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Las 5 solas de la

Reforma
13 JUNIO, 2013 | Miguel Núñez

Lo que comenzó con una simple protesta de parte de Martín Lutero,


en contra de una serie de prácticas religiosas de parte de la iglesia
de Roma, culminó siendo un movimiento transformador de la
Iglesia y de toda la sociedad. Este movimiento, denominado como
la Reforma, se expandió por los próximos 200 años, cruzando el
océano y llegando a Norteamérica. Las cinco “Solas” que vamos a
ver resumieron la teología propulsada por la Reforma.

Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg


el 31 de Octubre de 1517. La queja principal de estas tesis era la
venta de indulgencias, con las cuales se pagó una buena parte de la
construcción de la Basílica de San Pedro. Sin embargo, esto inició
todo un movimiento que culminó revisando no solo la venta de las
indulgencias, sino también toda la teología que la iglesia de Roma
practicaba y enseñaba. Por años, los teólogos de la Reforma
cuestionaron y cambiaron el entendimiento de la salvación del
hombre que la iglesia católica abrazaba, junto con toda la teología
relacionada al plan de redención. Con el paso del tiempo se hizo
necesario resumir todo ese nuevo entendimiento teológico, con tal
de que otros pudieran visualizarlo de una manera sencilla, pero no
simplista. Esto dio origen a estas cinco famosas frases:

 SOLA SCRIPTURA: La Palabra de Dios es la máxima


autoridad en materia de fe y práctica. Por tanto, nada que
contradiga la revelación de Dios puede regular la vida del
creyente (Gálatas 1:6-10; 2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:3).
 SOLUS CHRISTUS: La salvación se encuentra solo en
Cristo, excluyendo así todo otro camino para llegar a Dios
(Hechos 4:12).
 SOLA GRATIA: La salvación es un don de Dios. Por tanto,
es algo que el pecador recibe de forma inmerecida basada en
los méritos de Cristo alcanzados durante su vida, muerte y
resurrección (Efesios 2:8).
 SOLA FIDE: La salvación solo puede ser recibida cuando
ponemos nuestra fe en Aquel que murió por nosotros,
excluyendo la posibilidad de que nuestras obras puedan
contribuir (Efesios 2:8-9, Romanos 3:28).
 SOLI DEO GLORIA: El propósito de la salvación que
recibimos es glorificar a Dios; poner de manifiesto las
excelencias o virtudes de su carácter (Efesios 1:4-6; 1 Pedro
2:9).

Estas frases representan el corazón de la teología reformada, y


resumen verdades no negociables del evangelio. La fortaleza de
una iglesia depende de las verdades que la sustentan, y de ahí que
toda iglesia bíblica necesite no solo abrazar estos principios, sino
también proclamarlos de una manera que garantice que estos sean
pasados a la próxima generación.

Lamentablemente, muchas iglesias han asumido estos principios y


han dejado de proclamarlos con claridad y frecuencia. Con el
tiempo, todo lo que es asumido va siendo olvidado poco a poco.
Nuevas generaciones en los últimos 200 años desconocen parcial o
completamente toda la historia detrás de esta teología, y poco a
poco fueron desarrollando una teología liberal (a final del siglo
XIX), o un pragmatismo ignorante de la centralidad de la gloria de
Dios en el plan de redención (segunda mitad del siglo XX).

No sé cuántos se han percatado de que hay un resurgimiento de las


doctrinas de la gracia en nuestros días, aun dentro de iglesias que
vienen de un trasfondo pentecostal. Por tanto, hablar de estos temas
contribuye a fortalecer y a promover este nuevo mover en
Latinoamérica. Ciertamente, la iglesia primitiva no usó esta
terminología para hablar de sus creencias; pero cada una de estas
frases está arraigada en la revelación del Nuevo Testamento, que
daba continuidad al pacto anterior. A lo largo de la historia, la
Iglesia ha elaborado credos, declaraciones de fe y frases como las
que aquí definimos, no como una forma de traer nueva revelación,
sino buscando maneras de afirmar lo ya conocido, para evitar que
las verdades fundamentales de nuestra fe sean olvidadas en el
tiempo, o tratando de llamar a la Iglesia a sus raíces. Oramos para
que el mismo Dios que levantó a un Martín Lutero o a un Juan
Calvino vuelva a hacer lo mismo en nuestros días, y que la
transformación de la iglesia y de la sociedad vista en Europa y
Estados Unidos en los años de 1500 – 1700 pueda ser vista en
nuestra región.
¿Qué nos separa de los
Católicos? Definiendo
las 5 solas
3 FEBRERO, 2017 | Will Graham
Los protestantes no son católicos romanos. Los católicos romanos
tampoco son protestantes.

Aunque estén de acuerdo en varios asuntos doctrinales, hay una


pequeñita palabra que los separa una y otra vez: la palabra “solo”
o “sola”.

Al igual que los protestantes, los católicos romanos creen en la


autoridad de las Escrituras, la importancia de la gracia, la
excelencia de Cristo, la necesidad de fe, y la adoración a Dios. No
obstante, a diferencia del protestantismo, el catolicismo nunca
habla de la sola Escritura, la sola gracia, solo Cristo, la sola fe, o de
dar solo a Dios la gloria.

Quisiera explicar brevemente de lo que se tratan las denominadas


cinco “solas” del protestantismo. En realidad, estos cinco puntos
teológicos son los que mantienen Wittenberg y el Vaticano
irreconciliablemente separados.

1. Sola Scriptura
Los protestantes confiesan su fe en la “sola Scriptura”. Esta
doctrina, la cual fue el principio formal de la Reforma, enseña que
la Biblia es la suprema norma de fe y conducta en la vida del pueblo
de Dios. Conviene destacar que la “sola Scriptura” no equivale a la
“nuda Scriptura”, es decir, la noción de que los creyentes solamente
deberían leer la Biblia. Además de los grandes credos de la historia
de la Iglesia —el apostólico, el niceno, el de Calcedonia— hay una
gran selección de confesiones de fe y catecismos magistrales,
además de un gran número de libros teológicos escritos por
preciosos siervos de Dios, que nos animan en nuestra vida cristiana.

La “sola Scriptura”, pues, no niega el lugar de otras autoridades


menores, pero sí garantiza que tales autoridades nunca pueden estar
a la misma altura que la Palabra de Dios. En este sentido hay una
clara discrepancia con el catolicismo ya que el sistema teológico
romano coloca la autoridad de la tradición eclesiástica al lado de
aquella de la Biblia como una fuente igualmente autoritativa.

2. Sola gratia
La segunda “sola” tiene que ver con la “sola gratia” (sola gracia),
es decir, que la salvación es cien por cien del Señor Dios
Todopoderoso. Nuestros padres protestantes (Lutero, Zuinglio,
Calvino) emplearon esta doctrina para negar la enseñanza
erasmiana/humanista de que la salvación es un asunto sinergístico
en el cual el ser humano puede cooperar con la gracia de Dios con
el fin de llevar a cabo su propia salvación.

En el protestantismo, el único Salvador es el mismísimo Dios. Por


lo tanto, el hombre no puede jactarse de sus méritos ni de sus
buenas decisiones delante del Señor. Como lo expresó el
himnólogo reformado Augustus Toplady (1740-78): “Solo Tú
puedes salvar”. O en palabras de John Newton (1725-1807),
“Sublime gracia del Señor, que a mí, pecador, salvó”.

3. Solus Christus
La tercera “sola” se centra en la verdadera raíz de la salvación, el
Señor Jesucristo. La gracia de Dios alcanza a los pecadores a través
de la perfecta justicia del bendito Hijo de Dios. Los pecados del
pueblo de Dios son puestos en la cuenta de Cristo y la justicia de
Cristo está depositada en la cuenta del impío. La dogmática
protestante llamaría esta gozosa noticia “la doctrina de la doble
imputación” (2 Corintios 5:21).

Así que la obra de Cristo no se limita a quitar los pecados de su


pueblo, sino de concederles una justicia positiva para que hereden
el reino de los cielos. ¿Cómo realizó Cristo semejante logro?
Mediante su obra impecable de expiación llevada a cabo desde su
encarnación, culminando en su muerte, sepultura, resurrección, y
ascensión. Es la intercesión continua de Cristo la que garantiza la
salvación de los suyos. Por esta razón los protestantes han criticado
la doctrina romana del purgatorio, puesto que tal enseñanza pone
en tela de juicio la obra sacerdotal infalible del amado Jesús.

4. Sola fide
La cuarta sola llegó a ser el principio material de la Reforma. Fue
el mensaje de la justificación por la sola fe la que revolucionó la
vida del monje agustiniano Martín Lutero (1483-1546). La
salvación ya no se trataba de una cuestión de mérito humano, obras
piadosas, justicia religiosa, o penitencia, como en el catolicismo,
sino de un precioso regalo de Dios concedido al impío a través de
un bendito canal llamado “fe”. Comentó Lutero en la Disputa de
Heidelberg (1518): “La Ley dice: “Haz esto”, y eso jamás se hace;
dice la gracia: “Cree en éste”, y todo está ya realizado”.

Ahora bien, la fe en sí nunca fue considerada como la base de la


salvación en el protestantismo. Se trató de un simple medio
mediante el cual Dios aplicó el mérito de Cristo al pecador. Al creer
la buena noticia del Evangelio de la muerte y resurrección de
Cristo, el creyente se encuentra totalmente justificado ante Dios
porque la perfecta justicia del Hijo ahora es suya. Dios ya no ve al
creyente en Adán el rebelde sino en Cristo el obediente.

5. Soli Deo gloria


Dado que la salvación es totalmente del Señor —por su gracia a
través de la fe en Cristo— la conclusión lógica de la confesión
protestante es: ¡Soli Deo gloria! Traducido al castellano significa:
“A Dios única y exclusivamente sea la gloria”.

Este lema ha llevado a multitudes de siervos del Señor a vivir para


la gloria de Dios y la proclamación de su Palabra hasta los confines
de la tierra a pesar de todo tipo de persecución brutal. Los
protestantes no se doblan ante ningún enemigo —sea potente o
no— porque solamente se postran ante el Rey de Reyes: Emanuel,
el único Soberano.
Qué estas benditas “solas” corran por todo el mundo hispano en
nuestra generación.

¡Sola Scriptura!

¡Sola gratia!

¡Solus Christus!

¡Sola fide!

¡Soli Deo gloria!

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