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PIURA - PERÚ
2018
TESIS
AUTORA
APROBADO POR:
Presidente
Dr.
Secretario
Dr.
Vocal
Dr.
DEDICATORIA
.
DECLARATORIA DE AUTENTICIDAD
_______________________
Natalia María Rivera Cruz
PRESENTACIÓN
Pág.
I. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 10
1.1. Realidad Problemática………………………………………………………….11
1.2. Trabajos Previos………………………………………………………………….13
1.3. Teorías relacionadas al tema………………………………………………….16
1.4. Formulación del problema……………………………………………………..25
1.5. Justificación de Estudio
……………..…………………………………………………………25
1.6. Hipótesis………………………………………………………..…………………25
1.7. Objetivos………………………………………………………………………… 26
INDICE DE TABLAS
RESUMEN
In her eleventh cycle the student offers a program as a solution to the various needs
involved in a psychosocial, adding the ignorance of a psychological program, in order
to raise awareness among the various teens aimed at a new lifestyle, meeting the
lack of validation towards their own human rights. With the intention of empowering
them, and improving their perception regarding gender equity, within a teenage
population group, in a private university.
This program was also developed to improve the independence and self-esteem of
each of the volunteers. For this, a test consisting of __ questions was applied to a
sample of 50 teens.
Antecedentes Internacionales
Antecedentes Nacionales
Vera (2010) Realiza una medición del empoderamiento de la mujer para Perú. El
autor se basa en el modelo de negociación cooperativa de McElroy y Horney (1981)
con el objetivo de derivar un índice de empoderamiento. Según los datos de la
Encuesta Demográfica de Salud Familiar (ENDES) del INEI, elabora tres índices de
empoderamiento, según tres ámbitos: económico, familiar/interpersonal y
sociocultural. Las variables principales para cada tipo de empoderamiento son
respecto a quién toma las decisiones dentro del hogar y cómo las toma, si se toman
en conjunto y quién tiene la última palabra; como también variables individuales de la
mujer, por ejemplo, acceso a información, uso de algún planificador familiar, y nivel
de educación. Como conclusión, encuentra que hay distintos niveles de
empoderamiento entre las regiones como también en el tipo de empoderamiento.
Alcázar y Espinoza (2014) Presentan un estudio cuyo objetivo es medir el efecto del
programa Juntos en las madres beneficiarias en términos del empoderamiento en
Lima, Perú. Con el objetivo de medir los efectos de un programa sobre el
empoderamiento en la mujer. Aquí, se entiende el empoderamiento en cuatro
sentidos: poder de decisión sobre los recursos del hogar, ideología de género,
autoestima y cambios en la situación laboral. Utiliza dos metodologías: por un lado,
un método cuantitativo con técnicas no experimentales para medir los efectos del
programa sobre el empoderamiento con un pool de datos de la Encuesta
Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) desde el 2004 al 2012 y, por otro lado,
utiliza la base de datos panel de Niños del Milenio, considerando a hogares
beneficiarios y a los potencialmente beneficiarios y aplica la técnica de Diferencias en
Diferencias; a su vez, aplica un método cualitativo con entrevistas a profundidad y
grupos focales. Como conclusión las autoras encuentran que la transferencia
adicional del Programa Juntos influye positivamente en la capacidad de decisión de
la madre sobre los recursos del hogar, también que la edad y la educación son
variables de control que tienen un efecto positivo y significativo sobre el nivel de
empoderamiento.
Según Gil, Cáceres & Coord (2008) La identidad es el sentido propio de lo que
somos y de la relación que tenemos con el mundo que nos rodea. El trato
constante del individuo con el mundo exterior es lo que le ayuda a crear y
conformar la propia idea de sí mismo.
De manera que la identidad de género para Rocha & Díaz (2011) se refiere al
sentido individual básico de ser hombre o mujer, lo que implica una conciencia y
aceptación del sexo biológico. De tal manera que los seres humanos desarrollan
una serie de sentimientos, fantasías y pensamientos (creencias), materializados
a través de las conductas y actitudes correspondientes, que tarde o temprano
se presentan como rasgos de personalidad y se concretizan como roles que se
desempeñan, dependiendo si se es hombre o mujer en una sociedad particular.
Para Guzmán & Bolio (2010), aunque las diferencias anatómicas, por sí solas,
no desfinan a la identidad de género, sí aprecen como elemento clasificatorio;
los autores enfatizan que cada persona aprende lo que significa ser hombre o
mujer, de acuerdo a su cultura, asumiendo roles y actitudes que le son propios.
“...toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de la mujer,
independientemente de su estado civil, de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales en las esfera política, económica, social, cultural y civil o
en cualquier otra esfera, sobre la base de la igualdad entre el hombre y la mujer”
También, según Torres (2004) Los derechos sexuales y reproductivos son parte de
los derechos humanos y su finalidad es que todas las personas puedan vivir libres
de discriminación, riesgos, amenazas, coerciones y violencia en el campo de la
sexualidad y la reproducción.
3.1.1.Creencias y
3.1.Identidad de
género
3.1.2. Roles de género
y
y
empoderamiento habilidades de elección y
negociación
3.1.3.Cuerpo femenino
apropiación (tendiendo a la
negociación)
Pero según Navarro (2013) cuando existe un proceso de conocimiento del sí mismo:
pensamientos, sentimientos, fortalezas, debilidades, cuerpo; la mujer está en la capacidad
de saber quién es, qué desea o no, y qué le complace o
desagrada.
Según López & Array (2009) Cuando las mujeres replantean sus creencias,
priorizando su sí mismo, pueden llegar a definirse como independientes,
optimistas, autodeterminadas, y están en condiciones más favorables para
afrontar conflictos y adoptar una posición activa ante la superación de las
dificultades. Además logran establecer relaciones interpersonales más
eficaces, expresivas, íntimas, empáticas y tolerantes.
Los roles de género y las habilidades de elección y negociación
Según Guzmán & Bolio (2010) Cuando estos roles se basan en estereotipos
de género, se tornan rígidos, e imposibilitan la movilidad individual. Ello
permite comprender tres procesos de la vida social, estos son:
Según Rocha & Díaz (2011) Los roles son la expresión pública de la identidad.
En el caso de las mujeres, de manera tradicional han sido encaminadas a la
reproducción, las labores domésticas, el cuidado de los otros; es decir roles
expresivo- filiales. Los roles femeninos, están formados bajo estereotipos que
las conducen al ámbito privado o del hogar. La realización personal de las
mujeres, se logra en función de los demás, por tanto priorizan las relaciones, y
se especializan en la satisfacción de los deseos ajenos.
Según Valdez, Díaz & Paez (2005) las mujeres están luchando por lograr un
trato igualitario, que les permita tener un desarrollo humano adecuado. Para
lograrlo se proponen las estrategias de decisión y negociación.
En el caso de las mujeres la toma de decisiones o la habilidad de elegir, está
coaccionada por las relaciones de poder (Ávila, 2006).
Según Babcock, Laschever, Geldfand, & Small (2004) Otra habilidad puesta en
juego, para equilibrar los roles de género, es la negociación. Un dato interesante
es que las mujeres son menos proclives que los hombres a negociar para sí
mismas. En primer lugar porque desde una edad temprana sus relaciones se
centran en atender las necesidades de los demás; y en segundo lugar, porque
las mujeres suelen dar por supuesto que se las va a reconocer y a recompensar
por esforzarse. A diferencia de lo que ocurre con los hombres, no han sido
instruidas para pedir más.
Según Mancillas (1997) Las mujeres se construyen una imagen corporal con
aceptación o rechazo de ciertas zonas; esto lo hacen de acuerdo a sus ideas,
valores y afectos, en torno a la sexualidad, la estética y el uso de su físico.
Además, según Lagarde (2005) las mujeres viven el mundo desde su cuerpo,
mucho más que los hombres, pues para la mujer la vida se despliega en torno
a un ciclo profundamente corporal: la menstruación, la menopausia, los
embarazos, el parto, etc.
Según Vera (1998) El sistema socio cultural, les pide a las mujeres ser
jóvenes, delgadas y bellas, de hecho el ideal de cuerpo femenino es el llamado
“tubular” esto es “caderas, nalgas, cintura y barriga mínimas. Pero eso sí,
pecho generoso. Más difícil todavía, adelgace de unas partes de su cuerpo,
precisamente de aquellas en las que se suele acumular más grasa en las
mujeres, mientras engorda de otras al mismo tiempo, y además, hasta donde
usted quiera” . Según Martín (2008) Esta exigencia corporal, no puede
considerarse inocente, pues se resguarda bajo un paraguas uniformizador, que
trata de desaparecer la individualdiad corporal.
Según Guzmán & Bolio (2010) Aunque por ahora gocemos los efectos de la
revolución sexual y la anticoncepción, el imaginario social, sostiene que las
pulsiones sexuales son propias de la masculinad, y por lo tanto inadecuadas en
las mujeres. Siglos de desigualdad, han configurado subjetividades femeninas
sexualmente pasivas, que esperan la iniciativa del varón en este plano,
observandose a sí mismas como sumisas y complacientes, sin buscar su propio
erotismo ni placer.
Las tres caras del poder como dominio (el poder “sobre”) Según Lukes (1974), en las
ciencias sociales aparecen habitualmente tres interpretaciones diferentes sobre el
poder y todas ellas tienen en común entenderlo como un ejercicio de dominio sobre
otros. Este poder ejercido sobre otros nos remite tanto a la habilidad de una persona
para hacer que otras actúen en contra de sus deseos como a la capacidad que
alguien tiene para sacar adelante sus propios intereses en contra de los intereses de
otro, mediante la utilización de mecanismos diversos tales como obligar, impedir,
prohibir, reprimir, negar o invisibilizar los intereses de aquellos sobre los que se
ejerce dominio.
A) Según Kabeer (1997) El poder visible (el poder para producir los cambios) La
primera, y más habitual, acepción del poder responde a análisis liberales de los
fenómenos sociales y lo aborda como un asunto de toma de decisiones sobre
cuestiones en las que hay un conflicto observable definiéndolo como la
“capacidad de un actor de afectar el patrón de resultados”
A) El poder oculto (el poder de decidir sobre qué se decide) La segunda acepción
del poder puede definirse como la capacidad para evitar la discusión abierta
de ciertos conflictos. Es el poder que se ostenta cuando alguien consigue
sacar adelante sus propios intereses en contra de los de otra persona
impidiendo que esta sea escuchada, excluyendo ciertas cuestiones de la
agenda de decisión y restringiendo la adopción de decisiones a cuestiones
seguras. Esta noción del poder permite apreciar que los conflictos no siempre
son abiertos ni las decisiones visibles, que el poder no se expresa solamente
en “quien gana qué” sino también en “cuando, cómo y quién se queda fuera
de la toma de decisiones” porque ni siquiera ha sido tomado en consideración.
Efectivamente, la persona o el grupo poderoso pueden ganar conflictos no
sólo ganándolos cuando son planteados abiertamente sino impidiendo que las
voces de los oponentes sean escuchadas y que el conflicto se haga visible en
el ámbito de la toma de decisiones. La coerción, la manipulación, la
información falsa y otras maneras de influenciar son reconocidas como formas
de ejercicio de este poder, puesto que suprimen lo que de otro modo se
hubiera constituido en un conflicto abierto.
Según Bachrach y Baratz (1962) Quien detenta el poder oculto puede crear
reglas de juego que impidan a los grupos con menos poder expresar sus
deseos; puede legitimar algunas voces y desacreditar otras, determinando qué
asuntos y qué personas han de ser incluidas y cuáles no. Este tipo de poder
se sustenta en “los procedimientos implícitamente aceptados e indiscutibles
en instituciones que, al demarcar las cuestiones susceptibles de decisión de
aquellas que no lo son, benefician sistemática y rutinariamente a ciertos
individuos y grupos a costa de otros”
Según Wieringa (1997) Esta manera de ejercer el poder mediante
procedimientos que permanecen ocultos al análisis es bastante común en las
relaciones entre las mujeres y los hombres. Las feministas han señalado que
el poder masculino se ejerce movilizando normas y mecanismos que tienen un
sesgo de género a favor de los hombres, como los que operan en la división
sexual del trabajo o en la legitimación política de la inviolabilidad de la esfera
doméstica. Muchos conflictos que ni se asoman a las agendas públicas de
debate versan sobre temas en los que hay asuntos de género involucrados,
como por ejemplo considerar que la atención a niñas y niños es una tarea de
cuidado “natural” de las mujeres en lugar de un problema social relacionado
con el trabajo de las mujeres.
B) El poder invisible (el poder de negar los intereses ajenos) La tercera forma del
poder considerada por Lukes tiene relación con el conflicto no observado, es
decir, con las tensiones que se producen cuando se niegan intereses reales
de la gente, incluso cuando tales intereses ni siquiera son reconocidos por las
personas afectadas. Este tipo de poder implica que alguien consigue sacar
adelante sus propios intereses impidiendo que su potencial oponente se dé
cuenta de que existe un conflicto de intereses. Según León (1997), este es el
poder más penetrante porque evita la expresión del conflicto y hace imposible
que se conciba una situación diferente. Según Rowlands (1997) “El más
efectivo e insidioso uso del poder es evitar, en primer lugar, que el conflicto
surja… al formar las percepciones de la gente, las cogniciones y las
preferencias de una manera tal que ellos acepten su rol en el orden de cosas
existente porque no pueden ver o imaginar una alternativa, o porque lo ven
natural e inmodificable, o porque lo valoran como si contuviera un orden divino
y benéfico”
El poderoso puede ganar conflictos manipulando la conciencia de los menos
poderosos para hacerles incapaces de desear una situación diferente, sea
porque no ven el conflicto, porque aceptan la legitimidad del orden
establecido, porque están resignados a su suerte o porque no consideran
posible transformar su situación. Según Sen (2000) Este poder analiza la
naturaleza del “conflicto cooperativo” que caracteriza a los hogares y concluye
que las mujeres, particularmente en sociedades tradicionales, tienen
dificultades para tomar en cuenta su propio bienestar cuando abordan sus
intereses personales en el escenario familiar. En términos más generales, este
autor ha planteado que aunque los grupos desposeídos puedan estar
acostumbrados a la desigualdad, no tener conciencia de las posibilidades de
cambio social ni esperanzas de mejorar sus circunstancias, “las verdaderas
privaciones no se evaporan por el mero hecho de que, en el cálculo particular
utilitarista del cumplimiento de la felicidad y el deseo, la situación
socioeconómica de la persona desposeída pueda no parecer particularmente
desventajosa”.
Desde estas nuevas perspectivas, las feministas que trabajan en el campo del
desarrollo han reivindicado abiertamente el poder para las mujeres. Así, por ejemplo,
Batliwala (1997) ha definido el poder como “control sobre los bienes materiales
(físicos, humanos o financieros), los recursos intelectuales (conocimientos,
información, ideas) y la ideología (habilidad para generar e institucionalizar creencias
y valores que determinan cómo las personas perciben y funcionan en un entorno
dado)” y ha sostenido que el empoderamiento de las mujeres debe medirse en
términos de “cuánta influencia tienen estas sobre las acciones externas que afectan
a su bienestar”.
León (1997) plantea, por su parte, que dado que la subordinación de las mujeres
aparece naturalizada en las sociedades con dominio masculino, es poco probable
que las propuestas de cambio aparezcan espontáneamente; más bien, estas deben
inducidas a través de procesos de concientización que permitan a las mujeres
modificar sus auto-imágenes y sus sentimientos de inferioridad, así como sus
creencias sobre sus derechos y capacidades. En la inducción de estos procesos de
reflexión crítica, las agentes externas, generalmente mujeres feministas
profesionales del trabajo de promoción y educación popular, pueden desempeñar un
importante rol catalizador ofreciendo a las mujeres elementos de análisis y
alternativas prácticas a sus modos de vida. También Rowlands insiste en que las
agentes de cambio deben estar entrenadas en el uso de metodologías que ayuden a
las mujeres a “percibir las limitaciones que ellas se imponen como resultado de la
opresión internalizada que cargan” y garanticen que estas actúan a partir de sus
propios análisis y prioridades, y no en base a agendas externas. Ahora bien, este
papel de las agentes de cambio nada tiene que ver con lo que James (1999) ha
denominado la “transferencia del empoderamiento”, una visión predominante en el
pensamiento oficial del desarrollo según la cual el empoderamiento puede ser
otorgado por las agencias, mediante la puesta en marcha de proyectos diseñados
desde arriba y desde afuera de las destinatarias en los que, supuestamente, la
simple participación de las mujeres en actividades específicas garantizaría como
resultado final su empoderamiento.
Un mecanismo de transferencia de poder de este tipo es incompatible con los
objetivos del empoderamiento porque este no es un proceso lineal con un inicio y un
final definidos de manera igual para todas las mujeres, sino que requiere que éstas
libremente analicen y expresen sus propias necesidades y prioridades, sin que estas
puedan ser predefinidas o impuestas por los planificadores. En conclusión, entender
el empoderamiento como un proceso de abajo arriba implica que los organismos de
desarrollo no pueden reclamar que empoderan a las mujeres. Las mujeres deben
empoderarse ellas mismas. Sin embargo, el apoyo externo es importante en el
proceso de cambio.
Nivel uno: el bienestar, en áreas como la salud, el acceso a alimentos o los ingresos.
La brecha de género en este nivel se mide por las disparidades en las tasas de
mortalidad o de desnutrición, y se deriva directamente de la desigualdad en el
acceso a los recursos.
Nivel dos: el acceso a los recursos para la producción (tierra, créditos, servicios), a la
educación, el empleo remunerado y la capacitación. La brecha de género en este
nivel se refiere tanto a los recursos como a las oportunidades.
Nivel cinco: el control sobre los factores de producción para asegurar acceso
igualitario a los recursos y a la distribución de los beneficios. Es la mayor
participación de las mujeres en la toma de decisiones la que conduce a una situación
de igualdad en el control, caracterizada por un equilibrio de poder entre mujeres y
hombres, de modo que ninguna parte se coloca en una posición de dominación.
Kabeer (1999) ha deducido que el proceso de cambio que lleva a que personas o
colectivos carentes de poder se empoderen requiere la combinación de tres
elementos interrelacionados: recursos, agencia y logros. En este esquema, la
agencia expresa la habilidad de las personas para utilizar los recursos a su alcance,
a fin de lograr unos resultados valiosos en términos de la vida que desean vivir. Los
recursos son definidos en un sentido amplio e incluyen tanto los materiales como los
recursos humanos y sociales que fortalecen la habilidad de la gente para elegir cómo
quiere vivir. La agencia es la habilidad de una persona para definir sus propias metas
y actuar para conseguirlas. La agencia puede ser ejercida individual o
colectivamente, y aunque a menudo adopta la forma de participación en la toma de
decisiones dentro y fuera del hogar, en otras ocasiones puede expresarse como
negociación, manipulación, subversión y resistencia, e incluso de maneras más
intangibles como la reflexión y el análisis. Basándose en las distinciones de Sen
entre “libertad positiva” y “libertad negativa”, Kabeer ha relacionado la agencia con
las distintas formas del poder, señalando que aquella tiene un significado positivo, en
tanto puede ser vista como capacidad para definir las propias elecciones vitales y
perseguir las propias metas (poder “para” o libertad positiva), pero también un
sentido negativo si se entiende como capacidad de imponer las metas propias sobre
otros en contra de sus deseos (poder “sobre” o “libertad negativa”).
Por lo general, las principales decisiones económicas y políticas son reservadas a los
hombres mientras que las mujeres juegan un papel más significativo en las
decisiones económicas de menor trascendencia o en las relacionadas con el cuidado
de personas dependientes. También es importante diferenciar el nivel de
involucramiento que las personas tienen en el proceso de decidir, pues no es lo
mismo “participar en” que “tener la última palabra sobre”. Igualmente, hay que
distinguir entre la “función de decidir” (sobre cómo se asignan los recursos del hogar,
por ejemplo) y la “función de gestionar” cómo se lleva a cabo la decisión adoptada.
El segundo ámbito tiene que ver con la movilidad de las mujeres en los espacios
públicos, y es particularmente útil para evaluar los avances en la agencia de las
mujeres en sociedades con una rígida segregación física de los géneros y donde la
movilidad femenina en las esferas públicas está sujeta a normas muy restrictivas.
Según Kabeer (1999) El tercer ámbito, por último, guarda relación con la violencia
masculina, definida como “la habilidad de los hombres para recurrir a la fuerza física
a fin de imponer sus propias metas o impedir que las mujeres logren las suyas”
Asumiendo que la violencia masculina es una expresión del poder de los hombres
sobre las mujeres, que tiene lugar en el marco de relaciones interpersonales pero
recibe legitimación y apoyo estructural, las evidencias muestran un doble patrón de
comportamiento: por un lado, los datos cuantitativos sugieren que las mujeres de
mayor edad, con hijos varones, con nivel educativo o que aportan ingresos al hogar
tienen menos probabilidad de ser golpeadas por sus maridos que las jóvenes, sin
hijos varones, educación o ingresos propios. Por otro, investigaciones cualitativas
muestran que la violencia masculina parece exacerbarse cuando las mujeres
acceden a créditos, lo que indicaría que los hombres “no siempre aceptan
amablemente las intervenciones que desestabilizan el balance de poder en el hogar
y que los procesos de empoderamiento pueden a veces implicar un aumento de la
violencia masculina porque cuestionan el estatus quo del poder de género”. Es por
ello fundamental diferenciar las situaciones en que la violencia de los hombres es
una afirmación del poder masculino sin que medien cambios en las mujeres, de
aquellas otras donde la violencia es un intento de afirmar el poder masculino en
respuesta a cambios en la agencia de las mujeres. Comprender los factores que
conducen a los hombres a ejercer violencia contra las mujeres no está reñido con
condenar esta, y puede ayudar a ir más allá de la ecuación “hombre violento-mujer
víctima” para reconocer que en algunas situaciones la violencia masculina puede ser
una respuesta a la agencia y la afirmación de sus derechos por parte de las mujeres.
La literatura sobre medición del empoderamiento ha propuesto diversos indicadores
para evaluar los logros alcanzados, desde la salud de los hijos y el uso de
anticonceptivos hasta la libertad de movimientos, la autonomía financiera o el
cuidado de la propia salud.
Los espacios privilegiados para generar estas reflexiones son los “talleres”, cuyo
desarrollo combina elementos de los grupos de autoconciencia feminista con
aquellos propios de la educación popular. Los talleres ofrecen a las mujeres un
espacio de encuentro con otras para que, desde el intercambio de experiencias y la
reflexión colectiva, se den cuenta de que su vivencia personal está inscrita en un
contexto social y puedan superar la sensación de aislamiento e inadecuación,
asumiéndose como parte de un colectivo cuyos malestares tienen causas
estructurales.
Ganar poder junto con otras (el poder “con”) Esta forma de poder tiene que ver con la
acción colectiva: es un poder que multiplica los poderes individuales al asumir que un
grupo actuando coordinadamente logra más que las personas aisladas. Según Deere
y León (2000) la capacidad de un colectivo para presentar una solución común a sus
problemas, permitiendo que todas las potencialidades se expresen en una agenda
grupal que también se asume individualmente.
Participación en pequeños grupos con una agenda colectiva -> Comprensión de los
mecanismos de dominación. Organización y movilización. Constitución de una
agenda política más amplia.
Según Red de Información de Población de las Naciones Unidas - Popin & División
de Población de las Naciones Unidas, Departamento de Asuntos Económicos y
Sociales, con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas – UNFPA,
(1990) Reconoce que en cualquier parte del mundo, toda mujer lidia con amenazas
tanto de su vida, como en su salud y bienestar, así como se les brinda menos
servicios de educación. Es necesario brindar equilibrio a sus desproporcionadas
responsabilidades hogareñas, el que se elimine las responsabilidades legales e
impedimentos sociales para su participación en la esfera pública, se elimine el
espectro de la violencia doméstica y sexual de su vida cotidiana y aumente la
conciencia social a través de programas efectivos de educación y comunicación de
masas.
Según Castro (2014) existen seis esferas de vida para la autorrealización del ser
humano y son las siguientes:
Según ONU Mujeres (2017) “Existe una brecha entre la equidad de género tanto en
los varones como en las mujeres, las cuales se encuentran muy rechazadas en el
acceso a la tierra, el mérito y el trabajo decente. Sufren más la pobreza, la
discriminación de sexo y la explotación a su persona. La discriminación de género
implica que a comúnmente las mujeres terminan ejecutando trabajos eventuales y
mal remunerados, y son pocas las mujeres que se encuentran en puestos de mando
seguros. Se necesitaría romper los diversos obstáculos que perjudican a las mujeres
a tomar las oportunidades de mejor remuneración económica que se les presenta e
impulsar el empoderamiento económico de las mujeres, el cual ayuda a la equidad
de género y el poseer un buen status económico”.
Según Rodríguez (2018) la equidad entre varón - mujer está resguardad por la
equidad de género en el uso de los servicios y bienes sociales, eliminando la
discriminación entre sexos y no favoreciendo, al varón sobre la mujer, en los
aspectos que conforman la vida social, como sucedía, con frecuencia en décadas
atrás en la sociedad.
Existen requisitos para la igualdad de género: “Los derechos, la responsabilidad y las
oportunidades de cada persona no dependerán de si aquella es varón o fémina” sin
embargo, para que la equidad de género pueda darse han de generarse dos
acontecimientos imprescindibles. Por una parte, equidad de oportunidades y por otra
crear una serie de condiciones para aprovechar estas oportunidades. Debemos tener
presente que igualdad de género significa crear patrones para aquellas
oportunidades actuales y distribuirlas exactamente entre ambos sexos. Varones y
féminas han de tener las mismas oportunidades de desarrollo en todos los ámbitos
existentes; ya sea a nivel personal, la oportunidad de crecer profesionalmente,
realizarse a uno mismo como ser humano y obtener felicidad como consecuencia,
así como en el poseer reconocimiento en el ámbito laboral, con la profesión que se
ejerce. El estado, ha de garantizar que los recursos se asignen de manera
proporcional. “Hombres y mujeres serán tratados con justicia de acuerdo a sus
propias necesidades. La solución que se brinde a cada uno varia en ser diferente o
no, sin embargo sirve en términos de derechos, beneficios, obligaciones, y
oportunidades”. Mencionando la igualdad de género en la oficina; la mujer no debería
aceptar un pago inferior respecto al que se le concede al varón puesto que ambos
pueden desempeñar las mismas actividades en lo que al ámbito laboral se
refiere, por lo que necesitan obtener lo mismo en función de su reconocimiento y no
debe existir un sexo favorecido. Con independencia del género se debe recibir igual
remuneración en un mismo empleo, con las mismas responsabilidades y
obligaciones.
Desde esta perspectiva se define a este proceso por el Banco Mundial como:
Mujer y Empoderamiento
Preguntas específicas
¿Cuáles son los efectos del factor vida familiar en la percepción de equidad de
género en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de la
facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura,
año 2018?
¿Cuáles son los efectos del factor vida social en la percepción de equidad de género
en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de la facultad
de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año
2018?
¿Cuáles son los efectos del factor cuidado de la vida física en la percepción de
equidad de género en los estudiantes universitarios del género femenino del primer
ciclo de la facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad
de Piura, año 2018?
¿Cuáles son los efectos del factor vida íntima en la percepción de equidad de género
en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de la facultad
de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año
2018?
¿Cuáles son los efectos del factor vida laboral en la percepción de equidad de
género en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de la
facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura,
año 2018?
¿Cuáles son los efectos del factor vida financiera en la percepción de equidad de
género en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de la
facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura,
año 2018?
¿Cuáles son los efectos del factor autoestima en la percepción de equidad de género
en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de la facultad
de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año
2018?
¿Cuáles son los efectos del factor toma de decisiones en la percepción de equidad
de género en los estudiantes universitarios del género femenino del primer ciclo de
la facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad de
Piura, año 2018?
¿Cuáles son los efectos del factor control de vida dentro del hogar en la percepción
de equidad de género en los estudiantes universitarios del género femenino del
primer ciclo de la facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la
ciudad de Piura, año 2018?
¿Cuáles son los efectos del factor control de vida fuera del hogar en la percepción de
equidad de género en los estudiantes universitarios del género femenino del primer
ciclo de la facultad de psicología de la universidad privada César Vallejo de la ciudad
de Piura, año 2018?
1.5. Justificación
Objetivo General
Determinar los efectos de un programa de empoderamiento en la
percepción de equidad de género en los estudiantes universitarios del
género femenino del primer ciclo de la facultad de psicología de la
universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año 2018.
Objetivos Específicos
Determinar los efectos del factor control de vida dentro del hogar en la
percepción de equidad de género en los estudiantes universitarios del
género femenino del primer ciclo de la facultad de psicología de la
universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año 2018.
Determinar los efectos del factor control de vida fuera del hogar en la
percepción de equidad de género en los estudiantes universitarios del
género femenino del primer ciclo de la facultad de psicología de la
universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año 2018.
1.7. Hipótesis
Hipótesis General
Los efectos un programa de empoderamiento influyen la percepción de
equidad de género en los estudiantes universitarios del género femenino
del primer ciclo de la facultad de psicología de la universidad privada César
Vallejo de la ciudad de Piura, año 2018.
Hipótesis Específicas
Los efectos del factor control de vida dentro del hogar influyen en la
percepción de equidad de género en los estudiantes universitarios del
género femenino del primer ciclo de la facultad de psicología de la
universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año 2018
Los efectos del factor control de vida fuera del hogar influyen en la
percepción de equidad de género en los estudiantes universitarios del
género femenino del primer ciclo de la facultad de psicología de la
universidad privada César Vallejo de la ciudad de Piura, año 2018
II. MÉTODO
Tipo de estudio
El presente trabajo de investigación cuenta con una población de 1515 alumnos del
primer ciclo de la carrera profesional de psicología, en la universidad César Vallejo
filial Piura - Perú, contando con una muestra de 50 estudiantes la cual fue escogida
mediante un muestreo aleatorio estratificado, dividiendo las 50 estudiantes en 25
para grupo control y 25 para grupo experimental, respectivamente.
Observación, entrevista.
2.5. Instrumento
Encuesta.
ASPECTOS ÉTICOS
RESULTADOS
DISCUSIÓN
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
I) Libro y Texto
Agarwal, B (1997) “Bargaining and gender relations: Within and beyond the
household”. Feminist Economics 3(1):1-51.
Bachrach, P. y Baratz, M (1962) “The two faces of power”. American Political Science
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Evans, S (1979) Personal Politics: The Roots of Women’s Liberation in the Civil
Rights Movement and the New Left. Nueva York: Alfred Knopf.
Eyben, R (2004) “Linking Power and Poverty Reduction”, en Alsop, R. (ed.): Power,
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