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En estos días convergen varias fechas que debemos no solo recordar sino reflexionar,
porque trae a la memoria momentos nefastos de la historia de la humanidad.
También en este mes hay un día especial, como es el 10 de mayo, día Internacional de las
Matemáticas, que genera hasta odio entre los escolares que no han recibido la formación
adecuada en tan importante tópico del saber. Asimismo, este domingo —aparentemente—
se le dedica a un ser fuente de vida y símbolo de amor, como es la madre, celebración
obnubilada con alta dosis de violencia.
El 8 y 9 de mayo la ONU los ha dedicado a las ‘Jornadas de recuerdo y reconciliación en
honor de quienes perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial’, fechas que son
manchadas por conflictos armados que indican que quienes manejan el mundo no recuerdan
los momentos absurdos de nuestra existencia o les importa muy poco el dolor de millones
de personas indefensas, víctimas del negocio de las armas.
Las Así que las fechas conmemorativas y las noticias de lo que le pasa al planeta y quienes
lo habitamos, tienen un espacio común: la destrucción de la vida. Y nos plantea la urgente
necesidad de cambiar del ‘chip’ mental del odio y la violencia, por el de la fraternidad, la
solidaridad, el respeto tanto a la naturaleza como a todas las personas.
Científicos del MIT han pronosticado cuándo podría empezar a darse esa sexta
extinción masiva, a partir de un estudio matemático basado en las emisiones de carbono
actuales. Su conclusión: el evento dependerá del momento en el que el océano llegue a
absorber una cantidad crítica de carbono, cifrada en el estudio en 310 gigatoneladas y
según cálculos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, el evento sería
alrededor del año 2100.
Los científicos plantearon su hipótesis contrastando las mediciones actuales con los
datos obtenidos de los registros históricos. Rothman había trabajado anteriormente en el
estudio de la extinción del Pérmico, hace unos 250 millones de años, en la que
desaparecieron más del 95% de las especies marinas del mundo, entre otros factores, a
causa del aumento de los gases de efecto invernadero. Con esa idea, se formuló si las
emisiones actuales de CO2 podrían tener un efecto similar.
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La cuarta sucedió entre el período Triásico y Jurásico, hace unos 210 millones de años.
No hay fuertes evidencias que expliquen la catástrofe, pero se cree que se debió a
erupciones volcánicas que elevó la temperatura afectando la vida marina y terrestre.
Los autores encontraron evidencias de que las actividades humanas están detrás del daño
a la naturaleza y clasificaron dichas evidencias en distintos tipos: cambio climático,
contaminación, caza furtiva, cambio de uso del territorio, deforestación, sobrepesca, etc.
Nates advierte que la causa obedece a múltiples factores, una de ellas, los pesticidas, pero
señala que un ácaro no sería capaz de diezmar colmenas enteras en 24 horas. Sin embargo,
las multinacionales como Bayer, por supuesto que se defienden, y según sus representantes
sus productos son inofensivos, pero el daño es manifiesto ¿Dónde están las autoridades?