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INTRODUCCIÓN

PENA DE MUERTE

¿Justa o injusta?

En nuestra opinión, siendo contradictoria; estando de acuerdo en aquellos casos


donde se hallan pruebas irrefutables que comprueben que el acusado es,
indudablemente, culpable. Y oponiéndose en aquellos casos donde, debido a la
justicia incierta, culpables quedan en libertad, mientras inocentes son declarados
culpables y ejecutados, como se evidencia en la película “Milagro Inesperado - The
green Mile”, donde el protagonista; John Coffey es ejecutado en la silla eléctrica, a
pesar de haberse demostrado su inocencia.

Elegimos este tema porque consideramos que es muy interesante para tratarlo, se
encuentra, además, íntimamente relacionado con la ética.
Nos ayuda a reflexionar, informarnos y conocer en profundidad un tema tan
controversial y con variedad de opiniones, teniendo éstas argumentos válidos que
nos llevan a la duda sobre si es correcto o no lo es.

La pena de muerte se define como el castigo irreversible que una autoridad impone
a la persona responsable de una falta o delito, conociéndose estos últimos como
delitos capitales. Entre estos delitos se encuentran el asesinato, parricidio,
homicidio. En determinados países la pena capital se utiliza por crímenes de guerra;
espionaje, tortura, asesinato en masas, etc.

Esta práctica —abolida en la mayoría de los países— ha generado diversas


opiniones y controversia entre los ciudadanos; mientras algunos sostienen que
reduce los crímenes, evita su repetición y castiga a los infractores. Otros afirman
que la pena de muerte no disminuye el nivel de crímenes y atenta contra el derecho
fundamental del ser humano; vivir. Esto nos lleva al planteo de nuevas
interrogantes; ¿el asesino es quien mata o quien condena a pena de muerte? ¿Es la
pena capital concebida como un asesinato? ¿Existe una diferencia entre ambos?
Los argumentos que colaboran con la defensa de ambas opiniones serán
mencionadas a lo largo de este ensayo, tocando temas tales como la religión y el
racismo.

BIBLIOGRAFÍA:

-La pena de muerte (Albert Camus)

-De los delitos y las penas de muerte (Cesare Beccaria)

-Aplicación de la pena de muerte (Carlos Alberto Voloj Pereira)


La pena de muerte se ha dado a lo largo de la historia de diversas maneras, yendo
desde la lapidación hasta la inyección letal. Todas estas ejecuciones utilizadas para
castigar a través de la muerte —con o sin dolor— a los culpables de diversos
crímenes.

A continuación presentaremos y analizaremos argumentos que nos llevan a estar


tanto a favor como en contra de esta pena.

Consideramos que la pena capital sería inviable debido, principalmente, a que viola
el principal derecho del hombre; vivir. Es además un atentado contra otros derechos
humanos como la integridad; algunos acusados son torturados, dependiendo de la
pena sienten un profundo dolor que en ocasiones puede llevarlos a la muerte, se les
impone un castigo tal que hasta el día de la ejecución, los acusados sufren
numerosas pesadillas, ataques de pánico y algunos optan por el suicidio. Se atenta
además contra el derecho al bienestar físico y mental por las razones mencionadas
anteriormente.

Es visto por diversos escritores como Albert Camus, como “una pena inútil y nociva”
que provoca más daño del que intenta reparar. Al ser un castigo que somete y
humilla física y psicológicamente al acusado.

“No es útil la pena de muerte por el ejemplo que da a los hombres de atrocidad. Si
las pasiones o la necesidad de la guerra han enseñado a derramar la sangre
humana, las leyes, moderadoras de la conducta de los mismos hombres, no
debieran aumentar este fiero documento, tanto más funesto cuanto la muerte legal
se da con estudio y pausada formalidad. Parece un absurdo que las leyes, esto es,
la expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, lo cometan
ellas mismas”. Expresa Cesare Beccaria en su libro “De los delitos y las penas de
muerte”.

Estamos a favor del pensamiento de éste escritor debido a que plasma ideas muy
claras y desde un punto de vista acertado; ¿Qué tanta ética hay en condenar un
asesinato actuando de la misma forma? Analizando la condena de ésta forma y
basándonos en décadas o siglos atrás en el tiempo, podemos decir que fomenta la
violencia, tomando en cuenta que —antiguamente— las ejecuciones se hacían de
forma pública y numerosas personas sentían cierta fascinación o morbo por
presenciar estos actos.

Consideramos que las palabras de Cesare Beccaria se relacionan con el


pensamiento de Camus, ya que los dos se oponían a la pena capital por
considerarla inútil y nociva —explicado anteriormente—.
La opinión del filósofo nos genera una nueva interrogante; ¿es la pena de muerte
concebida como un asesinato?
Mientras otros escritores y filósofos afirman que “Un criminal muerto evita que otros
cometan el mismo crimen”. Estadísticamente, las tasas de mortalidad no disminuyen
sino que se mantienen en un mismo nivel. Por tanto, aunque algunas civilizaciones y
países utilicen ésta pena como método de prevención o para evitar que otras
personas cometan nuevos crímenes debido al miedo de que —según su opinión—
puedan ser ejecutados.
Ésta hipótesis ha sido desmentida por numerosas investigaciones que, como hemos
dicho, afirman que los crímenes siguen cometiéndose, sin importar que la pena de
muerte esté vigente.

La pena de muerte es además, de carácter discriminatorio debido a que


usualmente se aplica de forma desproporcional a personas con menores recursos
económicos que, al no ser capaces de pagar una buena defensa, suelen ser
arrestados de forma injusta y sin pruebas suficientes. Discrimina de igual forma a
miembros de diversas comunidades étnicas, religiosas y raciales.

El racismo a menudo influye en la condena; en países considerados racistas como


Estados Unidos, 7 de cada 10 condenados a pena capital eran negros. Y en su
mayoría los casos eran cerrados sin pruebas suficientes o la realización de
investigaciones correspondientes. Acusados blancos tenían más probabilidad de
recibir cadena perpetua en lugar de ser ejecutados que aquellos acusados negros,
lo que supone un enorme problema cuando se habla de una pena de muerte justa y
sin la condena de inocentes.

La religión suele ser un factor de negación a la pena de muerte, si bien la propia


Biblia suele ser contradictoria, la mayoría de quienes profesan una religión
argumentan; “Nadie es Dios para decidir quién vive o quién muere, aunque ellos
mismos hayan desobedecido ésta ley”. Lo que, aunque no profundizaremos en este
ensayo; consideramos un argumento válido.

Para que esta pena sea totalmente justa, el juez a cargo de la sentencia debe de ser
aquel que éste lo suficientemente preparado para sobrellevar una responsabilidad
tal como la pena de muerte. Tiene la responsabilidad de que el condenado sea
indudablemente culpable, con todas las pruebas correspondientes y la certeza de
que la condena no sea impuesta en un inocente. También es completamente
necesario que el juez a cargo de castigar no sea racista, clasista, homofóbico,
xenofóbico, misógino ni misándrico, o ningún otro tipo de discriminación.

El principal riesgo que presenta la pena de muerte es su carácter irreversible, por


tanto, si se ejecuta a un inocente, éste no tendrá la oportunidad de volver a ser
juzgado y conseguir su libertad.
En ocasiones, aunque haya pruebas de que el culpado es inocente, nunca se lo
admite por miedo a que la pena sea rechazada por la población.
No obstante, consideramos que la pena de muerte puede ser viable debido al
peligro que existe de que el reo se dé a la fuga y vuelva a cometer el delito por el
cual fue apresado, o quizá de forma más agravada.
Por tanto se corre el riesgo de que el acusado no sólo vuelva a cometer el mismo
delito, sino que tome represalias contra su anterior víctima o las personas por las
cuáles fue detenido.

Si bien aún se corre el riesgo de ejecutar un inocente, este riesgo es menor debido
a los avances técnicos en las investigaciones, con la existencia de garantías
jurídicas, tales como las apelaciones, la revisión obligatoria de la sentencia de
muerte, etc.

El filósofo argentino Alejandro Rozitchner, expresó, en 2010: «estoy a favor de la


pena de muerte. Si consideramos un caso de la violación de un menor seguida de
muerte, ¿qué haríamos con quien cometió el crimen? ¿Conversar con él, hasta que
acepte que hizo mal? ¿Tenerlo encerrado, alimentarlo a expensas del Estado, de
ese Estado que no logra alimentar a los chicos pobres del país? Corresponde que
pague con su vida. Hay cosas graves, que tienen consecuencias y no hay vuelta. Lo
irreparable existe, apareció en el crimen y puede y debe aparecer nuevamente en la
pena».
En gran parte estamos de acuerdo con el filósofo, ya que el Estado paga la
alimentación de los presos, brinda estadía y seguridad, mientras que hay personas
—en su mayoría niños— que están pasando hambre, no tienen un lugar donde vivir,
y generalmente son las personas más indefensas que pueden ser víctimas de estos
criminales.

Estaríamos de acuerdo en casos extremos tales como asesinatos en masa, tortura y


violaciones. Según estadísticas, la violación afecta a infantes (44%), adolescentes
(24%), adultos (29%) y sin especificar edad (3%).

La violación es un delito por el cual se debe castigar con pena de muerte debido a
los numerosos daños, completamente irreversibles que ésta deja; las víctimas de
éste crimen suelen tener miedo, problemas para dormir, pesadillas, confusión,
sentimientos de culpa, vergüenza, ira junto con la incapacidad de manejar estas
emociones. En el caso de los infantes, sufren dolores intensos de
estómago, problemas de concentración, dolores fuertes de cabeza, trastornos en el
sueño, junto con una extremadamente baja autoestima, odio a su propio cuerpo,
depresión, fobias, ansiedad, comportamientos auto-agresivos y autodestructivos,
llegando a mutilarse con cortaduras, quemaduras o golpes, llevándolos incluso a
acabar con su propia vida.
Cuando se vuelven adultos, generalmente presentan un cuadro de estrés
postraumático crónico. El miedo y la desconfianza persisten y el hecho puede
reaparecer en pesadillas y escenas intrusivas de recuerdo.
Muchas de las víctimas tratan de protegerse de estos síntomas dolorosos
apartándose de las relaciones sexuales. Padecen depresión crónica y a veces se
ven impulsadas a buscar alivio en todo tipo de adicciones (pastillas,
alcohol), episodios de automutilación y tentativas de suicidio.

Éstas fueron algunas de las razones por las cuales estamos tanto a favor como en
contra de la pena capital.
CONCLUSIÓN

Ésta pena debe ser efectuada en casos extremos, y con las pruebas irrefutables
para no cometer el error de condenar a un inocente.
Pero sabiendo que el culpado también es un ser humano, con el mismo derecho de
todos; vivir (a pesar de que su delito haya sido asesinato). También, el hombre
como un ser pensante, tiene derecho al arrepentimiento y al perdón.
No obstante, consideramos que debe ser aplicada en casos extremos como
asesinatos en masa y violaciones, debido a que el daño impuesto es irreversible y
en múltiples casos; mortal.

Como mencionamos en el ensayo; numerosos factores influyen en considerar la


pena de muerte como una propuesta no viable para la sociedad o la persona, yendo
desde el atentado a los derechos humanos, la enseñanza de una atrocidad vista
correcta desde la ley y para la sociedad, utilizando el racismo y la religión, dónde en
el primero se ven afectados por las leyes, jueces o una población injusta que los
condena por el color de su piel sin tener pruebas o investigaciones
correspondientes. Mientras que el segundo se basa en la creencia de un Dios
responsable de dar o quitar la vida.

Influye, además, el factor de la pobreza y la falta de alimentos en niños y personas a


nivel mundial. Donde tanto trabajadores, estudiantes, filósofos y escritores
argumentan que mantener a un criminal —entiéndase asesinos y violadores;
crímenes atroces— favorece en quitarles alimentos, abrigo o un hogar a personas
que, por una u otra razón, no tienen. Otras personas sostienen que la pena de
muerte es una salvación en lugar de un castigo para el criminal, debido a que al
morir la persona no piensa en el daño que hizo ni siente remordimiento o culpa.

Los argumentos que defienden ambas posturas son muy variados, los que se
encuentran a favor argumentan los múltiples daños que el criminal le dejó a una
más personas que fueron sus víctimas, y que, como ya mencionamos, consiste en
un gasto para el Estado.

Nosotros nos encontramos de acuerdo —dependiendo la persona— con ambas


posturas, consideramos que nadie debería morir con dolor y sufrimiento, que la
pena de muerte suele ejecutar inocentes y eso consideramos una razón por la que
no estamos de acuerdo. No obstante, sí apoyamos que la pena capital se aplique a
asesinos, torturadores y violadores, principalmente a éstos últimos, tomando en
cuenta la impresionante cantidad de daños irreparables y secuelas que sus
acciones le dejan a sus víctimas.

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