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Funciones ejecutivas: habilidades mentales para aprender

Verónica Nin, Hernán Delgado-Vivas y Alejandra Carboni

Centro de Investigación Básica en Psicología - Facultad de Psicología - Universidad de la


República.

Introducción

Imaginen a un niño en clase con un juguete nuevo en el bolsillo de la túnica, mientras la


maestra profundiza en las características de la población indígena en la Cuenca del
Plata. ¿Dónde ubica su atención este niño?¿Podrá dirigir su atención hacia la maestra y
resistir el impulso de mirar su juguete? ¿Por cuánto tiempo? ¿Recuerda que puede
jugar en el recreo pero no en clase? ¿Puede alternar entre el conjunto de reglas
diferentes que rigen lo que puede y no puede hacer en clase y en el recreo?
Las habilidades mentales que nos permiten regular nuestra conducta y las emociones,
concentrarnos, manipular y razonar con la información que recibimos del exterior (o de
nuestro interior) y ajustar nuestras acciones para alcanzar metas específicas se
denominan Funciones Ejecutivas (FEs). Son esenciales para todas las actividades que
emprendemos en forma voluntaria y para desenvolvernos con éxito en entornos
cambiantes marcados por la emergencia constante de nuevos desafíos.
Dentro de una definición amplia de FEs vemos agrupados procesos mentales como: el
control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva, la memoria de trabajo, la planificación, la
resolución de problemas y el razonamiento lógico, la regulación emocional y la
inteligencia social.
Tomando en consideración que las FEs experimentan un desarrollo exponencial
durante los años preescolares, que continúan en desarrollo durante el período de
escolarización y el papel esencial que éstas juegan en la regulación del
comportamiento, es natural el interés que hoy existe en abordar su estudio en el
proceso de adaptación del niño al contexto educativo y sus dinámicas asociadas. La
transición hacia la escuela constituye para todo niño un proceso de adaptación a
distintos niveles, que exige el ajuste de su comportamiento a un contexto novedoso,
donde los procesos de aprendizaje se dan en entornos estructurados, con niveles
crecientes de interacción social y que demandan cada vez mayor autonomía.
En efecto, y como veremos en el curso de este texto, el desarrollo óptimo de las FEs
constituye un hito clave en el neurodesarrollo durante la primera infancia, que permitirá
abonar el terreno para que el niño pueda beneficiarse y disfrutar de su tránsito por las
instituciones de educación formal, incorporando nuevas habilidades y conocimientos y
construyendo vínculos saludables con sus compañeros y docentes.

Las funciones ejecutivas

Las FEs conforman una familia compleja de procesos cognitivos de alto nivel. Si bien
están sujetas a múltiples clasificaciones, hay acuerdo en que las FEs pueden ser
distinguidas en FEs básicas y superiores (Diamond & Ling, 2016). Según esta
taxonomía, las FEs básicas son tres: la capacidad de inhibición, la flexibilidad cognitiva
y la memoria de trabajo. A partir de estas funciones básicas se desarrollan FEs
superiores: la capacidad de planificar, de resolver problemas y de razonar en forma
lógica. Otra taxonomía posible es la que ordena las FEs en frías o cognitivas
(incluyendo dentro de esta categoría las básicas y superiores) y calientes o de
regulación afectiva (Zelazo, Qu, & Kesek, 2010). En estas últimas se incluyen la
capacidad de autorregulación, de inteligencia social y de juicio moral en contextos
emocional y motivacionalmente relevantes (ver figura 1).
Durante la primera infancia estos procesos se encuentran en pleno desarrollo, y
dependiendo de la habilidad considerada, el nivel de desempeño adulto se logra entre
la edad escolar y la adolescencia (Garon, Bryson, & Smith, 2008; Zelazo & Müller,
2002).

<FIGURA 1>

El control inhibitorio
También llamado control cognitivo, es la capacidad de refrenar impulsos o tendencias
iniciales para reflexionar sobre lo que se hace; permite la independencia de estímulos
externos o impulsos internos inmediatos, e ir más allá de los hábitos que guían las
acciones en una dirección predeterminada (Diamond & Ling, 2016). Aunque hay
precursores tempranos, el control inhibitorio como se conceptualiza en este texto
emerge cerca del segundo año de vida (Rothbart, Ahadi, & Evans, 2000) y continúa
desarrollándose de forma marcada durante los años preescolares. En la transición
hacia conductas menos perseverantes y más flexibles es posible identificar tres hitos
durante el desarrollo: primero los niños adquieren la capacidad de sobreponerse a
hábitos conductuales e incorporar claves del ambiente en la regulación de la conducta,
luego aprenden a controlar sus impulsos en relación a metas futuras y no solo en forma
reactiva e inmediata al entorno y finalmente los niños pueden comenzar a emplear
claves internas y autodirigidas para regularse
Los dos componentes fundamentales del control inhibitorio son el control o supresión de
las interferencias y la inhibición de respuestas. La primera es la habilidad de filtrar, o
ignorar, información irrelevante que proviene del ambiente, y que por ende distrae de la
tarea en curso. La segunda, es la capacidad de inhibir respuestas prepotentes,
automáticas y dominantes, pero incorrectas (Bunge, Dudukovic, Thomason, Vaidya, &
Gabrieli, 2002).

Memoria de trabajo
Es la habilidad para mantener activa y manipular información en la mente. El modelo
más aceptado postula dos componentes de memoria de trabajo que difieren en la
modalidad del contenido: una modalidad visuoespacial y una verbal (Baddeley & Hitch,
1994). La memoria de trabajo (MT) es crítica para comprender el lenguaje oral y escrito,
ya que debemos relacionar cada palabra con la anterior y la siguiente para poder
extraer el sentido de la frase, párrafo o discurso. Es también esencial para poder
realizar operaciones matemáticas mentalmente y para transformar instrucciones en
acciones. Gracias a la MT es posible reordenar elementos, relacionarlos, compararlos,
disgregarlos en sus partes constitutivas y analizarlos para encontrar similitudes poco
aparentes, actividades mentales fundamentales tanto para el razonamiento como para
la creatividad (Diamond, 2013).

Flexibilidad cognitiva
Permite adaptarse a demandas y prioridades cambiantes y alternar entre perspectivas
diferentes al analizar algo. Por ejemplo, es necesaria para cambiar de estrategia al
resolver un problema si la forma en curso no es eficaz(Diamond & Ling, 2016). Dentro
de este dominio se puede distinguir entre la capacidad de alternar reglas y la capacidad
para usar distintos aspectos de la información presente para realizar inferencias (Deak
& Wiseheart, 2015).
Dentro de las FEs básicas, la flexibilidad cognitiva es la habilidad que se desarrolla más
lento y más tarde. Requiere tanto mantener en la memoria más de una regla o un
aspecto de la realidad, y además inhibir una respuesta automática o preponderante
para ofrecer una respuesta subdominante. Por ejemplo, mientras que los niños de 4
años tienen dificultad en inhibir una respuesta preponderante, les resulta casi imposible
alternar entre dimensiones una vez que utilizaron una para realizar una tarea, incluso
cuando recuerdan las reglas perfectamente bien (Doebel & Zelazo, 2016; Gerstadt,
Hong, & Diamond, 1994).

Planificación
Comprende el proceso de formulación, evaluación y selección de una secuencia de
pensamientos y acciones para alcanzar una meta. Puede por lo tanto entenderse como
la habilidad de anticiparse mentalmente a la estrategia más eficaz y efectiva de lograr
un objetivo. Para ello es necesario tanto combinar un número discreto de pasos en un
plan de acción exhaustivo, para entonces ejecutar cada paso en el orden correcto
(Owen, 1997), como también monitorear esas acciones y las respuestas del entorno a
las mismas para cambiar de estrategia cuando el resultado no sea el esperado. Se
vincula por lo tanto estrechamente con FEs básicas como la flexibilidad cognitiva y la
memoria de trabajo.

Resolución de problemas
Un problema puede ser definido como la situación o meta a la cual una persona quiere
llegar, pero no conoce de antemano la serie de acciones que necesita ejecutar para
cumplir ese objetivo (Newell & Simon,1972). En este proceso que va desde el
reconocimiento de un problema hasta su solución, se pueden describir al menos cuatro
fases: la primera es la representación del problema, donde se establece el “espacio del
problema”, se reestructura la manera de verlo y se definen posibles soluciones. La
segunda es la planificación de una secuencia de acciones en el tiempo a partir de la
selección de un plan de acción entre muchos posibles; la tercera es la ejecución de
esas acciones siguiendo la regla y la cuarta y última es la evaluación donde se
contempla la detección y corrección de errores (Zelazo, Carter, Reznick & Frye, 1997).

Razonamiento
Es el proceso mediante el cual se extraen conclusiones o se realizan inferencias a partir
de la información. El razonamiento requiere operar con la información y avanzar sobre
la misma para realizar inferencias lógicas de forma inductiva o deductiva (Bruner,
1957). Esta actividad puede ser llevada a cabo con diferentes niveles de conciencia,
puede desarrollarse tanto en forma tácita o implícita como de manera intencional o
explícita (Evans & Over, 1996).
No es una capacidad estática, se desarrolla a través de la experiencia y mejora con la
práctica y el ejercicio. Forma junto a la capacidad de resolver problemas parte de la
inteligencia fluida, un excelente predictor del desempeño académico y profesional
(Bailey, 2007).

La autorregulación y el desarrollo socioemocional

Si bien históricamente cognición y emoción han sido conceptos estudiados de forma


independiente, el conocimiento actual sobre la función neural dificulta pensar a la
cognición sin la emoción, y viceversa.
En esta línea y como mencionamos en párrafos anteriores, es que surge la definición
de FEs calientes o de regulación afectiva (Zelazo et al., 2010). Este constructo engloba
a los procesos cognitivos que operan en contextos con presencia de estímulos con
valencia emocional y/o motivacional, y por consiguiente constituyen mecanismos
esenciales en la autorregulación. Por su parte, la autorregulación puede ser entendida
como el conjunto de mecanismos de control funcionando a nivel biológico y
comportamental, que le permiten a un individuo regular procesos cognitivos y
emocionales en un modo adaptativo, a fin de lograr organizar su comportamiento para
alcanzar metas específicas (Blair & Diamond, 2008). De este modo, cabría pensar
entonces a las FEs calientes operando en situaciones como las que se describen al
inicio del artículo, así como en las infinitas circunstancias en la cotidianidad de un niño
que requieren el desarrollo de competencias socioemocionales.

Funciones ejecutivas y desempeño escolar

Numerosos estudios han mostrado que las FEs poseen un elevado carácter predictor
de la preparación escolar, del comportamiento en el aula y del subsecuente logro
académico (Blair & Razza, 2007; Brock, Rimm-Kaufman, Nathanson, & Grimm, 2009).
Comparadas con medidas más clásicas como el cociente intelectual (IQ), el nivel lector,
o la habilidad matemática, las FEs tienen una asociación mayor al desempeño escolar
(Diamond, Barnett, Thomas, & Munro, 2007; Razza, Martin, & Brooks-Gunn, 2012; Blair
& Razza, 2007; Diamond, 2007) y son fuertes predictores en nivel inicial del desarrollo
de la lecto-escritura y de los logros en matemáticas en los primeros grados (Burrage et
al., 2008; Morrison, Ponitz, & McClelland, 2010; Viterbori, Usai, Traverso, & De
Franchis, 2015).
Finalmente, y de forma interesante, docentes de nivel inicial han reportado que las
principales dificultades observadas en el proceso de adaptación al contexto escolar
responden más a carencias en habilidades asociadas a la autorregulación y no, por
ejemplo, a insuficiencias en el conocimiento de contenidos (Rimm-Kaufman, Pianta, &
Cox, 2000). En este sentido, el desarrollo de las FEs se ha asociado a niveles más altos
de comportamientos prosociales y menores niveles de conductas disruptivas (Bierman,
Torres, Domitrovich, Welsh, & Gest, 2009; Brock et al., 2009). Por ejemplo, el control
inhibitorio en la primera infancia es predictor de la capacidad de regulación emocional,
de la competencia social y de la capacidad de trabajo en equipo (Ciairano, Visu-Petra,
& Settanni, 2007; Ferrier, Bassett, & Denham, 2014).

Intervenciones para fomentar el desarrollo de las funciones ejecutivas

La trayectoria de desarrollo que recorrerá un niño emerge de las interacciones


bidireccionales que se dan entre las características biológicas heredadas y una multitud
de aspectos del entorno en el que crece. Las características del hogar y la escuela, a su
vez enmarcadas en estructuras socioeconómicas y culturales más amplias, proveen
experiencias de vida sumamente relevantes en el curso del desarrollo individual. Así, el
estilo parental de crianza, el grado de estimulación cognitiva y el nivel socioeconómico
del hogar son aspectos del ambiente que ejercen una gran influencia en el
neurodesarrollo (Bronfenbrenner, 1994). Los niños que crecen en hogares en situación
de pobreza o que por otras razones no logran brindar una contención y estimulación
suficientes para un desarrollo pleno, se encuentran en una situación de vulnerabilidad
que merece especial consideración (Noble, McCandliss, & Farah, 2007). En este
sentido, las FEs no son una excepción: el estrés, las carencias nutricionales, contar con
pocos recursos educativos y un menor acceso a una multiplicidad de experiencias
enriquecedoras son algunos de los factores asociados a la pobreza que pueden influir
de forma negativa en su maduración (Hackman, Farah, & Meaney, 2010). En esos
casos, brindar experiencias que aporten parte de la estimulación que el hogar no ofrece
es fundamental para equiparar oportunidades de desarrollo cognitivo y socioemocional.
A lo largo de este texto hemos argumentado que las FEs se asocian y predicen el
desempeño en áreas relevantes para el sistema de educación formal. Es posible, por lo
tanto, que aportar experiencias que redunden en mejorías en las FEs desencadene una
serie de eventos que resulten en beneficios en la jornada escolar y en otros entornos de
aprendizaje. Cabe entonces preguntarse: ¿Es posible mejorar el desempeño en tareas
que demandan el uso de FEs a través de su entrenamiento? ¿Repercutirá de forma
positiva en el tránsito de los niños por la escuela? En esta sección haremos una breve
reseña de una experiencia regional que muestra que las FEs mejoran a partir de
experiencias que demandan el uso sistemático y sostenido de las mismas, y que ésta
estimulación repercute positivamente en el desempeño escolar.

Mate Marote: una experiencia de estimulación de FEs con videojuegos

La tecnología es un elemento habitual y cotidiano en la vida de la mayoría de los niños,


ya sea en sus hogares o en la escuela. Intentar que la interacción de los niños con los
dispositivos electrónicos brinde experiencias enriquecedoras es atractivo por varios
motivos. Por un lado, la motivación intrínseca que los niños sienten por jugar en
computadoras y tabletas logra que las instancias con videojuegos sean naturalmente
disfrutables y sostenibles en el tiempo. Por otro lado, varios países de la región cuentan
con planes que proveen laptops o tabletas a parte o toda la población de niños en edad
escolar. Incorporar en esos dispositivos aplicaciones diseñadas específicamente para
promover el desarrollo de las FEs de forma lúdica y entretenida es una estrategia
económicamente viable y con un impacto a nivel social potencialmente relevante.
Mate Marote es el nombre que recibe un proyecto de investigación que reúne científicos
argentinos y uruguayos que buscan aportar a la construcción de un puente entre
neurociencias y educación, en particular en el área del desarrollo cognitivo de niños en
edad escolar. Mate Marote es también una plataforma de videojuegos educativos en
línea, totalmente gratuita, diseñada a partir del conocimiento proveniente de las ciencias
cognitivas y que buscan promover el desarrollo de las FEs (Lopez-Rosenfeld, Goldin,
Lipina, Sigman, & Fernandez Slezak, 2013). Cuenta con una gran variedad de juegos
atractivos para los niños que cursan educación inicial y los primeros años de escuela:
algunos de ellos permiten evaluar el nivel de desarrollo de habilidades mentales,
mientras que otros buscan entrenarlas a partir de situaciones entretenidas y
desafiantes. Mate Marote tiene actividades que entrenan el control inhibitorio y la
flexibilidad cognitiva, la memoria de trabajo, la planificación y el razonamiento lógico
(figura 2). Estos juegos se han probado en varias experiencias en las que participaron
niños argentinos de primer a tercer grado, y recientemente, también en niños que
cursan educación inicial en Uruguay.
<FIGURA 2>

Los juegos de Mate Marote demostraron estimular eficazmente la memoria de trabajo


visoespacial, el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva, la atención y la planificación
(Goldin et al., 2013, 2014). Pero más importante aún, los efectos del programa no se
limitaron a un mejor desempeño en las tareas de evaluación, sino que repercutieron de
forma positiva en el rendimiento académico en lengua y matemática en los niños que
más lo necesitaban: niños de contexto de pobreza con un mayor número de
inasistencias a la escuela (Goldin et al., 2014). Estos resultados en conjunción con la
potencia del plan Ceibal en Uruguay, posicionan a Mate Marote como una herramienta
prometedora para equiparar las oportunidades de desarrollo de los niños en situación
de vulnerabilidad social.

Conclusión e implicancias

En la actualidad sabemos que los sustratos biológicos relacionados con los


mecanismos de regulación del comportamiento transitan un período de intenso
desarrollo y reorganización durante la primera infancia, que es modulado por la
experiencia y es trascendente en el desarrollo cognitivo de todo individuo. Partiendo de
esta base, en el presente artículo hemos buscado señalar la necesidad de profundizar
en el diseño de estrategias dirigidas a estimular de forma sistemática el desarrollo de
los mecanismos de regulación cognitivo-emocional durante etapas tempranas, como la
etapa preescolar o los primeros años de la escuela.
El desarrollo de las FEs como cimientos básicos de la capacidad de autorregulación es
fundamental para el aprendizaje y juega un rol clave en el proceso de adaptación del
niño al entorno estructurado de la escuela. En efecto, hemos visto cómo estos procesos
cognitivos son importantes predictores del subsecuente logro académico y
relacionamiento del niño con su entorno social. Además, describimos brevemente una
de las numerosas experiencias que muestran que aproximarse al desarrollo cognitivo y
socioemocional desde el paradigma de las FEs puede hacerse desde abordajes costo-
efectivos y potencialmente enriquecedores de las prácticas educativas. Desde nuestro
punto de vista, el desafío estriba en lograr acoplar la enseñanza de contenidos con
estrategias de estimulación de estos procesos críticos del neurodesarrollo, diseñadas
en base a la evidencia proveniente de las ciencias cognitivas y en constante diálogo
con otras disciplinas.

En momentos en los cuales se diagnostica una fragmentación excesiva entre los


campos del conocimiento y asistimos a candentes debates atravesados por distintas
miradas epistemológicos, también se clama por mayor interdisciplina. Es en este
terreno en el cual la construcción de puentes entre la educación y las ciencias
cognitivas constituye un reto atractivo, asumido hoy con gran entusiasmo por diferentes
actores.

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Fig.1 Esquema de los dominios cognitivos involucrados en la definición de funciones ejecutivas. Los
subprocesos y habilidades mentales estrechamente relacionadas al control inhibitorio aparecen
englobados en un recuadro punteado. El concepto de autorregulación se solapa en gran parte con el de
control inhibitorio, pero suele usarse en relación a aspectos de regulación emocional y en contextos
sociales, y se asocia con los conceptos que aparecen englobados a la derecha. (Tomado y adaptado de
Diamond 2016).
Fig. 2. A-C: Capturas de pantalla de algunos de los juegos de Mate Marote. A- Memomarote entrena la
memoria de trabajo visoespacial. B- Avioncito es un juego que entrena el control inhibitorio y la flexibilidad
cognitiva. C- Casitas, un juego que requiere planificación. D- Una niña festeja luego de ganar una
pantalla en uno de los juegos de Mate Marote.

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