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Efesios 2:19 Por eso, ustedes ya no son extranjeros, ya no están fuera de su tierra, sino
que ahora comparten con el pueblo santo los mismos derechos, y son miembros de la
familia de Dios. (NVI)
Efesios 2:19 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios,
Introducción:
Epístola del apóstol Pablo a los Efesios es uno de los más grandes tesoros de la Revelación
de Dios para su Iglesia. Todo creyente que acuda a su lectura con un espíritu dispuesto y
reflexivo, encontrará toda la información del propósito divino para con el creyente y la
Iglesia. Por lo tanto es un “urgente” deber observar toda la temática que esta carta expone
y, además de ello, proponerse formalmente a ejecutar la voluntad celestial implícita en ella.
Con lo anteriormente dicho, cabe destacar que esta carta posee una profundidad doctrinal
excepcional. Pese a su corta extensión, es considerada una de las cartas más difíciles del
apóstol para ser entendida sin un verdadero y completo compendio de la doctrina, pues
expone terminologías que se expresan en la teología desarrollada por Pablo a lo largo de
todo el cuerpo epistolar.
Leerla nos conduce directamente a Dios y a la obra que Él hizo para cumplir con su plan
eterno: la formación de un cuerpo en Cristo y, a través de esto, el establecimiento de una
familia espiritual de hijos suyos. Para la formación de su cuerpo fue necesaria la
elaboración de todo un andamiaje redentor, cuya eficacia demandaba el derramamiento de
la sangre inocente por todos los pecadores desde el inicio de esta dispensación, hasta el
final de los tiempos (He 9:22). Consecutivo a ello, la conformación de una familia extraída
de toda tribu, lengua, linaje y nación; para formar para si un pueblo santo, sin mancha ni
arruga, y sin motivo alguno de vergüenza (Efe 5:27; Efe 1:4; Fil 2:15; Col 1:22).
Dada esta condición, la de ser hechos hijos de Dios (Jn 1:12), la misma sugiere la necesidad
de la práctica de una ética distinta a la ejercida por los demás pueblos que no han sido
alcanzados por la gracia salvadora (1Pe 2:9).
I. Las condiciones de nuestra vida pasada nos excluían del trato divino
a. Éramos llamados incircuncisión por la llamada circuncisión
Efesios 2:11 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reconciliación por medio de la cruz
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne,
erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.
Filipenses 3:18
Porque muchos andan como os he dicho muchas veces, y ahora os lo digo aun llorando,
{que son} enemigos de la cruz de Cristo,
1. En su manifestación como hijo canceló la deuda que nos impedía gozar de las
bendiciones celestiales
Colosenses 2:14-15 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz.
Isaías 53:5 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
b. Cristo alcanzó por nosotros la reconciliación con Dios y nos integró a su reino
quitando de en medio todo lo que la impedía
c. ¿Cuál fue el medio utilizado para alcanzar tal bendición para los gentiles, esto
es, la reconciliación para con Dios?
1. Dios ahora es nuestro Padre, por lo tanto eso nos convierte en sus hijos.
Juan 1:12 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
12 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;
CONCLUSIÓN:
Cristo alcanzó para su Iglesia un estatus realmente sublime. Logró incorporar a los
menospreciados, a los paganos y pecadores a su familia. Por eso bien señala el apóstol
Pedro que nosotros que no éramos pueblo, ahora lo somos; que no habíamos alcanzado
misericordia, ahora la hemos alcanzado (1 Pe 2:9-10); y todo esto gracias a la misericordia
y gracia de nuestro señor Jesucristo, quién alcanzó todo esto por nosotros.