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Por Marcelo A. Murúa
1) Mirada a su práctica
2) Mirada al formador
3) Mirada a su pedagogía
4) Los pasos del proceso pedagógico de Jesús
5) De la pedagogía de Jesús a la pedagogía catequística
A través del testimonio escrito que las comunidades de discípulos realizaron en los
evangelios podemos encontrarnos con Jesús Maestro, conocerlo y desentrañar los
rasgos característicos de su pedagogía.
¿Qué características personales nos muestra la vida de Jesús como Maestro formador?
- Vida de oración
Es una de las características de Jesús que más llamaron la atención a sus discípulos.
Jesús oraba de una manera diferente a los grupos piadosos de su tiempo (tres
momentos fijos al día, fórmulas pre-establecidas). Sus espacios de oración recuerdan y
mantienen la “matriz” vital de su retiro al desierto: soledad, apartarse del ritmo
cotidiano, tiempo de discernimiento, diálogo e intimidad con el Padre; y se suceden a
lo largo de todo su camino, configurando una auténtica “oración en la vida” y “vida de
oración” (hay muchas citas, entre ellas, en el evangelio de Marcos: 1, 35-39; 3, 13; 6,
46; 9, 2ss;14, 32 ss;15, 34).
Juan el Bautista presentaba un estilo de vida austero que recordaba a los profetas del
Antiguo Testamento (el evangelio señala referencias a su alimentación, vestimenta y
lugar vital: el desierto; que recordaban al profeta Elías).
Jesús, por el contrario, presenta un estilo de vida común a las personas de su tiempo.
No viste de manera especial, participa de fiestas, come y bebe como cualquiera (al
punto que algunos lo tildaban de “comilón y borracho”, ver Lc. 7, 33-34).
- Lenguaje
La forma de hablar y el vocabulario que utiliza Jesús son fácilmente comprendidos por
la gente. No enseña con palabras difíciles sino utilizando ejemplos y referencias de la
vida cotidiana. Su lenguaje es inclusivo, no abre una brecha con sus oyentes e
interlocutores con explicaciones fuera de su alcance, sino que usa recursos cercanos a
la gente y a sus experiencias de vida, como las parábolas.
- Coherencia
Jesús enseña con su acción, con gestos, muestra en forma categórica y transparente
que es lo que a Dios le agrada. No lo dice, lo hace. No lo propone para los demás, lo
realiza el primero.
Jesús hace el bien, enseña con su actitud, muestra y vive lo que transmite. Es una
nueva manera de enseñar, ¡con la vida!
- Escucha y Disponibilidad
Muchos relatos de milagros de Jesús permiten apreciar estas dos características, entre
ellos: la curación de la suegra de Pedro (Mc. 1, 29-30), la curación del leproso (Mc. 1,
40-42), la curación del paralítico (Mc. 2, 1-12); la curación del sirviente del capitán
romano (Mt, 8, 5-13), la curación de la hija del jefe de la sinagoga (Mt. 9, 18-19. 23-
26) y otros.
Una mirada de conjunto a estas características nos permiten apreciar que la vida de
Jesús conforma una unidad, cada rasgo de su persona está relacionado con los otros.
Podríamos señalar, como sintesís, que Jesús vive una mística, una espiritualidad que
da coherencia y cohesión a su vida y su práctica, por eso Jesús enseña con su vida.
• ¿Como catequista, tienes una vida de oración y diálogo profundo y cotidiano con el
Señor?
• ¿Tu vida es coherente con tu misión de catequista? ¿Qué puedes mejorar? ¿Qué te
hace falta cambiar?
• ¿Escuchas a los demás? ¿Estás disponible para ellos? ¿Eres capaz de “rehacer” tu
camino a partir de las necesidades de los otros?