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EN LA PSICOTERAPIA EXPERIENCIAL
“Al focalizar abandonamos los símbolos, lo ya conocido, los conceptos, y nos sumergimos en la
corriente de nuestra experiencia interior, y cuando aparecen las palabras, las imágenes, las
emociones desde ese lugar, son frescas, nuevas, se resignifican, se hacen propias, tienen otra
energía, otra vida”. (Gendlin, 1999).
Focalizar por lo tanto es una forma de construir significado personal consciente a partir de
acercarse y estar en conexión con la propia experiencia. Gendlin le llama “pensamiento en zig-
zag”, es decir un pensamiento que proviene de e interactúa con la experiencia sensorial
corporal. En este tipo de procesamiento el lenguaje suele ser tentativo y exploratorio,
alternándose con momentos de silencio, los conceptos surgen de las sensaciones sentidas y las
comprensiones que surgen son significativas, con certeza experiencial.
Complementando la teoría de Gendlin, L. Greenberg (1996) sostiene que existen dos tipos de
procesamiento de la información: el cognitivo-conceptual, que es deliberado y volitivo, y el
emocional-vivencial, que es automático e involuntario. El “procesamiento cognitivo-conceptual” es
secuencial y proposicional, opera por medio del razonamiento causal, el pensamiento analítico y el
desarrollo de explicaciones narrativas. Está centrado en las relaciones entre conceptos
semánticos. En relación al autoconocimiento, el procesamiento conceptual proporciona un
conocimiento reflexivo, abstracto e intelectual “sobre” uno mismo, o una visión o historia de uno
mismo. Es un tipo de conocimiento sin significado emocional, una descripción narrativa de base
lógica, hacha de abstracciones e influida fuertemente por la cultura y la sociedad. Al usar este
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sistema la persona se representa a si misma de modo reflexivo, lógico, con descripciones
racionales, explicaciones abstractas, conceptos generales.
Como una forma de facilitar y enseñar a sus pacientes a focalizar, E. Gendlin creó una
intervención específica en psicoterapia, que denominó el Método o Técnica del Focusing, la cual
es frecuentemente empleada en la psicoterapia experiencial. Es un método para que el cliente
tenga un contacto directo con su experiencias sentidas y emocionales y las pueda simbolizar y
verbalizar.
Desde esa sabiduría corporal u organísmica, normalmente vienen también pistas de orientación
o claves de solución en relación a la situación problemática. Es como si se abrieran nuevas
formas de comprender el tema visualizándose caminos de salida.
Lo importante es que todo esto surge desde el propio cliente y desde un espacio interno de
conexión con su vivencia, con su organismo. Expresándolo de otro modo, podemos decir que a
través de la técnica del focusing se facilita que no sea el ego o la mente racional del cliente el
que hable, sino una parte muchísimo más genuina, profunda de sí mismo, que podemos llamar el
verdadero self o metafóricamente su “voz interior”, “su corazón” o su “mente sabia”.
El focusing se puede aplicar con cualquier persona y en distintos momentos de la terapia, pero
es especialmente útil cuando el cliente tiene dificultad para comprender lo que está
experimentando, se encuentra confuso o no tiene claridad sobre su incomodidad o malestar.
También es recomendable usarlo cuando el cliente habla intelectualmente sobre su problema,
pero no conecta con su experiencia emocional, es decir cuando tiene un habla meramente
reflexivo que no le permite realmente cambiar.
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LAS ETAPAS DEL PROCESO DE FOCUSING.
El propio E. Gendlin, y otros autores tales como L. Greenberg, M. Siems, han descrito varias
fases en el proceso de Focalizar. A continuación describo la intervención – o técnica - del
focusing, en una secuencia de 7 etapas. Es relevante entender que estas etapas son sólo una
forma de describir el proceso, pero no siempre ocurren de ese modo. Por tanto no hay que
tomarlas como un esquema rígido o verdades. Son sólo un mapa de un fenómeno es siempre
nuevo y cambiante. El terapeuta es un acompañante en este viaje, usa su sensibilidad, empatía e
intuición. El tiempo que toma este proceso es relativo, pero habitualmente varía entre 10 y 25
minutos, aproximadamente.
1.- Despejar un Espacio: consiste en prepararse para hacer el focusing, pidiéndole al cliente
que se siente en una posición cómoda y se conecte con su cuerpo. Se informa al cliente que
durante el proceso no se involucre en autocríticas, juicios, en análisis intelectuales, que no se
fuerce en buscar soluciones o tener todo claro. Por el contrario que se permita estar en una
actitud receptiva, con la mente relajada dejando que desde el cuerpo surjan las señales y las
posibles respuestas.
2.- Escoger el Tema o Problema: las más de las veces tanto terapeuta como paciente tienen
claridad sobre el tema o situación que van a explorar y simplemente hay que describirlo o
delimitarlo verbalmente antes de entrar propiamente en la focalización sensorial. Si hubiese
más de un tema que aqueja al cliente, entonces se le pide que escoja uno de ellos, normalmente
aquél que sea figura o que prefiera atender en este momento. El terapeuta entonces solicita al
cliente que traiga ese tema al momento presente y se conecte con el tema de un modo
vivencial.
3.- Esperar a que se forme la Sensación Sentida: se pide al cliente que cierre los ojos (o
fije la mirada en un punto), lleve el foco de la atención a su cuerpo y se centra exclusivamente
en sentir las sensaciones corporales en este momento, asociadas al tema sobre el cual está
focalizando. Normalmente éstas son sutiles y holísticas o bien localizadas en la zona del pecho,
el vientre o la garganta. El terapeuta pide al cliente que permanezca algunos momentos en
silencio - aproximadamente 1 a 2 minutos -, que siga atendiendo al cuerpo y esté receptivo a las
sensaciones corporales que surjan, evitando juicios, opiniones, interpretaciones y
elucubraciones. El cliente aun no verbaliza ni tampoco busca encontrar palabras a sus
sensaciones, simplemente deja que éstas surjan y se vayan volviendo más nítidas y evidentes.
4.- Primeras Palabras: el terapeuta ahora solicita al cliente que vengan símbolos y palabras
desde las sensaciones sentidas o que busque palabras que “encajen” con lo que siente, y una vez
que tenga las palabras, comience a verbalizarlas en voz alta. Las palabras y conceptos que
verbaliza el cliente pueden ser tentativos o bien definidos. El terapeuta puede ayudar al
cliente en estas primeras verbalizaciones con reflejos empáticos simples o elucidatorios de
modo de ayudar al cliente a clarificar sus sensaciones sentidas y escoger las palabras que las
describen. Puede repetir las palabras que usa el cliente y pedirle que verifique si
efectivamente calzan con sus sensaciones. El cliente irá sintiendo organísmicamente si sus
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palabras efectivamente calzan o resuenan con su experiencia sentida. En esta etapa y durante
todo el resto del proceso de focalizar, el cliente puede permanecer con los ojos cerrados o
bien abrir los ojos, según el mismo prefiera, o puede intercalar entre ambos estados. El
terapeuta, siguiendo su intuición, puede también sugerirle al cliente que cierre o abra los ojos
en los distintos momentos del proceso.
5.- El Zig – Zag entre las Sensaciones Sentidas y las Simbolizaciones: en esta etapa el
cliente sigue explorando y va afinando la cualidad de su atención sobre sus sensaciones
sentidas. Sus simbolizaciones van siendo más nítidas, encontrando palabras y conceptos más
precisos. Las sensaciones también van variando y habitualmente cobran un sello más
evidentemente emocional y psicológico, lo que lleva también al cliente a asociaciones y
comprensiones con significado psicológico sobre el tema.
6.- La Develación de Comprensiones Relevantes sobre el Tema: en esta etapa ocurre una
apertura hacia una comprensión más significativa y nueva sobre el tema. El cliente experimenta
- a veces súbitamente - una sensación de haber comprendido de un modo distinto, novedoso o
profundo el tema o problema. Esto es algo que se acompaña con una sensación de alivio
corporal, de relajación de la tensión. Se experimenta una sensación de certeza interior, con
involucración emocional. Se le puede llamar a este momento “insight experiencial”, o
“experiencia ajá”; hay una sensación de que “esto es”. Revelándose un entendimiento más
nuclear sobre el problema. A veces esto va acompañado con comprensiones sobre cómo
orientarse en la solución del tema en cuestión, ya sea de un modo concreto y evidente, o como
una posibilidad que se abre y sobre la cual hay que seguir profundizando.
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Para facilitar esta etapa el terapeuta ayuda con su sensibilidad, intuición y empatía, siendo
pertinentes intervenciones del tipo: “¿qué es lo central de todo lo que estás experimentando o
viendo?; ¿qué tendría que ocurrir para que esto cambiara?; ¿cómo podrías sentirte mejor
respecto de este tema?; ¿ves alguna posibilidad de cambio?; ¿hacia dónde te conduce esto? “;
¿podrías hacer algo para sentirte mejor….o para resolver esto?”.
7.- Cerrar con una Integración Global del Proceso: esta última etapa suele ocurrir de un
modo natural, ya sea porque se hace evidente que se logró una comprensión significativa, ya sea
porque organísmicamente el cliente siente que el proceso ha concluido, o bien por una sensación
de agotamiento o estancamiento. Se le pide al cliente que abra los ojos y que descanse,
permitiendo que vuelva a una modalidad de conciencia más habitual, conectada con la realidad
externa y menor involucración emotiva. Se le pregunta cómo se siente ahora y eventualmente
que haga un breve comentario sobre el proceso y señalando los descubrimientos hechos y
pistas de solución sobre el tema, si es que las hubo. El terapeuta puede comentar también los
alcances de la experiencia vivida y hacer un resumen de la experiencia, evitando sobre-
intelectualizar el proceso.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: