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Introducción
Las FEs conforman una familia compleja de procesos cognitivos de alto nivel. Si bien
están sujetas a múltiples clasificaciones, hay acuerdo en que las FEs pueden ser
distinguidas en FEs básicas y superiores (Diamond & Ling, 2016). Según esta
taxonomía, las FEs básicas son tres: la capacidad de inhibición, la flexibilidad cognitiva
y la memoria de trabajo. A partir de estas funciones básicas se desarrollan FEs
superiores: la capacidad de planificar, de resolver problemas y de razonar en forma
lógica. Otra taxonomía posible es la que ordena las FEs en frías o cognitivas
(incluyendo dentro de esta categoría las básicas y superiores) y calientes o de
regulación afectiva (Zelazo, Qu, & Kesek, 2010). En estas últimas se incluyen la
capacidad de autorregulación, de inteligencia social y de juicio moral en contextos
emocional y motivacionalmente relevantes (ver figura 1).
Durante la primera infancia estos procesos se encuentran en pleno desarrollo, y
dependiendo de la habilidad considerada, el nivel de desempeño adulto se logra entre
la edad escolar y la adolescencia (Garon, Bryson, & Smith, 2008; Zelazo & Müller,
2002).
<FIGURA 1>
El control inhibitorio
También llamado control cognitivo, es la capacidad de refrenar impulsos o tendencias
iniciales para reflexionar sobre lo que se hace; permite la independencia de estímulos
externos o impulsos internos inmediatos, e ir más allá de los hábitos que guían las
acciones en una dirección predeterminada (Diamond & Ling, 2016). Aunque hay
precursores tempranos, el control inhibitorio como se conceptualiza en este texto
emerge cerca del segundo año de vida (Rothbart, Ahadi, & Evans, 2000) y continúa
desarrollándose de forma marcada durante los años preescolares. En la transición
hacia conductas menos perseverantes y más flexibles es posible identificar tres hitos
durante el desarrollo: primero los niños adquieren la capacidad de sobreponerse a
hábitos conductuales e incorporar claves del ambiente en la regulación de la conducta,
luego aprenden a controlar sus impulsos en relación a metas futuras y no solo en forma
reactiva e inmediata al entorno y finalmente los niños pueden comenzar a emplear
claves internas y autodirigidas para regularse
Los dos componentes fundamentales del control inhibitorio son el control o supresión de
las interferencias y la inhibición de respuestas. La primera es la habilidad de filtrar, o
ignorar, información irrelevante que proviene del ambiente, y que por ende distrae de la
tarea en curso. La segunda, es la capacidad de inhibir respuestas prepotentes,
automáticas y dominantes, pero incorrectas (Bunge, Dudukovic, Thomason, Vaidya, &
Gabrieli, 2002).
Memoria de trabajo
Es la habilidad para mantener activa y manipular información en la mente. El modelo
más aceptado postula dos componentes de memoria de trabajo que difieren en la
modalidad del contenido: una modalidad visuoespacial y una verbal (Baddeley & Hitch,
1994). La memoria de trabajo (MT) es crítica para comprender el lenguaje oral y escrito,
ya que debemos relacionar cada palabra con la anterior y la siguiente para poder
extraer el sentido de la frase, párrafo o discurso. Es también esencial para poder
realizar operaciones matemáticas mentalmente y para transformar instrucciones en
acciones. Gracias a la MT es posible reordenar elementos, relacionarlos, compararlos,
disgregarlos en sus partes constitutivas y analizarlos para encontrar similitudes poco
aparentes, actividades mentales fundamentales tanto para el razonamiento como para
la creatividad (Diamond, 2013).
Flexibilidad cognitiva
Permite adaptarse a demandas y prioridades cambiantes y alternar entre perspectivas
diferentes al analizar algo. Por ejemplo, es necesaria para cambiar de estrategia al
resolver un problema si la forma en curso no es eficaz(Diamond & Ling, 2016). Dentro
de este dominio se puede distinguir entre la capacidad de alternar reglas y la capacidad
para usar distintos aspectos de la información presente para realizar inferencias (Deak
& Wiseheart, 2015).
Dentro de las FEs básicas, la flexibilidad cognitiva es la habilidad que se desarrolla más
lento y más tarde. Requiere tanto mantener en la memoria más de una regla o un
aspecto de la realidad, y además inhibir una respuesta automática o preponderante
para ofrecer una respuesta subdominante. Por ejemplo, mientras que los niños de 4
años tienen dificultad en inhibir una respuesta preponderante, les resulta casi imposible
alternar entre dimensiones una vez que utilizaron una para realizar una tarea, incluso
cuando recuerdan las reglas perfectamente bien (Doebel & Zelazo, 2016; Gerstadt,
Hong, & Diamond, 1994).
Planificación
Comprende el proceso de formulación, evaluación y selección de una secuencia de
pensamientos y acciones para alcanzar una meta. Puede por lo tanto entenderse como
la habilidad de anticiparse mentalmente a la estrategia más eficaz y efectiva de lograr
un objetivo. Para ello es necesario tanto combinar un número discreto de pasos en un
plan de acción exhaustivo, para entonces ejecutar cada paso en el orden correcto
(Owen, 1997), como también monitorear esas acciones y las respuestas del entorno a
las mismas para cambiar de estrategia cuando el resultado no sea el esperado. Se
vincula por lo tanto estrechamente con FEs básicas como la flexibilidad cognitiva y la
memoria de trabajo.
Resolución de problemas
Un problema puede ser definido como la situación o meta a la cual una persona quiere
llegar, pero no conoce de antemano la serie de acciones que necesita ejecutar para
cumplir ese objetivo (Newell & Simon,1972). En este proceso que va desde el
reconocimiento de un problema hasta su solución, se pueden describir al menos cuatro
fases: la primera es la representación del problema, donde se establece el “espacio del
problema”, se reestructura la manera de verlo y se definen posibles soluciones. La
segunda es la planificación de una secuencia de acciones en el tiempo a partir de la
selección de un plan de acción entre muchos posibles; la tercera es la ejecución de
esas acciones siguiendo la regla y la cuarta y última es la evaluación donde se
contempla la detección y corrección de errores (Zelazo, Carter, Reznick & Frye, 1997).
Razonamiento
Es el proceso mediante el cual se extraen conclusiones o se realizan inferencias a partir
de la información. El razonamiento requiere operar con la información y avanzar sobre
la misma para realizar inferencias lógicas de forma inductiva o deductiva (Bruner,
1957). Esta actividad puede ser llevada a cabo con diferentes niveles de conciencia,
puede desarrollarse tanto en forma tácita o implícita como de manera intencional o
explícita (Evans & Over, 1996).
No es una capacidad estática, se desarrolla a través de la experiencia y mejora con la
práctica y el ejercicio. Forma junto a la capacidad de resolver problemas parte de la
inteligencia fluida, un excelente predictor del desempeño académico y profesional
(Bailey, 2007).
Numerosos estudios han mostrado que las FEs poseen un elevado carácter predictor
de la preparación escolar, del comportamiento en el aula y del subsecuente logro
académico (Blair & Razza, 2007; Brock, Rimm-Kaufman, Nathanson, & Grimm, 2009).
Comparadas con medidas más clásicas como el cociente intelectual (IQ), el nivel lector,
o la habilidad matemática, las FEs tienen una asociación mayor al desempeño escolar
(Diamond, Barnett, Thomas, & Munro, 2007; Razza, Martin, & Brooks-Gunn, 2012; Blair
& Razza, 2007; Diamond, 2007) y son fuertes predictores en nivel inicial del desarrollo
de la lecto-escritura y de los logros en matemáticas en los primeros grados (Burrage et
al., 2008; Morrison, Ponitz, & McClelland, 2010; Viterbori, Usai, Traverso, & De
Franchis, 2015).
Finalmente, y de forma interesante, docentes de nivel inicial han reportado que las
principales dificultades observadas en el proceso de adaptación al contexto escolar
responden más a carencias en habilidades asociadas a la autorregulación y no, por
ejemplo, a insuficiencias en el conocimiento de contenidos (Rimm-Kaufman, Pianta, &
Cox, 2000). En este sentido, el desarrollo de las FEs se ha asociado a niveles más altos
de comportamientos prosociales y menores niveles de conductas disruptivas (Bierman,
Torres, Domitrovich, Welsh, & Gest, 2009; Brock et al., 2009). Por ejemplo, el control
inhibitorio en la primera infancia es predictor de la capacidad de regulación emocional,
de la competencia social y de la capacidad de trabajo en equipo (Ciairano, Visu-Petra,
& Settanni, 2007; Ferrier, Bassett, & Denham, 2014).
Conclusión e implicancias
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Fig.1 Esquema de los dominios cognitivos involucrados en la definición de funciones ejecutivas. Los
subprocesos y habilidades mentales estrechamente relacionadas al control inhibitorio aparecen
englobados en un recuadro punteado. El concepto de autorregulación se solapa en gran parte con el de
control inhibitorio, pero suele usarse en relación a aspectos de regulación emocional y en contextos
sociales, y se asocia con los conceptos que aparecen englobados a la derecha. (Tomado y adaptado de
Diamond 2016).
Fig. 2. A-C: Capturas de pantalla de algunos de los juegos de Mate Marote. A- Memomarote entrena la
memoria de trabajo visoespacial. B- Avioncito es un juego que entrena el control inhibitorio y la flexibilidad
cognitiva. C- Casitas, un juego que requiere planificación. D- Una niña festeja luego de ganar una
pantalla en uno de los juegos de Mate Marote.