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¿Cuál ha sido la evolución del tratamiento del lavado de activos por parte de

las autoridades colombianas y en que nivel ha participado el sistema


financiero colombiano?

EVOLUCIÓN

En primera instancia, el lavado de activos evoluciona en la economía de nuestro


país como consecuencia de la doble moral, la filtración de la cultura de facilismo y
la ilegalidad en el panorama colombiano.

Todo surge con la circulación de capitales injustificados, lo cual alimentó en la


población el famoso concepto de la “malicia indígena”, mediante actos de doble
moral, fomentando la falta de respeto por las normas, así como también el
camuflar dineros mal habidos, las cuales fueron actuaciones delictivas realizadas
en las décadas de los 70 y los 80.

Sin embargo, la expresión “blanqueo de capitales” (money laundering), acuñación


que se refiere al mismo lavado de activos, se originó mucho después de
conocerse esas prácticas irregulares, nominándose como la acepción popular
entre los integrantes de las mafias americanas en los años 70, para referirse al
procedimiento a través del cual se incorporaba a la economía legal el dinero
procedente de la venta de droga colombiana, utilizando cadenas de lavanderías
para disimular su origen ilícito.

La falta de regulación, junto con una incipiente jurisprudencia nacional ajena a la


dimensión del lavado de activos, permitió que en Colombia esta práctica se
popularizara y penetrara en las más altas esferas económicas, políticas y sociales.
Así, tocó todos los sectores, en especial el de bienes terminados y servicios, y
aumentó el crecimiento de actividades comerciales y profesionales, utilizadas
como intermediarios para blanquear los dineros. De ahí que, gracias a este
negocio criminal, hayan entrado legalmente a la nación muchos dineros
injustificados, que lograron dinamizar las actividades industrial, comercial,
manufacturera y financiera, al reforzar los resultados formales, y que a nuestra
economía se le llame con jocosidad el “pequeño milagro colombiano”,
aduciendo que se ha solventado durante varios años del negocio de los dineros
ilícitos y que por lo menos dos puntos del crecimiento anual, que otrora rodeara el
5%, se deben al flujo de dineros sucios, favorecidos por la disponibilidad de
depósitos bancarios sin mayores controles y de una gama de instrumentos y
mecanismos permisivos del lavado de dineros.
Lo anterior aunque las fuentes oficiales lo refuten, argumentando que la
estabilidad en medio de la crisis se ha debido a los avances logrados en el tema
de la regulación bancaria y una tendencia constante al conservatismo en materia
de productos financieros sofisticados.

PARTICIPACIÓN DEL SECTOR FINANCIERO EN COLOMBIA

La lucha contra el lavado de activos y la financiación del terrorismo es un tema de


primer orden en la agenda mundial al lado de la defensa y promoción de los
derechos humanos, el medio ambiente y los ecosistemas, la lucha contra el
narcotráfico y la neutralización del terrorismo.

Es así que Colombia desde hace más de doce años, en 1993, se adhirió
formalmente a los postulados de la Convención de las Naciones Unidas de Viena
(año 1988) con la expedición de la Ley 67 de 1993 y del Decreto 671 de 1995,
mediante la cual se comprometía a adoptar una legislación acorde para combatir
el lavado de activos, cuyas normas iníciales plasmó en el Estatuto Orgánico del
Sistema Financiero (artículos 102 a 107 y 209 a 211 del Decreto 663 de 1993). A
partir de ese momento se empezó a tratar con amplitud y seriedad el tema,
cuando la ley estableció, por primer vez, la obligatoriedad para las instituciones
financieras inspeccionadas de implementar mecanismos de prevención,
orientados a evitar la canalización de recursos de origen ilícito a través de sus
operaciones y el compromiso de la Superintendencia Financiera, como órgano
supervisor del Estado, de verificar la funcionalidad, idoneidad y efectividad de esos
mecanismos.
Las medidas que ha adoptado esta Autoridad Financiera están dirigidas a
prevenir, controlar, detectar y reprimir el lavado de activos y la financiación del
terrorismo, según reza en el decreto 3420 de 2004. Por su parte, el decreto 4327
de 2005 mediante el cual se fusiona la Superintendencia Bancaria de Colombia en
la Superintendencia de Valores y se modifica su estructura, crea la nueva
Delegatura para Riesgo de Lavado de Activos y le asigna como funciones, artículo
38, “supervisar la administración y prevención del riesgo de lavado de activos y del
financiamiento del terrorismo, respecto de todas las personas sujetas a
inspección, vigilancia o control de la Superintendencia… supervisar el
cumplimiento de las normas relacionadas con la prevención y control de lavado de
activos por parte de las entidades sujetas a inspección, vigilancia y control y las
demás funciones que las normas vigentes otorguen o lleguen a otorgar a la
Superintendencia en materia de supervisión de riesgo de lavado de activos”.
Adicionalmente, en el artículo 39 se especifica el ejercicio de las funciones de
policía judicial, en los términos previstos por la ley y bajo la dirección funcional de
la Bajo la exitosa orientación del Economista Augusto Acosta Torres, al Ente
Supervisor del Estado, le corresponde adelantar una labor esencialmente
preventiva y velar porque sus vigiladas adopten adecuadas y oportunas medidas
de control. Es así que durante los últimos diez años ha puesto especial énfasis en
que cada entidad financiera vigilada establezca un Sistema que sea Integral en la
Prevención de Lavado de Activos (SIPLA), analizando sus bondades, ventajas
comparativas y funcionalidad de cada uno de los procedimiento adoptados, de tal
manera que le garantice el estricto cumplimiento de las normas relacionadas con
la prevención, detección, control y mitigación del riesgo de lavado de activos y
financiación del terrorismo. Además, el Estado facilitó el accionar de la
Superintendencia al criminalizar en el Código Penal el proceso de lavado, de
manera independiente al delito que lo originó y establecer a su vez procedimientos
para embargar y congelar bienes, cuentas y depósitos y extinguir su dominio.

CONCLUSIONES
El sector bancario y en general el torrente financiero internacional es atractivo para
las acciones de los delincuentes en su afán transferir, proteger, aparentar y ocultar
fondos ilícitos. Toda esta inspección, vigilancia y control sobre las personas que
realicen actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada
con el manejo, aprovechamiento o inversión de recursos captados del público,
busca finalmente coadyuvar en la preservación de la estabilidad y seguridad en el
sistema financiero y reforzar la confianza pública en el mismo, así como a
promover, organizar y desarrollar el mercado de valores colombiano y la
protección de los inversionistas, ahorradores y asegurados.

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