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Diciembre, 2016
*
Algunas de las ideas aquí expuestas ya han sido presentadas por los autores en diferentes artículos de
opinión en la revista Ideele y/o en el diario Gestión.
1. Introducción
2. El contexto
1
posible mercados laborales más activos, especialmente en el área urbana. Por otro lado, el Perú se ha
urbanizado. Al año 2015, el 76% de la población peruana vive en ciudades (de diferente tamaño e
importancia) a lo largo de una estructura compleja de interdependencia económica que va desde una
metrópoli consolidada (Lima), tres grandes ciudades en proceso de consolidación (Arequipa,
Trujillo, Chiclayo), 10 ciudades mayores (sobre todo en la sierra), siete ciudades intermedias (sobre
todo en la costa) y 13 ciudades menores (según clasificación de Macroconsult, 2010). Además, la
articulación de lo rural con lo urbano es más compleja que antes. La conectividad del territorio ha
mejorado notoriamente en los últimos años, por lo que la dicotomía urbano-rural aplicable hace 30
años atrás ha dado paso a una continuidad geográfica con fronteras poco precisas entre lo urbano-
marginal, lo semirrural (especialmente en la costa), lo rural concentrado (especialmente en la sierra y
selva alta) y lo rural disperso (especialmente en zona altoandina y la selva baja).
No obstante, los próximos cinco años van a ser más difíciles. La economía se ha desacelerado y
hemos pasado de crecer a un ritmo promedio anual de 7% en el periodo 2006-2010 a hacerlo a uno
de 4% en el periodo 2011-2015, con una tendencia esperada decreciente para los años siguientes. En
concreto, no se espera que el crecimiento supere el 4% en los próximos cinco años. La consecuencia
inmediata es mayor dificultad a nivel fiscal, lo que generaría una postura más cautelosa en lo
presupuestal, como lo revelaría el Presupuesto Público para el año 2017 y el Marco
Macroeconómico Multianual 2017-2019. Lo anterior significaría una menor disposición de recursos
para invertir en programas y proyectos sociales. Menor crecimiento y menor inversión social se
traducirían, posiblemente, en menor capacidad para seguir reduciendo pobreza y ampliando servicios
sociales.
En esa línea, la Endis organiza las intervenciones de los distintos sectores y niveles gubernamentales
en cinco ejes estratégicos, de acuerdo al enfoque de ciclo de vida: (i) reducir la desnutrición crónica
infantil, a través de intervenciones orientadas a la madre gestante y a los niños y niñas menores de
tres años; (ii) impulsar el desarrollo físico, cognitivo, motor, emocional y social en niñas y niños
menores de cinco años; (iii) incrementar las competencias en el desarrollo personal, educativo y
ocupacional de cada niña, niño y adolescente entre los seis y 17 años; (iv) incrementar las
oportunidades y capacidades de los hogares para aumentar sus propios ingresos; (v) proteger y
mejorar el bienestar del adulto mayor, asegurándole el acceso a una pensión y servicios de calidad.
Así, se pretende generar las condiciones para que los hogares como conjunto mejoren su situación
actual y futura, y puedan enfrentar las necesidades del ciclo de vida de sus integrantes a través de la
combinación de medidas. En el marco de esta estrategia, el Midis tiene cinco programas sociales a su
cargo: Cuna Más, Qali Warma, Juntos, Foncodes y Pensión 65. La descripción de los programas
emblemáticos a cargo del Midis se presenta en la Tabla 1.
2
Tabla 1. Descripción de los programas emblemáticos del MIDIS
3
A nivel operativo, la estrategia debía funcionar como un esquema de articulación de programas y
proyectos sociales (focalizados y universales) a lo largo del ciclo de vida. En la Tabla 2, se resumen
algunos programas que intervienen en cada eje estratégico, incluyendo algunos soportes
transversales (en atención en salud, identificación e infraestructura social y productiva) que, aunque
no son reconocidos de ese modo en la Endis, su funcionalidad en el logro de objetivos los hace
cruciales. Como es de esperarse, los programas y proyectos específicos dependen funcionalmente de
una diversidad de ministerios o sectores. Por lo tanto, la estrategia debía sostenerse sobre
plataformas institucionales que le permitiesen una adecuada coordinación, tanto intersectorial como
intergubernamental. En el primer caso, la plataforma diseñada fue el Sistema Nacional de Desarrollo
e Inclusión Social (Sinadis), que actuaría como espacio de coordinación de políticas. En el segundo
caso, asegurar la formulación de las intervenciones dentro de la Endis –bajo el esquema de
presupuesto por resultados (PpR) (a nivel central) y la implementación del Fondo de Estímulo al
Desempeño (FED) (a nivel subnacional)– permitiría implícitamente la coordinación presupuestal
alrededor de metas concretas. A partir de ahí, conceptos de gestión estratégica moderna –como
monitoreo, evaluación, focalización, rendición de cuentas, entre otros– serían fácilmente asimilados
por una burocracia alrededor de la estrategia, que suponía elevados niveles de calidad técnica.
infantil temprano
IDENTIFICACIÓN:
Mantenimiento de Locales Escolares, Qali
Warma, Salud Materno Neonatal
Agrorural, Beca 18, Devida, Juntos,
Desarrollo Jóvenes a la Obra, Programa de Educación
integral de la de Logros de Aprendizajes, Programa de
3 6-17 años
niñez y la Mantenimiento de Locales Escolares,
adolescencia Programa Nacional de Violencia Familiar
y Sexual, Qali Warma, Vamos Perú
Agroideas, Agrorural, Cuna Más, Foniprel,
Inclusión
4 18-64 años Jóvenes a la Obra, Procompite, Sierra
económica
Exportadora
Pensión 65, Programa Integral Nacional
para el Bienestar Familiar, Programa
Protección del
5 65 años a más Nacional de Movilización por la
adulto mayor
Alfabetización, Programa Nacional Vida
Digna
INVERSIÓN EN INFRAESTRUCTURA:
ELECTRIFICACIÓN RURAL + FITEL + PROVÍAS + PNSU + PNSR +FONIE + MI RIEGO +
PNVR
4
En línea con las reformas emprendidas, el gasto social (aproximado a partir de las funciones de
educación, salud y protección social) aumentó. Entre el año 2011 y el año 2015, este tipo de gasto se
incrementó a un ritmo nominal de 12% en promedio anual, lo que permitió una expansión de su
importancia con respecto al PBI desde un 5,2% hasta un 7,0%; es decir, poco más de dos puntos
porcentuales en cinco años. Como se puede observar en el Gráfico 1, en términos absolutos, este
incremento fue mayor en educación, pues pasó de representar 2,9% del PBI en 2011 a 3,7% en 2015.
No obstante, en términos relativos, el gasto en protección social (programas sociales de lucha contra
la pobreza) fue el que más aumentó, ya que pasó a ser casi el doble de lo que era a inicios del
gobierno. Además de este incremento, el gasto social sufrió una recomposición a favor de bienes,
servicios y transferencias; es decir, el tipo de gasto vinculado con las prestaciones sociales propias
de programas sociales.
2% 3,5% 3,7%
2.9% 2,9% 3,2%
0%
2011 2012 2013 2014 2015
-2%
Centrando la atención en el gasto ejecutado en los programas sociales emblemáticos a cargo del
Midis (Cuna Más, Qali Warma, Foncodes, Juntos y Pensión 65), de acuerdo con el Gráfico 2, se
observa que, en términos absolutos, el programa social más importante del Midis –tanto en términos
presupuestales como usuarios– es Qali Warma, con un gasto de S/1.217 millones para atender a casi
2,4 millones de niños. En segundo lugar, destaca Juntos, que atiende a 772 mil hogares con un gasto
anual de S/1.067 millones. Vistos de esta forma, ambos programas se han constituido como las
principales estrategias de atención a la población vulnerable. Es particularmente interesante el caso
de Qali Warma que, influido por la Ley General de Educación, constituye el ejemplo emblemático
de la universalización del gasto en asistencia desarrollada por la gestión de Ollanta Humala, pues
llega a representar casi el 25% del presupuesto total en protección social.
Por debajo de los niveles mostrados por Qali Warma y Juntos, se ubica Pensión 65 con S/762
millones, con los que atiende a cerca de 502 mil adultos mayores. Sobre este programa, cabe precisar
que Pensión 65 fue creado en el año 2011, sobre la base del Piloto de Asistencia Solidaria “Gratitud”
(2010-2011), por lo que es importante destacar el rápido proceso de escalamiento que ha
experimentado durante el quinquenio anterior, especialmente, en los últimos tres años. Así, en
términos presupuestales, aumentó en casi 50% anual y llegó a cubrir a casi la totalidad de su
5
población objetivo. Menos representativos en el gasto total son Foncodes (S/363 millones para 83
mil hogares usuarios) y Cuna Más (S/292 millones para 135 mil usuarios en sus dos modalidades de
atención). En ambos casos, vale la pena destacar el mayor costo relativo que representan, reflejo de
la pequeña escala en la que todavía operan.
Gráfico 2. Gasto devengado de los programas sociales a cargo del Midis, 2006, 2011 y 2015
(S/ millones)
1.217
Qali Warma 680
489
1.067
Juntos 640
173
762 2015
Pensión 65 230
2011
363
Foncodes 2006
278
550
292
Cuna Más 78
49
0 400 800 1.200
Notas:
Cuna Más fue creado en marzo de 2012 sobre la base del Programa Nacional Wawa Wasi
(1999-2012), por lo que los gastos devengados de los años 2006 y 2011 corresponden a este
último programa. Qali Warma fue creado en mayo de 2012 en reemplazo del Programa
Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) (1992-2012), por lo que los gastos devengados de
los años 2006 y 2011 corresponden a este último programa. Pensión 65 fue creado en octubre
de 2011, por lo que el gasto devengado en 2011 corresponde al del año siguiente (2012).
6
Gráfico 3. Gasto devengado en educación e infraestructura educativa*: 2006, 2011 y 2015
(S/ millones)
2.522
Inicial 1.076
648
5.807
Primaria 3.546
2.760
5.523
Secundaria 2.842
2.414
3.262
Superior 2.113
1.294
2.161
Infraestructura 2.182
335
*El gasto en infraestructura educativa agrega el gasto realizado en todos los niveles educativos.
2.077
PAN 1.722
1.272
1.943
SMN 1.485
819
1.747
SIS 1.111
563
7
4. Análisis preliminar de la reforma
Para identificar y comentar con propiedad los resultados concretos de la reforma, se requeriría un
ejercicio de evaluación de la estrategia llevada adelante el quinquenio anterior o, por lo menos, un
análisis sistemático del impacto de sus componentes. Esta sección es menos pretenciosa en su
alcance. Nuestro balance se centra en dos criterios analíticos complementarios. Primero, comentar
desde el punto de vista conceptual los aspectos positivos y negativos del diseño mismo de la
reforma. Segundo, revisar los indicadores de desempeño de la Endis y evaluar en qué medida se han
logrado o no las metas planteadas.
Por otro lado, el principal aspecto negativo (superado hacia la segunda mitad del quinquenio) estuvo
en el campo de la implementación y operación. Si los programas sociales son entendidos como
cadenas logísticas de producción de servicios, es evidente que la puesta en marcha de nuevos diseños
requiere de revisiones de los procesos operativos, de modo que puedan detectarse los cuellos de
botella que dificulten la implementación. Esto es doblemente importante cuando se pueden prever
restricciones estructurales que condicionan el flujo de los procesos, como son las condiciones
geográficas adversas de los centros poblados donde se concentra la mayor pobreza del país y las
limitaciones de los recursos humanos disponibles, dada la baja calidad en algunos casos y la elevada
rotación en otros. Asimismo, es importante reconocer que, en el caso de la producción de un servicio
social, los ciudadanos beneficiarios no son simples receptores de la ayuda, sino que reaccionarán
estratégicamente a la misma, al modificar su comportamiento y posiblemente los supuestos sobre los
cuales se construyó el diseño. Por ello, implementar pilotos en la etapa preoperativa y destinar
recursos (relativamente elevados en términos porcentuales) a actividades de monitoreo y supervisión
en la etapa inicial de operación son medidas costo-efectivas en términos de preservación de calidad
de la intervención.
El principio anterior no necesariamente fue aplicado desde el inicio, lo cual generó las dificultades
operativas comentadas. Como sugiere Vásquez (2013), el ejemplo más notorio estuvo en la puesta en
marcha del nuevo modelo de alimentación escolar (bajo el programa Qali Warma), donde la
complejidad del diseño de operación –sin que estuviera funcionando adecuadamente un esquema de
supervisión igual de complejo– conspiró contra la operación efectiva y eficiente del programa.
Asimismo, sorprendió el apresuramiento en la puesta en marcha del esquema, ya que no se
implementaron pilotos que permitieran ir acumulando lecciones antes de escalar el programa a nivel
nacional. La elevada subcobertura del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) en las
escuelas de los quintiles más pobres definía un contexto de experimentación interesante que pudo
aprovecharse mejor. Lo anterior prolongó y profundizó innecesariamente la curva de aprendizaje,
una reflexión que se tomó en cuenta hacia la segunda mitad del gobierno al momento de diseñar e
8
implementar nuevas estrategias. El ejemplo más notorio en este caso es el proyecto Haku
Wiñay/Noa Jayatai, programa que sí se ha venido implementado bajo el principio del piloto y cuyo
escalamiento estaría condicionado a la realización de las evaluaciones correspondientes.
Existen múltiples hipótesis respecto a esta dificultad. Los esquemas de incentivos de los funcionarios
públicos –definidos sectorialmente y no de modo transversal–, los compromisos previamente
adquiridos –que determinan cierta inercia en la implementación individual de programas y
proyectos– y la diferente velocidad mostrada por los sectores en alinearse con los principios de la
estrategia son probablemente las de mayor importancia. Asimismo, la débil institucionalidad en los
diferentes niveles gubernamentales impide asumir y sostener compromisos, por lo que la efectividad
de los acuerdos depende críticamente en la mayoría de los casos de la disposición de parte de los
funcionarios de turno. Lamentablemente, puesto de esa forma, los problemas de calidad de los
recursos humanos, la elevada rotación laboral y la superposición de los cronogramas electorales
limitan la capacidad de acción conjunta.
1
Los datos del 2016 no estaban disponibles al cierre de este informe
9
Tabla 3. Indicadores emblemáticos del Midis
Esto último guarda relación con la evidencia producida alrededor de los programas sociales y sus
impactos relativos en el tipo de vulnerabilidades particulares que debían resolver. En efecto, las
escasas evaluaciones que existen refieren de modo general impactos positivos, aunque reducidos,
relacionados con los programas emblemáticos. Por ejemplo, este es el tipo de conclusión a la que
llegan Monge y Campana (2012) y Sánchez y Rodríguez (2016) en sus revisiones de la literatura
sobre las evaluaciones del programa Juntos. En el primer caso, se concluye, por ejemplo, resultados
positivos condicionados por problemas operativos básicamente asociados al proceso de verificación
de corresponsabilidades y el acompañamiento de la oferta. En el segundo caso, se concluye un efecto
importante del programa en resultados intermedios (uso de servicios sociales en educación o salud y
variables asociadas al ingreso y gasto de los hogares), pero menos claros respecto a las variables
finales de capital humano (estado nutricional y aprendizajes).
La evidencia alrededor del resto de programas emblemáticos es menor, por lo que concluir respecto
a algún tipo de regularidad empírica es riesgoso2. En el caso del Servicio de Acompañamiento a
Familias de Cuna Más, se identifica el estudio de Castro (2015), quien encuentra cambios positivos
en el comportamiento de los cuidadores (por lo general, las madres), asociados principalmente al
incremento de la diversidad de las actividades de juego que realizan los cuidadores con los niños y
niñas. Sin embargo, concluye que los efectos de esta intervención se ven limitados por el bajo nivel
de ingreso de los hogares rurales y las creencias y costumbres de los cuidadores. Por otro lado, en el
caso de Haku Wiñay, Escobal y Ponce (2016) encuentran un aumento del 8% en el ingreso de los
hogares que puede atribuirse directamente a la intervención. Además, refieren resultados positivos
en la dieta, la salud e inclusión financiera. Finalmente, respecto a Pensión 65, la evaluación realizada
por Galiani y Gertler (2016) identifica impactos positivos en reducción de niveles de pobreza
extrema y aumentos en el nivel de gasto, pero son limitados en acceso a servicios de salud.
2
Al cierre del informe no se contó con estudios que evalúen en impacto del programa Qali Warma.
10
5. Evolución de los indicadores
100%
83% 83% 79%
80% 74%
69% 67%
59% 61%
56% 56% 53%
60% 49% 48% 46% 45%
42%
37%
40% 48% 34% 31%
44% 28% 26% 24% 23% 22%
37%
20% 30%
25%
21% 20% 18% 17% 16% 15% 15%
0%
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Rural Urbano Total
Fuente: INEI-Enaho 2004-2015
Elaboración propia
11
Gráfico 6. Evolución de la pobreza extrema en el Perú, 2004-2015
(Porcentaje de la población total)
50%
42% 41%
38%
40%
33% 32%
30%
30% 24%
21% 20%
20% 16% 16% 16% 15%
14% 14%
11% 11% 10%
6% 5% 8% 6% 6%
10% 4% 5% 4% 4%
3% 3% 2%
2% 1% 1% 1% 1% 1%
0%
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Rural Urbana Total
Otros indicadores importantes de pobreza monetaria son la brecha de la pobreza, que mide la
distancia entre el ingreso (o gasto) medio de los pobres y la línea de pobreza (es decir, mide qué tan
pobres son los pobres), y la severidad de la pobreza, que es también una brecha promedio pero más
sensible a la desigualdad entre los pobres (es decir, una medida más estricta que la anterior).
Respecto al primero, la brecha de la pobreza ha disminuido en 17 puntos porcentuales en la última
década, al pasar de 22% en 2004 a 5% en 2015, lo cual implica que los pobres en el Perú ya no son
tan pobres como lo eran hace 10 años (ver Gráfico 7). Al 2015, en promedio, un hogar pobre
necesita incrementar sus gastos en 5% para dejar de serlo. Por su parte, la severidad de la pobreza
también ha disminuido. Pasó de 11% en 2004 a 2% en 2015.
Centrando la atención en la evolución de la pobreza durante el último quinquenio, cabe precisar que,
dada la información presentada anteriormente, esta continuó reduciéndose, pero a un ritmo cada vez
menor. Entre el año 2011 y 2015, el porcentaje de población en situación de pobreza se redujo en
seis puntos porcentuales (a un ritmo promedio de 1,5 puntos porcentuales anuales), al pasar de 28%
en 2011 a 22% en 2015. La desaceleración de la reducción de la pobreza responde
fundamentalmente a dos factores íntimamente relacionados. Primero, el menor crecimiento
económico. Mientras que entre el 2006 y el 2011 la economía crecía de manera sostenida a un ritmo
promedio de 7% anual, en el último quinquenio la tasa de crecimiento promedio ha sido de 4% anual
(incluso llegó a ser de 3% en el 2015). Segundo, la elasticidad crecimiento-pobreza se ha reducido.
Mientras que en el periodo 2006-2011, por cada punto porcentual que crecía la economía, la pobreza
se reducía en 0,7 puntos porcentuales, en el periodo 2011-2015 esta elasticidad se ha reducido a 0,4,
lo cual implica que cada vez es más difícil reducir un punto de pobreza adicional. Esto último era de
esperarse en la medida que, al ser la pobreza cada vez menor, nos acercamos más al núcleo duro de
la pobreza, donde los efectos del crecimiento económico son más limitados. Este fenómeno,
comentado también por Lavado (2016) y Trivelli (2016a), se sustentaría en la evidencia mostrada
por García y Céspedes (2011) para la década anterior, a partir de la cual se muestra cómo zonas
rurales menos vinculadas al mercado muestran elasticidades crecimiento-pobreza menores que sus
pares urbanos.
12
Gráfico 7. Evolución de la brecha y la severidad de la pobreza en el Perú, 2004-2015
25% 22%
21%
20% 18%
14%
15% 12%
11% 10% 10%
8% 9%
10% 8% 7%
7% 6% 6%
5% 5% 5%
4% 3% 3%
5% 2% 2% 2%
0%
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Brecha Severidad
Para entender lo anterior, se debe reconocer que la pobreza no es un fenómeno estático. Por el
contrario, la tasa de pobreza es el saldo de personas que permanecen en esa condición y otras que
están continuamente ingresando y saliendo de su condición de pobres. Usando transiciones entre los
años 2013 y 2015 en el Gráfico 8 se muestran estos dos grupos: aquellos que siempre han sido
pobres (10%) y aquellos que en el pasado reciente han experimentado algún episodio de pobreza
(25%). Los primeros serían una primera aproximación al núcleo duro de la pobreza (otras
aproximaciones se presentan en el Gráfico 9), que representa a los hogares menos vinculados con el
mercado y que enfrentan las mayores brechas de capital humano y acceso a servicios básicos,
localizados sobre todo en la zona rural dispersa de la selva baja y zonas altoandinas. Los segundos
tienen características diferentes: están más vinculados al mercado y cuentan, relativamente, con un
mejor y mayor acceso a educación y otros servicios sociales, aunque enfrentan problemas de
productividad e inserción laboral, lo que les genera cierta inestabilidad e inseguridad en sus empleos
e ingresos. La importancia de los segmentos informales urbanos sobre esta población es mayor.
3
No obstante, los autores hallan un número ligeramente inferior al presentado acá (7.2%). La diferencia
radica en que el cálculo lo hacen con paneles bianuales en lugar de trianuales como en este caso y el dato
reportado corresponde al periodo 2013/2014.
13
Gráfico 8. Transiciones de pobreza en el Perú, 2013-2015
(Porcentaje de la población total)
Siempre
pobres
10%
Entraron a
la pobreza
12% Población
móvil
Nunca Salieron de la 25%
pobres pobreza 13%
65%
1/ Siempre pobres: Población en situación de pobreza en los años 2013, 2014 y 2015.
2/ Pobreza crónica: Población pobre bajo el método monetario y no monetario (NBI) al 2015.
3/ Población rural dispersa: Población que reside en centros poblados de menos de 2.000 habitantes
(rurales dispersos) de acuerdo al Censo Nacional 2007.
La definición monetaria no es la única aproximación a la pobreza por lo que para tener una visión
integral del problema vale la pena complementar el análisis con enfoques alternativos. Aquí se
proponen dos. El primero es la definición estándar de pobreza multidimensional, estimada mediante
el método de necesidades básicas insatisfechas (NBI). Bajo este método, se definen como pobres no
solo aquellos que tienen escasos ingresos como para gastar en una canasta básica referencial, sino a
los hogares que presentan alguna de las siguientes características: no tienen acceso a una vivienda
14
adecuada (por materiales de construcción o hacinamiento), a servicios de saneamiento, a servicios
educativos para los niños o experimentan presión económica a través de tasas de dependencia
elevadas. La idea detrás de este esfuerzo es que las NBI deberían reflejar las condiciones
estructurales de pobreza; y el ingreso, las condiciones coyunturales. Por ello, una utilidad del método
será identificar la proporción de individuos que si bien no son pobres monetarios (hoy no son
pobres) sí son pobres por NBI (es decir, presentan condiciones de vida que los ponen en riesgo). A
este grupo lo denominaremos como pobres estructurales. La segunda es una aproximación a la
pobreza subjetiva; es decir, aquellas personas que independientemente de su nivel de ingresos se
consideran pobres. Al igual que en el caso anterior, la medida de interés son aquellos hogares que, si
bien tienen ingresos por encima de la línea de pobreza, se autodefinen como pobres, por lo que
estarían revelando de una u otra forma alguna condición de insatisfacción con su nivel de vida. A
este grupo lo denominaremos pobres subjetivos netos.
Pobreza según NBI: Población que cumple con al menos una de las siguientes condiciones: vivienda
inadecuada (paredes exteriores de estera; pisos de tierra y paredes exteriores de quincha, piedra con barro,
madera u otros materiales; o viviendas improvisadas), hacinamiento (más de tres personas por habitación
para dormir), no cuenta con servicio higiénico por red de tubería o pozo ciego, niños entre seis y 12 años
en el hogar que no asisten a la escuela o alta dependencia económica (más de tres individuos por persona
empleada y jefe de hogar con educación primaria incompleta).
Pobreza estructural: Población no pobre según el método monetario, pero pobre bajo el método no
monetario (NBI).
15
durante el último gobierno, la proporción de la población que se percibe pobre se ha mantenido
constante alrededor del 26%. En el caso de la tasa de pobreza subjetiva neta, se tiene que durante el
periodo 2011-2015 la tasa de pobreza subjetiva neta se ha incrementado ligeramente (dos puntos
porcentuales): pasó de 15% en el 2011 a 17% en el 2015. En otras palabras, si es que el análisis de la
pobreza transciende lo monetario e incluimos otras consideraciones de bienestar, aparecen factores
de riesgo que llaman la atención y podrían estar correlacionados con cierta fragilidad en la condición
de superación de la pobreza y, por ende, en su sostenibilidad. Nuestras estimaciones preliminares
arrojan que, entre el periodo 2013 y 2015, el riesgo de retorno a la pobreza –es decir, la proporción
de hogares que retornaron al año siguiente de superarla– bordea el 35%.
Gráfico 11. Evolución de la pobreza monetaria, subjetiva bruta y subjetiva neta en el Perú, 2004-
2015
(Porcentaje de la población total)
70%
59%
60% 56%
49%
50% 42%
39% 37%
40% 37% 34% 34%
31%
28% 26%
30% 24% 23% 22%
32% 29% 27% 28% 26% 26% 25% 26%
20% 25%
Pobreza subjetiva bruta: Población cuyos ingresos observados son inferiores al ingreso mínimo
subjetivo, que de acuerdo a la Enaho se mide como: “¿En cuánto estima usted el monto mínimo
mensual necesario que requiere su hogar para vivir?”.
Pobreza subjetiva neta: Población pobre bajo el enfoque subjetivo, pero no bajo el enfoque
monetario.
16
Gráfico 12. PBI per cápita 2004 vs. variación promedio anual del PBI per cápita 2004/2014
9%
var. prom. anual del PBIpc 2004/2014 7%
5%
3%
1%
Fuente: INEI
Elaboración propia
Gráfico 13. Evolución del gasto real per cápita según quintiles:
2006/2011 vs. 2011/2015
(Variación porcentual)
50% 44%
40%
40%
33%
30% 27%
22%
20% 18%
11% 11%
10% 8% 7% 6% 6%
0%
Perú Quintil 1 Quintil 2 Quintil 3 Quintil 4 Quintil 5
%Var. 2006-2011 %Var. 2011-2015
Lo anterior guarda relación con la evolución del coeficiente de Gini (Gráfico 14). Este indicador
mide qué tan desigual está distribuida la riqueza (medida a través del ingreso o del gasto) en una
sociedad. Toma valor de 0 cuando la distribución del ingreso es totalmente homogénea y de 1
cuando es totalmente desigual. Así, lo que se observa es que en el periodo 2004-2015, el coeficiente
de Gini ha pasado de 0,49 en el 2004 a 0,45 en el 2015. La reducción ha sido de 0,04 en una década
y de casi 0,02 en los últimos cinco años. Sobresimplificando el problema de la desigualdad, se
podría intuir que esta se compone de dos tipos: aquella que ocurre, por ejemplo, entre los
departamentos del Perú (intergrupo) –es decir, responde a la pregunta: qué tan distinto es el nivel de
17
vida promedio entre los departamentos– y aquella que ocurre entre los individuos de un mismo
departamento (intragrupo) –que más bien responde a la pregunta: qué tan distinto es el nivel vida
entre las personas al interior de un mismo departamento–. Si hacemos este ejercicio de
descomposición en el caso peruano, verificamos que la desigualdad intragrupo tiende a ser más
elevada y se ha venido reduciendo de manera modesta pero sostenida en los últimos 10 años. La
desigualdad intergrupo es menor y –luego de una caída abrupta en el quinquenio anterior– en los
últimos cinco años se ha mantenido relativamente constante (ver Gráfico 15).
1.00
0.80
0.60 0.49 0.51 0.49 0.50 0.48 0.47 0.46 0.45 0.45 0.44 0.44 0.44
0.40
0.20
0.00
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
Intragrupo Intergrupo
Nota: Corresponde a la descomposición del índice de Atkinson para un parámetro de sensibilidad igual a
1.
En resumen, el crecimiento económico en el Perú ha logrado, en los últimos años, un aumento de los
ingresos medios de los habitantes, siendo este incremento más que proporcional en el caso de las
familias de menores recursos. Este último factor se ha generado tanto por la naturaleza del
18
crecimiento (principalmente en sectores con relativa intensidad de mano de obra: comercio, servicios
y construcción) como por la acción de programas redistributivos (por ejemplo, programas sociales).
Ambos efectos, al interactuar entre sí, producen la reducción de la tasa de pobreza observada en la
última década. En la Tabla 4 y el Gráfico 16 se presenta una aproximación para descomponer la
influencia relativa de ambos. Para ello, se ha llamado ‘efecto crecimiento’ al cambio en la pobreza,
atribuible al aumento medio de los ingresos de los habitantes; y ‘efecto distribución’ al cambio en la
distribución de ingresos, producto de la diferente velocidad a la que crecieron los ingresos de los
más pobres y los más ricos. Como se puede observar, en la última década, el efecto que ha primado
es el de crecimiento, lo que explica alrededor del 65% de la caída en la pobreza. Esto ha sido
particularmente importante en los últimos cinco años, cuando el efecto explicó casi el 80% de la
reducción.
Respecto a los indicadores de educación, se han seleccionado para este balance aquellos referidos a
la cobertura del sistema educativo y los rendimientos o aprendizajes logrados por los estudiantes.
19
Respecto al primer grupo de indicadores, lo que revela la tasa de asistencia a la escuela es que, en
promedio, no existe necesariamente un problema grave de cobertura. De acuerdo con la Tabla 5, al
2015, la tasa de asistencia escolar se encuentra por encima del 80% en todos los niveles educativos
de la educación básica (inicial, primaria y secundaria). La mayor tasa lograda es a nivel primario
(donde bordea el 90%) y las menores son en inicial y secundaria (donde bordea el 80%). Cabe
destacar que, para lograr estos resultados, en los últimos 10 años, la inasistencia escolar en el nivel
inicial se ha reducido de manera sostenida casi 20 puntos porcentuales, al pasar de 60% en el 2006 a
81% en el 2015; y en el nivel secundario, casi 10 puntos, al pasar de 74% hasta 82%, aunque en este
último caso el cambio ocurrió fundamentalmente en el quinquenio anterior.
Tabla 5. Tasa de asistencia escolar según nivel educativo: 2006, 2011 y 2015
2006 2011 2015
Educación inicial 60% 72% 81%
Según sexo
Hombre 60% 73% 80%
Mujer 60% 72% 82%
Según área geográfica
Ámbito urbano 69% 77% 81%
Ámbito rural 46% 61% 81%
Educación primaria 93% 94% 91%
Según sexo
Hombre 94% 94% 91%
Mujer 92% 94% 90%
Según área geográfica
Ámbito urbano 94% 93% 90%
Ámbito rural 92% 95% 92%
Educación secundaria 74% 80% 82%
Según sexo
Hombre 74% 79% 82%
Mujer 73% 81% 82%
Según área geográfica
Ámbito urbano 83% 85% 85%
Ámbito rural 55% 70% 75%
Sin embargo, lo anterior no significa que no existan brechas específicas que no deban tomarse en
consideración. Por ejemplo, es evidente que una tasa de inasistencia del 25% en la secundaria rural
debería llamar atención. Asimismo, de acuerdo al censo escolar del año 2015 elaborado por el
Minedu (ver Tabla 6), el retraso escolar tanto en la educación primaria como en la secundaria refleja
una brecha persistente en el área rural. En la educación primaria, en el área urbana, el 4% de
estudiantes está retrasado en el grado que le corresponde normativamente de acuerdo a su edad;
mientras que, en el área rural, este porcentaje asciende a 15%. Peor aún, en la educación secundaria,
la tasa de retraso escolar rural es tres veces mayor que la urbana. Además, un tema no menor es el
tipo de escuela al que llega ese 80% o 90% de niños y adolescentes que asisten. De acuerdo con el
mismo censo escolar, solo el 16% de escuelas públicas se encuentra en buen estado (es decir, no
necesita ningún tipo de reparación ya sea menor o mayor) y apenas el 40% cuenta con luz, agua y
20
desagüe. Además, solo el 33% de las escuelas públicas (tanto de nivel primario como de secundario)
tiene acceso a internet. Es decir, la infraestructura educativa no cumple con los estándares mínimos
de calidad, lo cual –unido a las condiciones precarias del profesorado, como refieren Mizala y Ñopo
(2016), revelaría una realidad preocupante respecto a la calidad del servicio.
Puesto de esa forma, es más fácil entender cómo es que, a nivel de los resultados educativos, solo la
mitad de los alumnos de segundo de primaria comprende lo que lee y menos de un tercio puede
resolver problemas matemáticos básicos. La situación se vuelve más alarmante si desagregamos
estos resultados según área geográfica (urbano/rural) y tipo de gestión de la escuela
(privada/pública). Mientras que, en el área urbana, el 55% de los alumnos alcanza un nivel
satisfactorio en comprensión lectora y el 29% en razonamiento matemático, en el área rural, estos
porcentajes se reducen a 18% y 12%, respectivamente. Según tipo de gestión educativa, se
encuentran diferencias estadísticamente significativas entre las escuelas privadas y públicas en los
resultados alcanzados en comprensión lectora (61% en escuelas privadas y 45% en públicas), pero
no en razonamiento matemático. Estos resultados son menos alentadores cuando subimos al
siguiente nivel (educación secundaria), pues solo 15% de los alumnos logran un resultado
satisfactorio en comprensión lectora y apenas el 10% en razonamiento matemático.
No obstante, un hecho que no puede pasar desapercibido es que, en los últimos cinco años, los
rendimientos educativos han mostrado un interesante punto de inflexión (Gráfico 17). El desempeño
de los estudiantes ha mejorado de manera sostenida en ambas competencias, tanto en el área urbana
y rural como en las escuelas privadas y públicas. De manera particular, en el periodo 2011-2015, el
desempeño de los alumnos en comprensión lectora ha mejorado en 20 puntos porcentuales, al pasar
de 30% en 2011 a 50% en 2015; mientras que el desempeño en razonamiento matemático ha
mejorado en 14 puntos porcentuales, al pasar de 13% en 2011 a 27% en 2015.
21
Tabla 7. Comprensión lectora y razonamiento matemático según área geográfica y tipo de gestión
educativa, 2007, 2011 y 2015
(% de alumnos de segundo de primaria que alcanzan un nivel satisfactorio)
2007 2011 2015
Comprensión lectora 16% 30% 50%
Según área
Ámbito urbano 21% 36% 55%
Ámbito rural 6% 6% 18%
Según tipo de gestión
Privado 33% 50% 61%
Público 12% 23% 45%
Razonamiento matemático 7% 13% 27%
Según área
Ámbito urbano 9% 16% 29%
Ámbito rural 5% 4% 12%
Según tipo de gestión
Privado 11% 19% 25%
Público 6% 11% 27%
Fuente: Minedu-Evaluación Censal de Estudiantes 2007, 2011 y 2015
Elaboración propia
Respecto a los indicadores de salud, el primero que vale la pena anotar es la cobertura del
aseguramiento universal. Al respecto, según el Gráfico 18, la población sin seguro en el Perú se
ubica alrededor del 30%, la mitad de la registrada en el 2006. El principal responsable de esta
tendencia ha sido el SIS, focalizado sobre todo en la población pobre y vulnerable. De acuerdo con
las tendencias mostradas, la cobertura de este sistema de financiamiento de la salud ha
experimentado tres impulsos importantes. El primero fue la creación del mismo durante el gobierno
de Alejando Toledo. El segundo fue su ampliación durante la gestión de Alan García, duplicando su
cobertura de 15% a 30%. Finalmente, Ollanta Humala retoma la senda de crecimiento hasta llevarlo
a casi el 45% de la población (50% de acuerdo al registro del SIS).
22
Gráfico 18. Evolución del aseguramiento en salud, 2006-2015
(% de la población total)
70%
62%
58%
60%
50% 46%
44%
40% 38% 39%
40% 37% 36% 35%
34% 32% 31%
28% 27%
30%
28% 30% 30% 30%
25% 25% 26% 27% 29%
20% 23%
15% 17%
10%
2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
23
Lo anterior incide en las labores de atención recuperativas, pero sobre todo en las preventivas, con
incidencia en dos indicadores clave: nutrición infantil (Gráfico 19) y anemia (Gráfico 20). En el
caso de la desnutrición crónica infantil (DCI), se encuentran resultados positivos. Entre el 2011 y el
2015, la DCI ha caído en seis puntos porcentuales, casi dos puntos por año, al pasar de 20% en 2011
a 14% en 2015. No obstante, en el último año, se observa cierta estabilización de la caída, producto
sobre todo del ligero incremento de la DCI en zonas urbanas. En el caso de la anemia, se observa
una preocupante tendencia al alza (especialmente en la anemia leve), que recién se estabiliza en el
último año. En el periodo 2011-2014, la anemia infantil se incrementó en cinco puntos porcentuales,
al pasar de 31% en 2011 a 36% en 2014. En el año 2015, este indicador se redujo en tres puntos
porcentuales, por lo que actualmente se sitúa en 33%.
0%
2010 2011 2012 2013 2014 2015
Perú Urbana Rural
Fuente: INEI-Endes 2010-2015
Elaboración propia
24
En cuanto a infraestructura social, los avances realizados por la gestión anterior han sido
importantes. En los últimos cinco años, el porcentaje de hogares que cuenta con todos los servicios
básicos (es decir, agua, saneamiento, electrificación y telecomunicaciones –telefonía fija, móvil y/o
internet–) aumentó en nueve puntos porcentuales, al pasar de 57% (2011) a 66% (2015) durante el
periodo evaluado (Gráfico 21). Este es un avance importante, considerando que el acceso a servicios
básicos en el área rural se ha triplicado en menos de cinco años (de 6% en 2011 a 21% en 2015), y
que las brechas de acceso que persisten en las zonas urbanas se han continuado cerrando (de 75% en
2011 a 80% 2015). A pesar de estos avances, la brecha entre lo urbano y lo rural continúa siendo de
casi 60 puntos porcentuales, lo cual constituye uno de los principales obstáculos para el desarrollo.
25
Tabla 9. Acceso a servicios básicos según área geográfica: 2006, 2011 y 2015
(Porcentaje del total de hogares)
Servicios Variación
2006 2011 2015
2011-2015
Agua1/ 72% 77% 86% 8pp
Ámbito urbano 86% 91% 92% 2pp
Ámbito rural 36% 38% 65% 26pp
Saneamiento2/ 57% 66% 74% 8pp
Ámbito urbano 77% 84% 87% 3pp
Ámbito rural 6% 12% 32% 20pp
Electrificación 80% 90% 94% 4pp
Ámbito urbano 96% 98% 99% 0pp
Ámbito rural 40% 64% 78% 14pp
Telecomunicación3/ 44% 80% 89% 9pp
Ámbito urbano 59% 90% 94% 4pp
Ámbito rural 4% 51% 74% 23pp
1/Abastecimiento de agua a través de red pública dentro o fuera de la vivienda y/o pilón de uso
público.
2/Acceso a un sistema de saneamiento conectado a red pública dentro o fuera de la vivienda y/o pozo
séptico.
3/Incluye acceso a telefonía fija y/o móvil y/o acceso a internet.
6. Conclusiones
Primero, entre los principales aspectos positivos, sobresale la (oportuna) reformulación de la política
social. También destaca el incremento paulatino de los programas sociales bajo el enfoque de PpR.
Ello significó un impulso inicial en la modernización del gasto social, a través del ordenamiento de
las intervenciones de acuerdo a modelos causales y la mayor importancia otorgada a la evidencia
empírica en la formulación de políticas públicas. Si bien lo anterior genera la expectativa de una
nueva cultura de diseño y mejora continua de los programas sociales, el uso de evaluaciones (de
diseño, procesos e impacto) en la toma de decisiones no es una práctica todavía generalizada, por lo
26
que es preferible ser cautos al respecto. Una primera línea de acción en el corto plazo será retomar y
reforzar estas agendas.
Segundo, se debe reconocer que las principales dificultades del Gobierno estuvieron asociadas a la
implementación de la estrategia donde la curva de aprendizaje para alinear los aspectos operativos
con la complejidad del diseño se prolongó por casi medio mandato. Superada esa etapa, hoy se
tienen programas sociales con procesos certificados, pero la lección a aprender para la nueva
administración debe ser que las mejoras o innovaciones sobre las políticas públicas sean
implementadas sobre la base de pilotos de experimentación y posterior escalamiento cuando las
evaluaciones pertinentes lo indiquen. Además, dicho escalamiento requiere de la implementación
relativamente rápida de sistemas de focalización y monitoreo, que respondan a la complejidad o
simplicidad de la intervención, lo cual, si bien no niega la necesidad de un sistema común, llama la
atención sobre la necesidad de algún nivel de especificidad para cada programa. Hoy por hoy, esta
práctica es más una excepción que una regla entre las diferentes intervenciones que componen la
estrategia.
Tercero, se deben retomar los aspectos que quedaron pendientes de las reformas. El principal, desde
nuestro punto de vista, fue la articulación. Como se ha comentado previamente, un eje central de la
estrategia Incluir para Crecer de la gestión de Ollanta Humala era el esquema de coordinación de
políticas entre diferentes sectores (Midis, Minedu, Minsa, MVCS, etc.) y niveles gubernamentales
(central, regional y local), de modo que se aprovechen sinergias para potenciar resultados. El
esquema planteado para asegurar la articulación de la política social fue la creación del Sinadis, el
cual no fue puesto en funcionamiento. Se puede insistir en el Sinadis (liderado por el Midis), otro
arreglo institucional (liderado desde la PCM) o cualquier combinación de los anteriores por ser
explorada, que con el adecuado respaldo político podría entrar en funcionamiento relativamente
rápido.
Cuarto, existen diferentes innovaciones sobre las cuales se puede trabajar. Algunas de ellas ya han
formado parte de la agenda de la gestión anterior, con diferente grado de importancia. En primer
lugar, la articulación de lo social con lo productico, a través de la implementación del proyecto Haku
Wiñay como el esquema de graduación de Juntos, debería permitir el aumento de los ingresos
autónomos de los hogares y su salida (de forma sostenible) de la condición de pobreza (Trivelli
2016b). De este modo, durante la nueva gestión se esperaría un proceso de escalamiento de Haku
Wiñay, que quizás valga la pena llevar adelante condicionado a su potencial de generación de
ingresos. En segundo lugar, y asociado con lo anterior, se deberán explorar alternativas de
intervención que vinculen lo productivo con lo comercial. Si tomamos en cuenta que uno de los
principales cuellos de botella de los hogares pobres es el acceso a mercados, el potencial de
generación de ingresos autónomos de intervenciones que terminan en la mejora de las condiciones
de oferta estará limitado si es que no se acompaña de estrategias de vinculación de los productores
con su demanda relevante. En tercer lugar, a nivel de servicios sociales, insistir en educación
profundizando los planes de acción de este sector es una buena idea. Sin embargo, los logros en
términos de mejora de los aprendizajes pueden tener una restricción por la relativa estabilización de
la desnutrición y el avance de la anemia. Cada vez va a ser más difícil avanzar un punto adicional en
los rendimientos si es que no se profundizan avances en estas dos variables. En cuarto lugar,
asociado con lo anterior, toda vez que la desnutrición y la anemia, así como la salud materno-
infantil, son objetivos en sí mismos, deberán diseñarse políticas específicas que refuercen la calidad
de la atención en el nivel primario de atención en salud.
Quinto, es preciso incluir en el debate de lucha contra la pobreza estrategias específicas contra la
vulnerabilidad que genera la pobreza urbana –caracterizada más que por la falta de ingresos, por la
inseguridad de los mismos–. Por ejemplo, tópicos como inserción laboral, precariedad de la
vivienda, formalización de la propiedad, planificación de barrios marginales, vulnerabilidad en la
27
salud o inseguridad ciudadana, destacados previamente por la literatura –ver, por ejemplo, Baker
(2008)–, podrían vincularse estratégicamente con las estrategias de protección social e inclusión
financiera impulsadas desde el Midis. Asimismo, en el otro extremo del espectro, se debe empezar a
debatir la forma de atender con políticas de inclusión social a la zona rural dispersa, que es aquella
menos vinculada con los mercados y donde los servicios sociales son prácticamente inexistentes.
28
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− Proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai: http://intranet.foncodes.gob.pe/haku2016/
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