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Bibliografía
Objetivos
Que los alumnos/as:
Conozcan los fundamentos teóricos y las tradiciones vinculadas con el lugar de la escritura
en la enseñanza literaria.
Reflexionen acerca de las prácticas de escritura de los textos de invención como un modo de
apropiarse de conocimientos sobre la literatura.
Reflexionen sobre las vinculaciones entre lectura, escritura y enseñanza literaria.
Muchos de los que iniciamos la carrera docente en nuestra área lo hicimos llevado de la mano
de la literatura. Lectores muchas veces voraces o escritores más o menos clandestinos, es común que
los que transitamos los espacios de formación docente anudamos una relación cercana y afectiva con
el universo literario.
En este sentido, leer, escribir y enseñar literatura son tres prácticas que mantienen, en nues-
tra área, una relación particular. No siempre armoniosa, por supuesto, ya se ha dicho muchas veces
que la docencia no deja tiempo para el lector personal, que mucho de lo que leemos en nuestra vida
difícilmente pasa a la escuela o que a los alumnos suelen interesarles otros temas y otros textos dis-
tintos a aquellos por los que nosotros damos la vida. Sin embargo, también suele pasar lo contrario,
lecturas personales llevadas a la escuela de pronto nos muestran otras posibilidades por fuera del
“canon oficial”, un cuento que leímos y nos gustó nos anima a probar cómo sería trabajarlo con alum-
nos, o también –tal vez menos frecuentemente– una actividad que hicimos alguna vez en un taller lite-
rario nos sirve para hacer que nuestros alumnos escriban.
Por otro lado, a su vez, está la escuela, sus tradiciones y rituales, “eso” que se supone “tene-
mos” que hacer cuando “enseñamos literatura”, leer determinados textos del canon, trabajar ciertos
temas, formular preguntas, proponer tipos de análisis, hacer tareas de escritura, cuestionarios o fina-
les alternativos para los cuentos. Y también las ferias del libro escolares, los talleres literarios o los
escritores en la escuela. Un conjunto de prácticas que vivimos con mayor o menor grado de imposi-
Lectura Obligatoria
BOMBINI, GUSTAVO (2005), “Parte I. Para leer el manual”, en: La trama de los textos.
Problemas de la enseñanza de la literatura, Lugar editorial, Buenos Aires.
Pero para empezar queremos abordar algunas cuestiones vinculadas con una práctica tradi-
cional de nuestra área, la escritura literaria o de ficción. Una práctica histórica, pero también deva-
luada o llena de ambigüedades a la hora de sopesar su importancia y valor en el marco de la enseñan-
za de la literatura.
En términos generales, la escritura es sin dudas una de las actividades escolares centrales en
la clase de lengua y literatura. Todos los días proponemos a los alumnos algún tipo de ejercicio que
involucra la escritura. Sea para trabajar algún contenido, resolver un cuestionario o habilitar un espa-
Leer Atento
“Quizás la ausencia más significativa en los enfoques para la enseñanza de la escritura de los últimos
años sea la experimentación con la lengua, bajo la forma del juego, la poesía, el disparate o el humor.
Como se verá en el artículo dedicado a las relaciones entre gramática y escuela, el predominio de un enfo-
que comunicativo en la enseñanza de la lengua ha subordinado la reflexión gramatical a las prácticas de
comprensión y producción de textos con distintas funciones. La preocupación por trabajar con una diver-
sidad de clases textuales y por promover un desempeño competente en distintas situaciones comunicati-
vas, ha eclipsado el valor que tiene el conocimiento de los niveles inferiores al texto: la oración, la frase,
la palabra. Ese conocimiento, que se obtiene de la manipulación reflexiva de las distintas unidades de la
lengua, la experimentación y la transgresión de sus convenciones, hace a los usuarios más seguros y más
libres, a la vez que tiende un puente hacia la literatura, promoviendo lectores más suspicaces y potencia-
les escritores; su ausencia, como contrapartida, encierra la amenaza de erigir la eficacia comunicativa en
el único objetivo de la producción escrita y de su enseñanza.”
(ALVARADO, 2001, pp. 13-51)
De esta riquísima cita nos interesa particularmente una afirmación que da en el centro de
muchas de las cuestiones que abordaremos en esta materia: la escritura literaria, o mejor dicho, la
escritura de invención y exploración, “tiende puentes hacia la literatura” y promueve “lectores más
suspicaces”. Para Alvarado, como veremos, la enseñanza literaria requiere de este momento en el que
los lectores y escritores “meten la mano”, por decirlo de alguna manera, se enfrentan al texto desde
una posición lúdica y experimental. Podríamos decir: esa posición activa que aparece cuando abri-
mos el juego a la discusión y las interpretaciones múltiples, cuando nos corremos por un momento
de los imperativos de “enseñar los contenidos” y empezamos a escuchar con más atención los signi-
ficados que los lectores empiezan a producir en sus lecturas, a producir y a intercambiar, porque la
gracia del juego consiste en participar en una situación en la que “en la lectura” el texto empieza a
mostrar su complejidad y su polisemia, es decir un modo de significar diferente al de los textos no
literarios. La literatura empieza a mostrarse en su real dimensión de discurso ambiguo, no transpa-
rente y por lo tanto no reductible a los “sentidos literales”, a una serie de “núcleos narrativos” o a “lo
que quiso decir el autor”.
Lo mismo podemos pensar de la escritura lúdica y experimental que propone Alvarado.
“Meter la mano” en la literatura significa aquí la posibilidad de “entrar” al lenguaje desde su lado
Lectura Obligatoria
ALVARADO, MAITE (2001), “Enfoques en la enseñanza de la escritura”, en: Alvarado, Maite (coord.), Entre
líneas. Teoría y enfoques en la enseñanza de la escritura, la gramática y la literatura, Ediciones
Manantial, Buenos Aires, pp. 13-51.
Lectura Recomendada
GIROUX, HENRY (1990), “Escritura y pensamiento crítico en los estudios sociales”, en: Los profesores
como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del aprendizaje, Paidós, Barcelona, pp. 99-120
Actividad
A partir de la lectura de ALVARADO (2001), discuta en el foro qué prácticas actuales de escritura en la
escuela pueden ser relacionadas con los diversos enfoques que reconstruye históricamente esta autora en
su artículo.
Esta tradición a la que nos referimos tiene que ver con el desarrollo de los talleres de escri-
tura en Argentina, especialmente desde la década de los setenta, y la producción de experiencias y
textos de divulgación de esas prácticas por los mismos participantes. En la materia Introducción a la
Didáctica de la Lengua y la Literatura hemos mencionado someramente esta tradición que ahora pro-
fundizaremos. Textos como El taller de escritura de Gloria Pampillo, Con las manos en la masa de
Pastilla Pampillo y Maite Alvarado o El nuevo escriturón de Alvarado y Gustavo Bombini, son parte de una
Las referencias bibliográficas a los libros
mencionados: línea de trabajo con contornos reconocibles, continuidades y zonas en común que desde hace treinta
TOBELEM, MARIO y otros (1994), El
libro de Grafein. Teoría y práctica
de un taller de escritura, Santillana,
años han sostenido posiciones interesantes para el campo de la Didáctica de la Literatura, tal como
Buenos Aires.
PAMPILLO, GLORIA (1997), El taller se plantea en esta Licenciatura.
de escritura, Plus Ultra, Buenos
Aires.
Alvarado, M. y Pampillo, G. (1988),
La referencia más lejana de esta tradición tiene que ver con una experiencia de la década del
Talleres de escritura. Con las
manos en al masa, Libros del setenta. Se trata de Grafein, un “colectivo de trabajo con la escritura” surgido por la iniciativa de un
Quirquincho, Buenos Aires.
ALVARADO, M., BOMBINI, G., grupo de alumnos y docentes de la UBA, quienes fundaron espacios de taller que luego se multipli-
FELDMAN, D. e ITSVAN (1994), El
Nuevo Escriturón. Curiosas y extra-
vagantes actividades para escribir,
caron y se volvieron autónomos de la Universidad. La profesora Alcira Bas, de esta Licenciatura, fue
El Hacedor, Buenos Aires.
una de las participantes de esta experiencia que ahora vamos a detallar.
En esos talleres se experimentaba con la escritura, se proponían consignas y se discutían los
textos producidos. Los participantes producían a partir de consignas propuestas por ellos mismos y
luego esos textos eran analizados en sus distintos niveles. De hecho la misma idea de “escribir a par-
tir de consignas” es una marca de este colectivo, un modo de trabajo que luego se extenderá hasta
volverse bastante conocido, incluso en la escuela, desde las adaptaciones de los libros de texto en la
década de los 80.
Grafein va a sostener esta experiencia durante varios años y va a producir un texto de inesti-
Pastilla mable valor El libro de Grafein. Teoría y práctica de un taller de escritura, en el que explican su
Las propuestas de Grafein se
relacionaban con un grupo método de trabajo y registran más de cien consignas “para hacer escribir”.
francés de escritores interesa-
dos también en la investiga- Como veremos en los ejemplos que vienen, los puntos clave de las propuestas de escritura de
ción de la escritura, el
OuLiPo (Taller de literatura
potencial), donde se inventa- Grafein eran dos: el taller como un espacio en el que se experimenta con la lengua y la literatura a
ban propuestas para encontrar
nuevos caminos en la literatu- partir de consignas, y por otro lado, la importancia de la restricción en la propuesta de escritura, se
ra, nuevas formas literarias.
Para ello, el grupo OuLiPo se escribe porque hay un obstáculo en la consigna que orienta la producción.
proponía escribir a partir de
consignas con mucho ele-
mento lúdico y experimental, Para Grafein uno de los problemas principales era, como muchas veces nos preguntamos los
por ejemplo un texto que sólo
contenga la vocal “e”. Para docentes, cómo generar escritura, cómo “hacer escribir”. Principalmente porque, como señalábamos,
explicar este mecanismo de
trabajo decían: “¿Y qué es un
autor oulipiano? Es una rata no sostenían la convicción de que se escribe “naturalmente” y por “inspiración”. Para Grafein la
que construye ella misma el
laberinto del cual se propone escritura surgía desde un trabajo con el lenguaje y a partir de alguna restricción que se impone el
salir. ¿Un laberinto de qué?
De palabras, sonidos, frases, escritor. Así sus consignas proponían, por ejemplo:
párrafos, capítulos, bibliote-
cas, prosa, poesía y todo eso”.
Ese laberinto eran las restric-
ciones que se imponían para
escribir. Principio, medio y final dados: escribir un texto que incluya las siguientes frases (la primera será la
inicial, la tercera será la última y la segunda estará colocada aproximadamente en le medio)
Transformación libre: escribir un texto que transmita por lo menos uno de los siguientes grupos de
información, de la forma más disimulada posible:
Julián González. 35 años. Trabaja en una oficina pública. Se lleva mal con la mujer. Le gusta el cine.
Hoy comió ravioles con pollo. Ambiciona una lancha.
Rita Marzi. 28 años. Bailarina de stip-tease en el Florida. Enferma del hígado. Su novio la engaña,
ella nos e da cuenta. Su madre y hermanas viven en Chivilcoy. Recibe una carta.
Como se ve en esto ejemplos, cada consigna, lejos de ser un pedido abierto y sin pautas, casi
se parece a un ejercicio de ingenio. La propuesta ofrece algunas pautas a modo de restricciones. Para
escribir, quien resuelve la consigna, debe agudizar su ingenio para sortear el desafío que le se le pro-
pone. Decimos “ingenio”, “desafío” de manera deliberada: para Grafein, y como veremos para esta
tradición de trabajo, la escritura tiene mucho que ver con un desafío y las propuestas de escritura se
asemejan mucho a problemas que el escritor tiene que resolver para seguir adelante. Desde la pers-
pectiva de Grafein, y esto nos interesa para la Didáctica, juego, desafío e imaginación son claves para
que alguien escriba.
Para Grafein la consigna era “una fórmula breve que incita a la producción de un texto” y
agregaban: “A veces la consigna parece lindar con el juego; en otras ocasiones, con un problema
matemático. Pero cualquier sea la ecuación, siempre la consigna tiene algo de valla y algo de tram-
polín, algo de punto de partida y algo de llegada”. Finalmente: “sobre todo es un pretexto, un texto
capaz, como todos, de producir otros. O de producir el espacio donde se producen otros.”
En suma, se escribe a partir de otros textos, a partir de la lectura podríamos decir, y en el
marco de un espacio parecido a un laboratorio en le que se experimenta con la escritura y los textos.
Porque un momento crucial de la propuesta de taller es justamente la socialización de las produccio-
nes y el intercambio de lecturas y comentarios posteriores. Para Grafein esto era central ya que den-
tro de sus objetivos no estaba sólo escribir sino tener una posición de “investigadores” de los textos.
Así, por ejemplo, frente a la consigna “principio, medio y final dados”, la discusión podía ser cómo
cada escritor había usado esas frases, cómo había sido condicionado, qué géneros se dispararon y por
qué, qué frases se sumaron, cómo se unieron en un texto, qué otros textos habían sido recordados por
esas frases, es decir diferentes aspectos de la construcción de los textos literarios –y de cualquier
texto también– que eran objeto de reflexión teórica, no sólo porque podían aparecer conceptos, por
ejemplo el de intertextualidad, sino porque la “actitud” general del taller era hacerse preguntas sobre
cómo estaban constituidos los textos escritos y cómo se llegó a ese “producto”. Preguntas que tení-
Pastilla Para Alvarado la imaginación es una potente herramienta para generar escritura y conoci-
En Didáctica de la Lengua ustedes han
leído un texto fundamental para la didác-
tica de la escritura: “Escritura e invención
mientos específicos. En la cita que leíamos en el primer apartado de esta Unidad, ella señalaba la
en la escuela” de MAITE ALVARADO
(1997). Les pedimos que vuelvan a mirar ausencia en los últimos años de prácticas de exploración lingüística e invención literaria, “bajo la
ese artículo, ya que nos aportará elemen-
tos claves para avanzar en el problema forma del juego, la poesía, el disparate o el humor”. Frente a la prédica de la importancia de trabajar
que tratamos.
Leer Atento
Aclaremos: para explicar el sentido de invención, Alvarado se remonta a la retórica, ese saber clásico
sobre el discurso y la persuasión. La inventio, nos explica, era el momento de la retórica en el que el argu-
mentador debía buscar los mejores argumentos a mano para persuadir a su público. Para hacerlo tenía una
serie de restricciones muy específicas, las características del auditorio, sus objetivos, el género que iba a
usar, el tema. Es decir no podía actuar “libremente”, sino que debía encontrar en su memoria cultural los
mejores argumentos para producir un discurso persuasivo. La inventio, entonces, era esa capacidad para
descubrir, no una “creación de la nada”. Para Alvarado, la invención se parece a la habilidad que tienen
algunas personas para sortear problemas de manera ingeniosa. De hecho, veíamos que las consignas de
Grafein se parecían bastante a un problema de ingenio.
En cierto sentido, nosotros somos testigos cotidianos de la invención tal como la entiende
Alvarado cuando proponemos alguna actividad que pone en juego la imaginación. Una consigna sen-
cilla como puede ser, por ejemplo, imaginar un personaje que pueda incluirse en un cuento “de
terror”, obliga a quien escribe a hurgar en su universo cultural conocido elementos que le sirvan para
construir un personaje adecuado para ese género. Para hacerlo seguramente va a recurrir a lo que ha
leído, pero también a historias que ha escuchado o películas que ha visto. El género gótico está
ampliamente extendido en las producciones culturales de circulación masiva, el cine y la televisión
y es bastante común que nuestros alumnos tomen elementos provenientes de ese circuito para imagi-
nar historias. De ese circuito pero también de otros a veces bastante inesperados. Suele pasarnos que
Citas
“descansa sobre el respeto de ciertas reglas, sin las cuales pierde sustento. La causalidad que rige las acciones de fic-
ción puede no ser la del mundo real, pero responde a una lógica, que es también fruto de la invención” (ALVARADO,
1997).
Y lo que es central, esta “lógica” que rige las construcciones literarias puede ser objeto de
enseñanza y aprendizaje a partir de consignas de escritura.
Pero veamos como ejemplo una consigna que encontramos en El nuevo escriturón. Curiosas
y extravagantes actividades para escribir, libro que ya hemos mencionado y de enorme productivi-
dad para pensar la escritura de invención.
Leer Atento
Luego de transcribir un fragmento de El Hobbit, el conocidísimo libro de Tolkien, en dónde se relata la
lucha de Bardo, uno de los personajes, con un dragón y se describe minuciosamente la manera en que este
héroe vence al monstruo, se propone la siguiente actividad de escritura:
Te proponemos que cuentes la historia de una lucha como ésta pero en otro escenario y con otros perso-
najes. Te damos tres opciones, para que elijas la que más te guste:
En Ciudad gótica, en 1994.
COMIENZO DE LEER ATENTO
En Hueso Partido, ciudad ferroviaria del Lejano Oeste, en 1887.
En Fobos,
FINunaDEdeLEER
las lunas de Marte, en 3050.
ATENTO
En esta consigna vemos cómo la propuesta funciona claramente como un “pretexto” tal como
afirmaba Grafein, es decir, como un texto previo, cuya lectura brinda elementos para lanzarse a escri-
bir. El fragmento de Tolkien, que aquí no transcribimos pero que describe detalladamente una bata-
lla, es un soporte, un “trampolín” que ayuda a encontrar nuevas ideas y recursos para escribir.
Por otra parte, la consigna no se limita sólo a pedir que escriban un relato a partir de este texto
fuente, sino que avanza hacia una restricción más precisa, una “valla” muy concreta, la nueva versión
de la batalla debe ser escrita en un escenario particular. Para ello se brindan referencias concretas: el
ALVARADO, M., BOMBINI, G., FELDMAN., D. e ITSVAN, (1994), El Nuevo Escriturón. Curiosas y extrava-
gantes actividades para escribir, Selección de consignas, El Hacedor, Buenos Aires.
PAMPILLO, GLORIA (1997), “Principios teóricos”, “De la palabra al texto” y “Desarmar y armar”, en: El
taller de escritura, Plus Ultra, Buenos Aires, pp. 18-89.
ALVARADO, MAITE y PAMPILLO, GLORIA (1988), Talleres de escritura. Con las manos en la masa, Libros
del Quirquincho, Buenos Aires.
Lectura Recomendada
Actividad
Más arriba planteábamos algunos conceptos que nos parecían importantes a la hora de refle-
xionar sobre las propuestas de escritura en la enseñanza literaria y avanzábamos sobre un aspecto fun-
damental: la relación entre la práctica de escribir y los conocimientos específicos del área.
En este sentido, decíamos, la tradición argentina de talleres de escritura había formulado con-
ceptos fundamentales en relación a este tema, empezando por una aguda reflexión sobre la importan-
cia de la consigna, en especial sobre el papel de la restricción, la “valla”, para orientar la escritura y
generar algunos desafíos al escritor que luego podían ser recuperados como problemas teórico litera-
rios. Una restricción bien pensada, como las de algunas de las consignas que ya hemos analizado,
conduce al escritor hacia ciertos problemas de la escritura literaria que pueden volverse objeto de aná-
lisis y reflexión.
Desde esta perspectiva, entonces, la escritura literaria, de invención, puesta a jugar al interior
de la escuela, tiene mucho para decir, mucho para aportar sobre los conocimientos literarios, y se
vuelve una herramienta interesante para ampliar los conocimientos de nuestros alumnos.
En este punto vamos a profundizar esta rica relación entre escritura de invención y conoci-
mientos específicos.
Una propuesta debe ser al mismo tiempo escueta y enriquecedora; debe plantear un problema y dar ele-
mentos para resolverlo; no debe transmitir un conocimiento pero debe acrecentar los conocimientos. Se
articula, en suma, entre polos opuestos.
¿Qué significa que una propuesta se enuncie sin haber trasmitido inmediatamente antes un conocimiento
que enseñe cómo cumplirla? Significa que no se analiza o estudia, inmediatamente antes de la propuesta
de escribir una poesía, un poema determinado, ni se define tampoco ‘la poesía’. En general este ‘silen-
cio’ previo a la propuesta implica un gesto de confianza que intenta movilizar al máximo los recursos y
conocimiento literario que cada uno tiene. Implica también que no existe un único modo aceptable de
cumplirla.”
La cita anterior de El taller de escritura plantea una serie de problemas más que interesan-
tes en torno a las propuestas de escritura de invención, que iremos desarrollando a lo largo de estos
párrafos. Preguntas que en el momento de publicación del libro, 1982, recuperaban la experiencia de
Grafein y estaban abriendo perspectivas nuevas sobre el lugar de la escritura literaria en la escuela.
Porque, si prestamos atención al tipo de problemas que se plantea, aquí la cuestión pasa por el modo
en que pueden aparecer los conocimientos en una situación de escritura de invención.
Pastilla Como veníamos diciendo, las prácticas de escritura “creativa” históricamente han sido vis-
Gustavo Bombini ha histori-
zado la enseñanza en nuestra tas de manera sospechosa: más allá de ser momentos de interés para los alumnos o, como suele decir-
disciplina en un texto funda-
mental: Los arrabales de la se, de intenso trabajo con la imaginación, su estatuto como situación de enseñanza legítima siempre
literatura. Historia de la
enseñanza literaria en la
escuela secundaria argentina parece estar en duda. Es decir, hay un acuerdo sobre la importancia de que los chicos escriban a par-
(1860-1960). Este libro será
tratado de manera más espe- tir de la imaginación pero no suele verse con claridad cuál es su aporte al conocimiento sobre la lite-
cífica en una materia poste-
rior: Seminario de Didáctica
Especial III: Sociogénesis del ratura. Así, se entiende que escribir cuentos o poesías es una actividad “para expresarse” pero no una
conocimiento lingüístico lite-
rario escolar. situación legítima de enseñanza, como puede ser la explicación del docente o la resolución de un
cuestionario. En esos momentos, por ejemplo cuando planteamos una pregunta precisa (“¿cuáles son
las características del género fantástico?”), sí suele considerarse que estamos “enseñando” o hacien-
do un trabajo “serio” con la literatura. No suele pasar lo mismo cuando abrimos el juego hacia la pro-
ducción de ficción con los alumnos. Aun a pesar de que, por ejemplo, los alumnos nos demuestren
que pueden escribir un cuento fantástico por demás interesante o que la misma situación dispare pre-
guntas sobre la literatura.
Lo que queremos decir es que parte del problemático lugar de la escritura de invención en
las clases de literatura tiene que ver justamente con la representación que se tiene sobre el conoci-
miento literario, es decir qué se entiende por “conocimiento literario” y, por otra parte, cómo se supo-
ne que ese conocimiento “debe” aparecer en una clase.
En este sentido es de fundamental importancia poder reconocer qué se enseña como conoci-
miento escolar sobre la literatura y en qué medida ese conocimiento se articula con situaciones ricas
Para Reflexionar
“Aquí entonces me interesa puntualizar algunas posiciones: por un lado, en relación con
esos saberes teóricos nombrados en primer lugar que constituyen el corpus de los saberes
académicos de la teoría literaria, es necesario advertir acerca del riesgo de que esos saberes
pudieran convertirse, a través de versiones facilitadas a niños y adolescentes, en saberes a
ser enseñados en la escuela. Es decir, se trataría de evitar el mismo gesto mecanicista de
‘bajada’ a aula de los saberes académicos, que se observó en los procesos de innovación de
la enseñanza de la lengua en la última década. Lamentablemente casi toda la producción
editorial destinada al nivel polimodal producida en la Argentina en los últimos dos años
incurre ya en esa pretensión de saber impropia para las efectivas tareas de enseñanza en el
aula.
La otra cuestión tiene que ver con esos otros saberes, no formalizado, no institucionaliza-
dos, acaso menos nítidos, que se ponen en juego en la experiencia de lectura.
Esta experiencia diríamos que activa en el sujeto una serie de descripciones, de hipótesis de
interpretación, de reflexiones metaliterarias, de proyectos de producción que los sujetos
comunican seguramente en un lenguaje no técnico pero suficientemente elocuente como
para que entendamos que se trata de saberes del texto, acerca del texto y no sólo del texto,
sino de redes de relaciones intertextuales y extratextuales que activan mecanismos de lec-
tura e interpretación.”
Pero vamos a avanzar sobre cuestiones vinculadas con la relación entre la escritura de inven-
ción y los conocimientos específicos.
Lectura Obligatoria
Leer Atento
(El texto sigue en su versión conocida, sólo transcribimos la primera parte para ver el estilo, importante
luego para reflexionar sobre las operaciones de los alumnos)
a)policial
b)de terror
c)de humor
Ahora veamos una de las resoluciones, escrita por un grupo de tres chicos, quienes resolvie-
ron la consigna en grupo, en una típica situación de taller de escritura.
Leer Atento
Muerte del pastor de tu vieja
En el texto que escribieron los chicos del grupo podemos ver algunas cuestiones interesantes.
Tal vez la más notoria sea la forma en que tomaron el texto “fuente” para producir una versión clara-
mente humorística, interesa detenerse en qué elementos tomaron y cuáles dejaron de lado, qué incor-
poraron y qué mantuvieron del texto original.
La primera operación fue mantener las acciones del relato, aquellas que lo vuelven reconoci-
ble como mito bíblico, el asesinato entre hermanos y el castigo de Jehová, pero trasladado a una serie
de acciones propias de un universo menos “noble” o “sublime”. Las razones del asesinato y las res-
puestas de los personajes son propias de un humor grotesco, lo que produce de inmediato el efecto
humorístico. Pero para que el texto sea eficaz, es necesario el contraste entre lo “sublime”, lo presti-
gioso, y esos otros elementos disruptivos que rompen con lo esperado en el género. El resultado es
Lectura Obligatoria
Actividad
Lea el texto del pedagogo canadiense EGAN (1999) sobre la imaginación y discuta en el foro
qué importancia puede tener lo que allí se plantea para el aprendizaje literario y en especial
para la escritura de invención.
La presencia en la escuela del taller de escritura, taller literario, creativo o taller de expresión
oral y escrita, para mencionar alguna de sus denominaciones más conocidas, no es de ninguna mane-
ra una novedad. De hecho, podríamos decir que en cierta manera la letra curricular ha oficializado
esta práctica y ha vuelto parte de la prescripción el trabajo en taller o por lo menos la necesidad de
que haya momentos en los que la escritura tenga un lugar central.
Por otra parte, históricamente las prácticas escolares han sido interpeladas por otros modos
de hacer provenientes de ámbitos extraescolares, entre ellos el taller. En el breve racconto que hací-
amos en las páginas precedentes, señalábamos cómo la tradición argentina de talleres había desarro-
llado propuestas dirigidas directamente hacia la escuela, como el mencionado Taller de escritura de
Pampillo, en el que se hace explicita la intención de llevar el taller a las aulas. Años después, en 1986,
Alvarado y Pampillo llevarán adelante en la UBA una serie de talleres de escritura dirigidos a docen-
tes de la secundaria con la clara intención de promover esta práctica en la escuela. Uno de los pun-
tos principales que este proyecto quería discutir era justamente la ausencia en la formación del pro-
fesorado de instancias en las que un futuro docente pudiera vérselas con la escritura, participar de un
taller y reflexionar desde la misma práctica sobre las particulares condiciones de trabajo en esos
espacios. En este sentido, en esos cursos del 86, Alvarado y Pampillo hacían, literalmente, un taller
de escritura con docentes interesados y luego reflexionaban sobre distintos aspectos: cuestiones prác-
ticas como la formulación de consignas o el comentario de textos y otras más teóricas, como las dife-
rentes posiciones sobre la escritura y el lenguaje o los nuevos aportes como la teoría de Bajtín,
“recién llegada” al ámbito académico argentino.
Estos cursos de extensión universitaria eran verdaderas novedades en el marco de la oferta
para docentes y abrieron un rico panorama sobre el modo en que teoría y práctica podían interpelar-
se mutuamente para generar reflexiones didácticas. En buena medida, el recorrido que ustedes mis-
mos, como alumnos de esta licenciatura, han hecho en el taller de lectura y escritura con las
Profesoras Bas y Labeur, abreva en esta tradición y en la convicción de que atravesar la experiencia
del taller es clave para poder repensar los modos de “hacer escribir” a otros.
La experiencia de Alvarado y Pampillo duró poco tiempo y lamentablemente no tuvo la difu-
sión ni la extensión que hubiera sido interesante para promover el taller de manera masiva.
Paradójicamente, por los 80 los libros de texto iban a empezar a incluir en sus páginas “propuestas
de taller” al final de cada unidad o como parte de una apartado especial con actividades de escritura
o de “expresión”. Sin embargo el pasaje a la práctica de estas propuestas no fue del todo interesan-
te. En parte por la calidad misma de esas adaptaciones del taller pero también, más importante aun,
porque la práctica del taller no sólo tiene que ver con una actividad disparadora sino con una serie
de prácticas y posiciones frente a la tarea que en buena medida chocan con tradiciones pedagógicas
arraigadas y con mandatos institucionales de fuerte arraigo en todos los que trabajamos en la escue-
la formal. Queremos decir que a pesar de la presencia de consignas en los manuales o en la prescrip-
Leer Atento
Esto no significa negar las dificultades y problemas, sino pensar la escritura en sus diferentes ámbitos de
uso y, por otro lado, fundamental para nuestra área, el hecho de que hay ciertos espacios de trabajo, cier-
tos contextos que generan mejores condiciones para que una persona se vincule con la escritura. Dicho
en otros términos, hay formas de trabajo que facilitan que alguien escriba y otras que expulsan y alejan a
los alumnos de esta práctica. Hay situaciones en las que los alumnos se quedan “afuera” y otras en las
que pueden participar activamente y generar un espacio rico de trabajo y producción.
Es en este sentido que la lógica del taller de escritura de invención se vuelve un contexto fundamental de
apropiación de la cultura escrita, en términos de Elsie Rockwell. Es decir un espacio de trabajo que por
su dinámica, por el modo de establecer las relaciones entre los participantes y con la escritura y, de mane-
ra fundamental, el papel central de la imaginación, se torna fuertemente inclusivo. En el taller de escritu-
ra de invención todo el mundo suele estar “adentro” y produciendo.
Porque el punto central del taller de escritura es justamente volver posible la experiencia de escritura.
Sabemos que existe una extensa tradición que ha puesto a la práctica de escribir del lado de
la evaluación. Se escribe para “probar” que se han adquirido determinados conocimientos, Lo que
previamente llamábamos “decir el conocimiento”. El taller propone otro pacto de trabajo: se escribe
para participar de una experiencia con el lenguaje escrito de la que luego se pretende construir algún
conocimiento. Esa experiencia además no es necesariamente individual, en el sentido de que quien
escribe se encuentra solo y el único lector es el docente que lo va a evaluar, sino que siempre está en
juego un colectivo, el resto de los participantes del taller, quienes serán potenciales lectores críticos
de la producción.
Por otra parte, el taller habilita un momento fundamental para la escritura: la discusión pre-
via al momento de escribir. El momento en que con el docente o en grupos se discuten distintos aspec-
tos de lo que se va a escribir, desde la explicación de la misma consigna, qué se pretende, cuáles son
las “vallas”, hasta la elaboración común de las “ideas” a partir de las cuales se va a escribir.
Este momento crucial, que podríamos llamar inventio siguiendo a Maite Alvarado, esta ins-
tancia en la que se generan las primeras ideas, los primeros bocetos de lo que se va a escribir es una
actividad clave del escritor. La escritura lejos de ser una actividad silenciosa necesita de los intercam-
bios orales. De ese momento en el que una idea, una frase o un comentario ayudan, como trampoli-
nes, a empezar el texto. La famosa frase “no sé como empezar”, problema clásico de cualquier escri-
tor, tiene una vía de resolución en el trabajo colectivo. El punto clave es reconocer que ese momen-
to es también parte de la escritura, no un momento parasitario, sino central al proceso de escribir. Este
aprendizaje exige situaciones en la que los alumnos puedan ser parte de esas discusiones, revisar lo
Leer Atento
La profesora les recuerda la consigna, ella les ha dado el argumento de un cuento para que ellos lo amplí-
en y los escriban eligiendo el punto de vista de uno de los personajes. Uno de los chicos no ha estado la
clase anterior y dice que no sabe cuál es la historia que tiene que contar. Otro le responde “Es un chabón
que vuelve al pueblo y encuentra a su mujer casada con otro”. La profesora asiente y dice que ese es el
argumento que tienen que contar.
Los chicos empiezan a escribir inmediatamente en medio de comentarios, en general cómicos, “gastán-
dose” unos a otros. La tarea, se nota, los entusiasma. Este clima de bromas y comentarios sobre sus vidas
se va a mantener durante toda la hora de clase mientras vayan escribiendo.
Apenas iniciada la escritura, los chicos empiezan a hacer distintas preguntas sobre la tarea, una de las chi-
cas pregunta: “¿Hay que escribir en primera persona?”. Las preguntas se superponen y resulta difícil escu-
char, la profesora contesta algunas o se acerca al banco del alumno que ha preguntado y le responde direc-
tamente a él. En paralelo, los chicos se preguntan entre ellos o comentan sobre lo que están escribiendo.
A pesar de que cada uno está con su hoja y escribiendo su historia, desde el comienzo el trabajo se resuel-
Transcribimos este extenso registro porque en buena medida presenta situaciones reconoci-
bles y propias de un momento de escritura de invención en la escuela. A pesar de que todo sucede en
un clima de mucho movimiento, charla y bromas, lo que prima es una intensa actividad con la escri-
tura. La profesora también va y viene entre los bancos haciendo comentarios o devoluciones luego
de que un alumno le acercara un texto para leer. Esta dinámica se extiende durante toda la clase en
una modalidad de trabajo muy parecida a la de un taller de escritura. La profesora propuso una con-
signa para escribir y luego, como si fuera una coordinadora de un taller, fue dando respuesta a pro-
blemas puntuales en las distintas producciones. Finalmente hay un momento de intercambio y lectu-
ra colectiva.
Es decir, sin salir del contexto escolar, la profesora habilitó un tipo de práctica que le permi-
tió al grupo rápidamente comenzara a escribir, un modo de trabajo muy parecido al de un taller, con
una consigna con valla y trampolín, orientada a mostrar ciertos elementos que las construcciones lite-
rarias, en principio la conformación de la voz narrativa desde el punto de vista de un personaje, un
conocimiento propio de los estudios literarios. La consigna además proponía un argumento lo sufi-
cientemente interesante como para que los alumnos pudieran inventar distintas historias. Formas
conocidas de las historias “de amantes”, propias de la literatura, del melodrama especialmente, y más
cercanamente de los relatos de la industria del cine y la televisión, para inventar sus propios relatos.
En los comentarios de los alumnos muy rápido se actualizan los tópicos de las historias de “engaña-
dos”, que, además de habilitar todas las bromas posibles, permitió desplegar ese momento de inven-
ción del que habla Alvarado. En este sentido, claramente se ve cómo los intercambios que se dan en
todo el registro se orientan a resolver el desafío que propone la consigna, problemas que son del
orden de cómo construir un relato, desde la historia (qué contar) y desde el discurso (cómo contar).
Ahora bien, los “problemas” que ofrece la consigna obligan a los alumnos escritores a hacer-
se algunas preguntas, entre ellos y con la profesora. Así, la pregunta por el narrador, si debe ser “en
primera persona”, un modo de preguntar propio de la escuela, apunta a una decisión central: ¿cómo
hacer hablar a un personaje?
Por otra parte, hay intervenciones que nos muestran la forma en que un alumno se formula
las decisiones que tiene que tomar frente a la escritura: “Lo tengo que resumir un poco porque hasta
que lo mata falta muchísimo”, un enunciado que apunta a la historia, a los hechos que va a contar
pero que en realidad es un problema que tiene que ver con la duración del relato, cómo se construye
esa duración por medio de diferentes estrategias narrativas. El modo en que lo formula no es “técni-
co”, pero en sí mismo se trata de un problema clave de las construcciones literarias. Es interesante
Actividad
Vuelva al registro de clase de la escuela de la Plata y discuta en el foro cómo continuaría el trabajo con
la literatura con ese grupo. Proponga otra consigna de escritura y otra lectura para seguir ampliando lo
visto en esa clase y que apunten a la enseñanza literaria.
Lectura Obligatoria
FRUGONI, SERGIO (2006), “Escritura y cultura escolar”, en: Imaginación y escritura. La enseñanza de la
escritura en la escuela, Libros del Zorzal, Buenos Aires, pp. 63-76.
PERALTA, LILIANA (2001), “Escuela y escritura: una dupla problemática”, en: Lulú Coquette. Revista de
didáctica de la lengua y la literatura, El Hacedor, Buenos Aires, pp. 112-117.
En este apartado vamos a avanzar sobre un problema central a la hora de proponer prácticas de
escritura en el marco de la clase de literatura. Nos estamos refiriendo al problema de la “corrección”.
Es bastante usual que las principales críticas a la modalidad del taller recaigan sobre el
momento de la corrección de las producciones. El momento clave en que el docente decide interve-
nir –o no– sobre lo que han escrito los alumnos suele ser una instancia de mucha discusión y sobre
la que hay posiciones encontradas. En general suele primar la idea de que las producciones literarias
Leer Atento
Pero retomemos un fragmento de El taller de escritura donde se menciona este problema:
“El comentario de signo negativo está absolutamente excluido (en el taller). Nunca un texto está ‘mal’.
Ya dijimos antes que no existe un modo único de cumplir una propuesta. Ahora podemos agregar que aun
en aquellos casos en que los textos muestren lo que podría ser considerado objetivamente errores (redun-
dancias, ininteligibilidad, cacofonías, etc.), el comentario jamás debe detenerse en ellos para corregirlos;
puede sí, considerarlos como punto de interés para el análisis.” (PAMPILLO, 1997, p. 16)
Leer Atento
La Bella y la Bestia
La historia de La Bella y la Bestia es bastante conocida. Es una historia popular que pasaba de boca en
Pastilla boca y que fue escuchada y escrita por una dama francesa hace ya mucho tiempo por 1750*. Como el ori-
MADAME LEPRINCE DE ginal es bastante largo para reproducirlo en este libro, les presentamos una versión abreviada. En el cuen-
BEAUMONT (1980), “La Bella
y la Bestia”, en: Los cuentos to se narra la historia de un comerciante que tenía tres hijas, la menor tan hermosa y buena que era lla-
de Perrault, Editorial Crítica,
España. mada “la Bella”. Por malos negocios, el comerciante empobrece, y al regresar de un viaje inútil en busca
de fortuna, se encuentra perdido en la noche y busca refugio en un palacio aparentemente vacío. Al día
siguiente, antes de partir, corta una rosa del jardín, por lo que provoca la furia de una horrible bestia, el
dueño del palacio, que lo condena a muerte si no le envía a una de sus hijas en un plazo de tres meses.
Cuando el comerciante les cuenta a sus hijas lo ocurrido, la menor se ofrece a ir al palacio de la bestia,
para alegría de sus hermanas, que son envidiosas y egoístas. Ya en el palacio, pasa la noche en un hermo-
so cuarto que dice “Cuarto de la Bella” y hasta la noche siguiente no ve al dueño de casa. Cuando se dis-
pone a cenar, aparece la Bestia. Aquí comienza nuestro relato.
Te proponemos que vuelvas a contar la historia, o lo que recuerdes de ella, pero ¡cambiando algunas
cosas! Te damos dos posibilidades:
1. Si la Bella fuera bella pero malvada, astuta y muy interesada, ¿cómo sería el cuento?*
2. Si fuera la Bella la que se enamorara de la Bestia, pero la Bestia no la aceptara, ¿cómo sería el cuen-
to?**
Una alumna de 1er año de un CENS (Escuela de Adultos) de la Ciudad de Buenos Aires
escribió la siguiente versión del relato de Perrault:
Leer Atento
“En cierto claro del bosque se encuentra una bestia viviendo en un hermoso castillo una joven llamada
bella malvada astuta e interesada provocó la ira de la Bestia, cortando una rosa, un campesino que vivia
en una cabaña con sus tres hijas, recibió, una invitación para que bella, visitara el castillo y permanecie-
ra un tiempo viviendo en él, como la Bella era astuta, especulaba manipular a la Bestia, fingiéndole amor
para que este creyese en sus devaneos amorosos, la Bestia en un momento cree en bella, pero descubre
que Bella le miente y se aleja de esta.
En un momento Bella se arrepiente de haberle mentido y le pide perdón.”
La consigna de El Nuevo Escriturón, como hemos dicho anteriormente, propone algunas res-
tricciones muy precisas orientadas a generar versiones “extrañas” de la historia de Perrault. El resul-
tado es una parodia de los elementos clásicos del cuento, que surge de invertir el universo de valo-
res que propone “La Bella y la Bestia” (por lo menos la que se transcribe en la actividad). Si, tradi-
cionalmente, versiones como esta de los cuentos clásicos apuntan a una enseñanza final, a una
“moraleja”: “el amor triunfa sobre la belleza física”, las reversiones producidas a partir de las
“vallas” propuestas por la consigna se dirigen a desnaturalizar este universo ideológico. Las paro-
dias juegan con lo que “es posible” en los cuentos tradicionales, invierten las relaciones a las que nos
hemos acostumbrado, atentan contra el verosímil genérico (en el sentido de Todorov, como aquello
que puede pasar en un género) y por lo tanto nos muestran su carácter de construcciones literarias.
Pero veamos la resolución, el texto que escribió la alumna claramente sigue la versión de la
historia propuesta en el punto 1, la Bella es un ser malvado y que sólo se acerca a la Bestia por inte-
A continuación transcribimos otra resolución de la consigna de “La Bella y la Bestia”, escrita por otra
alumna del CENS de la Ciudad de Buenos Aires mencionado.
Les pedimos que discutan en el foro qué comentarios podrían hacer a este relato, considerando lo que se
ha planteado respecto de este género de intervención:
Había una vez un comerciante, que tenía dos hijas la mayor era Bella.
Un día el comerciante parte en busca de nuevos negocios, al pasar los días llega a un
Palacio donde vivía una Bestia.
Pero de regreso corta un ramo de flores y eso provoca la ira de la Bestia.
Que pretende que le envie a una de sus hijas.
Al regreso les cuenta a sus hijas los sucedido y la mayor se ofrece a ir.
Parte a la mañana siguiente, es egoísta y muy malbada, cuando llega al lujosos palacio
donde vive la Bestia.
Mientra ella observa el lugar, la Bestia se asoma y la saluda. A Bella le parece un asco,
esa noche durante la cena la Bestia le dice: quieres casarte conmigo.
Bella se queda pensando y le dice si quiero esa noche en su cuarto no hace más que pen-
sar que vivirá en un lujoso y cómodo palacio que tendrá sirvientes, joyas, oro y mucha
plata. Llegó el día de la boda con muchos invitados, asistieron el padre, su hermana menor
que era tan buena y decía pobre la Bestia no conoce a mi hermana, sino nunca se hubie-
ra enamorado de ella.
Bibliografía Recomendada