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Ética - Deontología – Legislación.

Prof. Moisés Cobo Fernández

DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

ÉTICA Y DEONTOLOGÍA.
Ética el conjunto de normas a las que se sujetan y por las que se regulan los actos de la conducta humana y su
valoración moral. La ética es la forma de lograr nuestros objetivos en la vida por el camino más correcto, respetando
siempre los derechos de las demás, esas personas con las que nos toca convivir y con las que en su relación con
nosotros, no solo importa el cuanto sino el cómo.

Deontología es el conjunto de principios, normas y reglas éticas que debe inspirar y guiar nuestro comportamiento,
conducta y actuación profesional. Las obligaciones y los deberes que imponen los códigos deontológicos obligan a todos
los que ejercen una determinada profesión, cualquiera que sea la modalidad en que se practique.

La deontología es el conjunto de normas de comportamiento de los profesionales que tienen por objeto establecer un
marco ético para su actuación. Un profesional lo es no sólo en base a su ciencia o conocimientos, sino también a su
conciencia y conducta.

La deontología profesional dota al profesional de una referencia de actuación caracterizada por la responsabilidad de sus
actuaciones, pero también por la independencia y la imparcialidad en la toma de decisiones, que supone un criterio
propio en la prestación del acto profesional.

El incumplimiento de las normas contenidas en los códigos deontológicos de las organizaciones profesionales debe
constituir una falta disciplinaria debidamente tipificada en sus estatutos Y su corrección debe hacerse mediante un
procedimiento previamente establecido. Todas las organizaciones profesionales deben asumir como uno de sus
objetivos la promoción y el desarrollo de la deontología profesional, difundiendo el conocimiento de su código
deontológico y obligándose a velar por su cumplimiento.

Respetar determinadas formas de comportamiento no supone ningún obstáculo para el desarrollo meramente técnico de
la profesión. Los métodos poco ortodoxos de comportamiento profesional, pueden dar a su protagonista un triunfo parcial
o a corto plazo, pero nunca le garantizaran un triunfo final en la práctica de su profesión.

El día a día no es fácil y siempre se puede seguir aprendiendo. Nuestro trabajo nos deparara situaciones nuevas y si es
cierto que siempre debemos reciclarnos en nuestros conocimientos técnicos, también lo debemos hacer en los éticos, ya
que las situaciones nuevas que puedan surgir de acuerdo con una sociedad que avanza a un ritmo escalofriante,
necesitaran un tratamiento deontológico acorde a lo que el aspecto requiera.

Por ello siguen siendo validas hoy las palabras de Ortega:


"Hubo un tiempo en que la ciencia puso orden en la vida, ahora será la vida la que tenga que poner orden en la ciencia".

Los códigos deontológicos deben estar a la altura de los acontecimientos de nuestro tiempo. La producción de leyes es
constante ante las innumerables situaciones nuevas que rodean al hombre y su entorno y su ética debe estar a la altura.

Las asociaciones y los colegios profesionales han de dar preferencia a la deontología para conseguir que a través de un
conjunto de deberes o de normas éticas se garantice la normopraxis y se dote de seguridad la relación con el cliente.

¿Qué sentido tiene la existencia de un código deontológico?. Todo profesional que presta un servicio en la sociedad está
sujeto, en su actuación, a una serie de leyes. En las profesiones más desarrolladas es frecuente encontrar un grado de
formalización de estas leyes, al probarse por los colegios, asociaciones u organismos similares “códigos deontológicos”
con carácter normativo, plenamente jurídico.

Se considera necesario que las instituciones creen filtros de información sencilla, fiable y directa y que la función de
verificación ha de corresponder a las propias corporaciones privadas (asociaciones y colegios profesionales). Una futura
ley de responsabilidad social corporativa no será viable mientras no exista un compromiso ético por parte de los
profesionales, ya que sin éste estaría condenada la fracaso.
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Y por ello, los modernos códigos deontológicos promulgan los principios de ética general (respeto a la persona,
acatamiento democrático y responsabilidad); de organización profesional y de relación interprofesional (independencia,
imparcialidad y lealtad profesional); de relación con el paciente/cliente (honestidad, sinceridad y confidencialidad); y los
éticos del comportamiento técnico (competencia profesional, interdisciplinariedad y progresión científica).

La deontología aplicable a las terapias naturales y no convencionales existente desde hace muchos años quizás puede
ser valida en estos momentos en sus principios teóricos, pero será distinta en cuanto a su aplicación a los aspectos de
hoy. Es necesario actualizar los principios a los hechos novedosos. Y para todo ello debemos prepararnos ética y
técnicamente y así sabremos circular por la autopista de la sociedad que este siglo XXI reclama.

COMPETENCIAS
El objetivo final de la formación inicial y básica, sea o no universitaria, es dotar a los futuros profesionales de la
capacidad de asumir con plena conciencia y autonomía su responsabilidad profesional.

COMPETENCIAS LABORALES: TEMA CLAVE EN LA ARTICULACIÓN EDUCACIÓN-TRABAJO

En estos tiempos es difícil participar en un debate sobre formación para el trabajo sin que surja la palabra
“competencias” como una varita mágica que soluciona los problemas y cuestionamientos que el cambio de la tecnología
y la globalización económica han impuesto a las antiguas maneras de vincular las calificaciones con la formación
profesional.

El venerable análisis ocupacional, nacido en los ferrocarriles rusos hace más de un siglo, consistente en descomponer
las tareas de una ocupación dada en las operaciones más simples, y luego el llamado “reverse engineering”, permitían
organizar el curso de formación enseñando esas operaciones en orden creciente de complejidad. A lo largo de los años
se complejizó, tanto para alcanzar familias de ocupaciones como incorporando las bases teóricas necesarias para el
desarrollo de las tareas; módulos e itinerarios de formación complementaban este enfoque. El diseño de cursos de
formación técnica y profesional, se pensaba entonces, respondía así a las demandas de calificaciones de la industria.
Habilidad manual, conocimiento de las máquinas, conocimiento de las reglas técnicas del manejo de materiales y
procesos, ubicación del trabajador en la organización, conformaban un espacio definido que se resumía en el tiempo de
formación necesario para desempeñar una determinada ocupación y en el tipo de decisiones autónomas que se debía
estar preparado para tomar en ella. Estas dos dimensiones permitían ubicar las calificaciones en un continuo jerárquico
que servía de base para salarios y negociaciones colectivas.

El paso de la organización del trabajo fordista a la especialización flexible; el surgimiento del sector informal con su
variedad de ocupaciones, en algunos casos calificadas y semicalificadas, con bajo encuadre organizacional; la
flexibilidad laboral que promueve el desempeño alternativo de varias ocupaciones calificadas y el cambio más frecuente
de lugar de trabajo; las tecnologías microelectrónicas que exigen mayores niveles de abstracción y manejo de
maquinarias muy costosas, fueron todos factores que convergieron para que cada vez un mayor número de
ocupaciones, y más aún, de trayectorias ocupacionales, no se adaptaran a la rigidez del encuadre anterior.
En un contexto en el que se tiende a la flexibilización, en un proceso de cambio tecnológico y organizacional por efecto
de la reestructuración productiva, donde la subcontratación entre empresas grandes y pequeñas se vuelve común,
donde la polivalencia y la rotación de ocupaciones se convierten en habituales, la “lógica de las competencias” ha
pasado al centro de la escena en las empresas, alcanzando nuevas formas de reclutamiento, promoción, capacitación y
remuneración. El foco de atención se ha desplazado así de las calificaciones a las competencias, es decir, al conjunto de
saberes puestos en juego por los trabajadores para resolver situaciones concretas del trabajo. Parece importante
profundizar este concepto en relación a las nuevas demandas del trabajo, no ya pensado desde el ángulo de un
determinado puesto, sino desde la perspectiva de familias de ocupaciones que exigen competencias semejantes a los
trabajadores que las desempeñan, para recién después interrogarse sobre dónde deben aprenderlas y cuánto tiempo les
lleva dominarlas.

LAS COMPETENCIAS

La noción de competencia, tal como es usada en relación al mundo del trabajo, se sitúa a mitad de camino entre los
saberes y las habilidades concretas; la competencia es inseparable de la acción, pero exige a la vez conocimiento. Una
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vieja definición del diccionario Larousse de 1930 decía: “en los asuntos comerciales e industriales, la competencia es el
conjunto de los conocimientos, cualidades, capacidades, y aptitudes que permiten discutir, consultar y decidir sobre lo
que concierne al trabajo. Supone conocimientos razonados, ya que se considera que no hay competencia completa si los
conocimientos teóricos no son acompañados por las cualidades y la capacidad que permita ejecutar las decisiones que
dicha competencia sugiere.” Son entonces un conjunto de propiedades en permanente modificación que deben ser
sometidas a la prueba de la resolución de problemas concretos en situaciones de trabajo que entrañan ciertos márgenes
de incertidumbre y complejidad técnica.

Lo anterior implica que la competencia no proviene de la aprobación de un currículum escolar formal, sino de un ejercicio
de aplicación de conocimientos en circunstancias críticas. Este conocimiento es necesario para la resolución de
problemas no es mecánicamente transmisible; algunos autores lo llaman “conocimiento indefinible” y es una mezcla de
conocimientos tecnológicos previos y de experiencia concreta que proviene fundamentalmente del trabajo en el mundo
real. De este modo, las competencias, como conjunto de propiedades inestables que deben someterse a prueba, se
oponen a las calificaciones, que eran medidas por el diploma y la antigüedad. La definición de las competencias, y
obviamente su aprendizaje, exigen entonces acuerdo y colaboración entre el mundo de la educación y el mundo del
trabajo, se adquieren en trayectorias que implican una combinación de educación formal, aprendizaje en el trabajo y,
eventualmente, educación no formal.

Cuando se entra en este tema desde el mundo del trabajo, y particularmente desde el empleo, en mercados de trabajo
difíciles con niveles altos de desempleo, se pueden distinguir dos niveles de competencias: a) Las competencias de
empleabilidad, o sea aquellas competencias necesarias para obtener un trabajo de calidad y para poder reciclarse
siguiendo los cambios. Estas pueden resumirse en habilidades básicas tales como la capacidad de expresión oral y
escrita, matemática aplicada (como capacidad de resolución de problemas), capacidad de pensar (abstraer
características cruciales de los problemas, decidir sobre ellos y aprender de la experiencia). Estas competencias
requieren una enseñanza sistemática y gradual. b) Se agregan a las anteriores otras relacionadas al uso de recursos
(tales como trabajo, dinero, tiempo, materiales y equipos) para lograr objetivos; las competencias interpersonales (trabajo
en grupo, enseñar y aprender, liderar, negociar, atender clientes, manejar la diversidad cultural); competencias de
comunicación (identificar, adquirir y evaluar información, comunicarla a otros). Finalmente se señalan competencias
sistémicas (aproximarse a la realidad en su complejidad de relaciones y no con un conjunto de hechos aislados);
competencias tecnológicas (conocimiento y uso de tecnologías usuales) (SCANS, 1992).

La capacitación específica se construye sobre esta base de competencias adquiridas en la escolaridad formal y la
experiencia. La formación profesional entonces debe estar focalizada en familias específicas de ocupaciones en el
mundo del trabajo integrando las competencias como comportamientos efectivos con las habilidades necesarias para el
desempeño de las tareas ocupacionales, el uso del equipamiento y la tecnología, y el aprendizaje organizacional de las
empresas y mercados.

El énfasis en la educación general y en las competencias más amplias que permiten un buen desempeño en el mercado
de trabajo y el reaprendizaje en distintas ocupaciones específicas, puede oscurecer la necesidad permanente de
aprendizajes teórico-prácticos técnicos en un amplio grupo de ocupaciones calificadas. La electrónica, la electricidad, la
mecánica son sólo algunos ejemplos de saberes técnicos que deben ser aprendidos en contextos relativamente
sistemáticos y que son necesarios en muchas ocupaciones. En otro orden: la contabilidad, el cálculo de costos, la
gerencia, la comercialización, implican conocimientos que no surgen sólo de la formación general y el aprendizaje en el
trabajo. Este es el campo de la educación técnica y la formación profesional parasistemática. Más aún, si bien la
habilidad de manipulación de materiales e instrumentos, la motricidad fina anteriormente fundamental para muchos
oficios son hoy en día menos importantes, sigue existiendo una multiplicidad de ocupaciones en las que son necesarias.
Por lo tanto, la ejercitación en taller sigue siendo en esos casos necesaria para el aprendizaje. En la medida en que
todos estos saberes más específicos no sean una acumulación de aprendizajes descontextuados, sino que puedan ser
actualizados en la vida diaria y en la resolución de situaciones laborales, podremos hablar de competencias específicas
para familias de ocupaciones.

De lo anterior se desprende que las competencias así definidas son amplias y flexibles, y se incorporan a través de
experiencias sociales distintas, familiares, escolares y laborales. Las competencias, por otro lado, no son patrimonio del
puesto de trabajo, sino que son atributos de la persona del trabajador; incorporan entonces elementos individuales y
sociales en una trayectoria que en cada caso es única. Esta individualización de las competencias ha llevado a la
implementación de sistemas de evaluación acordes; un ejemplo de ello son los centros interinstitucionales que se
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ocupan de efectuar el llamado “balance de competencias” en Francia, cuya creación a mediados de los ochenta se
orientó a responder tanto a una demanda social como a una demanda individual. La demanda social emanó
fundamentalmente de parte de las empresas, donde el balance es considerado como un instrumento central de la
gestión de competencias, especialmente en relación a la capacitación. Desde la perspectiva individual, el balance
representa un aporte para el trabajador para evaluar las competencias adquiridas y pesar sus carencias frente a
contextos laborales concretos. Este balance sirve pues de base para los reaprendizajes a lo largo de la formación
continua de una vida laboral prolongada y cambiante como la que enfrentan aquellos que compiten hoy en día en el
mercado de trabajo.
Las preguntas clave son: ¿Dónde y cómo se aprenden estas competencias? ¿Quién las evalúa? ¿Cómo se acreditan?

LA ARTICULACIÓN ENTRE APRENDIZAJES: DÓNDE Y CÓMO SE APRENDEN LAS COMPETENCIAS

Algunos autores (Castro y Carvalho, 1988; Ropé y Tanguy, 1994) señalan que no basta con una formación profesional
de algunos meses, ni una formación especializada de varios años pero focalizada en una sola ocupación o familia de
ocupaciones, sino que el tipo de competencias requeridas exigen una formación prolongada en la educación formal,
nueve o diez años de escolaridad que además de las habilidades básicas, den una capacidad de captar el mundo que
los rodea, ordenar sus impresiones, comprender las relaciones entre los hechos que observan, y actuar en
consecuencia. Para ello es necesario no una memorización sin sentido de asignaturas paralelas, ni siquiera la
adquisición de habilidades relativamente mecánicas, sino saberes transversales capaces de ser actualizados en la vida
cotidiana, que se demuestran en la capacidad de resolución de problemas de índole diversa de aquellos aprendidos en
la sala de clase. Un ejemplo de esto es la transformación del sistema educativo francés a fines de los años ochenta, que
se basó en el pasaje de una formación y evaluación basadas en disciplinas a otras basadas en competencias verificables
a través de su utilización en una situación dada.

Pero si bien lo anterior es suficiente para aquellas que llamábamos competencias generales básicas, cuando se habla de
competencias más específicas, otro tipo de formación es necesario. En éstas aparece como valiosa la formación modular
que permite acumular el aprendizaje de habilidades concretas en tareas específicas, adquiridas en distintos tiempos y a
través de cursos de menor duración que los antiguos programas vocacionales. Es importante, en este sentido, la
alternancia entre períodos de trabajo y períodos de aprendizaje escolar, sean sistemáticos como en el sistema dual,
sean organizados por el propio protagonista a partir de su balance de competencias.

Además, hay una gama de competencias que tienen que ver fundamentalmente con la aprehensión de la realidad y la
actuación sobre ella, que sólo se logran en el ejercicio de la vida laboral. La experiencia en el trabajo es el vehículo clave
para estos aprendizajes. Las pasantías, cuando la experiencia laboral es variada y está acompañada por una reflexión
educativa, es un excelente vehículo para la adquisición de estas competencias.

Hay algo que aparece claramente cuando uno se aproxima al mundo real del trabajo y a las dificultades y logros de los
trabajadores: las trayectorias técnico-profesionales son historias de vida en contextos cambiantes, que articulan saberes
provenientes de distintos orígenes. Esta evidencia conduce a dos reflexiones en torno a la planificación de la educación y
de la formación; la primera se refiere a que una trayectoria técnico profesional no puede ser diseñada exclusivamente
desde un gabinete educativo, y menos desde un currículum rígido o modular en cuya confección sólo haya participado la
escuela. Sólo a partir de esas historias y de los balances de competencias señalados anteriormente y teniendo como
contrapartida los lugares de trabajo y las organizaciones empleadoras, se puede pensar en el apoyo educativo a una
formación continua. La segunda reflexión alude a que detallar minuciosamente las actividades de una ocupación y las
competencias requeridas, no siempre es aproximarse a la realidad concreta.

Las competencias incluyen conocimientos “indefinibles” que se aprenden en la experiencia social y laboral, que no
pueden ser transmitidos en un ámbito escolar.

Dos consecuencias importantes resultan de lo anterior. La primera es que la definición de las competencias, y más aún
de los niveles de competencias para ocupaciones dadas, se construyen en la práctica social y son una tarea conjunta
entre empresas, trabajadores y educadores. Las competencias demandadas no son abstractas sino que provienen de
una reflexión sobre la realidad del mundo del trabajo. La segunda es que la formación para el trabajo en un “mix” original
en cada trabajador entre educación formal general siempre y, en algunos casos específica (técnica) adquiridas en el
sistema educativo, experiencia laboral, y formación específica, la mayoría de las veces no formal, adquiridas a lo largo
de la vida. La adquisición de competencias es un largo proceso: no se evidencia en la acumulación de credenciales sino
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en la demostración de una capacidad de desempeño en situaciones problemáticas específicas. Más aún, algunos
autores consideran que, más que como un producto, deben ser consideradas como un proceso de habilitación: devendrá
competente aquel que está habilitado a devenir hábil en un dominio del conocimiento (Stroobants, 1994).

EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN DE COMPETENCIAS

Si una credencial educativa no asegura la competencia laboral, ¿cuáles son los mecanismos e instituciones que
aseguran la certificación inicial y los futuros reaprendizajes? ¿Cuál es el rol del sistema educativo, de las empresas, de
las asociaciones profesionales? ¿Cómo se articulan el Estado y el sector privado en estos temas?

Originalmente, los sistemas de calificaciones profesionales se basaban en disposiciones del gobierno central (como en
Francia) o en autorregulación de los actores sociales (cámaras de comercio, sindicatos, asociaciones profesionales). La
calificación profesional era definida como la capacidad de desempeñar un conjunto de tareas complejas e
interdependientes relacionadas con un oficio o un campo ocupacional. A tal fin se estructuraban currículo vocacionales,
con exámenes finales teórico-prácticos que acreditaban diplomas en una multiplicidad de especialidades.

Hoy en día hay mayor énfasis en el conocimiento teórico y el razonamiento, y el cambio organizacional y tecnológico ha
llevado a la experimentación con nuevas formas de enseñanza y a la revisión constante en los organismos educativos y
en las empresas de las competencias demandadas, a fin de redefinir dichas calificaciones. Los objetivos centrales son
hoy la flexibilización de los programas educativos y la mejora de las habilidades adquiridas haciéndolas relevantes al
contexto laboral. La tendencia, entonces, es evitar la referencia a programas de estudio estáticos o clasificaciones de
puestos de trabajo, y en cambio, a medir las competencias a través de organismos independientes de la institución de
enseñanza, en instancias que tengan fuerte participación de los actores del mercado de trabajo. Se acreditan así no sólo
los estudios realizados sino la experiencia laboral. Se definen claramente niveles de competencia de mayor o menor, y
se focaliza en los resultados en contextos problemáticos.

La acreditación de competencias debe tener tres características necesarias para ser útil en el mercado de trabajo: a)
visibilidad para los empleadores y las asociaciones profesionales, es decir que se sepa cuáles son las habilidades
concretas que esa acreditación indica; b) transferibilidad de un sector educacional a otro, de manera que las
competencias adquiridas en el aprendizaje en el trabajo sirvan para continuar estudios en la formación profesional, y que
las habilidades adquiridas en la educación general, debidamente complementadas con conocimientos técnicos o práctica
laboral, sirvan para la inserción en el mercado de trabajo; c) que puedan trasladarse de un tipo de puesto de trabajo a
otros, de una empresa o sector a otro, o en otras palabras, que sean reconocidas transversalmente en el sistema
ocupacional. El sistema de “National Vocational Qualifications” (NVQ) de los países anglosajones es un ejemplo de lo
anterior (Colardyn y Durand-Drouhin, 1995). Acreditadas por un organismo que tiene como función aprobar y reconocer
las calificaciones, junto con los otros organismos que las conceden, las NVQ definen lo que la persona debe ser capaz
de realizar para desempeñar eficazmente un trabajo. Para obtener una NVQ no se precisa un examen por escrito. La
consecución del nivel se evalúa por observaciones en el lugar de trabajo, o por simulaciones prácticas, preguntas orales,
proyectos, etc. Se definieron cinco niveles de NVQ basadas en las competencias profesionales, adquiridas a través de la
educación o a partir de la experiencia laboral. Uno de los aspectos más interesantes del modelo es que las NVQ están
articuladas con la educación académica y con la educación profesional general (que es equivalente a la educación
técnica), constituyendo un sistema nacional de educación y formación continua articulado e integrado.

Adaptación del texto publicado en http://www.campus-oei.org/oeivirt/fp/cuad2a04.htm.

HABILIDADES

¿Qué entendemos por habilidades?


Aquellos conocimientos prácticos, generalmente no vinculados a la titulación académica, que las empresas valoran con
especial interés en los candidatos al empleo.

Hay dos habilidades que se destacan hoy por hoy en la mayoría de las ofertas de empleo: la informática y los idiomas. A
todo estudiante, por tanto, no debe faltarle un resuelto empeño por adquirir cuanto antes y de forma competente estas
destrezas. La alusión explícita a ellas en el currículo, cualquiera que sea su destino, debe figurar aun en los casos en
que dichos conocimientos puedan considerarse implícitos a la titulación (por ejemplo, los titulados en Informática o en
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Filología).

HABILIDADES Y APTITUDES

Puede entenderse que sus habilidades o aptitudes son las disposiciones naturales o adquiridas para llevar a cabo una
tarea o un trabajo. Se nace con un mayor o menor potencial para una cierta aptitud. Es el entrenamiento, el ejercicio de
unas ciertas habilidades, lo que hace que se desarrolle. Sus habilidades, sus aptitudes dependen de la práctica que has
realizado. Tener en cuenta que cada persona presenta un grado de aptitud distintos según la actividad que vaya hacer.

Se puede tener muy buena aptitud para el dibujo y casi ninguna para el cálculo numérico, o mucha para el deporte y
nada para la música. El grado de aptitud depende de la predisposición innata y, fundamentalmente, de nuestra
experiencia en actividades concretas. Depende de nosotros mismos.
Vamos a analizar las aptitudes que mayor influencia tienen en tu actividad estudiantil y, por tanto, aquellas que
seguramente te harán elegir unos estudios concretos o una profesión determinada.

Razonamiento: ¿Qué es? Lo que te sirve para resolver problemas lógicos, prever y planear tu conducta. Implica la
selección cuidadosa de todos los datos que te facultan para dar una respuesta correcta y argumentar con lógica tus
respuestas. ¿Dónde lo necesitas? Cuanto más ascienda en tus estudios, mayor necesidad tienes de esta aptitud. Un
nivel adecuado de razonamiento es necesario en cualquier actividad. Más elevado cuanto más complejo sean los
estudios o el trabajo.

Aptitud verbal: ¿Qué es? Te sirve para distinguir objetos, sucesos, relaciones y operaciones a través del lenguaje.
Implica tu habilidad para asimilar el significado de símbolos y signos. También supone tu facilidad para hablar y escribir
con corrección, amplitud de vocabulario y precisión cuando lo usas. ¿Dónde la necesitas? Todo tu trabajo de estudiante
se basa en la palabra hablada y escrita. La falta de esta aptitud te impide entender adecuadamente las situaciones
problemáticas planteadas a través del lenguaje. Aunque importa para casi todo, te será imprescindible para profesiones
que se basen en el uso de la palabra.

Aptitud numérica: ¿Qué es? Tu habilidad para manejar números y para resolver con acierto problemas cuantitativos. Te
exige habilidad para delimitar qué te pide el problema, qué datos te da y cómo organizarte para solucionarlo. ¿Dónde la
necesitas? Se refleja en la agilidad para el cálculo mental y en la disposición para solventar problemas de tipo
matemático. Te es necesaria en profesiones basadas en el cálculo, la medida y los problemas matemáticos en general.

Aptitud espacial: ¿Qué es? La usas al manejar el espacio con la mente. Te permite imaginar y concebir objetos en dos o
tres dimensiones; enfocar y localizar perfectamente objetos en el espacio. ¿Dónde la necesitas? La necesitas para ver
algo antes de que esté realizado. El mecánico, el dibujante, el arquitecto, requieren una alta capacidad espacial.

Aptitud mecánica: ¿Qué es? Tu capacidad de comprender e imaginar los principios en que se basa el funcionamiento de
las máquinas. ¿Dónde la necesitas? La necesitas si quieres dedicarte a proyectar o manejar máquinas, sean del tipo que
sean.

Aptitud creativa: ¿Qué es? Tu capacidad de ver la realidad de otra manera, de forma distintas o la visión general. El
creativo recrea su mundo haciendo algo nuevo, distinto; o bien, busca aspectos diferentes de las cosas conocidas.
¿Dónde la necesitas? La necesitas si quieres destacar en el mundo del arte. No sólo requiere que veas la obra antes de
realizarla, sino que sea bella y comunicativa. Es necesaria en todos los campos, pero es imprescindible si quieres ser
artista, ya sea músico, pintor, arquitecto, alfarero...

Aptitud física: ¿Qué es? Es tu habilidad para el ejercicio y el movimiento corporal. Te supone agilidad, destreza corporal
y manual, coordinación motora, rapidez de movimiento, resistencia al cansancio y fortaleza física. ¿Dónde la necesitas?
La necesitas para todo tipo de trabajo físico, aunque unos requieran resistencia y fuerza física y otros habilidad manual y
coordinación motora.

APTITUDES
Definiciones de aptitud: 1) La suficiencia o la capacidad para ejercer un determinado oficio, profesión o cargo. 2) La
idoneidad y la habilidad para el ejercicio de un determinado oficio, profesión o cargo. 3) Ser apto para algo es ser idóneo
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o hábil para hacer alguna cosa. 4) Aptitud quiere decir suficiencia o capacidad.

Alguien dijo que querer es poder. Pero la verdad es que lo que más existe en este mundo es gente que quiere, pero no
puede. La mayoría de las veces por falta de los recursos mínimos indispensables para lograr su propósito: conocimiento,
voluntad, oportunidad, dinero, poder, relaciones, educación, fuerza física o espiritual, etc.

Para el ejercicio de determinadas profesiones es indispensable la superación de unas pruebas, denominadas pruebas de
aptitud profesional, en las que habrá que demostrar y acreditar de forma objetiva formación práctica suficiente para el
ejercicio de la profesión y el conocimiento de las normas deontológicas y profesionales.

La selectividad es la prueba de aptitud que permite el acceso a la universidad, y su superación es obligatoria para todos
los alumnos nacionales y extranjeros que deseen iniciar estudios universitarios.

El certificado de aptitud pedagógica y una titulación cualifican a un licenciado como profesor de Educación Secundaria o
de Formación Profesional.

Igualmente, para el acceso a determinados estudios se precisa la superación de una prueba de aptitud. Ejemplos: 1)
Para acceder al grado elemental de música, los alumnos deberán superar una prueba en la que se valorará la capacidad
rítmica y la capacidad auditiva, a través de la percepción del tono e intensidad de los sonidos, de una línea melódica y
del canto de melodías sencillas. 2) Para acceder a Licenciado en Bellas Artes será preciso superar una prueba sobre
evaluación de las aptitudes personales para las Artes Plásticas. 3) Para acceder a Licenciado en Traducción e
Interpretación será preciso superar la prueba de evaluación en orden al control de aptitudes para la traslación lingüística
demostrada en base a uno de los idiomas conocidos. 4) Para acceder a Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y
del Deporte será preciso superar unas pruebas de evaluación de aptitudes físicas específicas.

Igualmente, es obligatorio superar una prueba de aptitud para la habilitación del ejercicio profesional de determinadas
profesiones, especialmente del sector de la abogacía y el sanitario, prueba necesaria para evaluar la competencia
profesional.

LEGISLACIÓN.

NECESIDAD INMINENTE DE REGULAR A LOS PROFESIONALES DE LAS TERAPIAS


NATURALES

JURISPRUDENCIA – SENTENCIAS.
A modo de ejemplo, citaremos los siguientes casos:
El Tribunal Supremo de Justicia ha dictado dos sentencias, que constituyen jurisprudencia penal, que dicen:
SENTENCIA 19 de junio de 1989 del T.S. Sala 2a La acusada no incurrió en delito de intrusismo, pues no
impartiéndose en las Facultades de Medicina españolas enseñanzas de acupuntura, reflexología y rehabilitación, no se
expiden oficialmente título que autoricen y legitimen el ejercicio de tales actividades, por lo cual mal pueden usurparse
funciones o actividades profesionales que no existen legalmente y que no corresponden a profesionales determinados
que posean el título legitimador correspondiente: y, además, hallándose la acusada en la racional creencia de que para
ejercer estas técnicas no era preciso título expedido ni homologado en España puesto que en el Estado español no se
imparten tales disciplinas en las Facultades de Medicina, obra en su favor una causa excluyente del indispensable dolo,
como lo es el error invencible de prohibición, al que se refiere el artículo 6 bis a) párr. 3o C.P.
SENTENCIA 5 de julio de 1992 del T. S. Sala 2a Cuarto: La formación Médica especializada se rige, actualmente, por la
L. 20 julio 1955, sobre enseñanza, título y ejercicio de las especialidades médicas, ley que se halla actualizada por el RD
11 de enero 1984, en cuyo listado de especialidades no aparece la medicina naturista ni la acupuntura ni la aplicación de
los rayos láser, sin que tampoco aparezcan incluidas en la Guía de Especialidades Médicas publicada por el Mo de
Sanidad y Consumo en la que se pormenoriza cada una de las especialidades médicas y vigentes, por lo que el empleo
de la medicina naturalista, de la acupuntura y de los rayos láser, por quien no ostente la cualidad de médico no puede
constituir o dar vida al delito de usurpación de funciones, en cuanto que falta el requisito esencial para que se pueda
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entender cometido este delito, cual es que la realización de los actos de que se trate vengan legalmente atribuidos a una
profesión para cuyo ejercicio se requiera el hallarse en posesión del correspondiente título oficial, pues la acupuntura,
como la medicina naturalista, pertenecen a la gama de la conocida como "medicina alternativa", denominación con la
que se designan aquellas practicas sanitarias que, por no estar fundadas en el método científico experimental, ni se
enseñan en las Facultades de Medicina ni se hallan comprendidas entre las especialidades médicas y para cuyo
ejercicio no se requiere título alguno sin perjuicio claro está de la responsabilidad penal a título de imprudencia en la que
pueden incurrir quienes las ejercen si producen resultados lesivos a quienes a ellos acudieren.
Enero de 1997. La Asociación Española de Fisioterapeutas denuncia a un quiromasajista de Murcia por un presunto
delito de intrusismo en la profesión de fisioterapeuta. El propio Gobierno de la Nación le contrató en 1992 para trabajar
como masajista en las Olimpiadas de Barcelona.
Marzo de 1997. La sección 3a de la Audiencia de Valencia confirmó el archivo de una querella presentada por la
Asociación Española de Fisioterapeutas, contra seis centros de formación en técnicas de quiromasaje, a los que
acusaba de estafa e intrusismo. El tribunal califica el masaje como medicina alternativa, que no es competencia
exclusiva de los fisioterapeutas.
Noviembre de 1997. Sentencia del Juzgado de lo penal núm. 5 de Zaragoza. Absuelve a un profesional parasanitario de
los delitos de intrusismo y estafa. La doctrina recogida en esta sentencia ha sido secundada por numerosos Tribunales.
8 de Febrero de 1.999. La Audiencia Provincial de Valencia enjuicia el caso de una persona que solicitó del Ministerio de
Educación y Cultura la homologación del título de Doctor en Quiropráctica, siéndole denegado por inexistencia en
España de título de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional. Se hace constar, además, que dicha persona
tenía en trámite un expediente administrativo, en el seno del cual debe decidirse la homologación del título del acusado
con el de Diplomado en Fisioterapia, habiendo recaído informe favorable de la subcomisión correspondiente.
Se destaca en la sentencia que la actividad principal desarrollada por el acusado era la de ejercer una muy determinada
y concreta presión manual o dactilar sobre las vértebras que estimaba que estaban afectadas de subluxación y se llega a
la conclusión de que esta actividad no es propia de los fisioterapeutas.
Se achaca al Colegio de Fisioterapeutas, que es el que recurre en Apelación la absolución acordada por el Juez de lo
Penal en primera instancia, que efectúa repetidas referencias a la competencia de los médicos, traumatólogos y
neurocirujanos, pero no se concreta cual es la específica función exclusiva de los fisioterapeutas que se estima usurpada
y llega a la conclusión que la actividad de un quiropráctico no se asemeja a ningún acto propio de los fisioterapeutas,
porque no efectúa masaje alguno de los previstos en su regulación. Se apoya también para confirmar la absolución a
que un testigo, doctor en Fisioterapia y doctor en Quiropráctica, indicó que en los cursos de fisioterapia se insistía en
evitar la manipulación sobre la columna.
La Oficina de Medicina Alternativa de los EE.UU. define a las medicinas alternativas como: aquellos tratamientos y
prácticas asistenciales que no se enseñan en las facultades de medicina, no se usan generalmente en los hospitales y
no se reembolsan habitualmente por las compañías de seguros.
• CHINA. 40% de atención sanitaria con métodos naturales de salud.
• INDIA. 65% de la población rural utiliza Ayurveda.
• LATINOAMERICA:
CHILE. 71% de la población ha utilizado medicina popular. Existe Cátedra medicina naturista. Universidad de Las
Condes. Santiago de Chile.
COLOMBIA. 40% de la población ha utilizado terapias naturales. CUBA. Movimiento naturista. Necesidad dotar servicios
VENEZUELA. (Constitución). Libertad de acción en función de conciencia individual. Art. 61. Reconocimiento de las
terapias alternativas. Art. 122.
• UNIÓN EUROPEA:
REINO UNIDO - IRLANDA. 1950 Facultad de medicinas no convencionales –médicos, veterinarios,
matronas, dentistas y farmacéuticos-. 80% médicos a favor. Salud. 90% clínicas del dolor utilizan la acupuntura.
Cualquier persona puede practicar terapias naturales. Oficialización de Osteopatía (1993) y Quiropráctica (1994).
ALEMANIA. Libertad desde 1873. Heilpraktiker (1939) PAISES BAJOS. 1993, posibilidad de ejercer no médicos.
75 % médicos a favor inclusión en el SN
DINAMARCA – SUECIA - FINLANDIA. Posibilidad de ejercer medicinas no convencionales por no medicos.
Reconocimiento oficial de la quiropractica como profesión sanitaria (1991).
AUSTRIA. Reconocimiento oficial de la kinesiología.
HOLANDA. 45% Médicos utilizan métodos naturales de salud. Iniciativa legislativa reguladora. FRANCIA. 1950,
reconoce Acupuntura por médicos
PORTUGAL. El 15 de julio de 2003 (DIÁRIO DA REPÚBLICA No 193 de 22 de agosto de 2003) el parlamento portugués
(A Assembleia da República) aprueba el proyecto de Ley de la regulación de las terapias no convencionales como la
Acupuntura, la Homeopatía, la Osteopatía, la Naturopatía, la Fitoterapia y la Quiropráctica.
Ética - Deontología – Legislación.
Prof. Moisés Cobo Fernández

ESPAÑA. Posibilidad de ejercer como profesional parasanitario. Pendiente de regulación académica.


Información contrastada en los siguientes documentos: I Congreso Nacional de Medicinas no convencionales(1997) Saz peiró. Situación actual de la
medicina naturista OMS. Estrategias de la OMS sobre medicinal tradicional 2002-05 OMS. 56 Asamblea Mundial de la Salud.

SITUACIÓN DE LAS TERAPIAS NATURALES A NIVEL MUNDIAL. • ESTADOS UNIDOS.


30% de la población confía en la homeopatía, acupuntura, quiropráctica, etc. El Congreso EEUU crea la Oficina de
Medicinas Alternativas (22/11/91)

ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD.


Según la Organización Mundial De la Salud, en su informe “Estrategia de la OMS sobre medicina tradicional 2002-
2005”, la medicina tradicional (clasificada a menudo como “complementaria”, “alternativa” o “no convencional”) se utiliza
ampliamente y es un sistema sanitario que está creciendo rápidamente y de gran importancia económica. El porcentaje
de población que utiliza las medicinas no convencionales al menos una vez, es de un 48% en Australia, un 70% en
Canadá, un 42% en Estados Unidos un 38% en Bélgica y un 75 % en Francia.
Continuando con el informe de la OMS, señala que la esperanza de vida más larga ha dado como resultado un aumento
de los riesgos de desarrollar enfermedades crónicas y debilitantes tales como las enfermedades coronarias, el cáncer, la
diabetes y los trastornos mentales. Para muchos pacientes, las medicinas no convencionales parecen ofrecer medios
más livianos de tratar dichas enfermedades que la medicina oficial.
La Organización Mundial de la Salud se ha ocupado de resaltar la importancia de las medicinas no convencionales.
Utilizando una visión global, se ha comprendido que la medicina alopática convencional y tecnificada es propia y
exclusiva de los países más ricos. No sería por tanto negar la validez de las medicinas que están ampliamente
difundidas en los países pobres, profundamente arraigadas en sus culturas, contribuyendo al mantenimiento de la salud
en unas condiciones de vida infinitamente más insalubres que aquellas a las que se enfrenta la medicina que cuenta con
los medios técnicos más avanzados.
La Organización Mundial de la Salud promueve las políticas de integración de la medicina moderna y la tradicional para
de esta forma aumentar la diversidad de prácticas terapéuticas en beneficio de una óptima cobertura sanitaria y a favor
de la libertad de opción de los usuarios.

PARLAMENTO EUROPEO.
Las actuaciones a nivel nacional a favor de la regulación de las medicinas no convencionales, como la del Parlamento
Catalán, se han visto en cierto modo, estimuladas por los trabajos del Parlamento Europeo en la materia. La necesidad
de una regularización a nivel europeo se ha contemplado a menudo como el mejor modo de evitar la actual dispersión
normativa de los Estados miembros y de respetar la libre circulación de profesionales que consagra el Tratado de la
Unión.
La Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Protección del Consumidor ha realizado el trabajo más relevante de
una institución pública en relación con la regulación jurídica de las medicinas no convencionales. Los resultados de dicho
trabajo se plasmaron en el denominado Informe Lannoye, en honor al diputado ponente, que sirvió de base para la
Resolución sobre el régimen de las medicinas no convencionales de Mayo de 1997. (Resolución del Parlamento Europeo
de 29de mayo de 1995, Diario Oficial núm. C 182, de 16 de junio de 1997, Pág. 67)
El diputado PAUL LANNOYE, ecologista belga, miembro del Grupo de los Verdes y de la Comisión de Medio Ambiente,
Salud Pública y Protección del Consumidor del Parlamento Europeo, había presentado el 3 de marzo de 1994, en base
al artículo 52 del Reglamento del Parlamento, un borrador de un informe.
En este documento se justificaba la necesidad de regular el status, la práctica profesional y el reconocimiento de la
medicina complementaria, así como la armonización de su enseñanza académica, con el fin de proteger las libertades de
establecimiento y de prestación de servicios.
La propuesta de resolución final, tal vez por su inviabilidad jurídica, recoge la solicitud al Consejo de que adoptara las
medidas oportunas para forzar una suspensión de los procesos penales o administrativos incoados contra los
profesionales en los Estados miembros.

CONTENIDO DEL INFORME LANNOYE.

El informe definitivo, de 6 de marzo de 1996, contiene una detallada exposición de motivos.


Según este Informe, el porcentaje de ciudadanos que utiliza medicinas no convencionales oscila entre el 20% y el 50%,
Ética - Deontología – Legislación.
Prof. Moisés Cobo Fernández

allí donde se cuenta con estadísticas. El interés por estas terapias es creciente, y se explica por las deficiencias de la
medicina oficial.
El informe identifica como medicinas no convencionales aquellas que no gozan del reconocimiento de las autoridades
médicas en algunos de los Estados miembros.
El Informe propone responder a las exigencias del Tratado de la Unión Europea y a las legítimas reivindicaciones de los
profesionales de medicinas no convencionales partiendo de un doble principio de libertad: la libertad de terapéutica de
los pacientes y la libertad profesional de los ejercientes.
El respeto de este principio exige la inocuidad y la calidad de los tratamientos dispensados; a este respecto, se
argumenta que la mejor garantía es contar con profesionales competentes. El Informe considera indispensable la
formación adecuada de los profesionales y la necesidad de acreditarles mediante título oficial.
El informe propone como instrumentos idóneos para el control de la práctica profesional la elaboración de un código de
conducta profesional y la obligatoriedad de inscripción en un registro. También sugiere la creación de comités mixtos,
formados por expertos en la disciplina concreta y por representantes de la profesión médica, con el fin de evaluar la
eficacia de los métodos terapéuticos, definir ámbitos de responsabilidad y pronunciarse sobre el reconocimiento de los
distintos métodos. Esta propuesta se inscribe en el marco de “colaboración inteligente” que el Informe alienta,
colaboración entre los profesionales de unas y otras medicinas para la mejor protección de los derechos del paciente.
Finalmente el Informe, optimista en cuanto a su pronta implementación, aconseja una moratoria que permita suspender
las diligencias judiciales por ejercicio ilegal de la medicina entabladas en algunos Estados miembros contra practicantes
de medicinas no convencionales.

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