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El documento discute el desarrollo psicosexual de las niñas en comparación con los niños. Explica que la castración en los niños produce la represión del Complejo de Edipo, mientras que en las niñas es un hecho consumado. También señala que las niñas se comportan inicialmente como niños pequeños, con el clítoris como zona erógena principal, pero que durante el paso a la feminidad el clítoris debe ceder su sensibilidad a la vagina.
El documento discute el desarrollo psicosexual de las niñas en comparación con los niños. Explica que la castración en los niños produce la represión del Complejo de Edipo, mientras que en las niñas es un hecho consumado. También señala que las niñas se comportan inicialmente como niños pequeños, con el clítoris como zona erógena principal, pero que durante el paso a la feminidad el clítoris debe ceder su sensibilidad a la vagina.
El documento discute el desarrollo psicosexual de las niñas en comparación con los niños. Explica que la castración en los niños produce la represión del Complejo de Edipo, mientras que en las niñas es un hecho consumado. También señala que las niñas se comportan inicialmente como niños pequeños, con el clítoris como zona erógena principal, pero que durante el paso a la feminidad el clítoris debe ceder su sensibilidad a la vagina.
La castración en el varón produce algo más que la represión del Complejo
de Edipo, supresión. En cambio, en lámina esta constituye un hecho consumado. En “tres ensayos” el desarrollo sexual del varón, es lineal y más consecuentemente. En la niña habría una suerte de involución y represión. Ella confronta a una doble tarea: producir un pasaje de zona y objeto. La niña se comporta como un pequeño varón. El clítoris es la zona erógena rectora (homologa al pene en el varón); los dos se juegan en relación al falo. Con el paso a la femineidad el clítoris debe ceder en todo o en parte a la vagina su sensibilidad y con ella su valor.