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Durante las invasiones de los pueblos bárbaros, ocurridas durante los siglos IX y X,
los robos y los saqueos se repetían, al igual que los incendios de poblados y
campos. Los reyes europeos, incapaces de defender a sus súbditos, se vieron
obligados a delegar la defensa de las distintas regiones de sus reinos en los nobles
locales, quienes aumentaron así su poderío y lograron más independencia del poder
real. A partir de entonces, esos nobles comenzaron a ejercer el derecho de ban,
que consistía en el derecho de mandar y castigar, de asegurar la paz y de fijar los
impuestos. Así, entre la segunda mitad del siglo IX y el comienzo del siglo XI, el
poder de los reyes se debilitó mientras aumentaba el de los señores locales.
Poco a poco, los reyes debieron reconocer formalmente el poder que los nobles
habían ganado, otorgándoles el usufructo –es decir, el derecho de uso y
explotación– de las tierras del reino que habían defendido. Estas tierras comenzaron
a llamarse feudos.
a) Mientras que en la época anterior todos los hombres libres estaban sometidos a
la autoridad real, con la separación de la sociedad en tres ordenes nace un nuevo
concepto de libertad. El cual es el privilegio de escapar a las obligaciones
deshonrosas y fiscales, en el cual se inscribe la iglesia y los caballeros que ya no
sentirán la presión económica ejercida por el poder. A cambio sometió a este mismo
poder a el resto de la sociedad. Confundiendo en una misma explotación a quienes
descendían de hombres libres y a los descendientes de esclavos. Reunió a unos y a
otros en una clase homogénea.
b) El ejercicio del poder y el disfrute de los beneficios que este autorizaba quedaron
limitados en adelante a un espacio reducido, cuyos limites exteriores se hallaban
reducidos raramente a más de medio día a caballo desde el punto central. La
persona que mandaba la guarnición central de cada castillo aspiraba a asumir,
sobre el conjunto del territorio, las funciones de paz y justicia, es decir, las misiones
propias de la realeza. Su acción de justicia y de policía era fuerte y penetrante, por
cuanto era rentable. Obligaba a los campesinos a trabajar en las reparaciones de
las fortificaciones, hacia pagar a los extraños, mercaderes o peregrinos que
cruzaban la castellania; y a cuantos frecuentaban los mercados. Como
antiguamente los reyes el era el
b) En segundo lugar, y primero en importancia, esta explotación, llevada hasta sus
ultimas consecuencias, fue muy rentable. Los agentes de la fiscalidad estaban en
todas partes y tenían de su parte la fuerza. ¿ a quien habrían podido quejarse
quienes sufrían sus arbitrariedades? He aquí el buen funcionamiento de la maquina
fiscal. Consigue quitar al campesino la mayor parte de lo que producía y no
consumía y por consiguiente freno en gran medida el movimiento de ascenso
económico entre los humildes. Redujo la diferencia entre los campesinos libres y los
dependientes. Nivelo la condición campesina. La rebajo, y de este modo ahondo el
foso que separa a esta clase de la de los señores. La clase de los señores estaba
lejos de ser una clase homogénea.
El feudo
3) El tercer tipo de explotación señorial deriva del ejercicio del derecho de Ban.
Era en la practica una especie de saqueo, legitimado, organizado moderado solo
por la nueva moral de la paz y por la resistencia de la solidaridad campesina.
Añadamos que esta forma de explotación se acumulaba a las dos primeras y con
frecuencia competía con ella. Estaba mucho más concentrada que las anteriores,
solo un pequeño grupo de señores se beneficiaban de sus ventajas, que eran las
más considerables. La desigual repartición del poder de Ban creo la principal
distinción en el interior de la clase señorial. Por un lado están los grandes o ricos
hombres, que dominan desde muy alto a través de los intermediarios que son los
interpretes de las exigencias señoriales, las riendas del poder económico están en
manos de estos auxiliares.
Los grandes son rentistas, y ceden una parte de su poder a quienes lo ejercen en su
nombre.
Por otro lado están los demás señores, los simples caballeros, los monjes al frente
de un priorato rural, y los mandatarios de los grandes. Más o menos ricos, tienen en
común la característica de asumir directamente la gestión diaria de un dominio
concentrado cuyas dimensiones no sobrepasan su capacidad de control. Para poder
adecuar su comportamiento al de los ricos hombres cuyas cortes frecuentan se
esfuerzan por acrecentar al máximo los beneficios del señorío.