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Iván Alberto Mancipe Cortes.

Hombre, cuerpo y sociedad: Estereotipos a partir de los medios.

El cuerpo -considero desde mi punto de vista- es uno de los elementos del ser humano a
los cuales se les da más relevancia en la sociedad actual, mucho se ha hablado y debatido
acerca de la importancia de desarrollar lo intelectual sobre lo corpóreo y la belleza; pero
a pesar de esto se sigue fomentando una cultura en la cual se prima cumplir estándares de
belleza, los cuales indican y establecen una forma de vida. Dicho esto en el presente texto
pretendo dar a conocer como se configura, legítima y como se ha construido el ideal de
belleza en los hombres y de la masculinidad, haciendo énfasis en la relevancia de los
medios de comunicación y de la publicidad.

En relación a lo histórico, de acuerdo con Fanjul (2008, pág. 4), que afirma que el
concepto de masculinidad surgió en el siglo XVII, se puede ver como no es algo reciente
sino que por el contrario viene dado por un largo periodo histórico, dicho concepto de
masculinidad se ve influenciado por ideales griegos en los cuales los hombres bellos son
aquellos que son “atletas jóvenes, con cuerpos ligeros, armoniosos y proporcionados”
(Fanjul, pág. 4), aspecto que actualmente observo tienden a mantenerse en tanto se
pretende que el cuerpo sea estilizado, musculoso y con contexturas atléticas, pues se
considera que así se puede conseguir la felicidad, el éxito y claro está la admiración del
género femenino; como lo afirma Burkitt 1999 (citado por Fanjul pág. 3): “Se hace uso
del miedo individual al rechazo social por culpa de no responder a los cánones de belleza
establecidos.”, miedo que en lo personal en ocasiones de mi vida he logrado experimentar
en especial en la adolescencia, ya que en esta época se pasa más al culto del cuerpo y se
menosprecian ciertas características físicas por ser contrarias o diferentes a los modelos
de belleza establecidos.

Por otro lado, cabe resaltar que actualmente nos encontramos en una sociedad
mediatizada y consumista, en la que estilos de vida tienden a ser el reflejo de lo que
indican los medios de comunicación. De acuerdo con Moral (2000, pág. 209): “Los
medios de comunicación social ejercen en nuestra sociedad una importante función en la
transmisión de valores, sociales y educativos, ofrecen al público en general formas de
vida y actitudes”, a mi manera de verlo dichos valores se legitiman, debido a una falta de
crítica frente a los estereotipos mostrados y a la influencia de la cultura occidental, en la
cual por lo general se asume un rol pasivo en el que se interioriza lo visto y poco se
reflexiona sobre esto.

En relación a las instituciones que llevan a fortalecer esta diferenciación de cuerpos están
los gimnasios, la publicidad y en ocasiones la misma cultura. De acuerdo con Fanjul
(2008, pag 6) en relación a los gimnasios plantea que “el boom de los gimnasios surge
en la década de los 80 y que a lo largo de los últimos años ha ido en aumento, debido a
los cánones estéticos dictaminados por los nuevos tiempos y potenciados a través de los
medios de comunicación de masas y la publicidad, que nos muestran hombres con
cuerpos prácticamente inalcanzables”; aspecto que observo en la cotidianidad, en
espacios universitarios, los cuales a pesar de que como institución está en contra del
rechazo y de los estereotipos, al ser un ente social y que acoge masivamente a jóvenes
estudiantes, trae consigo una tipificación que en ocasiones es acorde al modelo de belleza
indicado socialmente. Por ejemplo en relación al gimnasio a pesar de que es un espacio
propicio para el cultivo del cuerpo y de los deportes -que no está mal claro está- se
interpreta como un espacio para poder cumplir con los estándares de la belleza,
comentarios como “Empecé a entrenar para ponerme bueno”, “me siento mejor porque
ahora soy bello” o “me siento atractivo por ir al gimnasio” reflejan cómo se asocia una
felicidad en ocasiones superficial que se reduce al cultivo del cuerpo, no como desarrollo
de la salud sino por obligación social.

Cabe resaltar otro aspecto importante en relación a la cosificación e idealización del


cuerpo masculino ya que como lo afirma Begonya (2013, pág. 63) “El cuerpo masculino
ha sido objeto de una creciente cosificación que podemos relacionar tanto con la
visibilizacion y empoderamiento de las sexualidades no hegemónicas como con la
creciente sexualizacion de las sociedades occidentales”, es decir que a pesar que
anteriormente era el cuerpo de la mujer el que se veía con mayor recelo y mayores
atributos, actualmente el cuerpo masculino, también ha caído en la erotización y
objetivación del mismo para vender productos y estilos de vida. Aspecto que en realidad
no consideraba tan amplio como lo es, pues debido a que Colombia al ser una cultura muy
machista, pretende crear un prototipo de mujer en relación a su cuerpo, mas en los
hombres se trabaja en su comportamiento, pues se dictaminan conductas consideradas
acordes con un “verdadero macho”, lo cual aleja en cierta medida el poder identificar e
interpretar la construcción que se da del prototipo de belleza en hombres.
En relación con este fenómeno, bajo la interpretación de Berger y Luckman autores
trabajados en clase se ve reflejado todo el proceso de institucionalización, en tanto la
habituación, se establece debido a que el boom de cultivar el cuerpo y hacerle culto al
mismo, habitúa y promueve espacios en los que asocia un buen cuerpo, con valores de
vigorosidad, fortaleza y éxito. De igual manera dicha habituación lleva a que se tipifique
y se construyan roles en los cuales se objetiviza, en este caso, el cuerpo del hombre, en
relación a la similitud con lo promulgado por los medios y el modelo fitness. Después de
esto al ver que no se cumple dicho ideal se cambia el comportamiento, se pasa a consumir
determinados productos, pues se ha interiorizado el dictamen de belleza, debido a su
influencia social y etiquetamientos que catalogan como feo –en ocasiones dados por la
misma persona- pues se genera un malestar, en tanto se cree que al no pertenecer y
cumplir las demandas de la cultura no se es posible estar en bienestar.
Dicho lo anterior considero importante recalcar que el encontrarse con la realidad, es muy
diferente a los estándares dictaminados por los medios y por el consumismo, esto en
relación a que en Colombia el contenido que se muestra está altamente influenciado por
aspectos de hombre nórdico y norteamericano, ya que se presentan hombres musculosos,
de tez blanca, altos y con aspectos estilísticos como la barba; lo cual consigo trae un
menosprecio por características más propias colombianas y que en ocasiones puede
terminar en psicopatologías como la vigorexia.
Trastorno que de acuerdo con Fanjul (2008) consiste en un rechazo al propio cuerpo y
una tendencia a aumentar la masa muscular, a pretender cumplir ideales de delgadez,
alterar sus dietas y consumir suplementos de proteína –aspecto que considero relevante
en tanto muestra como la creación de los ideales van de la mano a que la sociedad
consuma, para así conseguir la “felicidad”- de igual manera se observan problemas en la
autoestima y en la identidad, pues no se logra diferenciar el valor propio del cuerpo sino
que se pretende alcanzar la belleza idealizada sin importar que sea necesario.
Es por este tipo de problemas que considero que desde la psicología se podrían trabajar
varios aspectos a la hora de intervenir en dicha problemática y en cómo se consolida.
Primero considero que desde el enfoque de la psicología social como liberación y la
psicología crítica, se podría mostrar cómo se están consolidando y legitimando dichos
prototipos, los cuales en lugar de cuestionarse solo se actúan, dichas psicologías podrían
fomentar una postura reflexiva y critica, en la cual se pueda identificar que
comportamientos, hábitos y características (del lenguaje y la interacción), apoyan la
problemática planteada y afecta el valor propio.
Segundo luego de poder establecer una postura crítica y generar conciencia, pienso que
se debería a lo que Hall llama la reversión de los estereotipos y las estrategias de
transcodificacion, ya que de esta forma se podría reivindicar el papel de los atributos y
características que fueron rasgos de etiquetamiento y señalamiento negativo; mostrando
así que la belleza no es solo el aspecto físico y acorde a la publicidad; sino que la belleza
no está definida por un solo aspecto del ser humano, ya que desde lo personal entiendo
dicha belleza como una relación entre lo físico, la personalidad y lo espiritual, ya que no
considero apropiado que debido a un elemento se defina el sujeto, esto valiéndome de la
postura sistémica y de una visión holística, pues de lo contrario se pasaría al
reduccionismo y la superfluidez del hombre.
Por ultimo considero que como tercer acción a realizar desde la disciplina a mi parecer
no solo desde la de la psicología, sino más bien desde la educación en general es el de
construir una aceptación del cuerpo propio, en la cual se reconozca tanto sus fallos y
limitaciones, como también sus habilidades y grandes alcances, en donde se acepte el
valor propio, no se juzgue por la presencia o ausencia de determinada característica, sino
que se reconozca el valor de humanidad propio y del otro, para que así no se pretenda
buscar aquella diferencia con la cual juzgar y tipificar sino que se vea a esta como
oportunidad de conocimiento.
A manera de conclusión me gustaría cerrar este texto haciendo la aclaración de que no
menosprecio y deslegitimo la idea de fortalecer el cuerpo y querer cultivarlo, sino que mi
critica radica, en como dicho aspecto se da por algo que en ocasiones desconocemos, pues
no sabemos su verdadero sentido y origen; mostrando así como falta un fortalecimiento
de la propiocepción y de la crítica frente al contenido que consumimos, aunque claro está
que esto no es fácil de construir, ya que incluso yo, como miembro de la sociedad, como
joven y como consumidor he caído en esta tipificación y designio de la belleza tanto en
hombres como en mujeres; pero que por experimentar situaciones de dialogo, de reflexión
y de crítica (como el realizar este documento), me permite cuestionar que ideales son
propios y cuales en realidad solo son un dictamen de la sociedad, que interiorice sin
reflexionar en sus implicaciones, mostrando así como es importante poder fomentar este
tipo de espacios para poder llegar a aclarar el pensamiento y la cosmovisión.
Bibliografía.
Begonya, E. (2013). Cuerpos desbordados: La construcción corporal de la
masculinidad. Argos, 30(59), 060-086. Recuperado de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0254-
16372013000200005

Berger, P. L., Luckmann, T., & Zuleta, S. (1968). La construcción social de la


realidad (Vol. 975). Buenos Aires: Amorrortu. Recuperado de
http://pdfhumanidades.com/sites/default/files/apuntes/35%20-
%20Berger%20y%20Luckmann%20-%20Realidad%20objetiva%20%282%29.pdf

Fanjul Peyró, C. (2008). Modelos masculinos predominantes en el mensaje


publicitario y su influencia social en la psicopatología del siglo XXI: la vigorexia.
Recuperado de http://repositori.uji.es/xmlui/handle/10234/19133

Moral Pérez, M. E. D. (2000). Los nuevos modelos de mujer y de hombre a través


de la publicidad. Recuperado de http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/896

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