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ENSAYO “Yo soy Profesor”

¿Es relevante la vocación en el ejercicio de la docencia? Esta es una


pregunta que recurrentemente me he planteado y que la sociedad también me
plantea, por ejemplo, al exigir resultados cuantitativos en mediciones
estandarizadas o al relacionar la falta de vocación con la pérdida de valores de las
generaciones actuales. Como docente, cargo con la culpa de muchos prejuicios
impuestos por esta sociedad capitalizada, materialista e individualista que me
pone en un plano de continuo escrutinio público siendo la variable más utilizada
para catalogar de correcto o incorrecto el término “vocación”. Para comenzar
definiré lo que entiendo por este concepto asociado particularmente a la docencia.
Se entiende por vocación de profesor, el llamado interior, un compromiso con una
actividad, y responsabilidad de la persona con ella misma, incluso de la
identificación de la persona con su actividad actual. A partir de la interrogante ya
planteada, de la definición del concepto y de las vivencias personales, trataré de
demostrar en las siguientes líneas la relevancia que tiene la vocación en la labor
docente.

Bajo mi primer punto de vista la docencia es una labor noble y


enriquecedora, que permite desarrollar personas, individuos responsables de su
vida en comunidad. La educación es la base de una sociedad justa y equilibrada,
de una sociedad solidaria y tolerante. Si no se logra entender que el trabajo en
comunidad es el que facilita la construcción de aprendizajes, el profesor tan solo
se transforma en un traspasador de conocimiento y no en el agente que permite
que se creen y recreen nuevos conceptos o conocimientos, tal como lo menciona
Paulo Freire “Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades
para su propia producción o construcción”. 1 Desde esta perspectiva, la vocación
toma gran importancia en el trabajo docente puesto que se necesita paciencia y
entrega personal para indagar y buscar continuamente distintas estrategias de
enseñanza que permitan guiar a los estudiantes en la construcción de sus propios
aprendizajes. Significa sumergirse en el contexto personal, familiar, social y
económico de cada educando, buscar herramientas para que el estudiante
exteriorice su mundo interior y lo enlace con los nuevos conocimientos
entregados. Si se vuelve a releer, sin duda se evidenciará que esta tarea titánica
solo se puede lograr con ese empuje interior que lleva a sacar las mejores cosas
de cada uno. En lo particular y desde la perspectiva de la Educación Técnico
Profesional, al iniciarme como docente, sin haber tenido estudios formales de
pedagogía, ni haber tenido de joven la intención de dedicarme a la docencia, la
vocación juega un papel fundamental. Difícil resulta imaginar que se pueda llevar a
cabo una clase con la heterogeneidad de personas que se encuentran en un aula,

1
Pedagogía del Oprimido. Paulo Freire (1968)
sin tener un empuje interior, un impulso que lleve a promover el respeto, la
tolerancia y muchas otras habilidades sociales, con el fin de que los estudiantes
aprendan a elaborar algo, en mi caso, distintos tipos de planos. Las ganas de
formar personas conscientes de sí mismos como seres humanos, no se adquieren
tan solo leyendo libros o con títulos académicos sino con lo que se conoce como
VOCACIÓN. “Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos, cambia
lo que vemos”.2

Otra arista del concepto vocación relacionada a la docencia, se refiere a la


capacidad del profesor para escuchar a sus estudiantes. Se entiende por
“escuchar” no tan solo la facultad biológica de recibir un mensaje oral y
decodificarlo, si no a la actitud de escucha, de involucrarse en el relato, de sentirse
comprometido con los sentimientos que supone el mensaje. Un profesor con
vocación, permite que sus estudiantes acerquen su mundo, con todas las
complejidades que aquello implica, al aula y se muestra dispuesto a conocer ese
mundo por muy distinto que sea al propio, sin juzgarlo sino que aceptándolo y
comprendiendo que a partir de ese bagaje se puede construir nuevos cimientos.
“Enseñar exige escuchar”3. Así, llevando este argumento a mi plano personal,
puedo rescatar la capacidad que he logrado a través de estos años de escuchar a
los jóvenes que entran en mi clase. El escucharlos implica necesariamente
hacerme partícipe de su contexto inmediato, saber de sus preocupaciones,
anhelos y alegrías. Creo firmemente que un profesor con vocación dedica parte de
su tiempo a detenerse en la individualidad de cada joven sin considerar el tiempo
empleado como perdido si no que muy por el contrario, como una inversión en
propiciar posibilidades para su formación integral, entendiendo que su mundo, sus
preconcepciones son muy importantes para generar el nuevo conocimiento, así lo
dice Bruner “La esencia de la creatividad es utilizar el conocimiento que ya
tenemos para intentar ir un paso más allá”4.

Además de saber escuchar y dar las mismas posibilidades de desarrollo a


todos los estudiantes, un profesor con vocación, a mi parecer, permite que la
creatividad de los educandos fluya de manera natural, incentiva el pensamiento
divergente y hace de la diversidad una gran oportunidad de aprendizaje. En mi
experiencia personal, y como profesor de aula en la Enseñanza técnico
profesional, experimento día a día el desarrollo de las diferentes destrezas y
habilidades que han logrado mis estudiantes a lo largo de su proceso educativo,
las cuales muchas veces pasan desapercibidas debido al planteado por el
Ministerio de Educación. El desempeñarme en un área técnica y de especialidad,

2
Jean Piaget
3
“Una pedagogía de la esperanza”. Paulo Freire
4
Jerome Bruner
en mi caso particular dibujo técnico, me ha hecho entender que aquel joven que a
veces es visto como un “problema” en asignaturas del plan común, vale decir del
área Científico Humanista, es un buen exponente en el área técnica, tal como lo
expresa el psicólogo padre del constructivismo, “Las personas con pasiones
intensas, que logran grandes hazañas, que poseen sentimientos fuertes, mentes
geniales y una personalidad fuerte, rara vez surgen de los niños y niñas buenos” 5.
Si un profesor pone todo su empeño en lograr aprendizajes conceptuales sin
atender a la divergencia del pensamiento de sus educandos, entonces ha errado
el camino hacia la meta, ha truncado una parte del desarrollo integral de sus
estudiantes fomentando la homogeneidad, la conformidad y la falta de
pensamiento crítico de sus estudiantes. La sociedad actual requiere de personas
críticas que busquen creativamente soluciones a los problemas contingentes y no
a individuos que repliquen lo memorizado sin infundir un cambio en su ámbito
laboral y social. Todo esto lo podemos resumir en: “Enseñar exige respeto a la
autonomía del ser del educando”.6

Como cuarto argumento para apoyar mi hipótesis sobre la relevancia de la


vocación en la labor docente, me referiré a la continua necesidad de aprender y de
adquirir nuevos conocimientos, en las áreas relacionadas a mi especialidad y al
ejercicio de la pedagogía, que requiero para potenciar el desarrollo de
aprendizajes significativos en mis estudiantes. Actualmente, en esta sociedad del
conocimiento, los avances tecnológicos y científicos son abismantes, por lo que
los paradigmas se ven en constante movimiento y flexibilización. Es por este
motivo que un docente que se mantenga estático en su conocimiento, que no
modifique sus conceptos a partir de los avances sociales, será un profesor
anacrónico, alejado de la vertiginosa realidad que vive hoy nuestra juventud. A
veces, la vanidad nos perturba y pensamos que como docentes sólo tenemos que
entregar conocimiento y nos olvidamos que el proceso enseñanza- aprendizaje
implica ciertamente el intercambio de concepciones, “Nadie educa a nadie —nadie
se educa a sí mismo—, los hombres se educan entre sí con la mediación del
mundo”7, así entonces, tal como entregamos nuevos conocimientos también
aprendemos otros derivados del accionar en comunidad, aprendemos de nuestros
estudiantes, de nuestros apoderados, de nuestros colegas y de todos aquellos que
interactúan con nosotros día a día. Es así como me encuentro hoy en día en un
proyecto que modifica a cada momento mi labor profesional, permitiéndome
mejorar la entrega de mis saberes a los educandos. El haber sido capaz de
emprender este nuevo desafío (Postítulo en pedagogía) me reafirma que todo lo
que hacemos en pos de mejorar la calidad de los aprendizajes de nuestra

5
Lev Semiónovich Vygotsky
6
Paulo Freire
7
Pedagogía del Oprimido. Paulo Freire (1968)
juventud, ese empuje que nos lleva a buscar propiciar posibilidades reales de
aprendizaje, tan solo puede ser llamado vocación.

Por último, y después de haber expuesto los argumentos que apoyan mi


hipótesis, creo que puedo concluir que la vocación no es tan solo un componente
importante del ejercicio de la pedagogía, sino, más bien, una pequeña luz interna
que permite visualizar el camino que pretendemos recorrer. Es la brújula que nos
permite ubicar el norte, vale decir, a dónde pretendemos encaminar el aprendizaje
de nuestros estudiantes. Sin esta capacidad interna nuestra labor como docentes
sería infértil, sería un mero “traspaso” de contenidos - tal como lo describe Freire-
olvidándonos del objetivo vital y fundamental de la pedagogía: formar personas,
individuos íntegros, con capacidad de análisis y críticos de la realidad para
modificarla en pos del bien de la humanidad:” La verdadera dirección del
desarrollo del pensamiento no es de lo individual a lo social, sino de lo social a lo
individual”8. Finalmente, concluyo entonces, que la vocación de profesor no se
adquiere solamente con un título de pedagogía sino que nace de la motivación de
querer aportar a formar una sociedad más justa y solidaria entre todos los que los
estamentos que la componen.

8
Lev Semiónovich Vygotsky

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