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Buenas Nuevas

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Espiritualidad del Catequista


Pedagogía de Jesús Maestro,
Una mirada al formador

Por Marcelo A. Murúa

El corazón de la vocación y misión del Catequista, su identidad más


íntima, es transmitir la experiencia de encuentro con Jesús, enseñar el
Evangelio y despertar en los otros el llamado a seguir al Señor como
discípulo. El mandato de Jesús se actualiza en cada catequista que
busca con su vida ser fiel a las palabras del Señor:
“Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, enséñenles todo lo
que yo les he enseñado” (Mt. 28, 16-20)

Por eso, la experiencia de Jesús Maestro es fuente inagotable de


espiritualidad y conversión para nuestra vida de catequistas.
Te proponemos esta serie de artículos para reflexionar sobre la
Pedagogía de Jesús Maestro en cinco pasos:

1) Mirada a su práctica
2) Mirada al formador
3) Mirada a su pedagogía
4) Los pasos del proceso pedagógico de Jesús
5) De la pedagogía de Jesús a la pedagogía catequística

Adentrarnos en la búsqueda de los rasgos que caracterizaron a la pedagogía de Jesús


nos obliga a volver la mirada a la práctica de Jesús que nos revelan los evangelios. El
Señor no dejó nada escrito sino que se dedicó a enseñar a las gentes sencillas de la
Palestina del siglo I que le tocó vivir y, principalmente, a una comunidad de seguidores
a quienes formó para ser discípulos y pro-seguidores de su Misión.

A través del testimonio escrito que las comunidades de discípulos realizaron en los
evangelios podemos encontrarnos con Jesús Maestro, conocerlo y desentrañar los
rasgos característicos de su pedagogía.

2.- Mirada al formador

Antes de observar propiamente la pedagogía de Jesús al enseñar, dirijamos la mirada a


su persona. Un maestro enseña principalmente con la vida y el ejemplo, con su

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presencia. El pueblo sencillo, especialmente sensible a la coherencia de vida, reconoce
en Jesús a un maestro que enseña con autoridad (Mc. 1, 22. 27). Y esa autoridad no
proviene de una jerarquía, o estudio, o cargo… sino de una transparencia de vida.
Jesús enseña lo que vive, y esto despierta la admiración y reconocimiento de la gente.

¿Qué características personales nos muestra la vida de Jesús como Maestro formador?

- Preparación personal, proceso

A partir de su llamado personal (en el bautismo en el Jordán, releer las palabras de


Dios dirigidas a Jesús, Mc. 1, 11) Jesús inicia un proceso de preparación personal para
la misión que ha recibido. Se retira al desierto para prepararse (Mc. 1, 12), y como
veremos en el punto siguiente, mantiene esta “mística” de buscar momentos y espacios
de preparación cotidianos a lo largo de toda su vida.

- Vida de oración

Es una de las características de Jesús que más llamaron la atención a sus discípulos.
Jesús oraba de una manera diferente a los grupos piadosos de su tiempo (tres
momentos fijos al día, fórmulas pre-establecidas). Sus espacios de oración recuerdan y
mantienen la “matriz” vital de su retiro al desierto: soledad, apartarse del ritmo
cotidiano, tiempo de discernimiento, diálogo e intimidad con el Padre; y se suceden a
lo largo de todo su camino, configurando una auténtica “oración en la vida” y “vida de
oración” (hay muchas citas, entre ellas, en el evangelio de Marcos: 1, 35-39; 3, 13; 6,
46; 9, 2ss;14, 32 ss;15, 34).

- Vida integrada al pueblo (diferencia con Juan)

Juan el Bautista presentaba un estilo de vida austero que recordaba a los profetas del
Antiguo Testamento (el evangelio señala referencias a su alimentación, vestimenta y
lugar vital: el desierto; que recordaban al profeta Elías).
Jesús, por el contrario, presenta un estilo de vida común a las personas de su tiempo.
No viste de manera especial, participa de fiestas, come y bebe como cualquiera (al
punto que algunos lo tildaban de “comilón y borracho”, ver Lc. 7, 33-34).

- Lenguaje

La forma de hablar y el vocabulario que utiliza Jesús son fácilmente comprendidos por
la gente. No enseña con palabras difíciles sino utilizando ejemplos y referencias de la
vida cotidiana. Su lenguaje es inclusivo, no abre una brecha con sus oyentes e
interlocutores con explicaciones fuera de su alcance, sino que usa recursos cercanos a
la gente y a sus experiencias de vida, como las parábolas.

- Coherencia

Jesús enseña con su acción, con gestos, muestra en forma categórica y transparente
que es lo que a Dios le agrada. No lo dice, lo hace. No lo propone para los demás, lo
realiza el primero.
Jesús hace el bien, enseña con su actitud, muestra y vive lo que transmite. Es una
nueva manera de enseñar, ¡con la vida!

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La pedagogía de Jesús nos muestra la importancia de la coherencia. Nadie puede
enseñar lo que no vive, y por el contrario si vive enseña mucho. Primero es la vida,
luego las palabras. En Jesús hay total transparencia entre lo que predica y lo que hace,
por eso su mensaje es su vida misma.
Para enseñar como Jesús hay que vivir lo que se enseña, porque el ejemplo de vida es
la primer enseñanza que se ofrece a los demás.

- Escucha y Disponibilidad

En los evangelios encontramos numerosos encuentros de Jesús con la gente. En ellos


es común descubrir estas dos actitudes pedagógicas de Jesús: escucha y
disponibilidad.
Jesús escucha a la gente que se le acerca. Interrumpe su actividad. Detiene su marcha
si es necesario. Deja de hablar. Cambia su camino.
Jesús escucha. Deja que el otro hable primero. Se exprese. Hable de sus necesidades.
Muestre su interior, lo que anhela, lo que le preocupa, lo que aspira, lo que sueña.
Jesús escucha. Se interesa por lo que el otro le presenta. Lo respeta. Lo interpreta.
El escuchar de Jesús es acogedor. Genera encuentro. Libera la palabra del otro.

La escucha abierta de Jesús da paso a su disponibilidad para dar respuestas a la gente,


con la vida.
Jesús se levanta. Jesús toca. Jesús dialoga. Jesús se traslada. Jesús se compromete con
el otro. No pone excusas: “no tengo tiempo, me voy a contagiar, qué dirán los vecinos,
no puedo…”
Jesús se pone en movimiento. Juega su vida. Da su tiempo y su persona.
Las respuestas no pasan sólo por las palabras, más bien por los hechos.
La disponibilidad de Jesús es generosa, des-centrada de sí mismo, valiente, decidida.

Muchos relatos de milagros de Jesús permiten apreciar estas dos características, entre
ellos: la curación de la suegra de Pedro (Mc. 1, 29-30), la curación del leproso (Mc. 1,
40-42), la curación del paralítico (Mc. 2, 1-12); la curación del sirviente del capitán
romano (Mt, 8, 5-13), la curación de la hija del jefe de la sinagoga (Mt. 9, 18-19. 23-
26) y otros.

Una mirada de conjunto a estas características nos permiten apreciar que la vida de
Jesús conforma una unidad, cada rasgo de su persona está relacionado con los otros.
Podríamos señalar, como sintesís, que Jesús vive una mística, una espiritualidad que
da coherencia y cohesión a su vida y su práctica, por eso Jesús enseña con su vida.

Para reflexionar nuestra vida de Catequista

• Revisa las características de la persona de Jesús Maestro que hemos mencionado.


¿Cuáles sientes reflejadas en tu vida de catequista?
¿En cuáles debes crecer? ¿Cómo hacerlo?

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• Releé una característica por vez y recorriendo los evangelios intenta descubrir pasajes
de la vida de Jesús relacionados con esa característica.

• ¿Como catequista, tienes una vida de oración y diálogo profundo y cotidiano con el
Señor?

• ¿Tu lenguaje, forma de expresar, maneras de enseñar… llegan al corazón de los


demás?

• ¿Tu vida es coherente con tu misión de catequista? ¿Qué puedes mejorar? ¿Qué te
hace falta cambiar?

• ¿Escuchas a los demás? ¿Estás disponible para ellos? ¿Eres capaz de “rehacer” tu
camino a partir de las necesidades de los otros?

Recibiremos con gusto tus comentarios y sugerencias, escríbenos a


correo@buenasnuevas.com

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