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Historia, literatura y

arte en el cine en
español y portugués

Estudios y
pErspEctivas
María Marcos Ramos, editora

Centro de estudios Brasileños


CIHALCEP 2017
IV Congreso Internacional Historia, Arte y Literatura en el Cine en Español y en Portugués

Historia, literatura y arte en el


cine en español y portugués:
estudios y perspectivas.
María Marcos Ramos, editora
Coordinación: Esther Gambi Jiménez
Maquetación: Antonio Marcos
ISBN: 978-84-697-3695-1
Centro de Estudios Brasileños, 2017
CIHALCEP 2017

Índice
Hacia la convergencia de público y academia. Introducción.
María Marcos Ramos........................................................................................ 9

Línea 1. Historia y Cine ................................................................................... 13


Muerte en la frontera: El narco, la migra y voces en el Desierto.
Josefa Lago Graña ................................................................................................... 14

Lucha obrera e izquierda radical en el documental de la Transición:


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Numax presenta y El proceso de Burgos. Pedro Sangro Colón ................................. 25

De todas las historias de la Historia. Bases metodológicas


para una historia oral del cine español. Agustín Rubio Alcover ...........................41

La representación de las víctimas de ETA en el cine:


entre la invisibilidad y el protagonismo. Roncesvalles Labiano Juangarcía ........ 56

Extirpando los recuerdos. La Transición española como experimento


de laboratorio en el cine de ciencia ficción de los 70. Débora Madrid-Brito ..... 72

El Príncipe y los juegos de la convivencia en la Televisión española.


Yasmina Aidi .......................................................................................................... 87

Los girasoles ciegos (2008), de José Luis Cuerda, memoria y silencio


en el primer franquismo. Igor Barrenetxea Marañón .......................................... 97

Al rescate del archivo fílmico español: una lectura actual


del documental La División Azul (1942). Jesús Guzmán Mora ............................. 113

Estrategias de verosimilitud en las representaciones históricas del


cine chileno de ficción en tres películas ejemplares. Claudio Salinas Muñoz,
Hans Stange Marcus, José M. Santa Cruz y Cristian Ahumada Vieytes..............126

La perspectiva de género en el cine documental argentino


sobre la crisis de 2001: Tres estudios de caso. Teresa Álvarez Martín-Nieto ...142

La enfermedad y el indígena en El abrazo de la serpiente:


¿Una representación descolonizadora? Colleen McAlister ..................................158

De modernos, quinquis, pasotas y pringaos: Experiencia y vivencia


juvenil durante la transición en Madrid. El caso de Pepi, Luci, Bom… (1980)
y Colegas (1982). Laura Caballero Ruiz de Martín-Esteban ................................170

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Al rescate del archivo


fílmico español:
una lectura actual
del documental
La División Azul (1942)
IV Congreso Internacional Historia, Arte y Literatura en el Cine en Español y en Portugués

Jesús Guzmán Mora


Universidad de Salamanca
jesus.guzmanmora@usal.es

Resumen
Palabras clave
La División Azul fue el tema de varias
División Azul, II Guerra Mundia, cine y
películas durante el franquismo. Em-
franquismo, propaganda anticomunista.
bajadores en el infierno (dir. José María
Forqué, 1956), sobre la experiencia de
los presos del Gulag en la Unión Sovié-
tica, es la más conocida. Más allá de este
ejemplo o de la reciente Silencio en la
nieve (dir. Gerardo Herrero, 2011) exis-
ten otros casos dentro de la filmografía
de los voluntarios. Este artículo rescata
el documental La División Azul (dir. Víc-
tor de la Serna y Joaquín Reig Gonzálbes.
1942). El objetivo de este trabajo es rea-
lizar una lectura actual del documental
mediante el uso de la bibliografía histó-
rica y las memorias y novelas que fueron
escritas por los voluntarios.

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1. Introducción: mapa de la bibliografía literaria y fílmica


de la División Azul
La División Azul es uno de los casos más peculiares que ofrece la historia del primer
franquismo. La unidad militar de voluntarios, creada para colaborar dentro del ejército
alemán en el frente del Este de la II Guerra Mundial, estuvo compuesta por antiguos
combatientes de ambos bandos de la contienda cainita, varios de los militares que se-
rían más importantes en los años siguientes y jóvenes estudiantes universitarios fa-
langistas que, por cuestiones de edad, no participaron en la lucha entre hermanos. A
estos se unieron ciudadanos que vieron en ella una oportunidad para salir adelante de
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la penosa situación económica de la postguerra. Los vencedores de la guerra de España


fueron derrotados, los que habían caído con el gobierno republicano volvieron a hacerlo
en Rusia poco tiempo después, los que querían emular a sus mayores regresaron con el
fracaso en sus petates y muchos de los que querían mejorar económicamente retorna-
ron inútiles para realizar cualquier trabajo. No se trata de una visión pesimista acerca de
la División Española de Voluntarios: entre los más de 45.000 hombres que acudieron a
Rusia, cerca de 5.000 cayeron en el suelo soviético y una cifra superior a 8.000 sufrieron
algún tipo de herida o mutilación. Una empresa que no consiguió su objetivo –acabar
con el comunismo soviético– y que privó a España de un número importante de jóvenes
que eran más necesarios en el suelo patrio que en las trincheras rusas1.

El resultado final de la lucha internacional obligó a Franco a reubicarse de manera


constante en la geopolítica. El recuerdo de la División era molesto y remitía a la cola-
boración directa con el nazismo alemán. Cuando fue necesario, se rescató a los divi-
sionarios de las sombras de la dictadura. Y cuando también se consideró oportuno, se
les condenó al más triste de los olvidos. Pero un sector de los antiguos combatientes
se resistió a formar parte del oscuro pasado y canalizó sus ansias de recuerdo a través
de la literatura, con textos como De España a Rusia: 5.000 kms. con la División Azul
(Víctor José Jiménez y Malo de Molina, 1943), Campaña de invierno (Enrique Errando
Vilar, 1943), ¡Guerra! Historia de Luis Pablos y El sol y la nieve (Rodrigo Royo, 1944 y
1956), De las memorias de un combatiente sentimental (Alberto Crespo, 1945), Canción
de invierno en el Este. Crónicas de la División Azul (José Luis Gómez Tello, 1945), Ida y

1 Este escueto repaso de la historia divisionaria reduce en gran medida lo reproducido con detalle
por la historiografía más reciente acerca del grupo, que huye de la hagiografía que ha caracteriza-
do una gran parte de los estudios sobre el tema. Desde el rigor y la consulta de fuentes primarias
pueden consultarse, entre otros Moreno Juliá (2005), Rodríguez Jiménez (2007), Reverte (2011) o
Núñez Seixas (2016).

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vuelta (Antonio José Hernández Navarro, 1946), 4 Infantes, 3 luceros (Jaime Farré Albi-
ñana, 1949), La Rusia que yo conocí (Ángel Ruiz Ayúcar, 1954), Rusia no es cuestión de
un día... Estampas de la División Azul (Juan Eugenio Blanco, 1954), División 250 (Tomás
Salvador, 1954), Embajador en el infierno (Torcuato Luca de Tena, 1955), El desconocido
(Carmen Kurtz, 1956), La paz empieza nunca (Emilio Romero, 1957), Tudá (Allá) (Luis
Romero, 1957), Algunos no estamos muertos (Carlos María Ydígoras, 1957), Orillas del
Voljov, Arrabales de Leningrado y Y lucharon en Krasny Bor (Fernando Vadillo, 1967, 1971
y 1975) y Berlín, a vida o muerte (Miguel Ezquerra, 1975). De esta lista no puede quedar
excluido Dionisio Ridruejo, a pesar de que Los cuadernos de Rusia se publicaran en
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1978, tres años después de su fallecimiento2.

En el ámbito fílmico la representación de la División Azul escasea. Títulos como La


condesa María (dir. Gonzalo Pardo Delgrás, 1942), La patrulla (dir. Pedro Lazaga, 1954),
La espera (dir. Vicente Lluch, 1956) y Carta a una mujer (dir. Miguel Iglesias, 1961) son
eclipsados por Embajadores en el infierno (dir. José María Forqué, 1956), cinta basada
en el testimonio del capitán Teodoro Palacios y escrito por Torcuato Luca de Tena. En
la actualidad, más allá de las menciones en Dulces horas (dir. Carlos Saura, 1982), De
camisa vieja a chaqueta nueva (dir. Rafael Gil, 1982) y la reciente Ispansi (Españoles) (dir.
Carlos Iglesias, 2011), la única película de temática divisionaria es Silencio en la nieve
(dir. Gerardo Herrero, 2011), traslación a la gran pantalla de la novela negra El tiempo de
los emperadores extraños (Ignacio del Valle, 2006). A esta lista hay que añadir el corto
División Azul (dir. Sergi Martí, 2012). Si no son muchos los largometrajes divisionarios,
menor es el número de documentales: La División Azul (dir. Víctor de la Serna y Joa-
quín Reig Gonzálbes, 1942), Regreso a la patria (NO-DO, 1954), Extranjeros de sí mismos
(dir. Javier Rioyo y José Luis Linares, 2000) y Galubaya Divisia (dir. Alejandro Navarro,
2001). De todos ellos, es el primero el que se propone aquí para su análisis.

2. La División Azul (1942)


El documental La División Azul se estrenó en el año 1942, cuando los españoles solo
llevaban un año de lucha en el frente del Este de la II Guerra Mundial y aún se confiaba

2 En los últimos años, novelas como El rojo en el azul (Jero Salmerón, 2005), El tiempo de los em-
peradores extraños y Los demonios de Berlín (Ignacio del Valle, 2006 y 2009), El corazón helado (Al-
mudena Grandes, 2007), Niños feroces (Lorenzo Silva, 2011), Me hallará la muerte (Juan Manuel de
Prada, 2012) o El invierno en tu rostro (Carla Montero, 2016) han retomado y reinterpretado a la
División Azul como tema principal o tangencial en sus tramas. Sin ánimo de autopromoción, he-
mos tratado este tema de manera detallada en nuestra tesis doctoral Visiones de Rusia en la narrativa
española: el caso de la División Azul, dirigida por el Prof. Dr. Javier Sánchez Zapatero y defendida en
la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca el 23 de enero de 2017.

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en la victoria de Alemania. La cinta fue realizada por Víctor de la Serna y Joaquín Reig
Gonzálbes y producida por la Alianza Cinematográfica Española. Con 37 minutos y 44
segundos de duración, está dividida en tres secciones diferenciadas según el criterio
cronológico: en primer lugar se describen brevemente la Guerra Civil y el comienzo de la
Operación Barbarroja; la segunda parte comienza con el alistamiento de los voluntarios
y se detiene en el paso por Francia y por último, se narra la llegada a Polonia y la partici-
pación de los españoles en la lucha en la Unión Soviética. La actualización de la lectura
del film permite incidir en dos importantes aspectos presentes en el mismo: aunque el
trabajo de Sergio Alegre (1994) es imprescindible para comprender y completar el aná-
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lisis de la película e incide en el primer aspecto a tratar, el anticomunismo presente a lo


largo de la misma, la novedad que aportamos se basa, sobre todo, en el segundo bloque
de la investigación, es decir, la comparación de la idílica imagen ofrecida por la grabación
estatal y la dura realidad vivida por los soldados españoles a lo largo de su expedición.

2.1. El mensaje anticomunista del documental


La demonización del enemigo ruso como provocador de la Guerra Civil y la necesidad
de su exterminio fueron, sin lugar a dudas, dos razones tan válidas como la deuda
bélica y moral contraída con Alemania para la creación de la División Española de
Voluntarios. A lo largo de las tres partes señaladas en el documental puede contem-
plarse cómo el mensaje opuesto a la Rusia bolchevique aparece para catequizar a la
población a través de una serie de dogmas concretos. El bombardeo de imágenes y las
palabras pronunciadas por el locutor tienen la intención inequívoca de posicionar al
espectador a favor del discurso difundido por el Estado3.

La División Azul es la “gloriosa epopeya de los voluntarios españoles en la lucha


contra el bolchevismo” (20”) que lucharon en la Guerra Civil contra “las hienas azuza-
das por el comunismo y la judería” (55”)4. Se presenta a la Unión Soviética, dentro del
contexto de la II Guerra Mundial, como la causante de “amenazas contra la Europa
joven y totalitaria, dispuesta solamente a vivir con dignidad” (7’52”) y como la mayor
afrenta para los países que se alineaban junto al Tercer Reich:

« Mas he aquí la suprema amenaza: Europa ve cernerse sobre sí el pe-


ligro bolchevique. El continente va a ser arrasado y nuestra cultura milena-

3 Heredero (1996) ofrece un amplio marco acerca del cine anticomunista en la España
de Franco.

4 Todas las referencias temporales a las transcripciones del locutor del documental se harán según
el inicio de las mismas y en relación a la temporización de la copia señalada en la bibliografía.

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ria devorada por el monstruo asiático. Stalin, el georgiano sanguinario, hace


alarde de sus fuerzas. No va a quedar piedra sobre piedra, porque la bestia
viene vestida de hierro y coronada de fuego (8’03”).

La idealización que se extrae de los fragmentos anteriores se acentúa cuando los


españoles están en las tierras soviéticas ocupadas por la Wehrmacht. Un elemento im-
portante en el documental, en sintonía con el nacionalcatolicismo, es el nuevo uso que
los comunistas dan a las iglesias del lugar y la labor de los soldados para reestablecer
su función original:

« En las poblaciones conquistadas los voluntarios limpian las iglesias


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que estaban convertidas en establos. Los aldeanos, después de veinticinco


años, vuelven a los templos. Los antiquísimos cantos litúrgicos de las igle-
sias orientales resuenan nuevamente bajo las bóvedas profanadas por las
blasfemias de los sindiós (26’09”).

Estas catas dentro de la grabación para contemplar el mensaje dominante contra


el comunismo muestran su intención principal: más allá de engordar la heroicidad di-
visionaria y exaltar los valores patrióticos, la estampa negativa general que se obtiene
de la Unión Soviética completa la línea que culpabiliza a un agente externo de todos
los males resultantes del conflicto interno. El “¡Rusia es culpable! ¡Culpable de nuestra
Guerra Civil! ¡Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro Fundador, y de la muer-
te de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del
comunismo!” (Moreno Juliá, 2005, p. 75) que pronunciara Ramón Serrano Suñer desde
el balcón de la sede de Falange en Madrid y que ha quedado como hito fundacional de
la División Azul, se extiende a lo largo de este film y se condensa en la última de las
intervenciones tras la vuelta de los primeros repatriados:

« Los trenes empavesados entran entre vítores y gritos de júbilo en


las estaciones españolas. Madrid, la ciudad martirizada por el marxismo,
cuna de tanto heroísmo arrogante y de tanto callado valor, se desborda y
enronquece. El Cara al sol, en su propia cuna, suena como nunca. Los gritos
de «¡Franco!, ¡Franco!» llenan el aire de una mañana inolvidable en que los
brazos en alto daban la réplica a aquellas jornadas siniestras de puños ce-
rrados que amenazaban rencorosamente al cielo. Madrid redimido se lanza
al gozo de su redención una vez más, como se lanzará siempre con todos los
pueblos de España cada vez que la patria y la cristiandad lo exija” (35’ 35”).

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2.2. Lectura actual del documental


El valor de La División Azul (1942) como fuente primaria es innegable y permite ob-
servar la imagen que se formuló de la unidad de voluntarios en su primer año de vida.
Pero, al mismo tiempo, y a 75 años de su proyección, cabe cuestionarse si la verdad
oficial corrió en paralelo con la realidad vivida por estos hombres. La extensa biblio-
grafía histórica y literaria de la División Española de Voluntarios servirá para reinter-
pretar varios de los acontecimientos que recoge la cinta.

La masiva movilización de Madrid que reclamó la creación de un cuerpo militar de


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voluntarios que luchara junto al ejército alemán en Rusia es presentada como un mo-
vimiento espontáneo y fruto de la comunión entre las diferentes familias que confor-
maban el primitivo franquismo. Un fervor popular que, en gran parte, fue impulsado
por los agentes del Servicio de Información e Inteligencia y los mandos del Sindicato
Universitario Español, quienes pretendieron de este modo resaltar el azul falangista
frente al caqui militar que para ellos debía adquirir la formación y situar al presidente
de la Junta Política del Partido –el propio Serrano– como protagonista de la empresa
(Rodríguez Jiménez, 2007, p. 45):

« Es en la soleada calle de Alcalá, donde una juventud sin pareja en


el mundo, se vuelve a alzar, inagotable de entusiasmo, contra el enemigo
del Este (...) Lo más selecto de la joven generación madrileña; la flor de su
Falange, heroica y fundadora; la aristocracia de la universidad, del campo y
del taller, pide un sitio en la división que se forma bajo el nombre de División
Azul (12’ 02”).

Aquí, el documental se centra en el ámbito puramente descriptivo de la imagen. La


manifestación estuvo protagonizada por los adeptos al partido único y, en general, a
quienes se amparaban bajo el paraguas del anticomunismo. Pero podría decirse que
en esta fotografía divisionaria no están todos los que serían. Faltan los militares –aun-
que se hace referencia a ellos e incluso puede escucharse el Himno de Infantería unos
minutos después (13’ 43”), los sacerdotes, los médicos y las enfermeras. En los recluta-
mientos siguientes se sumaron soldados forzados –invitados por la reducción del ser-
vicio militar– y personas que sufrían las duras necesidades de la postguerra. Pero por
encima de todo, quienes marcaron la heterogeneidad en el grupo y no son nombradas
en este momento fueron aquellas personas que representaban el sesgo ideológico
contrario a lo que la División significaba: dentro de este grupo hay que distinguir a
aquellos que acudieron a la llamada soviética para conmutar la pena de algún familiar

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o limpiar el expediente propio por haber combatido en el bando republicano o haberse


significado políticamente; y a quienes, sobre todo en los reclutamientos posteriores,
viajaron con la intención de desertar, los indeseables dentro de la jerga divisionaria
(Moreno Juliá, 2010, pp. 45-46)5.

La despedida multitudinaria desde la Estación del Norte de Madrid es narrada des-


de una perspectiva que muestra el evento como un hecho ineludible para la juventud
española. Bajo esta óptica, el hombre que parte hacia la Unión Soviética es un héroe
que está dispuesto a dar su vida por la universal causa anticomunista. Cada hijo que
marcha a Rusia no es un sacrificio, sino una ofrenda que hace la familia a la nación.
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Este no es sino otro episodio más de una historia interminable que comenzó con la
Guerra Civil:

« Alegres y sonrientes oficiales, que fueron alféreces en la Guerra de


España, ejemplares magníficos de la mejor juventud de nuestro tiempo, re-
nuevan escenas siempre iguales de la partida del soldado, pero que siem-
pre tienen una visión poética, o juvenil, que parece nueva. Se renuevan en
las estaciones las eternas escenas de las despedidas: la novia, la madre, los
amigos, los últimos consejos a la joven esposa, una carta para los padres,
recomendaciones para el cuidado de la hacienda o de los hijos. Al lado de la
dureza de la guerra nacen siempre las más delicadas plantas de la ternura
inagotable de los españoles (14’ 22”).

La despedida amorosa contrasta con el drama de quien envía a un ser querido al


inhóspito paraje bélico. Se obvia un aspecto que no ignoran los narradores divisiona-
rios: el sufrimiento de aquellas madres que no querían que sus hijos fueran a la guerra.
El protagonista de la novela del soldado Carlos María Ydígoras comunica a su familia
su alistamiento a Rusia por teléfono. En la estación, la madre le implora que se quede
en España: “¡Hijo! ¡Hijo! (...) ¡Baja, por amor de Dios!” (1963, p. 37). Al no conseguirlo,
provoca que ella, “cubriéndose el rostro”, deje “escapar un convulso sollozo” y que sus
palabras “durante la terrible guerra (...) vendrían mil veces a gritarme la impiedad de

5 Una visión nada idílica del día referido, desde el plano de la ficción, es la que ofrece Almudena
Grandes: “Bajaban por la calle Alcalá y bajaban por la Gran Vía, uniformados, repeinados, pisan-
do fuerte con sus botas, indemnes al calor, indemnes al sol y al fuego delas calles, y a cualquier
inquietud, cualquier preocupación, al miedo, porque había ganado la guerra y eran los amos de
la vida y de la muerte, de la ley y de la fuerza, de las cárceles y de los paredones, del cielo y de la
tierra. Porque para eso habían acertado, pensó Julio, mientras a su alrededor los peatones corrían
al borde de la acera para levantar el brazo, o en dirección contraria para ganar unos instantes de
paz precaria, insuficiente, en las callejas oscuras o en los túneles del metro. Todo el mundo corría,
hacia un lado y hacia el otro” (2015, p. 256).

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un delito que no quise cometer” (1963, p. 38). Fernando Vadillo (1967, p. 40) también
involucra a uno de sus personajes en una de estas lacrimosas escenas:

« Alejo Solano acariciaba los cabellos negros de su madre. Le pasa-


ba la mano por la espalda estremecida de llanto. Ella no acertaba a hablar.
Estaba aturdida por el dolor. Quisiera haberle dicho muchas cosas, haberle
hecho muchas recomendaciones, haberle pedido que se cuidara, que pro-
curase esquivar la muerte, que intentara regresar a casa, volver a su lado,
porque él era su único hijo (...) Tampoco él lograba pronunciar las frases que
le afluían al corazón y que se paralizaban en la boca. “Volveremos a estar
juntos, madre, igual que siempre. Te quiero mucho, madre, pero debo irme.
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Es mi obligación, mi obligación, obligación...”6.

Uno de los temas que ofrece una única cara dentro del documental es el paso de los
divisionarios por la ocupada Francia. El primer contacto con los soldados alemanes,
los doiches según los llamaban los españoles, se muestra como un acto de fraternidad.
Esta se mezcla con la nostalgia de quien deja atrás su país de origen:

« El primer contacto con una zona de guerra divierte a nuestros ca-


maradas. Y no divierte menos a los camaradas alemanes, que entienden el
universal lenguaje de la juventud a través de las alegrías y de las bromas de
los españoles, soldados tradicionalmente alegres (...) Los últimos perfiles de
la patria que se aleja ensombrecen levemente la frene del soldado. Pero la
alegría renace al instante al paso por la primera estación, donde hay cama-
radas alegres cuya patria también está lejos (16’ 23” y 17’ 20”).

Aunque las escenas reproducen la algarabía entre españoles y alemanes, se eluden


dos aspectos que hicieron el paso por Francia menos agradable, tal y como ha expli-
cado Xosé Manoel Núñez Seixas: “Lo primero que experimentaron los españoles fue
una ducha colectiva y una desinfección de sus uniformes (...) A lo largo del trayecto se
encontraron con numerosas muestras de hostilidad por parte de los obreros ferrovia-

6 Una escena más desoladora es la descrita por Eleuterio Paniagua de la despedida en San Sebas-
tián, una “ciudad [que] no estaba con nosotros” y en la que “sólo unas jóvenes esperaban nuestra
marcha” (1961, p. 22). En la actualidad, la novela en la que Juan Manuel de Prada muestra a la
División Azul da una imagen aún más dramática del acontecimiento. El protagonista de su novela
acude como recluta de recambio a mediados del año 1942 y parte para Logroño desde la estación
del Norte de Madrid, en la que coincide con “los escasos voluntarios que aguardaban con el petate y
el miedo a cuestas” y que suman “media docena de voluntarios taciturnos como él, acaso como él,
prófugos de un pasado poco honroso o simplemente prófugos de sí mismos” (2012, pp. 72 y 74).
Se trata de un escenario, en el que “reinaba ahora un silencio lóbrego, como de hangar en ruinas o
planeta desahuciado, sólo infringido por el vozarrón voluntarioso de Cifuentes y los sollozos sofo-
cados de media docena de mujerucas de luto” (2012, p. 74-75).

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rios o de la población civil francesa, incluyendo algún refugiado republicano español”


(2016, p. 65). Respecto al aseo obligatorio, existe cierto rechazo en los testimonios,
como el que expresa el marqués de Urquijo, a quien “indignó que [un soldado alemán]
nos tomara por piojosos y le aseguré que no teníamos ni un solo parásito, pero no me
sirvió y nos llevaron a todos hasta unas duchas” (1973, p. 251). Y en relación a la negati-
va inclinación de la población francesa y los españoles exiliados al paso de la División
Azul por las poblaciones galas, Tomás Salvador sintetiza la reacción de los divisiona-
rios y que no aparece en el documental:

« Volvieron a la estación con tiempo para organizar la salida. Se había


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reunido una gran muchedumbre, silenciosa, donde no era nada extraño el


ver surgir un puño cerrado, saludando a lo moscovita, entre la indiferencia
de los alemanes (...) Solamente con el tren en marcha, cuando únicamente
cabía el intercambio de insultos, los obreros franceses levantaron los puños
y escupieron sus resentimientos. Alguien se propasó en español y un volun-
tario, desde su ventanilla, le rompió una botella en la cabeza. ¡Vaya por Dios!
(1974, p. 43).

Si se sigue la línea cronológica de los hechos, es extraño contemplar cómo aparece


solamente, en referencia al paso de los españoles por Alemania, el desfile y la jura de
bandera de los miembros de la expedición aérea, la Escuadrilla Azul, en Berlín (17’ 38”).
La historiografía de la División Azul ha mitificado la llegada a la ciudad de Karlsruhe, en
la que “el paisaje cambia. La estación está adornada con infinidad de gallardetes, flores
y banderas alemanas y españolas. Los voluntarios son recibidos con un calor que les
abruma” (Reverte, 2011, p. 88). Pero, sobre todo, ha exaltado hasta niveles inimagina-
bles la estancia en el campamento militar de Grafenwöhr, que era “realment com una
ciutat, hi havia tot tipus d’establiments, tant comerços como espais d’oci” (Agustí Roca,
2003, p. 79), por lo que puede decirse que su día a día “resultaba relativamente agra-
dable, al menos todo lo agradable que permitía la situación” (Puente Fernández, 2012,
p. 80). Los jóvenes españoles, boquiabiertos los que más, se encontraron ante una
realidad desconocida y que no se asemejaba en nada a lo visto en la España franquista.
Los voluntarios se adaptaron como pudieron a la vida del campamento, algunas veces
con mayor acierto y otras con el pronunciamiento del irreversible carácter hispano
y su choque con la sintonía de vida alemana. En la novela de Hernández Navarro un
guripa advierte a otros, que han llegado días más tarde, sobre la belleza del lugar y las
ventajas de estar allí: “Esto es hermoso. Ya veréis qué cuartel. Un pabellón por com-
pañía con habitaciones para cada pelotón. Tendréis cerca una cantina para vuestro

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batallón, donde el medio litro de cerveza cuesta tan sólo unos céntimos” (1971, p. 29).
Aunque uno de los activos más interesantes del campamento es la tranquilidad que allí
encuentran, elemento que iba en dirección contraria a los escenarios que el conflicto
estaba dispuesto a brindarles: “Hasta las gaviotas se habían callado y parecía mentira
que, en unos cuantos kilómetros a la redonda, hubiese miles de hombres haciendo
antesala para la guerra” (1971, p. 34). Evidentemente, no era aconsejable mostrar las
imágenes de la idílica Alemania y que estas fueran comparadas con la penosa España
de comienzos de la década de 1940.

Cuando los españoles partieron de Alemania, conocieron la cruel realidad de la


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guerra. Abundan las imágenes en las que combaten contra los rusos (especialmente,
cfr. desde 20’ 20” hasta 26’ 07”). La lucha, aunque difícil, se muestra como victoriosa
–“[un] batallón rojo acusa su presencia [de los divisionarios]. Inmediatamente es aba-
tido y dispersado (22’ 29”)– y a los soldados como hombres dispuestos a superar todas
las dificultades. Entre ellas, se enfrentan al “fango que sustituye a la nieve (...) [que
solo] el denuedo de nuestros voluntarios es capaz de vencer” (25’ 29”). En estas esce-
nas se destaca cómo los heroicos guripas aprovechan “[una] pausa en la lucha (...) para
asistir a los heridos en el propio campo de batalla al resguardo de una cabaña” o han
hecho “treinta y dos mil prisioneros (...) en conjunción de sus camaradas alemanes del
ala contigua” (29’ 20” y 31’ 56”). Cumplen con su misión para acabar con las tropas de
Stalin: “La potencia ofensiva del Ejército de Europa contra el comunismo es irrefrena-
ble: los soldados de la División le han prestado en el sector de[l] Voljov la fogosidad y el
coraje de la sin par infantería española” (31’ 56”). Pero esta glorificación se olvida de las
primeras víctimas especialmente del llanto que varios de los camaradas dedicaron a
Javier García-Noblejas. Este soldado, “cuyo padre había sido asesinado en Paracuellos,
y cuyos tres hermanos habían caído entre 1936 y 1937 combatiendo por el bando su-
blevado” era ejemplo del “falangista entregado a la causa y que veía en la campaña de
Rusia una ocasión de ajustar cuentas con el enemigo comunista” (Núñez Seixas, 2009,
p. 311). Dionisio Ridruejo anotó así su muerte:

« Ayer una jornada triste y conmovedora. La muerte adquiere para


nosotros nombres propios, conocidos y queridos. La noticia llegó amplifica-
da: se refería a media docena de los nombres más conocidos y prestigiosos
de la Vieja Guardia falangista de Madrid. Finalmente se concretó en dos de
ellos: Javier García Noblejas y Joaquín (Chipi) Ruiz Vernacci. El primero era
un jefe de los más destacados en las milicias madrileñas de los tiempos pa-
sados: laureado con la Palma de Plata. Un muchacho austero, grave, un poco

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fanático, de alma recta y en cierto modo candorosa (...) Noblejas ha muerto


de una explosión de mortero. Acababa de acogerse a su «chabola» después
de un día de mucho fuego en las posiciones de junto al río. Se había quita-
do el casco u se había echado en su montón de paja, vestido y presto para
cualquier alarma cuando un proyectil de mortero, calando el frágil techo, ha
venido a destrozarlo (2013, pp. 235-236).

Al igual que los muertos con nombres y apellidos no aparecen, también se ignoran
los episodios en los que un joven anónimo se enfrenta al último trance de la vida. El
mensaje, para quienes podrían ver en los relevos de la División Azul una oportunidad
de futuro en España, no podía ser el mismo que transmitieron años después autores
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como Carlos María Ydígoras, quien reflejó esta situación en su novela:

« El herido apenas lograba hilvanar algunas sílabas. Un crucifijo le be-


saba en los labios y el pobre muchacho cerraba los ojos. Quizá su último
recuerdo fuese para el pueblo que le vio nacer, quizá para su novia, su mujer;
o tal vez sólo pensase en la muerte (...) Algunos, en los últimos instantes se
volvían demonios, y el cura, horrorizado, debía alejarse de ellos. Como los
heridos del cuerpo, otros esperaban, otros podían ser salvados con la con-
dena de uno solo. Siguiendo sus huellas, oíamos juramentos y gritos horri-
bles de aquellos que no confiaban en que, por obra y gracia de una simple
oración, alcanzasen el tantas veces prometido Paraíso (1963, p. 335).

3. A modo de conclusión
La producción cultural de la División Azul es numerosa si se tiene en cuenta el signi-
ficado de su papel en la II Guerra Mundial: una gota de agua en un inmenso océano de
nieve, disparos y muerte. La sombra de los voluntarios llega hasta el día de hoy por la
profusión de estudios historiográficos, su uso como tema para ficciones y los home-
najes rendidos desde sectores complacientes con nostalgias de tiempos ya pasados.
Se trata de un episodio ciertamente atractivo para quienes se acercan sin prejuicios
a aquellos que marcharon a la otra punta del continente para perder una guerra des-
pués de haber conseguido el poder en 1939. Producto de su tiempo, la División Es-
pañola de Voluntarios es un grupo que huye de percepciones prefijadas: falangista
pero con grupúsculos contrarios a Franco, unidad militar pero enfrentada al régimen
castrense (cuyos integrantes también veían con malos ojos a la mayoría de su recluta)
y de fuerte homogeneidad ideológica aparente pero de una notable heterogeneidad
en su composición.

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Su uso para películas actuales, por desgracia reducido a un único ejemplo, ofrece
un contexto propicio para desarrollar tramas diversas como ocurre en Silencio en la
nieve, perteneciente al género negro. Pero son casos como el recuperado aquí, La
División Azul, los que muestran una información certera sobre la División gracias a
aquellos aspectos que quedaron silenciados por la propaganda: la imagen ofrecida por
el documental, de fuerte carga anticomunista, contrasta con la realidad a la que se
enfrentaron los divisionarios y que expresaron posteriormente en sus memorias y no-
velas: la escasa preparación para la guerra más cruel conocida hasta aquel momento,
el combate contra un enemigo silencioso –el frío– y aquel que hacía el ruido suficiente
IV Congreso Internacional Historia, Arte y Literatura en el Cine en Español y en Portugués

como para ser escuchado –el ejército soviético– y la pérdida de cerca de cinco mil
vidas que habrían sido mucho más útiles en España. La División Azul es, en definitiva,
una cinta proyectada con la doble intención de convencer de la utilidad de la empresa
antibolchevique a los españoles y de obtener nuevos adeptos para la inminente reclu-
ta que exigía tan exhausta tarea. Un documento para completar, con las precauciones
necesarias, las luces del laberinto de la memoria española.

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