontraba como a eso de
las diez de la noche. -pronto estaremos juntos otra vez, pronto podremos acariciarnos y
estar juntos para siempre mi amor, mientras tanto yo te estaré esperando aquí en este
lugar, es un lugar muy hermoso como aquel lugar que siempre imaginábamos, donde un
un mar de cristal muy precioso y calles de oro le adornarían y lo más hermoso es que aquí
no hay tristeza ni dolor este es el mejor lugar al que yo hubiera deseado venir. Por favor
no llores que aun en este lugar siento tu soledad y tu tristeza, yo estaré bien, pero
prométeme que siempre iras a verme y que me recitaras más poemas como aquellos
cuando recién nos conocimos y me cantaras más canciones como la que sé que me
escribiste, veras como siempre nos comunicaremos y yo me las ingeniare para que te
sientas bien, te cuidare y te hare feliz.
-Amadeo desconcertado con sus ojos hacia el cielo se decía dentro de si- Así será mi
amor, siempre iré a verte, siempre iré a los lugares que juntos recorríamos y hare las cosas
que amábamos hacer juntos, nada cambiare, no sé cómo, no sé con qué fuerzas, pero te
prometo que lo hare.

Llego el día que sepultarían el cuerpo de Belinda, la mañana renacía, el tierno y tibio sol
hacia su presencia, las nubes con su velo de tristeza y las mariposas abrían paso al desfile
funeral, una pequeña brisa se dejó caer los autos encendieron sus intermitentes, y aun
paso constante avanzaban gritando el último adiós a Belinda, por todas aquellas calles
donde los amigos y conocidos salían llorando a despedirla, los árboles se movían y
rosaban la carrosa fúnebre como queriendo abrazar a Belinda por última vez y él estaba
allí, esperaba a su amada a la puerta del cementerio como el novio espera a la novia en
el altar cuando a una fuerte voz grito al cielo y le pidió a Dios le diera fuerzas para soportar
ese dolor, que le quitara la vida si era necesario para no sufrir como estaba sufriendo y
poder partir en ese mismo instante con su amada, e ir tras sus huellas y no soltarla nunca
más y amarla por siempre jamás.
Uno a uno entraban los coches detrás de la carrosa con el cuerpo de Belinda, y llego el
momento más doloroso ante el féretro humedecido por el rocío de la mañana, era
momento del último adiós, que luego de decir unas palabras de amor y cariño bajaban
lentamente y lanzaban rosas y tierra diciéndole que nunca la olvidarían y que siempre
estaría en sus corazones, el ultimo a adiós y la desgarradora despedida era una realidad. -
Aun nuestros más grandes temores se hacen realidad –dijo amadeo- ahora te quedas aquí
y yo tan solo puedo verte en mis recuerdos, donde solo la soledad me acompaña y mi
dolor me ahoga segundo a segundo, no sé qué hare sin ti, siempre te amare Belinda de mi
vida, nunca te olvidare. Hasta pronto mi amor.
-después de partir del cementerio con su corazón destrozado amadeo decidió caminar y
estar solo, no quería platicar, no quería comer, el solo quería llegar a su casa y tocar el
piano por horas, expresar su sentimiento a través de la música, quería escribir sobre
Belinda, quería que ella supiera que sería eterna en su corazón y sobre todo quería
eternizar la memoria de Belinda. Día tras día después de la muerte de Belinda el acudía a
su piano, una y otra vez de manera incansable se abandonaba en cuerpo y alma a las
delicadas notas sentimentales y románticas de aquellas melodías de River Flows in you y
Kiss the rain de Yiruma que amaba dedicarle a Belinda. Amadeo poco a poco comprendió
que la vida es así, que no tenemos control de nada y que solo Dios es el que gobierna
sobre todo, aun le costaba dejar sentir resentimiento con Dios por no haberle salvado la
vida, pero se aferró a su fe, aquella fe que un día su abuelita le enseñara en su niñez y
antes de morir. Todos esos recuerdos le hundían entre recuerdos y lágrimas, ya no estaba
su abuelo, ni su abuela para consolarle, pero tenía a su mama que luchaba por el día a día
y sus dos hermanas que hacían y daban todo por él, pero no bastaba su corazón tenía un
gran vacío y no era fácil llenarlo porque la única que podría hacerlo ya no estaba, porque
la única que lo ocupaba se había ido para siempre.
A pocos días del funeral de Belinda se reunieron ambas familias para reconfortarse un
poco, platicaron de todo sin evitar en cada conversación mencionar a Belinda, y cada vez
que lo hacían lagrimas deslizaban de sus ojos rosando su cara junto con el suave y frio
atardecer, amadeo y Eliza platicaron de muchas cosas incluso de ciertos planes que tenían,
le comentaba que ya no se irían para otro lugar, que trabajaría duro junto a sus padres
para salir adelante y cumplir la última voluntad de Belinda de nunca irse de este lugar.
Ella amaba esa ciudad, creía que estaba llena de oportunidades y que era mágica, que el
amor es más puro aquí. Amadeo le pregunto- Dime Eliza, porque se marcharían de la
ciudad llevándose a Belinda, ¿porque se irían y ella me dejaría aquí aun cuando estábamos
comprometidos? Y ella le respondió – no es fácil amadeo, nuestra familia ha tenido muy
serios problemas económicos últimamente y a mi papa le habían ofrecido un empleo en
el bufete de los Donald en Viena, Belinda no lo sabía, nuestros padres creían que ella
estaba muy pequeña para casarse y por eso , no te dijimos nada, porque sabíamos que
sufrirías mucho y a decir verdad nosotras también, lamento mucho amadeo que todo haya
sucedido así, y míranos ahora con nuestra pérdida irreparable de mi hermana, mi padre
ha creído conveniente poner un bufete propio en la ciudad y dejar la fiscalía para tener
más tiempo para nosotras. – eso me parece muy bien sabes Eliza, estar contigo me da
fuerzas y siento que tengo una parte de Belinda junto a mí, nunca dejes de visitarme,
siempre serás bienvenida. -El padre de Belinda se acercó a amadeo y le dijo- perdóname
hijo, aun sabiendo que estaban comprometidos no quería que mi hija se casara tan joven,
no quería que ella dejara de ir a la universidad y por eso fui tan egoísta de llevarla aun sin
decirle nada a ella, se me parte el corazón y daría mi vida para verla junto a ti antes que
verla sepultada en esa fría tumba, perdóname amadeo, sé que te lastime y le quite a mi
hija toda su ilusión. –amadeo le abrazo con cierto resentimiento y luego de platicar con
Eliza se despidieron y prometieron estar en contacto a diario para nunca perder esa
relación que gracias a Belinda habían construido en una bella amistad. Hasta pronto – le
dijo amadeo- hasta pronto amadeo -dijo Eliza al igual que todos sus padres se despidieron
no sin antes abrazarse unos a otros dándose palabras de aliento y fe.
Amadeo sumergido en una constante depresión y tristeza como pudo intento sobreponerse
día a día tras la perdida de Belinda, había hecho de su vida una rutina diaria en la cual
primero de ir a la universidad, regresaba a casa y luego de almorzar se iba para la
biblioteca a terminar sus tareas, después de la biblioteca regresaba a su casa a practicar
con su guitarra o desahogarse en un sin fin de melodías hermosas en su viejo piano
Yamaha. así pasaba en un estado de completa concentración hasta altas horas de la noche
para no dejarse vencer por aquella soledad y su dolor, lo más difícil se hacía presente
cuando llegaba la hora de dormir, comenzaba una agonía sofocante y una desesperación
en la cual luchaba contra su propia realidad, Belinda se le venía de repente a la cabeza y
no le dejaba en paz, sentía que la perdía y no podía evitarlo, al punto que le era difícil
conciliar el sueño, con insomnio durante muchos días y luego de sentirse mal de salud,
una noche salió de su casa por la parte de atrás y tomando a su pequeño perro Coby fueron
a caminar y recorrer aquellos lugares que acostumbraba caminar tomado de la mano de
Belinda, le preguntaba a su perro si recordaba a Belinda, mientras su mascota movía la
cabeza como muestra de atención y afirmación, segundo a segundo, los recuerdos y los
planes se veían reflejados en un cumulo de sentimientos encontrados que penetraban
como puñaladas en el corazón hasta quitarle el aliento, ya no podía llorar, se ahogaba en
su propio llanto, solamente Dios, su mascota y el sabían lo que el sentía en ese preciso
momento. Ya eran las cinco de la mañana y después de estar fuera por cuatro horas
decidió que era momento de regresar, su mama estaba en la cocina y se sorprendió al
verle pálido, sus labios resecos y su mirada perdida pues era notable que algo no andaba
bien, su madre le tomo del brazo y le sentó en una silla cerca del desayunador, le ofreció
te de menta y una galletita para que el frio no le causara un resfriado, le dejo por un
momento mientras llamaba por teléfono al Dr. Roger para contarle el estado de salud de
amadeo, después de intentarlo un par de veces el doctor por fin contesto, la madre de
amadeo le conto detalle a detalle los síntomas de su hijo, razón por la que el doctor les
dejo cita a primera hora en el hospital de la ciudad donde el estaría de turno ese día. En
punto de las siete estaban amadeo y su mama en la clínica del Dr. Roger quien examino
al muchacho y le dejo recostado sobre la camilla de asistencia mientras hablaba con la
señora flores:
-estoy muy preocupado, el estado de salud de amadeo es muy inestable, en pocos días
está peor y los exámenes han confirmado nuestro más grande temor, su hijo tiene
leucemia…
-la señora flores al escuchar tan desgarradora noticia no pudo evitar llorar, suplicándole
a Dios no le quitara a su hijo, amadeo al escucharla se levantó de donde estaba y asustado
pregunto al doctor que es lo que sucedía, el doctor y su mama se quedaron viéndolo sin
mediar palabra porque sabían que no podían ocultar más lo que pasaba.
-Amadeo tu eres un joven muy valiente, como tú sabes no estás bien de salud, te hemos
hecho los exámenes necesarios y hemos confirmado que lastimosamente tienes
leucemia…
-amadeo se quedó petrificado, segundos después reacciono y lo primero que hizo fue ver
a su mama, no dijo nada, solo pidió permiso y salió. Cuando iba por el pasillo se encontró
con una señora que tenía un niño calvo como de unos cinco años de edad que sufría de
leucemia, ella lloraba al ver que su hijo se estaba muriendo y nadie le podía ayudar, con
un nudo en la garganta toco la cabeza del pequeño y continúo caminando, al final de
pasillo estaba Eliza, quien al darse cuenta del estado de salud de su amigo salió para el
hospital, amadeo al verla se acercó a ella y le abrazo, en silencio lloro y sus lágrimas
bañaban el cuello de la linda joven, quien al verle tan deprimido le pregunto qué le pasaba,
a lo que amadeo contesto:
-Tengo leucemia Eliza
-como? – pregunto ella atónita.
-si Eliza, me lo acaban de confirmar- Eliza le abrazo más fuerte aun y lloro con él hasta
que la madre de amadeo se acercó y les abrazo consolándoles no sin evitar llorar también
por tan terrible noticia. Amadeo y Eliza habían construido una linda amistad al punto que
se confiaban todo el uno al otro, ella le prometió ir a verlo por la tarde después de la
universidad, lo que por un momento tranquilizo al muchacho de su pena y se despidieron
con beso en la mejilla y un te quiero encantador que le recordó a su amada cuando le
gustaba hablarle de cosas bonitas al oído.

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