Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
El dolor se vuelve sufrimiento cuando nuestros pensamientos y nuestra actitud ante la vida
lo alimentan en lugar de vivirlo, expresarlo y manejarlo adecuadamente. Aprende a hacerlo
y podrás disminuirlo.
¿Sufres innecesariamente?
Tú puedes evitarlo.
Sin embargo, cuando queremos aprender a manejar dichas emociones, es importante saber
que existen algunas diferencias.
El dolor es una emoción negativa, directamente relacionada con un hecho que nos afecta.
Por ejemplo:
Dolor es la tristeza o enojo que sentimos, cuando alguien importante para nosotros hace una
fiesta y no nos invita.
También es la tristeza o angustia que sentimos, cuando notamos que estamos envejeciendo.
El dolor está formado por una emoción, directamente asociada a una situación y puede ser
explicado con un pensamiento.
Generalmente después de un periodo de tiempo o de ciertas conductas (quizás una
aclaración, una distracción, etc.), el dolor disminuye y se termina.
El dolor sirve para indicar que existe una situación o problema, que requiere ser evaluada o
solucionada.
En este caso podría ser que Pedro no es el amigo que yo creo, que esté molesto conmigo,
que yo esté cometiendo un error de evaluación, que Pedro tenga una razón válida para no
haberme invitado (y si se la pregunto me la va a decir), etc.
Puede ser un sufrimiento necesario, como el que implica la muerte de un ser querido, que
abarca diferentes aspectos, emociones y pensamientos o puede ser un sufrimiento
innecesario.
1.- En primer lugar, tienes que estar convencido de que estas sufriendo y de que quieres
dejar de hacerlo, aunque al principio esto implique que te va a doler, quizás más.
Tal vez te suena paradójico, pero es como ir a que te operen porque te duele el estómago,
por un ataque de apendicitis.
Para quitarte el dolor, te tienen que operar y te va a doler y vas a estar muy molesto varios
días.
Lo mismo es cuando trabajas para manejar el dolor.
Es reconocer que en este momento esto es lo que es, sin calificarlo como bueno o malo,
justo o injusto ni pensar si debería o no debería haber sucedido, es lo que es, es lo que
sucedió o lo que soy en este momento.
Pero si hay un cambio, los resultados pueden cambiar.
3.- Para manejar el dolor o el sufrimiento, tenemos que conocerlo y para eso, tenemos que
sentirlo.
Cuando vivas una situación dolorosa, siente el dolor, para que puedas identificarlo
claramente y si son varias emociones, para que puedas irlas separando.
No trates de disminuirlo, justificarlo o anestesiarlo con medicinas, actividades, alcohol,
comida, etc.
Pregúntate:
¿Qué es lo que me duele (enoja, molesta, da tristeza, etc.)?
¿Es lo que ........ me hizo?
¿Cómo lo estoy interpretando?
¿Qué pienso de esa persona y qué pienso de mi?
¿Es por qué no se cumplieron mis expectativas? ¿Me siento amenazado, traicionado, etc.?
¿Por qué?
Analiza todas las posibles causas de tu dolor o sufrimiento.
5.-Cuando trabajes con el sufrimiento, trata de separar las diferentes emociones que lo
componen.
Hazlo por escrito.
Te puedes ayudar observando tus conductas y escuchando lo que la gente te dice.
Califica del 1 al 10 la intensidad de cada emoción y luego compara con la situación para
ver si la intensidad de esa emoción es congruente con lo que sucedió.
Por ejemplo:
Calificaste tu enojo con un 10.
Realmente el que no te haya invitado vale la pena un 10.
¿Es tan importante como la situación que más te ha enojado en toda tu vida?
7.-Analiza en donde y cómo aprendiste a pensar y sentir así y ve qué diferencias hay entre
la persona que eres en estos momentos y el niño que eras cuando lo aprendiste.
¿Crees que es lógico y necesario que reacciones igual?
Recuerda que ese pequeño no tenía ni la capacidad de pensar y analizar que tienes tú, ni
ninguna de las herramientas que tienes, como adulto, para relacionarte y resolver tus
problemas.