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INTRODUCCIÓN

AL PENSAMIENTO JURÍDICO
CRÍTICO

ANTONIO CARLOS WOLKMER


INTRODUCCIÓN
AL PENSAMIENTO JURÍDICO
CRÍTICO

ANTONIO CARLOS WOLKMER

Alejandro Rosillo Martínez


Jesús Antonio de la Torre Rangel
(Editores)

Presentación mexicana de Jesús Antonio de la Torre Rangel

San Luis Potosí, México


2006
NOTAS DE LOS EDITORES EN MÉXICO

La primera edición de esta obra en español fue publi-


cada por ILSA en Bogotá, Colombia (2003), en la
Colección En Clave de Sur, dirigida por el Dr. César
A. Rodríguez Garavito.
Traducción: Felipe Cammaert
Revisión de los textos: Emma Ariza
Diseño y preparación de la edición colombiana: Marta
Rojas – Publicaciones ISLA.
ISLA
Calle 38, nº 16-45, Bogotá, Colombia.

Derechos reservados por la edición en México: 2006


Faculdad de Derecho de la Universidad Autónoma de
San Luís Potosí
Cuauhtémoc n° 170, Col. Moderna, 78250,
San Luis Potosí, S.L.P., México

Comisión Estatal de Derechos Humanos


Mariano Otero n° 685, Tequisquiapam, 78233,
San Luis Potosí, S.L.P., México

Responsables: Jesús Antonio de la Torre Rangel y


Alejandro Rosillo Martínez
Diseño: Departamento de Publicaciones de la Facultad
de Derecho de la UASLP
SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO

ISBN 968-9065-01-7
ÍNDICE

PRESENTACIÓN MEXICANA 9
Jesus Antonio de la Torre Rangel
INTRODUCCIÓN (1ª edición) 15
Cesar A. Rodriguez G.
PREFACIO 19

PRIMERA PARTE
LA CRÍTICA JURÍDICA Y SU TRAYECTORIA EN OCCIDENTE

CAPÍTULO 1
NATURALEZA Y PROBLEMATIZACIÓN
DE LA TEORÍA CRÍTICA 25

1.1. Crisis de Racionalidad y Cambio de Paradigma 25


1.2. Naturaleza y Conceptualización de la “Crítica” 27
1.3. Orígenes Filosóficos de la Teoría Crítica 28
1.4. Objetivos y Significado de la Teoría Crítica 31
1.5. Imprecisiones y Aporias de la Teoría Crítica 33

CAPÍTULO 2
LA TEORÍA CRÍTICA EN EL DERECHO 37

2.1. Nociones, Concepto y Objetivos 37


2.2. Posibilidades y Límites de una Teoría Jurídica Crítica 40

CAPÍTULO 3
PRINCIPALES ESCUELAS DEL PENSAMIENTO
JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 51

3.1. Orientación Crítica en los Estados Unidos 52


3.2. Corrientes Críticas en Europa 54
3.2.1. Asociación Crítica del Derecho: Francia 54
3.2.2. Uso Alternativo del Derecho: Italia y España 58
3.2.3. Pensamiento Jurídico Crítico: Alemania 61
3.2.4. Tendencias Antidogmáticas y Pluralistas: España 64
3.2.5. Modelo de la Crítica Interdisciplinaria: Bélgica 68
3.2.6. Sociología Jurídica de las Emancipaciones: Portugal 70
3.3. Corrientes Críticas del Derecho en América Latina 74
3.3.1. La Crítica Jurídica en México 75
3.3.2. Aportes de Crítica del Derecho: Chile y Colombia 78
3.3.3. El Movimiento Crítico en Argentina 82
6 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

SEGUNDA PARTE
FILOSOFÍA CRÍTICA DEL DERECHO Y HUMANISMO EN LA PERSPECTIVA
LATINOAMERICANA

CAPÍTULO 4
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN
DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 91

4.1. Introducción 91
4.2. Horizontes Jurídicos en los Tiempos de la Conquista Hispánica 93
4.3. Humanismo Jurídico, Bartolomé de Las Casas y la Escuela de
Salamanca 95
4.4. Humanismo, Derecho Moderno y Cultura Jurídica en América Lati-
na 99
4.4.1. Humanismo y Formación de la Modernidad Jurídica Occiden-
tal 99
4.4.2. Humanismo y Trayectoria Político-Jurídica Latinoamericana 100
4.5. Conclusiones 103

CAPÍTULO 5
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL
PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 105

5.1. Introducción 105


5.2. Historicidad y Crisis de la Cultura de Dominación 106
5.3. Presupuestos para una Crítica Liberadora en América Latina 107
5.3.1. Naturaleza y Concepto de Liberación 108
5.3.2. Tendencias y Teorías de Liberación Latinoamericana 109
5.3.2.1. Una teoría económica para la liberación 110
5.3.2.2. Una teoría teológica para la liberación 111
5.3.2.3. Una teoría filosófica para la liberación 113
5.3.2.4. Una teoría pedagógica para la liberación 115
5.3.2.5. Una teoría geográfica, sociológica y antropológica
para la liberación 116
5.3.2.6. Una teoría política para la liberación 118
5.3.3. Un Pensamiento Crítico a partir de la Liberación Latinoame-
ricana 122
5.3.4. Para una Filosofía Crítica de la Política y del Derecho en
América Latina 125
5.3.5. Conclusiones 128

TERCERA PARTE
EL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN BRASIL

CAPÍTULO 6
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 131

6.1. Cuestiones Epistemológicas 131


6.2. La Crítica Jurídica en el Brasil: Escuelas y representantes 138
6.2.1. Crítica Jurídica de Perspectiva Sistémica 139
6.2.2. Crítica Jurídica de Perspectiva Dialéctica 146
6.2.2.1. Crítica Jurídica como expresión del Pluralismo
Dialéctico 147
ÍNDICE 7

6.2.2.2. Crítica Jurídica como instrumento político de trans-


formación 151
6.2.2.3. Crítica Jurídica como normativismo fenomenológico 155
6.2.3. Crítica Jurídica de Perspectiva Semiológica 158
6.2.4. Crítica Jurídica de Perspectiva Psicoanalítica 163
6.3. Experiencias Institucionalizadas de Crítica en el Derecho 167
6.3.1. Crítica Jurídica Académica 168
6.3.1.1. Derecho público y análisis institucional 168
6.3.1.2. Derecho constitucional 169
6.3.1.3. Derecho laboral 171
6.3.1.4. Derecho internacional 171
6.3.1.5. Derecho penal 171
6.3.1.6. Derecho procesal 172
6.3.1.7. Sociología, enseñanza jurídica y derecho político 173
6.3.1.8. Derecho civil 174
6.3.1.9. Historia del Derecho 174
6.3.1.10. Derechos Humanos, Ambiental y Bioderecho 175
6.3.2. Crítica Jurídica Práctica 175
6.3.2.1. Magistratura alternativa y democrática 175
6.3.2.2. Abogacía popular 176
6.4. Crítica Jurídica y Derecho Alternativo 177

CONCLUSIÓN 181

BIBLIOGRAFÍA 187

BIOGRAFÍA RESUMIDA DEL AUTOR 217


PRESENTACIÓN MEXICANA

Jesús Antonio de la Torre Rangel∗

E s un honor para nosotros y causa de un enorme gusto, el disponer de este


espacio para decir unas palabras, a manera de presentación, de la primera
edición mexicana del libro Introducción del Pensamiento Jurídico Crítico (In-
trodução ao Pensamento Jurídico Crítico, 1ª edición, São Paulo, 1991), del
profesor brasileño Antonio Carlos Wolkmer; que se publica por la Facultad de
Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Comisión Estatal
de Derechos Humanos de San Luis Potosí y el Instituto Latinoamericano de
Servicios Legales Alternativos (ILSA) con sede en Santa Fé de Bogotá, y gra-
cias a los empeños y buenos oficios de Alejandro Rosillo Martínez y a la sensi-
bilidad jurídica del director de la institución potosina Mtro. Fernando Sánchez
Lárraga y de la comisionada potosina de derechos humanos Lic. Magdalena
Beatriz González Vega.
En estos últimos treinta años en América Latina, se han desarrollado teo-
rías jurídicas novedosas, inscritas en dos campos de la actividad del pensamien-
to con relación al Derecho: la Crítica Jurídica y el Derecho Alternativo. Dos
espacios teóricos no excluyentes ni paralelos, sino que interactuantes y en mu-
chos aspectos complementarios. A Antonio Carlos Wolkmer, autor de este
libro, lo podemos considerar como un autor original que mucho ha contribuido
en estos dos campos de la teoría jurídica latinoamericana. Veamos de que ma-
nera.
Comencemos por lo que ve al Derecho Alternativo. Juristas brasileños
como Amilton Bueno de Carvalho y Lédio Rosa de Andrade, han propuesto la
locución Derecho Alternativo como género que admite tres especies: el “positi-
vismo de combate”; el “uso alternativo del derecho” y el “derecho alternativo”
en sentido estricto. El primero consiste en la lucha porque el derecho objetivo,
expresado en aquellas leyes que reconocen derechos a las clases populares, a
los pobres, sea realmente efectivo. La segunda especie, el “uso alternativo del
derecho”, es un ejercicio hermenéutico por el cual el intérprete -judicaturas y
abogados- da a la norma legal un sentido diferente al pretendido por las clases


Universidad Autónoma de Aguascalientes, México.
10 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

dominantes; y la tercera especie, esto es el “derecho alternativo” en sentido


estricto, constituye el “pluralismo jurídico” del que teoriza precisamente Anto-
nio Carlos Wolkmer, que consiste en aquella juridicidad producida en el seno
mismo de los grupos sociales.
Wolkmer es probablemente el teórico más importante del pluralismo jurí-
dico. Esta propuesta teórica del Derecho surge para dar respuesta a la multitud
de colectivos humanos que están surgiendo en las sociedades latinoamericanas
con diversas exigencias tendientes a la satisfacción de todo tipo de necesidades
y que no están siendo satisfechas ni por la autoridad del Estado ni por la socie-
dad.
La concepción del pluralismo jurídico, nace de un rompimiento epistemo-
lógico: se comienza por negar que el Estado sea, a través de su normatividad y
complejidad institucional, la fuente de origen y exclusiva de la producción del
Derecho. Wolkmer escribe:

La importancia de la discusión sobre el pluralismo jurídico en cuanto ex-


presión de un ‘nuevo’ Derecho es plenamente justificada, por cuanto al
modelo de cientificidad que sustenta el aparato de reglamentación estatal
liberal-positivista y la cultura normativista lógico-formal ya no desempe-
ña su función primordial, que es la de recuperar los conflictos del sistema
institucionalmente, dándoles respuestas que restauren la estabilidad del
orden establecido. (Wolkmer 1994, XIII).

Los procesos sociales generados por esos nuevos actores sociales, por
esos nuevos sujetos históricos, produce una juridicidad que rebasa la estableci-
da por el Estado, hace que surjan juridicidades plurales. A Wolkmer le preocu-
pa el tema de la ética, y en sus reflexiones lo lleva a estas nuevas realidades
sociales y es entonces que recurre al pensamiento de Dussel y habla de una
ética de la alteridad.

La discusión y articulación de un proyecto alternativo que conduzca a un


“nuevo Derecho” pasa, hoy en día, necesariamente por la redefinición de
una racionalidad emancipadora, por el cuestionamiento de los valores y
por la fundamentación de una ética política de la praxis comunitaria, por
el redescubrimiento de un ‘nuevo sujeto histórico’ y, finalmente, por el
reconocimiento de los movimientos y de las prácticas sociales como
fuentes generadoras del pluralismo jurídico. (Wolkmer 1991, 33)
PRESENTACIÓN MEXICANA 11

El profesor de la Universidad de Santa Catarina insiste en la ética de la


alteridad, ya que implica la responsabilidad por el otro, lo que hace posible la
riqueza de la vivencia comunitaria y la convivencia de las diferencias.
El nuevo sujeto-histórico, con ética de la alteridad, que al crear derecho
rebasa por insuficiente el “monismo normativo lógico-formal de la cultura mo-
derna liberal-burguesa capitalista” (Wolkmer 1991, 39), y que concibe el Dere-
cho “en tanto que dogma normativo producido por la fuerza y por la imposi-
ción del Estado” (Wolkmer 1991, 32), ese nuevo sujeto histórico, decimos, lo
constituyen los movimientos sociales que “recrean y reinventan, por medio de
sus prácticas participativas, la esfera de la vida pública” (Wolkmer 1992, 129),
con varios “centros de producción normativa” y con un carácter múltiple y
heterogéneo.
Para Wolkmer son muy importantes los principios éticos en la constitu-
ción de una nueva juridicidad. Sostiene, como hemos dicho, que la ética de la
alteridad debe ser el fundamento del Derecho Alternativo. Dice que la cons-
trucción de esta ética no depende de cuestiones “ontológicas” ni de “juicios a
priori” universales, sino que surge de concepciones valorativas que advienen de
las propias luchas, conflictos e intereses de los sujetos históricos que perma-
nentemente se están afirmando. El contenido que constituye esta ética, en cuan-
to que expresa valores emergentes -justicia, solidaridad, autonomía, emancipa-
ción- de los nuevos sujetos sociales (individuos y/o colectivos), como forma de
destrucción de la dominación y como instrumento pedagógico de liberación,
tiene dos condiciones esenciales, según nuestro autor: 1) se inspira en la praxis
concreta y en la situación histórica de las estructuras socio-económicas hasta
hoy explotadas, dependientes, marginalizadas y colonizadas; y 2) las categorías
teóricas y los procesos de conocimiento son encontrados en la propia cultura
teológica, filosófica y socio-política de América Latina (Wolkmer 1996, 144).
Y Wolkmer define esa ética al decir:

La Ética de la alteridad es una ética antropológica de la solidaridad, que


parte de las necesidades de los sectores humanos marginados y se propo-
ne generar una práctica pedagógica liberadora, capaz de emancipar a los
sujetos históricos oprimidos, que soportan la injusticia, expropiados y ex-
cluidos. Por ser una ética que debe reflejar los valores emancipatorios de
nuevas identidades colectivas que van afirmando y reflexionando una
praxis concreta comprometida con la dignidad del “otro”, encuentra sus
subsidios teóricos no sólo en las prácticas sociales cotidianas y en las ne-
cesidades históricas reales, sino igualmente en algunos presupuestos epis-
temológicos de la llamada vertiente latinoamericana de la ‘Filosofía de la
12 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Liberación’, que tiene sus marcos referenciales en la obra de Enrique D.


Dussel. (Wolkmer 1996, 145; véase también Wolkmer 2002, 161-182).

El libro que presentamos, como su mismo título lo indica, tiene que ver
con el otro quehacer teórico jurídico latinoamericano: la Crítica Jurídica. En
este texto Wolkmer aborda los fundamentos de la teoría crítica y desarrolla los
puntos clave de la misma con relación al Derecho. Pero el libro no queda en
esto, una simple revisión de teorías, sino que es original y aporta elementos
para la construcción de una Filosofía crítica de la Política y del Derecho desde
la perspectiva de América Latina.
Por último, queremos decir que el profesor Wolkmer, además de ser un
teórico profundo y original en lo que se refiere al Derecho Alternativo y a la
Crítica Jurídica, ha incursionado también aportando mucho para el conocimien-
to en la Historia del Derecho, especialmente referente al Brasil, y en la tradi-
ción del humanismo jurídico occidental.
Bienvenida la obra de Wolkmer a México. Estamos seguros que mucho
aportará, junto con otras obras similares, al crecimiento de una conciencia críti-
ca de lo jurídico, que nos ayude a superar el positivismo acrítico que ha marca-
do a la cultura jurídica mexicana desde hace cuando menos ciento cincuenta
años. Enhorabuena, pues, por esta publicación.

Aguascalientes, Ags., mayo de 2006

BIBLIOGRAFÍA

Wolkmer, Antonio Carlos (1991). “Pluralismo Jurídico y movimientos sociales”, en El


Otro Derecho N° 7. Bogotá: Ed. Temis e ILSA. Enero de 1991.
____________________ (1992). “Direito Comunitário Alternativo. Elementos para um
ordenamiento teórico práctico”, en Liçoes de Direito Alternativo 2. São Paulo:
Editora Académica.
____________________ (1994). Pluralismo Jurídico. Fundamentos de uma nova cul-
tura no Direito. São Paulo: Ed. Alfa-Omega. (Esta obra recién ha sido publica-
PRESENTACIÓN MEXICANA 13

da en castellano por la Editorial MAD de Sevilla, siendo la traducción, revisión


y un estudio introductorio de David Sánchez Rubio).
____________________ (1996). “Direito Alternativo: Proposta e Fundamentos Eti-
cos”, en Etica e Direito: um diálogo, organizadores Marcio Fabri dos Anjos y
José Reinaldo de Lima Lopes, Alfonsianum Instituto de Teología Moral. Apare-
cida: Editora Santuário.
____________________ (2002). “Bases éticas para una juridicidad alternativa en la
perspectiva latinoamericana”, en la obra colectiva Derecho Alternativo y Crítica
Jurídica, coordinador Jesús Antonio de la Torre. México: Ed. Porrúa y Univer-
sidad Autónoma de Aguascalientes.
INTRODUCCIÓN (1ª. Edición)

César A. Rodríguez G.∗

A comienzos de siglo, el pensamiento jurídico crítico en América Latina


atraviesa un periodo de innovación y expansión notables. Como lo mues-
tra el reciente diálogo entre estudiosos críticos del derecho provenientes de
todos los rincones de la región (García y Rodríguez 2003), lo novedoso de este
periodo radica en el esfuerzo explícito por entablar conversaciones horizontales
entre autores latinoamericanos que, desde perspectivas teóricas y con preocu-
paciones temáticas diversas, buscan teorizar e investigar de manera original los
fenómenos jurídicos de nuestras sociedades.
El primer paso hacia este fructífero diálogo consiste en difundir amplia-
mente y leer rigurosamente los trabajos escritos por autores y grupos de inves-
tigación latinoamericanos. De hecho, el poco esfuerzo dedicado a este paso
preliminar es la razón central de la dispersión de los estudios jurídicos críticos,
de la consecuente repetición de esfuerzos y de la ausencia de una estrecha cola-
boración entre centros de enseñanza e investigación de diferentes países de la
región. Por razones que han sido lúcidamente analizadas en recientes contribu-
ciones de teóricos sociales críticos latinoamericanos (Lander 2000), el fenóme-
no de la “colonialidad del saber” en el ámbito jurídico implica que los profeso-
res e investigadores de la región participan de manera más activa en redes je-
rárquicas (Norte-Sur) de producción de conocimiento que en redes horizontales
(Sur-Sur). En las primeras, la colonialidad del saber entraña una división del
trabajo y un modus operandi que se han vuelto familiares y cómodos para las
dos partes. De un lado, los estudiosos norteamericanos y europeos tienden a
cumplir el papel de creadores de conocimiento -y, en el mejor de los casos,
también el de gestores de fondos-, y por tanto participan como investigadores o
conferencistas principales. De otro lado, los estudiosos del derecho latinoame-
ricanos tienden a cumplir el papel de difusores y comentaristas, ya sea en cali-
dad de actores secundarios en proyectos de investigación o como comentaristas


ILSA y Universidad de Wisconsin-Madison.
16 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

en foros y debates. Así, la asimetría de saber y poder entre el Norte y el Sur, y


la relación colonial que ella plasma, es mantenida y reproducida.
Este libro intenta contribuir a un esfuerzo más amplio -impulsado a través
de diversos proyectos, tales como la colección En Clave de Sur de la que éste
hace parte- por minar gradualmente los fundamentos de dicha asimetría y gene-
rar un diálogo genuino entre autores y estudiantes del derecho latinoamerica-
nos, y entre éstos y sus pares de otras regiones del mundo. La contribución del
libro del profesor brasileño Antonio Carlos Wolkmer a esta tarea está basada en
cuatro de sus principales características, reflejadas en la organización de sus
diversos capítulos. En primer lugar, como lo muestran los capítulos 1 y 2, el
texto ofrece una caracterización del pensamiento jurídico crítico. Al indagar
sobre las raíces filosóficas y los objetivos principales de las posturas críticas en
general y de las teorías jurídicas críticas en particular, el autor sugiere un con-
junto de rasgos compartidos por estas últimas que, en su opinión, las distinguen
de otras corrientes de pensamiento. En segundo lugar, como lo muestra el capí-
tulo 3, el texto ofrece una descripción y análisis sumario de las corrientes jurí-
dicas críticas en el mundo occidental en general, desde el movimiento de los
estudios críticos del derecho (Critical Legal Studies) en los Estados Unidos
hasta el movimiento de crítica jurídica (Critique du Droit) en Francia. En tercer
lugar, como se puede apreciar también en el capítulo 3, el libro se detiene en el
análisis de los estudios jurídicos críticos en América Latina. Aunque, como lo
advierte el autor, la dispersión y amplitud de la bibliografía sólo permiten un
diagnóstico preliminar de los trabajos existentes en la región, el libro constituye
un primer paso importante en la reconstrucción de las conexiones y diferencias
entre teorías e investigaciones emprendidas en diferentes lugares de América
Latina. Hay que recordar aún que, en el capítulo 6, el libro esboza el rico deba-
te jurídico crítico que ha tenido lugar en Brasil durante las dos últimas décadas.
La participación directa del autor en el debate brasileño y el hecho de que dicho
debate, a pesar de su importancia y dinamismo, sea desconocido para la gran
mayoría de los lectores de lengua española, sin duda convierten este conciso y
complejo balance del pensamiento jurídico crítico de Brasil en uno de los prin-
cipales aportes al diálogo latinoamericano al que se hizo alusión.
Por las razones anotadas anteriormente, el libro de Antonio Carlos
Wolkmer se presenta como una contribución al impulso del debate crítico sobre
el derecho en las sociedades latinoamericanas.
INTRODUCCIÓN 17

BIBLIOGRAFÍA

García V., Mauricio y César A. Rodríguez G. (2003). Derecho y sociedad en


América Latina. Un debate sobre los estudios jurídicos críticos. Bogotá: ILSA
y Universidad Nacional de Colombia.
Lander, Edgardo (comp.) (2000). La colonialidad del saber. Eurocentrismo y
ciencias sociales. Caracas: Clacso y Unesco.
PREFACIO

E ste libro no se propone reconsiderar todo el rico pensamiento jusfilosófico


occidental en sus múltiples tendencias doctrinarias, sino únicamente seña-
lar algunas líneas muy genéricas sobre la emergencia y la evolución, en las
últimas décadas, de un pensamiento insurgente, crítico e interdisciplinario en el
ámbito del derecho. Este tipo de pensamiento se desarrolla al margen de la
teoría jurídica tradicional dominante, contribuyendo a una toma de conciencia,
a una discusión teórico-práctica y a la modificación de valores y posturas en la
búsqueda de una visión jurídica más pluralista, democrática y antidogmática.
Los límites de este proyecto saltan a la vista, ya que no se trata de un libro
denso y completo sobre ideas, autores y escuelas, e igualmente porque no se
pretende suplir el largo vacío de la historiografía jurídica crítica nacional en
América Latina. El estudio presentado en este libro se concentra en la descrip-
ción de la trayectoria histórica de las corrientes críticas. En este sentido, no está
basado en un sondeo exhaustivo y una muestra científica del universo de co-
rrientes existentes. El énfasis se encuentra, entonces, en la exposición clara de
los conceptos, la relevancia, la justificación, los objetivos y la metodología de
las corrientes estudiadas.
A modo de precisión conceptual, primero que todo es necesario mencio-
nar que las expresiones “teoría jurídica crítica” o “pensamiento crítico” en el
derecho, usadas indistintamente a lo largo de esta obra, deberán ser entendidas
como el profundo ejercicio reflexivo de cuestionar lo que se encuentra normati-
zado y oficialmente consagrado (en el plano del conocimiento, del discurso y
del comportamiento) en una determinada formación social, así como la posibi-
lidad de concebir otras formas no alienantes, diferenciadas y pluralistas de la
práctica jurídica. Se entiende que el “pensamiento crítico” no es otra cosa que
la formulación “teórico-práctica” consistente en buscar pedagógicamente otra
dirección u otro referencial epistemológico que responda a las contradicciones
estructurales de la presente modernidad.
Esta forma de mirar el mundo de los valores humanos y el universo de la
práctica jurídica deja entrever un vasto, difuso y fragmentado movimiento
transnacional. Este movimiento, que abarca diferentes países de la comunidad
occidental, no se reduce a una única y específica “teoría crítica” del derecho,
20 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

sino que comprende incontables “concepciones epistemológicas” y una gama


extremamente amplia de “corrientes metodológicas”, representadas tanto por
“críticos dialécticos” como por “antidogmáticos liberales y sistémicos”. Cier-
tamente, como bien señala Antoine Jeammaud (1984, 6), se trata de un movi-
miento de crítica jurídica, “resultante de la coexistencia y de la colaboración
naciente de corrientes cuya diversidad está ampliamente ligada a las diferencias
de las condiciones políticas que prevalecen en sus países de origen o a las dife-
rentes inserciones profesionales de sus miembros”. Por tanto, “el problema del
momento es (...) el de la cooperación científica de esas corrientes, más preci-
samente el problema de la cooperación entre juristas críticos de América Lati-
na” y las tendencias críticas del derecho en otros países de Europa y de los
Estados Unidos. Aunque se reconozca la inadecuación o inexistencia de una
“teoría crítica jurídica” general, acabada y científica, no se podrá dejar de con-
siderar la significación del “pensamiento crítico” como la expresión más autén-
tica de la insatisfacción de grandes grupos de juristas y doctrinantes sobre la
predominante formulación “científica” del derecho y sus formas de legitima-
ción dogmática.
En relación con el objeto de conocimiento de las corrientes críticas, se
hace necesaria no sólo la indagación sobre cuestiones epistemológicas y políti-
co-ideológicas (esenciales para la especificación de una postura antidogmática
y antiformalista), sino también la verificación real (la comprobación empírica)
de las posibilidades de edificación de una “crítica jurídica” con reflejos renova-
dores que irán a atravesar tanto la teoría general del derecho como las respecti-
vas áreas del derecho público y privado. De esta manera se hacen evidentes la
importancia y la justificación actuales de una crítica “juspolítico-filosófica”
desmitificadora.
La importancia de la discusión sobre el “pensamiento jurídico crítico” es-
tá plenamente justificada, ya que el modelo de cientificidad que sustenta el
discurso jurídico liberal individualista y la cultura normativista técnico-formal
muestra un profundo agotamiento. Esta disfunción se desprende de la propia
crisis de legitimidad, de la elaboración y aplicación de la justicia, así como de
la creciente complejidad de las nuevas formas de producción de capital y de las
incisivas contradicciones sociales de las sociedades contemporáneas. Es natural
sustituir los paradigmas racionales de fundamentación jurídica (jusnaturalismo
y juspositivismo) en la medida en que ya no acompañan las incontestables
transformaciones sociales y económicas por las que atraviesan las sociedades
políticas modernas. Igualmente, este libro cobra importancia en tanto responde
a la urgencia de construir, en el contexto de la modernidad latinoamericana, un
proyecto de superación de las desiguales e injustas relaciones ético-jurídicas
tradicionales. En consecuencia, esto último conduce tanto a la edificación com-
PREFACIO 21

partida de instituciones político-jurídicas pluralistas, democráticas y participa-


tivas, como a la materialización creciente de prácticas legales insurgentes.
Estas ponderaciones llevan a la inmediata redefinición de los principales
objetivos teóricos y prácticos. En lo teórico se busca denunciar los mitos y las
falacias que sustentan y reproducen la ciencia jurídica tradicional y la reorde-
nación del derecho “en el conjunto de las prácticas sociales que lo determinan”.
En lo práctico se busca constituir el derecho como instrumento estratégico de
efectiva alteración de las prácticas sociales vigentes, capaz de impulsar la cons-
trucción de una organización social más justa y democrática.
El principal argumento de este libro se resume en que el “pensamiento
crítico jurídico” busca reconsiderar, desacralizar y romper con la dogmática
lógico-formal imperante en una época o en un determinado momento de la
cultura jurídica de un país, propiciando las condiciones y los presupuestos ne-
cesarios para el amplio proceso estratégico/pedagógico de “esclarecimiento”,
“autoconciencia”, “emancipación” y “transformación” de la realidad social.
Aunque no represente una estructura sistemática de categorías científicas, in-
cluso reuniendo innumerables posturas metodológicas y tendencias epistemo-
lógicas diferenciadas (analíticas, dialécticas, semiológicas y psicoanalíticas), el
“pensamiento jurídico crítico” acaba presentando determinados objetivos co-
munes, obligatorios como punto de partida para la formulación de una crítica
consistente de las formas alienantes del fenómeno jurídico actual y para la re-
creación de un espacio diferenciado de cambios.
En términos temporales y espaciales, la temática estudiada considera y
privilegia los movimientos jurídicos críticos de naturaleza filosófica desarrolla-
dos en los Estados Unidos, en algunos países de Europa Occidental y de Amé-
rica Latina, en un periodo de un poco más de dos décadas (los años setenta,
ochenta y a lo largo de los noventa).
Teniendo en cuenta la necesaria definición material del objeto del “pen-
samiento crítico” en el derecho y las precisiones en cuanto a sus finalidades, he
optado -al darle prioridad a la función político-epistemológica (los aportes teó-
ricos desmitificadores) y a la función político-ideológica (las contribuciones de
efectiva experimentación social)- por una instrumentalización metodológica
que integre la investigación descriptiva (el método inductivo de aproximación)
con los procedimientos críticos comparativos fundados en una preocupación
procesal e histórico-social.
El libro está estructurado en tres partes. En la primera parte (capítulos 1 a
3) se busca abrir la discusión sobre el problema de la teoría crítica en su aspec-
to genérico: su significado, sus fundamentos, objetivos e imprecisiones. De este
modo se configura la globalidad de las producciones y de las representaciones
teóricas específicas del pensamiento crítico (ideas, autores, escuelas). El estu-
22 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

dio se detiene particularmente en la singularidad plural de la crítica jurídica en


Occidente. En la segunda parte, se inicia retomando la discusión acerca del
concepto de humanismo y su cuestionamiento en el plano de la cultura jurídica
de América Latina (capítulo 4); ya en el momento siguiente (capítulo 5), queda
muy clara la opción teórico-metodológica más reciente de establecer los fun-
damentos de un pensamiento crítico en el Derecho, no más en los substratos de
la “teoría crítica moderna frankfurtiana”, sino en la tradición de las matrices
histórico-filosóficas latinoamericanas. En la tercera parte (capítulo 6) se retor-
nan las posturas “críticas” en el ámbito específico de la teoría jurídica brasile-
ña, así como diversas experiencias de práctica antidogmática en el campo insti-
tucional brasileño.
Por lo tanto, el objetivo de este libro es el esbozo histórico-social de la
trayectoria del pensamiento jurídico-filosófico crítico de la modernidad presen-
te, el cual por ser esencialmente crítico y dialéctico no deberá conducir al lector
a adoptar una opción pretendidamente “neutra” y “científica” de esta cultura,
sino que buscará despertar su conciencia de una postura militante y comprome-
tida con el proyecto del “nuevo” derecho, transformándolo en instancia al ser-
vicio de la justicia, de la emancipación y de la dignificación de los seres huma-
nos.
PRIMERA PARTE

LA CRÍTICA JURÍDICA
Y SU TRAYECTORIA EN OCCIDENTE
CAPÍTULO 1

Naturaleza y problematización
de la teoría crítica

1.1.- CRISIS DE RACIONALIDAD Y CAMBIO DE PARADIGMA

H oy en día podemos constatar, en los diferentes campos de las ciencias


humanas, una cierta dificultad en encontrar un nuevo parámetro de verdad
frente a la crisis de fundamento de la sociedad actual.
Las verdades teológicas, metafísicas y racionales que durante siglos sus-
tentaron las formas de saber y de racionalidad dominantes no logran responder
enteramente las inquietudes y necesidades en el presente estado de desarrollo
de la modernidad humana. Los modelos culturales, normativos e instrumentales
que fundamentaron el mundo de la vida, la organización social y los criterios
de cientificidad se volvieron insatisfactorios y limitados. El creciente escepti-
cismo sobre modelos filosóficos y científicos que no ofrecen más directrices y
normas seguras abre espacio para repensar patrones alternativos de racionaliza-
ción. Los paradigmas1 que produjeron un ethos, marcado por el idealismo indi-
vidual, por el racionalismo liberal y por el formalismo positivista, así como los
que mantuvieron la lógica del discurso filosófico, científico y jurídico, encuen-
tran su racionalidad cuestionada y substituida por nuevos modelos de referen-
cia. Según Faria, estos nuevos paradigmas están directamente vinculados a la

creciente complejidad de los conflictos, a la heterogeneidad socioeconó-


mica, a la concentración y centralización del capital, a la expansión del
intervencionismo estatal, a la hipertrofia del Ejecutivo, etc. En la medida
en que la sociedad es vista como un sistema necesariamente en constante
conflicto, tenso y en permanente transformación, cualquier análisis pasa a

1
Según Thomas S. Kuhn, un “paradigma” es un modelo científico de verdad, aceptado
y predominante en un determinado momento histórico. Se trata de “prácticas científi-
cas compartidas” que resultan de avances descontinuados, saltos cualitativos y rup-
turas epistemológicas. Ver Kuhn (1975, 218).
26 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

ser considerado válido siempre y cuando sea capaz de identificar los fac-
tores de cambio responsables de la continua inadecuación de los modelos
culturales tradicionales -entre ellos, el derecho-. (Faria 1988a, 24)

La cultura liberal burguesa moderna y la expansión material del capita-


lismo produjeron una forma específica de racionalización del mundo. Esta ra-
cionalización, considerada como un principio organizativo, se define como una
racionalidad instrumental positiva que no libera sino que reprime, aliena y cosi-
fica al hombre. La lógica lineal de la estructura moderna del saber jurídico se
desdobla así en dos paradigmas hegemónicos: el racionalismo metafísico natu-
ral (el jusnaturalismo) y el racionalismo lógico-instrumental (el positivismo
jurídico). El agotamiento y la crisis del actual paradigma de la ciencia jurídica
tradicional (en sus vertientes idealista-metafísica o formal-positivista) revelan,
lenta y progresivamente, el horizonte para el cambio y la reconstrucción de
paradigmas, modelados por el contrario discursos crítico-desmitificadores. De
este modo, “al acelerar la identificación de las contradicciones del sentido co-
mún, realizando análisis fragmentarios propios de un proceso de producción de
un nuevo conocimiento científico, los contra discursos intervienen decisiva-
mente en el pensamiento dogmático, estimulando la revisión y el cambio de sus
presupuestos metodológicos y temáticos” (Faria 1988a, 26).
La transposición y edificación de otro paradigma en el ámbito del derecho
representan también la sustitución y la construcción de un nuevo concepto de
racionalidad. El modelo tradicional de racionalidad técnico-formal es suplanta-
do por el modelo crítico interdisciplinario de la racionalidad emancipatoria. En
la práctica libertadora se redefine la noción superior de racionalidad que, como
presupuesto del pensamiento y de la acción, presenta un proyecto trascendente
que ya no oprime sino que busca liberar al sujeto histórico y a la sociedad co-
mo un todo (Giroux 1986, 33-39; Stein 1987, 51-72). La nueva racionalidad
emancipatoria, sin negar la racionalidad técnico-instrumental inherente a la
dominación del positivismo moderno, nos lleva a pensar en la existencia de
otro fundamento ético-político, en la reconciliación de las normas que regulan
socialmente el mundo sistémico y el mundo de la vida, y en las posibilidades
de edificación de un nuevo paradigma teórico-crítico del derecho. Nace, enton-
ces, la propuesta para la producción teórico-crítica del derecho, definiendo a
partir de su materialización histórico-social y ético-política nuevos patrones
racionales de normatividad en una sociedad en proceso de emancipación.
NATURALEZA Y PROBLEMATIZACIÓN DE LA TEORÍA CRÍTICA 27

1.2.- NATURALEZA Y CONCEPTUALIZACIÓN


DE LA “CRÍTICA”

Discutir sobre teoría crítica supone necesariamente destacar el (los) sentido(s)


de “crítica”, expresión ambigua y elástica, ya que por sus múltiples significa-
dos puede ser interpretada y utilizada de diversas maneras en el espacio y en el
tiempo. En la tradición filosófica occidental moderna, la palabra “crítica” fue
empleada de manera distinta por autores como Kant y Marx. En Kant, la “críti-
ca” significó “la idea de una operación analítica del pensamiento (...), manera
de trabajar. La Crítica de la razón pura no expresa nada de negativo en cuanto
a la razón, sino que procura mostrar su opinión acerca de cómo se formulan los
juicios científicos” (Correas 1995a, 276). En Marx, la cuestión de la “crítica”
asume un significado muy particular y distinto. Al examinar la economía polí-
tica de su época, Marx se rebeló contra el modo en que los economistas clási-
cos describieron las leyes del capital. Ellos presentaban formulaciones supues-
tamente científicas que no reflejaban la realidad de los hechos ni de las relacio-
nes sociales. Sus contribuciones no eran erradas, sino planteadas de manera
engañosa, y esto llevaba a escamotear y ocultar las verdaderas prácticas socia-
les. Así, la “crítica” aparece en el marxismo como el discurso revelador y des-
mitificador de las ideologías ocultas que proyectan los fenómenos de forma
distorsionada (Correas 1995a, 276).
Posteriormente se avanza, como lo ha expresado Freire, hacia un sentido
de la “crítica” que puede comprender

aquel conocimiento que no es dogmático ni permanente, pero que existe


en un continuo proceso de autoconstrucción. Y, siguiendo la posición de
que no existe conocimiento sin praxis, el conocimiento “crítico” sería
aquel relacionado con un cierto tipo de acción que resulta en la transfor-
mación de la realidad. Solamente una teoría “crítica” puede desembocar
en la liberación del ser humano, pues no existe transformación de la rea-
lidad sin liberación del ser humano. (Freire, en Peluso 1994, 44)

La “crítica”, en tanto proceso histórico identificado con lo utópico, lo ra-


dical y lo desmitificador, asume la “función de abrir alternativas de acción y un
margen de posibilidades que se proyectan sobre las continuidades históricas”
(Habermas, en Santiago 1998, 44). Una posición “crítica” tiene que ser vista
por lo tanto no sólo como una evaluación crítica “de nuestra condición presen-
te, sino crítica en la medida en que trabaja en la dirección de una nueva exis-
tencia (...)” (Quinney, en Wolkmer 2000, 5).
28 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Así, se puede concebir la teoría crítica como el instrumental pedagógico


operante (teórico-práctico) que permite a los sujetos inertes y mitificados una
toma de conciencia histórica, desencadenando procesos que conducen a la for-
mación de agentes sociales poseedores de una concepción del mundo racionali-
zada, antidogmática, participativa y transformadora. Se trata de una propuesta
que no parte de abstracciones, de un a priori determinado, de la elaboración
mental pura y simple, sino de la experiencia histórica concreta, de la práctica
cotidiana insurgente, de los conflictos y de las interacciones sociales, y de las
necesidades humanas esenciales.

1.3.- ORÍGENES FILOSÓFICOS DE LA TEORÍA CRÍTICA

Delimitados los aspectos preliminares de la “crítica” y la conceptualización


genérica de la “teoría crítica”, importa resaltar y examinar, dentro de esa tradi-
ción la escuela o corriente filosófica contemporánea que mejor ha desarrollado
las formulaciones relativas a una teoría crítica.
Los principales integrantes de la Escuela de Frankfurt (Max Horkheimer,
Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas) buscan distanciarse del
marxismo ortodoxo sin dejar de compartir metodológicamente el ideario utópi-
co, dialéctico, crítico, revolucionario y emancipador. En verdad, la articulación
de una teoría crítica como categoría y fundamento de legitimación representada
por la Escuela de Frankfurt, encuentra toda su inspiración teórica en la tradi-
ción racionalista que remonta al criticismo kantiano, pasa por la dialéctica idea-
lista hegeliana, por el subjetivismo psicoanalítico freudiano y culmina en la
reinterpretación del materialismo histórico marxista.
Para comprender la teoría crítica (en el sentido frankfurtiano) como pro-
ceso histórico-social, es necesario diferenciarla de la teoría tradicional y a su
vez oponerla a ésta. No existe uniformidad entre los teóricos críticos en lo que
respecta a la comprensión de la teoría tradicional.
Habermas, por ejemplo, la identifica con la tradición de las formulaciones
metafísicas que vienen desde Aristóteles, marcadas por el tono puramente abs-
tracto y contemplativo. Horkheimer, según lo explica Stein, la asocia con el
modelo de racionalización cartesiana, delineada como dinámica de

reflexión que no emerge del sujeto propiamente dicho y de ahí que opere
sobre la realidad como un objeto. Así, ella no es percibida como actor en
un contexto social. Es una teoría que repite (...) la idea del motor inmóvil,
del pensamiento que se piensa a sí mismo y en ese hecho se autocompla-
ce, en ese hecho encuentra su felicidad y plenitud. Esta idea de teoría tie-
ne como consecuencia fundamental lo siguiente: la naturaleza, el mundo
NATURALEZA Y PROBLEMATIZACIÓN DE LA TEORÍA CRÍTICA 29

‘exterior’ es el objeto. La teoría tradicional, en ese sentido, expresa el ob-


jetivismo de la metafísica clásica. (...) La autosuficiente afirmación de la
Razón de donde brota la teoría es el elemento fundamental de la tradición
cartesiana. La teoría tradicional (...) se negaría a percibir el trabajo de
nuestra razón, ya sea como proceso histórico, o en la dimensión de los
procesos pulsionales, inconscientes. (Stein 1986,103-104. Ver Horkhei-
mer, Adorno y Habermas 1975)

En los trabajos de Adorno, la teoría tradicional está siempre concebida


como producción del cientificismo positivista. Vale la pena recordar que mien-
tras que la noción de crítica significa para Popper “la falsificación de una hipó-
tesis dada, a través de datos empíricos que demuestran lo contrario o debido al
descubrimiento de errores lógicos en el proceso deductivo”, para Adorno y los
teóricos de la Escuela de Frankfurt ‘crítica’ quiere decir la aceptación de la
contradicción y el trabajo permanente de la negatividad, presente en cualquier
proceso de conocimiento” (Freitag 1986, 51; ver también Matos 1993, 86-90).
Queda claro que las ideas de conciencia y de razón en la teoría tradicional
están ligadas al mundo de la naturaleza y al presente en contemplación, al paso
que la teoría crítica expresa la idea de razón vinculada al proceso histórico-
social y a la superación de una realidad en constante transformación. Epistemo-
lógicamente, la teoría crítica surge como una “teoría” más dinámica y compre-
hensiva, superando los límites naturales de las teorías tradicionales ya que no
se limita simplemente a describir lo establecido o a contemplar de manera
equidistante los fenómenos sociales y reales. Sus presupuestos de racionalidad
son “críticos” en la medida en que articulan, dialécticamente, la “teoría” con la
“praxis”, el pensamiento crítico revolucionario con la acción estratégica. Cabe
señalar aquí la afirmación de Horkheimer de que el periodo filosófico que vino
a inspirar y a alimentar la teoría crítica no fue el idealismo sino más precisa-
mente la fase materialista de la dialéctica. En función de esa postura teórica se
puede afirmar, como lo hacen Assoun y Raulet (1981, 50-52), que la “crítica es
el modo de ejercicio del juicio materialista, en su materialidad específica. (...)
De hecho, la referencia al materialismo histórico es un aspecto central de los
textos fundamentales de la teoría crítica. Es en la relación privilegiada con
Marx que el discurso múltiple de la Escuela asume su especificidad como teo-
ría crítica.”
Si Marx se encuentra íntimamente asociado con la identidad teórica de la
Escuela de Frankfurt, la influencia de la obra de Freud y del movimiento psi-
coanalítico no es menos significativa. Más allá de la tradición crítica del racio-
nalismo kantiano, del historicismo idealista hegeliano y de los componentes
culturales (psíquicos y socioeconómicos) adquiridos del psicoanálisis y del
30 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

neomarxismo, la teoría crítica se justifica en un determinado “contenido (des-


criptivo y normativo) y destinatario, buscando orientar la acción de una clase
social en la medida en que esclarece los intereses de sus agentes y proporciona
estrategias para la emancipación de estos últimos” (Borges 1987).
En efecto, la Escuela de Frankfurt enfatizó, en palabras de Henry Giroux
“la importancia del pensamiento crítico, argumentando que éste es una caracte-
rística constructiva de la lucha por la autoemancipación y por el cambio social
(…)” (Giroux 1986, 21-23). Como lo expresa Giroux, la noción de teoría críti-
ca

se refiere a una naturaleza de crítica autoconsciente y a la necesidad de


desarrollar un discurso de transformación social y de emancipación que
no se aferre dogmáticamente a sus propios principios doctrinarios. (...) La
Escuela de Frankfurt toma como uno de sus valores centrales el compro-
miso de explorar el mundo de las apariencias objetivas para exponer las
relaciones sociales subyacentes que frecuentemente causan ilusión. En
otras palabras, penetrar tales apariencias significa exponer, a través de un
análisis crítico, las relaciones sociales que adoptaron el estatus de cosas u
objetos. (Giroux 1986, 21-23)

Para situar mejor este proceso en el tiempo, resulta pertinente ver la inter-
pretación de Barbara Freitag, para quien la teoría crítica impulsada por la Es-
cuela de Frankfurt atravesó tres grandes momentos. El primer periodo corres-
ponde a la creación y consolidación de la Escuela de Frankfurt (Instituto de
Investigación Social, 1923), la articulación de una “teoría crítica” de la socie-
dad, la dirección de Horkheimer, el cierre del Instituto ante la amenaza del
nazismo, la emigración hacia los Estados Unidos (1933-1950) y los estudios
sobre la personalidad autoritaria. El segundo periodo comprende el regreso de
Horkheimer y Adorno a Frankfurt después de la Segunda Guerra Mundial, la
reconstitución del Instituto de Investigación Social, el liderazgo de Adorno y
sus análisis sobre la teoría de la estética, la industria cultural y la dialéctica
negativa. El tercer periodo está representado principalmente por la actuación de
Habermas, su polémica contra el positivismo (Niklas Luhmann), la desmitifi-
cación de la razón instrumental y de la dominación tecnócrata, la cuestión de la
crisis de legitimidad del Estado capitalista, la reestructuración de la teoría críti-
ca por medio de la razón comunicativa/dialógica, y la dialéctica de la moderni-
dad y de la posmodernidad (Freitag 1986, 30; Slater 1978, 11-33; Jay 1986).
NATURALEZA Y PROBLEMATIZACIÓN DE LA TEORÍA CRÍTICA 31

1.4.- OBJETIVOS Y SIGNIFICADO DE LA TEORÍA CRÍTICA

La intención de la teoría crítica es definir un proyecto que posibilite el cambio


de la sociedad en función de un nuevo tipo de individuo. Se trata aquí de la
emancipación del ser humano de su condición de alienado, de su reconciliación
con la naturaleza no represiva y con el proceso histórico concebido por él mis-
mo. Como bien recuerda Ernildo Stein, el proyecto de la teoría crítica no le da
necesariamente prioridad a un modelo político (el socialismo), sino que insiste
en la emancipación humana de todo estado de cosificación. De esta idea de
cambio de la sociedad se desprende un paradigma de índole antropológica y de
transformación del hombre para liberarlo “de los determinismos naturales e
histórico-sociales” (Stein 1986, 102). Lo paradójico del caso reside en el hecho
de que el hombre es un ser histórico que se encuentra preso en las limitaciones
de la naturaleza. Se vuelve imperioso el ideal utópico de la reaproximación
entre el hombre, la naturaleza no opresora y la historia. Entre tanto, las contra-
dicciones del presente y el desafío para transformar lo establecido acaban gene-
rando una antropología social pesimista, calcada no tanto de la experiencia
revolucionaria del marxismo-leninismo sino primordialmente de la herencia
teórica del marxismo que viene de los Manuscritos económico-filosóficos
(véanse Stein 1986, 100, 106; Marx 1973, 132-222). De ahí resulta la impor-
tancia para algunos autores frankfurtianos de haber retornado igualmente la
dialéctica hegeliana (Marcuse).
Naturalmente, toda la lógica discursiva de la teoría crítica circunscribe el
problema del hombre en la historia y el surgimiento de un sistema de referen-
cias acabado, afirmado en presupuestos racionales, en la unidad de fundamento
y legitimación de los agentes a los cuales está destinado. Ernildo Stein ha ex-
plicado con claridad el paradigma filosófico que sustenta la teoría crítica frank-
furtiana. Para él, dicho paradigma

se caracteriza por presuponer que estamos todos sobre un plano en el que


existe solamente lo humano, y es a partir de este plano que los problemas
aparecen. Las cuestiones del conocimiento ya no pueden ser resueltas a
través de un llamado a la naturaleza o a explicaciones teológicas. Par-
tiendo de la destrucción de la idea de conciencia, de la crítica de los mo-
delos epistemológicos de la relación sujeto-objeto, de la recusación de las
teorías de la representación, estos problemas no pueden ser abordados por
medio de una especie de viaje hacia el interior, hacia la conciencia. No es
por una descripción de una máquina mental cognitiva ficticia que vamos
a resolver el problema del conocimiento. Tendremos que resolverlo a par-
32 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

tir del análisis de lo que el hombre produce: su discurso, su cultura, su


historia. (Stein 1986, 113)

Más allá de sus objetivos, vale la pena examinar el tipo de conocimiento


en que está fundada la teoría crítica. ¿Estamos frente a un conocimiento cientí-
fico empírico-observable o frente a una filosofía “reflexivamente aceptable”?
Esta pregunta es tratada de manera clara por Rayrnond Geuss, para quien las
teorías científicas tienen como propósito el “uso instrumental”, es decir, la
“manipulación satisfactoria del mundo exterior”, buscando una estructura
lógico-cognitiva “objetificante”. Las teorías críticas que tienen como finalidad
el esclarecimiento y la emancipación no requieren necesariamente una confir-
mación empírica, sino que son admitidas apenas por sobrevivir a un proceso
más complicado de evaluación, cuya parte central es una demostración de que
son “reflexivamente aceptables” (Geuss 1988). La teoría crítica incide, de esta
forma, en una filosofía histórico-social de “estructura cognitiva reflexiva”.
Aunque no revista la especificidad de una ciencia empírica de la sociedad,
presenta el programa de investigación social que pasa por la forma de com-
probación y legitimación de los múltiples intereses reprimidos. El carácter
dinámico de su contenido teórico, unido a su práctica instrumental, ha servido
para que los sectores marginados tomen la debida conciencia para articular la
estrategia de las rupturas, así como de las desmitificaciones de las ilusiones y
de las falsas verdades dominantes.
La teoría crítica provoca la autoconciencia de los agentes y de los grupos
que se encuentran en una situación desigual y sufren las injusticias por parte
de los sectores dominantes, de las clases privilegiadas o las élites. En ese sen-
tido, desde el punto de vista ideológico, la teoría crítica tiene una formaliza-
ción positiva en la medida en que sirva al proceso de esclarecimiento y eman-
cipación, y responda a los deseos, intereses y necesidades de los realmente
oprimidos (véase Geuss 1988, 141-143).
La teoría crítica tiene, por tanto, el mérito de demostrar hasta qué punto
los individuos están cosificados y moldeados por los determinismos históricos
y naturales, incluso cuando no estén al tanto del discurso hegemónico y las
falacias del mundo oficial. En un primer momento, los agentes creen que están
actuando de modo libre e intencional al aceptar la representación de su imagi-
nario social. Entre tanto, gracias a la teoría crítica, adquieren esa autorreflexión
que disuelve las falsas legitimaciones y las pseudos-objetividades. La especifi-
cidad de tal revelación cualifica las condiciones materiales para la aplicación de
una teoría crítica. Para Geuss, eso significa que una teoría crítica es “(...) un
objeto conceptual muy complicado dirigido a un grupo particular de agentes
frustrados (...) [que] procurará ser la ‘autoconciencia’ de un proceso en el cual
NATURALEZA Y PROBLEMATIZACIÓN DE LA TEORÍA CRÍTICA 33

ellos se liberan de un estado inicial específico de dependencia e ilusión (...) y


alcanzan un estado final de esclarecimiento” (Geuss 1988, 141).
Según Geuss, para que una teoría crítica resulte formalmente adecuada y
aceptable es necesario que cumpla cuatro requisitos: a) demostrar que la “tran-
sición del estado inicial al estado final propuesto es ‘objetivamente’ (teórica-
mente) posible”; b) dejar en claro que la “transición del estado inicial al estado
final propuesto es ‘prácticamente necesaria’ (...pues) el estado inicial es un
estado de dependencia, ilusión y frustración que satisface las condiciones de
aplicación de una teoría crítica”; c) evidenciar que el paso de la condición ini-
cial “al estado final propuesto puede ocurrir solamente si los agentes destinata-
rios adoptan la teoría crítica como su ‘autoconciencia’ y así mismo actuar de
acuerdo con ella”; d) comprobar “de qué manera la sociedad satisface las con-
diciones para la aplicación de una teoría crítica, esto es, mostrar que el estado
presente de una determinada sociedad hace de ella una instancia del ‘estado
inicial’ que la teoría crítica describe” (Geuss 1988, 125-126).
Teniendo en cuenta que uno de los dos ejes de la teoría crítica es la acep-
tación por parte de la gran mayoría, habrá que convenir que los procesos de
concienciación y emancipación no solamente privarán a las élites dominantes
de ciertas ventajas, sino que deberán posibilitar que ellas se encaminen hacia
un reconocimiento espontáneo y hacia una renuncia voluntaria de sus injustos
privilegios (véase Geuss 1988, 141-143). En consecuencia,

la clara intención de la teoría crítica es que, si los agentes en una sociedad


específica fueran emancipados de la ilusión ideológica y de la coerción,
ellos deberían en su totalidad, incluso la clase dominante de antes, con-
cordar en lo siguiente: que prefieren su estado presente al estado “inicial”
anterior, y que ellos pasarán a tener una visión más correcta sobre el lu-
gar donde se encuentran sus verdaderos intereses. (Geuss 1988, 142)

En síntesis, en la teoría crítica es claro un lenguaje de naturaleza progre-


sista que legitima una aspiración utópica y revolucionaria, relacionada con lo
más profundo de la dignidad humana. Sin caer en idealismos o cientificismos,
el objetivo y la significación de la teoría crítica es, en tanto que proyecto ideo-
lógico de desmitificación y emancipación, salvar y rescatar todo un contenido
utópico y libertador del pensamiento occidental (Geuss 1988, 144).

1.5.- IMPRECISIONES Y APORÍAS DE LA TEORÍA CRÍTICA

Incluso si reconocemos la importancia de la teoría crítica desarrollada por la


vertiente frankfurtiana, no es posible descartar la dialéctica del mismo proceso,
34 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

es decir, el hecho de que estamos frente a una teoría crítica que debe ser per-
manentemente cuestionada para no incurrir en generalizaciones y dogmatis-
mos. Es preciso evitar la substitución de verdades divinizadas por “pseudopa-
radigmas críticos”, nuevamente sacralizados. Esa comprobación empírica de su
contenido teórico es esencial para el fortalecimiento y la adecuación de sus
presupuestos epistemológicos como propuesta de un nuevo paradigma. El pro-
ceso de autocrítica que recae sobre la teoría crítica ha revelado algunos puntos
de fundamentación no muy claros, de poca consistencia y sujetos a interpreta-
ciones contrarias irrefutables. Algunas de las principales invectivas que inciden
en la teoría crítica resaltan la ambigüedad en temas como la naturaleza/historia,
la dialéctica negativa, la postura elitista y la poca eficacia en tanto que práctica
política.
En primer lugar, la relación naturaleza/historia está mal formulada pues,
como comenta Ernildo Stein (1986,107), la “aporía en que incurre la propuesta
de una reconciliación entre naturaleza e historia es insoluble”. En la medida en
que la ruptura con el mundo natural y el mundo teológico se produce, señala
Stein, no hay más razones para que se restablezca la relación entre el hombre y
la naturaleza. Partiendo de una idealización hegeliana, la teoría crítica busca
superar, de manera inapropiada, las dos instancias (naturaleza e historia) a tra-
vés de un proceso dialéctico que culmine en la unidad y en la reconciliación
entre la naturaleza y la condición histórica del hombre. En realidad, estamos
aquí frente a un proceso de unificación utópica (“naturalización del hombre y
humanización de la naturaleza”) que no contribuye a la liberación del ser
humano. Éste, de cualquier forma, no es una especie natural y por ello no se
confunde con la naturaleza. Ahora bien, la teoría crítica no consigue resolver
esta cuestión de modo satisfactorio, ya que el hombre, para volverse sujeto
histórico emancipado, no puede estar preso ni subordinado a los determinismos
naturales. No hay razón de reconciliarlo con la naturaleza en la medida en que
ésta constituye un factor de alienación y un límite para la expansión de la pro-
ducción cultural humana (Stein 1986, 106).
El segundo elemento que debemos considerar es la imposibilidad, según
Adorno, de trabajar con el concepto de totalidad dialéctica en el sentido hege-
liano. Se crea así una ambigüedad antidialéctica cuando los frankfurtianos con-
ciben la dialéctica como proceso en movimiento (marcado por la crítica, por la
determinación, por la desmitificación de aquello que está establecido), que
muestra los diagnósticos (situación de crisis y “acrítica”) sin alcanzar la identi-
dad, la unidad total y la síntesis final. Temiendo la totalidad posible, se limita a
lo negativo de la situación sin proponer, de manera positiva, “una respuesta que
invierta los polos” (Stein 1986, 108-109). En ese contexto, tiene razón Stein
cuando estima que “los conceptos principales de la Escuela de Frankfurt son
NATURALEZA Y PROBLEMATIZACIÓN DE LA TEORÍA CRÍTICA 35

conceptos a medias, conceptos de resistencia, conceptos de exilio (...). Una


dialéctica negativa no dará nunca el paso adelante para desarrollar esos meca-
nismos de diagnósticos posibles y de transformación” (Stein 1986, 100). Dicha
dialéctica “concibe que basta el proceso, que basta establecer por medio de la
crítica el negativo, para que entonces ocurran los efectos. (...) La dialéctica
negativa es por lo tanto una especie de ascetismo de la determinación, una es-
pecie de obstinación en mantener el negativo de pie, simplemente porque el
positivo todavía no ha llegado” (Stein 1986, 110). De cualquier modo, vale la
pena recordar que, frente al pesimismo de Adorno, Habermas construyó una
propuesta epistemológica ecléctica y comprehensiva que permite salir de los
impasses de esa dialéctica negativa.
El tercer polo de imprecisión de la teoría crítica es su postura intelectuali-
zada y elitista de la sociedad. Aunque los teóricos críticos asumen un discurso
neomarxista, de sello libertario y de crítica a la cultura burguesa dominante, en
ocasiones no reflejan, en sus actitudes personales, una identificación correcta
con la opresión social y con la condición real de las masas despojadas. Ellos
elaboran una crítica romántica, idealista y hermética en demasía de la cultura
de masas y de las creaciones populares en el dominio de la música y del depor-
te. En diversas ocasiones, la trayectoria es marcada por comportamientos carac-
terizados por los siguientes elementos: “indiferencia soberana, una mentalidad
de crisis autosatisfecha, resignación en cuanto a la incompetencia de la razón y
a las imposibilidades de cambio, y finalmente una profunda estabilidad para
ignorar todo aquello que caiga fuera del interés del momento, aunque sea del
interés general de la especie humana” (Rodrigues 1981, 109).
Es clara la insuficiente vinculación de la teoría crítica y de su discurso
emancipador con la práctica política de movimientos sociales emergentes.
Frente a esto se vuelve esencial el pleno restablecimiento del nexo teoría-
praxis. Para ello, según Slater, se requieren dos condiciones: “que la ‘teoría
crítica de la sociedad’ reconozca la entera naturaleza dialéctica de las luchas
fundamentales” (Slater 1978, 52) y

que la teoría sirva de mediación para los que están envueltos en las lu-
chas de una forma práctica. Mostrar apenas la necesidad de las contradic-
ciones y tener conciencia de ello no es suficiente; una real teoría revolu-
cionaria cobija una teoría de la organización y de la acción política. Es
preciso establecer una teoría crítico-práctica. Y exactamente de eso care-
ce la concepción de la Escuela de Frankfurt. (Slater 1978, 52. Ver Bron-
ner 1997)
36 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Por último, otra ponderación cuestionadora es la de Boaventura de S. San-


tos, para quien, en esa fase de transición paradigmática de la humanidad, se
viven problemas de la modernidad para los cuales no hay soluciones modernas.
De ahí que en tiempos de “pos-modernidad celebrada”, marcada por la teoría
crítica moderna (con énfasis en la totalidad, en la monocultura y en el principio
único de la transformación), se le debe contraponer una teoría crítica pos-
moderna, propia para la “pos-modernidad inquietante o de oposición”. Así, en
sus “consecuencias perturbadoras (…), una de las flaquezas de la teoría crítica
moderna fue no haber reconocido que la razón que critica no puede ser la mis-
ma que piensa, construye y legitima aquello que es criticable”. Teniendo en
contra “lo que aconteció a las propuestas alternativas por la teoría crítica mo-
derna, no nos podemos contentar con un pensamiento de alternativas. Necesi-
tamos de un pensamiento alternativo de alternativas. (…) una teoría crítica pos-
moderna que se construya a partir de una tradición epistemológica marginada y
desacreditada de la modernidad” asentada en el conocimiento-emancipación y
movida por el principio de la solidaridad (Santos 2000, 28-30).
Los límites, las imprecisiones y las aporías de la contribución frankfurtia-
na no invalidan ni impiden que la teoría crítica de corte moderno ejerza el papel
indispensable como instrumento pedagógico “teórico-práctico” para todos
aquellos (personas o grupos) que buscan un proyecto síntesis transcultural que
represente un instrumento de resistencia y fundamento emancipador capaz de
autolegitimarse como sistema de valores.
CAPÍTULO 2

La teoría crítica en el derecho

2.1.- NOCIONES, CONCEPTO Y OBJETIVOS

L as bases del movimiento de crítica en el derecho se gestaron a finales de la


década de los sesenta, a través de la influencia sobre juristas europeos de
las ideas provenientes del economicismo jurídico soviético (Stucka, Pashuka-
nis), de la relectura gramsciana de la teoría marxista hecha por el grupo de Alt-
husser, de la teoría frankfurtiana y de las tesis arqueológicas de Foucault sobre
el poder.
El movimiento, atravesado por tesis de inspiración neomarxista y de con-
tracultura, comenzaba a cuestionar el sólido pensamiento juspositivista reinante
en el medio académico y en las instancias institucionales. Así, se proyectaban
en el campo del derecho investigaciones que desmitificaban la legalidad dog-
mática tradicional y a la vez introducían análisis sociopolíticos del fenómeno
jurídico, aproximando más directamente el derecho al Estado, al poder, a las
ideologías, a las prácticas sociales y a la crítica interdisciplinaria. A lo largo de
los años setenta, el movimiento de la crítica jurídica se consolidó principalmen-
te en Francia, con profesores universitarios de izquierda (en 1978 surge el
“manifiesto” de la Asociación Crítica del Derecho), y posteriormente en Italia
con algunos magistrados politizados y antipositivistas (el movimiento del Uso
Alternativo del Derecho). La corriente de la crítica jurídica (principalmente la
de origen francés) acabó extendiéndose rápidamente a España, Bélgica, Ale-
mania, Inglaterra y Portugal. Ya en la década de los ochenta sus ecos retumba-
ron en América Latina, principalmente en Argentina (Carlos Cárcova, Ricardo
Entelman, Alicia Ruiz, Enrique Marí y otros), en México (Oscar Correas), Chi-
le (Eduardo Novoa Monreal), Brasil y Colombia (a través del grupo de juristas
del Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos, ILSA). En
Brasil, las discusiones acerca de la “crítica jurídica” y de la importancia peda-
gógica de la teoría crítica en el derecho adquirieron fuerza a mediados de los
ochenta, gracias a la repercusión de los movimientos críticos francés e italiano,
y a la iniciativa e incentivos de algunos profesores de filosofía y de sociología
38 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

jurídica en diversas facultades de derecho brasileñas, como Roberto Lyra Filho,


Tércio Sampaio Ferraz Jr., Luis Fernando Coelho y Luis Alberto Warat.
En realidad se trataba de discursos críticos tentativos, “producidos a partir
de diferentes perspectivas epistemológicas con pretensión de diagnosticar los
efectos sociales del legado tradicional del derecho en sus características norma-
tivas y centralizadoras”. Así, los discursos críticos del derecho se desvincula-
ban “del positivismo jurídico, del jusnaturalismo y del realismo sociológico,
haciendo de éstos el objeto de su crítica”. Se pretendía revelar cómo, tras la
enseñanza de esas doctrinas idealistas y formalistas, se encontraban “encubier-
tas y reforzadas las funciones del derecho y del Estado en la reproducción de
las sociedades capitalistas” (Warat y Pepe 1996,65).
Esclarecidas algunas nociones preliminares, es necesario avanzar en la
exploración de las posibilidades conceptuales de la teoría crítica en el derecho.
Detengámonos en la precisión inicial de lo que se entiende por “crítica” en este
campo específico. Al margen de la idea que tengamos de la “teoría científica”
con un grado aceptable de objetividad, sistematicidad y universalidad, la “teo-
ría crítica” es importante en tanto atribuye relevancia al sentido sociopolítico
del derecho, es decir, una plena eficacia al discurso que cuestione el tipo de
justicia expuesto por cualquier ordenamiento jurídico. Se debe entonces des-
prender una formulación aceptable y satisfactoria como discurso que insista en
el sentido ideológico del derecho, en la medida en que éste sea responsable de
prescripciones normativas desvirtuadas por las relaciones sociales (véase Co-
rreas 1995a, 277-279). La estrategia discursiva no niega la “apariencia real” del
fenómeno jurídico, sino que procura revelar los intereses y las contradicciones
que se ocultan tras una estructura normativa. La crítica se legitima en el mo-
mento en que es competente para distinguir, en la esfera jurídica, el “nivel de
apariencias” (realidad normativa) de la “realidad subyacente” (o subrayar aque-
llo que no está prescrito pero que existe).
Michel Miaille señala que el término “crítico” se volvió uno “de los más
comunes de la filosofía occidental en los últimos dos siglos”; sin embargo, fue
renovado desde el siglo XIX cuando entró en concordancia con los movimien-
tos sociales contestatarios. En efecto, durante mucho tiempo -y aún hoy- la
crítica es apenas un modo particular de desarrollo del pensamiento, relativismo
en nombre de la Razón de un saber que nunca puede ser absoluto. Con todo
esto, continúa Maille,

este distanciamiento es frecuentemente traducido por los juristas de ma-


nera simplificada, únicamente por medio de críticas sobre tal o cual punto
de la legislación. No es esta la ambición de una reflexión crítica sobre el
derecho: (...) ésta debe abordar las cosas por la raíz, volver a la genealo-
LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO 39

gía que permitió la existencia de determinada forma jurídica (...). (Maille


1984,32)

Aun si se reconocen las ambigüedades y “contrasentidos” de la categoría


“crítica” aplicada al derecho, ésta puede y debe ser comprendida como el ins-
trumento operante que permite no sólo esclarecer, estimular y emancipar un
sujeto histórico inmerso en determinada normatividad, sino también discutir y
redefinir el proceso de constitución del discurso legal mitificado y dominante.
En esa medida se puede conceptualizar la “teoría jurídica crítica”, por un lado,
como la formulación teórico-práctica que se revela bajo la forma del ejercicio
reflexivo capaz de cuestionar y de romper con aquello que se encuentra disci-
plinariamente ordenado y oficialmente consagrado (en el conocimiento, en el
discurso y en el comportamiento) en determinada formación social; por el otro,
como la posibilidad de concebir y revivir otras formas diferenciadas, no repre-
sivas y emancipadoras, de práctica jurídica.
La constitución de una teoría jurídica crítica presupone la concreción de
objetivos que deben ser alcanzados por ella. El jurista argentino Luis A. Warat
señala algunos objetivos incluidos en los distintos saberes críticos, que son
condiciones para instituir cualquier teoría que intente hacer real una crítica
plenamente satisfactoria del fenómeno jurídico. En opinión del mismo autor,
las corrientes caracterizadas por propuestas metodológicas distintas se aproxi-
man en la medida en que consiguen una lista de objetivos que vale la pena citar
en extenso:

a) mostrar los mecanismos discursivos a partir de los cuales la


cultura jurídica se convierte en un conjunto fetichizado de
discursos;
b) denunciar cómo las funciones políticas e ideológicas de las
concepciones normativistas del derecho y del Estado están
apoyadas en la ilusoria separación del derecho y de la polí-
tica y en la idea utópica de la primacía de la ley como ga-
rantía de los individuos;
c) revisar las bases epistemológicas que comandan la produc-
ción tradicional de la ciencia del derecho, demostrando de
qué manera las creencias teóricas de los juristas en torno a
la problemática de la verdad y de la objetividad cumplen
una función de legitimación epistémica, a través de la cual
se pretende desvirtuar los conflictos sociales, presentándo-
los como relaciones individuales armonizables por el dere-
cho;
40 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

d) superar los bizantinos debates que nos muestran el derecho


desde una perspectiva abstracta, obligándonos a verlo como
un saber eminentemente técnico, destinado a la conciliación
de intereses individuales, a la preservación y administración
de intereses generales (...). De esta forma, la teoría crítica
intenta reacomodar el derecho en el conjunto de las prácti-
cas sociales que lo determinan (...). (Warat 1983a, 39-40)
e) crear una conciencia participativa que permita a los diferen-
tes juristas de oficio involucrarse de manera competente en
los múltiples procesos decisorios, como factores de inter-
mediación de las demandas de la sociedad y no como agen-
tes del Estado (...);
f) modificar las prácticas tradicionales de investigación jurídi-
ca a partir de una crítica epistemológica de las teorías do-
minantes, de sus contradicciones internas y de sus efectos
ideológicos con relación a los fenómenos que pretende or-
ganizar y explicar;
g) proporcionar, en las escuelas de derecho, un conjunto de
instrumentos pedagógicos adecuado para que los estudian-
tes puedan adquirir un modo diferente de actuar, pensar y
sentir, partiendo de una problemática discursiva que intente
mostrar no sólo los nexos del derecho con las relaciones de
poder, sino igualmente el papel de las escuelas de derecho
como productoras de ideas y representaciones. Estas últimas
se entrelazarán posteriormente con la actividad social como
un valor a priori, lleno de certezas y de dogmatismo. (Wa-
rat, en Plastino 1984, 21-22)

2.2.- POSIBILIDADES Y LÍMITES DE UNA TEORÍA


JURÍDICA CRÍTICA

El cuestionamiento acerca de la crisis y de las rupturas de la racionalidad tradi-


cional (idealismo/positivismo), la construcción de nuevos paradigmas sociopo-
líticos en la esfera de la epistemología de las ciencias humanas y los recientes
avances de la filosofía de las ciencias tienen que ser incorporados en la presente
investigación sobre la esencia, la naturaleza y la cientificidad del mundo jurídi-
co. Amplios sectores de la epistemología jurídica contemporáneos no son aje-
nos a la creación de los actuales modelos de fundamentación ni a la discusión
sobre las llamadas revoluciones científicas. El carácter moderno de tales pará-
metros despierta la conciencia de los jusfilósofos, tanto en la filosofía del dere-
LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO 41

cho como en la teoría general del derecho. Es necesaria una profunda reflexión
que lleve a reconsiderar los fundamentos y la estructura del pensamiento jurídi-
co moderno occidental, marcado por la lógica de la racionalidad técnico-formal
y por los presupuestos científicos calcados de la dogmática del cientificismo
positivista. Compartiendo los cambios de paradigmas que se vienen dando en la
filosofía de las ciencias y en las ciencias humanas, es urgente integrar en esa
dirección la teoría, la producción y la práctica jurídica contemporánea. Esa
tarea permite revisar y romper con el discurso y con el conocimiento jurídico
tradicionales, investigar las bases epistemológicas para el contenido del nuevo
paradigma en el derecho, y definir posturas y directrices no sólo destinadas a
mantener la seguridad, la eficiencia y la dominación del poder normativo vi-
gente, sino también a ejecutar la práctica político-social de una cultura jurídica
inclinada a construir una sociedad democrática, cuyo pluralismo -como lo
afirma Claude Lefort- proyecte la constante reinvención de la democracia y le
dé prioridad, dentro de la dialéctica del proceso, a la socialización institucional
de la justicia.
Tales preocupaciones, que reflejan la superación de la racionalidad idea-
lista y el desmantelamiento del formalismo lógico-positivista, dejan entrever el
espacio cada vez más grande para los horizontes del discurso teórico crítico y
de la práctica pluralista en el derecho. Aunque exista una formulación teórico-
orgánica, uniforme y acabada, y aunque persista la controversia entre los jusfi-
lósofos sobre la existencia o no de la “teoría crítica del derecho”, no es posible
desconocer ni negar la existencia de un pensamiento crítico, representado por
diversas corrientes y tendencias que buscan cuestionar, repensar o superar el
modelo jurídico tradicional (idealismo/formalismo).
El problema de lo que en el derecho representa el ejercicio de la crítica es
abordado, con bastante originalidad, por Luis A. Warat, para quien el “discurso
crítico” aparece “(…) como un proceso de intervención sobre el saber acumu-
lado, el cual proporciona la información necesaria para desarrollar un conoci-
miento analítico capaz de superar las barreras del nivel alcanzado por las cien-
cias sociales”. Para dicho autor, “el ‘discurso crítico’ no puede tener ninguna
pretensión de perfección, ni puede pretender hablar alternativamente en nombre
de ninguna unidad o armonía, ya que se encuentra en permanente proceso de
elaboración. (...) Realiza análisis fragmentados y transformables, propios de un
proceso de producción de un nuevo conocimiento científico” (Warat, en Faria
1988a, 35-36).
Estas observaciones permiten avanzar en la discusión y en la interpreta-
ción de la controversia sobre la existencia o no de una “teoría crítica” del dere-
cho, que ha tenido lugar entre algunos de los más representativos jusfilósofos
de las últimas décadas. Es importante señalar que en el pensamiento moderno
42 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

de la crítica jurídica -compuesto por diversas corrientes o tendencias, con dis-


tintos ejes metodológicos- aparecen dos posiciones epistemológicas lógicas
muy significativas, predominantes hasta la primera mitad de la década de los
ochenta. Por un lado, están los teóricos críticos que defienden la posibilidad y
la construcción de una “teoría crítica” del derecho a partir de determinados
presupuestos teóricos -v.gr., Michel Miaille y Ricardo Entelman-. Por otro
lado, los teóricos críticos que no aceptan hablar de la especificidad le una “teo-
ría crítica” del derecho y la conciben más como un discurso de cambio o de un
movimiento fragmentado por diferentes perspectivas metodológicas. Aquí se
incluyen las posturas doctrinarias de Leonel S. Rocha y Luis A. Warat.
La contribución de Miaille se traduce en la crítica vigorosa y radical al
sistema jurídico capitalista (idealismo y formalismo burgués) y en la conse-
cuente afirmación de una nueva propuesta de epistemología normativa, fundada
en el materialismo histórico. Para este autor, es necesario identificar y desmiti-
ficar los presupuestos ideológicos presentes en el marco de la legalidad burgue-
sa dominante. Igualmente, hay que evidenciar la naturaleza de la “instancia
jurídica” en la dinámica entre infraestructura y superestructura, y la función
necesaria del derecho en las relaciones de producción del capitalismo. La rup-
tura con el modo le dominación socioeconómico individualista y la desacrali-
zación de los mitos normativos que componen esa estructura jurídica, posibili-
tan las condiciones -en el pensamiento o en la práctica- para el surgimiento de
la “teoría crítica” del derecho, entendida como ciencia social revolucionaria,
perfectamente posible en tanto que instrumento válido de las transformaciones
políticas. Se formaliza así una racionalidad científica que participa críticamente
de la erradicación de las formas jurídicas dominantes. Inspirándose en propues-
tas de la epistemología francesa contemporánea y del “cientificismo” de corte
althusseriano, Miaille articula la formación de una concepción crítica del dere-
cho en la sociedad capitalista, sobre todo “una teoría marxista renovada del
derecho, capaz de suplantar las insuficiencias de la concepción del derecho
como simple reflejo de la infraestructura, o como instancia ideológica” (Falcão,
en Plastino 1984, 60. Véase igualmente Novoa Monreal 1985, 99-122). Com-
pletando una simbolización político-jurídica de representación y reproducción
de las relaciones sociales, en el fondo la “teoría crítica” tiene como objetivo
dejar clara la manera como se articulan las relaciones entre la “vida mental y
las formas institucionales” (Zuleta Puceiro 1987a, 58).
Otra perspectiva, presentada como tendencia teórica de la filosofía jurídi-
ca y bautizada como “teoría crítica”, también fue desarrollada en la primera
mitad de los años ochenta por el argentino Ricardo Entelman. Se trata de una
“teoría crítica” del derecho que pretende “crear un lugar en el contexto de la
problemática jurídica, donde sea posible superar la racionalidad idealista en
LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO 43

que se apoyan las diferentes escuelas del pensamiento tradicional en el campo


del derecho y a la vez hacer avanzar el pensamiento jurídico materialista, con el
fin de que no se limite a la simple función de desarticulación de aquella racio-
nalidad” (Entelman 1982a; Zuleta Puceiro 1987a, 60-61). Para Entelman, la
característica de esa producción jurídica crítica es concebir el derecho “como
una práctica social específica, en la cual se expresan los conflictos de los gru-
pos sociales actuantes en una formación social determinada, tanto en la produc-
ción, circulación y consumo del derecho, como en la producción teórica con
relación a la instancia jurídica, y que adquiere una cierta autonomía relativa con
respecto a la totalidad de la producción social” (Entelman 1982a, 156). Reco-
nocida la insuficiencia y aceptados los límites de la teoría jurídica tradicional,
es necesario construir una epistemología jurídica que supere no sólo los obstá-
culos naturales epistemológicos de ese tipo de conocimiento, sino que investi-
gue la eficacia del propio poder jurídico, a través de la teoría de los “mitos
jurídicos” y la revisión del sentido y de la funcionalidad de la teoría de las
ideologías en la práctica “científica” y material de los juristas.
A esas incursiones que intentan solidificar las bases epistemológicas y el
contenido conceptual de la “teoría crítica” del derecho se suma además, como
punto de partida, la aceptación de ciertas proposiciones críticas provenientes
del marxismo clásico (Pashukanis) y la utilización de algunos avances catego-
ríales extraídos de la teoría jurídica tradicional, básicamente en lo que respecta
al “análisis del lenguaje y a la cuestión del funcionamiento de las formas lógi-
cas de ese lenguaje, así como ciertas categorías y conceptos de la teoría general
del derecho” (Entelman 1982a, 158). Se observa así, en la lógica de organiza-
ción y de control de las instituciones jurídicas, la incorporación de prácticas y
procedimientos ideológicos vinculados a las relaciones sociales de poder. La
circulación, el monopolio y la ocultación de la producción de los conocimien-
tos jurídicos a través de la práctica “científica” y de la “filosofía espontánea de
los juristas” se realizan en la particularidad de un discurso político jurídico,
esencialmente un discurso de ejercicio del poder. El discurso moderno de poder
incide, aglutina y trasciende los micro y macroespacios de la instancia jurídica
discursiva. En la proposición epistemológica de la crítica jurídica de Entelman,

el discurso, concebido como lenguaje en acción, permite pensar el dere-


cho y las teorías producidas sobre él como un lenguaje en operación de-
ntro de una formulación social, produciendo y reproduciendo una lectura
de sus instituciones que a su vez reúne, y en ocasiones determina, el
comportamiento de las distintas instancias que lo componen. Desde ese
ángulo, el discurso jurídico será parte preponderante del discurso del po-
der. (Entelman 1982a, 15; Jeammaud, en Miaille et al. 1986, 62-63)
44 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

En la aproximación teórica de Entelman se vislumbra un planteamiento de


discurso jurídico crítico sustentado en los caminos del eclecticismo y de la
interdisciplinariedad. Se trata de un proyecto que atraviesa y sobrepasa ciertas
vertientes del materialismo jurídico, de los enfoques ideológicos althusserianos
y del realismo normativo lógico-lingüístico, recorriendo determinadas referen-
cias originarias de Foucault y del psicoanálisis. Este discurso, en la medida en
que abarca las interacciones de las prácticas teóricas jurídicas, sólo puede ser
visualizado como “parte operante de un todo”, que implica la combinación de
conceptos y categorías de otras áreas de las ciencias sociales. Sólo se compren-
de esa totalidad en el derecho a partir de una perspectiva interdisciplinaria, ya
que la interdisciplinariedad, como pretende Entelman, debe ser entendida

como la interacción de regiones teóricas y no como la incorporación de


conceptos producidos por otra ciencia, o como la crítica realizada, por así
decir, ‘desde afuera’ de la región demarcada por el discurso jurídico. Esta
interdisciplinariedad no hará perder de vista la estrecha vinculación entre
la práctica teórica y la historia del desarrollo real de las formaciones so-
ciales en las cuales y para las cuales esta misma se realiza (...). (Entelman
1982a, 15-16)

La segunda corriente entre los teóricos críticos del derecho se concreta en


la posición asumida, entre otros, por Leonel S. Rocha y Luis Alberto Warat.
Rocha proclama la existencia de dos posturas excluyentes que demuestran am-
plias diferencias epistemológicas: la dogmática normativista y la equivocada
“teoría crítica” del derecho. Centrándose particularmente en la teoría crítica,
Rocha alude a la necesidad de distinguir dos propuestas de “teoría crítica” del
derecho: “a) una teoría crítica, que puede ser tildada de ingenua, la cual termina
incluso postulando una epistemología crítica por cuanto tiene objetivos opues-
tos; b) una teoría crítica de corte político-social e histórico, que analiza el dere-
cho a partir de sus especificidades político-ideológicas” (Rocha 1982, 132).
Considerada y examinada por oposición a la teoría jurídica dominante (positi-
vismo tradicional), la “teoría crítica” (entendida como una totalidad discursiva)
es presentada como otra forma de saber jurídico competente que se legitima y a
la vez se impone como fundamento científico sustitutivo, pero que acaba incu-
rriendo en las mismas insuficiencias de la dogmática positivista. La falacia de
tal postura se encuentra contradictoriamente, en la recuperación del propio
positivismo, ya que aunque la teoría crítica pretenda construir “un saber de
verdades aproximadas, determinadas históricamente por las relaciones de poder
de la sociedad”, bajo la apariencia de una verdad concebida como ideológica-
LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO 45

mente específica, en realidad “(...) esconde una tentativa sofisticada de conse-


guir el control político de la teoría jurídica positivista dominante. Sin embargo,
la teoría crítica, si bien denuncia las estrategias epistemológicas del positivis-
mo, las utiliza por medio de mecanismos altamente complejos” (Rocha 1982,
133). Para este autor, aunque haya objetivos político-ideológicos específicos
entre las dos grandes orientaciones epistemológicas, ambas acaban revistiéndo-
se de las particularidades de un saber dogmático. En ese orden de ideas, se
constata que

tanto la dogmática como la teoría crítica son puntos de vista epistemoló-


gicos que ocultan, bajo el ropaje particular de la ciencia, objetivos políti-
cos específicos: conservadores a la luz de la dogmática y conservadores
desde el punto de vista de la teoría crítica. Con todo, esto no autoriza a la
teoría crítica a defender la superación de la dogmática jurídica en tanto
que ciencia, apoyándose en la vieja oposición entre ciencia e ideología.
En otras palabras, el problema no reside en la construcción de una nueva
ciencia del derecho que permita problematizar su propia función social,
como si el problema del derecho fuese únicamente epistemológico: (...)
La cuestión fundamental es el desplazamiento de la problemática del sa-
ber superado (dogmática) hacia aquella que expone el saber moderno
(teoría crítica) considerada como una problemática político-social. (Ro-
cha 1982, 133-134)

En Rocha es claro que no basta descubrir y denunciar las insuficiencias


metodológicas y los aspectos histórico-políticos de la ideología jurídica tradi-
cional, ya que la “teoría crítica” acaba incidiendo en la utilidad del más profun-
do “conceptualismo”. Urge, ante todo, concretar la temática político-ideológica
en los propios mecanismos jurídicos de decisión y aplicación. No sin razón, el
autor afirma en su crítica al discurso jurídico alternativo que éste “(...) es polí-
tico-ideológico desde su constitución histórica, y en esa medida la denuncia de
tales aspectos no es suficiente frente a la proposición de un nuevo saber alter-
nativo sobre el derecho. Es decir no existe oposición -a no ser teórica- entre
saber jurídico, sea éste ideológico o no”. El derecho, continúa Rocha, “siempre
fue político; es entonces falsa la afirmación de que el derecho se torna crítico
debido al descubrimiento realizado por la teoría crítica de este aspecto inheren-
te a su materialidad. Lo que pretendo señalar es que no existe un derecho dog-
mático o un derecho crítico; lo que existe realmente es un derecho interpretado
bajo un punto de vista dogmático o crítico”. Con base en esto, Rocha propone
“una teoría que tenga en cuenta la propia materialidad político-ideológica del
derecho y que no se contente apenas con criticar las teorías dogmáticas sobre lo
46 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

jurídico. (Así…) se requiere (...) una postura dialéctica que articule la teoría y
la praxis jurídicas (el derecho estatal y paraestatal)” (Rocha 1982, 134-135).
La incursión epistemológica resaltada por Rocha, a pesar de sus méritos
conduce a un cuestionamiento fragmentado, relativista y nihilista de la “teoría
crítica” del derecho, apuntando y deteniéndose, superficialmente, en sus exce-
sos “conceptualistas”, en su tendencia camuflada a volverse otra “dogmática” y
en su pobre eficacia como práctica decisoria. Sin duda, queda abierto el espacio
para un análisis más riguroso, sistémico y perfeccionado, no sólo de las “posi-
bles” deficiencias del pensamiento moderno de la crítica jurídica, sino sobre
todo de una justa apreciación de su naturaleza, importancia, dimensión y efec-
tos positivos para la renovación de la filosofía jurídica contemporánea.
Otra postura en la apreciación de las funciones político-ideológicas del
discurso de crítica jurídica es la sostenida por Luis Alberto Warat. Al discutir
las condiciones de posibilidad de existencia de la “teoría crítica” (entendida
como ciencia del derecho), el autor explora, partiendo de un referencial teórico
que pasa por la semiología del poder y por la filosofía del lenguaje jurídico, los
diversos territorios cubiertos por el “discurso crítico”, Tras denunciar las con-
tradicciones de la racionalidad jurídica idealista, Warat subraya las significa-
ciones fetichistas que sustentan el “discurso crítico” (de corte “gnoseológico”),
avanzando en la compleja intertextualidad de un imaginario proyectado, mar-
cado por el mítico dualismo del racionalismo burgués (cotidiano/científico),
por la práctica de un discurso de poder que proyecta la ilusión de una objetivi-
dad total y por la circularidad de la producción de significaciones impresas en
la exaltación de una pseudointerdisciplinariedad. Para Warat, el espacio teórico
del saber crítico se encuentra “(...) bastante fragmentado, no es para nada mo-
nolítico y por el contrario está lleno de promesas (y...) debe ser negado como
escuela o corriente de pensamiento”. Se trata antes que nada de una producción
y/o actitud de “crítica jurídica” que, “negada como posición (fija), expone un
complejo de discursos relacionados de manera flexible y problemática, produ-
cidos a partir de diferentes perspectivas epistemológicas, y que pretende diag-
nosticar los efectos sociales de una concepción normativista y egocéntrica del
derecho”. Fundamentalmente, el “pensamiento crítico” se halla integrado por
“un conjunto de contralenguajes, los cuales, sin constituir un cuerpo sistemáti-
co de categorías, forma un conglomerado de significaciones, de esbozos políti-
cos y teoréticos, con el objetivo de generar un conocimiento del derecho y del
Estado, entendidos como elementos constituyentes y constituidos por las rela-
ciones sociales”. Es precisamente con este tipo de investigación crítica que se
intenta “realizar una lectura ideológica del saber jurídico dominante, encami-
nada a la clarificación de sus elementos fetichizados” (Warat, en Plastino
1984a, 17-18).
LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO 47

En la particularidad de esta producción de conocimiento se percibe el sín-


toma de la subversión normativa inherente a la propia cultura disciplinaria ins-
tituida, en la cual la teoría crítica padece las consecuencias “de una crisis en
relación con sus efectos de sentido y sus funciones sociales”, toda vez que el
desarrollo de determinadas condiciones reales genera los peligros de la “tutela
moral” y del “mandarinato de la teoría crítica” (Warat 1985a, 60). Según Wa-
rat, el espacio gnoseológico cubierto por el discurso jurídico crítico tiene mu-
chas similitudes y complicidades con las creencias epistémicas que mantienen
la elaboración del saber jurídico tradicional. Esta relación de connivencia, que
cuestiona mas no destruye una racionalidad jurídica impregnada de creencias y
de mitos, consagra por su parte una “teoría crítica” que no tiene significado
alguno y que no está comprometida con la verdad. De ahí se desprende “(...)
una subversión hecha en un lenguaje cerrado, fonológico, que fundamenta una
gramática de recepción tan totalitaria y estereotipada como las formas del saber
jurídico que pretende controvertir” (Warat 1985a, 60; ver también Warat y
Pêpe 1996, 64-66).
La cuestión que provoca “enunciaciones interrogativas” se reviste de la
misma mistificación autoritaria de un saber que se proclama crítico y que se
propone a su vez reemplazar un orden “científico” por la glorificación de otra
escala normativa, idealizada como si tuviese el estatus de verdad. En opinión
de Warat, las corrientes críticas del derecho articulan una desacralización de los
“efectos mitológicos comprometidos con el referente imaginario del legislador
racional. Sin embargo, ellas no incomodan profundamente dicha mitología
(...)” (Warat 1985a, 71). Es evidente que, en la circulación productiva de signi-
ficaciones, el “discurso crítico” se impone como un discurso de verdad. Aun-
que reconoce el papel trasgresor de la “teoría crítica”, Warat observa que ésta
no logra erradicar determinados presupuestos autoritarios, pues si el pensa-
miento jurídico tradicional es totalitario porque “habla en nombre de la ley”, la
teoría crítica “es también totalitaria porque habla en nombre de la verdad so-
cial” (Warat 1985a, 76). La propuesta epistemológica waratiana da prioridad al
análisis de la intertextualidad, al paso que minimiza las técnicas interdisciplina-
rias, dado que para transponer “el mito de la explicación del derecho por sí
mismo no basta apelar a la perspectiva metalingüística e interdisciplinaria”
(Warat 1985a, 72).
Aunque descarte la existencia y las posibilidades de una “teoría crítica”
del derecho y se refiera críticamente a un discurso teórico desmembrado en
múltiples perspectivas metodológicas guiadas por “objetivos relativamente
compatibles”, Warat estima que aún subsisten algunos factores que permiten
repensar todo un proceso institucional de recuperación de los discursos críticos
en las escuelas de derecho. Frente a esta posibilidad, enuncia tres críticas. En
48 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

primer lugar, las tendencias que se autodenominan “críticas” y que ejercitan


una práctica discursiva crítica no sólo se apoyan metodológicamente en el ra-
cionalismo positivista, sino que acaban consolidando un discurso incompetente
que consagra, ideológicamente, el saber jurídico dominante (Warat 1983a, 38).
En segundo lugar, para no incurrir en el riesgo de ser marginada, la estrategia
de los discursos críticos, en el medio académico, acaba ocultándose y autodes-
articulándose, permitiendo así la recuperación de la ideología hegemónica (Wa-
rat 1983a, 39). Por último, el condicionamiento a través de los controles jerár-
quico-administrativos no sólo del saber dominante sino también del “modo de
realización de la crítica institucional, impone restricciones burocráticas a la
competencia conceptual de los discursos críticos” (Warat 1983a, 39). En sínte-
sis, la posición de Luis A. Warat (de finales de los años ochenta y principios de
los noventa) es que el problema de la “teoría crítica” del derecho no es nada
más que la “falencia y el delirio de un discurso epistemológico”. Por consi-
guiente, no existe ya teoría crítica, pues su existencia sólo fue utilizada como
una estrategia política.
Hasta aquí, queda clara la controversia sobre la existencia y las posibili-
dades de una “teoría crítica” del derecho. Si el consenso dice que no se debe
aceptar una doctrina crítica general y unitaria, nada impide, por el contrario,
que reconozcamos y admitamos el vasto movimiento del “pensamiento crítico”
(incluso con sus matices no uniformes y no sistematizados) en la filosofía jurí-
dica de las últimas décadas. Tal movimiento crítico se justifica plenamente por
su papel de enfática denuncia del formalismo normativista de toda la cultura
jurídica tradicional, así como por su contribución a la renovación de la actual
epistemología del derecho.
Además de la impresión y el equívoco de la expresión “teoría crítica del
derecho”, resulta adecuado configurar las manifestaciones teóricas interrogado-
ras y alternativas, como “corrientes”, “tendencias” o “teorías críticas”. Enrique
Zuleta Puceiro observa con razón que “la idea de la teoría crítica del derecho
lucha actualmente por conseguir un lugar propio en el panorama de las corrien-
tes revisoras del saber jurídico dominante, a pesar de que la identidad inacaba-
da y la heterogeneidad programática de sus orientaciones principales nos obli-
guen, en este momento, a hablar más bien de teorías críticas que de una alterna-
tiva actual, potencialmente unitaria” (Zuleta Puceiro 1987a, 53). Antoine
Jeammaud asume una posición semejante cuando entiende que “sólo existe
(…) un movimiento de crítica del derecho, resultante de la coexistencia y de la
colaboración naciente de corrientes cuya diversidad está ampliamente ligada a
las diferencias de las condiciones políticas que prevalecen en sus países de
origen o a las diversas inserciones profesionales de sus miembros” (Jeammaud,
en Plastino1984, 76).
LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO 49

Básicamente, la cuestión inicial no es la de poner en duda y negar, por


medio de abstracciones elitistas y estériles nihilismos, la viabilidad del “pen-
samiento crítico” en el derecho, ya que el significado y la presencia de las co-
rrientes modernas de “crítica jurídica” son innegables. Eso sí, urge cada vez
más la cooperación científica entre los juristas críticos, así como la necesidad
de articular y aproximar las investigaciones teóricas y las prácticas materiales,
legitimando la construcción de un discurso jurídico crítico con mayor organici-
dad, lógica y consistencia (García y Rodríguez 2003). Reconociendo los múlti-
ples enfoques y ejes metodológicos -dialéctica, semiología, psicoanálisis y
análisis sistémico- es necesario reestructurar y consolidar un proyecto discursi-
vo de “crítica jurídica” que, sin llevar a una nueva falsa apreciación dogmática
siga desempeñando tanto una función pedagógica de denuncia y ruptura de la
verdad instituida, como una función de instrumentalización de lo “teórico-
práctico”. Este proyecto debe estar destinado a la socialización de la justicia y a
servir de avance para la emancipación de las formaciones sociales del capita-
lismo periférico.
Finalmente, es claro que existe un proyecto jurídico para las estructuras
socioeconómicas latinoamericanas que, por intermedio de su espacio normati-
vo/transformador, posibilita la crítica desacralizadora de la práctica política y
un proceso de esclarecimiento y emancipación. Aun cuando en un primer mo-
mento se deban admitir límites en sus presupuestos epistemológicos, no se
pueden minimizar ni negar, en el ámbito de la filosofía jurídica contemporánea,
las posibilidades reales del “pensamiento crítico” (representado por “críticos
transformadores” y “antidogmáticos liberal-demócratas”). Este pensamiento
revela la ineficiencia del formalismo normativista comprometido con los mitos
alienantes y las relaciones de poder dominante, y materializa el espacio peda-
gógico de discusión y construcción de un derecho verdaderamente justo.
CAPÍTULO 3

Principales escuelas del pensamiento


jurídico crítico en Occidente

E n capítulos anteriores ha quedado demostrado que las transformaciones


sociales, políticas y culturales por las que atraviesa la sociedad burguesa
capitalista, acompañadas de las crisis y los cambios de los paradigmas domi-
nantes en las ciencias humanas y en la filosofía de las ciencias, han tenido pro-
fundas consecuencias en la teoría tradicional del derecho y han puesto en evi-
dencia de forma permanente los límites y disfunciones de ésta. La crisis de los
modelos normativos técnicos y formales establece condiciones para el surgi-
miento de orientaciones teóricas que cuestionan y superan el reduccionismo
normativista.
Toda esa revisión crítica del derecho dominante, marcada por la crisis de
legitimidad y por la crisis de producción y aplicación de la justicia, ha produci-
do un amplio movimiento transcontinental de crítica jurídica, aunque de forma
heterogénea y no sistemática. Este movimiento no se reduce a una única y par-
ticular teoría crítica del derecho, sino que comprende múltiples tendencias,
corrientes o formulaciones críticas que surgen de matrices ideológicas y cientí-
ficas distintas, y reflejan las condiciones sociopolíticas que predominan en sus
países de origen.
Teniendo presente la especificidad de cada proceso histórico, es posible
intentar una clasificación de la crítica jurídica en cuatro grandes ejes epistemo-
lógicos: 1) Critical Legal Studies (Estudios Jurídicos Críticos): movimiento de
crítica norteamericano, pero cada vez con más influencia en la cultura angloa-
mericana; 2) Association Critique du Droit (Asociación de Crítica Jurídica):
surge y se desarrolla en Francia, y cuenta con una gran aceptación en el Tercer
Mundo y en América Latina (principalmente en México y Brasil); 3) Uso Al-
ternativo del Derecho: postura crítica desplegada en Italia, posteriormente
adoptada en España y en otras partes de Europa y en América; 4) Enfoques
epistemológicos de crítica jurídica. Además de las cuatro grandes tendencias
52 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

mencionadas, subsisten movimientos de crítica jurídica con su propio espacio


de reconocimiento, tales como el modelo científico de la interdisciplinariedad
(Bélgica), la revisión crítica de inspiración frankfurtiana (Alemania), la socio-
logía de las emancipaciones (Portugal), la crítica jurídica de matriz neomarxista
(España, México, Chile, Colombia, Brasil, etc.), y la crítica psicoanalítica del
derecho y la semiología jurídica (Argentina y Brasil).

3.1.- ORIENTACIÓN CRÍTICA EN LOS ESTADOS UNIDOS

El núcleo de la crítica jurídica en los Estados Unidos son los Critical Legal
Studies, marcados por un cierto eclecticismo que cubre perspectivas teóricas
atravesadas por el realismo jurídico, por el marxismo frankfurtiano, por el es-
tructuralismo francés y por el análisis interdisciplinario. Se trata de un movi-
miento que, mediante la investigación histórica, filosófica y sociológica, pre-
tende desmitificar la teoría jurídica liberal norteamericana, revelando hasta qué
punto se evidencia su grado de compromiso con las relaciones de poder y con
las ideologías dominantes, y apuntando incluso a la falacia de la neutralidad y
de la complicidad de clase de los jueces en la práctica judicial (Rodríguez
1999; Noronha 1988, 49-50).
Lejos de la rica tradición social revolucionaria europea, el escenario polí-
tico norteamericano fue siempre muy limitado en términos de experiencias
sociales radicales y de participación de las masas trabajadoras. En ese espacio,
todavía caracterizado por la reacción al liberalismo económico y por el fuerte
influjo de los activismos políticos de los años sesenta (los derechos civiles, los
movimientos feministas y los lobbies contra la guerra de Vietnam), es donde
surgen los Critical Legal Studies. Este grupo fue fundado en 1977 en la Uni-
versidad de Winsconsin por profesores y especialistas de diversas áreas de las
ciencias humanas, muchos de ellos provenientes del movimiento de Law and
Society (Derecho y Sociedad). No pasó mucho tiempo para que los Critical
Legal Studies, con su postura polémica, radical e intelectualizada, obtuvieran
un cierto prestigio, no sólo en el medio de las instituciones de enseñanza del
derecho sino también en el ámbito de las actividades científicas y académicas
(Zuleta Puceiro 1987a, 113; Rodríguez 1999; Eagleton 1991).
Su perspectiva histórico-ideológica transpone la herencia del realismo ju-
rídico liberal para llegar a la contundente crítica social de todo el saber doctri-
nario y la práctica judicial positiva. La reconstrucción de las categorías y de los
procedimientos oficializados favorece una estructura alternativa “situada cla-
ramente a la izquierda del sistema” (Zuleta Puceiro 1981ª, 114-115). Tal postu-
ra puede ser detallada en los fundamentos de los Critical Legal Studies, susten-
tados en algunos presupuestos teóricos de la fenomenología, del historicismo
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 53

social (E. Thompson), del estructuralismo francés (Foucault) y, fundamental-


mente, del neomarxismo (Gramsci, Habermas, Offe). De todos estos referentes,
indiscutiblemente la influencia más fuerte sobre los Critical Legal Studies fue
la del marxismo. En realidad, “(...) fue la primera vez que un grupo de investi-
gadores/juristas americanos tomaron en serio el marxismo” (Abel 1988, 88).
Tras una breve incursión en los textos de autores clásicos como Pashukanis, los
adeptos de los Critical Legal Studies acabaron por repudiar las corrientes posi-
tivas y deterministas del marxismo y se concentraron “en el estudio de una
superestructura relativamente autónoma: el derecho como ideología (C. Sum-
mer), legitimación (A. Hyde) y fuerza hegemónica (E. Genovese)” (Abel 1988,
88).
Teniendo en cuenta tales presupuestos, es posible constatar que los Criti-
cal Legal Studies tienen como finalidad, por un lado, denunciar las tensiones y
las contradicciones entre “los ideales normativos y la estructura social” y, por
otro lado, cuestionar interdisciplinariamente “las formas bajo las cuales el de-
recho ejerce su papel institucional en los procesos de integración y estabiliza-
ción de los fenómenos de poder en la sociedad” (Zuleta Puceiro 1987a, 115).
Parece claro que en la pretensión de los Critical Legal Studies la aprecia-
ción tradicional permite la inclusión de “un tipo de interpretación en que las
nociones de estructura, contenido, ideología y contexto abren el análisis textual
y funcional a enfoques nunca antes practicados (...)” (Zuleta Puceiro 1987b,
117). Zuleta Puceiro estima, acertadamente, que “el dogma de la neutralidad y
objetividad del discurso jurídico no es otra cosa que un mecanismo privilegiado
de afirmación de intereses y de reproducción de formas establecidas de jerar-
quía social” (Zuleta Puceiro 1987b, 122). Por esta razón,

la teoría crítica debe ser entendida (...) como un intento por desenmasca-
rar este estado de cosas y, a partir de ello, definir una función alternativa
del derecho y de la ciencia jurídica (...). La teoría crítica del derecho, en
su versión norteamericana, es empírica aunque sin que ello signifique que
se reduzca a un enfoque exclusivamente empírico-analítico. Ella es tam-
bién filosófica, pero en el sentido de “crítica” y no de filosofía primera o
reflexión fundamental. (...) Es, finalmente, práctica en el sentido esboza-
do por la teoría crítica de la sociedad: está pues orientada hacia el escla-
recimiento y la emancipación social, y no exclusivamente hacia la articu-
lación de una nueva tecnología social. (Zuleta Puceiro 1987b, 122).

Más allá de una preocupación social e histórica, los Critical Legal Studies
procuran afirmarse teóricamente en la filosofía política contemporánea, en el
punto de encuentro de la teoría de la interpretación y de la política jurídica, así
54 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

como en los paradigmas modernos de organización social. Estos intentan, de-


ntro de su particular eclecticismo, romper y renovar los núcleos que articulan la
teoría jurídica dominante a través de un “enfoque normativo, de un análisis
empírico y de una propuesta de reforma social” (Zuleta Puceiro 1987b, 117-
118; Rodríguez 1999). Algunos de los exponentes intelectuales de esta corrien-
te localizada principalmente en Harvard son Morton Horwitz, Duncan Kenne-
dy, Mark Tushnet, Karl Klare, Robert Gordon, Peter Gabel, Mark Kelman,
Richard Abel, Thomas Heller, David Trubek, William Simon y el brasileño
Roberto Mangabeira Unger, quienes ocupan un lugar altamente significativo en
la doctrina, desarrollo y proyección de los Critical Legal Studies2.
Sin considerarlos como integrantes o adeptos de los Critical Legal Stu-
dies, otros autores se destacan internacionalmente por su originalidad e impor-
tante contribución a la renovación de la cultura jurídica anglonorteamericana.
Me refiero a filósofos que desarrollan profundas críticas al liberalismo indivi-
dualista utilitario y al positivismo jurídico contemporáneo, así como al pensa-
miento crítico norteamericano (y al propio grupo de los Critical Legal Studies).
En este sentido, es preciso recordar a John Rawls (profesor de Harvard y autor
de A Theory of Justice, 1971), Robert Nozick (Anarchy, State, and Utopía,
1974) y principalmente a Ronald Dworkin (Taking Rights Seriously, 1984),
profesor en Nueva York y sucesor de Herbert L.A. Hart en la Universidad de
Oxford, contra quien ha dirigido críticas contundentes. Para Dworkin, Hart
ofrece la versión más completa del positivismo jurídico actual, y contra dicha
posición enfila sus críticas (sobre el debate Hart-Dworkin, ver Rodríguez
1997).

3.2.- CORRIENTES CRÍTICAS EN EUROPA

3.2.1.- Asociación Crítica del Derecho: Francia

Este movimiento de investigación crítica, formado por juristas y profesores de


las facultades francesas de derecho (Lyon, Montpellier, Saint-Etienne, Greno-
ble), propone una teoría jurídica opuesta al individualismo y al positivismo
formalistas, aproximándose a la ciencia política y privilegiando el materialismo
histórico como referencial metodológico. Diversos factores preparan el clima

2
Sobre este punto, agradezco las informaciones y los textos sobre los Critical Legal
Studies cedidos por los profesores Enrique Zuleta Puceiro y José Eduardo Faria. Un
balance de la teoría crítica del derecho en el pensamiento norteamericano puede ser
encontrado en Zuleta Puceiro (1987b, 123-124) y en Mangabeira Unger (1983). Cé-
sar A. Rodríguez (1999) ha hecho un análisis introductorio y actualizado de los Criti-
cal Legal Studies.
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 55

para la creación de esta asociación crítica en 1978, entre los cuales se destacan:
el predominio, en los años sesenta, de la escuela marxista althusseriana; el re-
descubrimiento de la obra de Gramsci; la aparición de los primeros trabajos de
Foucault; la repercusión de los acontecimientos de mayo de 1968; el impacto
de la constitución de un sindicato de magistrados y de abogados, y la organiza-
ción de seminarios críticos y de reflexiones epistemológicas en las facultades
de derecho. Cuando surgió la Association Critique du Droit, se editó un mani-
fiesto que estructuró y definió las bases teóricas de todo el movimiento. De
igual modo se lanzó un proyecto de una colección de obras de carácter pedagó-
gico, así como una revista de divulgación crítica, Procès, que refleja el pensa-
miento político-jurídico del grupo (ver Miaille 1988, 85).
En cuanto a la evolución de las posiciones epistemológicas de la Critique
du Droit es preciso distinguir dos periodos. En un primer momento, de manera
bastante atrevida y en contraposición a la ciencia jurídica tradicional, se busca
la reconstrucción de una teoría general del derecho, apoyándose en el materia-
lismo histórico-dialéctico. Posteriormente, de forma más cautelosa y abando-
nando el proyecto inicial, se intenta sistematizar una investigación concreta
sobre los mecanismos de organización y reglamentación de la práctica jurídica
(la tecnología de los modos de acción normativa) en el ámbito de la sociedad
burguesa.
El primer periodo, que corresponde a la fundación (1978) y a la publica-
ción del Manifiesto, traduce claramente la idea de que el derecho y el Estado
son fenómenos producidos por las contradicciones sociales, de manera que la
apreciación neutra del derecho no hace más que reforzar la dominación del
modo de producción capitalista. Se vuelve contradictorio y arbitrario, para la
propia realidad social, presentar como naturales las distinciones “clásicas” en-
tre ciencia jurídica y ciencia política, entre derecho público y derecho privado,
entre individuo y colectividad.
Así, la finalidad del movimiento no es sólo introducir un nuevo discurso;
teórico y otra “práctica de ruptura con la ideología dominante”, sino ante todo
incrementar las transformaciones en la enseñanza y la investigación jurídica de
las universidades, contribuyendo a edificar una epistemología del derecho bajo
la perspectiva de “transición al socialismo” (Miaille 1988, 86).
Esta visión global de las principales “tesis” del proyecto inicial de la Cri-
tique du Droit puede ser apreciada en toda su dimensión en la siguiente decla-
ración:

La lucha de clases penetra constantemente en el Estado y en el derecho.


Las funciones y relaciones de éstos se ven afectadas por las contradic-
ciones que aquélla determina. Al mismo tiempo, la investigación y la en-
56 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

señanza no reflejan esa realidad. (...) La ciencia del derecho tradicional,


luego de haber participado en la construcción del Estado liberal y de
haber recibido el reconocimiento merecido, no dejó herederos. Hasta
ahora, el delineamiento del derecho en las facultades se mantiene fuerte-
mente impregnado de formalismo e idealismo. La pretendida objetividad
en la enseñanza del derecho se limita a reconocer un Estado de derecho,
sin enfatizar en los fundamentos reales y en las verdaderas funciones del
Estado y del derecho. (...) La enseñanza y la investigación se basan en
distinciones arbitrarias y nocivas para la investigación científica: distin-
ciones entre ciencia jurídica y ciencia política, derecho privado y derecho
público. Además, en la medida en que pretende delimitar su objeto, esta
enseñanza oculta casi siempre el carácter móvil y contradictorio de la rea-
lidad social, una vez que la hipótesis fundamental de la Colección es que
la ciencia de lo jurídico parta y, adicionalmente, dependa de la ciencia
política. (...) El proyecto de la Colección tiene, por lo tanto, dos objeti-
vos: primero que todo, modificar las prácticas de investigación y, segun-
do, ofrecer a un público en formación una apreciación del contenido y del
funcionamiento de lo jurídico con la ayuda de los instrumentos pedagógi-
cos adecuados. Con el uso privilegiado del materialismo histórico y dia-
léctico, la Colección buscará contribuir a la comprensión de los fenóme-
nos jurídicos desde la perspectiva de una transición hacia nuevas relacio-
nes sociales, en otras palabras, hacia el socialismo. (Jeammaud 1986, 43;
Zuleta Puceiro 1987a, 56)

Este programa refleja la reacción a las concepciones doctrinarias forma-


listas predominantes en las instituciones universitarias y en las instancias judi-
ciales. En comparación con otras corrientes de la crítica jurídica, la Critique du
Droit no se encontraba monopolizada exclusivamente por filósofos del derecho
sino por juristas y politólogos preocupados por elaborar un nuevo discurso
científico “desfetichizado”, repercutiendo en sus respectivas áreas de investiga-
ción, tales como el derecho público y la filosofía político-jurídica (Michel
Miaille, Maurice Bourjol, Jacques Michel, Philippe Dujardin), el derecho civil
(G. de la Bradelle), el derecho laboral (A. Jeammaud, A. Roudil, G. Lyon-
Caen), el derecho mercantil (Michel Jeantin) y el derecho administrativo (J. J.
Gleizal) (Zuleta Puceiro 1987a, 57; Jeammaud 1986, 49)3.
El segundo periodo se caracteriza por una toma de conciencia de los lími-
tes reales de la teorización materialista de origen althusseriano, y por el avance
3
Para un análisis más completo del movimiento crítico francés, véanse algunas de las
obras que tuvieron una significativa repercusión en este campo: Bourjol (197B), Miai-
lle (1979, 1985), Gleizal (1980)
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 57

hacia “una renovada preocupación por la tecnología y el juego concreto del


derecho”. De este modo se descartan los enfoques más globales de la supuesta
ciencia jurídica alternativa confundida con la problematización de la “superes-
tructura/infraestructura”, de la “instancia jurídica” y de la “autonomía relativa”
de lo jurídico en las formaciones sociales capitalistas, privilegiando los análisis
sobre las “relaciones que los sujetos mantienen con las normas y las institucio-
nes”. Todo esto resulta en una competente teorización investigativa “de los
procedimientos técnicos del derecho y de los procedimientos que éste organiza
para abordar los conflictos” (Jeammaud 1986, 16-17). En efecto, no se trata
tanto de construir una verdadera teoría general sino de superar el discurso de
tipo formal positivista, dándole prioridad al “análisis y a la descripción de la
técnica jurídica como un conocimiento científico del derecho en su función de
dimensión de un todo social”, y preocupándose igualmente por la investigación
de las “modalidades de producción social de las normas jurídicas” (Jeammaud
1986, 65).
Las nuevas directrices del movimiento de la Critique du Droit, además de
considerar los distintos mecanismos técnicos de representación jurídica que
organizan y reglamentan las relaciones sociales, se esfuerzan -aunque bajo el
riesgo del eclecticismo impreciso- por instaurar una amplia discusión sobre
temas como “la representación, la jurisprudencia, la resolución de conflictos,
las transformaciones de la administración (...) y el retorno al Estado de dere-
cho” (Miaille 1988, 86).
Este cambio epistemológico se hace evidente en la evolución del pensa-
miento de Michel Miaille, uno de los principales intérpretes del movimiento
francés de la crítica jurídica. Abandonando muchas de sus ideas althusserianas
de la obra Una introducción crítica al derecho, las cuales comenzaron ya a ser
refutadas en la segunda parte de L’État de Droit, en la actualidad Miaille no
concibe el derecho como la única instancia ideológica superestructural, sino
como una forma específica del modo de producción y de relación social capita-
lista. Incorporando categorías de Gaston Bachelard, Miaille deja de considerar
el marxismo como una ciencia acabada, y opta por una epistemología que se va
construyendo y superando poco a poco. Vale la pena añadir que aunque la As-
sociation Critique du Droit no constituye en estricto sentido una “escuela”
doctrinaria con un proyecto teórico científico acabado, es innegable su influen-
cia en las principales ideas del movimiento francés en el ámbito del pensamien-
to jurídico crítico de numerosos países de Europa y principalmente de América
Latina (México y Brasil). Internamente, entre tanto, más allá de su primera fase
de crítica total al formalismo dogmático de los años setenta, se puede constatar
hoy en día que aunque el movimiento haya tenido una buena producción inte-
lectual y haya sido aceptado por el establecimiento de la época, no consiguió
58 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

alcanzar todos sus objetivos. Esto se explica no tanto por la obstrucción o su-
premacía de los juristas positivistas, sino por el propio cambio, evolución y
fragmentación de los juristas críticos.4
Finalmente, y aunque sea independiente de la Association Critique du
Droit, no podemos olvidar la destacada contribución teórica de André Jean
Arnaud a la filosofía y la sociología jurídicas francesas contemporáneas. Los
análisis crítico-estructurales de Arnaud tienen incidencia tanto en preocupacio-
nes de corte semiológico retórico sobre el Código Civil francés y las prácticas y
los discursos de los juristas, como en reflexiones que convergen hacia una so-
ciología del “desvío” y del “discurso de la razón jurídica” (véanse, para una
mayor comprensión del pensamiento del autor: Arnaud 1975, 1981, 1988,
1991a, 1991b, 1999; Arnaud, en Arruda Jr. 1992; Arnaud y Dulce 2000). Des-
pués de llevar a cabo en España, como director científico, un trabajo de impor-
tancia significativa para la implementación y expansión del Instituto Interna-
cional de Sociología Jurídica de Oñati, este autor ha estudiado en los últimos
años la relación del derecho con los temas del pluralismo, la interdisciplinarie-
dad, la regulación, la posmodernidad y la globalización.

3.2.2.- Uso Alternativo del Derecho: Italia y España

Desde finales de los años sesenta y comienzos de los setenta se formó en Italia
un movimiento teórico-práctico compuesto por profesores universitarios, abo-
gados y, principalmente, magistrados progresistas. Este movimiento italiano
tuvo su impulso y su afirmación con el Congreso de Catania, realizado en mayo
de 1972, concluyendo en las formulaciones sobre el “uso alternativo del Dere-
cho”, publicadas en dos volúmenes, en 1973, y organizados por Pietro Barce-
llona. El objetivo de esa importante tendencia política y jurídica fue proponer,
frente a la dominación y a la imposición del derecho burgués capitalista, la
utilización del ordenamiento jurídico vigente y de sus instituciones al servicio
de una práctica judicial emancipadora, dirigido a las clases o a los sectores
sociales menos favorecidos.
En realidad, esta concepción no llega a ser un paradigma sustitutivo o al-
ternativo de la ciencia jurídica positivista, sino que pretende simplemente la
aplicación diferente de la dogmática predominante, explotando las contradic-
ciones y las crisis del sistema mismo y buscando formas más democráticas que
superen el orden social burgués (ver Zuleta Puceiro 1981, 248; Atienza 1985;

4
En este sentido, vale la pena mencionar una nota adicional de este movimiento: el
tema al cual un discurso desmitificador como el de Michel Miaille da prioridad no es
la incisiva crítica sociológica del derecho, sino más bien la crítica interna al propio de-
recho.
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 59

Novoa Monreal 1985, 63-67). Sin descartar el aparato normativo oficial ni


formular hipótesis o definir nuevas categorías jurídicas, el Uso Alternativo del
Derecho, en palabras de Saavedra López, se presenta como una propuesta

tanto de carácter práctico como teórico, de utilizar y consolidar el dere-


cho y los instrumentos jurídicos en una dirección emancipadora; (...) de
proyectar y realizar una cultura y una práctica jurídicas alternativas a la
cultura y a la práctica dominantes, en fin, de privilegiar en el plano jurí-
dico, sin romper con la legalidad establecida, especialmente en el plano
judicial, (...) los intereses y la práctica de aquellos “sujetos jurídicos” que
se encuentran sometidos a las relaciones sociales de dominación. (López
Calera et al. 1978, 40; Zuleta Puceiro 1981, 250-251)

El movimiento del Uso Alternativo del Derecho fue representado, desde


la década de los sesenta, por numerosos magistrados integrantes de la Magistra-
tura Democrática, corriente disidente al interior de la Associazione Nazionale
Magistrati. Además de editar dos importantes revistas (Magistratura Democrá-
tica y Quale Giustizia), captó el interés de algunos de los más importantes ju-
ristas críticos antidogmáticos de Italia, tales como Pietro Barcellona, Giuseppe
Cotturri, Luigi Ferrajoli, Salvatore Senese, Vincenzo Accattatis, entre otros.
Dicho sea de paso, el reconocimiento de su significado permite afirmar que los
influjos del movimiento crítico italiano se difundieron y encontraron un eco
entre los juristas y magistrados de España (Nicolás López Calera, Modesto
Saavedra López y Perfecto Andrés Ibáñez) y de Alemania (Ulrich Mücken-
berger y Dieter Hart) (véanse López Calera et al. 1978, 67; Saavedra López
1978; Barcellona, Hart y Mückenberger 1983).
Apoyándose en presupuestos del pensamiento neomarxista contemporá-
neo que explotan las fisuras, antinomias y contradicciones del orden jurídico
burgués, los seguidores del modelo alternativo del derecho enfatizaban dos
temas: de un lado, la estrecha relación entre la función política del derecho
como instrumento de dominación y las determinaciones socioeconómicas del
modo de producción capitalista, y del otro, el papel del poder judicial, que ase-
gura el statu quo establecido, actuando no sólo como instrumento ideológico
del Estado sino como instrumento de represión y control institucionalizado. La
tradición liberal individualista ha demostrado que el poder judicial no es una
instancia neutra e independiente en la esfera de la maquinaria estatal, al servi-
cio de las libertades y por encima de los antagonismos de clase (Zuleta Puceiro
1981, 251; López Calera et al. 1978, 71). Sobre este punto, Ferrajoli resalta la
necesidad de desenmascarar ciertos postulados ideológicos de la cultura jurídi-
ca burguesa, tales como la apoliticiad, la imparcialidad y la independencia de
60 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

los jueces (López Calera et al. 1978, 17). La contradicción reside en el hecho
de que el poder judicial, no obstante su apariencia de neutralidad, no es más
que una institución de naturaleza política, reflejo de la dinámica misma de po-
der del Estado capitalista. Mientras que Barcellona insiste en la obligatoriedad
de la función política del derecho y en la necesaria legitimación de una praxis
emancipadora, Ferrajoli afirma que la práctica alternativa no debe solamente
convertir las contradicciones del derecho burgués en un proceso de emancipa-
ción de los sectores populares sino que debe definir claramente la inserción de
la magistratura y del poder judicial “en la ampliación de los posibles espacios
democráticos” (Barcellona y Cotturri 1976, 254; López Calera et al. 1978, 40).
En esa perspectiva delineada por los teóricos del Uso Alternativo del De-
recho, la dimensión política del ente judicial en la sociedad de clases es eviden-
te “a partir de su estructura rígidamente jerarquizada cuyo vértice, al cual se
llega por indicación política o por selección rigurosa, cumple el simple papel
de homologar y reducir a una entidad los criterios de las instancias inferiores”.
(Faria 1984b, 171). En ese caso, “lo que los defensores del uso alternativo pro-
ponen, entre otras cosas, es justamente la prolongación del proceso hermenéu-
tico en las instancias menores, ocupadas por jueces más jóvenes y más sensi-
bles, a las reivindicaciones de los sectores populares” (Faria 1984b, 171).
Se critica con frecuencia al Uso Alternativo del Derecho como producto
reformista que no rompe radicalmente con la legalidad burguesa y que busca
explotar y operar por encima de la crisis socioeconómica de algunos países del
capitalismo europeo avanzado. Ahora bien, en lo que respecta a las posibles
críticas al movimiento alternativo, hay que tener -como en el caso de Andrés
Ibáñez- una postura realista basada en el reconocimiento de que las contradic-
ciones no están jamás ausentes del sistema jurídico capitalista. Por encima de
todo, no se pretende con los juristas alternativos, como muchas veces se excla-
ma, introducir “...1a contradicción, la inseguridad y la duda en el mundo del
derecho, considerado tradicionalmente como salvación a los vaivenes que sa-
cuden los demás niveles de la estructura social” (Ibáñez 1978, 85). En este
sentido,

no es que se quiera romper la armonía jurídica, que por demás se consi-


dera inexistente, ni tampoco arrastrar al juego político a un juez (...) pues
lo cierto es que ni los límites entre política y derecho son nítidos, ni re-
sulta posible lograr que un magistrado deje de ser antes o al mismo tiem-
po juez-ciudadano, con todo lo que esto implica. (lbáñez 1978, 85)

Finalmente, en la evolución de determinados sectores del pensamiento


crítico italiano (generalmente identificado con posturas “antidogmáticas refor-
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 61

mistas”) es preciso mencionar el paso hacia un eclecticismo moderado, muy


próximo de algunas posturas analíticas, o hacia una creciente tendencia a las
tesis garantistas5. En su fase ideológicamente más ortodoxa, el movimiento del
Uso Alternativo del Derecho repercutió principalmente en las áreas de derecho
civil procesal. Posteriormente, avanzando en dirección de las variantes pluralis-
tas, analíticas y neomarxistas, incidió con más fuerza en el derecho penal y en
la criminología. En ese contexto, aparecen con mucha relevancia los trabajos de
Luigi Ferrajoli y Alessandro Baratta, ampliamente divulgados en la revista Dei
Delitti e Delle Pene, especializada en investigaciones y estudios históricos so-
bre cuestiones criminales (Baratta 1986, Ferrajoli 1995, Resta 1992).

3.2.3.- Pensamiento jurídico crítico: Alemania

Gran parte de la discusión sobre la teoría y la ciencia del derecho en Alemania


puede verse como un diálogo imaginario con Niklas Luhmann, exponente del
formalismo sociológico de tipo sistémico. Igualmente, la propuesta sobre una
reflexión crítica de la teoría del derecho con características no dogmáticas pasa
necesariamente por las contribuciones de la filosofía de fines del siglo XX,
particularmente aquellas que se refieren al redescubrimiento de la hermenéutica
ontológica de Gadamer, de la epistemología crítico-dialéctica de Habermas, de
la valoración ético-lingüística de Karl O. Apel, así como de los fundamentos de
la justicia política expuestos por Otfried Hoffe. Se trata de posturas que reflejan
reacciones antipositivistas, de contenido profundamente emancipatorio de la
sociedad y que buscan una nueva racionalidad. Tales afirmaciones no agotan
otras tendencias como la mención que hace Mario G. Lozano acerca del grupo
crítico alemán aglutinado en la revista “Kritische Justiz”, que tuvo su primer
número en el año de 1999 (ver Lozano 2004, 65-66). Hasta hace muy poco
tiempo, la teoría del derecho se hallaba totalmente rodeada de tendencias idea-
listas (existencialismo, fenomenología, etc.) o de ideales neopositivistas, basa-
dos en presupuestos extraídos de las ciencias naturales, de la filosofía del len-
guaje y de la lógica analítica. En ese contexto de reconquista de la tradición

5
Hace muchos años que la temática del uso alternativo del derecho no merece más
atención y dejó de ser la preocupación del antiguo grupo italiano de los años setenta,
principalmente de sus fundadores, como Pietro Barcellona. Este autor. que llegó a
integrar el Consejo Superior de la Magistratura italiana (1976-1979) y fue diputado
del PO (1979-1983), hoy en día, además de ser catedrático de instituciones de dere-
cho privado en la Universidad de Catania y de ejercer las funciones de director de la
revista Democrazia e Diritto, ha investigado sobre la relación del derecho con la de-
mocracia, con la posmodernidad y con la búsqueda paradigmática de una nueva co-
munidad. Una confirmación de esta realidad puede verse en Barcellona (1995,
1996a, 1996b).
62 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

dialéctica y de la crítica emancipatoria, del antipositivismo radical y de la in-


fluencia de las ideas de la Escuela de Frankfurt, surgen algunas de las propues-
tas de la epistemología jurídica. Así, la teoría del derecho aparece como “re-
flexión trascendental” en Dietrich Bohler (inspirado en Marx y Apel) y como
“crítica del derecho” en Wolf Paul (fundada en el joven Marx y en el proyecto
crítico de Habermas).
Para Bohler, la categoría “reflexión” posee un sentido innovador como
instrumento trascendental de articulación entre la teoría y la praxis. Superando
los reduccionismos del funcionalismo y del formalismo, al delimitar los fun-
damentos de la concepción trascendental de la sociedad, el autor busca cons-
truir una teoría del derecho concebida como “modus del actuar comunicativo y
de la reflexión situacional” (De Giorgi 1979, 131). Esta teoría del derecho co-
mo “reflexión crítica” tiene en primer lugar la función histórico-científica de
recuperar, en la relación sujeto-objeto, la fuerza de la intersubjetividad. Un
segundo propósito es buscar “una adecuada autocomprensión del sentido de la
reflexión” para la ciencia jurídica (De Giorgi 1979, 132), una autocomprensión
situada en la esfera transformadora de las relaciones sociales. La teoría del
derecho debe explorar el grado de cientificidad de sus proposiciones jurídicas y
reflejar de manera crítica su propia racionalidad. En esa perspectiva, comenta
De Giorgi, todo ese proceso del derecho como “reflexión crítica” materializa el
cuestionamiento sobre la racionalidad y el estatus epistemológico orientado
hacia el interés emancipatorio, definiéndose así por un conocimiento práctico
crítico de superación de lo institucionalizado. En Bohler queda explícito que la
teoría del derecho constituye “no sólo el modelo de su racionalidad reflexiva,
sino (...) también el cuadro de referencia de una mediación consciente de la
ciencia jurídica en la praxis. Esta mediación es un proyecto de un derecho futu-
ro como derecho humano, como anticipación de una transformación de la so-
ciedad” (De Giorgi 1979, 133-134). La propuesta jurídica de Bohler no deja de
ser un proyecto utópico revolucionario, expresión metateórica de la “jurispru-
dencia reflexible”.
A partir de las contribuciones de Marx, Bloch y Habermas,6 en el espacio
abierto por la reflexión de Bohler y en la profundización crítica de esa temática,
surge la propuesta epistemológica de Wolf Paul. Buscando recuperar la auten-
ticidad crítica del pensamiento de Marx, este autor estima que la teoría no sólo
debe atenerse a la descripción formalista de su objeto, sino también a la com-
prensión de un todo social por medio de la crítica que conduzca a su transfor-
mación. De este modo, el derecho únicamente puede ser percibido como fenó-

6
Para un examen más completo y atento de las principales tesis de este último autor
sobre el derecho, ver Habermas 1997.
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 63

meno cuyas raíces se encuentran en la realidad histórica y social, y que a su vez


es capaz, en tanto conocimiento crítico, de revelarse como un factor de perma-
nente modificación. En opinión de Wolf Paul, la teoría como crítica del dere-
cho posee un doble objetivo: “como teoría crítica del derecho, ella inaugura el
conocimiento sistemático del derecho históricamente existente, en la perspecti-
va de su transformación, incluyendo la transformación de su dogmática. Ésta
es, por lo tanto, una teoría del derecho e igualmente una teoría de su propia
transformación” (Paul 1979, 136).
Para esta corriente resulta necesario retomar el discurso crítico antidog-
mático extraído de la doctrina marxista del derecho para así desvirtuarlo e in-
cluirlo sistemáticamente en la estructura metodológica de la hermenéutica jurí-
dica tradicional. Más allá de la perspectiva del joven Marx, Wolf Paul se sirve
de Ernst Bloch, para quien la “concretización de la crítica en el sentido de la
acción no es posible sin que haya un proyecto de contenido, sin contar con la
preventiva anticipación del futuro, sin la presencia de imágenes de una utopía
concreta” (De Giorgi 1979, 136, 139). Dentro de este modo de evolución, la
crítica se fija en el examen de las contradicciones, al tiempo que supera y trans-
forma, dialécticamente, la instancia crítica en una praxis social. Por consiguien-
te, la “teoría crítica” del derecho se vuelve la instancia crítica más adecuada
para transformar y orientar la praxis hacia la propia emancipación, ya que este
“derecho crítico así producido por medio de la crítica se eleva como una forma
de emancipación humana, una utopía concreta, una praxis libertadora.”

(...) el derecho crítico es la verdad de una sociedad que, por medio del de-
recho, disolvió el velo de la ideología y de la represión, una sociedad que
desenmascaró el derecho de la dominación y que se abrió críticamente al
dominio del derecho. (...) Solamente el derecho crítico -que penetra y
desarticula las relaciones de poder social, económico y político en vez de
legitimarlas- es el que puede ser la expresión real de la verdadera socie-
dad humana. (De Giorgi 1979, 141-142)

En la propuesta epistemológica de Wolf Paul (siguiendo el modelo


habermasiano) es claro el esbozo de una ontología jurídica, desmitificadora de
la estructura de la ciencia jurídica dogmática y edificadora de una “deontología
racional”, destinada a construir el proceso material de emancipación de la so-
ciedad (De Giorgi 1979, 143-144; Pau11988).
64 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

3.2.4.- Tendencias antidogmáticas y pluralistas: España

Más allá de las tendencias comunes relacionadas con el jusnaturalismo (de


origen cristiano y neoescolástico) y con el positivismo jurídico (marcado por el
historicismo, el sociologismo, el funcionalismo y otras corrientes), la actividad
jusfilosófica española influyó en el surgimiento de algunas posturas alternati-
vas y antidogmáticas frente al pensamiento tradicional. Muchas de estas pro-
puestas parten de presupuestos epistemológicos positivistas, evolucionando
hacia una crítica sociológica de carácter político e ideológico (socialdemócrata
o socialista), que acaba por repercutir en posturas jurídicas mucho más próxi-
mas de la filosofía analítica. Se trata de un fenómeno específico de la filosofía
jurídica española, esto es, la utilización por parte de juristas “antidogmáticos”
(identificados con el discurso socialdemócrata, funcionalista y neomarxista) de
los principios metodológicos que estructuran el modelo de la ciencia analítica.
Esto último puede ser explicado, de una parte, por la propia situación democrá-
tica que vivió la España posfranquista, y de otra parte por la realidad creada por
la llegada al poder de algunos juristas y teóricos del socialismo. El empleo de
criterios técnico-formales para componer un discurso crítico, esencialmente
doctrinal, ideológico y táctico, se justifica en el hecho de que la filosofía analí-
tica alega no ser “comprometida”; su formalismo “neutro” y “esterilizado”
tiene la ventaja de servir y justificar a todos aquellos que están en el poder,
cualquiera que sea el discurso político-ideológico conservador o el progresista
de izquierda (Lorca Navarrete, en Fasso 1981, 372-373)7.
Entre los más importantes autores españoles con propuestas jurídicas crí-
ticas podemos citar a Nicolás M. López Calera, Elías Díaz, Juan Ramón Cape-
lla, Joaquín Herrera Flores y Francisco Javier de Lucas M. Probablemente,
Nicolás López Calera, profesor catedrático de la Universidad de Granada, es el
representante más importante del Uso Alternativo del Derecho. Después de un
recorrido por el jusnaturalismo neoescolástico, evolucionó radicalmente en los
años setenta hacia un pluralismo social que pasa por el hegelianismo y por el
estructuralismo, llegando a la práctica alternativa del derecho. Además de estar
encargado de la revista Anales de la Cátedra Francisco Suárez y de ejercer la
presidencia de la Sociedad Española de Filosofía Jurídica y Social, López Cale-
ra ha publicado numerosos trabajos de investigación sobre temas como: Hegel
y los derechos humanos, Gramsci y el derecho, la legitimación democrática del
derecho, la democratización moral del derecho, la naturaleza dialéctica de los
derechos humanos, filosofía del derecho como teoría crítica, derecho y toleran-

7
Estas observaciones son el resultado de una entrevista del autor de este libro con el
profesor Enrique Zuleta Puceiro en Buenos Aires, el 30 de noviembre de 1988.
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 65

cia, garantismo jurídico, y los derechos colectivos (López Calera 1985, 1992a,
1992b, 2000).
Elías Díaz, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y antiguo
director de la revista Sistema, es reconocido como el defensor intelectual del
pluralismo político, pasando de un sociologismo historicista a posiciones más
formales y eclécticas. Las preocupaciones jusfilosóficas de Elías Díaz com-
prenden una totalidad que refleja la continua interacción de las perspectivas
científico-normativas, sociológicas y filosóficas. El autor aboga por una con-
ciencia crítica superadora de la positividad instituida, marcada por intereses
tanto axiológicos como sociojurídicos. En su filosofía crítica, el derecho (sis-
tema de legalidad) aparece como emanación de un “determinado sistema de
intereses y valores (sistema de legitimidad en sentido amplio)”, pues “todo
sistema de legitimidad intenta realizarse a través de un determinado sistema de
legalidad” (Lorca Navarrete 1981, 374-375). Para él, “son tres los niveles en
los cuales (...) se manifiesta la legitimidad: la legitimidad impuesta por una
legalidad (investigación propia de la ciencia del derecho); la legitimidad racio-
nal, entendida como crítica radical de los dos niveles anteriores y que viene a
constituirse en el tema central de la filosofía del derecho” (Lorca Navarrete
1981, 374-375. Ver también Díaz 1977, 1979, 1980). En consecuencia, en la
concepción de Elías Díaz, la filosofía crítica del derecho debe estar siempre
dispuesta a cuestionar y reubicar cada uno de esos niveles en la percepción
totalizadora de la realidad jurídica. En algunos de sus trabajos, Díaz se ha ocu-
pado no sólo de la función de las “instituciones políticas” y de los “nuevos
movimientos sociales” en la construcción del socialismo democrático, sino
principalmente de la función de establecer los criterios adecuados para “una
teoría de la legitimidad (democrática) y una correlativa teoría (crítica) de la
justicia” (Díaz 1984,21-73; 1988a, 41-67; 1988b, 667-681; 1993).
Por otra parte, distanciándose del jusnaturalismo y del positivismo jurídi-
co, Juan Ramón Capella adopta una postura teórica claramente ideológica,
centrada en la transformación radical del orden jurídico burgués. Estamos fren-
te a un ensayista ecléctico y un conferencista polémico, con intereses múltiples
que van desde las incursiones sobre la filosofía marxista, los problemas teóri-
cos relacionados con la ciencia y la lógica, hasta los problemas de ecología,
pacifismo, feminismo y armamentismo. En opinión de algunos críticos, Capella
no cuenta con un trabajo profundo ni rigurosamente acabado del derecho, que
comience con una propuesta jurídica de corte lógico-analítico que luego evolu-
cione hacia una orientación antiformalista y crítica. En función de esas ideas y
de algunas posturas ideológicas incisivas defendidas en su libro Sobre la extin-
ción del derecho y la supresión de los juristas, el autor acabó desencadenando
una amplia discusión en la cual defiende que
66 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

el jurista fue, en el pasado, el intelectual orgánico privilegiado de las cla-


ses dominantes en una sociedad dividida en clases (...) Hoy, el objetivo
no es únicamente la realización de una sociedad nueva con su correspon-
diente Estado; el objetivo es la conquista de una comunidad (...) La reali-
zación de la comunidad deja de requerir la democracia (...), la democra-
cia, en el mejor de los casos, es la sumisión de la minoría a la mayoría
(...), deja de exigir libertad política (...) y deja de exigir justicia (...) Aho-
ra bien, el derecho de tipo nuevo se sale del cuadro de todo derecho ante-
rior (...) [ya que lo que permite el] carácter liberatorio a este nuevo tipo
de derecho es la remisión continua hacia la articulación de la sociedad ci-
vil. (Capella 1977, 35, 71, 77, 99; Lorca Navarrete 1981, 377)

Queda claro que Capella, sin reducir el derecho a la política, busca la “in-
terpretación histórico-materialista del contenido concreto de las normas jurídi-
cas”, intentando, por un lado, “esbozar una teoría del derecho como instrumen-
to del dominio de clase, y por otro lado, profundizar en el estudio del carácter
ideológico del derecho y de la doctrina de los juristas” (Puiqpelet 1987, 30-31;
Capella 1976, 1979, 1993, 1997).
Pero la crítica radical y la tradición de los estudios jurídicos de vanguar-
dia no se encuentran únicamente centradas en el grupo de Juan Ramón Capella
en Barcelona. En los años noventa se destacó el trabajo de algunos investigado-
res de la Universidad de Sevilla, entre los cuales se encuentran Antonio Enri-
que Pérez Luño, David Sánchez Rubio, Alfonso de Julios-Campuzano y Juan
Antonio Senent de Frutos, así como el círculo crítico del programa de doctora-
do en Derechos Humanos y Desarrollo de la Universidad Pablo de Olavide,
coordinado por Joaquín Herrera Flores.
Marcado por un pensamiento ecléctico y pluralista, Antonio Enrique Pé-
rez Luño, catedrático de filosofía del derecho en Sevilla, es el autor de una
extensa producción jurídica que cubre múltiples áreas como la cibernética, la
informática, los derechos humanos, las nuevas tecnologías y la seguridad jurí-
dica (Pérez Luño 1976, 1986, 1991, 1992). Joaquín Herrera Flores es profesor
titular de filosofía del derecho en Sevilla y autor de diversos ensayos publica-
dos en revistas especializadas; se ha interesado en el análisis del fenómeno
jurídico a la luz de los problemas de la democracia, de las necesidades humanas
y de los valores. En su trabajo “Crítica jurídica y estudios de derecho”, apunta
que la crítica jurídica está fundada en los principios de reflexividad, compleji-
dad y esperanza. En su tesis de doctorado articula premisas teóricas, políticas y
axiológicas de la Escuela de Budapest con el concepto de derechos humanos,
destacando el papel de un sistema de necesidades radicales. Pero recientemente
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 67

el pensador sevillano ha desarrollado reflexiones acerca del neocolonialismo,


racionalidad de resistencia, producción cultural y feminismo (Herrera Flores
1987,403-431; 1989; 1993a; 1993b, 87-93; 2000; 2005).
No se puede terminar esta breve caracterización sin referir el trabajo de
los jusfilósofos, David Sánchez Rubio y Francisco J. Contreras Peláez, egresa-
dos del sector crítico del Departamento de Filosofía del Derecho de la Univer-
sidad de Sevilla. Discípulo y excolega de Herrera Flores, David Sánchez Rubio
se presenta actualmente como el principal interlocutor español dedicado a cons-
truir una legalidad alternativa, teniendo como base los presupuestos de la filo-
sofía de la liberación latinoamericana. Esta propuesta, que hace parte de un
humanismo dialéctico, queda clara en su bellísima tesis de doctorado, titulada
“Proyección jurídica de la filosofía latinoamericana de la liberación. Aproxi-
mación concreta a la obra de Leopoldo Zea y Enrique Dussel”, publicada bajo
el título Filosofía, derecho y liberación en América Latina (Sánchez Rubio
1999). Resulta loable el conocimiento, interés y simpatía de Sánchez Rubio por
la filosofía de la liberación y por el derecho alternativo en Brasil, profundiza-
ción teórica de un campo de estudio ya abordado en la experiencia y en la prác-
tica efectiva de Jesús Antonio de la Torre Rangel en México (Sánchez Rubio
1994).
Francisco J. Contreras Peláez, quien cursó sus estudios de doctorado en
Sevilla, es hoy en día profesor de filosofía del derecho en la Universidad de
Huelva. Sus principales investigaciones han sido sobre la historia del pensa-
miento jurídico-político, la teoría de los derechos humanos y ante todo sobre la
dimensión ideológica de los derechos sociales (Contreras Peláez 1994).
Por su parte, el emérito profesor de filosofía del Derecho y filosofía polí-
tica de la Universidad de Valencia, Francisco Javier de Lucas Martín se ha
proyectado internacionalmente en investigar derechos de las minorías, ciuda-
danía, sociedades multiculturales, imigraciones, etc. (Javier de Lucas 2001).
No menos importante a considerar, otros investigadores vienen contribu-
yendo a hacer avanzar la teoría del Derecho en una perspectiva más crítica e
interdisciplinar, como: María José Fariñas Dulce (Universidad Carlos III, Ma-
drid), Nuria Belloso Martín (Universidad de Burgos), José Antonio Estévez
Araujo (Universidad de Barcelona), María José Añón Roig (Universidad de
Valencia), Modesto Saavedra López (Universidad de Granada), Ascensión
Cambrón Infante (Universidad de la Coruña) y Asier Martínez de Bringas
(Universidad de Deusto).
Para finalizar, aunque no exista una única “escuela” jurídica crítica en Es-
paña, es preciso mencionar el significativo y renovador trabajo (en el área de
las prácticas judiciales alternativas por medio de la hermenéutica crítica) del
68 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

grupo Jueces para la Democracia (Madrid), cuyo representante principal es


Perfecto Andrés Ibáñez (1978).

3.2.5.- Modelo de la crítica interdisciplinaria: Bélgica

La discusión fundamental sobre las posibilidades de una ciencia jurídica del


derecho fue precisamente el objetivo del “Séminaire Interdisciplinaire d’Études
Juridiques” (SIEJ), conformado por juristas (algunos de ellos vinculados a las
Facultés Universitaires Saint-Louis) como François Ost, Jacques Lenoble, Mi-
chel van de Kerchove y François Rigaux. La preocupación central de este gru-
po -la investigación interdisciplinaria aplicada al fenómeno jurídico- quedó
plasmada en la época en el artículo de François Ost titulado “Questions Mét-
hodologiques a Propos de la Recherche Interdisciplinaire en Droit” (ver, Ost
1978, 1-29. Igualmente, una interpretación lograda de esta metodología aparece
en la obra colectiva: Van der Kerchove 1978).
Según François Ost, las enseñanzas de la etnología jurídica y del derecho
comparado han demostrado la pluralidad de formas de derecho en el tiempo y
en el espacio. No sólo parece imposible hablar de una única esencia del dere-
cho, sino que en la actualidad presenciamos la desacralización de la ley como
instrumento exclusivo de reglamentación social. En ese contexto, es necesario
desmitificar las formas de racionalización y legitimación de la dogmática jurí-
dica, suplantadas por otras formas de saber sobre el derecho y redefinidas por
la estructura jurídica integrada a los múltiples modos de control social. Estos
nuevos cuestionamientos de carácter interdisciplinario permiten sustituir la
ciencia dogmática del derecho por la ciencia crítica del derecho (Ost 1978, 2-
3).
El diálogo y la interacción entre derecho y ciencias humanas producen
“problemas específicos relacionados con la articulación de las disciplinas”, de
lo cual se desprende la necesidad de abordar dos cuestiones preliminares esen-
ciales: aquella que trata sobre la naturaleza del diálogo y la relacionada con el
objeto del diálogo.
La cuestión de la naturaleza del diálogo consiste en que para justificar el
diálogo entre derecho y ciencias humanas existen respuestas de naturaleza plu-
ridisciplinaria, transdisciplinaria e interdisciplinaria. Para François Ost, la plu-
ridisciplinariedad se refiere a la “yuxtaposición (o la suma) de disciplinas que
produce objetos tan diferentes como perspectivas de iniciación”, mientras que
la transdisciplinariedad, “abandonando los puntos de vista particulares de cada
disciplina, produce un saber autónomo, creando nuevos objetivos teóricos y
aplicando nuevos métodos. Estamos frente a una integración de disciplinas
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 69

(...)”, que construye algo nuevo y común (Ost 1978, 6-7). Desde este momento,
la interdisciplinariedad es el diálogo que

se produce a partir del campo teórico inicial de una disciplina analizada,


que desarrolla problemas recortando total o parcialmente aquellos diálo-
gos elaborados por otra disciplina. Se trata aquí de una articulación de
disciplinas. (...) La cooperación interdisciplinaria permite el diálogo, res-
petando las diferencias específicas y buscando realizar una especie de
traducción científica de un lenguaje para otro. (Ost 1978, 7-8)

Así, en opinión del grupo crítico del SIEJ, adoptando y privilegiando un


campo teórico inicial, la interdisciplinariedad se impone como el método de
investigación central para superar la ciencia dogmática del derecho.
La cuestión del objeto del diálogo consiste en que, una vez establecida la
naturaleza del enfoque (la interdisciplinariedad), es preciso fijar convencional-
mente la disciplina “motora” (el derecho) que ocupa el centro del sistema dis-
ciplinario pero que, teniendo presente tanto una perspectiva propia (el punto de
vista interno de los juristas) como la dinámica de la perspectiva externa ofreci-
da por las ciencias humanas, posibilite la permutación continua de posiciones.
El derecho funciona, en consecuencia, como el discurso-objeto en la interac-
ción teórica con los “metadiscursos externos que lo toman como objeto de es-
tudio” (Ost 1978, 10-11). Bajo la óptica de la interdisciplinariedad, los proble-
mas son identificados y cuestionados primeramente teniendo en cuenta la pers-
pectiva interna del objeto estudiado (teoría general del derecho o dogmática
jurídica) para que, enseguida, éstos sean investigados dentro de la perspectiva
externa, dándole prioridad al discurso que informa la filosofía (epistemología),
la sociología, la lingüística, el psicoanálisis, etc. Una interpretación significati-
va de la racionalidad jurídica (a partir del metadiscurso epistemológico-
psicoanalítico) se encuentra en la obra Droit, Mythe et Raison, de Jacques Le-
noble y François Ost (1980, 12-13)8. En la obra de François Ost parece claro
que toda investigación de carácter interdisciplinario debe reflejar una intención
crítica y emancipatoria. La década de los noventa, François Ost (1997, 2005)
como jurista y pensador ha buscado un diálogo constante con las ciencias
humanas, investigando la relación del Derecho contemporáneo con el tiempo,
con las paradojas del “juego” en la interpretación judicial, con las cuestiones
jurídico-ambientales y con la tradición literaria.

8
A finales de los años ochenta, las tendencias del grupo belga se encaminaron hacia
las cuestiones relativas a la teoría de la regulación en el derecho y hacia las formula-
ciones jurídicas sistémicas. Ver Van der Kerchove y Ost (1988 y 2001).
70 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

3.2.6.- Sociología jurídica de las Emancipaciones: Portugal

Si bien no es posible afirmar la consagración de un núcleo o movimiento críti-


co del derecho en Portugal, podemos resaltar las investigaciones teóricas e
empíricas, con repercusiones crítico-interdisciplinares en las áreas del Derecho
(filosofía y sociología jurídicas), Sociología, Ciencia Política, Filosofía, Antro-
pología, etc., de Boaventura de Sousa Santos, profesor de sociología y director
del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, también docen-
te de la Universidad de Wisconsin-Madison (EUA). La obra de este autor, que
se proyecta como uno de los más importantes pensadores de fines del siglo XX
y principios del siglo XXI, ha optado por preocupaciones morales y socio-
políticas, dirigidas para la edificación “de una sociedad más igualitaria y más
respetuosa con la diferencia, con la formulación de una ciencia no eurocéntrica,
con la transformación de las relaciones de poder, con la construcción de una
globalización contra-hegemónica” y con un proyecto político-jurídico emanci-
pador (Santos 2003, 13).
Antes de presentar algunas de sus ideas sobre el mundo jurídico (plura-
lismo jurídico, administración de justicia, posmodernidad del Derecho, legali-
dad cosmopolita), cabe introducir sus tematizaciones epistemológicas y socio-
políticas más recurrentes. En este sentido, para Boaventura de S. Santos, la
modernidad es un proyecto socio-cultural constituido entre los siglos XVI y
fines del siglo XVIII, modelo ambicioso, revolucionario, altamente complejo y
rico en posibilidades, fundado en la dinámica de dos pilares: regulación social
(Estado, Mercado y Sociedad) y emancipación social (formas de racionalidades
cognitivas y prácticas). Este proyecto contiene contradicciones internas: “pro-
mesas no cumplidas y déficits irremediables. Cada uno de los dos pilares (…),
tiende a maximizar su potencial propio, sea por la maximización de la regula-
ción o por la maximización de la emancipación, perjudicando, así, el éxito de
cualquier estrategia de compromisos pragmáticos entre ambos” (Santos 2000,
50). Con la convergencia del paradigma de la modernidad con el capitalismo,
las energías regulatorias y su modelo de conocimiento absorbieron las energías
emancipatorias y se volvieron hegemónicos. Frente al “colapso de la emanci-
pación en la regulación, el paradigma de la modernidad deja de poder renovarse
y entra en crisis final” (Santos 2000, 15). Ahora bien, teniendo en considera-
ción que a partir de la modernidad es que se puede transponerla, se hace nece-
sario buscar las representaciones que ésta dejó incompletas y deficitarias para
restablecer un nivel a favor de la emancipación. Es esencial, por consecuencia,
pensar y crear las condiciones epistemológicas para otro paradigma, capaz de
constituir un nuevo sentido común: solidario y participativo. En verdad eso
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 71

implica la transformación de la ciencia moderna que pasa por una crítica epis-
temológica (Santos 1987, 1989 y 1994).
Se trata de criticar los límites y faltantes de la modernidad, introduciendo
a un campo de conocimiento más extenso, reconociendo otras formas de pro-
ducción epistemológica y otras prácticas sociales. Tal direccionamiento no
implica buscar un modelo de totalidad monolítica, una hegemonía de la racio-
nalidad, sino caminar en la perspectiva de “archipiélagos de fragmentos”, o sea,
de una “fragmentación con solidaridad”, una forma de entendimiento marcada
por la “tolerancia discursiva” (Santos, en Jurandir Maleaba 1995, 6-7). Cierta-
mente no deja de ser la construcción de una política posmoderna de resistencias
asentada “en mini-racionalidades” (Santos 1994, 91).
Es en el contexto de esa discusión de crisis de la modernidad y recons-
trucción de nuevos paradigmas que Boaventura de S. Santos introduce sus pre-
ocupaciones sobre el Derecho. Fue en los inicios de los años 70, que el autor
hizo trabajo de campo en Brasil sobre las luchas de tierra en la ciudad de Recife
(norte del país) y, posteriormente, análisis empírico-sociológicos sobre prácti-
cas jurídicas en el interior de una favela (Jacarezinho) de Río de Janeiro, lo que
dio el nombre imaginario de “Pasárgada”, y dando origen a sus influyentes
interpretaciones sobre el pluralismo jurídico en la periferia del capitalismo
(Santos 1988, 91-101).
Así, con base en formulaciones sobre el pluralismo jurídico, el autor ex-
tiende el concepto y la práctica del Derecho, articulando su experiencia a través
de ciertos elementos que permean las relaciones entre el Derecho estatal mo-
derno y las relaciones emergentes de un Derecho infra-estatal (legalidades pa-
ralelas).
Apoyado en una investigación denominada sociología de la retórica jurí-
dica, Boaventura de Sousa Santos no sólo hace el análisis del derecho moderno,
sino que, sobre todo, denuncia la crisis que se manifiesta en el sistema judicial
capitalista, apuntando las posibles reformas para la transformación de la admi-
nistración de justicia.
En la opinión del sociólogo de la Universidad de Coimbra9, la praxis de la
legalidad capitalista es revelada por la articulación de tres componentes estruc-
turales básicos: la retórica, la burocracia y la violencia. En el paradigma mo-
derno de normatividad, cada uno de estos elementos posee internamente su

9
Aquí también podemos mencionar a António Manoel Hespanha, profesor de la Facul-
tad de Derecho de la Universidad Nueva de Lisboa, como uno de los más importan-
tes investigadores criticos en el ámbito de la metodología histórico-jurídica y de la
historia institucional moderna. Sus obras A História do Direito na História Social
(1978), História das Instituções. Épocas Medieval e Moderna (1982), Justiça e Pros-
pectiva (1993) y Panorama Histórico da Cultura Jurídica Europeia (1997), acentúan
la dimensión social y cultural del derecho y de las instituciones jurídicas.
72 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

lógica y principios organizacionales propios. Cada una de estas categorías al-


canza “una forma de comunicación y una estrategia de toma de decisiones”, de
la siguiente forma:

La retórica se basa en la producción de persuasión y de adhesión volunta-


ria por medio de la movilización del potencial argumentativo de secuen-
cias y artefactos verbales y no verbales, socialmente aceptados. La buro-
cracia se funda en la imposición autoritaria a través de la movilización
del potencial demostrativo del conocimiento profesional, de las reglas
formales generales y de los procedimientos jerárquicamente organizados.
La violencia, por su parte, se basa en el uso o en la amenaza de la fuerza
física. (Santos, en Soares et al. 1985,81; ver también Santos 1998, 91-
101)

La especificidad de la legalidad capitalista radica en el funcionamiento y


la interacción conjunta de estos tres requisitos que, una vez estructurados, esta-
blecen relaciones en los niveles de “covariación cuantitativa”, de “combinación
geopolítica” y de “interpenetración cuantitativa” (Santos, en Soares et al.
1985,81-83; Santos 1983, 143-145). Para Santos, el modelo jurídico estatal
capitalista se ha caracterizado, en los últimos dos siglos, por la retirada gradual
de la retórica, relegada a las áreas dominadas de la periferia político-
económica, así como por la expansión progresiva de la burocracia y de la vio-
lencia, predominantes en la esfera del núcleo hegemónico.
La configuración de este modelo teórico permite alcanzar formas para su-
perar la crisis del paradigma tradicional del derecho, definiendo profundas re-
formas cualitativas que favorecerán el surgimiento del “modo de producción
jurídico dominado por la retórica”. Aunque reconozca el tipo de reforma que
pasa por la “administración tecnócrata de la justicia”, Santos se interesa por
modelos alternativos de administración de justicia, tales como la “informaliza-
ción/deslegalización de la justicia”, y la “justicia comunitaria”, a través de la
mediación o de la conciliación, que comprende la “creación de procesos, ins-
tancias e instituciones relativamente descentralizados, informales y desprofe-
sionalizados que sustituyan o complementen (...) la administración tradicional
de la justicia para volverla, en términos generales, más rápida, más barata y
más accesible” (Santos 1983, 140). Esas reformas hacen posible la construc-
ción de otro derecho, un modelo jurídico que limitará y restringirá el espacio de
dominación de las categorías de “burocracia” (dominio de la jerarquía normati-
va) y de “violencia” (ordenación de la legitimidad bajo coacción) y que promo-
verá igualmente la expansión de la “retórica” como proceso dialógico de nego-
ciación y de participación. En la formulación del nuevo paradigma jurídico
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 73

estatal hay que considerar también el desplazamiento paralelo del conocimiento


científico, ya que el nuevo conocimiento de cientificidad como emancipación
“apuntará hacia la dicotomía liberación/opresión” (Santos, en Soares et al.
1985, 96-97). La estructura dual del poder que se hace efectiva en la domina-
ción política capitalista refleja, en las periferias sociales dependientes, la tipici-
dad de una retórica jurídica marcada por la opresión lógica de la burocracia y
de la violencia. En este contexto se puede pensar en el potencial liberador de la
pluralidad de paradigmas jurídicos, representada por la existencia de la legali-
dad paralela transformadora.
Posteriormente, Boaventura de S. Santos pasó a problematizar la transi-
ción del Derecho en la posmodernidad, los efectos de la globalización sobre las
prácticas legales (Santos 1989, 113-123, 191, 198) y las implicaciones del mul-
ticulturalismo en la teoría de los derechos humanos.
En el periodo de transición paradigmática, se establece la configuración
de un “diálogo multicultural” progresista, expresado en el principio: “tenemos
el derecho a ser iguales cuando la diferencia nos rebaja, tenemos el derecho a
ser diferentes cuando la igualdad nos deja de distinguir” (Santos 1997, 122).
Así, a partir del contacto con culturas asiáticas y africanas, el autor avanza
acerca de las concepciones occidentales de dignidad humana, buscando un
marco multicultural de los derechos humanos a través de la hermenéutica dia-
tópica. Esta debe ser entendida como la interpretación realizada en dos lugares:
el lugar de la ciencia moderna y el lugar del conocimiento marginalizado por el
saber de la modernidad; el espacio hegemónico de la cultura occidental y el
espacio de otras culturas no-occidentales/periféricas (Santos 2000, 31; 1997,
155-122). En realidad, detrás de los embates por los derechos humanos, surge
“un nuevo ecumenismo de luchas contra-hegemónicas, emancipatorias, en que
grupos sociales, movimientos de base, partiendo de presupuestos culturales
diferentes -islámicos, hindúes, católicos, protestantes- están buscando encontrar
formas de dialogar sobre, o bajo todas las diferencias culturales que los divi-
den” (Santos 1995, 13).
En sus últimas obras, el profesor de la Facultad de Economía de la Uni-
versidad de Coimbra ha examinado temas de naturaleza crítico-interdisciplinar
sobre multiculturalismo, sociología de las ausencias, neocolonialismo del poder
y del saber, surgimiento del fascismo social, cosmopolitismo subalterno, demo-
cracia participativa, economía solidaria, uso contra-hegemónico del Derecho,
redefinición de la universidad y foro social mundial (Santos 2002; 2003, 3-76;
2004, 2005).
74 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

3.3.- CORRIENTES CRÍTICAS DEL DERECHO


EN AMÉRICA LATINA

Las principales tendencias del pensamiento crítico del derecho trascienden los
horizontes de la doctrina norteamericana y europea, extendiéndose por los paí-
ses latinoamericanos, especialmente México, Argentina y Brasil. Debido a la
fuerte influencia de la cultura anglosajona sobre la Escuela Analítica Argentina,
es evidente el gran interés de algunos juristas de Buenos Aires por los Critical
Legal Studies. A partir de los años ochenta fue igualmente importante la in-
fluencia de diferentes tendencias marxistas, provenientes del Uso Alternativo
del Derecho (Italia) y de la Asociación Crítica del Derecho (Francia), sobre
amplios sectores del derecho crítico latinoamericano, entre los cuales está el
grupo de juristas mexicanos reunidos en la Universidad de Puebla y en la Uni-
versidad Autónoma Metropolitana de México/Azcapotzalco. Esta influencia se
extiende también a las posturas aisladas de juridicismo marxista (Chile, Perú y
Colombia), al movimiento crítico de Buenos Aires (enfoques de tipo lingüísti-
co-psicoanalítico), así como a las jornadas y los encuentros de la Asociación
Latinoamericana de Metodología de la Enseñanza del Derecho (ALMED),
integrada por jusfilósofos e investigadores empíricos de distintas nacionalida-
des, cuyo núcleo se encuentra en Brasil. La proliferación de ideas críticas sobre
la enseñanza jurídica y las nuevas investigaciones metodológicas sobre el dere-
cho fueron publicadas en el principal vehículo de difusión de la ALMED, la
revista Contradogmática, que hace algunos años dejó de ser editada.
Además de la profunda influencia del grupo mexicano de crítica jurídica
(coordinado por Oscar Correas) y de la ALMED (coordinada por Luis A. Wa-
rat), tienen gran importancia otros órganos o institutos regionales de investiga-
ción sociopolítico-jurídica, entre los cuales podemos citar al Consejo Latinoa-
mericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en cuyo seno se encuentra un grupo
de investigadores sobre el derecho y las ciencias sociales con sede en Buenos
Aires y que ya cuenta con más de dos décadas de experiencia; al Grupo Lati-
noamericano de Criminología Crítica, que en los últimos diez años ha venido
promoviendo fructíferos intercambios y publicaciones crítico-legales; al Insti-
tuto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA), localizado en
Bogotá, el cual tiene como principal órgano de divulgación la revista El Otro
Derecho; al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), con sede en Bue-
nos Aires y dirigido por Octavio Carsen, y al Centro de Acción y Reflexión
para el Cambio (Quercum), establecido en Santiago de Chile y conducido por
el abogado popular Manuel Jacques. Todos estos movimientos e instituciones
han dado prioridad a los temas del uso alternativo del derecho, los derechos
humanos y la asesoría jurídica popular.
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 75

3.3.1.- La crítica jurídica en México

Uno de los núcleos más fuertes de la investigación jurídica progresista latinoa-


mericana se encuentra en México, alrededor de las investigaciones publicadas
por la revista Crítica Jurídica, cuyo principal representante es Oscar Correas
(ver Jeammaud 1982; Novoa Monreal 1985; Correas, en Miaille et al. 1986).
Igualmente mencionamos a Graciela Bensusan, Jorge Luis Ibarra (rector de la
Universidad de Sonora), Antonio Azuela (Grupo de la UAM/Azcapotzalco) y a
Jesús Antonio de la Torre Rangel (Facultad de Derecho de Aguascalientes).
Desprovista del antiguo apoyo institucional de la Universidad de Puebla,
y debido a la partida de Oscar Correas para la UNAM en la Ciudad de México,
la revista Crítica Jurídica pasó a ser editada por el Instituto de Investigaciones
Jurídicas. En 1996, Correas se vio obligado a abandonar este Instituto, pasando
por la Facultad de Ciencias Políticas y estableciéndose en el Centro de Investi-
gaciones Interdisciplinarias.10
Oscar Correas, jurista argentino radicado en México, se perfila como uno
de los principales teóricos del pensamiento crítico mexicano y uno le los res-
ponsables directos del éxito de las publicaciones de Crítica Jurídica. A partir
de presupuestos de índole marxista, Correas hace una crítica contundente al
derecho moderno. Oponiéndose a la crítica jurídica formal del positivismo, el
autor defiende una ciencia jurídica material dirigida a los contenidos normati-
vos como consolidación de los fenómenos socioeconómicos. En su obra Ideo-
logía jurídica, Correas busca: demostrar, mediante una serie de ensayos, los
problemas y los límites de las concepciones del derecho derivados de la distin-
ción/oposición “estructura-superestructura” y de algunas imprecisiones de la
teoría de Pashukanis, así como del proceso de funcionamiento de la normativi-
dad capitalista en el ámbito del derecho civil, laboral, económico, público, pe-
nal, etc. De su trabajo se desprende la propuesta de que el derecho es una “for-
ma social”, es decir, una de la formas de existencia de las relaciones sociales,
sin reducirse a un simple “fenómeno económico esencial” ni a la forma que le
es dictada por el Estado. La “forma jurídica” (apariencia concreta) es la “forma
especial normativa de existencia de los fenómenos básicos. (...) El objetivo de
la crítica es esa dimensión normativa que comúnmente llamamos jurídica, di-
mensión que no está separada de lo económico sino que es su modo concreto
de existencia” (Correas 1983, 15,38-39).

10
Además de la revista Crítica Jurídica, que desde el numero 17 de 2000 está siendo
publicada por las Facultades de Brasil con apoyo del Centro de Investigaciones de la
UNAM y de la Universidad de Sonora, registramos la existencia de otras revistas crí-
ticas como Alter e Inter Criminis (del Inacipe). A propósito del “marxismo jurídico” en
México y en América latina, véase De la Torre Rangel (1989, 157-195).
76 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Avanzando en su crítica al derecho moderno e inspirándose en la teoría


del valor propuesta por Marx en El capital, el autor plantea, en su obra Intro-
ducción a la crítica del derecho moderno, que las normas del sistema (la circu-
lación de mercancías, la compra y venta de la fuerza del trabajo y la circulación
del capital) son la expresión del fenómeno económico exclusivamente capita-
lista. Así, queda demostrado que el “derecho moderno contiene una ‘lógica’,
una estructura que no es sino la forma ‘normativa’ de las exigencias de la re-
producción ampliada del capital” (Correas 1986b, 7-8). En sus posturas más
recientes, el autor demuestra su interés tanto por las investigaciones que inclu-
yen una crítica de naturaleza sociopolítico desmitificadora del formalismo kel-
seniano, como por los análisis del derecho indígena, del pluralismo legal, de la
racionalidad jurídica y de la política del derecho entendida como “crítica jurídi-
ca”11. Al parecer de Oscar Correas, la “crítica jurídica”, aunque sea una forma
de la “teoría crítica” del derecho, no debe ser confundida con ésta, ya que opera
con base en datos concretos al paso que objetiva la aplicación de una práctica
política transformadora. Por su parte, la “teoría crítica”, como su propio nom-
bre lo indica, incide fundamentalmente en la esfera de la especulación y de la
teorización.
La contribución teórica del jurista Jesús Antonio de la Torre Rangel (pro-
fesor de la Universidad de Aguascalientes e integrante de la Escuela Libre de
Derecho) es la más original e innovadora propuesta de epistemología jurídica
crítica, dedicada a la liberación popular latinoamericana. En las obras El dere-
cho como arma de liberación en América Latina y El derecho que nace del
pueblo, de la Torre Rangel deja en claro su crítica a los diversos modelos de
normativismos formales predominantes en la cultura burguesa occidental, así
como su opción por un jusnaturalismo histórico adecuado a América Latina.
Este último se basa en los principios de la “filosofía de la liberación”, lo cual
permite reconsiderar la problemática “justicia/bien común” y contribuye estra-
tégicamente a la crítica permanente del sistema social vigente. Para de la Torre
Rangel, es preciso buscar la superación de la juridicidad moderna existente, ya
que el “derecho vigente es mucho más expresión de injusticia y opresión que
de justicia. (...) La injusticia instalada en nuestra sociedad latinoamericana no
se debe a que el derecho no se aplica, sino a la aplicación misma del derecho
vigente” (De la Torre Rangel 1984, 23). En la nueva organización de la socie-
dad, el derecho deberá nacer del pueblo, un derecho “desde la perspectiva de
los oprimidos con el carácter de creadores”, un derecho encarado como instru-

11
Estas preocupaciones fueron demostradas en varios ensayos. Véase Correas 1989,
403-413; 1990, 35-51. El avance de las posturas epistemológicas puede comprobar-
se en sus más recientes libros (Correas 1994a, 1994b, 1995a, 1995b).
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 77

mento de lucha y de cambio social en América Latina (De la Torre Rangel


1984, 14-15; 1986a, 12-13; 1991; 1992; 1997; 1998; 2001).
Para este autor, no hay duda de que la conquista de los derechos por parte
del pueblo no se lleva a cabo necesariamente por medio del derecho positivo
dominante, ya que el “pueblo puede manejar también conceptos basados en el
sentimiento de justicia”, surgidos de su propia experiencia histórica en tanto
que pueblo explotado. Del mismo modo, esta juridicidad “que fundamenta la
exigencia de sus derechos sobrepasa la realidad del derecho positivo. Se fun-
damenta en la concepción misma de la justicia y está inspirada en el concepto
histórico de justicia, alternativa al concepto de ‘justicia conservadora’ de la
legalidad vigente” (De la Torre Rangel 1984,29; 1986a, 18-19). En contraposi-
ción con las orientaciones clásicas jusfilosóficas (positivismo, jusnaturalismo y
marxismo), de la Torre Rangel opta por una teoría jurídica crítico-instrumental
colocada al servicio de los oprimidos. De ella se desprende una ética política
libertadora que se aproxima a la propuesta ontológica del filósofo y teólogo
argentino Enrique Dussel.
Desde esta perspectiva, es fundamental relacionar el nuevo derecho que
“nace del pueblo” con las categorías de centro/periferia, dependen-
cia/emancipación, totalidad/exterioridad, dominación/liberación y dialécti-
ca/analéctica. La conciencia de esa problemática permite edificar la auténtica
juridicidad del otro, la “revelación del hombre con toda su dignidad personal”
(De la Torre Rangel 1983,96-132; 1986a, 56; 1986b, 391-402). Para ello, es
igualmente importante la utilización del método analéctico que, partiendo de la
realidad social (totalidad/exterioridad), “abre la posibilidad en la filosofía jurí-
dica” de cuestionar, permanente y críticamente, “el concepto de lo justo de la
juridicidad en el modo de producción capitalista”. El derecho moderno acaba
siendo

superado por lo verdaderamente justo, que, para la totalidad, es ilegal. La


justicia y el bien común, vistos desde la perspectiva del otro, recobran su
sentido ya que el otro, desde la exterioridad del modo de producción y su
juridicidad, provoca una legalidad de la justicia. La juridicidad moderna,
así como cualquier otra juridicidad alienante, será superada en la re-
flexión filosófica (...), cuando el otro fuere reconocido como otro. El
primer momento será reconocer la desigualdad de los desiguales y, a par-
tir de ello, admitir el reconocimiento pleno, ya no de lo desigual sino de
lo distinto, portador de justicia en tanto que otro. (...) Por esa razón se
cuestiona y se coloca en situación de crisis el derecho de la modernidad
(...) que existe con el fin de mantener el lucro y el poder. (De la Torre
Rangel 1986a, 55-56)
78 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Antes de cerrar esta breve alusión al trabajo jurídico crítico en México es


importante mencionar los aportes del filósofo del derecho Arturo Berumen
Campos y los del grupo de pensamiento jurídico crítico con sede en el Instituto
Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), en el cual se destacan Fernando Teno-
rio Tagle, Alicia González Vidaurri, Augusto Sánchez Sandoval y Luis Gonzá-
lez Plascencia.

3.3.2.- Aportes de crítica al derecho: Chile y Colombia

La aparición de una preocupación jurídica teórico-práctica con claras resonan-


cias de la crítica marxista inspiró y a la vez dominó los estudios de algunos
abogados, tanto en México como en Chile, Perú, Colombia y Cuba12. Como
contribución al pensamiento jurídico en Chile, podemos mencionar a Eduardo
Novoa Monreal y a Manuel Jacques, y en Colombia los trabajos de Víctor Ma-
nuel Moncayo, Gilberto Tobón Sanín, Eduardo Rodríguez M., Germán Palacio,
Fernando Rojas Hurtado, César A. Rodríguez G., Mauricio García Villegas,
Andrés Botero Bernal y Germán Burgos.
Durante muchos años, Eduardo Novoa Monreal fue profesor de teoría ge-
neral del derecho y de derecho penal en la Universidad de Chile, presidente del
Instituto de Ciencias Penales Chilenas y asesor jurídico del gobierno de Salva-
dor Allende entre 1970 y 1973. Las raíces de sus polémicas investigaciones
críticas surgen, por primera vez, cuando ataca el sistema legal oficial en la re-
vista Mensaje (N° 134) de Santiago de Chile, en noviembre de 1964. La obra
crítica esencial de Novoa Monreal fue El derecho como obstáculo al cambio
social (1980), la cual lo proyectó internacionalmente y alcanzó ocho ediciones
hasta 1986. No se trata de una crítica general y acabada a la teoría dogmática
del derecho, sino de una crítica a determinados mecanismos jurídicos obsoletos
e ineficaces, los cuales, en la medida en que reproducen los “principios, con-
ceptos y valores del capitalismo y de la ideología conservadora liberal-
individualista”, acaban obstaculizando el desarrollo y los cambios de las estruc-
turas sociales (Novoa Monreal 1980; 1985, 77-79). Otros trabajos críticos co-
mo Derecho, política y democracia o Instrumentos jurídicos para una política

12
No podemos dejar de mencionar la importancia del trabajo de algunos investigadores
jurídicos en Perú y Cuba, tales como Jorge Rendón Vásquez, especialista en dere-
cho laboral y profesor emérito de la Universidad Mayor de San Marcos en Lima (en-
tre muchos otros, véase Rendón 1989). En lo que respecta a los juristas cubanos,
debemos destacar a Julio Fernández Bulté, profesor de filosofía jurídica (Fernández
et al. 1984), a Delio J. Carreras Cuevas, historiador y profesor de derecho romano
(Carreras 1977), ambos integrantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de
La Habana, y a Hugo Azcuy Henríquez, especialista en derecho constitucional del
Centro de Estudios sobre América (CEA-La Habana).
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 79

económica avanzada permiten que el autor retorne y profundice algunas cues-


tiones, como la propiedad privada, los derechos humanos, la democracia en el
proceso de socialización y los medios normativos para la implementación de
proyectos políticos eficaces (Novoa Monreal 1983, 1987).
Sólidamente sustentada en posturas socialistas, muy próximas al marxis-
mo clásico, la teoría de Novoa Monreal entiende el derecho no como una au-
téntica ciencia, sino como

una técnica instrumental destinada a servir por igual las distintas ideolo-
gías que se dividen a favor de quien decide la suerte (...) y de quien ejerce
el poder en una sociedad. Las ideas políticas y sociales dominantes de-
terminan lo que debe ser el Estado y moldean el contenido de las normas
jurídicas. Por consiguiente, para determinar el contenido del derecho re-
sulta decisiva la consideración de la forma de organización social para la
cual éste está destinado a servir, conforme ella sea liberal-individualista,
reformista o revolucionaria. (Novoa Monreal 1985, 80-82, 93)

En el contexto progresista latinoamericano, la vasta producción crítica de


Novoa, aunque fuertemente marcada por un radicalismo jurídico marxista, ha
tenido una amplia repercusión que sobrepasa las fronteras de su país de origen.
Igualmente ejemplares son los esfuerzos teóricos del abogado popular
chileno Manuel Jacques, profundamente comprometido con las prácticas y los
servicios legales alternativos considerados como un proceso innovador y trans-
formador. Su intento se resume en buscar una abogacía orientada hacia la satis-
facción de “necesidades fundamentales” (supervivencia, subsistencia y realiza-
ción del individuo y de la persona humana), capaz de transformar el orden es-
tablecido y de avanzar en la construcción de una “nueva utopía como expresión
de un proyecto real de liberación”, socializando el derecho y edificando la
normatividad a partir de las realidades cotidianas. En su ensayo “Una concep-
ción metodológica del uso alternativo del derecho”, Jacques propone la siste-
matización, la metodología y los contenidos para el ejercicio de los llamados
“servicios legales alternativos”. Frente a la construcción teórico-práctica ya
estructurada, estos programas han sido “recibidos con inmenso entusiasmo a lo
largo y ancho de la geografía chilena, así como en otros países latinoamerica-
nos. Sus posiciones, de matices gramscianos, combinadas con una buena dosis
de originalidad, se incluyen entre las más logradas” entre los pensadores críti-
cos del derecho (Rojas Hurtado 1988). Su trabajo teórico hace un largo tiempo
se ha complementado con una efectiva práctica legal popular, vinculada a la
coordinación del Centro de Acción y Reflexión para el Cambio (Quercum),
creado para la atención y defensa de los derechos humanos.
80 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Más allá del contexto chileno, sobresalen las formulaciones jurídico-


filosóficas de corte marxista de algunos autores colombianos. En sus inicios, el
pensamiento jurídico crítico en Colombia buscó, como lo señala Quiñones Páez
(1987, 46), indagar la consolidación del derecho como “relación de domina-
ción, así como el papel que en él se le da a lo ideológico y al Estado, sus impli-
caciones con respecto al delito y a la política criminal, y el contenido de la
práctica jurídica en sí misma”.
En primer lugar, debemos mencionar al jurista formado en la Universidad
Nacional de Colombia, Víctor Manuel Moncayo, quien se ha acercado al ámbi-
to de la teoría crítica del derecho con dos ensayos denominados “El derecho:
una relación de producción” y “Sobre el derecho en las formaciones sociales
capitalistas”. En opinión de Quiñones Páez, Moncayo pretende alcanzar dos
objetivos esenciales: definir el papel del derecho en el proceso de obtención de
la plusvalía y analizar su función como vehículo obligatorio en la manifesta-
ción y realización de los intereses de clase (Quiñones Páez 1987, 46).
Igualmente, Gilberto Tobón Sanín, catedrático de la Universidad Nacional
-seccional Medellín-, publicó un estudio sobre el “Carácter ideológico de la
filosofía del derecho” en el cual busca resaltar las limitaciones de la teoría del
derecho, deformada por criterios ideológicos de inclinación jusnaturalista y
positivista. También merecen la atención las investigaciones de Germán Pala-
cio (antiguo miembro de ILSA) sobre los servicios legales populares, las prác-
ticas jurídicas críticas, las relaciones de producción capitalistas, el pluralismo
jurídico y los impactos de la globalización (Palacio 1993).
Es importante mencionar el trabajo de Fernando Rojas Hurtado, autor con
una sólida formación en derecho, sociología jurídica y administración pública.
Entre sus más importantes trabajos están Luchas obreras y política laboral en
Colombia (escrito conjuntamente con Moncayo), Derechos humanos y crítica
social en América Latina, Criminalidad y constituyente, así como sus publica-
ciones en la revista El Otro Derecho, que abordan las “comparaciones entre las
tendencias de los servicios legales en Norteamérica, Europa y América Latina”
(Quiñones Páez 1987, 48-50).
Debe de registrarse también la contribución doctrinaria de algunos jóve-
nes investigadores y profesores universitarios que “combinan la reflexión teóri-
ca rigurosa con el estudio sistemático de prácticas sociales y jurídicas”, particu-
larmente en la América Latina: César A. Rodríguez (estudió en Nueva Iorque y
en Wisconsin-Madison, actualmente es profesor en la Universidad de los An-
des y miembro de ILSA) y Mauricio García Villegas (estudió en Bélgica y
EUA, actualmente es profesor de la Universidad Nacional de Colombia). Aún
se puede hacer mención del nombre del joven profesor de Filosofía e Historia
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 81

del Derecho de la Universidad de Medellín, Andrés Botero Bernal (García Vi-


llegas 2001; García Villegas y Rodríguez 2003; Botero B. 2003).
Concomitantemente, cabe recordar la relevancia política de las prácticas
jurídicas asociadas a las experiencias populares representadas por el Instituto
Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA-Bogotá) y por su
principal órgano de difusión, la revista El Otro Derecho.
Es importante resaltar el aporte institucional de ILSA -una organización
sin ánimo de lucro que se dedica a la promoción de los servicios legales alter-
nativos en la región de América Latina y del Caribe-. Según sus propósitos,
definidos en la presentación del primer número de la revista El Otro Derecho,
la expresión “alternativos” debe ser entendida como aquellos “(...) grupos de
apoyo jurídico popular que buscan defender intereses colectivos mediante la
organización comunitaria y la capacitación legal orientada hacia la moviliza-
ción y la autoorganización” (Rojas Hurtado 1988, 3)13. En sus más de veinti-
cinco años de existencia, ILSA no sólo ha privilegiado el estudio de culturas
legales informales, sino que, ante todo, ha incentivado la formación de prácti-
cas jurídicas nacionales renovadoras en toda América Latina. Con este intento,
su consejo directivo, constituido por personas de diversos países, articula “(...)
encuentros de capacitación y de intercambio de experiencias, estudios de cam-
po, en los cuales se contextualiza y evoluciona el trabajo de los grupos de ser-
vicios legales alternativos, publicaciones de informaciones y análisis, campañas
de denuncia, de solidaridad y de movilización a favor de las reivindicaciones
populares” (Rojas Hurtado 1998, 3-5). Los grupos de servicios legales alterna-
tivos vinculados directa o indirectamente a ILSA se preocupan principalmente
por las víctimas de las violaciones de los derechos humanos, y trabajan con
grupos de mujeres, negros, indios, campesinos, desplazados y organizaciones
sindicales.

ILSA también ha promovido las publicaciones más recientes sobre estu-


dios jurídicos críticos en América Latina, entre las cuales se destaca el
proyecto dirigido por César A. Rodríguez y Mauricio García. Bajo la
coordinación de estos dos sociólogos del derecho colombianos, un grupo
de autores de diversos países, disciplinas y perspectivas han reflexionado
acerca del pasado y futuro de los estudios críticos sobre el derecho en la
región (ver García y Rodríguez 2003).

13
Sobre la reafirmación de los objetivos y funciones de esta institución, véase el mani-
fiesto conmemorativo de los diez años de ILSA: ILSA (1989, 5-49).
82 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

3.3.3.- El movimiento crítico en Argentina

No existe propiamente una “escuela” crítica argentina, ni tampoco se puede


hablar de una “teoría crítica” sistematizada y reconocida por el consenso inte-
lectual. El panorama del pensamiento “antidogmático”, principalmente en la
Universidad de Buenos Aires, adoptó una especificidad similar a la presentada
en la España democrática posfranquista. De la misma forma en que los jusfiló-
sofos críticos españoles se convirtieron, con la llegada del socialismo al poder,
en justificadores analíticos de la legalidad vigente, muchos juristas insurgentes
en Argentina acabaron comprometiéndose y ejerciendo altas funciones durante
la administración de Raúl Alfonsín. En ese sentido, Luis A. Warat recuerda que
algunos de los teóricos reconocidos como “críticos”, al paso que desarrollaban
investigaciones en torno a la retórica desmitificadora, no hicieron sino discur-
sos jurídicos del ejercicio del poder. Se esconde, detrás de ciertas “teorías críti-
cas”, la intención incontrolable de contar con una práctica político-ideológica
perfectamente definida.
Con estas aclaraciones, cabe señalar que la preocupación por un pensa-
miento jurídico “antidogmático” estuvo presente en muchos juristas-
investigadores, quienes -a pesar de los distintos enfoques epistemológicos-
coincidieron en algunas cuestiones centrales que se resumieron en problemas
como la intersección “derecho/sociedad”, el papel de la ideología como ele-
mento constituyente del discurso jurídico, el derecho como discurso de poder,
los análisis que involucran la sociología jurídica y las relaciones entre el dere-
cho y el psicoanálisis (Correas 1987, 169-170; Cárcova el al. 1991).
El aparato represivo y la discriminación política que azotaron a Argentina
durante el autoritarismo de los regímenes militares hicieron que muchos auto-
res desarrollaran su trabajo intelectual en el exterior. Es el caso de Oscar Co-
rreas, Graciela Bensusan (los dos en México) y Luis Alberto Warat (en Brasil).
Igualmente, otros teóricos argentinos hicieron notar su presencia con reconoci-
dos trabajos, como José María Gómez -politólogo que desarrolla investigacio-
nes en el área de los derechos humanos en la PUC/RJ (Brasil)- o Roberto Ber-
gaIli, quien está vinculado a la Universidad de Barcelona y ha hecho una desta-
cada contribución tanto a la sociología jurídica como a la criminología crítica.
Bergalli fue, entre 1994 y 1995, director científico del Instituto Internacional de
Sociología Jurídica en Oñati, España14.
Probablemente, al no haber una “escuela” crítica o un pensamiento cues-
tionador uniforme, aparecen análisis de diferentes matices, bien sea en publica-
14
Además de sus estudios sobre sociología y criminología crítica, Roberto Bergalli ha
participado en el programa alternativo de práctica judicial democrática. Véanse Ber-
galli (1984, 1990, 1994) y Bergalli y Marí (1989).
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 83

ciones colectivas y en trabajos individuales, o en ensayos editados en revistas


especializadas. Las diversas aproximaciones epistemológicas están atravesadas
por una crítica de perspectiva ecléctica -dialéctica/discursiva/ideológica multi-
culturalista, con autores como Ricardo Entelman, Carlos M. Cárcova, Alicia
E.C. Ruiz-, sistémico-sociológica -Enrique Zuleta Puceiro- y psicoanalítica -
Enrique Eduardo Marí, Enrique Kozicki y otros- (véase Cárcova et al. 1991).
En los últimos años una retomada y revisión del discurso sobre las “teorías
críticas” se encuentra en el trabajo colectivo “Desde otra mirada. Textos de
Teoría Crítica del Derecho”, organizado por Christian Court (2001).
Igualmente, Carlos M. Cárcova se ha preocupado por definir los paráme-
tros de un paradigma jurídico adecuado al análisis estructural de la sociedad.
Para él, la investigación de carácter interdisciplinario implica mucha cautela y
sentido de autocrítica, pues “una cosa es advertir sobre la insuficiencia de cier-
tos modelos de conocimiento (...) y otra es estar en condiciones de generar un
verdadero modelo alternativo” (Cárcova, en Correas 1987, 170). En la consti-
tución de la nueva teoría que contenga el nuevo paradigma social en su conjun-
to y la especificidad de la instancia jurídica, es esencial articular otra noción de
cientificidad venida de la epistemología de Bachelard, de la relectura de
Gramsci, Legendre, Lefort, Castoriadis y de los presupuestos de la Escuela de
Frankfurt.
Al referirse al movimiento crítico en Argentina, Carlos Cárcova señala
que, en primer lugar, se buscó dar una respuesta a los problemas del derecho
desde perspectivas materialistas. Con el paso del tiempo se abandonaron las
posturas iniciales y se comenzó a pensar en la necesidad de comprender el de-
recho como un ‘momento’ del todo social, que solamente se podría explicar a
partir de un discurso transdisciplinario, de intersección de distintos saberes
(Cárcova, en Correas 1987, 172). Entre tales saberes están la economía, la polí-
tica, la historia, el psicoanálisis y la antropología. Tal convicción implicaba que
cada uno de los teóricos críticos fuera insistiendo en parámetros diferentes:
algunos debían ocuparse de los problemas del derecho y el psicoanálisis; otros,
de aspectos relativos a la teoría del discurso, y otros debían guardar los inter-
eses iniciales más vinculados con la teoría del Estado o la sociología15. Durante
los años noventa, el interés de Cárcova se centró en temas de carácter multidis-
ciplinario y transdisciplinario, como el pluralismo jurídico, el derecho alterna-
tivo, los derechos humanos, la relación entre el marxismo y el derecho (y entre

15
Hablando de estas cuestiones de derecho y psicoanálisis, importa mencionar el tra-
bajo de Alicia Ruiz, quien ha venido investigando el papel de los jueces en las trans-
formaciones sociales, el impacto del multiculturalismo en el derecho y la identidad
femenina. Ver Ruiz (2000).
84 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

la regulación y la globalización), teoría crítica y el multiculturalismo (Cárcova


1993, 1996, 1999).
Por su parte, Enrique Zuleta Puceiro, atento a las profundas transforma-
ciones de la filosofía de las ciencias y a la supuesta crisis de los modelos cientí-
ficos del positivismo, intentó repensar toda la génesis, el desarrollo y la insufi-
ciencia de la racionalidad que sustenta el paradigma dogmático del derecho.
Con base en una aproximación histórico-sociológica de contenido sistémico,
Zuleta Puceiro señaló la necesidad de establecer un nuevo punto de referencia
para la ciencia del derecho, en el cual la “noción de interdisciplinariedad está
llamada a desempeñar un papel central” (Zuleta Puceiro 1981; 1987a, 69-74).
Esta reconstrucción histórico-sistemática del derecho, fundada en la práctica de
una racionalidad crítica, incorpora los presupuestos epistemológicos de la teo-
ría del conocimiento, de la sociología de la ciencia y de la ciencia política. La
cuestión de la concepción crítica en el derecho implica no sólo la denuncia de
la cultura jurídica fetichizada, envuelta en el reduccionismo y en la deficiencia
del formalismo normativista, sino ante todo la recuperación de la interpretación
político-progresiva de la juridicidad moderna. De hecho, la renovación del
tema de la “politicidad” en el derecho requiere una “teoría de la interpretación
efectivamente adecuada a las necesidades de una ciencia jurídica abierta a las
transformaciones actuales de la vida social” (Zuleta Puceiro 1987a, 148).
El nuevo tipo de producción teórica se concreta por el esfuerzo conjunto y
por la fructífera relación entre autores argentinos y franceses, específicamente
dentro del trabajo de Enrique Eduardo Marí y Enrique A. Kozicki. A partir de
la relectura de Freud (vía Lacan) y de la difusión de los estudios de Pierre Le-
gendre, el movimiento “juspsicoanalítico” de Buenos Aires busca, por un lado,
precisar genealógicamente el imaginario representativo que domina la dogmá-
tica jurídica discursiva occidental -a través del examen de la intersección efec-
tiva de la intertextualidad de lo “psicoanalítico” y de lo “jurídico”- y, por otro
lado, comprender la relación entre el texto normativo en la manipulación de los
deseos inconscientes (el montaje en el cual las ficciones son verdades) y la
función específica de la ley en tanto que estructura represora de la institución
social (ver Entelman et al. 1982b, Marí et al. 1987). En ese sentido, como bien
precisa Entelman, la ley se proyecta al paso que ordena y somete. La ley

no somete solamente por la fuerza física que ella misma organiza y es-
conde tras el texto, sino que somete también por la manipulación del de-
seo y por el control de los impulsos. Somete porque es la encargada de
canalizar el amor del Poder. La sumisión ya no se encuentra únicamente
explicada en las funciones normativas de los órganos jurídicos sino tam-
bién en las propias pulsiones de los súbditos. Se configura aquí el deseo y
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 85

el discurso del psicoanálisis en el núcleo de un problema, de un problema


que resulta esencial para los juristas. (Entelman et al. 1982b, 19)

Es hora de evaluar críticamente el impacto de los mecanismos del discur-


so jurídico (considerado como un discurso del poder) en la subjetividad huma-
na o en el proceso de textualización de los cuerpos. Como discurso del orden y
de lo simbólico, el derecho ocupa la circularidad real del espacio, así como su
interacción funcional con las ficciones fundadoras de verdades “en el montaje
de referentes sagrados y profanos del Poder” (Marí et al. 1987).
Adicionalmente, debemos mencionar el hecho de que Enrique Marí, antes
de sus investigaciones y relecturas psicoanalíticas de Foucault, Legendre y
Bentham, incursionó en la “teoría de las ideologías” y en la vigorosa impugna-
ción del neopositivismo lógico-empírico, llegando a la propuesta de una epis-
temología materialista de claras tendencias neomarxistas (véase Marí 1974). En
Argentina, Marí fue (fallecido en 2001) sin duda uno de los autores con una de
las más significativas producciones teórico-jusfilosóficas16.
A pesar de los innegables resultados del grupo “juspsicoanalítico” de
Buenos Aires, con su gran dosis de originalidad y con la apertura de nuevos
horizontes de reflexión que marcaron la ruptura con la racionalidad clásica de
la cultura jurídica occidental, es necesario ser cuidadoso al estudiar las posturas
que se proclaman crítico-desmitificadoras. Estas corrientes corren el riesgo del
elitismo simbólico-lingüístico que desnaturaliza la totalidad de la subjetividad
individualista y debilita el proyecto de una práctica social emancipadora.
Debido a su innegable importancia para el movimiento jurídico crítico en
América Latina, cabe señalar que la ALMED -conformada oficialmente en
1974 por juristas argentinos y brasileños, a partir de un simposio en la Univer-
sidad de Morón-, después de la preocupación inicial por desmitificar todo el
sistema tradicional de enseñanza y de investigación jurídicos, evolucionó hacia
un proyecto crítico de denuncia y de redefinición de las formas de producción
del conocimiento jurídico dominante. Como lo aclara Warat, dentro de sus
objetivos no está precisar, con rigor y eficiencia, las categorías teóricas para la
formulación acabada de un discurso crítico del derecho, sino más bien volverse
una “búsqueda” y una “exploración” de ciertas posibilidades desmitificadoras”,
sobre todo como “territorio estratégico para la concientización teórica de los

16
Aunque no haya incursionado en el área de los estudios jusfilosóficos, vale la pena
traer a cuento la obra de Eugenio R. Zaffaroni, ya que ésta cuestiona la dogmática
tradicional de la justicia penal, desarrollando una postura crítica en lo que se refiere a
la política criminal, a los derechos humanos, al derecho público y a la sociología polí-
tico-jurídica. Entre algunos de sus más importantes trabajos véase Zaffaroni (1991,
1995).
86 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

juristas” (Warat 1984a, 2). Teniendo en mente el alcance y los límites de los
diferentes discursos críticos sobre el derecho -y, al mismo tiempo, tratando de
hacer un inventario de los múltiples puntos de referencia comunes-, Warat re-
salta como principales líneas de investigación crítica de la ALMED las si-
guientes:

a) el cuestionamiento de las escuelas de derecho; b) la tendencia de re-


formulación crítica de las bases epistemológicas de la producción del co-
nocimiento científico, tomando la teoría jurídica como forma social a ser
explicada y no como explicación de lo real; c) la dirección semiológica a
partir del cambio de la destrucción del paradigma semiológico dominan-
te, paradigma que, al estar basado en presupuestos positivistas y empiris-
tas, era extremamente insuficiente para mostrar el poder de las significa-
ciones como elemento de organización, legitimación y reproducción de
las relaciones sociales. (Warat 1984a, 22)

Es necesario considerar la relevancia de los encuentros, jornadas, congre-


sos internacionales y publicaciones de los diversos autores e investigadores
ligados a la ALMED, organismo que tuvo como principal ente de divulgación
la revista Contradogmáticas. A pesar del consenso en torno a la necesidad de
hacer la crítica a la teoría tradicional del derecho y de construir otro derecho en
el espacio del pluralismo democrático, nunca fue fácil definir la postura política
de los integrantes de la ALMED. De hecho, este grupo estuvo siempre integra-
do por investigadores de distintas filiaciones, nacionalidades y de amplio es-
pectro ideológico: socialistas, neomarxistas, liberales demócratas, anarco-
surrealistas, pacifistas, demócratas reformistas, etc. El resultado fue una teoría
y una práctica heterogéneas, en la que conviven una gama de tendencias anti-
dogmáticas agrupadas en cuatro posturas metodológicas: la sistémica, la dialéc-
tica, la semiológica y la psicoanalítica.
Dado que algunos investigadores de reconocida trayectoria no produjeron
trabajos acabados ni contribuciones científicas maduras para una correcta eva-
luación (únicamente artículos publicados separadamente), y dada la constante
evolución intelectual del grupo, es difícil hacer un balance y una clasificación
sistemáticas. Por esta razón, es mejor caracterizar la ALMED17 (en cuanto exis-
tieron sus reuniones y congresos) en términos menos precisos, como una orga-
nización compuesta por un amplio círculo de juristas, investigadores empíricos
y científicos políticos latinoamericanos de tendencias diversas. Entre los más
17
El último encuentro de la ALMED (VII Jornadas Latinoamericanas) fue realizado en
1988, en la ciudad de Santa Cruz do Sul, Brasil. La revista Contradogmáticas (N° 9)
fue editada por última vez en 1991.
PRINCIPALES CORRIENTES DEL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO EN OCCIDENTE 87

destacados se encuentran Luis Alberto Warat, Eduardo Angel Russo, Augustín


Squella, José María Gómez, Carlos Alberto Plastino, Enrique Zuleta Puceiro,
Gisele Cittadino, Leonel Severo Rocha, Tércio Sampaio Ferraz Jr., Roberto A.
R. de Aguilar, Joaquim de A. Falçao, Osvaldo F. de Melo y José Alcebíades de
Oliveira Jr. Algunos de estos autores, sin embargo, ya se han desvinculado del
grupo hace mucho tiempo.
SEGUNDA PARTE

FILOSOFÍA CRÍTICA DEL DERECHO


Y HUMANISMO EN LA PERSPECTIVA
LATINOAMERICANA
CAPÍTULO 4

El Humanismo en la tradición
de la cultura jurídica Latinoamericana

4.1.- INTRODUCCIÓN

E l proceso de reconocimiento y de promoción de los valores humanos en


cuanto principios, conocimientos, prácticas y relaciones, en la dimensión
histórica del pasado y del presente, expresan el ideario que se acordó en llamar
humanismo. Se trata de un concepto de difícil homogeneización, posible de
controversias y ambigüedades, ya que no hay uno, sino una pluralidad de
humanismos (Caporale 2000, 19). Desde las antiguas hasta las contemporáneas
formulaciones de humanismos, la cuestión central es el valor y la dignidad del
ser humano (Mirandola 1999, 47-116; Petrarca et al. 2000, 97-133). En su eti-
mología, la expresión latina Humanistas (entre los griegos era el equivalente a
la Paidea) designaba, en Roma, al proceso de formación civilizadora de la ex-
periencia humana. Sin embargo, como explica N. Abbagnano, esta palabra
puede estar asociada a dos significados distintos: a) “el movimiento literario y
filosófico que tuvo sus orígenes en Italia, en la segunda mitad del siglo XIV y
desde Italia se difundió para los demás países de Europa, constituyendo el ori-
gen de la cultura moderna”; b) “cualquier movimiento filosófico que tenga
como fundamento la materia humana o los límites e intereses del hombre.”
(Abbagnano, 493). Aunque el término humanistas haya tenido un significado
especial en la antigüedad clásica y en el renacimiento italiano, el vocablo
humanismo es contemporáneo, pues, según las palabras de Bombassaro, “sur-
gió recién en el inicio del siglo XIX, para designar un modo de pensar lo
humano, una determinada forma de comprender la experiencia humana.”
(Bombassaro 2001, 68). Así, el humanismo ha representado, independiente-
mente del lugar y del tiempo, valores capaces de orientar la conducta del hom-
bre. La necesidad histórica del humanismo se ha justificado, en diferentes mo-
mentos, como bandera de lucha y de reacción en defensa de la humanidad: “en
el Renacimiento, contra la amenaza del fanatismo religioso; en el Iluminismo,
92 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

contra el nacionalismo extremo y contra la esclavitud del hombre por la máqui-


na y por los intereses económicos” (Fromm 1976, 8); y, en la época contempo-
ránea contra los efectos perversos de la globalización y de la destrucción del
medio ambiente.
Percibir el humanismo, hoy, es, coincidiendo con Rocco Caporale, viven-
ciar determinados principios, como: a) elegir al ser humano como valor central;
b) afirmar la igualdad de todos los seres humanos; c) reconocer y considerar la
diversidad (personal y cultural); d) valorar la libertad de ideas y creencias; e)
desarrollar una conciencia que trascienda la verdad absoluta; f) repudiar toda y
cualquier forma de violencia (Caporale 2000, 20).
Aclarado el origen, la explicación y algunos de sus trazos, importa, ahora,
teniendo presente la comprensión de la pluralidad de humanismos (greco-
romano, renacentista, burgués-individualista, cristiano, existencialista, marxista
y tantos otros), avanzar en la construcción de un concepto de humanismo au-
téntico. No se trata de un humanismo como formulación abstracta o conjunto
genérico de intenciones, sino de valores que expresan la especificidad de nues-
tra praxis cotidiana (Bombassaro 2001, 71), y busca el reconocimiento del otro,
en cuanto ser humano total e histórico, forjado en el “día a día económico, so-
cial y político”, ingredientes que conducen a la independencia y a la autonomía
(Luckesi 1985, 270).
Reflexionar sobre estos aspectos implica superar un humanismo idealista,
falso y atrofiado y, sin perder de vista las raíces humanistas de origen latino,
hacer posible la absorción y adecuación de un ideario para el continente lati-
noamericano, que valora la dignidad de la vida humana, la libertad, la justicia y
la autonomía emancipadora.
A los efectos de esa reflexión, se constata la modalidad de perspectiva
humanista que se hace presente en diversos momentos de la cultura jurídica18
latinoamericana. Véase que, en la lucha cotidiana de los pueblos latinoamerica-
nos, por sus derechos y por justicia, no siempre surgió ni se practicó un huma-
nismo auténtico y emancipador, más bien, la mayoría de las veces, se manifestó
mucho más como un anti-humanismo. Es lo que se percibe en los horizontes
jurídicos de la conquista y de la colonización luso-hispánica, en las
influencias humanistas sobre fundamentos jurídicos europeos modernos, y en
la formación y desarrollo de los conceptos, de las codificaciones y de las insti-
tuciones legales en América Latina.

18
El significado convencional de “cultura jurídica” a los efectos de este artículo com-
prende la totalidad de la producción y reproducción humanas en determinado mo-
mento histórico, en lo que se refiere a las formas normativas del saber (ideas, repre-
sentaciones y símbolos), de las prácticas legales de los agentes operantes y de las
instancias organizativas de aplicación de la justicia.
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 93

4.2.- HORIZONTES JURÍDICOS EN EL TIEMPO DE LA


CONQUISTA HISPÁNICA

Existía identidad en la cultura jurídica europea, de fines de la Edad Media


en cuanto al énfasis en los estudios del Derecho Canónico, aun así, el ideario
del humanismo renacentista no llegaba a algunas regiones del Viejo Continen-
te, como la Península Ibérica (Cannata 1996, 148-149; Costa 1999, 319-324).
Durante largos siglos, la Iberia conquistada y poblada por diferentes etnias
(fenicios, griegos, romanos, germanos y sarracenos) constituyó un rico escena-
rio de mezcla de diferentes culturas y de pluralidad de padrones de normativi-
dad social. En realidad, el escolasticismo ortodoxo de España y de Portugal se
transformó en la principal defensa de sustento de la Contra-Reforma, reacción
del papado a las ambiciones renacentistas y reformistas.
Frente la expansión económica, política y militar de los países ibéricos en
América, y ante la necesidad de reglamentar y garantizar la transferencia de la
riqueza extraída de las colonias conquistadas para las metrópolis, fue necesario
organizar un sistema jurídico eficaz. Fue entonces fundamental, desarrollar una
reglamentación jurídica capaz de legitimar el proceso de explotación y coloni-
zación, una legislación articulada a partir del viejo Derecho español, que incor-
poró dispositivos emergentes en razón de situaciones nuevas.
Como se describe en otro contexto (Wolkmer 1998b, 81-82), cabe desta-
car dos momentos de la cultura jurídica hispana: el antiguo derecho difuso,
influenciado por los sistemas romano, canónico, germano e islámico, que se
secularizó y se unificó durante el reinado de los Reyes Católicos, y el insurgen-
te pluralismo legislativo que rigió las relaciones entre la metrópoli y las colo-
nias españolas de América. En la época de la conquista, debido a la inexisten-
cia de un Derecho específico, se indagó en la legislación ya consagrada, repre-
sentada por el Código de las Siete Partidas (1256-1265), por el Ordenamiento
de Alcalá de Henares (1348), por los Fueros Municipales y Fuero Real y, fi-
nalmente, por la Ley de Toro. De toda esa trayectoria jurídica y sobre su impac-
to en las instituciones implantadas en América, se señala el predominio del
Código de las Siete Partidas y de la Ley de Toro. Según el historiador Ots y
Capdequi, fueron las Siete Partidas, la “obra más importante del Derecho his-
tórico castellano y una de las que alcanzaron mayor difusión, por su alta autori-
dad doctrinaria, en todos los países del Occidente europeo” (Ots y Capdequi
1968, 45). Igualmente, la Ley de Toro (colección de 83 leyes), de 1505, que
nació de una reunión de las cortes, en la ciudad de Toro, fue otra fuente jurídica
extremamente importante en la formación histórica de algunas de las institu-
ciones legales del pueblo ibérico (Ots y Capdequi 1968, 44-46).
94 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

En cuanto a las fuentes principales del Nuevo Derecho en los territorios


recién descubiertos, cabe registrar que la cultura jurídica naciente no fue pro-
ducto de los administradores estatales o juristas profesionales, sino de la lucha
y perseverancia de algunos teólogo-juristas compenetrados con el ideario
humanista y que influyeron en las llamadas Leyes de Indias (Wolkmer 1998b,
81).
Así, las normas especiales para el Nuevo Mundo, que constituyen el De-
recho indiano, tenían en cuenta la diversidad geográfica, la distinción de indi-
viduos y de grupos sociales. Ese Derecho indiano, en lo que atañe a su trayec-
toria y aplicación, buscaba, según Jesús A. de la Torre Rangel, atender y armo-
nizar tres factores íntimamente interrelacionados: los intereses económicos y
políticos de la corona; la política de lucro y riqueza de los conquistadores; y “la
evangelización y buen trato a los indios.” (De la Torre Rangel 1991, 16-17).
La normatividad indiana, marcada por el frecuente cambio de reglas (cier-
to casuismo), a lo largo de los siglos XVI y XVII, tendrá, entre sus fuentes más
destacadas, primeramente, al propio Derecho español aplicado a las colonias
hispanas, después, a los acuerdos contractuales representados por las capitula-
ciones (entre participantes o jefes de expediciones) y por las normas generales
denominadas instrucciones que definían las directrices de una administración
civil y militar, con la delegación de poderes a los descubridores y gobernantes.
Más tarde, en 1680, la sistematización y ampliación de leyes protectoras forma-
ron la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias. Esta portentosa recopila-
ción que incluía 9 libros y 6.377 leyes, instituía el tema del derecho privado, el
control de las penalidades y la condición jurídica de los indios (Wolkmer
1998b, 82; Ots y Capdequi 1968, 43-44).
A causa del genocidio de las poblaciones indígenas, y de las denuncias de
religiosos y teólogos, el Estado colonizador se vio obligado a crear una legisla-
ción reguladora destinada a proteger y a conservar las colectividades nativas.
Esa legislación que frenaba el ímpetu devastador de los conquistadores estaba
configurada en las Leyes de Burgos (1512) y en las Leyes Nuevas (1542).
Como señala Héctor H. Bruit, las Leyes de Burgos (contenían treinta y
cinco artículos) consolidaban “una reglamentación bastante completa y avan-
zada para la época” en la cual el Estado revelaba preocupación “en cumplir la
finalidad religiosa de la conquista” (Bruit 1995, 27). En realidad, tales proposi-
ciones reconocían “la libertad de los indios y el derecho a un tratamiento
humano”, definiendo “la relación ideal entre los indios y sus señores españoles,
y las grandes responsabilidades de los encomenderos.” (Hanke 1988, 37).
Mientras tanto, aun sin lograr alcanzar totalmente sus propósitos, las Leyes de
Burgos prepararon el camino para el advenimiento de las Leyes Nuevas de
1542, que no sólo correspondían a los esfuerzos y a los deseos de Bartolomé de
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 95

Las Casas, sino, sobre todo, representaban la más auténtica victoria del huma-
nismo cristiano de la época (Höffner 1986, 1991). Por cierto, las Leyes Nuevas
sintetizaban el último intento de la Corona Española para contener las tenden-
cias deshumanizadoras del proceso de la conquista. Más allá de la protección
de la vida de los indios, buscaban restringir la acción destructiva e inmoral de
los colonizadores, así como, desautorizaban nuevas prácticas de conquistas
privadas sin previa anuencia de la Corona (Bruit 1995, 29). Las reacciones
políticas y la fuerte oposición de las colonias hispanas hicieron inviable la apli-
cación integral de esa nueva legislación. Aunque se pueda reconocer su carác-
ter innovador y humanístico para el Nuevo Mundo, esas Leyes Nuevas no lo-
graron ser aplicadas con eficacia, y aunque hayan contribuido para moderar la
violencia, no fueron suficientes para terminar radicalmente con ésta y con la
esclavitud de las poblaciones indígenas.

4.3.- HUMANISMO JURÍDICO, BARTOLOMÉ DE LAS CASAS


Y LA ESCUELA DE SALAMANCA

Cabe, ahora, retratar en el escenario de fines de la Edad Media europea, cómo


se presenta el humanismo jurídico cuestionador de la tradición escolástica -pero
que ofrece subsidios racionales para la legitimación ordenadora de los coloni-
zadores ibéricos- frente al humanismo ético y cristiano representado por la
Escuela Española Clásica que postula una legislación en defensa de los inocen-
tes aborígenes del Nuevo Mundo.
Se trata de verificar las diferencias entre el humanismo jurídico que, cen-
trado en la investigación erudita de las fuentes antiguas, expresa el impulso
individualista y se hace portador de ciertos ideales críticos a las tradiciones
medievales y el espíritu humanístico y renovador -de matiz escolástico- mate-
rializado por los juristas-teólogos de Salamanca.
Aunque los vientos del Humanismo y del Renacimiento no encuentran la
posibilidad de libre circulación en la península ibérica, ciertamente que, ahí
también, la cultura jurídica estaba centrada en la valoración y en la reproduc-
ción de los estudios románicos y canónicos. Por otra parte, como resalta Mario
J. de Almeida Costa, no se debe concebir el “humanismo jurídico como un
simple movimiento cultural dominado por la filosofía y por la investigación
erudita de las fuentes que contenían las normas del derecho romano (“studia
humanitatis”). Es conveniente analizarlo en un horizonte más amplio, abarcan-
do el conjunto de las corrientes espirituales e intelectuales, principalmente los
impulsos racionalistas e individualistas, que definen ese período. El humanis-
mo jurídico se desarrolló, de hecho, bajo diversas tendencias: desde las filoló-
gico-críticas, orientadas hacia el estudio y reconstrucción de los textos clásicos,
96 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

hasta la que reivindicaba la libertad y autonomía del jurista en la interpretación


de la ley, o sea, frente a la opinión común o interpretación más aceptada” (Cos-
ta 1999). Ciertamente, el advenimiento del humanismo jurídico, entre los siglos
XV y XVI, en Europa, y, particularmente, en Italia, surge como un contrapunto
teórico a la tradición más práctica de los intérpretes adeptos a Bártolo de Sasso-
ferrato, introduciendo, por medio de la crítica y de la erudición, “nuevas técni-
cas históricas y filológicas” en el trato de la ciencia jurídica y de la recepción
del Derecho romano (Cannata 1996, 148-149; Skinner, 1996, 220-227; Caene-
gem 1995, 58-61).
Ahora bien, en cuanto el humanismo jurídico favoreció la superación de
interpretaciones consideradas demasiado pragmáticas y la valoración de la in-
vestigación crítica histórica, el humanismo cristiano influenciará y despertará
aspiraciones políticas diversas a lo largo del proceso de colonización de las
Indias y del escenario cultural, bajo el amparo del imperio español de Carlos V
(Touchard s/d, 34).
Aunque se hayan reconocido las tesis acerca del Derecho de los indíge-
nas, y los partidarios de la esclavitud hayan sido vencidos, señala Touchard, el
régimen de la explotación del trabajo humano no llegó a ser desterrado. En
realidad, los defensores humanistas de los indios, entre los cuales se destaca
Bartolomé de Las Casas, “no lograron cambiar por completo el curso de los
acontecimientos, a pesar de algunos éxitos obtenidos al principio, como, sobre
todo, la promulgación, en 1542, de las Nuevas Leyes. A pesar de que el idea-
lismo humanista haya logrado humanizar la colonización de las Indias Occi-
dentales sólo parcialmente, la verdad es que no dejó de estimular en esa época,
en el ámbito de la vida intelectual de España, el pensamiento político y el pen-
samiento religioso, estrechamente ligados” (Touchard s/d, 34).
Teniendo como horizonte la discusión sobre los fundamentos jurídicos de
la ocupación hispánica y la legitimidad de la Iglesia Romana para evangelizar a
los aborígenes de América, surge un documento jurídico denominado Reque-
rimiento, fechado en 1514, y que oficializaba la posición de los Reyes Católi-
cos. Por ese ordenamiento, se instituía la intervención española en las Indias y
se proclamaba que la declaración de guerra sería considerada justa si los indí-
genas resistieran, y rechazaran, en sus tierras, la presencia de los conquistado-
res.
Frente al espíritu de la época y a los argumentos consagrados en instru-
mentos legales como el Requerimiento, marcados por la arbitrariedad e irracio-
nalidad, emerge el repudio y la fuerte reacción humanista de religiosos domini-
cos como Antonio de Montesinos y Bartolomé de Las Casas, así también como,
de teólogo-juristas como Francisco de Vitoria, Francisco Suárez y Domingo de
Soto. Tales doctrinadores, compenetrados filosófica y moralmente con el
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 97

humanismo de tradición cristiana y basados, jurídicamente, en la doctrina del


Derecho natural, no sólo admitían la dignidad y libertad humanas a los paga-
nos, sino que sobre todo no reconocían el poder total del Papa y la pretensión
universal de jurisdicción de los monarcas sobre los nativos (Wolkmer 1998b,
84; Zavala 1971, 15-16).
Es en esa dirección humanista, que no deja de ser ardorosa e incisiva, que
se presenta Bartolomé de Las Casas, contrario no sólo al proceso de la conquis-
ta, sino, principalmente, opositor a toda política de colonización española en el
Nuevo Mundo. Reconocido como un incansable protector y defensor de los
derechos de los indios, Las Casas, crítico contumaz del Requerimiento, adver-
sario del sistema de la “encomienda” y denunciante de las prácticas de genoci-
dio con las poblaciones amerindias, no sólo influyó en la formación de una
legislación más humana y protectora (particularmente las Leyes Nuevas), sino
que luchó para garantizar los derechos de los indios, atenuando su sufrimiento
y liberándolos de las injusticias y hasta de la esclavitud. El implacable obispo
de Chiapas, a veces reconocido como el vehemente y polémico “apóstol de los
indios”, retratado por sus enemigos como el autor de la “leyenda negra” anti-
española, trasciende a la historicidad de su tiempo, transformándose en el pala-
dín de una ética libertaria, no sólo de base indígena, sino de dimensión adecua-
da a todos los pueblos oprimidos de América (Wolkmer 1998b, 85; véase tam-
bién Bruit 1995; De la Torre Rangel 1991; Varios autores 1986; Dussel 1985,
t.2, 135-150; Hanke 1988). La fuerza doctrinaria de su mensaje y el valor de su
obra expresan un proyecto de convivencia pacífica entre todos los pueblos,
“con respeto absoluto por la diversidad de razas, religiones, y culturas, lo que
hace de él (De Las Casas) el precursor del concepto moderno de pluralismo
racial, cultural, político, religioso” (Losada, 9) y jurídico.
En los siglos XVI y XVII, además de sobrevenir una renovación de la es-
colástica bajo la influencia del humanismo, el pensamiento español alcanza un
notable florecimiento, tanto en el campo de las letras y de las artes, como en el
área de la teología, filosofía, política y en lo jurídico. De esta manera, una plé-
yade de doctrinadores utilizaron y readecuaron “principios generales de la mo-
ral cristiana y del Derecho natural, herederos del pensamiento antiguo y medie-
val, al contexto social mutable de su tiempo.” (Truyol y Serra 1976, v. II, 51)
Como escribe Truyol y Serra, tales teólogos y juristas (los dominicanos Vitoria
y Soto, y los jesuitas Molina y Suárez), pertenecientes al centro irradiador de
Salamanca, “(…) se convirtieron en los clásicos de la filosofía española, y en
particular de la filosofía del Derecho y del Estado, que en ellos, por otra parte,
culmina en la filosofía de la sociedad internacional como ramo de nueva rele-
vancia doctrinal.” (Truyol y Serra 1976, v. II, 50) Ciertamente, la Escuela de
Salamanca (colegio de San Esteban y Universidad) aunque “(…) esté directa y
98 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

explícitamente unida a la escolástica y al tomismo” se reveló como el polo “de


un debate filosófico, teológico, jurídico y político de mayor importancia y, en
cierto sentido, se vuelve la precursora del jusnaturalismo moderno (…).” (Lo-
pes 2000, 183).
El más ilustre profesor, considerado fundador de la Escuela, es Francisco
de Vitoria (1480-1546) que, como señala Lima Lopes, enuncia sus lecciones
sobre los indios, en un período histórico “de disputa y condena de ciertas prác-
ticas de la conquista. (…) El discurso de Vitoria se basa en la autoridad y en la
razón. Para él, el tratamiento humanitario y justo de los seres humanos diferen-
tes (en religión, en etnia, en cultura) ya era conocido en la evolución de la his-
toria española. Apeló, tanto a argumentos de autoridad, como a una lectura
histórica de la tradición hispana. Su discusión es candente y dice respecto a la
conformidad, no de textos, sino a la conformidad según principios racionales.
(…) Su tema central es el de la libertad natural de los indios y la cuestión de la
guerra justa.” (Lopes 2000, 184) Basado en argumentos de base tomista, po-
seedor de un procedimiento metódico, de espíritu humanista e independiente,
Francisco de Vitoria aludía a la existencia de una ley natural común a cristianos
y paganos, y a que éstos no podían ser destituidos bajo el pretexto de no ser
fieles. En su afán crítico y anti-imperialista, no sólo cuestionaba el poder tem-
poral del Papa (responsable tan sólo por la parte espiritual) sino que defendía
que el “(…) Derecho de llevar el Evangelio al mundo entero subsistía, pero con
la salvedad de que los paganos pudieran rechazar la Buena Nueva sin por eso
autorizar la guerra contra ellos, sobre todo cuando la revelación cristiana les era
presentada, (…), por cristianos de conducta escandalosa.” (Mahn-Lot 1990,
118; ver Vitoria 1992; Prats 1989; Truyol y Serra 1976; Höffner 1986, 227-
237; Pérez Luño 1992; Hanke 1988, 399-404). Por cierto, la influencia de la
obra de Vitoria desencadenó afirmaciones que posibilitaron, tanto el moderno
derecho internacional, como la doctrina filosófica de una comunidad político-
cristiana.
Otro colega dominico de Vitoria, en Salamanca, fue Domingo de Soto
(1494-1560) que alcanzó notoriedad por sus interpretaciones más radicales de
tenor jusnaturalista en favor de la causa indígena (Wolkmer 1998, 84).
Aunque haya sido profesor en diversas universidades de la época, el jesui-
ta Francisco Suárez (1548-1617) integró, también, el grupo de Salamanca, ex-
presando, en materia de filosofía jurídica y de apreciación de la ley, la clara
transición “del sistema tomista medieval hacia la nueva escolástica católica de
la contra reforma.” (Lopes 2000, 187; Fassò 1982, v. 2, 64-66).
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 99

4.4.- HUMANISMO, DERECHO MODERNO Y CULTURA


JURÍDICA EN AMÉRICA LATINA

4.4.1.- El Humanismo y la formación de la Modernidad


Jurídica Occidental

Por cierto que la cultura jurídica moderna y europea, formalizada teórica e ins-
trumentalmente entre los siglos XVII y XVIII, tuvo, como una de sus directri-
ces principales, un humanismo de base crítica y racionalista. En el escenario de
la sociedad moderna, pueden destacarse dos momentos de revelación de princi-
pios humanistas críticos. Primeramente, la manifestación renovadora, seculari-
zada y racionalista de un humanismo que se opone al modelo jurídico-penal y
procesal ligado a la tradición clerical inquisitorial y a la antigua estructura mo-
nárquica de privilegios. Así, en oposición al discurso intolerante de los proce-
sos inquisitoriales y al absolutismo sacralizado, emerge el jusracionalismo,
como base de una nueva cultura jurídica, en cuanto expresión de la voluntad y
razón humanas. Ese proceso de laicización del Derecho advino, en el decir de
Salo de Carvalho, de la praxis jurisprudencial revolucionaria de los magistra-
dos, del humanismo penal y del racionalismo jurídico. Ahora bien, ese proceso
que consolida el Iluminismo, en el campo del Derecho, representará

(...) un cambio central en materia de legitimidad de los sistemas jurídicos.


En cuanto la Inquisición era justificada a partir de una teoría jusnaturalis-
ta de énfasis teológica, el Iluminismo utilizará una justificativa también
jusnaturalista, sólo que de cuño humanitario, para ejercer un papel revo-
lucionario. (…). No se puede negar de manera alguna, el aspecto positivo
que el Iluminismo jurídico, a través de la jurisprudencia, del humanismo
y del racionalismo, tuvo en la laicización del derecho y en la formulación
del estudio de los principios de garantías de libertades. (Carvalho, Salo
de 2001, 275)

Otro momento en que la crítica humanista reaparece en la tradición jurídi-


ca occidental se sitúa en el proceso de sistematización y de dogmatización for-
malista que se sucedió a las grandes codificaciones del siglo XIX. Naturalmen-
te, la dinámica “desencadenada por la Revolución Industrial (siglo XIX) y sus
consecuencias en la modernidad tecno-científica, así como los vastos movi-
mientos de codificación y consolidación socio-política de la burguesía acaba-
ron propiciando la expresión máxima del racionalismo formal moderno, o sea,
el positivismo” (Wolkmer 1995, 59). La doctrina contemporánea del positivis-
mo jurídico acabó desempeñando una función de legitimación de la cultura
100 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

liberal-individualista deshumanizadora, ocultando las desigualdades socio-


económicas de la estructura capitalista de poder. Por ello, se produjo el retorno
al ideario humanista en el Derecho, a través de concepciones jusfilosóficas que
cuestionan los estatutos epistemológicos de la dogmática legalista. De ese mo-
do, como señala Arno Dal Ri Jr, “la crítica a la dictadura de la ley, la exaltación
de las estructuras anti-legalistas y del uso de la jurisprudencia son fuentes de
humanización de la aplicación de la esfera jurídica” (Dal Ri Júnior 2000, 133-
134).
Fue, sin duda, significativo ese humanismo secularizado, racionalista e
iluminista predominante en la cultura jurídica moderna. Entre tanto, la utiliza-
ción y aplicación retórica de sus principios, en la América luso-hispana coloni-
zada, no representaron manifestaciones auténticas de transformación y de
emancipación, sino que se revelaron expresiones abstractas, portadoras de efec-
tos contradictorios, entre “sus pretensiones y sus realizaciones” (Châtelet y
Pissier-Kouchner 1983, 84). Es lo que será visto, a continuación.

4.4.2.- Humanismo y trayectoria político-jurídica latinoamericana

Es innegable que España y Portugal edificaron los primeros grandes imperios


europeos en el Atlántico, trasladando, junto al proceso de colonización, formas
decisivas de organizaciones socio-económicas, político-jurídicas, culturales e
institucionales, en sus posesiones coloniales del centro y del sur de América.
Importa tener presente, así, que las naciones latinoamericanas se estructuraron
conforme al modelo de las metrópolis ibéricas, comprendiendo características y
tendencias que, alteradas en mayor o menor nivel, perduraron hasta principios
del siglo XIX, cuando comienza el proceso de independencia (Kaplan 1983,
55). Por cierto, un factor estratégico que debe ser considerado en la formación
de las naciones del Nuevo Mundo es el poco impacto que ejercieron, sobre las
metrópolis ibéricas, los grandes movimientos revolucionarios, constitutivos de
la modernidad. Portugal y España permanecieron distantes de procesos moder-
nizadores y de movimientos sociopolíticos (Renacimiento, Reforma Protestan-
te, surgimiento del Capitalismo, revoluciones liberales burguesas) que se mani-
festaron en el resto de Europa (Wiarda 1983, 17). Naturalmente, el legado
transmitido para las colonias luso-hispanas reproducía, en las palabras de
Howard J. Wiarda, “(...) una cultura política y un orden sociopolítico esencial-
mente bi-clasista, autoritario, tradicional, elitista, patrimonial, católico, estrati-
ficado, jerárquico y corporativo” (Wiarda 1983, 17). Tales trazos estructurales
van a manifestarse duraderos y perseverantes hasta el mundo contemporáneo.
En realidad, aunque flujos de modernidad, se harán presentes en la evolución
de las naciones latinoamericanas, la “(...) cultura política y las instituciones
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 101

tradicionales se mostraron permeables, acomodaticias y absorbentes, cediendo


al cambio sin dejarse dominar por él, preservando de esa forma en muchos
aspectos su esencia (...)” (Wiarda 1983, 17) elitista, patrimonialista y conserva-
dora.
De todas maneras, el siglo XV muestra una España unificada, marcada
por el proceso de Reconquista (toma de Granada en 1492) y por la expansión
ultramarina en América, iniciando la política de colonización y pasando de una
estructura socio-productiva feudal para un capitalismo mercantil incipiente
(Kaplan 1983, 55). Mientras tanto, si España, representada por Castilla, tuvo
éxito al lanzarse al Atlántico y a la conquista militar de las tierras conquistadas,
acabó fracasando en la edificación y en el desarrollo de un capitalismo moder-
nizante para el continente americano (Sotello 1975, 46). Ese carácter histórico
de la “anti-modernidad” no es obra apenas de Castilla, pues la monarquía abso-
lutista portuguesa, a pesar de haber tenido éxito en la expansión náutica, se
cerró a los vientos de una cultura más osada y creativa. La cultura lusitana del
siglo XVI, marcada por el espíritu escolástico, jesuítico y universalista, que fue
transplantada para la colonia brasileña, se pautaba, como recuerda Cruz Costa,
en la tradición de cierto “humanismo anacrónico” que expresaba la fuerza de la
“retórica, del gramatisismo y de la erudición libresca.” (Cruz Costa 1956, 36).
De cualquier forma, la aproximación del Estado con la Iglesia era muy estrecha
y la mentalidad de la época “(...) fue preservada de influencias renovadoras a
través del uso de la censura y de la Inquisición.” (Neder 2000, 59).
La cultura colonial reinante en Brasil va a reproducir el modelo luso-
ibérico de la “centralización política y de los valores tradicionales”, concepcio-
nes que fueron objetadas por el ideario iluminista de las “transformaciones
culturales y políticas del ‘despotismo ilustrado’, pombalino” (Wehling 1999,
286-287), casi dos siglos después. En ese contexto, como señala Gizlene Ne-
der, el pensamiento jurídico portugués del siglo XVIII descubre y recupera el
humanismo renacentista del siglo XVI (Neder 2000, 75).
Entre tanto, los tres siglos de colonización española y portuguesa en
América -desde el siglo XVI hasta inicios del siglo XIX- estuvieron marcados
por invasiones, masacres y diversas prácticas deshumanizadoras de opresión,
favoreciendo y consagrando el desarrollo de una cultura anti-humanista. Ante
esa tradición, factores externos (invasión napoleónica a la Península Ibérica y
la ruptura del “Pacto Colonial”) e internos (el crecimiento de movimientos
nacionalistas) contribuyeron para que las luchas de independencia, más allá de
su carácter político y social, no dejaron de expresar posturas plenamente huma-
nistas. Sólo que, ahora, ya no el humanismo abstracto, racional y universalista
presente en la cultura hegemónica del colonizador, sino un “humanismo con-
creto”, nacido de la práctica histórica de exaltación del nativo, en cuanto ser
102 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

humano capaz “de crear libremente su destino como nación y como pueblo”
(Lukesi 1985, 272-274).
Ciertamente que la independencia de las naciones latinoamericanas, a
comienzos del siglo XIX, no representó una ruptura total y definitiva con Es-
paña y Portugal, sino que constituyó, como señala Howard J. Wiarda, la refor-
mulación de la tradición ibero-latina clásica, sin un cambio expresivo en el
orden social y político (Wiarda 1983, 22). Gradualmente, se adaptaron y se
destacaron principios del ideario económico capitalista, de la doctrina del libe-
ralismo individualista y de la filosofía positivista. En realidad, se intentaba
compatibilizar tales doctrinas emergentes y nuevas fuerzas sociales, mante-
niendo las antiguas estructuras de carácter corporativo y patrimonialista. Esto
explica porqué las formas constitucionales introducidas fueron “(...) representa-
tivas y democráticas, pero en esencia la herencia no-democrática, elitista (...),
jerárquica y autoritaria” (Wiarda 1983, 22 y 25) fue preservada.
No está de más recordar que, en América Latina, tanto la cultura jurídica
impuesta por las metrópolis a lo largo del período colonial, como las institucio-
nes legales formadas después del proceso de independencia (tribunales, codifi-
caciones y operadores del Derecho) derivan de la tradición legal europea occi-
dental, representada por las fuentes clásicas del Derecho Romano, Germano y
Canónico. Por lo tanto, en la Cultura Jurídica latinoamericana ha de tenerse en
cuenta la herencia colonial luso-hispana (y sus respectivas raíces romano-
germanas) y los procesos normativo-disciplinares provenientes de la moderni-
dad capitalista, liberal-individualista y burguesa. En ese sentido, la incorpora-
ción del modo de producción capitalista y la inserción del liberalismo indivi-
dualista tuvieron una función importante en el proceso de positivización del
Derecho estatal y en el desarrollo específico del Derecho privado (con énfasis
en el Derecho de propiedad y en el Derecho mercantil). Reconoce el jurista
mexicano Jesús Antonio de la Torre Rangel que el

Individualismo liberal penetró en América hispana, en el siglo XIX, den-


tro de una sociedad fundamentalmente agraria, donde el desarrollo urba-
no e industrial era prácticamente nulo. Por lo tanto, la juridicidad moder-
na de corte liberal va a repercutir directamente sobre la propiedad de la
tierra.

Así también, “la igualdad, la generalidad y la abstracción del Derecho


Moderno quedan definitivamente consagrados en la juridicidad (...)” (De la
Torre 1997, 69-70 y 72-73) liberal-individualista latinoamericana.
Ha sido común, en la tradición de América Latina, sea en la evolución
teórica, sea en la institucionalización formal del Derecho, que los códigos posi-
EL HUMANISMO EN LA TRADICIÓN DE LA CULTURA JURÍDICA LATINOAMERICANA 103

tivos y las constituciones políticas proclamen “neutralidad científica”, indepen-


dencia de poderes, garantía liberal de derechos y la condición imperante del
“Estado de Derecho”. Sin embargo, en la práctica, las instituciones jurídicas
están marcadas por el control centralizado, burocrático y poco democrático del
poder oficializado. El padrón corporativo y patrimonialista ibero-americano se
expresa en los privilegios “imperiales” del ejecutivo, con las consecuentes “(...)
debilidad y falta de independencia de los tribunales y de las legislaturas (...).”
(Wiarda 1983, 82).
Es menester reconocer la cotidianeidad de una tradición jurídica que con-
vive con una cultura política, marcada por una democracia excluyente, por un
sistema representativo clientelista, por formas de participación elitista y por
experiencias de pluralismo limitado (Wiarda 1983, 85-86). Como recuerda
Howarda J. Wiarda, los documentos y los textos legales elaborados en América
Latina, en gran parte, han sido la expresión de la voluntad y del interés de sec-
tores de las elites dominantes, formadas e influenciadas por la cultura europea
o anglo-norteamericana. Pocas veces, en la historia de la región, las constitu-
ciones y los códigos positivos reproducen, rigurosamente, las necesidades de
todos los segmentos de la sociedad civil. En general, los textos legales “(...)
fueron formulados y promulgados de arriba para abajo. Fueron concebidos por
las elites, y no por los trabajadores. Difícilmente los documentos jurídicos pue-
den ser considerados neutros, equilibrados y apolíticos (...).” (Wiarda 1983,
113).
Tales aspectos de la cultura jurídica latinoamericana explican las razones
del porqué de cierto perfil de algunas áreas clásicas del Derecho. Si la justicia
del trabajo tiene tradición asistencialista y paternalista, la justicia criminal es
represiva y discriminadora, imponiéndose, principalmente, contra la
población menos favorecida económica y socialmente.
En fin, en una perspectiva sobre los fundamentos orientadores de las
grandes corrientes jusfilosóficas que dominaron los horizontes del Derecho
latinoamericano -jusnaturalismo, positivismo y culturalismo- se constatará, de
hecho, la presencia del ideario humanista, pero del humanismo erudito, abstrac-
to y racionalista, no siempre del humanismo concreto, auténtico y emancipa-
dor, anhelado por grandes parcelas del pueblo excluido.

4.5.- CONCLUSIONES

Parafraseando y recuperando antiguas reflexiones (Wolkmer 2002, 143) se


puede aseverar que, las directrices jurídicas transpuestas para las colonias de la
América luso-hispana advienen de las fuentes históricas romano-germanas y de
la adecuación de la herencia normativa institucional de la colonización ibérica.
104 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Durante el transcurso de la colonización de las naciones latinoamericanas, pre-


dominó la reproducción de una cultura humanista anacrónica y de un aparato
jurídico corporativo, patrimonialista y represivo. El proceso de independencia
de América Latina y la ruptura con España y Portugal, generaron las condicio-
nes para el surgimiento de una elite local, que incorporó y difundió los princi-
pios de una tradición jurídica, marcada por el idealismo abstracto jusnaturalista,
por el formalismo dogmático-positivista y por la retórica liberal-individualista.
Naturalmente, la formación de esa cultura jurídica latinoamericana está apoya-
da en un pasado económico colonial-extractivista y a la construcción posterior
de un sistema sociopolítico elitista, individualista y deshumanizador. Es en ese
sentido que se puede pensar la trayectoria del humanismo jurídico en el conti-
nente latinoamericano, o sea, la inexistencia de un humanismo auténtico y
emancipador, de constante cultivo de un humanismo retórico y erudito, pero
disociado de la plena valorización de la vida humana con dignidad, con libertad
y con justicia.
El desafío está, por consiguiente, en repensar y en trascender el humanis-
mo de tradición clásica y europea, edificando el nuevo humanismo, un huma-
nismo pos-metafísico, aquel ansiado por los pueblos latinoamericanos, un
humanismo del hombre concreto, que se construye de abajo hacia arriba (Véase
Zea 1976, 443; Montiel 2000).
CAPÍTULO 5

Fundamentos de la crítica en el
pensamiento político y jurídico
latinoamericano

5.1.- INTRODUCCIÓN

E l proceso de historicidad en América Latina ha estado caracterizado por


una trayectoria construida por la dominación interna y por la sumisión
externa. Se trata de una cultura creada a partir de la lógica de la colonización,
explotación y exclusión de los múltiples segmentos étnicos, religiosos y comu-
nitarios. Una historia de contradicciones, marcada por el autoritarismo y la
violencia de minorías, y por la marginalidad y resistencia de las mayorías “au-
sentes de la historia” (Gutiérrez 1970, 270; Girardi, 1996, 28ss), tal como los
movimientos indígenas, negros, campesinos y populares.
De esta manera, es apropiado y oportuno indagar en qué dirección Améri-
ca Latina deberá dirigirse para descubrir su identidad nacional y su indepen-
dencia cultural. Es importante edificar un proyecto de liberación que permita
erradicar las prácticas históricas de dominación interna y externa, secularmente
sustentada por modelos económicos y sociopolíticos colonizadores y depen-
dientes. Por ello, la imperiosa necesidad histórica de trabajar en la concreción
de elementos iniciales básicos para una propuesta cultural teórico-práctica que
permita la desmitificación de las viejas estructuras alienantes y posibilite el
avance de alternativas democráticas y emancipadoras. Se defiende, así, la in-
corporación, discusión y construcción de un pensamiento crítico-liberador,
síntesis real de nuestra propia experiencia histórica, sociopolítica y jurídica y
que sea capaz de revelar, por primera vez, la originalidad y autenticidad del
“ser” latinoamericano.
Es con este propósito que se sitúa la presente reflexión, o sea, para señalar
brevemente, algunas matrices críticas producidas en América Latina para fun-
damentar una nueva Filosofía de la Política y del Derecho, comprometida con
los procesos de liberación y con el pleno reconocimiento de la exterioridad del
Otro, de la Justicia y del derecho a la vida con dignidad.
106 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

5.2.- HISTORICIDAD Y CRISIS DE LA CULTURA DE


DOMINACIÓN

Teniendo en cuenta que toda creación humana reproduce determinada especie


de relaciones sociales, expresando necesidades, producción y distribución, es
natural considerar a la cultura político-jurídica latinoamericana como el reflejo
de las diferencias histórico-estructurales y de las contradicciones en diversos
momentos socio-económicos vividos.
Ciertamente, los ecos de las contradicciones de los países de América La-
tina han de encontrarse “en la conjugación de los factores internos y externos,
pues la dependencia es producto tanto de las condiciones creadas por el sistema
de dominación político-económico mundial como de las relaciones de clases y
de la acción ético-cultural de los agentes y de los grupos en la esfera de cada
Nación y cada Estado” (Wolkmer 1994, 25).
La importación de estructuras culturales asimiladas por las élites locales
(eurocéntrica y norteamericana) han favorecido y alimentado formas de domi-
nación económica, política y cultural, imposibilitando el desarrollo de una cul-
tura auténticamente latinoamericana. Sin embargo, no se puede afirmar la in-
existencia de una cultura en América Latina, pues, aunque se tenga en cuenta la
dominación interna y externa y las peculiaridades regionales y nacionales, es
admisible postular una cultura latinoamericana (Dussel 1984, 5-50). Obviamen-
te, esa cultura latinoamericana no fue engendrada espontáneamente, sino que
surgió a lo largo de cuatro siglos por la confluencia de las culturas europeas
(portuguesa y española), amerindias y africanas. Expresando la mezcla de cul-
turas y la interrelación de padrones diferenciados e impuestos, América Latina
carece de una mayor identidad y autonomía. Por cierto, ha de reconocerse que
“el grado y la naturaleza de esa autonomía ha (...) variado en diferentes niveles
de la sociedad latinoamericana, transformándoles en algunos casos casi inexis-
tentes a medida que la cultura europea pierde su carácter ‘secundario y margi-
nal’ y se transforma en más dominante” (Goizueta, 1993, 51-52).
Se trata de concebir a América Latina no como el pasado de dominación y
de exclusión, sino como el presente y el futuro de resistencia y de construcción
de su utopía. La alternativa para América Latina, como recuerda Gabriel San-
tiago, no está en el pasado, como representación, por un lado construida, por
“modelos que tuvieron influencia y fascinación (...), como los movimientos
revolucionarios (donde se incluían la Unión Soviética, China, Cuba, Nicara-
gua), pero que perdieron un poco su mística y eficacia”; por otro lado, el “capi-
talismo neoliberal aplicado al Tercer Mundo que no deja añoranza; al contrario,
marca un rastro de pobreza y miseria sin precedentes” (Santiago 1998, 28).
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 107

Pero, ¿cuál es el camino para que América Latina encuentre su identidad


cultural y su autonomía existencial? Es la reconstrucción de un proyecto lati-
noamericano pautado por la destrucción de la dominación interna y externa, así
como por el fortalecimiento de su verdadera autonomía cultural, prescindiendo
de modelos alienígenos, ideales y colonizadores. Se trata de buscar concepcio-
nes y estrategias que, rompiendo con la cultura opresora, partan de la resisten-
cia y de los valores de los oprimidos; de los excluidos que, ahora liberados de
toda servidumbre, se transformen en agentes que asuman “su propio objetivo
en la historia” (Gutiérrez 1984, 281-282). Las matrices críticas de edificación
de un pensamiento liberador auténticamente latinoamericano han de encontrar-
se en la experiencia histórica y en el imaginario utópico del sincretismo cultural
proveniente de los mundos indígena y negro, y del pueblo oprimido. No se trata
de negar las formas teóricas de conocimiento de la tradición occidental, tampo-
co las conquistas inherentes a las prácticas emancipadoras de la modernidad,
sino de intentar construir un modo de vida basado en nuevos paradigmas de
legitimidad y de racionalización. Por ello, el compromiso por una cultura libe-
radora, fundada en nuevos criterios y en otra lógica de constitución, que revele,
más clara y radicalmente, nuestra propia identidad histórica, sociocultural y
política (Wolkmer 2000, 187ss).

5.3.- PRESUPUESTOS PARA UNA CRÍTICA LIBERADORA


EN AMÉRICA LATINA

Parece claro que, al constituir un nuevo paradigma de cultura, sociedad y Esta-


do, en que las variables privilegiadas de la política y de la juridicidad son rede-
finidas, es esencial buscar y establecer principios y criterios teórico-
prácticos de sustentación. En el proyecto de ruptura con la cultura de domina-
ción y de exclusión, y en la reconstrucción de la Política y del Derecho, tenien-
do en cuenta el proyecto de emancipación humana y de concreción del plura-
lismo democrático comunitario-participativo (Wolkmer 2001), cabe señalar los
procedimientos de toma de conciencia y de instrumentación de las modalidades
de crítica que permitirán la liberación. Se trata de viabilizar un concepto de
alcance teórico-práctico que permita el profundo cuestionamiento y el desarme
de las formas hegemónicas del saber y de la representación social que han man-
tenido la cultura de dominación. Se impone, así, explicar la naturaleza de la
liberación que se propone y, posteriormente, hacer la opción, señalar y subsi-
diar la articulación de una “teoría crítica” capaz de contribuir para repensar
una cultura político-jurídica en la perspectiva latinoamericana.
108 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

5.3.1.- Naturaleza y Concepto de Liberación

Primeramente, es importante precisar que el concepto de liberación no sólo


refiere a múltiples sentidos, sino que ha sido utilizado en interpretaciones no
siempre similares. Frente a tal extensión y ambigüedad de la terminología,
conviene demarcar la opción y dirección pretendidas. En este aspecto, la noción
de liberación aquí expuesta como manifestación de la emancipación, autonomía
y libertad debe considerar criterios como el espacio físico que genera las condi-
ciones de emergencia (“desde dónde”) y los destinatarios a quienes se destina
la praxis transformadora (“para quién”). Eso explica el porqué del proceso si-
tuarse, en el decir de David Sánchez Rubio, en el espacio de América Latina,
donde “con más sistematicidad y con más conciencia se crea una teoría sobre la
idea de liberación (...)” (Sánchez Rubio 1998, 98). Igualmente, se justifica el
significado de liberación, teniendo como protagonistas las “mayorías populares
marginadas y oprimidas”, o sea, aquellos que se encuentran “en una situación
social de pobreza o indigencia, en la cual las condiciones fundamentales para
sobrevivir no están reconocidas, ni están satisfechas” (Sánchez Rubio 1998,
98).
En las últimas décadas del siglo XX, el concepto complejo de liberación
pasó a ser considerado con énfasis en el ámbito de la teología, de la filosofía y
de la ética. Este concepto ganó tamaña relevancia que acabó propiciando el
surgimiento de filosofías de liberación. Tales corrientes filosóficas, centradas
en la noción de liberación, como señala Euclides A. Mance, “no apenas consi-
deran la liberación en su aspecto negativo, esto es, la liberación de procedi-
mientos o cercenamientos al ejercicio satisfactorio de la libertad, como positi-
vamente, esto es, la liberación para la realización de las valiosas singularida-
des humanas en su creativa diversidad” (Mance 2000, 26).
Aunque se puedan buscar los primordios de la lucha contra la esclavitud
humana y la búsqueda de la plena libertad entre algunos sofistas de la Grecia
Antigua, fue en la modernidad europea que conceptos como libertad, autono-
mía y emancipación se destacaron y profundizaron en diferentes tendencias
filosóficas (Mance 2000, 27). Por otro lado, la noción de liberación, como
substrato de una filosofía emancipadora, es una formulación relativamente
reciente que tiene su origen en el mundo periférico de América Latina. Cierta-
mente, “en el final de los años 60 e inicio de los 70”, en el contexto de una
cultura de dominación, de dependencia económica, de “(...) negación de los
derechos humanos y de la democracia económica, la violencia y marginaliza-
ción a la que estaban sometidas las poblaciones latinoamericanas propician la
reflexión sobre la temática de la liberación a partir de diversas disciplinas y
cuadros teóricos” (Mance 2000, 27).
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 109

Teniendo presente estas consideraciones caracterizadoras, finalmente, ha


de conceptualizarse mejor la noción de liberación. Parece claro, por tanto, que
no estamos delante de una reflexión sobre la libertad, sino de un cuestiona-
miento “(...) sobre la realidad concreta, en que viven las personas sometidas a
diversas formas de dominación, así también como sobre los procesos dirigidos
a la transformación de esa situación. Se trata de comprender la realidad de la
dominación y el proceso de liberación” (Mance 1996, 98-99). Así, la praxis de
la liberación tiene como fundamento el Otro oprimido, la reconstitución de la
alteridad del excluido. En la historia de la humanidad, el intento de liberación
ha sido buscado permanentemente, “liberación de todo lo que limita o impide
al hombre la realización de sí mismo, de todo lo que traba el acceso a su liber-
tad o ejercicio de ella” (Gutiérrez 1976, 34). La liberación representa el “pasaje
de la alienación a la libertad. Libertad entendida como afirmación de la exterio-
ridad radical del Otro” (Ames 1992, 64 y 79). La liberación como praxis que
subvierte y destruye el orden presente “(...) es la crítica total a lo establecido,
fijo, normalizado, cristalizado, muerto” (Dussel s/d, 64). Se trata del proceso
dialéctico que se contrapone a la opresión como limitación de la condición
humana (Sánchez Rubio 1999, 165). Es la liberación como acción de trasgre-
sión, como pasaje de ruptura, como movimiento histórico, de “(...) sujetos que
están dominados y oprimidos por la condición de las personas que ejercen su
propia libertad” (Mance 1996, 165). En fin, es la liberación como desafío, co-
mo transposición de lo instituido, como utopía real, como redefinición de la
solidaridad y afirmación de la alteridad.

5.3.2.- Tendencias y Teoría de la Liberación Latinoamericana

Una vez presentada y explicada la noción de liberación, se pasa, ahora,


a la breve descripción de algunas importantes corrientes y cuadros teóricos
sobre la liberación latinoamericana, las cuales permitirán avanzar en la consti-
tución de un pensamiento crítico periférico. La riqueza del concepto de libera-
ción y el escenario histórico de América Latina favorecieron el surgimiento de
una serie de teorías críticas emancipadoras. Tales teorías de liberación engen-
dradas por las ciencias sociales y humanas, en el hemisferio sur, están marca-
das, metodológicamente, por una perspectiva crítica, dialéctica e interdiscipli-
naria. Estas proposiciones liberadoras no inciden en discursos técnico-
científicos y abstracciones formales, sino, operando a partir de la propia expe-
riencia social concreta, buscan examinar la coyuntura presente, llevan a la con-
cientización emancipadora de los sujetos y a la transformación de la realidad
institucionalizada.
110 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Así, surgen diversas proposiciones epistemológicas que, teniendo en co-


mún la liberación, dirigen esta lucha teórico-práctica latinoamericana hacia la
especificidad de la economía, de la teología, de la filosofía, de la educación, de
la sociología, de la política, de la geografía, de la antropología y del derecho.

5.3.2.1.- Una teoría económica para la liberación

En el esfuerzo por edificar un pensamiento liberador latinoamericano, la varia-


ble económica busca subsidios en la llamada teoría de la dependencia. Antes
que nada, es necesario explicar no sólo la existencia de múltiples enfoques y
autores (estructuralistas, reformistas, marxistas, ortodoxos), sino también los
diferentes momentos vivenciados por el paradigma de la dependencia (naci-
miento, crisis, ausencia y recuperación).
Aunque sus orígenes se encuentren en los países del Tercer Mundo, a lo
largo de los años 50 y 60 del siglo XX, ganó fuerza en América Latina, entre
los cientistas sociales, como propuesta económica que respondía a los para-
digmas externos que intentaban solucionar los problemas de las sociedades y
regiones dependientes. Se trata de presentar una formulación analítico-
interpretativa de la especificidad de los procesos y estructuras que caracteriza-
ban la periferia latinoamericana (Oliveira, Odete 2000, 164; ver Santos 2000,
25ss.; Marini 2000). La real comprensión y las alternativas señaladas para erra-
dicar el subdesarrollo llevaron a la dependencia a obtener éxito, en la década
del 70, pasando, después, por una crisis y por la casi desaparición. En la década
del 90, la teoría de la dependencia reaparece redefinida y con más fuerza para
contraponerse a los modelos económicos convencionales que no logran dar
salida a los nuevos rumbos del capitalismo globalizado, a la concentración de
la riqueza en el Primero Mundo y a la hegemonía del neoliberalismo como
pensamiento único (Oliveira, Odete 2000, 223).
Naturalmente que la concepción de dependencia como referente teórico
busca demostrar la relación entre el subdesarrollo económico y la organización
sociopolítica de las sociedades llamadas periféricas con los procesos de domi-
nación de los países centrales desarrollados (Santiago 1998, 86; ver Cardoso,
Faletto 1993; Jaguaribe et al. 1976).
Además de contemplar la dependencia económica externa y estructural, el
paradigma en cuestión destaca los diferentes niveles de dependencia interna
(social, política y cultural). La noción de dependencia implica dominación,
subordinación y subdesarrollo (Goizueta 1993, 34-36).
Señala Theotônio dos Santos que el modelo de la dependencia re-
presentó, tanto un esfuerzo crítico de cuño nacionalista para comprender y
franquear las limitaciones de la teoría del desarrollo de matriz eurocéntrica,
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 111

como proyectó, internacionalmente, un “debate latinoamericano sobre el


subdesarrollo” (Santos 2000, 26).
Algunos historiadores de la dependencia señalan, en las palabras de
Theotônio dos Santos, cuatro propuestas centrales que la escuela propugna, o
sea:

i) el subdesarrollo está conectado de manera estrecha con la expan-


sión de los países industrializados;
ii) el desarrollo y el subdesarrollo son aspectos diferentes del mismo
proceso universal;
iii) el subdesarrollo no puede ser considerado como la condición
primera para un proceso evolucionista;
iv) la dependencia no es sólo un fenómeno externo, pero ella se ma-
nifiesta también bajo diferentes formas en la estructura interna
(social, ideológica y política). (Santos 2000, 27)

No obstante las críticas que el escenario pueda recibir -exclusión y des-


igualdad social creciente, revelado por el nuevo orden mundial globalizado y
por las políticas neoliberales- favorece, más que nunca, la reconsideración de la
teoría de la dependencia como instrumento metodológico capaz de contribuir,
como advierte Odete M. de Oliveira, a la superación económica

(...) entre el centro (económico, tecnológico, informatizado y dominante)


y la periferia (subordinada y dependiente) y la nueva forma dramática de
semi-periferia del llamado Cuarto Mundo. (...). En ese sentido, la depen-
dencia constituye un paso al frente, profundizando su campo de influen-
cia e importancia paradigmática a la interpretación de la complejidad de
las relaciones internacionales (...). (Oliveira, Odete 2000, 224-225)

5.3.2.2 Una teoría teológica para la liberación

La indignación y revuelta contra la histórica situación de dominación, exclu-


sión y violación institucionalizada a gran parte de la población (indios, campe-
sinos, negros, obreros y minorías), motivaron el discurso y la acción práctica de
teólogos, padres y pastores de una religiosidad orientada hacia la liberación. En
realidad, una nueva forma de efectivizar la teología surgió a partir del Tercer
Mundo, y específicamente de América Latina. Tal orientación ganó fuerza con
la renovación y con la orientación más social de la Iglesia Católica, desencade-
nada por el Concilio Vaticano II (1962-1965) y por las conferencias del Epis-
copado Latinoamericano: Medellín (1968) y Puebla (1979). Se trataba de una
112 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

postura no sólo orientada hacia los pobres, sino de una Iglesia capaz de luchar
y sacrificarse por los desposeídos como en los ejemplos de Camilo Torres
(Colombia) (Torres 1981; Boff 1996, 17-22 y 37-40; 1982, 22-49) y
Oscar Romero (San Salvador).
Los principales defensores de la teología de la liberación, como
Gustavo Gutiérrez, Hugo Assmann, Juan Luis Segundo, Clodovis y Leonardo
Boff critican la teología tradicional por ejercer una función de orientación mo-
ral para los ciudadanos y para los gobernantes, teniendo como referencia tan
sólo las Escrituras Sagradas y estando por “demás comprometida con la orto-
doxia y con los componentes ideológicos del sistema filosófico en que se apo-
ya, lo que redundaría en una aprobación del status quo, con una interpretación
estática de la realidad y (...) con una interpretación ahistórica de la Palabra de
Dios, y más comprometida con una superestructura de carácter ideológico (...)
de que con aquello que pasa en la realidad real” (Colombo 1989, 98).
He aquí, por lo tanto, que la nueva teología como “señales de los tiem-
pos” implica una toma de conciencia motivada por la inserción en la praxis
histórica, una teología, no para la contemplación, sino para la acción transfor-
madora de la sociedad (Bordin 1987, 65-66). Una teología que tiene en cuenta
la realidad de negación de la vida, la experiencia de fe de los cristianos y la
liberación de los pueblos latinoamericanos. Se trata de una teología comprome-
tida con la lucha contra las diversas formas de explotación de la vida humana y
los abusos de los poderes institucionalizados. No se trata, como recuerda Olírio
Colombo, de una teología elaborada en la academia o en una biblioteca, sino
engendrada en la experiencia reflexiva con operadores y grupos comunitarios
insertos en el proceso de liberación (Colombo 1989, 99). Eso explica sus fun-
ciones hermenéuticas de buscar las exigencias de la fe a partir de la praxis,
operando en dirección de la denuncia, de la crítica y de los cambios. Más allá
de eso, se utiliza el método dialéctico, en cuanto aporte apropiado de las cien-
cias sociales, para examinar los procesos históricos marcados por las contradic-
ciones, estructuras y conflictos sociales. Por lo tanto, se concilia el conocimien-
to científico de la realidad con la reflexión teológica fundada en la praxis socio-
política liberadora (Colombo 1989, 102).
Se trata del nuevo modo de hacer teología a partir de la adhesión social y
del compromiso con la liberación de los pueblos latinoamericanos. Así, como
señala Gustavo Gutiérrez, esa verdadera teología que conecta la fe con la
praxis, tal vez no sea un tema tan nuevo

(...) para la reflexión en cuanto al nuevo modo de hacer teología. La teo-


logía como reflexión crítica de la praxis histórica es, de este modo, una
teología liberadora, teología de la transformación liberadora de la historia
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 113

de la humanidad (...). Teología que no se limita a pensar el mundo, sino


que procura situarse como un momento del proceso a través del cual el
mundo es transformado (...), en la lucha contra la expoliación de la in-
mensa mayoría de los hombres, en el amor que libera, en la construcción
de una nueva sociedad, justa y fraterna (...) (Gutiérrez 1976, 27)

5.3.2.3 Una teoría filosófica para la liberación

Antes de retomar la discusión sobre una propuesta filosófica para la liberación


en el contexto de América Latina, cabe recordar que los orígenes de la re-
flexión sobre la historia de las ideas filosóficas adquirieron impulso con los
trabajos de Leopoldo Zea, en las décadas de 1950 y 1960. Se trataba de elabo-
rar un pensamiento auténtico, capaz de esclarecer y transformar la realidad
concreta latinoamericana. Esa propuesta que comienza como una “filosofía de
lo americano” y que avanza en dos direcciones complementarias, representadas
ora por una filosofía del Tercer Mundo, ora por una filosofía de la liberación,
prioriza al ser humano en la figura del latinoamericano (Quesada 1993, 31-40).
El debate sobre las posibilidades de una filosofía a partir de América La-
tina, engendró posiciones que polemizaron el universalismo y el regionalismo
de un filosofar particular y específico sobre dicha realidad histórica y sociopo-
lítica. Los adeptos al universalismo consideraban que la principal dificultad de
la filosofía latinoamericana estaba en la imposibilidad de tal reflexión ser autó-
noma. Toda filosofía reproduciría el pensar construido en Europa. No habría,
así, una formulación propia, independiente y consecuentemente original (Que-
sada 1993, 51). Ya, los teóricos que reconocían un filosofar original de la histo-
ricidad latinoamericana contraponían que cualquier reflexión, con pretensión de
universalidad, sólo podría ser hecha “(...) a partir de un determinado contexto
circunstancial que de algún modo lo (...) condicionaría” (Mance 2000, 34).
De cualquier modo, las contribuciones pioneras sobre un pensamiento fi-
losófico latinoamericano, capaz de conciliar la historicidad nacional con la
tradición universalista, de superar las formas de alienación y afirmarse como
concepción reflexiva auténtica, permitió que autores, como Leopoldo
Zea, Augusto Salazar Bondy, Arturo A. Roig y Rodolfo Kusch, prepararan y
desencadenaran el advenimiento de filosofías de cuño libertario.
Según las sistematizaciones ya hechas por pensadores, como Enri-
que Dussel, Horacio Cerutti, Pablo Guadarrama y Euclides Mance, (Dussel
1987, 218-220; Cerutti 1983; Guadarrama 1993, 314-315; Mance 2000, 38-39)
se puede establecer la secuencia de la trayectoria de las filosofías de la libera-
ción en las siguientes fases: emergencia, expansión y reordenamiento. La etapa
del surgimiento de la filosofía de la liberación abarca el período de los años 60
114 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

a los 70, destacándose la polémica entre el mexicano Leopoldo Zea y el perua-


no Augusto Salazar Bondy (Salazar 1982; Zea 1975), así también como el sur-
gimiento de un pequeño grupo de filósofos de la liberación que se opusieron a
las condiciones sociopolíticas vividas en Argentina (1971-1972). Luego, en el
segundo período (años 70 y 80), el exilio de los teóricos argentinos, la contro-
versia entre Enrique Dussel y Horacio Cerutti, y la sistematización y difusión
internacional del movimiento (Schutte 1987, 21). Por fin, el momento actual
(final de los años 1980 y década de 1990), caracterizado por el Diálogo Norte-
Sur y por la búsqueda de una filosofía intercultural (Ver Fornet-Betancourt,
1994; 1993).
La interpretación de la filosofía de la liberación que terminó siendo la más
conocida en diversos países de América Latina fue la versión atribuida a Enri-
que Dussel. En su obra Filosofía de la Liberación escrita en el exilio, Dussel
propone no sólo una crítica a la sociedad presente que niega las condiciones de
vida digna al hombre como ser-en el-mundo, sino una ruptura radical con toda
la metafísica tradicional vinculada al pensamiento europeo. La edificación de
una nueva ontología y de una filosofía centrada ya no en la cultura de la domi-
nación son inspiradas, como recuerda Constança M. César, en la realidad coti-
diana de América Latina. Así,

(...) existe una comprensión práctica del mundo, que sirve de punto de
partida para el filosofar. Ser es ser-con el otro, es ser nosotros. (...). El
mundo humano es el mundo del cara-a- cara, el mundo del tú, que se re-
vela a través de la palabra, de la vida dialógica. Pero el ser-con es siem-
pre amenazado: el Otro puede ser negado como exterioridad y barbarie.
(...). Al negar el otro, al recusar reconocerlo como distinto y amable, re-
conozco mi mundo como el único posible (...). Es preciso, por eso, pensar
la cuestión del otro como problema metafísico, hacer la metafísica del
oprimido, la metafísica del amor y del servicio: el servicio de la libera-
ción. (César 1984, 57-58)

En efecto, la filosofía que deberá ser proyectada en su sentido liberador,


no puede ser, como advierte Salazar Bondy,

(...) una variante de ninguna de las confecciones del mundo que corres-
pondan al centro de poder actual (...) es preciso, pues, forjar un pensa-
miento que, por estar arraigado en la realidad histórico-social de nuestras
comunidades, traduzca sus necesidades y objetivos, sirva como medio
para cancelar el subdesarrollo y la dominación que tipifican nuestra con-
dición histórica. (Salazar 1982, 121; ver también Wolkmer 1995, 197)
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 115

5.3.2.4.- Una teoría pedagógica para la liberación

La propuesta de la pedagogía dirigida hacia la liberación está vinculada, tam-


bién, a la nueva epistemología que rompe con la educación tradicional, elitista
y formal. Se trata de pensar la educación bajo la perspectiva comunitaria, popu-
lar y anti-positivista; un paradigma educacional identificado con las necesida-
des reales de la vida humana, con la concientización capaz de enfrentar los
problemas de los agentes sociales y con el compromiso por los cambios y por
la emancipación cultural de un mundo carente.
En realidad, se trata de una educación popular producida y en función de
los diferentes sectores marginados por la cultura de dominación. Es la educa-
ción liberadora que rompe con la estructura escolar autoritaria, ineficiente y
domesticadora, responsable por la reproducción de la injusticia de la sociedad y
por la formación de padrones alienantes (Stein 1977, 25-33).
Teniendo en cuenta la educación popular que proyecta la concepción con-
cientizadora y reconstructora de la realidad social, es que se alcanza una peda-
gogía de la liberación (Santiago1998, 67-75).
En ese camino de edificar la propuesta de educación liberadora, teniendo
en cuenta las sociedades periféricas de América Latina, se buscará subsidios en
las formulaciones de Paulo Freire (Gadotti 1987, 26-38; Danke s/d). Sus pro-
puestas se asientan en la estrategia por una “pedagogía del oprimido”, o sea, la
educación auténtica como proceso de concientización, praxis de liberación y
consideración crítico-dialógica (Wolkmer 1999, 95-104).
Para Paulo Freire, el reconocimiento de la opresión, de la injusticia y de la
deshumanización de las sociedades latinoamericanas constituye el primer mo-
mento concreto de comprensión y de ruptura con esta realidad histórico-
cultural. Se crean las condiciones para una opción radical de lucha y transfor-
mación de las sociedades mediante una práctica de educación (Wolkmer 1999,
97; Freire 1978, 29-39; 1980, 52).
El cambio de la realidad presente y la restauración de la dignidad histórica
de los hombres serán instrumentadas por una “pedagogía del oprimido”, forja-
da “con él y no para él”. Según Paulo Freire, el oprimido “es un ser que no
existe por sí mismo, él solamente existe en su opresor. Sin embargo, nada pue-
de ser hecho si el oprimido no percibe la realidad de la opresión” (Peluso 1984,
46-47). Se hace imperiosa, para Paulo Freire, una pedagogía que, partiendo de
la opresión, torne esta situación “objeto de reflexión de los oprimidos, de la que
resultará su compromiso necesario en la lucha por su liberación (...)” (Freire
1978, 35-39). Frente al problema de la “conciencia oprimida y de la conciencia
opresora”, surge el hombre nuevo que no será opresor, ni “más oprimido, sino
hombre liberándose” (Freire 1978, 46).
116 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Sobre el sentido de la praxis liberadora en la obra de Paulo Freire, Peluso


señala que “es condición del ser humano ser libre para dar a la realidad una
dimensión histórica y de valor. (...) En el proceso de concientización el ser
humano se hace libre, humaniza al mundo” (Peluso 1984, 44). Parece claro, de
este modo, que la concepción de libertad en Paulo Freire está distanciada de
formulaciones formales y abstractas del liberalismo individualista burgués
(Weffort, 1966, p. 14-15), así como su noción de liberación es encarada como
una lucha permanente contra las diversas formas de dominación.
Una de las principales cualidades de Freire, en las palabras de Ilda Danke,
“consiste en reconocer al pueblo, al trabajador, al oprimido como sujeto del
conocimiento. Un conocimiento que trae, por eso mismo, la marca de la histo-
ricidad. La iniciativa en la construcción de ese nuevo conocimiento y de esa
nueva educación cabe al oprimido, constituyéndose, consecuentemente, en una
‘pedagogía del oprimido’” (Danke s/d, 14).
En suma, la propuesta pedagógica de Paulo Freire se revela como un fuer-
te instrumento de cuño revolucionario que actúa íntima y permanentemente en
el sentido de los cambios y de las transformaciones de la sociedad. Se trata de
una propuesta metodológica que privilegia el diálogo, la participación, la for-
mación de una conciencia crítica (Peluso 1984, 44) del mundo y una nueva
relación entre los hombres. De ese modo, la educación es un proceso perma-
nentemente “expuesto por la praxis”, revelándose concientizante, crítica y crea-
tiva (Peluso 1984, 59-60; Freire 1980, 81; 1978, 211-217).

5.3.2.5.- Una teoría geográfica, sociológica y antropológica para la


liberación

La lucha en América Latina contra las diversas modalidades de dependencia y


por la liberación del hombre, viene dándose, también, en el interior de las cien-
cias humanas, representada por el esfuerzo, entre tantos, de investigadores de
geografía (Milton Santos), sociología (Anibal Quijano, Florestan Fernandes,
Orlando Fals Borda, Pablo González Casanova) y antropología (Darcy Ribeiro,
Alberto Vivar Flores).
Cabe recordar, primeramente, que la geografía crítica aboga por la huma-
nización del espacio y la transformación de la realidad territorial. Se trata de
usar políticamente el procedimiento científico al servicio de “(...) una geografia
militante, que luche por una sociedad más justa. (...) un análisis geográfico
como instrumento de liberación del hombre” (Robert Moraes 1991, 45). Es en
esa perspectiva de privilegiar el lugar geográfico que se puede registrar la con-
tribución de Milton Santos. Reconociendo la necesaria obligatoriedad de la
relación entre tiempo y espacio, Santos propone “(...) una geografía crítica que
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 117

aprehenda ese espacio como categoría y como análisis concreto. La ausencia


del espacio en los estudios de Geografía fue el foco de la crítica del autor” (Al-
ba 2001, 160). Y como señala Rosa S. Alba, Milton Santos supo examinar con
profundidad la crisis de la geografía tradicional y defender las condicionantes
de su transposición. Ciertamente, fue el cientista social que pensó profunda-
mente “la epistemología de la Geografía, elaborando y reelaborando nuevos
conceptos y categorías capaces de comprender el mundo actual, contribuyendo,
así, con la renovación de la Geografía” (Alba 2001, 160). Por lo tanto, la obra
de Milton Santos, al introducir nuevos recortes para la reconstrucción dialéctica
del espacio y del territorio, de los diferentes niveles de los circuitos en las ver-
ticalidades y horizontalidades y de las producciones globales y locales, posibi-
lita los nuevos lugares de la resistencia, de la solidaridad y de la emancipación
para la espacialidad de una nueva ciudadanía (Santos, Milton 1987, 111ss;
1994, 15-29; 2000, 105-113).
El atraso económico, la inestabilidad política y la incapacidad de encon-
trar soluciones para los problemas sociales impulsan a pensar en una “ciencia
social crítica”. No se trata de pensar una sociología científica, fundada en pre-
supuestos importados, que inviabiliza tratar de forma real las necesidades de
los países subdesarrollados. Así, cabe pautar una teoría sociológica de los cam-
bios estructurales, una propuesta crítica que pase a alterar, radicalmente, la
“situación que se repudia (...)”, debiendo ser, antes que nada, “una sociología
del desarrollo de América Latina” (Sotelo 1975, 16 y 19-20). Es la opción por
una producción nacida de las propias realidades específicas nacionales, sin
tomar como fuente original y exclusiva las matrices o criterios de la teoría so-
cial extranjera. La propuesta central es la defensa de una teoría sociológica
auténtica y militante al servicio de la emancipación de la propia realidad nacio-
nal (Ramos 1957, 26, 210-211). Estas referencias suponen aún, como considera
Orlando Fals Borda, una “teoría de la subversión” moral y política que, rom-
piendo con la metodología positivista y con las técnicas “objetivistas” de inves-
tigación (defensa de la integración y del equilibrio social), y empleando una
“investigación-acción-participativa”, es capaz de vincular el conocimiento con
la acción y la teoría con la práctica, así también como de reconocer y poner en
práctica la “sabiduría popular” y la “cultura del pueblo”, se trate tanto de co-
munidades indígenas, negras, obreras y campesinas (Fals Borda 1989, 9, 13,
27, 33 y 87; s/d).
También, en esa perspectiva de opción por el pueblo, fundamentalmente
en la fe y en la confianza de la capacidad de los sectores populares de América
Latina, representada por el indio, el mestizo y el negro, es que se encuadra la
contribución de la antropología latinoamericana. En efecto, se puede pensar en
una antropología a partir del hombre americano teniendo en cuenta las re-
118 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

flexiones de Rodolfo Kusch (antropología de la sabiduría popular), de Darcy


Ribeiro (antropología dialéctica) y de Alberto Vivar Flores (antropología de la
liberación). En sus escritos filosóficos y antropológicos, Rodolfo Kusch “centra
su atención en la búsqueda de un pensamiento propio del hombre americano,
tomando como punto de partida el pensamento indígena y popular” (Guada-
rrama 1993, 318-319). La preocupación de Kusch es revelar un sujeto popular
proveniente de la cultura americana y no europea, por lo tanto “(...) ir a las
entrañas de la América indígena para desentrañar la luz de su visión del mundo
e iluminar, con ella, al americano, en su totalidad. En otras palabras, la cultura
del mero estar de la América primitiva lleva en sí una profunda sabiduría que,
como saber vital, puede facilitarnos el sentido íntimo de América, justamente
como un camino de redención y salvación” (Fornet-Betancourt 1993, 88-89;
ver también Mareque s/d, 91-110). De las consideraciones sobre la sabiduría
popular de Rodolfo Kusch pasamos a la antropología dialéctica de Darcy Ri-
beiro que, también, tiene “(...) en común una actitud de franca participación en
la vida social. En este sentido, procura ser una ciencia comprometida con el
destino humano (...)”, colocándose “al servicio de los pueblos que está dirigi-
do” (Ribeiro 1981, 20-21). Ya no como una antropología marcada por un cien-
tificismo que perpetúa el orden social vigente, sino revelada como el propio
instrumental crítico, capaz de examinar el proceso de formación civilizatorio y
los problemas de subdesarrollo de los pueblos latinoamericanos, así como el
mecanismo adecuado para analizar las estructuras de poder condicionantes y
las posibilidades de desarrollo autónomo de las sociedades presentes en Amé-
rica Latina (Ribeiro 1986, 107ss). Subsiste, por lo tanto, el esfuerzo por una
antropología comprometida con “la praxis por la liberación del hombre lati-
noamericano, hasta ahora considerado ‘no-hombre’ por los centros de
poder”, una ciencia que contribuya para salir de la opresión y para erradicar el
sufrimiento humano (Vivar Flores 1991, 7-9 y 146).

5.3.2.6.- Una teoría política para la liberación

El intento humano multidimensional (social, económico, filosófico, cultural) no


estaría completo sin las reflexiones acerca de un pensamiento político que,
oponiéndose a las diversas formas históricas de colonización y servilismo, sea
capaz de contribuir para la afirmación de la identidad y la solidaridad latinoa-
mericana. Ese oficio de revelar la conciencia de nuestra especificidad, y apun-
tar la dirección política rumbo a nuestra unidad auténtica, ocupó la trayectoria
de innumerables y destacados intelectuales activistas como, entre tantos, el
cubano José Martí, en el siglo XIX, y el peruano José Carlos Maríategui, en el
siglo XX.
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 119

Patrono de la independencia de las Antillas y, particularmente, de Cuba,


José Martí (1853-1895) defiende la unidad de la familia americana en la lucha
contra la dominación y a favor de la liberación. En su célebre estudio Nuestra
América manifiesta que los pueblos de América deben superar las divisiones
internas y superar el colonialismo cultural que ha engendrado siempre la imita-
ción servil de los modelos culturales europeos y norteamericanos (Delgado s/d,
257-263). Martí no ignora, como recuerda Roberto Fernandez Retamar, las
grandes realizaciones de los países metropolitanos, tampoco sus limitaciones y
explotaciones; por eso la urgencia de crear un país nuevo, pensado a partir de
su propia realidad, o sea, de una América mestiza, “donde se mezclan descen-
dientes europeos, indios y africanos” (Retamar 1983, 39). Al enfatizar lo ge-
nuino y lo autóctono de “nuestra América”, José Martí en su fervor americanis-
ta y en su protesta contra las prácticas políticas exportadas de Europa señala
que el

(...) buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobiernan el


alemán y el francés, pero sí aquel que conoce de qué elementos está cons-
tituído su país, y cómo puede guiarlos [las prácticas políticas] conjunta-
mente para llegar, por métodos e instituciones nacidas del propio país.
(...). El gobierno debe nacer del país. El espíritu del gobierno debe ser el
del país. (...). El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos
naturales del país. Es por eso que el libro importado fue vencido, en
América, por el hombre natural. Los hombres naturales vencieron a los
letrados artificiales. El mestizo autóctono venció al criollo exótico (Martí
s/d, 195-197).

Las afirmaciones políticas de esa personalidad que, sin dejar de ser un re-
volucionario democrático, mezcló originalidad, romantisismo, idealismo y
nacionalismo pautó siempre por descubrir, defender y recorrer el camino pro-
pio de una América Latina criolla, confluencia solidaria de todas las razas
(Maldonado-Denis 1993, 415-426). La propuesta de una civilización mestiza
latinoamericana, constituida por la identidad y originalidad del pueblo nativo
emancipado, está proclamada, por lo tanto, con las palabras de Delgado Gonzá-
lez, en las tesis martinianas presentes en su conocido ensayo Nuestra América:

a) “Las viejas leyes europeas no tienen validez para los nuevos pueblos
de América”.
b) “El nuevo hombre americano amarrado a sus raíces naturales no re-
chaza la auténtica civilización, siempre que ésta sea respetuosa”
(Delgado s/d, 265-267) con la cultura autóctona periférica.
120 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

c) Así, brota una nueva cultura en el interior del alma del propio pueblo
latinoamericano y en el orgullo de integrar “nuestras repúblicas dolo-
rosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios (...) y
los brazos ensangrentados de una centena de apóstoles” (Martí s/d,
195). Se trata de una de las más fuertes contribuciones del ideario
martiniano, el reconocimiento y la confianza de la originalidad de las
tierras de “nuestra América”, de esas naciones que, a diferencia de la
contraposición de Domingo Sarmiento, “no hay batalla entre la civili-
zación y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. (...)
conocer el país, y gobernarlo conforme el conocimiento, es el único
modo de librarlo de tiranías. La universidad europea debe dar lugar a
la universidad americana. La historia de América, de los incas para
acá, debe ser enseñada minuciosamente, aunque no se enseñe la de
los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que
no es nuestra” (Martí s/d, 197).

En suma, esta nueva América de José Martí se afirma en la unidad, en la


independencia y en la autonomía cultural, marcada profundamente por un pen-
samiento particular y auténtico, resultante de la síntesis de lo primitivo y de las
civilizaciones purificadas.
Además de José Martí, otra figura de destaque en el ámbito de las ideas
políticas y, posiblemente, uno de los mayores intelectuales latinoamericanos
del siglo XX, el peruano José Carlos Mariátegui (1895-1930) fue, también, el
primer y el más importante pensador marxista producido en América Latina.
En sus diversos escritos filosóficos y sociopolíticos, entre los cuales sus “Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana”, Mariátegui desarrolló un
modelo de pensamiento latinoamericano original, fundado en parámetros deli-
neados por el socialismo y con sus raíces en las antiguas civilizaciones preco-
lombinas (Santiago 1998, 118; Belloto 1982, 30-31). Su crítica ilustrativa de la
realidad sociopolítica de América Latina y los problemas de la estructura agra-
ria del Perú lo llevaron a trabajar en un proyecto de transformación radical de
la sociedad de su época, viabilizando, como alternativa histórica, un socialismo
indo-americano referido a las relaciones de producción nacionales y a la recu-
peración de la tradición de cooperación y solidariedad de las comunidades in-
caicas (Fornet-Betancourt 1995, 120-135; Melis 1993, 457-483, v.3).
El problema y la defensa indígena constituyeron una de las preocupacio-
nes políticas centrales de Maríategui. En ese contexto, su admiración por el
pasado andino queda de manifiesto cuando reconoce que “no es la civilización,
no es el alfabeto del blanco, lo que ennaltece el alma del indio. Es el mito, es la
idea de la revolución socialista. La esperanza indígena es totalmente revolucio-
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 121

naria. El mito, la idea en sí misma, son agentes decisivos del despertar de otros
viejos pueblos, (...), ha de ser el pueblo inca, que construyó el más desarrollado
y armónico sistema comunista, (...). El socialismo les enseñó a colocar el pro-
blema indígena en nuevos términos. Dejamos de considerarlo abstractamente
como problema social, económico y político” (Mariátegui 1975, 21-22; Löwy
1999, 102-119).
Ciertamente, Mariátegui retoma el “comunismo agrario” inca para crear
un programa de desarrollo socialista en que el “indio se puede expresar y reali-
zar como indio” (Fornet-Betancourt 1995, 126). Se trata de la especificidad de
un socialismo capaz de convertirse en símbolo de la autonomía indígena. Es el
pasaje histórico de la Indo-América, para un modelo político como exigencia
de autonomía propia y concreta. Eso explica la idea medular de Mariátegui:
“La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Son los
indios quienes deben realizarla” (Mariátegui 1975, 31).
Además de integrar el indigenismo al socialismo, Mariátegui proclama,
en la implementación de la revolución socialista, la solución concreta de la
cuestión nacional, pues la constitución de la nación latinoamericana pasa por la
liberación social y económica (Fornet-Betancourt 1995, 131). Así, la naturaleza
de ese socialismo, construído a partir del colectivismo autóctono, es expresada
de manera incisiva por Mariátegui: “el pensamiento revolucionario, es inclusi-
ve el reformista, ya no puede ser liberal, sino socialista. El socialismo no apa-
reció por casualidad, imitación o moda en nuestra historia, como imaginaban
algunos espíritus superficiales, sino como una fatalidad histórica. (...) no es
posible ser realmente nacionalista y revolucionario sin ser socialista” (Mariáte-
gui 1999, 102). En otro pasaje, en la conmemoración del aniversario de
la Revista Cultural Amauta, la cual dirigió y utilizó como instrumento de su
acción política, Mariátegui renueva su ideario al proclamar que “el socialismo
no es, ciertamente, una doctrina indo-americana. Como ninguna doctrina, nin-
gún sistema contemporáneo lo es ni lo puede ser. El socialismo, aunque haya
nacido en Europa, como el capitalismo, no es, tampoco, específico ni particu-
larmente europeo. Es un movimiento mundial, del cual no se substrae ninguno
de los países que se mueven dentro de la órbitra de la civilización occidental.
(...). El socialismo está en la tradición americana. La más avanzada organiza-
ción comunista, primitiva, que registra la historia, es la inca. No queremos,
ciertamente, que el socialismo sea en América su calco y copia. Debe ser crea-
ción heróica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestra
propia lengua, al socialismo indo-americano” (Mariátegui 1982, 93).
Por último, cabe observar que estos dos grandes políticos de América La-
tina, José Martí y José Carlos Mariátegui, aunque, viviendo en momentos dis-
tintos pero unidos por el año de 1895 (muerte de Martí y nacimiento de Mariá-
122 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

tegui), influenciaron en las generaciones posteriores en pro de la lucha por una


sociedad latinoamericana más auténtica, justa e independiente. Tanto Martí
como Mariátegui se opusieron a la política excluyente del elitismo local, a la
histórica expropiación colonialista (Europa y E.U.A.) y a las diversas prácticas
tradicionales de dependencia cultural. Ambos fueron intelectuales revoluciona-
rios y militantes que supieron responder a los “imperativos de autenticidad y de
compromiso radical” (Maldonado-Denis 1993, 425) con la causa de las necesi-
dades históricas de liberación de los pueblos latinoamericanos.

5.3.3.- Un Pensamiento Crítico a partir de la Liberación


Latinoamericana

Una vez delineados la naturaleza y los múltiples subsidios teóricos de


modelos de liberación, se avanza para discutir las posibilidades de un pensa-
miento crítico, capaz de expresar y sustentar la práctica política y jurídica en la
perspectiva de América Latina.
Antes que nada, se explican las nociones de qué es “crítica” y de qué es
“pensamiento latinoamericano”, sus especificidades, aproximaciones e interac-
ciones.
Para comenzar, es necesario señalar los diversos sentidos que se despren-
den de la “crítica”, formulación que no deja de ser ambigua y amplia, pues
representa innumerables significados, siendo interpretada y utilizada de formas
diversas en el espacio y en el tiempo. Por otra parte, la “crítica” surge como
elaboración instrumental dinámica que traspasa los límites naturales de las
teorías tradicionales, no ateniéndose apenas a describir lo que está establecido o
a contemplar, equidistantemente, los fenómenos sociales y reales (Wolkmer
1999, 102). Se reconoce, aún, que la “crítica” puede revelar

(...) aquel conocimiento que no es dogmático, ni permanente, sino que


existe en un contínuo proceso de hacerse a sí mismo. Y, siguiendo la po-
sición de que no existe conocimiento sin praxis, el conocimiento ‘crítico’
sería aquel relacionado con cierto tipo de acción que resulta de la trans-
formación de la realidad. Una teoría ‘crítica’ solamente puede tener como
resultado la liberación del ser humano, pues no existe transformación de
la realidad sin la liberación del ser humano (Freire 2002, 3-4).

Como proceso histórico identificado a lo utópico, a lo radical y a lo des-


mitificador, la “crítica” asume la “función de abrir alternativas de acción y
margen de posibilidades que se proyectan sobre las continuidades históricas”
(Habermas, en Santiago 1998, 44). Una posición “crítica” ha de ser vista, por lo
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 123

tanto, no sólo como una evaluación crítica “de nuestra condición presente, sino
crítica al trabajar en la dirección de una nueva existencia (...)” (Quinney, en
Wolkmer 1995, 5).
Teniendo en cuenta la crítica como instrumento de ruptura y de libera-
ción, la cuestión que se plantea a continuación es cómo viabilizarla en la inser-
ción de un pensamiento marcado por la identidad latinoamericana. Aunque
engendrado históricamente por discontinuidades y flujos deterministas aliení-
genas, se puede creer en la existencia de un pensamiento latinoamericano.
Seguramente, como señala Gabriel L. Santiago, “tomar como punto de par-
tida la necesidad de un pensamiento propio” latinoamericano,

es afirmar una ideología regionalista que se construye sobre una visión


particular, necesidad primaria para tornarse universalista. Es la depen-
dencia latinoamericana que impide que ese pensamiento no logre liberar-
se de sus dos aspectos característicos: su servilismo en relación a los
grandes centros mundiales o su oposición militante a lo que se produce
allá afuera, en la ilusión de construir por oposición algo original (Santia-
go 1998, 27).

En realidad, el pensamiento latinoamericano contenido, explícita o implí-


citamente, en la producción cultural de sus autores refuerza la premisa de que
lo importante “(...) no es intentar afirmar tal pensamiento como verdad o como
aquel más adecuado a la región, sino, por el contrario (...)” (Santiago 1998, 27),
es aquella manifestación apta para instrumentar la fuerza de su crítica en el
sentido de contribuir a la desconstrucción de las viejas prácticas del saber y del
poder dominantes.
En efecto, la edificación de un pensamiento crítico latinoameri-
cano no implica la total negación o ruptura radical con otras formas de cono-
cimiento heredadas del iluminismo y producidas por la modernidad europea,
sino un proceso dialéctico de asimilación, transposición y reinvención. Se trata
de ir efectivizando, como dice Salazar Bondy, una práctica cultural crítica en
que la realidad histórica irá construyéndose, es un trabajo de recreación en la
dirección emergente para el nuevo proyecto de emancipación, síntoma genuino
y auténtico de un pensamiento crítico orientado politicamente hacia la desalie-
nación y para la liberación (Salazar 1976, 526).
Como ya se alertó en otro momento (Wolkmer 1999, 102-103), sobre una
teoría en la que el pensamiento de perspectiva crítica opera en la búsqueda de
liberar al hombre de su condición de alienado, de su reconciliación con la natu-
raleza no-represora y con el proceso histórico por él modelado. La “crítica”
como saber y práctica de la liberación debe demostrar hasta qué punto los indi-
124 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

viduos están cosificados y modelados por los determinismos históricos, pero


que no siempre están concientes de las ideas inculcadas hegemónicamente, de
las opresiones disimuladas y de las falacias ilusorias del mundo objetivo/real.
El pensamiento crítico tiene la función de provocar la autoconciencia de los
sujetos sociales oprimidos que sufren las injusticias por parte de los sectores
dominantes de los grupos privilegiados y de las formas institucionalizadas de
poder (local o global). En ese sentido, la “crítica” como dimensión epistemoló-
gica e ideológica tiene un papel pedagógico altamente positivo en la medida en
que se transforma en un instrumento operante adecuado para el esclarecimien-
to, la resistencia y la emancipación, llendo al encuentro de los deseos, intereses
y necesidades de todos aquellos que sufren cualquier forma de discriminación,
explotación y exclusión.
De igual modo, para constituir la cultura ético-filosófica de la alteridad, a
través de ciertas categorías emergentes (totalidad, exterioridad, autonomía,
emancipación, solidaridad y justicia) (Wolkmer 2001, 261-273 y 337-344) un
pensamiento crítico en la perspectiva latinoamericana, sea como forma de des-
trucción de la dominación, sea como instrumento pedagógico de la liberación,
implica dos condiciones esenciales:

a) se inspira en la “praxis concreta” y en la situación histórica de las


estructuras socioeconómicas de América Latina, secularmente
expropiadas, dependientes, marginadas y colonizadas;
b) las categorías teóricas y los procesos de conocimiento se encuen-
tran en las propias culturas teológica, filosófica y sociopolítica
latinoamericanas (Wolkmer 2001, 268-269). En ese aspecto, cabe
incorporar las bases generadoras de un pensamiento periférico
autóctono de vanguardia, advenidos tanto de la Teología (Gusta-
vo Gutiérrez, Hugo Assmann, Clodovis y Leonardo Boff) y
de la Filosofía (Enrique D. Dussel, Augusto Salazar Bon-
dy, Leopoldo Zea, Alejandro Serrano Caldera, Raul For-
net-Betancourt) como de la Economía (Rui Marini,
Theotônio dos Santos, Celso Furtado, Franz J. Hinkelam-
mert), de la Geografía (Milton Santos), de la Pedagogía
(Paulo Freire), de la Sociología (Florestan Fernandez, Anibal
Quijano, Fals Borda, Pablo González Casanova), de la Antropo-
logía (Darcy Ribeiro), de la Política (Jose Martí, José Car-
los Mariátegui), da Literatura (Ruben Dario, Pablo Neru-
da, Gabriel Garcia Marquez), da Música (Heitor Villa-
Lobos, Ariel Ramirez), do Cinema (Glauber Rocha), do
Teatro (Augusto Boal), da Pintura (Diego Rivera, David
Siqueiros, José C. Orozco, Cândido Portinari) y del Dere-
cho (Jesús A. de la Torre Rangel, David Sánchez Rubio).
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 125

5.3.4.- Para una Filosofía Crítica de la Política y del Derecho


en América Latina

Habiendo esbozado la naturaleza, los intentos y las condiciones determinantes


de un pensamiento crítico en la perspectiva latinoamericana, hay que examinar,
por último, de qué forma esa formulación podrá sustentar una nueva cultura en
la política y en el derecho.
Teniendo en cuenta los conceptos de “crítica”, como expresión del cono-
cimiento radical, desmitificador y como transposición de lo instituido opresor y
como afirmación de la exterioridad auténtica del otro, pasamos, ahora, a la
clara conexión con lo que es política y derecho como instrumentos de saber
epistemológico y de práctica operacional. En concreto, el “criterio” original de
toda y cualquier filosofía crítica de la política y del derecho será expresar la
defensa de los principios básicos de la vida humana digna, y de la libertad y de
la justicia (Sánchez Rubio 1999, 180-183). Seguramente, el saber crítico de la
liberación, ya no deberá ser apenas una “teoría de la libertad” como discurso de
denuncia de la opresión y de la dependencia, sino que deberá contribuir para
desarrollar mecanismos concretos de actuación y ejecutar prácticas efectivas de
transformación de las estructuras vigentes.
Es en esa perspectiva que una filosofía política crítica, teniendo en cuenta
la liberación, asume la responsabilidad de instrumentar la razón de ser y la
justificativa de luchar contra lo que Enrique Dussel designa “la no-verdad, la
no-validez (deslegitimación), la no-eficacia de la decisión, norma, ley, acción,
institución u orden político vigente e injusta desde la perspectiva específica de
la víctima” (Dussel 2001, 54). De esta manera, la política crítica revela un diag-
nóstico científico y una praxis transformadora de las patologías de lo instituído
y de las diversas formas de la “negatividad material” (miseria, marginalidad,
exclusión, negación de la ciudadanía). El punto de partida de la política crítica
es la “negatividad material”, factor determinante para que el orden político
vigente imposibilite la “reproducción de la vida” y la “participación” legítima y
democrática de los “oprimidos del proceso de globalización, de las clases ex-
plotadas, de las poblaciones autóctonas excluidas, de los marginados, de los
inmigrantes pobres y de tantos otros grupos sociales victimados (...)” (Dussel
2001, 58-59). La política crítica debe, además comprometerse con los “actores
sociales diferenciados y excluídos”, buscar “organizar los movimientos socia-
les necesarios” y contribuir para edificar “positivamente alternativas a los sis-
temas político, jurídico, económico, ecológico y educativo vigentes (...)” (Dus-
sel 2000, 93). La verdadera filosofía política crítica, que sobrepasa el particula-
rismo crítico pos-modernista, pautada en el decir de Dussel, por estrategias
crítico-emancipadoras, desencadenando luchas en diferentes “‘frentes de libe-
126 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

ración’ (de los excluidos, pobres, razas discriminadas, sexos oprimidos, viejos
descartados, niños explotados, pueblos ignorados, culturas aniquiladas, etnias
despreciadas)” y afirmando el desarrollo de la vida y de la libertad humanas en
su dimensión universal. En suma, la filosofía crítica de la política debe actuar
asumiendo la responsabilidad por lo otro y contribuyendo a implementar es-
tructuras políticas justas y legítimas, mediante “nuevas normas, leyes, acciones,
instituciones (...)” políticas (Dussel 2001, 64).
De igual modo, al discutirse y al proyectarse una nueva filosofía política,
no menos relevante es, extender la problematización a la cuestión de una juri-
dicidad crítica, bajo la perspectiva latinoamericana.
Es imprescindible también, para cualquier reflexión sobre derecho y justi-
cia, tener como punto de partida el paradigma de la “vida humana”. En la ópti-
ca de las premisas orientadoras de la ética de la liberación, Enrique Dussel
advierte la necesidad de la vida humana para el desarrollo y la instauración de
una realidad social, justa, que pase a restaurar “(...) la dignidad negada a la vida
de la víctima, del oprimido o excluído”. Esta perspectiva de la alteridad que
prioriza al ser humano concreto, se manifesta en la fundamentación crítica de
otra juridicidad y en la condición real de emergencia de nuevos derechos esen-
ciales. De ese modo, frente a los grandes paradigmas de la tradición occidental
(ser, conocer y comunicación) (Azevedo, Mônica 2001, 184-185) Dussel pre-
senta, en la transposición de la totalidad excluyente y en la dimensión, ahora,
de la exterioridad liberadora, elementos críticos de una ética centrada en el
“Otro”, base para repensar la cuestión de la justicia y de los derechos humanos.
Así, el concepto de liberación, extraído de la ética de la alteridad de Dus-
sel, ha favorecido el surgimiento de un análisis crítico de la juridicidad forma-
lista y opresora por parte de jusfilósofos como Jesús Antonio de la Torre Ran-
gel (México), David Sánchez Rubio (España) y Celso Ludwig (Brasil).
Hay que considerar, como afirma Jesús Antonio de la Torre Rangel que el
derecho tiene su raíz en el ser humano. Sin duda, “es el Otro, desde la exterio-
ridad, quien dará siempre la pauta de una búsqueda histórica de la vigencia real
de los derechos humanos, de la Justicia y del bien-común” (De la Torre Rangel
2001, 100). Más específicamente, con las palabras de de la Torre Rangel, la
juridicidad moderna, por ser alienante, será sobrepasada por un pensamiento
crítico-filosófico que tenga en cuenta la

(...) lucha del pueblo por justicia, cuando el otro sea reconocido como
otro. El primer momento será reconocer la desigualdad de los desiguales,
y a partir de ahí vendrá el reconocimiento pleno no ya del desigual, sino
del distinto portador de la justicia en cuanto otro. El Derecho perderá su
generalidad, su abstracción y su impersonalidad. Es el rastro del otro co-
FUNDAMENTOS DE LA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO Y JURÍDICO LATINOAMERICANO 127

mo clase alienada que provoca la Justicia (...). Por esa razón, (...) la bús-
queda de la Justicia concreta rompe con todo un aparato jurídico que sólo
existe para manter el lucro y el poder. (De la Torre Rangel, 1986, 56)

En otra juridicidad crítica que parte de los aportes de Dussel y Hinke-


lammert, Sánchez Rubio muestra igualmente que la liberación se legitima co-
mo expresión de la lucha de los excluídos por sus derechos. De hecho, al rela-
cionar liberación con justicia y derechos humanos, el profesor de la Universi-
dad de Sevilla, deja claro que, “(...) hablar de liberación es apostar por determi-
nada concepción de Justicia cuya opción son los pobres y que, en el contexto
actual, se manifiesta (...) con las víctimas del sistema social capitalista” (Sán-
chez Rubio 1999, 178). Eso explica la razón por la cual el concepto de Justicia
se vuelve tan importante en América Latina. Precisando aún más, Sánchez Ru-
bio puntualiza, que la Justicia reclamada por los colectivos marginados y por
los pobres excluídos de sus derechos, se revela como la fuente más auténtica
“(...) de toda lucha contra situaciones de explotación. El Derecho a la vida y el
Derecho a la libertad entendida en un sentido tanto individual como colectivo,
modelan el espacio mínimo a partir del cual la dignidad humana es desarrollada
en los contextos de adversidad, miseria y dominación” (Sánchez Rubio 1999,
178).
Por su parte, el jusfilósofo brasileño, Celso L. Ludwig, sumándose a la re-
flexión sobre una juridicidad crítica como filosofía jurídica de la alteridad,
corrobora en la proposición dusseliana de que es a partir del concepto episte-
mológico de exterioridad “(...) que se puede romper el sentido de lo justo to-
talmente. La Justicia, por lo tanto, no es un acto de concesión dentro de la tota-
lidad, sino una exigencia que parte de la exterioridad y que deberá ser evaluada,
buscada y construida con base en la realidad histórica concreta, protagonizada
por el pobre/oprimido. Así, la exterioridad es fuente axiológica de exigencia de
Justicia” (Ludwig 1998, 242; 1993).
En efecto, el pensamiento crítico, forjado en la denuncia y en la lucha de
los propios oprimidos contra las falsas legitimidades y las falacias opresoras
del formalismo legalista de la modernidad, sirve de base para una auténtica y
genuina filosofía jurídica de la alteridad. Reconoce Dean F. B. de Almeida que,
al contribuir para superar el formalismo juspositivista, la propuesta de la alteri-
dad jurídica latinoamericana “(...) representa una nueva postura práctico-
reflexiva (...) rompiendo con la hegemonía del pilar regulación y con el mito de
la modernidad norteamericana” (Almeida 2002, 24).
En suma, en esas condiciones orientadas por una filosofía jurídica crítico-
libertaria, las prácticas de juridicidad se evaden del individualismo sistemático
de dominación para transformarse en instrumento democrático-pedagógico de
128 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

cambio social. Esta filosofía jurídica de la alteridad, incorporando las necesida-


des fundamentales (libertad, justicia, vida digna y derechos humanos) de los
nuevos sujetos, posibilita el verdadero descubrimiento del Otro, un derecho que
revela por encima de todo la dignidad del Otro, que lo respeta y lo protege. El
derecho orientado hacia la liberación deja de legitimar y asegurar los intereses
de los sectores sociales dominantes “(...) para transformarse en el instrumento
vivo de humanización de la sociedad latinoamericana (...)” (Almeida 2002, 25).

5.3.5.- Conclusiones

Las conceptos aquí presentados resaltaron la necesidad de buscar y reconocer


las fuentes de un pensamiento gestado a partir de la propia realidad histórico-
social latinoamericana y que, teniendo en cuenta los principios de la “vida
humana” negada, de la “crítica” y de la “liberación”, sea capaz de motivar la
reinvención de la teoría y de la práctica, en el ámbito de la política y del dere-
cho. Se constató que, por un lado, la filosofía política debe contribuir en la
producción de un conocimiento que sirva para una praxis transformadora de las
patologías de lo instituído y de las diversas formas de “negatividad material” y,
por otro lado, que la juridicidad, marcada por la alteridad, debe comprometerse
con la superación del viejo formalismo juspositivista, y engendrar una legali-
dad liberadora como legitimación de la exterioridad del Otro, expresión más
auténtica de la vida humana justa y emancipadora.
Se trata, por lo tanto, del esfuerzo de liberación y humanización en la re-
definición de un nuevo hombre y de un nuevo cuadro societario para América
Latina. En este intento de forjar una dimensión nueva y universal de la vida
humana con dignidad es que se justifica la construcción teórica de un genuino
pensamiento fundado en raíces autóctonas, pues, como recuerda Alejandro
Serrano Caldera (Serrano Caldera 1984, 92-93), las posibilidades y el signifi-
cado del pensar latinoamericano no sólo tienen en cuenta la “reabsorción crítica
del pensamiento occidental”, sino que sobre todo, al representar la praxis de las
sociedades emergentes, explicita conceptos y categorías de un pensamiento
nuevo y liberador con identidad propia.
TERCERA PARTE

EL PENSAMIENTO JURÍDICO
CRÍTICO EN BRASIL
CAPÍTULO 6

Trayectoria crítica del derecho brasileño

6.1.- CUESTIONES EPISTEMOLÓGICAS

A ntes de avanzar en las reflexiones conceptuales que se ofrecen a continua-


ción, es importante volver de nuevo al significado, finalidad e implicacio-
nes de la visión crítica del derecho. Hablar de “teoría crítica”, de “crítica jurídi-
ca” o de “pensamiento crítico” en el derecho, implica cuestionar la normativi-
dad que está orientada/legitimada en una determinada formación social y admi-
tir la posibilidad de contar con otras formas de prácticas diferenciadas en lo
jurídico.
Es necesario enfrentar, como fenómeno físico natural perteneciente a la
complejidad de la vida social y de la estructura del propio ser humano, la rela-
tividad y la ambivalencia de las formas de “verdades”. Ningún saber es total-
mente absoluto, uniforme o inagotable. Ningún modelo de “verdad” manifiesta,
de modo permanente o continuo, respuestas a las necesidades, dudas y aspira-
ciones humanas en tiempos y espacios distintos. En la evolución dialéctica del
mundo material, psíquico y social, cada periodo o momento histórico posee un
determinado conjunto de verdades que se edifican, se estructuran y se extin-
guen. El ritmo y el grado de dinamismo de las formas de exterioridad material
y social están acompañados por modelos valorativos de comportamiento y por
sistemas impuestos de “verdades racionales”. Entre tanto, el fenómeno de la
inadecuación entre la especificidad progresiva de la existencia material y social
por un lado, y la particularidad móvil de los modelos éticos, culturales y cientí-
ficos por el otro, resulta en el agotamiento de la justificación de los paradigmas
cosmológicos (la cultura grecorromana), teológicos (la cultura medieval) y
antropológicos (la cultura de la modernidad burguesa capitalista).
Hablar de un “pensamiento crítico” no es más que la tentativa de buscar
otra dirección y otro modelo epistemológico receptivos frente a la modernidad
presente, ya que los paradigmas de fundamentación (tanto en las ciencias
humanas como en la teoría general del derecho) no acompañan las profundas
transformaciones sociales y económicas que marcan las modernas sociedades
132 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

políticas industriales y posindustriales. La crisis de racionalidad por la que


atraviesa la compleja cultura de masas se extiende al conocimiento sacralizado
y hegemónico de las estructuras lógico-formales de la normatividad jurídica. El
paradigma de cientificidad que sustenta el actual discurso jurídico liberal-
individualista, edificado y sistematizado entre los siglos XVIII y XIX, se en-
cuentra enteramente desajustado frente a la complejidad de las nuevas formas
de producción globalizada del capital y de las profundas contradicciones es-
tructurales de las sociedades de consumo. De ahí se desprende que la perspec-
tiva crítica en el contexto de un discurso oficialmente inerte, vacío y envejecido
se vuelve extremadamente relevante, ya que el surgimiento de categorías de
ruptura con lo instituido orientó la teoría jurídica no sólo hacia los intereses
reales de la experiencia social, sino que lo hizo ver ante todo como un auténtico
instrumento normativo de implementación de los cambios y de las transforma-
ciones necesarios (véanse Faria 1988b, Novoa Monreal 1987).
En consecuencia, el proceso de pensar críticamente el derecho implica re-
flejar y cuestionar la legalidad tradicional mitificada, relacionada con una épo-
ca o un determinado momento de la cultura de un país. El imaginario jurídico
crítico, constituido por el lenguaje normativo represor y ritualizado, procura
redefinir los horizontes intentando propiciar medios instrumentales para la con-
cienciación y la emancipación de los sujetos históricos en su condición de do-
minados y de excluidos. En el momento en que el “pensamiento crítico” se
constituye por el acto de repensar, redefinir y renovar los modelos culturales de
una época o un momento histórico, se comprende la necesidad de intentar exa-
minar, aunque ello parezca demasiado pretencioso, las posibilidades del discur-
so crítico en el ámbito de la actual cultura jurídica brasileña.
Retrospectivamente podrá verse, gracias a los constantes influjos de los
modismos extranjeros y por la dependencia enraizada de las élites dirigentes,
que en nuestra historia subsiste la tendencia cíclica a la modificación de las
verdades fetichizadas, la cual es similar y concomitante con la renovación y la
reordenación de las estructuras de poder dentro del mismo bloque de domina-
ción hegemónica. Esta transposición se concreta en el instante en que se descu-
bre el papel modernizador que desempeñó la Escuela de Recife (norte de Bra-
sil) finales del siglo XIX y a principios del XX, no solamente como crítica ra-
dical y cientificista a la tradición del idealismo jusnaturalista (de corte tomista
escolástico), sino también como polo renovador del pensamiento jurídico na-
cional e impulsor de los trabajos de codificación del derecho privado19. Lo
mismo puede decirse de la significación que tuvo, en los años cuarenta y cin-

19
Para una lectura más profunda de la Escuela de Recife, veánse Paim (1966) y Ma-
chado Neto (1969, 73-175).
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 133

cuenta, el culturalismo tridimensional de Miguel Reale, el cual surgió como


una vigorosa y perspicaz crítica a los diversos formalismos y reduccionismos
naturalistas, demostrando con rigor y erudición, mediante un pensamiento que
no dejaba de ser “crítico” para la época, la inconsistencia y las contradicciones
de las teorías positivistas (véase Cavalcanti Filho, en Reale 1972). De la misma
manera, trasponiendo el tiempo, se puede constatar que el discurso, la produc-
ción y la práctica jurídica en Brasil -calcados de la lógica de la racionalidad
técnico-formal y de los presupuestos de la dogmática del cientificismo positi-
vista- no responden ya a los reclamos y a las aspiraciones del estado actual de
desarrollo socioeconómico y de los parámetros de modernización de las institu-
ciones políticas. Se justifica, en esa medida, discutir, articular y realizar un
pensamiento crítico en el derecho, a pesar de que se reconozcan las dificultades
de su elaboración epistemológica. La instancia crítica motivadora de la ruptura
con la tradición legal vigente no tiene sin embargo un carácter destructivo, sino
que se impone y adquiere legitimidad en la medida en que se vuelve el espacio
formulador de nuevos mecanismos impulsores de avances y soluciones para la
historicidad presente.
El ejercicio que aboga por una reflexión teórica marginada y por una es-
trategia edificadora del constructivismo jurídico no minimiza ni desplaza la
controversia acerca de los fundamentos, la sistematización y la eficacia de lo
que viene siendo la “teoría crítica” del derecho. Si se descarta adecuadamente
la materialidad de una “teoría crítica” del derecho, conclusiva, general y pre-
tendidamente científica, no se podrán negar sin embargo los movimientos jurí-
dicos alternativos y las diversas propuestas de pensamientos críticos. Aunque
esas instancias de reflexión contestataria se afirmen en soportes epistemológi-
cos distintos (análisis sistémico, dialéctico, semiológico y psicoanalítico), todos
ellos se intertextualizan en el amplio campo de la “crítica jurídica”, unidos por
algunos de sus presupuestos comunes. De ahí que se permita, con los cuidados
demarcatorios inherentes, el uso del “pensamiento crítico” o de la “teoría críti-
ca” del derecho, en el sentido waratiano, es decir, como “un espacio teórico
bastante fragmentado, producido a partir de perspectivas metodológicas dife-
rentes y guiado por objetivos relativamente compatibles” (Warat 1983a, 39).
Las aproximaciones críticas se acercan en la medida en que señalan las falacias
y las abstracciones técnico-formalistas de los discursos legales, al cuestionar
“las bases epistemológicas que comandan la producción tradicional de la cien-
cia jurídica”, desacralizando las “creencias teóricas de los juristas en torno a la
problemática de la verdad y de la objetividad” y finalmente recolocando “el
derecho en el conjunto de las prácticas sociales que lo determinan (...)” (Warat
1983a, 39).
134 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Aunque la “crítica jurídica” brasileña (representada por enfoques que van


desde los dialécticos hasta los liberales demócratas, los sistémicos abiertos y
los nihilistas) no constituya una “escuela”, ya que aparece fragmentada y am-
pliamente difusa, no se puede negar su realidad ni el hecho de que persista un
esfuerzo conjunto para su constitución. Definitivamente, esta nueva instancia
del saber marginado comienza a desmitificar las dimensiones político-
ideológicas que sustentan la racionalidad alienante de la dogmática jurídica
contemporánea. Estamos frente a un saber específico que adquirió una relativa
autonomía con relación al todo social, pero que no por ello deja de instaurar el
diálogo entre los marcos políticos del derecho y los presupuestos jurídicos de la
política (véanse Cleve 1988, 53-55; Rocha 1985, 19; Egger 1983, 73-80; Gó-
mez, en Plastino 1984,107-108).
En este marco se avanzará, delimitando previamente el territorio del mo-
delo teórico investigado. La constatación del saber jurídico crítico en Brasil se
detendrá en las investigaciones y publicaciones realizadas en dos décadas y
media (los años setenta, ochenta y parte de los noventa) y abarcará esencial-
mente las áreas doctrinarias correspondientes a la teoría general del derecho, la
ciencia de la dogmática jurídica, la filosofía del derecho, la sociología jurídica
y la filosofía política jurídica, dejando de lado las demás tendencias críticas,
aunque no por ello menos importantes, incluidas en el derecho público y en el
derecho privado, a las cuales haremos una breve referencia.
Vale la pena mencionar la producción cultural en los planos teórico y de
la praxis social, resultante de la presencia de los “nuevos jusfilósofos brasile-
ños”, de la práctica alternativa del derecho y de los distintos movimientos de
“crítica jurídica” en Brasil. Se puede constatar, en el campo teórico, la influen-
cia significativa en el periodo en cuestión de revistas jurídicas nacionales cono-
cidas en los medios académicos, como Contradogmáticas de la ALMED, diri-
gida por el profesor Luis A. Warat; Seqüência, del Programa de Posgrado en
Derecho de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC); Direito & Aves-
so, de la Nueva Escuela Jurídica Brasileña -NAIR (Grupo de Brasilia)-, sus-
pendida a la muerte de su fundador, el profesor Roberto Lyra Filho
(11/06/1986); Revista Trimestral da OAB (nueva fase), que durante 1988 y
1989 alcanzó una circulación nacional, aunque su proyecto fue interrumpido
por razones económicas a principios de 1990; Direito, Estado e Sociedade, del
Departamento de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Católica
(PUC-RJ); y Direito Alternativo, coordinada por el magistrado Amilton Bueno
de Carvalho, la cual contiene la contribución teórica de algunos de los juristas
alternativos, y cuyo último número fue lanzado en 1994.
De igual modo, se señalará la destacada actuación teórico-crítica con im-
plicaciones prácticas de algunos centros o grupos de estudio en las décadas de
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 135

los ochenta y noventa:


a) Derecho y Sociedad: Grupo de trabajo vinculado a la Asociación Nacional
de Posgrados e Investigación en Ciencias Sociales (Anpocs), que desde su
fundación en 1979 y hasta 1989 promovió encuentros anuales entre profeso-
res, investigadores e interesados en discutir e intercambiar ideas y proyectos
relacionados con la problemática jurídica (en cuanto a su eficacia y su efec-
tividad), así como con los análisis de inserción del paradigma legal con el
poder y con el Estado en el ámbito de la crítica sociológica, política y filo-
sófica. Marcado por la interdisciplinariedad y por el pluralismo jurídico, a
este grupo se sumaron algunos colaboradores como Joaquim de Arruda
Falcão, Luciano Oliveira (Fundación Joaquim Nabuco), José Eduardo C. O.
Faria (Universidad de São Paulo, USP), Eduardo K. Carrion (Universidad
Federal de Río Grande del Sur, UFRGS), José Ribas Vieira, Gisálio Cer-
queira Filho, Gisele Cittadino (PUC-RJ), Roberto Kant de Lima (Universi-
dad Federal Fluminense, UFF-RJ), Eliane B. Junqueira, Aurélio Wander
Bastos y otros.
b) Instituto de Derecho Alternativo (IDA). Creado luego del Primer Encuentro
Internacional de Derecho Alternativo (septiembre de 1991), tiene sede en
Florianópolis (Universidad Federal de Santa Catarina, UFSC). Fundado por
Edmundo L. de Arruda Jr., el Instituto intentaba organizar congresos y con-
ferencias, así como materializar y divulgar, por medio de sus publicaciones,
amplias informaciones sobre prácticas jurídicas alternativas tanto en Brasil
como en el exterior.
c) Grupo de Magistrados Gauchos∗: Estrechamente ligado al sector cultural de
la Asociación de Jueces de Río Grande del Sur (Ajuris/RS), que lleva a cabo
un trabajo de reflexión crítica, organización de debates y conferencias sobre
el derecho alternativo, actuando con cierta independencia y autonomía con
relación a la propia Ajuris/RS. La enriquecedora e influyente presencia de
magistrados críticos (Amilton B. de Carvalho, Rui Portanova, Márcio Pug-
gina, Eugenio Facchini Neto, Sérgio Gischkow Pereira, Osvaldo Stefanello,
etc.) se ha mantenido a lo largo de los años al interior del Curso de Prepara-
ción a la Magistratura (inaugurado en 1982), a cargo de la Escuela Superior
de la Magistratura de Río Grande del Sur, el cual busca concienciar a los fu-
turos operadores sobre la importancia de la realización de un “nuevo” dere-
cho.
d) Asociación de Jueces para la Democracia: Creada por magistrados de São
Paulo, en mayo de 1991, se caracteriza por ser suprapartidaria, estar desvin-


El término "gaucho" alude a los habitantes del Estado brasileño de Río Grande del Sur
(RS). [Nota del traductor].
136 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

culada de los intereses corporativistas y luchar por sus principios básicos


como la

promoción de la concientización creciente de la función judicante como


protección efectiva de los derechos del hombre individual y colectiva-
mente considerado (...), la defensa de los derechos del menor, de los po-
bres y de las minorías dentro de una perspectiva de emancipación social
de los desfavorecidos (...), la promoción y defensa de los principios de
democracia pluralista, al igual que la difusión de la cultura jurídica de-
mocrática. (Mendoça 1991)

Además del periódico trimestral Juízes para a Democracia, este organismo


ha publicado también una revista de información y debates denominada Jus-
tiça &Democracia, cuyo número cuatro fue editado en 2001.
También fueron significativas para la renovación de la cultura jurídica
brasileña las investigaciones efectuadas en el marco de algunos de los cursos de
posgrado del país, como los estudios pioneros sobre “política jurídica”20 en la
Universidad Federal de Santa Catarina, llevados a cabo por Osvaldo F. de Me-
lo; las investigaciones empíricas, a lo largo de los años setenta y ochenta, en
“sociología jurídica” en la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), con
Cláudio Soto y Joaquim de A. Falcão a la cabeza; por último, la creación y
proyección multidisciplinaria del “Centro de Estudios Derecho y Sociedad”
(Cediso), conformado por alumnos y profesores del Posgrado en Derecho de la
USP, São Paulo, vinculado de cierta forma al grupo de investigaciones de José
Eduardo Faria.
En lo que tiene que ver con el desarrollo efectivo de la producción de ser-
vicios legales de asistencia judicial extraestatal, es importante recordar algunas
organizaciones de la vida civil. Centradas en torno a organizaciones populares
y de asesorías universitarias, responsables del creciente avance del esfuerzo
descentralizado/participativo de prácticas paralelas, tales entidades han venido
actuando en dos grandes frentes: en el área rural (atención al movimiento de los
Sin Tierra) y en el área urbana (acceso a la justicia, la seguridad, los derechos
humanos y la ciudadanía). En los años ochenta y noventa se destacan algunas
organizaciones populares, ONG y asesorías universitarias como:
a) Instituto de Apoyo Jurídico Popular (AJUP-Río de Janeiro): Dirigido por el
abogado Miguel Pressburger, durante muchos años editó textos y publica-
ciones críticas, promovió conferencias y asesoró sindicatos, comunidades de
20
Los fundamentos teóricos iniciales de este proyecto se encuentran en las publicacio-
nes del profesor Osvaldo Ferreira de Melo (1980). Posteriormente, tales investiga-
ciones dieron origen a otras obras (Melo 1994, 1998).
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 137

base y movimientos populares. Se destacó nacionalmente como un instituto


de informaciones y bases de datos sobre culturas jurídicas informales, man-
teniendo una estrecha relación con diversos grupos y ONG de servicios le-
gales alternativos en América Latina.
b) Núcleo de Estudios para la Paz y los Derechos Humanos (NEP): Constitui-
do por un equipo (adeptos y militantes de la Nueva Escuela Jurídica Brasi-
leña, NAIR) coordinado por el profesor José Geraldo de Souza Júnior de la
Universidad de Brasilia, este grupo produjo un curso de extensión de gran
repercusión en todo el país, denominado “O Direito achado na rua” (“El
Derecho de la Calle”). Este proyecto se identifica

no tanto con el derecho de los códigos enseñado en las facultades, sino


con las distintas formas jurídicas efectivamente practicadas en las rela-
ciones sociales. Optando por un análisis “crítico” del derecho estatal,
cuestionando las estrategias de neutralización y de despolitización esta-
blecidas por la dogmática jurídica y privilegiando la transformación so-
cial en detrimento de la permanencia de las instituciones jurídicas, es de-
cir, abordando la experiencia jurídica desde un ángulo intencionalmente
político -a partir no sólo de la explotación, hecha por los movimientos
populares, de las antinomias del derecho positivo y de las lagunas de la
ley sino también de los diferentes derechos alternativos forjados por co-
munidades marginadas en términos sociales y económicos-, este proyecto
de la UNB tiene como objeto actuar como transmisor de informaciones a
favor de un orden normativo más legítimo, desformalizado y descentrali-
zado. (Faria y Campilongo 1991, 38)

c) Gabinete de Asesoría Jurídica a las Organizaciones Populares (Gajop):


Reconocido como una entidad civil, su localización está en Olinda (Per-
nambuco, al norte del país) donde durante muchos años desarrolló su trabajo
de base, alrededor de las discusiones críticas y la reflexión, y su función de
auxilio jurídico a las poblaciones menos favorecidas. El Gajop publica un
boletín con informes relativos a la propuesta social de la organización (Cua-
dernos Gajop).
d) Servicio de Asesoría Jurídica Universitaria de la UFRGS (SAJU-Porto
Alegre/RS): Reúne regularmente estudiantes de derecho y abogados vincu-
lados al Movimiento Popular Urbano, procurando encaminar la reflexión
crítica hacia el derecho vigente y prestar una asesoría a las demandas popu-
lares. Orientando el conocimiento jurídico a favor de la liberación de la po-
blación oprimida, el SAJU promueve, desde su creación en la década de los
años cincuenta, encuentros y discusiones, además de publicar una revista
138 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

que incluye temas críticos en el derecho.


e) Servicio de Apoyo Jurídico de la Universidad Federal de Bahía (SAJU-
Salvador/Bahía): Tiene como marco inicial los años sesenta.
f) Centro de Asesoría Jurídica al Movimiento Popular y Sindical (CAMPS):
Localizado en Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, tiene como finali-
dad, según sus estatutos, “la prestación de asesoría jurídica a los movimien-
tos popular y sindical, en cuestiones colectivas e individuales que impliquen
un progreso de las transformaciones sociales, respetando siempre la auto-
nomía de esos movimientos”. El CAMPS también busca promover investi-
gaciones, conferencias, encuentros e intercambios con los movimientos sin-
dicales y populares.
g) Acceso a la Ciudadanía y a los Derechos Humanos (Porto Alegre/RS):
Coordinado por Jacques T. Alfonsin.
h) Proyecto de Asesoría Jurídica de la Pro-Rectoría Comunitaria de la Uni-
versidad Católica de Salvador (PAJ-Bahía).
i) Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Salvador (en el Estado de
Bahía).
j) Grupo de Estudios de “Derecho Alternativo” del Centro Académico de la
Universidad Estatal Paulista (Unesp-Campus Franca), Estado de São Paulo.
e) Comisión de los Derechos Humanos de Passo Fundo-RS: Contando con el
apoyo del Instituto Superior de Filosofía Berthier, creado en 1984.

6.2.- TENDENCIAS DE LA CRÍTICA JURÍDICA:


ESCUELAS Y REPRESENTANTES

En cualquier análisis del derecho como fenómeno estructural resulta importante


identificar su dualidad dimensional, representada por una estructura lógico-
formal interna y por un proceso material externo de conocimiento. El espacio
interno de validez comprendido por la dogmática jurídica, como parte de la
normatividad estatal vigente, no se atiene al contenido valorativo ni a los crite-
rios de legitimidad sino que se restringe a los aspectos puramente técnico-
formales. En consecuencia, la especificidad autocuestionadora del saber crítico
se encuentra delineada a partir de criterios externos “extralegales”. La reflexión
crítica en el derecho pasa así del nivel lógico interno al proceso de conocimien-
to externo (sociológico-histórico-político), en cuyo espacio reconsidera y des-
mitifica la propia naturaleza del orden legal vigente (véanse Gil Messias 1981,
Egger 1983). Únicamente si tenemos presente esta antinomia entre conocimien-
to jurídico dogmático y saber crítico, podremos avanzar en la discusión sobre la
modernidad de un “pensamiento jurídico crítico” en Brasil.
En las proposiciones anteriores quedó claro que, aunque la materialidad
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 139

uniforme y sistemática de una “teoría crítica” no sea evidente, no se puede


omitir ni desconocer la amplia y creciente articulación de un movimiento jurí-
dico diferenciado en Brasil, constituido por “críticos” y “antidogmáticos”. Si
bien estas instancias de contestación y renovación se estructuran con base en
fundamentos gnoseológicos distintos (análisis sistémico, dialéctico, semiológi-
co y psicoanalítico), todas ellas se aproximan y se entrecruzan en una amplia
complicidad de “crítica jurídica”, denunciando las falacias del normativismo
estatal y las abstracciones míticas del formalismo legal-dogmático.
La configuración del proceso de conocimiento jurídico crítico se convier-
te así en una condición esencial para que los modelos normativos instituidos
del pensamiento tradicional se redefinan, en vista de que la producción y la
práctica jurídica oficializada no responden más a las reales necesidades del
estado de desarrollo socioeconómico ni a las directrices de modernización de
las instituciones políticas de la sociedad brasileña contemporánea.
El espacio investigativo que delimitará la presencia del “pensamiento ju-
rídico crítico” en Brasil abarcará únicamente algunos jusfilósofos que se han
dado a conocer en las últimas décadas (en los años setenta, ochenta y a lo largo
de los noventa), y que se pueden incluir “de forma ideal y provisoria” (muchos
de esos juristas han cambiado su posicionamiento en los años más recientes) -
respetando ciertas especificidades- en cuatro vertientes significativas de la epis-
temología jurídica: a) la crítica jurídica de perspectiva sistémica, b) la crítica
jurídica de perspectiva dialéctica, c) la crítica jurídica de perspectiva semioló-
gica, d) la crítica jurídica de perspectiva psicoanalítica.

6.2.1.- La crítica jurídica de perspectiva sistémica

La crítica jurídica de matriz sistémica, que asume una orientación antidogmáti-


ca y que no pretende sustituir la especificidad del derecho moderno, no es
homogénea debido a que existe una diferenciación de la formación teórica y de
la postura académico-institucional, que va desde el riguroso formalismo técnico
intradogmático hasta el pluralismo sistémico, flexible y extradogmático. Esta
última orientación, identificada con incursiones sistémicas abiertas construidas
a partir del diálogo con determinadas premisas dialécticas y que a la vez produ-
ce un discurso de “Crítica jurídica”, se reúne en dos centros de investigaciones:
el grupo de la Universidad de São Paulo (USP) y el núcleo de Recife (maestría
de la Universidad Federal de Pernambuco, UFPE).
Cabe destacar la crítica epistemológica originada por juristas vinculados a
la Facultad de Derecho de la USP, quienes, probablemente debido a la fuerte
competencia existente en su trabajo a partir de una perspectiva política demo-
crática, gozan de una gran aceptación tanto en el mundo académico como en la
140 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

esfera de los operadores jurídicos y de las instituciones profesionales de justi-


cia. Algunas de sus principales personalidades son José Eduardo Faria, Celso
Fernandes Campilongo y más distantemente José Reinaldo de Lima Lopes.
La revaloración de toda la contribución antidogmática en los años setenta
y ochenta por parte de la USP no puede omitir la presencia de Tércio Sampaio
Ferraz Jr., quien fue el responsable de un nuevo horizonte (la orientación “zeté-
tica”∗), tomado de la visión crítica e interdisciplinaria e influenciado por toda
una generación de juristas, muchos de los cuales asumen hoy en día la postura
de la “crítica jurídica”. La propuesta de Tércio Sampaio Ferraz Jr. puede ser
entendida como un modelo sistémico, es decir, como una teoría jurídica marca-
da por el rigor técnico, por la riqueza de formalización y por el extremo herme-
tismo comunicacional. Más allá de la influencia inicial de índole pluridimen-
sional proveniente de las tesis de Emil Lask, Tércio S. Ferraz Jr. absorbe el
funcionalismo jurídico del sociólogo Niklas Luhmann, así como la doctrina de
la argumentación jurídica inspirada de Theodor Viehweg. Valiéndose de la
metodología del análisis funcional que da la prioridad a la solución de los pro-
blemas por encima de la interpretación de la norma, el jusfilósofo paulista con-
cibe la ciencia jurídica como tecnología de control y de organización de las
relaciones de poder. Se desprende, en consecuencia, que la temática central de
esta ciencia instrumental contemporánea no es propiamente una cuestión de
verdad, sino más bien de la realización de un fin, que termina siendo la deci-
sión de los conflictos (véase Ferraz Jr. 1988, 26, 89 y 319).
Desde los años setenta, algunos aspectos han merecido el constante y es-
pecial interés del autor, particularmente los temas del derecho como sistema, la
ciencia jurídica y sus modelos teóricos (analítico, hermenéutico y empírico), el
binomio investigativo dogmática/zetética, la función social de la dogmática
jurídica y finalmente la teoría jurídica de la decisión.
Sirviéndose de la teoría moderna del lenguaje, Tércio S. Ferraz Jr. busca
verificar, por medio del análisis pragmático del discurso científico, las posibili-
dades de la ciencia jurídica como “sistema de significaciones normativas”. Se
hace así necesario re interpretar la noción de sistema jurídico, ya que el sistema
de “significaciones normativas” no se confunde con el conjunto sistemático de
normas prescriptivas, sino que se define como intercambio de mensajes entre
seres humanos, es decir, como “un sistema de comunicación a través de las
normas” (Ferraz Jr. 1976, 161-175; 1988, 100).
De este modo, la ciencia jurídica dogmática, descaracterizada como enun-
ciado científico universal y absoluto, ejerce las funciones típicas de una tecno-


El término "zetético" hace referencia, de modo general, a todo proceso de investiga-
ción que inquiere sobre la verdad, adoptando un método escéptico o especulativo.
[Nota del traductor]
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 141

logía capaz de posibilitar una decisión y de “crear condiciones para la acción”.


Sin embargo, esta funcionalidad típica de la ciencia jurídica dogmática no se
agota en sí misma, ya que puede y debe ser todavía sometida a un proceso (‘ze-
tético’) de cuestionamiento a través del cual se exige una fundamentación (...).
El jurista aparece no sólo como el especialista en cuestiones ‘dogmáticas’ sino
también en cuestiones ‘zetéticas’. (…) En realidad, los dos tipos de problemáti-
ca, aunque separados por el análisis, presentan en la ciencia jurídica una corre-
lación funcional” (Ferraz Jr. 1980a, 92; 1988, 80 y 90-91).
En su trabajo Introdução ao Estudo do Direito, Tércio S. Ferraz Jr. alcan-
za la madurez intelectual, estableciendo sólidamente los presupuestos episte-
mológicos de una teoría jurídica de la decisión, cuya perspectiva dogmática
resulta privilegiada con relación a la visión zetética. El jusfilósofo paulista
juzga que esto último no significa una adhesión a una postura acrítica, pues le
da prioridad a la dogmática (al derecho conocido y enseñado en las facultades)
para demostrar mejor sus limitaciones y desplegar firmemente el enfoque críti-
co. A pesar de que el objeto de la reflexión sea el derecho en el pensamiento
dogmático, el análisis propiamente dicho “no será dogmático sino zetético”
(Ferraz Jr. 1988, 51-52). La posibilidad del saber crítico en el derecho sólo
puede ser pensada al interior de la ciencia jurídica dogmática, insistiendo en su
aspecto zetético.
Aunque Ferraz Jr. haya “hecho carrera” y haya marcado la formación de
numerosos juristas que se aproximaron a algunas posiciones más antidogmáti-
cas, resulta ajustado observar que la trayectoria más reciente de su pensamiento
tiende a encaminarse hacia posturas marcadas por el rígido y ortodoxo forma-
lismo de corte neopositivista, sin embargo cada vez más distante de un proyec-
to jurídico crítico. A lo largo de los años, su actividad profesional como consul-
tor jurídico ilustra la actitud del intelectual comprometido con las instituciones
oficiales.
En términos de proyección y de producción académica, el principal expo-
nente del grupo jusfilosófico-sociológico de la Universidad de São Paulo es
José Eduardo Faria (ex alumno de Tércio Sampaio Ferraz Jr. y que hoy en día
asume una postura completamente distinta a la de su maestro), uno de los prin-
cipales exponentes de la cultura sociojurídica brasileña.
En el conjunto de su obra (más de una decena de libros), si bien no se
puede visualizar un pensamiento jurídico uniforme y acabado, debemos reco-
nocer el proceso de reconstrucción, fundamentado y sistemático, de un modelo
teórico-democrático para el derecho. Como consecuencia de su preocupación
multidisciplinaria, José E. Faria aproxima la sociología, la política y la filosofía
contemporáneas a la ciencia dogmática del derecho, esbozando una propuesta
epistemológica estructural-funcionalista, claramente “abierta” y flexible, abun-
142 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

dantemente inspirada en Max Weber, Niklas Luhmann, Tércio S. Ferraz Jr., así
como en la tradición del funcionalismo liberal norteamericano. La actualidad
de algunas de las discusiones es problematizada, crítica y permanentemente, a
lo largo de su producción teórica, en especial al ocuparse de temas como la
“acumulación y concentración del capital, la burocratización y planificación,
las dificultades técnicas y las innovaciones tecnológicas, las tensiones sociales
y los conflictos de clase de la sociedad industrial, la crisis y legitimación del
orden jurídico burgués”, la ideología, el conflicto y el cambio, la racionalidad
formal y la coherencia sistémica, etc. (Faria 1984a, 4; 1984b, 12). Sin embargo,
frente a la complejidad del dinamismo y de la difusión de intereses, no es posi-
ble “periodizar” o demarcar rígidamente la evolución de su obra, pues las prin-
cipales cuestiones que el autor ha venido investigando y retornando en distintos
momentos (el poder y la crisis de legitimidad, la eficacia jurídica y la violencia
simbólica, la praxis democrática como proceso decisorio, la reforma de la en-
señanza jurídica, la reconstrucción del paradigma jurídico liberal, la sindicali-
zación, la administración de justicia y el impacto de la globalización en el dere-
cho) no son más que reflejo de una preocupación más abarcadora relativa a la
estructura y al funcionamiento del fenómeno jurídico en la sociedad capitalista
moderna. Desde el ángulo del realismo antiformalista y antidogmático, José E.
Faria examina el binomio “derecho y sociedad”, teniendo siempre presentes la
producción y la estructuración de la instancia de formación jurídica (el cono-
cimiento teórico y la organización práctica del modelo jurídico liberal-
individualista), la función del derecho (proceso de control, integración y con-
senso del propio sistema y la actividad social de los operadores jurídicos a par-
tir de sus efectos y consecuencias: abogados, promotores, magistrados y el
Poder Judicial), así como las condiciones socioeconómicas y políticas de apli-
cación del derecho positivo (véanse Faria y Lopes 1987, Faria 1987a, Faria
1989).
Para José E. Faria, la reflexión epistemológica sobre la cultura jurídica ac-
tual implica una aproximación multidisciplinaria, que admitiendo y en conse-
cuencia superando la dimensión estructural (el conocimiento lógico-formal
altamente sistematizado y poco creativo) pueda, “lenta pero gradual y firme-
mente”, abrirle camino a la dimensión funcional, moldeada por contradiscursos
críticos. En la creciente complejidad político-jurídica de la sociedad industrial,
se desprende así la doble perspectiva bajo la cual se debe examinar la legalidad
positivista: a) el derecho como estructura lógico-formal, b) el derecho conside-
rado como proceso crítico especulativo. Inicialmente, bajo el aspecto estructu-
ral, el derecho es visto como “tecnología de control, organización y dirección
social”, es decir, destinado a obtener la seguridad colectiva, preocupándose
“(…) básicamente por la sistematización global del ordenamiento jurídico y por
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 143

sus principios básicos: la constitucionalidad, la legalidad y la certeza. Enfatiza


así problemas como los de la eliminación de las antinomias, la disposición ló-
gico-formal de las normas, la clasificación de los institutos, la interpretación
del sentido de las leyes, la integración de las lagunas, etc.” (Faria 1987a, X.
Véase igualmente Faria 1987b, 27-31; 1988a, 32). La perspectiva crítico-
funcionalista concibe el derecho como experiencia, es decir, como “(...) un
complejo proceso de control y ajuste del sistema social (...). De este modo,
estimula la discusión de cuestiones tendientes al análisis de situaciones, a la
comparación de evaluaciones y a la formulación de reglas”. Dentro de este
cuadro crítico especulativo, el derecho es visto como “(...) el conjunto de las
diferentes manifestaciones parciales de una experiencia vivida e incorporada a
la propia percepción de la realidad por parte de los actores jurídicos. Por esta
razón, la propuesta de una ciencia del derecho eminentemente reflexiva, am-
pliamente especulativa y concientemente crítica ya no tiende a privilegiar la
dimensión exclusivamente formalista inherente a la dogmática jurídica” (Faria
1987a, 32).
Metodológicamente, José E. Faria señala que esos dos abordajes del dere-
cho no son necesariamente opuestos ni mutuamente excluyentes, ya que en la
realidad se complementan, superando los límites iniciales de la dogmática jurí-
dica tradicional. Una vez que los conflictos socioeconómicos y políticos han
sido ocultados por los presupuestos de objetividad y neutralidad del paradigma
positivista incluido en el Estado liberal burgués, es imperioso, en opinión de
Faria, romper con las categorías dominantes (en crisis y en disfunción) y resca-
tar el conjunto de conocimientos que permitan la producción del nuevo para-
digma de conocimiento jurídico. Ese paradigma insurgente adecuado a la
praxis social permite explicar la manera como “(...) las formas jurídicas in-
fluencian y al mismo tiempo son influenciadas en la organización de un deter-
minado tipo de relaciones de producción económica y política (...)” (Faria
1987a, 32).
Al detectar la crisis y los límites funcionales del paradigma lógico-
formal/liberal-individualista, José E. Faria no pretende negar o descartar defini-
tivamente este modelo, ni tampoco clamar por un proyecto de corte histórico-
social dialéctico. Se trata, en consecuencia, de reconstruir sobre nuevas bases
racionales el paradigma liberal legal, viabilizándolo por medio de la experien-
cia social, estimulándolo por la eficacia del derecho y utilizándolo como ins-
trumento de modernización, desarrollo y transformación social (Faria 1988a,
26-39, 124-169)21.

21
Pera examinar más detenidamente les preocupaciones centrales de este autor, véa-
se Faria (1994a, Faria 1994b., 1995, 1996, 1999).
144 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Además de reconocer la importancia de la obra de José E. Faria y su papel


de coordinación de estudios antidogmáticos e investigaciones en el área de la
filosofía y de la sociología jurídicas, no podemos excluir otra generación pro-
cedente del posgrado de la USP, la cual, aunque no pierde de vista una perspec-
tiva multidisciplinaria, se identifica con aproximaciones marcadas por un cierto
tipo de pluralismo “sistémico” abierto que no excluye categorías provenientes
de la dialéctica y de principios políticos, incorporando la democracia participa-
tiva y el liberalismo clásico. Entre estos autores vale la pena mencionar la se-
riedad y la coherencia de las investigaciones de Celso F. Campilongo.
Sin dejar de lado la práctica de la abogacía, el antiguo colaborador jurídi-
co de la Universidad de São Paulo, Celso F. Campilongo, también profesor de
la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo
(PUC/SP) y director del Cediso, publicó trabajos y adelantó investigaciones
sobre las “funciones jurídico-políticas de las instituciones representativas”,
destacándose su tesis de maestría “Representación política y orden jurídico: los
dilemas de la democracia liberal”. En los últimos años, Celso F. Campilongo
ha estudiado la dimensión política, los problemas y la reformulación de lo judi-
ciario, los modelos teóricos de servicios de asistencia jurídica frente a las trans-
formaciones sociales, el acceso a la justicia, los aspectos teóricos y prácticos de
las formas alternativas de resolución de los conflictos, la democracia como
“regla de la mayoría” y la globalización del derecho. En ese sentido, no deja de
establecer una crítica multidisciplinaria del modelo legal liberal-individualista,
reclamando la afirmación y eficacia de nuevos derechos (derecho sanitario) a
través del reconocimiento de las demandas sociales (políticas públicas), origi-
narias de los movimientos sociales (véanse Campilongo 1989; Campilongo RF,
Campilongo y Pressburger 1991; Campilongo 1992, 1993, 1997, 2000).
Debemos referirnos también a la obra de José Reinaldo de Lima Lopes,
quien como integrante del grupo jusfilosófico de la USP ha venido distinguién-
dose por una postura metodológica diferente, con aportes estructurales y sisté-
micos, y en consecuencia muy próxima a los enfoques humanistas, privilegian-
do temáticas de orden axiológico e histórico-social. Profesor invitado de la
Universidad de California (San Diego) y docente del Departamento de Filoso-
fía y Teoría General del Derecho, Lima Lopes ha publicado varios ensayos
relacionados con la democratización de lo judiciario, la justicia, la ciudadanía y
los derechos humanos, el derecho como praxis, los fundamentos éticos del de-
recho, derecho y utopía, ciudadanía, propiedad y derecho a la vivienda, etc. En
sus más recientes trabajos muestra un constante interés por la profundización y
la actualización de la discusión sobre la teoría de la justicia a partir del princi-
pio de igualdad, así como en la incursión de temas de cultura jurídica y en la
erudita apreciación historicista del derecho (Lopes 1988a, 1988b, 1992, 1994,
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 145

1997, 2000).
Un segundo núcleo de la crítica jusfilosófica se localiza en Recife, cuyo
representante principal es João Mauricio Leitão Adeodato, profesor titular de
introducción al estudio del derecho (pregrado) y filosofía del derecho (posgra-
do) en la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Pernambuco
(UFPE). Egresado de la USP, donde hizo una maestría y un doctorado, Adeo-
dato posee un posdoctorado en Alemania, y cuenta con publicaciones en las
áreas de filosofía y teoría del derecho, sociología, epistemología y dogmática
jurídicas. Se trata de un jurista con una sólida formación jusfilosófica, marcada
por cierto culturalismo realeano (Miguel Reale) y con ciertos influjos sistémi-
cos (provenientes de Tércio S. Ferraz Jr.), sin que por ello deje de transitar por
posturas más abiertas, axiológicas e historicistas. En su tesis de doctorado,
publicada posteriormente, O Problema da Legitimidade, este autor se interesa
en el derecho y la legitimidad, retomando e interpretando varios aspectos del
pensamiento de Hannah Arendt. La inquietud intelectual y la erudición del
autor se evidencian en los últimos años en una evolución que va desde una
sistematicidad ontológica hasta aproximaciones cercanas al pluralismo y a la
interdisciplinariedad. Sus análisis recaen sobre temas como el derecho subdes-
arrollado, la legitimación como emancipación, los aspectos de la ontología de
Nicolau Hartmann, la enseñanza jurídica brasileña, la conceptualización del
derecho alternativo, etc. (véase al respecto Adeodato 1989a, 1989b, 1992a,
1992b, 1997, 2001).
Otro investigador que sobresale en la esfera de los estudios jusfilosóficos
y que también integró por muchos años el grupo docente de la UFPE es Marce-
lo Neves. Aunque no pueda ser calificado como un crítico auténtico del dere-
cho positivo tradicional, sin duda debido a su formación teórica y a su fuerza
intelectual, hoy en día Neves es uno de los juristas sistémicos más completos
de Brasil. Como discípulo de Niklas Luhmann, ha procurado cuestionar y adap-
tar los principales postulados del maestro alemán a la comprensión actual del
contexto jurídico de formaciones periféricas como el brasileño. En algunos de
sus trabajos, que van de la teoría general del derecho al derecho constitucional,
Marcelo Neves se ha revelado como un sistémico, marcado por un formalismo
riguroso y por un fino hermetismo técnico funcional. Su principal preocupa-
ción, planteada en su tesis de doctorado (“Constituição e Positividade do Dire-
ito na Modernidade Periférica: uma Abordagem Teórica e uma interpretação
do Caso Brasileiro”), es la de resolver el problema de la “falta de identidad del
sistema jurídico, por la ineficiencia de la Constitución como mecanismo nor-
mativo de la autonomía operacional del derecho”. En algunos pronunciamien-
tos hechos a lo largo de los años noventa, Neves lanzó críticas contundentes al
pluralismo jurídico y a las formulaciones dialéctico-alternativas (Neves 1988,
146 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

1992, 1994).
Aunque no sea un sistémico ni un jusfilósofo en el sentido exacto de la
palabra, el nombre de Luciano Oliveira debe ser incluido en el grupo de Recife.
En realidad, nos encontramos ante un investigador social con una larga y reco-
nocida trayectoria de investigación jurídica en la Fundación Joaquim Nabuco,
en donde recorrió los caminos de la sociología jurídica y de la filosofía política.
Oliveira hizo su doctorado en París con Claude Lefort. Su tesis doctoral trata
sobre las “Imágenes de la democracia: El tema de los derechos humanos y del
pensamiento político de izquierda en Brasil”. Últimamente, en diversos ensa-
yos, el autor ha formulado con una cierta dosis de pesimismo y escepticismo
discursivo, algunas críticas a los teóricos del pluralismo jurídico y a los críticos
alternativos del derecho. Estas críticas han generado un diálogo abierto y de-
mocrático con los llamados “alternativos” (véanse Oliveira y Pereira 1988;
Oliveira 1992, 1993).
Hasta aquí hemos descrito, sucintamente, algunas investigaciones origi-
nadas sobre todo en el centro (São Paulo) y en el nordeste de Brasil. Sin em-
bargo, no podemos concluir la apreciación de estas proposiciones jusfilosóficas
de inspiración sistémica sin mencionar el trabajo de Leonel Severo Rocha,
quien, como profesor licenciado del curso de posgrado en derecho de la Uni-
versidad Federal de Santa Catarina, UFSC (en los últimos años ha coordinado
también la maestría en derecho de la Unisinos/RS), retoma el modelo epistemo-
lógico inspirado en la filosofía analítica y en la filosofía pragmática. Este autor
se propone, inspirado en incursiones técnico-formales, recuperar las bases teó-
rico-políticas de la teoría jurídica contemporánea. Esta relectura analítica de los
“clásicos” del legalismo occidental (Kelsen, Hart, Ross, Bobbio, etc.) permite
construir una visión realista de los sucesos y fracasos de la teoría general del
derecho. Naturalmente, el gran interrogante de la teoría jurídica contemporánea
radica, en opinión de Leonel S. Rocha, en la necesidad de que las relaciones
entre el derecho y la democracia sean reconsideradas (Rocha 1992; 1993a;
1993b; 1997; 2000,121-136).

6.2.2.- La crítica jurídica de perspectiva dialéctica

Contrariamente a la crítica jurídica de inspiración sistémica, la cual se centra en


algunos juristas de la Universidad de São Paulo y de la Universidad Federal de
Pernambuco, la orientación jurídica crítica de perspectiva dialéctica cuenta con
un número mayor de adeptos y es representada por juristas repartidos por di-
versas regiones del país. Es cierto que los dialécticos que operan en la acade-
mia (los profesores) y en la práctica institucional (los abogados, procuradores y
magistrados) comparten puntos comunes, como la teoría del conflicto, la di-
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 147

mensión político-ideológica de lo jurídico, la defensa de una sociedad demo-


crática y socialista, la aplicación de la justicia social, la superación de la legali-
dad tradicional liberal burguesa y el compromiso a favor de los excluidos y las
víctimas de injusticias. En la cotidianidad del espacio social y de las instancias
institucionales, la crítica jurídica dialéctica ha generado empíricamente tenden-
cias o variantes que se desdoblan y se integran, como el “derecho de la calle”,
el “derecho insurgente” y el “derecho alternativo”. Estrictamente hablando, a
pesar de las identificaciones epistemológicas del método histórico-crítico, es
necesario reconocer los distintos grados y las especificidades dialécticas en la
manera como se presenta la formación del conocimiento jurídico para algunos
de sus teóricos. Guardando los marcos de producción, representatividad e in-
fluencia de cada autor, puede decirse que las diferenciaciones en las líneas de
investigación surgen sin demasiada rigidez. Tenemos así: a) crítica jurídica
como expresión del pluralismo dialéctico: Roberto Lyra Filho y José Geraldo
de Souza Jr. (Universidad de Brasilia, UnB); b) crítica jurídica como instru-
mento político de transformación: Roberto A. R. de Aguiar (UnB), Tarso F.
Genro (exministro de educación); c) crítica jurídica como normativismo feno-
menológico: Luis Fernando Coelho (Universidad Federal de Paraná, UFPR).

6.2.2.1.- La crítica jurídica como expresión del pluralismo


dialéctico

Posiblemente, una de las más importantes expresiones del pensamiento crítico-


dialéctico en Brasil fue Roberto Lyra Filho, fundador de la Nueva Escuela Ju-
rídica Brasileña (NAIR) y creador de la revista Direito & Avesso. El propio
autor reconoce la primera “fase dogmática” de su pensamiento, en los años
cincuenta y sesenta, cuando ejercía el derecho criminal y enseñaba en la Facul-
tad de Derecho de Río de Janeiro. Sin embargo, en los años setenta modificó
radicalmente su postura adhiriendo a la concepción dialéctica del derecho, co-
mo profesor titular de la UnB, en donde permaneció hasta 1984 (ver Lyra
Filho, en Lyra 1986, 12, 316).
Las bases teóricas de su formación crítica, fundadas en la “dialéctica”
como opción científico-metodológica y en el “socialismo democrático” como
opción política (que da prioridad a la autogestión), se deben inicialmente a la
influencia más directa de Hegel, Henrique C. Lima Vaz, João Mangabeira, Karl
Marx, y posteriormente a la asociación “repensada y transformada” con el idea-
lismo alemán, a la filosofía y la ciencia marxista, al sociologismo jurídico de E.
Ehrlich, y a las corrientes modernas de la sociología crítica y de la hermenéuti-
ca materialista, etc. (Lyra Filho 1982a, 13-23, 26-27, 32; 1982b, 107; 1984, 9-
10, 18; Lyra Filho, en Lyra 1986, 284, 305-306, 326).
148 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

El punto de partida de Lyra Filho consiste en que, una vez superadas las
posturas gnoseológicas del idealismo y del realismo, la reducción tradicional
distorsionada e ideológica del derecho en jusnaturalismo y en positivismo lega-
lista debe ser rechazada. Esta transposición favorece el surgimiento de la con-
cepción dialéctica de la sociedad y del derecho, por cuanto es esencial que ese
modelo dialéctico escogido “(...) sea abierto y muestre la preocupación cons-
tante por reflejar los hechos, dentro de una perspectiva que enfatice en el deve-
nir (la transformación constante) y en la totalidad (la unión) de todos los seg-
mento de la realidad, en función del conjunto” (Lyra Filho 1980a, 14; Lyra
Filho, en Lyra 1986, 282). Para que no se transforme únicamente en un con-
cepción ilusoria y corrompida, esta nueva filosofía jurídica debe tener sustento
en una sociología jurídica crítica que revele el carácter instrumental del dere-
cho, no sólo en lo relacionado con el control y la dominación sino sobre todo
en lo que respecta a los cambios sociales y a la liberación concienciada (Lyra
Filho 1982b, 64-65, 73, 124). Así, en opinión del autor, surge la necesidad de
contemplar un proyecto alternativo, en el cual uno de los objetivos primordiales
será crear “(...) una ciencia jurídica sin dogmas, analítica y crítica al mismo
tiempo, (...donde la) base de toda dialectización eficaz será una ontología direc-
ta del derecho, sin vicios de idealismo intrínseco ni partes estancadas entre la
síntesis filosófica y el análisis de la dialéctica social de las normas, en ordena-
miento s plurales y conflictivos y bajo el impulso de la praxis libertadora” (Ly-
ra Filho 1980b,42). Es preciso anotar, según Lyra Filho, que la principal “(...)
inversión que se produce en el pensamiento jurídico tradicional consiste en
tomar las normas como derecho y posteriormente definir el derecho por las
normas, limitándolas a las normas del Estado y de la clase dominante” (Lyra
Filho 1982b, 118-119). La responsabilidad de pensar y transformar el orden
existente nos obliga a tener presente que la estructura social está marcada por la
coexistencia conflictiva y por el pluralismo de normas jurídicas generadas por
la división de clases entre dominantes y dominados. De ahí se desprende la
distinción fundamental que el autor hace entre reforma y revolución, entre mo-
vimientos de contestación y movimientos de transformación. En el núcleo del
pluralismo jurídico insurgente no estatal se intenta dignificar el derecho de los
oprimidos y de los despojados. Evidentemente, el derecho no reflejará nunca
más con exclusividad la superestructura normativa del sistema moderno de
dominación estatal, sino que solidificará el proceso normativo de base estructu-
ral, producido por las rupturas clasistas y por la resistencia de los grupos menos
favorecidos. Es precisamente en este cuadro de expansión del derecho (la capa-
cidad de contener las normas no estatales) que, según Lyra Filho, se elimina
“(...) la noción mutiladora del derecho como vehículo de dominación, por lo
tanto se rompe el ‘bloqueo’ tradicional y ‘libra el derecho de la caracterización
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 149

como ideología’. En síntesis, se le devuelve al derecho su dignidad política


(...)” (Lyra Filho 1980a, 7; 1982a, 44; 1982b, 107; 1984, 23-24).
Con base en lo anterior es posible identificar lo que significa el fenómeno
jurídico para Roberto Lyra Filho. Parece evidente que la materialización de lo
que es el derecho sólo se concreta a partir de su esencialidad sociopolítica y de
su dinamismo en constante superación. De hecho, el derecho “(...) no es una
‘cosa’ fija, inmóvil, definitiva y eterna, sino un proceso de liberación perma-
nente. (...) y la lucha social constante (...) es todo el proceso que define el dere-
cho en cada una de sus etapas, en la búsqueda de las direcciones de superación”
(Lyra Filho 1982b, 115-116). Ahora bien, al construir un mecanismo que inte-
gre e incorpore la dialéctica que mueve el proceso histórico-social, el derecho
se divorcia frecuentemente de la ley (de la norma sacralizada por los códigos)
para poder acompañar mejor la justicia en una misma dirección. En consecuen-
cia, en la concepción lyriana, el derecho es ante todo la afirmación positiva de
la liberación concienciada, por encima de una pura y simple condición de opre-
sión y restricción a la libertad. Por esta causa, advierte el jusfilósofo de Brasi-
lia, es

(...) importante no confundirlo (el derecho) con las normas que vengan a
conformarlo, con ninguna de las series contradictorias de normas que
aparecen en la dialéctica social. Estas últimas pretenden concretizar el de-
recho, realizar la justicia, pero en ellas puede encontrarse la oposición en-
tre la justicia misma, la justicia social actualizada en la Historia, y la
“justicia” de clases y grupos dominadores, cuya legitimidad desvirtúa en-
tonces el “derecho” que las normas invocan. (Lyra Filho 1982b, 124-126)

En su último trabajo, editado en una colección de estudios en homenaje


suyo (pues falleció meses antes, el 11 de junio de 1986), Roberto Lyra Filho
proclama, de forma incisiva y en pleno vigor intelectual, la propuesta “teórico-
práctica” de una filosofía jurídica denominada “humanismo dialéctico”, la cual
se manifiesta como una “escuela” (NAIR) y tiene como objetivo la “(...) refun-
damentación de los derechos humanos, en conformidad con el proceso concreto
de liberación humana. (Un) humanismo dialéctico (...) relacionado, antes que
nada, con la praxis jurídica, con la lucha de pueblos, clases, grupos e indivi-
duos marginados y víctimas de la opresión” (Lyra Filho 1986, 295-299).
De la nueva generación formada bajo la influencia del sociologismo críti-
co-dialéctico, el jurista más representativo con actividad práctica es el profesor
de la Universidad de Brasilia (UnB) José Geraldo de Souza Jr. Principal segui-
dor e intérprete de las ideas de Roberto Lyra Filho, desde hace algunos años ha
tenido una destacada participación en la Comisión de Derechos Humanos de la
150 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Orden de Abogados de Brasil (OAB/DF) y en la dirección de la Comisión de


Enseñanza Jurídica del Consejo Federal de la OAB. Defendiendo un proyecto
de investigación que explota la ausencia de cualquier legislación, el autor pre-
tende establecer la legitimidad jurídica de los movimientos populares, más
específicamente de la autotutela del derecho a la vivienda (véase Souza Jr.
1982). Además de sus numerosos ensayos, en los que se revela toda la “res-
puesta creativa” al pensamiento Iyriano en el plano de la experiencia de la abo-
gacía y en pro de los menos favorecidos, José Geraldo de Souza Jr. defiende a
lo largo de su obra Para uma Critica da Eficácia do Direito la clara opción
epistemológica que aboga por un “derecho nuevo”. Tal propuesta de un “dere-
cho nuevo”, dentro de una configuración pluralista distinta del positivismo
burgués y del legalismo socialista, se funda en la concepción dialéctica de un
humanismo realista. Sus preocupaciones teóricas inciden en el análisis y la
revaloración de ciertos temas como la ausencia de regulación, el poder popular,
la pluralidad de ordenamientos, la dualidad de poderes, los movimientos socia-
les, la investigación y la enseñanza del derecho. Según el autor, lo que importa
observar es “(...) el descubrimiento de canales de expresión que viabilicen la
participación de los individuos y grupos sociales en el proceso de elaboración
del derecho (...) con el fin de que la formualización necesaria (...) no se oponga,
de manera antinómica, al ‘derecho que nace, aunque desprovisto de forma, de
la base social, en flujo constante y renovado incesantemente’“ (Souza Jr. 1984,
25, 19 y 132-136). Sobre este punto, la organización de los intereses directos de
los sectores populares de base materializa el contenido de los nuevos derechos,
sustituyendo las instituciones tradicionales hegemónicas.
En síntesis, para establecer una crítica de la eficacia del derecho José Ge-
raldo de Souza Jr. retoma y establece una tensión dialéctica entre conceptos
como ausencia de regulación y pluralidad de ordenamientos “(...) en el sentido
de fundamentar la propuesta de un derecho nuevo que, en un contexto alterna-
tivo”, pueda prestarse al proyecto de “(...) ampliación de la capacidad popular
de autoejercitar su participación como agente determinante, activo y soberano
en el encaminamiento de sus intereses y en la dirección de su propio destino”
(Souza Jr. 1982, 13-14). Más allá de su contribución práctica de movilización
por el derecho a la vivienda y por las acciones comunitarias orientadas hacia
movimientos de resistencia, objetivando así el pleno derecho de la ciudadanía,
es loable el esfuerzo de José Geraldo de Souza Jr. como articulador del proyec-
to “El derecho de la calle” y como coordinador del Núcleo de Estudios para la
Paz y los Derechos Humanos (NEP) de la UnB (véase SouzaJr.1987; 1991,
495-497; 2000, 233-253; 2002).
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 151

6.2.2.2.- La crítica jurídica como instrumento político


de transformación

Entre muchos, podemos destacar principalmente a Roberto A. R. de Aguiar,


profesor universitario en Brasilia. Consideraremos algunos críticos dialécticos
de formación teórica marxista que tienen una participación significativa en las
instancias institucionales y luchan por que la práctica jurídica profesional tenga
una función de instrumento político de transformación de la sociedad.
Dentro del espacio de la crítica histórico-social, las incursiones jusfilosó-
ficas de Roberto A. R. de Aguiar están profundamente ancladas en la dialéctica
neomarxista. Con el fin de comprender mejor su contribución al pensamiento
crítico, es conveniente interpretar y situar su producción intelectual en dos
momentos relevantes.
A comienzos de los años ochenta, con la publicación del libro Direito,
Poder e opressão, su pensamiento se puede resumir en dos vertientes epistemo-
lógicas: a) en el campo del macroanálisis se constata la absorción de la teoría
marxista en la concepción jurídica del mundo; b) en el campo del microanálisis
es evidente la utilización de la arqueología de Michel Foucault para el estudio
de las relaciones del derecho con el fenómeno del poder. En esta segunda etapa
(desarrollada en São Paulo), el derecho es concebido como realidad experimen-
tal y existencia ideológica, generado por clases y grupos hegemónicos, defi-
niéndose por la imposición y por la opresión de los micro y macropoderes dis-
ciplinarios. La conciencia de las relaciones de fuerza y de la dominación de las
formas de “saber-poder” que preexisten y condicionan lo “jurídico” permite
una mejor comprensión del derecho de los opresores y de los oprimidos, del
derecho del capital y del trabajador, del derecho de los cuerpos y del derecho
de castigo, así como de la práctica cotidiana pero auténtica de los derechos
humanos, del Estado de derecho y de la justicia popular (véase Aguiar, en Oli-
veira Jr. 1988a; Aguiar 1980,18). Esta misma perspectiva se mantiene incluso
en el libro O que é Justiça? Uma Abordagem Dialética, donde señala de forma
más incisiva la complicidad ideológica del derecho y de la justicia con las prác-
ticas sociales dominantes. De ahí se desprende que, para Roberto A. R. de
Aguiar, la justicia expresa un valor ideológico en la medida en que está

(...) basada en una concepción del mundo que emerge de las relaciones
concretas y contradictorias de lo social. (...) Por ser ideológica, la idea de
justicia traduce los intereses de los grupos que concentran el poder y es
utilizada para la manutención de esa relación de poder. (...) La justicia no
es neutra pero sí comprometida, no es mediana pero sí de extremos. No
hay justicia que sobrevuele los conflictos, sólo hay justicia comprometida
152 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

con aquellos, ya sea en el sentido de manutención o en el sentido de


transformación. (Aguiar 1982, 17-19, 23)

De 1986 a 1990, tras dirigir la Maestría en Derecho de la Universidad Fe-


deral de Pará y ser marcado por la dialéctica marxista, Aguiar evoluciona hacia
una segunda fase de productividad crítica, cuando se vuelve receptivo a otras
manifestaciones intelectuales provenientes de las lecturas de Guattari, Derrida,
Lefort, La Boétie, Clastres y Boaventura de Sousa Santos. Estas posturas reve-
lan el interés jusfilosófico por una teoría general del derecho entrelazada con la
politización del derecho, con la pluralidad de ordenamientos y fundamental-
mente con la interdisciplinariedad (véase Aguiar 1988b). Esto se refleja en la
entrevista para Contradogmáticas, en el marco de su participación en el III
Congreso Brasileño de Filosofía Jurídica y Social en Paraíba (1988). En esa
ocasión, Roberto A. R. de Aguiar afirmó su descreencia en los modelos teóri-
cos actuales que intentan explicar el fenómeno jurídico. Tales paradigmas (el
modelo analítico, fenomenológico, etc.) no logran

(...) dar cuenta de la realidad del derecho, de la dinámica del derecho (...)
Nuestra realidad brasileña, por el simple día a día está contestando per-
manentemente estos esquemas. Considero entonces que es preciso rever
toda la episteme que hay por detrás de la filosofía del derecho y de las es-
cuelas de derecho. (...) Esto me hace pensar en la necesidad política de
que los juristas críticos se unan en su diversidad. Unión en el sentido de
colocar nuevas pautas de reflexión con relación al derecho. (...) Por esta
razón veo que hoy en día sólo es posible hacer filosofía del derecho si la
hacemos con atrevimiento, interdisciplinariamente, y aún más si hubiera
un intercambio más grande con el pensamiento que aparece más avanza-
do. (...) Estamos juridicizando lo político, pero lo que es preciso es politi-
zar lo jurídico (...), como también desinstitucionalizar el derecho.
(Aguiar, en Oliveira Jr. 1988a, 34-35)

Al repensar críticamente algunas categorías de la modernidad jusfilosófi-


ca, Roberto A. R. de Aguiar reconoce la importancia de retomar la cuestión de
la pluralidad de los ordenamientos, en especial ciertos aspectos que no llegaron
a ser considerados por la investigación de Boaventura de Sousa Santos. Esto
último se hace evidente cuando el autor afirma que, en la transposición del
pluralismo normativo,

(...) además de surgir de los derechos de los diversos grupos oprimidos,


hay otro derecho, todavía estatal, pero que no aparece en la letra. Es de-
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 153

cir, hay un derecho de los opresores que no aparece en la letra de la ley.


(...) De este modo, la pluralidad de ordenamientos no se da únicamente
como reacción al derecho estatal. Ella se presenta como forma de ejerci-
cio del poder ilegítimo (...). En otras palabras, el derecho estatal posee
normas escondidas, implícitas. (Así...) aliado del derecho positivo estatal
existe, todavía en términos del opresor, otro derecho, que no es explícito,
el cual puede ser o una violencia brutalmente utilizada (como en el caso
de los conflictos rurales de la Amazonia), o unos juegos, por ejemplo el
juego de la corrupción de la rama judicial, el juego de las tendencias de
las propias decisiones de ese poder, las normas que no aparecen a pesar
de estar ahí. (...) Este es el otro derecho, con sus normas escondidas, que
es el más eficaz para oprimir. (Aguiar, en Oliveira Jr. 1988a, 35)

En la actualidad, como profesor del Departamento de Derecho de la Uni-


versidad de Brasilia, Aguiar se ha vinculado a la nueva etapa del curso “El
derecho de la calle”. En uno de sus últimos y más significativos trabajos, A
Crise da Advogacia no Brasil, el autor desarrolla un análisis crítico y renova-
dor, bajo varios ángulos, del ejercicio del derecho en Brasil, señalando sus pro-
blemas y los caminos posibles de superación de la crisis. No menos importan-
tes son sus recientes incursiones en la ecología, el medio ambiente y la legisla-
ción laboral (véase Aguiar 1991, 1994).
Aunque sea uno de los pocos autores de la generación de juristas críticos
sin experiencia directa en la enseñanza, Tarso Fernando Genro se impone como
ensayista, abogado laboralista, combativo representante de numerosas organi-
zaciones sindicales y administrador político (en la ciudad de Porto Alegre) y en
los últimos años viene ejerciendo funciones de ministro de Estado. Es autor de
diversos artículos publicados en revistas de derecho y en obras relacionadas
principalmente con la revisión desmitificadora de la teoría y de la práctica jurí-
dica y con las propuestas de un nuevo espacio público. Dividiendo sus intereses
teóricos entre la filosofía del derecho, el derecho laboral y la teoría política,
Tarso F. Genro manifiesta en sus escritos toda la larga experiencia adquirida
como profesional en los tribunales forenses y como intelectual comprometido
con la militancia política. En realidad, estamos frente a un “jurista contestata-
rio”, o a lo que también podría llamarse un “jurista orgánico”22, ya que consi-
gue, como pocos, armonizar y relacionar de manera coherente la creación “teó-
rica” de inspiración socialista libertaria, con la “práctica” efectiva en la lucha
por un derecho justo e igualitario. Si bien no interviene en el mecanismo “eco-

22
Sobre esta temática del "jurista contestatario", véanse Arnaud (1980), Carvalho
(1988).
154 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

nómico voluntarista” ni en la dogmática de la “legalidad socialista”, Tarso F.


Genro se vale de una aproximación rigurosamente dialéctica, fundada en los
presupuestos de la filosofía neohegeliana y marxista clásica, para discutir cons-
tantemente determinadas cuestiones relacionadas con las fuentes materiales y la
igualdad jurídica, la necesidad de una nueva teoría de la norma jurídica, el de-
recho subjetivo y la relación de trabajo, la carencia de la legalidad burguesa
capitalista, la crítica al derecho individual y al derecho laboral y las nuevas
relaciones entre la sociedad civil y el Estado (construcción de una nueva esfera
pública).
En lo que tiene que ver con las premisas jusfilosóficas que recorren sus
análisis sobre la filosofía del derecho y sobre un derecho nuevo (muchas de
ellas inspiradas en Roberto Lyra Filho), el autor les dedica algunos estudios
específicos en su libro Introdução à Crítica do Direito do Trabalho. En esta
perspectiva, la verdadera comprensión de la “idea” de derecho sólo puede ser
materializada al interior de la propia historia en tanto que “relación” y no como
“norma”, y partiendo del único criterio valorativo posible, es decir, la inserción
de lo “jurídico” insurgente con el “punto de vista de clase”. Por consiguiente,
pensar el derecho en el socialismo equivale a calificar el “(...) nuevo derecho de
una manera radicalmente nueva: mientras que el derecho burgués hace la me-
diación del dominio del capital y de su producción, el derecho socialista es el
instrumento del imperio del sujeto para liberar la sociedad de las leyes que
subordinan al hombre a la lógica del capital” (Genro 1988, 27-28, 46, 60). Tal
dimensión conduce a la discusión sobre la integración histórica y el funciona-
miento jurídico de las dos categorías fundamentales de la filosofía del derecho,
es decir, “(...) el problema de la igualdad jurídica como categoría histórica rele-
vante en el derecho burgués, y cuya importancia trasciende más allá de él; y la
cuestión de las fuentes materiales del derecho, cuyo análisis remite a ‘enuncia-
dos directos sobre el ser del derecho’” (Genro 1988,48-49). Este proceso per-
mite abordar el contenido completamente nuevo trazado por el socialismo en el
espacio de un Estado de derecho “material” y no formal, de manera que, en la
aserción de Genro, la

legitimidad de las manifestaciones de poder en el Estado socialista será


dada, así, por el nexo dialéctico indisoluble que deberá existir entre la
igualdad jurídica (como momento constitutivo, permanente y continuo de
la realización de la igualdad material) y las bases materiales del nuevo
Estado (propiedad colectiva de los medios de producción, extinción del
trabajo alienado, lucha por la revocación de la ley del valor, eliminación
de la competencia entre los individuos), que constituirán la base de las
nuevas fuentes materiales del nuevo derecho.
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 155

Es evidente en sus afirmaciones que “(...) las bases materiales del nuevo
Estado, mediadas por la acción política del sujeto, unificarán finalmente la
igualdad y el derecho, que pasarán a ser sinónimos y que compondrán una
misma totalidad concreta” (Gemo 1988, 48-49; ver igualmente Genro et al.
1986, 13-28). En síntesis, en la fase actual de su pensamiento (lejos de sus pri-
meros trabajos que reflejaban la adhesión política a un marxismo más riguroso)
se nota el repudio a cualquier reducción mecanicista del derecho, al igual que la
opción por un socialismo democrático en el que la instancia de juridicidad ma-
nifiesta la libertad efectiva armonizada con la igualdad material entre todos los
individuos (véase Genro 1990; 1991, 17-27; 1992; 1995; 1997; 1999).
Aún se puede mencionar, por su trayectoria académica a lo largo de las
décadas de los ochenta y noventa, a Edmundo L. de Arruda Jr. quien es uno de
los principales expositores académicos del movimiento del derecho alternativo.
La evolución de su pensamiento se divide en dos momentos: en la primera fase,
asume una postura más ortodoxa de clara inspiración y asimilación de los prin-
cipios del marxismo althusseriano. En el segundo momento, avanza hacia pos-
turas más flexibles e interdisciplinarias dentro de una perspectiva neomarxista
cuya influencia directa es el legado cultural gramsciano. Durante la década de
los noventa, con innovación y esfuerzo, organizó diversos simposios interna-
cionales sobre derecho alternativo y sobre el futuro del socialismo, producien-
do ensayos y colecciones en el área de la sociología y de la filosofía jurídica,
nacidos de la reflexión académica, así como de congresos con abogados, procu-
radores y magistrados. Su propuesta radica en repensar el derecho en el contex-
to del capitalismo periférico brasileño a partir de la sociología de los conflictos
en los lineamientos marxistas. Arruda Jr. busca establecer los presupuestos de
una sociología jurídica alternativa, redefiniendo críticamente temas como la
enseñanza jurídica, la práctica del derecho y el mercado laboral, el perfil socio-
lógico del ente judicial, la relación entre el marxismo y el derecho alternativo,
el papel de los operadores jurídicos, la globalización, neoliberalismo y derecho,
etc. (véase Arruda Jr. 1988, 1989, 1993, 1997a, 1997b, 2001). En los últimos
años, Arruda Jr. se ha aproximado fuertemente a la sociología weberiana, en su
búsqueda de fundamentos para llevar a cabo una reevaluación de la racionali-
dad jurídica en la modernidad.

6.2.2.3.- Crítica jurídica como normativismo fenomenológico

Sería forzoso incluir en la misma tendencia de orientación crítico-dialéctica a


Luiz Fernando Coelho, jurista de trayectoria culturalista consagrada. Con todo,
la proximidad no se explica tanto por la articulación de un determinado tipo de
dialéctica normativista, sino por una preocupación crítica que el autor ha veni-
156 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

do demostrando en sus últimas obras, y que no deja de tener un significativo


alcance histórico-social. El proyecto epistemológico del profesor Luiz F.
Coelho en la Universidad Federal de Paraná (ahora jubilado) debe ser estudiado
en dos momentos distintos: el culturalismo jurídico zetético y la teoría crítica
del derecho.
La primera fase de su producción está “profundamente impregnada de la
tradición culturalista del pensamiento filosófico brasileño” y del “normativismo
dialéctico”, situado en los marcos de la fenomenología realeana y de la inter-
disciplinariedad. Toda la voluntad esencial que se desprende de las obras de
este periodo conduce a la necesidad de la “construcción rigurosa del objeto de
la ciencia del derecho y de la determinación científica de sus bases” ontogno-
seológicas (Egger 1983, 88). Y es sobre este punto donde, al parecer de Luiz F.
Coelho, se produce la convergencia de los elementos fundamentales para la
ciencia y la filosofía del derecho: la hermenéutica y la lógica jurídica. Una vez
dirigidas estas temáticas hacia la concepción zetética, deviene posible no sólo
visualizar el derecho bajo nuevos patrones de racionalidad, sino también legi-
timar el propio derecho como agente activo de las transformaciones y de la
construcción social.
El paso hacia la segunda fase corresponde a la edificación de su “teoría
crítica”, revelada en la segunda edición de Lógica Juridica e interpretação das
Leis, en la cual introduce nuevas categorías epistémicas para la elaboración de
una hermenéutica jurídica crítica. El propio autor admite que gracias a las lec-
turas de Popper, Bachelard, Foucault y Althusser, entre otros, su pensamiento
evoluciona hacia una filosofía menos idealista y más próxima del realismo
crítico (véanse Coelho 1974, 1981; Prado y Karam 1985, 186-187; Arruda Jr.
1980). Contemplando el derecho a partir de la realidad concreta, del contenido
social e ideológico de la normatividad y de la articulación metodológica inter-
disciplinaria, Luiz F. Coelho desarrolla un modelo epistémico basado en fun-
damentos ontológicos y epistemológicos, cuyas categorías críticas rompen con
el axioma lógico-formal que sustenta la ciencia jurídica dogmática. De ahí que,
estima el jusfilósofo paraense, el

(...) problema ontológico de la juridicidad es un falso problema que la fi-


losofía del derecho creó, en concordancia con su papel ideológico de re-
forzar la imagen del derecho como algo que existe y que por lo tanto de-
be ser aceptado con naturalidad (...). Así, la teoría crítica cuestiona lo que
tradicionalmente se entiende como “ser jurídico”, concebido como una
manifestación de una ideología, y trata así mismo de buscar un punto de
partida situado más allá del principio jurídico: el hombre concreto y la
sociedad histórica concreta, en una sola palabra, la praxis. (...). La teoría
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 157

que propongo descarta la denominación de estatuto ontológico ajeno a la


ontología de lo social que se le da al derecho y considera errada la reduc-
ción del fenómeno jurídico a las posibilidades ontológicas elaboradas a
partir de los esquemas lógicos que lo anteceden como experiencia.
(Coelho 1983, 17, 20; 1986a, 18)

Considerada como una condición y opción epistemológica, la “teoría crí-


tica” surge con una pretensión de cientificidad (esto es, de producción racional
de un nuevo saber jurídico), proponiendo la desacralización de los presupuestos
miticoideológicos y estableciendo una instancia crítica dirigida hacia el cambio
real de la sociedad (Coelho 1983,60-65).
Le corresponde a la “teoría crítica” no sólo denunciar sino también mos-
trar el camino para la superación de las contradicciones sociales, además de
insistir en la recuperación de la dignidad del sujeto histórico (Coelho 1983, 60-
63). Teniendo en cuenta que la fundamentación se encuentra en la ontología del
ser social, para Coelho no hay nada más concreto que unir el estatuto epistemo-
lógico de la “teoría crítica” a la “dialéctica de la participación”, instrumento
metodológico apropiado para materializar en el orden social “las exigencias de
una praxis transformadora” (Coelho 1986a, 22, 46-52. Ver también Coelho
1986b)23.
Dentro de los estudios jusfilosóficos brasileños con perspectivas abiertas,
renovadoras y antidogmáticas es necesario recordar el culturalismo jusnatura-
lista representado por Plauto Faraco de Azevedo, así como el pensamiento tó-
pico-sistemático de Juarez Freitas. Doctor en derecho y antiguo profesor en la
Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Río Grande del Sur
(UFRGS), Plauto F. de Azevedo, rodeado de una vasta cultura clásica humanis-
ta, cuenta con una larga trayectoria en el campo de la investigación. Algunos de
los temas que han merecido su atención son el derecho natural, la justicia dis-
tributiva, la legalidad frente al poder del Estado, la aplicación del derecho, el
poder creativo de los jueces y su hermenéutica material, etc. (véase Azevedo
1983, 1989, 1998).
Por su parte, el abogado y ensayista Juarez Freitas es profesor en la Es-
cuela Superior de la Magistratura de Río Grande del Sur e igualmente enseña
en la maestría de la Pontificia Universidad Católica (PUC/RS). Ha publicado
varios libros, entre ellos As Grandes Linhas da Filosofia do Direito (1986).
Con todo, su primer trabajo con alguna relevancia -basado en Tomás de Aqui-
no, H. G. Gadamer y J. Habermas- pretendía revelar que, en una interpretación
23
Sus preocupaciones más recientes, las cuales relacionan la teoría del derecho con la
globalización, el neoliberalismo, la posmodernidad, el futuro del derecho y de la justi-
cia, pueden encontrarse en Coelho (2001).
158 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

transdogmática, “es siempre posible declarar la substancial inconstitucionalidad


de la ley injusta”. Por otra parte, subraya que una hermenéutica correcta del
derecho implica y exige la superación constante de los positivismos en sus más
variadas formas, defendiendo al mismo tiempo que la idea de que la justicia -
valor supremo del derecho- se encuentra protegida en él mismo aunque lo tras-
cienda siempre, y que la norma jurídica en su dialecticidad es, en todos los
casos, reveladora de algún contenido moral. En sus tesis de doctorado, Freitas
demostró brillantemente que la interpretación tópico-sistemática en el derecho
es siempre capaz de trasponer las antinomias de principios, normas y valores, y
que igualmente es apta para revelar la función unificadora y sistematizante del
principio de la jerarquización axiológica (Freitas 1989, 5; 1995, 184-187)24.

6.2.3.- Crítica jurídica de perspectiva semiológica

Por ser un pensador en constante proceso de creación y recreación de sus ideas,


es verdaderamente complejo establecer tanto la extensión de los horizontes
teóricos como el inicio y la terminación de los diferentes momentos de la pro-
ducción epistémica de Luis Alberto Warat.
Lo que parece indiscutible en el plano general de su obra es la clara op-
ción por desarrollar una epistemología crítica del derecho, tomando la semiolo-
gía como principal referente teórico. Se trata de la conjunción y articulación de
las diversas formas discursivas del derecho con la perspectiva desmitificadora
de la filosofía del lenguaje. El instrumental semiológico se presenta como el eje
de interacción que recorre toda la producción waratiana. Bajo esta perspectiva
se puede visualizar, sin lineamientos rígidos y definitivos, el desplazamiento
expresivo en tres momentos significativos: la semiología analítica (formación),
la semiología política (temporalidad innovadora y afirmación) y la semiología
de los deseos (maduración).
El primer momento de la obra de Luis Alberto Warat debe ser relacionado
con sus lecturas de Hans Kelsen, con su colaboración con Ambrosio L. Gioja y
con una cierta receptividad a las influencias de la Escuela Analítica de Buenos
Aires. En ese momento fue cuando Warat procuró aproximar el derecho a la
semiótica, con la intención de construir “una teoría de la comunicación jurídi-
ca” que posibilitara concomitantemente la “(...) crítica del lenguaje del derecho,

24
En la medida en que poseen trabajos publicados que se aproximan a los estudios de
crítica jusfilosófica, debemos mencionar también a autores como Maria Guadalupe
Piragibe da Fonseca (UFRJ), Gisele Cittadino (PUCjRJ), José Alcebíades de Oliveira
Jr. (UFSC), Antonio Carlos Nedel (UnisinosjRS), Pedro Moacyr Pérez da Silveira
(UFPeIjRS), Sérgio Cademartori (UFSC), Celso Luiz Ludwig (IBEJ y PUCjPR), Lenio
Luiz Streck (UnisinosjRJ) y Miracy B. S. Gustin (UFMG), Paulo Roney Fagundez
(UFSC), Arnaldo Sampaio de Moraes Sodoy (UEL-PR) y Eduardo C.B. Bittar (USP).
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 159

apoyada en los presupuestos epistemológicos del neopositivismo y de la filoso-


fía del lenguaje ordinario (...)” (Atienza 1984, 288; ver también Warat et al.
1984b, 9). Esta visión lingüístico-comunicacional, que le da prioridad a la
pragmática como relación funcional de los signos con los agentes jurídicos,
permite que Luis A. Warat revalore el derecho como un discurso de significa-
ciones que, en la lógica de su unicidad, conjuga la conducta humana, la valora-
ción y la prescripción normativa. Además de integrar la teoría general de los
signos en el espacio diversificado de los discursos instituidos, Warat se interesa
por la crítica lógico-estructural de la dogmática jurídica occidental a través de
la relectura de los principales postulados del normativismo kelseniano (véanse
Atienza 1984, 288-289; Warat et al. 1974,57-61, 73-82, 91-105). Bajo la in-
fluencia de los principios analítico-semióticos se esbozan las primeras incur-
siones sobre formulaciones pedagógicas, conduciendo a la reformulación de los
procesos (técnicas y contenidos) de la enseñanza jurídica tradicional (véase
Warat y Cardoso da Cunha 1977, 53-67). Durante este periodo algunas catego-
rías también son prioritarias, ya sea en lo que se refiere a su problematización,
o como datos operacionales: el lenguaje-objeto y el metalenguaje, la redefini-
ción de términos, la anemia semántica, las variables axiológicas (“abuso del
derecho”, “lagunas de la ley”), el formalismo y el realismo, la enseñanza crítica
y la reflexión metodológica, etc.
Una segunda etapa en la trayectoria de Warat comienza a construirse a
partir del momento en que sale de Argentina y se instala definitivamente en
Brasil. A final de los años setenta y mediados de los ochenta se hace notable la
redefinición de posturas y la modificación gradual de su pensamiento, hasta
entonces fuertemente influenciado por la argumentación y por el formalismo de
la lógica kelseniana, hacia la transposición de un espacio teórico crítico carac-
terizado por la politización del lenguaje y por la práctica social de la afectivi-
dad. Se trata en esos momentos de atacar la estructura moderna de la dogmática
jurídica mediante la destrucción de los mitos que sustentan el saber jurídico y
la desmitificación ideológica de la retórica jurídica, entendida como poder con-
dicionante de la sociedad.
Teniendo en cuenta la insuficiencia de los análisis puramente lingüísticos
y discursivos, los cuales no consiguen demostrar los efectos sociales y políticos
de la producción generados por el saber hegemónico, y considerando la necesa-
ria superación del postulado de la “pureza metódica” (el núcleo del pensamien-
to kelseniano) por el “principio de la heteronimia significativa” (la naturaleza
institucional, social, política e ideológica de la producción de los sentidos jurí-
dicos), Warat propone bajo el ángulo de un realismo crítico-lingüístico, la teo-
ría de las significaciones jurídicas, antesala a la semiología del poder. Aleján-
dose de la discusión sobre la cientificidad del conocimiento jurídico y sobre la
160 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

validez del paradigma dogmático, Warat estima que reformular las condiciones
de posibilidad de la propia racionalidad del derecho implica el examen “(...)
imprescindible del sistema de representaciones envueltas en los diferentes dis-
cursos jurídicos”. En efecto, al constatar el poder de las significaciones jurídi-
cas, sus condiciones de producción y efectos de verdad, Warat busca comentar
la noción institucionalizada del “sentido común teórico de los juristas” (reflejo
de las funciones y prácticas retóricas consensual izadas por la dogmática jurídi-
ca) con la complejidad político-ideológica de las determinaciones imaginarias y
de las significaciones discursivas (véase Warat 1982, 1983a, 1983b, 1983c).
Para el autor, el nuevo espacio epistemológico no debe ser construido a través
de la supremacía de la razón y de la experiencia sino por la primacía de la polí-
tica sobre éstas dos. Se trata de reivindicar un saber crítico, forjado en el ámbi-
to de la propia práctica social del “sentido común teórico de los juristas”. Para
alcanzar esta finalidad, Warat intenta articular el saber crítico en la efectividad
jurídica de una sociología del conocimiento político, el cual, por la especifici-
dad del instrumental metodológico, se transforma en la “semiología política del
derecho”, es decir, en la “semiología del poder” (Warat y Russo 1987, 20-21).
Ésta nace como proyecto que comienza reconociendo la “dimensión ideológica
y política de las palabras, viéndolas como un lugar de poder” y denunciando el
poder de los discursos y de sus saberes, ya que

(...) pretende analizar la significación como instrumento de control social,


como estrategia normalizadora y disciplinaria de los individuos, como
fórmula generadora del consenso, como estado ilusorio de los valores de
representación, como fetiche regulador de la interacción social, como po-
der persuasivo provocador de efectos de verosimilitud sobre las condi-
ciones materiales de la vida social, como factor legitimador del monopo-
lio de la coerción y como factor de unificación del ejercicio contradicto-
rio del poder social. (...) De esta forma, (...) la semiología del Poder se
presenta simultáneamente como el programa desmitificador de las distin-
tas prácticas discursivas del derecho y del saber que las legitima, y del
mismo modo pretende la destrucción de varios mitos organizadores del
saber jurídico. (Warat et al. 1984b, 18. Véase igualmente Warat et al.
1980; Warat 1981)

Por lo tanto, en la semiología del poder, Warat busca analizar las funcio-
nes ideológicas y los efectos del poder en los diferentes discursos jurídicos,
manteniendo un diálogo permanente con las obras de Kelsen, Foucault, Bache-
lard y Barthes.
El segundo gran progreso teórico se hace efectivo cuando Warat conside-
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 161

ra que, más allá de la desacralización del poder-saber discursivo y de la revela-


ción de lo imaginario contradogmático, lo importante es avanzar en la dirección
de la epistemología polifónica, moldeada por la “lógica del revés” y por el lu-
gar en donde el “habla” se introduce mediante el juego de la fantasía, de la
poesía lúdica y del ritual de la afectividad. El esquema de este nuevo imagina-
rio se evidencia en la irreverencia carnavalizada y en el erotismo simbólico del
libro A Ciencia Jurídica e seus Dais Maridos. Retornando a Barthes e inspi-
rándose en Bakhtin, Warat introduce la metáfora de lo fantástico y la imagen
del realismo poético en la totalidad significativa de la enseñanza y de la prácti-
ca jurídica. Esta postura provocadora frente al derecho denota la actitud de
marginación y trasgresión que rompe con las verdades jurídicas consagradas.
Carnavalizar quiere decir subvertir y transponer el ideal instituido. Esto es,
sobre todo, en la propuesta waratiana la vivencia de un lenguaje que posibilite
la construcción de otra afectividad,

(...) es la apropiación de la historia por la experiencia de lo cotidiano


(...), la recuperación del valor positivo de la subjetividad y de lo fantásti-
co (...). La carnavalización es, por lo tanto, una forma de resistir, por el
juego y por la dramatización, al control social. (... Es) una tentativa de
fuga de los discursos ideológicos por la reconciliación de los cuerpos con
los deseos. (...) El resultado es un conjunto de verdades en tránsito, que
nos ayudarán a entender que la vida, antes que un problema que hay que
resolver, es un deseo de ser vivido. (...) De ahí se desprende la búsqueda
de los trazos de lo carnavalesco, para revelar por el revés el lado reprimi-
do y represor del clasicismo literario de los juristas. (Warat 1985b, 108-
109, 112, 136)

La consecuencia de lo imaginario carnavalizado es la evolución hacia la


modernidad surrealista. En ese momento, tras romper radicalmente con los
últimos resquicios de convivencia intelectual, con la hermenéutica normativa y
con el poder del discurso, Warat lleva sus reflexiones sobre el derecho, la ense-
ñanza jurídica y el saber crítico hacia la dimensión extra legem, insistiendo en
la subjetividad, el deseo y el sujeto histórico. La carnavalización trae en su
núcleo el embrión inquebrantable de su acción intercomunicativa con el surrea-
lismo y el psicoanálisis. Ahora bien, la articulación lingüística de nuevas signi-
ficaciones, la ruptura con el orden simbólico dominante y la trasgresión que
recupera el individuo creador hace posible el desplazamiento definitivo hacia la
semiología de los deseos. De este modo, la importancia de su obra Manifesto
do Surrealismo Jurídico (1988b) tiene la certeza de reintroducir no sólo el pro-
yecto emancipatorio de un surrealismo tardío sino también de descubrir e inau-
162 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

gurar un nuevo momento epistemológico waratiano. En ese momento queda


clara la transposición de la semiología del poder hacia la semiología de los
deseos. Redefiniendo posturas y valores delineados por el psicoanálisis y por el
surrealismo, Warat ya no resume, en la semiología de los deseos, el poder en el
discurso, sino que pone de manifiesto la relación entre la inscripción del deseo
en el discurso. En verdad, Warat cultiva la compañía y el diálogo con Breton,
Barthes, Bachelard, Deleuze, Guattari, Lyotard, Castoriadis y Lefort.
El proyecto configurado previamente en A Ciencia Jurídica e seus Dois
Maridos y puesto a punto en el Manifesto do Surrealismo, además de compo-
ner estructuras que liberan la creatividad, el placer y la comunicación de los
individuos, esboza la estrategia democrática de una pedagogía jurídica de
emancipación (véase Wolkmer 1988). Tanto la problemática de la posmoderni-
dad como instancia discursiva de lo simbólico-cultural como la cuestión de la
mediación merecieron el interés especial de Warat en sus últimos trabajos, que
son más literarios, psicoanalíticos y ensayísticos que propiamente jurídicos (ver
Warat 1989a; 1989b, 24-27; 1990)25.
En la perspectiva waratiana, la posmodernidad refleja la crisis de la con-
dición humana rodeada por formas sociales totalitarias y por territorios simbó-
licos que sofocan los afectos, niegan la autonomía y mutilan el imaginario crea-
tivo. De ahí se desprende que, en una época marcada por el tránsito hacia so-
ciedades informatizadas, es necesario redefinir un proyecto cultural emancipa-
torio, redimensionando en la práctica político-pedagógica otro orden de tras-
gresión, capaz de resistir todas las manifestaciones de la violencia simbólica,
de propiciar amplios espacios de motivación lingüística y de producir subjeti-
vidades no alineadas. En realidad, para Warat la posmodernidad sólo puede ser
repensada en su relación directa con las cuestiones del “amor”, de la “soledad”
y del “tiempo”. En síntesis, sin dejar de ser un juego lúcido por el carácter utó-
pico del imaginario lingüístico, la propuesta waratiana se muestra adicional-
mente como una lectura nihilista del discurso jurídico de la posmodernidad,
haciendo énfasis en la ética de la diferencia y en el uso fragmentado del dere-
cho.
Es cierto que la producción waratiana tuvo un papel relevante en el dere-
cho en tanto que denuncia y desmitificación del saber y del discurso tradicio-
nal, formando en Brasil una generación de juristas críticos. No podemos dejar
de reconocer su contribución al pensamiento jurídico crítico, aunque en cierto
momento de la década de los noventa este autor se haya opuesto a algunos de
sus alumnos, particularmente a aquellos que adhirieron a los distintos movi-
25
Entre sus más recientes contribuciones es importante señalar la reimpresión en tres
volúmenes de artículos y nuevos escritos epistemológicos, así como temas de filoso-
fía política y psicoanálisis. Véase Warat (1994, 1997, 2001).
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 163

mientos de crítica jurídica alternativa. Creemos oportuno observar que Warat

no se considera ‘alternativo’ y que ha hecho incluso algunas críticas al


movimiento. Por esta razón, es necesario diferenciar su producción teóri-
ca y su trabajo desarrollado hasta 1985 -los cuales tienen repercusiones
en el ‘derecho alternativo’- de sus posturas personales actuales, disocia-
das de este último. (Rodrigues 1993, 152; véase también Oliveira Jr.
1998)

6.2.4.- Crítica jurídica de perspectiva psicoanalítica

El diálogo y la interrelación entre el derecho y el psicoanálisis se producen en


un periodo relativamente reciente (un poco más de dos décadas), desarrollán-
dose principalmente en Francia, Bélgica y Argentina. Algunos de sus más des-
tacados intérpretes son P. Legendre, J. Lenoble, F. Ost, E. Kozicki y E. Marí.
Su objetivo es interpretar, en el espacio institucional, la efectiva intertextuali-
dad de lo “jurídico” y de lo “psicoanalítico”, realzando lo simbólico representa-
tivo que domina el discurso de la dogmática jurídica, así como la vinculación
del texto legal en la manipulación de los deseos inconscientes y en la revela-
ción específica de la función normativa como estructura represora de la socie-
dad.
Tal como lo afirma Jeanine Philippi, el interés por una interrelación entre
derecho y psicoanálisis

comenzó a entreverse en Brasil a lo largo de la década de los ochenta


cuando fue traducida al portugués la obra de Pierre Legendre, O Amor do
Censor. En este primer momento de recepción de la aproximación psi-
coanalítica del derecho, sobresale el trabajo de Gérson Pinto Neves, Aná-
lise da Dogmática Jurídica (1985), como el primer estudio en esta línea
de investigación presentado en una universidad brasileña (Unisinos/RS).
Paralelamente a la elaboración de este trabajo en el estado de Río Grande
del Sur, podemos destacar los estudios de un grupo de alumnos y profe-
sores del curso de posgrado en derecho de la Universidad Federal de San-
ta Catarina (UFSC). Sin embargo, este trabajo no adquirió un cuerpo es-
pecífico (...). (Philippi 1996, 127-128)

El resultado más importante de estas investigaciones y discusiones inicia-


les fue la propia tesis de maestría de Jeanine N. Philippi, presentada en 1991 en
la UFSC, cuyo título es “O Sujeito do Direito - Uma Abordagem Interdiscipli-
nar”.
164 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Más allá de las investigaciones hechas por esta investigadora, un estudio


de grandes implicaciones para la comunidad jurídica está siendo elaborado por
el jusfilósofo de la ciudad de Maranhão, Agostinho Ramalho Marques Neto,
quien se proyecta como el principal exponente de la tendencia psicoanalítica
del derecho en Brasil (véase Marques Neto 1990, 1991). Sin embargo, antes de
adentrarse en el mundo del psicoanálisis, Marques Neto se hizo notar por la
seriedad de sus conferencias, así como por una conocida obra en los medios
académicos: A Ciencia do Direito: Conceito, Objeto e Método. En este libro,
que refleja la preocupación anterior, el autor busca concretar una teoría de la
justicia social, valiéndose de una rica y a la vez original aproximación episte-
mológica. En el recorrido metodológico de Agostinho R. Marques Neto se
puede ver la trayectoria inicial de un “comedido humanismo idealista” que
avanza hacia una postura crítico-dialéctica y desmitificadora del derecho (véase
Lyra Filho 1982c; Lyra Filho, en Marques Neto 1982, Prefacio). Incluyendo los
principios de la epistemología dialéctica en el saber jurídico, Marques Neto
interroga la formación del conocimiento (empirismo y racionalismo), la elabo-
ración teórica y práctica de la cientificidad, y las condiciones de existencia
social del fenómeno jurídico, haciendo énfasis en su concepto, objeto y méto-
do. En este estudio crítico, el pensador marañense discute una de las problemá-
ticas centrales de su propuesta, es decir, la imposibilidad epistemológica de
percibir el derecho como ciencia normativa. Ahora bien, asumiendo una posi-
ción dialéctica, todo trabajo científico debe ser visto como un proceso de per-
manente construcción de la teoría, método y objeto de la dialéctica. Se imposi-
bilita así, en el centro de la teoría científico-jurídica, la dogmatización del co-
nocimiento puramente normativo, equidistante de los condicionamientos y de
las relaciones de la realidad social. En efecto, en la proposición crítica de Mar-
ques Neto, nada nos autoriza a definir

(...) la ciencia jurídica como normativa, pues estaríamos considerando


apenas su objeto, empleando por lo tanto un criterio extremadamente in-
adecuado para establecer cualquier clasificación científica. Tan sólo po-
dríamos atribuir válidamente el carácter normativo a la ciencia del dere-
cho si su enfoque teórico, sus problemas, sus métodos, etc. fueran tam-
bién normativos, es decir, si contuvieran implícita o explícitamente algu-
na norma. (Además) la función principal de toda teoría jurídica científica
es explicar (su objeto) y no dictar normas ni mucho menos dogmatizar.
(...) El derecho es, por lo tanto, una ciencia social como cualquier otra,
con la particularidad de que se aplica normativamente, aunque ello no
quiera decir que contenga normas en sus formulaciones teóricas. (Mar-
ques Neto 1982, 142-145, 157)
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 165

Para Agostinho R. Marques Neto, el objeto real de la ciencia del derecho


es el fenómeno jurídico, el cual “(...) se genera y se transforma al interior del
espacio-tiempo social (...), dentro de sus condiciones concretas de existencia,
siguiendo una perspectiva comprometida y libertadora” (Marques Neto 1982,
144, 188).
En lo que constituye un aspecto central de sus investigaciones, Agostinho
Marques Neto presenta una interpretación psicoanalítica de la constitución del
sujeto a partir de la noción fundamental de ley. La idea particular del sujeto ha
sido la temática privilegiada de la reflexión interdisciplinaria que pretende
acercar el campo psicoanalítico al discurso jurídico. En ese aspecto, el autor
busca introducir la categoría de “sujeto colectivo” como posibilidad de una
primera aproximación. Esto lo lleva a examinar las diferentes significaciones
del sujeto, desde el sujeto cognoscente individual (centrado en el “yo”) hasta el
punto de distinguir los sujetos del psicoanálisis (centrados en el inconsciente
del deseo), del marxismo (los agentes de la acción transformadora de la histo-
ria, es decir, el proletariado) y del derecho (la persona titular de un derecho o
de una obligación) (Marques Neto 1993a, 7, 9, 19). Marques Neto afirma que
“es posible abordar el tema de los sujetos colectivos de derecho suscribiéndolo
a una interpretación proveniente del campo psicoanalítico. Como cualquier
formación social, tales sujetos no dejan de tener una referencia al inconsciente”
(Marques Neto 1993a, 28). De otro modo, el surgimiento de los sujetos colecti-
vos de juridicidad proyecta una subjetividad que alcanza lo social. Tales agen-
tes del deseo, conscientes de sus carencias y con capacidad de autoorganización
en la lucha por sus derechos, definen el proyecto emancipatorio de cambio del
imaginario colectivo. En opinión del autor, en lo que respecta a la naturaleza
jurídica que define los sujetos colectivos de derecho, ésta se encuentra íntima-
mente ligada a la naturaleza jurídica de los derechos alternativos (Marques
Neto 1993a, 21). Sobre este punto es indispensable examinar la postura crítica
del autor con relación al determinismo marxista y a su minimización en el psi-
quismo y los deseos humanos. Sin defender la ruptura o incluso la negación del
legado histórico marxista, Marques Neto entiende que se vuelve “forzoso reco-
nocer en la teoría marxista su gran fecundidad como modelo explicativo origi-
nal (...) capaz de dar cuenta, con suficiente consistencia, de la comprensión de
toda una amplia textura de relaciones sociales (...)” (Marques Neto 1992, 47).
De ahí se desprende que hoy en día toda contribución importante a la discusión
crítica sobre la conceptualización y las condiciones de posibilidades del dere-
cho alternativo debe hacerse “a partir de ciertas relaciones con el marxismo”
(Marques Neto 1982, 37. Véase igualmente Marques Neto 1993b). Es cierto
que el autor, aunque haya cuestionado críticamente el determinismo marxista,
166 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

se esfuerza por establecer un punto de confluencia sutil entre marxismo y psi-


coanálisis en el diálogo con el derecho. En síntesis, en el actual jurista Marques
Neto no hay ningún corte o ruptura con el teórico dialéctico de A Ciencia do
Direito: Conceito, Objeto e Método, ya que el adepto a la utopía y a la emanci-
pación mantiene un proceso de continuidad con aquello que pensaba anterior-
mente, sólo que ahora lo hace por intermedio de la lectura realizada por catego-
rías psicoanalíticas26.
Desde hace algunos años, Jeanine N. Philippi se ha dedicado a las lecturas
psicoanalíticas del derecho, buscando el diálogo constante y fructífero con
Agostinho Marques Neto, así como el contacto permanente con los grupos
freudianos de Florianópolis. En su disertación de maestría, Philippi propone
una aproximación interdisciplinaria, articulando el problema del sujeto de dere-
cho con la teoría psicoanalítica. Para ello vuelve sobre las concepciones tradi-
cionales del “sujeto”, buscando recalcar críticamente la distinción y la especifi-
cidad de esta temática en los campos del derecho y del psicoanálisis, y señalar
la interacción de los posibles puntos de encuentro. Más allá del interés por la
problemática del sujeto de derecho, Jeanine N. Philippi se ha preocupado por la
relectura crítica del pensamiento de Pierre Legendre, y adicionalmente ha estu-
diado el desarrollo del proceso de legitimación del derecho desde el punto de
vista del psicoanálisis, así como las posibilidades del uso del referencial psi-
coanalítico como formulación teórico-práctica de alcance crítico alternativo
(véase Philippi 1996, 124-126; 1994a, 64-72; 1994b, 167-179).
En síntesis, en lo que tiene que ver con la incipiente crítica jurídica de
perspectiva psicoanalítica en Brasil, es preciso tener clara la inexistencia de un
movimiento institucional o de un grupo constituido con una producción siste-
matizada, ya que en realidad, como sugiere Jeanine N. Philippi, lo que se cons-
tata es el surgimiento

de algunas investigaciones aisladas que intentan reflejar esta intersección.


Tales estudios, a su vez, no conforman una unidad relacionada de inter-
cambios y reflexiones sobre el tema. Por el contrario, hay que señalar que
ciertos juristas brasileños, que hablan en nombre de una aproximación
psicoanalítica del derecho, no tienen mayor conocimiento del psicoanáli-
sis, y en ese sentido confunden la producción teórica con las fantasías in-
telectuales, las cuales acaban diluyendo el inmenso potencial crítico que
está implícito en las articulaciones serias que buscan la intersección entre
la teoría psicoanalítica y el discurso jurídico. (Philippi 1996, 4. Igualmen-

26
En los últimos años sus mas importantes preocupaciones han sido reflejadas en
las siguientes obras: Marques (1999, v, 2, 225-238; 2000 a, 211-221)
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 167

te Philippi 2001, tesis de doctorado)

También debemos mencionar algunas incursiones que reflejan una prime-


ra tentativa de acercar el derecho al psicoanálisis, desarrolladas por investiga-
dores que trabajan en el área psicoanalítica, como Cyro Marcos da Silva (ma-
gistrado y profesor en la Universidad Federal de Juiz de Fora, UFJF), Carlos
Alberto Plastino (profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, UFRJ),
Fernanda Otoni y Rodrigo da Cunha Pereira.
Tanto el I Encuentro Nacional de Derecho y Psicoanálisis, realizado en
Curitiba entre el 26 y el 29 de octubre de 1994, como el II Encuentro, llevado a
cabo conjuntamente con el Congreso Internacional de Ética y Ciudadanía (oc-
tubre 31 a noviembre 4 de 2000), también en la capital del estado de Paraná,
fueron extremamente importantes. Ambos eventos permitieron la relación y el
diálogo entre juristas críticos y psicoanalistas no dogmáticos (E. Marí, C. Cár-
cova, Alicia Ruiz, Agostinho Marques Neto, G. Pommier, H. Frignet, C. CaIli-
garis, Clara Cruglak, Philippe Julien, Enrique Dussel y muchos otros), hacien-
do posible la problematización y profundización en el derecho (cómo “conjugar
norma jurídica, ética y subjetividad”) y en el psicoanálisis (cómo hacer compa-
tibles “inconsciente y responsabilidad del sujeto”) (véanse Silva 1994; Pereira
1997; Otoni 1999, 189-198).

6.3.- EXPERIENCIAS INSTITUCIONALlZADAS


DE CRÍTICA EN EL DERECHO

Aunque este libro haya privilegiado la descripción de numerosas escuelas y


autores relacionados con concepciones de crítica jusfilosófica y sociológica,
dado el creciente impulso cuestionador y la búsqueda de renovación que atra-
viesan las diversas instancias del derecho positivo tradicional, resulta imperioso
mencionar la presencia cada vez mayor de teóricos académicos y operadores
jurídicos políticos que asumen un discurso y una postura críticas en la docen-
cia, en la actividad profesional, así como en el espacio de discusión que de ella
se desprende. En la actualidad, la “crítica jurídica” ya no es el monopolio de
teóricos, filósofos, sociólogos o juristas, sino que trasciende al plano empírico
de las prácticas sociales participativas, bien sea en relación con el individuo
profesional o con los grupos, asociaciones y movimientos sociales. El interés
por una nueva dirección y fundamentación para el derecho se hace perceptible
en el gran número de autores “antidogmáticos” que trabajan en diversas áreas
técnicas del derecho haciendo crítica intradogmática, es decir, que operan refle-
jando el interior de la propia dogmática jurídica. Este avance de experiencias
jurídicas, actuales y concretas, puede comprenderse mejor si se abre en dos: a)
168 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

una crítica jurídica formulada por los académicos y b) una crítica jurídica
practicada por los operadores jurídicos.

6.3.1.- Crítica jurídica académica

Si bien esta mención será parcial e incompleta, susceptible de ser actualizada


permanentemente, por cuanto la constatación es en exceso temporal y reduc-
cionista, cabe mencionar algunos autores-investigadores que han venido
haciendo “crítica jurídica” en diversas áreas del derecho, tomando como refe-
rencia sus libros y artículos publicados en órganos especializados de Brasil.

6.3.1.1.- Derecho público y análisis institucional

Iniciaremos esta descripción señalando la relevancia del trabajo de los juristas


José Ribas Vieira, Eros Roberto Grau y Fábio Konder Comparato, todos con
experiencia en la docencia y en la investigación, y con un apreciable número de
publicaciones científicas en su país.
José Ribas Vieira es profesor titular de teoría del Estado y de derecho
constitucional en la Universidad Federal Fluminense, así como profesor aso-
ciado del curso de maestría en derecho en la PUC/SP, donde durante algún
tiempo ejerció las funciones de coordinador. Hizo un posdoctorado en Francia
y es investigador permanente del CNPq∗. Desde hace varios años se ha intere-
sado por estudiar algunos temas jurídicos, desde una perspectiva crítica, inter-
disciplinaria y política, tales como el autoritarismo y el orden constitucional, el
Estado de derecho, el acceso a la justicia y los derechos humanos, el poder
judicial y su legitimación democrática, la regulación y los movimientos socia-
les, la resolución de conflictos y los derechos del consumidor, etc. (véase Viei-
ra 1988; 1989, 133-146; 1992, 115-125; 1993; 1995). Recientemente, basándo-
se en estudios de caso, José Ribas Vieira ha dado prioridad al examen atento de
las relaciones entre Estado y sociedad por medio de la regulación jurídica. El
autor analiza y privilegia el derecho del consumidor como un nuevo derecho,
que refleja en su esencia y características la trayectoria “de una no regulación
estatal”. Para ello, Vieira examina e insiste en categorías estratégicas como el
pluralismo, la modernidad, la legitimidad, el orden y el desorden, la regulación
jurídica, constitución comunitaria, etcétera.
Otro nombre que proviene de la Facultad de Derecho de la USP y que hoy
ocupa las funciones de ministro en el Supremo Tribunal Federal (Brasilia) es el


El CNPq es el órgano federal estatal que financia las investigaciones científicas en
Brasil. [Nota del traductor]
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 169

de Eros Roberto Grau. Aunque se haya destacado por sus libros como especia-
lista en sectores más técnico-dogmáticos del derecho, como el derecho econó-
mico, comercial (la corrección monetaria), urbano (planeación) y constitucional
(normas programáticas), no ha dejado de incursionar en campos más cercanos a
la jusfilosofía. En ese sentido, ha examinado críticamente la cuestión de los
conceptos jurídicos, la redefinición de las nociones de legalidad y legitimidad,
la importancia de los principios generales del derecho, entre otras (ver Grau
1978, 1988, 1990, 1996).
También Fábio Konder Comparato es jurista y profesional con una inten-
sa actividad como consultor técnico, y miembro de numerosas asociaciones
como la Comisión de Justicia y Paz de São Paulo, el Consejo Nacional de De-
fensa del Consumidor, etc. Es profesor titular en la Facultad de Derecho de la
USP, así como doctor en derecho de la Universidad de París. Se dedicó al dere-
cho comercial y ha publicado varios libros y más de una decena de artículos.
Cuenta con una sólida formación jurídica delineada por enfoques innovadores y
dialécticos, y ha adoptado una postura política de compromiso participativo
centrada en los procesos democráticos de rupturas y cambios sociales. Fábio K.
Comparato consigue conciliar el ejercicio de la práctica profesional técnica con
posturas críticas y progresistas en el derecho, aportando una rica reflexión que
abarca los derechos y garantías fundamentales, la democracia, la participación
popular, la nueva ciudadanía, etc. (véase Comparato 1986; 1989; 1992, 23-32;
1999).

6.3.1.2.- Derecho constitucional

Entre los autores que vienen realizando un análisis crítico intradogmático en la


esfera del derecho constitucional, debemos recordar a Clemerson Merlin Cleve,
Willis Santiago Guerra Filho, Eduardo K. Carrion, Luís Roberto Barroso y
Menelick de Carvalho Neto.
Con una serie de artículos publicados en revistas brasileñas y varias obras
en el área del derecho público, Clemerson M. Cleve, doctor en derecho y titular
de la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), ha
tenido un paso brillante por temas que van desde la teoría y la filosofía del de-
recho hasta el examen riguroso de la dogmática constitucional. En su desarrollo
crítico de cuestiones técnicas del derecho constitucional ha explorado y discu-
tido, con mucha competencia, el problema de la actividad legislativa y norma-
tiva del poder ejecutivo a partir del Estado constitucional brasileño (véase Cle-
ve 1988, 1993a, 1993b, 1995, 1999).
Como resultado de su doctorado y sus investigaciones hechas en Alema-
nia (Bielefeld), Willis Santiago Guerra Filho, antiguo profesor de la Facultad
170 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

de Derecho de la Universidad Federal de Ceará (UFC) y ahora incorporado a


los Programas de posgrado en São Paulo y Río de Janeiro, se destaca en el
mundo académico con la obra Ensaios de Teoria Constitucional, cuya premisa
clave es que la Constitución no es “un cuerpo estático de normas, sino un ver-
dadero proceso, que cotidianamente proporciona la realización de los objetivos
fijados por ella”. La concepción del orden constitucional como proceso estaría
contribuyendo al avance del Estado democrático de derecho. Aunque parte de
su producción se sitúa en el derecho constitucional, esto no impide la constante
y rica presencia de estudios sobre teoría del derecho, proceso constitucional,
derechos fundamentales, así como algunas incursiones iniciales en el psicoaná-
lisis (ver Guerra Filho 1989; SF; 1993, 64-71; 1997; 1999; 2001a; 2001b;
2001c).
Durante algunos años, Eduardo K. Carrion hizo permanente incursión en-
tre derecho constitucional e instituciones políticas. Es profesor jubilado de de-
recho constitucional y enseña en los cursos de posgrado en derecho de la Uni-
versidad Federal de Río Grande del Sur. Autor de un gran número de artículos
editados en revistas de derecho público y en periódicos del sur de Brasil, sus
reflexiones sobre las instituciones político-jurídicas nacionales revelan el perfil
formado con sólidas bases teóricas, poseedor de una crítica aguda y creativa.
Muchas de sus lecturas se acercan particularmente a la doctrina política y cons-
titucional francesa, inclinándose y buscando en ocasiones categorías originarias
de una antropología intercultural (véase Carrion 1985; 1992, 65-70; 1997;
2000).
Igualmente debemos señalar el cuestionamiento intradogmático del espe-
cialista en derecho público Luís Roberto Barroso, profesor de derecho constitu-
cional de la Facultad de Derecho de la Universidad del Estado de Río de Janei-
ro y teniendo una maestría en derecho en el Yale Law School. Se trata de un
constitucionalista reconocido por la seriedad y profundidad de sus apreciacio-
nes técnico-formales que presentan una perspectiva renovadora y abierta. Sus
formulaciones críticas problematizan el proceso institucional y la teoría consti-
tucional, las normas programáticas, el derecho ambiental y los principios cons-
titucionales, la aplicación y efectividad de las normas constitucionales, etc. (ver
Barroso 1990).
Finalmente, mencionaremos la contribución de una joven generación que
vienen destacando en la teoría y en la hermenéutica constitucional, en la cual
destacan: Ingo W. Sarlet, Gilberto Bercovici, Néviton Guedes, Flávia Piovesan,
Lenio L. Streck y otros.
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 171

6.3.1.3.- Derecho laboral

El derecho laboral es una de las áreas del derecho que mejor favorece y estimu-
la las investigaciones críticas, en la medida en que la sociedad capitalista se
funda en el valor del trabajo, y el orden jurídico aparece como una instancia
que ofrece unas garantías mínimas a la fuerza de trabajo marginada. Pensando
en la redefinición del papel del derecho laboral frente a las nuevas fuerzas pro-
ductivas periféricas y de las nuevas relaciones sociales desiguales, se instaura
la lucha institucional en los sindicatos y tribunales, a través de algunos aboga-
dos populares y magistrados laboralistas alternativos, entre quienes están Salete
M. P. Maccalóz (profesora y juez laboral), Carlos Simões (abogado), Roberto
A. O. Santos (Universidad Federal de Pará, juez laboral jubilado), Magda Ba-
rros Biavaschi y Ricardo Carvalho Fraga (ambos jueces laborales en Porto
Alegre-RS), Aldacy Rochad Continho (UFPR) (véanse Paulon 1984, Maccalóz
1984, Maccalóz 1997).

6.3.1.4.- Derecho internacional

El escenario internacional se encuentra rodeado de profundas contradicciones,


producidas y articuladas por los grandes intereses de los centros globales de
poder. La dominación mundial fue propicia a la aparición de un orden globali-
zado caracterizado por estructuras de contradicciones, fuerza, privilegios y
desigualdades. El proceso de cambio y reconstrucción del nuevo orden jurídico
internacional pasa necesariamente por la resolución de los problemas político-
ideológicos y socioeconómicos de las naciones periféricas. Esta discusión sobre
el derecho internacional a la autodeterminación y al desarrollo, sustentado en la
justicia, los derechos humanos y en la participación igualitaria de los actores
internacionales ha sido el tema que sustentan la obra y los artículos de autores
como Celso Albuquerque de Mello (fallecido hace poco tiempo y antiguo pro-
fesor de derecho internacional), José Monserrat Filho (Instituto Universitario
Candido Mendes-RJ), Odette Maria de Oliveira (Curso de posgrado en derecho
de la UFSC), y otros (véanse Mello, en Ferraz 1980, 243-269; Monserrat Filho
1982; De Oliveira 1998, 2000, 2001).

6.3.1.5.- Derecho penal

La cuestión del crimen y del control social en el contexto de las formaciones


sociales capitalistas periféricas está incluida en la esfera de los engranajes bu-
rocráticos del Estado y de sus aparatos represivos, lo cual imposibilita o limita
la mayoría de las veces las prácticas de política criminal alternativa. Criticando
172 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

y rompiendo con la metodología legalista de las criminologías tradicionales,


algunos investigadores buscan establecer una justicia criminal a partir del nue-
vo perfil histórico-social. Estos investigadores son: Juarez Cirino Dos Santos
(profesor universitario en la PUC/PR), Vera Regina Pereira de Andrade
(UFSC), Nilo Batista (Universidad Candido Mendes y consultor criminalista en
Río de Janeiro), João Ricardo W. Dornelles (PUC/RJ y Facultades Integradas
Bennett), Maria Lucia Karam (Instituto Carioca de Criminología), Salo de Car-
valho (PUC/RS), Afrânio Silva Jardim, Vera Malaguti Batista (Universidad
Candido Mendez-RJ) y Gerardo Prado (Instituto Carioca de Criminología).
(Véanse Dos Santos 1981, 2000; Capeller 1992, 63-79; Andrade 1997; Batista
1990, 2000; Karam 1993; De Carvalho Salo 1998, 2001).

6.3.1.6.- Derecho procesal

La crisis del derecho que atraviesa sus instancias de jurisdicción permite la


creación de una nueva mentalidad, que revalora la administración de justicia,
teniendo en cuenta una mayor participación de la comunidad. Si bien es cierto
que hasta hace poco tiempo el proceso jurisdiccional era concebido únicamente
como un mecanismo estatal técnico, hoy en día se ha transformado en el ins-
trumento político para la garantía de los derechos y la realización de la justicia.
Dentro de estos nuevos caminos del proceso (con un perfil más democrático y
participativo) podemos registrar la presencia de la Escuela Procesalista de São
Paulo, compuesta principalmente por profesores de la Universidad de São Pau-
lo como Ada Pellegrini Grinover y Kazuo Watanabe. En esa misma dirección
renovadora encontramos al procesalista Joaquim Calmon de Passos (Universi-
dad Federal de Bahia, UFBA) y a Ovidio A. Baptista da Silva (Facultad de
Derecho de la UFRGS y Cursos de posgrado de la PUC/RS y de Unisinos).
Igualmente cabe destacar la presencia del grupo de procesalistas de Curitiba,
del cual Jacinto N. de Miranda Coutinho (UFPR y PUC/PR) es uno de los más
representativos. Además de contar con posturas psicoanalíticas, Coutinho pre-
senta un discurso de ruptura, con influencia de las lecturas de pensadores lati-
noamericanos como Enrique D. Dussel. También debemos mencionar a otros
procesalistas que han venido proyectándose por su originalidad, su actitud anti-
dogmática y el uso de metodología crítica, como José de Albuquerque Rocha
(Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Ceará) y Luiz Guilherme
Marinoni (Universidad Federal del Paraná)27.

27
Para una comprensión de los nuevos rumbos del proceso jurisdiccional y de sus
principales representantes, consultar Grinover, Dinamarco, Watanabe (1988). En lo
que respecta a la contribución teórico-crítica de los procesalistas cercanos a los "al-
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 173

6.3.1.7.- Sociología, enseñanza jurídica y derecho político

Además del jurista-sociólogo José E. Faria, por su papel en investigación empí-


rica del derecho también podemos mencionar a Felipe A. de Miranda Rosa
(antiguo magistrado y profesor de sociología jurídica en la Universidad Federal
de Río de Janeiro, UFRJ), Claudio Souto (profesor emérito de sociología del
derecho de la UFPE), Joaquim de A. Falcão (antiguo investigador en la Funda-
ción Joaquim Nabuco y profesor de la UFRJ), Eliane Botelho Junqueira (profe-
sora de sociología jurídica de la PUC y del Instituto Derecho y Sociedad), Lu-
ciano Oliveira (profesor de ciencia política de la UFPE y de la Facultad de
Derecho de Recife) y Sérgio Adorno (profesor en la Facultad de Filosofía, Le-
tras y Ciencias Humanas de la USP, integra, junto con Paulo Sérgio Pinheiro, el
Núcleo de Estudios sobre la Violencia en São Paulo. La obra de estos dos auto-
res examina temas jurídicos bajo una interpretación política y sociológica). Es
importante recordar a Roberto Kant de Lima (Universidad Federal Fluminen-
se), quien se ha especializado en análisis crítico comparativo con fundamentos
antropológicos sobre las instituciones judiciales y policiales en Brasil y en los
Estados Unidos (véanse Miranda Rosa 1977; Miranda Rosa y Cândido 1988;
Falcão 1984a; Junqueira 1991; 1992,95-114; 1993; 1999; 2001; Adorno 1988;
Kant de Lima 1993, 60-73; 1995; Oliveira 1994, 1995; Pinheiro et al. 2000).
En lo que tiene que ver con la discusión crítica sobre la enseñanza jurídica
y su problematización en el plano institucional, cabe recordar el profundo co-
nocimiento de la materia de Joaquim de A. Falcão, Paulo Luiz Neto Lóbo (ex-
presidente de la Comisión de Enseñanza Jurídica del Consejo Federal de la
OAB), Aurélio Wander Bastos (Universidad de Río de Janeiro-UniRio e inves-
tigador de la Casa Rui Barbosa y del CNPq), y Horácio Wanderlei Rodrigues
(Centro de Ciencias Jurídicas de la UFSC). (Ver Lôbo 1996, 7-16; Rodrigues
1988, 1993, 1994; Bastos 1992, 2000).
La aproximación crítico-interdisciplinaria entre el derecho y la política en
el contexto de procesos institucionales ha sido establecida por algunos juristas
de mucho respeto en el medio académico e intelectual, como Raymundo Faoro
(jurista ya fallecido, ensayista, escritor, comentarista político y consultor jurídi-
co), Dalmo de Abreu Dallari (Facultad de Derecho de la USP), João Luiz Du-
boc Pinaud (Universidad Federal Fluminense) y Darcísio Correa (Unijuí/RS),
entre otros (véanse Faoro, en Lyra 1986, 29-37; Faoro 1959; Dallari 1980,
1996, 1998,2001; Pinaud 1989, 3-25; 1992; Corrêa 1999).

ternativos", véanse Coutinho (1984; 1993, 145-161; 1994,33-43; 2001), Albuquerque


Rocha (1993, 137-149; 1995; 1998) y Marinoni (1993a, 81-87; 1993b).
174 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

6.3.1.8.- Derecho civil

El empeoramiento de la crisis estructural que atraviesa la sociedad brasileña


estimuló nuevas formas de conflictos colectivos relacionados con las necesida-
des materiales en el campo y en los centros urbanos. Esto implica una lucha
constante de concienciación y movilización efectiva por los derechos de pose-
sión, a la vivienda, al suelo urbano y a la propiedad agrícola, principalmente
incentivada por operadores jurídicos que buscan, por medio de una crítica in-
novadora, desmitificar ciertas instituciones sagradas del derecho privado (mar-
cadas por la tradición burguesa individualista). Entre dichos operadores se en-
cuentran Jacques Távora Alfonsin (procurador del Estado de Río Grande del
Sur y abogado de los movimientos populares), Nilson Marques (abogado ya
fallecido ligado al Sindicato de Trabajadores Rurales), Luiz Edson Fachin (pro-
fesor de derecho civil de la UFPR y de la Escuela de Magistratura), Gustavo
Tepedino (profesor universitario y civilistas en Río de Janeiro), Paulo Luiz
Neto Lôbo (profesor de la Universidad Federal de Alagoas) y otros (véanse
Alfonsin 1989, 17-37; Marques 1988; Fachin 1988; 1998; 1991, 87-94; 2000;
Tepedino 1991; Lôbo 1998; Chagas 1994a, 11-20; 1994b, 30-34).

6.3.1.9.- Historia del Derecho

Se trata del resurgimiento y del desarrollo del campo de estudios históricos, de


una historicidad en el Derecho, engendrada y articulada en la dinámica de la
vida productiva, de la estructura de poder y de las relaciones sociales, volvién-
dose esencial revelar la comprensión de lo que puede significar las formas sim-
bólicas y reales de la cultura jurídica, de los operadores legales y de las institu-
ciones jurídicas, en un contexto interdisciplinar. Se constata el gran impulso
que la Historia del Derecho adquirió en Brasil, sea en la esfera del micro y del
macro análisis, con investigaciones teóricas y empíricas, particularmente vol-
viendo partes de nuestra cultura tradicional y contribuyendo para la edificación
de nueva historicidad jurídica. Tales preocupaciones están presentes en teóricos
e investigadores con distinta formación, provenientes del derecho, de la historia
social y de la ciencia política, como: José Reinaldo Lima Lopes (USP), Anto-
nio Carlos Wolkmer (UFSC), Arno Wehling (UFRJ y UGF), Ricardo Marcelo
Fonseca (UFPR), Arno Dal Ri Jr. (UFSC), Airton L. Cerqueira-Leite Seelaen-
der (IBHD), Keila Grinberg (Cândido Mendes), Gizlene Neder (UFF y
PUC/RJ), Andrei Koerner (UNIFIEO/SP) y otros.
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 175

6.3.1.10.- Derechos Humanos, Ambiental y Bioderecho

Para enfrentar el momento histórico, en el sentido de que está constituido por la


apropiación del capital y por el orden internacional marcado por la globaliza-
ción neoliberal, se percibe una nueva etapa de la sociedad y una nueva perspec-
tiva teórico-política y epistemológica, en que el mundo jurídico responde a los
nuevos desafíos y a los problemas complejos de dimensión inédita. Ha de bus-
carse un diálogo abierto, pluralista y democrático sobre algunas áreas relativa-
mente nuevas (Derechos humanos, Derecho ambiental y del consumidor, Dere-
cho a la vejez y Bioderecho), susceptibles a las más profundas transformacio-
nes de tenor transindividual, multicultural, biogenético y en tecnología de la
información. Insertos en ese eje común de cuestionamientos interdisciplinar, se
encuentran: en el área de los derechos humanos, Jayme Benvenuto Lima Jr.
(GAJP-PE), Paulo César Carbonari (IFIBE-RS), Flávia Piovensan (PUC/SP),
Helio Bicudo, João Baptista Herkenhoff, Antonio A. Cançado Trindade (UnB).
En la esfera del Derecho Ambiental, José R. Morato Leite, Fernando A. de
Carvalho Dantas (UEA), Cristiane Derani (PUC/Santos), Rogerio Portanova
(UFSC). Y, por último, en el campo del Bioderecho, Volnei Garrafa (UnB) y
Reinaldo Pereira e Silva (UFSC).

6.3.2.- Crítica jurídica práctica

La crítica jurídica práctica se lleva a cabo, fundamentalmente, en el espacio


institucional de los tribunales y en la actuación jurisdiccional; es ejercida por
operadores jurídicos profesionales, compuestos por pequeños pero cada vez
más significativos grupos de la magistratura, fiscales y por abogados militantes
que se identifican con las reivindicaciones de los grupos populares menos favo-
recidos de la sociedad.

6.3.2.1.- Magistratura alternativa y democrática

En el ámbito de la magistratura existen grupos e individuos que vienen asu-


miendo una postura progresista, atrevida e incluso alternativa. Inspirados en
una interpretación más política y sociológica, sobre todo no dogmática, desvin-
culada de formalismos, estos magistrados hacen resistencia a las leyes injustas,
explotando las ambigüedades y las omisiones del derecho positivo oficial para
defender la causa de los menos favorecidos. Por su actitud pionera y el impacto
causado, el grupo de los jueces del Estado de Río Grande del Sur es sin duda el
movimiento brasileño de mayor repercusión en la construcción de una justicia
social igualitaria y de un derecho “nuevo”. Entre los miembros de la “magistra-
176 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

tura alternativa gaucha” están Amílton Bueno de Carvalho (fundador y uno de


los principales exponentes del movimiento, conferencista polémico, profesor de
la Escuela Superior de la Magistratura), Rui Portanova (Facultad de Derecho de
la UFRGS), Márcio de O. Puggina, Aramis Nassif, Marco Antonio B. Scapini,
Eugenio Fachini Neto y otros (véanse Carvalho 1992, 1998, 1999; Portanova
1992, 1993, 199-223; Nassif 1991, 152-156).
Otro frente es el de la “magistratura democrática” de São Paulo, que tam-
bién ha discutido la función del aparato judicial en Brasil y la democratización
de la administración de justicia. Uno de sus principales representantes, Dyrceu
Aguiar Dias Cintra Júnior (juez en São Paulo e integrante de la Asociación de
Jueces para la Democracia), defiende que la constitución de una magistratura
democrática está directamente relacionada con la “búsqueda de una nueva ética
de jurisdicción” (Cintra Júnior 1993, 53-58; 1994, 20-24. ver también Ruiz
1996, 145-162).
Conjuntamente con la “magistratura alternativa” y la “magistratura demo-
crática”, no se puede omitir la práctica jurisdiccional comprometida con el
“nuevo” derecho por parte de algunos jueces que actúan de manera aislada pero
no menos relevante, como es el caso de Lédio Rosa de Andrade (juez y profe-
sor universitario), João Baptista Herkenhoff (magistrado y antiguo profesor de
derecho en la Universidad Federal de Espíritu Santo), José Renato Nalini (juez
del Tribunal de Competencia Criminal de São Paulo y coordinador del Núcleo
de Estudios de la Escuela Paulista de la Magistratura) y muchos otros (véanse
Andrade 1992, 1996; Herkenhoff 1986, 1990, 1993, 1997; Rato 1989,167-184;
Nalini 1995). De la misma manera, dentro de una perspectiva identificada con
el proceso histórico de transformación social encontramos algunos miembros
del Ministerio Público estatal y federal, como los promotores de justicia en São
Paulo (Ribeirão Preto), Antonio Alberto Machado y Marcelo Pedroso Goulart
(ver Machado y Goulart 1992, Machado 1999).

6.3.2.2.- Abogacía popular

Existe la importante presencia, en el plano de la institucionalidad oficial, de la


“abogacía intelectualizada y política” (Elício de Cresci Sobrinho y Hélio Perei-
ra Bicudo) y de la “abogacía popular”, orientada hacia la atención práctica
efectiva de las masas marginadas del campo y de la periferia urbana, así como
de la asistencia a las asociaciones profesionales, sindicatos y movimientos so-
ciales (véanse Cresci Sobrinho 1991; Bicudo 1982, 1997). Dentro de la pers-
pectiva de una abogacía comprometida con la garantía y la afirmación de los
derechos de grandes sectores de la población, debemos nombrar, entre otros, a
T. Miguel Pressburger, Miguel Baldez (ambos abogados populares antiguos
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 177

integrantes del Instituto de Apoyo Jurídico Popular, AJUP/RJ y defensores del


“derecho insurgente”), Melillo Diniz (abogado defensor de la ciudadanía), Cel-
so Soares (abogado en Río de Janeiro), José Carlos D. Castro (abogado de co-
munidades indígenas en Belén, y profesor de derecho de la Universidad Federal
de Pará, UFPA), Wilson Ramos Filho (doctor en derecho y abogado de sindica-
tos y federaciones de trabajadores en Paraná y Santa Catarina), Miguel Moacir
Alves Lima (promotor público jubilado y abogado), Carlos F. Marés de Souza
Filho (abogado defensor de las causas indígenas) (véanse Pressburger, en
ArrudaJr. 1991,9-16; Baldez 1988-1989,62-88; Soares 1993,93-113; Diniz y
grupo Gajop sf; Castro 1999; Ramos Filho 1991, 155-171; Lima, en Arruda Jr.
1992, 42-54; Souza Filho 1998).

6.4.- CRÍTICA JURÍDICA Y DERECHO ALTERNATIVO

Hasta aquí, la intención de este libro ha sido describir el significado y la fun-


ción que ejerce el pensamiento crítico en el derecho, no sólo en el sentido de
desmitificar lo que legalmente está instituido (lo injusto e ineficaz), sino sobre
todo de rescatarlo como instrumento pedagógico que haga posible la construc-
ción de las premisas estructurales que conduzcan a un derecho “nuevo”. Frente
a la creciente problematización, es natural que se lleve a cabo la aproximación
y el paralelo entre la “crítica jurídica” y la práctica del “derecho alternativo”.
La “crítica del derecho” se sitúa, como ya se dijo, en el espacio de la plu-
ralidad heterogénea de los movimientos insurgentes con posturas metodológi-
cas y epistemológicas distintas (enfoques emancipatorios, socialistas, liberales,
reformistas y nihilistas), pero que presentan ciertos presupuestos comunes que
son esenciales como denuncia y desarticulación del discurso y de los procedi-
mientos del derecho en todas sus formas alienantes. Tales condiciones constitu-
tivas para una teoría crítica en el derecho se refieren, como apunta Rodrigues, a
la “construcción del objeto determinado” (delimitación del concepto operacio-
nal), al “método escogido” (sistémico, dialéctico y semiológico) y al estableci-
miento de los objetivos o metas que deben ser alcanzados (la desmitificación de
la ciencia jurídica tradicional y la producción de nuevas formas de acción en el
universo jurídico) (véase Rodrigues 1993, 135-141). El principal problema que
se ha revelado con relación a los movimientos de “crítica jurídica” es que si su
“función teórica” de denuncia y de desacralización ha alcanzado los resultados
esperados, la “función práctica”, en lo que se refiere a la efectividad de los
cambios y a la solución de los problemas, no alcanza este nivel. Además, seña-
la Rodrigues, la “crítica jurídica” tiene la propensión a negar el papel de la
dogmática legal, cayendo muchas veces en el discurso abstracto e insuficiente
que no favorece que el jurista-práctico busque, en el ordenamiento vigente, las
178 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

“posibilidades de soluciones para las reivindicaciones populares” (Rodrigues


1993,167-168).
Desde la perspectiva de Rodrigues, por esta razón el movimiento del de-
recho alternativo, en la medida en que implica la superación de la “crítica jurí-
dica tradicional”, reproduce el “proceso de absorción de sus avances y la elimi-
nación (...) de sus equívocos y lagunas” (Rodrigues 1993, 151). En realidad,
como afirma este autor, el derecho alternativo

es una consecuencia de todo el proceso de crítica del derecho, desarrolla-


do principalmente a partir del inicio de los años setenta. La falta de resul-
tados concretos, que viene de la ausencia de estrategias específicas, llevó
al surgimiento de una serie de acciones individuales o grupales que en
determinado momento comenzaron a despuntar, a las cuales les fue dada
esta denominación. (...) Con relación a la mayoría de los movimientos
críticos anteriores, el derecho alternativo es innovador. Escoge una op-
ción por los pobres -una opción práctica y no sólo retórica como se veía
anteriormente-. Su propuesta (...) se desplaza de lo académico hacia la ca-
lle. (Rodrigues 1993, 153-154)

Esta característica de innovación práctica del derecho alternativo es lo


que, según Rodrigues, lo diferencia de los demás movimientos críticos, ya que
la “crítica del derecho tradicionalmente se preocupó por mostrar los efectos
del derecho como dominación”. Así, permaneció en la esfera teórica y en la
estrategia académica, “con un mínimo de inserción social”. Por su parte, “el
derecho alternativo busca recuperar la posibilidad transformadora de lo jurídi-
co, colocándolo al servicio de la liberación. (...) En ese sentido, la estrategia
global del movimiento es la guerra de posición (...) es decir, la búsqueda efec-
tiva de salidas y opciones concretas frente a la situación vigente” (Rodrigues
1993, 170).
A finales de la década de los ochenta, la expresión “derecho alternativo”
designaba una disciplina propuesta en la Escuela de la Magistratura del estado
de Río Grande del Sur, coordinada por el juez Amilton Bueno de Carvalho.
Teniendo presente esta experiencia, ciertos sectores de la prensa asociaron po-
lémicamente esta designación con el grupo de magistrados gauchos que venían
profiriendo sentencias y resolviendo conflictos de forma no convencional y
progresista (véanse Maklouf 1990,6; Arruda Jr. 1992, 167-168). En poco tiem-
po, la expresión alcanzó resonancia nacional y pasó a configurar la pluralidad
de instancias profesionales habilitadas para articular frentes de lucha dentro de
la legalidad instituida (el uso alternativo del derecho) y de la legalidad insur-
gente a ser confirmada (las prácticas de pluralismo jurídico), etcétera.
TRAYECTORIA CRÍTICA DEL DERECHO BRASILEÑO 179

A pesar de toda su proyección y repercusión en el medio académico y en


las instancias de la jurisdicción, no fue posible definir rigurosamente la concep-
tualización, caracterización y fundamentos del derecho alternativo. Algunas
tipologías han sido hechas por Amilton B. de Carvalho y Edmundo L. Arruda
Jr. (principales representantes del movimiento), en el sentido de propiciar el
avance de una formulación teórico-práctica general y sistematizada.
En algunos de sus trabajos, particularmente en la innovadora obra Direito
Alternativo na Jurisprudência, Amilton B. de Carvalho propone que el “movi-
miento del derecho alternativo”, en su sentido más amplio, comprende los si-
guientes frentes de lucha: 1. Uso alternativo del derecho: se trata de la utiliza-
ción, por vía de la interpretación diferenciada, “de las contradicciones, ambi-
güedades y lagunas del derecho legislado dentro de una óptica democratizante”.
2. Positivismo de combate: es el uso y el reconocimiento del derecho positivo
como arma para la realización concreta de los derechos que ya se encuentran en
los textos jurídicos pero que no han sido aplicados. 3. Derecho alternativo en
sentido estricto: es el “derecho paralelo, emergente, insurgente, el derecho de
la calle, no oficial, que coexiste con aquel que surge del Estado. Es un derecho
vivo, actuante, que está en permanente formación/transformación” (Carvalho
1992, 89-90; 1993, 11-15. Ver también la obra escrita conjuntamente con su
hijo: Carvalho y Carvalho 2000).
Arruda Jr., admitiendo que los dos problemas centrales del “movimiento
del derecho alternativo” son la falta de una mayor elaboración teórica y de una
rigurosa crítica jurídica “intradogmática”, entiende que su dinámica es un
“continuum que supera el conjunto de la crítica y que apunta hacia muchos
caminos” (Arruda Jr. 1992, 171-172). De ahí se entiende que tal expresión en-
vuelva una “connotación política de gran alcance fáctico”. Teóricamente, al
examinar el fenómeno de la alternatividad, el autor señala la existencia de la
“teoría de los usos de los derechos”, aglutinando “tres niveles articulados, aun-
que con un orden de prioridades. Tal tipología solamente tendrá sentido cuando
provoque un diálogo interior entre los prácticos del derecho, enriqueciéndola,
negándola, redefiniéndola a la luz de las múltiples ramas del derecho”28. De
este modo, la “teoría de los usos de los derechos” se desdobla en tres niveles: 1.
Dimensión de lo instituido-ignorado: la legalidad ignorada. Es el nivel de la
exigencia de la efectividad de normas jurídicas ya abarcadas en el sistema jurí-
dico, comenzando por la Constitución Federal. 2. Dimensión de lo instituido-
releído: la legalidad releída. Es el nivel de la relectura hermenéutica, la polise-
mia, la legislación infraconstitucional. 3. Dimensión de lo instituyente-negado:

28
Estas afirmaciones corresponden a una carta del 10 de abril de 1994 que el profesor
Edmundo L. de Arruda Jr. dirigió al autor de este libro.
180 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

la legalidad negada. Se trata del nivel de las luchas y los conflictos no institu-
cionalizados, como el movimiento de los Sin Tierra. Es el derecho alternativo
por excelencia y a la vez el lugar del pluralismo jurídico29 (ver también Arruda
Jr. 1992, 174-175).
En síntesis, a partir principalmente de las contribuciones teóricas de Car-
valho y Arruda Jr. se hace necesario fijar unos criterios político-metodológicos
esenciales del “movimiento de derecho alternativo”, a saber:
a) el derecho es el instrumento de lucha a favor de la emancipación
de los menos favorecidos y olvidados por la justicia, en una so-
ciedad de clase como la brasileña. Consecuentemente, se descarta
el carácter apolítico, imparcial y neutral de los operadores y de
las instancias de jurisdicción;
b) dentro de los principales objetivos del “movimiento” está la
construcción de una sociedad caracterizada como socialista y
democrática;
c) la escogencia metodológica de gran parte de sus adeptos se hace
por el método histórico-social dialéctico, utilizándolo a través de
la interpretación jurídico-progresista, cuyo objetivo es explotar
las contradicciones, omisiones e incoherencias de la legalidad vi-
gente;
d) los “alternativos” privilegian como parámetro central la concre-
ción de la legitimidad de las mayorías y la implementación de la
justicia social (véanse Carvalho 1992, 87-88; 1993, 8-11; Arruda
Jr. 1992, 172-173; Rodrigues 1993, 154, 167-168).
Los primeros pasos en el sentido de una sociedad democrático-pluralista y
de la justicia social efectiva ya fueron establecidos, teniendo en cuenta que el
papel de la “crítica jurídica” es fundamental como estrategia didáctico-
pedagógica para crear las condiciones epistemológicas y político ideológicas de
un derecho “nuevo”, el cual podrá manifestarse, en un futuro próximo, bajo la
forma auténtica del Pluralismo jurídico comunitario-participativo (véase
Wolkmer 2001, 2006). De todo lo expuesto aquí, parece claro que ni la “crítica
jurídica” ni el “derecho alternativo” se pueden visualizar como si fueran proce-
sos disociados y distintos, sino como el desencadenamiento de un mismo y
complejo proceso teórico-práctico que va avanzando, superándose y redefi-
niéndose permanentemente.

29
Ídem.
CONCLUSIÓN

E n distintos momentos de este libro se comprobó que la trayectoria históri-


co-social del pensamiento jurídico-filosófico está marcada, en las últimas
décadas, por múltiples tendencias innovadoras, compartidas por ideas, autores
y escuelas. Este pensamiento acaba por reforzar la convicción de la existencia
de una profunda crisis de valores, la necesaria redefinición de la racionalidad
que sustenta el saber oficial dominante, el imperativo de buscar otros funda-
mentos de verdad y el innegable significado que reviste hoy en día el surgi-
miento del pensamiento crítico (teórico-práctico) en las ciencias humanas y en
el mundo del derecho. El actual estado de desarrollo de la modernidad confir-
ma los límites y la insuficiencia de los modelos culturales, normativos e ins-
trumentales que justifican la dimensión de la vida, la organización social y los
parámetros de cientificidad. Los paradigmas que produjeron la condición y la
posibilidad de existencia de esta modernidad, delineada por el idealismo indi-
vidual, por el racionalismo liberal y por el formalismo positivista, y que a su
vez mantuvieron el rigor lógico del discurso filosófico, científico y jurídico,
han visto sus sustratos cuestionados y sustituidos por nuevos patrones de refe-
rencia y de legitimación. Tales aserciones también dejan entrever el agotamien-
to natural y la crisis del paradigma de la ciencia jurídica dogmática y la conse-
cuente sistematización de contradiscursos desmitificadores y alternativos.
Sin ninguna intención de desconocer la complejidad temática, en esta
obra se mostró que el pensamiento crítico en el derecho hace parte del contexto
de amplio y heterogéneo movimiento insurgente, el cual termina por presentar
ciertos objetivos comunes y compatibles, aunque no materialice una estructura
sistemática de categorías científicas y a pesar de que aglutine numerosas postu-
ras metodológicas y tendencias epistemológicas diferenciadas. Dichos objeti-
vos se revelan obligatorios como punto de partida para la construcción de una
crítica consistente del fenómeno jurídico. Según Luis Alberto Warat, las
aproximaciones críticas se identifican cuando denuncian las funciones político-
ideológicas del normativismo estatal, cuando denuncian las falacias y las abs-
tracciones técnico-formalistas de los discursos legales, cuando cuestionan
“...las bases epistemológicas que comandan la producción tradicional de la
182 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

ciencia jurídica”, cuando desacralizan las “...creencias teóricas de los juristas


en torno a la problemática de la verdad y de la objetividad” y, por fin, cuando
“reposicionan el derecho en el conjunto de las prácticas sociales que lo deter-
minan (...)” (Warat 1983a, 39).
Presentados implícitamente, en el panorama de ideas, autores y escuelas,
los diferentes enfoques de los movimientos críticos pueden ser vistos en fun-
ción de dos grandes finalidades: a) como contribución teórica, los objetivos se
caracterizan por la denuncia y por la desmitificación del saber jurídico tradicio-
nal (y es ahí donde reside su punto fuerte); b) como expresión de instrumentali-
zación práctica, los objetivos definen las estrategias concretas y la efectividad
de los cambios. En este aspecto -la insuficiente capacidad de concreción- es
donde reside la más grande fragilidad de las corrientes críticas.
En primer lugar, nótese que tales proposiciones son perfectamente percep-
tibles luego del estudio de las propuestas teóricas que informan los Critical
Legal Studies, la Association Critique du Droit, el Uso Alternativo del Derecho
y las demás “escuelas” críticas/antidogmáticas europeas y latinoamericanas. Es
decir, casi todas utilizan aportes teóricos de naturaleza sistémica, semiológica y
principalmente dialéctica (enfoques predominantemente neohegelianos,
marxistas instrumentales o neomarxistas), con una incisiva preocupación por la
interdisciplinariedad, por el pluralismo crítico y por la perspectiva marcada-
mente político epistemológica.
Las “teorías críticas” demuestran eficientemente cómo se procesa la pro-
ducción del saber jurídico tradicional, cómo se hace realidad el compromiso
con el poder dominante y cómo ocurren las disfunciones de su estructura nor-
mativa frente a la experiencia social actual. Todas las corrientes jurídicas in-
surgentes no sólo analizan las condiciones del dogmatismo técnico-formal y la
pretensión de cientificidad del derecho oficial vigente, sino que ante todo pro-
ponen nuevos métodos de enseñanza e investigación, que conducen a la desmi-
tificación y a la toma de conciencia de los actores jurídicos. Igualmente, estas
corrientes nuevas propician la articulación de estrategias de elaboración extra
legem, basadas en el pluralismo de fuentes normativas, que no pasan necesa-
riamente por el Estado, y el estímulo modificador de actitudes que llevan a una
mayor eficacia y efectividad de la aplicación de la justicia, una justicia identifi-
cada con los intereses de las mayorías.
Con todo esto, la demarcación cuidadosa de los objetivos en la praxis nos
muestra las antinomias y las incongruencias de las “teorías jurídicas críticas”
que todavía no han logrado solucionar adecuadamente los problemas identifi-
cados y diagnosticados. Estamos frente a la especificidad de un fenómeno que
se ha mostrado convincente como discurso teórico, pero que no ha podido ma-
terializar en la práctica todos sus intentos efectivos. Esta particularidad puede
CONCLUSIÓN 183

ser ejemplificada con la observación cotidiana de que la mayor parte de los


teóricos y juristas que dicen ser “antidogmáticos”, y que se sirven de un discur-
so teórico crítico, han asumido históricamente posturas y actitudes profunda-
mente marcadas por una práctica conservadora. Se hace necesaria la implemen-
tación de estrategias concretas para viabilizar las transformaciones socioeco-
nómicas y político-jurídicas defendidas por los movimientos de “crítica jurídi-
ca”. Para que el pensamiento crítico se sobreponga al saber dominante y deje
de ser una mera reflexión marginada, incorporada y neutralizada por la instan-
cia dogmatizada, es prioritario crear mecanismos que partiendo de reflexiones
histórico-materiales y trascendiendo la retórica discursiva, especifiquen un
proyecto de transformación de lo real. Se impone así la necesaria adecuación de
una “dialéctica integradora” entre propuestas teóricas y prácticas sociales efec-
tivas.
Debemos alejarnos de la inconsistencia de las proposiciones discursivas
que, aunque sean crítico-desmitificadoras, no consiguen impulsar proyectos
concretos de modificación de la realidad social. Por consiguiente, se hace im-
prescindible que, además de la superación de la antinomia “discurso teórico
insurgente/práctica modificadora efectiva”, se imponga la reordenación de los
discursos de “crítica jurídica”, teniendo presentes las cuestiones epistemológi-
cas y las cuestiones político-ideológicas. Las cuestiones epistemológicas abar-
can el objeto del conocimiento jurídico, la opción metodológica y el restable-
cimiento de los objetivos de la crítica. Las cuestiones político-ideológicas
comprenden la decodificación práctica de las formas represivas del poder insti-
tucionalizado en las normas disciplinarias, la exacta percepción de las “estruc-
turas/funciones” de la legalidad en el espacio de las correlaciones de fuerzas y
de dominación del Estado burgués capitalista, la recuperación de la dimensión
“política” de lo “jurídico” como estrategia de desacralización y de efectiva
experimentación social, etc. Tal problematización se incluye en la originalidad
del proyecto articulador de una “crítica jurídica” adaptada a la realidad del
capitalismo periférico y a los sistemas jurídicos caracterizados por estructuras
colonizadas, dependientes y subdesarrolladas. La construcción de una formula-
ción jurídica “teórico-práctica”, relativa a las formaciones sociales periféricas
del tercer mundo, pasa por el rompimiento de los criterios de cientificidad que
mantienen la dogmática jurídica tradicional, por la redefinición de las vertien-
tes político-socioeconómicas que sustentan los paradigmas racionales de “críti-
ca jurídica”, elaborados con base en modelos europeos y norteamericanos, pero
desvinculados de las experiencias sociales e históricas de la periferia capitalis-
ta, y finalmente por la armonización de un orden jurídico que, aunque resulte
de la praxis político-existencial y del juego dialéctico de las correlaciones de
fuerzas, se vuelve el instrumento efectivo de implementación de las medidas
184 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

transformadoras.
Incluso, si preliminarmente se admiten los límites de los presupuestos
epistemológicos y la hasta ahora poca eficacia práctica de los movimientos de
“crítica jurídica”, no los podrá minimizar y/u omitir frente al creciente espacio
que vienen ocupando en el contexto de la filosofía, de la ciencia y de la socio-
logía jurídicas de las últimas décadas. A pesar de que la instancia ocupada por
las concepciones de “crítica jurídica” no se revista de lo que se podría llamar el
“nuevo” derecho, ella acaba legitimándose como el camino viable para llegar a
ese “nuevo” derecho. Se trata indudablemente del primer paso, del inicio de un
proceso pedagógico de innegable importancia, ya que el pensamiento jurídico
crítico (entendido como “crítica jurídica” emancipatoria) asume un papel estra-
tégico de transposición e inversión de la ciencia jurídica dogmática en la bús-
queda de la diferencia y de lo insurgente en el ámbito de inserción del derecho.
La elaboración “teórico-práctica” del “pensamiento jurídico crítico” se articula
así como un estatuto epistemológico, esencialmente revolucionario y pedagógi-
co, capaz de concienciar, emancipar y movilizar los sujetos históricos, creando
las condiciones reales para el salto del paradigma legal individualista a la efica-
cia de la juridicidad humanizadora, democrática y pluralista.
En síntesis, a lo largo de todo este libro se procuró que la comprensión
justa de los autores y de las escuelas permitiera extraer ideas centrales, concep-
tos esenciales y categorías críticas, con el fin de construir un cuadro teórico
político-jurídico uniforme, adecuado a las especificidades de diferentes forma-
ciones sociales, principalmente de aquellas que aún hoy en día luchan por su
independencia económica, política y cultural. El grado de significación no resi-
de únicamente en la competencia del discurso crítico que desacraliza el forma-
lismo dogmático normativista, comprometido de hecho con los mitos ideológi-
cos y con las relaciones del poder dominante, sino igualmente en el compromi-
so pedagógico de la “crítica jurídica” con la creación de un espacio alternativo
de cambios, informado por la discusión y por la participación, generador de un
derecho verdaderamente justo. Ahora bien, el llamado a un derecho justo no es
nada más que la reafirmación de un “nuevo” derecho, un derecho insurgente
que, sin perder su dimensión universal, se muestre compatible con la satisfac-
ción de las necesidades fundamentales de las estructuras socioeconómicas de-
pendientes y periféricas (como es el caso de la especificidad latinoamericana),
un derecho apto para transformar la reflexión crítico-dialéctica en vivencia
humanizadora incorporada por la praxis política “conciencia-
ción/emancipación”. Proclamar el surgimiento de otro derecho en el contexto
de América Latina y dentro de los marcos del pluralismo comunitario, partici-
pativo y democrático, lleva necesariamente implícito el reconocimiento de un
CONCLUSIÓN 185

proyecto ético-político emancipador que permita el florecimiento de una nueva


cultura jurídica30.

30
Este proyecto se encuentra desarrollado en Wolkmer (2001).
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BIOGRAFÍA RESUMIDA
Prof. Cr. Antonio Carlos Wolkmer

E l autor es profesor titular de “Historia de las Instituciones Jurídicas”


de la UFSC (Universidad Federal de Santa Catarina). Es profesor
también en los cursos de Graduación (impartiendo las materias de: “His-
toria del Derecho” e “Historia del Pensamiento Jurídico”), y de Postgra-
do en Derecho en la misma Universidad (responsable de las materias de:
“Teoría Política”, “Pluralismo Jurídico” e “Historia de las Instituciones
Jurídicas”). Doctor en Derecho, Maestro en Ciencia Política y Especia-
lista en Metodología de la Enseñanza Superior.
Fue investigador en la Facultad de Derecho de la Unisinos-RS, de
1978 la 1991, donde ejerció, aún de 1984-1991, las funciones de Coor-
dinador del Curso de Postgrado en Derecho Político. Igualmente fue
profesor visitante de “Hermenéutica Jurídica” en la Escuela Superior del
Ministerio Público de RS, entre 1984-1987. Integró la vice-presidencia
del Consejo Nacional de Investigación y Postgrado en Derecho
(CONPEDI) y actualmente es vice-coordinador del Programa de Post-
grado en Derecho de la UFSC (Universidad Federal de Santa Catarina).
Es investigador del CNPq y de la Fundación Cassamarca (Treviso-
Italia), así como socio efectivo del Instituto de los Abogados de Rio
Grande do Sul y del Instituto Brasileño de los Abogados (Río de Janei-
ro), miembro del Instituto de Derecho y Sociedad (IDES) y de la Socie-
dad Brasileña para el Adelanto de la Ciencia (SBPC).
Profesor visitante de los cursos: Máster y Doctorado en Estudios
Históricos Latino-Americanos (Unisinos-RS); Máster en Criminología y
Derecho Penal de la Universidad Candido Mendes (Río de Janeiro) y ex-
docente del Máster en “Derecho y Democracia en Iberoamerica” en la
Universidad Internacional de Andalucía (La Rabida, España). Desde
1999, es profesor invitado del Curso de Doctorado en Derechos Huma-
nos y Desarrollo en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla-España). A
partir del año 2006 es profesor invitado a cursos de actualización en Fi-
losofía del Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Autó-
noma de San Luis Potosí (México).
218 INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO JURÍDICO CRÍTICO

Es colaborador de revistas especializadas de Brasil y de otros paí-


ses, con más de media centena de artículos y ensayos publicados. Autor
de los libros: Constitucionalismo e Direitos Sociais no Brasil (São Pau-
lo: Acadêmica, 1989); O Terceiro Mundo e a Nova Ordem Internacional
(2. ed., São Paulo: Ática, 1994); Elementos para uma Crítica do Estado
(Porto Alegre: Sergio A. Fabris, 1990); Ideologia, Estado e Direito (4.
ed., São Paulo: Revista dos Tribunais, 2003); Introdução ao Pensamento
Jurídico Crítico (5. ed., São Paulo: Saraiva, 2006); Pluralismo Jurídico
– Fundamentos de uma Nova Cultura no Direito (3. ed., São Paulo: Al-
fa-Omega, 2001). Organizador y co-autor de los libros: Crise da Justiça
e Democratização do Direito (Joaçaba: UNOESC/UFSC, 1998); Direito
e Justiça na América Indígena: Da Conquista à Colonização (Porto A-
legre: Livraria dos Advogados, 1998); Fundamentos de História do Di-
reito (3. ed., Belo Horizonte: Del Rey, 2005); Introdução à História do
Pensamento Político (Río de Janeiro: Renovar, 2002); Direitos Huma-
nos e Filosofia Jurídica na América Latina (Río de Janeiro: Lumen Ju-
ris, 2004); Os “Novos” Direitos no Brasil: Natureza e Perspectivas.
(São Paulo: Saraiva, 2003); Fundamentos do Humanismo Jurídico no
Ocidente (São Paulo: Manole, 2005); Sintesis de uma História das Idéi-
as Jurídicas. Da Antiguidade Clássica à Modernidade. (Florianópolis:
Fundação Boiteux, 2006). Obras traducidas al español: Introducción al
Pensamiento Jurídico Crítico (Bogotá: ILSA, 2003; San Luis Potosí:
CEDH-UASLP, 2006); Pluralismo Jurídico. Fundamentos de uma Nue-
va Cultura en el Derecho. (Sevilla: MAD, 2006).
INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO
JURÍDICO CRÍTICO, de Antonio Carlos
Wolkmer, se terminó de imprimir en la ciudad de
San Luis Potosí, el mes de mayo del 2006. Se
imprimió en los talleres de Organización Edito-
rial Tangamanga, S.A. de C.V., y consta de
1,000 ejemplares.

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