Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Fabián Naparstek
Bien,
la
libertad
del
loco.
Parto
de
una
idea
que
ha
resaltado
claramente
Jacques
Alain
Miller
y
lo
ha
resaltado
a
tal
punto
que
hay
un
curso
de
JAM
que
se
ha
llamado
“Todo
el
mundo
es
loco”.
Se
trata
de
una
indicación
de
Lacan,
un
Lacan
tardío
que
señala
que
todo
el
mundo
es
loco,
todo
el
mundo
es
delirante.
Sin
embargo,
por
más
que
sea
el
último
Lacan,
hay
algunas
indicaciones
de
Lacan
que
ya
anticipan,
quizás
no
dicho
exactamente
de
la
misma
manera
pero
que
anticipan
esta
noción,
una
de
ellas,
la
encuentran
en
nuestro
querido
Seminario
3,
digo
querido
porque
es
nuestro
texto
especialmente
en
psicopatología,
en
la
página
30,
Lacan
por
un
lado
hace
alusión
al
Elogio
de
la
locura
de
Erasmo,
y
allí
dice
“hay
sin
duda
una
locura
necesaria,
y
que
sería
una
locura
de
otro
estilo,
no
tener
la
locura
de
todos”.
No
dice
todo
el
mundo
es
loco,
pero
le
pega
en
el
palo.
Es
decir,
que
hay
una
locura
de
todos.
Lacan
por
más
que
al
final
de
su
enseñanza
vaya
a
parar
a
que
todo
el
mundo
es
loco,
y
todo
el
mundo
es
delirante,
ya
en
el
Seminario
3
plantea
que
todo
el
mundo
es
loco,
y
que
habría
que
distinguir
esa
locura
necesaria,
que
todo
el
mundo
tiene,
de
la
locura
del
otro
estilo,
esa
locura
de
otro
estilo
que
es
no
tener
la
locura
de
todos.
De
hecho
cuando
Lacan
indica
que
se
trata
de
Erasmo,
uds
encontrarán
en
el
texto
del
Elogio
de
la
locura
que
es
un
texto
también
de
nuestra
bibliografía,
alguna
indicación
de
Erasmo
que
va
en
el
mismo
sentido,
de
hecho
Erasmo
en
el
Elogio
de
la
locura,
texto
que
fue
escrito
en
una
semana
además,
y
que
no
tiene
mucho
más
Erasmo
escrito
que
esto,
era
una
crítica
al
saber
instituido
de
la
época,
año
1508
aprox,
fue
tomado
como
una
crítica
a
la
época,
especialmente
al
poder
eclesiástico
pero
no
solamente
a
ellos,
y
por
ejemplo
habla
irónicamente:
“a
esos
pobres
locos
que
se
toman
en
serio
a
sí
mismos
y
pretenden
saber
algo,
mientras
él
se
dedica
a
demostrar
la
vanidad
de
su
saber”.
Y
en
ese
campo
no
solamente
está
la
iglesia
sino
todos
los
saberes
de
la
época,
y
sobre
el
final
del
texto,
página
131:
“lo
que
he
querido
dejar
claro
al
tratar
brevemente
todo
esto,
es
que
no
hay
mortal
que
pueda
vivir
feliz
si
no
está
iniciado
en
mis
misterios”,
mis
misterios
son
los
misterios
de
la
locura.
Es
decir,
no
solamente
todo
el
mundo
está
loco,
sino
que
según
él
no
se
puede
vivir
feliz
si
no
se
está
iniciado
en
algo
de
la
locura.
Es
decir,
que
él
lleva
el
elogio
de
la
locura
a
un
punto
tal
que
casi
sería
necesario
para
cada
quien,
si
me
permiten
decirlo
así,
para
cada
quien
ubicar
su
pizca
de
locura,
cuando
no
todo
es
una
locura,
obviamente.
La
otra
indicación
que
me
parece
que
vale
la
pena
y
la
voy
a
utilizar
para
iniciar
esta
conferencia,
es
que
el
personaje
central
que
inventa
Erasmo
es
la
locura,
habla
siendo
la
locura,
es
un
personaje
femenino.
Habla
de
ella:
ella,
la
locura.
Por
ejemplo,
en
un
momento
dice
“en
primer
lugar
tu
apellido
Moro”-‐
amigo
con
el
que
estaba
de
vacaciones
esa
semana
en
Inglaterra,
y
es
a
quien
supuestamente
le
dedicó
la
escritura
del
elogio
de
la
locura
-‐
está
tan
cercana
de
la
palabra
griega
moría,
como
estas
tú
lejos
de
su
significado,
o
diría
mejor
que
según
la
opinión
común
es
el
más
alejado
de
ella.”
Ella
es
la
locura.
Cuando
comienza
en
la
pág.
37
la
declaración
de
la
locura:
“sé
muy
bien
lo
que
dice
de
mi
la
gente,
pues
no
se
me
oculta
la
mala
fama
que
tengo,
aun
entre
los
más
necios,
pero
yo
soy
la
única”.
Nuevamente,
el
femenino.
“la
única
que,
cuando
quiero,
hago
reír
a
los
dioses
y
a
los
hombres”.
Quería
señalar
estos
dos
aspectos
de
Erasmo,
donde
generaliza
por
un
lado
la
locura
y
Lacan
lo
toma,
y
por
otro
que
pone
a
la
locura
en
términos
femeninos,
como
decía
hoy
al
comienzo
la
profesora
Yanina
Mazzoni
respecto
del
término
locura,
ya
se
ve
que
en
Lacan
es
mucho
más
amplio
que
la
psicosis.
Locura
y
psicosis
no
necesariamente
van
de
la
mano
o
abarcan
el
mismo
espacio
de
saber.
El
segundo
paso
que
hay
que
dar
y
que
está
en
el
título
de
esta
conferencia
es
ligar
la
locura
con
la
libertad.
Hay
al
menos
tres
indicaciones
a
lo
largo
de
la
enseñanza
de
Lacan:
una
en
1946,
otra
en
1967
y
finalmente
otra
en
1973.
Cada
una
requeriría
un
trabajo
en
especial,
no
me
voy
a
abocar
a
hacer
la
diferencia
entre
cada
una,
que
podría
ser
un
trabajo
interesante
de
hacer,
me
voy
a
centrar
especialmente
en
la
referencia
de
1967
que
está
hecha
en
un
texto
de
Lacan,
todavía
inédito,
que
se
llama
“Pequeño
discurso
de
J
Lacan
a
los
psiquiatras”,
donde
Lacan
dice
claramente
que
el
loco
es
el
hombre
libre.
Primero
hay
que
indicar
que
no
necesariamente
la
libertad
es
un
término
que
en
Lacan
tenga
un
matiz
positivo.
Quiero
decir,
que
hay
algo
en
Lacan
respecto
de
la
libertad
que
él
presenta
como
una
vivencia
de
lo
insoportable.
Lo
insoportable
de
la
libertad.
Quizás
uno
podría
decir
como
Milan
Kundera
la
insoportable
levedad
del
ser.
Es
decir,
que
diga
que
el
loco
es
el
hombre
libre
no
necesariamente
supone
en
el
horizonte
que
uno
debería
acercarse
o
pretender
acercarse
a
esa
libertad
de
la
que
habla
Lacan.
La
otra
cuestión,
es
que
si
pone
al
loco
al
lado
de
la
libertad
es
que
hay
una
cuestión
ética
en
juego
respecto
de
la
locura.
Cuestión
sobre
la
cual
voy
a
volver.
En
principio,
¿cuál
es
la
idea
de
Lacan
en
esta
época,
1967?
que
el
loco
es
libre
respecto
de
los
ideales,
respecto
del
Otro,
que
el
loco
prescinde
del
gran
Otro
y
que
prescindir
del
gran
Otro
supone
una
libertad.
Sin
embargo,
por
prescindir
del
gran
Otro
y
de
los
ideales
si
ustedes
quieren,
en
este
caso
si
prescindir
del
Nombre
del
Padre,
eso
trae
cierto
sufrimiento.
De
hecho,
en
un
momento
Lacan
habla
de
la
presencia
angustiante
del
objeto
a.
Y
es
interesante
porque
en
otro
momento
Lacan
habla
de
la
tiranía
del
objeto
a.
Lo
interesante
es
que
de
un
lado
está
la
libertad
y
del
otro
esta
la
tiranía.
Y
en
términos
simples,
nos
hemos
abocado
en
ambas
cátedras
a
trabajar
la
relación
con
el
objeto
a,
no
quiero
hoy
detenerme
demasiado
en
eso,
pero
lo
que
plantea
Lacan
es
que
se
trata
de
la
presencia
de
las
voces,
habla
de
la
alucinación
verbal.
Y
da
una
indicación
Lacan
allí
en
el
pequeño
discurso
a
los
psiquiatras,
dice
“el
loco
tiene
el
objeto
en
el
bolsillo”.
Yo
he
insistido
mucho
en
esta
referencia
porque
es
una
referencia
tanto
a
la
locura
como
a
la
época.
De
hecho,
Lacan
hace
explícita
la
relación
entre
la
locura
y
la
época
actual.
Dice
así
Lacan:
“cuanto
más
se
somete
a
las
transformaciones
de
la
ciencia,
más
domina
toda
nuestra
vida
cotidiana
hasta
la
incidencia
de
nuestros
objetos
a”;
es
importante
ubicar
que
acá
se
trata
de
plural.
“Yo
no
puedo
quedarme
aquí,
pero
si
alguno
de
los
frutos
más
tangibles
que
ahora
ustedes
pueden
tocar
todos
los
días
de
lo
que
devenga
de
los
progresos
de
la
ciencia,
es
que
los
objetos
a
se
meten
en
todas
partes.
Aislados,
solos
y
siempre
listos
a
sorprenderlos
en
el
primer
encuentro,
solo
hago
alusión
aquí
a
la
existencia
de
lo
que
se
llama
la
mass
media
(los
medios
de
comunicación).
A
saber,
esas
miradas
errantes
y
esas
voces
caprichosas
de
las
cuales
están
destinados
muy
naturalmente
a
estar
rodeados
cada
vez
más
sin
que
haya
para
soportarlas
otra
cosa
(…)
el
sujeto
de
la
ciencia,
que
se
les
mete
por
los
ojos
y
por
las
orejas”.
Es
decir
que
Lacan
compara
al
loco
que
vivencia
esas
voces,
con
la
época
actual
donde
nos
meten
esas
voces
por
todas
partes
y
esas
miradas
errantes.
No
deja
de
sorprenderme,
Lacan
de
1967,
la
anticipación
que
él
tenía
de
lo
que
viene
sucediendo.
En
1967
no
había
una
cámara
mirándonos
en
todas
las
esquinas.
No
entrábamos
a
un
bar
todavía
donde
había
10
pantallas
diferentes
sonando
de
diversas
maneras.
Es
decir
que
casi
diría
que
el
único
lugar
que
no
está
bajo
la
mirada,
quizás
mañana
tengamos
una
nueva
experiencia
de
eso,
es
cuando
uno
entra
a
votar.
Es
decir
que
se
supone
que
ahí
no
nos
están
filmando.
Acá
me
dicen
“no
sabemos”,
sí,
la
vivencia
de
la
paranoia
es
generalizada,
efectivamente.
Es
decir
que
las
cámaras
están
en
todos
lados
y
Lacan
anticipaba
en
1967
la
presencia
de
la
mirada
en
todos
lados,
y
la
compara
con
la
presencia
de
la
mirada
para
el
psicótico
en
este
caso,
y
de
las
voces.
Aunque
en
la
entrevista
(referencia
a
Lacaniana)
él
dice
que
no
es
pesimista.
Efectivamente,
no
es
pesimista,
pero
el
punto
cambia.
Y
uno
podría
decir,
todo
el
mundo
está
loco,
pero
también
podría
decir
el
mundo
está
loco.
Y
no
es
una
expresión
de
nostalgia,
es
decir,
no
creo
que
sea
mejor
ni
peor
que
antes,
no
creo
que
la
posición
de
Lacan
sea
una
añoranza
al
Nombre
del
Padre.
Vamos
a
ver
que
el
Nombre
del
Padre
tenía
sus
cosas,
si
se
puede
decir.
Es
decir,
que
todo
el
mundo
tiene
su
locura,
si
extendemos
el
concepto
de
locura,
pero
a
la
vez,
el
devenir
del
mundo
y
el
mundo
actual,
está
muy
cercano
de
la
locura
tal
cual
la
entiende
Lacan.
Y
no
es
decir
que
está
loco
porque
pasan
cosas
raras
sino
en
términos
estructurales.
Porque
cada
vez
más
se
prescinde
de
los
ideales,
cada
vez
más
se
prescinde
del
Nombre
del
Padre
y
eso
trae
como
consecuencia
la
presencia
del
objeto
a.
La
otra
cuestión
que
Lacan
sitúa
en
esta
misma
conferencia
un
poco
antes
del
párrafo
que
les
leía,
no
les
digo
la
página
porque
es
inédito,
es
lo
que
uno
podría
llamar
el
horror
a
la
locura.
El
horror
al
loco.
Y
un
horror
que
tiene
un
afecto
muy
especial
que
es
el
afecto
de
la
angustia.
La
idea
de
Lacan
es
que
frente
al
loco
estamos
angustiados.
Y
él
justamente
lo
indica
cuando
da
cuenta
de
que
el
loco
tiene
el
objeto
en
el
bolsillo,
él
dice
“digamos,
tiene
su
causa
en
el
bolsillo,
es
por
eso
que
es
un
loco,
es
por
eso
que
uds
tienen
delante
de
él
un
sentimiento
muy
particular.
Ese
sentimiento
es
el
sentimiento
de
angustia.”
Y
les
está
hablando
a
los
psiquiatras,
se
pregunta
¿cómo
vamos
a
abordar
la
locura
si
frente
al
loco
estamos
angustiados?
“Alguno
que
del
psicoanálisis
se
ocupe
algún
día
verdaderamente
del
loco”
es
una
apuesta
de
Lacan
que
alguien
alguna
vez
se
ocupe
del
loco
verdaderamente.
Y
él
dice,
que
los
que
podrían
en
principio
ocuparse
del
loco
son
aquellos
que
tiene
un
fin
de
análisis.
Es
decir
que
habría
que
terminar
el
análisis
propio
para
no
angustiarse
ante
el
loco.
Cosa
que
no
es
un
hecho
concreto,
es
decir,
nos
ocupamos
del
loco
y
no
le
pedimos
a
la
gente
que
tenga
un
fin
de
análisis
ni
mucho
menos.
Pero
es
una
indicación
de
Lacan
que
lleva
al
extremo.
Y
allí,
toma
a
M
Foucault
en
Historia
de
la
locura,
porque
la
idea
de
Foucault
es
que
como
uno
se
angustia
ante
el
loco,
lo
mejor
que
han
encontrado
con
el
loco
es
encerrarlo.
Y
encerrar
al
loco
es
una
manera,
quiero
decir
al
loco
en
su
generalidad,
habrá
que
ver
cuándo
conviene
o
no
que
una
persona
tenga
una
internación.
Pero
encerrar
al
loco,
dicho
de
esta
manera
como
única
respuesta
ante
la
locura,
ha
sido
una
manera
de
maltratar
al
loco.
Lacan
lo
retoma
en
este
punto
y
pone
el
desafío
de
cómo
vamos
nosotros
los
psicoanalistas
a
enfrentar
al
loco.
En
Freud,
de
alguna
manera
también
hay
algo
de
esto,
quizás
no
está
indicado
respecto
de
la
locura,
sí
especialmente
de
lo
femenino,
cuando
Freud
habla
del
horror
a
lo
femenino.
Y
hay
que
decirlo,
hay
un
aspecto
de
lo
femenino
según
Lacan
que
se
separa
del
Otro,
cuando
Lacan
dice
que
la
mujer
es
no-‐toda.
Es
decir,
no-‐toda
está
tomada
por
el
Nombre
del
Padre,
por
los
ideales,
por
el
Otro.
Y
de
hecho
hay
todo
un
trabajo
de
ligar
algo
de
lo
femenino
con
la
locura.
Y
hay
que
decirlo
en
este
sentido,
que
el
Nombre
del
Padre
ha
encerrado
a
la
locura,
y
ha
encerrado
a
la
mujer.
Quizás
sea
fuerte
decirlo
así,
pero
a
esta
altura
de
los
acontecimientos
hay
que
plantearlo
en
estos
términos.
Que
la
figura
de
lo
femenino
de
la
época
victoriana
es
una
mujer
encerrada.
Una
mujer
que
no
decidía
de
su
vida,
una
mujer
que
se
dedicaba
a
una
tarea
muy
específica
de
la
casa,
encerrada
en
la
cocina,
encerrada
en
su
casa
sin
poder
salir
de
ese
lugar.
Es
decir
que
el
Nombre
del
Padre
ha
generado
también
una
mujer
encerada.
Y
me
dirán:
¿qué
mundo
es
más
loco?
¿El
de
la
mujer
encerrada
o
el
mundo
actual?
¿Se
entiende
la
cuestión?
Se
ve
que
no
se
puede
tener
mucha
añoranza
del
Nombre
del
Padre
en
ese
sentido.
Y
quiero
decir
que,
así
como
se
ha
maltratado
a
la
locura,
se
ha
maltratado
a
la
mujer.
E
implica
en
términos
de
Freud
una
posición
ética
frente
a
lo
que
se
escapa
del
Nombre
del
Padre,
que
es
qué
hacer
o
cómo
bientratar
a
la
locura
y
a
la
mujer.
Y
Freud
no
duda
de
hablar,
Lacan
lo
retoma,
del
coraje.
Ahí
hay
una
bipartición
entre
lo
que
podríamos
llamar
el
coraje
y
la
cobardía.
Quiero
decir
que
está
la
cobardía
si
se
puede
llamar
así,
la
cobardía
macho
de
lo
que
le
han
enseñado
como
macho,
de
maltratar
a
la
mujer
al
punto
de
hacerla
desaparecer,
de
tratar
de
destruirla.
Pero,
a
la
vez,
Freud
ubica
en
el
horizonte,
otra
locura,
que
es
la
locura
del
amor.
Porque
Freud
no
dudó
en
pensar
que
el
amor
es
una
locura.
Pero
es
una
locura
que
quizás
permita
hacer
algo
diferente
respecto
del
Otro
sexo.
Les
leo
un
pequeño
párrafo,
-‐
aunque
está
llena
la
literatura
respecto
de
esta
cuestión
del
amor
y
la
locura
-‐.
Uno
podría
quizás
entrar
en
la
literatura
buscando
posiciones
cobardes
frente
a
la
locura
y
a
lo
femenino,
o
posiciones
de
coraje
frente
a
esta
cuestión.
Este
es
un
cuento
de
Fitzgerald,
Un
diamante
tan
grande
como
el
Ritz.
Todo
el
asunto
es
llegado
a
este
punto
del
cuento
que
pierden
todos
los
diamantes,
todo
el
dinero.
Y
es
el
diálogo
de
esta
pareja:
—Qué
sueño
tan
raro
—suspiró
Kismine,
mirando
las
estrellas—.
¡Qué
extraño
me
resulta
estar
aquí
con
un
solo
vestido
y
un
novio
sin
dinero…!
Bajo
las
estrellas
—repitió—:
Nunca
me
había
fijado
en
las
estrellas.
Siempre
me
las
he
imaginado
como
grandes
diamantes
que
tenían
un
dueño.
Ahora
me
dan
miedo.
Me
dan
la
sensación
de
que
todo
ha
sido
un
sueño,
toda
mi
juventud.
—Ha
sido
un
sueño
—dijo
John
en
voz
baja—.
La
juventud
siempre
es
un
sueño,
una
forma
de
locura
química.
—Eso
me
han
dicho
—murmuró
John
con
tristeza;
y
no
sé
mucho
más.
Pero
podemos
querernos
algún
tiempo,
tú
y
yo,
un
año
o
algo
así.
Es
una
forma
de
embriaguez
divina
al
alcance
de
cualquiera.
Sólo
hay
diamantes
en
el
mundo,
diamantes
y
quizá
el
miserable
don
de
la
desilusión.
Bueno,
yo
la
tengo
ya,
pero,
como
es
normal,
no
sabré
aprovecharlo
—se
estremeció.
Y
añadió—:
Álzate
el
cuello
del
abrigo,
chiquilla,
la
noche
es
fría
y
vas
a
pescar
una
pulmonía.
Es
decir,
que
el
amor
podría
ser
una
respuesta
diferente
a
la
cobardía
frente
a
la
locura
y
frente
a
lo
femenino.
Frente
a
esta
cuestión
se
abre
una
pregunta.
Una
pregunta
que
me
preocupa
de
una
manera
fuerte
acá
en
la
facultad
y
en
otros
espacios.
¿Cómo
enseñar
algo
sobre
la
locura?
De
hecho,
Lacan
no
duda
en
decir
que
el
psicoanálisis
es
una
práctica
delirante.
Freud
mismo
-‐
ustedes
lo
han
leído
en
el
historial
de
Schreber
-‐
se
pregunta
¿qué
hay
de
diferencia
entre
el
delirio
de
Schreber
y
el
Edipo?
Es
decir,
el
delirio
psicoanalítico,
porque
el
Edipo
es
el
delirio
psicoanalítico.
De
hecho,
yo
no
dejo
de
señalarlo,
Schreber
tenía
un
delirio
que
nos
parece
raro,
pero
no
era
tan
raro
en
la
época.
Schreber
creía
que
iba
a
llenar
con
su
descendencia
un
mundo
mejor.
De
hecho,
hubo
un
hombre
que
con
ese
delirio
llevó
a
la
segunda
guerra
mundial.
De
creer
que
iba
a
crear
una
raza
mejor.
Es
decir
que
hay
delirios
que
empujan
a
todo
un
mundo.
El
de
scherber
por
cierto
no,
solamente
al
mundo
psicoanalítico.
Pero
lo
que
indica
Lacan
es
que,
frente
a
esto,
cuando
dice
que
es
una
práctica
delirante,
es
que
no
es
una
ciencia
exacta.
Que
el
psicoanálisis
no
se
enseña
como
matemática.
Entonces,
insisto,
¿cómo
enseñar
la
locura?
¿Cómo
plantarse
frente
a
este
tema?
Frente
a
un
tema
que
además
genera
horror.
Debo
decir
que
no
somos
cátedras
locas.
Cumplimos
claramente
con
el
Otro
del
discurso
universitario,
pero
siempre
he
insistido
en
darnos
en
nuestras
cátedras
un
pequeño
lugar
para
la
invención.
Para
la
invención,
la
pequeña
invención
loca.
Hay
que
hacer
una
diferencia
entre
lo
que
es
la
invención
y
la
creación.
La
creación
es
la
creación
ex
nihilo,
de
la
nada,
“Dios
creó
el
mundo”.
De
la
nada
creó
el
mundo.
La
invención
es
sobre
lo
que
hay.
Uno
inventa
con
lo
que
hay.
En
efecto,
debo
decir
también
que
nos
critican
en
esta
facultad
justo
en
este
punto.
Ahí
en
el
punto
donde
nos
separamos
un
poco
del
Otro.
Como
les
decía
antes
Yanina
Mazzoni,
en
Clínica
de
las
toxicomanías,
los
alumnos
tienen
una
cita
cada
semana
con
un
caso
clínico
diferente
cada
vez.
Con
un
loco
cada
semana.
Con
un
loco
en
el
sentido
más
pleno
del
término,
en
el
sentido
más
valorado
por
lo
menos
para
mí,
con
un
inclasificable.
Con
un
inclasificable
que
tiene
lo
más
singular
de
cada
quien.
Es
decir,
en
un
mundo
donde
estamos
todos
empujados
a
consumir,
nos
ocupamos
de
cómo
consume
cada
quien
con
su
propia
locura.
En
Psicopatología
hacemos
algo
parecido.
Pero
también
nos
critican
especialmente
porque
los
alumnos
tienen
un
examen
en
donde
los
enfrentamos
con
una
viñeta
de
un
loco
inclasificable
cada
vez,
y
los
ponemos
en
la
experiencia
de
que,
aunque
tengan
toda
la
biblioteca
entera
al
lado
de
ustedes,
disponible,
tienen
que
dar
su
propia
respuesta,
cada
quien
tiene
que
dar
su
propia
respuesta
frente
al
loco.
Obviamente
que,
para
dar
esa
respuesta,
ustedes
tienen
que
preparar,
estudiar,
y
no
la
podrían
dar
sin
esa
preparación,
y
evaluamos
eso.
Esa
preparación,
pero
también
le
damos
lugar
a
la
respuesta
singular
de
cada
quien.
Nos
vienen
a
decir
que
tomamos
un
examen
que
baja
la
calidad
de
estudio
de
las
cátedras.
No
voy
a
ceder
un
ápice
en
eso,
no
voy
a
volver
a
tomar
el
examen
retrógrado
de
la
edad
media
donde
alguien
da
cuenta
que
se
aprendió
de
memoria
un
contenido
de
Lacan.
No
voy
a
ceder
un
ápice
a
que
me
vengan
a
hablar
en
lacanés.
No
quiero
a
nadie
que
me
hable
en
lacanés.
Efectivamente,
Lacan
lo
dice
con
todas
las
letras:
“no
alcanza
evidentemente
servirse
de
mi
vocabulario
para
remarcar
cosas
que
se
decían
antes
de
mí
de
otra
manera.
No
alcanza
para
que
esto
tenga
el
menor
efecto
sobre
lo
que
es
efectivamente
la
práctica
psicoanalítica.
Sí,
no
alcanza
repetir
de
una
forma
simplemente
ese
vocabulario”.
Es
decir,
que
para
Lacan
tampoco
alcanza
con
repetir
en
lacanés
lo
que
habla
medio
mundo
a
esta
altura
en
la
Argentina.
Debo
decir,
porque
le
pongo
énfasis
a
ciertas
críticas
que
me
hacen
llegar,
pero
debo
decir
que
la
gestión
de
esta
facultad
me
ha
sostenido
todo
el
tiempo.
Es
decir,
que
ha
sostenido
la
singularidad
que
le
hemos
dado
a
nuestras
cátedras,
y
que
sin
eso
hubiese
sido
imposible
estar
hoy
aquí
y
tener
una
catedra
de
600
alumnos.
Año
tras
años,
nos
respalda
una
gestión
como
la
que
tenemos
hoy
en
la
facultad
que
respeta
fuertemente
las
propuestas
que
uno
hace
más
allá
que
tengo
que
salir
a
defenderlas
y
argumentarlas
y
un
poco
esta
conferencia
es
esa
argumentación.
Finalmente,
nunca
me
imaginé
haciendo
unas
jornadas
por
año.
Acá,
todos
juntos,
alumnos,
ex
alumnos,
docentes,
amigos,
etc.
Todos
en
igualdad
de
condiciones
para
presentar
un
trabajo
y
para
levantar
la
mano
y
hablar,
no
hacemos
diferencias.
Por
un
día
cada
quien
deja
de
lado
los
oropeles
del
Nombre
del
Padre,
de
las
funciones
y
responsabilidades
y
debatimos
y
conversamos
un
tema.
Quizás
sea
nuestra
fiesta
totémica
(risas).
Algunos
dirán
“qué
forma
aburrida
de
divertirse
que
tienen”.
Puede
ser.
Pero
hoy
acá,
no
hay
notas,
no
hay
presentes
obligatorios,
no
hay
que
soportar
un
docente
plomo,
etc.
Hay
el
deseo
de
avanzar
frente
al
horror
de
la
locura,
pero
……..
dura
un
día.
Mañana
cada
cual
retomará
su
función,
mañana
le
voy
a
exigir
a
cada
docente
que
tome
lista,
que
prepare
su
clase,
la
facultad
me
va
a
exigir
a
mí
que
presente
un
programa,
a
los
alumnos
les
voy
a
exigir
que
estudien,
que
tengan
el
75%
de
los
presentes,
etc.
Pues
bien,
sepan
que
no
voy
a
ceder
a
los
que
pretenden
hacernos
creer
que
la
locura
es
totalmente
evaluable.
No
voy
a
ceder
en
darle
lugar
al
coraje
de
cada
alumno
de
tener
que
decir
algo
singular
en
un
examen.
A
que
un
docente
cumpla
con
su
tarea
pero
que
además
tenga
que
demostrar
cómo
se
planta
frente
a
estos
temas.
No
hago
como
Erasmo
un
elogio
a
la
locura,
hago
lugar
en
la
enseñanza
universitaria
a
algo
que
no
es
medible,
que
no
es
cuantificable,
al
coraje
mínimo
de
cada
uno
frente
a
la
locura,
y
si
quieren,
a
lo
femenino
también.
Finalmente,
a
hacer
una
psicopatología
y
una
clínica
de
las
toxicomanías
que
estén
a
la
altura
de
su
ética.
Así
como
para
un
hombre
frente
a
una
mujer
hay
que
inventar
algo
que
implique
el
coraje
de
no
maltratarla,
nosotros
también
tenemos
el
desafío
de
no
maltratar
a
nuestra
enseñanza,
dándole
lugar
a
la
locura,
no
encerrándola
en
un
lacanés
que
nadie
entiende
y
nadie
sabe
luego
qué
hacer
con
ella.
Con
ella,
la
locura,
en
femenino.
Muchas
gracias.
Jorge
Aissicoff:
creo
que
la
presentación
fue
una
invención
extraordinaria.
(…inaudible)
quería
ver
si
se
pueden
relacionar
3
términos:
fin
de
análisis
–
locura
y
libertad.
Jacquie
Lejbowicz:
yo
quería
agradecer
la
conferencia
y
me
parece
que
para
los
docentes
y
alumnos
por
las
cosas
que
vamos
charlando,
poder
retomar
el
concepto
de
psicoanálisis
y
darle
su
uso
fuerte
para
pensar
cuestiones
que
nos
interpelan
hoy,
lo
femenino
y
esas
cuestiones
que
son
acuciantes,
me
encanta
que
podamos
darle
esta
vuelta.
Hay
una
cuestión
tan
viva,
que
creo
que
hace
al
espíritu
de
estas
cátedras.
No
es
tanto
una
pregunta
sino
más
bien
una
celebración.
FN:
Me
tengo
que
argumentar
a
mí
mismo
para
no
creer
un
relato.
Un
relato
que
podría
hacer
pensar
que
es
mejor
hacerles
aprender
que
todo
el
mundo
repita
que
el
psicótico
es
el
que
tiene
el
Nombre
del
Padre
forcluido.
No
me
dice
nada
eso.
De
hecho,
ningún
paciente
viene
a
decirnos
“mire
que
yo
tengo
el
Nombre
del
Padre
forcluido”.
Es
decir,
que
la
clínica
está
más
cercana
a
lo
que
planteaba
hoy
Leonardo
Gorostiza
con
todas
las
dificultades
del
caso,
y
tenemos
que
enseñar
con
todas
las
dificultades
del
caso.
Sin
escaparle
a
eso.
Si,
efectivamente,
Lacan
también
habla
del
coraje
del
fin
de
análisis.
Hay
que
tener
coraje,
la
idea
de
Lacan
es
que
cada
vez
que
uno
inventa
algo
por
fuera
de
lo
que
son
sus
propios
ideales,
atravesándolos,
supone
algo
de
coraje.
Y
por
eso
también
habla
del
coraje
del
loco,
porque
está
forzado
a
tener
que
inventarse
algo.
Es
el
valor
que
hay
que
dar
a
lo
que
se
inventa
cada
uno.
Pero
si
tomamos
la
amplitud
del
concepto
de
locura
en
donde
cada
quien
tiene
su
propia
locura,
también
el
psicoanálisis
respeta
lo
que
se
inventa
cada
loco
que
viene
a
vernos,
independientemente
de
si
es
una
psicosis
o
no.
Teniendo
en
cuenta
que
para
Lacan
nunca
se
trató
de
llevar
el
fin
de
análisis
hacia
la
libertad.
Sino
de
inventarse
algo
y
enlazarse
al
Otro
con
su
propio
invento.
No
es
desenlazado
del
Otro.
Efectivamente
el
tema
de
lo
femenino
es
un
tema
acuciante
como
planteaba
Jacquie
antes.
Sí
es
un
tema
que
factiblemente
vayamos
a
tomar
más
adelante,
el
psicoanálisis
tiene
una
respuesta
por
lo
menos
para
ubicar,
para
pensar
por
qué
la
andanada
de
maltrato
a
lo
femenino
que
vivimos
en
la
actualidad,
cuando
se
sueltan
los
ideales
y
se
suelta
el
Nombre
del
Padre.
Alguien
me
dirá
“bueno
antes
se
maltrataba
tanto
a
la
mujer,
pero
no
lo
sabían
los
medios.”
Es
factible,
puede
ser,
pero
otra
cosa
era
la
mujer
encerrada.
Y
que
da
cuenta
Freud
cuando
dice
“el
primer
ser
segregado
es
el
sexo
femenino”.
Y
Freud
lo
explica
por
la
vía
del
horror
a
la
feminidad.
Y
que
eso
está
instaurado
en
la
época
victoriana,
es
decir
que
había
un
maltrato
a
lo
femenino
instaurado
por
el
Nombre
del
Padre,
un
modo
de
tratar
a
lo
femenino,
que
estaba
instaurado
por
la
época
victoriana.
Hace
poco
tiempo
hubo
un
fenómeno
en
Alemania
a
fin
de
año,
no
recuerdo
ahora
el
nombre
que
tiene
en
árabe,
un
fenómeno
donde
ciertos
grupos
del
Islám
salen
en
ciertos
momentos
en
grupos
de
varios
hombres
a
buscar
mujeres
y
perpetúan
violaciones.
Eso
sucedió
con
grupos
de
refugiados
en
Alemania.
Entonces
no
se
les
ocurrió
mejor
idea
a
los
alemanes
que
decirles
que
iban
a
tener
que
enseñarles
cómo
tratar
a
una
mujer.
¿Occidente
le
va
a
enseñar
al
Islám
cómo
tratar
a
una
mujer?
Es
decir,
el
islam
tiene
su
propio
modo
de
maltrato
a
la
mujer,
no
me
cabe
la
menor
duda,
pero
¿occidente
está
en
condiciones
de
enseñarles
cómo
tratar
a
una
mujer?
Es
una
pregunta.