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“Una vergüenza menos,

una libertad más”


La Reforma Universitaria en clave de futuro

Pablo Gentili*

I —Hace media hora que te estamos esperando


para iniciar la reunión; ¿vas a venir? —preguntó.
Aquella tarde los astros parecían haberme dado El encanto de mi bucólica tarde carioca reple-
una tregua. El clima de Río de Janeiro estaba in- ta de paz y aventura intelectual se desvaneció
usualmente agradable: ni mucho frío ni mucho repentinamente. Todo no pasaba de una mera
calor. Mateo, mi dulce niño, por aquel enton- ilusión. Mi maldita agenda me había jugado una
ces con siete años, jugaba en su cuarto con un mala pasada. Cambié rápidamente de ropa y me
amigo y, por alguna misteriosa razón, los gritos dispuse a salir cuando recordé que Mateo y su
de gol no inundaban la casa. Ninguna actividad amigo estaban jugando solos en el cuarto. Puse
me impedía iniciar la lectura de un libro que, cara de día festivo y emulando el patetismo del
hacía vaya a saber cuánto tiempo, consideraba payaso de McDonald’s, me animé a sugerir:
indispensable para seguir pensando. Hoy es mi —Teo, ¿no querés acompañarme a la UERJ?
día, imaginé. Tendré derecho a la felicidad, al —Pa, otra vez no, por favor, estoy jugando con
ocio intelectual que el agobio cotidiano me nie- Luiz Carlos —respondió Mateo, mostrando las
ga con su persistente y casi siempre esquizo- marcas de un prematuro y quizás justificado re-
frénica rutina. Hoy es mi día, sospeché. Y sonó sentimiento hacia las instituciones universitarias.
inesperadamente el teléfono. Luiz Carlos, su amigo, es hijo del portero de
Era Emir. Por la forma en que acentuaba las un edificio de la cuadra y de una empleada do-
últimas sílabas de cada palabra intuí que algo méstica que trabaja tres pisos más arriba. Vive
estaba equivocado.
* Doctor en Educación por la UBA. Secretario Ejecu-
tivo Adjunto de CLACSO.  Universidade do Estado do Rio de Janeiro.
en el cuarto de servicio del departamento don- como para un bautismo: camisa blanca, panta-
de su mamá trabaja y que, en una extensión de lón largo azul marino, peinado fundido al crá-
seis metros cuadrados, comparte toda la fami- neo y una sonrisa nerviosa que le iluminaba el
lia. Luiz Carlos es carioca. Su papá y su mamá rostro. La madre, con sus manos apoyadas en
paraibanos. Paraíba es uno de los estados más los hombros del niño, preguntó:
pobres y más injustos del Brasil. —¿Es verdad que van a ir a la universidad?
—Que venga Luiz Carlos también —propuse. Quedé perplejo y desconcertado. La pregun-
Los dos se miraron sorprendidos. Luiz Carlos ta era mucho más difícil de lo que jamás hu-
ni siquiera esperó a que Mateo reaccionara. biera imaginado. Mientras trataba de comenzar
—Vamos —dijo, mientras pegaba un salto y, co- una respuesta que diera cuenta de mi perspica-
rriendo, gritaba—: Voy a preguntarle a mi mamá. cia sociológica, Mateo irrumpió, diciendo:
Esperamos varios minutos y Luiz Carlos no —Sí, vamos rápido, así volvemos pronto.
aparecía. La impaciencia me invadía, no tanto Y salimos, Luiz Carlos vestido de día de fies-
por la ansiedad de participar de la inoportuna ta, Mateo en bermudas, zapatillas y una cami-
reunión en el LPP, sino porque temía llegar a seta sin mangas.
la universidad y que la reunión estuviera termi- Cuando llegamos a la UERJ les pedí a los niños
nando, debiendo soportar las justificadas mira- que salieran del coche para poder estacionarlo
das de condena moral que iban a propinarme en un lugar minúsculo que les impediría luego
mis colegas. El timbre del departamento sonó bajar. Estacioné, hice las contorsiones de rigor
y, saliendo de mi ensimismado estado de culpa, y salí apresurado en dirección a la puerta princi-
abrí la puerta apresurado. Para mi sorpresa, pal. La Universidad del Estado de Río de Janeiro
allí estaban Luiz Carlos y su madre. Él, vestido está al lado del Estadio de Maracanã, frente a
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la Favela de Mangueira y emplazada en un con- te nada de lo que había estudiado hasta allí acer-
junto de espantosos edificios de concreto gris ca de las universidades y sus políticas servía para
con más de veinte pisos de altura cada uno. Un ofrecerle una explicación convincente sobre la
entorno, digamos, imponente y, al menos para generosidad de nuestra institución y las virtudes
mí, bastante poco acogedor. Para mí, porque a supuestamente redentoras del esfuerzo y la per-
juzgar por la mirada de Luiz Carlos, nuestra per- severancia para llegar a ocupar un pupitre en al-
cepción acerca de la arquitectura lugareña era, guna de sus salas de clase. Ya ni recuerdo qué le
sin lugar a dudas, diametralmente opuesta. respondí. Creo que Mateo me salvó del precipicio
—Qué lindo —dijo, sin que Mateo ni yo pu- en que había caído. Fue él quien dijo, si la memo-
diéramos agregar ningún comentario contem- ria no me falla, algo inteligente al respecto.
porizador—. Qué lindo —repitió. A partir de ese momento, cada vez que llego
—Bueno —traté de complementar en tono a la UERJ, no puedo dejar de mirar hacia arriba,
estúpidamente pedagógico—; es grande, sí, contemplar sus más de veinte pisos de concre-
porque aquí trabaja mucha gente, se dan mu- to gris, y de sentir una responsabilidad enorme,
chas clases y hay bastantes bibliotecas. Vos, mientras circulo por los corredores con la mira-
cuando seas más grande, vas a venir a estudiar da triste de Luiz Carlos clavada en mi espalda.
acá. Ojalá seas compañero de Mateo.
Luiz Carlos me miró y discretamente sonrió.
—No, yo acá no creo que venga —dijo casi II
en susurro—. Mi papá ya me avisó que la uni-
versidad no es para los pobres. La historia de Luiz Carlos actualiza, noven-
Es difícil comprender los momentos en que se ta años después, el legado que heredamos de
combinan las rupturas epistemológicas y episte- aquella heroica gesta de la Reforma Universita-
mofílicas en un ser humano. Cuando esto ocurre, ria, cuya explosión detonó en Córdoba y fue re-
se produce la oportunidad de un aprendizaje ex- corriendo las Américas como un torbellino de
traordinario. Un aprendizaje que cala, hiere, pene- libertad, justicia y compromiso con la igualdad.
tra la piel. Invade y coloniza el cuerpo. Se vuelve Su Manifiesto Liminar, datado el 21 de junio
inolvidable. La frase de Luiz Carlos me petrificó. de 1918, constituye, sin lugar a dudas, uno de
O sería su risa triste, no lo sé. Nada, absolutamen- los más bellos y poderosos documentos políti-
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cos del siglo XX. Una fuente de inspiración in- consolidar alternativas posneoliberales que re-
telectual y de energía militante que acompañó animan esperanzas de cambio y transformación
a cada una de las generaciones que, desde en- en nuestro continente. Sin lugar a dudas, aun
tonces, asumieron que la lucha por la universi- con sus resultados no siempre contundentes,
dad pública y la lucha por la justicia social son algunos de los nuevos gobiernos democráticos
indivisibles, inevitables e impostergables. de la región han puesto en marcha transforma-
Cristalizar la Reforma de 1918 como un he- ciones que ponen en evidencia la crisis de legi-
cho del pasado nos lleva a descartarla o a glori- timidad del neoliberalismo y la emergencia de
ficarla, a ignorarla o a momificarla, reduciendo una agenda de reformas que algunos años atrás
su sentido y alcance, abandonándola en un ce- parecía inimaginable.
menterio de efemérides donde la consagración Entre tanto, hay un campo en que los gobier-
del olvido parece ser su destino más noble. nos posneoliberales de América Latina parecen
Pensar la Reforma en clave de futuro signi- enfrentar enormes dificultades, mostrando no
fica poner en evidencia la plena actualidad de pocas limitaciones para implementar políticas
algunos de sus postulados y principios inspi- democráticas que consoliden su carácter públi-
radores, así como las barreras que el proceso co: las universidades. Por diversos motivos, y
reformista enfrentó, en virtud de su coyuntura a noventa años de la Reforma Universitaria de
histórica y de las limitaciones estratégicas de Córdoba, la delantera en la formulación de pro-
sus protagonistas. Actualizar el legado de la puestas de cambio para las universidades lati-
Reforma supone reconocerla y comprender- noamericanas la siguen detentando los sectores
la en su dialéctica histórica, recuperando la más conservadores y tecnocráticos de nuestras
extraordinaria vitalidad del legado político y sociedades. En rigor, hoy la propia enunciación
ético que nos ha dejado aquella “nueva gene- de la necesidad de una “reforma universitaria”
ración latinoamericana”, según la expresión de parece patrimonio de quienes defienden la im-
José Carlos Mariátegui. plementación de políticas de privatización y
Noventa años después del estallido refor- mercantilización de la enseñanza superior y
mista, América Latina vive una coyuntura de no de aquellos que defienden una perspectiva
extraordinaria riqueza política. Procesos de transformadora y emancipadora para nuestras
movilización y luchas populares han permitido sociedades y sus universidades.
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Existe hoy, en América Latina, una evidente radicalmente opuestos y donde la disputa acer-
limitación de la izquierda para poder pensar de ca de la naturaleza del derecho a la educación se
forma creativa y transformadora nuestras uni- vuelve más compleja y, por momentos, difusa.
versidades públicas. Curiosa o no tan curiosa- En el campo universitario, revertir la enorme ca-
mente, la izquierda, que en algunos de nuestros pacidad de enunciación y de acción que poseen
países ha tenido mucho más densidad universi- los sectores conservadores y neoliberales, con
taria que “social”, ha carecido de condiciones sus políticas siempre sinuosas de privatización y
efectivas para pensar un proyecto emancipa- exclusión, supone, entre otras cosas, recuperar
dor y libertario, cediendo, muchas veces, las y actualizar los desafíos reformistas que, noven-
banderas y el poder de enunciación acerca del ta años atrás, marcaban, con todas sus virtudes
contenido de las reformas en la enseñanza su- y con todos sus límites, los horizontes de una
perior a las derechas y sus portavoces. universidad emancipadora y libertaria.
La combinación de una coyuntura de oportu- Sin pretender realizar un análisis exhaustivo
nidades políticas inéditas en la región, sumada, del conjunto de cuestiones que están involu-
por un lado, a las limitaciones que enfrentan los cradas en la necesidad de pensar la Reforma
nuevos gobiernos progresistas para intervenir en clave de futuro, realizaré aquí una rápida
y revertir los efectos de las políticas neolibera- revisión de algunos de los temas que, desde mi
les en el campo de la educación superior y, por punto de vista, coloca en la agenda política y
otro, a la pobre imaginación estratégica de los educativa este nuevo aniversario de la gesta re-
intelectuales que, desde el campo de la izquier- formista de 1918.
da, actuamos en los ámbitos universitarios, nos
imponen la necesidad de recuperar y actualizar
el legado reformista. En efecto, la necesidad de III
profundizar los procesos de transformación de-
mocrática que viven muchos de los países lati- Reforma. Las administraciones neoliberales
noamericanos en el presente momento, coloca que gobernaron o aún gobiernan algunos países
en la agenda política el debate público acerca de América Latina y el Caribe han desarrollado
de la función social de nuestras universidades, una muy diversa y prolífera batería de progra-
contraponiendo modelos educativos de sentido mas destinados, entre otras acciones, a rees-
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tructurar las universidades públicas, modificar mientos de defensa de la educación pública: la


de forma autoritaria su marco normativo, desa- reforma universitaria.
rrollar sistemas de evaluación y gestión basados No debe pues parecer curioso que el movi-
en un cuestionable productivismo académico, miento del 18 entendiera la Reforma como un
privatizar sus beneficios, transferir el costo del proceso de reflexión acerca de la universidad y,
sistema a las familias, discriminar o entorpecer al mismo tiempo, de cambio estructural en las
el acceso de los más pobres a las instituciones modalidades de gestión y administración aca-
públicas de calidad y promover sistemas de démica de las instituciones de educación supe-
gestión y control calcados del mundo empresa- rior. Se trataba de ser capaces de pensar po-
rial. Todas estas acciones y propuestas fueron líticamente en las instituciones universitarias
rápidamente ganando el mote de “reformas es- para dotarlas de nuevos sentidos y transfor-
tructurales” que, más allá de su dudosa eficacia, marlas mediante la acción colectiva. “Llamar a
condujeron a los movimientos de resistencia a las cosas por su nombre”, “arrancar el proble-
una estrategia y a un discurso muchas veces de- ma de raíz”: cambiar a las universidades para
fensivo o, incluso, conservador. cambiar a la sociedad. Un objetivo discutible y,
Así las cosas, la bandera de la “reforma” (en de cierta forma, prometeico, pero desbordante
minúscula) fue asumida rápidamente por los de un espíritu de época basado en una noción
sectores más reaccionarios de la sociedad, por noble y épica de la juventud y la acción revolu-
las organizaciones políticas de derecha y por cionaria. “Cansada de soportar a los tiranos”,
los organismos multilaterales de crédito, dejan- la “juventud” reclamaba su lugar en la historia,
do a los movimientos progresistas confinados y asumiendo su responsabilidad en la transfor-
estancados en el siempre riesgoso espacio de mación de las instituciones universitarias:
la protección o el resguardo de la memoria de
un pasado glorioso. La izquierda, de tal forma, Las universidades han sido hasta aquí el refugio
no sólo fue perdiendo la batalla de las trans- secular de los mediocres, la renta de los ignoran-
formaciones institucionales, sino también, en tes, la hospitalización segura de los inválidos y
el camino y casi sin darse cuenta, acabó siendo
expropiada de una referencia que, durante bue-  Las citas corresponden al Manifiesto liminar de la
na parte del siglo XX, había inspirado los movi- Reforma Universitaria (21 de junio de 1918).
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–lo que es peor aun– el lugar en donde todas las deprimente melancolía. Amparados en la nostal-
formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron gia de los espacios perdidos y en una indignación
la cátedra que las dictara. Las universidades han reactiva sobre los efectos antidemocráticos de la
llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades nueva ofensiva conservadora, buena parte de los
decadentes que se empeñan en ofrecer el triste sectores empeñados en la defensa de la educa-
espectáculo de una inmovilidad senil.
ción pública fuimos asumiendo la protección y el
resguardo de una institución que, en apariencia,
Reformar las universidades suponía transfor- pretendía ser reformada y transformada, per-
marlas radicalmente y, en un sentido demo- diendo las conquistas obtenidas en un pasado
crático, abrir la caja de Pandora de una ins- de glorias cada vez más tenues y difusas. Resulta
titución cuyos beneficios eran expropiados curioso que, en muchos de nuestros países, las
por los tiranos de cualquier especie, gracias al universidades no eran (ni quizás sean hoy) muy
concurso siempre solidario de los mediocres. diferentes de aquellas que tan vehementemen-
¿Iluminista? Sí, pero enormemente disruptivo, te denunciaban los jóvenes reformistas sesenta
transformador y desestabilizador de las verda- años atrás. Al menos, claro, en los aspectos que
des que sostenían un sistema de autoridad y hacen al sentido conservador de sus prácticas y
poder que exponía los trazos autoritarios, an- a su contribución a un modelo de poder y auto-
tidemocráticos, patrimonialistas, clientelares y ridad profundamente discriminador y excluyen-
excluyentes de los procesos de modernización te. Dimensiones que los gobiernos neoliberales
burguesa en América Latina y el Caribe. Por no hicieron otra cosa que profundizar, bajo la
eso: revolucionario. Perdón: reformista. curiosa retórica de estar reformando nuestras
Desde los años ochenta, la necesidad de de- universidades, construyendo las “nuevas” bases
fender las instituciones universitarias de la bru- de unas instituciones que, ahora sí, estaban lla-
talidad autoritaria heredada de las dictaduras, madas a ser los pilares de un proceso de moder-
por un lado, y de los regímenes neoliberales que nización basado en el progreso económico y la
se consolidaban y afianzaban en el poder con la ampliación ilimitada de las relaciones de merca-
prepotencia de sus gobiernos y con la legitimidad do a todas las esferas de la vida social.
del voto popular, por otro, fue contaminando las La “contrarreforma” neoliberal secuestró así
expectativas y los discursos progresistas de una la potestad de la reforma universitaria, confi-
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nando a la izquierda a un pantanoso universo El secuestro de la bandera de la reforma


discursivo donde se glorifica el pasado perdido universitaria por parte de las fuerzas conserva-
y se observa el futuro en un trance de horro- doras (entiéndase bien: no de las banderas del
rizada hipnosis. Las glorias del 18 se desva- Movimiento Reformista, sino de la pretensión
necían así ante una apropiación ilegítima de misma de asumir la reforma de las universida-
la Reforma por parte de aquellos que estaban des como un objetivo político impostergable)
dispuestos a acabar, de una buena vez, con sus forma parte de la misma lucha que se traba en
conquistas y desafíos. nuestro continente desde que los estudiantes
Los dueños de un pasado de vergüenza y opre- de Córdoba detonaron la mecha de la libertad.
sión se volvieron, gracias a una más que efectiva No hay, pues, ruptura, sino continuidad de un
metamorfosis discursiva y estratégica, los por- conflicto que pone en evidencia que la disputa
tavoces del cambio y de la transformación, de por los sentidos, por los significados que se lo-
la revolución productiva y de la modernización gran imponer a los acontecimientos, posee una
de unas universidades que ellos mismos habían contundencia política extraordinaria. En los
transformado en la mueca de lo que los refor- años veinte, quienes pretendían fundar un nue-
mistas imaginaron cuando, más de medio siglo vo modelo universitario eran los jóvenes revo-
antes, su mensaje corría como un reguero de lucionarios que aspiraban a edificar una nueva
pólvora por todos los países de América. Prepo- sociedad. Más de medio siglo más tarde, quie-
tente metamorfosis que empujó a los herederos nes recogían el guante, con objetivos y deman-
y herederas de las luchas por la Reforma Univer- das diametralmente opuestas a las de aquellos,
sitaria a apropiarse de un pasado que poco les eran los conservadores de antaño, travestidos
correspondía y que, en rigor, nada merecían. Cri- ahora en gurúes o portavoces de un mercado de
ticar la universidad pública pasó a ser visto como fronteras aparentemente ilimitadas. La izquier-
una forma de “hacerle el juego” a los dueños del da perdió así la batalla de las palabras. Y esto no
poder. Reformar las universidades pasó a ser es poca cosa en el campo de la política.
identificada como una práctica inherentemente Recuperar y resignificar la Reforma del 18,
destinada a privatizar nuestras instituciones y a supone, creo yo, reconstruir los sentidos de una
imponer la ley del más fuerte, discriminando a universidad que se mira a sí misma como un
los más débiles y a los desprotegidos. espacio desde donde es posible contribuir a la
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construcción de un futuro de justicia e igualdad; to y la necesidad de pensar en la universidad


desde donde es necesario actualizar la herencia como un “sistema” estaba ya presente, a pesar
de las luchas heroicas por la libertad, pero, tam- del carácter embrionario que tenía la estructura
bién, donde se trabaja cotidianamente para de- institucional de la educación superior en cada
construir una herencia colonial, repleta de bruta- uno de los países de la región y de las dificulta-
les formas de discriminación, subalternización y des de comunicación y relación que las limita-
explotación; desde donde se construye la utopía ciones tecnológicas de la época imponían.
y se desestabiliza el desencanto; desde donde se De tal forma, podemos reconocer que la na-
llama a las cosas por su nombre para, así, dar- turaleza sistémica del aparato universitario se
las vuelta y capturarlas por la raíz. Actualizar el reconocía en la estrecha asociación que existía
legado de la Reforma supone reconocer que es entre el modelo de sociedad impuesto y el mo-
necesario revolucionar nuestras universidades delo de universidad disponible. Pero, también,
para contribuir al proceso de revolucionar nues- entre el modelo pedagógico sobre el que senta-
tras sociedades. Desestabilizar las bases jerár- ba la autoridad en las instituciones universita-
quicas, antidemocráticas y patrimonialistas de rias y el monopolio del poder ejercido por las
nuestras universidades se transforma así en una oligarquías y las jerarquías clericales; entre los
radical contribución a desestabilizar las bases privilegios de un cuerpo docente corrompido
jerárquicas, antidemocráticas y patrimonialistas por las prebendas y el clientelismo y la brutal
de nuestras sociedades. Ésta quizás sea una de negación del derecho de nuestras sociedades a
las más dignas herencias que recibimos de la Re- vivir en un estado de libertad y felicidad plena.
forma Universitaria de 1918 y de los movimien- Así mismo, la naturaleza sistémica del apara-
tos reformistas que la inspiraron. to universitario se hacía, por oposición, paten-
te en las luchas y en las redes intelectuales que
se multiplicaban en una América Latina donde
IV ninguna de las ventajas tecnológicas de la ac-
tualidad siquiera eran imaginadas. Articulación
Sistema. Tampoco debe sorprender cómo, en los sistémica de las luchas para la construcción
diversos documentos, textos y batallas libradas de una nueva sociedad donde la universidad
por el Movimiento Reformista, el reconocimien- cumpliría la misión redentora y transforma-
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dora que le ha dado origen: fundar un nuevo Nada mal, considerando que noventa años
orden social, de la mano de una juventud para atrás era bastante más difícil que hoy recono-
la cual el “sacrificio es su mayor estímulo”, una cer la necesaria dimensión sistémica de toda
“juventud en trance de heroísmo”, para la cual lucha contra la opresión y el carácter articula-
“la esperanza es su destino heroico” y que está do y funcional de las instituciones universita-
llamada a construir las bases de sistema de jus- rias en el marco de un modelo de sociedad que
ticia, felicidad y libertad, cumpliendo con su les aporta sentido, al mismo tiempo en que es
revolucionaria misión de formar al soberano. dotada de sentido por éstas.
Dirán ellos: “en adelante, sólo podrán ser maes- Nada mal, considerando que el desarrollo
tros en la futura república universitaria los ver- de los sistemas educativos latinoamericanos
daderos constructores de almas, los creadores y caribeños durante la segunda mitad del siglo
de verdad, de belleza y de bien”. XX siguió una dinámica de intensa segmenta-
La épica de un discurso quizás ya perimi- ción y diferenciación, que impactó seriamente
do, aunque de trazos que exhalan una mística en el subsistema universitario, transformán-
libertaria vigorosa y valiente, no debe opacar dolo en un archipiélago de instituciones con
la pertinencia de un desafío impostergable que sentidos, estructuras y resultados extremada-
hoy interpela a todo movimiento reformista: mente diversos.
poner en evidencia la naturaleza sistémica de Nada mal, considerando que los gobiernos
un modelo de universidad indisolublemente neoliberales basaron buena parte de su eficacia
asociado a un modelo de sociedad autoritaria, privatizadora en la reestructuración de un sis-
jerarquizada y opresiva. Tampoco debe opacar tema universitario cada vez más fragmentado y
el reconocimiento de que la eficacia de las lu- pulverizado y en una fragmentación y pulveriza-
chas democráticas depende hoy, como en el ción cada vez mayor de los movimientos de re-
pasado, de la articulación de los movimientos sistencia al interior de las propias universidades
de resistencia, del intercambio y la coopera- (atomización del movimiento estudiantil, aleja-
ción nacional e internacional y de la difusión miento de las organizaciones docentes de otros
más amplia y generalizada de las nuevas ideas movimientos sociales o de otras organizaciones
que subsidian los procesos de construcción de sindicales, indiferencia de la sociedad acerca
una nueva sociedad. de las demandas universitarias y, también, no
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pocas veces, indiferencia de las universidades plista como irrelevante en sus consecuencias
acerca de las demandas de la sociedad). prácticas. Con bastante espíritu de autoindul-
La Reforma Universitaria de 1918 nos intima gencia, nos entusiasma afirmar que nuestras
a unir aquello que, en algunos países casi sin universidades públicas están o deberían estar
solución de continuidad, durante los últimos al servicio del pueblo. Un objetivo loable que
noventa años las políticas conservadoras no hi- se desvanece al no ser incrustado, enraizado en
cieron más que fragmentar y segmentar, partir la compleja trama de relaciones que esto supo-
y polarizar. A pensar, a imaginar y a construir ne, más allá de un complaciente bálsamo para
un modelo de universidad integrado y articula- toda conciencia pequeñoburguesa.
do (lo que no contradice el reconocimiento y el Nuevamente aquí, la Reforma Universitaria
respeto a la diversidad y al dinamismo institu- de 1918 nos ayuda a trazar algunos de los sende-
cional que debe existir en todo sistema demo- ros por los cuales transitar, sorteando los obstá-
crático) y a integrar las luchas y resistencias, culos de las respuestas dogmáticas o simplistas
potenciando sus resultados y ampliando sus al debate sobre la función social de las univer-
conquistas emancipadoras. sidades. Pensar la Reforma en clave de futuro
supone, como ya hemos afirmado, escapar a
toda aspiración de repetir vis a vis las consig-
V nas, diagnósticos y propuestas reformistas con
noventa años de atraso. Por el contrario, se tra-
Proyecto. Hay una potencial trivialización fun- ta de reconocer, en la radicalidad de ese movi-
cionalista en todo debate acerca del sentido y miento, los aportes que el mismo nos ha legado
la función ejercida por cualquier institución en y la necesidad de reformularlo en virtud de una
nuestras sociedades. La pregunta “¿para qué sir- especificidad histórica que actualiza esta heren-
ven nuestras universidades?” está, por lo tanto, cia en el marco de una nueva coyuntura.
condenada a una quizás inevitable simplifica- De tal forma, el debate sobre la función
ción que vuelve casi frívola toda respuesta uni- social de las universidades debe enmarcarse
direccional. Así, desde el campo de la izquierda siempre en la disputa en torno al modelo de
democrática, solemos caer en una frecuente y nación que pretendemos construir. Como he-
bienintencionada tentación discursiva, tan sim- mos visto, la crítica al ejercicio oligárquico de
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la docencia suponía una crítica implacable y los términos en que lo ha puesto el movimiento
contundente a un modelo de sociedad oligár- reformista, posee un valor inestimable.
quica sobre el que se instituía el régimen de En efecto, toda pregunta acerca de “¿para qué
dominación y segregación vigente. La colonia- sirve la universidad?” no puede estar desvincu-
lidad del saber y la colonialidad del poder se lada de la no menos compleja cuestión de saber
articulaban así de forma dialéctica. El movi- “¿a quién le sirven nuestras universidades?”.
miento reformista suponía que la destitución Noventa años después del Manifiesto limi-
de las bases de sustentación de esa pedagogía nar, América Latina y el Caribe constituye la
oligárquica, expresada de manera emblemáti- región más injusta del planeta. La disminución
ca en el “fariseísmo académico” de una casta de los índices de pobreza que, de forma tímida
docente que se pretendía incuestionable, era y aún modesta, ha despuntado en estadísticas
una condición impostergable para la derrota recientes, no ha podido revertir niveles de in-
de toda forma de tiranía y opresión. justicia social alarmantes y brutalmente per-
Más allá de la primacía que el movimien- sistentes en el continente. “¿Qué universidades
to reformista atribuía a la lucha universitaria necesitamos?” no deja de ser un interrogante
como fundadora y rectora del conflicto social, que cobra sentido en el debate acerca de “¿qué
aspecto que ya hemos mencionado, resulta in- proyecto de sociedad pretendemos construir?”,
negable la actualidad y la radicalidad del legado en un marco de reproducción sistemática de
recibido. Hoy, mientras nuestras universidades las condiciones de pobreza y exclusión en la
muchas veces oscilan entre un mandato que les que viven millones de latinoamericanos y lati-
impone como única meta someterse a las im- noamericanas en todos nuestros países.
placables demandas del mercado (formando y No creo que sea posible debatir, por ejemplo,
transmitiendo las competencias que exigen los los sentidos de toda aspiración a la “excelencia
puestos de trabajo en un sistema cada vez más académica”, un tema tan presente en los círcu-
competitivo) y cierto purismo académico que los universitarios contemporáneos, sin focalizar
se pretende incontaminado por las demandas nuestra mirada en la producción social de estas
de la sociedad y regido por las aspiraciones condiciones de exclusión y discriminación. Un
preclaras del espíritu científico, el debate so- proyecto de universidad que construye su mo-
bre la función social de las universidades, en delo de “excelencia” sobre la base de la omisión
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o la indiferencia a las condiciones de vida de mi- sectarismo teórico no son otra cosa que obs-
llones de seres humanos y a la capacidad que táculos que impiden una comprensión crítica
esta institución posee para luchar contra esa de nuestra realidad histórica. Descolonizar las
persistente opresión, es una institución don- universidades para contribuir a la lucha para la
de la “excelencia” acaba siendo la coartada, el descolonización del poder, parece ser un lema
pretexto quizás más efectivo para justificar su de gran actualidad que resuena intenso en la
cinismo y su petulancia intelectual. La frase del memoria viva del movimiento reformista, aun
Manifiesto es de una radicalidad extraordinaria cuando éste estaba inevitablemente contami-
y vale la pena repetirla: “[nuestras universidades nado de un prometeico iluminismo.
se han transformado así en] el lugar en donde La “excelencia académica” tiene que ver, por
todas las formas de tiranizar y de insensibilizar lo tanto, con la democratización efectiva de las
hallaron la cátedra que las dictara”. universidades, con la democratización de las
La “excelencia académica”, entre tanto, formas de producción y difusión de saberes
tampoco puede fundarse en un proyecto de socialmente significativos y con la propia de-
universidad que prescinde de la especificidad mocratización de las posibilidades de acceso y
que poseen las instituciones de educación su- permanencia de los más pobres en las institu-
perior y del radical poder desestabilizador que ciones de educación superior. Todo “proyecto
se deriva, potencialmente, de dicha especifici- académico” es inevitablemente un “proyecto de
dad. Las universidades deben ser espacios de vida”, o, si se prefiere, “un proyecto de pensar
producción y difusión de los conocimientos so- y construir la vida con y entre nosotros y los
cialmente necesarios para comprender y trans- otros”. Fuera de este marco, las universidades
formar el mundo en que vivimos, entenderlo parecen condenadas a buscar su redención en
de formas diversas y abiertas, siendo el campo la obsecuencia con los tiranos, sea cual fuere su
donde el debate acerca de esta comprensión se origen, sean cuales fueren las razones que ellos
torna inevitable y necesario. Las universidades buscan para justificar su propia existencia.
nos ayudan a leer el mundo, a entenderlo y a La “excelencia académica” se referencia así
imaginarlo. Para esto, la producción científica y en las oportunidades que las universidades
tecnológica constituye un aporte fundamental, nos crean para “revolucionar las conciencias”,
entendiendo que el monismo metodológico y el como dirán los reformistas; en las condiciones
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efectivas que ellas ofrecen para desestabilizar ministraciones posneoliberales, aun con toda su
los dogmas que imponen los poderosos; en la complejidad, deben tratar de huir de las trampas
lucha contra el autismo intelectual que nos que el neoliberalismo ha dejado, en un sendero
proponen los dueños del poder y replican sus repleto de señuelos y cantos de sirena, donde la
mediocres acólitos, ocultos tras la toga de la tentación del discurso tecnocrático puede ser el
prepotencia. Dirán los reformistas: “el chasqui- primer paso en dirección al fracaso.
do del látigo sólo puede rubricar el silencio de El proyecto de la Reforma es, por sobre to-
los inconscientes o de los cobardes”. Hacer de das las cosas, un contundente discurso ético,
esta expresión una guía de acción es, quizás, público, sobre nuestras universidades y sus
un indicador de excelencia más efectivo que el prácticas cotidianas. Construir las universida-
que cualquier prueba internacional de aprendi- des como un valor imprescindible en la lucha
zaje haya podido mostrar. contra la opresión y la injusticia significa recu-
perar el valor que han perdido nuestras institu-
ciones de educación superior en una era donde
VI las desigualdades y la explotación se volvieron
datos supuestamente irrelevantes. La universi-
Ética. Hemos señalado que América Latina, no- dad construye valores y, al hacerlo, se constru-
venta años después del estallido de la Reforma, ye a sí misma como aparato de reproducción
enfrenta una coyuntura política de enormes de la tiranía o como espacio público de produc-
oportunidades democráticas, ante la regresión y ción e invención de utopías.
la pérdida de legitimidad del proyecto neolibe- En 1918 se gestaban los trazos de una utopía
ral en buena parte del continente. El momento de emancipación y revuelta, herencia que sería
exige una gran dosis de creatividad y responsa- recuperada cincuenta años más tarde, cuando,
bilidad para poder, entre otros desafíos, avanzar en 1968, desde las barricadas de París, Praga,
en la construcción de una nueva reforma uni- México, Estados Unidos, Alemania e Italia, los
versitaria que, de una manera efectiva, amplíe estudiantes volvieron a tomar las calles, cla-
y consolide instituciones académicas inclusivas mando por justicia e igualdad.
y de calidad; “excelentes”, en el sentido que in- Los tiempos, sin lugar a dudas, han cambia-
dicamos en el apartado anterior. Las nuevas ad- do y, aunque diversos gobiernos populares se
50 La Reforma Universitaria

multiplican por todo el continente, las utopías bajo tierra. Recuperar, o sea, inventar nueva-
libertarias y socialistas, humanistas y demo- mente estas utopías es un desafío inexcusable,
cráticas que inspiraron a los movimientos urgente y necesario. Y, para esto, entre otras co-
emancipatorios durante todo el siglo XX pa- sas, sirven nuestras universidades. Unas univer-
recen, como mínimo, dispersas, tenues y, por sidades que, para encontrar y trazar su sentido
momentos, insignificantes. histórico, no pueden huir del desafío de pintar-
Quizás hoy, más que nunca, la universidad se de negro, de mulato, de indio, de obrero, de
pueda ayudarnos a imaginar alternativas, lo campesino, de pueblo, como dirá el “Che” en su
que supone, en primer lugar, que quienes tra- célebre discurso de la Universidad Central de
bajamos en este tipo de instituciones seamos Las Villas, del 28 de diciembre de 1959.
capaces de pensarnos a nosotros mismos. La Quizás nunca tanto como hoy resuena vi-
universidad no podrá contribuir a pensar una goroso el grito de esperanza que enarbola la
sociedad diferente si ella no asume el desafío sentencia reformista: “Una vergüenza menos,
político de cambiarse a sí misma. La universi- una libertad más. Los dolores que nos quedan
dad no será nunca fuente de utopías (en plural son las libertades que nos faltan”. La historia
y en permanente estado de inestabilidad) si ella de Luiz Carlos, con la cual he iniciado este tex-
no es capaz de enunciar los contornos de su to, no hace otra cosa que actualizar y redoblar
propio proyecto utópico. el desafío de la Reforma Universitaria de 1918,
Es probable, sin lugar a dudas, que los insu- transformándola en una impostergable exigen-
mos para que esto ocurra no estén hoy tan visi- cia política y en un urgente imperativo ético.
bles y definidos como en el pasado. Es posible Que la universidad se pinte, pues, de la
que estén dispersos y fragmentados. Sin em- sonrisa tímida de los millones de Luiz Car-
bargo, el legado esperanzador del Movimiento los que habitan en el horizonte luminoso de
Reformista es que las utopías siempre existen y, nuestras utopías.
como proclamaba la juventud de París, quizás
están debajo de los adoquines, en los cimientos, Río de Janeiro, octubre de 2008.

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