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La comunicación, asegura Serrano, juega un papel muy importante en estas relaciones que
se buscan inconscientemente, pues, es el modo en el que se da a relucir la fecundidad. La
mujer, desarrolla, a través de siglos de evolución, varias características que se vuelven
comunicación extra verbal, y que, ayudan al hombre a confiar en su nivel de fertilidad.
Podemos encontrar, dentro de estos parámetros, la cadera ancha y senos prominentes en las
mujeres, características que resultan atractivas al género masculino. En el hombre, por el
contrario, la mujer busca características de fortaleza física para que pueda defender al
descendiente de peligros que puedan aproximarse.
Serrano dice, que el homínido ha desarrollado tanto el lenguaje verbal como el no verbal, un
ejemplo de ello es que el hombre sabe reconocer la etapa de fertilidad de la mujer, cuando
aún no está preparada y también cuando ya ha pasado el tiempo de su bonanza física, y la
hembra parece querer demostrarlo. Por todo esto, se puede concluir que la evolución ha sido
satisfactoria en todo ámbito de relaciones. Además de apariencia física, la cara posee todos
los órganos sensoriales y esto permite que haya una comunicación más específica pues, el
homínido puede identificar un estado de ánimo al ver los gestos del otro, esto permite que las
palabras adquieran mayor expresividad, esto, según Serrano, es un arma de doble filo; estos
gestos pueden ser malinterpretados y de este modo se perderá el sentido inicial del mensaje.
Toda esta “perfección evolutiva” afirma que el hombre y la mujer descartan de manera
diferente la pareja idónea para reproducirse, el autor menciona que las mujeres en su estado
más fértil se interesan más en la inteligencia y en la creatividad de un hombre que en el
físico, todo como una señal natural de elección del hombre más competente. Y los hombres,
por otro lado, se fijan siempre más por el atractivo físico aunque sin descartar otro tipo de
características.
Como conclusión, el autor menciona que la fuente principal del ingenio es el placer, según
Serrano, “(…) nos espabila y acelera el flujo de nuestras ideas y nuestras imágenes, y sin
placer nos resulta difícil aprender y, en consecuencia, hacer cualquier cosa”2.
1
Anagrama Colección argumentos, El instinto de seducción, Sebastiá Serrano, página 54.
2
Anagrama Colección argumentos, El instinto de seducción, Sebastiá Serrano, página 108.