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Andando en el Espíritu (Efesios 4)

“Os ruego que andéis como es digno de la vocación con la que


fuisteis llamados” (4:1). Pablo comienza suplicando a los
cristianos de Éfeso, con un ruego que sale de lo profundo de su
ser, para que caminen como se espera y es propio de los que han
nacido de nuevo. Para poder “andar como es digno”, primero que
nada, hay que aprender a pensar y sentir como Cristo. Esto se
logra a través de la lectura cuidadosa y prolongada de la Palabra,
la oración, y la sumisión a la dirección del Espíritu Santo. El
creyente tiene que aprender a escuchar la voz de y a someterse
al Espíritu. ¿Cómo detectamos que un creyente está andando en
el Espíritu? Sencillo, por la conducta que muestra en su casa, su
vecindario, su trabajo y su iglesia.

Ese caminar debe ser “con toda humildad y mansedumbre,


soportándose con paciencia los unos a los otros en amor” (4:2).
Una persona es humilde cuando reconoce sus propias
limitaciones y debilidades, y obra de acuerdo con ese
conocimiento. La persona mansa es tranquila y responde de
manera suave aun en situaciones de conflicto. Cuando algunos
creyentes no andan como corresponde, surgen problemas
(choques) dentro de la misma comunidad de creyentes. Es
necesario aprender a tolerar y soportar a los demás, con
paciencia, aun cuando continúen cometiendo faltas, para reducir
y si posible evitar las divisiones que terminarán rompiendo la
unidad de la iglesia.
Pablo exhorta a ambos grupos; tanto a los que no andan
conforme al llamado como a los que sí lo hacen y están molestos
e incómodos por la actitud de los primeros. Andar en el Espíritu
significa aprender a soportar con paciencia a los que fallan e
incluso a los que lo hacen con frecuencia. [Romanos 14:1-15:7]
Jesús mostró esta actitud todo el tiempo con los apóstoles. La
humildad es necesaria puesto que nos hace recordar que, en
algún momento, seremos nosotros los que estemos andando
fuera de la voluntad de Dios y por tanto necesitemos que nos
soporten con paciencia. La mansedumbre es necesaria para no
responder de manera precipitada o explosiva, aun en el
momento del conflicto. La respuesta debe ser siempre con
palabra dulce, para que la misma facilite la restauración del
ofensor.
Efesios 4

4.1, 2 Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo


en la tierra. A la luz de esta verdad, Pablo nos desafía a tener
vidas dignas al llamado que hemos recibido, el maravilloso
privilegio de ser llamados propiedad de Cristo. Esto incluye ser
humilde, gentil, paciente, comprensivo y pacificador. La gente
observa su vida. ¿Pueden ver a Cristo en usted? ¿Qué tan bien
cumple como representante? 4.1-6 Pablo dice que somos parte
de un solo cuerpo. La unidad no aparece por sí sola, hay que
trabajar para lograrla. Muchas veces las diferencias que existen
entre las personas, pueden conducir a la división; esto no
necesariamente tiene que ser así en la iglesia. En lugar de
concentrarnos en lo que nos divide, debiéramos recordar qué
nos une: ¡un cuerpo, un Espíritu, una misma esperanza, un Señor,
una fe, un bautismo, un Dios! ¿Sabe apreciar las personas
diferentes a usted? ¿Es capaz de ver cómo los dones y puntos de
vista distintos pueden contribuir a que la iglesia cumpla con la
obra de Dios? Aprenda a disfrutar cómo los miembros del cuerpo
de Cristo nos complementamos unos a otros (véase 1Co 12:12-13
para ampliar estos pensamientos). 4.2 Nadie logrará ser perfecto
aquí en la tierra, por lo tanto debemos aceptar y amar a otros
cristianos a pesar de sus faltas. Cuando vemos errores en otros
creyentes, debiéramos actuar con paciencia y amabilidad.
¿Le incomoda las acciones de alguien o su personalidad? En lugar
de detenerse en las debilidades o buscar errores de dicha
persona, ore por ella. Luego haga algo más, pasen tiempo juntos
y vea si usted puede lograr ser de su agrado. 4.3 Guardar la
unidad es una de las funciones importantes del Espíritu Santo. El
guía, pero debemos estar dispuestos a que nos guíe. Lo hacemos
al poner nuestra mira en Dios y no en nosotros mismos. Si desea
más información acerca de quién es el Espíritu Santo y lo que
hace, véanse las notas a Joh 3:6; Act 1:5 y Eph 1:13-14. 4.4-7
Todos los creyentes en Cristo pertenecen a un solo cuerpo, todos
se han unido bajo la misma cabeza, que es Cristo mismo (véase
1Co 12:12-26). Dios otorgó a cada creyente habilidades que
pueden fortalecer todo el cuerpo. Su habilidad especial pudiera
parecerle pequeña o grande, pero está en usted para usarla en el
servicio de Dios. Pida a Dios que use sus dones para contribuir al
fortalecimiento y la salud del cuerpo de creyentes. 4.6 Dios está
sobre todos nosotros, esto muestra su cuidado de gobernante
(transcendencia). El está por todos, y en todos, esto muestra su
presencia activa en el mundo y en las vidas de los creyentes
(inmanencia). Cualquier visión de Dios que viole su
transcendencia o su inmanencia no es una imagen real de El. 4.8
El Psa 68:18, muestra a Dios como un conquistador que marcha y
obtiene tributos de la ciudad vencida. Pablo usa esa figura para
enseñar que Cristo, en su crucifixión y resurrección, obtuvo la
victoria sobre Satanás. Cuando ascendió al cielo, dio dones a la
Iglesia, algunos de los cuales detalla en 4.11-13. 4.9 "Las partes
más bajas de la tierra" pueden ser: (1) la tierra en sí misma (baja
en comparación al cielo), (2) la tumba, o (3) el Hades (que para
muchos creyentes es el lugar de descanso de las almas entre la
muerte y la resurrección). Cualquiera que sea la interpretación
que usted le dé, no cambia el hecho de que Cristo es el Señor de
todo el universo, presente, pasado y futuro. Nada ni nadie está
oculto de El. El Señor de todo vino a la tierra y aceptó la muerte
para rescatar a todos. Nadie está fuera de su alcance. 4.11, 12
Nuestra unidad con Cristo no destruye nuestra individualidad. El
Espíritu Santo ha dado a cada cristiano dones especiales para
edificar la Iglesia. Ahora que los tenemos es crucial usarlos.
¿Tiene la madurez suficiente para ejercitar los dones que Dios le
ha dado? Si sabe cuáles son sus dones, busque oportunidades
para servirle. Si no lo sabe, pida a Dios que se los muestre, quizá
mediante sus ministros o amigos cristianos. Luego, a medida que
empiece a reconocer su campo de servicio especial, use sus
dones para fortalecer y alentar a la iglesia. 4.12 Dios ha dado a su
Iglesia una enorme responsabilidad: hacer discípulos en todas las
naciones (Mat 28:18-20). Involucra predicar, enseñar, sanar,
nutrir, dar, administrar, edificar y muchas tareas más. Si
tuviéramos que cumplir este mandato como individuos,
podríamos rendirnos aun antes de intentarlo, sería tarea
imposible. Pero Dios nos ha llamado a ser miembros de su
cuerpo. Algunos podemos cumplir con una tarea, otros harán
otra. Juntos podemos obedecerle mejor de lo que lo haríamos en
forma individual. Trabajando juntos, como el cuerpo de Cristo,
podemos expresar la plenitud de El (véase la nota en 3.19). 4.14-
16 Cristo es la Verdad (Joh 14:6) y el Espíritu Santo que guía a la
Iglesia es el Espíritu de verdad (Joh 16:13). Satanás, por el
contrario, es el padre de mentira (Joh 8:44). Como seguidores de
Cristo, debemos dedicarnos a la verdad. Esto significa que
nuestras palabras serán sinceras como también nuestras acciones
reflejarán la integridad de Cristo. Seguir la verdad en amor no
siempre es fácil, conveniente ni placentero, pero es necesario si
la Iglesia va a cumplir con la obra de Cristo en el mundo. 4.15, 16
Algunos cristianos temen que cualquier error destruya su
testimonio por el Señor. Ven su propia debilidad y saben que
muchos incrédulos parecen tener un carácter más fuerte del que
en realidad tienen. ¿Cómo crecemos en Cristo? La respuesta es
que El nos forma en un cuerpo, en un grupo de individuos unidos
en su propósito y en su amor unos por otros y por Cristo. Si uno
de ellos tambalea, el resto está allí para apoyarlo y ayudarle a
caminar con su Señor otra vez. Si otro peca, puede hallar
restauración mediante la iglesia (Gal 6:1), al mismo tiempo que
esta continúa testificando la verdad de Dios. Como miembro del
cuerpo de Cristo, ¿refleja usted parte del carácter de Cristo y
lleva a cabo su función especial en la obra? 4.17 Vivir en "la
vanidad de su mente" se refiere a la tendencia natural y humana
de pensar sus caminos lejos de Dios. El orgullo intelectual, la
racionalización y las excusas alejan a la gente de
Dios. No se sorprenda si las personas no aceptan el evangelio. El
evangelio parecerá locura a quienes abandonan la fe y se apoyan
en su propio entendimiento. 4.17-24 La gente debiera poder ver
una diferencia entre los cristianos y los que no lo son por la
forma de vivir de los primeros. Ahora vivimos como hijos de luz
(5.8). Pablo dice a los efesios que deben dejar la vida pasada de
pecado, ahora que son seguidores de Cristo. La vida cristiana es
un proceso. Aunque tenemos una nueva naturaleza, no
adquirimos automáticamente todos los pensamientos y las
actitudes buenas cuando nos convertimos en nuevas personas en
Cristo. Pero si nos mantenemos atentos a Dios, siempre
estaremos cambiando. ¿Nota un proceso de cambio para mejorar
pensamientos, actitudes y acciones en comparación con los años
pasados? A pesar de que el cambio puede ser lento, ocurrirá de
todas maneras si confía en que Dios le cambiará. Si desea más
información acerca de nuestra nueva naturaleza como creyentes,
véanse Rom 6:6; Rom 8:9; Gal 5:16-26; Col 3:3-8. 4.22-24 Nuestra
vieja manera de vivir, la que teníamos antes de que creyéramos
en Cristo, es cosa del pasado. Debemos dejarla atrás como ropa
vieja que necesita desecharse. Esto es tanto una decisión que
hacemos para toda la vida cuando decidimos aceptar el regalo de
salvación que Cristo nos da (2.8-10), como un compromiso
consciente diario. No andamos por impulsos ni deseos. Debemos
ubicarnos en nuestro nuevo papel, apuntar en la nueva dirección
y apropiarnos de la nueva línea de pensamiento que el Espíritu
Santo nos da. 4.25 Mentirle a otro
quebranta la unidad, crea conflicto y destruye la confianza.
Rompe las relaciones y conduce a una guerra abierta en la iglesia.
4.26, 27 La Biblia no nos dice que debemos evitar sentir enojo,
pero sí destaca que debemos saber controlarlo apropiadamente.
Si somos descuidados al hablar, el enojo herirá a otros y destruirá
las relaciones. Si las guardamos, motivará amargura y nos
destruirá por dentro. Pablo nos dice que debemos enfrentar
nuestro enojo de inmediato, de modo que edifique relaciones
antes que las destruya. Si alimentamos nuestro enojo, daremos a
Satanás la oportunidad para dividirnos. ¿Está molesto con
alguien en este momento? ¿Qué puede hacer para resolver las
diferencias? No deje que termine el día antes de que empiece a
hacer algo para solucionar el conflicto y salvar su relación. 4.28-
32 Podemos contristar al Espíritu Santo por la forma en que
vivimos. Pablo nos amonesta en contra del lenguaje vulgar, sin
sentido, uso inapropiado del lenguaje, amargura, palabras torpes
y actitudes impropias contra otros. En cambio, debiéramos
perdonar, así como Dios lo hizo con nosotros. ¿Lastima o agrada
a Dios con sus actitudes y acciones? Actúe en amor con sus
hermanos en Cristo en la forma que Dios lo hizo al enviar a su
Hijo para morir por sus pecados. 4.30 El Espíritu de Dios en
nosotros es un sello de que le pertenecemos. Si desea más
información, véase la nota a 1.13, 14. 4.32 Esta es ley de Cristo
relacionada con el perdón tal como se enseña en los Evangelios
(Mat 6:14-15; Mat 18:35; Mar 11:25). También la hallamos en la
oración del Señor: "Perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Dios no
nos perdona porque perdonamos a otros, sino por su gran
misericordia. Al entender su misericordia, sin embargo,
anhelaremos ser como El. Ya que hemos sido perdonados,
actuaremos de igual modo con otros. Los que no están
dispuestos a perdonar no llegan a ser uno con Cristo. El estuvo
dispuesto a perdonar aun a los que lo crucificaron (Luk 23:34). LA
UNIDAD DE TODOS LOS CREYENTES Los creyentes son uno en:
Nuestra unidad se experimenta en: Cuerpo La comunión de los
creyentes: la Iglesia Espíritu El Espíritu Santo que activa la
comunión Esperanza Ese futuro glorioso al que somos llamados
Señor Cristo, al que todos pertenecemos Fe Nuestra entrega
única a Cristo Bautismo Bautismo: simboliza la entrada a la Iglesia
Dios Dios, nuestro Padre, nos guarda por la eternidad A menudo
los creyentes se dividen debido a diferencias doctrinales
mínimas. Pero Pablo aquí muestra los aspectos en los que los
cristianos deben estar de acuerdo para lograr la verdadera
unidad. Cuando los cristianos tienen esta unidad de Espíritu, las
pequeñas diferencias no deberán disolverla.
“Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz” (4:3). El creyente debe vigilar con cuidado y esforzarse para
que haya paz y armonía entre los hermanos a pesar de los
conflictos que surgen en la jornada. La paz es necesaria para
mantener la unidad del Espíritu. Para resumir, el apóstol dice que
la paz en la iglesia se logra: (1) pensando, sintiendo y actuando
como Cristo, (2) soportando y siendo pacientes con los que no
viven como corresponde al cristiano, y (3) restaurándolos con
mansedumbre.

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como


los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,” (4:17)
En esta ocasión el apóstol exige que no continúen actuando
como lo hacen los no convertidos. “Si en verdad le habéis oído, y
habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en
Jesús.” (4:21) Pablo les recuerda que si realmente han aceptado a
Cristo como su único salvador y han sido sellados por su Espíritu
Santo, su conducta debe ser diferente.

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo


hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,”
(4:22). Este es el versículo que muestra la raíz del problema;
continuaban pensando y viviendo de acuerdo con el hombre
natural (viejo hombre) no restaurado. No habían cambiado los
hábitos y conductas que tenían antes de ser cristianos. Todos los
hábitos y conductas de la vida anterior son el producto de la
influencia de la naturaleza pecaminosa (la carne) y del mundo
(cultura dominante de los medios), por consiguiente, no son
agradables a Dios. [Gálatas 6:15-25]

“Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo


hombre” (4:23-24). El proceso de transformación comienza en el
interior de la persona, renovando la forma de pensar, ya que
somos el producto de nuestros pensamientos. Note que no es
sustituir algunas de las formas de pensar. Es hacer
completamente nueva toda la forma de pensar. Obviamente este
no es un proceso que ocurre en un día, toma tiempo. A medida
que se renueva el pensamiento se debe renovar la conducta. El
Espíritu nos da entendimiento para entender su palabra y fuerza
para ponerla en práctica. Sin embargo, nos corresponde a
nosotros permitir que el Espíritu nos guíe y responder
afirmativamente a su dirección.

El apóstol procede a detallar algunas de las conductas específicas


que están manifestando y que no son las esperadas: la mentira,
la ira, el robo, la vagancia, el lenguaje impropio y la falta de
respeto y consideración a los demás. “Por lo cual, desechando la
mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos
miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se
ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que
hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo
que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece
necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar
gracia a los oyentes.” (4:25-29).

A la lista anterior, añade las siguientes conductas: amargura,


enojo, gritería, hablar mal de los demás, y los pensamientos mal
intencionados. “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos
con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (4:31-32).

No es difícil aceptar que las conductas anteriores eran parte


integral de nuestra forma de pensar y de ser. Incluso
reconocemos que continuamos luchando con algunas de ellas
puesto que son muy comunes y los hábitos muy marcados.

El apóstol les recuerda a los hermanos que estas conductas


impropias entristecen al Espíritu Santo que habita en nosotros y
es la garantía de que somos hijos de Dios y herederos de vida
eterna. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual
fuisteis sellados para el día de la redención.” (4:30). Renovemos
nuestra mente a través de la Palabra y la dirección del Espíritu
Santo para que actuemos como se espera de nosotros. Sí
continuamos estancados, busquemos ayuda pastoral. [Romanos
12:1-2]
N ANDAR EN UNIDAD. Efesios 4:1-16

ANDAR DIGNO - 1 UNIDAD Efesios 4.1-16

La primera característica de un andar digno, tiene que ver


con ser o estar profundamente unidos. Si nos fijamos
bien, este es el común denominador de este pasaje
(Ef.4:1-16), podríamos titularle “la unidad de los
creyentes”. Dios no desea que sus hijos tan sólo se reúnan
en un lugar. Ya que podrían estar juntos en una
congregación pero no necesariamente unidos. Él desea
que sus hijos caminen en íntima comunión los unos con
los otros.

1. Características de la unidad cristiana.


La manera que Dios ha diseñado su cuerpo, es para que
todos los miembros trabajen unidos. Mostrando así, todo
lo que implica estar unidos, cosas como: Ser pacientes,
bondadosos, perdonadores, amantes de la paz,
armoniosos, restauradores, de buena convivencia,
alentadores, edificadores, etc. Pablo nos dice que estas
son las cosas que debemos guardar, manteniendo
solicitud en ello (Ef.4.3).
Cuando estas características estén presentes en nuestras
familias y congregaciones, entonces podremos decir que
estamos viviendo la verdadera unidad de Cristo.
2. Implicancia de la unidad cristiana.

Para lograr y mantener una sólida unidad en la iglesia


primero es necesario que todo aquello que no contribuya
a esta unidad sea desechado del cuerpo. También es
importante resaltar que el motor que hace posible todo
esto es el amor, en otra de sus epístolas Pablo lo llama "el
vínculo perfecto" (Col 3:14; Ef.4:16d).
Aplicación.

Las preguntas para ayudarte a meditar en esto, serían:


¿Qué hay en tu vida que debas desechar porque no te
permite desarrollar la unidad con los demás? ¿Qué estás
haciendo por propiciar la paz y la unidad entre los demás
hermanos?
Estar solícito a “guardar la unidad” también implica
algunas cosas prácticas:

Debemos estar dispuestos a buscar y mantener la paz


con todos. Dispuestos a dar y pedir perdón, dispuestos a
la reconciliación. A ser humildes y a todo lo que tenga que
ver con nuestra responsabilidad de estar bien con los
demás.
Debemos estar dispuestos a ser pacificadores,
mediadores y reconciliadores, propiciando la paz y unidad
entre los demás en todo momento.

Debemos mantener siempre la sensibilidad necesaria


para recordar nuestro punto de adoración. Nuestro Dios
es Uno (Ef.4:5,6) Entonces, nuestra unidad es exaltación
para Dios. Es nuestra forma de adorarlo.

Debemos estar dispuestos a usar nuestros dones


espirituales para la edificación de los demás.
fortaleciendo así, el crecimiento en amor.

Estos son algunos principios extraídos del pasaje


estudiado.

Aquí les dejo el bosquejo para un mayor entendimiento y


estudio personal:
UN ANDAR EN UNIDAD

Efesios 4:1-16.

Según este pasaje, la iglesia necesita por lo menos cuatro


elementos para fortalecer su unidad:

A. EL CARÁCTER NECESARIO. Ef.1:1-3


La humildad y la mansedumbre, v.2a
La paciencia para soportar a los demás, v.2b
La buena actitud de estar siempre dispuesto. v.3a
La paz reinando en el interior de cada uno. v.3b

B. LA DOCTRINA NECESARIA. Ef.1:4-11

Un cuerpo y un Espíritu. v.4a


Una misma esperanza. v.4b
Un Señor, una fe, un bautismo. v.5
Un Dios y Padre de todo. v.6
Un ministerio con varias funciones. v.7-11

C. LOS PROPÓSITOS NECESARIOS. Ef.1:12-14

Para la obra del ministerio. v.12a


Para la edificación del cuerpo. v.12b
Para la unidad de la fe. v.13
Para la madurez de los santos. v.14

D. LA PRÁCTICA NECESARIA. Ef.1:15-16

Crecer en torno a la cabeza, que es Cristo. v.15


Crecer con todo el cuerpo bien concertado y unido.
v.16a
Crecer con todos los miembros ayudándose entre sí.
v.16b
Crecer con cada uno cumpliendo su propia actividad.
v.16c
Crecer edificándose unos a otros en amor. v.16d

Si somos un cuerpo, la manera en que debemos andar es:


En unidad, en armonía y coordinación. Ayudándonos y
edificándonos unos a otros en amor.

YA NO HAY ARGUMENTOS PARA DEJAR DE PROPICIAR LA


UNIDAD EN EL CUERPO

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