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La base de la amplia variedad de embutidos crudos curados fermentados que existen en el mercado radica
en una tecnología de fabricación flexible que permite realizar muchas modificaciones siempre que se
mantengan las reducciones adecuadas de pH y aw.
1.1.1. Carne
La carne debe de ser de fibra consistente, bien coloreada y seca. En la elaboración de
productos cárnicos crudos la zona de pH más apropiada está entre 5,5 y 5,8 (cerca al punto
isoeléctrico), en la cual la carne posee una “estructura abierta”, es decir, las fibras musculares
están ampliamente separadas unas de otras y así, la sal, sustancias curantes y otros aditivos
pueden penetrar más fácilmente en el interior de las piezas de carne.
La zona de pH entre 5,3 y 5,8 garantiza, además, ventajas para una buena curación, amplio
desarrollo y estabilidad del color y una óptima durabilidad del producto curado, puesto que el
pH ácido provoca una suficiente exudación del jugo cárnico. Esta exudación reduce el valor del
producto, impidiendo el desarrollo de microorganismos causantes de deterioro.
No usar carnes que contengan antibióticos porque la acidificación y maduración de dicha
carne por parte de bacterias puede estar inhibido por los antibióticos lo que implica un defecto
en la fabricación del embutido crudo curado. En el picado la carne debe de estar refrigerada
para obtener cortes limpios, y para reducir la coagulación de las proteínas por el calentamiento
provocado por la acción de picar.
Figura 1 Diagrama de flujo de la elaboración de un embutido. Adaptado de Lucke (1998).
1.1.2. Grasa
La grasa empleada debe ser tocino fresco de lomo extraída justamente después del
sacrificio y refrigerado sin pérdida de tiempo. Si la grasa se enfría lentamente aumenta el riesgo
de enranciamiento.
Además de la carne y grasa, los embutidos fermentados contienen o pueden contener una serie de
aditivos que cumplen diversas funciones durante el proceso de elaboración y que participan de las
características del producto final.
Además, adicionando sal se reduce el valor de la aw, con lo que se restringen las condiciones de
desarrollo de algunos microorganismos indeseables.
1.2.3. Glúcidos
El descenso de pH tiene lugar por acción de los microorganismos presentes en la masa del
embutido crudo frente a los azucares que metabolizan hasta ácidos. El descenso del pH puede
ser más o menos pronunciado según el tipo y la cantidad de azúcar adicionado. La glucosa es
asimilada rápidamente por casi todos los microorganismos, pero también se utilizan lactosa,
sacarosa u otros azucares menos asimilables como el almidón o dextrinas para regular la
velocidad de la acidificación.
1.2.4. Ascorbato
Sustancia antioxidante y coadyuvante del proceso de curado que ayuda a disminuir la cantidad
de nitrito residual puesto que favorece su transformación a óxido nítrico con lo que, además,
mejora la formación y estabilización del color. La legislación española (Real Decreto 142/2002,
BOE 20/2/2002) permite la adición de ácido L-ascórbico o ascorbato sódico en dosis quantum
satis (término en latín que significa la cantidad adecuada) (habitualmente 0,5 g/kg).
1.2.5. Especias
Las especias son ingredientes vegetales con carácter aromático que se utilizan habitualmente
en pequeñas cantidades para conferir determinados sabores, aromas y colores a los productos
cárnicos. Además de sus propiedades aromáticas, debidas a los aceites esenciales y las
oleorresinas que contienen, muchas especias son antioxidantes (como la pimienta negra y el
jengibre) y antimicrobianas (por ejemplo el ajo). Las proporciones de utilización de especias en
los embutidos fermentados son variables. Así, por ejemplo, el ajo y el pimentón se emplean a
razón de 2 - 6 g/kg y 0,5 – 25 g/kg, respectivamente, en chorizos, sobrasada y lomo embuchado;
la pimienta negra y blanca se adicionan en cantidades que oscilan entre 0,1 y 4 g/kg en los
salchichones.
Tras mezclar todos los ingredientes, la pasta debe introducirse en las tripas para constituir las piezas
de embutidos. En esta operación debe facilitarse la salida del aire del interior de la tripa y comprimir y
conformar la pasta. Las tripas deben ser permeables al vapor de agua y pueden ser artificiales (fibrosas,
de colágeno) o naturales.
Tripas artificiales
Pueden ser:
- Tripas de colágeno: Son una alternativa lógica a las tripas naturales ya que están fabricadas con el
mismo compuesto químico.
- Tripas de celulosa: se emplean principalmente en salchichas y productos similares que se
comercializan sin tripas.
- Tripas de plástico: Se usan en embutidos cocidos.
Ventajas:
- Largos períodos de conservación.
- Calibrado uniforme.
- Resistentes al ataque bacteriano.
- Resistentes a la rotura.
- Algunas impermeables (cero mermas).
- Otras permeables a gases y humo.
- Se pueden imprimir.
- Se pueden engrapar y usar en procesos automáticos.
- No tóxicas.
- Algunas comestibles (colágeno).
- Algunas contráctiles (se adaptan a la reducción de la masa cárnica).
- Facilidad de pelado.
Tripas naturales
Proceden del tracto digestivo de vacunos (reses), ovinos y porcinos. Han sido los envases
tradicionales para los productos embutidos. Este tipo de tripas antes de su uso deben ser
escrupulosamente limpiadas y secadas ya que pueden ser vehículo de contaminación microbiana.
Ventajas:
- Unión íntima entre proteínas de la tripa y masa embutida.
- Alta permeabilidad a los gases, humo y vapor.
- Son comestibles.
- Son más económicas.
- Dan aspecto artesanal.
Desventajas:
- Gran desuniformidad si no se calibran adecuadamente.
- Menos resistentes a la rotura.
- Presencia de parásitos.
- Presencia de pinchaduras o ventanas.
- Mal raspado de serosa externa, con presencia de venas.
- Fácilmente atacadas por los microorganismos.
- Deben almacenarse saladas.
- Deben remojarse previamente.
1.4. FERMENTACIÓN
Los embutidos se cuelgan a continuación en cámaras de aire acondicionado o natural, y se mantiene
a temperatura variable (entre 12-25°C) y 90-95% de humedad relativa durante un periodo de tiempo
que puede variar entre 24 y 72h. Durante esta etapa los microorganismos, presentes en la carne o bien
adicionados como cultivos iniciadores, metabolizan los azúcares presentes y/o añadidos a la masa a
ácido láctico principalmente y el pH disminuye hasta valores próximos a 5.0, es decir, alrededor del
punto isoeléctrico de las proteínas cárnicas. Esto reduce la capacidad de retención de agua de la masa,
facilitando el secado posterior, además de promover la coagulación de las proteínas cárnicas, que
aporta firmeza al producto final.
Figura 2 Proceso de fermentación de los embutidos. Obtenido de: Pulla, P. (2010) Embutidos crudos
y cocidos. Perú-Puerto Maldonado
Junto con la fermentación de azúcares, las proteínas musculares cárnicas (actina y miosina)
empiezan a ser degradadas a péptidos, lo que se traduce en un aumento del nitrógeno no proteico.
Las principales responsables de esta degradación son las proteasas musculares, fundamentalmente la
catepsina D.
Al mismo tiempo, se inicia la hidrólisis lipídica o lipólisis, fenómeno que se debe tanto a la presencia
de lipasas microbianas, como de lipasas endógenas de la carne, destacando la lipasa ácida liposomial.
También durante esta fase los cocos gram-positivos catalasa-positivos realizan la reducción de los
nitratos a nitritos dando lugar a la formación de la nitrosomioglobina,
1.5. CURADO
Una vez finalizada la etapa de fermentación, los embutidos se sitúan en la cámara de curado, donde
empieza el proceso de maduración y, simultáneamente, el secado del producto. Esta etapa implica el
mantenimiento de los embutidos durante periodos variables de tiempo en condiciones de humedad y
temperaturas controladas. Los procedimientos más habituales suelen consistir en 5-10 días a 18-22°C
y humedad relativa entre el 80 y el 90% y, posteriormente, se mantienen a 12-15°C y una humedad
relativa del 65-80%. La duración de este último periodo del curado es variable, en función de la clase
de producto y su diámetro, pero suele oscilar entre unos 20 (curado rápido) y 90 (proceso tradicional)
días. No obstante, todos estos parámetros pueden variar considerablemente de un embutido a otro,
especialmente en los embutidos elaborados de forma artesanal.
La deshidratación es un requisito esencial para conseguir la firmeza final de la masa del embutido.
Tras la fermentación, la masa coagulada es todavía inestable y está debilitada por una capa intermedia
de moléculas de agua. Para lograr la firmeza final de la masa las moléculas de agua inmovilizadas que
ocupan los espacios entre los agregados de proteínas deben liberarse. Esto se consigue realizando una
deshidratación continua mediante el ajuste y control de las condiciones se secado de la cámara de
curado.
Paralelamente a la deshidratación se producen los fenómenos asociados a la maduración del
producto. La proteólisis, iniciada durante la fermentación, continúa ahora con la actuación de las
exopeptidasas, tanto endógenas como de origen microbiano, que liberan pequeños péptidos y
aminoácidos libre. La fracción de nitrógeno no proteico se enriquece, además, con el amoniaco
procedente del metabolismo microbiano de los aminoácidos, provocando un ligero aumento del pH.
Este incremento en el nitrógeno no proteico y los aminoácidos libres contribuye, aparte de al sabor y
aroma del producto final, a su desecación, pues acelera la pérdida de agua.
La lipólisis, iniciada durante la fermentación, continúa en esta fase de maduración. Además, los
ácidos grasos libres generados sufren diversas reacciones oxidativas que conducen a la aparición de
sustancias volátiles y no volátiles que contribuyen al sabor y aroma del embutido.
Por último, durante esta fase tiene lugar la completa reducción del nitrito residual de la
fermentación, con lo que los valores finales suelen estar por debajo de los 10 mg/Kg de producto.
Figura 3 Proceso de maduración de los embutidos. Obtenido de: Pulla, P. (2010) Embutidos
crudos y cocidos. Perú-Puerto Maldonado
1.6. ENVASADO
Una vez secados los embutidos se envasan en cajas de cartón o en bolsas de plástico (en algunos
casos al vacío).
1.7. ALMACENAMIENTO
El almacenamiento se ara a una temperatura entre 12 – 18 ºC, en un lugar seco, no exponer
los embutidos al sol
Existen numerosos tipos diferentes de embutidos dentro de este grupo lo que implica una gran variedad de
metodologías sensoriales asociadas dependiendo del producto a evaluar, aunque el más típico y el más
consumido de todos ellos es el chorizo. Si tuviéramos que definir el chorizo de una forma sencilla podríamos
decir que se trata de un embutido curado al que se le ha añadido pimentón
A continuación se describen los principales atributos sensoriales que caracterizan este producto y los
aspectos más importantes a tener en cuenta en su valoración.
En el caso de un chorizo por ejemplo, al tratarse de un producto con atributos sensoriales bien marcados
(ajo, pimentón, picante, humo, etc.) no es aconsejable valorar más de 4 muestras en una misma sesión y
siempre teniendo en cuenta la importancia del orden de presentación de las muestras.
Existe una gran variedad de chorizos en el mercado, por lo que resulta difícil generalizar sobre propiedades
sensoriales específicas. Sin embargo, existen toda una serie de rasgos comunes como consecuencia de su
fermentación y de la adición de especias de pimentón que son en gran medida los responsables de sus
características.
Atributos visuales
Las características sensoriales de aspecto suelen valorarse sobre una loncha entera de forma global o
musculo a músculo. La loncha deberá cortarse justo antes de su valoración.
El chorizo puede que se corte en el momento de la compra o se lonchea previamente, las características
de la loncha o del corte varían según el tipo de chorizo, así podemos encontrar desde un picado grueso hasta
un picado fino (chorizo tipo Pamplona). En todos los casos es deseable la ausencia de agujeros que suelen ir
acompañados de decoloraciones atípicos. El examen visual de la loncha puede proporcionar bastante
información sobre el proceso tecnológico sufrido por el embutido: encortezado (aro periférico de color más
oscuro consecuencia de un secado excesivamente rápido), embarrado (magro recubierto por grasa fundida),
decoloraciones, agujeros, cohesión, coloración de la grasa, coloración del magro o distribución homogénea
del pimentón.
El aspecto suele valorarse sobre la pieza entera y sobre una loncha. También puede abrirse el embutido
longitudinalmente para su examen detallado. Todas las evaluaciones internas deben realizarse
inmediatamente después de haber cortado el embutido o la loncha.
Figura 4 Aspecto visual de un Chorizo en buen estado. Obtenido de
https://www.enriquetomas.com/es/chorizo/chorizo-iberico-de-vela.html
Normalmente uno de los aspectos que más condiciona las características de olor y de flavor de este
producto es la calidad del pimentón utilizado. Este deberá ser dulzón, sin sabor a paja o a hierba seca
(bastante frecuente en pimentones de baja calidad) y sin regustos amargos. El resto de características de olor
y de flavor del embutido dependerán de los ingredientes utilizados, del tipo de starter o iniciador añadido y
de las condiciones del estufaje y del secado. No suelen ser muy heterogéneos de flavor.
Básicamente predominan las notas de ajo y de pimentón, con un picante más o menos intenso según el
tipo de chorizo y en ocasiones ahumada.
Los atributos más frecuentes en el perfil descriptivo son: dulce, acidez, intensidad de curado, astringente
(del pimentón), picante y otras notas (floral, queso, ajo, ahumado, lácteo, hongo, tripa, especias, paja o
hierba seca, amargo, humami, etc.).
Atributos de textura
La textura se valora normalmente sobre lonchas de 2 mm de espesor. Debe tenerse en cuenta la posible
heterogeneidad del producto según del tipo que sea. Esta será especialmente importante en el caso del
picado grueso, constituyendo una fuente notable de variación entre catadores y entre replicados.
La textura del producto depende de dos aspectos fundamentales: del picado y tipo de carne utilizada
(grueso, fino, con o sin grasa añadida, etc.) y de la coagulación sufrida durante el proceso de fermentación.
Mientras que el concepto de fuerza de corte para medir la textura funciona bien para la dureza/suavidad
de músculos enteros, este método no funciona tan bien para diferentes propiedades inherentes a los
productos de carne procesada. Los productos de carne procesada, tales como las salchichas y el salchichón
Boloña, son semisólidos con propiedades físicas que les permite cambiar de forma (deformación) cuando son
comprimidos o antes de ser cortados, rotos o pinchados.
Estos productos no solo varían en grado de deformación, sino que también en su habilidad para recuperar
la forma original después de la compresión, una propiedad que afecta la sensación en la boca mientras se
está masticando el producto. Pueden tener una piel de proteína superficial o una funda/tripa que brinda una
cierta característica de mordida que es deseada para algunos productos. Y, pueden estar compuestos de
partículas, como en el caso de los productos de molido grueso, lo que puede resultar en textura desmenuzada
o pegajosa dependiendo de la cohesividad de las partículas. Consecuentemente, las medidas de textura de
estos productos usualmente involucran más de una propiedad de textura en un intento de capturar la
compleja experiencia de textura de estos productos cuando son consumidos. Esto se hace típicamente con
instrumentos que realizarán múltiples compresiones de las muestras usando un émbolo o un calador. Hay
muchas variaciones de caladores disponibles, y la elección de cuál usar es importante para la medición que
se lleve a cabo. Típicamente, el producto es comprimido a una distancia fija predeterminada; el calador es
entonces elevado para medir la recuperación de la forma de la muestra, y luego la muestra se comprime una
segunda vez. Estas dos compresiones resultan en el
Análisis de Perfil de Textura (APT), el cual es ampliamente usado para comparar las propiedades de textura
de productos semisólidos. El APT incluye varios términos estandarizados para las medidas hechas, incluyendo
“dureza”, la cual es el pico de la fuerza de la primera compresión; “elasticidad”, la cual es el qué tan rápido
la muestra recupera su altura después de la primera compresión; “cohesividad”, que es el radio del área de
las dos curvas de compresión; y “fracturabilidad”, la cual es la fuerza requerida para romper el producto.
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