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La Revolución Industrial

La Revolución Industrial es considerada como el mayor cambio tecnológico,


socioeconómico y cultural ocurrido entre fines del siglo XVIII y principios del
XIX, que comenzó en el Reino Unido y se expandió por el resto del mundo.
En aquel tiempo, la economía basada en el trabajo manual fue remplazada por
otra dominada por la industria y manufactura de maquinaria. La revolución
comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los
procesos del hierro. La expansión del comercio era fomentada por el
mejoramiento de las rutas y, posteriormente, por el ferrocarril. La introducción
de la máquina a vapor y una poderosa maquinaria (mayormente relacionada a
la industria textil: la rudimentaria Spinning Jenny) favorecieron los drásticos
incrementos en la capacidad de producción. El desarrollo de maquinaria en las
dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura para una mayor
producción de artefactos utilizados en otras industrias.

El desarrollo de las ciudades europeas fue escaso, hasta el siglo XVII, con
algunos centros de población, de cerca de 50 mil habitantes, organizándose las
actividades productivas en torno de las aldeas. Para mediado del siglo XVIII
se presentan cambios, con un incremento general de la población, debido al
descenso de la mortalidad, lo que impulsará la emigración de la población
rural hacia los centros urbanos.
Como en toda sociedad rural, estas sociedades preindustriales europeas,
presentaron una constante situación de inestabilidad entre el crecimiento de la
población y los recursos disponibles, por lo que el incremento de la
mortalidad, especialmente infantil, establecía los límites del posible
crecimiento poblacional; ya que, periódicamente, se sucedían crisis al
reducirse la producción agrícola, afectada por la sucesión de malas cosechas,
lo que conducía a la escasez de alimentos que producían hambrunas que, a su
vez, generaban las condiciones para la aparición de enfermedades epidémicas,
que se difundían rápidamente entre una población debilitada, generándose así
catastróficas mortandades.

La organización económica de las sociedades preindustriales europeas fue de


carácter rural, de base agraria, con una estructura de la propiedad de carácter
señorial, caracterizada por la existencia de grandes propiedades o latifundios,
cuyos poseedores recibían los beneficios del trabajo de una extensa masa
campesina, que integraba la mayoría de la población económicamente activa;
mientras que el desarrollo manufacturero era de tipo artesanal, conservando
características gremiales corporativas y el comercio interior era escaso, debido
a comunicaciones deficientes y la inexistencia de un mercado interno
desarrollado.

Las causas de la Revolución Industrial son complejas, con algunos


historiadores viéndola como el momento en el que se dejó atrás los cambios
sociales e institucionales surgidos en el fin de la etapa feudal británica después
de la Guerra Civil Inglesa en el siglo XVII. Como los controles fronterizos se
hicieron más efectivos, la propagación de enfermedades disminuyó
previniendo epidemias como las ocurridas en tiempos anteriores. La
Revolución agrícola Británica hizo además más eficiente la producción de
alimentos con menor trabajo intensivo, alentando a la población que no podía
encontrar trabajos agrícolas a tomar empleos relacionados con la industria y,
por ende, originando un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades
así como un nuevo desarrollo en las fábricas. La expansión colonial del siglo
XVII acompañada del desarrollo del comercio internacional, la creación de
mercados financieros y la acumulación de capital son considerados factores
influyentes, como también lo fue la revolución científica del siglo XVII.

Este cambio en la propiedad se acompaño de innovaciones tecnológicas,


impulsadas por los cambios en el pensamiento europeo hacia una visión del
mundo más racional y empírica, que fueron promovidos por una nueva
burguesía empresarial agrícola, para suplir el comercio internacional que había
sido desarrollado en el siglo XVII, derivado del gran desarrollo del
colonialismo; lo que permitió el gradual abandono del barbecho, a raíz de la
puesta en práctica del Sistema Norfolk,1 con mejoras en los útiles de labranza,
además de introducirse nuevos cultivos para volver más productiva la tierra,
como la alfalfa, papa, el maíz, los nabos y plantas forrajeras como el trébol;
basándose el nuevo esquema productivo en la producción de forrajes y raíces
y combinándola con la intensificación de la práctica de la selección de
semillas y animales, y la utilización de los abonos animales para fertilizar los
suelos;2 que alcanzaría su auge entre 1840 y 1880.

La primera Revolución Industrial, también conocida como Revolución


Científico Tecnológica (RCT), se gestó durante casi 300 años, pero su
expresión tecnológica se dio en la revolución industrial y sus efectos se
prolongan hasta 1780.
El término Revolución Industrial sólo se utiliza para los Estados que pusieron
en marcha el proceso. Se utiliza el de industrialización para los demás estados
que van importando las nuevas técnicas.
Existieron una serie de factores para hacer posible dicha revolución:
endógenos o internos (inventos e innovaciones, políticas adecuadas,
dinamismo en los empresarios, acumulación de capital), y exógenos o
externos (transportes, crecimiento de la población, modernización de la
agricultura, educación) Seis fueron las circunstancias económico-sociales
asociadas a esta primera RCT: La descomposición de la sociedad feudal, el
desarrollo del capital comercial (la nueva industria está cimentada en el
maquinismo y en las fábricas que sustituyen los pequeños talleres), el
desarrollo de las relaciones comerciales marítimas, el impulso de la industria
pesada (minera y metalúrgica), revolución agrícola (gracias a la industria
química: abonos, fertilizantes...) y desarrollo de la industria química.
Analizamos los más importantes:
* Revolución agrícola: aumento progresivo de la producción gracias a la
inversión de los propietarios en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además
de la mejora del uso de fertilizantes.

Por otra parte, diversos empresarios agrícolas, con formación académica,


inician investigaciones científicas para mejorar la producción; como las
realizadas en Francia por Henri Louis Duhamel du Monceau (1700-1782),
para mejorar el cultivo del azafrán en 1728. Dentro de las innovaciones
tecnológicas apareció la irrigación de los campos de cultivo y el arado con
vertedera y reja de hierro, entre 1785-1803; además de multitud de equipo
agrícola mecánico, como la sembradora de Jethro Tull;3 la desmontadora de
algodón de Eli Whitney (1765-1825), en 1794, máquina que separaba la fibra
de la semilla; la cosechadora de Cyrus Hall McCormick (1809-1884) de 1834;
además de iniciarse el desarrollo de los primeros conceptos para un vehículo
de tracción, basado en la máquina de vapor, que posteriormente conducirían a
su uso en tractores y, más tarde, en 1889, a la introducción del motor de
combustión interna en maquinaria agrícola, como el primer tractor a gasolina
desarrollado por L. F. Burger, que impulsaba trilladoras.
Estos cambios e innovaciones permitieron que la producción agrícola
aumentara significativamente durante el siglo XVIII; lo que incrementó los
excedentes de alimentos que, a su vez, generaron un incremento de la
población, mayores excedentes de mano de obra para el desarrollo del agro y
para la naciente industria; todo ello impulsado por el incremento de las
ganancias de los grandes terratenientes, quienes las invertirían en el desarrollo
industrial.
No es despreciable el efecto que generó el progreso de la medicina, con los
avances en la asepsia y el desarrollo de las primeras vacunas,4 para lograr un
crecimiento de la población europea, mediante el incremento de los
nacimientos y la disminución de las pandemias.

La revolución industrial generó también un ensanchamiento de los mercados


extranjeros y una nueva división internacional del trabajo (DIT). Los nuevos
mercados se conquistaron mediante el abaratamiento de los productos hechos
con la máquina, por los nuevos sistemas de transporte y la apertura de vías de
comunicación, así como también, mediante una política expansionista. Entre
1830 y 1880, las principales guerras fueron de tipo colonialista, en la India,
China, Turquía, Sudán, Persia, Afganistán, Rusia Oriental y México.

El Reino Unido fue el primero que llevó a cabo toda una serie de
transformaciones que la colocaron a la cabeza de todos los países del mundo.
Los cambios en la agricultura, en la población, en los transportes, en la
tecnología y en las industrias, favorecieron un desarrollo industrial. La
industria textil algodonera fue el sector líder de la industrialización y la base
de la acumulación de capital que abrirá paso, en una segunda fase, a la
siderurgia y al ferrocarril.
A mediados del siglo XIX, la industria británica tenía sólidas bases y con una
doble expansión: las industrias de bienes de producción y de bienes de
consumo. Incluso se estimuló el crecimiento de la minería del carbón y de la
siderurgia con la construcción del ferrocarril. Así, en Gran Bretaña se
desarrolló de pleno el capitalismo industrial, lo que explica su supremacía
industrial hasta 1870 aproximadamente, como también financiera y comercial
desde mediados de siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial (1914). En el
resto de Europa y en otras regiones como América del Norte o Japón, la
industrialización fue muy posterior y siguió pautas diferentes a la británica.

Lozano Cámara Jorge (2005), “Op. cit.

http://www.claseshistoria.com/antiguoregimen/imagenes/%2Bgraficodemogra
fia.gif La sustitución del trabajo manual y de su sistema de trabajo, con la
incorporación de las máquinas a los procesos productivos, tanto en las
actividades agropecuarias como en los talleres artesanales y una novedosa
división del trabajo, significó un ahorro en la utilización de la mano de obra al
reducir el número de operarios requeridos para las actividades económicas,
además de reducir los gastos en salarios y en todo el proceso de producción de
los artículos y el tiempo requerido para producir los bienes; el impacto social
de estas transformaciones se manifestó en la baja de los precios de los propios
productos, que impulsó un incrementó de la producción y el número de
consumidores.

Esto fue posible, debido al desarrollo tecnológico que se generalizaron en la


Inglaterra del siglo XVIII, sustentados en el cambio generado por una visión
racionalista y utilitaria del mundo y la vida, que se apoyó en conocimientos y
conceptos científicos que eran conocidos desde hacía siglos.

En sus inicios la Revolución Industrial, en sus aspectos técnicos, fue un


proceso simple y sin que requiriera una inversión excesiva, ya que lo
verdaderamente nuevo consistió en las novedosas aplicaciones de esos
conocimientos al sistema productivo.

La máquina de vapor, los ferrocarriles y los barcos de vapor


Las innovaciones técnicas fueron desarrolladas en el campo de la generación y
aplicación de la energía, a partir de la utilización preindustrial de la energía
del viento y la hidráulica y, más adelante con la máquina de vapor
desarrollada por James Watt (1736-1819), basado en un primer desarrollo de
Thomas Newcomen (1664-1729) y su aplicación a los transportes, con la
locomotora de George Stephenson (1781-1848) y los navíos fabricados con
acero y movidos por vapor; diseñados por Isambard Kingdom Brunel (1806-
1859).

Etapas de la Revolución Industrial


La Revolución Industrial estuvo dividida en dos etapas: La primera del año
1.760 hasta 1.870, y la segunda de 1.870 hasta 1.914. Todos estos cambios
trajeron consigo consecuencias tales como:
1. Demográficas.
Traspaso de la población del campo a la ciudad (éxodo rural)
Migraciones Internacionales
Crecimiento sostenido de la población
Grandes diferencias entre los pueblos
Independencia económica
2. Económicas.
Producción en serie
Desarrollo del capitalismo
Aparición de las grandes empresas
Intercambios desiguales
3. Sociales.
Nace el proletariado
Nace la Cuestión Social
4. Ambientales.
Deterioro del ambiente y degradación del paisaje
Explotación irracional de la tierra
A mediados del siglo XIX, en Inglaterra se realizaron una serie de
transformaciones que hoy conocemos como Revolución Industrial; dentro de
las cuales las más relevantes fueron:
a) La aplicación de la Ciencia y Tecnología permitió el invento de máquinas
que mejoraban los procesos productivos.
b) La despersonalización de las relaciones de trabajo: se pasa desde el taller
familiar a la Fábrica.
c) El uso de nuevas fuentes energéticas, como el carbón y el vapor.
d) La revolución en el transporte: ferrocarriles y barco de vapor.
e) El surgimiento del proletariado urbano.

El por qué Inglaterra estaba en condiciones de iniciar este proceso se debe a


que hubo una serie de factores que lo favorecían; por ejemplo, contaban con
abundante mano de obra, con yacimientos de carbón, tenía colonias en
ultramar que le proveían de materia primas y contaba con una gran red de vías
fluviales que facilitaban el transporte de mercaderías por el interior de su
territorio. A ese conjunto de factores se suman dos fenómenos paralelos: una
revolución agrícola y otra demográfica. La primera consistió en la aplicación
de nuevas tecnologías y formas de explotación de la tierra; desaparecieron los
pequeños propietarios y las tierras de uso común, a favor de grandes
latifundistas; se incrementó ostensiblemente la producción de alimentos y
también crecieron las rentas de los grandes propietarios que invirtieron en el
proceso de industrialización. La revolución demográfica significó un aumento
notorio y explosivo de la población, fenómeno que nos sólo se desarrollo en
Inglaterra. Las causas de este incremento dicen la relación con el aumento de
la producción de alimentos, el mejoramiento de las condiciones higiénicas de
la población y también se agregarán, mas tarde, los avances en el campo de la
medicina, lo que permitió rebajar las tasas de mortalidad.

La generalización en la construcción de vías férreas fue un hecho para todo el


continente; así, para 1840 existían 10,700 km. en Inglaterra; 6,000 en
Alemania y 3,174 en Francia; mientras que los EUA contaban con 14,500 en
1850. Nacieron como apoyo fundamental para el desarrollo industrial,
reduciendo los costos del transporte de materias primas y productos; sin
embargo, favorecieron la integración de los estados europeos y del resto del
mundo, permitiendo el acceso colectivo a los productos, bienes y desarrollos
del proceso industrial; su impacto en el acceso a fuentes de materias primas,
traslado de personas y los beneficios de la comercialización de bienes a
precios más reducidos y accesibles, fue fundamental para un mayor número de
personas, al mismo tiempo que generalizaba la integración colectiva a un tipo
específico de cultura, por multitud de grupos humanos del planeta, que habían
estado relativamente aislados unos de otros.
Por primera ocasión, desde la existencia de la sociedad dividida en clases
sociales y económicas, junto con los barcos de vapor, permitieron que todos
los grupos sociales compartieran el mismo tiempo histórico, al romper con
aislamientos geográficos, pero manteniendo las diferenciaciones sociales en
compartimientos diferenciados por los costos del uso del transporte; que les
permitía trasladarse, a todos, en el mismo artefacto y compartiendo los
beneficios de la comunicación y el acceso a las oportunidades del intercambio
humano y sus productos culturales.

El expansionismo imperialista de las potencias industriales, europeas y los


EUA, llevarían a Latinoamérica la construcción de vías férreas hacia la
segunda mitad del siglo XIX, al expandir sus mercados y buscar el
aprovisionamiento de materias primas para abastecer su desarrollo industrial.

Principios fundamentales de la industria


Uno de los principios fundamentales de la industria moderna es que nunca
considera a los procesos de producción como definitivos o acabados. Su base
técnico-científica es revolucionaria, generando así, el problema de la
obsolescencia tecnológica en períodos cada vez más breves. Desde esta
perspectiva puede afirmarse que todas las formas de producción anteriores a la
industria moderna (artesanía y manufactura) fueron esencialmente
conservadoras. Sin embargo, esta característica de obsolescencia e innovación
no se circunscribe a la ciencia y la tecnología, sino debe ampliarse a toda la
estructura económica de las sociedades modernas. En este contexto la
innovación es, por definición, negación, destrucción, cambio, la
transformación es la esencia permanente de la modernidad.
El desarrollo de nuevas tecnologías, como ciencias aplicadas, en un receptivo
clima social, es el momento y el sitio para una revolución industrial de
innovaciones en cadena, como un proceso acumulativo de tecnología, que crea
bienes y servicios, mejorando el nivel y la calidad de vida. Son básicos un
capitalismo incipiente, un sistema educativo y espíritu emprendedor. La no
adecuación o correspondencia entre unos y otros crea desequilibrios o
injusticias. Parece ser que este desequilibrio en los procesos de
industrialización, siempre socialmente muy inestables, es en la práctica
inevitable, pero mensurable para poder construir modelos mejorados
Actividades: Primera parte

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