Sunteți pe pagina 1din 7

EL CONTEXTO MODERNO DE LAS TEORÍAS DE RAZA

EL ÁNGEL RUBIO:

En octubre del 2013 toda la prensa europea recogió una noticia sobre la
“aparición” de una niña rubia y de ojos azules en un campamento gitano
en Grecia.
Los periodistas en sus titulares rebautizaron a la niña como “el ángel
rubio” y no dudaron en otorgarle una ascendencia “nórdica” o “eslava”.
La prensa atribuía su presencia en el campamento a que, como tantos
niños desaparecidos, los “gitanos” la habían robado.
El ruido mediático fue breve, pero tan intenso que la semilla xenófoba no
tardó mucho en reproducirse en otros países.

Mientras que no hay casos constatados de gitanos que hayan robado


niños payos, sique ha habido muchos casos en que los Estados han
robado a niños gitanos.
Todas las cuestiones relacionadas con los gitanos en los distintos países
europeos nos llevan a un complejo entramado de exclusión social.
La noción de “raza” ha dejado de tener validez como concepto
científico, pero, el tratamiento mediático en clave “racial” de María, la
niña gitana convertida en un “ángel rubio” por tener “rasgos nórdicos”,
nos abre la puerta a que nos planteemos seriamente en qué consiste el
racismo.

UNA CATEGORÍA HISTÓRICA: EL RACISMO COMO DOCTRINA:

El racismo es una doctrina occidental moderna que predica que ciertas


características físicas, propias de unos grupos humanos llamados razas,
determinan cierto tipo de rasgos culturales e individuales de carácter
intelectual y moral.
Para Levi-Strauss, el racismo establece una jerarquía “natural” entre los
distintos grupos humanos a partir de las siguientes correspondencias:
1) Existe una correlación entre patrimonio genético, las capacidades
intelectuales y las disposiciones morales.
2) Ese patrimonio genético del que dependen esas aptitudes y esas
disposiciones, es común a todos los miembros de determinados
grupos humanos.
3) Esos grupos, llamados razas, se pueden jerarquizar en función de
la calidad de su patrimonio genético.
4) Esas diferencias autorizan a las razas consideradas superiores a
dominar, explotar y, eventualmente, a destruir a otras.

Lo peculiar del racismo, producto originario del occidente moderno, es


que la definición que hace la ideología moderna de lo político obliga a
justificar el carácter inevitable de la jerarquía biológica establecida.
Esta justificación se lleva a cabo mediante la aplicación de los principios
que Bauman describe gráficamente como medicina y jardinería.
Modelo que nos aproxima al proyecto político de ingeniería o de
arquitectura social que guió las experiencias racistas más importantes
del s. XX: la construcción de un orden social mediante la separación de
lo útil de lo inútil, de la poda y deshecho de aquellos elementos que ni
encajaban con la sociedad proyectada ni, debido a su naturaleza, podría
cambiar para hacerlo.
La evidente vinculación entre la ideología moderna del poder, el Estado,
sus instituciones, sus élites científicas y políticas, con la doctrina racista
hace que resulte muy difícil compartir que la génesis de las políticas
racistas procedan del llamado “racismo popular”.
Todas las experiencias racistas conocidas en el s. XX (y no sólo la de la
Alemania nazi) son producto de la existencia de una élite política que
acepta llevar a cabo los programas de ingeniería social siguiendo el
principio de medicina y jardinería.

POLÍTICAS RACIALES: EUGENESIA, INMIGRACIÓN Y TEST DE


INTELIGENCIA:

Varios estudiosos e historiadores del racismo como Audrey Smedley o


Mattew Jacobson han considerado necesario resaltar la peculiaridad
de la doctrina racista frente a otras jerarquías que establezcan
diferencias entre humanos.

Elementos característicos del racismo: 1) los grupos humanos se


clasifican como si fuesen “entidades bióticas discretas”, medidas por
sus variaciones físicas y conductuales; 2) la desigualdad requiere
ordenar jerárquicamente los grupos humanos; 3) la creencia de que las
características físicas externas señalan cualidades intelectuales, morales
y temperamentales internas; 4) la noción de que estas cualidades son
hereditarias; y 5) la creencia de que las diferencias que se han atribuido
a los grupos son fijas, inalterables y es imposible traspasarlas.

Desde finales del s. XIX los grupos políticamente más activos fundaron
en toda Europa y en Estados Unidos asociaciones eugenéticas, el brazo
político y práctico de la “ciencia de la raza”.
¿Quiénes ponían la raza en peligro? En primer lugar, una especie de
enemigo interno, los llamados degenerados –físicos, psíquicos o las dos
cosas- que deberían ser esterilizados o aniquilados.
En muchos países conseguirían imponer leyes de esterilización (Estados
Unidos, Alemania, Suecia, Australia, etc.).
Según S. Gould en su libro “La falsa medida del hombre”: “Los racistas
y sexistas científicos suelen aplicar la etiqueta de inferioridad a un solo
grupo socialmente relegado; sin embargo, la raza, el sexo y la clase
suelen asociarse, y cada uno de ellos se comporta como sustituto de los
otros. (…) la filosofía general del determinismo biológico es siempre la
misma: las jerarquías existentes entre los grupos más y menos
favorecidos obedecerían los dictados de la naturaleza; la estratificación
social constituye un reflejo de la biología”.

BOAS Y LA REACCIÓN ANTROPOLÓGICA:

Para Boas raza, lengua y cultura son tres variables independientes que
no pueden confundirse.
Sostenía que las diferencias que pudieran percibirse entre distintos
pueblos no procedían de la anatomía ni del índice cefálico, sino de la
cultura y el medio ambiente.
Los estudios de Boas pusieron en duda, por primera vez, que los rasgos
anatómicos de las llamadas razas fuesen inmutables.
También mostró que la gente no puede agruparse en grupos raciales,
porque existen tantas variaciones internas entre los clasificados como
miembros de una raza como las que hay entre unas razas y otras.

Boas y algunos de sus estudiantes cuestionarían los test de inteligencia


que Yerkes y Brigham habían aplicado a los reclutas del ejército de
EEUU siguiendo líneas raciales previamente definidas.
Al analizar y cruzar los resultados de unos test que se suponía median la
“inteligencia pura” (independiente de la escolarización o el ambiente
social) los antropólogos notaron que los índices de los afroamericanos
procedentes del norte del país eran netamente superiores a los de los
blancos del sur.
Además cuanto más tiempo llevaban asentados los afroamericanos en el
norte, más alto era su índice: una prueba del importantísimo papel que
jugaba el ambiente sociocultural y la escuela.

En general las doctrinas racistas, como tales, casi han desaparecido de


la biología y de la genética.
La fluidez de las etiquetas identitarias hace que en ciertos discursos de
los nuevos movimientos políticos de la extrema derecha europea, el
concepto “raza” de otras épocas se haya intercambiado con una visión
fundamentalista de la cultura.

VARIANTES Y FLUIDEZ DE LAS CATEGORÍAS RACIALES:

A pesar de que las doctrinas de la raza establecían una jerarquía fija y


sin posibilidad de traspasarla, el mundo de las colonias mostraba que
existía una percepción variable sobre las “razas” y las mezclas de razas
de los nativos.

Si planteásemos la relación racismo-colonialismo-clases sociales como


un viaje de ida y vuelta entre las ideas dominantes en la metrópolis y las
prácticas coloniales, veríamos que en muchos casos se pueden trazar
vínculos entre la historia colonial de los países concretos y la
clasificación que tenían los europeos de las características fenotípicas
de la gente.

POLÍTICAS COLONIALES: RAZA Y ETNICIDAD:


Quienes pertenecían a una raza se gobernaban mediante una ley civil,
con su idioma de reconocimiento de derechos que establecían límites al
poder. Por el contrario, las etnicidades se regían “por la costumbre”,
por la tradición que reforzaba –no limitaba- el poder. Las etnicidades se
demarcaban horizontalmente y se habían establecido en función de una
inventada dimensión cultural; mientras que las razas se demarcaban
verticalmente y establecían diferencias basadas en los distintos grados
de civilización.

POLÍTICAS RACISTAS E INMIGRACIÓN:

La llegada actual de inmigrantes procedentes de muchos de esos


antiguos dominios ha hecho mella en algunos medios y movimientos
políticos que los presentan como si fuesen causantes de la criminalidad,
del paro o de los problemas económicos.
En nuestro mundo las migraciones, por variados motivos, son una
constante de todos los pueblos, no una excepción.

Según estimaciones de la ONU, más del 2,5% de la población mundial


vive lejos de su país natal.
El hecho de que una población se desplace, ni es un fenómeno nuevo, ni
afecta exclusivamente ni principalmente a los países europeos, a pesar
de la retórica que presenta a Europa como un continente acosado por
grandes multitudes de posibles emigrantes.
Esta retórica se dirige hacia varios frentes: crisis, paro, reivindicaciones
políticas contra inmigrantes.
Ahora bien, hay una tendencia a excluir al Estado y sus políticas de la
regulación de la exclusión que se sitúa, así, en una zona de penumbra,
mientras que la visible correspondería a la “sociedad”, o al “racismo
popular”.
Estamos asistiendo a un cambio legislativo global con políticas de
extranjería que cada vez más distinguen entre emigrantes “regulares” e
“ilegales”, al tiempo que aumentan los obstáculos para la reagrupación
familiar o para conceder asilo.

La nueva combinación de las ideologías de raza, clase, género y


nacionalidad, tal vez, nos exija volver a plantearnos las causas de la
persistencia del racismo y su forma de combinar como algo “natural” las
etiquetas de identidad, incluso aquellas como “cultura” que habían
surgido en oposición a la noción de raza.

S-ar putea să vă placă și