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En el sánscrito se encuentran preciosos tesoros, palabras con campos semánticos vastos pero
que en su origen nos acercan a la magia de las palabras que captura una sabiduría milenaria.
Como ejemplo tememos dos palabras que se utilizan en sánscrito para referirse a lo que en
español conocemos como "fe" (hay que recordar que el sánscrito es una lengua de devoción
y de investigación de la conciencia, así tenemos múltiples palabras para "fe" y para
"conciencia"). En las dos palabras que analizaremos a continuación se hace una muy
interesante conexión entre la fe y una forma de percibir o sentir y guiar a la conciencia a
través del cuerpo. La fe está en el corazón y en la respiración. Cada acto, cada percepción
puede transformarse en una oración.
La primera de estas palabras es "viśvāsa" विश्वास, la cual suele traducirse como "fe o
confianza", pero que encierra una perla mani de entendimiento. En el diccionario de Monier-
Williams de sánscrito esta palabra es definida como "respirar libremente" algo de lo que
quizás se deriva la noción de confianza. Cuando estamos en un estado de confianza, cuando
tenemos fe, respiramos tranquila y libremente. Comparte esta palabra la raíz
(dhatu) svas con svast (salud) y svastika (auspicioso).
Un artículo en el sitio del doctor Robert Svoboda, uno de los grandes expertos en ayurveda
en Occidente, sugiere que la palabra significa literalmente "una forma especializada de
respiración". "La respiración ordinaria resarce nuestro prana varias veces por minuto y la
'respiración especializada' mueve el prana resarcido en la dirección de aquello a lo que le
tenemos fe". Prana significa "energía vital" o "aliento" y en este caso se sugiere que la fe
conduce el prana y de aquí el poder medicinal de la fe, capaz de convertir cualquier placebo
en poderosa medicina, justamente dirigiendo concentradamente el prana.
El sánscrito, siendo un lenguaje legendariamente descubierto por videntes, admite todo tipo
de interpretaciones etimológicas filosóficas y poéticas. Todo puede estar henchido de
significado, cualquier cosa puede ser un emblema de la totalidad, un resabio de lo divino. El
poeta y estudioso de la cultura oriental Harold Stewart escribe que en el caso
de śraddhā tenemos también la presencia de la raíz verbal "dha", la cual significa poner en
un lugar, sostener, mantener (es de esta raíz que se deriva la palabra "dharma"). Sostiene
además que śraddhā, cuya raíz es srat, es un cognado del término sat, del cual viene la
palabra satya (verdad) y que significa también ser (como en sattva o en el famoso mantra Sat
Cit Ananda). Stewart agrega que el término śraddhā en el budismo mahayana tiene la
connotación de la "tranquilidad, luminosidad y purificación" que resultan de la práctica del
dharma. "Śraddhā es el precursor de la gnosis trascendente (jnana) y del
entendimiento (prajna) de la Realidad".
Tenemos aquí una fiesta etimológica y podemos decir, con esta licencia poética que hemos
evocado antes, que para el devoto la fe se revela como una especie de ojo del corazón que
permite ver la realidad (o verdad). Es un apoyarse en el corazón, que es una especie de
rescoldo de la pureza divina (si bien ésta pureza debe acabar de des-cubrirse con el dharma),
una especie de sol en el hombre que permite ver la naturaleza verdadera. La fe genuina nunca
es ciega sino todo lo contrario. Es la fe lo que nos acerca --lo que abastece nuestra
imaginación de posibilidad ilimitada-- a entrar en comunión con lo que ya es, con lo que
siempre ha sido, pero que debe actualizarse en nosotros. El sentido verdadero de la religión
es producir una experiencia cotidiana de lo divino y transformar al individuo (re-ligarlo a
su divinidad o a la realidad); es por ello que es indispensable alguna forma de visión, de
teofanía. Como sugiere Henry Corbin escribiendo sobre el gran místico sufí Ibn Arabi, al
orar el devoto de alguna manera crea al dios que lo creó. "Porque la oración no es una petición
de algo: es la expresión de un modo de ser, un medio de existencia y de causar que exista,
esto es, un medio de causar al Dios que se revela Él Mismo, de hacerlo aparecer, de verlo
[...]". Esto nos indica que la fe es una forma de imaginación creativa. La fe también es una
forma de entrar en el orden divino, de supremo ratio. "La fe no es sólo la voluntad de aceptar
una verdad dinámica, sino que es esta misma verdad dinámica tomando control de nuestras
actitudes e imponiéndose sobre las dudas, eliminándolas una a una", dice Manly P. Hall. Y
también: "El misticismo afirma que la verdad no puede ser poseída siquiera por la mente. Por
una virtud peculiar a sí mismo, sin embargo, el corazón puede ser poseído por la verdad". La
verdad es un fruto del corazón, que es a su vez, en toda ley, un fruto viviente de la verdad.
En el budismo mahayana, la fe esta ligada al cultivo del bodhicitta, la mente del despertar o
mente búdica; el budismo sostiene que la perspectiva correcta de la realidad conduce a la
iluminación y por sí misma esta perspectiva nos transforma como si fuera una energía. La fe
--en el Buda, en la sangha, pero sobre todo en el dharma-- es parte esencial de la perspectiva
y hace que el practicante pase de una relación intelectual con la doctrina a que comulgue con
la verdad, de la cual el bodhisattva se vuelve una encarnación. En uno de los sutras
del Prajnaparamita el Buda dice: "Śariputra, la verdad última es alcanzada exclusivamente
a través de la fe". En la gran colección cósmica de budismo mahayana que es el Sutra de la
Guirnalda, se dice que la fe es la "joya que concede todos los deseos". En un mundo ilusorio
(compuesto por la misma sustancia que los sueños), en el que todo es precedido por la mente,
como el que sostiene el budismo, la fe es omnipotencia pura. Tener fe es una demostración
del entendimiento y la asimilación de la visión filosófica.