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Carlos García (Hamburg)


[carlos.garcia-hh@t-online.de]

Acaso se detuvo
[Reseña de: Elisa Molina: Por más que en la noche la luna. Córdoba: Alción editora, 2016.
Inédito.]

Si me hubieras visto,
este día se habría detenido
apenas un instante
en tu sonrisa.

De lejos nos llegaban


las voces de los chicos.

Acaso se detuvo.

(De “Helechos”: Escrito en el agua, 2003)

El material que conforma el libro que comentaré surgió, en su mayor parte, entre
los años 2011 y 2014. El título original iba a ser Cuando vuelva el verano (que era
un verso del poema “Remando”, que ahora cierra el libro). Dejo constancia de
ello, meramente, porque bajo ese título fueron publicados algunos poemas en
internet. Pero ahora a lo que importa.
Como ya muestra el epígrafe, lo de Elisa Molina es lo sesgado, lo insinuado más
que lo dicho, la conjetura más que la certeza.
Los cambios de la atmósfera, el clima, la luz, los detalles de la naturaleza son en
su obra siempre dobles: existen en sí mismos, pero también aluden a estados del
espíritu, a afectos; desencadenan recuerdos, goces, mínimas magias.
No soy experto en poesía, pero al leer en los libros de Elisa Molina (Escrito en el
agua, En la lengua de tu padre, y ahora Por más que en la noche la luna) encuen-
tro verdades inesperadas.
Por ejemplo, que no es necesario que un Haiku se amolde a las rigurosas exigen-
cias métricas: para mi sensibilidad, muchos poemas de Molina pueden leerse
como un Haiku: expandido, sí, pero con el intrínseco sabor que deja uno “ver-
dadero”, con la certeza apenas enunciable de que hemos aprendido algo sobre
plantas, animales o paisajes, pero a la vez sobre nosotros mismos.
Publicar tres poemarios a lo largo de trece años no parece una producción exu-
berante. Ocurre que Molina alterna su escribir poesía con el escribir sobre la
poesía de otros poetas, cuando no se dedica a traducir algunos del inglés o fran-
cés al castellano o a todo ello en su blog “Segunda voz”. También ha escrito una

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sesuda tesis de maestría, que se ocupa de ciertos aspectos de la obra de Borges,


Girri y Godino (2013).
Pero no es sólo eso, hay también algo intrínseco, algo que hace a la maniera de
Molina: hay una deliciosa morosidad en la perspectiva que adopta para hacer
sus versos. Paciencia para que tenga lugar ese segundo que merezca ser apresa-
do en palabras.
Hay delicadeza en los versos de Molina. Hay pudor, y bondad que no es apenas
ingenua. Hay también fidelidad al paisaje, al ámbito familiar, a lo conocido, pero
en ello refulgen siempre, como entrometiéndose por una grieta, el manso azo-
ramiento o la melancolía (“Difícil de entender esta costumbre/ de quedar fuera
de todo”).
Y si es verdad que se ocupa, como dice un poema, de registrar “nimios sucesos
de un mundo que es/ bastante más grande de lo que alcanzo/ a imaginar”, tam-
bién lo es que al registrarlos los agranda, los expone a nuestra mirada para que
sean así menos nimios, para que nos ayuden a ver mejor nuestra propia vida. Al
rescatar para sí esos momentos, lo hace para nosotros.
Así, cuando ve la sombra “de una libélula que borda/ la sombra del follaje”, ella
busca la libélula real, la inasible: “Cuando la encuentro se va/ Lejos.”
Y esa libélula, hasta ahora apenas una musical palabra, cobra forma, tiene cuer-
po, adquiere alas. Y la vemos, como insinúa la continuación del poema, rever-
berando suspendida “en la corola del tiempo”.
Cuando los amantes miran, felices, las remotas e incógnitas constelaciones, Mo-
lina retrata para siempre la esencia de lo humano:
Dos sombras
en la sombra y esa materia
que fulgura lejos.
También hay lo no dicho, lo apenas sugerido de algunos poemas:
En “Interpretación de los sueños”, el sentido no termina de cuajar. Es como si el
poema estuviese inconcluso, como si fuese tarea del lector escribir su final.
En “Oscuro de sus hojas”, tras hablar de un nuevo pomelo en la casa, Molina
concluye con los versos: “Hablamos mientras pende,/ en otro plano, el primero/
de sus frutos amarillos”.
Ese “otro plano” es doble, de este y a la vez de otro mundo: es, por un lado, un
mero hecho óptico, de perspectiva, pero es también, creo, otro plano de lo real,
casi metafísico (lo digo, aunque desconfío de esta palabra).
La belleza aletea en todas partes, pero no todos la perciben, no todos pueden
apresarla, condensarla en pocas líneas. Elsa Molina lo ha logrado a menudo en
sus tres poemarios.

(Hamburg, 30-XI-2016)
Subido el 26.05.18 a
www.academia.edu

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Obras de Elisa Molina:


Escrito en el agua. Córdoba: Ed. El Copista, 2003.
En la lengua de tu padre. Córdoba: Ed. El Copista, 2012.
Formas del distanciamiento crítico en la lírica de Jorge Luis Borges, Alberto Girri y Rodolfo
Godino. Monólogos dramáticos y galerías de personajes. (Tesis) Córdoba, 2013.
Por más que en la noche de luna. Córdoba: Alción Editora, 2016.
Blog: http://segunda-voz.blogspot.com/
https://independent.academia.edu/MolinaElisa
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© Carlos García (Hamburg)

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