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Venezolanos

Colombia puede hacer mucho más por los vecinos venezolanos, pero no puede
hacerlo todo.
Laura Gil

Por: Laura Gil

25 de abril 2017 , 08:30 p.m.

La crisis de Venezuela está poniendo la política migratoria de Colombia a


prueba. La respuesta al desafío del creciente flujo migratorio venezolano debe
pasar por la construcción de una solución regional.
Colombia tiene una deuda de solidaridad con Venezuela. Llegó la hora de
pagarla. Así como tantos colombianos se trasladaron a ese país para huir del
conflicto armado, hoy nuestros vecinos ven en Colombia un territorio para
escapar la represión política y el debacle económico. Entre 40.000 y 45.000
venezolanos están asentados aquí de manera regular y el número va en
aumento.

El Gobierno ha venido flexibilizando el marco migratorio, al tiempo que ha


endurecido el monitoreo. Le sirve más a Colombia un migrante regular que
paga la contribución a la seguridad social que un trabajador escondido. Hoy
unas 33,000 personas se encuentran en condiciones de irregularidad.
Migración Colombia ha multado unas 80 empresas por la contratación ilegal de
extranjeros e insiste en la deportación para quien viole la norma. Solo en 2016
deportó a 2.200 ciudadanos venezolanos y unos 15.000 han sido sancionados
desde 2012.

Colombia tiene una deuda de solidaridad con Venezuela. Llegó la hora de

pagarla.
Las cifras de Migración Colombia dan cuenta de un país poco abierto a la
migración.En 2016, se expidieron tan solo 56.722 cédulas de extranjería para
un total de 110.000 personas residentes, menos del 0.25% de la población.
Bastante cerradas han estado las puertas: la mejoría en los indicadores de
seguridad y un desempeño aceptable de la economía están obligando a
abrirlas.

Colombia puede hacer mucho más por los vecinos venezolanos, pero no puede
hacerlo todo. La responsabilidad recae también en la región. Los
movimientos masivos de personas requieren una acción coordinada. Si un
país endurece la política de recepción, los demás resultan castigados.

El Gobierno de Perú ha puesto el asunto sobre la mesa. Adoptó un permiso


temporal humanitario para ciudadanos venezolanos y ha propuesto la creación
de un fondo común multilateral en caso de crisis humanitaria en las fronteras
de Venezuela. El Presidente Kuczinsky no ha encontrado suficiente eco.

Mauricio Macri endureció los controles migratorios y México y Panamá se han


mostrado reacios a un acuerdo multilateral. Los gobiernos de Brasil y Ecuador
anunciaron con bombos y platillos mayor flexibilización para luego dar
marcha atrás.Hasta Costa Rica ha detenido a venezolanos en las fronteras y
está considerando el requisito de visa.

Una mirada a Europa en su abordaje de la crisis de los refugiados sirios


muestra la necesidad del reconocimiento de la responsabilidad compartida.
Este debe constituir el eje del planteamiento colombiano. Entre las alternativas
disponibles, están el establecimiento de cupos por país y la identificación de
perfiles laborales según las necesidades.

Mientras tanto, el Gobierno nacional, las autoridades locales y el sector


empresarial deben montar un frente común para prevenir la xenofobia. Más de
un alcalde ha responsabilizado a los recién llegados de deterioro en la
seguridad y aumento del desempleo. No sobra, entonces, recordar el aporte
de la migración venezolana en transferencia de tecnologías que aportan al
crecimiento. Basta con ver la contribución del recurso humano de Venezuela
en el campo petrolero.
No debemos convertirnos en una república de fronteras cerradas y gentes
intolerantes Lo dijo la Canciller Holguín: “Colombia no puede generar
xenofobia hacia los venezolanos”. Recordemos a los miles de connacionales
en el exterior. No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.

LAURA GIL

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