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El concertaje
En la medida en que fue cesando la
actividad minera, ya en el siglo XVII
la hacienda se consolidó como
sistema de trabajo e institución
social sustentado en el progresivo
crecimiento de la actividad
agropecuaria. En esta segunda etapa
de la economía colonial, la tierra
adquirió un gran valor económico.
Los trabajadores o “peones” vivían en
las haciendas con sus familias. Se “concertaban” (comprometían) con los
dueños, los “patrones” para el trabajo. Por eso se llamaban “conciertos”.
Tenían un salario, pero nunca lo recibían, porque estaban endeudados con los
patrones, ya que, estos les entregaban créditos en especies a elevados precios,
que los mantenían endeudaos y dependientes. . Los peones pedían adelantos
en dinero al patrón para poder pagar impuestos y compromisos religiosos. La
relación entre peones y patrones era libre solo en teoría. En realidad era una
forma de trabajo obligatorio, ya que el patrón podía encarcelar al peón para
que pagara la deuda. A veces, los peones recibían del hacendado una porción
de tierra, el “huasipungo”, que lo trabajaban con su familia. Por ello se
llamaban “huasipungueros”. Las deudas no terminaban ni con la muerte del
peón concierto. Pasaban a su viuda y a sus hijos. Había concertaje en todo el
país, pero era más fuerte en la Sierra.
La mita
El trabajo tributario colectivo en los
Andes, llamado mita; y en México,
cuatequil, fue adaptado y aplicado por los
españoles pero con un sentido muy distinto
al que le dieron los pueblos indígenas.
Durante la Colonia, los españoles
implementaron la mita andina reclutando
mano de obra de las encomiendas con
ayuda del doctrinero y, no pocas veces, de
los líderes indígenas. Los varones de entre 18 y 50 años de edad eran obligados
a trabajar por un período determinado, hasta por un año, a favor de la Corona,
tiempo durante el cual recibían un pago tan ínfimo que ellos mismos debían
costear su alimentación y alojamiento. La mita fue legalmente prohibida con
la Constitución de Cádiz de 1812.
El Latifundio
Otra forma de organización de la mano de obra y la propiedad de la tierra fue
el latifundio, una gran extensión de terreno, de miles de hectáreas,
generalmente en manos de una sola persona, el latifundista, destinada a la
explotación agrícola. Aparte de la vasta extensión del terreno, el latifundio se
caracteriza por:
• Uso ineficiente de los recursos disponibles.
• Bajos rendimientos unitarios
• Utilización de la tierra por debajo de su nivel de máxima explotación.
• Baja capitalización, y bajo nivel tecnológico
• Mano de obra empleada en condiciones precarias y, en consecuencia, con
bajo nivel de vida.