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LOS WAYUU
Recopilación de saberes ancestrales
BOGOTÁ
2018
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CONTENIDO
PRÓLOGO ……………………………………………………………….. 9
II. De cómo Maleiwa creó el mundo wayuu, las plantas, los animales, los
humanos y los diversos clanes. También la historia de La Guajira
vista por los alíjunas, desde tiempos inmemoriales hasta hoy…………. 33
III. Ahora se narra cómo los wayuu conciben y aprecian el espacio y las
múltiples actividades que allí desarrollan………………....................... 49
VIII. Esta vez se cuentan las bases de nuestra cultura, patrimonio y esencia
de nuestra espiritualidad, la lengua wayuunaiki……………………… 179
X. El camino a seguir. Los grandes retos presentes y futuros que debe afrontar
la comunidad: defensa, conservación y mejora del territorio; rescate y lucha
por los valores materiales y espirituales; afianzamiento de la identidad
wayuu en el medio nacional amerindio………………………………………. 207
- APÉNDICE………………………………………………………………. 221
- GLOSARIO……………………………………………………………… 247
- NOTAS....................................................................................................... 251
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PRÓLOGO
Eduardo Galeano
Acercarse, aventurarse más allá del entorno familiar o parroquial, otear nuevos horizontes
y sobre todo, descubrir y comprender al Otro, a nuestro semejante, se revela empresa
laboriosa, acompañada con frecuencia de temores, desconfianzas y prejuicios. Se lanzan
apreciaciones sin previa y serena observación, huérfanas de ponderación y
discernimiento. El Otro: persona que ha adoptado formas de alimentarse, vestirse, habitar,
comportarse y particularmente asumir ideas diferentes o contrarias a las nuestras.
Considerado más como rival, como enemigo que como un igual. ¿Resultado? Triunfo de
la intolerancia, de la mezquindad, acompañada de sus hermanos bastardos: el racismo y
el fanatismo. Tal ha sido la conducta de los hombres, desde el principio de los tiempos.
Situación que perdura en los nuestros. ¿Hasta cuándo persistirá tal situación?,
preguntamos.
Dos grandes orientaciones han predominado frente a la percepción del Otro: la china o
asiática y la de los países tributarios, de herencia greco-romana. Aún en la Enciclopedia
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china del siglo XVII, se presentaba a los habitantes de la Isla de Java como seres
fantásticos, provistos de cola, cuerpos peludos de simio y rostro humano. Paralelamente,
los manuscritos occidentales daban detalladas referencias sobre los hombres con cara de
perro (los cinófilos), o los hombres sin cabeza (acéfalos), de ojos, nariz y boca dispuestos
en el pecho. Otros humanoides como los trogloditas (habitantes de las cavernas) o los
pigmeos, pueblo de la selva ecuatorial de África Central, los hombres más pequeños del
planeta, tradicionalmente hábiles cazadores y acuciosos recolectores, todos mostrados
como bestias salvajes, no como seres racionales.
leemos en el Génesis, primer libro de la Biblia (9, vers. 25-28). Fue así como el texto
sagrado, justificó la bochornosa práctica de la esclavitud, extendida a través de los
tiempos, por todos los rincones del planeta. Algo similar ocurrió con la leyenda del Judío
errante, condenado a vagar por el mundo sin sosiego, como expiación por haber
entregado a Cristo al sacrificio supremo. De esta manera, durante siglos y el paso de
generaciones se estigmatizó, excluyó y persiguió al pueblo de Israel.
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Llegamos así a los albores del Renacimiento. Este abrumador lastre ideológico, tuvo
nefandas consecuencias para los habitantes del Nuevo Mundo que, en 1492 acababa de
hacer su entrada oficial a la Historia universal. Gobernaban por aquel entonces los Reyes
Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. En ese año memorable, dos hechos
no menos importantes, marcarían con fuego la historia de España: la expulsión de los
árabes (los “moros”, como los llamaban despectivamente) y de los judíos. Dos pueblos
que durante casi siete siglos contribuyeron a la grandeza ibérica. Bastaría recordar la
deslumbrante civilización que se estaba gestando en los califatos de Córdoba y Granada,
faros culturales que abrieron los caminos al Renacimiento europeo. Con una pléyade de
matemáticos, astrónomos, geógrafos, arquitectos, filósofos, médicos, escritores, poetas y
sabios de conocimientos enciclopédicos como dos ilustres cordobeses, el filósofo
Averroes y el galeno Maimónides, por citar apenas dos de los genios más reconocidos.
Para infortunio de España, de Europa y del mundo los Reyes Católicos abortaron la
singular, como brillante aventura cultural y espiritual que se gestaba. Decretaron el
catolicismo como la única religión practicada y permitida en el reino. El Corán y la Torah,
los libros sagrados de dos prestigiosas religiones monoteístas, fueron prohibidos. Sólo la
Biblia tenía validez. Y por si quedaran dudas, bajo el gobierno de estos reyes se creó la
temible y odiosa Inquisición, pretextando frenar todo intento de rebelión y herejía en
materia religiosa. También se prohibieron lenguas milenarias como el vascuence o
eúskaro, el gallego y el catalán, todas con un brillante pasado cultural. Decretaron el
castellano como la única lengua de la Península. Finalmente, los pequeños reinos que
existían por entonces, pasaron a ser tributarios de Castilla y Aragón.
Férrea unidad lingüística, religiosa y política, entonces. Tales fueron las bases de
intolerancia y exclusión, fundamentos del imperio español. Inicios imperiales minados
por los gérmenes de su futura y precoz destrucción. En este contexto histórico llegaron
los primeros conquistadores y colonizadores a nuestros territorios. En una primera etapa,
y ante las maravillas de la naturaleza deslumbrante de América, espacios geográficos de
soberbia belleza -llanuras, valles, ríos, montañas, páramos y selvas lujuriantes- poblados
de animales exóticos, arboles, plantas, flores y deliciosos frutos, nunca degustados ni
vistos antes por ojos europeos, abrieron los caminos a la imaginación delirante. Nacía el
continente de lo real maravilloso.
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El fraile dominicano Gaspar de Carvajal, quien recorrió los seis mil cuatrocientos
kilómetros del río más poderoso de la tierra, integrante de la expedición de otro iluso,
Francisco de Orellana, escribió haber sostenido batallas con unas apuestas, gigantes y
fieras guerreras, que para mejor apoyar el arco y tensar las mortíferas flechas, se habían
cercenado el seno derecho: las Amazonas. De la expedición de Fernando de Magallanes
por el sur del continente, el amanuense Antonio Pigafetta describe el encuentro con los
gigantes de Patagonia, bien formados, de grandes y armoniosos rasgos, las caras pintadas
de rojo, vestidos y calzados con piel de guanaco, tan altos que los españoles apenas les
llegaban a la cintura. En un grabado de Teodoro Bry quien ilustró el paso por el Estrecho
de Magallanes, se aprecia el fabuloso pájaro rock, de fuerza y talla descomunales, que
porta en sus garras… un elefante! También sirenas y un gigante que, según Pigafetta, se
introducía una flecha en la garganta para provocar vómitos profilácticos. (2)
Con el paso del tiempo, la visión del Otro pasó de lo pintoresco a lo trágico. No olvidemos
que con la conquista y la colonización del Nuevo Mundo, se inauguran los tiempos
modernos. Conquista y colonización que significaron saqueo, despojo, lágrimas,
destrucción y muerte para los pobladores amerindios. En otras palabras, el nacimiento del
capitalismo, bajo la forma de acumulación primaria o salvaje del trabajo humano y la
explotación de los recursos naturales. Todo impuesto por la violencia de la espada, de la
cruz, y de la Biblia, emblemas de civilización.
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(…). Como si se tratara de un proceso inquisitorial, en aquella lamentable ocasión se
rompieron o quemaron 5000 ídolos de diferentes formas y dimensiones, 13 grandes
piedras utilizadas como altares, 27 piedras pequeñas labradas, 27 rollos con signos y
jeroglíficos, y 197 vasijas de todos los tamaños.
Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en
que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo
cual sentían a maravilla y les daba pena. La demencia depredadora de los francis-
canos llegó a tal extremo en Yucatán que, (…) algunos indígenas como temiesen el
rigor de los religiosos y por no dar sus ídolos, se iban a ahorcar a los montes, y estos
fueron hasta seis y dos se dieron con piedras en la garganta. (4)
En otro libro sagrado, el Chilam Balam de Chumayel, redactado por los sabios mayas,
uno de los pocos que se logró salvar de la hecatombe y oprobio conquistadores, leemos
las lamentaciones del katún 11 Abau:
Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes fue que entró en nosotros la
tristeza, que entró en nosotros el “Cristianismo”. Porque los muy cristianos
llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio de la miseria nuestra,
el principio del tributo, el principio de la limosna, la causa de que saliera la
discordia oculta, el principio de las peleas con armas de fuego, el principio de los
atropellos, el principio de los despojos de todo, el principio de la esclavitud por las
deudas, el principio de las deudas pegadas a las espaldas, el principio de la
continua reyerta, el principio del padecimiento. Fue el principio de la obra de los
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españoles y de los “padres”, el principio de los caciques, los maestros de escuela y
los fiscales.
¡Que eran niños pequeños los muchachos de los pueblos, y mientras, se les martiri-
zaba! ¡Infelices los pobrecitos! Los pobrecitos no protestaban contra el que a su
sabor los esclavizaba, el Anticristo sobre la tierra, puma de los pueblos, gato
montés de los pueblos, chupador del pobre indio. Pero llegará el día en que lleguen
hasta Dios las lágrimas de sus ojos y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el
mundo. (6)
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No olvidemos que el colonialismo -palabra derivada de Colón, dicho sea de paso-, a partir
del siglo XVI se impuso a sangre y fuego en la América india. Estas edificantes palabras
las escribía el Almirante en su Diario: Que cosa maravillosa es el oro, que el Señor me
guíe en su misericordia para que yo encuentre el oro, quien tiene oro es dueño de cuanto
apetece, con él se alcanza el perdón de los pecados, la salvación de las almas y se abren
las puertas de los cielos. He aquí el secreto del poder, desde remotos tiempos hasta el día
de hoy. Dominación que ha crecido y se ha desarrollado hasta adquirir la forma y la
esencia de globalización o neoliberalismo contemporáneo. Forma: crueldad, violencia,
esclavitud y muerte. Esencia: explotación sin límites y desprecio por el trabajo del
hombre, saqueo y depredación de la naturaleza. Con diferencias considerables de
intensidad y celeridad, entre el pasado y el presente. Pues los prodigiosos avances técnicos
y científicos de hoy, han colocado a la humanidad ante una dramática y decisiva
disyuntiva: la desaparición o la sobrevivencia de la misma especie. Según prosigamos por
el camino del caos y la nada o bien, decidamos adoptar saberes y prácticas que nos
permitan construir un mundo más amable, donde todos, sin discriminación alguna,
podamos beneficiarnos de las maravillas de nuestro planeta. Un mundo en el que quepan
muchos mundos y no la ambición, la imposición, el desenfreno y la insania de unos pocos.
Estamos convencidos de que nuestros antepasados, nuestros mayores poseen las claves
que nos permitan reencontrarnos con la Madre Naturaleza y en consecuencia,
reencontrarnos con nosotros mismos. Y volver a caminar por el sendero correcto. En
suma: optar por la que consideramos certera visión del Otro (respeto a nuestro semejante)
y de la Otra (respecto a la Madre Tierra), heredada de nuestros mayores. Sólo entonces
podremos superar el tormentoso y desastrado mundo por el que atravesamos.
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En esta perspectiva, se ha enfocado el presente trabajo. Intento acercarme al mundo
indígena de La Guajira, al pueblo wayuu, no con los ojos del alijuna, ni del frío
racionalismo del investigador, sino con la calidez y humanidad del corazón. Ojalá que
este anhelo íntimo se cumpla: ser fiel intérprete de la cultura de este noble y sufrido
pueblo. Que los espíritus tutelares que gobiernan al mundo wayuu, -en la Makuira,
Akuwalu´u, Caparraipía, Itojoro, el Cerro de la Teta o Manaure- me ayuden e iluminen
en el caminar por estas ásperas como luminosas tierras guajiras, de estremecedora, como
inquietante y alucinante belleza.
JIMATUUI
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escuchamos nuestra ira
VITO APÜSHANA, MiguelAngel López. 2011. Herederos del canto circular. Bogotá:
Universidad Externado de Colombia.
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