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MATERIALES

VIVIR LA JUSTICIA Y LA SOLIDARIDAD


EN LOS GRUPOS DE FE DE ADOLESCENTES Y JOVENES
Oriol Ràfols

En el número de septiembre del pasado año 2005, nos hacíamos eco de la


experiencia del Equipo PlaJiS de Barcelona coordinado por Oriol Ràfols y publicada
por la Editorial Edebe: Educar en la justicia y en la solidaridad. Un plan para educar
integralmente en valores sociales. Ofrecemos ahora, como materiales, un conjunto
de orientaciones educativas para los grupos de fe de adolescentes y jóvenes de
parroquias y centros juveniles, así como también para los alumnos y alumnas de
Bachillerato.

1. El contexto de los grupos de fe

Adolescentes y jóvenes de 14 a 20 años


En este periodo de tiempo las personas experimentan numerosos cambios. Pasan
desde la desorientación que causa haber abandonado las seguridades de la infancia,
a la lenta definición de la personalidad y a la toma de decisiones importantes para el
propio proyecto personal: relaciones interpersonales, estudios… A lo largo de este
proceso es de gran importancia encontrar pistas que acompañen los sucesivos pasos.
Una muy buena compañía puede ser el grupo, en el que compartir la vida con otras
personas que se encuentran en la misma situación y desde el que hacerse un lugar
en el entorno social. Además en la situación actual de crisis religiosa, el grupo, es
uno de los pocos espacios capaces de facilitar el crecimiento en la fe. Igualmente es
un espacio privilegiado para educarse en la justicia y la solidaridad.

Los grupos de fe
La realidad de grupos es variada, desde grupos organizados como preparación o
catequesis para la recepción de un sacramento, hasta grupos que forman parte de
asociaciones y movimientos, pasando por grupos nacidos de la catequesis, o
comunidades de jóvenes organizados entorno a un centro escolar o parroquial. Hay
grupos que ponen el acento en la formación, otros ponen el acento en la educación
en el tiempo libre. En cualquier caso se trata de espacios donde una motivación
importante es la búsqueda de una experiencia de amistad y de maduración personal,
inspiradas ambas (en mayor o menor medida) en el seguimiento de Jesús.
Los grupos de fe disponen, en general, de una organización flexible con cierta
facilidad para adaptar su programación a los intereses y necesidades del grupo, y de
un amplio margen de posibilidades de aprovechar su tiempo: encuentros,
excursiones, reuniones... Aunque en ciertos ámbitos se dejan sentir las dificultades
de tiempo por cuanto el grupo entra en competencia con otras formas de
aprovechamiento del tiempo libre que disponen de recursos más atractivos.
 Los grupos de fe como espacio de participación
Los grupos son una escuela de vida en sociedad, porque ponen al descubierto de
forma simplificada y cercana los mecanismos que rigen la vida en común, y que
permite valorar cómo afectan realmente a los demás nuestras decisiones y cómo
nosotros somos afectados por las decisiones de ellos. Son un espacio de aprendizaje
de dialogo, de crítica, de respeto, de realización de proyectos compartidos… Pero
también son una plataforma de participación en la vida social. Podríamos decir que
los grupos de jóvenes tienen dos grandes direcciones en las que crecer y trabajar en
la justicia y la solidaridad: una, la vida misma del grupo con la dinámica que le es
propia, y otra la presencia en la colectividad, la sociedad en la que están insertos.

Peligros
El principal peligro que amenaza la vida del grupo es el aislamiento a la sola vida
de sus miembros o la sola dedicación a la formación. Aún cuando los grupos tienen
su vida, esto es organizarse, crece, evolucionar y finalmente desaparecer, la calidad
de vida y la duración del grupo depende en buena medida de su capacidad para
entrar en dialogo con el entorno parroquial, social, asociativo, cultural que les rodea.
El grupo puede percibir, en este entorno más o menos amplio, retos que les animan
a poner en juego su capacidad para hacer aportaciones.
La vida de los grupo de fe profundiza sobre todo en la dimensión personal y en
las relaciones interpersonales, y la programación de los distintos grupos ya insiste en
estos aspectos. La principal aportación que podría hacer una reflexión sobre la
justicia y la solidaridad seria reforzar el sentido de implicación y compromiso del
grupo en su entorno, evitando quedarse limitado a vivir y compartir la fe de manera
puramente intimista, sin profundizar en las consecuencias sociales, políticas,
económicas y ecológicas que tiene su fe.

Motivaciones de fondo
La motivación última de esta búsqueda de la justicia y la solidaridad se encuentra
en Jesús de Nazaret: su vida, su proyecto, su forma de entender a Dios como Padre,
su entrega… No vamos a profundizar ahora en la cuestión teórica de porque son
importantes para la fe la justicia y la solidaridad, pero si conviene recordar que de
cara a la acción y la vida práctica es necesario cuidar y dar solidez a las
motivaciones. En el momento de motivar el interés por la justicia y la solidaridad, o
de revisar nuestra actuación, o de hacer un alto en el camino para orar, puede ser
útil evocar algunos pasajes del evangelio. Por ejemplo los encuentros de Jesús con
los marginados y pecadores, su enfrentamiento a la ley cuando genera injusticias, su
desacuerdo con las autoridades, o su continuación de la línea profética de denuncia
de los abusos y defensa de los pobres. Igualmente son motivadores los testimonios
de cristianos actuales que se han enfrentado a la pobreza, a la marginación y al
olvido de los más desfavorecidos.

2. La intervención educativa

Momentos de intervención
Estimular el desarrollo de los valores sociales pasa por abordarlos en las diversas
intervenciones pedagógicas que se llevan a cabo en un grupo. Podemos considerar
que hay seis grandes momentos de intervención educativa, los cuales están
presentes a lo largo de todo el proceso de formación, aunque su peso y el modo de
trabajo variará en función de la edad:
- El acompañamiento personal de los miembros del grupo por parte del animador
o del consiliario.

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- La reunión o encuentro periódico de grupo (normalmente semanal), de algunas
horas de duración.
- Los encuentros entre distintos grupos (en el ámbito local o de zona), que
pueden realizarse con el objetivo de convivencia e intercambio, de formación y
reflexión o de retiro... Suelen aprovechar un fin de semana.
- Las actividades de verano: campamentos, colonias, convivencias, rutas... de 10
o 15 días de duración.
- Las acciones o campañas, que se pueden llevar a cabo de forma puntual o a lo
largo de un trimestre o de un curso, centradas en un objetivo operativo concreto.
- Las celebraciones litúrgicas: preparación, animación, colaboración, realización
de eucaristías, especialmente en los tiempos litúrgicos de Adviento-Navidad y
Cuaresma-Pascua, y organización de encuentros de oración.

Líneas de trabajo
Tomando como referencia los diversos aspectos relacionados con la justicia y la
solidaridad –entendidos en un sentido amplio- proponemos trabajar siguiendo
algunas grandes lineas. No se trata simplemente de hacer una lista de temas más o
menos ordenados sino de sugerir lineas de maduración con propuestas diversas que
van en una misma dirección. A medida que se va incidiendo una y otra vez, por
caminos distintos, en actitudes de fondo, éstas se podrán ir consolidando. La vida de
los grupos de adolescentes y jovenes suele estar marcada por numerosa fases.
Coviene pues abordar los diversos aspectos relacionados con la justicia y la
solidaridad paso a paso, distribuyendo las diversas experièncias que se proponen
desde las más básicas hasta las más complejas. Las líneas de trabajo podrían ser:

La eleboración de un proyecto personal de vida planteado desde un sentido


solidario y que se va matizando porque está atento a la realidad circundante. Un
proyecto que se inspira en la opción de Jesús por los más desfavorecidos.
El seguimiento de una dinámica de grupo respetuosa con los diversos miembros,
integradora de las diferencias, que busca vías para solucionar conflictos, que genera
diálogo y es capaz de llevar a término proyectos en comun. La vida del grupo es
capaz de generar hábitos de participación.
La organización y coordinación con otros grupos, la participación en actividades
conjuntas y la representación del grupo ante organismos oficiales o en órganos de
coordinación.
La participación en la vida cultural del entorno cercano, colaborando con
entidades de diversa índole.
La atención al estado y funcionamiento de la sociedad, detectando injustícias o
falsedades, analizando las causas y buscando posibilidades de respuesta: pobreza,
marginación...
El análisis de problemas a nivel mundial: comercio justo, hambre, guerras,
epidemias… y la búsqueda de canales que hagan cercanas estas realidades
(testimonios, ONGs…)
La sensibilidad ecológica y de respeto por la naturaleza y los derechos de las
generaciones futuras.

Descubrir y conocer los puntos 4, 5, 6 y 7 es imprescindibles en las primeras


fases del grupo, pero seguramente la misma vida del grupo y de las personas irà
definiendo algun tipo de especialización. Más allá de unos mínimos el compromiso a
fondo conlleva siempre una elección.

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3. Pistas para el trabajo de la justicia y de la solidaridad

 El proyecto personal
Consiste en ir definiéndose como persona, tomando partido por algunos valores
que resultan especialmente atractivos porque estimulan la maduración y el
crecimiento personal y ayudan a definir unos objetivos vitales. Este proceso interior
va tomando cuerpo en las diversas decisiones que la vida va requiriendo: en el
campo de los estudios, del tiempo libre, de las relaciones personales y también
delante de los retos de la sociedad.
Se puede cuidar este proceso a partir del acompañamiento personal del monitor,
animador o consiliario del grupo; y también a partir de espacios largos de reflexión
personal y silencio que se pueden ofrecer en encuentros entre grupos, momentos de
celebración y en actividades de verano.
Alrededor de los 14 años los adolescentes se encuentran en un punto álgido de
desconcierto y búsqueda desordenada, pero es posible ir intoduciendo elementos que
en un futuro cercano van a ser útiles para definir el proyecto personal. Es importante
ayudar a descubrir quién se es, qué cualidades y qué aspiraciones los mueven y
saber abrir este proceso íntimo (que a veces es vivido de forma dolorosa) al diálogo
con los demás y con el mundo real. Este diálogo sirve de contraste para matizar o
superar algunas exageraciones o ensoñaciones. Abordar la justicia y la solidaridad
será posible en la medida en que se consolide la confianza en uno mismo y se
enfoque el proceso personal en diálogo con los demás. Pretender hablar de
solidaridad sin haber superado este primer momento no lleva a ninguna parte.
En un segundo momento (alrededor de los 16 años) el proceso personal gana
estabilidad y profundidad. Es una buena ocasión para profundizar en las diversas
esferas del entorno social, cultural y asociativo. El objetivo aquí es adquirir una
visión de conjunto lo más realista posible que ayude a ajustar el proyecto personal al
mundo en que les ha tocado vivir, y despierte su interés por los retos que este
mundo plantea. Numerosos pasajes del evangelio donde Jesús se encuentra con
marginados o pecadores pueden ayudar a leer estos retos con ojos de fe.
Finalmente, a partir de los 17 o 18 años, la persona está en condiciones de optar,
e implicarse en alguna acción o voluntariado de carácter social. Muchas veces las
experiencias vividas en estos ámbitos son decisivas en la definición del proyecto
personal. Es fácil encontrar personas que han escogido sus estudios universitarios a
partir de su experiencia como voluntario o voluntaria.

 La vida de grupo
Los grupos tienen una dinámica y una vida interna que los anima,
independientemente de si se dedican a la catequesis o la revisión de vida, de si
preparan celebraciones o son un equipo de monitores, hacer camino juntos es una
motivación con mucha fuerza. Una cuestión importante es la participación voluntaria
en la dinámica del grupo. Así la dinámica se nutre de las aportaciones personales de
sus miembros pero a su vez anima la vida de estos miembros, de forma que las
personas llegan a plantearse temas, vivir experiencias y meterse en proyectos que
de otra manera no se habrían ni planteado, ni vivido, ni buscado.
El principal elemento característico de este ámbito es la reunión periódica de los
miembros del grupo. Esta dinámica afecta sobre todo a la maduración de la persona,
por cuanto enriquece su formación y potencia su fe. Pero es también –como ya se ha
dicho- una escuela de relaciones interpersonales: paso a paso la persona aprende a
compartir, a asumir responsabilidades, a dialogar, etc. La clave de la justicia y la
solidaridad reside en descubrir que detrás de cada intervención, de cada metedura
de pata, de cada buena idea… hay personas concretas. Y llegar a conseguir esta
perspectiva solo es posible si se respira un ambiente de amistad y de confianza, y si

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se esta dispuesto por voluntad propia a trabajar a largo plazo. Eso es lo que ofrece la
vida de grupo.
En el proceso evolutivo del grupo el primer paso consiste en dar cohesión al
grupo: conocimiento mutuo, respeto, confianza, adquisición de hábitos (cómo
participar, cómo resolver conflictos…). Esto requiere su tiempo y puede ocupar un
curso o más. Este primer paso deberá consolidarse en el futuro con espacios
periódicos (a principio de curso, al final…) de trabajo o de actividades lúdicas
orientadas a mantener los lazos entre las personas del grupo.
Una vez consolidado el grupo se puede empezar a hacer proyectos, que irán
aumentando de dificultad y duración a medida que el grupo avance. Primero
proyectos destinados al grupo que pueden ser actividades concretas; después
proyectos compartidos con otros grupos o colectivos; finalmente proyectos de más
largo alcance con destinatarios variados y asumidos de forma más personal y menos
de grupo (que puede hacer aquí funciones de revisión y apoyo).
Esta experiencia de dialogo, respeto, coordinación… va pasando con el tiempo a
convertirse en un paquete de posibilidades gracias al cual el grupo o sus miembros
pueden participar en otros proyectos más allá del grupo.

 Formar parte de una asociación


Hay un primer espacio de participación que se origina alrededor de las
necesidades del grupo y está orientado a facilitar las relaciones con el entorno más
inmediato. Los grupos necesitan de cierta coordinación con otros grupos, con otras
entidades, con el resto de los miembros de la parroquia o del centro escolar; ya sea
de cara a organizar el funcionamiento habitual del centro, ya sea de cara a proyectos
concretos como campañas, celebraciones o encuentros. Otras veces de los grupos
que ya han recorrido un una buena parte del proceso formativo nacen animadores
para los grupos de menor edad. Todo ello crea un red de relaciones con otros
jóvenes que son en buena medida de una misma sensibilidad y con unos objetivos
similares.
Los encuentros, las actividades de verano, las celebraciones y las diversas
acciones o campañas y su preparación y revisión son los momentos adecuados para
desarrollar todas estas posiblidades de creación de tejido asociativo.
La implicación en este tipo de redes se inicia con la participación en encuentros,
celebraciones, actos, actividades de verano… Para algunas personas del grupo el
proceso de implicación puede continuar cuando se van descubriendo necesidades de
coordianción. ¡Ojo! No siempre es necesario crear nuevos mecanismos de
coordinación entre grupos y convendrá valorar su utilidad real. Algunas personas
pueden, en nombre del grupo, intervenir en estos espacios de coordinación. Aunque
será muy útil que el grupo no se limite a cuidar estas relaciones más cercanas y se
abra a otras posibilidades de participación.

 Participación y acción cultural


Una de las líneas de implicación exterior del grupo son la cultura, el patrimonio
histórico y las tradiciones populares. Esta línea se orienta principalmente a aquellos
aspectos de la cultura que se mantienen vivos gracias a la acción voluntaria.
Organizar espectaculos infantiles, evitar el deterioro de determinados edificios
colaborando en su restauración, participar en fiestas tradicionales… podrían ser
algunos ejemplos.
La intervención se centra aquí en acciones, campañas, actividades de verano
(como un campo de trabajo) o opciones personales.
El descubrimiento de cuáles son las necesidades que se pueden plantear a cada
grupo, depende en buena medidad de su enraizamiento en el entorno y de su
atención a la actualidad local que a veces puede pasar desapercibida en un mundo

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donde domina la información global. La vida del grupo debería tener siempre un
canal abierto a este tipo de información más cercana. El proceso se inicia con la
participación en alguna de estas actividades, más tarde puede ser necesario
profundizar en su sentido y dedicir la participación del grupo en su continuidad. Otras
veces el grupo decidirá tomar la iniciativa.

Una mirada crítica a nuestra sociedad


Marginación, pobreza, inmigración, malos tratos, barrios degradados… son temas
que nos pueden ayudar a abrir los ojos a los aspectos más oscuros de nuestra
sociedad. Probablemente no se trate de saberlo todo sino de adquirir una sensibilidad
que permita detectar dónde están los problemas y sobre todo descubrir la situación
de las personas implicadas.
Para abordar y profundizar en estos temas podemos utilizar las reuniones, los
encuentros, las actividades de verano, las celebraciones y las diversas acciones o
campañas.
Al grupo llegan con facilidad temas que son de actualidad. Muchos de ellos
servirán para profundizar en aspectos de justicia y solidaridad, en cambio otras
noticias serán una pantalla que oculta los verdadereos problemas, en este segundo
caso deberemos ejercitar el sentido crítico, ofreciendo otras fuentes de información
o conociendo a personas que tratan estos problemas de cerca. Convendrà completar
esta primera parte más teorica con experiencias concretas: visitas, encuentros con
testimonios, campos de trabajo… Podemos empezar a trabajar por los temas de más
actualidad, para pasar después a temas más desconocidos y pasar finalmente a tocar
la realidad. En este punto es muy necesario calibrar la capacidad de reacción de los
adolescentes de cada grupo. Parece dificil empezar visitando enfermos terminales y
parece más asequible acercarse a una residencia de personas mayores o preparar
para el verano una semana de actividades de tiempo libre destinada a niños de un
zona marginal.

Vivir en un mundo global


Vivimos en un mundo globalizado en el que todo tiene múltiples caras, y donde
los problemas de unos hacen las facilidades de otros: la esclavitud infantil de unos,
permite que otros niños jueguen con balones cosidos a mano; la miseria de los
productores de cacao o café son la ocasión para hacer negocios de multinacionales
exportadoras...
Las reuniones, los encuentros, las actividades de verano, diversas acciones o
campañas, incluso las celebraciones de los tiempos litúrgicos de adviento o
cuaresma, son momentos adecuados para abordar estos temas.
El reto de esta línea de trabajo consiste en hacer cercanos los problemas y
aterrizarlos en la vida cotidiana de los adolescentes. Entre los 14 y los 17 se pueden
abordar estos temas a partir de los hábitos de consumo para después profundizar en
ellos. Por ejemplo: conocer el origen de la ropa que llevan y los diferentes sitemas
de producción de las diversa marcas, para valorar su grado de respeto a los
trabajadores; conocer el precio final de alimentos como el xocolate y la proporción
que reciben de él los diversos participantes en su proceso de elaboración; analizar
los juguetes que imitan armas reales, descubrir quien las produce y a quien se
venden…
En una segunda fase (17-20) el trabajo se puede orientar al contacto directo con
intervenciones alternativas que llevan a cabo personas y ONGs, colaborar con sus
campañas y llevar a termino acciones concretas.

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 Respeto por la naturaleza
El interés por el medio natural que nos rodea toma formas muy diversas, por un
lado está el conocimiento de la diversidad natural, por otro los peligros que la
amenazan, tambien está nuestro sistema de vida y los hábitos que fomenta, y en el
caso de la perspectiva cristiana, la contemplación de la naturaleza como la obra
creada por un Dios bueno.
Los encuentros y las actividades de verano, pueden ser una ocasión de acercarse
a la naturaleza, conocerla y contemplarla: estudiar los tipos de fauna y de flora
presentes en la zona, características del paisaje, organizar excursiones o visitas a
lugares de interés natural.
Las reuniones de grupo y las diversas acciones o campañas pueden estar
orientadas a profundizar en temas como la contaminación, las especies en peligro de
extinción, la sobrexplotación de recursos; y también pueden ser útiles para
promocionar hábitos respetuosos con el medio ambiente (reciclaje, reducción de
residuos, uso de productos no contaminantes…).
Los hábitos de respeto al medio ambiente deberian ser algo presente en toda
actividad (tipo y cantidad de materiales que se utilizan, residuos que se generan…).
El interés por estos hábitos puede ir siempre a más, pero ya de entrada los grupos y
las actividades que se llevan a cabo deberían funcionar con criterios mínimamente
ecológicos.

Si queremos potenciar la vivencia de la justicia y la solidaridad dentro de


nuestros grupos no se trata exactamente de introducir nuevos elementos en la vida
del grupo sino de buscar aquellos elementos ya presentes en ellos que nos puedan
servir de punto de partida para despertar y desarrollar el potencial solidario que se
esconde en todo seguidor de Jesús. Los diversos proyectos personales, las
coincidencias y las divergencias entre miembros del grupo, el entorno en el que se
vive… nos ofrecen constantemente ocasiones para profundizar en la justícia y la
solidaridad.

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