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Cómo el método Guardiola conquistó (también) el fútbol

inglés
Por RORY SMITH 7 de abril de 2018

Pep Guardiola llegó al Manchester City hace menos de dos años. T im Ir ela n d/A ssocia t ed Pr ess

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MÁNCHESTER, Inglaterra — En 2016, poco después de que asumió el cargo


de director técnico del Manchester City, Pep Guardiola solicitó una reunión
con el personal encargado de los campos del club. Quería hablar sobre las
canchas.

Describió en detalle las especificaciones exactas de cómo debían cortar el


césped en los campos del Etihad Stadium y de las instalaciones de
entrenamiento del club: no debía medir más de 19 milímetros, tal cual fue
durante sus gestiones en Barcelona y con el Bayern Munich.

Los encargados señalaron con la mayor delicadeza posible que el clima en


Mánchester es un poco más frío, un poco más húmedo, que el de Cataluña o
el de Baviera, y que tal vez el césped debía ser un poco más largo si se tenía
en cuenta ese factor. Se llegó a un acuerdo: durante el invierno, el césped del
Etihad puede llegar a los 23 milímetros, mientras que puede dejarse aún más
largo el de los campos de entrenamiento, que se usan más.

Sin embargo, Guardiola no cedió respecto a la cantidad de riego que debían EXPLORA NYTIMES.COM/ES

recibir todos los campos. El estilo que prefiere, de pases rápidos, funciona
mejor en un terreno resbaladizo, así que el personal del City ahora riega sus
campos mucho más de lo que lo hacía en el pasado. Ha habido ocasiones,
durante los entrenamientos, en que los rociadores se apagan apenas justo
antes de que los jugadores den el primer paso para entrar a la cancha antes
de entrenamientos, para garantizar que la superficie quede justo como Pep la
quiere.

Esta es la medida verdadera del efecto que ha tenido Guardiola en los clubes
que lo han contratado, mucho más que el torrente de goles que anotan, los
récords que despedazan y los títulos que ganan. Todo lo que ha hecho
Guardiola se origina en su meticulosidad, una atención casi patológica a los
detalles.

Los secretos de Costa Rica detrás de un


decorado de lujo

Guardiola ha fomentado que la alineación se sienta más unida: may or cohesión entre los
jugadores y entre estos con la ciudad. A n t h on y Dev lin /A g en ce Fr a n ce-Pr esse &m da sh ; Get t y Im a g es

Esta temporada ha hecho del Manchester City un equipo que es tan hermoso
de mirar como devastador para los demás en la Premier, con una
superioridad sin igual en la cima de la liga.

Nada de eso ha sucedido porque Guardiola sea un mago; no llegó al


Manchester City y lo transformó con una pizca de polvos de estrella. Todo se
debe al trabajo abundante e interminable, a una búsqueda de la perfección,
una determinación para que todo funcione de manera precisa.

Hizo lo mismo con el Bayern Munich. Algunos directivos del club quizá
pensaban que él era demasiado intenso, demasiado agotador. Sin embargo,
hasta los que se sintieron –de cierto modo– aliviados de verlo partir
reconocen que el legado duradero de Guardiola no fueron los tres títulos que
ganó de la Bundesliga, sino el modo en que pulió y perfeccionó todo lo que
pudo. Hizo que el Bayern, un símbolo de las buenas prácticas en el fútbol,
fuera mejor.

Va mucho más allá del largo del césped. Como lo demostró su disposición de
escuchar al personal encargado de los campos respecto a ese tema, Guardiola
quedó impresionado del profesionalismo que encontró al llegar al City —no
tuvo que hacer tantos cambios radicales como esperaba—, pero aun así no ha
dejado un rincón sin revisar.

Esta temporada, por ejemplo, ha trabajado de una forma meticulosa para


empapar a su equipo de un sentido de identidad. Ha fomentado que todos los
jugadores salgan al campo de juego juntos antes de los partidos y que salgan
como uno después del pitido final. Es impactante, y deliberado, que todo el
equipo del City celebre junto los goles que anota.

No obstante, más que forjar un espíritu de equipo, Guardiola se percató de


que sus jugadores necesitaban una historia que los uniera con el club, y los
aficionados necesitaban algo que los relacionara con su equipo. Durante un
partido de la Liga de Campeones de la temporada pasada, quedó anonadado
con el contraste entre la atmósfera bulliciosa del Celtic Park de Glasgow y la
más apagada del Etihad.

Así que, con la ayuda de los psicólogos deportivos del City, este año ha hecho
un esfuerzo para inculcar en sus jugadores no solo qué involucra jugar para el
Manchester City, sino qué conlleva ser de Mánchester.

En febrero, cuando el capitán Vincent Kompany dijo en una entrevista que, al


igual que los mancunianos, “sabía cómo caer y levantarse de nuevo”, no solo
demostró su propia conciencia social y su propio vínculo con la ciudad.
Repitió uno de los mensajes que Guardiola ha intentado inculcarles a sus
jugadores.

Esta estrategia universal, así como su estilo de juego y su historial, han hecho
que Guardiola sea tan atractivo para el Manchester City. El City se apresta a
ganar la Liga Premier con dos récords: cantidad de puntos y mayor
diferencia de puntos con el segundo lugar.

Esta temporada, el Man City encabeza la tabla de la Liga Premier y también el tablero de goles.
Gly n Kir k /A g en ce Fr a n ce-Pr esse — Get t y Im a g es

La directiva del club se ha mantenido en silencio respecto a la esperanza de


poderlo persuadir para que eche raíces en Mánchester, pero hasta ahora la
evidencia de su carrera sugiere que se quedará hasta 2020, como máximo.
Aun si saliera después de tres o cuatro temporadas, permanecerán todos los
cambios pequeños, las mejoras graduales que ha logrado.

Y, por supuesto, también está el efecto que deja en la cultura del país en que
trabaja. Después de que Guardiola se fue de Alemania, Thiago Alcántara, uno
de sus mediocampistas en el Bayern, dijo que el entrenador había “cambiado
el concepto del fútbol alemán”, con su énfasis en la posesión, el cual había
complementado “la fuerza, la potencia y los goles” que caracterizaban a la
Bundesliga. Según Thiago, esto sirvió para que Alemania pudiera encontrar
“la armonía necesaria para ser campeona del mundo”.

Guardiola siempre ha sido reservado al momento de sugerir que podría


hacer algo similar en Inglaterra. Cuando llegó al City, dejó claro que sería
“presuntuoso llegar al país que inventó el fútbol y creer que vas a cambiar
algo”. Sin embargo, precisamente eso es lo que han hecho los entrenadores
extranjeros más exitosos por el fútbol inglés desde que este abrió los ojos,
tanto como sus fronteras, al resto del mundo en los noventa.

Primero, Arsène Wenger llevó consigo los avances en materia de nutrición —


uno podría escuchar hablar a sus exjugadores y pensar que el entrenador del
Arsenal es quien inventó la pasta—, pero también los cambios en la forma
dereclutar y de entrenar.
Una década después, Mourinho y Rafael Benítez revolucionaron el
conocimiento táctico, al introducir sistemas poco conocidos, nuevas
interpretaciones de las posiciones en el campo e incluso un vocabulario más
extenso. Benítez recibió burlas por creer en la marcación por zonas en las
jugadas de táctica fija y por su insistencia en la “rotación del equipo”; ahora la
mayoría de los equipos ingleses, sino es que todos, emplean estas tácticas.

Entonces, ¿cómo dejará su marca Guardiola?

Guardiola con Bernardo Silv a después del triunfo del City contra Chelsea, 1 -0, el 4 de marzo.
A n dr ew Y a t es/Reu t er s

La respuesta más probable está en términos de los detalles de su estilo: su


devoción por un arquero que pueda jugar con el balón, su disposición a jugar
con una gran cantidad de todoterrenos y, lo más importante, su convicción de
que no hay tal cosa como demasiada posesión del balón.

El título que consiguió el Chelsea en 2017, con tan solo el 53 por ciento de la
posesión a lo largo de la temporada, y el del Leicester el año anterior —con
solo el 40 por ciento— parecían confirmar que mantener el control del balón
ya no era un prerrequisito para tener éxito.

Claro, eso fue hasta que llegó Guardiola: este año, el Manchester City ha
tenido un porcentaje de posesión de 71,5, por mucho el más alto desde que se
comenzó a registrar la estadística en 2003. Es poco probable que su
obtención del título haga que otros cambien su forma de ver el fútbol o que
haya otros menos agraciados que quieran seguir el ejemplo. No obstante, al
menos sí perfora la estructura ortodoxa.

El cambio más significativo que ha provocado Guardiola en los dos años que
lleva en Inglaterra —como ya había demostrado que sucedería— no es en
términos de cómo la Liga Premier juega al fútbol, sino de cómo piensa el
juego en sí.

En octubre de 2016, Guardiola dijo: “No voy a cambiar mi estilo”. Con esta
aseveración, recalcó la cantidad de trofeos que había ganado como
entrenador. “Lo siento, muchachos”, añadió. Una y otra vez, le dijeron que su
deseo de jugar desde la posición del arquero no iba a funcionar en Inglaterra.
Guardiola respondió, simplemente, que no cambiaría de opinión hasta su
último día de entrenador.

Este año, su postura ha sido reivindicada. Guardiola representa un triunfo


para las ideas. No ha tenido que adaptarse a la Liga Premier; en cambio, la
Liga Premier ahora tendrá que adaptarse a él. Ha dejado expuesta la
creencia declarada de que la liga inglesa es diferente de todas las demás y
ahora es tan solo un mito: es tan susceptible al dominio de un solo equipo
extraordinario como la Bundesliga, la Serie A o La Liga. El método de
Guardiola, su filosofía, funciona tan bien como en cualquiera de los lugares
donde ha estado.

Su visión ha rendido frutos; ha demostrado que su estrategia funciona en


Inglaterra y que lo hace perfectamente. Ha pasado casi dos años
garantizando que todo, cada hoja del césped, tenga las medidas adecuadas;
que todo esté en perfectas condiciones para que florezcan sus ideas. Ahora
puede reclamar su recompensa después de cimentar el liderazgo del City.

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