Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Por eso el primer
hombre fue creado bueno, constituido en la amistad con su Creador y en
armonía consigo mismo. Pero a partir del pecado original, la naturaleza
humana ha querido herida y sometida al sufrimiento. De ahí que el hombre,
cada uno de nosotros, vamos caminando nuestra vida terrena, de un modo u
en otro, por el camino del sufrimiento.
Todos sufrimos de modos diversos, no siempre considerados por la
medicina, ni siquiera en sus más avanzadas ramificaciones. Porque el
sufrimiento es algo todavía más amplio y más complejo que la enfermedad.
Y una cierta idea de este problema nos viene de la distinción entre
sufrimiento físico y sufrimiento moral.
Aunque su pueden usar como sinónimos las palabras “sufrimiento” y
“dolor” no tienen el mismo significado, ya que el sufrimiento físico se da
cuando de cualquier manera “duele el cuerpo”, mientras que el sufrimiento
moral es cuando “duele del alma”.
Frente a la realidad del sufrimiento nos surge una pregunta ¿Por qué sufro?
Es una pregunta acerca de la causa, de la razón, acerca de la finalidad
(¿para qué sufro?); en definitiva, acerca del sentido del sufrimiento.
Hay que tener en cuenta que los animales también sufren, sobre todo
físicamente. Pero solamente el hombre, cuando sufre, sabe que sufre y se
pregunta por qué sufre; y sufre más profundamente si no encuentra una
respuesta satisfactoria.
1
Salvación que significa liberación del mal y que por ello está en estrecha
relación con el problema del sufrimiento.
Porque Dios da su Hijo al mundo para librar al hombre del mal y del
sufrimiento. Liberación que es realizada por Jesús mediante su propio
sufrimiento. Y en ello se manifiesta el amor, el amor infinito, tanto del Hijo
como del Padre.
Como resultado de la obra salvífica de Cristo, el hombre existe sobre la
tierra con la esperanza de la vida eterna. Y aunque la victoria sobre el
pecado y la muerte, conseguida por Cristo con su cruz y resurrección, no
nos libera de los sufrimientos, sin embargo, proyecta una luz nueva sobre
cada sufrimiento.
2
El sufrimiento es siempre una prueba, a veces una prueba bastante dura.
Una prueba que nos llama a la perseverancia para poder soportar lo que
molesta y hace daño. Haciendo esto, el hombre hace brotar la esperanza de
que el sufrimiento no prevalecerá sobre él.
Hay que destacar que en el sufrimiento se esconde una particular fuerza
que nos acerca interiormente a Cristo, una gracia especial. A esa gracia
deben su profunda conversión muchos santos como San Francisco de Asís
o San Ignacio de Loyola. Porque cuando el hombre está gravemente
enfermo se pone en evidencia su grandeza espiritual, constituyendo una
lección conmovedora para los hombres sanos.