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hombre desnudo
Adriana Rosas
Frente a un
hombre desnudo
A los invitados
ISBN:
Impresión y encuadernación:
Alen Impresores LTDA.
Bogotá, Colombia
A un sagrado estremecimiento ante lo inexplicablemente
extraño de todo lo que a los demás, por lo visto, nunca les
ha parecido extraño y a lo que uno tendría que haberse
acostumbrado ya.
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Adriana Rosas
Julio Olaciregui
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-¡Espérame!- le grito.
Salimos los dos. Miramos para todos lados. Por primera vez
Las acacias están florecidas, rojas con puntos amarillos. veo a Jesús David nervioso. Se detiene, me coge por el brazo y
Digamos que fui el primero que vi al muerto. Después de me dice:
que sonaran tres disparos secos, como queriendo alejarse sin - Señor Roberto, no se mueve y está en un charco de sangre
ser escuchados. enorme. A mí, me dan miedo los muertos.
- Camina, hombre, no seas tonto –lo agarro fuerte y lo jalo
Me asomo por el balcón, miro hacia abajo. Nada se mueve. para que crucemos la calle.
Nadie suspira. Un silencio oscuro sube. Debajo del poste, la
luz alumbra un hombre recostado con su barriga enorme y su Entonces, me entra el susto a mí.
cabeza gacha. Parece un borracho durmiendo sus alcoholes. Mientras nos acercamos siento que esa barriga me es
Miro mejor y en su barriga alcanzo a ver manchas de sangre. familiar. Disminuimos el paso a medida que el cuerpo se hace
más nítido.
Marco el número de la policía.
Llamo al vigilante por el intercomunicador: -¿Escuchaste los - Señor Roberto, y si esperamos a que llegue primero la
tiros? ¿Viste algo raro desde la portería? policía. A mí me suena que ese hombre está frito. ¿Y si vuelven
Con su parsimonia característica, Jesús David sólo atina a a aparecer los que lo mataron y nos rematan a nosotros por
decir con lentitud: mirones?
-Oí unos ruidos extraños, pensé que eran petardos, señor - Vamos, Jesús David, no seas tan cagado. Y eso que tú eres
Roberto. - Aquí acelera su hablar- Voy a asomarme enseguida. el vigilante del edificio y estás que te meas encima.
- Señor Roberto, tampoco exagere. Yo soy tronco de man
No espero. Cuelgo rápido y bajo las escaleras de dos en dos. echao pa’ lante, el diablo me tiene es miedo a mí. Lo que pasa
Quiero llegar al poste antes que Jesús David. En su ignorancia o es que nos pueden echar la culpa de esa muerte. Y por aquí no
en su complicidad podría cambiar algunas cosas. se ve a nadie más.
Se me enredan los pies. Me tropiezo. Caigo en cuatro. Me Justo en eso, volteamos los dos al edificio, como llevados
levanto de inmediato y miro hacia la puerta de la calle. En ese por un hilo y vemos que se corre una cortina del cuarto piso.
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-Señor Roberto, esa es la loca de la chismosa de doña Raque, A ver, Jesús David, yo la subo y tú con la linterna de este
la del 402. Tome una foto con su celular, para que la cosa quede celular le iluminas la cara.
registrada con hora, y no sea que esa vieja cacatúa nos eche la
culpa. Nos quedamos callados, meditando. Una risita nerviosa nos
cae a los dos.
Nos miramos a los ojos. La parsimonia, creo que ahora me
está invadiendo a mí. Me detengo a pensar. Y de repente, vuelve Cuando ya vamos a ejecutar nuestra misión, se siente el
la adrenalina: sonido fuerte de una moto que viene muy rápido.
- ¡Jesús David! Ahora te vas a hacer el huevón. Camina, pues.
Me mira. Saca pecho. Y lanza un suspiro: - Dele, doctorcito, Jesús David y yo saltamos mirando a la calle. Ya sentimos
yo lo acompaño. cómo nos van quemando los tiros, cómo nuestros cuerpos van
cayendo.
Nos acercamos con pasos lentos. Jesús David mira arriba y
abajo de la calle, no sea que aparezcan los que mataron a este La imaginación no me ha faltado. Pero antes de que estos
hombre y acaben con nosotros por metidos. pensamientos se hagan realidad, la moto nos encandila con sus
- Don Roberto, esa barriga me es conocida. Pero tiene la cara luces. Unas botas se bajan. De rapidez miro la cara de Jesús David
cubierta por la gorra. Esos zapatos los he visto entrar al edificio. y veo su boca abierta como esperando un trueno de disparos.
Don Roberto, este man me suena. Se apaga la luz de la moto. Y una voz gruesa nos pregunta:
Yo creo que es el marido de la cacatúa del 402. «¿Aquí qué pasó?»
- Y esa vieja se asomó y no dijo nada. Será que es medio
cegatona y no lo reconoció, o fue ella quién lo mandó a matar, Nos miramos otra vez Jesús David y yo. En ese momento
o hasta le pudo disparar desde allá arriba, y por eso, después parece que su cara me dijera: «Tranquilo, señor Roberto, que son
de los disparos no escuché ningún ruido, ni gente corriendo, ni policías. No son ningunos sicarios».
moto, ni carro.
- Don Roberto, ¿Si voy al edificio y por el intercomunicador Explicamos todo y le suben la gorra. Me han eliminado el
llamo al 402 y pregunto por el señor Nicanor? Así sabremos si temor ante la revelación.
es el muerto o no. Los cachetes del muerto no dejan ver bien su rostro.
- Espera, no te vayas. Yo creo que es más fácil subirle la El policía le sube la barbilla.
gorra y mirarle la cara al hombre. - Don Roberto, ese es don Nicanor. El del 402.
- Don Roberto, dele usted que es más macho. - ¿Usted lo conoce?- pregunta el policía.
- De eso no queda duda. - Sí. Vive en el edificio de al frente. Yo soy el vigilante. –Y
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¡Pringada total!
He llevado a Matilde algún domingo a mi casa. Cocinamos. antes de cinco a mi casa. Desde ese día todo me pica cuando se
Tenemos sexo y hasta nos queremos. Va entrando la tarde, el acerca la hora y estoy en mi casa.
sol ya no cae tan fuerte, baja el calor y nos sentimos más a
gusto. En esas, me viene la angustia desde dentro, me late más Ese día me volví como loco. Ese día cuando metí la llave en la
el corazón. Los recuerdos llegan. Hablo más rápido. Matilde dice cerradura a las tres y media, y abrí la puerta: encontré a mi
que me siente distante. Miro al patio y digo: ‘Nos tenemos que mujer acompañada.
ir. Ya es tarde’.
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registro debe aparecer con su nombre verdadero o el falso que sido una mujer de conformismos y también sé convencer, en
supimos que utilizó por un tiempo, antes de cambiarlo al que especial a mi jefe que dice estarme esperando ansioso.
tiene ahora.
Despedida MAGALI
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Magali a través de la ventana grande de la sala se despide Fase I ejecutada y cumplida a cabalidad en un mes.
de sus hijos y de Gustavo. Tan pronto como baja la mano y el
carro sale por el portón, una sonrisa se desliza en sus labios. Fase II a ejecutarse en un solo día. La precisión es requerida.
Tiene la libertad. No volverán antes de las ocho de la noche y en El tiempo pasa. En realidad son menos de 12 horas.
ese tiempo Magali alcanzará a emerger como el volcán que hizo
erupción hace veinte años. Volcán que exhala el hilo de humo Magali sale a correr. Llega con energías. Se da una ducha. Se
al que todos están acostumbrados. Volcán que podría estar a cambia rápido. Saca dos maletas. Las llena con prisa. Mira por la
punto de estallar. ventana hacia el volcán que vigila a todos. Siempre dominando
casi desde cualquier lugar. Fuerte. Imponente. Más alto que
Gustavo sale con los niños como si nada hubiera hecho. todos. Así como los ojos de Gustavo durante sus quince años
Como si Magali sólo tuviera una de las jaquecas que aludía su de casados.
madre. Gustavo siempre estuvo rodeado de mujeres tristes,
hombres machos y niños obedientes que no debían analizar el De un solo tirón, Magali corre las cortinas. Ya no es vista por
comportamiento de sus padres. ese blanco alto enorme, el volcán de Yurucay. Ya no es vista por
el rubio de su marido.
A Magali le suena su celular, Gustavo le informa que ya
llegaron. Informe militar, expresiones de cariño anuladas. Los En su bolso asegura el dinero, su pasaporte, sus diarios, los
niños pasan. Sólo hablan de la cola que harán. Esperar dos horas retratos de sus fríos hijos.
hasta poder esquiar. Ellos, con el carácter frío de su padre. No
hay besos, los machos no los dan, eso es de maricas. Saca las llaves del auto, sube las dos maletas con rapidez.
Con decisión.
Magali apaga el celular, no más interrupciones para su Dirige su mirada a la casa, le da su bendición y cierra la
propósito. No más machos militares. No más esa supuesta puerta con una sonrisa amplia, sin barbitúricos. Libre, feliz.
vida de casa grande. Hace un mes dejó de tomar sus pastillas
antidepresivas y las otras que sirven para atontarla. Seguía Va en el carro, le tiemblan las manos. Lo nuevo también
simulando sus efectos. hace estremecer. Debe llegar en dos horas al aeropuerto de la
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diversos. Los polvos con diferentes hombres sin pensarlo, sin corrupto por no servir para adorar a dioses; sino para comprar
que la sociedad le recordara que podría ser tildada de zorra. Le droga, dolor, narcotráfico, exiliados, desplazados.
sorprendía lo abierta que había llegado a ser.
Por nostalgia volvió. Por nostalgia estoy aquí contándote
Volvió a ese lugar de sometimientos a las mujeres. De esta historia.
machismo cuidado en extremo por hombres y mujeres. Muchas
ni siquiera cuenta se dan. Sin reflexionar el por qué la cantidad La nostalgia te hace suya, te cambia las ideas, y luego, te
de diferencias establecidas. Catalogándola de marimacha, deja en la oscuridad de la realidad.
amargada, lesbiana, fracasada, puta, porque les mostraba las
diferencias en las que están metidas. Estaba en la tramposa realidad, aún embelesada por los
destellos de luz de la nostalgia, sin darse cuenta del psicópata
Ella luchando con la mayoría de la sociedad desde que tenía que conoció. ¿Quieres más descripciones?
uso de razón. En una familia y amigos anticuados, con quienes
peleaba aun cuando fuera en silencio, por no criticar, por no Martín tenía el poder de atraer con el pensamiento,
censurar. Seguir repitiendo esquemas, modelos, sin cuestionar, yo también. Nos volvimos a encontrar en la oscuridad. Yo,
sin pensar. Loros llevados por el reloj que les da el clic clac y normalmente, no me dejaba atrapar de esa manera. El atractivo
deben moverse a la derecha y a la izquierda. Y tener hijos, y con él existió desde ese momento. A veces se me vienen pequeñas
casarse, y aguantar infidelidades, y sufrir, y echar chismes, y imágenes del pasado de las personas, a él lo visualicé llorando.
estar a la moda.
Me dejé llevar por el ‘ay, niña, tan triste que se ve’. Era parte
Desde siempre quería irse y se fue. Estuvo lejos desde los de su teatro para atraer a mujeres como yo. Me jodió, como
17 hasta los 37. Veinte años lejos. Sólo las vacaciones la traían. decirte que no. Sí, lo hizo. Perdí la facilidad del goce. Podrían
Y no sabe por qué razón, le entró aquello que llaman nostalgia: ser muchas cosas juntas. Y tal vez es la patología que me ha
extrañar los acentos, los sabores, las risas, los colores de la piel, dicho la psicóloga que se me ha venido desarrollando. O el irme
los pómulos, los pelos ensortijados, diríamos que hasta echar de acordando lo que pasó antes de que cumpliera tres años. Lo
menos el desorden, la gritería, la mamadera de gallo. olvidado por el tiempo, oculto, semi-enterrado, floreciendo por
un inconsciente que sustrae de la realidad trazos que parecen
La nostalgia es un sentimiento misterioso: Te distorsiona insignificantes y que no dan tranquilidad.
la realidad, se une con la memoria: Alteran: Se encasillan en
recuerdos acomodados: Te hacen ver el pasado con arabescos La intranquilidad me sobreviene y no sé el por qué.
azules, y mentiras, que son amarillos y dorados, podridos de oro Escucho una canción de Janis Joplin, me recargo y me vienen
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El viejito del 1°: Me trae otra vez al edificio que tengo por esquina hablo con el de los minutos. Acordamos que será esta
cárcel. La enfermera con sus grandes tetas, en un escote que está noche, antes de que entre.
más abierto que el de la vecina del séptimo a las 7:30, me dice
muy cerquita, inclinándose, casi rozándome: “señor, si quiere El del 6° y su perrito: Son las 7:30 a.m. Sale la del séptimo.
damos otra vueltica”. Como si no supiera que la otra vueltica ¿Será que no tiene otra batica? Siempre la roja con manchas
es porque en la primera no apareció el hombre que vende los blancas. Hoy no ríe. Nada le escurre. No es manoseada. El
minutos en la esquina. Se creen que por no poder hablar ni guachimancito no sale.
caminar como que no los escucho. Y sé lo que dicen, lo que están Está llorando. Me da lástima.
planeando. Y no he encontrado la forma de contárselo, al menos Y este perro que me jala y no me deja ver sin mover la
al vigilante con cara de tonto que tenemos en este edificio que escena. Hoy sí que lo llevo al veterinario. Mientras: lo amarro
tiene la pintura tan blanca por fuera, pero por dentro, escurre a la palmera de la puerta del edificio para que no me joda. Ya
pestilencia. se ha metido la vecina de la batica roja. Se ve abatida, diría que
hasta temblaba.
La ejecutiva del 3°:
“No, mija. No vino a dormir anoche. No he visto pasar al de la silla de ruedas. Me quedo
Claro, mi amor. Yo le dije al chismoso del vigilante, que el observando todo. No me gusta lo que pasa. Son las 8 y el de los
señor estaba en viaje de negocios. minutos no ha llegado, siempre está desde las 7. El vigilante
Ante todo la dignidad, nena. no me miró feo cuando el perro goteaba todo el pasillo. Y en la
Mi amor, después te llamo, que ya llegó el chofer. entrada del edificio, mientras limpia, se ríe.
Sí, ese que te conté. El que me mira así como extraño, como
con ganitas. La nena del cuarto y su pote de maquillaje de máscara
El nuevo que contrataron en la Fiscalía. espera frente al edificio desde hace media hora. Y el carro de
Sí, nena. Tal vez será otro que caiga. vidrios polarizados que siempre la viene a buscar a las 7:35, no
¿Será que me volveré especialista en choferes, y mi marido, ha llegado.
en secretarias?
Ay, sí, mi amor, nada que ver. Si él por allá está, yo también, Son las 8:05. Baja cambiada la de la batica roja. Lleva lentes
aquí. oscuros. Le pregunto si le pido un taxi. Sólo asiente con la
Te dejo, ahora sí, nena, que ya me voy a subir. Bye, bye”. cabeza. Mientras espera afuera del edificio le pregunto qué le
ha pasado. Únicamente me dice: “Lo secuestraron anoche antes
El obsesivo de la luz del 8°: Cuelgo el teléfono. No entra de llegar al edificio”.
ni una línea de luz al apartamento. Salgo en la noche. En la
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LUNA DE CUCARACHAS
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Una mota de pelo se esconde debajo del sofá para vivir unos
días más.
Una hoja del árbol vuela debajo de las otras, mientras cae el
Monzón.
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- Este maldito perro se volvió a cagar en la mitad del andén - No joda, otro chirriar de llantas. Siempre ocurren accidentes
y no llevo bolsas –piensa el enguayabado de gafas oscuras estilo por aquí cada vez que no llevo la bolsa del condenado perro que
John Lennon. se le da por cagar en todos lados.
- Oríllese. El malparido paró el carro en la mitad de la calle Llega la ambulancia. De la puerta trasera del carro azul
y no le importa –grita el iracundo de Martín, mientras lleva su sacan un cuerpo que cubren con una manta blanca y lo montan
hija al hospital. en una camilla. Desde afuera de la puerta delantera del carro
azul se ve un hombre tirado sobre la cabrilla, los enfermeros
- Que vengas a bañarte. ¡No joda!, que ya vas tarde y sigues dicen que también está muerto.
mamando gallo. Pelaito de mierda, cuando te coja vas a saber
lo que es bueno –la flaca de gafas sale desesperada del baño En el bus de colegio se cambió la gritería por el silencio y
buscando a Robertico. los llantos de miedo. Han sacado al niño que venía caminando
por el pasillo justo cuando ocurrió el accidente. Otra camilla
Robertico espera en la puerta de su casa el bus del colegio. cubierta con tela blanca.
Está peinado de medio lado, como a él no le gusta. «Ese peinadito
de marica», como le dice.
Frena el bus, se sube y va directo a la última fila donde se
forman los desórdenes que tanto le gustan. Mientras camina
por el pasillo se pasa la mano por la cabeza y se desordena el
peinadito que le hace su mamá. Hoy también lo correteó media
hora por la casa para que se diera un baño rápido sin que lo
tocara mucho el agua.
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VARIAS SOMBRAS SE ASOMAN
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a unir lo que está esparcido. Grito porque una lluvia borraría los
gritos de ellos que todavía guardan los árboles. Grito porque
los pájaros no están hoy al amanecer. Grito porque la lechuza
me mira desde su árbol de la noche y sólo siento culpabilidad.
Siento que yo también debería estar allí. Grito porque la tristeza
exige un canal de liberación. La liberación que me daría la Dime
muerte, la liberación de no estar aquí unido sino desperdigado,
con mi mano agarrada a una silla, mientras mi tronco está a tres
metros, de medio lado. Antes de que nos mataran…
Antes de que el pueblo estuviera lleno de goleros modernos,
Grito invocando los espíritus que no los protegieron. Grito con metrallas, helicópteros, granadas, minas y motosierras para
porque me dejaron solo, lleno de culpas, de incertidumbres. volvernos pedazos:
Los herederos de la violencia moderna.
Escucho un grito. Un grito que no es de ellos. Es dulce en
su miedo. Un vestido negro blanco se arrastra y viene hacia mí. Dime
Unos ojos unidos a un tronco a unas piernas. Un abrazo que está ¿De qué hablan cuando no hablan de desamor?
por venir. Un llanto descontrolado que me enloquece, me tira al ¿De qué hablan cuando no hablan del vecino?
suelo y me hace besar la tierra. Un rostro que besa mi rostro ¿De qué hablan si no me escuchan?
mojado. Un rostro lleno con más arrugas que hace tres días. ¿De qué hablan mientras paso por sus casas?
Un rostro moreno que hoy está amarillo. Un corazón a punto ¿De qué hablan mientras intento comer algo desde hace dos
de reventar con tantos latidos. Reunió los latidos de los demás días?
en ese único corazón. Llena de tierra, pero enterita. Enteros los ¿De qué hablan mientras grito en un silencio de mirada oscura?
dos salimos, enteros para fuera, porque allí dentro no hay pieza ¿De qué hablan mientras juego a que me acomodo a esta ciudad?
que se pueda armar, allí dentro, la luz se apagó y se oscureció de ¿De qué hablan mientras llevan colgados de un bolso anti… y
tanta sangre negra que vimos mientras salíamos. de sus cuellos un anti-desplazados?
¿De qué hablan? ¿De qué hablan mientras lloramos en estas
casas de plástico?
¿De qué hablan mientras lloran el robo de un celular y nosotros
el robo de nuestras casas, nuestras tierras, nuestro lugar de
donde no queríamos salir?
¿De qué hablan mientras brindan con champagne, mientras la
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tierra recibe la sangre de mi tía desmembrada porque dicen que ¿De qué hablas mientras te haces el que no ves?
pertenece al otro bando? ¿De qué hablas, Fanny, de qué hablas, mientras juegas al bridge?
¿De qué hablan mientras toman un whiskey 18 años frente ¿De qué hablas mientras juegas con mis tierras?
al mar, mientras nosotros gritamos tratando de ahuyentar la ¿De qué hablas mientras no te importa dónde estoy, ni mis
muerte de los 20 decapitados en la plaza central? familiares que mataste?
¿De qué hablan mientras comen langostas en el yate de alquiler, ¿De qué hablas hoy en tus sueños? ¿Sueñas con mis muertos?
mientras nosotros corremos despavoridos en la noche huyendo ¿Sueñas con los tuyos? ¿Sueñas con los que mandaste a matar?
de esos que nos amenazaron al atardecer? ¿Dime de qué hablas mientras recorres con tus ojos de sapo
¿De qué hablan mientras pagan con una master gold card, gordo tus muertos?
mientras el de la tienda me amenaza no volverme a fiar? Tus muertos hinchados, llenos de huecos, con ojos de terror,
tiesos, cagados en sus pantalones, meados en chorros por el
¿De qué hablan mientras ríen en su traba de coca y marihuana, miedo de no querer dejar esta vida, de no querer morir por tiros,
mientras nosotros estamos desperdigados en los tugurios de por motosierras, por machetes, por minas, por ti.
ciudades que nos aborrecen? ¿Dime de qué hablas entre sueños mientras tus sacos llenos
¿De qué hablan mientras el cielo es azul, en una playa de la de muertos sacan sus gusanos y te quieren comer /consumir/
Costa Azul, mientras las aguas negras recorren las calles de devorar?
estas chabolas que se quieren desarmar bajo la tempestad que Dime, ¿Aún piensas en mí?
vomita sapos hediondos de la carga del desplazamiento? ¿Ya no me recuerdas?
¿Cómo quieres que te diga? ¿De qué hablan?, dime, ¿De qué ¿Nunca me viste directamente a los ojos?
hablan mientras nunca fuimos olvidados, nunca nos llegaron a ¿O tu mirada tiesa, cubierta por lápidas, no te dejaba
recordar? verme en mi totalidad?
¿De qué hablan mientras lloras por un hijo que no tuviste, Dime, ¿Aún duermes tranquilo?
mientras nuestros tres hijos adolescentes los decapitaron ¿No has comenzado a delirar?
frente a nosotros, y por miedo de que no mataran a los dos que En este país de violencia que no se quiere ver
quedaban, callamos; y nos pesa, nos remuerde, y tal vez habría En este país que se escuda en su violencia pasada para
sido mejor que nos hubieran matado a todos y no seguir en esta continuarla.
vida que parece escurrir la sangre de nuestros hijos cada vez
que recorremos las calles de esta ciudad para pedir limosna?
¿De qué hablan mientras lloran por una materia perdida,
mientras nosotros lloramos sin lágrimas y navegamos perdidos
en el miedo del exilio obligado?
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Pasa el gato merodeando. Estoy amenazado. No les importa una familia. Su brazo,
Mueve su cola con lentitud. Con su punta acaricia la hoja de su mano que me toca mientras compramos en el supermercado.
toronjil que brotó de la tierra sin que nadie lo sembrara. Una sonrisa cómplice mientras escogemos un champú. Nos
vigila o los vigila uno cargado de pistolas, una radio. Atrás en
El hombre tiende la ropa o la destiende, el perro lo acompaña, su chaleco antibalas: POLICIA.
una mujer lo espera.
Mi investigación: descubrir irregularidades. La regularidad
La rabia la tengo dentro. Sé varias cosas sin la certidumbre. de la violencia colándose por entre los pliegues de las ventanas
Él lo sabe. Ahora quiere hacerme creer lo contrario. Ahora mal cerradas. La regularidad de acabar a los denunciantes de las
intenta hacerse el dormido allí dentro. Ahora yo intento que irregularidades de corrupción y sus misceláneas.
lleguen las seis para ir a desayunar.
Soy el del chaleco verde caqui, verde militar. Vigilar,
Él quiere decir esta tierra es mía, yo corto sus árboles. El hacer que miro todo. Sin acercarme tanto, para no escuchar
peladero entre cercas siempre le ha gustado. Las chicharras se sus intimidades. Aburrido de vigilar. Miedoso de un posible
escuchan a lo lejos. La montaña de la derecha la barrieron casi, encuentro con sicarios que lo quieran matar. Ellos hacen que
casi sin árboles, casi como la del frente. No casas, no vacas, sólo no me ven. Yo noto sus incomodidades. Siento haberme metido
cercas blancas y árboles matados, para decir esta tierra es mía. aquí. Siento no haber buscado más. Siento siento y siento que
no quiero estar así, así: vigilando.
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**
Margarita enfrenta mis infidelidades. Margarita podría
ser que viniera el próximo mes a este país rey del software
emergente. Tal vez la trasladan por seis meses. Creo que otra
vez Rhatna me va a mirar con sus ojos incrédulos que hablan
* mientras su voz calla. Con sus ojos me dirá «Sí, otra vez de
Y dice que ella viene, que viene de su país. Él es el embajador». Por momentos me entusiasmo pensando que
embajador no-oficial en esta ciudad de Oriente, a la que muchos Rhatna se pone celosa y querrá acostarse conmigo, me dirá que
quieren venir. Cada tanto hacerme la desentendida, como si eso no vaya, que me ofrece toda su humedad.
no fuera conmigo, como si no me importara. Y es que cada vez Pero no, Rhatna ya no propone ni se opone. Rhatna podría
menos. Cada vez menos y con más frecuencia ya no. ser que también tenga amantes.
** ***
Mi amiga me dijo de la frialdad de la foto. Muchos la El paseo por el palacio más grande que se hizo por amor
tildaron de “que bellos que se ven”, “hermosa foto”. Margarita estuvo oscuro. Para las fotos trato de no expresar mi desilusión.
se detuvo en la rigidez de mis brazos. Las sonrisas que no nos Pensé que podría conquistar al antiguo novio de mi tía. Pero él
salían a ninguno de los dos. Los ojos grandes de Margarita. estaba distante, como pensando en algo que no era yo.
Observadores. Se pierden por instantes y se deleitan fuera
del círculo. El poeta Khateeb dijo que sus ojos eran como si *
tuvieran sueño, como perdidos en otros planetas. Mi amiga Llegó temprano. No huele a alcohol. No huele a sexo. Me
Margarita me embruja por momentos. Yo la hechizo con mi voz, mira con detenimiento. Me besa la frente y se va al computador.
con mis comentarios y la hago reír. «Y te ríes», le digo. Y ella se
ríe todavía más. **
Llevarla a otro palacio, a comer, a tomar té. Me despido
* de Rhatna con un beso en la frente. Quisiera que ella también
Anoche me dijo que iría al palacio a llevar a una amiga. A fuera, pero no me atrevo a preguntarle: La distancia.
ejercer las veces de embajador. Con el tiempo me confiesa sus
aventuras. Hace unos años tuvo algo con la tía de esta ahora
amiga. Podría ser que tuviera algo con la sobrina. En estos días Se diluye el tiempo. Oscurece pronto. Nos despedimos.
de exhibiciones mejor me voy con mi grupo de kathak. No pasa nada. Nada ocurre. Nada diferente. La despedida.
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Te he visto al levantarme: llegando borracho a tu casa (más En la cama juntos en la madrugada. Llevaba tiempo durmiendo
que a menudo). antes de que él se acostara. Tarde, como es su costumbre.
Ellos te llevan de brazos para que no caigas.
Hoy has hablado de aquello que guardabas. Te lo ha sabido sacar. Sentí cuando se estaba metiendo en la cama. Creo que me
Mujer preguntadora ha cumplido su propósito. despertó que no me abrazara. Estaba lejos de mí. Sentí unos
Tal vez mañana no te acuerdes todo lo que alcanzaste a soltar. sollozos, sus sollozos. Me volteé un poco, pude ver cómo pasaba
Ella no. su mano por su mejilla. Restregaba su ojo. Me dio dolor. ¿Quién
Tú duermes desparramado en la cama: con ropa. lo estará haciendo sufrir?
Ella, con los ojos abiertos mira la oscuridad.
La reciente revelación no deja que su mirada se cierre. «Yo siempre estaré a tu lado».
Su cerebro y corazón bombean más de lo que ella está
acostumbrada.
Una mano la rodea y le susurra con suavidad: ‘duérmete’.
A él no lo quiere interrogar.
Todavía no. Algún día sí.
Porque él se parece a ese que acaban de acostar.
Lo escogió parecido.
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CLAVADA
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Él era un mono de ojos azules, lindo, marinero. Y tenía amantes. Lengüeteadas para intentar sacar mi salado permanente que se
Esa vaina desgasta, le baja a uno la autoestima. diluye con el roce de tu lengua, de tu sexo.
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MANRIQUE
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Tú, Manrique. Manrique. Despierta. Olvídate de ese Nada que hacer. Esperar otras vidas.
hijueputa. Acuérdate de Micaela. Reacciona, Manrique. No te
dejes matar el cerebro por los electrochoques. No te quieras Dar poco a poco. No soltar todo de un solo.
escapar esta noche para encontrarte con Micaela. Allá afuera
están los vigilantes de esta cárcel blanca de barrotes negros que
disparan a quemarropa a cualquiera que intente salir de sus
muros. Despierta Manrique. No salgas de este cuarto. Quédate
dentro. Manrique estás muy débil. Te matarán. Manrique no te
vayas. ¡Manrique!
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a caer.
Mire, niño, usted ya está muy grande pa seguir así. Venga y
le preparo un café pa’ que se le quite esa cara de apesadumbrado
que tiene usted. Venga pa’acá. Venga donde la negra Merche,
venga que yo lo abrazo a usted y todo se le quita.
El abrazo de Merche Ay, mi niño, ¿pero qué tiene? ¿por qué esas gotas en el
suelo?
Ay, no me diga que…
V
“ a siendo tiempo de que te marches”. Venga pa’ca, venga donde la negra merche, venga no’má
Fueron las palabras de mi padre.
Ese abrazo me puso a llorar como el niño que fui con la
No había nada que añadir, ni yo que replicar. Merche. La Merche siempre me salvó de las palabras de mi
padre. Sus abrazos me limpiaban de aquello que él me dejaba.
Algún día fui yo quien había ayudado. Muchos años sin Merche, mi vieja Merche, cómo pude pensar que sería bueno si
trabajo no daban para más. En esos momentos me acordé te reemplazara. Ay, mi Merche, perdóname, perdóname.
de Esteban, nunca daba motivos para que alguien tuviera
agresividad con él. Decidí callar y apenas moví la cabeza para Me temblaba el caparazón que me ponía con mi padre. Con
darle un sí. Merche se escapaban mis llantos, moqueaba y me pasaba su
delantal. ¿Y si dormía con ella en su cuarto del patio? ¿Y si me
En la cocina, sentado en el taburete de la pequeña mesa, me escondía de él para que no me viera?
dediqué a observar las baldosas blancas y negras. No sé el tiempo
que pasó, pero cuando mi padre me dictó su resolución era aún
tiempo de desayuno y ahora entraba Mercedes arrastrando sus
chancletas para preparar el almuerzo.
Los sueños rozan las etapas de Cristina. Vuelve a ser niña, Margarita no habla. Nadie sabe por qué no utiliza su
vuelve a gritar en las oscuridades. Vuelve a temerle a su padre, lengua para sacar palabras.
vuelve a rozar la locura con sus pestañas oscuras que se cierran Se conforma con saborear la comida, sacar su lengua a
y se abren intermitentes, como relámpagos brillantes después personas que no le gustan y lamer con su lengua los conos de
de los rugidos que producen sus truenos. Los truenos de la vainilla que le compra religiosamente su padre cada tarde.
locura, de las pesadillas y sus gritos y su desespero y su querer
despertar y seguir pegada a las escenas que la retornan a su ¿Tú sabes qué le ocurre a Margarita?
niñez, a los rigores de su padre, a las amenazas de su madre, a Margarita tiene quince años y nadie sabe lo que piensa
las caricias espaciadas, alejadas, lejanas. desde que tiene nueve.
Cristina despierta. Su padre ya no duerme en la habitación Algunos le preguntaban si el ratón le había comido la lengua.
de al lado para salvarla de las pesadillas. La casa es grande es Y ella con sus ojos que sí seguían hablando, los fulminaba con
vacía. El agua del sudor moja su pijama. Moja sus sábanas de su mirada.
flores. Las cambia. Se sienta al borde de la cama. Se arrodilla y Tres psicólogos no han logrado sacarla de su mutismo, y a
reza como niña. Regresa a su infancia. Maity, su niñera, ya no la mierda los ha mandado Margarita.
le pasa la mano por sus cabellos, por su espalda; para sacarla y
convencerla que ya llegó, que no está en sus pesadillas, que no Dicen que podría ser brujería. Su mamá le ha echado agua
está del otro lado. Vuelve: no vuelve. Va y no va. Cuesta volver. bendita, la ha llevado al Lourdes, han subido las escaleras de
Montserrate.
La ausencia de Maity.
La pregunta de Cristina: «¿Quedarme en las pesadillas?». Creo que ya todos se han acostumbrado al silencio de
Margarita.
Dime, ¿qué le ha pasado Margarita?
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Las chismosas del pueblo dicen que la pretensión de esa Cabreada como nunca había estado en sus nueve
mococita fue castigada por Dios al dejarla sin habla. Pero tú insignificantes años de vida, donde todo había sido color de
también sabes que ella era sencilla, a pesar del dinero que rosa, Barbies y Klark Kents.
acumula su familia. Decidió volver a gritar, a emputarse con el mundo y jurar
y perjurar que si nadie le decía lo que estaba ocurriendo no
Ahora recibimos una carta de Margarita, al fin se ha decidido volvería a hablar en su puta vida. Y efectivamente: El silencio
a utilizar ese lenguaje. Nos escribe porque sabe que somos los no dijo nada.
espíritus que habitan esta casa y nos podríamos comunicar con
el más allá para vengarnos del ‘malparido que le hizo lo que le
hizo’: son sus frases textuales, las hemos copiado tal cual como
están en su carta.
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TRES COLOMBIANOS
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Mi mamá se fue haciendo amiga de ellos. Les llevaba algún No sé qué ocurrió mientras estuve en la cocina, tengo que
postre, alguna jalea de frutas del último verano. Juraba que aceptar que a lo sumo fueron dos minutos. Pero cuando hice mi
llegaría a averiguar quiénes eran, pero la verdad es que les fue aparición de nuevo en el living, un ambiente tenso hizo que me
tomando cariño. detuviera en la puerta de la cocina, para tratar de descifrar qué
estaba ocurriendo.
Una tarde vinieron a visitarnos para unos mates. Abigail se
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Mi mamá que siempre estaba bien peinada, podría decirse todos y se detiene cuando ve sus caras.
que la encontré con los pelos de punta, y no es una frase de
cajón. Mi hermana Lucía tenía los ojos más abiertos que nunca, Mamá se va al cuarto con papá. Cierran la puerta con llave.
ella que de por sí es ojona. Y los tres hermanos tenían sus Busco a Lucía para que me explique y sólo hace un gesto de
miradas idas por la ventana que daba a la montaña. fastidio, de ahora no. Entonces, lo único que me queda es correr
tras los tres hermanos para que me expliquen. Los alcanzo en
Lucía que movía sus dedos sobre la bombilla del mate, de lo alto de la calle, toco la gabardina de Abigail, ella se voltea
repente, me miró. Lanzó un suspiro y se puso a llorar. Mamá con calma y me dice: “Ella sabía que vendríamos. Ella dejó algo
dejó su letargo, desplazó su mirada hacia Lucía y tras un grito pendiente en su pueblo antes de venir aquí. Nunca se imaginó
la mandó a callar. Los tres hermanos se acomodaron en el sofá que éramos nosotros. Ninguno se parece a ella. Nos adoptaron
e hicieron un gesto de ‘ya era hora de irse’. Mamá como una unos colombianos”.
zombi, sólo atinó a decir: ‘Gracias por haber venido’. Frase
trillada que mi mamá no solía usar ni en los momentos más
protocolarios con sus suegros. ¿Qué diablos estaba pasando?
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Mi libertad. Me acuerdo de esos primeros días: Volver a ser Es jueves. Desayuno, almuerzo y ceno metadona. No hay
adolescente. para nada más. El padre Esteban no alcanza a alimentar tal
De fiesta con Sergi, que apareció después de haberse cantidad pobres todos los días.
esfumado. Hoy es viernes, mañana llegarán.
Sergi ya no era el chico tierno con quien me besé por No quiero que me vean así: Arrugas como de sesenta y no
primera vez. Sergi estaba metido con un juguete que hace que en los cuarenta. Una boca estrellada sin los cuatro dientes del
nos perdamos en el tiempo. tren delantero. Una delgadez de piel pegada. Un cierto temblor
de manos por momentos, y en otros, la lentitud.
El primer pinchazo me llevó más lejos. Después he querido
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PARA SEGUIR BESÁNDONOS
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
A media tarde, todos sentados en las escaleras de la Mi niña Marie, tú y yo. Y los cuarenta años que nos separaron,
entrada de la casa de Marie, tomábamos el jugo de tamarindo, porque teníamos que callar una boca que nos delataría. Tuvimos
de guayaba, de corozo, con los pudines que hacía mi mamá. que huir para que no me echaran la culpa a mí. Los cuatro
Sudados y sucios, pero felices. Ahora somos limpios, vivimos en grandes amigos que seguimos en el exilio.
países de nieves perpetúas y el hielo se ha ido metiendo dentro, Después de una reunión en alguna de esas tierras frías
profundo. Ya no reímos a carcajadas, ya no nos tiramos en el decidimos que debía volver, que ya se había muerto el que
suelo para calmar el calor. Ahora el remordimiento pesa, cala nunca nos olvidaría.
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Marie me abre la reja de la calle, me deja entrar. Le beso su La puerta abierta nos dejó ver hacia dentro con un poco de
mano como lo hacíamos en nuestros juegos. Me inclino y le digo luz. Era una cabeza blanca, una vieja con el rostro desfigurado,
que el miedo nunca nos dejó volver. quemado. De su cabeza salía una mancha roja y no se movía.
Entramos en la casa. Me dice que vive sola, sus padres Llegaron tus familiares, salí corriendo hacia el patio. Salté la
murieron hace un año. Cierra la puerta, me lleva a la sala. No paredilla de tu casa, de la otra, de la otra. Me metí en la mía. Me
atinamos a hablar. Sólo nos miramos. Sus grandes ojos tienen bañé rápido. Me acosté para hacerme el dormido.
más brillo ahora que cuando me abrió. Mis manos tiemblan. No
articulo palabra, al igual que aquel día. Mandé a Juancho a que averiguara por ti. Tus papás
Inicio la conversación: Ya no estoy casado, me divorcié. No dijeron que estabas haciendo la siesta, que todo estaba bien.
podía volver. ¿Marie, ese cuarto todavía sigue sellado? Lo que Le preguntaron, quién era ese muchacho de camisa blanca y
hicimos no fue adrede. No podían echarnos la culpa. Creímos que pantalón crema que estuvo en la casa. Juancho me protegió, dijo
era un espanto, siempre nos dijeron que ese cuarto estaba con que todos nos habíamos vestido igual ese día porque habíamos
llave porque se revolverían las cenizas del abuelo muerto por ido a jugar fútbol.
tu abuela. Si nos encerramos allí era para seguir besándonos,
acariciarnos. Ya nada nos paraba, queríamos continuar, no Vinieron las amenazas, no nos dejaban ir a tu casa. Un
sabíamos dónde. Sabíamos que la humedad de tu panti y la empleado susurró el gran secreto. En el cuarto cerrado vivía tu
rigidez de mi pantalón al frente, sólo se podían solucionar en abuela, la que había matado a su esposo después de que él le
un lugar oscuro donde nos pudiéramos tocar. tirara aceite hirviendo en la cara en medio de una pelea. Para
protegerla, sus hijos la escondieron, se había vuelto loca. Y
Logramos abrir la puerta y meternos dentro. Alcancé a tocar nadie podía saber de ella porque la llevarían a la cárcel.
tu humedad, a probarla con mis labios. Mi pantalón fue bajado
por tus manos que me acariciaban. Dentro era negro total. No Nos tuvimos que ir, Marie. Tu papá nos interrogaba cada
entraba la luz. No nos importaba. Sentí un roce en mis cabellos, vez que nos veía sentados en la puerta de alguna casa. Nos iba a
pensé que eran tus manos. Me rozaron la oreja, era carrasposo visitar. Comenzaron a llegar cartas amenazándonos. Decían que
el tacto, entonces, supe que no eras tú. Sentimos unos sonidos él sabía quién había sido y pagaría de la misma manera.
guturales, nos subimos a prisa los pantalones. No podíamos
gritar, nos delataríamos. Ahora esa mano te tocaba a ti, trataba Nos reunimos los cuatro en la casa de Juancho con nuestros
de quitarla y no podía. Te jalaba. Tanteaba en la oscuridad papás. La decisión estaba tomada: nos debíamos ir. Ninguno de
buscaba algo, seguía agarrado a tu mano. Sólo sé, que le tiré los cuatro delataría al otro. Nunca pude despedirme de ti, no te
con todas mis fuerzas lo que encontré y salimos corriendo. dejaron volver a salir mientras estuvimos aquí.
Afuera nos volvimos a reunir y decidimos regresar.
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Me ducho. Simulo que llegué en la madrugada y no en la Desayunamos. Juan saca su maleta, se despide de nosotras.
mañana. Mariluz abre la puerta del baño, corre la cortina, me Valentina ahora no ríe. Valentina mueve su manita de niña de
ve desnudo, me la quedo mirando y pienso: aún es bella con seis años y dice adiós a su papito que se va.
lagañas en los ojos. Mariluz no sueña, no ríe desde hace días. Mariluz y Juan se estrechan. Juan avanza fuera de la casa.
Atrás llega Valentina feliz, gritando, aparta más la cortina, se
quita la ropa y se baña conmigo.
Mariluz sigue seria. Corre la cortina y sale sin cerrar la
puerta. Escucha desde la cocina las risas, los juegos, los cantos
de Juan y Valentina. Una lágrima cae con lentitud en los huevos
revueltos que hace para los tres.
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MATILDELINA LA GRAN REINA
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
muy cabrón estaba feliz, creía que se iba a quedar con mi plata
ahorrada con tanto trabajo, que se quedaría con el negocio y
con sus niñas. Ya se imaginaba cada noche con dos o con tres
diferentes: tríos, orgías, el gran rey de mi negocio.
Contrariarme, si siempre fui reina. En mi negocio lo era. Todo se le vino a pique. Tan pronto salí del hospital, llevé
Si no estaban de acuerdo conmigo que se fueran a trabajar al pie de la letra las recomendaciones de los médicos: nadie la
a la calle, que no se quejaran. Al menos aquí, si había algún puede contrariar. Me fui directo al negocio. Con la calma que
problema, llamaban a los gorilas que protegían mi negocio y al da una hospitalización de un mes, le dije a mi gorila preferido
cliente lo mandábamos de patitas a la calle, no sin antes darle que le daría una prima extra por coger a mi maridito de turno,
una pequeña amonestación, porque a las niñas de Matildelina darle una paliza - que tampoco lo dejara cuadrapléjico - pero sí
nadie las trataba mal. Ante todo, el respeto. Entonces, si ellas no con unas cuantas costillas partidas y varios moretones en su
aceptaban las otras reglas, si se atrevían a estar en desacuerdo cara y, sobre todo, sobre todo, la boca bien partida por jetón,
con las tarifas y comportamientos: la bella calle las estaba y en especial varias patadas en sus zonas nobles, por huevón,
esperando. por cabrón, por arrimado, por querer verme muerta, por meter
su verga en todos lados y descuidar sus funciones maritales
El corazón se me fue dañando. Mis ahorros se están conmigo: Yo, La Gran Reina.
dilapidando en pagar médicos y medicinas. Trabajar durante
toda la vida para que mi dinero se lo lleven doctores que no me Cuando saldé a mi tercer maridito, no me quedaron más
terminan de curar. Sólo para saber que no puedo coger rabias. ganas de conseguirme alguno que viviera conmigo para que me
No me deben contrariar. Debo llevar una vida tranquila. Y en el explotara la platica tan bien habida y trabajada. Entonces, me
fondo: las rabias siempre me habitaron. acordé de la bruja cuando me recalcaba que lo mío era mandar
Desterrarlas ahora sería una maldad. en mi negocio y en mis tres hijos hombres. Con los maridos
tendría para un rato, pero no para mucho. Ni siquiera al papá de
Una bruja que me leyó la suerte cuando tenía treinta años, mis tres hijos, mi primer marido, le toleraría sus imprudencias.
me dijo que mi salud dependía de las rabias que cogiera. Tendría A él se la canté desde que teníamos cinco años juntos y se le
tres maridos: a uno lo mataría, al otro le tiraría toda su ropa daba por desaparecer dos noches seguidas. Lo mandé a vigilar.
a la calle y al último lo amaría increíblemente, pero él estaría Ya tenía mi negocio, y otro de mis orangutanes, bajo la premisa
compartiendo entre las niñas de mi negocio. Fue allí, donde de una super prima extra y una recompensa con tres de mis
cogí la rabia más grande. Sería la que me mandaría al hospital pimpollos, las que él quisiera, se prestó para hacer de detective.
con mi primer infarto y cuidados intensivos por quince días. El
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Y lo encontró en otro negocio similar al mío, pero dedicado a gratis el polvo, pero que se fueran rapidito. En media hora, sólo
hombres que se especializaban en los menesteres del chiquitico. estábamos mi orangután y yo planeando cómo mataríamos al
Destinado a los que las tetas no los entusiasmaban, sino unas hijueputa que de noche metía su verga en el culo de un tipo y
voces varoniles que simulaban ser femeninas, unas piernas bien a la mañana siguiente la metía en mi coño. Esto, no daba para
firmes, unas nalgas turgentes y barba en la cara. Cada miércoles, menos. No importaba que fuera el padre de mis tres hijos y los
mientras me quedaba dormida con los niños leyéndoles cuentos, dejara huérfanos de papá.
el señor se escapaba y se metía en esos burdeles.
Para no alargarles la historia, por arte de magia el tipo
Mi orangután, cuando comenzó la historia, no sabía cómo desapareció de la noche a la mañana. Mandé llamar a la policía.
decírmelo, se puso rojo, no me miraba a los ojos, me preguntaba Lloraba, gritaba. Pasaron diez días y lo encontraron tirado en
si realmente quería saber la verdad, tenía fotos que podían el monte, lo habían torturado. Tenía en los huevos quemones
alterarme bastante. Hasta me dio un sermón estilo consejero de cigarrillo. El pene cortado en pedacitos. Y en el culo una
personal, que si entender a las personas, que todos tenían sus manzana roja atravesada por una flecha que terminaba en un
deslices, que no siempre la verdad ayudaba, que somos humanos corazón rojo de icopor. Decían que era una venganza por no
y tenemos nuestras debilidades. Y lo mandé a callar de un solo querer pagar la vacuna que pedían por este tipo de negocios,
tajo: “A ver, desembucha, dónde es que se mete ese hijueputa que le dieron por donde se da duro al orgullo de un verdadero
todos los miércoles en la noche. Dímelo rapidito, que la espera hombre, padre de tres hijos pequeños y una esposa respetable
me pone nerviosa. No te dé miedo decirme lo que sea. Si tiene dueña de un negocio rentable.
tres, cinco viejas. Estoy preparada para lo que sea”.
Se cerró el caso. Y mi conciencia libre y feliz por haber
Mentiras. Para esa gran verdad, se detuvo todo. Paró la finiquitado como tenía que hacerse con un marido redondo y
música de mi negocio. Las niñas dejaron de contonearse. Las mentiroso.
luces rojas se volvieron blancas. Cuando regresé, giraban las
luces estridentes, la música se subió de volumen, todos iban Tengo 82 años, mis tres hijos y mis nietos me adoran. El
rápido saltando. Las niñas y sus tetas al aire volaban borrachas corazón me sigue molestando, pero soy feliz. Mi conciencia está
y me miraban desde arriba burlándose de mí. Yo, la Gran Reina, tranquila porque siempre hice lo que debía ejecutar. Cumplí con
estaba con un maridito marica. Un gran maricón. el deber. Nunca me quedé con nada guardado.
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Maiti me saca a la calle. Debo esperarme todo un día para Creo que están preparando una gran red para apresarnos
que esto ocurra. He de decirte que a veces no aguanto y cuando a todos los perros que vayamos por la calle. En la televisión vi
ella llega me insulta por el reguero que encuentra. Ya quisiera que hacían trampas similares para atrapar jaguares en la selva.
que ella estuviera todo un día sin entrar a esa habitación de Esa cajetilla negra es mi comunicación con el mundo. Al menos,
baldosas blancas sin tirar de la cadena. Maiti tiene un gesto perruno y se entera que todo el día en la
casa sin ver a nadie sería muy aburrido. Ahora me parezco al
Al final de la tarde, se me baja la temperatura de la nariz viejito del edificio de al frente que todo el día tiene enchufado
y sólo deseo que ella llegue para sacarme. Maiti cree que me ese aparato.
pongo feliz porque ha llegado, pero no se entera que es porque
ando que me hago encima. El martes Maiti me saca. De las cuerdas de arriba están
colgando cosas. Creo que son imágenes que se parecen a carne,
Maiti me sacó el lunes de la semana pasada, el ambiente para que saltemos y nos quedemos allí pegados. Pero están muy
estaba diferente, había mesas en las calles, creí que sería para altas las cuerdas, entonces eso no podría ser.
comer, me entusiasmé pensando que me tirarían algo. Siempre
me dicen: “Tan mono”. Y yo, muevo la cola, muevo toda mi Miércoles. Por fortuna veo en la calle a Princesa. Nuestros
pelambre, pongo mis ojos tiernos, los desplazo de su cara a la amos-dueños se detienen a hablar. Puedo verla a los ojos y
comida y entienden que quiero comer. preguntarle qué es lo que hacen en la calle, que ni siquiera casi
coches hay. Princesa es pequeña como yo, tampoco lo sabe.
El desfile de comidas que pasaron por mi mente, se
desvanecieron con velocidad. En las mesas hacían figuras con Jueves. De arriba cuelgan flores de plásticos, en otras calles,
papeles y plásticos. En la mitad de la calle, en el cielo, habían colas de sirenas. Sigo sin entender.
puesto hilos. No entendía. Tendría que esperar que pasara otro
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Adriana Rosas Frente a un hombre desnudo
Viernes. La calle tiene más movimiento, más cosas yo los he visto. A veces, sí sirve estar por debajo de la altura de
enganchadas de arriba. Hoy Maiti me sacó más tarde, me dijo los demás. Al menos, el cotillar me divierte un rato. Los dos del
que tenía mucha hambre y primero cenaríamos. otro lado de la mesa se han quitado las sandalias y se rozan los
A aguantar las ganas de hacer pis, pero no hay que pies: Escenas de amor.
quejarse, al menos hubo comida natural y no esas pepitas de
olor desagradable. Maiti se olvida de mí, me deja atado a la pata de una mesa
Lo bueno de salir más tarde fue que en las mesas sí comían y se va con Francesc a mirar lo que cuelga del aire. Se sientan
y como puse mi mirada de perro tierno me tiraron comida. Hoy en otra mesa y hacen lo mismo que los otros, unen plásticos,
la panza la tengo grande. El detenernos para que Maiti hablara pintan.
con sus amigas, me sirvió para enterarme que esas máquinas
de metal con un logo rojo son cervezas. Un día la probé de una Me duermo y cuando despierto, veo a Maiti riendo con
botella rota en la calle y estaba amarga, pero después me sentí Francesc. Maiti se me acerca y me dice que va a tomar un café en
no tan pensativo y un poco más volador. el bar de la esquina, que ya vuelve. Se van y enseguida aparecen
niños de todas las edades que me miran con ganas de volverme
Sábado. Paseamos por más tiempo. Hoy Maiti no trabaja. un juguete más. Veo sus intenciones y les muestro mis dientes. Se
Y yo soy su única distracción, aparte del teléfono. No recibe siguen acercando y les gruño. Algunos se alejan, otros se hacen
visitas. Sus hijos viven fuera. La familia está como apartada. Y los valientes. Entonces, empleo mi táctica: gruño, muestro los
los amigos no sé si los ve en otras partes. Por eso me compró a dientes y me abalanzo hacia delante como si los fuera a morder.
mí, para ‘alejar su soledad’: esas son las palabras que Maiti usa. Todos salen corriendo.
Me da tristeza la Maiti. Se sienta frente al aparato de colores Entonces, me tiro de nuevo con cara de aburrido, sobre el
y su mirada se pierde como la del viejito del otro edificio. Yo pavimento.
he visto que le salen lágrimas. Y entonces, me llama para
acariciarme. Habla conmigo, me cuenta sus cosas. Hoy duramos aquí hasta muy tarde. Tengo mucho sueño. Es
de noche, todo está oscuro. Maiti me trae comida en un plato.
Domingo. Maiti sale más temprano, va arreglada. Se ha Me acaricia sólo un rato y vuelve con su Francesc. Me vuelvo a
maquillado y un olor de sus perfumes se ha puesto. A mí me dormir hasta que me jala de la cadena para irnos a casa. Nos
irritan, estornudo y Maiti se ríe. acompaña este hombre. Creo que en la casa seremos tres esta
Es medio día. Nos sentamos en las mesas de la calle. Dicen noche.
que es un sopar de veïns. Me dan comida, yo ando feliz.
Al lado de Maiti se ha sentado un hombre de canas, bigotes Lunes. Mucho ruido en la calle. Llega más pronto Maiti
y ojos que brillan. Se han tocado las manos debajo de la mesa, del trabajo, me dice que debemos salir antes de que se llene
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Cristina
mañana, una escapada en el viaje al mercado para comprar el son 30, sino 29 días los que faltan.
maíz. Los dos somos de San Basilio de Palenque.
Se baja del bus. Firmes sus piernas. Baja sola su palangana.
Dejé de querer a Martín hace unos años. Nos vinimos cuando Se la pone en la cabeza. Sonríe. Ríe sola. Dirían que está loca.
los niños eran pequeños. En ese entonces las escapadas no las Merce y su caminado sexi con su palangana arriba. Merce con
necesitaba. No las pensaba. Martín y yo todavía nos amábamos. sus pensamientos de esta mañana. Sin querer llegar a su casa.
Todavía el rencor no estaba dentro de mí. Mi primer intento ni
siquiera se había acercado. Desde la cuesta baja un carro negro de vidrios oscuros. Le
pita a Merce. Ella se ríe y muestra sus dientes blancos. Los que
Martín comenzó a llegar tarde, a oler a trago. Su cara se se cruzaron con la boca carnuda de Cástulo esta mañana.
contorsionaba, sus arrugas se profundizaban. Su lengua blanca, El Dr. Howard grita: - Negri, espérame. Voy a comprarte
oscura al final. Gritando y mandándome a la mierda. Los niños bollos.
y sus llantos. Mi histeria controlada para no recibir insultos. Los El Dr. Howard lleva hacia atrás su mano derecha y busca su
ojitos de los niños desde abajo tratando de calmarlo. billetera.
- ¡Merce!, estás más buena que nunca - le dice con picardia.
Todos ya tienen más de dieciocho. Martín sigue en la casa. - Usted sabe, hoy fue el día, el día del mes.
Sus gritos han bajado, su voz, no. Mi escape una vez al mes. El Dr. Howard saca un billete, sus dedos delgados se rozan
El mercado: la excusa. Cástulo viene a la ciudad. Sus ojos son con los de Merce. Allí están los mismos dedos. Él viene de San
tiernos, sus pestañas alargadas me miran, me seducen. Una Andrés con sangre cargada de Senegal. Faltan 29 días. Los dos
mañana en que estoy perdida para los demás. Cástulo trae en se ríen a carcajadas que salen desde el centro de la barriga. Sus
su piel el olor de mi pueblo. Ese que perdió Martín desde que el hermosos dientes blancos, venidos de África.
alcohol se lo tragó.
Maity cierra la ventana, para que no se escuche el ruido de Maity y su gordura me coqueteaban. La cantidad siempre me
afuera. Baja las persianas que ahora son de color rosa. Prende ha llamado: sus tetas grandes, su culo gigantesco. Su coqueteo
el aire acondicionado. Pone a rodar el móvil que cuelga del no paraba. Hasta que al final logró lo que siempre se proponía.
techo. Se escucha una canción de cuna, unas lucecitas suaves «La verdad nunca desprecié a las gordas; seamos sinceros, a las
se asoman entre las figuras huecas de colores. Apaga la luz del flacas tampoco».
techo. Se asoma a la cuna donde aparece el rostro sonriente de
su hija. De la repisa saca un cuento y con su voz intenta dormir Quería que él estuviera conmigo. Me lo quería comer. Quería
a Lucy, que la mira con sus ojos que todo lo preguntan, y su gran que me la metiera por el culo, como a él le enloquecía. Decía
pregunta nadie la escucha. que lo amaba. Sexo. No sólo sexo. Se comenzó a encarretar. Y la
pregunta se la veo en los ojos de Lucy. Sus ojitos que se cierran
Ricardo recorre con sus ojos de mastodonte su apartamento mientras mi voz en este cuento la duerme. Mientras las hadas
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los polvorines que se armaban de tanto en tanto: después de Un día pararon las mortuorias corrientes con pedazos de
día en día. Sus techos de zinc dirigían en direcciones diversas humanos desmembrados, de su rojo que tiñeron por algún
la tonalidad del sol con su destructiva fuerza recalcitrante. tiempo el río, para volver a su curso negruzco.
Las palmas extinguidas extinguieron los techos de palma, sus
frescos dieron paso al aplastante zinc de ondas calientes. Un día llegó el rojo a la tierra del pueblo de hojas de zinc,
para puertas para techos para paredes para luego tapar los
Su ancho río, como el cielo triste que nos alumbra la escalada, muertos de las calles: para luego tirarlos también por el agua.
pasaba por el lado izquierdo de nuestro pueblo. Vimos deslizar Los vimos deslizar. Se fueron ellos por ahí casi todos. Nosotros,
amplios buques turísticos y un día sin avisarnos con un adiós los otros, vinimos: No sabemos si engañados. Los del tren,
de manos: dejamos de ver sus amplias burbujas y turbulencias ahora, escalamos una mole de tierra que simula no tener fin y
de agua. escarba nuestros últimos anhelos.
Vimos deslizar gigantes biombos orientales sobre bambús Antes del rojo, Empe y yo nos conocimos en la última fiesta
alineados: mágicas barcas iluminadas con sombras movibles en del pueblo. La misma noche que el primer golero se posó sobre el
un espacio reducido, con kimonos envueltos en movimientos primer ojo a la deriva del río: Nadie se fijó en el primer augurio
aprendidos: con rituales de té de jóvenes concubinas. Una de la primera noche.
vez vírgenes Una vez geishas Una vez emperatrices de viejos El bobo del pueblo que arrastraba su pierna derecha dejando
hombres con dinero en sus travesías por las noches oscuras de una X en la arena, aullaba lo visto en sus exploraciones nocturnas
un cielo abierto a una luna escondida sin dejarse ver. del puerto. Nadie puso atención a sus gritos, le llenaron el buche
Sin ceremonias de adiós, se desplegaron por otros pueblos: de ron para callar sus profecías. El bobo durmió por los días que
Y un día dejamos de ver sus rastros luminosos con olores a duraron las fiestas. Para así sepultar al que dañara la alegría,
jazmín. para continuar con la felicidad enmascarada.
Vimos deslizar amplias chalupas de remos con varias De la noche del primer golero en el primer ojo:
astas. Luego, los remos por motores de varios caballos. Luego, Empe y yo sólo recordamos los disparos de la pólvora lanzada
desaparecieron un día Sin un adiós verbal Sin la mano. por los aires el muñeco disfrazado de serpientes de colores que
salían por el aire, después del inicio de su quemazón.
Vimos deslizar cuerpos inflados con orificios en las sienes. Empe y yo, sólo recordamos: los ojos rojos en medio de la
Sin vida, con unos ojos abiertos, vivos llamadores de goleros borrachera de todos los de la caseta de la plaza central. Decían
devoradores. después, que dizque: licor adulterado, que dizque mucho trago,
que dizque mucho cigarrillo, que dizque más nada, que por
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aquí los otros males nunca alcanzaron a meterse, máximo esas sus juegos: después de media hora, el agua empezó a entrar:
amarillentas chichas fermentadas: que ya por esos tiempos no mojados sus cuerpos sintieron las garras de un gavilán nocturno:
se veían. mojados sus cuerpos saltaron al agua para esconderse de la
Empe y yo, sólo recordamos: que hasta allí nomás llegaron rapacidad: sintieron un cuerpo hinchado que los acolchaba en
los recuerdos, que para qué más. Lo que viene se nos olvidó, se su caída: la luna llena hizo que brillara el único ojo que quedaba
nos borró de la tapa dura. del hombre que flotaba con un tiro en la sien y que estaba
encallado en la última chalupa. Para huir de la muerte corrieron
Martha antes de que cantara el primer gallo, se aproximó a por las calles con botellas tiradas: después de la última fiesta
la tienda de campaña que había hecho de alcoba para la Empe, del pueblo.
para los dos. Martha hablaba muy rápido, no le entendíamos.
Martha sudaba grandes gotas líquidas saladas: su ropa Ron para calmar las ánimas Para calmar el desencajado
empapada: su pecho hundido se sacudía tratando de salir guayabo Ron para calmar la memoria que trata de brotar y hay
por tantos impulsos bombeados por su sangre: hablaba sin que callar.
entenderla, rojas sus carnes blandas se movían en gelatinosos
movimientos: como si hubiera visto al fantasma del tenientes Con más Ron volvimos al puerto: el cuerpo había rodado: no
Pringis quien ya no aparecía desde nuestra infancia: desde lo encontramos. Sentimos gritos por abajo del puerto: con más
que pasó sin duda alguna al otro allá a terminar de purgar sus Ron nos movimos, allá estaba, lo atizaron allá, lo miramos: sin
deudas. sus dos ojos: con sus cavernas peladas lo encontramos: el gavilán
seguro le sacó el último. A grito pelao su madre lo llamaba sin
Desenfundamos otro trago de ron de los alambiques de mi poderlo devolver a este mundo: A grito pelao continúo la última
padre, el padre de un cuarto del pueblo. Se lo hicimos tragar fiesta del pueblo que con cada nueva noche veía atravesar más
a Martha para que aterrizara en este mundo y desembuchara muertos de su mismo pueblo, vaciándolo, pero siguiendo la
lo que le atragantaba el alma. Se le desaceleraron los motores fiesta de cinco días que no podía parar.
lingüísticos. En medio de unos desorbitados ojos pueblerinos
inocentes se escurrieron tres lágrimas espaciadas. Excomulgó Ron para calmar las ánimas Para calmar el desencajado
el griterío con que llegó, con lentitud y con unos ojos clavados guayabo Ron para calmar la memoria que trata de brotar y hay
en la ventana de la tienda color militar, sin mirarnos: nos lanzó que callar.
su confesión:
Ron para las fuerzas para enterrar tanto muerto Ron para
Estaba con el sobrino del teniente Pringis, querían probar aguar las lágrimas atascadas por tanto golero revoloteando
la última chalupa anclada en el puerto vacío, como escondite a Ron para olvidar que éramos menos los enterradores que los
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enterrados Ron para adivinar lo que pasaba Ron para escuchar cruzar palabra.
al Chamán con sus presagios ya advertidos por Román, el bobo Mi pie derecho se mueve hacia arriba, mi cabeza gira
del pueblo. hacia atrás. Me tropiezo con el dardo que sale de la mirada de
Emperatriz, regreso mi cabeza al frente: por última vez doy un
Román, ahora entre nosotros pocos, escala la montaña vistazo al cielo inmóvil: mi pie hace posesión de esta piedra que
tratando de mirar adelante. Huimos sin saber ni de quiénes, ni dispara una carga explosiva: Volando por los aires en nuestro
porqué el carmesí suplantó al siempre color carbón de nuestro aterrizaje volvimos a soñar.
río.
Ahora nuestro río corre cristalino entre nuestros pies.
Emperatriz tuvo su último sueño antes de la primera noche
de la última fiesta del pueblo: nunca más volvió a soñar, ni nadie
voló en su imaginación, ni imaginó otros mundos mientras
dormía. Nos negaron el juego preferido de los habitantes
de nuestro pueblo: Los hilos colgantes de la ensoñación en
nuestras manos al dormir: Desplegar marionetas humanas con
voluntades ajenas: Propagar ideales no expresados por miedos a
represalias: Vivir sin que nadie nos afectara: Sin desamores: Sin
torturas: Sin sueños frustrados. Maniobrábamos velas olvidadas
por nuestros antepasados Llegábamos a puertos sin temores
reprimidos: Todo abierto Nada oculto.
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no metido en este lío. Fuera del ring creo que se opina mejor.
Olga y yo nos conocimos a los dieciocho. En esas fechas de
idealización. De amor ingenuo. Veinte años después, la dulzura
se ha ido.
Olga mira a través de la ventana: Afuera oscuridad. Una “Olgui, estaba donde Juan. Huéleme. Ven te doy un besito.
que otra luz titila. Ella espera que se abra la puerta. Es más tarde Déjame rozarte con mis dedos”. Olga mueve su pierna con
que de costumbre. Se ha dado cuenta: entre más tarde llega, los nerviosismo, con golpes rápidos cortos en el suelo. Mario le
ojos más rojos. manda un beso al aire. Mueve sus labios, los junta, pone la
bemba linda y ella, la Olguita, anda bien amargada, ni bolas le
“Si se discute mucho, el amor se va acabando”, Olga abre los para y voltea la cara para seguir mirando a través de la ventana.
ojos a Mario y le dice con su mirada: “O más bien, si se acaba el
amor se discute mucho”. Aquí estoy de narradora omnisciente, imparcial, pero creo
que me estoy enamorando de Mario. Quisiera ser alguno de
Mario abre sus labios en forma de O y tira el espeso humo esos ángeles caídos que vemos en Hollywood imitando El cielo
a las pocas nubes que revolotean arriba. Lo relaja estar en la sobre Berlín. Pero ni Wenders, ni una mierda, ni Nada. No puedo
terraza de la casa que da al tranquilo mar. Mario hoy fuma más. ayudar a Mario para que no se convierta en un punto en el mar,
La desesperación está incrementada. Peleas en su casa. Los gritos sino en un ser feliz, sin la ansiedad de tener siempre una mujer
de Olga ya están a punto de convertirlo en un punto en el mar. al lado. Y eso que le dejé abierto el I Ching en la página 437
Querer tirarse al mar y nadar y nadar para no escucharla más. donde dice: “Así el noble cuando permanece solo no se aflige, y
si debe renunciar al mundo no desespera. Serenidad”.
Se refugia donde Juan, prefiere llegar fumado a su casa. Así
duerme a pesar de sus gritos, de sus reproches. Mario no está Él lo leyó en la noche con sus ojitos hinchados por la
con otra. Mario tan sólo dejó de amarla. Los años, lo mismo. fumadera. Yo cruzaba los dedos para que no lo cerrara. No
La voz de Olga subiendo el volumen, él la manda a callar, que lo hizo. Volvió a leerlo en la mañana. Cogió el libro. Se fue a
baje los decibeles. Y ella más para arriba. Entonces, le propuso la ventana. Miró al mar. Se vio a sí mismo en ese punto en el
divorcio, separación de bienes, casas diferentes. Y Olga subió mar. Y yo, mirándolo. El amor es ciego. Pero estoy por creer
más el volumen. Desde entonces, cada noche en casa de Juan que el desamor, también. “Mario, no seas marica”: le gritaba.
antes de ir a dormir. Pero nada, no escuchaba. A los narradores omniscientes nos
silenciaron para los humanos. No podemos intervenir. De nada
Juan me aconseja. Juan hombre mayor que yo, más sabio y nos sirve saberlo todo.
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Mario cierra el libro. No quiere que Olgui se despierte. Desde casa a dormir. Y encuentra este teatro montado y no sabe qué
hace dos meses duermen en cuartos separados, por sugerencia responder. Mejor dicho, no entiende nada. Su mirada de perdido
de su amigo Juan. Al menos no pelearían en medio del sueño. como que hace que Olgui sea más explícita y quiera terminar
con esta pantomima de una vez por todas:
Para resumirte esta historia que se repite y se repite con “Mira, Mario, estos son los papeles. Creo que así estaríamos
pocos cambios: En la misma tonalidad duraron Mario y Olgui mejor. Sin peleas”.
por tres años más. Ya hasta se habían acostumbrado a sus Mario empieza a entender. Se queda mirando al hombre de
frialdades y discusiones. Pero tranqui, no vino ningún Tsunami bigotes, al tal Gustavo del que no sabe nada. Pero al mirar su
y se llevó la casa frente al mar para cumplir el deseo de Mario y risa de tonto, entiende que no es el abogado de su mujer, sino
convertirlo en un punto de sus aguas. su nuevo marido.
Como en las historias de princesas, Olgui conoció a su Entonces, se acomoda en su silla para sentarse con la
príncipe azul en su agencia de viajes. Poco a poco dejó de pelear espalda recta. Y con una sonrisa amplia y sin querer ser más
con Mario. Él creía que de algo servía su mirada de bandera nunca un punto en el mar, pide un bolígrafo.
blanca. Pero repetimos: el desamor es ciego.
en el techo.
Las intimidades corporales de los humanos no les afectan.
Hiromi tiene el estómago revuelto. Se sienta en el inodoro. Abre
su chorro anal con olores que tampoco le llegan a los dioses en
su olimpo de otra dimensión.
Los dioses Hiromi tira de la cadena. Coge la ducha y la lleva al inodoro
para lavarse y quedar perfumada antes de salir a la noche
Hay melancolía en sus palabras –dijo Güevain. de discotecas en el fin de año. Aromatizar sus sentimientos,
¡Es milenaria! –Gerard chasqueó los dedos como si fuera la adormecerlos para que no salgan.
última revelación. Se encontrarán con otros amigos. Salen a la calle. El frío les
Quiere ser amada, pero no se deja –Una voz grave de dónde pega. “Este frío está que pela”: dice Hiromi mientras se sube
no se sabe se escuchó. la bufanda hasta la nariz. Sus pelos negros lisos les cubren las
Tiene miedo, le volvió el miedo –Exclamó una mujer con orejas y un viento se los quita por momentos para que se las
ternura y preocupación. hiele, se pongan rojas y dentro de la discoteca cojan un calor
intenso.
Los dioses están reunidos, desde arriba miran a Hiromi
sentada en la mesa de la celebración del año nuevo. A su lado El encuentro: Gritos agudos. Abrazos. Dos besos en las
izquierdo está Miyuki y a la derecha Naoto. mejillas. Risitas sin profundidades. Algo dentro del corazón de
Hiromi mira a través de la ventana de su nuevo apartamento Hiromi se achica. Es casi físico, no es poético. Siente la falta.
en Barcelona. Los tres están borrachos. Naoto aprovecha para Hacen cola de media hora y por fin logran entrar después
abrazarla, ella se suelta. Miyuki ante su espejo detalla su de pagar treinta euros de cover por ser las fiestas de fin de año.
maquillaje bien puesto, debe estar preparada para las fotos que El cambio les favorece. Hiromi sube su ánimo con las luces, las
subirán a la red. nubes del hielo seco, la música electrónica y una copa de cava.
Naoto la vuelve encontrar con la mirada allá al final del pasillo.
Hiromi se levanta con pasos inseguros que la hacen Se acerca, chocan sus copas, Hiromi fuerza su sonrisa. Naoto no
tambalear. La lentitud del alcohol. Va al baño. Las ganas de mear lo percibe. El amor es ciego, lo saben los dioses que los miran
son fuertes y las ganas de llorar también. El espejo de luces la desde arriba.
espera para ver correr un rímel, limpiarlo y hacer que aquí no
pasa nada, “debo aprovechar mi año para aprender español”. Otra copa para Hiromi. Bailan en una rueda grande.
Movimientos de música ligera. Noato está a su lado. La abraza
Los dioses desde arriba miran el baño a través de un hueco fuerte. Le baja su mano a la cintura, la aprieta suave. Ella gira su
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cabeza, lo mira y se ríe con ternura en medio de lo que el alcohol Los dioses no entienden. Güevain y Gerard se miran tratando
le deja. Poco a poco los dos se alejan del grupo. Se miran a los de encontrar respuestas.
ojos. Naoto roza sus dedos sobre el rostro suave de Hiromi. Se Hiromi camina las diez calles con pasos rápidos. Verifica la
le acerca al oído y le recuerda lo que ya tantas veces le ha dicho: hora en su reloj. Se sienta en una mesa que da a la calle. Le traen
“Te amo”. Ella, esta vez no lo hace callar: “Repítelo”. Y él no se lo la carta y sabe que Jordi no llegará. No habían quedado para
cree, su corazón bombea sangre rápida. Él se lo repite. comer en este restaurante ni en ningún otro. Jordi no existe.
Naoto ya dejó de existir para ella. Jey es el único que realmente
Los dioses miran desde arriba y saben que pasará lo que estuvo, pero ella no existió para él.
tiene que pasar.
Discúlpame por romperte la escena anterior, pero es obvio
lo que vendrá: besos, caricias, caminar hasta el piso de Hiromi,
besarse en la calle, tocarse por algunas partes y luego: se abre la
puerta de su cuarto: pasión. ropas en el suelo. calefacción alta.
un condón puesto. unos gritos. caer dormidos. olor a alcohol, a
sexo.
En la mañana un estoy desnuda. y quién es este. qué he
hecho.
Una voz que escuchan los dioses que volvieron a abrir otro
hueco en el techo:
-Naoto, despierta. Seguimos siendo sólo amigos. Tengo que
salir a comer con Jordi.
Naoto pasa su brazo para acariciarla y ella no se deja, se
desliza con delicadeza de la cama. Abre la puerta del baño y
se escucha la ducha. Naoto empieza a vestirse. Su mirada está
perdida en el suelo. Los pantalones suben por sus piernas y se
queda mirando la cama.
Los dos bajan con rapidez las escaleras. Ella lo despide con
un beso rápido en la mejilla: “Te llamaré para estudiar español
esta semana”. Naoto reacciona con una sonrisa forzada que
oculta lo que lleva por dentro.
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oído que éramos los dos, que ahora sí éramos los dos.
Tal vez la suerte que andaba volando aburrida sin saber a quién
tocar, nos acarició por pocos días
apenas un roce
luego se arrepintió, nos dejó
Y yo, yo negándolo,
inmune a la suerte ida, que se olvidó de los dos juntos sin
habernos estremecido, sin habernos dicho con un susurro al
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Se sana al amanecer
Desaparece el hedor.
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La droga de las cucarachas es el jabón Las cucarachas caen en el baño con su hocico lleno de espuma.
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La vida con arte, la vida con amor. Mi hombre apoya lo que tengo dentro
Amar sin recelo. Amar sin abstinencia. Está cano y aún estamos juntos
La borrachera del amor podría provocarme un guayabo de Aún estamos juntos mi hombre macho, nuestros hijos mágicos
orgasmos continuos: Querer y tener miedo en dos instantes y yo.
seguidos. Él recoge su mano en la mía, recoge su ternura y me sostiene
Está aquí a mi lado y guarda en sus ojos lo que siente por mí
Me abro al amor sin continencias. No busca por fuera.
Viene… le acaricio sus patillas de hombre. Me ayuda a llegar arriba.
Siento su olor y su verga tiesa de macho, Mi hombre macho y yo, juntos nos exigimos reír, llorar,
Su fuerza, músculos, vellos y voz gruesa. amarnos y entrar en años.
Un hombre. No sólo de amante, no sólo de amor.
Viene ese hombruno tierno.
Aguardo sus besos, sus caricias sobre mis pezones,
dentro de mi vagina.
Un succionador de mis tetas, de mi coño.
Mi hombre macho sabe hacerme llegar, sabe acariciar lentamente
mi cuerpo,
comérselo por trozos pequeños y hacerme correr.
Rozar mi piel: suave, fuerte, arrecho, rápido.
Penetrarme mientras acaricia mi cabello y mira mis ojos.
Subir con sus manos mi cadera y sentirlo más adentro.
Mi hombre macho sabe hacerme llegar varias veces en pocos
minutos ante sus ojos.
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Movimientos VIII
Van llegando. Poco a poco se cubren los cuadrados del Llegar a tiempo a los istmos de la vida.
tablero de ajedrez. Margarita no lo pidió, Margarita los va Arriban los puntos suspensivos por el tiempo dilatado.
llenando. Los personajes predestinados hacen su aparición sin ocultarse
detrás del palo de matarratón.
Se acerca, interrumpe, cree que volverá a ser como antes, El telón del teatro se sube mientras suenan los aplausos.
cree que volverá a desplazarle una pareja. El nuevo amor de
Margarita se incomoda, reacciona rápido, la detiene y Enriqueta
queda en desconcierto. Ficha ganada para Margarita. Enriqueta Acciones-Hábitos-Carácter-Destino: Lao Tzu
es barrida y absorbida por la aspiradora del tablero. Hábito: Aristóteles
AUSENCIA
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Mi tía
piñata Por qué no estabas para las fotos Por qué tu altura grande
estaba prohibida en nuestras reuniones familiares.
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© 2014 Adriana Rosas
© 2014 Collage Editores
Impresión y encuadernación: Alen Impresores LTDA
Bogotá, Colombia