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Formas de hacer la historia

La autora nos lleva a sumergirnos en las especificidades del discurso histórico

griego a través de diferentes pensadores que se han propuesto reflexionar acerca

de este proceso ya que, parten de la convicción de que no hay generación

espontánea ni “milagro griego”. Advirtiéndonos anteriormente que Grecia no fue la

primera cultura en escribir historia pero que sí inventaron un tipo de discurso

histórico y un nuevo personaje: El historiador.

Para comenzar es necesario preguntarse por el nacimiento de la historia.

Desde la perspectiva del historiador francés François Hartog plantea que todo nace

de la epopeya a través de Ulises, lo llama matriz épica. La epopeya será el discurso

histórico del cual Heródoto buscara distanciarse ya que la poesía épica busca

engrandecer vidas individuales y hazañas de combates por la autoridad de las

musas y Heródoto, al pertenecer a la polis, busca describir las costumbres, la

creación de los pueblos, maravillas de culturas ajenas a la que él pertenece a través

de su testimonio visual o auditivo.

Es así como Hartog plantea que en la Odissea se puede observar esta

transición de la épica a la historia al evocar dos tipos de memoria: la memoria del

aedo y la memoria humana que es la de Ulises. El llanto de este al ser doloroso

representa la concientización de la historicidad que acepta el destino propio

humano.

Posteriormente se presentan características en común en la Odisea de

Homero y las historias de Heródoto, ambas relatan viajes y conflictos sólo que desde
perspectivas distintas y es algo lógico, pues se narran desde contextos diferentes.

No se puede seguir esperando una uniformidad en el quehacer histórico ya que los

tiempos cambian, la historia se aborda de manera diferente. Es por eso necesario

estudiar el contexto social desde el que se da cada discurso para así poder

comprender su función en la sociedad.

Con respecto al paso de la oralidad a la escritura de la historia ésta no guarda

un orden progresivo, ni era un paso necesario. Tiene que ver más con el desarrollo

de las polis griegas, que con un paso al conocimiento racional. Tomando en cuenta

que es distinta la estructura del pensamiento de una sociedad oral a una que tiene

como escritura una forma de comunicación.

El canto épico hace que se olviden las penas de los mortales, los remite a un

mundo bello y perfecto. Los personajes que describe son fantásticos, irreales, no

humanos. De esta forma los griegos mostraban el lado contrario a lo humano, para

así poder representar su astucia y habilidades.

En la Grecia arcaica la escritura tenía un rol profano, se utilizaba para escribir

las leyes o contabilizar mercancías, no tenía un carácter divino. Esa es la causa de

que no se utilizará la escritura en esos tiempos. Lo valioso de la performance aedica

residía en que era efímera y reveladora. Independiente del contexto ritual del

banquete. Por lo anterior no podemos afirmar que la utilización de la escritura

marcaría una ruptura en la forma de pensamiento ya que son los roles que cada

sociedad le da a la palabra oral y a la escritura los que se deben tomar en cuenta

para poder profundizar en el significado de esta transición.


Aclara todo esto porque el espacio social de Heródoto ya no es el de la epopeya

sino el de la polis y la necesidad de plasmar por escrito lo que él ve está más

relacionado con ese saber profano que se identifica con los saberes de la polis.

Cabe pensar, sin embargo en una matriz jurídica de la cual Catherine

Darbo-Peschanski sostiene que el discurso histórico se deriva de procedimientos

jurídicos y es en ellos en los que hay que buscar el origen de la historia. Así, pues,

analiza las obras de Heródoto, Tucídides y Polibio para encontrar las diferencias

entre la historiografía griega y la moderna. Encuentra que para estos historiadores

la realidad está ordenada y la concepción de justicia es la que da coherencia a sus

obras.

Con Heródoto el rol de justicia se puede observar de manera mayor, para él

la manera de aprehender los hechos es a través del procedimiento jurídico,

partiendo de la trasgresión o de ofensas-reparaciones en el nivel que se dé. Para

Tucídides los hechos están ahí, él sólo pretende darles una causalidad y con Polibio

la dominación romana es la meta de la fortuna.

Esto nos conduce al surgimiento de la polis, para esto la autora nos presenta

como se había explicado el surgimiento de la polis en la historiografía anterior y

cómo se explica en la actualidad, teniendo como finalidad la diferencia de las

interpretaciones sobre este tema.

De ahí que nos presente como Francois Polignac plantea una perspectiva

distinta al planteamiento de que la polis era el resultado de una disgregación de

solidaridades privadas regidas por una institución monárquica.


Polignac emplea para su análisis los avances de la arqueología, esto le dará una

perspectiva distinta y bastante valiosa. Propone así que la aparición en el siglo III

a.C de emplazamientos específicos de culto, la agricultura, el paso de la guerra

heroica a la guerra hoplítica y la heroización de los personajes fundadores de la

ciudad significan la reapropiación de formas culticas anteriores y una forma diferente

de concebir el espacio fue lo que ocasionó nuevas formas de interacciones sociales

y la constitución de la polis clásica.

Otro aspecto que se menciona a lo largo del texto es el oficio del ciudadano

en la polis antigua. Antes bien, se aclara que quien tiene la ciudadanía no es quien

nace griego (como en el mundo moderno) o quien trabaja y es productivo. La

ciudadanía era negada a las mujeres, extranjeros avecinados de la polis que no

tenían padres atenienses y a los esclavos. Ser ciudadano era una identidad

exclusivamente política, significaba tener deberes y obligaciones que contribuyan al

perfeccionamiento de la polis, esto implicaba toda una educación que era sólo

accesible a los ricos.

Considerando así el asunto, el oficio del ciudadano estaba en la guerra y en

la política. Provocando el desarrollo de una nueva forma comunicativa que es la

palabra dialógica que da pie al surgimiento del discurso histórico, filosófico y el

derecho. Será mediante la indagación y la investigación que se legitimará el

discurso histórico, como Heródoto lo ejemplifica.

De lo anterior se desprende reflexionar ¿Cuál era la función de la historia en

la Grecia Clásica? Considerando que nuestra perspectiva y puntos de observación

son otros. Hecha esta observación se puede afirmar que la historiografía inaugura
la historia maestra de vida. El discurso histórico de Heródoto busca que no se

olviden las hazañas de los hombres, a diferencia de la épica que guarda el recuerdo

sobre los héroes o dioses. Por lo tanto separa el ámbito divino del humano,

mediante el esquema ofensa-reparación ordena los acontecimientos, no busca la

verdad científica ni la divina y busca encadenar lo sensible.

Para François Hartog las historias producían un cierto tipo de conocimiento

que debía ser útil a la ciudad, como no repetir los errores del pasado o una utilidad

de tipo político. Otra podría ser entender y traducir la alteridad explicando las

diferencias entre los griegos y lo otro (lo bárbaro).

La verdad a través de la historia no es una, cada sociedad tiene su concepto

de la verdad que es coherente solo al interior de sí misma. La manera de cómo se

argumentó la historia en Grecia y Roma tenía que ver más con la persona que

escribe la historia: el historiador, ya que los hechos no son cuestionados en su

existencia, estaban ahí. En el mundo antiguo los sentidos fueron un elemento

fundamental en la epistemología ya que la historia como discurso de lo real-

particular se legitimará por medio de ver y oír. Heródoto investiga, averigua quien

vió, quien oyó de primera, segunda y tercera mano. Para Herodoto la historia no es

saber, sino estar bien informado, por lo tanto la historia no se fundamenta en la

escritura, la evidencia más contundente para el historiador es la vista.

Concedido todo eso, la autora se pregunta, ¿es válido hablar de historiografía

grecorromana? Para ambos, griegos y romanos, escribir historia no es escribir lo

que verdaderamente sucedió, si no lo que le sea útil a la ciudad. Se utilizaba como

un ejercicio retorico en ambas sociedades, con una función didáctica. No se ataron


a la noción de historia contemporánea, ni fueron críticos con su pasado remoto. Si

bien, los romanos tenían una tradición propia de contabilizar el tiempo, los llamados

Anales Maximi describían una historia de las relaciones de Roma con sus dioses,

los especialistas se inclinan a pensar que tenían una función informativa o

administrativa.

La historiografía romana se legitimaba en su continuidad con Grecia, con ello

llegamos a que sí es posible hablar de una historiografía grecolatina, pues tienen

una forma similar de describir el mundo y aprehender del tiempo. No obstante,

debemos de considerar que la historia está en constante transformación y por ende,

se vuelve más que necesario observar los matices de la forma de ver el mundo y

relacionarse con su pasado.

Finalmente, a través de este trabajo que busca –desde nuestro espacio

social– reflexionar acerca de cómo han observado otros historiadores, se abren

nuevas perspectivas y formas de explicar situaciones tan fundamentales para el

quehacer histórico como son, la forma en que se hace historia en la Grecia arcaica,

su oralidad, su escritura, y su utilidad.

Norma Durán nos lleva a través del tiempo de una forma ágil y grata a

conocer y comprender las formas de hacer historia, sin dejar de lado el espacio en

que se había estado creando, el cual nos dará un diferente panorama para su

intelección.

BIBLIOGRAFIA

Durán, N.. (2001). Formas de hacer historia. México, D.F: Ediciones Navarra.

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