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Camino al homo sapiens

Luis Weinstein
El asombro y la crisis evolutiva
Teoría ética descriptiva
Objeto: homo habilis
Descripción: crisis evolutiva, crisis actual del “ser humano”.
Problema: el homo sapiens más que una realidad es una idea, un
destino incumplido de la humanidad y la civilización.
Hipótesis: transformar el homo habilis que en realidad somos en el
homo sapiens que deberíamos llegar a ser.
¿Cómo pasar del homo habilis al homo sapiens?

Se necesita de un cambio de mentalidad que permita


este paso.
La profecía histórica del homo habilis

Nuestra realidad es la del homo habilis, es decir estamos más


centrados en la acción, en lo productivo que, en el conocimiento o
la sabiduría, cuestiones que hoy son, en alguna medida,
desvaloradas.
Todos los males o los “vicios del mundo moderno” se deben a esta
condición efectiva de ser homo habilis.
Crisis evolutiva o crisis actual del ser humano
“El ser humano es el factor principal, responsable, del mal-estar en la condición del
planeta, de la vida, de la cultura, de la dignidad de cada sujeto. Los excesos y las
omisiones del homo habilis están asociados al aumento de la pobreza, a la destrucción del
medio ambiente, a la violencia y las perturbaciones en la convivencia. El hombre
económico, el individualismo, el autoritarismo, la falta de visión ecológica, lo pobre de la
apertura del ser humano actual a su espiritualidad, a su lugar en el cosmos, son todas
expresiones de un primate con un desarrollo parcial…”
Para dejar atrás al homo habilis que somos y abrirnos a ese cambio que vuelva realidad al
homo sapiens que estamos llamados a ser, es necesario recuperar nuestra perdida
capacidad de asombro.
Falta de tiempo para el asombro
Nuestra época es una época que no se toma el tiempo para dejarse encantar por el
asombro.
Hoy por hoy casi nada nos asombra porque no queremos “perder el tiempo” que implica
dejarnos llevar, abandonarnos al asombro. En una época a la que, como a ninguna otra,
se le ajusta tan bien el refrán: “el tiempo es oro”, asombrarse, darle lugar a la capacidad
de asombro, es algo improductivo, algo que no nos reporta nada.
Hemos dejado de lado el encanto, la seducción de darle rienda suelta al asombro que nos
conecta con una dimensión, casi olvidada y por completo resistida, de nuestra naturaleza
humana: la de formularse preguntas trascendentes, aquellas que envuelven los misterios
de nuestra naturaleza y sus dos límites, la vida y la muerte; nuestra doble herida.
La inconsistencia ontológica
Si el asombro nos conecta con esta serie de interrogantes
trascendentes, como las que plantean por ejemplo las preguntas
“¿de dónde venimos?”, o, “¿para qué venimos?”, no es difícil
comprender por qué evitamos abrirnos a esa dimensión que nos
pone de cara a la tremenda incertidumbre de nuestra existencia, a
la constatación del hecho, aparentemente aterrador, de que no
sabemos nada de nosotros mismos ni de nuestra precaria
existencia, lo que Weinstein llama “nuestra inconsistencia
ontológica”.
La inquietud metafísica

“El homo habilis, -afirma Weinstein- reprimió la inquietud


metafísica. Los medios de esta represión psico-cultural son más
invisibles y complejos que los descubiertos en el terreno de la
sexualidad y la agresividad.”
¿En qué consiste esta inquietud metafísica?

Básicamente, en darse tiempo para poder mirar las cosas más allá
de lo que inmediatamente creemos que son; mirarlas más allá de
lo que nos dice su apariencia y el sentido común. Esta inquietud
metafísica requiere de darse ese tiempo para reflexionar, para
pensar, divagar, echar a volar la imaginación, cuestiones todas a las
que hoy no se les concede suficiente tiempo ni valor
Dos medios culturales que permiten bloquear o desactivar la inquietud metafísica

Weinstein señala con sus preguntas trascendentes y su “zozobra ontológica”.


1.- “… la pregunta, la duda, la vivencia de misterio, ha sido hibernada en relatos
edificantes, coagulada en dogmas, en casos extremos, la in-quietud fundante es
amortajada en el rigor mortis del fundamentalismo”.
2.- “… la negación lisa y llana del ámbito de lo “extraño”. Todo es familiar, es físico, no
existe la metafísica. De allí el pan-pragmatismo. Es la frivolidad, aquí y ahora, en el
espesor del consumismo; en la apetencia por lo trivial se diluye hasta el ahogo al
asombro primario”.
El papel de la ética y la imaginación

“La ética pasa por el reconocimiento del otro como un igual-diferente”.

La tarea que Weinstein plantea, precisa de un cambio de mentalidad en el que estemos


comprometidos la totalidad de los individuos o de los “ciudadanos”, es por ello que habla
de una evolución del homo habilis al homo sapiens; algo que compromete a la totalidad de
la humanidad, la hoy existente y la por venir:

Sentimiento trágico de la vida v/s un sentimiento mágico de la vida.


La evoluciòn y el cambio de mentalidad

“La evolución es una revolución en que participan todos. No es problema de proclamas y


rituales. Es un proceso de cambio al interior de cada conciencia, de cada proceso de
socialización, de cada mensaje en el aula o en el internet. Es la apertura. Es el desapegarse
comprometido (…) Se trata de abrir los cauces del asombro, desde la filosofía y la poesía,
a la modulación de la cotidianidad, a las redes solidarias, ecológicas y espirituales, a una
nueva forma de hacer política para dar salida a la crisis universal”. (pp. 49-50)
El asombro como apertura

El asombro como una apertura hacia lo otro, hacia lo que está fuera de cada uno de nosotros. Este
asombro sería propio de nuestra condición ontológica. En la apertura hacia el mundo y hacia los otros,
en la salida fuera de sí, el asombro cumple una misión fundamental.

Si bien, nuestra relación con el asombro es muy antigua, podemos pensar, por ejemplo, la importancia
que tuvo en el “milagro griego” que, entre otras cosas, dio origen a la filosofía, esta capacidad de
asombro hoy no tiene espacio en este mundo dominado por esta crisis de la que habla Weinstein.
Hemos alejado de nosotros el misterio, la magia, todo aquello que nos muestra la precariedad de
nuestra existencia. Necesitamos entonces volver a reencantarnos por el asombro, dejarnos llevar por
esa apertura a lo desconocido, a lo extraño.
Asombro v/s perplejidad

En la perplejidad estamos como confundidos, paralizados, no hay esa actividad, esa


apertura y ese movimiento que caracterizan al asombro: “En el asombro nos abrimos, nos
interesamos, somos parte, nos nutrimos, nos involucramos”.

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