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Contexto

La civilización griega se desarrolló entre los siglos VIII y II a. C. en la península


Balcánica (Grecia continental), en las islas del mar Egeo (Grecia insular) y en la costa de Asia
Menor y la Magna Grecia en el sur de Italia (Grecia colonial). Dos civilizaciones, la cretense
y la micénica, surgidas en estos territorios entre el 3000 y el 1200 a. C., se consideran
precedentes de la griega. Indudables son las aportaciones de una y otra al arte griego
antiguo: las columnas de los palacios cretenses y su la arquitectura adintelada, así como
el megarón micénico y las tumbas circulares. La cretense se basaba en la talasocracia o poder
comercial, y de la micénica sobresalen las imponentes fortalezas que muestran su poder y
dominio del territorio. Tras la decadencia de la civilización micénica y tras una “época oscura”
(1200-800 a. C.) de la que apenas se sabe nada, surge la civilización griega a partir del siglo
VIII a. C. Los griegos crearon una civilización organizada políticamente en polis, ciudades
estado independientes, pero pertenecientes todas ellas a una misma cultura, como lo
muestra el hecho de poseer una religión y una lengua comunes. Pequeños territorios centrados
en torno a un núcleo urbano que se construía alrededor de una colina fortificada, la
acrópolis. Sus ciudadanos eran hombres libres que se autogobernaban. A lo largo de su
historia surgieron diversos sistemas políticos cuyos modelos básicos son el oligárquico
y miliar propio de Esparta, y el democrático de Atenas. La economía de las polis se basaba
en la agricultura, la ganadería y el comercio. Actividades que proporcionaron riquezas y
prosperidad e hicieron crecer los grupos sociales enriquecidos. Sin embargo, nunca formaron
una sociedad igualitaria. En Atenas, los ciudadanos se reducían a una pequeña minoría y las
dos terceras partes de la sociedad formadas por las mujeres, los extranjeros y los esclavos
quedaban sin derechos políticos. En Esparta, a su vez, se regía por un sistema oligárquico en
el que una minoría tenía al resto sometido a la esclavitud. Distinguimos cuatro etapas: Época
arcaica (s. VIII-VI a.C.).En la que el gobierno de las polis estuvo en manos de clanes
aristocráticos, formando gobiernos oligárquicos. Es en esta etapa en la que se produce la
creación de colonias en Asia Menor, la Magna Gracia (sur de Italia) llegando hasta la península
Ibérica.-Época clásica (s. V a.C.).Durante este siglo se alcanzó el momento de mayor
esplendor. En Atenas surgió la primera democracia del mundo y esta polis, con Pericles.

Estructura social
Solamente los hombres nativos y libres que eran dueños de tierras podían ser
ciudadanos, y gozar de la protección entera de la Ley en una ciudad-estado (si bien más tarde
Pericles introdujo excepciones a la restricción sobre los nativos). En la mayoría de las ciudades-
estado, la gente que tenía importancia social no gozaba de ningún derecho especial, a diferencia
de Roma. Por ejemplo, nacer de una cierta familia no solía ofrecer privilegios especiales. A
veces ciertas familias controlaban algunas funciones religiosas públicas, pero no solía lograr
ningún poder de más en el gobierno.

En Atenas, la población se dividía en cuatro clases sociales según su riqueza. La gente


podía cambiar de clase por ganar más dinero. En Esparta, todos los ciudadanos varones se
nombraban iguales si terminaban su educación. Sin embargo, los reyes espartanos, que servían
de líderes militares y religiosos en la ciudad-estado, venían de dos familias. Los esclavos no
tenían ningún poder ni estatus. Tenían el derecho de criar una familia y ser dueños de
propiedades, pero no tenían derechos políticos. Para 600 a. C. la esclavitud-mercantil se había
difundido en Grecia. Para el siglo III A. C. los esclavos componían un tercio de la población
entera en algunas ciudades-estado. Los esclavos fuera de Esparta casi nunca se sublevaron
porque conformaban demasiadas nacionalidades y estaban demasiado dispersos para
organizarse. La mayoría de las familias tenían esclavos como sirvientes domésticos y peones,
y aun algunas familias pobres podían tener unos pocos esclavos. No se permitía que los dueños
pegaran o mataran a sus esclavos. Los dueños muchas veces prometían a sus esclavos liberarlos
en el futuro para animarlos a trabajar duro. A diferencia de Roma, los libertos (esclavos
liberados) no se convertían en ciudadanos. En su lugar, se mezclaban con la población de los
metecos, que incluía a la gente de países extranjeros o de otras ciudades-estado a los que
oficialmente se les dejaba vivir en el estado.

Las ciudades-estado legalmente tenían esclavos. Estos esclavos públicos gozaban de


una mayor independencia que los esclavos que pertenecían a las familias, viviendo solos y
realizando tareas especiales. En Atenas, los esclavos públicos se entrenaban para detectar
monedas falsas, mientras los esclavos del templo actuaban como sirvientes de la deidad del
templo. Esparta tenía un tipo especial de esclavo llamado un hilota. Los hilotas eran cautivos
griegos de la guerra que pertenecían al estado y eran asignados a familias en cuyo hogar eran
obligados a quedarse. Los hilotas cultivaban alimentos y hacían tareas domésticas para que las
mujeres pudieran centrarse en criar hijos fuertes mientras los hombres se dedicaban a
entrenarse para ser hoplitas. Sus amos los maltrataban y los hilotas muchas veces se rebelaban,
como sucedió en el monte Itome.

El Modo de Producción Esclavista.


El principio común del MPE consiste en considerar la condición de propiedad
absoluta del productor directo y su importancia en el plano económico, como un elemento
capital para definir las relaciones de producción. La sociedad se constituye así en un sistema
cuya naturaleza se encuentra determinada por la propiedad privada por parte de un grupo
privilegiado (clase) de los medios de producción y de los productores directos. Esto significa
que la sociedad se divide en libres y esclavos siendo los segundos quienes generan todos los
bienes materiales. La esclavitud se convierte en una relación absoluta, posibilitando la libertad
del ciudadano. De este modo, libertad y esclavitud son así indivisibles ya que una es la
condición estructural de la otra.

En una reflexión teórica sobre las estrategias de reproducción y los modos de


dominación, el sociólogo francés Pierre Bourdieu (2007: 197; 2011: 31-50), distinguía entre
aquellas sociedades en las que las relaciones de producción adoptan la forma de relaciones de
dependencia personal y aquellas sociedades en las que la independencia personal estaba
fundada en la dependencia respecto a las cosas. Es así que, desde la perspectiva de Bourdieu
(2011: 43), mientras no existan estructuras objetivas tales como el mercado de trabajo los
dominantes deben dedicarse a un trabajo de continua creación de las relaciones sociales,
reducidas a relaciones personales. En síntesis, la ausencia de la denominada violencia inerte de
la lógica económica esa violencia implacable y oculta de los mecanismos objetivos (Bourdieu,
2007: 203) a la que podríamos referir a través de la noción hasta cierto punto contradictoria de
coacción mercantil constriñe a los dominantes a un ejercicio del poder y la violencia (material
o simbólica) vehiculizado a través de formas personalizadas, como sucede por ejemplo en el
caso extremo de la esclavitud, la deshumanización total del dominado, esto es, lo que ha sido
llamado su muerte social.

Bourdieu (2011: 63-65) plantea que La economía precapitalista es el lugar por


excelencia de la violencia simbólica, porque en su seno las relaciones de dominación tan solo
pueden instaurarse, preservarse o restaurarse a expensas de estrategias que, expresamente
orientadas hacia el afianzamiento de la dependencia personal, deben disfrazarse, transfigurarse;
en una palabra eufemizarse. Pero, conjuntamente, allí la violencia está a la vez más presente y
más enmascarada en tanto esta economía recurre simultáneamente a formas de dominación que,
desde el punto de vista del observador contemporáneo, pueden parecer a la vez más brutales,
más primitivas, más bárbaras, o más suaves, más humanas y más respetuosas de la persona.
(Bourdieu, 2007: 203-204).

Conclusión
La democracia ateniense fue el resultado de las luchas que, desde el arcaísmo,
posibilitaron el acceso a los derechos de ciudadanía para los campesinos y pobres del Ática.
En consecuencia, la libertad cívica no fue tanto el reverso del desarrollo de la esclavitud como
la capacidad de los ciudadanos más pobres de liberarse de la opresión aristocrática.

La persistencia de las desigualdades al interior de la ciudad supuso una lucha


permanente entre la capacidad política del dêmos y la existencia de ciertos sectores de la elite
que la cuestionaban. En este sentido nos interesan las manifestaciones aristocráticas que
identifican a ciertos elementos de la población ciudadana con los esclavos. Dichas
manifestaciones constituyeron expresiones político-ideológicas sobre cómo debía organizarse
la ciudadanía. De modo que la asociación de determinados ciudadanos con los esclavos supuso
un cuestionamiento a la democracia en tanto se ponía en cuestión el disfrute que la libertad
democrática garantizaba a labradores y pobres atenienses. Impugnación oligárquica que se
planteó como objetivo político el de subordinar y/o esclavizar a aquellos que constituían los
principales beneficiarios de la democracia.

Podemos afirmar que, hoy por hoy, “no puede sostenerse sin más que la estructura
económica de la Grecia antigua se sustentara en el modo de producción esclavista”, sin
embargo, la “caída” del MPE no hizo más que, por un lado, acrecentar la incertidumbre y, por
otro, abrir posibilidades de desarrollo a nuevas perspectivas teóricas que buscaron explicar la
economía de la antigüedad. Sin embargo, es necesario reconocer que la fuerza explicativa y la
capacidad de síntesis histórica que se había propuesto el MPE, hasta ahora no ha podido ser
igualada.

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