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EL ESTADO MODERNO CONSTITUCIÓN E INSTRUCCIÓN

CÍVICA
AUTOR: Camilo Andrés Fajardo Gómez
ÍNDICE

1. El Estado Moderno
1.1. ¿Qué entendemos por Estado?
1.2. ¿Por qué el Estado es necesario?
1.3. El “Dilema del prisionero” y la necesidad del Estado

INTRODUCCIÓN

Apreciados estudiantes, reciban un cordial saludo. Con esta primera unidad


comenzamos nuestro módulo virtual de Constitución e Instrucción Cívica. Como lo
señalamos ya, hoy en día todas las instituciones de educación superior hemos
incluido cursos de este tipo para estar en completa sintonía con las demandas
que le hace la Constitución Política de Colombia a las distintas universidades,
en lo que respecta a la formación de ciudadanos, de profesionales conscientes
de sus deberes y derechos políticos, en el contexto de un estado de derecho. Es
claro para todos que el país no solo necesita de excelentes profesionales que sean
competentes en cada una de sus disciplinas, sino que a la vez estamos urgidos de
ciudadanos y ciudadanas que asuman las responsabilidades que la sociedad
les demanda, que le apuesten a la construcción del país, al reto de construir la
democracia, con un espíritu plural, solidario, en respeto de los derechos humanos.

Este curso es eminentemente teórico y apunta a que podamos aprehender


una serie de elementos tomados de distintas disciplinas en aras de poder
comprender la sociedad en la cual vivimos actualmente, los retos de la actual
constitución política de nuestro país y la importancia de apropiarnos de nuestra
ciudadanía. No se constituye uno en ciudadano de forma automática por el hecho
de alcanzar la mayoría de edad y a la vez es intolerable que como ciudadanos nos
excusemos de nuestras múltiples “ignorancias políticas” bajo el argumento de que
la política es corrupta o que simplemente no nos importa la lo que sucede en nuestra
sociedad. Decía Platón de esta apatía: “El precio de desentenderse de la
política es ser gobernado por los peores hombres”.

En aras de profundizar más en nuestra condición de ciudadanos, es clave que


trabajemos en la comprensión de nuestro entorno social, político y jurídico. En ese
sentido, a lo largo de este curso abordaremos elementos tomados de diferentes
disciplinas académicas con el propósito de ofrecer una sólida formación que nos
constituya como ciudadanos hábiles para actuar, comprender, participar y
transformar el entorno en el que vivimos. Así, tomaremos elementos de la Historia
política, el Derecho y la Ciencia Política, explicados no solo en esta cartilla sino a la
vez en las lecturas complementarias y en los contenidos multimedia.
RECOMENDACIONES ACADÉMICAS

Bienvenidos a esta primera semana de su módulo virtual de Constitución e


Instrucción Cívica. Dadas las temáticas que abordaremos el componente teórico
ocupa casi la totalidad de este módulo. Por eso, es fundamental que organicemos
nuestro tiempo y en cada una de las semanas el trabajo básico se fundamente
en los contenidos que presenta cada una de las cartillas. Así, es clave que
dediquemos unas cuantas horas de cada semana a la lectura atenta de las cartillas,
identificando los temas y conceptos más importantes desarrollados en cada una de
ellas. Posteriormente, la recomendación es que profundicemos en los distintos
temas a partir de los contenidos multimedia, las lecturas complementarias y los
encuentros con el tutor.

Todo este proceso de aprendizaje estar á acompañado bajo la guía de un


tutor que tiene la función de orientarlos cuando sea necesario. Para ello, es
fundamental que participemos de los encuentros virtuales que semana a semana
planea el tutor, en aras de aclarar dudas, profundizar en distintos temas o
simplemente ampliarlos más. Por supuesto, también existe la posibilidad de que
contactemos al tutor a través de un mensaje por medio de la plataforma, así que el
apoyo en su proceso de aprendizaje siempre está disponible para ustedes. Sin
embargo, insisto, el punto de partida de todo este proceso formativo es el trabajo
personal que inicia con la lectura autónoma de esta cartilla. Los primeros
responsables de su propio proceso de aprendizaje son ustedes mismos, así que
los aliento a que con mucho ánimo y responsabilidad organicemos nuestro tiempo
para poder trabajar con detenimiento cada una de estas cartillas. Una vez ustedes
descubren que no hay otro protagonista de su propia formación sino ustedes
mismos, el aprendizaje es continuo y es imparable.

Les sugiero revisar todo el módulo del aula virtual, así como el calendario y
la guía de actividades, para que tengan conocimiento de todas las actividades con
la semana y fecha en que se realizan. Es importante, además, consultar porcentaje
de la nota de cada actividad con respecto al módulo. ¡Reciban una cálida bienvenida
y manos a la obra!

DESARROLLO DE CADA UNA DE LAS UNIDADES TEMÁTICAS

1. El Estado Moderno

El mundo que vivimos hoy está compuesto por realidades muy complejas que
emergieron en un momento histórico específico. Hablamos hoy en día del Estado,
de movimientos sociales, del ciudadano, de los derechos, del estado de derecho,
de democracia, de soberanía, etc.; conceptos claves para comprender nuestra
realidad social y política. Es común que la gente afirme, por ejemplo, que “En
Colombia no hay democracia”, que “deben respetarse sus derechos”, o que “el
Estado debe ayudar a los más necesitados”, o que “el Estado debe ser garantizar
la salud a los ciudadanos”, etc. Pero ¿qué significa cada uno de estos conceptos?
Si queremos explicar muchas de las realidades que vivimos hoy en día requerimos
reflexionar acerca de la génesis de estos conceptos, sin los cuales sería imposible
entender lo que vivimos. Así, la historia se constituye en una herramienta
ineludible en aras de permitirnos una aproximación a los conceptos que hemos
señalado. Pero, también se requerirá que aclaremos
conceptualmente de qué se trata cada uno de estos conceptos, por lo cual
se requerirá el de la teoría política e incluso de una disciplina como el derecho.
Pero este no es un curso de historia, ni de derecho, ni mucho menos de ciencia
política. Es un Curso que está dirigido sobre todo hacia ciudadanos: sujetos
políticos, que viven en un Estado específico, bajo un régimen legal particular que
impone derechos y deberes. Se trata de cada uno de nosotros, que antes de ser
profesionales, somos ciudadanos que hacemos parte activa de una sociedad de
la cual no podemos eludirnos. Luego, como lo hemos señalado ya,
pretendemos en este curso aproximarnos a distintos conceptos que nos
permitan auto comprendernos como ciudadanos en medio de una sociedad que
reclama nuestra participación en su construcción.

Así las cosas, el primer concepto importante que trabajaremos en este curso es el
concepto de “Estado”. Se trata de un concepto clave para la comprensión de nuestra
actual sociedad, del ordenamiento jurídico y político. Si revisamos la actual
Constitución Política de Colombia el concepto en mención aparece en diversos
apartes, revistiendo entonces una importancia fundamental:

“Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho (...)”

“Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover


la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución (...)”

“Artículo 5. El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los


derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica
de la sociedad”.

“Artículo 9. Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la soberanía


nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos (...)”

“Artículo 13. (...) El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real
y efectiva y adoptara medidas en favor de grupos discriminados o marginados. (...)”

“Artículo 25. El trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus
modalidades, de la especial protección del Estado. (...)”

“Artículo 39. Los trabajadores y empleadores tienen derecho a constituir


sindicatos o asociaciones, sin intervención del Estado (...)”
“Artículo 42. El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia.
La ley podrá determinar el patrimonio familiar inalienable e inembargable (...)”

“Artículo 44. (...) La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y


proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral (...)”.

Las relaciones políticas, jurídicas e incluso sociales se sustentan en la existencia


del Estado. Por más que fenómenos como la globalización o el capitalismo hayan
afectado la soberanía estatal, el Estado sigue siendo el protagonista como
institución de nuestras actuales sociedades. Es el estado quien garantiza derechos,
es el Estado el que establece un orden jurídico, legal y político en un determinado
territorio, y también se afirma que cuando el Estado fracasa sucede lo mismo
con la sociedad, lo mismo sucede cuando tiene éxito. Así las cosas, comprender el
Estado resulta fundamental para entender nuestras actuales sociedades.
1.1. ¿Qué entendemos por Estado?

Los múltiples artículos que hemos señalado de la Constitución política de


1991 son solo un ejemplo de la centralidad e importancia del concepto de
Estado, pero ¿de qué se trata? Lo primero que aparece a simple vista es que el
“Estado” no es la “sociedad”. A lo largo de la historia han existido diversas
sociedades en todos los rincones del planeta, sin embargo, no siempre ha
existido el “Estado” como lo conocemos hoy en día. De hecho, el Estado aparecerá
en occidente hasta el siglo XVI con el Estado absolutista, como lo explicaremos
después.

Por otra parte, como se puede evidenciar en los artículos que hemos traído
como ejemplo, normalmente al Estado se le asignan unas responsabilidades,
como la defensa, protección y garantía de unos derechos, por ejemplo. Así mismo,
al Estado también se le reconoce cierta autoridad en el marco de un territorio y a
esto lo llamamos soberanía. Luego, si las distintas sociedades han optado
históricamente por distintas formas de organización política, el Estado.

reviste una particularidad significativa que lo distingue de todas las otras


formas políticas establecidas. ¿Cuál? El politólogo Rafael del Águila, en su Manual
de Ciencia Política, le atribuye las siguientes las características al Estado:

“como poder político y complejo institucional organizado sobre un determinado


territorio, capaz de ejercer con una eficacia razonable el monopolio de la producción
de las normas más relevantes y del uso público de la fuerza, la coerción legal sobre
las personas, o la sociedad, sometidas a su jurisdicción” (Del Águila, p.36)

En la anterior definición vale la pena que resaltemos los siguientes elementos


en aras de clarificar de qué se trata el Estado:
a) Poder Político: cuando usualmente nos referimos al poder, nos referimos
a aquel fenómeno que sirve al sujeto activo de una relación para condicionar
el comportamiento de un sujeto pasivo (cfr. Bobbio, p. 178). Esto quiere decir
que esencialmente el “poder” habla de una relación de dominación, de
condicionamiento de unos a otros, de capacidad de ordenar a otros sujetos
que, si bien pueden resistirse, también obedecen o son condicionados.
Pero el poder político no es como cualquier tipo de poder. Al respecto,
Norberto Bobbio nos ha señalado que el poder se manifiesta bajo tres formas:
el poder económico, el poder ideológico y el poder coercitivo. Luego, ¿cuál
de estas tres formas de poder es la propiamente política?

En cuanto al poder económico, este se caracteriza porque funda la relación de poder


en la posesión de diversas riquezas, o por lo menos en la capacidad de poder decidir
sobre ellas arbitrariamente y sin condicionamiento alguno. El poder económico
es el que reconocemos en los grandes banqueros, inversionistas, grandes
capitales y, en últimas, en aquel del que tenemos dependencia económica.
Efectivamente, quien o quienes tienen la capacidad de decidir sobre las riquezas
y en síntesis acerca de los medios de subsistencia de otros, están revestidos de
poder, entendiendo este último como una capacidad de dominio.

Ahora bien, si el Estado se puede valer de la posesión de bienes económicos


para condicionar la conducta de los individuos, sobre todo en épocas de escasez,
el poder económico no es exclusivamente político. Fundamentamos esta idea
en dos razones. Primero, hoy en nuestra sociedad hay múltiples individuos que
gozan de mucho poder económico y no por eso gozan directamente de poder
político, ni son el “Estado” como tal. Nadie se atreverá a negar que grandes
capitales en este país tienen fuerzas e influencia en el mundo de la política
o en el Estado, pero no por eso son el Estado. Segundo, en el Estado en el
que vivimos hoy en día, que se caracteriza porque es liberal, se permiten las libres
relaciones económicas entre los individuos y el Estado no se vincula
directamente en manejo de la economía, luego, ha renunciado al parecer al
poder económico como fuente de autoridad. Por ejemplo, desde 1991 el
Estado colombiano
ha renunciado a tomar decisiones económicas que afecten la política
económica del país, por eso el Presidente de la República no tiene injerencia alguna
en el manejo del Banco de la República, que es orientado por una junta directiva
que toma decisiones a partir de criterios técnicos y no necesariamente políticos. Así
mismo, en la mayoría de los Estados que existen en la actualidad, existen las
libertades económicas que garantizan el mercado en donde los individuos tienen
la libertad de comprar y vender sin que haya restricciones, la mayoría de las
veces, de parte del Estado. En conclusión, si bien el poder económico existe y es
eficaz, no es el poder propiamente político.
Ahora, en cuanto al poder ideológico o el poder que se vale de las ideologías, de
las ideas, en aras de dominar o ejercer relaciones de dominación, tampoco
es el poder político como tal. El poder ideológico lo encontramos hoy en diversos
actores sociales al interior de nuestra sociedad: religiones, medios de
comunicación, tanques de pensamiento, etc. Se trata de un poder que se vale de
las creencias, de las ideas, del conocimiento, en aras de ejercer un dominio efectivo.
Como lo decíamos ya, podemos identificar este poder ideológico en los actuales
medios de comunicación, pues sin lugar a dudas, tienen la capacidad de condicionar
el comportamiento de sus espectadores a partir de la información que transmiten o
dejan de transmitir. No en vano, hay quienes han concebido que los medios de
comunicación pueden ser entendidos como el cuarto poder dentro de una sociedad,
después de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que serían los otros tres
poderes existentes.

Pero este poder ideológico no es exclusivo de los medios de comunicación,


pues lo podríamos encontrar también en las religiones, en los centros
académicos, etc. Es evidente que las religiones a lo largo de la historia con sus
creencias y enseñanzas han ejercido un tipo de poder ideológico al condicionar el
comportamiento de los creyentes. Así como hoy en día hay quienes emprenden las
armas del Estado Islámico en defensa de su fe, en el pasado también muchos
otros desde el lado de la cristiandad emprendieron la guerra en defensa de sus
creencias. Y no se trata solo de violencia, pues un simple ejercicio de auto
observación bastaría para darnos cuenta de la capacidad que tienen las distintas
religiones para condicionar nuestras ideas, nuestras actitudes, nuestra conducta.
Sin embargo, como lo dijimos ya, a pesar de que el poder ideológico es clave para
entender distintas relaciones de poder, este poder no es característico del poder
político.
En la actualidad, cuando la mayoría de nuestros Estados son liberales, es decir, que
el estado también se ha comprometido a garantizar derechos como la libertad
de expresión y la libertad de conciencia, el poder político no es eminentemente
ideológico. Las garantías que existen en la actualidad para que una persona crea
en lo que desee, viva según los ideales que le dicta su propia conciencia y
en últimas pueda también expresar libremente esas ideas, nos lleva a pensar que
el poder político en la actualidad no se funda primordialmente en el poder ideológico.

Luego, ¿cuál es el poder propiamente político, en qué consiste si no se funda


en el dominio económico ni ideológico? Dice Max Weber en una de las
definiciones más famosas de las ciencias sociales que el Estado ostenta el
monopolio de la violencia, el monopolio de la coerción legítima. Ahí es
precisamente donde reside el poder del Estado, el poder propiamente político.
Por más de que el Estado se valga en diversas ocasiones de su poder económico
o de su poder ideológico, el sustento real del poder del estado se funda en la
capacidad de violencia que ostenta. Ese es precisamente el fundamento del poder
del Estado cuando ordena leyes, reglamenta normas que todos estamos obligados
a obedecer: quien no obedece puede ser sometido a través de la fuerza. El
poder político del Estado se funda en la capacidad que tienen a través de sus
distintos entes armados y de fuerza de ejercer la autoridad por medio de leyes,
normas, y distintos tipos de decisiones, que en últimas están respaldadas en
la coerción que monopoliza legítimamente. Por eso, es comprensible por qué
Del Águila atribuye al Estado el “uso público de la fuerza, la coerción legal”.

Muchos, revisando este argumento, han señalado por ejemplo que en el caso
colombiano el Estado no es soberano porque a lo largo del territorio este
debe compartir el uso de la fuerza con actores criminales e ilegales que también
ostentan las armas, el poder a través de la fuerza. Es una verdad parcial, sin
embargo. Es evidente que el Estado colombiano y la sociedad en general día a día,
tristemente, evidencian n que a lo largo del territorio existen actores violentos como
las “bandas criminales”, grupos insurgentes e incluso paramilitares. Todos ellos
hacen uso de la fuerza de coerción. Pero hay que tener en cuenta que solo el Estado
tiene un uso legítimo de la coerción o de la violencia a través de las armas. Luego,
por más de que existan diversos actores violentos a lo largo del territorio ellos son
ilegítimos y solo el Estado goza de reconocimiento por parte de la sociedad para
ejercer la fuerza a través de sus instituciones.

b) Monopolio de la producción de las normas más relevante: la definición de Del


Águila atribuye al Estado la capacidad exclusiva de producir leyes, normas, órdenes
en últimas, en aras de organizar la sociedad, de establecer un orden legítimo. En
todos los rincones del planeta solo el Estado o la institucionalidad estatal, tiene
autoridad para emitir leyes, reglas, etc. Pero ¿cuál es la finalidad de esta
atribución que se le da al Estado de gobernar a la sociedad a través de las
leyes? Hay dos argumentos que nos pueden ayudar a comprender por qué es
necesario que exista un Estado que garantice un orden en la sociedad, el primer
argumento lo tomaremos de Thomas Hobbes, importante teórico político y el
segundo lo tomaremos a partir de la teoría de juegos, a partir del famoso ejemplo
del “dilema del prisionero”. En síntesis, al preguntarnos por qué es importante
que el Estado garantice un orden en la sociedad a través de la imposición de un
orden legal, estamos dando respuesta a cuál es la necesidad del Estado, por qué
es importante que exista.

A lo largo de la historia han existido distintas posiciones teóricas que han planteado
que es posible vivir sin estado y a esto lo denominamos “anarquía”. La anarquía en
realidad es una bella propuesta teórica, que es bastante extraño que muchos
relacionen con desorden, caos y violencia. La anarquía sostiene que los seres
humanos no necesitamos de la autoridad del Estado y que en cambio podemos vivir
en un estado de absoluta libertad sin ningún tipo de restricción impuesta
externamente. Es una muy bella propuesta pues afirma la posibilidad de que los
hombres y mujeres podemos convivir sin ningún tipo de restricción,
reglamentación y norma; el anarquismo afirma la libertad absolutamente
positiva. Sin embargo, al día de hoy nunca se ha realizado del todo una propuesta
de este tipo, razón por la cual parece que requerimos como seres humanos de un
orden social, de una autoridad que nos permita convivir pacíficamente. La existencia
del Estado niega la posibilidad de que seamos absolutamente libres, pues el
Estado mismo o la autoridad generan restricciones a todos los individuos.
1.2. ¿Por qué el Estado es necesario?

Thomas Hobbes fue un importante pensador inglés del siglo XVII que se
ocupó dentro de muchos temas, de explicar por qué era mejor tener un Estado a
vivir en la anarquía de la guerra civil. Es un tema fundamental, pues para muchos
la autoridad es innecesaria y a veces argumentan que vivirían mejor si el Estado
no existiera. Muchos afirman que sería mejor vivir sin leyes, sin autoridad y señalan
en su defensa que no pueden ser libres por completo cuando existen las
restricciones o cuando los impuestos comienzan a impactar la economía personal.
Sin embargo, el propósito de Hobbes es todo lo contrario: justificar la necesidad y
pertinencia del Estado en una sociedad.

La mayoría de los argumentos de Hobbes están expuestos en su obra “El


Leviatán”, donde justifica la necesidad de que exista una autoridad soberana que
garantice la vida a los seres humanos e imparta orden. Hobbes en aras de
desarrollar su argumento propone que para poder explicar la necesidad que
tenemos del Estado tratemos de pensar hipotéticamente qué sería de la sociedad
si éste no existiera. A esta suposición la denominó “estado de naturaleza”, entendido
como un estado en el cual los hombres y mujeres son absolutamente libres,
sin ningún tipo de restricción y donde no existe el concepto de lo permitido y lo
prohibido, ni de lo malo y lo bueno. Simplemente, este “estado de naturaleza”
se caracteriza porque cada individuo busca mantenerse en la existencia y bajo el
principio de la “auto conservación” lo único que busca es su propio bienestar y
beneficio. Lo que está proponiendo entonces Hobbes es que hipotéticamente
pensemos cómo sería nuestra vida si no existieran reglas, normas, leyes y si solo
existiera ese deseo que tiene cada ser humano de procurar su propio
beneficio. Rápidamente lo que podremos concluir es que viviríamos en un
estado de permanente conflicto, a lo cual va llamar Hobbes la “guerra de todos
contra todos”. Es a penas evidente que de no existir una autoridad que regule la
vida en sociedad, todos estaríamos en una constante competencia por obtener lo
que nos conviene y esta competencia llevaría al conflicto, a la desconfianza
y, en síntesis, a hacer de la vida en sociedad un imposible.

Muchos han planteado que Hobbes tenía una concepción negativa de lo que somos
los seres humanos. Sin embargo, más allá de eso, lo que está planteando
Hobbes es que los seres humanos si queremos convivir juntos requerimos de una
autoridad que haga posible la vida social. De otra manera viviríamos en un conflicto
permanente que haría la vida imposible para todos. El asunto es bastante sencillo,
si lo que caracteriza a los hombres es que siempre estamos en búsqueda de
la satisfacción de nuestros intereses, lo que nos beneficia y en ese sentido somos
egoístas, pues pensamos en nuestro propio interés, la vida social sería altamente
conflictiva pues continuamente estaríamos chocando unos y otros en medio de la
competencia constante.

Si bien Hobbes pensaba en su argumento del “estado de naturaleza” como


una suerte de argumento hipotético en aras de comprobar la pertinencia de
la existencia del Estado y la autoridad, no está lejos de la realidad. En
muchos países y concretamente en nuestro país Colombia, hay regiones donde
el Estado no hace presencia y solo se establece la ley del más fuerte, en una
constante tensión social que hace imposible vivir. Piensen, por ejemplo, en
regiones apartadas de la geografía nacional donde literalmente se afirma que no
hay “ni dios ni ley”. Se trata de regiones donde impera la fuerza, la violencia,
el conflicto y la inseguridad. Luego, lo que Hobbes quiere sostener no solamente
es teoría. Hobbes quiere plantear que es necesaria la existencia de una autoridad
para que la vida en sociedad sea posible o de otra forma los seres humanos
viviríamos en constante conflicto.

Figura

1. Frontispicio del Leviatán


2. Fuente: Hobbes Thomas (1651)

Hobbes introdujo esta imagen en el frontispicio (carátula) del Leviatán,


señalando varias características de lo que debería ser el Estado Moderno.

Primero, si se puede notar, ese gran gobernante o monstruo que se llama


“Leviatán”, que en su cabeza tiene una corona, tiene un cuerpo compuesto por
una multiplicidad de personas. A diferencia de los gobiernos que se habían dado
en la antigüedad y de las distintas monarquías a lo largo de la historia, Hobbes
postula que el Estado Moderno funda su poder, su soberanía, en la voluntad y el
consentimiento del pueblo. Es decir, el gobernante tiene poder porque todos
consentimos en otorgárselo y ahí es donde se funda la teoría del “Contrato Social”.
Como todo contrato se trata de un acuerdo en el cual se da una transacción entre
las partes. Pero como este no es cualquier tipo de contrato, sino un contrato
del todo de la sociedad, con una finalidad política, acá la transacción se
funda en que todos entregamos nuestra libertad absoluta y por eso, estamos
ahora sujetos a las restricciones que nos impone la ley y la autoridad y la
contra parte, el Estado, se compromete a garantizar un orden en donde sea
posible la vida y su protección.

Esta teoría del “contrato social” es absolutamente moderna, pues los hombres
no estamos obligados a obedecer a la autoridad porque quien tiene la
autoridad la ha heredado, como sucede en las monarquías hereditarias. Pero
tampoco obedecemos porque el que gobierna tiene un poder especial, dado por
dios o por la herencia familiar a la que pertenece. No. Acá la teoría moderna de la
soberanía señala que, si existe un poder al interior de la sociedad, en donde todos
somos iguales, es porque el pueblo ha decidido consentir o aprobar ese poder. Eso
es lo que quiere decir la Constitución Política de Colombia cuando señala en el
Preámbulo que “el Pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano” declara
la Constitución Política. En las sociedades modernas el poder solamente puede
provenir del consentimiento popular, con la garantía de que ese poder es para
servir y beneficiar a los intereses del pueblo mismo. En síntesis, por más de
que el Estado tenga poder, lo tiene porque el PUEBLO se lo otorga. Un problema
que trataremos más adelante cuando estemos hablando de democracia va a
ser ¿Quién es el PUEBLO?

Segundo elemento: el soberano tiene en una de sus manos una espada y en la otra
un báculo. Como lo señalamos ya, la espada contiene la simbología del poder de
coerción del cual goza el Estado. No solo el Estado tiene el respaldo del
consentimiento popular, sino que a la vez la garantía de su poder se cifra en la
legitimidad y monopolio que tiene de la violencia.
Para Hobbes es evidente que es en la “espada” donde reposa finalmente la
autoridad del Estado mismo cuando produce alguna ley o cuando, en síntesis,
gobierna. Es decir, los individuos obedecemos porque el Estado no solamente es
legítimo en términos del respaldo popular, sino sobre todo porque el Estado es
poderoso en cuanto a la coerción que ostenta.

El otro elemento, el báculo, es muy propio de lo que es el Estado Moderno.


El báculo es usualmente un elemento que usan los pastores en sus labores diarias
para guiar al rebaño. Así, se ha constituido en un símbolo muy propio del
cristianismo y de los sacerdotes, pues guían al pueblo como “pastores”. Así, que el
soberano tenga en una de sus manos este báculo implica que el Estado concentra
en sí mismo un poder por encima de los poderes religiosos. No se puede
olvidar que, en los distintos Estados Modernos europeos, pero también en muchas
de nuestras naciones latinoamericanas, el poder político se impuso sobre el
poder religioso, y reclamó para sí una autoridad superior incluso a la que la
Iglesia o las distintas religiones pregonaban. En síntesis, el Estado moderno
es soberano incluso por encima de los poderes eclesiales, lo cual nos ayuda a
entender por qué las leyes religiosas no tienen una autoridad superior a la ley civil.
Si bien en el Estado Moderno y liberal se respetan las distintas creencias,
convicciones o profesiones de fe, no por ello se acepta que la autoridad de alguna
religión se imponga sobre la autoridad civil.
Históricamente esta soberanía de los poderes civiles sobre los religiosos puede
evidenciarse en dos casos reconocidos: primero, la ruptura con la Iglesia Católica
por parte de Enrique VIII de Inglaterra y segundo, en el patronato que las
autoridades coloniales tenían en muchos territorios americanos por encima de los
poderes de las autoridades religiosas. La consolidación del protestantismo en
Inglaterra obedeció más a razones políticas que a razones religiosas. La historia
usualmente ha señalado a Enrique VIII como el monarca que rompió relaciones con
la Iglesia Romana, pero también como el monarca que consolidó su autoridad
erigiéndose como cabeza de la naciente Iglesia Anglicana. Usualmente se
señala que entre las razones que llevaron a Enrique VIII a separarse de la
Iglesia católica, estaba el hecho de que deseaba separarse de su esposa,
Catalina de Aragón y contraer nupcias con Ana Bolena, pero se encontraba
impedido pues el Papa no le otorgaba los permisos para hacerlo debidamente. Ésta
es sin duda, una razón importante, pero solo refleja una situación más
general y son las constantes intromisiones de la Iglesia en Roma a la autoridad
del monarca inglés. Enrique VIII como monarca no toleraba las intromisiones de la
Iglesia y en concreto del papado, en su propio gobierno y por ello rompe toda
relación con Roma, pero a la vez como monarca se nombra a sí mismo como
cabeza de la naciente Iglesia Anglicana, que hasta el día de hoy señala como
autoridad máxima a quien esté a la cabeza de la corona. A partir de 1530,
Enrique VIII fue desarrollando una serie de medidas que generaron una separación
absoluta de Roma: les quitó a las iglesias católicas las rentas económicas de las
que gozaban, dejó en manos del monarca el derecho a investir sus propios obispos,
y efectivamente anuló su matrimonio y contrajo nupcias con Ana Bolena. El Estado
Moderno somete con su poder a todo y a todos, incluso a las distintas Iglesias y
creencias, pues su soberanía no se encuentra sujeta a ninguna de ellas.

Otro ejemplo de esta realidad, de la soberanía del Estado que se impone


incluso a las autoridades de las distintas religiones, puede evidenciarse en la
ley de patronato que históricamente determinó gran parte de las relaciones Estado
e Iglesia a lo largo de la historia de América Latina. El patronato era como tal una
figura legal de la cual gozaban los monarcas españoles y que les investía de una
autoridad especial en diversos temas de orden religioso, como nombrar obispos,
establecer jurisdicciones religiosas, etc. Desde principios del siglo XVI el Papa había
concedido a los monarcas total autoridad para erigir fundaciones eclesiásticas, a la
vez que el monarca era concebido como una suerte de vicario del Papa mismo.
Pero, una vez desaparece el dominio español en las colonias americanas y se dan
los distintos procesos de independencia, el patronato no desapareció. En las
jóvenes naciones independientes los gobernantes reclamaron la autonomía de
los poderes políticos por encima de los poderes eclesiales, llegando incluso a
demandar su derecho a nombrar o remover obispos. Todo esto llevó , en el caso
de la República de Colombia, a que en 1853 el presidente José María Obando
decretará la separación de la Iglesia y el Estado, lo cual determinará que el dominio
del poder civil o político, no es competencia de las autoridades religiosas y
consagra así la soberanía estatal.
El último elemento que deseo resaltar del frontispicio del texto de Hobbes, es la
importancia del territorio. Como puede evidenciarse, a la base del gran soberano la
imagen resalta un territorio compuesto por valles, montañas, en síntesis, una
extensión territorial. Ciertamente el territorio es clave para comprender la autoridad
del Estado, pues ésta se realiza en un espacio específico, la soberanía del Estado
es territorial. Si hemos señalado y hecho énfasis en la autoridad del Estado para
producir leyes, fundado en el poder de coerción que tiene, esta autoridad tiene lugar
en un espacio territorial determinado. Así, el Estado es indisociable del territorio,
pues su poder se realiza en un espacio puntual, donde el Estado procura el orden y
reclama obediencia de todos los que habitan dicho territorio. Por eso, en el
siglo XIX cuando muchos estados europeos extienden sus territorios a lo largo
del planeta movidos por un anhelo colonialista, la conquista de nuevos territorios
era concebida como una extensión de la soberanía territorial del Estado colonizador.

1.3. El “Dilema del prisionero” y la necesidad del Estado

El “dilema del prisionero” es un ejemplo clásico que formula la teoría de juegos y


que nos puede ser útil para entender la importancia que tiene el Estado al interior
de la sociedad. En general, la teoría de juegos plantea un escenario en el que dos
individuos que hacen uso de su razón no cooperan de forma natural. A pesar de
que existen muchas formulaciones de este ejemplo, una de las versiones más
famosas es la de Albert W. Tucker que es la que resumiré.
El dilema nos pide que imaginemos el siguiente escenario. Imaginemos que ha
habido un robo a mano armada, los asaltantes han escapado y no hay ninguna pista
acerca de los criminales. Sin embargo, cerca del lugar del robo han sido capturados
y encarcelados dos hombres armados. El problema está en que, si bien pueden ser
procesados porque portan armas ilegales, no se tiene evidencia alguna de que
hayan participado en el robo. Pero los fiscales del caso deciden implementar
una estrategia en aras de poder obtener pruebas de que han participado en el robo.
Encierran a cada prisionero en una celda individual aislada, donde no tenga medios
de comunicación con nadie más y le hacen a cada prisionero la siguiente propuesta:
si confiesan el robo e inculpan a su compañero obtendrán una rebaja en la pena. La
oferta es:

•Si el prisionero A y el prisionero B se traicionan mutuamente, cada uno de


ellos purgará 2 años de prisión

•Si el prisionero A traiciona al prisionero B, pero B permanece en silencio, A será


puesto en libertad y B purgará 3 años de prisión y viceversa.
•Si tanto el prisionero A como el prisionero B permanecen en silencio, ambos
sólo purgarán 1 año en prisión, la pena menor

El resultado alcanzado es a penas evidente. Cada uno de los prisioneros, en


búsqueda de satisfacer sus propios intereses, de maximizar su bienestar personal,
optará por traicionar a su compañero. Lo que se evidencia en este dilema es que la
lógica simplemente individual es poco colaborativa y con mucha dificultad piensa
o se representa el bienestar colectivo. La parte interesante de este resultado es
que la búsqueda de recompensa individual conduce a que los prisioneros se
traicionen, en vez de optar por una mejor recompensa si los dos colaboran y
guardan silencio mutuamente. Lo que prevalece es el principio de desconfianza y
búsqueda del propio interés. La parte interesante de este resultado es que la
búsqueda de recompensa individual conduce a que los prisioneros se traicionen,
cuando iban a obtener una mejor recompensa si ambos guardaban silencio.

Pero ¿cuál es la relación entre el “dilema del prisionero” y la pertinencia del


Estado? Si el “dilema del prisionero” nos ha ejemplificado que la racionalidad
individual tiene una fuerte tendencia hacia la no cooperación y en últimas nos
señala que los individuos solo luchan por sus propios intereses, en desmedro del
interés general, el Estado surge como la institución que vela porque el interés
general sea realizable. Aterricemos este “dilema del prisionero” en otro ejemplo,
de tal manera que sea más evidente para nosotros la pertinencia y necesidad
que tenemos del Estado.

Imagine que hay una vereda que se ubica en la falda de una montaña. Es una
vereda de 100 hectáreas de extensión, y en la cual viven 10 familias; cada familia
tiene 10 hectáreas de tierra. El problema de la región está en que se trata de una
zona fuertemente arborizada y en la cual no existen terrenos dispuestos para
trabajar cultivo alguno. A la vez, la gente de la región ha sido advertida que si
comienzan a talar los distintos árboles hay peligro de que la erosión del terreno lleve
a que se generen derrumbes y deslizamientos de tierra. Sin embargo, cada una de
las familias que reside en el sector se vería muy beneficiada si talara la tierra que le
corresponde y pudiera así cultivar lo que le plazca. ¿Cómo obrarán cada una de las
diez familias que habitan la región? ¿Evitarán buscar su interés particular en aras
de proteger el interés general?

Como lo vimos en el “dilema del prisionero”, la racionalidad de cada individuo está


casi que imposibilitada para representarse el interés general. La mayoría de
las veces la racionalidad individual procurará la defensa de su propio interés,
sin que por ello pueda ser tildada de “mala” o “perversa”, pues de lo que se
trata es que un individuo en realidad solo puede representarse el bien para sí
mismo. Así las cosas, si en la vereda que hemos ejemplificado no existen leyes o
normas que impidan la tala de bosques, ni tampoco una autoridad que defienda el
interés general, seguramente lo que sucederá es que cada familia en defensa de su
interés talará la parte de bosque que le corresponde para poder beneficiarse. Pero
el problema es que, si todos piensan igual, el riesgo de derrumbe aumentará y todos
perderán su terreno. Como lo mostramos en el “dilema del prisionero” si cada sujeto
simplemente lucha por su propio interés, el resultado redundará en contra el interés
general.

En conclusión, el Estado tiene el monopolio del poder en pro de garantizar el interés


general. Piensen por ejemplo en las grandes ciudades, si no existiera un control al
uso de los vehículos automotores la afectación al medio ambiente sería enorme.
Como sucedió hace poco en la ciudad de Medellín, la Alcaldía reguló el uso de
motos y automóviles en búsqueda de que no se contamine y afecte el medio
ambiente. Si el Estado y, en este caso, la Alcaldía no intervinieran, cada sujeto
simplemente buscaría beneficiarse sin pensar en el bienestar general y el medio
ambiente acabaría desecho. Con esta noble finalidad, el Estado está provisto del
monopolio de la fuerza de coerción en aras de garantizar el orden social. El Estado
goza de este poder pues es el pueblo mismo el que consiente que lo tenga, si
y solo si el Estado obra en pro de sus intereses.

SEMANA 1

LECTURA 1: Rehm, Lukas.(2014).Procesos violentos de formación del


Estado en los inicios del Frente Nacional en el Tolima, Colombia.
Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rcs/v38n1/v38n1a04.pdf

LECTURA 2: Chaparro, Adolfo.(2005).Procesos de subjetivación, conflicto


armado y construcción del Estado Nación en Colombia. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/esju/v7nspe/v7nspea11.pdf

LECTURA 3: Moreno, Ferney.(2010).El desarrollo del Estado liberal en


Colombia. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/papel/v15n1/v15n1a06.pdf

Apreciado estudiante si tiene algún inconveniente con el o los links que


direccionan a las lecturas complementarias por favor siga los siguientes pasos
para que pueda acceder a la consulta del material recomendado:

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2. En el menú de la franja azul parte superior dar clic sobre la opción
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4. Al costado izquierdo encuentra la “BIBLIOTECA VIRTUAL”, por favor dar clic
sobre esta.
5. Luego dar clic sobre la opción “LIBROS ELECTRÓNICOS” o “BASES DE
DATOS” según sea el caso.
6. Al costado derecho se despliegan unos videos instructivos que le indican
como acceder a las bases de datos o libros electrónicos. (Opcional)
7. Por ejemplo, si se selecciona Libros electrónicos, seguidamente debe dar clic
sobre el recurso que desea consultar por ejemplo“e-
8. libro”Le solicitará ingresar el usuario y contraseña institucional
9. Al ingresar al recurso en la caja de búsqueda por favor digitar el título o el
autor, una vez le despliegue la información dar clic sobre el título.

CARTILLA S2

GENÉSIS DEL ESTADO SOCIAL DE DERECHO Y LA


CONSTITUCIÓN DE 1991CONSTITUCIÓN E INSTRUCCIÓN CÍVICA
AUTOR: Camilo Andrés Fajardo Gómez

INDICE

1. Génesis del Estado Social de Derecho y la Constitución de 1991

1.1. Estado absolutista


1.2. Estado Liberal
1.3. Estado de Bienestar
1.4. Estado Social de derecho

EJEMPLIFICACIÓN DE LAS TEMÁTICAS

1. Génesis del Estado Social de Derecho y la Constitución de 1991

La gran novedad de la Constitución colombiana de 1991 es la declaración


de que el Estado colombiano es un Estado Social de Derecho. Este cambio
de perspectiva significará todo un cambio y una reorientación distinta del estado
y de la sociedad, que urge ser comprendida en profundidad en aras de poder
entender la sociedad en la que estamos. Antes de iniciar con un análisis de la
génesis histórica del Estado Social de Derecho conviene que analicemos un caso
tomado de la vida real de nuestra sociedad, en donde pretendemos evidenciar la
importancia de este concepto.

En Colombia el sistema de prestación de servicios de salud públicos ha


avanzado paulatinamente hacia la crisis y el descalabro general. No solo hay graves
deficiencias en temas de cobertura y calidad de los servicios de salud, pues la
mayoría de colombianos sufre por el acceso a ellos, sino que también se ha
ido evidenciando como económicamente el sistema mismo es insostenible y en
un futuro inmediato se quebrará por completo. Ante esta situación, en diciembre
de 2009 el Gobierno de Álvaro Uribe declaró el estado de emergencia social
mediante el Decreto 4975, pretendiendo así responder al estado de crisis del
Sistema General de Salud Social. Para este gobierno, la crisis se había acentuado
ante las múltiples demandas que los usuarios interponían exigiendo tratamientos y
medicinas muy costosas, pero también ante el aumento desmesurado de los precios
de las medicinas, el bajo control y fiscalización de los recursos, entre otras causas.
Todo esto finalmente llevó a que para 2009 la deuda con las distintas empresas
promotoras de salud y las instituciones prestadoras de salud, ascendiera a cifras
exorbitantes impagables para el estado colombiano.

En medio de esta crítica situación y bajo el amparo de la declaratoria de emergencia


social, el presidente Uribe decretó diversas medidas en aras de normalizar la
estabilidad del sistema de salud. Entre las medidas más significativas que se
tomaron están las siguientes. Primero, que todo tipo de prestaciones que estuvieran
fuera del plan obligatorio de salud, como un cáncer o el tratamiento paliativo del
VIH, ya no serán costeadas por el Estado sino por el patrimonio de los pacientes o
sus familiares. Si estos últimos no tenían cómo asumir estos tratamientos
costosos el Estado crearía un Fondo para las prestaciones excepcionales en Salud
(FONPRES), en aras de financiar a quienes sin tener el dinero a la mano tengan la
capacidad de endeudamiento para asumir financieramente este tipo de deudas.
Segundo, se establecieron decretos con la finalidad de establecer estándares
obligatorios para los médicos en materia de tratamientos y medicamentos,
menoscabando la autonomía del médico para ordenar medicamentos o
tratamientos costosos.

Meses después de que el presidente de la República tomara esta decisión y


ejerciendo el trámite ordinario que tiene cualquier decisión gubernamental
después de la Constitución de 1991, la Corte Constitucional practicando la
potestad que tiene de ejercer el control constitucional del Estado colombiano,
es decir, la facultad para revisar si lo que se legisla u ordena está acorde con
la Constitución, señaló en la sentencia C-2015/10 este decreto de emergencia social
era inexequible, o mejor aún irrealizable, que no se podía realizar, conseguir o llevar
a efecto. Dentro de las razones que se esgrimieron, que son múltiples, la
Corte Constitucional señaló que los Estados de Emergencia solo podían ser
invocados cuando pretendían resolver crisis sobrevinientes o que irrumpen sin
que el gobierno haya podido resolverlas a partir de los instrumentos y
facultades ordinarios que tiene a la mano. Lo que quería señalar la corte era
que los decretos que ordenó el Presidente Uribe amparado bajo el estado de
emergencia eran insostenibles y de este modo, la situación que apuntaba a resolver
podría ser resuelta mediante mecanismos ordinarios y no necesariamente
decretos presidenciales con fuerza de ley. La crisis en la salud no es un problema
sobreviniente, que ha aparecido de improvisto. En ese sentido, dado que los
problemas en el sistema de salud en Colombia son crónicos y no aparecieron el
23 de diciembre de 2009, día en que se declararon los mecanismos excepcionales,
la Corte Constitucional echaba abajo los decretos presidenciales de excepción.
Así las cosas, la Corte en su sentencia señalaba que, si bien la gravedad de la crisis
de la salud ameritaba una solución inmediata, esta no debería pasar por encima
de los derechos de las personas y de los mecanismos de gobierno ordinarios. Me
refiero a lo siguiente. En el Estado Colombiano se ha establecido que en derecho la
facultad legislativa reposa sobre todo en el Congreso de la República; las leyes
deben tener un trámite ordinario en este tipo de instancias. Ahora bien, si se
acepta que en casos excepcionales el Presidente de la República declare
decretos con fuerza de ley, esto solo puede suceder en casos sobrevinientes. En
síntesis, si bien la estabilidad financiera de todo el sistema de salud estaba
en crisis, la solución no debería darse a partir de un desmonte de los
derechos sociales. Antes bien, la Corte Constitucional insistió en que el Estado
debería hacer uso de alternativas gubernamentales corrientes como el aumento de
los impuestos a las bebidas alcohólicas, los cigarrillos y los juegos de azar, en aras
de fortalecer financieramente el sistema de salud. En conclusión, el Estado Social
de derecho no se podía desmontar así financieramente estuviera en peligro su
estabilidad; la Corte ordenó al Estado a que estableciera medidas preventivas que
fortalecieran al sistema de la crisis en la que se hundía. En síntesis, en el Estado de
derecho los derechos sociales son de vital importancia.

1.1. Estado absolutista

En la semana anterior hemos hecho referencia al concepto de Estado. Hemos


comprendido a qué nos referimos con soberanía, con poder político y, en
síntesis, hemos entendido la importancia y pertinencia del Estado. Ahora nos
ocuparemos del Estado desde una perspectiva distinta, pues lo abordaremos como
realidad jurídico-política desde una perspectiva histórica y política, abordando el
problema de su génesis histórica, entendiendo cómo se fue configurando hasta lo
que es hoy en día. Si bien el concepto de Estado no surgió en América ni en el
contexto colombiano en particular, la idea es que podamos reflexionar sobre el
contexto colombiano, pues muchas de estas teorías han impactado nuestra realidad
social y política, concretamente la idea del Estado Social de derecho.
El Estado como existe hoy en día no siempre ha sido así. Como Institución política
por excelencia ha estado sujeto a diversos procesos históricos que lo han
impactado. Lo cierto es que conviene aclarar que el Estado es una institución
jurídica y política que es netamente moderna. Así las cosas, podemos afirmar con
certeza que en el mundo antiguo no hubo Estado. Por más que en las civilizaciones
que tuvieron lugar en Roma y Grecia se haya alcanzado un altísimo grado de
organización, estas no eran estados.
Si en la semana anterior señalamos que el concepto de Estado requiere de los
conceptos de territorio, nación y soberanía popular, en las organizaciones políticas
griegas y romanas no existía el concepto de nación y mucho menos el de soberanía
popular.
Así mismo, podemos afirmar que en la Edad Media no hubo estados, a lo sumo en
el territorio existían diversas unidades políticas desconcentradas sin que
ninguna de ellas reclamara un poder soberano como lo hace el Estado hoy
en día. Por supuesto, en las sociedades antiguas el proyecto de construcción
de la nación, de esa identidad política compartida, o lo que Benedict Anderson
llama la “comunidad imaginada”, también está ausente.
La primera forma histórica que tiene el Estado es el Estado absolutista, del siglo XVI
al siglo XVIII. Si bien no es ya el Estado como lo conocemos hoy en día, ya comienza
a esbozar elementos que lo caracterizarán. Uno de los conceptos fundantes del
Estado es la idea de que el poder político se concentra y se ejerce sobre un territorio
delimitado. En este caso, con el Estado absolutista, la presencia de un rey en un
territorio, comienza a darse la centralización y concentración del poder político, lo
cual en la Edad Media no se había realizado del todo.

El Estado absoluto será la primera forma estatal pues con ella se da la


concentración del poder en un soberano, así como se comienzan a configurar
los primeros ejércitos nacionales, que como señalamos ya estarán respaldando
al poder político que se ha consolidado, pero también sirven a los intereses de la
nación, no como los ejércitos de las naciones antiguas que sirven solo a los
intereses del monarca. Es en los distintos estados absolutos que distintos territorios
son integrados bajo el poder de un solo monarca. Así mismo, ya aparecen en el
Estado absolutista tres elementos que lo configuran como Estado moderno:
territorio, nación, soberanía.

Cuando nos referimos al territorio estamos hablando del espacio geográfico


en donde la autoridad y el derecho tienen validez. Ese elemento es clave, no se
puede olvidar como toda Constitución señala y describe muy bien cuáles son los
límites territoriales del poder estatal. El Estado se realiza en un territorio
específico, con unas fronteras bien delimitadas, en donde ejerce todo su poder.
Pero también, estas fronteras delimitan el poder del Estado en términos de
legitimidad jurídica: el derecho, la ley, es válida en territorios específicos; la ley del
estado colombiano es válida en el territorio colombiano.

En cuanto a la “nación” se trata de un elemento correlativo a la fundación del Estado


Moderno. Por “nación” entendemos que es una “comunidad política imaginada”.
Esto quiere decir que los habitantes de un territorio constituyen una identidad
común que los agrupa e identifica. Muchas veces la “nación” se funda en
elementos raciales, culturales, religiosos, ideológicos, etc. Lo cierto es que las
naciones son una creación, una suerte de artificialidad, en aras de constituir esa
identidad política común de los habitantes del territorio específico. Por supuesto,
cuando estamos en un contexto de multiculturalismo y globalización, la idea
de nación comienza a quebrarse o a ser problemática pues los flujos de
personas y culturas son constantes. El elemento “nación” es importante pues les
permite a los habitantes de un territorio construir una identidad compartida que
les permita consolidar un proyecto político común. Por eso, muchas
comunidades políticas a lo largo de la historia han consolidado nacionalidades a
partir de elementos religiosos, elementos culturales, una historia común, etc.
Finalmente, por “soberanía” comprendemos la capacidad que tiene el poder político
de ejercer dominio sobre el territorio. La idea fundante del Estado moderno es que
la soberanía territorial reposa en un único poder y no puede ser compartida. Por
eso, páginas atrás señalamos cómo los monarcas absolutos situaban su poder por
encima del poder eclesial, pues no es sostenible que el poder estatal esté
sometido a otro poder, máxime si se considera a sí mismo como soberano.
Este elemento es clave, pues la consolidación del poder estatal reclamará que
dentro del territorio no se reconozca como soberano a otro poder que no sea el del
Estado. Esa es la razón que llevará a que el Estado reclame autoridad por encima
de las autoridades religiosas e incluso por encima de las autoridades locales que
han existido tradicionalmente en los distintos territorios. Piénsese, por ejemplo, en
las autoridades indígenas que existen en muchos lugares de Colombia. Si bien el
Estado reconoce su autoridad y legitimidad, pues son autoridades ancestrales,
el Estado de Colombia es soberano y como autoridad es jerárquicamente superior
a cualquiera de ellas. Lo mismo podríamos decir de la relación entre el Estado
Colombiano y las autoridades religiosas de las distintas iglesias, incluso de la
iglesia católica: el Estado es soberano, superior.
1.2. Estado Liberal

El Estado absoluto no se consolidó del todo en Occidenteen todos los lugares. Si


bien podemos mencionar a Francia o Inglaterra como ejemplos de estados
absolutos, otros países no tuvieron esta experiencia, como sucedió en Italia o
Alemania que se consolidaron de manera muy tardía. Muchas naciones se
consolidaron de manera muy tardía e incluso a lo largo del siglo XX hemos
sido testigos de la desintegración de antiguos Estados-nación que hoy ya han
desaparecido: Yugoslavia, Serbia y Montenegro, Checoslovaquia. Así mismo,
hay naciones que no se han logrado consolidar del todo como Estados, pues
la soberanía del Estado es constantemente retada por actores legales e ilegales
a lo largo del territorio, como sucede con Colombia.
Efectivamente, la existencia de las guerrillas, el paramilitarismo, las mafias y
las bandas criminales, son una prueba palpable de que el Estado no es soberano
en todo el territorio.
Ahora bien, cuando nos referimos al Estado Liberal, estamos señalando una
nueva transformación del Estado que se caracteriza sobre todo por la
independencia de los poderes económicos de los políticos y por la aparición de los
derechos individuales. Es decir, si en un principio señalamos que el Estado se va
transformando a partir de un conjunto de fenómenos históricos, culturales y
políticos; cambios como la Reforma protestante, la aparición de la burguesía,
el descubrimiento de américa y varios descubrimientos científicos, ayudaron a
la aparición del pensamiento liberal y, claro está, del Estado liberal. Por
supuesto, grandes procesos sociales y políticos a lo largo de los siglos XVIII y XIX,
como la revolución inglesa de 1689 o la Revolución Francesa de 1789, propiciaron
la consolidación del Estado liberal.

John Stuart Mill, pensador inglés que se caracterizó por su defensa del
pensamiento liberal, planteó en una de sus más famosas obras, “Sobre la
Libertad”, que la primera y más importante característica del pensamiento liberal
era la idea de ofrecer garantías que protegieran a los individuos del poder
del Estado absoluto. Si los primeros teóricos del Estado como Thomas
Hobbes habían señalado la importancia de que el Estado existiera y concentrara
soberanamente todo el poder en pro de la garantía del orden, Mill plantea
con la siguiente metáfora el problema de que el Estado concentre todo el poder:
“Antiguamente, por lo general, el gobierno estaba ejercido por un hombre, una tribu,
o una casta, que hacían emanar su autoridad del derecho de conquista o de
sucesión, pero en ningún caso provenía del consentimiento de los gobernados,
los cuales no osaban, no deseaban quizá, discutir dicha supremacía, por muchas
precauciones que se tomaran contra su ejercicio opresivo. El poder de los
gobernantes era considerado como algo necesario, pero también como algo
peligroso: como un arma que los gobernantes tratarían de emplear contra sus
súbditos no menos que contra los enemigos exteriores. Para impedir que los
miembros más débiles de la comunidad
fuesen devorados por innumerables buitres, era indispensable que un ave de
presa más fuerte que las demás se encargara de contener la voracidad de las otras.
Pero como el rey de los buitres no estaba menos dispuesto a la voracidad
que sus congéneres, resultaba necesario precaverse, de modo constante, contra
su pico y sus garras. Así que los patriotas tendían a señalar límites al poder de los
gobernantes: a esto se reducía lo que ellos entendían por libertad. Y lo conseguían
de dos maneras: en primer lugar, por medio del reconocimiento de ciertas
inmunidades llamadas libertades o derechos políticos; su infracción por parte
del gobernante suponía un quebrantamiento del deber y tal vez el riesgo a suscitar
una resistencia particular o una rebelión general. Otro recurso de fecha más reciente
consistió en establecer frenos
constitucionales, mediante los cuales el consentimiento de la comunidad o de
un cuerpo cualquiera, supuesto representante de sus intereses, llegaba a ser
condición necesaria para los actos más importantes del poder ejecutivo”. Mill (pp.20-
21)
En síntesis, es claro para nosotros que en aras de garantizar el orden social
debe existir el Estado, y el Estado debe tener el monopolio del poder político. Como
lo señalamos antes, si cada individuo lucha por sus intereses individuales y nadie
piensa en los intereses comunes el caos sobrevendría sobre la sociedad. El Estado
es necesario y para que haya orden el Estado debe tener poder. Sin embargo, la
crítica de Mill apunta a la idea de: ¿qué garantiza que el poder mismo del Estado
no se vuelva contra los individuos y sus intereses y acabe destruyéndolos? El
poder absoluto de muchos monarcas pasó por encima de la vida y los
intereses de muchos individuos sin que existiera alguna alternativa para detener
estos abusos.
Así las cosas, el pensamiento liberal, como lo señala Mill, busca plantear
“inmunidades” a los abusos del poder absoluto. Los más importantes y reconocidos
recursos ante el abuso del poder siempre han sido dos: garantizar derechos
individuales y la división del poder político.
a) ¿Qué son los derechos? Dice Mill que son garantías individuales que
protegen a los individuos ante el abuso del poder. Con esto quiere señalar
que por encima de los derechos no puede pasar el poder soberano y con
esto se da un gran avance de la humanidad en el reconocimiento del valor y la
dignidad humana. Me explico, si bien en los orígenes del Estado señalamos que se
constituye como una institución soberana que concentra todo el poder político y
sobre la cual nada ni nadie tiene supremacía, con el discurso de los derechos
individuales cambia esta situación. El Estado sigue siendo la institución
soberana por excelencia, pero se rinde ante la dignidad humana pues reconoce
unos derechos sobre los cuales no puede pasar. Desde ya el Estado no podrá nunca
esgrimir ninguna razón válida para no reconocer la dignidad y supremacía de los
derechos individuales. Derechos que hoy llamamos de “primera generación”, y
que protegen la vida, la libertad individual, la igualdad, la libertad personal,
de escoger profesión u oficio, la libertad económica, de opinión, de expresión,
de prensa, entre otros. Se trata de un hecho invaluable en la historia del mundo.
Desde este instante en occidente y en el mundo entero reconocemos que todos los
individuos tenemos un valor y una dignidad sobre la cual no puede pasar ni siquiera
el poder político.

Por supuesto, es clave afirmar que cuando estamos hablando de “igualdad”,en


ningún sentido se trata de igualdad material. El liberalismo defenderá la “Igualdad
formal”, o la idea de que ante el poder y la ley todos somos iguales y por eso
debemos ser tratados de la misma forma. El debate sobre la igualdad material o que
todos tengamos acceso a la misma cantidad de riqueza o a su distribución, se
inaugurará con la aparición del pensamiento comunista que surge ante la crisis
del Estado liberal.

b) La división del poder político es la otra clave en aras de prevenir los abusos del
poder. Hoy por hoy esta característica del pensamiento liberal sigue siendo
una fórmula dominante en occidente y en el mundo entero. Gran parte de los
abusos del poder se generan porque el poder se concentra, por eso la mejor
alternativa para evitar los abusos es dividir el poder. El antecedente más claro de
esta idea es Montesquieu quien plantea que institucionalmente el Estado debe
dividir sus poderes en tres: rama legislativa, ejecutiva y judicial. La rama
legislativa será la encargada de formular las leyes y dichas leyes serán la base de
las decisiones gubernamentales de la rama ejecutiva o de gobierno, pero también
estas leyes serán el fundamento de la impartición de justicia que es el rol de la rama
judicial. Así las cosas, no existe concentración del poder político, ni tampoco abusos
de poder.
Ahora bien, la última característica que va a definir el pensamiento liberal y, por lo
tanto, al Estado liberal, es como lo señalamos antes, la idea de que no debe haber
restricciones políticas a las relaciones económicas, o mejor aún, la idea de que el
Estado no debe inmiscuirse en las dinámicas comerciales del mercado. Esta
teoría ha sido conocida usualmente bajo la denominación “laisse faire”, dejar
hacer, dejar pasar y lo que traduce es que el Estado tiene muy pocas funciones,
pues casi todas las tareas de regulación social se dejan en manos de las dinámicas
de oferta y demanda del mercado.

Una vez aparece la burguesía, clase social que impulsa el mercantilismo, la


industrialización, así como el comercio a gran escala, se comienza a demandar
que el Estado retire todo tipo de restricciones económicas y deje que el mercado
fluya regido únicamente bajo las dinámicas de oferta y demanda.
Así, la única tarea que le quedaba al Estado era el de procurar que el
mercado funcionara procurando que no se constituyeran monopolios ni
oligopolios. Así las cosas, el problema de la distribución de la riqueza deja de ser
un tema político, pues el mercado a partir de la oferta y la demanda distribuye
la riqueza entre los individuos a partir de la participación y el éxito que tenga
cada individuo en la inserción en el mercado.

Este énfasis del Estado liberal en las libertades del mercado para muchos anticipó
el éxito del capitalismo salvaje. Este es un tema objeto de un profundo debate;
por supuesto, muchos pensadores proclives al mercado señalarán que la
pobreza y la desigualdad surge cuando el mercado no funciona de manera
óptima. Otros plantean que el mercado absolutamente libre de toda regulación
abandona a la sociedad en manos de los intereses del capital, que no persigue otro
asunto sino la acumulación de dinero sin importar los derechos o las personas
mismas. Insisto, es un tema que se debate actualmente con mucha fuerza. Sin
embargo, hay que señalar que cuando el Estado deja de regular las relaciones
económicas y se exilia en la retaguardia observando como la sociedad se abandona
a la lógica del mercado, comienzan a haber unos grandes perdedores en medio de
las lógicas de oferta y demanda. Es decir, es innegable que no todos entran en las
mismas condiciones de competencia en las relaciones económicas, que los
mercados en ese sentido no son justos y que en este sentido hay perdedores
y ganadores cuando la sociedad es regulada por la oferta y demanda. Así
las cosas, es innegable que el Estado liberal al dejar la sociedad en manos del
mercado y el libre mercado facilitó el auge de la
Revolución Industrial y el capitalismo. Pero, también esto significó que el Estado se
dejara de preocupar por garantizar condiciones dignas para muchos empobrecidos,
pues las demandas económicas deberían ser resueltas por el mercado mismo.
A lo sumo, el Estado Liberal se preocupó por proteger la libertad, la propiedad
privada y que el mercado funcionara óptimamente.

El estado entregado a las dinámicas del mercado sin ningún tipo de restricciones
prontamente también se vio sujeto a sucesivas crisis que no son otras sino las crisis
del capital mismo. Para finales del siglo XIX y principios del siglo XX las crisis
del capitalismo fueron tan hondas (desempleo, oferta sin demanda) que sin
problema a lo largo de todo Europa se engendraron alternativas políticas
alternativas al liberalismo de mercado. Dentro de estas alternativas podemos
contar con la Revolución socialista rusa de 1917, el estado Nacionalsocialista
alemán de Hitler o la revolución China de Mao Tse Tung.
1.3. Estado de Bienestar

Una de las crisis económicas más graves a lo largo del siglo XX fue la “Gran
Depresión” de 1929. No solo tuvo lugar en los Estados Unidos sino también en gran
parte de los países de occidente, llevando a la economía mundial a un nivel de
deterioro que se extendió hasta inicios de la década de los cuarenta. Para
muchos países significó la caída en las rentas nacionales, caídas en los ingresos
fiscales, así como de los precios y de la demanda en general. Todo esto llevó a un
congelamiento del comercio en general que redundó en un desempleo
epidémico que llegó incluso al 40% en muchas ciudades.

Ante esta situación de crisis, y como alternativa a las revoluciones o estados


totalitarios que se gestaban en diversos lugares del mundo, el gobierno de EEUU
en cabeza de Franklyn Delano Roosevelt propuso las políticas del denominado
“New Deal”. Se trató de políticas novedosas en las que el Estado jugaba un papel
preponderante en la provisión de bienes básicos a la sociedad, sobre todo salud y
educación, pero fundamentalmente como proveedor de fuentes de trabajo a partir
de sus inversiones en distintos sectores. En el corazón de estas nuevas
políticas se abandonaba la idea de que el Estado debería quedarse
contemplando como el mercado funcionaba libremente en la sociedad. Antes bien,
el Estado debería intervenir en la sociedad generando empleo, provisionando
bienes a los más necesitados, etc.

Las nuevas políticas de Roosevelt también tuvieron eco en distintos lugares de


Europa en donde distintos Estados iban transitando de estados exclusivamente
liberales a estados de bienestar, donde el estado asume el rol de ser el artífice del
desarrollo económico y del bienestar de los ciudadanos en términos de garantía de
derechos. Por supuesto, no se trataba de ningún tipo de socialismo, sino más bien
de una nueva concepción del estado que, inspirada en las teorías económicas
de John Maynard Keynes, señalaba que el Estado debería tener un rol dinamizador
en el crecimiento económico de la sociedad por medio del intervencionismo en la
economía a través del aumento del gasto público en la provisión de servicios y
bienes sociales básicos como educación, salud y trabajo. Así las cosas, el Estado
liberal se transformaba sin necesidad de convertirse en un estado socialista, pues
sin negar los derechos a las libertades individuales ni a la propiedad privada,
reorientaba sus obligaciones respecto a los derechos y al manejo de la economía,
con una fuerte preocupación por la igualdad material.

Sin embargo, a pesar de que muchos estados europeos se transformaron en


Estados de Bienestar, en donde el estado tiene fuertes obligaciones económicas y
sociales respecto a sus ciudadanos en pro de la garantía de bienes y derechos
sociales como salud, educación y trabajo, es evidente que este tipo de organización
de la sociedad tiene que tener un fuerte respaldo económico que la sustente; los
gastos son enormes. Por eso, el estado de bienestar va a estar sujeto a críticas por
parte de diversos sectores pues implica un gasto enorme para el Estado el sostener
una carga económica del tamaño de la totalidad de la sociedad, cuando lo
que se busca es asegurar la salud, la educación, el trabajo y la vivienda.
Para muchos sectores conservadores el costo del Estado de bienestar es
excesivo y claman constantemente por la reducción de su tamaño, dejando al
Estado solamente a cargo de responsabilidades relativas a la seguridad y la
defensa. Por otra parte, las crisis económicas asociadas a la crisis del petróleo de
los años setentas, llevaron a que diversos países comenzaran a desmontar
paulatinamente el estado de bienestar pues no tenían sustento financiero.

Al día de hoy, los pocos estados de bienestar que subsisten imponen una carga
fiscal y tributaria a sus ciudadanos, gravándolos con grandes impuestos en aras de
hacer el estado de bienestar sostenible: Dinamarca cuenta con el índice de
impuestos más altos de todos los países de la Unión europea, cerca del 48%.

Para la década del ochenta son muchas las críticas que tuvo que afrontar el Estado
de Bienestar. Entre las más reconocidas están las posturas que lideraron la
primera ministra británica Margareth Tacher y el presidente de EEUU
Ronald Reagan a favor del desmonte del estado de bienestar. Tanto Reagan como
Tacherseñalando que significaba una carga económica para la ciudadanía y a la
vez le restaba eficiencia al Estado. Estas posturas políticas van a abogar por que el
Estado ceda estas obligaciones sociales a actores privados que sean los
proveedores de estos bienes bajo la lógica del mercado, garantizando así una
mayor eficiencia en el servicio. Esto va a dar inicio a los procesos de privatización
del Estado que llevaron incluso a que en varios países latinoamericanos optaron por
esta nueva lógica neoliberal.

1.4. Estado Social de derecho

El Estado social de derecho no es propiamente el estado de bienestar. Sin embargo,


el estado social de derecho atribuye al Estado y a la sociedad una responsabilidad
compartida respecto al desarrollo y la dignidad humana. Los antecedentes del
estado social de derecho en Colombia de 1991 pueden ubicarse en el estado
alemán de la Constitución de 1949 y la constitución española de 1978 que habla de
un “Estado social, democrático y de derecho”.

El Estado Social de Derecho da un paso más allá del Estado liberal y comprende
que no solo debe trabajar por la garantía y el goce efectivo de los derechos
individuales, sino que a la vez deben prevalecer los derechos sociales por encima
de todo. El maestro Carlos Gaviria lo explicaba con contundencia. Señalaba
que, si bien los derechos individuales hacían un énfasis en la libertad individual, la
autonomía, la libertad de pensamiento, la libre expresión y el respeto a la vida, estos
derechos no eran suficientes para vivir una vida digna. Por eso, se hacía necesario
comenzar a garantizar una serie de derechos sociales que dieran plenitud a
la vida humana como el derecho al trabajo, a la salud, a la educación, etc. En
síntesis, el derecho a la vida parece vacío si no viene acompañado de una garantía
adicional a derechos sociales básicos.

Así, el Estado de derecho consiste en el deber del Estado de procurar el mínimo


existencial, es decir, el mínimo vital para todos los ciudadanos. Por lo tanto, el
Estado adquiere la obligación de garantizar un mínimo de derechos que hagan
posible la vida digna de las personas. Ya es bien conocida bajo esta lógica la
política del mínimo vital de agua en Bogotá, por ejemplo, para muchas familias
de bajos ingresos. Por otra parte, el Estado adquiere también la obligación de
trabajar en pro de la igualdad real de los ciudadanos, no solo ofreciendo
mecanismos de protección de derechos sino a la vez facilitando medios que
permitan la realización de los mismos, en pro de un goce efectivo de los mismos.

Así las cosas, el Estado social de derecho se asocia a la defensa de los derechos
económicos, sociales y culturales, como la defensa del derecho a la Salud,
consagrado en la Constitución y desarrollado por la Ley 100 de 1993. En dicha ley
se establece un régimen subsidiado para todos quienes no pueden pagar o cotizar
el servicio de salud. Así mismo, el Estado social de derecho otorga especial
protección a grupos vulnerables, como la mujer cabeza de familia, la mujer
embarazada, los discapacitados, las minorías étnicas, las minorías sexuales,
los niños, las personas de la tercera edad, los homosexuales, etc.

En aras de entender como el Estado social de derecho busca proteger la


dignidad humana, conviene revisar la sentencia T-499 de 1992 de la Corte
Constitucional.

“Principio fundamental de la dignidad humana

1. El respeto de la dignidad humana debe inspirar todas las actuaciones


del Estado. Los funcionarios públicos están en la obligación de tratar a
toda persona, sin distinción alguna, deconformidad con su valor intrínseco
(CP arts. 1, 5 y 13). La integridad del ser humano constituye razón de ser,
principio y fin último de la organización estatal.

El principio fundamental de la dignidad humana no sólo es una declaración ética


sino una norma jurídica de carácter vinculante para todas las autoridades (CP art.
1). Su consagración como valor fundante y constitutivo del orden jurídico obedeció
a la necesidad histórica de reaccionar contra la violencia, la arbitrariedad y la
injusticia, en búsqueda de un nuevo consenso que comprometiera a todos los
sectores sociales en la defensa y respeto de los derechos fundamentales.

El hombre es un fin en sí mismo. Su dignidad depende de la posibilidad de auto


determinarse (CP art. 16). Las autoridades están precisamente instituidas para
proteger a toda persona en su vida, entendida en un sentido amplio como "vida
plena". La integridad física, psíquica y espiritual, la salud, el mínimo de
condiciones materiales necesarias para la existencia digna, son elementos
constitutivos de una vida íntegra y presupuesto necesario para la
autorrealización individual y social. Una administración burocratizada, insensible a
las necesidades de los ciudadanos, o de sus mismos empleados, no se compadece
con los fines esenciales del Estado, sino que, al contrario,
cosifica al individuo y traiciona los valores fundantes del Estado social de
derecho (CP art. 1).”

Sentencia T-499 Corte Constitucional de Colombia.

GLOSARIO DE TÉRMINOS

Autonomía: Estado y condición del pueblo que goza de entera independencia


política. La Condición del individuo que de nadie depende en ciertos aspectos.
Potestad de que, dentro del Estado, pueden gozar municipios, provincias,
regiones u otras entidades de él para regir intereses peculiares de su vida
interior, mediante normas y órganos de gobierno propios. Pero en este último
sentido, la autonomía supone la unidad de los entes autónomos dentro del
Estado único. Se trata simplemente de una descentralización administrativa y
política, que no debe confundirse con lo que en un Estado federal representan
las provincias o Estados miembros, que son no autónomos, sino independientes,
salvo en las facultades aque hayan renunciado para delegarlas en el Estado
federal (Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y
Sociales)

Estado de Derecho: En su definición existen profundas divergencias. Para algunos


autores, todo Estado lo es de Derecho, puesto que se rige por normas
jurídicas, cualquiera que sea su procedencia o la autoridad de que dimanen con
tal que tenga la posibilidad de hacer cumplir sus determinaciones dentro del orden
interno. En consecuencia, el concepto sería aplicable lo mismo a un gobierno
democrático y constitucional que a uno autocrático y tiránico. Sin embargo, la
mejor doctrina es absolutamente contraria a esa tesis, por entender que el Derecho
no puede estar representado por la voluntad de una persona o de una minoría que
se impone a una mayoría, y, en ese sentido, sólo es Derecho la norma emanada de
la soberanía popular en uso de su poder constituyente. De ahí que Estado de
Derecho equivalga a Estado constitucional (v.) con el contenido dado a esa idea. El
Estado de Derecho es aquel en que los tres poderes del
gobierno, interdependientes y coordinados, representan, conforme a la conocida
frase de Lincoln, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. A este
respecto dice Sánchez Viamonte: “Los tres poderes o ramas del gobierno -
pertenecientes a un tronco común- nacen del pueblo en forma más o menos directa.
Los tres actúan, pues, en su nombre, bajo el imperio de las normas
constitucionales. El gobierno es la colaboración y concurrencia de los tres,
identificados a través de la norma jurídica, que fundamenta y caracteriza al Estado
de Derecho” (Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales)
Estado constitucional: De acuerdo con la opinión de Linares Quintana, el que se
caracteriza por garantizar la libertad como finalidad suprema y última del Estado;
por limitar y fiscalizar el poder estatal por medio de su división en razón de la
materia y, a veces, del territorio; por la juridicidad o imperio del Derecho; por la
soberanía popular o gobierno de la mayoría con la colaboración y fiscalización de
la minoría y respetando los derechos de ésta. (V. ESTADO, ESTADO DE
DERECHO.) Añádase que todas las características señaladas por el autor citado se
derivan de la Carta Magna o Constitución (v.), generalmente escrita, por la
cual se rige u organiza la nación (Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y
Sociales)

Libertad: Estado existencial del hombre en el cual éste es dueño de sus actos
y puede auto determinarse conscientemente sin sujeción a ninguna fuerza o
coacción psicofísica interior o exterior” (J. C. Smith). La libertad representa un
concepto contrario al determinismo y ofrece extraordinaria importancia en relación
con el Derecho Político, ya que la libertad es el fundamento no ya de un
determinado sistema de vida, sino de la organización del Estado. La libertad
constituye la idea rectora de los Estados de Derecho y de los gobiernos
democráticos-liberales. De ahí que la libertad resulte siempre desconocida y
atropellada por los regímenes totalitarios, tiránicos, dictatoriales y autocráticos
(Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales).

REFERENCIAS

• Araujo Rentería, J. (2000). Principios de Derecho Constitucional. Bogotá:


MacGraw Hill.
• Cepeda, M. (2012). Las Democracias, Entre el Derecho Constitucional y la
Política. Bogotá: Uniandes.
• Chevallier, J. (2013). Los Grandes Textos Políticos desde Maquiavelo hasta
Nuestros Días. Mexico: Aguilar.
• Constitución Política de la República de Colombia. (1998) Bogotá: Panamericana.
• Del Águila, R. (2014). Manual de Ciencia Política. Madrid: Trotta
• Duverger, M. (2008). Instituciones Políticas y Derecho Constitucional. Madrid: Ariel
• Naranjo Mesa, V. (2005). Teoría Constitucional e Instituciones Políticas. Bogotá:
Te
• Pérez Escobar, J. (2003). Derecho Constitucional Colombiano. Bogotá: Temis.
• Rodríguez, L. (2011). Derecho Administrativo General y colombiano. Bogotá:
Temis.
• Sáchica, L. (2004). Constitucionalismo Colombiano. Bogotá: Temis.
• Sáchica, L. (2002). Derecho Constitucional General. Bogotá: Dike.
• Rodríguez, L. (2008). Estructura del Poder Público en Colombia. Bogotá: Temis
• Sen, A. (1999). Desarrollo y Libertad. Barcelona: Planeta. Remisión a fuentes
complementarias
• Garcés, F. (2012). Teoría Constitucional el estado Social de derecho. [Archivode
Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=manh5eQJuLg
• Uprimny, R. (2012). Diálogos con el mundo: el estado social de derecho. [Archivo
de Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=_be7LSx9JgY

• Uribe, D. [Emisora Centro de memoria, paz y reconciliación]. (2013). Origen del


estado social de Derecho. [Archivo de Video]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=81v7_AuM1Jk

SEMANA 2

LECTURA 1:Molinares, Viridiana. (2014). Justicia constitucional: casos de


protección a la libertad y seguridad personal en Colombia. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/esju/v16n2/v16n2a04.pdf

LECTURA 2: Cárdenas, Manuel José. (2000).


La Reforma del Estado y la Social democracia. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/esju/v2n2/v2n2a03.pdf

LECTURA 3: Gómez Roldan, Andrés. (2011). El movimiento de la séptima


papeleta frente al referendo
*Posición jurídica ante la Corte Constitucional de una generación de
colombianos y colombianas que ayudaron a construir la Constitución
Política de 1991. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/papel/v16n2/v16n2a02.pdf
Apreciado estudiante si tiene algún inconveniente con el o los links que
direccionan las lecturas complementarias por favor siga los siguientes pasos para
que pueda acceder a la consulta del material recomendado:
1. https://campusvirtual.poligran.edu.co
2. En el menú de la franja azul parte superior dar clic sobre la opción
“UNIVERSIDAD”
3. Se despliega un submenú por favor dar clic sobre la opción ”BIBLIOTECA”
4. Al costado izquierdo encuentra la “BIBLIOTECA VIRTUAL”, por favor dar clic
sobre esta.
5. Luego dar clic sobre la opción “LIBROS ELECTRÓNICOS” o “BASES DE
DATOS” según sea el caso.
6. Al costado derecho se despliegan unos videos instructivos que le indican
como acceder a las bases de datos o libros electrónicos. (opcional)
7. Por ejemplo, si se selecciona Libros electrónicos, seguidamente debe dar clic
sobre el recurso que desea consultar por ejemplo“e-libro”
8. Le solicitará ingresar el usuario y contraseña institucional
9. Al ingresar al recurso en la caja de búsqueda por favor digitar el título o el
autor, una vez le despliegue la información dar clic sobre el título.
TALLER
Nombre del taller ¿Es soberano el Estado Colombiano?

Competencias a desarrollar – Comprender uno de los principales problemas


políticos que atraviesa la sociedad colombiana: la presencia diferenciada del Estado
a lo largo del territorio.

DESCRIPCIÓN DEL TALLER

Teniendo presente los elementos característicos del Estado, el estudiante debe


comprender analíticamente por qué es válido afirmar que en Colombia el territorio
es más grande que el Estado. Para ello, se le facilitarán una serie de preguntas
analíticas que el estudiante debe responder citando textualmente noticias que
hayan sido publicadas vía web en los distintos medios periodísticos que hay en el
país.

REQUISITOS PARA EL TALLER

Acceso a fuentes de información escrita vía internet

INSTRUCCIONES

Es fundamental que tenga acceso a internet para este ejercicio. Se le pedirá


que busque fuentes de información periodísticas que debe citar literalmente a la
hora de construir y sustentar cada una de sus respuestas.

Por ejemplo, si se le pregunta por la soberanía territorial del Estado


Colombiano, el estudiante podría citar literalmente una noticia que señale como
las fuerzas militares cuidan las costas del país, el mar territorial o también
señalar como hay fronteras descuidadas que se han vuelto un espacio para
la criminalidad pues el Estado las tiene abandonadas.

El éxito del ejercicio no está solo en responder sino en sustentar las


respuestas en notas periodísticas tomadas de los distintos medios existentes. Si
bien, la actividad no es evaluable puede compartirse en el foro del curso en aras de
socializar el trabajo que cada uno ha realizado y así construir el conocimiento
colectivamente.

Preguntas

a. ¿Cómo caracterizaríamos a la nación colombiana?


b. ¿Tiene el estado colombiano el monopolio de la fuerza de coerción?
c. ¿Se respeta el Estado social de derecho en Colombia?
CRITERIOS PARA TRABAJAR EN EQUIPO

Es una actividad individual que pretende fortalecer los temas vistos en la unidad.

CRITERIOS DE EVALUACIÓN DEL TALLER

Capacidad de organización

-Distribución eficiente de la información.

Es una actividad de refuerzo y no tiene valor en nota, no es calificable, sirve para


reforzar y resumir los temas vistos.

•UNIDAD 2
TEMA (S)

• El Estado laico de la Constitución de 1991

O Libertad de expresión, de conciencia y autonomía


O Esfera pública y esfera privada
O Tolerancia y sociedad plural

•Libertad individual y autonomía


O El problema de la libertad Evitar el daño, el límite a la libertad
O Análisis de caso

ORIENTACIÓN METODOLÓGICA

Apreciados estudiantes, reciban un cordial saludo. Con esta primera


unidad comenzamos nuestro módulo virtual de Constitución e Instrucción
Cívica. Como lo señalamos ya, hoy en día todas las instituciones de
educación superior hemos incluido cursos de este tipo para estar en
completa sintonía con las demandas que le hace la Constitución
Política de Colombia a las distintas universidades, en lo que respecta
a la formación de ciudadanos, de profesionales conscientes de sus
deberes y derechos políticos, en el contexto de un estado de derecho. Es
claro para todos que el país no solo necesita de excelentes profesionales
que sean competentes en cada una de sus disciplinas, sino que a la vez
estamos urgidos de ciudadanos y ciudadanas que asuman las
responsabilidades que la sociedad les demanda, que le apuesten a
la construcción del país, al reto de construir la democracia, con un espíritu
plural, solidario, en respeto de los derechos humanos.

A lo largo de esta segunda unidad nos ocuparemos primordialmente del


concepto de Estado laico, explorando el significado de dicho concepto, así
como entendiendo como a su base se encuentra la defensa de las
libertades individuales y la posibilidad de una vida democrática plural.
Es clave que atendamos a lo largo de esta unidad a los distintos elementos
característicos del Estado laico, para luego a partir de los distintos
ejemplos comprender como la defensa de las libertades individuales se
debe conciliar con la necesidad de que el Estado tenga autoridad e
imponga orden.

ESQUEMA GRÁFICO DE LA UNIDAD


COMPETENCIAS DELAUNIDAD

• El estudiante comprende la importancia de defender la libertad individual


en aras del fortalecimiento de la democracia

•El estudiante adopta una actitud tolerante hacia otras creencias e


ideologías en aras de la construcción de una sociedad democrática y plural

•El estudiante se ha apropiado de la idea de Estado Laico,


entendiéndolo como la posibilidad de convivencia pacífica en medio de
una sociedad plural

CARTILLA 3

EL ESTADO LAICO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1991


CONSTITUCIÓN E INSTRUCCIÓN CÍVICA

AUTOR: Camilo Andrés Fajardo Gómez

ÍNDICE

1. El Estado laico de la Constitución de 1991

1.1. Libertad de expresión, de conciencia y autonomía


1.2. Esfera pública y esfera privada
1.3. Tolerancia y sociedad plural

INTRODUCCIÓN

Bienvenidos a esta segunda unidad apreciados estudiantes. En la unidad anterior


hemos hecho énfasis en el concepto de Estado y en la novedad del Estado social
de derecho, como núcleo de la Constitución Política de Colombia de 1991. Ahora
nos enfocaremos en esta nueva unidad en el análisis y el estudio de la “libertad” y
la “autonomía” como principios constitucionales que determinan la vida social y las
decisiones gubernamentales.

Hemos querido enmarcar estas temáticas en la idea del “Estado Laico” queriendo
hacer énfasis en la nueva orientación de la sociedad colombiana a diferencia de la
sociedad de la constitución de 1886 mucho más confesional y decididamente
religiosa. Es clave entender que no se trata de ninguna manera que el Estado
reniegue de la religión o de las creencias individuales, antes bien,
lo que plantea el estado laico es la posibilidad de abrir espacios de convivencia
entre las múltiples creencias y orientaciones religiosas, de tal manera que en un
respeto por la libertad individual seamos capaces de crear y convivir en un espacio
social común en donde predomine el respeto entre unos y otros así seamos
diferentes.

Es clave que, en esta unidad, como en las anteriores, se haga una lectura detallada
de la cartilla en aras de comprender cada uno de los conceptos y se entienda así el
fundamento teórico y filosófico del estado laico. Como sabemos todos se trata de
una temática actual en medio de los permanentes debates sociales en torno a
temas tan controvertidos como la adopción homoparental, la interrupción del
embarazo o simplemente si se deben dar o no clases de religión en los colegios
públicos. Insisto, finalmente, que no se trata simplemente de un tema moderno o
una suerte de moda jurídica. El estado laico, en consonancia con el espíritu de la
democracia, apunta hacia la posibilidad de constituir una sociedad plural donde sea
posible la convivencia pacífica entre todos sus miembros.

RECOMENDACIONES ACADÉMICAS

Bienvenidos a esta tercera semana de su módulo virtual de Constitución e


Instrucción Cívica. Dadas las temáticas que abordaremos el componente teórico
ocupa casi la totalidad de este módulo. Por eso, es fundamental que
organicemos nuestro tiempo y en cada una de las semanas el trabajo básico
se fundamente en los contenidos que presenta cada una de las cartillas. Así,
es clave que dediquemos unas cuantas horas de cada semana a la lectura atenta
de las cartillas, identificando los temas y conceptos más importantes desarrollados
en cada una de ellas. Posteriormente, la recomendación es que profundicemos en
los distintos temas a partir de los contenidos multimedia, las lecturas
complementarias y los encuentros con el tutor.

Todo este proceso de aprendizaje estará acompañado bajo la guía de un


tutor que tiene la función de orientarlos cuando sea necesario. Para ello, es
fundamental que participemos de los encuentros virtuales que semana a semana
planea el tutor, en aras de aclarar dudas, profundizar en distintos temas o
simplemente ampliarlos más. Por supuesto, también existe la posibilidad de que
contactemos al tutor a través de un mensaje por medio de la plataforma, así que el
apoyo en su proceso de aprendizaje siempre está disponible para ustedes. Sin
embargo, insisto, el punto de partida de todo este proceso formativo es el trabajo
personal que inicia con la lectura autónoma de esta cartilla. Los primeros
responsables de su propio proceso de aprendizaje son ustedes mismos, así que
los aliento a que con mucho ánimo y responsabilidad organicemos nuestro tiempo
para poder trabajar con detenimiento cada una de estas cartillas.

Les sugiero revisar todo el módulo del aula virtual, así como el calendario y
la guía de actividades, para que tengan conocimiento de todas las actividades con
la semana y fecha en que se realizan. Es importante, además, consultar porcentaje
de la nota de cada actividad con respecto al módulo. ¡Reciban una cálida bienvenida
y manos a la obra!

DESARROLLO DE CADA UNA DE LAS UNIDADES TEMÁTICAS

1. El Estado laico de la Constitución de 1991"

Democracy demands that the religiously motivated must translate their concernsinto
universal, rather than religion-specific values. Their proposals must be subject to
argument and reason, and should not be accorded any undue automatic respect".

President Barack Obama

Hemos decidido iniciar este capítulo del curso con este epígrafe del presidente
Barack Obama convencidos de que sintetiza el espíritu laico y democrático que
creemos encarna la Constitución Política de Colombia de 1991. Lo que señala el
presidente Obama es que en un contexto democrático quien sea religioso debe
traducir sus preocupaciones en un lenguaje universal accesible a todos los
demás, incluso en el lenguaje de quienes no comparten sus mismas creencias.
Con esto quiere señalar que son bienvenidas todas las creencias siempre y cuando
estén en capacidad de traducir en un lenguaje más universal y público sus
valores y preocupaciones. Las sociedades democráticas deben ser ante todo
plurales, abiertas a la convivencia entre quienes son distintos en un clima de
respeto y diálogo. Por eso, se afirma que son bienvenidos los aportes que pueda
traer a la sociedad cualquier creencia, siempre y cuando puedan explicar su valor
en un lenguaje no religioso y comprensible para quienes no comparten esa religión.
Pero por supuesto, hay que ser enfáticos en esta idea, que en un clima de respeto
sean bienvenidos los valores y preocupaciones de cada creencia o religión no
implica que debe aceptarse todo.
En un contexto democrático, señala Obama que deben ser debatidas a la luz de la
razón, sin que se les conceda a priori autoridad sobre la sociedad solo porque para
unos u otros son creíbles. Los aportes a la sociedad que puedan hacer las distintas
creencias son válidos siempre y cuando sean razonables públicamente, pero de
ninguna manera existe a priori un predominio de una creencia sobre otra en una
sociedad plural, democrática y laica.
El Estado Colombiano se autodefinió como un estado laico en la Constitución de
1991 una vez el rol de “Dios” cambia en el lugar que ocupa en el todo de la
constitución y una vez se reconoce la libertad religiosa y la libertad de conciencia.
La Constitución de 1991 a diferencia de la Constitución de1886, que es religiosa, se
caracteriza por su espíritu secular. La Constitución de 1886 identifica en “Dios” la
fuente de toda autoridad, de donde emana la autoridad que legitima la
constitución misma. Pero, para 1991 la constitución sin dejar a mencionar a Dios
planteará que es el “pueblo” la fuente de autoridad, el pueblo como soberano, desde
donde se legitima la autoridad de la constitución.

“En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad, los Delegatarios de


los departamentos de Colombia, Antioquía, Bolívar, Boyacá, Cauca,
Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima, reunidos en Consejo
Nacional Constituyente.

Vista la aprobación que impartieron las Municipalidades de Colombia a las bases


de Constitución expedidas el día 1. ° de diciembre de 1885;

Y con el fin de afianzar la unidad nacional y asegurar los bienes de la justicia, la


libertad y la paz, hemos venido en decretar, como decretamos, la siguiente:
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA

PREAMBULO, Constitución Política de Colombia de 1886

“PREAMBULO EL PUEBLO DE COLOMBIA en ejercicio de su poder soberano,


representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente,
invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y
asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad,
el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y
participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y
comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana decreta,
sanciona y promulga la siguiente

CONSTITUCION POLITICA DE COLOMBIA”

PREAMBULO, Constitución Política de Colombia de 1991

No se puede olvidar que la Constitución de 1886 fue fruto del período histórico
denominado “La Regeneración”. Dicho movimiento político surgió en el país a
finales del siglo XIX y liderado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro buscó
revertir las políticas liberales de periodos anteriores, como la descentralización del
país en una república federal, los Estados Unidos de Colombia o la independencia
del Estado del poder religioso. Dentro de las grandes transformaciones que
traerá esta constituyente conservadora estará el énfasis profundo en la filiación
entre el Estado Colombiano y la Iglesia católica, así como la concepción centralista
del Estado Colombiano. Por supuesto, para 1991 esta orientación del Estado
colombiano será cambiada por una concepción mucho más pluralista, secular y
sobre todo descentralizada.
Dentro de los cambios evidentes de la Constitución de 1991 respecto de la de 1886
está, como dijimos antes, el reconocimiento de la soberanía del pueblo. Con
esto, en pleno espíritu democrático, se reconoce que el poder político proviene
de los colombianos, que si la Constitución tiene autoridad es porque los
constituyentes representan al pueblo mismo. En síntesis, el pueblo de Colombia
es el “constituyente primario”, es él quien decide su destino, quien da autoridad a
sus gobernantes. También, en consonancia con el Estado de derecho, la
Constitución de 1991 no solo pretende garantizar un orden social y jurídico que
dé cabida a los derechos individuales, lo cual sería simplemente signo de un
Estado Liberal. Es enfática la Constitución de 1991 al señalar que su finalidad es
asegurar a los “integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad,
el conocimiento, la libertad y la paz”. Fines sin ligar a duda sociales en pro de una
vida digna para todos los colombianos. Finalmente, la constitución de 1991
hace un énfasis, que no se encuentra en la constitución de 1886, en la importancia
que el marco jurídico y el orden que estipula se fundamenten en valores
democráticos y participativos, en pro de un orden político, económico y social justo.

Más adelante haremos énfasis en la importancia de la democracia participativa,


pues pasos adelante de una democracia simplemente electoral la constitución
de 1991 promueve y garantiza la posibilidad de que los colombianos hagamos
parte de la toma de decisiones a través de nuestra participación, a través de
mecanismos alternativos al sufragio.

1.1. Libertad de expresión, de conciencia y autonomía

El Estado laico se funda y tiene lugar en la protección de las libertades


fundamentales, particularmente lo que respecta a la libertad de expresión, de
conciencia y una defensa de la autonomía.

La libertad de expresión es un derecho fundamental que se encuentra consagrado


en el artículo 19 de la Declaración Universal de los derechos Humanos de 1948. Sin
embargo, la libertad de expresión como derecho fue fruto de una conquista histórica
que occidente alcanzó alrededor del siglo XVII en pleno período de la ilustración
europea. El fundamento de la libertad de expresión se encuentra tanto en la
epistemología como en el derecho. Me explico, epistemológicamente diversos
pensadores, entre ellos Diderot, Montesquieu, Voltaire y Rousseau, señalaron
que en la búsqueda de la verdad debería otorgarse la libertad de que cada individuo
expresara abiertamente sus ideas sin temor alguno a que fueran erradas o
inconvenientes. Para estos pensadores, se haría mucho mal en reprimir alguna idea
sin antes haberla debatido convenientemente. Luego, lo mejor sería permitir
que cada cual tuviera la libertad de expresarse sin ninguna restricción en aras
de poder abrir el debate pertinente y demostrar así argumentativamente si la
idea era verdadera o falsa o si era conveniente o inconveniente. En síntesis,
para estos ilustrados la búsqueda de la verdad no sería sincera si nos volviéramos
dogmáticos y aceptáramos socialmente solo nuestras ideas, rechazando las ideas
que nos contrarían. En cambio, abrir un espacio de debate dentro de la sociedad
permitiría que a partir del diálogo argumentáramos nuestras convicciones y las
defendiéramos, pero que también las ideas contrarias tuvieran la oportunidad de
explicarse y argumentarse finalmente perdure lo que resulte más razonable.
El argumento resulta bastante interesante para nuestra sociedad actual. Piensen en
que desde esta perspectiva no debería estigmatizarse ninguna idea previamente.
Por ejemplo, si alguien socialmente desea defender la idea de que debería
dedicarse la totalidad del presupuesto del ejército de la nación a la educación de los
jóvenes, el tema no debe ser excluido a priori como banal o insensato,
resguardándonos en nuestras ideas dogmáticas que usualmente vivimos. Eso sí,
debería exigírsele que lo argumentara mucho mejor y a la vez que los detractores
planteen sus argumentos de por qué se oponen a dicha idea. Finalmente, se tiene
la convicción de que solo las ideas mejor argumentadas prevalecen.

Por supuesto, hay temas mucho más sensibles, por ejemplo, como cuando
hablamos del matrimonio entre parejas del mismo sexo o la adopción
homoparental. Es claro que nuestras costumbres se resienten con este tipo de
debates, pero si nos centramos dogmáticamente en nuestras ideas y costumbres y
nos cerramos a debates racionales no avanzaremos nada como sociedad.
Quizás al final nuestras costumbres se re afirmen y se argumenten más
sólidamente, o, por el contrario, nos demos cuenta que nuestras costumbres
no son tan sólidas como creemos y cambiemos de ideas.

La libertad de expresión en términos jurídicos y filosóficos se sustenta también en


la idea de que el individuo es autónomo, nadie más que él mismo puede tutelar
sus pensamientos. Cuando hablamos del estado liberal hicimos énfasis en las
libertades individuales y en la importancia de que el sujeto tenga la facultad para
decidir por sí mismo, valerse de su propio pensamiento. Por eso, si revisamos en
algunos argumentos que ya hemos señalado, el pensamiento moderno reconoce
que la dignidad del ser humano estriba en que él mismo es artífice de su vida, él
tiene la facultad de decidir y optar sin que el estado de una forma paternalista lo
guíe. En eso consiste la autonomía, en la capacidad que tiene cada individuo para
ser el protagonista de sus propias decisiones, de su vida, sin que esté sujeto a la
tutela de alguien además de sí mismo. Por eso, el estado no puede ni desea
interferir en los pensamientos e ideas de cada individuo, pues en este ámbito tan
privado cada sujeto desde su autonomía está en potestad de decidir qué es bueno
y conveniente para él. Otros pueden aconsejarle, sugerirle, pero si el individuo en
su autonomía y adultez considera lo contrario, debe prevalecer su convicción
personal. Ni la sociedad, ni el Estado, pueden obligar a un sujeto a creer o pensar
cierto tipo de ideas, pero tampoco pueden impedirle que exprese sus convicciones
personales.

Así las cosas, no hay mayor mal que viole estas libertades que el paternalismo
de estado o cuando el estado decide comportarse como un padre con los
ciudadanos diciéndoles que deben pensar, en qué deben creer, etc.
No solamente el estado no puede regular la libre expresión de los individuos, sino a
la vez no puede interferir en las convicciones que cada uno tenga y en eso consiste
la libertad de conciencia.

Aterricemos esta teoría en dos casos. Podemos ejemplificar la libertad de


expresión en el famoso caso de la existencia de células nazis en Bogotá.
Hace varios meses un reconocido medio periodístico señaló que un grupo de
jóvenes se reunía para inculcar y difundir las ideas que a principios del siglo XX
defendió el partido nacional socialista en Alemania, y que en síntesis
sustentaron el régimen fascista hitleriano. ¿Debe prohibírseles expresar estas
ideas? Los mencionados jóvenes no están violando la ley, no están agrediendo los
derechos de nadie. Bajo la defensa de la libertad de expresión si se trata de adultos
conscientes, en pleno uso de sus facultades racionales, el estado no puede
inmiscuirse ni prohibirles profesar estas ideas. Obvio que están equivocados, no es
razonable sostener que hay una “raza superior”, pero el estado no va a acoger estas
ideas, pero tampoco las puede prohibir. Cada cual es libre de profesar en su libertad
las ideologías que desee, siempre y cuando no genere un daño en sí mismo ni en
los demás.

En cuanto a la libertad de conciencia me permito citar otro caso real.


La Corte Constitucional permitió recientemente la interrupción del embarazo
En tres casos específicos: peligro de muerte de la madre, abuso sexual,
malformación del feto. No es este el lugar para examinar los argumentos que
llevaron a tan importante decisión. Lo que quiero plantear es que en aras de la
defensa de la libertad de conciencia si bien el estado permite la interrupción del
embarazo en estos tres casos, no puede obligar a todos los médicos a realizar esta
práctica. Hay médicos que, en defensa de sus creencias, pues se declaran
religiosos, han señalado que en defensa de su libertad de conciencia no van a
practicar interrupción del embarazo alguna. Y es legítimo en esta situación hacerlo.
Si un individuo en aras de la defensa de sus convicciones más personales se siente
contrariado, nada puede obligarlo a actuar contra sus convicciones, el Estado no
puede obligarlo.

Al respecto de este tema reproduzco una columna de opinión en Bogotá que abordó
el tema de la objeción de conciencia y la interrupción del embarazo.

El aborto y la objeción de conciencia

Por MAGDALENA HOLGUÍN 1


(TOMADO DE REVISTA SEMANA, 2015/08)

En días pasados, la Corte Constitucional sancionó a una EPS porque sus clínicas
se negaron a atender a una niña violada de 13 años, para practicarle el aborto al
que tenía derecho según la ley. Esto ha abierto de nuevo el debate
sobre la objeción de conciencia, esgrimida por las instituciones médicas para
abstenerse de realizar la práctica requerida.
La objeción de conciencia se entiende como el rechazo al cumplimiento de
determinadas disposiciones jurídicas por considerárselas contrarias a las
creencias éticas o religiosas de una persona. El caso quizás más famoso y
paradigmático del conflicto entre la creencia y la ley es, desde luego, el de Antígona;
la recurrencia de este mito a través de la historia sólo evidencia que se trata
de un conflicto que tiene muchas manifestaciones, y que se presenta en
diversas situaciones sociales.

Por lo general, los sistemas jurídicos que acogen la objeción de conciencia como
un derecho expresamente incluido en las normas, lo hacen con base en la relación
que existiría entre ésta y el derecho fundamental a la libertad de conciencia. Es
importante comprender, sin embargo, que no se trata de la misma cosa, como
acertadamente lo señala la Corte Constitucional en la Sentencia No. T-409/92 sobre
una tutela presentada para no prestar el servicio militar con base en la objeción de
conciencia. “La garantía de la libertad de conciencia no necesariamente incluye la
consagración positiva de la objeción de conciencia para prestar el servicio militar.
Esta figura, que en otros sistemas permite al individuo negarse a cumplir una
obligación como la mencionada cuando la actividad correspondiente signifique la
realización de conductas que pugnan con sus convicciones íntimas, no ha
sido aceptada por la Constitución colombiana como recurso exonerativo de la
indicada obligación.”

La Corte concluye entonces, “De allí que deba afirmarse la impracticabilidad


de tal figura en cualquiera de sus modalidades en aquellos sistemas
constitucionales que no la han consagrado, como acontece en el caso
colombiano.” Según lo anterior, nuestro ordenamiento jurídico no incluye dentro de
sus disposiciones la objeción de conciencia como un derecho explícito, y éste
no se deriva sencillamente de la libertad de conciencia, pues, según este
mismo tribunal, “las autoridades no pueden admitirla sin estar contemplada su
posibilidad ni fijadas en norma vigente las condiciones dentro de las cuales ha
de reconocerse; hacerlo sin ese fundamento en casos específicos representaría
desbordamiento de sus atribuciones y franca violación del principio de igualdad,
aparte de la incertidumbre que se generaría en el interior de la comunidad.”

No obstante, podría argumentarse que, en toda sociedad democrática, el derecho


a negarse a realizar actos que atenten, de manera grave, contra convicciones éticas
personales debería ser respetado. Tal respeto cobra mayor urgencia en nuestras
sociedades modernas y pluralistas, en las cuales la posible incompatibilidad entre
las normas jurídicas y las creencias personales puede presentarse con mucha
mayor frecuencia. El caso más común de la objeción de conciencia, que había
sido el de negarse a prestar el servicio militar, hoy en día se ha extendido
a muchos otros campos, además del de las prácticas médicas. El fallecido cardenal
López Trujillo, por ejemplo, en un artículo del año pasado, invitaba a los jueces
civiles a que presentaran objeciones de conciencia para no realizar matrimonios
entre homosexuales en aquellos países en que la ley lo permite.
1 Holguín, Magdalena. El Aborto y la Objeción de Conciencia. Semana. 2015.
Recuperado de: http://www.semana.com/opinion/articulo/el-aborto-objecion-
conciencia/92705-3

Desde luego, los casos que involucran una objeción de conciencia, se refieren a
dilemas para los cuales no hay una solución sencilla, e involucran convicciones
personales y religiosas profundamente arraigadas. No obstante, casi todos
estos casos implican asimismo el problema jurídico de la ponderación de
derechos. La objeción contra el servicio militar se opone a derecho del Estado a
implementar el reclutamiento obligatorio, y violaría el derecho de igualdad, pues
otras personas, en las mismas condiciones, sí estarían obligadas a este servicio; la
objeción contra los matrimonios homosexuales violaría el derecho de estas parejas
a las ventajas que implica una unión legal. En el
caso del aborto, entonces, si bien sería injusto que el Estado obligara a sus
ciudadanos – en este caso a los profesionales de la salud
– a actuar en contra de sus principios, tampoco, por esta razón, puede
desconocerse el derecho que tienen las mujeres, según nuestra propia
normatividad, a interrumpir su embarazo en ciertos casos y en situaciones
especificadas por la ley, como lo afirma la Corte Constitucional en la Sentencia C
-355 de 2006.Como se dijo antes, aun cuando el derecho a la objeción de conciencia
debería, en general, ser protegido, en los países en los que está jurídicamente
establecido tal derecho no se limita sencillamente a enunciar la objeción; es un
derecho reglamentado, que exige algún tipo de demostración de la convicción
que justifica el rechazo al cumplimiento de la ley. En muchos casos implica
entrevistas y documentos que acrediten acciones realizadas en concordancia con
las creencias que se profesan; en otros, se pide a los objetores que manifiesten su
oposición a ciertos procedimientos o acciones con anterioridad, y no en el momento
en que se les pide realizarlos. Es evidente que en Colombia no existen estas
exigencias. En la Ley 23 de 1981 del Tribunal Nacional de Ética Médica, por
ejemplo, según se informa en El Tiempo (13 de mayo de 2008) “no se
contempla el asunto de la objeción de conciencia, ni se disponen mecanismos
para determinar su procedencia y pertinencia de la objeción.”

Aun cuando la objeción de conciencia, por su carácter mismo, se define como una
figura puramente individual, esto es, las instituciones no pueden recurrir a ella,
muchos hospitales – el de San Ignacio, por ejemplo – la han invocado para negarse
a acatar la ley en razón de su carácter religioso. En otras clínicas, conscientes de
esta limitación, optan por suscribirla conjuntamente todos los médicos. Aun cuando,
indudablemente, en muchas ocasiones se trata de
una auténtica convicción, no se puede desconocer que en otras puede haber
fuertes presiones para que los médicos no atiendan estos casos, tanto de parte
de la institución como de otros colegas, y que quizás muchos de ellos piensen que
ponen en riesgo su empleo. En el caso de las instituciones públicas o de aquellas
financiadas por el Estado, éste debería garantizar que se atiendan siempre aquellas
solicitudes que llenan los requisitos legales; de igual manera, resulta especialmente
difícil el caso de los jueces que se oponen en conciencia, como sucede cuando
niegan tutelas para la práctica de procedimientos médicos, o se rehúsan a
realizar matrimonios entre homosexuales, dado que, en principio, sus sentencias
deben ajustarse a la ley.

Quizás la aceptación y reglamentación de la objeción de conciencia como un


derecho expreso permitiría valorar debidamente esta figura y, a la vez, poner fin a
muchos de los abusos que puede generar. Es evidente que, sobre
este tema, existe un vacío que impide, por una parte, distinguir entre una
auténtica objeción y un recurso oportunista y, por la otra, buscar la manera de
garantizar, al menos en parte, todos los derechos que están en
juego e impedir que el válido ejercicio de un derecho como el de objetar
lleve a que, en la práctica, resulte imposible ejercer otros.

1.2. Esfera pública y esfera privada

Hemos insistido a lo largo de nuestra argumentación en dos ideas en aras


de sostener el concepto general de Estado laico o Estado secular.
Primero, que el Estado no puede abiertamente ser influido por cualquier tipo
de ideología o creencia solamente bajo el argumento de que es mayoritaria
o que es la predominante en términos culturales. Es decir, no es suficiente con
que las mayorías quieran institucionalizar en el Estado sus costumbres solo por
el hecho de que son la mayoría; es necesario que estas costumbres o
principios que piensan institucionalizar sean razonables y respetuosos de los
derechos de las minorías. Piensen, por ejemplo, qué sucedería si las mayorías
culturalmente aprobáramos la población femenina como práctica y obligáramos a
que todas las mujeres se la realizaran. Lo primero es que no hay sustento
racional para que obliguemos a que todas las
mujeres se practiquen la población, y segundo, se debe respetar siempre los
derechos de las minorías que no comparten nuestras convicciones culturales;
luego, no podemos obligar a todos a que se practiquen la población. En síntesis, el
Estado es laico cuando se abstiene de adoptar creencias o ideas de grupos
particulares, en contra del pluralismo que debe imperar en la sociedad.

Segundo, que el estado no puede intervenir en las creencias e ideas que los
individuos ostentan sin violar la libertad de conciencia de los sujetos. Así,
tácitamente estábamos hablando de la esfera pública y la esfera privada.
La esfera pública es el ámbito de las decisiones que nos conciernen a todos
y se debe caracterizar porque en ella se busque el beneficio general de todos
y se haga bajo procedimientos racionales. Se trata del ámbito propiamente
político y público, en donde se decide aquello que nos concierne a todos
como, por ejemplo, si la educación debe ser reformada o no o sobre si el estado
debe entrar o no en guerra, etc. Es el espacio propio de las decisiones políticas o
públicas. Por otra parte, está la esfera privada, que a
diferencia de la pública solo concierne a cada individuo y se constituye a
partir de las preferencias y decisiones personales que tiene cada individuo.
Por ejemplo, la orientación sexual de un individuo concierne solo a su esfera
privada y en ella el Estado ni la sociedad tienen cabida, pero un tema como la paz
con los grupos alzados en armas en la medida en que nos concierne a todos hace
parte de la esfera pública y todos estamos en potestad de intervenir, pues vincula a
toda la sociedad.

Tabla 1. Diferencia entre público y privado

Pero ¿qué tiene que ver esto con el estado laico? Vean, lo primero es hacer énfasis
en una idea: Estado laico no es lo mismo que estado ateo. Ateísmo
Implica negación de la divinidad y negación de dios, pero el estado laico o secular
no niega a Dios, simplemente en una actitud de respeto hacia las distintas creencias
crea un ambiente de tolerancia y respecto que hace posible la convivencia. Los
estados ateos, al prohibir la religión, violan la esfera privada del individuo porque le
impiden creer en lo que desee, por eso no tienen nada que ver con el estado laico.
La laicidad es un principio que consiste en dos proposiciones básicas. La primera
es la separación estricta del estado de las instituciones religiosas. La segunda es
que las personas de diferentes religiones y creencias son iguales ante la Ley.

La separación de la religión y el Estado es el fundamento de la laicidad. Esta


separación se funda en la idea, no solo de que los distintos grupos religiosos y las
distintas creencias no interfieran en los asuntos de Estado, sino también en la
garantía de que el Estado no interfiera en los asuntos religiosos. Es decir, que
no solo el estado no interfiera en la esfera privada, sino que a la vez las distintas
creencias no entren directamente en la esfera pública de la sociedad.
Es muy importante esta doble separación, el secularismo protege a creyentes
como a no creyentes. Se abre así una dinámica de respeto de parte del estado
hacia las creencias de los individuos, pero también en pro de ese respeto es que no
se acepta a priori la influencia directa de ninguna creencia en la esfera pública de la
sociedad o en la política misma.

Aterricemos esta temática. Cuando el estado colombiano se autodenomina a


partir de la Constitución de 1991 como “Estado Laico” reconoce en igualdad y con
total respecto todo tipo de creencias y religiones, siempre y cuando se desarrollen
en el marco del respeto de la ley, lo cual no implica que en Colombia haya primacía
de unas religiones o creencias por encima de otras. Así mismo, el estado laico
implica que los asuntos públicos, que son los que nos
conciernen a todos como sociedad, están blindados a las interferencias de
las distintas religiones. Por ejemplo, si vamos a debatir si el sábado se debe
o no trabajar quizás pueden existir religiones como el judaísmo que plantearán
que dadas sus tradiciones no debería trabajarse. Sin embargo, el estado laico
implica que los asuntos públicos o comunes no deben ser dirigidos a partir de
creencias particulares sino a partir de razones universales, luego no es válido el
argumento del judaísmo en este caso.

El caso más famoso, recientemente, tiene que ver con el debate de la adopción
homoparental. Es evidente que, en Colombia, que es un país tradicionalmente
religioso, católico, hay una fuerte oposición a este tipo de reformas pues
contraría las creencias de la mayoría. Sin embargo, en defensa del estado
laico no se debe gobernar a partir de las creencias, con argumentos de razón
privada, si no se ha demostrado lo razonable de estas ideas. Por eso, la
Corte Constitucional les pidió a distintas facultades de psicología del país
que conceptuaran racionalmente si esta decisión era conveniente o inconveniente.
Si se dan cuenta, por más que el país en su mayoría es católico lo que importa no
son las creencias, pues en la esfera pública lo que importa es la razonabilidad.
Por eso, se equivocan quienes creen que es democrático imponer las creencias
de la mayoría; eso no es democracia. Las creencias pueden entrar en la esfera
pública, como lo dijimos en un principio, si logran demostrar su razonabilidad
con argumentos que trasciendan la creencia y sean lógicos incluso para los no
creyentes.
También, hablar del estado laico implica que el estado y el poder en general no
interfieren en las creencias de los individuos ni los obliga a creer en algo o alguien
en particular. Es decir, el estado no interviene y deja en libertad para que el individuo
sea autónomo en el ámbito de sus creencias, siempre y cuando estas se desarrollen
en el respeto del orden jurídico. En síntesis, como ya lo venimos afirmando, la esfera
pública no incide en la esfera privada.

1.3. Tolerancia y sociedad plural

Una de las grandes reflexiones de la humanidad ha sido la que nos ha


llevado a entender la necesidad de fomentar la tolerancia, que no es otra
cosa sino abrirnos al respeto de los distintos, de quienes en privado viven de
otra manera, para así entre todos construir una esfera pública donde quepamos
todos.

El filósofo inglés John Locke en su Carta de la tolerancia, a finales del siglo XVII,
hace énfasis en el valor de la individualidad del hombre y en cómo esta
individualidad no puede ser violada por el Estado ni por la religión. En ese sentido,
el pensador sustenta que tiene que hacerse posible una sociedad donde se
respeten las convicciones individuales sin que el Estado o la sociedad traten de
influirlas o modificarlas. Esa fue la respuesta de Locke a las constantes
guerras de religión que sacudieron a Inglaterra en donde entre protestantes y
católicos lavaron en sangre a toda la sociedad buscando imponer sus propias
convicciones. No es posible la convivencia pacífica si no hay lugar a la tolerancia.
El respeto se constituye en una instancia necesaria para el reconocimiento de las
ideas, creencias e ideologías de los demás, así como los demás reconocen
las que yo ostento.

El laicismo tiene por objeto garantizar y proteger la libertad de creencias y prácticas


religiosas de todos los ciudadanos. La laicidad no se trata de recortar las libertades
religiosas; se trata de asegurar que las libertades de pensamiento y la conciencia
se aplican por igual a todos los creyentes y no creyentes por igual. Piensen
en esta pregunta: ¿qué sucedería en un Estado dominado por una única
religión con las personas que no compartieran dicho conjunto de creencias? El
estado laico en pro de la defensa de la igualdad, del respeto y de la convivencia
democrática, busca no solo respetar las creencias de unos y otros, sino a la vez
abrir espacios para que convivan minorías con las mayorías e incluso para quienes
no crean puedan encontrar un lugar dentro de la sociedad.
Así, el secularismo, que es el fundamento del estado laico, busca defender la
absoluta libertad de creencias religiosas para coexistir entre ellas sin una mutua
interferencia, pero a la vez busca proteger el derecho a que las creencias religiosas
se manifiesten en la medida en que no incidan sobre los derechos y las libertades
de los demás. Literalmente, el secularismo consiste en que no tenemos argumento
alguno para afirmar la existencia de dios, pero tampoco para negarlo, luego, a
diferencia con el ateísmo, que, si niega la existencia de dios, el secularismo
es respetuoso con las múltiples creencias y solo exige de ellas ese mismo respeto
de ellas ante las demás. La laicidad garantiza que el derecho de las personas a la
libertad de la religión siempre se equilibra con el derecho a ser libres de religión; las
garantías para los no creyentes.

El secularismo tiene también lugar en defensa de la democracia y de la equidad


social. En una democracia secular todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ni
la ley ni el estado pueden otorgar ventajas o desventajas a los creyentes de
determinada religión, pues ante todo las personas son ciudadanos con los
mismos derechos y obligaciones entre sí; no puede haber lugar a la discriminación
religiosa. Esto conlleva a que exista en el estado laico una legislación no
discriminatoria que protege a las minorías sexuales, a las mujeres, a las personas
LGBTI, pero también a los creyentes de distintas religiones o que profesen distintas
ideologías, etc., todos son iguales ante la ley.

La no discriminación implica que, sin importar las creencias religiosas o las


convicciones filosóficas o ideológicas, todos los ciudadanos tienen igualdad de
acceso a los servicios públicos estatales, como la salud pública, los servicios de
seguridad, la educación, etc. La prestación de estos servicios públicos debe ser
secular, es decir, que nadie está en ventaja o desventaja en el acceso a estos
servicios por motivos de creencias.

Insistimos, la laicidad no es ateísmo. El ateísmo es una falta de creencia en


dioses. El secularismo, en cambio, proporciona un marco de tolerancia y
convivencia para una sociedad democrática. Es evidente que el ateísmo tiene un
interés evidente en el apoyo a la laicidad, pero el mismo secularismo no busca
desafiar los dogmas de cualquier religión o creencia particular, ni tampoco se
pretende imponer el ateísmo de nadie. El laicismo es simplemente un marco
teórico que desde la política busca promover la igualdad y la sana convivencia en
medio de la sociedad.

Como lo señalamos ya, en una sociedad secular o en un estado laico, las


personas religiosas tienen derecho a expresar sus creencias públicamente, pero
también tienen todo el derecho a expresarse quienes racionalmente pueden
oponerse o cuestionar esas creencias. En una sociedad secular no puede
haber lugar a dogmas intocables. Las creencias religiosas, ideas y
organizaciones no deben tener una protección privilegiada.
En una democracia, todas las ideas y creencias deben estar abiertas a la discusión.
Así mismo, el estado laico implica que las leyes, los derechos y las decisiones
públicas no deben estar sujetos a la religión establecida, así sea una religión o
creencias que tiene la mayoría. Todo el mundo es igual ante la ley,
independientemente de su religión, creencia o no creencia. Los procesos judiciales
no pueden ser reemplazados por códigos religiosos, no hay lugar a que la ley civil
sea reemplazada por mandatos religiosos. La religión o las religiones no juegan
ningún papel en el estado de manera directa.

En este tema hay que ser enfáticos. La biblia o los textos sagrados, sean los que
sean, tienen un valor cultural significativo, sin embargo, no son fuente directa de ley
civil en el Estado laico. El Estado es soberano pues predomina su ley por encima
de cualquier decálogo o ley religiosa. Las leyes y principios religiosos son válidos
en la medida que puedan hacer parte del debate público racional, de otra manera
no hay porque sostener su valor a priori. Si lo pensamos de otra
manera recaeríamos en lo que hoy sustenta a lo que se denomina el “Estado
Islámico”: un orden social y político que se funda en el islam, que ha tomado a las
escrituras sagradas como fuente de derecho; radicalismo puro.

El Estado laico no debe ser entendido de ninguna manera como una institución
antirreligiosa o anticlerical. Es gracias al estado laico que se da garantías a las
libertades religiosas y se hace posible la convivencia pacífica entre diversos
credos en una sociedad. Pero como hemos señalado, la religión y las creencias
pertenecen a la esfera privada de cada individuo, por eso no el estado, ni los
partidos políticos, ni la sociedad, puede legítimamente luchar contra las
creencias que son enteramente personales. La verdadera lucha debe darse en pro
de la mutua tolerancia, comprensión y convivencia pacífica. El estado laico en
defensa de la democracia debería abrirse a los distintos discursos y credos de las
distintas religiones y creencias siempre y cuando se traduzcan sus demandas en un
lenguaje público accesible incluso para el no creyente. Pero desde ninguna
perspectiva el estado debe luchar por hacer realidad los propósitos de alguna
religión o creencia, así ésta sea de la mayoría de la población. El estado debe
trabajar y luchar es por dar garantías a los intereses públicos, sin que esto
entre en detrimento de las minorías.

REFERENCIAS
Textos

• Araujo Rentería, J. (2000). Principios de Derecho Constitucional. Bogotá:


MacGraw Hill.

• Cepeda, M. (2012). Las Democracias, Entre el Derecho Constitucional y la


Política. Bogotá: Uniandes.

• Chevallier, J. (2013). Los Grandes Textos Políticos desde Maquiavelo hasta


Nuestros Días. México: Aguilar.

• Constitución Política de la República de Colombia. (1998) Bogotá: Panamericana


• Del Águila, R. (2014). Manual de Ciencia Política. Madrid: Trotta
• Duverger, M. (2008). Instituciones Políticas y Derecho Constitucional
. Madrid: Ariel.
• Naranjo Mesa, V. (2005). Teoría Constitucional e Instituciones Políticas. Bogotá:
Temis.
• Pérez Escobar, J. (2003). Derecho Constitucional Colombiano. Bogotá: Temis.
• Rodríguez, L. (2011). Derecho Administrativo General y colombiano. Bogotá:
Temis.
• Rodríguez, L. (2008). Estructura del Poder Público en Colombia. Bogotá: Temis.
• Sáchica, L. (2004). Constitucionalismo Colombiano. Bogotá: Temis.
• Sáchica, L. (2002). Derecho Constitucional General. Bogotá: Dike.
• Sen, A. (1999). Desarrollo y Libertad. Barcelona: Planeta.

SEMANA 3

LECTURA 1: Rappaport,Joanne.(2003).El imaginario de una nación


pluralista: los intelectuales públicos y la jurisdicción especial indígena en
Colombia. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rcan/v39/v39a04.pd

LECTURA 2: Céspedes, Lina (2011). ¿Cómo mira el Estado? Constitución


de 1991 y compromisos de género del Estado colombiano. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/esju/v13n1/v13n1a1 3.pdf

LECTURA 3: Estrada Sergio.(2014).El neoconstitucionalismo principialista


en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Disponible en:
http://www.scielo.org.co/pdf/prole/v17n33/v17n33a03.pdf

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direccionan a las lecturas complementarias por favor siga los siguientes pasos
para que pueda acceder a la consulta del material recomendado:
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DATOS” según sea el caso.
6. Al costado derecho se despliegan unos videos instructivos que le indican
como acceder a las bases de datos o libros electrónicos. (opcional)
7. Por ejemplo, si se selecciona Libros electrónicos, seguidamente debe dar clic
sobre el recurso que desea consultar por ejemplo“e-libro”
8. Le solicitará ingresar el usuario y contraseña institucional
9. Al ingresar al recurso en la caja de búsqueda por favor digitar el título
o el autor, una vez le despliegue la información dar clic sobre el título.
ACTIVIDAD PARA SEMANA 3
•PRESENCIA DIFERENCIADA DEL ESTADO
Competencias de la unidad:

Comprender la importancia del Estado en el establecimiento del orden


social, a partir del monopolio de la violencia y el imperio de la ley

DESCRIPCIÓN DE LA ACTIVIDAD

1.A través de una revisión de noticias, bien sea en la web o en la prensa escrita, los
estudiantes identificarán las regiones del país en donde más se presentan
problemas como: criminalidad, narcotráfico, corrupción, desorden social.

2. Los estudiantes compararán los hallazgos que ha encontrado con otras


regiones del país en donde identifiquen que hay una mayor presencia
estatal, como en la ciudad de Bogotá, las ciudades capitales más
importantes, etc.
3. Reflexionarán en torno a la siguiente pregunta: ¿Qué conclusión preliminar
puede alcanzar usted teniendo en cuenta la definición de Estado que se ha
trabajado en estas primeras semanas del curso?
4. Concluirán a partir de la siguiente pregunta: ¿Cómo resolver los
problemas de violencia, desorden, corrupción, etc., en las distintas regiones
del país?

REQUISITOS PARA LA ACTIVIDAD

• Es clave que se haga una buena búsqueda inicial en fuentes de información


como periódicos, páginas web de noticias, etc. Del éxito de esta búsqueda depende
la actividad. Les recomiendo consultar los periódicos más importantes a nivel
nacional en su versión web.

• Hay que procurar el no dejar de lado la teoría trabajada en las cartillas desde la
semana 1 a la 3. Es clave que esté haciendo consultas permanentes a las
cartillas en aras de comprender el ejercicio.

PLANTEAMIENTO DE LA ACTIVIDAD Y EJEMPLOS

• En el siguiente link podrán acceder a una amplia reflexión acerca de la presencia


diferenciada del Estado en Colombia:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81205806

• Se trata de una reflexión realizada por: González, Fernán. “¿Colapso parcial o


presencia diferenciada del Estado en Colombia?, Colombia Internacional, 2003.
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81205806

• La reflexión del profesor González resulta muy útil en aras de ilustrar la reflexión
que esperamos alcancen con este ejercicio.

INSTRUCCIONES PARA LA ACTIVIDAD

1. Explore en diversas fuentes bibliográficas: revistas, diarios, páginas web de


noticias, cuáles son las regiones del país que más padecen problemas
de orden público, violencia, criminalidad, corrupción y desorden social.
Para su exploración puede ser útil que trabajen en la web las siguiente
preguntas: ¿Cuáles son las regiones más conflictivas en el país? ¿En qué
regiones se ha desarrollado con más fuerza el conflicto armado?
2. Una vez halla identificado las regiones más convulsionadas, compare las con
la situación social que viven la ciudad capital, y las principales ciudades del
país. ¿En qué se parecen las regiones más conflictivas y desordenas con la
situación de las capitales más reconocidas del país, en qué se diferencian?

ORIENTACIONES DE SEGUIMIENTO
• Es clave realizar una amplia y profunda búsqueda de noticias en los diarios más
reconocidos o en páginas web de noticias. De esto depende el ejercicio.

• Es recomendable que las preguntas planteadas para la reflexión se trabajen en


no menos de 400 palabras cada una de ellas, y de forma escrita.

• Si se articula este ejercicio con la teoría trabajada estas primeras semanas, será
muy útil de cara a las actividades evaluativas.

CARTILLA 4

LIBERTAD INDIVIDUAL Y AUTONOMÍA CONSTITUCIÓN E


INSTRUCCIÓN CÍVICA

AUTOR: Camilo Andrés Fajardo Gómez

ÍNDICE

1. Libertad individual y autonomía

1.1. El problema de la libertad


1.2. Evitar el daño, el límite a la libertad
1.3. Análisis de caso

DESARROLLO DE CADA UNA DE LAS UNIDADES TEMÁTICAS

1. Libertad individual y autonomía

El énfasis en la defensa de las libertades individuales es característica del


nuevo constitucionalismo. El mundo moderno occidental ha consagrado en los
distintos ordenamientos jurídicos y políticos una gran preocupación por defender la
libertad individual, sobre todo de la amenaza que se cierne hoy en día sobre ella: la
tiranía de la mayoría.

Efectivamente, en el pasado las distintas sociedades lucharon contra antiguas


tiranías, como cuando se daba el gobierno de uno solo (una monarquía) o de unos
pocos (una aristocracia). Antes de que los distintos pueblos asumieran
democráticamente la dirección de sus propios destinos a través de los distintos
mecanismos democráticos, estuvieron sometidos a distintas tiranías que imponían
su voluntad sobre la voluntad popular. Pero hoy en contextos democráticos,
cuando la posibilidad de una tiranía ha desaparecido, la principal preocupación que
surge es respecto a la defensa de la libertad individual, sobre todo cuando las
decisiones gubernamentales respaldadas en el principio de la mayoría van en contra
de las libertades de las minorías. Es decir, en la actualidad las mayorías pueden,
bajo criterios democráticos, imponerse por encima del individuo, restringiendo su
libertad y su autonomía. Un ejemplo evidente de esta situación puede ser el
siguiente. Imaginen que las mayorías en una población específica tienen unas
particulares preferencias gastronómicas, son vegetarianos. Quizás bajo el
argumento de que son la mayoría pueden democráticamente exigirles a todos los
individuos que cambien su forma de alimentarse y así proscribir el consumo de
carne. ¿Es legítima esta exigencia? El ejemplo puede parecer una obviedad,
pero ¿qué pasa, por ejemplo, cuando las mayorías comparten otro tipo de
costumbres y buscan imponerlas a los demás? A esto llamamos la “tiranía de
la mayoría”, y corresponde a cuando las mayorías se imponen sobre los individuos
restringiendo su libertad individual.
Así las cosas se hace urgente una defensa de la libertad individual de las acciones
e imposiciones de la mayoría.

1.1. El problema de la libertad

Hay muchas alusiones en la Constitución Colombiana de 1991 a la libertad, entre


muchas otras encontramos las siguientes:

Artículo 2: “(...) Las autoridades de la República están instituidas para proteger


a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes,
creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de
los deberes sociales del Estado y de los particulares”.

Artículo 13: “(...)Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán
la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos
derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de
sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”

Artículo 18: “Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por
razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a
actuar contra su conciencia”.

Artículo 20: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su


pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la
de fundar medios masivos de comunicación”.

De hecho, podríamos afirmar que no es fácil encontrar a alguien que no


reconozca que la “libertad” es un valor jurídico que debe ser protegido y
garantizado a todas las personas. Pero, ¿qué es la libertad? ¿En qué reside su
valor? ¿Por qué es importante?
Muchas personas cuando piensan en la “libertad” lo primero que les viene a la mente
es pensar la “libertad” como un problema de locomoción, es decir, como la
capacidad que tengo de moverme sin restricción alguna por cualquier espacio.
Así, piensan que la libertad tiene que ver con la capacidad de moverme sin
restricciones, luego, cuando no puedo hacerlo, es cuando tienen retenido o estoy
preso, me han privado de la libertad. No están del todo equivocado quienes piensan
así, de hecho la libertad de locomoción hace parte intrínseca del problema de la
libertad, pero va más allá de eso.

Lo primero a la hora de hablar de la libertad es que no tiene que ver con un problema
filosófico o religioso. No nos interesa adentrarnos en el problema de si los seres
humanos somos libres, lo cual es un problema eminentemente filosófico o
inquietarnos con la pregunta de cuál es la esencia de la libertad o la pregunta
por el libre albedrío, etc. Todas estas cuestiones son muy interesantes, pero no
abordan nuestra preocupación que tiene que ver con la libertad desde una
perspectiva social y política.

Efectivamente, la “libertad” entendida desde una perspectiva social y política tiene


que ver con la cuestión de hasta dónde debe dejarse que un individuo actúe sin que
el Estado o la sociedad intervengan en su acción y qué es lo que legitimaría que el
Estado o la sociedad intervinieran.

Me explico, el problema de la libertad puntualmente tiene que ver con la cuestión de


hasta dónde es legítimo que el individuo actúe sin ningún tipo de restricción por
parte de la sociedad o por parte del Estado, y a la vez, qué argumento legitima en
qué momento puede el Estado o la sociedad intervenir la acción libre de cada
individuo.

El problema es enorme y a partir de él se puede pensaren muchos debates que


atraviesa la sociedad contemporánea y que son evidentes en nuestro país. Primer
problema, la legalización de las drogas. ¿Por qué debemos dejar que los individuos
decidan consumir drogas libremente sin que el Estado o la sociedad interfieran en
esta decisión? O por el contrario, ¿qué legítima que el Estado o la sociedad
intervengan y no permita que las personas en su libertad individual consuman
drogas?

Para quienes ya estén pensando en que deben prohibirse todas las drogas porque
son dañinas para la salud humana, les pediría que cambiaran el ejemplo y pensaran
en el alcohol y el tabaco. ¿Por qué, si el tabaco y el alcohol son dañinos, el
Estado y la sociedad permiten que los individuos en su libertad los consuman?
Estamos tratando de pensar a través de estos ejemplos en la misma pregunta de
fondo: ¿hasta dónde debe permitir el estado y la sociedad que el individuo
actúe libremente sin que se le cohíba? ¿Qué legitima que el Estado o la
sociedad cohíban la acción libre del individuo?

Segundo problema, la eutanasia. ¿Qué legitima que el Estado y la sociedad impidan


que una persona decida terminar con su vida? ¿Por qué algunas sociedades
permiten que los individuos puedan, en determinados casos y en ejercicio de su
libertad, terminar con su vida sin que el Estado o la sociedad intervengan en esta
decisión? Como se dan cuenta el problema de la libertad es enorme y
bastante pertinente en nuestra sociedad. Aún hoy, en pleno siglo XXI resulta
pertinente que nos preguntemos hasta dónde debe ir la libertad de un individuo,
pero también qué legitima que el Estado o la sociedad intervengan la libertad
individual y ejerza la coerción.

Concretemos, el problema social y político de la libertad radica en la cuestión de


hasta dónde el Estado y la Sociedad deben permitirle actuar sin ningún tipo de
restricción, y a la vez, en caso de que el Estado o la sociedad decidan restringirle,
en qué caso se considera legítimo.

Pero ¿por qué defender la libertad? ¿En qué radica su valor? Muchos salen en
defensa de la libertad, y es importante hacerlo, pero la cuestión es ¿por qué
reconocemos que la libertad es valiosa? Tres argumentos nos pueden ayudar a
entender el valor de la libertad.

Primero, la libertad es importante pues es la garantía de la autonomía de los


individuos. Ya señalamos antes que, en respeto a la dignidad de cada ser humano,
en respeto de la capacidad que tiene de dirigir su propia vida, ni el Estado ni la
sociedad pueden comportarse de forma paternalista con los sujetos. Así, la libertad
es la garantía de que los individuos pueden decidir, ser autónomos, si se quiere
equivocar, quizás acertar, pero lo más importante es que la libertad posibilita que
sea realizable la dignidad de cada ser humano de elegir cada uno su propio
destino, tomar sus propias decisiones.

Segundo, la libertad individual abre la posibilidad de que se genere valor dentro de


la sociedad. El liberalismo económico ha señalado desde el siglo XIX que entre
más libertades económicas se le den a los individuos y menos restricciones
económicas imponga el Estado, más valor económico se generará.
Efectivamente, si los individuos tienen cada vez menos restricciones para ingresar
al mercado, para articularse en medio de la oferta y la demanda, la riqueza
crecerá mucho más que si el Estado le impidiera a los individuos actuar en
términos económicos. Luego, las libertades económicas en los individuos
apuntan a generar mayor riquezas.

Por otra parte, la libertad individual no genera solo riquezas económicas. Cuando
se posibilita la libertad individual los sujetos tienen la posibilidad de vivir como lo
desean, quebrando moldes y costumbres enraizadas en la sociedad y así
posibilitando la aparición de nuevas formas de vivir, de ver el mundo, de realizar
lo que es el ser humano. Lo que queremos señalar es que la
libertad posibilita que todo el potencial humano se haga realidad, pues hace
posible que aparezcan nuevas formas de vivir de vida; alternativas a las que son
dominantes y esta suerte de innovación humana es la principal riqueza de una
sociedad. Piensen en qué sería de la sociedad si todos fuéramos iguales, viéramos
el mundo y viviéramos de la misma manera. Sin dudas que la sociedad se
empobrecería, perdería su principal fuente de riqueza que el ser humano mismo y
la novedad que cada uno representa de cara a la sociedad.
Finalmente, se entiende por completo el problema social y político que implica
la libertad individual cuando se comprende la necesidad de orden que demanda el
Estado y la sociedad. Me explico. Si bien, hemos señalado que la libertad individual
tiene un valor económico, pero también social, hemos de señalar que la libertad
individual también implica un riesgo. Es claro que,
si todos nos comportáramos de la misma forma y actuáramos de la misma
manera, el orden social imperaría. Por eso, el problema de la libertad se
comprende cuando se logra entender que, si bien la libertad tiene un valor, el
Estado y la sociedad tampoco pueden permitir una libertad absoluta, pues esto
puede degenerar en caos y desorden. La sociedad le demanda al Estado que
reglamente la libertad de los individuos, que actúe en aras de evitar que se
generen daños, de posibilitar la vida social sin que la libertad de unos afecte la de
otros. Por eso, volvemos a la cuestión: se debe privilegiar la libertad individual, pero
¿cuándo es legítimo que el Estado o la Sociedad intervengan la libertad individual?

1.2. Evitar el daño, el límite a la libertad

¿Cuál es entonces el límite a la libertad individual? ¿Cuál es el argumento que


puede esgrimir el Estado o la sociedad para limitar la libertad de los individuos?
Cuando la libertad individual genera daño en otros o en sí mismo el Estado
o la sociedad pueden cohibir al sujeto en la libertad de su acción. El sujeto es
libre de hacer lo que le plazca siempre y cuando su acción no genere un daño o en
otros o en sí mismo, pues en ese caso el Estado o la sociedad pueden intervenir.
Parece una obviedad. Por ejemplo, si mi actividad económica genera un daño
al medio ambiente el Estado o la sociedad me pueden impedir que siga realizando
la actividad que contamina. Igual, puedo argumentar que en aras de mi libertad
individual puedo hacer lo que me plazca, pero si por ejemplo decido quitar a otros
sus propiedades esto genera un daño en la propiedad de los demás y debe
impedírseme esta acción. Sin embargo, el asunto no es tan simple, requiere
que completemos el argumento anexando dos elementos más.

Primero, si bien el Estado de derecho reconoce la libertad de los individuos, esta


última tiene lugar solo en sujetos conscientes, adultos capaces de juicio
autónomo y de asumir las consecuencias de sus actos. Así, la libertad individual
supone que el sujeto sea consciente y responsable, lo que nuestras constituciones
determinan como la mayoría de edad. De otra forma, cuando se trata de un
menor de edad la Constitución y la ley señalan que el sujeto debe estar en una
condición de tutela por parte del Estado y la sociedad. Es el caso de los niños y los
menores de edad. El Estado no les permite hacer lo que les plazca, les restringe el
consumo de ciertos productos como alcohol y tabaco, por ejemplo, así como
señala que estos no se auto determinan pues están bajo la tutela de sus padres.
Pero el asunto no tiene que ver solo con la edad, pues incluso la ley determina que
puede darse el caso de un mayor de edad que ha demostrado con sus actos que
no es consciente ni responsable. En esa situación o bien el Estado asume su tutela
u otros adultos responsables pueden hacerlo. Es lo que la ley denomina un
“interdicto”. Alguien incapaz de asumir su libertad personal y que la ley legitima que
debe estar bajo la tutela de otros.
Finalmente, también hay que incluir en el argumento que el Estado o la sociedad
solo pueden intervenir la acción individual si la mencionada acción genera un
daño necesario. El daño necesario es radicalmente opuesto al daño contingente.
El daño contingente plantea que entre la acción y el daño causado puede darse
la relación como no darse, mientras que el daño necesario ocurre y no puede
ser de otra forma. Me explico, ¿por qué el Estado y la sociedad permiten el consumo
de tabaco? La relación entre el consumo del tabaco y el daño, un enfisema o un
cáncer, por ejemplo, es contingente. Es decir, no está demostrado que siempre que
alguien consuma tabaco necesariamente va a enfermar de cáncer o va a padecer
un enfisema. Luego, se trata de un daño contingente y en ese caso se deja
en manos del sujeto consiente el que autónomamente tome la decisión de
consumir o no tabaco. Así las cosas, el Estado o la sociedad solo pueden intervenir
en casos en los cuales la relación entre la acción y el daño es necesaria. En los
casos en los cuales no hay otro efecto de la acción sino el de un daño que el Estado
y la sociedad deben evitar, ante todo.

Finalmente, esto no significa que el Estado deba volverse permisivo. Si bien,


nosotros señalamos la importancia de la libertad individual, también señalamos que
es clave que el Estado genere orden en la sociedad y busque maximizar el bienestar
de la mayoría. Así, incluso en actividades que es bien sabido que no generan un
daño necesario y que por eso el Estado no puede prohibir legítimamente, sí puede
regularlas o por lo menos procurar que no se difundan; el Estado si bien no prohíbe
puede controlar. Veamos un ejemplo.

La prostitución efectivamente no es una actividad que beneficie a la sociedad


y que deba promoverse. Sin embargo, tampoco puede prohibirse. Si alguien en
conciencia y en ejercicio de su libertad desea prostituirse el Estado no se lo puede
prohibir, ni puede tratar esta conducta como delito. Pero en aras de que no se
expanda esta conducta el Estado recurre a medidas como establecer en los
planes de desarrollo de las ciudades, zonas de tolerancia donde se
controle el fenómeno y se mantenga a raya; recurre a políticas públicas en
aras de ofrecer alternativas a esta labor, etc. Lo mismo podríamos decir del
alcohol y el tabaco. Si bien los distintos Estados toleran esta conducta en respeto
de la libertad individual, agregan impuestos al consumo de estos productos tratando
de desestimularlos. El Estado de derecho que respeta las libertades individuales
no es un estado permisivo. Antes bien, si existe un respeto hacia la autonomía
de los individuos trata ante todo de evitar e impedir actividades en las que se
genere un daño necesario. Pero también en actividades que deben permitir en aras
del respeto por la autonomía de los sujetos, pero que son actividades que no
aportan a la sociedad, el estado desarrolla medidas de control y mitigación, más no
de prohibición.

Un ejemplo de políticas de control que, si bien no son permisivas del todo, apuntan
a mitigar la acción que no desea promoverse, si deben permitir que los individuos
en su libertad decidan si desean actuar así.

LA POLÍTICA DE RESTRICCIÓN AL CONSUMO DE ALCOHOL


EN BOGOTÁ

En 2011 la Alcaldía de Bogotá señaló a través del decreto 263 que “la actividad de
expendio y consumo de licores y bebidas embriagantes, por parte de almacenes
de grandes superficies comerciales, supermercados, licoreras, cigarrerías,
estancos, salsamentarías, confiterías, fruterías, panaderías, tiendas de barrio,
galleras, canchas de tejo y billares, sólo podrá realizarse en el horario comprendido
entre las 10:00 am y las 11:00pm del mismo día”. Esta medida tiene como objetivo
reducir los altos índices de riñas, que se han venido presentando ante los excesos
del consumo de alcohol.

Analizando el ejemplo anterior podemos preguntarnos lo siguiente: ¿Por qué no


prohíben el consumo de alcohol si está íntimamente asociado a riñas y peleas
y en general a desorden público? Como lo dijimos antes, ni el Estado ni la
sociedad pueden prohibir el consumo de alcohol pues la consecuencia negativa
de su consumo, como pueden ser las riñas, es una consecuencia contingente.
No todo el que consume alcohol necesariamente va a producir una riña. Sin
embargo, el Estado no es permisivo y para regular estas consecuencias establece
un horario de consumo que apunta a mitigar el fenómeno.

EJEMPLIFICACIÓN DE LA TEMÁTICA

1.3. Análisis de caso

En aras de entender cómo se articula en el Estado social de derecho la defensa de


las libertades individuales con la obligación que tiene el Estado de controlar y
establecer un orden social, conviene que analicemos estos casos puntuales:
la eutanasia y la legalización de la dosis personal.

La eutanasia u homicidio piadoso, ha sido un tema sumamente complejo en


la sociedad colombiana. Dado que hacemos parte de una sociedad
eminentemente religiosa, en la cual culturalmente se ha asociado la vida humana
como un “don” de Dios, a quien atribuimos la autoría de la vida, fácilmente es común
encontrar con que todos los colombianos compartimos la convicción de que al Dios
ser autor de la vida, él la da pero también es su atribución el decidir hasta cuándo
debe extenderse. Así las cosas, es impensable que se legalice el acortar la vida de
un ser humano, pues será considerado homicidio y a la vez un atentado contra las
normas y principios religiosos.

Sin embargo, el problema es mucho más complejo. En la actualidad, no solo en


Colombia sino en muchos países, muchos enfermos terminales han demandado al
Estado para que les permita terminar con su vida pues el dolor y el sufrimiento de
sus enfermedades es inhumano. El caso más reconocido recientemente fue el del
papá del afamado caricaturista “Matador”. El señor Ovidio Gonzáles, padre del
caricaturista, sufría un cáncer de boca que le impedía comunicarse y comer.
Además de incurable, el cáncer que padecía le implicaba un enorme dolor
que lo llevaba a afirmar: “Debo ser la única persona que le cae mal a la
muerte”. Así las cosas, demandaba al Estado colombiano para que le permitiera
terminar legalmente con su vida pues tenía una vida llena de padecimientos y no
había expectativas de curación. Finalmente, para julio de 2015, don Ovidio fue
el primer colombino sometido al procedimiento de homicidio piadoso o eutanasia.
¿Por qué el Estado permite que se ayude a morir a un ser humano? ¿No atenta esto
contra el derecho a la vida consagrado en la Constitución?

Tienen razón quienes en defensa de la vida arguyen que la vida es un derecho


constitucional y que el Estado tiene el deber de defenderla siempre. Esa es la razón
por la cual el Estado no permite la pena de muerte, ni debe ser tolerante ante las
acciones homicidas de muchos seres humanos: el Estado debe condenar con
dureza a quien atente contra la vida de otro. Sin embargo, el hecho de que el
Estado autorice la eutanasia no va en contravía de la defensa de la vida. El
racionamiento de la Corte es muy lúcido y acertado, de hecho esta batalla jurídica
fue liderada por el Maestro Carlos Gaviria Díaz en 1996 cuando fungía como
Magistrado de la Corte Constitucional.

El argumento que aprobó la eutanasia señala que la finalidad del Estado y de la ley
es proteger los bienes sociales, como la vida, la propiedad, la honorabilidad, etc. La
ley apunta a protegerlo que como sociedad consideramos bueno y valioso: la vida,
el trabajo, etc. Pero también señala que cuando un enfermo terminal pide
terminar con su vida pues solo abunda el dolor y la imposibilidad de curarse,
en esos casos la vida del enfermo no constituye un bien, algo deseable, sino
en cambio se ha convertido en una carga no deseable y en ese caso la muerte es
el bien deseado. Así mismo, señala la sentencia de la Corte que en aras de la
defensa de la autonomía individual el Estado no puede obligar al individuo a sufrir
lo insufrible y en cambio si se trata de una persona que en conciencia desea dar
término a su vida no hay razones para impedírselo. En el fondo del argumento sigue
estando vigente la idea de que el Estado y la ley protegen bienes, pero cuando se
trata de un enfermo terminal sin posibilidad de curación y que está sometido a
dolores insufribles, la vida no constituye un bien que proteger y se le debe dar al
individuo la libertad de decidir. Pero obsérvese bien que no es que el Estado esté
siendo permisivo, pues la ley reglamenta que estos casos solo son aplicables para
personas en estado de enfermedad terminal y que estén en conciencia, en sus
cabales. Por eso, el Estado señala que
es necesario en estos casos que expertos dictaminen que se cumplen las
condiciones necesarias, por eso no es válido que alguien invoque la eutanasia
cuando desee: el Estado sigue reglamentando.

Por otra parte, tampoco implica que el Estado obligue a todos los enfermos
terminales a dar fin a su vida; la libertad de los sujetos sigue respetándose.
Por eso, si alguien a partir de sus convicciones religiosas considera que la vida
es don de Dios no está obligado a terminar con su vida, pero en respeto del Estado
laico no se puede obligar al que no es religioso a que padezca el dolor y el
sufrimiento que para él no significan nada. Como dijimos antes, el Estado debe
permitir la convivencia entre la diversidad y la pluralidad. Así, es muy
respetable que haya quienes plantean que la vida es un don de Dios y en pleno
uso de sus convicciones no se les puede obligar a recurrir a la eutanasia. Pero en
un estado laico, plural, el titular del derecho a la vida es cada sujeto que ostenta
la vida misma. En derecho quien atenta contra mi vida no atenta contra dios,
sino contra mis derechos. La vida es mía y en autonomía solo yo decido sobre ella
en el marco de las regulaciones que me imponga el Estado.

En cuanto a la dosis personal el tema es radicalmente distinto, pero obedece


a los mismos principios que hemos señalado: el Estado debe intervenir para evitar
el daño necesario y cuando no es necesario debe regular los fenómenos en aras de
mitigarlos.

La lucha contra las drogas ha sido un fenómeno bastante complejo durante


los últimos cincuenta años. El narcotráfico se ha constituido en un fenómeno ilegal
que no solo ha traído violencia y corrupción, sino a la vez ha inundado la calle con
tóxicos que afectan la salud de jóvenes y adultos. Así, la política que durante mucho
tiempo impulsaron distintos países fue la de prohibición y persecución a los
traficantes. Hoy por hoy está más que demostrado que el fenómeno se ha ido
transformando pero no termina. Ante la captura de un gran capo es casi inmediato
el ascenso de un nuevo traficante, haciendo interminable la lucha contra el
narcotráfico. Como el mito de Prometeo, que fue castigado por los dioses por
engañar a Zeus, siendo encadenado mientras las águilas se comían sus
entrañas, con el agravante de que Prometeo al ser inmoral las entrañas le surgían
de nuevo, la lucha contra el narcotráfico es igual de interminable y tortuosa.

Sin embargo, muchas sociedades han cambiado de modelo en la lucha contra las
drogas. Han legalizado su consumo introduciendo a la vez fuertes regulaciones
estatales que le permiten a la sociedad tratar el problema como una afectación de
la salud y no como un problema criminal. Por ejemplo, hay países como EEUU en
los cuales en varios estados se ha permitido el consumo de marihuana bajo un
control estricto del Estado, quien tiene el monopolio de la producción de estas
drogas o un control fuerte. Así, el argumento apunta a que esta nueva política da
cabida a la libertad individual, en la medida que el daño no es necesario. Pero
en el caso de drogas fuertes como la Heroína o el Crack, el Estado no puede
legalizar su consumo dada la relación necesaria que existe entre el consumo y el
daño. Luego, el estado no es permisivo. Lo que hace el Estado es crear fuertes
medidas de control hacia quienes consumen, quitarles el monopolio a los
traficantes, tratar el problema como un problema de salud.

Es claro para nosotros que la libertad es un riesgo. Sin duda, sería mucho más
ordenada una sociedad donde todos actuáramos bajo los mismos parámetros, que
pensáramos lo mismo, etc.: una sociedad de robots. Pero ya señalamos que la
libertad de expresión, de pensamiento y acción tiene una enorme riqueza que
no podemos despreciar. La principal riqueza de una sociedad son sus personas
y si se les cohíbe, la sociedad estará privándose de su capital humano altamente
innovador. Por supuesto, insisto, esto es un riesgo. A veces, la libertad les da a las
personas la posibilidad de equivocarse, hacerse y hacer daño. Pero lo cierto es
que en respeto a la dignidad humana, a la capacidad que tienen los seres humanos
para elegir su destino y hacer su vida conforme a su propia voluntad, ni el Estado ni
la sociedad pueden restringir la libertad individual. Solo nos resta como Estado o
sociedad ejercer el control sobre las actividades que consideramos no son del todo
benéficas, pero el único juez de las acciones individuales es la conciencia del mismo
individuo. Si no se entiende el respeto por la libertad individual, por la autonomía,
nunca se llegará a entender el núcleo de la Constitución de 1991 en Colombia.

GLOSARIO DE TÉRMINOS

Libertad de conciencia: se trata de la garantía de la cual gozan los individuos de


poder defender cualquier idea, opinión o pensamiento sin limitaciones externas o
internas, ya sea por parte de la sociedad o del Estado.

Libertad de expresión: garantía constitucional que defiende la posibilidad de


que un sujeto pueda difundir ideas, opiniones o pensamientos sin ningún tipo de
restricción.
Autonomía: capacidad que tiene un sujeto para auto determinarse a sí mismo,
cuando un individuo es fundamento de su propio actuar. Daño necesario: cuando
entre la acción y el daño no hay otro resultado esperado, el efecto de la causa no
es otro sino el daño.

Daño contingente: cuando entre la acción y el daño existe la posibilidad de que haya
daño, pero también de que no lo haya.

LECTURAS COMPLEMENTARIAS
SEMANA 4

LECTURA 1: Valderrama, Francisco. (2016). El personalismo de


Emmanuel Mounier ysu relación con la Constitución Política de Colombia.
Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/ojum/v15n30/1692-
2530-ojum-15-30-00249.pd

LECTURA 2: Figuera, Sorily. (2014). Derecho a la autodeterminación de


los pueblos indígenas en el ordenamiento jurídico colombiano. Disponible
en: http://www.scielo.org.co/pdf/res/n53/n53a06.pdf

LECTURA 3: Leiva, Eric. (2015) Las paradojas de las políticas centralistas


en relación con la autonomía de las entidades territoriales en Colombia.
Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rdes/n35/n
35a03.pdf

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