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UNIVERSIDAD CESAR VALLEJO

ESCUELA DE POSTGRADO
TARAPOTO

DOCTORADO EN GESTIÓN PÚBLICA


Y GOBERNABILIDAD

ASIGNATURA: POLÍTICAS PÚBLICAS Y GESTIÓN


DEL VALOR PÚBLICO

ACTIVIDAD ACADÉMICA
(INFORME GRUPAL)

DOCENTE: Dr. CÉSAR A. CHAMBERGO CHANAME

DOCTORANDOS:
BURGOS BARDALES, JOHAN
CARRASCO SAAVEDRA, JENRRY AURELIO
SAAVEDRA BECERRA, ALAN ELVIS
SANTELLAN PINEDO, KARLA ANDREA
VARGAS GUZMÁN, FRANK

TARAPOTO - PERÚ
2019
DEDICATORIA

A nuestras familias, por ayudarnos siempre en lo que nos


propongamos y por creer en nuestras capacidades,
brindándonos su comprensión, cariño y amor.

A nuestros compañeros de aula y profesores quienes sin


esperar nada a cambio compartieron su conocimiento, alegrías
y tristeza.
AGRADECIMIENTO

En primer lugar, en el ámbito estrictamente académico, hemos de agradecer al Dr.


César Augusto Chambergo Chaname, docente del curso, su ayuda en la dirección de
los contenidos teóricos y metodológicos, su actitud personal facilitadora y
enriquecedora, y su abnegada dedicación.

También quiero hacer extensible mi agradecimiento a los docentes de los demás


cursos del presente ciclo académico, a la coordinación académica en quienes siempre
hemos encontrado apoyo y ánimo.

A los compañeros y compañeras de la Universidad Cesar vallejo, especialmente a


quienes cursan con nosotros los cursos de Doctorado y con los que nos une una
amistad entrañable, por sus aportaciones, por sus comentarios de gran valor en el
proceso de elaboración y finalización de este trabajo.

Muy especialmente, quiero agradecer el apoyo de nuestras familias por su paciencia


durante el tiempo que nos está llevando realizar nuestros estudios, en especial a
nuestros padres, para quienes tenemos un especial agradecimiento. Finalmente,
hemos de agradecer a la Universidad Cesar vallejo el apoyo material y las facilidades
prestadas para poder llevar a cabo la finalización de este trabajo.

No obstante, sería injusto no mencionar mi agradecimiento a los amigos y amigas


por su inquebrantable amistad. Muchas gracias a todos y todas.

LOS AUTORES
ÍNDICE

Pág.

A.- Conceptos o definiciones de Políticas Públicas…………………………………………...……6


B.- Tipos de Políticas Públicas………………………………………………………………..……6
C.- Etapas o fases de las Políticas Públicas…………………………………………………….…..9
D.- Problemas Públicos y Agenda de Gobierno……………………………………………………12
E.- Políticas Públicas y Planificación………………………………………………………………20
F.- Doctrinas para el Valor Público………………………………………………………………...20
G.- Valor Público para la Gestión de Políticas……………………………………………………..23
H.- Valor Público y Calidad de Políticas Públicas…………………………………………………24
I.- Propuesta de una Política Pública, considerando el Valor Público……………………………..24
J.- Conclusiones…………………………………………………………………………………….27
K.- Recomendaciones………………………………………………………………………………28
L.- Bibliografía……………………………………………………………………………………..28
M.- Anexos………………………………………………………………………………………....29
PRESENTACIÓN

El presente trabajo se centra en el estudio de los conceptos o definiciones de las Políticas Públicas, sus
tipos y las etapas o fases en que estas se desarrollan; así mismo se desarrollaran los problemas a que se
enfrentan los problemas públicos y la agenda de Gobierno para solucionarlos.

Dentro del desarrollo del mismo se abordara la planificación en las Políticas Públicas, así mismo el
doctrinaje que existe en el Valor Público.

Por un lado, se abordará la importancia de las Políticas Publicas, su calidad y aplicación; mientras que
por otra parte se estudiara el Valor Público y su aplicación en la gestión Pública.

Así pues en el ítem o acápite: A, hablamos sobre Conceptos o definiciones de Políticas Públicas; en el
acápite B, hablamos sobre Tipos de Políticas Públicas; en el acápite C, hablamos sobre las Etapas o
fases de las Políticas Públicas; en el acápite D, hablamos sobre los Problemas Públicos y Agenda de
Gobierno; en el acápite E, hablamos sobre Políticas Públicas y Planificación; en el acápite F, hablamos
sobre las Doctrinas para el Valor Público; en el acápite G, hablamos sobre el Valor Público para la
Gestión de Políticas; en el acápite H, hablamos sobre el Valor Público y Calidad de Políticas Públicas
y en el acápite I, hablamos sobre nuestra Propuesta de una Política Pública, considerando el Valor
Público.

En los acápites J y K, se presentan las principales conclusiones y recomendaciones que se han obtenido
a partir de la realización de este trabajo.
A.- CONCEPTOS O DEFINICIONES DE POLÍTICAS PÚBLICAS

Política pública es un proceso integrador de decisiones, acciones, inacciones, acuerdos e instrumentos,


adelantado por autoridades públicas con la participación eventual de los particulares, y encaminado a
solucionar o prevenir una situación definida como problemática. La política pública hace parte de un
ambiente determinado del cual se nutre y al cual pretende modificar o mantener.
(Velásquez Gavilanes, Raúl Hacia una nueva definición del concepto “política pública” Desafíos,
vol. 20, enero-junio, 2009, pp. 149-187 Universidad del Rosario Bogotá, Colombia)

Las políticas públicas son acciones de gobierno con objetivos de interés público que surgen de
decisiones sustentadas en un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad, para la atención
efectiva de problemas públicos específicos, en donde participa la ciudadanía en la definición de
problemas y soluciones.

Las políticas públicas son acciones de gobierno con objetivos de interés público, que surgen de
decisiones sustentadas en un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad:
En esta definición propongo que las acciones de política pública tengan dos características
fundamentales: 1) buscar objetivos de interés o beneficio público; y 2) ser resultado de un proceso
de investigación que implica el uso de un método para asegurar que la decisión tomada es la mejor
alternativa posible para resolver un determinado problema público.
En mi opinión, una acción de gobierno que no busca el interés público o que no está sustentada en un
proceso de diagnóstico y análisis, no es una política pública, simplemente es un acto de autoridad.
(Mtro. Julio Franco Corzo, 22 de septiembre de 2014)

B.- TIPOS DE POLÍTICAS PÚBLICAS

Una de las tipologías de políticas públicas más útil es la ofrecida por Lowi (1996:100), quien reemplaza
las categorías temáticas descriptivas (del tipo: “políticas de agricultura”, “políticas de educación”,
“políticas de salud”) por categorías funcionales. Estas son cuatro:

1. Políticas Regulativas o Reglamentarias

2. Políticas Redistributivas

3. Políticas Distributivas

4. Políticas Constitutivas o Constituyentes


A su vez, según este mismo autor, cada una de estas políticas da lugar a diferentes interacciones entre
los actores involucrados en relación a la disputa por el poder. Se configuran así lo que Lowi denomina
las “arenas de política” (policy arenas) o de actividad gubernamental, que se diferenciarán entre sí,
fundamentalmente, por el grado de conflictividad que se presenta en los enfrentamientos políticos
que tienen lugar en ellas.

A continuación, una breve descripción sobre la base de Lowi, de cada uno de los tipos.

1. Una política regulativa o reglamentaria es una acción pública que consiste en dictar normas que
afectan el comportamiento de los ciudadanos en general. El Estado obliga o prohíbe. Aquí, la
coerción es máxima. En otras palabras, mediante decreto, las libertades individuales son limitadas y
los intereses de los ciudadanos transformados (Meny y Thoenig; 1992:99). La arena que da lugar
este tipo de políticas es relativamente turbulenta. Diversos grupos tienen intereses exclusivos y
contrapuestos entre sí en torno de una misma cuestión y se ven obligados a coaliciones y/o
transacciones de concesión recíproca. Como consecuencia de que la eventual solución no puede
favorecer de igual manera a las partes involucradas, hay afectados y beneficiados en ocasión de una
ley general que regula un determinado campo de acción (Aguilar Villanueva, 1996:32-33).

2. Una política distributiva es una acción del poder público, mediante la cual éste concede una
autorización especial a casos particulares, claramente individualizados y especialmente designados.
Estos casos- que por lo general cumplen determinado número de condiciones- son beneficiados así
por un privilegio (Por ejemplo un permiso de construcción, una renta inmobiliaria), por una
excepción a la regla general, gracias a un favor unilateral del Estado (Meny y Thoenig, 1992:100).
La arena de esta política es relativamente pacífica. Se caracteriza por cuestiones no rivales que
pueden ser tratadas con recursos públicos siempre divisibles. Por esta misma razón en ella tienen
lugar acuerdos particulares de apoyo recíproco entre los actores que no son antagónicos entre sí
(Aguilar Villanueva, 1996:32-33).

3. Una política redistributiva en tanto, consiste en el establecimiento por parte del poder público, de
criterios que dan acceso a ventajas, ya no otorgada a casos o sujetos designados especialmente, sino
a clases de casos o de sujetos. La arena de la política redistributiva es la más tensa y conflictiva de
todas por cuanto en ella son abordados asuntos altamente sensibles como las relaciones de propiedad,
poder y prestigio social. Las transacciones aquí son prácticamente imposibles por la envergadura y
connotación de los intereses de cada grupo y porque éstos entran en colisión y conflicto con los de
los demás actores. El desenlace de estas cuestiones afectará a numerosos sectores de población en
puntos cruciales de su existencia social (Aguilar Villanueva, 1996:32-33).

4. La política constitutiva o constituyente, es la más abstracta de todas. Ella hace referencia a la


acción pública por medio de la cual son definidas las normas o las reglas acerca del poder. Ejemplos
típicos de ésta son la reforma de la Constitución de un país, la introducción de reformas
institucionales o administrativas o la creación de organismos públicos de alto estatus (por ejemplo
un Ministerio). Todas ellas no afectan la vida diaria de los ciudadanos, pero para la autoridad pública,
representan una importante manera de intervenir en los asuntos en cuestión.

Según Theodore Lowi Aquí haremos una breve descripción y ejemplo de ellas para que sea más clara
su comprensión:
REGULATORIAS
Se refiere a la regulación o control de las actividades de los agentes de un cierto sector o mercado.
Las regulatorias hacen énfasis en un enfoque conductual como por ejemplo las políticas de tránsito
terrestre. Esta no solo genera soluciones para el control del caos vehicular sino también sanciona a
las personas.

DISTRIBUTIVAS
Las distributivas como su nombre lo dice, distribuyen, establecen o asignan privilegios, poderes o
recursos en base a conductas. Estas distribuciones tienen que ver con los servicios públicos como de
salud, educación y seguridad. Un ejemplo es el subsidio (diferencia entre precio real del bien y el
precio cobrado al consumidor por este).

REDISTRIBUTIVAS
Este tipo de políticas públicas redistributivas transfieren recursos de unos grupos sociales, regiones
o países a otros. En particular, por su condición de pobreza o vulnerabilidad, un ejemplo sería la
seguridad social y sistema de pensiones.

CONSTITUYENTES
Las constituyentes actúan cuando se modifica la organización misma del Estado. Establecen reglas
de distribución de poderes en el entorno social y generan procedimientos para la adopción
de decisiones. Por ejemplo las normas de separación de poderes en un Estado.
C.- ETAPAS O FASES DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Las políticas públicas en su desarrollo atraviesan varias etapas que configuran un ciclo. La noción de
“ciclo” ayuda a analizar las políticas, pero la realidad de algunas de ellas no se ajusta necesariamente
al esquema que se identifica a continuación. Las fases del ciclo son interdependientes, por lo que el
replanteamiento de cualquiera de ellas afecta a las siguientes. El ciclo, como cualquier sistema, se
“cierra” con un proceso de retroalimentación: la política pública no se extingue con la evaluación de
sus resultados, sino que ésta puede dar lugar a una nueva definición del problema que inició las fases.
Las principales fases o etapas de las políticas públicas son las siguientes: 1) la identificación y
definición de problemas; 2) la formulación de políticas; 3) la adopción de la decisión; 4) la
implantación; 5) la evaluación.

1. La identificación y definición de problemas. El gobierno advierte la existencia de problemas


u oportunidades en la sociedad y se plantea si debe actuar o no. Esta fase incluye en primer
lugar, 6 actividades de detección y selección de cuestiones, y, en segundo lugar, actividades de
definición de problemas. La detección y la selección de cuestiones públicas: la agenda. En las
sociedades occidentales, suele emerger un gran número de cuestiones que proceden de distintos
sectores de la sociedad, que buscan la atención de los gobiernos. Ahora bien, no todas las
cuestiones que preocupan a la sociedad acaban generando la formación de una política pública
para solucionarlos. Para estudiar estos procesos se utiliza el concepto de agenda, y se suele
distinguir entre agenda sistémica, por una parte, y agenda política, institucional o de gobierno,
por otra. La agenda sistémica está formada por el conjunto de cuestiones que los miembros de
una comunidad política perciben como merecedoras de atención pública y que, además, caen
dentro del ámbito competencial de la autoridad gubernamental a la que se dirigen; son las
cuestiones que preocupan a la sociedad. La agenda política, institucional o de gobierno está
formada por el conjunto de asuntos explícitamente aceptados para ser considerados seria y
activamente por los decisores públicos; son las cuestiones que preocupan al gobierno. En líneas
generales, la agenda de gobierno suele reflejar la evolución de la agenda sistémica. La
definición de los problemas públicos. En primer lugar, definir un problema significa que, una
vez reconocido como tal e incluido en la agenda de algún gobierno, el problema es percibido
por los distintos actores interesados; es objeto de exploración, articulación e incluso
cuantificación; y, en algunos casos, pero no en todos, se da una definición oficial, o al menos
provisionalmente aceptada, acerca de sus posibles causas, componentes y consecuencias. En
segundo lugar, que una situación concreta se convierta en problema público no es algo que se
base sólo y únicamente en circunstancias objetivas: la elaboración de una situación no deseada
como problema público depende en gran medida de su conexión con los valores dominantes en
ese momento en la sociedad de que se trate y del poder de los actores que promueven su
incorporación a la agenda de gobierno. En tercer lugar, la definición de los problemas públicos
plantea numerosas dificultades porque los problemas públicos son enrevesados, retorcidos,
inéditos: no tienen una formulación definitiva; no suele haber criterios que establezcan cuando
se ha llegado a la solución; la solución no es nunca verdadera o falsa, sino buena o mala, y
carece, además, de una prueba inmediata y resolutoria.

2. La formulación de las políticas. Una vez que el gobierno conoce la existencia de un problema,
lo define y rechaza la opción de no actuar sobre él, comienza la fase de formulación de políticas,
que tiene que ver con el desarrollo de cursos de acción (alternativas, propuestas, opciones)
aceptables y pertinentes para enfrentarse a los problemas públicos. Las políticas son concebidas,
por lo tanto, como soluciones a los problemas públicos. Esta fase incluye las siguientes
actividades: 1) El establecimiento de metas y objetivos a alcanzar. Los objetivos constituyen
un elemento central en la acción pública: dan un sentido de propósito y de dirección a una
organización y a sus políticas y programas. En la práctica, sin embargo, surgen numerosas
dificultades a la hora de identificar los objetivos de las organizaciones y programas existentes
y de especificar los objetivos para el desarrollo futuro de organizaciones y programas. 2) La
detección y generación de alternativas que permitan alcanzar los objetivos. El producto de esta
actividad sería una lista de opciones de política pública, entre las que se pueden encontrar
opciones ya conocidas o que cuentan con apoyos internos (identificación) y opciones
desconocidas o que carecen de apoyos dentro de la organización (generación). Cada opción o
alternativa debe ser caracterizada de forma tan precisa como sea posible. 3) La valoración y
comparación de las alternativas. Una vez que se han producido y definido las opciones, que
están claras las ventajas y los inconvenientes de cada una de ellas vendría el momento de utilizar
algún tipo de técnica que permita realizar el proceso de elección. Una de las técnicas más
conocidas es el análisis coste-beneficio, que consiste en identificar los costes y beneficios
asociados con cada alternativa y en la cuantificación económica de los mismos, con el propósito
de facilitar la comparación entre las distintas opciones. 4) La selección de una opción o
combinación de ellas. Las técnicas mencionadas no adoptan decisiones. La decisión está en
manos del decisor público. Las técnicas pueden, en el mejor de los casos, asistir a los decisores
públicos y quizás persuadirles de la necesidad de adoptar una actitud más sistemática respecto
a la identificación de criterios y datos relevantes, y respecto a la prueba de 8 las premisas sobre
las que se basan los cálculos de probabilidades de que ocurran ciertos hechos o de que las
políticas produzcan determinados impactos. Los primeros análisis de políticas públicas se
centraban en la fase de formulación de las políticas.

3. La adopción de la decisión. Esta fase está exclusivamente en manos de uno o varios decisores
públicos: para que una política sea considerada pública ésta debe haber sido generada por
medios gubernamentales, debe emanar de una autoridad pública. Otras fases del ciclo de las
políticas públicas (la implantación por ejemplo) pueden quedar parcialmente en manos de
actores, individuos u organizaciones que no están investidos de autoridad pública: no es el caso
de la fase de adopción de la decisión.

4. La implantación de las políticas públicas. Esta fase comienza una vez adoptada la decisión,
y comprende todas las actividades y procesos desarrollados hasta que aparecen los efectos
asociados con la intervención pública en cuestión. En ella las unidades administrativas
correspondientes movilizan recursos económicos y humanos, sobre todo, para poner en práctica
la política adoptada. Se trata de la puesta en marcha o ejecución de las políticas. La
implantación es la secuencia programada de acciones, de la que forman parte muchos actores y
muchas operaciones, dirigida a producir con unos medios específicos los resultados esperados.
Es un proceso de gran complejidad porque: por una parte, interviene una multitud de actores,
cada uno de los cuales tiene sus propias perspectivas, actitudes e intereses, y cuyo grado de
compromiso con los objetivos del proceso puede variar; por otra, hay una multitud de “puntos
de decisión” (cada vez que se requiere un acto de acuerdo para que el programa siga adelante)
y de “puntos muertos” (cada vez que se requiere que un actor por separado dé su aprobación).
La fase de implantación ha sido conceptualizada adoptando varias perspectivas. La más familiar
la equipara a un proceso descendente, de arriba abajo; estudios posteriores ponen de relieve la
importancia de concebirla también como un proceso ascendente, de abajo arriba. El modelo de
arriba abajo concibe el desarrollo de una política como un proceso que fluye desde la cúspide
de las organizaciones públicas hacia las posiciones jerárquicas inferiores y en el que el
protagonismo 9 corresponde a los decisores públicos. El modelo de abajo arriba sostiene que
también requiere importancia el flujo de abajo arriba que permite adaptar la situación inicial a
la multitud de contextos de implantación, y otorga el protagonismo del proceso a los
implantadores.

5. La evaluación de las políticas. Las unidades de evaluación de la administración pública


determinan en qué medida se han logrado los objetivos de la política pública en cuestión. La
evaluación cierra el ciclo de las políticas, y puede retroalimentar el proceso en cualquiera de
sus fases. En la práctica, la evaluación no está tan extendida como sería deseable. La unidad de
acción pública objeto de evaluación suele ser el programa. Un programa es un conjunto de
actuaciones orientadas a la consecución de uno o varios objetivos y que consumen recursos de
diverso tipo (humanos, financieros, legales, materiales, tecnológicos, etc.). Evaluar programas
en tanto que «paquetes» de recursos definidos con los que se pretende mitigar el estado de un
problema mayor resulta más factible que evaluar políticas generales cuyo propósito es aliviar
una situación social que no nos agrada. Así, por ejemplo, no se suele evaluar la política
universitaria en su conjunto, sino las distintas titulaciones ofertadas por cada universidad, ya
que es más fácil identificar los recursos de distinta índole involucrados en cada una de ellas.
(AUTOR: Leticia Delgado Godoy ISBN: 978-84-7788-549-8))

D.- PROBLEMAS PÚBLICOS Y AGENDA DE GOBIERNO

PROBLEMA PÚBLICO
Si se considera secuencial y cronológicamente el proceso de la política, se pasa a la etapa de definición
del problema una vez que el problema en cuestión ha sido calificado de público y ha sido aceptado en
la agenda de gobierno. Pero, analíticamente, las dos etapas son interdependientes. Colocar una cuestión
en la agenda significa implícitamente ir dando forma a una definición del problema aceptable para el
público y, sobre todo, tratable para el gobierno. Hay formulaciones que contradicen las valoraciones
básicas de numerosos grupos sociales y que trascienden las posibilidades legales o hacendarias de los
gobiernos. La búsqueda de definiciones teóricamente consistentes, culturalmente aprobables y
gubernamentalmente tratables es tan difícil como exigida en el campo del análisis y la recomendación
de políticas. “por definición del problema se entienden los procesos mediante los cuales una cuestión
ya aprobada y colocada en la agenda de la política pública, es estudiada, explorada, organizada y
posiblemente cuantificada por los interesados, quienes no raramente actúan en el marco de una
definición de la autoridad, aceptable provisionalmente en los términos de sus probables causas,
componentes y consecuencias” (Hogwood y Gunn) “Quien define es quien decide” es una máxima que
quiere subrayar el hecho de que los grupos sociales y/o gubernamentales que han tenido capacidad de
ofrecer el planeamiento y la definición aceptable de la cuestión son los que influyen efectivamente en
la decisión. Pero, quiere decir también que la manera como se ha definido un asunto público condiciona
la configuración de los instrumentos, modos y objetivos de la decisión pública, las opciones de acción.
En efecto, los miembros de los “triángulos de hierro”, “subgobiernos”, “redes de cuestiones” o el
circulo decisorio último, debido a orígenes sociales y educativos similares y a vínculos emocionales
de lealtad e identificación que desarrollan a lo largo de sus interacciones y responsabilidades comunes,
tienden a seleccionar los mismos problemas, se aficionan a plantear y analizar las cuestiones desde una
misma óptica e instrumental, buscan reiteradamente los mismos elementos y las mismas correlaciones
causales, y en consecuencia se inclinan por un mismo formato de respuesta y por un determinado diseño
de política. Los gobiernos corren el riesgo de ser rehenes no sólo de grupos de interés poderosísimos
sino también de sus esquemas mentales. Sus “sistemas de creencias” pueden prejuzgar todo el trabajo
de información y análisis, llegando en los casos extremos a cerrar oídos y ojos ante los hechos
portadores de la “disonancia cognitiva”. Preguntas en torno de los problemas públicos: ¿Por qué una
situación es considerada problemática? ¿Quiénes son los que dicen que algo es un problema y que
razones ofrecen? ¿Para quiénes es realmente un problema: cuántos y qué tan importantes son los grupos
afectados? ¿Con referencia a cuál criterio de valor se considera que ciertas situaciones son
problemáticas y nocivas? ¿Se trata de un problema aislado o resulta de otros problemas y ocasiona
otros problemas? ¿Cuáles son las fuentes de información para comenzar a estructurar un problema: son
fuentes confiables, actualizadas? ¿Es el problema algo objetivo o es algo “sentido”, “construido” por
los sujetos, con referencia a sus esquemas mentales y valorativos? (según yo: la subjetividad también
puede servir como argumento para desestimar una cuestión: “sensación de inseguridad”) ¿Es un
problema gubernamental tratable? ¿La definición que se ofrece trasciende el ámbito de la factibilidad
gubernamental? (Hay más preguntas en la 54 y 55 pero me da fiaca escribir más, puse las más
importantes) Aguilar Villanueva-problemas públicos y agenda de gobierno 6 Los problemas públicos
han sido llamados wicked problems (Webber y Rittel): problemas retorcidos, embrollados, tramposos.
Es decir, problemas sin una formulación definitiva, sin criterios que establezcan cuándo se alcanza la
solución, cuya solución no es nunca verdadera o falsa sino buena o mala y carece además de una prueba
inmediata o resolutoria, problemas frecuentemente inéditos, sintomáticos de problemas de mayor
trascendencia. Problemas cuya complejidad e irresolubilidad aumenta en la medida que se profundiza
la intervención estatal. No todos los problemas son de naturaleza política, y sobre todo, no todos son
gubernamentalmente tratables. El herramental de los gobiernos es limitado frente a los problemas cuya
solución total implica cambios sociales y culturales de largo tiempo. Por consiguiente, frente a muchos
problemas públicos “no hay solución sino resolución”. Hay que atacarlos una y otra vez para ir
removiendo sus aspectos más nocivos y más extendidos e irlos transformando mediante la intervención
sistémica. Los problemas públicos no son independientes de las valoraciones de los ciudadanos y sus
organizaciones. Les es propio una naturaleza subjetiva, relativa y artificial. No hay problema “en sí”,
no existen objetivamente. Son construcciones sociales, políticas de la realidad (para algunos es
problema, para otros no, para algunos es problema por ciertos aspectos y efectos, para otros por otros;
para algunos es de prioridad, para otros es de rutina etc.). El problema se vuelve entonces una cuestión:
se debate sobre sus componentes, causas, consecuencias y planteamiento. Se debate acerca de los pasos
a dar para resolver el problema y acerca de si su definición y planteamiento sea correcta, de manera
que se pueda resolver. El problema de la definición de los problemas públicos es doble: por un lado,
enfrenta la dificultad de construir y estructurar una definición aceptable y que pueda alcanzar el
consenso; por el otro, debe conducir a una definición operativa que dé pie y espacio a una intervención
pública viable con los instrumentos y recursos a disposición del gobierno. Para Ackoff, “lo que nosotros
experimentamos son situaciones problemáticas, no experimentamos problemas que son construcciones
conceptuales”. Hay que distinguir en la expresión “problema”, dos niveles: el problema vital y el
problema cognoscitivo. Las “situaciones problemáticas” son hechos vividos u observados por el sujeto
y que al ser referidos a su cuadro valorativo, arrojan conclusiones negativas de reprobación y malestar.
Se trata de discrepancias entre las condiciones vividas u observadas y las deseadas. La vida en sociedad
está llena de estos problemas vitales. Los “problemas” tienen, en cambio, una naturaleza cognoscitiva
más que vital o valorativa, son construcciones lógicas que articulan, ordenan, los datos y elementos
que a tensión entre la facultad y el deseo liberó y los reúne en una definición. La tarea política de
líderes, partidos y organizaciones es cómo hacer para que los que padecen inmediatamente la situación
y otros grupos interesados pasen de la vivencia de la situación problemática al concepto del problema,
a una definición para ellos plausible, convincente. Los gobiernos y analistas deben construir
definiciones de problemas aceptables y solubles, legal y políticamente aceptables, fiscal y
administrativamente viales. Una de las mayores dificultades en la definición y solución de problemas
públicos es que con frecuencia a definición del problema construida por el gobierno difiere
significativamente de la definición que del problema tienen los afectados y los interesados. Cerrar esta
brecha para que el consenso y la colaboración sea posible significa normalmente, en el orden lógico:
informar, dialogar, argumentar y persuadir; en el orden político: introducir negociaciones y ajustes
entre el gobierno y la sociedad respecto a la definición del problema. Hay una interdependencia
conceptual entre el problema y la solución. Los problemas se plantean, se estructuran, de manera que
tengan una respuesta, sean solubles. La solución forma parte de la misma definición del problema. Es
insostenible, contradictoria, la noción de problemas irresolubles. Para hablar de estos casos preferimos
usar expresiones tales como misterio, enigma, fatalidad…por consiguiente, definir un problema
significa “crear el problema”. Crear un problema consiste en “encontrar un problema acerca del cual
se puede y se debe hacer algo”. “El análisis de políticas consiste en crear problemas que los decisores
pueden tratar conforme a las variables que tienen bajo control y al tiempo que disponen” (Wildavky)
Su planteamiento es determinante para la solución. Simón fue uno de los primeros en llamar la atención
sobre la “estructura de los problemas” y distinguió entre “problemas bien y mal estructurados”. Un
problema bien estructurado tiene la característica de contar con un “solucionador general de problema”,
es decir, cualquier conocedor de si estructura tiene en principio la capacidad de resolverlo (para mi,
May no estaría de acuerdo, ver). Cuentan con un criterio preciso para comprobar la solución y un
proceso mecanizable para Aguilar Villanueva-problemas públicos y agenda de gobierno 7 aplicar el
criterio; tienen un “ámbito del problema” que puede ser presentado en estado inicial, intermedio y final
del problema; pueden indicar las operaciones que de manera correcta e incorrecta llevan de un estado
al otro del problema; ofrecen la información necesaria para realizar las operaciones de cálculo y
transitar de un estado a otro. En contraste, un problema “mal estructurado” es obviamente el que carece
de estas características. En efecto, el planteamiento de muchos problemas públicos no indica cuál es
su criterio de solución y cuáles sus diferentes estados de solución. ¿Cuál podrá ser la solución? ¿La
desaparición empírica de los hechos valorativamente descalificados, la modificación de las
preferencias de los afectados, la modificación de sus percepciones vía información nueva, el juicio
técnico de expertos, el consenso, el cumplimiento del mandato legal? Central es saber si y cómo pueden
estructurarse bien los huidizos y desordenados problemas públicos “mal estructurados”. Simón ofreció
una pista: lo procedente es desmontar la estructura enferma de los problemas muy complejos,
sobrepuestos, difusos, y descomponerla en problemas más precisos y circunscritos, para los cuales se
cuenta con “memoria”, con una historia de razonamiento y decisiones que a lo largo de muchas
conjeturas, errores y aprendizajes, ha podido llegar a establecer criterios, pasos y operaciones de
solución. Muchos analistas y gobernantes proceden a desagregar los descomunales problemas públicos
en componentes más acotados. Un ataque integral al problema mayor (cuyos límites y estructura se
desconocen, cuyos criterios, reglas y operaciones de solución se ignoran) sería una invitación al fracaso
o una empresa que consumiría muchos recursos políticos y fiscales. Este desmontaje de los grandes
problemas públicos en pequeños problemas manejables es frecuentemente obligado no sólo por razones
cognoscitivas y técnicas de solución, hay también razones institucionales y razones fiscales. Sin
embargo, no todos están de acuerdo en que sea siempre correcta la estrategia analítica de fraccionar el
problema mayor en problemas menores, tratables por separado, con teorías y técnicas distintas entre
sí, con diversos tiempos. Frente a determinados problemas públicos, este tipo de abordaje analítico de
los problemas podría confundir los síntomas con las causas. A esta clase de problemas pertenecerían,
por ejemplo, las patologías macroeconómicas, en donde, sin una estrategia integral de ataque, se
condena al fracaso y se agrava el problema. Para Weaver, los problemas públicos son de “complejidad
organizada”, cuyos problemas “implican tratar simultáneamente con un numero razonable de factores
que se interrelacionan de un modo orgánico”, que tienen en sí, una forma complicada de relación pero
no errática y al azar y, por ende, donde el ordenamiento estadístico es inadecuado o insuficiente. Es
entonces determinante para estructurar bien el problema público, descubrir la organización de
relaciones entre sus componentes: su conexión e interdependencia (¿cuáles son los componentes que
se relacionan, en cuáles ámbitos, con cuál tipo de relación?). Es fácil criticar la estrategia “mecánica”
propuesta por Simón, pero las estrategias “orgánicas” o “totalizadoras”, no suelen ser muy operativas.
Importante es entones saber estructurar o plantear los problemas, para no hallar la correcta solución al
problema equivocado. La historia de las decisiones públicas es una colección de este “error de tercer
tipo”. Los problemas públicos mal estructurados son aquellos en que los afectados y los decisores
pueden coincidir en denunciar lo colectivamente indeseable de algunos hechos y, sin embargo, no
contar con una identificación segura de los elementos que constituyen el hecho calificado como
problema ni conocer tampoco sus nexos causales principales para poder alterarlo en el sentido deseado.
El síntoma de los problemas mal estructurados es la indeterminación acerca de cuáles son los
componentes de la situación que se consideran han de ser modificados o removidos, y/o acerca de
cuáles pueden ser los factores que los originan y en los que, por ende, habría que intervenir e incidir.
Si no se sabe lo que se quiere resolver o lo que puede resolverlo (el efecto y/o la causa), se está en la
total incertidumbre, en la irresolución. (Buen ejemplo en la página 68) Estructurar bien un problema
es entonces producir tal definición del hecho calificado como problema, que pueda volverse el sujeto
u objeto de un enunciado causal. Hay que estructurarlo como “causa de” o “efecto de”. Se corre el
riesgo de que se anticipe una falsa solución, por incorporar audazmente una hipótesis causal incorrecta,
pero es la única manera de que el planteamiento de un problema práctico tenga sentido. No se puede
actuar para modificar una situación- problema sin incluir implícitamente o explícitamente un enunciado
causal además de un concepto del problema. En muchas circunstancias apremiantes, los gobiernos
deberán actuar por razones morales, jurídicas, políticas operando con débiles razones cognoscitivas.
En estos casos, las políticas públicas muestran con toda claridad que son sólo conjeturas causales
sujetas a prueba, hipótesis de actuación susceptibles de error. Intervenciones gubernamentales que
deben ocurrir pero que pueden Aguilar Villanueva-problemas públicos y agenda de gobierno 8 fallar.
La obligación y la eficacia no son siempre coincidentes. “Las políticas serán experimentales en el
sentido que deberán ser objeto de observación constante y experta para conocer las consecuencias que
se ocasionan cuando se ponen en acción” (Dewey). Aguilar Villanueva dice que los problemas públicos
están hechos de los problemas que los privados no han podido resolver. Añade que empero que el
gobierno no tiene una ciencia superior, una capacidad lógica y científica trascendente a la información
y talento de la sociedad. Tal vez por su superior capacidad de reglamentación y coacción, por la
magnitud de los recursos que es capaz de movilizar, los gobiernos pueden resolver problemas que los
ciudadanos en lo individual o mediante sus organizaciones son incapaces de resolver. Tarde o temprano
los gobiernos encaran problemas complejos y severos que requieren planteamientos cognoscitivos muy
elaborados, para los que la sociedad (científicos, técnicos, universidades, centros de investigación, etc.)
no han creado aún información, conocimiento y tecnologías. En este momento se viven problemas
colectivos sin respuestas colectivas. Problemas que la sociedad genera y que la sociedad no acierta aún
a resolver (yo: ¿siempre se generan ahí o también pueden generarse desde el estado?). Entonces más
que en ningún otro momento se exige la comunicación y el entendimiento entre gobierno y sociedad,
ofrecer los mejores argumentos de por qué se elige un determinado curso de acción. En estos momentos
sociedad y gobierno entienden que “publico” quiere decir más que “civil” y más que “gubernamental”
La política emerge como una tarea colectiva que incorpora conjunta y responsablemente la iniciativa
social y la gubernamental, pues ante ciertos problemas se adolece teórica y tecnológicamente de una
línea segura de respuesta. Por ende, como una estrategia susceptible de error y frustración. Sobre todo
como una estrategia capaz de aprender de los errores y no repetirlos insensatamente. Si algo enseña el
difícil arte de estructura bien los problemas públicos, es darse cuenta de que es más decisivo para el
buen gobierno contar con organizaciones públicas capaces de aprender, de reconocer y remediar sus
errores inevitables, que intentar diseñar políticas infalibles.
AGENDA DE GOBIERNO
Suele entenderse el conjunto de problemas, demandas, cuestiones, asuntos, que los gobernantes han
seleccionado y ordenado como objetos de su acción y, más propiamente, como objetos sobre los que
han decidido que deben actuar o han considerado que tienen que actuar. Sin embargo, hay definiciones
de la agenda que se interesan por el proceso de su elaboración y conformación e incluyen también el
conjunto de problemas al que el gobierno ha decidido prestarles atención, el conjunto de definiciones
de esos problemas y hasta el conjunto de opciones de acción que el gobierno revisa para atender los
problemas. En efecto, el que una demanda, problema, cuestión o asunto llegue a ser considerado como
punto o tema de la agenda de gobierno supone analíticamente decisiones antecedentes: la decisión de
prestarle atención, la elección y selección de su definición, la elaboración y selección de una opción de
acción. Estas varias decisiones pueden ser cronológicamente sucesivas, pero lógica y analíticamente
son condiciones interdependientes y necesarias para llegar a la decisión de que hay que actuar y hacer
algo. El gobierno decide actuar solo y sobre lo que previamente ha llamado y fijado su atención. A la
vez, las ideas y valoraciones que se tienen de la composición y causa del problema son determinantes
para decidir prestarles atención y para decidir la acción e inacción. Definir el problema es de alguna
manera delimitar la probabilidad, tipo y alcance de su solución. Por ello, en interdependencia con la
definición del problema, el gobierno tiene que revisar sus posibles cursos de acción y considerar si
puede hacer efectivamente algo: si tiene sentido su acción. Estructuración de la agenda, definición del
problema, análisis de las opciones de acción son así, actividades interdependientes. Para Cobb y Elder:
“Por formación de la agenda se entiende el proceso a través del cual problemas y cuestiones llegan a
llamar la atención seria y activa del gobierno como asuntos posibles de política pública. La importancia
del proceso se debe básicamente a dos hechos. Primero, la capacidad de atención de los gobiernos es
limitada. Segundo, los problemas de una política no son datos a priori, sino más bien asuntos por
definir. Si una situación particular o un conjunto de circunstancias constituyen un problema (…) esto
depende de creencias y valoraciones, no de los hechos mismos. Los problemas son elaboraciones
humanas que plasman ciertas concepciones particulares de la realidad. (…) lo que está en discusión a
lo largo del proceso de formación de la agenda no es Aguilar Villanueva-problemas públicos y agenda
de gobierno 2 tanto cuáles problemas serán tomados en consideración, sino como serán definidos. Las
definiciones no sólo estructuran y encuadran las elecciones posteriores de la política. También sirven
para afirmar una concepción particular de la realidad” Si bien la agenda es del gobierno, los problemas
que la componen se originan y configuran en el sistema político. Hay, entonces, una agenda de los
ciudadanos, del estado o del sistema político, que puede preceder y determinar la agenda del gobierno
o ser inducida por las preocupaciones y prioridades gubernamentales, que puede empatar con la del
gobierno o diferir de ella en mayor o menor grado. Cobb y Elder han distinguido entre dos tipos de
agenda: 1. agenda “sistémica”, “publica”, “constitucional”: “está integrada por todas las cuestiones que
los miembros de una comunidad política perciben comúnmente como merecedoras de atención pública
y como asuntos que caen dentro de la jurisdicción legitima de la autoridad gubernamental existente.
Toda comunidad política, local, estatal y nacional tiene su propia agenda sistémica”. La agenda
sistémica tenderá a integrarse con cuestiones abstractas, generales, globales, que grandes números de
población comparten precisamente por su formulación genérica (Ej. Contaminación, pobreza extrema)
2. Agenda “institucional”, “formal” o “gubernamental”: puede ser definida como “el conjunto de
asuntos explícitamente aceptados para consideración seria y activa por parte de los encargados de tomar
decisiones. Por lo tanto, cualquier conjunto de asuntos aceptados por cualquier organismo
gubernamental en el nivel local, estatal o nacional constituirá una agenda institucional”. La agenda
institucional de las organizaciones y dependencias gubernamentales tiende a ser más específica,
concreta y acotada (que la sistémica), indicando y definiendo problemas precisos. La distribución e
interacción de las dos agendas plantea dos órdenes de cuestiones teóricas: La primera, relativa a la
agenda sistémica, es fundamentalmente la pregunta de cómo conflictos, necesidades y demandas de
grupos particulares se convierten en asuntos públicos en el doble sentido que suscitan la atención
general y terminan por ser considerados de interés general. La segunda, relativa a la agenda
institucional, más cerrada al comportamiento del gobierno, se pregunta cuál es el proceso decisional
por el cual el gobierno determina la estructuración de su agenda, tiene que ver con la “definición de
problemas” y las “oportunidades de elección”. Para Cobb y Elder, para que un asunto tenga acceso a
la agenda sistémica, necesita cumplir con tres requisitos: que sea objeto de atención amplia o al menos
de amplio conocimiento público, que una buena parte del público considere que se requiere algún tipo
de acción y que a los ojos de los miembros de la comunidad la acción sea competencia de alguna
entidad gubernamental. Aunque muchos aceptarían que la materia de la agenda puede ser una demanda
o necesidad no necesariamente conflictiva, el modelo de los autores parte con la idea de que la
conflictividad actual o potencial de un asunto en una comunidad política es el factor que favorece su
expansión o difusión. Demandas o problemas deben convertirse entonces en un sigue, en una gestión
de carácter controvertido y polémico. Hay acontecimientos sociales que sirven de “mecanismos de
disparo” (sucesos económicos, crímenes, elecciones, etc.) y actores sociales que se encargan de
convertirlos en cuestiones y ofrecer su primera definición, los “iniciadores”, son el primer paso del
trayecto (un Blumberg, por ejemplo, digo, me parece). Las características de la definición son también
factores que favorecen o impiden la difusión de un problema; el grado de especificidad de una
definición, su ámbito de significación social, su relevancia temporal, su complejidad técnica y la
existencia de precedentes regulan su avance y rapidez. Por consiguiente, las cuestiones definidas
genérica y sencillamente, sin tecnicismos, que presentes aspectos nuevos y de significación duradera
para grandes números de población, son las que tiene mayor probabilidad de expandirse al gran público
y de involucrarlo. Esta probabilidad aumenta si la exposición, difusión y argumentos de la definición,
emplea lenguajes y símbolos culturalmente arraigados. Si la cuestión entra en el circuito de los medios
masivos, se facilitará en principio su difusión. El trayecto culmina cuando la definición de una cuestión,
después de inevitables ajustes y depuraciones a lo largo de su polémico camino, se coloca en el orden
del día de la comunidad política. En este momento, la cuestión puede ser llamada pública y se coloca
como reclamo ciudadano frente al gobierno, exigiendo un lugar en la agenda formal de sus
organizaciones y programas. Se propone la hipótesis comprobable de que cuanto más amplio sea el
público al que se ha expandido la cuestión, mayor será la probabilidad de que presione efectivamente
al gobierno y se coloque en la agenda formal. No necesariamente desemboca el trayecto en una
definición unánimemente compartida por la ciudadanía entera. El trayecto de la cuestión hacia la
agenda Aguilar Villanueva-problemas públicos y agenda de gobierno 3 políticas es en realidad una
confrontación de decisiones y el resultado en que remata el recorrido suele ser la aceptación de que
existe un problema insoportable y que la sociedad y/o gobierno tienen que hacer algo. Se comparte una
definición genérica y una línea gruesa de acción pero suele persistir el desacuerdo sobre la composición
y alcance del problema, sobre las causas que lo ocasionan y la manera de abordarlo. En realidad se
difunde la cuestión más que la solución, aunque la definición que se ha ido perfilando en medio del
público también prefigura un esquema de respuesta. En cuanto a la agenda gubernamental, el gobierno
puede ser un iniciador de cuestiones en la comunidad política y seguramente participa en la expansión
o freno de determinados asuntos a través de sus discursos, medios de información, organizaciones,
líderes e intelectuales afines. Los gobiernos no suelen comportarse pasiva y reactivamente, dejando
que las cuestiones se configuren y definan dentro del juego de las fuerzas sociales. Intervienen
estratégicamente en la vida pública tratando de dar forma a las cuestiones a la luz de sus posibilidades
reales de intervención. Tanto para Cobb y Elder como para Kingdon, el establecimiento de la agenda
formal del gobierno es un proceso decisional que las más de las veces es contingente, tornadizo. Rara
vez el proceso está bien estructurado. En la mayor parte de las “issues áreas” el proceso decisorio del
gobierno es inestable, mala o laxamente estructurado, sin un patrón de comportamiento que en mucho
se asemeja a las “anarquías organizadas” que deciden según “el modelo del bote de basura” o de la
“papelera”. Sin ser una lotería, decidir significa en mucho meter la mano en una “papelera” y tratar de
configurar con sus elementos fragmentados, dispersos y heterogéneos alguna respuesta integrada. La
decisión es básicamente el resultado de la confluencia no casual pero tampoco enteramente previsible
y controlable de cuatro “corrientes”, cada una de las cuales tiene diversa lógica y dinámica: los
problemas, las soluciones, los actores participantes y las oportunidades de elección. En general, las
oportunidades de elección de los gobiernos son muy apretadas, con demandas heterogéneas y
antagónicas, programas atrasados, el tiempo encima, carencia de datos y recursos, diagnósticos
incompletos. Ante esta carga de asuntos diversos y cambiantes, la decisión del gobierno que selecciona
una cuestión como objeto merecedor de su atención y a fin de cuentas como objeto de su acción termina
por ser el resultado de las correlaciones y combinaciones que, analítica o intuitivamente logra armas
entre los elementos teóricos, técnicos, humanos, legales…que tiene a la mano: este problema con
esquema de solución con estos hombres con estos recursos con este tiempo. La decisión gubernamental
de introducir en su agenda asuntos públicos específicos va a depender de si el gobierno se encuentra o
no en una oportunidad de elección favorable (pocos asuntos, obligaciones básicas desahogadas, tiempo,
recursos, ausencia de demandas contradictorias…), si las cuestiones y demandas son o no tratables, si
los participantes en la toma de decisiones están o no interesados en intervenir en la cuestión por muchas
razones (políticas, morales, económicas). Esto obliga a un diagnostico fino de las “corrientes” que
corren dentro de las organizaciones políticas y gubernamentales con intencionalidades y de dinámicas
relativamente autónomas. El gobierno sigue siendo el arte de lo posible. Sin embargo, aunque en mucho
las decisiones públicas se caracterizan por la contingencia, los sistemas políticos y los gobiernos de
manera deliberada o espontánea han ido creando pautas, conductos, tiempos, organizaciones y
liderazgos para regular tanto el flujo de las demandas públicas como el de las respuestas
gubernamentales. Ordenan las demandas, encuadran los conflictos intra e intergrupales, definen los
problemas diseñar y construyen las alternativas políticas. Esta regulación formal e informal de la
agenda ha ayudado a estructurar el proceso, fijando condiciones y parámetros, aunque sin poder
cancelar de todo su carácter libre y plurimorfo. Los “factores de contexto” que establecen los límites
de variabilidad del acceso a la agenda son los que tratan de estabilizar las corrientes de los problemas,
demandas, grupos y decisiones que fluyen ininterrumpidamente entre sociedad y gobierno. Es así que
el flujo de los problemas públicos rumbo a la agenda formal es regulado por las preferencias,
propensiones y hasta proclividades y prejuicios del sistema político-administrativo en general y de las
oficinas gubernamentales particulares. Leyes, valores, ideas, compromisos históricos, delimitan el
universo de los problemas a calificar como públicos y de competencia gubernamental. La misma
actitud se observa en las dependencias gubernamentales. Este sesgo del sistema y de las dependencias
públicas cumple la función de filtrar selectivamente la corriente de los problemas y demandas que se
levantan desde la sociedad. Hay pues una reducción de la multiplicidad y la variabilidad, por lo que se
configura un patrón de atendibilidad y aceptabilidad de las cuestiones públicas. Aguilar Villanueva-
problemas públicos y agenda de gobierno 4 No todas las respuestas imaginables y disponibles pueden
volverse operativas. Hay pues un patrón de plausibilidad político-administrativa, determinado por
restricciones de recursos e ideas, a su vez, las oportunidades de elección también contribuyen a poner
orden en la interacción entre estado y sociedad. En los momentos de saturación de la agenda o de
intenso involucramiento gubernamental no hay tiempo y disposición para atender nuevos asuntos. Sin
embargo, debido a prácticas institucionales establecidas o a rutinas administrativas, se abren
periódicamente buenas oportunidades para llamar la atención y colocar asuntos nuevos o pendientes
(Kingdom introdujo el término “ventana de las políticas”- ver pie de página 43). También hay de golpe,
en razón de ciertos eventos críticos que sacuden o entusiasman a la ciudadanía, oportunidades
favorables para plantear asuntos olvidados o rechazados. Todo esto configura un patrón de receptividad
gubernamental que contribuye a estabilizar y ordenar el carácter misceláneo y mudable de los reclamos
y pasiones sociales. No todo es azar en la elaboración de agenda. Sin embargo, el factor con mayor
peso causal en la configuración de la agenda formal de gobierno es la fuerza de los actores políticos
que intervienen en el proceso y, las relaciones políticas y administrativas que han tejido entre ellos y
con el gobierno. Este punto de estudio es el más afín e interesante para la ciencia política. A la manera
de Lasswell se trata de saber quién consigue qué cosa, cuándo y cómo. Aquí las teorías politológicas
sobre el conflicto y el consenso, la parcialidad de intereses y la legitimidad colectiva del gobierno, lo
sectorial, lo público, son clave. (¿en la formación de la agenda se puede descubrir que el gobierno es
un aparato de dominación de clase, la hegemonía de una elite reciclada, una activa arena pluralista sin
vencedores ni vencidos, la típica transacción entre camarillas burocráticas y políticas, el triángulo de
hierro corporativo en acción, la representaron imparcial de ciudadanos devotos al interés público?) En
opinión de Aguilar Villanueva, los estudios de políticas ofrecen dos importantes aportes categoriales y
explicativos concernientes a la relación sociedad- gobierno: “Red de cuestiones” (Heclo) Las redes de
cuestiones están integradas por expertos y profesionales en específicos asuntos que actúan tanto en la
sociedad como en el gobierno, que comparten conocimientos, tecnologías, habilidades, se comunican
sistemáticamente y se entienden rápidamente. Estos especialistas tienden a estructurar las cuestiones
de política y a diseñar las opciones de políticas con marcos y referencias similares, abogan por el mismo
esquema de solución de problemas, conforman organizaciones bastante cohesionadas y relativamente
autónomas respecto de los juegos de poder de los gobernantes de turno y de los intereses sociales
organizados, debido a lazos educativos, respeto intelectual reciproco, trato profesional y distinción
social con base en la reputación intelectual. Aunque esta red se entrelaza con la lógica de los intereses
de los grupos y con la lógica de gobierno de autoridades, su especificidad y superioridad es el
conocimiento de la cuestión pública en discusión. Por consiguiente, es determinante su influencia en
la formulación de la política, por cuanto son los que definen el problema, ofrecen información,
construyen las opciones, escogen los instrumentos, establecen los criterios e índices de rendimiento.
El patrón o estilo de policymaking de un gobierno tiene una de sus causas en las redes de expertos,
particularmente en las sociedades informadas. “(en) las redes de cuestiones, los participantes entran y
salen constantemente de la red. No son grupos cohesionados por su deseo de dominio sobre un
programa y tampoco hay alguien que controle enteramente las políticas y las cuestiones. Cualquier
interés material directo suele ser secundario con respecto a su involucramiento intelectual o emocional
en la cuestión. (…)En la red pueden estar presentes grupos de interés poderosísimos pero también
individuos fuera y dentro del gobierno que tiene la reputación de conocedores del tema. (…)Los
integrantes de la red, no son solo técnicos especializados y expertos, sino son los activistas de una
política que se conocen entre sí precisamente por su conocimiento de la cuestión.”(Heclo) “Subsistema
de políticas” (Milward y Wamsley) El concepto “subsistema de políticas” busca localizar y caracterizar
a los actores fundamentales de la elaboración de la agenda y de la formulación de la política, al igual
que la red de expertos en asuntos públicos. Pero, a diferencia del concepto de red, qué destacaría sólo
los intercambios de información y recursos entre actores, sin tomar en cuenta el contexto sociopolítico
mayor que estructura y da sentido estable a la operación de la red, el concepto de subsistema quiere
acentuar, el hecho de que el sistema político se concretiza en una variedad de subsistemas de políticas;
por otro lado, quiere mostrar que las organizaciones de interés concentran de manera permanente su
poder o influencia en específicos campos de políticas, sin dispersarse o dilatarse inciertamente en otros
asuntos. Los intelectuales expertos operan e influyen indudablemente en la problematización y la
respuesta Aguilar Villanueva-problemas públicos y agenda de gobierno 5 de determinados asuntos,
pero son los grupos de interés organizados los que fijan las cuestiones. Los expertos de asuntos están
en función de los asuntos que los grupos de interés dentro y fuera del gobierno determinan. “Cada
subsistema está integrado por un conjunto de actores que tratan de influir en la asignación de valores,
premios o perdidas en nombre de la sociedad, y que han logrado obtener alguna hegemonía sobre a
política de referencia, notoria en el hecho de que consiguen premios o no padecen pérdidas.(…)La
configuración del poder en los subsistemas es muy variada. Algunos subsistemas están bajo el dominio
de uno o pocos actores muy poderosos; en otros el poder es bastante difuso. (…).Se integran con actores
muy diversos: instituciones, organizaciones, grupos e individuos. Todos ellos articulados por el hecho
de que comparten intereses importantes en una política particular”.
(Aguilar Villanueva, Luis F. - problemas públicos y agenda de gobierno).

E.- POLÍTICAS PÚBLICAS Y PLANIFICACIÓN

Como ya hemos definido anteriormente, en donde afirmamos que La Política Pública es considerada
una instancia de intervención del Estado orientada, como función pública, a resolver problemas de
relevancia social. Es un concepto en permanente construcción, también entendido como categoría,
sobre el cual no existe un consenso definitivo. La política pública se establece, por lo general, como
una decisión unilateral que el gobierno impone en el ejercicio de su poder institucional. El propósito
de una política pública es establecer un consenso mediante un diálogo entre el Estado y la sociedad.

PLANIFICACIÓN EN LA POLÍTICA PÚBLICA

La planificación es el proceso consistente en establecer objetivos, definir estrategias y formular


actividades para lograr los resultados deseados con base en principios como la factibilidad, flexibilidad,
objetividad y unidad. La planificación consta de diferentes etapas: diagnóstico, restricciones,
estrategia, objetivos, metas, parámetros de control y análisis de opciones. En tal sentido, el proceso
para la planificación es sistemático, racional y holístico, con base en este modo procedimental se
producen ajustes y transformaciones, relevantes y prospectivos.

Podemos decir que, la planificación en las políticas públicas no solo es esencial sino que también es lo
que nos dará el horizonte de lo que se quiere lograr desde estas, a través del análisis de los principales
desafíos del proceso de desarrollo económico y social, en el contexto institucional actual, para la toma
de decisiones estratégicas, de diseño e implementación de las políticas públicas orientadas al desarrollo
de la población y orientada a resultados.
(http://prospectiva.univalle.edu.co/planificacion-y-politicas-publicas).

F.- DOCTRINAS PARA EL VALOR PÚBLICO

Hay dos enfoques: uno tradicional y uno moderno, donde se tiene muy en cuenta la acción del Estado
y del funcionario público, pues ambas afectan no solo la autonomía del consumidor, sino también
generan costos de oportunidad en el ciudadano o usuario de los servicios públicos. Por ello, es tan
importante que toda actuación del Estado o de sus funcionaros públicos se justifiquen plenamente, y
para ello hay diversas propuestas de ¿cómo gestionar? Una de ellas, de las muchas existentes, es la
denominada Teoría del Valor Público, que nos dice que el VALOR PÚBLICO no es otra cosa que
satisfacción de necesidades básicas, bienestar general, beneficio social, etc. Ahora veremos la parte
que corresponde al funcionario público que se adscribe a esta teoría.

¿QUÉ TIPO DE GESTOR QUEREMOS?:


Tenemos que seguir haciendo algunas observaciones y contrastes entre lo privado y lo público, porque
ello es muy pedagógico, para descubrir la naturaleza de las funciones y obligaciones de un gestor
público, que es lo que somos. Así:

Al gestor privado o directivo de las organizaciones privadas se le pide ser un líder, un innovador, poco
más que el mesías organizacional. Decimos ello, por el conjunto de virtudes y talentos que debe de
reunir para dirigir a la organización privada y a las personas que la conforman o se interrelacionan con
ella.

Al gestor púbico, por simple copia irreflexiva, los políticos y la sociedad les exige lo mismo: ¡ser
líderes! En efecto, cuando analizamos el discurso político efectista vemos las exigencias de liderazgo,
pero cuando analizamos el marco normativo y reglamentario que existe en las organizaciones públicas
reales, se constata que, muchísimas veces, a los funcionarios públicos solo les permiten ser meros
administradores, simples guardianes de la misión institucional y del mantenimiento de sus funciones,
es decir: responsables administrativos, sin presupuesto para lograr cambio e innovación que se les exige
pública y socialmente.

Si usted analiza los documentos de gestión de diversas organizaciones públicas (Yo lo hice con respecto
al ROF y MOF del JNE y la AMAG, donde –sumados- trabajé casi diez años), al directivo o gerente
público les pedimos liderazgo, innovación pero también le pedimos que cumpla el perfil de un enfoque
que muchos consideran fracasado y en franca retirada de las administraciones públicas: el enfoque
weberiano que privilegia al “burócrata ilustrado”.

El enfoque weberiano del tecnócrata o burócrata ilustrado exalta que el funcionario público, para ser
tal, debe de tender a:

1.- La Especialización,
2.- La Jerarquización,
3.- La Formalización,
4.- Personal operativo,
5.- Impersonalidad,
6.- Carrera profesional (meritocracia)

Si ante esta contradicción entre lo que se le pide “boca para afuera” y lo que está en la normativa
vigente, el buen funcionario público busca responder a estas demandas sociales y, por lo menos,
perfeccionar las operaciones de su organización para aumentar su eficacia y eficiencia, ¿Qué hacemos?
¡Desconfiamos! Cuando algún gestor público hace alguna innovación, la misma sociedad que le exigía
cambió, liderazgo, etc se pregunta: ¿por qué innovó?, ¿Qué interés tenía?, ¿Qué ganó con ello?.
¿Quiénes ganan con ello? Todo esto genera un gestor público más confundido aún, pues no sabe sí
mantener el status quo weberiano o innovar según las tendencias del management privado, ya que el
riesgo es: sí fracasa en la gestión, será penalizado; sí tiene éxito, no será recompensado, pues se
sospechará de él.
¿QUE TIPO DE GESTOR SE PROPONE?

En nuestro país no hay una política pública en la determinación de que gestor queremos. Servir no ha
establecido un perfil técnico del ciudadano y profesional que deberá ocupar cargos de responsabilidad.
Así que, todo “depende” del gobierno y de la política que éste gobierno quiera establecer en un
momento determinado. Así, es conveniente esclarecer algunos conceptos que luego utilizaremos:

La política es un concepto jurídico indeterminado, pues puede ser llenada de diverso contenido,
variable, según cada circunstancia.

La política partidaria es aquella que busca el poder para el logro de sus intereses y forma particular de
organizar el mundo.

La política pública es aquella que tiende al logro de la Agenda Pública, la cual tiene diversos puntos
en acción y gestión.

1.- Conforme al modelo weberiano, el gestor público debe ser un funcionario técnico (profesional
especializado en su área) y apolítico (apolítico en el sentido de que no sea un militante partidario en el
centro de labores ni en el desarrollo de sus funciones, ni utilice el puesto público para ponerlo al
servicio de su organización partidaria, de su ideología o doctrina personal.

2.- Conforme al enfoque moderno de gestión pública: En realidad hay diversas propuestas, pero las
que nosotros podemos referir a partir de la utilidad demostrada en la experiencia laboral, son dos:

2.1.- Desde la propuesta de Carlos Matus de las ciencias y métodos para la acción del gobierno,
el gestor público debe ser un funcionario técnico-político, es decir, un funcionario que realice un
análisis técnico-político. El ANÁLISIS TÉCNICO debe privilegiar el logro de la eficacia y eficiencia
de los objetivos organizacionales, entendiendo “eficacia” y “eficiencia” en los conceptos que el
management nos refiere. Y el ANÁLISIS POLÍTICO debe también privilegiar la “viabilidad política”
de la propuesta que elevemos a nuestros líderes o superiores jerárquicos en la organización donde
ejercemos funciones, y también verificar “la aceptabilidad social” que la misma tenga en quienes son
los destinatarios finales del actuar público y estatal: la ciudadanía, la sociedad, el pueblo, o como quiera
llamársele. Aunque sea un trabalenguas, el gestor público debe ser un funcionario co olfato político en
el sentido de ser el técnico que realice análisis y elabore propuestas estratégicas efectivas para el logro
de las políticas públicas adoptadas por el gobierno, por el Estado.

2.1.- Desde la Teoría del Valor Público entendemos que el gestor público debía ser un estratega, pues
y con respecto a su institución debe ver y coordinar:

1.- Hacia arriba, para renegociar el mandato político y lograr una definición política de “valor”,
“valioso”
2.- Hacia afuera, para ver el valor de la producción, del producto que logra la organización.
3.- Hacia dentro, para ver la situación y actuación organizacional actual (como contexto).
4.- Hacia abajo, para ver la situación y actuación organizacional actual (sobre todo de sus
colaboradores).

Pero además de estratega, el gestor público debe verificar que, paralelamente, se cumplan las tres
dimensiones del valor público:
1.- Dimensión Política: Cómo gestor público debo tener bien en claro que apoyo político y legal
obtendrá su propuesta de acción que estoy elaborando. De nada servirá que trabaje más de las 8
horas legalmente establecidas y presente una gran propuesta técnica, si ella chocará contra el
momento político, o las creencias ideológicas de mi jefe. Por ello debo preguntarse ¿Qué
expectativas (políticas) hay?

2.- Dimensión sustantiva: Cómo gestor público deberá verificar si al alcanzar mi objetivo propuesto
generaré “valor”. Me puedo esforzamos mucho por alcanzar el objetivo que ha dado mi jefe, pero
¿hemos verificado que ese objetivo es el que necesitamos para satisfacer una necesidad pública?
Por ello, como gestores debemos preguntarnos ¿Alcanzar este objetivo es valioso, es eficaz?

3.- Dimensión administrativa: Cómo gestor público debo hacer un análisis administrativo u operativo
y ver si mi gestión es sostenible. Deberé preguntarme ¿es técnicamente viable lo que propongo?

Todo lo anterior nos parece algo muy complejo para coordinar, pues no estamos acostumbrados. Por
ello, la teoría del valor público nos dice que todo gestor público deberá ser formado para pensar y
desarrollarse idóneamente dentro de las siguientes cinco (5) tareas:
1.- Promoción emprendedora.
2.- Gestión del desarrollo de la política.
3.- Gestión del desarrollo de la Negociación
4.- Deliberación pública y Liderazgo.
5.- Marketing público.

G.- VALOR PÚBLICO PARA LA GESTIÓN DE POLÍTICAS

El concepto de valor público se encuentra referido al valor creado por el Estado a través de la calidad
de los servicios que presta a la ciudadanía, las regulaciones que gestiona para el bienestar de toda la
sociedad y el ejercicio de creación de políticas públicas que buscan satisfacer necesidades propias de
la población.

El Estado debe buscar la entera satisfacción de sus ciudadanos, siempre a través de políticas de buen
gobierno como la trasparencia, los ejercicios de rendición de cuentas y un oportuno y eficiente servicio
al ciudadano.

De esta forma, una eficiente gestión pública debe estar coordinada y alineada para cumplir grandes
objetivos de Estado, por lo cual es vital para las entidades conocer a sus públicos objetivo, tenerlos
categorizados e identificados de manera oportuna. Esta interacción con los grupos de interés es
importante, ya que es a través de su participación que se dan a conocer sus intereses, preferencias y
necesidades reales de la población objetivo en la cual está enfocada la política pública.

Uno de los enfoques para la formulación y ejecución de políticas públicas se basa en decisiones
colectivas que parten de la elección racional, en la cual, las partes involucradas - tanto gerentes públicos
como ejecutores de política, usuarios, ciudadanos y sociedad civil en general- buscan la maximización
de sus beneficios.

En este sentido, uno de los aspectos que deben tener en cuenta los formuladores y decisores de políticas
públicas son los incentivos como marco institucional para la decisión y la acción. Es este marco
institucional, implica la maximización de beneficios en la medida que los individuos toman un curso
de acción según sus preferencias y creencias sobre el entorno, con el fin de obtener el mayor beneficio:
comportamiento racional.

El Estado se encuentra inmerso en todos los aspectos de calidad de vida de los ciudadanos, como la
salud, la educación, la cultura, el trabajo, el medio ambiente. Es por esto ideal que el buen gobierno y
las políticas de transparencia sean el camino hacia la generación de valor público.

H.- VALOR PÚBLICO Y CALIDAD DE POLÍTICAS PÚBLICAS

La política de las políticas públicas identificaba diversos rasgos clave que deben poseer las políticas
para estimular el desarrollo a lo largo del tiempo. Llegaba a la conclusión de que, para tener éxito, las
políticas deberían ser estables, de modo que cambien sólo en respuesta a las condiciones económicas,
en lugar de obedecer a cambios en los vientos políticos. Asimismo, las políticas deberían ser
adaptables, de manera que puedan ajustarse o reemplazarse si fuera necesario. También deben estar
bien coordinadas entre diferentes agencias y niveles de gobierno. Debían estar bien implementadas y
vigilarse su cumplimiento. Por último, deberían estar regidas por el “interés público”, promoviendo el
bienestar general en lugar de recompensar a individuos, facciones o regiones específicas.

Estas características, según ha demostrado la evidencia, son absolutamente cruciales. Las llamadas
“mejores políticas” que carecen de credibilidad y son incapaces de estimular una cooperación a largo
plazo en el plano político pueden ser mucho menos efectivas que una política menos que ideal, pero
estable y bien implementada.

De hecho, una política creíble, aunque imperfecta, puede tener grandes virtudes. Esto es lo que
ocurre especialmente si brinda a los actores la capacidad de adaptarse, invertir y responder
eficientemente a ella.

I.- PROPUESTA DE UNA POLÍTICA PÚBLICA, CONSIDERANDO EL VALOR PÚBLICO

PROPUESTA: “SIMPLIFICACION ADMINISTRATIVA DEL TRÁMITE DOCUMENTARIO


EN LA MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE LAMAS”

1.- IDENTIFICACION DEL PROBLEMA:

Si es cierto que hoy en día los pobladores de nuestra ciudad, o incluso de otras ciudades tienden
a tener problemas, reclamos o permisos a la institución máxima de dicha ciudad, en todo caso
la Municipalidad Provincial de Lamas, por el cual llega un sin variar de documentos que en
mesa de partes se reciben. La Municipalidad Provincial De Lamas es una institución pública
encargada de velar por sus pobladores, escuchar sus demandas y reclamos que necesite esta
ciudad, con el fin de que su Alcalde, máxima autoridad en dicha institución, haga caso a sus
peticiones. Por ello la Municipalidad tiene entre sus diversas áreas, tiene un área de trámite
documentario que pertenece a la Gerencia de Secretaria Municipal, la cual es el área que
supervisa la recepción de documentos que llegan a la municipalidad para ser tramitados al área
determinada. Lo cual luego se hará el seguimiento respectivo por donde dicho documento
tendrá que ser sucedido según la jerarquía del organigrama de la Municipalidad y después
enviado al área encargada según lo solicitado en el documento. Pero vemos a diario un gran
detalle que a los pobladores les causa un malestar, una incomodidad, el tiempo que demanda el
procesar dichos documentos en la Municipalidad, lo cual estos exigen que sea más eficiente, y
no sea el caso en la parte externa de la Municipalidad ya que debido a ello también el mismo
personal que labora en ella, son perjudicados debido a esa demora que causa el procesamiento
de tramites documentarios, a nivel de todas las áreas que la conforman.

2.- IDENTIFICACIÓN Y FORMULACIÓN DE SOLUCIONES

1. Capacitación del personal en cuanto a trámite documentario en la municipalidad de Lamas


2. Implementar directivas para disminuir el procedimiento administrativo en trámites
documentarios en la municipalidad de Lamas.
3. Implementar el sistema de trámite documentario y uso de firma digital en la municipalidad
de Lamas.

3.- TOMA DE DESICIÓN

De Acuerdo a La Ley N° 27444 Ley del Procedimiento Administrativo General “La


presente Ley tiene por finalidad establecer el régimen jurídico aplicable para que la actuación
de la Administración Pública sirva a la protección del interés general, garantizando los
derechos e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y
jurídico en general”.

Así Mismo La Ley 27658 Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado “El
proceso de modernización de la gestión del Estado tiene como finalidad fundamental la
obtención de mayores niveles de eficiencia del aparato estatal, de manera que se logre una
mejor atención a la ciudadanía, priorizando y optimizando el uso de los recursos públicos”.

Y Según el Decreto Legislativo 1310 En Su Artículo 8 “Las entidades de la Administración


Pública deben interconectar sus sistemas de trámite documentario o equivalentes para el envío
automático de documentos electrónicos entre dichas entidades a través de la Plataforma de
Interoperabilidad del Estado – PIDE - administrado por la Presidencia del Consejo de
Ministros a través de la Oficina Nacional de Gobierno Electrónico e Informática - ONGEI”.

De lo analizado anteriormente se ha optado por tomar la decisión de optar por la tercera


propuesta (implementación del sistema de trámite documentario y uso de firma digital en la
municipalidad de lamas).

4.- IMPLEMENTACIÓN

SISTEMA DE TRÁMITE DOCUMENTARIO Y USO DE FIRMA DIGITAL EN LA


MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE LAMAS
CERO PAPEL

• El concepto de Cero Papel en la Administración Pública orienta gran parte de su estrategia


hacia una eficiente gestión documental a través de la tecnología, sin embargo también es
posible alcanzar reducciones significativas con los recursos que actualmente disponen las
entidades.

IMPORTANCIA DEL CERO PAPEL

• Implica la formación de una cultura que use racionalmente los recursos y se vea reflejada en
una mejor y más fácil adaptación a los cambios relacionados con la gestión documental y en
la utilización de archivos electrónicos.
• Contribuir en la construcción de indicadores que permitan saber el impacto generado por las
medidas adoptadas en la reducción de consumo de papel y sustitución de procedimientos y
trámites basados en papel por trámites y procedimientos electrónicos.
• Sensibilizar a los directivos de las entidades para promover su compromiso con las políticas
de eficiencia administrativa y del Cero Papel en la administración pública.
• Sensibilizar a los servidores públicos con un sentido de responsabilidad con el ambiente y
con el desarrollo sostenible del país.

BENEFICIOS AL IMPLEMENTAR CERO PAPEL

PARA ENTIDADES Y SERVIDORES PUBLICOS

• Procesos y servicios eficaces eficientes


• Aumento de productividad
• Uso óptimo de los recursos
• Buenas prácticas en gestión de documentos
• Disminución en costos asociados a papel, almacenamiento y materiales
• Mejor acceso a la información dentro y entre Entidades
• Reducción de espacios de almacenamiento de expedientes
• Mejor entorno de trabajo y comunicación en la Entidades

PARA CIUDADANOS, EMPRESAS Y OTRAS ENTIDADES

• Acceso rápido y fácil a la información y a los servicios de las entidades


• Mejorar la calidad y rapidez del servicio al reducir los tiempos de respuesta
• Disminuir tiempos de espera y atención.
• Disminuir la necesidad e incluso evitar traslados a puntos de atención presencial, permitiendo
ahorro de tiempo en sus trámites.

SISTEMA DE TRÁMITE DOCUMENTARIO

Herramienta tecnológica, que sirve para:

• Gestionar trámites que atiende una institución, permitiendo agilizar sus procesos.
• Atender solicitudes de los administrados, ya sea de documentos externos o internos.
• Monitorear la atención al ciudadano y a las entidades, así como del flujo interno de
documentos.
• Realizar consultas con diferentes criterios, de documentos registrados
• Generar reportes en Excel y PDF a partir de las consultas
• Seguir el estado de un trámite vía internet
• Mejorar el flujo de información, haciéndola disponible para los usuarios.
• Permitir el acceso rápido a la información para facilitar la atención de los trámites.

FIRMA DIGITAL

• Es el tipo de firma que se realiza a través de un certificado digital


• Es una firma electrónica que cumple con todas las funciones de la firma manuscrita, basada
en criptografía asimétrica (uno de los métodos para cifrar mensajes)
• Permite identificación del signatario, integridad del contenido y tiene la misma validez que el
uso de una firma manuscrita, si es que fue generada dentro del ámbito de la IOFE
(Infraestructura Oficial de Firma Electrónica, es decir la Infraestructura de Clave Pública
peruana)
• La Firma Digital cumple con un principio de equivalencia funcional con la firma manuscrita,
por lo cual tiene el mismo valor e implicancias legales, es decir eficacia jurídica
• La firma digital está vinculada únicamente al signatario.

4.- EVALUACIÓN

La evaluación de políticas públicas es una acción fundamental en la gestión pública, cuando es


realizada con un método sólido y por profesionales en la materia. Su importancia radica en que,
a través de ella, se generan recomendaciones que incrementan la eficacia y la eficiencia de las
acciones de un gobierno.

“Tradicionalmente, se ha considerado que la evaluación es el último paso en el ciclo de vida de


una política pública. La realidad es que se puede realizar en cualquier fase del ciclo.”

La evaluación en nuestra propuesta de política pública se aplicara en todas las etapas del proceso
del ciclo de políticas públicas.

J.- CONCLUSIONES
Que el actual procedimiento del trámite documentario en la Municipalidad Provincial de Lamas
MPL genera lentitud, atraso y malestar tanto hacia el personal administrativo como a los
usuarios.

En la MPL los funcionarios carecen de conocimientos de sobre tecnologías de información y


sobre el sistema de trámite documentario y digitalización de archivos en la gestión pública.
K.- RECOMENDACIONES

Que la MPL optimice la operatividad de los procesos del sistema de trámite documentario y
digitalización de archivos, además del uso de la firma digital para la automatización de la
información para así generar valor público hacia la población.

L.- BIBLIOGRAFÍA

1. Aguilar Villanueva, Luis (1996/a): “Estudio Introductorio“, en Aguilar Villanueva, Luis (1996):
“La Hechura de las Políticas Públicas”, 2ª ed., Miguel Ángel Porrúa, México. Pp. 15-84; Lowi,
Theodore (1996): “Políticas Públicas, Estudios de Caso y Teoría Política”, en Aguilar Villanueva,
Luis (1996): “La Hechura de las Políticas Públicas”, 2ª ed., Miguel Ángel Porrúa, México. Pp. 89-
117 / Versión Original: Lowi, Theodore 1964: “American Business, Public Policy, Case Studies and
Political Theory”, en World Politics, XV 1964, pp. 677-715, Meny, Y. y Thoenig, J. (1992): “Las
Políticas Públicas”, 1ª edición, Editorial Ariel, Barcelona.

2. Fuente: https://carlosalzabarco.wordpress.com/2011/05/06/tipologia-de-politicas-publicas/
M.- ANEXOS

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